Camino de Perfección 34

Capítulo 34 (20)


Que persuade a las hermanas despierten a las personas que trataren a oración.


1 (3) Ahora -para comenzar este camino que queda dicho de manera que no se yerre desde el principio- tratemos un poco de cómo se ha de principiar esta jornada, porque es lo que más importa: importa el todo para todo. No digo que quien no tuviere la determinación que aquí diré lo deje de comenzar, porque Dios le irá perfeccionando; y cuando no hiciese más de dar un paso en él, el mismo camino tiene en sí tanta virtud, que no haya miedo lo pierda ni le deje de ser muy bien galardonado. Tiene en sí grandes perdones, y hay más o menos. Digamos como quien tiene una cuenta de perdones, que si la reza una vez, gana, y mientras más, más; mas si nunca llega a ella, sino que se la tiene en el arca, mejor fuera no la tener. Así que, aunque no vaya después por el mismo camino, lo poco que hubiere andado de él le dará luz para que vaya bien por los otros, y si más andaré, más. En fin, tenga cierto que no le hará daño el haberle comenzado para cosa ninguna aunque le deje, porque el bien nunca hace mal. Por eso a todas las personas que os trataren, hermanas, habiendo disposición y alguna amistad, procurad quitarles el miedo de comenzar tan gran bien; y por amor de Dios os pido yo que vuestro trato sea siempre ordenado a algún bien de quien hablareis, pues vuestra oración ha de ser para provecho de las almas; y esto habéis siempre de pedir al Señor; mal parecería, hermanas, no lo procurar de todas maneras.

2 (4) Si queréis ser buen deudo, ésta es la verdadera amistad; si buen amiga, entended que no lo podéis ser sino por este camino. Ande la verdad en vuestros corazones como ha de andar por la meditación, y veréis claro el amor que somos obligadas a tener a los prójimos. No es ya tiempo, hermanas, de juego de niños, que no parece otra cosa estas amistades del mundo aunque sean buenas; digo: «si me queréis, no me queréis», ni entre vosotras haya tal plática, ni con hermano ni con nadie, si no fuere yendo fundadas en un gran fin y provecho de aquel alma. Que puede acaecer, para que os escuche vuestro deudo o hermano, o persona semejante, una verdad y la admita, haber de disponerle con estas pláticas y muestras de amor que a la sensualidad siempre contentan; y acaecerá tener en más una buena palabra -que así la llaman- y disponerle más que muchas de Dios, para que después éstas quepan. Y así, yendo con advertencia de aprovechar, no las quito. Mas, a no ser esto, ningún provecho pueden traer y podrán hacer daño sin entenderlo vosotras. Ya saben que sois religiosas y que vuestro trato es de oración. No se os ponga delante: «no quiero que me tengan por buena», porque es provecho o daño común el que en vos vieren. Y es gran mal que a las que tanta obligación tienen de no hablar sino en Dios, les parezca es bien disimulación en este caso, si no fuere para más bien. Este es vuestro trato y lenguaje; quien os quisiere tratar apréndale; y si no, guardaos de aprender vosotras el suyo, será infierno.

3 (5) Si os tuvieren por groseras, poco va en ello; si por hipócritas, menos; ganaréis de aquí que no os vea sino quien se entendiere por esta lengua; porque no lleva camino, uno que no sabe algarabía, gustar de tratar mucho con quien no sabe otro lenguaje. Y así no os cansarán ni dañarán, que no sería poco daño comenzar a hablar y a aprender nueva lengua; todo el tiempo se os iría en saberla. Y no podéis saber como yo, que lo he experimentado, el gran trabajo que da al alma, porque por saber la una se le olvida la otra, y es un perpetuo desasosiego del que en todas maneras habéis de huir; porque lo que mucho conviene para este camino que comenzamos a tratar es paz y sosiego en el alma.

4 (6) Si los que vinieren quisieren aprender vuestra lengua, ya que no es vuestro de enseñar, serlo ha de decir las riquezas que se ganan aquí en procurar aprenderla; y de esto no os canséis, sino con piedad y amor y oración porque le aproveche, para que, entendiendo la gran ganancia que trae consigo, vaya a buscar maestro que se la enseñe; que no sería poca merced que os hiciese el Señor despertar algún alma para esto. Mas ¡qué de cosas se ofrecen en comenzando a tratar de este camino! ¡Ojalá pudiera yo escribir con muchas manos para que unas por otras no se olvidaran!


Capítulo 35 (21)


En que dice lo mucho que importa comenzar con gran determinación la oración, y no hacer caso de los inconvenientes que el demonio pone para comenzar.


1 No os espantéis, hijas, que es camino real para el cielo. Gánase por él gran tesoro, no es mucho que cueste mucho a nuestro parecer. Tiempo vendrá que se entienda cuán nonada es todo para tan gran precio.

2 Ahora, pues, tornando a los que quieren beber de este agua de vida, y quieren caminar hasta llegar a la misma fuente, cómo han de comenzar, y digo que importa mucho y el todo (y aunque en algún libro he leído lo bien que es llevar este principio -y aun en algunos-, me parece no se pierde nada en decirlo aquí) una grande y muy determinada determinación de no parar hasta llegar a ella, venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabaje lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera me muera en el camino o no tenga corazón para los trabajos que hay en él, siquiera se hunda el mundo; como muchas veces acaece con decir: «hay peligros», «fulana por aquí se perdió», «el otro se engañó», «el otro que rezaba cayó», «dañan la virtud», «no es para mujeres, que les vienen ilusiones», «mejor será que hilen», «no ha menester esas delicadeces», «basta el Paternóster y Avemaría.

3 Esto así lo digo yo, hermanas; y ¡cómo si basta! Siempre es gran bien fundar vuestra oración sobre oraciones dichas de tales bocas. En esto tienen razón, que si no estuviese ya nuestra flaqueza tan flaca y nuestra devoción tan tibia, no eran menester otros conciertos de oración, ni eran menester otros libros, ni era necesario otras oraciones.

4 Y así me ha parecido (pues, como digo, hablo con almas que no pueden así recogerse en otros misterios, que les parece son artificios, y algunos ingenios tan ingeniosos que nada les contenta), iré fundando por aquí unos principios y medios y fines de oración -aunque en cosas subidas no haré sino tocar, porque, como digo, las tengo ya escritas-, y no os podrán quitar libro, que no os quede tan buen libro, que si sois estudiosas con humildad, no habéis menester otra cosa. Siempre yo he sido aficionada y me han recogido más las palabras de los Evangelios que sé salieron por aquella sacratísima boca así como las decía, que libros muy bien concertados; en especial, si no era el autor muy muy aprobado, no los había gana de leer.

Allegada a este Maestro de toda la sabiduría, quizá me enseñará alguna consideracioncita que os contente. No digo que diré declaración de estas oraciones divinas -que no me atrevería, y hartas hay escritas y sería disparate-, sino consideración sobre algunas palabras de ellas. Porque algunas veces con tantos libros parece que se nos pierde la devoción en lo que tanto nos va tenerla; que es claro que el mismo maestro que enseña una cosa toma amor con el discípulo y gusta de que le contente lo que le enseña, y le ayuda mucho a que lo aprenda; y así hará este Maestro celestial con nosotras.



Capítulo 36 (21)


Prosigue en la misma materia, y declara este engaño, y cómo no han de dar crédito a todos.


1 (5) Tornando a lo que decía, ningún caso hagáis de los miedos que os pusieren ni de los peligros que os pintaren. ¡Donosa cosa es que quiera yo ir por un camino adonde hay tantos ladrones sin peligros, y a ganar un gran tesoro! Pues ¡donoso anda el mundo para que os le dejen tomar en paz!, sino que por un maravedí de interés se pondrán a no dormir muchas noches por ventura y a desasosegaros cuerpo y alma. Pues cuando yéndole a ganar por el camino -o a robar, como dice el Señor que lo ganan los esforzados- y por camino real, y por camino seguro por el que fue Cristo, nuestro Emperador, por el que fueron todos sus escogidos y santos, os dicen hay tantos peligros y os ponen tantos temores, los que van a ganar este bien, a su parecer sin camino, ¿qué son los peligros que llevarán? ¡Oh hijas mías!, que muchos más sin comparación, sino que no los entienden hasta dar de ojos en el verdadero peligro, cuando no hay quien les dé la mano por ventura, y pierden del todo el agua sin beber poca ni mucha ni de charco ni de arroyo.

2 (6) Pues ya veis, sin gota de esta agua, ¿cómo se pasará camino adonde hay tantos con quien pelear? Está claro que al mejor tiempo morirán de sed, porque queramos que no, hijas mías, todos caminamos para esta fuente, aunque de diferentes maneras. Pues creedme vosotras y no os engañe nadie en mostraros otro camino sino el de la oración.

3 (7) Yo no hablo ahora en que sea mental o vocal para todos; digo para vosotras lo uno y lo otro; éste es el oficio de los religiosos. Quien os dijere que éste es peligro, tenedle a él por el mismo peligro y huid de él; y no se os olvide, porque por ventura habréis menester este consejo Peligro será no tener humildad y otras virtudes; mas camino de oración camino de peligro, nunca Dios tal quiera. El demonio parece ha inventado poner estos miedos, y así ha sido mañoso a hacer caer a alguno que llevaba este camino.

4 (8) Y miren tan gran ceguedad, que no miran el mundo de millares, como dicen, que han caído en herejía y en grandes males sin tener oración ni saber qué cosa era (de esto es harto de temer) y entre muchos de éstos, si el demonio, por hacer mejor su negocio, ha hecho caer algunos, bien contados, que tenían oración, ha hecho poner tanto temor en las cosas de virtud a algunos. Estos que tienen estos remedios o toman para librarse, se guarden; porque huir el bien para librarse del mal, nunca yo tal invención he visto; bien parece del demonio. ¡Oh, Señor mío!, tornad por Vos; mirad que entienden al revés vuestras palabras; no permitáis semejantes flaquezas en vuestras siervas. Haced bien, hijas, que no os quitarán el Paternóster y el Avemaría.

5 (9) Siempre veréis muchos que os ayuden, porque eso tiene el verdadero siervo de Dios, a quien su Majestad ha dado luz del verdadero camino, que en estos temores le crece el deseo de no parar. Entiende claro por dónde va a dar el golpe el demonio y húrtale el cuerpo y quiébrale la cabeza. Más siente él esto que cuanto placer otros le pueden hacer. Cuando en un tiempo de alboroto, en una cizaña que ha puesto -que parece a todos lleva medio ciegos- van muchos debajo de gran cristiandad, levanta Dios uno que les abre los ojos y diga: mirad que os ha puesto niebla para no ver el camino, (¡qué grandeza de Dios, que puede más a las veces un hombre solo, o diez, que digan verdad, que muchos juntos!) y torna poco a poco a descubrir el camino, dale Dios ánimo. Si dicen no haya oración, procurará se entienda es buena la oración, si no por palabras, por obras. Si dicen: no es bien tanta comunión, él más a menudo se llega al Santísimo Sacramento. Como hay uno con ánimo, luego se llega otro; torna el Señor a ganar lo perdido.

6 (10) Así que, hijas, dejaos de estos miedos, nunca hagáis caso en cosas semejantes de la opinión del vulgo. Mirad que no son tiempos de creer a todos, sino a los que viereis van conforme a la vida de Cristo. Procurad tener limpia conciencia, humildad, menosprecio de todas las cosas del mundo, creer firmemente lo que tiene la Madre santa Iglesia y a buen seguro que vais buen camino. Dejaos de temores adonde no hay que temer; si alguno os los pusiere, con humildad declaradle el camino. Decid que regla tenéis que os manda orar sin cesar -que así lo manda- y que la habéis de guardar. Si os dijere que será vocalmente, apurad si ha de estar el entendimiento y corazón en lo que decís; que si os dice que sí (que no podrá decir otra cosa), veis ahí donde os confiesa habéis por fuerza de tener oración mental, y contemplación si os la diere Dios.


Capítulo 37 (22)


En que declara qué cosa es oración mental.


1 Sí, que no está la falta para no ser oración mental en tener cerrada la boca; si hablando estoy enteramente viendo que hablo con Dios con más advertencia que en las palabras que digo, junto está oración mental y vocal. Salvo si no os dicen que estéis hablando con Dios y rezando el Avemaría, y pensando en el mundo; aquí callo. Mas si -como es razón- hablando con tan gran Señor, habéis de estar mirando con quién habláis y quién sois vos -siquiera para hablar con crianza-, ¿cómo podréis llamar al príncipe alteza, ni ver las ceremonias que se hacen para hablar un grande, si no entendéis bien qué estado tiene, y también qué estado tenéis vos? Porque conforme a esto se ha de hacer y conforme al uso -que aun es menester que sepáis el uso- y no vais descuidado; si no, enviaros han por simple y no negociaréis cosa. Y más habréis menester, si no lo sabéis bien, de informaros y aun de deletrear lo que habéis de decir. A mí me acaeció una vez; no tenía costumbre a hablar con señores e iba por cierta necesidad a tratar con una que había de llamar señoría, y es así que me lo mostraron deletreado. Yo, como soy torpe y no lo había usado, en llegando allá no lo acertaba bien; acordé decirle lo que pasaba, y echarlo en risa, porque tuviese por bueno llamarla merced, y así lo hice. Pues ¿qué es esto, Señor mío? ¿Qué es esto, mi Emperador? ¿Cómo se puede sufrir esto, Príncipe de todo lo criado? Rey sois, Señor, sin fin, que no es reino prestado el que tenéis, sino vuestro propio; no se acaba. ¡Bendito seáis Vos! Cuando se canta en el Credo que «vuestro reino no tiene fin», siempre casi me es particular regalo. Aláboos, Señor, y bendígoos, y todas las cosas os alaben por siempre; pues vuestro reino durará para siempre. Pues nunca, Señor, Vos queráis sea bueno que quien os alabare y quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca.

2 ¿Qué es esto, cristianos? ¿Entendéis os? Que querría dar voces y disputar -con ser la que soy- con los que dicen que no es menester oración mental. Cierto que entiendo que no os entendéis, ni sabéis cuál es oración mental, ni cómo se ha de rezar la vocal, ni qué es contemplación, porque si lo supieseis, no condenaríais por un cabo lo que alabáis por otro.

3 Yo he de poner siempre junta oración mental con la vocal, cuando se me acordare, porque no os espanten, hijas; que yo sé en qué caen estas cosas y no querría que nadie os trajese al retortero, que es cosa dañosa ir con miedo este camino. Importa mucho entender que vais bien, porque en diciendo a uno que va errado y ha perdido el camino, le hacen andar de un cabo a otro, y todo lo que anda buscando por dónde ha de ir se cansa y gasta el tiempo y llega más tarde.

¿Quién dirá que es mal, si comienza a rezar las horas o el rosario, que comience a pensar con quién habla y quién es el que habla, para ver cómo le ha de tratar? Pues yo os digo, hermanas, que si lo mucho que hay que hacer en estos dos puntos se hiciese bien, que primero que comencéis la oración vocal -que es rezar las horas o el rosario- ocupéis hartas horas en la mental. Sí, que no hemos de llegar a hablar con un príncipe como con un labradorcito o como con una pobre como nosotras, que no va más que nos llamen tú que vos.

4 Razón es que ya que, por la humildad de este Rey, si como grosera no sé hablar con él, y no por eso me tiene en menos, ni deja de allegarme a sí, ni me echan fuera sus guardas (que saben los ángeles que están allí la condición de su Rey, que gusta más de estas groserías de un pastorcito humilde -que sabe si más supiera más le dijera- que de las teologías muy ordenadas si no van con tanta humildad); así que no porque él sea bueno, hemos de ser nosotros descomedidos. Siquiera para agradecerle el mal olor que sufre en sufrirnos, es bien que veamos quién es. Es verdad que se entiende luego en llegando. Como los señores de acá: que con decir su padre y tantos cuentos tiene de renta y este dictado, no hay más que saber; porque acá no se hace cuenta de las personas por mucho que merezcan, sino de las haciendas.

5 ¡Oh miserable mundo! Alabad mucho a Dios, hijas, que habéis dejado cosa tan ruin adonde no hacen caso de lo que ellos en sí tienen, sino de lo que tienen sus renteros y vasallos. Cosa donosa es ésta para que os holguéis en la hora de la recreación, que éste es buen pasatiempo, entender en qué ciegamente pasan su tiempo los del mundo.

6 ¡Oh Rey de la gloria, Señor de los señores, Emperador de los emperadores, Santo de los santos, Poder sobre todos los poderes, Saber sobre todos los saberes, la misma Sabiduría!; sois Señor, la misma Verdad, la misma Riqueza; no dejaréis para siempre de reinar.


Capítulo 38 (22)


Prosigue en la misma declaración de oración mental.


1 (7) Sí, llegaos a pensar, en llegando, con quién vais a hablar o con quién estáis hablando. En mil vidas de las vuestras no acabaréis de entender cómo merece ser tratado este Señor, que tiemblan los ángeles delante de él. Todo lo manda; su querer es obrar. Pues razón será, hijas, que procuremos siquiera alcanzar alguna cosa de estas grandezas que tiene nuestro Esposo, a ver con quién estamos casadas, qué vida hemos de tener. ¡Válgame Dios!, pues acá, si uno se casa, primero sabe quién es y cómo y qué tiene; nosotras estamos desposadas -y todas las almas por el bautismo- antes de las bodas y que nos lleve a su casa el desposado Pues no quitan acá estos pensamientos con los hombres, ¿por qué nos han de quitar que entendamos nosotras quién es este hombre, quién es su padre, qué tiene, adónde me ha de llevar de que me case, qué condición tiene, cómo le podré mejor contentar, en qué le haré placer, estudiar cómo conformaré mi condición con la suya? Pues si una mujer ha de ser bien casada, no le avisan otra cosa sino que estudie en esto, aunque sea un hombre muy bajo su marido; pues, Esposo mío, ¿en todo han de hacer menos caso de Vos que de los hombres? Si a ellos no les parece bien esto, dejen os vuestras esposas que han de hacer vida con Vos. Es verdad que es buena vida, si un esposo es tan celoso que quiere no salga su esposa de casa ni trate con otro, ¡linda cosa es que no la dejen que piense en cómo contentarle y la razón que tiene de sufrirle y de no querer trate con otro, pues en él tiene todo lo que puede querer!

2 (8) Esta es oración mental, hijas mías, entender estas verdades. Si queréis ir entendiendo esto y rezando vocalmente, muy enhorabuena. No me estéis hablando con Dios y pensando en otras cosas, que esto es lo que hace no entender qué cosa es oración mental. Creo va dado a entender. No os espante nadie con esos temores. Alabad a Dios, que es poderoso sobre todos y que no os lo pueden quitar; antes la que no pudiere rezar vocalmente con esta atención, sepa que no hace lo que es obligada y que lo está -si quiere rezar con perfección- de procurarlo con todas sus fuerzas, so pena de no hacer lo que debe a esposa de tan gran Rey. Suplicadle, hijas, me dé gracia para que lo haga como os lo aconsejo, que me falta mucho. Su Majestad lo provea por quien es.


Capítulo 39 (23-24)


Lo que importa no tornar atrás quien ha comenzado este camino de oración, y torna a hablar de lo que va en que sea con determinación.


1 ¡Qué divertirme hago! Digo que va muy mucho en comenzar con esta gran determinación, por tantas causas que sería alargar mucho decirlas y en otros libros están dichas algunas. Solas dos diré o tres. La una es que no es razón a quien tanto nos ha dado, y continuo da, una cosa a que nos queremos determinar servirle y que le queremos dar, que es este cuidadito -no cierto sin interés, sino con tan grandes ganancias- no se lo dar con toda determinación, sino como quien presta una cosa para tornarlo a tomar. Esto no me parece a mí dar; antes siempre queda con algún disgusto a quien han emprestado una cosa cuando se la tornan a tomar, en especial si son amigos y a quien la emprestó debe muy muchas, dadas sin ningún interés suyo; con razón le parecerá poquedad y muy poca voluntad que aun una cosita suya no quiera dejar en su poder, siquiera por señal de amor.

2 ¿Qué esposa hay que, recibiendo muchas joyas de valor de su esposo, no le dé siquiera una sortijica, no por lo que vale, que ya todo es suyo del esposo, sino por señal de amor, por prenda que será suya hasta la muerte? Pues ¿qué menos merece este Señor para que burlemos de él, dando y tomando una nonada que le damos? Sino que este poco de tiempo que nos determinamos de darle a él -de cuanto gastamos en nosotros mismos y en quien no nos lo agradecerá-, ya que aquel rato le queremos dar libre el pensamiento y desocuparle de otras cosas, que sea con toda determinación de nunca jamás se le tornar a tomar por trabajos que por ello nos vengan, ni por contradicciones ni por sequedades; sino que ya, como cosa no mía tenga aquel tiempo y piense me le pueden pedir por justicia cuando del todo no se le quisiere dar.

3 Llamo del todo, porque no se entiende que dejarlo algún día -o algunos- por ocupaciones justas es tomársele ya; la intención esté firme, que no es nada delicado mi Dios; no mira en menudencias; así tendrá que os agradecer; es dar algo. Lo demás, bueno es a quien no es franco, sino tan apretado que no tiene corazón para dar; harto es que preste. En fin, haga algo, que todo lo toma en cuenta este Emperador; a todo hace como lo queremos. Para tomarnos cuenta no es nada menudo, sino generoso; por grande que sea el alcance, tiene él en poco perdonarle. Para pagarnos es tan mirado, que no hayáis miedo que un alzar de ojos con acuerdo suyo deje sin paga.

4 Otra causa es, porque el demonio no tiene tanta mano para tentaciones. Ha gran miedo a almas determinadas; que tiene ya experiencia le hacen gran daño y que cuanto él ordena para dañarlas viene en provecho suyo y de los otros, y que sale él con pérdida. Ya que no hemos nosotros de estar descuidados ni confiar en esto, porque lo habemos con gente traidora, y a los apercibidos no osa acometer, porque es muy cobarde; mas si viese descuido, haría gran daño. Y si conoce a uno por mudable y que no está firme en el bien que hace ni con gran determinación de perseverar, no le dejará a sol ni a sombra; miedos le pondrá e inconvenientes que nunca acabe Yo lo sé esto muy bien por experiencia, y así lo he sabido decir, y digo que no sabe nadie lo mucho que importa.

5 La otra causa es -y que hace mucho al caso- que pelea con ánimo. Ya sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrás. Es como uno que está en una batalla; sabe que si le vencen no le perdonarán la vida, y que ya que no muera en la batalla, ha de morir después; es averiguado, a mi parecer, que peleará con mucho más ánimo y no temerá tanto los golpes, porque lleva delante lo que le importa la victoria. Es muy necesario también que comencéis con gran seguridad en que, si peleáis con ánimo y no os dejando vencer, que saldréis con la empresa; esto sin ninguna falta: por poca ganancia que saquéis, saldréis muy rico; no hayáis miedo os deje morir de sed el Señor que os llama a que bebáis de esta fuente. Esto queda ya dicho, y querríalo decir muchas veces, porque acobarda mucho a personas que aún no conocen del todo la bondad del Señor por experiencia, aunque le conocen por fe; mas es gran cosa saber por experiencia con la amistad y regalo que trata a los que van por este camino.

6 Los que no lo han probado, no me maravillo quieran seguridad de algún interés. Pues ya sabéis que es ciento por uno aun en esta vida y que dice el Señor que le pidamos y nos dará. Si no creéis a su Majestad en las partes de su Evangelio que asegura esto, poco aprovecha quebrarme yo la cabeza. Todavía digo que aun si tenéis alguna duda, que lo probéis; ¿qué se pierde? Que aun esto hay excelente en este viaje, que muy muchas cosas se dan más de las que se piden ni de las que acertaremos nosotros a pedir. Esto es sin falta, yo sé que es así; si no hallaren ser verdad, no me crean cosa de cuantas os digo. Ya vosotras, hermanas, lo sabéis por experiencia, y os puedo presentar por testigos, por la bondad de Dios. Por las que vinieren, es bien esto que está dicho.

7 (1) Ya he dicho que trato con almas que no se pueden recoger ni atar los entendimientos en oración mental ni consideración. No haya aquí nombre de estas dos cosas, pues no sois para ellas; que hay muchas almas en hecho de verdad que sólo el nombre las atemoriza.

8 (2) Y porque si alguna viniere a esta casa (que también, como he dicho, no pueden ir todas por un camino), lo que quiero aconsejaros y aun pudiera decir enseñaros (porque como madre tengo ahora este cargo) cómo habéis de rezar vocalmente, porque es razón entendáis lo que decís. Y porque quien no es para pensar en Dios, puede ser oraciones largas también les canse, tampoco me quiero entremeter en ellas, sino en las que forzado habemos de rezar si somos cristianos, que es el Paternóster y Avemaría.


Capítulo 40 (24)


En que trata de oración vocal con perfección, y cuán junta anda con ella la mental.


1 (2) Claro está que hemos de ver lo que decimos, como he dicho. No puedan decir por nosotras que hablamos y no nos entendemos, salvo si no decís que no es menester esto, que ya os vais por la costumbre, que basta decir las palabras. Si eso basta o no, no me entremeto; eso es de letrados, ellos lo dirán a las personas que les diere Dios luz para que se lo quieran preguntar, y en los que no tienen nuestro estado no me entremeto. Acá querría yo, hijas, no nos contentemos con eso; porque cuando digo credo, razón me parece será, y aun obligación, que sepa lo que creo; cuando digo Pater, amor me parece será entender quién es este Padre. Pues también será bien que veamos quién es el maestro que nos enseña esta oración.

2 (3) Si queremos decir que basta ya saber de una vez quién es el maestro sin que más nos acordemos, también podéis decir que basta decir una vez en la vida la oración. Sí, que mucho va -como dicen- de maestro a maestro (pues aun de los que acá nos enseñan parece gran desgracia no nos acordar de ellos), y si es maestro del alma y somos buenos discípulos, es imposible sino tenerle mucho amor y aun honrarnos de él y hablar en él muchas veces. Pues de tal maestro como quien nos enseñó esta oración, y con tanto amor y deseo que nos aprovechase, nunca Dios quiera que sea bueno no nos acordemos muchas veces cuando decimos la oración, aunque por ser flacos no sean todas.

3 (4) Pues cuanto a lo primero, ya sabéis que enseña este Maestro celestial sea a solas, que así lo hacía él siempre que oraba, no por su necesidad, sino por nuestro enseñamiento.

4 (4) Esto ya dicho se está, que no se sufre hablar con Dios y con el mundo, que no es otra cosa estar rezando y oír lo que están hablando, o pensar en lo que les parece, sin más irse a la mano; esto ya se sabe que no es bueno y que hemos de procurar estar a solas, y aun plega a Dios entendamos con quién estamos y lo que nos responde el Señor a nuestras peticiones. ¿Pensáis que se está callando? Aunque no lo oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón. Presupuesto esto que ha de ser a solas, bien es consideremos somos cada una de nosotras a quien enseñó esta oración el Señor y que nos la está mostrando, pues nunca él maestro está tan lejos del discípulo que sea menester dar voces, sino muy junto. Esto quiero yo veáis vosotras os conviene para rezar bien el Paternóster: no os apartar de cabe el Maestro que os le mostró.

5 Luego diréis que ya esto es consideración, que no podéis ni lo queréis, sino rezar vocalmente, y tenéis alguna razón. Mas yo os digo cierto que no sé cómo lo aparte, si ha de ser rezar entendiendo con quién hablamos, como es razón y aun obligación que procuremos rezar con advertencia ya; y aun plega a Dios que con estos remedios vaya bien rezado el Paternóster y no acabemos en otra cosa impertinente. Yo lo he probado algunas veces, y ningún remedio otro hallo si no es procurar tener el pensamiento en quien enderezo las palabras. Por eso tened paciencia, que esto es menester para ser monjas y aun para rezar como buenos cristianos, a mi parecer.


Capítulo 41 (25)


Lo mucho que gana un alma que reza con perfección vocalmente y cómo la levanta Dios a cosas sobrenaturales de ella.


1 Será posible que rezando el Paternóster os ponga Dios en contemplación perfecta si lo rezáis bien; que por estas vías muestra que oye al que le habla, y le habla su Majestad suspendiéndole el entendimiento, y atajándole el pensamiento y tomándole -como dicen- la palabra de la boca, que aunque quiere no puede hablar si no es con mucha pena.

2 Entiende que, sin ruido de palabras obra en su alma su Maestro y que no obran las potencias de ella, que ella entienda. Esto es contemplación perfecta.

3 Ahora entenderéis la diferencia que hay de ella a oración mental, que es lo que queda dicho: pensar y entender qué hablamos, y con quién hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor; pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir, es oración mental; no penséis que es otra algarabía, ni os espante el nombre. Rezar el Paternóster -o lo que quisiereis- es oración vocal. Pues mirad qué mala música hará sin lo primero; aun las palabras no llevarán concierto todas veces. En estas dos cosas podemos algo nosotros con el favor de Dios. En la contemplación que ahora dije, ninguna cosa; Dios es el que todo lo hace, que es obra suya sobre nuestro natural.

4 Como está todo lo mejor dado a entender en el libro que digo tengo escrito (y así no hay que tratar de ello tan particularmente aquí, allí dije todo lo que supe); quien llegare a haberle Dios llegado a este estado de contemplación de vosotras -que, como dije, algunas estáis en él-, procuradle, que os importa mucho de que yo me muera; las que no, no hay para qué, sino esforzarse a hacer lo que en este libro va dicho de ganar por cuantas vías pudiere y tener diligencia que el Señor se lo dé con suplicárselo y ayudarse. Lo demás el Señor mismo lo ha de dar, y no lo niega a nadie que llegue hasta el fin del camino peleando como queda dicho.


Capítulo 42 (26)


En que va declarando el modo para recoger el pensamiento, y da medios para ello. Es capítulo muy provechoso para los que comienzan.


1 Ahora, pues, tornemos a nuestra oración vocal para que se rece de manera que, sin entendernos, nos lo dé Dios todo junto, y para, como he dicho, rezar como es razón.

La examinación de la conciencia y decir la confesión y santiguaros, ya esto se sabe que ha de ser lo primero. Procurad luego, hija, pues estáis sola, tener compañía. Pues ¿qué mejor que el mismo Maestro que enseñó la oración que vais a rezar? Representad al Señor junto con vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, cuanto pudiereis, no andéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos, y él ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis, como dicen, echar de vos, no os faltará para siempre, ayudaros ha en todos vuestros trabajos, tenerle heis en todas partes ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?

2 ¡Oh almas que no podéis tener mucho discurso de entendimiento, ni podéis tener el pensamiento, sin mucho divertiros, en Dios!, acostumbraos, acostumbraos; mirad que sé yo que podéis hacer esto, porque pasé muchos años por este trabajo de no poder sosegar el pensamiento en una cosa -y eslo muy grande-, mas sé que no nos deja el Señor tan desiertos, que si llegamos con humildad no nos acompañe; y si en un año no pudiéremos salir con ello, sea en más. Digo que esto, que lo puede acostumbrarse a andar cabe este verdadero Maestro.

3 No os pido que penséis en él, ni saquéis muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones en vuestro entendimiento; no quiero más de que le miréis. Pues ¿quién os quita volver los ojos del alma -aunque sea de presto, si no podéis más- a él? Pues podéis mirar cosas muy feas y asquerosas, ¿no podréis mirar la cosa más hermosa que se puede imaginar? Si no os pareciere bien, yo os doy licencia que no le miréis más. Pues nunca quita vuestro Esposo los ojos de vos, hija, y haos sufrido mil cosas feas y abominaciones contra él y no ha bastado para que os deje de mirar, ¿y es mucho que -quitados los ojos del alma de las cosas exteriores- le miréis algunas veces a él? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino que le miréis; como le quisiereis le hallaréis. Tiene en tanto que le volváis a mirar, que no quedará por diligencia suya.

4 Así como dicen ha de ser la mujer que quiere ser bien casada con su marido, que si está triste se ha de mostrar ella triste, y si alegre, alegre, aunque nunca lo esté; esto con verdad, sin fingimiento, hace el Señor con vos: él se hace el sujeto y quiere seáis vos la señora y andar él a vuestra voluntad. Si estáis alegre, miradle resucitado, que sólo imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará. Mas ¡con qué claridad, con qué hermosura, con qué señorío, qué victorioso, qué alegre! Como quien tan bien salió de la batalla adonde ha ganado un tan gran reino, que todo le quiere para vos, y a Sí con él. Pues ¿es mucho que a quien tanto os da volváis una vez los ojos a él?

5 Si estáis con trabajos o triste, miradle en la columna lleno de dolores, todas sus carnes hechas pedazos por lo mucho que os ama, perseguido de unos, escupido de otros, negado de otros, sin amigos, sin nadie que vuelva por él, helado de frío, puesto en tanta soledad que uno con otro os podéis consolar; o miradle en el huerto, o en la cruz, o cargado con ella, que aun no le dejaban hartar de huelgo; miraros ha él con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores por consolar los vuestros, sólo porque os vais con él a consolar y volváis la cabeza a mirarle.

6 ¡Oh Señor del mundo y verdadero Esposo mío (le podéis vos decir si se os ha enternecido el corazón con verle tal, que no sólo queráis mirarle, sino que os holguéis de hablarle, no oraciones compuestas, sino de la pena de vuestro corazón, que las tiene él en muy mucho), ¿tan necesitado estáis, Señor mío y bien mío, que queréis admitir una pobre compañía, y veo en vuestro semblante que habéis olvidado vuestras penas conmigo? Pues ¿cómo, Señor, es posible que os dejan solo los ángeles y que no os consuela vuestro Padre? Si es así, Señor, que todo lo queréis pasar por mí, ¿qué es esto que yo paso?, ¿de qué me quejo?, que ya he vergüenza de que os he visto tal, que quiero pasar, mi bien, todos los trabajos que me vinieren y tenerlos por gran bien por parecerme a Vos en algo. Juntos andamos, Señor; por donde fuisteis, tengo de ir; por donde pasareis, he de pasar.

7 Tomad, hija, de aquella cruz; no se os dé nada que os atropellen los judíos; no hagáis caso de lo que os dijeren; haceos sorda a las murmuraciones; tropezando, cayendo con vuestro Esposo, no os apartéis de la cruz; mirad muchas veces el cansancio con que va y las ventajas que hace su trabajo a los vuestros; por grandes que los queráis pintar y por mucho que los queráis sentir, saldréis consolada de ellos porque veréis que son cosa de burla comparados a los de Cristo.

8 Diréis, hermanas, que cómo se podrá hacer esto, que si fuera con los ojos del cuerpo y en el tiempo que su Majestad andaba por acá, que lo hiciérais de buena gana y le mirarais siempre. No lo creáis, que quien ahora no se quiere hacer un poquito de fuerza a recoger siquiera la vista para mirar dentro de sí este Señor -que lo puede hacer sin peligro, sino con tantito cuidado-, muy menos se pusiera al pie de la cruz con la Magdalena, que veía la muerte al ojo, como dicen. Mas ¡qué debía pasar la gloriosa Virgen y esta bendita santa! ¡Qué de amenazas, qué de malas palabras y qué descomedidas! Pues ¡con qué gente lo había tan cortesana!; sí, lo era del infierno, que eran ministros suyos. Por cierto que debía ser terrible cosa lo que pasaron, sino que con otro dolor mayor no sentirían el suyo.



Camino de Perfección 34