CAMINO DE PERFECCION 22

Capítulo 22 (37-38)


En que declara qué es oración mental.




1 Sabed, hijas, que no está la falta para ser o no ser oración mental en tener cerrada la boca; si hablando estoy enteramente entendiendo y viendo que hablo con Dios con más advertencia que en las palabras que digo, junto está oración mental y vocal. salvo Si no os dicen que estéis hablando con Dios rezando el Paternóster y pensando en el mundo; aquí callo. Mas si habéis de estar, como es razón se esté, hablando con tan gran Señor, que es bien estéis mirando con quién habláis, y quién sois vos, siquiera para hablar con crianza. Porque ¿cómo podéis llamar al rey alteza, ni saber las ceremonias que se hacen para hablar a un grande, si no entendéis bien qué estado tiene y qué estado tenéis vos? Porque conforme a esto se ha de hacer el acatamiento, y conforme al uso, porque aun esto es menester también que sepáis; si no, enviaros han para simple y no negociaréis cosa. Pues ¿qué es esto, Señor mío? ¿Qué es esto, mi Emperador? ¿Cómo se puede sufrir? Rey sois, Dios mío, sin fin, que no es reino prestado el que tenéis.
Cuando en el Credo se dice: «vuestro reino no tiene fin», casi siempre me es particular regalo. Aláboos, Señor, y bendígoos para siempre; en fin, vuestro reino durará para siempre. Pues nunca Vos, Señor, permitáis se tenga por bueno que quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca.

2 ¿Qué es esto, cristianos, los que decís no es menester oración mental? ¿Entendéis os? Cierto, que pienso que no os entendéis, y así queréis desatinemos todos; ni sabéis cuál es oración mental, ni cómo se ha de rezar la vocal, ni qué es contemplación; porque si lo supieseis, no condenaríais por un cabo lo que alabáis por otro.

3 Yo he de poner siempre junta oración mental con la vocal, cuando se me acordare, porque no os espanten, hijas; que yo sé en qué caen estas cosas, que he pasado algún trabajo en este caso, y así no querría que nadie os trajese desasosegadas, que es cosa dañosa ir con miedo este camino. Importa mucho entender que vais bien, porque en diciendo a algún caminante que va errado y que ha perdido el camino, le hacen andar de un cabo a otro, y todo lo que anda buscando por dónde ha de ir, se cansa y gasta el tiempo y llega más tarde.
¿Quién puede decir es mal, si comenzamos a rezar las horas o el rosario, que comience a pensar con quién va a hablar y quién es el que habla para ver cómo le ha de tratar? Pues yo os digo, hermanas, que si lo mucho que hay que hacer en entender estos dos puntos se hiciese bien, que primero que comencéis la oración vocal que vais a rezar, ocupéis harto tiempo en la mental. Sí, que no hemos de llegar a hablar a un príncipe con el descuido que a un labrador, o como con una pobre como nosotras, que como quiera que nos hablaren va bien.

4 Razón es que ya que por la humildad de este Rey, si como grosera no sé hablar con él, no por eso me deja de oír, ni me deja de llegar a sí, ni me echan fuera sus guardas; porque saben bien los ángeles que están allí la condición de su Rey, que gusta más de esta grosería de un pastorcito humilde, que ve que si más supiera más dijera, que de los muy sabios y letrados, por elegantes razonamientos que hagan, si no van con humildad. Así que, no porque él sea bueno, hemos de ser nosotros descomedidos. Siquiera para agradecerle el mal olor que sufre en consentir cabe sí una como yo, es bien que procuremos conocer su limpieza y quién es. Es verdad que se entiende luego en llegando, como con los señores de acá, que con que nos digan quién fue su padre y los cuentos que tiene de renta y el dictado, no hay más que saber; porque acá no se hace cuenta de las personas para hacerlas honra, por mucho que merezcan, sino de las haciendas.

5 ¡Oh miserable mundo! Alabad mucho a Dios, hijas, que habéis dejado cosa tan ruin adonde no hacen caso de lo que ellos en sí tienen, sino de lo que tienen sus renteros y vasallos; y si ellos faltan, luego falta de hacerles honra. Cosa donosa es ésta para que os holguéis cuando hayáis todas de tomar alguna recreación, que éste es buen pasatiempo: entender cuán ciegamente pasan su tiempo los del mundo.

6 ¡Oh Emperador nuestro, sumo Poder, suma Bondad, la misma Sabiduria, sin principio, sin fin, sin haber término en vuestras obras! ¡Son infinitas sin poderse comprender, un piélago sin suelo de maravillas, una hermosura que tiene en sí todas las hermosuras, la misma fortaleza! ¡Oh, válgame Dios!, ¡quién tuviera aquí junta toda la elocuencia de los mortales y sabiduría para saber bien como acá se puede saber, que todo es no saber nada, para este caso dar a entender alguna de las muchas cosas que podemos considerar para conocer algo de quién es este Señor y bien nuestro!

7 (1) Sí, llegaos a pensar y entender, en llegando, con quién vais a hablar o con quién estáis hablando. En mil vidas de las nuestras no acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor, que los ángeles tiemblan delante de él. Todo lo manda, todo lo puede; su querer es obrar. Pues razón será, hijas, que procuremos deleitarnos en estas grandezas que tiene nuestro Esposo, y que entendamos con quién estamos casadas, qué vida hemos de tener. ¡Oh, válgame Dios!, pues acá, cuando uno se casa, primero sabe con quién, quién es y qué tiene; nosotras, ya desposadas, antes de las bodas, que nos ha de llevar a su casa pues acá no quitan estos pensamientos a las que están desposadas con los hombres , ¿por qué nos han de quitar que procuremos entender quién es este hombre, y quién es su padre, y qué tierra es ésta adonde me ha de llevar, y qué bienes son los que promete darme, qué condición tiene, cómo podré contentarle mejor, en qué le haré placer, y estudiar cómo haré mi condición que conforme con la suya? Pues si una mujer ha de ser bien casada, no le avisan otra cosa sino que procure esto, aunque sea hombre muy bajo su marido; pues, Esposo mío, ¿en todo han de hacer menos caso de Vos que de los hombre? Si a ellos no les parece bien esto, dejen os vuestras esposas que han de hacer vida con Vos. Es verdad que es buena vida. Si un esposo es tan celoso que quiere no trate con nadie su esposa, ¡linda cosa es que no piense en como le hará este placer y la razón que tiene de sufrirle y de no querer que trate con otro, pues en él tiene todo lo que puede querer!

8 (2) Esta es oración mental, hijas mías, entender estas verdades. Si queréis ir entendiendo esto y rezando vocalmente, muy enhorabuena. No me estéis hablando con Dios y pensando en otras cosas, que esto hace no entender qué cosa es oración mental. Creo va dado a entender. Plega el Señor lo sepamos obrar, amén.



Capítulo 23 (39)


Trata de lo que importa no tornar atrás quien ha comenzado camino de oración, y torna a hablar de lo mucho que va en que sea con determinación.




1 Pues digo que va muy mucho en comenzar con gran determinación, por tantas causas que sería alargarme mucho si las dijese; solas dos o tres os quiero, hermanas, decir.
La una es que no es razón que a quien tanto nos ha dado y continuo da, que una cosa que nos queremos determinar a darle, que es este cuidadito (no cierto sin interés, sino con tan grandes ganancias), no se lo dar con toda determinación, sino como quien presta una cosa para tornarla a tomar. Esto no me parece a mí dar; antes siempre queda con algún disgusto a quien han prestado una cosa cuando se la tornan a tomar, en especial si la ha menester y la tenía ya como por suya. ¡Oh, que si son amigos, y a quien la prestó debe muchas dadas sin ningún interés! Con razón le parecerá poquedad y muy poco amor, que aun una cosita suya no quiere dejar en su poder, siquiera por señal de amor.

2 ¿Qué esposa hay que, recibiendo muchas joyas de valor de su esposo, no le dé siquiera una sortija, no por lo que vale, que ya todo es suyo, sino por prenda que será suya hasta que muera? Pues ¿qué menos merece este Señor para que burlemos de él, dando y tomando una nonada que le damos? Sino que este poquito de tiempo que nos determinamos de darle de cuanto gastamos en nosotros mismos y en quien no nos lo agradecerá, ya que aquel rato le queremos dar, démosle libre el pensamiento y desocupado de otras cosas, y con toda determinación de nunca jamás se le tornar a tomar por trabajos que por ello nos vengan, ni por contradicciones ni por sequedades; sino que ya, como cosa no mía tenga aquel tiempo, y piense me le pueden pedir por justicia cuando del todo no le quisiere dar.

3 Llamo del todo, porque no se entiende que dejarlo algún día, o algunos, por ocupaciones justas o por cualquier indisposición, es tomársele ya. La intención esté firme, que no es nada delicado mi Dios: no mira en menudencias; así tendrá que os agradecer; es dar algo. Lo demás, bueno es a quien no es franco, sino tan apretado que no tiene corazón para dar; harto es que preste. En fin, haga algo, que todo lo toma en cuenta este Señor nuestro; a todo hace como lo queremos. Para tomarnos cuenta no es nada menudo, sino generoso; por grande que sea el alcance, tiene él en poco perdonarle. Para pagarnos es tan mirado, que no hayáis miedo que un alzar de ojos con acordarnos de él deje sin premio.

4 Otra causa es, porque el demonio no tiene tanta mano para tentar; ha gran miedo a ánimas determinadas, que tiene ya experiencia le hacen gran daño, y cuanto él ordena para dañarlas, viene en provecho suyo y de los otros, y que sale él con pérdida. Y ya que no hemos nosotros de estar descuidados ni confiar en esto, porque lo habemos con gente traidora, y a los apercibidos no osan tanto acometer, porque es muy cobarde; mas si viese descuido, haría gran daño. Y si conoce a uno por mudable y que no está firme en el bien y con gran determinación de perseverar, no le dejará a sol ni a sombra; miedos le pondrá e inconvenientes que nunca acabe. Yo lo sé esto muy bien por experiencia, y así lo he sabido decir, y digo que no sabe nadie lo mucho que importa.

5 La otra cosa es y que hace mucho al caso que pelea con más ánimo. Ya sabe que, venga lo que viniere, no ha de tornar atrás. Es como uno que está en una batalla, que sabe, si le vencen, no le perdonarán la vida; y que ya que no muere en la batalla ha de morir después, pelea con más determinación, y quiere vender bien su vida como dicen y no teme tanto los golpes, porque lleva adelante lo que importa la victoria y que le va la vida en vencer. Es también necesario comenzar con seguridad de que, si no nos dejamos vencer, saldremos con la empresa; esto sin ninguna duda, que por poca ganancia que saquen saldrán muy ricos. No hayáis miedo os deje morir de sed el Señor que nos llama a que bebamos de esta fuente. Esto queda ya dicho, y querríalo decir muchas veces, porque acobarda mucho a personas que aún no conocen del todo la bondad del Señor por experiencia, aunque le conocen por fe; mas es gran cosa haber experimentado con la amistad y regalo que trata a los que van por este camino, y cómo casi les hace toda la costa.

6 Los que esto no han probado, no me maravillo quieran seguridad de algún interés. Pues ya sabéis que es ciento por uno, aun en esta vida, y que dice el Señor: Pedid y daros han. Si no creéis a su Majestad en las partes de su Evangelio que asegura esto, poco aprovecha, hermanas, que me quiebre yo la cabeza a decirlo. Todavía digo que a quien tuviere alguna duda, que poco se pierde en probarlo; que eso tiene bueno este viaje, que se da más de lo que se pide ni acertaremos a desear. Esto es sin falta, yo lo sé; y a las de vosotras que lo sabéis por experiencia, por la bondad de Dios, puedo presentar por testigos.



Capítulo 24 (39-40)


Trata cómo se ha de rezar oración vocal con perfección y cuán junta anda con ella la mental.




1 (7) Ahora, pues, tornemos a hablar con las almas que he dicho que no se pueden recoger ni atar los entendimientos en oración mental ni tener consideración. No nombremos aquí estas dos cosas, pues no sois para ellas, que hay muchas personas en hecho de verdad que sólo el nombre de oración mental o contemplación parece las atemoriza.

2 (8-1) Y porque si alguna viene a esta casa (que también, como he dicho, no van todos por un camino), pues lo que quiero ahora aconsejaros (y aun puedo decir, enseñaros, porque, como madre, con el oficio de priora que tengo, es lícito) es cómo habéis de rezar vocalmente, porque es razón entendáis lo que decís. Y porque quien no puede pensar en Dios, puede ser que oraciones largas también le cansen, tampoco me quiero entremeter en ellas, sino en las que forzado hemos de rezar, pues somos cristianos, que es el Paternóster y Avemaría; porque no puedan decir por nosotras que hablamos y no nos entendemos, salvo si no nos parece basta irnos por la costumbre, con sólo pronunciar las palabras, que esto basta. Si basta o no, en eso no me entremeto, los letrados lo dirán. Lo que yo querría hiciésemos nosotras, hijas, es que no nos contentemos con sólo eso; porque cuando digo Credo, razón me parece será que entienda y sepa lo que creo; y cuando Padrenuestro, amor será entender quién es este Padre nuestro y quién es el maestro que nos enseñó esta oración.

3 (2) Si queréis decir que ya os lo sabéis y que no hay para qué se os acuerde, no tenéis razón, que mucho va de maestro a maestro, pues aun de los que acá nos enseñan es gran desgracia no nos acordar; en especial, si son santos y son maestros del alma, es imposible, si somos buenos discípulos. Pues de tal maestro como quien nos enseñó esta oración, y con tanto amor y deseo que nos aprovechase, nunca Dios quiera que no nos acordemos de él muchas veces cuando decimos la oración, aunque por ser flacos no sean todas.

4 (3-4) Pues, cuanto a lo primero, ya sabéis que enseña su Majestad que sea a solas; que así lo hacía él siempre que oraba, y no por su necesidad, sino por nuestro enseñamiento. Ya esto dicho se está, que no se sufre hablar con Dios y con el mundo, que no es otra cosa estar rezando y escuchando por otra parte lo que están hablando, o pensar en lo que se les ofrece, sin más irse a la mano, salvo si no es algunos tiempos que, o de malos humores en especial si es persona que tiene melancolía o flaqueza de cabeza, que aunque más lo procura no puede, o que permite Dios días de grandes tempestades en sus siervos para más bien suyo; y aunque se afligen y procuran quietarse, no pueden ni están en lo que dicen, aunque más hagan, ni asienta en nada el entendimiento, sino que parece tiene frenesí según anda desbaratado.
Y en la pena que da a quien lo tiene, verá que no es a culpa suya, y no se fatigue, que es peor, ni se canse en poner seso a quien por entonces no le tiene, que es su entendimiento, sino rece como pudiere; y aun no rece, sino como enferma procure dar alivio a su alma; entienda en otra obra de virtud. Esto es ya para personas que traen cuidado de sí, y tienen entendido no han de hablar a Dios y al mundo junto. Lo que podemos hacer nosotros es procurar estar a solas y plega a Dios que baste, como digo para que entendamos con quién estamos y lo que nos responde el Señor a nuestras peticiones. ¿Pensáis que se está callando?. Aunque no le oímos, bien habla al corazón cuando le pedimos de corazón. Y bien es consideremos somos cada una de nosotras a quien enseñó esta oración y que nos la está mostrando, pues nunca el maestro está tan lejos del discípulo que sea menester dar voces, sino muy junto. Esto quiero yo entendáis vosotras os conviene para rezar bien el Paternóster: no apartarse de cabe el maestro que os le mostró.

5 Diréis que ya esto es consideración, que no podéis ni aun queréis, sino rezar vocalmente; porque también hay personas mal sufridas y amigas de no se dar pena, que como no lo tienen de costumbre, esla recoger el pensamiento al principio; y por no cansarse un poco, dicen que no pueden más ni lo saben, sino rezar vocalmente. Tenéis razón en decir que ya es oracion mental; mas yo os digo, cierto, que no sé cómo lo aparte, si ha de ser bien rezado lo vocal y entendiendo con quién hablamos. Y aun es obligación que procuremos rezar con advertencia, y aun plega a Dios que con estos remedios vaya bien rezado el Paternóster y no acabemos en otra cosa impertinente. Yo lo he probado algunas veces, y el mejor remedio que hallo es procurar tener el pensamiento en quien enderezo las palabras. Por eso tened paciencia y procurad hacer costumbre de cosa tan necesaria.



Capítulo 25 (41)


En que dice lo mucho que gana un alma que reza con perfección vocalmente, y cómo acaece levantarla Dios de allí a cosas sobrenaturales.




1 Y porque no penséis se saca poca ganancia de rezar vocalmente con perfección, os digo que es muy posible que estando rezando el Paternóster os ponga el Señor en contemplación perfecta, o rezando otra oración vocal; que por estas vías muestra su Majestad que oye al que le habla, y le habla su grandeza, suspendiéndole el entendimiento y atajándole el pensamiento, y tomándole, como dicen, la palabra de la boca, que aunque quiere no puede hablar si no es con mucha pena.

2 Entiende que, sin ruido de palabras, le está enseñando este Maestro divino, suspendiendo las potencias, porque entonces antes dañarían que aprovecharían si obrasen; gozan sin entender cómo gozan; está el alma abrasándose en amor, y no entiende cómo ama; conoce que goza de lo que ama, y no sabe cómo lo goza; bien entiende que no es gozo que alcanza el entendimiento a desearle; abrázale la voluntad sin entender cómo; mas en pudiendo entender algo, ve que no es este bien que se puede merecer con todos los trabajos que se pasasen juntos por ganarle en la tierra. Es don del Señor de ella y del cielo, que, en fin, da como quien es. Esta, hijas, es contemplación perfecta.

3 Ahora entenderéis la diferencia que hay de ella a la oración mental, que es lo que queda dicho: pensar y entender qué hablamos, y con quién hablamos y quién somos los que osamos hablar con tan gran Señor; pensar esto y otras cosas semejantes de lo poco que le hemos servido y lo mucho que estamos obligados a servir, es oración mental; no penséis es otra algarabía, ni os espante el nombre. Rezar el Paternóster y Avemaría, o lo que quisiereis, es oración vocal. Pues mirad qué mala música hará sin lo primero; aun las palabras no irán con concierto todas veces. En estas dos cosas podemos algo nosotras, con el favor de Dios. En la contemplación que ahora dije, ninguna cosa; su Majestad es el que todo lo hace, que es obra suya, sobre nuestro natural.

4 Como está dado a entender esto de contemplación muy largamente lo mejor que yo lo supe declarar en la relación que tengo dicho escribí, para que viesen mis confesores de mi vida, que me lo mandaron (VIE 1), no lo digo aquí ni hago más de tocar en ello. Las que hubiereis sido tan dichosas que el Señor os llegue a estado de contemplación, si le pudieseis haber, puntos tiene y avisos que el Señor quiso acertase a decir, que os consolarían mucho y aprovecharían, a mi parecer y al de algunos que le han visto, que le tienen para hacer caso de él; que vergüenza es deciros yo que hagáis caso del mío, y el Señor sabe la confusión con que escribo mucho de lo que escribo. ¡Bendito sea, que así me sufre! Las que, como digo, tuvieren oración sobrenatural, procúrenle después de yo muerta; las que no, no hay para qué, sino esforzarse a hacer lo que en éste va dicho, y deje al Señor, que es quien lo ha de dar y no os lo negará si no os quedáis en el camino, sino que os esforzáis hasta llegar a la fin.



Capítulo 26 (42-43)


En que va declarando el modo para recoger el pensamiento. Pone medios para ello. Es capítulo muy provechoso para los que comienzan oración.




1 Ahora, pues, tornemos a nuestra oración vocal para que se rece de manera que, sin entendernos, nos lo dé Dios todo junto, y para como he dicho rezar como es razón. La examinación de la conciencia y decir la confesión y santiguaros, ya se sabe ha de ser lo primero. Procurad luego, hija, pues estáis sola, tener compañía. ¿Pues qué mejor que la del mismo Maestro que enseñó la oración que vais a rezar? Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudiereis, no estéis sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos, y él ve que lo hacéis con amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis como dicen echar de vos; no os faltará para siempre; ayudaros ha en todos vuestros trabajos; tenerle heis en todas partes. ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?

2 ¡Oh hermanas, las que no podéis tener mucho discurso del entendimiento, ni podéis tener el pensamiento sin divertiros!, ¡acostumbraos, acostumbraos! Mirad que sé yo que podéis hacer esto, porque pasé muchos años por este trabajo de no poder sosegar el pensamiento en una cosa, y eslo muy grande; mas sé que no nos deja el Señor tan desiertos, que si llegamos con humildad a pedírselo, no nos acompañe; y si en un año no pudiéremos salir con ello, sea en más. No nos duela el tiempo en cosa que tan bien se gasta. ¿Quién va tras nosotros? Digo que esto, que puede acostumbrarse a ello, y trabajar andar cabe este verdadero Maestro.

3 No os pido ahora que penséis en él, ni que saquéis muchos conceptos, ni que hagáis grandes y delicadas consideraciones con vuestro entendimiento; no os pido más de que le miréis. Pues ¿quién os quita volver los ojos del alma, aunque sea de presto, si no podéis más, a este Señor? Pues podéis mirar cosas muy feas, ¿y no podréis mirar la cosa más hermosa que se puede imaginar? Pues nunca, hijas, quita vuestro Esposo los ojos de vosotras; haos sufrido mil cosas feas y abominaciones contra él y no ha bastado para que os deje de mirar, ¿y es mucho que, quitados los ojos de estas cosas exteriores, le miréis algunas veces a él? Mirad que no está aguardando otra cosa, como dice a la esposa, sino que le miremos; como le quisiereis, le hallaréis. Tiene en tanto que le volvamos a mirar, que no quedará por diligencia suya.

4 Así como dicen ha de hacer la mujer, para ser bien casada, con su marido, que si está triste se ha de mostrar ella triste, y si está alegre, aunque nunca lo esté, alegre (mirad de qué sujeción os habéis librado, hermanas), esto con verdad, sin fingimiento, hace el Señor con nosotros: que él se hace el sujeto, y quiere seáis vos la señora y andar él a vuestra voluntad. Si estáis alegre, miradle resucitado; que sólo imaginar cómo salió del sepulcro os alegrará. Mas ¡con qué claridad, y con qué hermosura!, ¡con qué majestad, qué victorioso, qué alegre! Como quien tan bien salió de la batalla adonde ha ganado un tan gran reino, que todo le quiere para vos, y a sí con él. Pues ¿es mucho que a quien tanto os da volváis una vez los ojos a mirarle?

5 Si estáis con trabajos o triste, miradle camino del huerto: qué aflicción tan grande llevaba en su alma, pues con ser el mismo sufrimiento la dice y se queja de ella. O miradle atado a la columna, lleno de dolores, todas sus carnes hechas pedazos por lo mucho que os ama, tanto padecer, perseguido de unos, escupido de otros, negado de sus amigos, desamparado de ellos, sin nadie que vuelva por él, helado de frío, puesto en tanta soledad, que el uno con el otro os podéis consolar; o miradle cargado con la cruz, que aun no le dejaban hartar de huelgo; miraros ha él con unos ojos tan hermosos y piadosos, llenos de lágrimas, y olvidará sus dolores por consolar los vuestros, sólo porque os vais vos con él a consolar y volváis la cabeza a mirarle.

6 ¡Oh Señor del mundo, verdadero Esposo mío! (le podéis vos decir, si se os ha enternecido el corazón de verle tal, que no sólo queráis mirarle, sino que os holguéis de hablar con él, no oraciones compuestas, sino de la pena de vuestro corazón, que las tiene él en muy mucho), ¿tan necesitado estáis, Señor mío y Bien mío, que queréis admitir una pobre compañía como la mía, y veo en vuestro semblante que os habéis consolado conmigo? Pues ¿cómo, Señor, es posible que os dejan solo los ángeles, y que aun no os consuela vuestro Padre? Si es así, Señor, que todo lo queréis pasar por mí, ¿qué es esto que yo paso por Vos? ¿De qué me quejo? Que ya he vergüenza de que os he visto tal, que quiero pasar, Señor, todos los trabajos que me vinieren y tenerlos por gran bien por imitaros en algo. Juntos andemos, Señor; por donde fuereis, tengo de ir; por donde pasareis, tengo de pasar.

7 Tomad, hijas, de aquella cruz; no se os dé nada de que os atropellen los judíos, porque él no vaya con tanto trabajo; no hagáis caso de lo que os dijeren; haceos sorda a las murmuraciones, tropezando, cayendo con vuestro Esposo, no os apartéis de la cruz ni la dejéis; mirad mucho el cansancio con que va y las ventajas que hace su trabajo a los que vos padecéis; por grandes que los queráis pintar y por mucho que los queráis sentir, saldréis consolada de ellos, porque veréis son cosa de burla comparados a los del Señor.

8 Diréis, hermanas, que cómo se podrá hacer esto, que si le vierais con los ojos del cuerpo el tiempo que su Majestad andaba en el mundo, que lo hicierais de buena gana y le mirarais siempre. No lo creáis, que quien ahora no se quiere hacer un poquito de fuerza a recoger siquiera la vista para mirar dentro de sí a este Señor (que lo puede hacer sin peligro, sino con tantito cuidado), muy menos se pusiera al pie de la cruz con la Magdalena, que veía la muerte al ojo. Mas ¡qué debía pasar la gloriosa Virgen y esta bendita santa! ¡Qué de amenazas, qué de malas palabras, y qué de encontrones, y qué descomedidas! Pues ¡con qué gente lo habían tan cortesana! Sí, lo era del infierno, que eran ministros del demonio. Por cierto que debía ser terrible cosa lo que pasaron, sino que, con otro dolor mayor, no sentirían el suyo.

9 (1-2) Así que, hermanas, no creáis erais para tan grandes trabajos, si no sois para cosas tan pocas; ejercitándoos en ellas, podéis venir a otras mayores.

Lo que podéis hacer para ayuda de esto, procurad traer una imagen o retrato de este Señor que sea a vuestro gusto, no para traerle en el seno y nunca le mirar, sino para hablar muchas veces con él, que él os dará qué le decir. Como habláis con otras personas, ¿por qué os han más de faltar palabras para hablar con Dios? No lo creáis; al menos yo no os creeré, si lo usáis; porque si no, el no tratar con una persona causa extrañeza y no saber cómo nos hablar con ella, que parece no la conocemos, y aun aunque sea deudo, porque deudo y amistad se pierde con la falta de comunicación.

10 (3) También es gran remedio tomar un libro de romance bueno, aún para recoger el pensamiento, para venir a rezar bien vocalmente, y poquito a poquito ir acostumbrando el alma con halagos y artificio para no la amedrentar. Haced cuenta que ha muchos años que se ha ido de con su esposo, y que hasta que quiera tornar a su casa es menester mucho saberlo negociar, que así somos los pecadores: tenemos tan acostumbrada nuestra alma y pensamiento a andar a su placer o pesar, por mejor decir que la triste alma no se entiende; que para que torne a tomar amor a estar en su casa, es menester mucho artificio; y si no es así, y poco a poco, nunca haremos nada. Y tórnoos a certificar que si con cuidado os acostumbráis a lo que he dicho, que sacaréis tan gran ganancia que, aunque yo os la quisiera decir, no sabré.

11 (4) Pues juntaos cabe este buen Maestro muy determinadas a aprender lo que os enseña, y su Majestad hará que no dejéis de salir buenas discípulas, ni os dejará si no le dejáis. Mirad las palabras que dice aquella boca divina, que en la primera entenderéis luego el amor que os tiene, que no es pequeño bien y regalo del discípulo ver que su maestro le ama.



Capítulo 27 (44-45)


En que trata el gran amor que nos mostró el Señor en las primeras palabras del Paternóster, y lo mucho que importa no hacer caso ninguno del linaje las que de veras quieren ser hijas de Dios.




1 Padre nuestro que estás en los cielos. ¡Oh Señor mío, cómo parecéis Padre de tal Hijo y cómo parece vuestro Hijo hijo de tal Padre! ¡Bendito seáis por siempre jamás! ¿No fuera al fin de la oración esta merced, Señor, tan grande? En comenzando, nos henchís las manos y hacéis tan gran merced que sería harto bien henchirse el entendimiento para ocupar de manera la voluntad que no pudiese hablar palabra. ¡Oh, qué bien venía aquí, hijas, contemplación perfecta! ¡Oh, con cuánta razón se entraría el alma en sí para poder mejor subir sobre sí misma a que le diese este santo Hijo a entender qué cosa es el lugar adonde dice que está su Padre, que es en los cielos! Salgamos de la tierra, hijas mías, que tal merced como ésta no es razón se tenga en tan poco, que después que entendamos cuán grande es, nos quedemos en la tierra.

2 ¡Oh Hijo de Dios y Señor mío!, ¿cómo dais tanto junto a la primera palabra? Ya que os humilláis a Vos con extremo tan grande en juntaros con nosotros al pedir y haceros hermano de cosa tan baja y miserable, ¿cómo nos dais en nombre de vuestro Padre todo lo que se puede dar, pues queréis que nos tenga por hijos, que vuestra palabra no puede faltar? Obligáisle a que la cumpla, que no es pequeña carga, pues en siendo Padre nos ha de sufrir por graves que sean las ofensas. Si nos tornamos a él, como al hijo pródigo hanos de perdonar, hanos de consolar en nuestros trabajos, hanos de sustentar como lo ha de hacer un tal Padre, que forzado ha de ser mejor que todos los padres del mundo, porque en él no puede haber sino todo bien cumplido, y después de todo esto hacernos participantes y herederos con Vos.

3 Mirad, Señor mío, que ya que Vos con el amor que nos tenéis y con vuestra humildad, no se os ponga nada delante..., en fin, Señor, estáis en la tierra y vestido de ella, pues tenéis nuestra naturaleza, parece tenéis causa alguna para mirar nuestro provecho; mas mirad que vuestro Padre está en el cielo, Vos lo decís; es razón que miréis por su honra. Ya que estáis Vos ofrecido a ser deshonrado por nosotros, dejad a vuestro Padre libre; no le obliguéis a tanto por gente tan ruin como yo, que le ha de dar tan malas gracias.

4 ¡Oh buen Jesús, qué claro habéis mostrado ser una cosa con él, y que vuestra voluntad es la suya y la suya vuestra! ¡Qué confesión tan clara, Señor mío! ¡Qué cosa es el amor que nos tenéis! Habéis andado rodeando, encubriendo al demonio que sois Hijo de Dios, y con el gran deseo que tenéis de nuestro bien, no se os pone cosa delante por hacernos tan grandísima merced. ¿Quién la podía hacer sino Vos, Señor? Yo no sé cómo en esta palabra no entendió el demonio quién erais, sin quedarle duda. Al menos bien veo, mi Jesús, que habéis hablado como hijo regalado por Vos y por nosotros, y que sois poderoso para que se haga en el cielo lo que Vos decís en la tierra. Bendito seáis por siempre, Señor mío, que tan amigo sois de dar, que no se os pone cosa delante.

5 (1) Pues ¿paréceos, hijas, que es buen maestro éste, pues para aficionarnos a que aprendamos lo que nos enseña, comienza haciéndonos tan gran merced? Pues ¿paréceos ahora que será razón que, aunque digamos vocalmente esta palabra, dejemos de entender con el entendimiento para que se haga pedazos nuestro corazón con ver tal amor? Pues ¿qué hijo hay en el mundo que no procure saber quién es su padre, cuando le tiene bueno y de tanta majestad y señorío? Aun si no lo fuera, no me espantara no nos quisiéramos conocer por sus hijos, porque anda el mundo tal, que si el padre es más bajo del estado en que está el hijo, no se tiene por honrado en conocerle por padre.

6 (2) Esto no viene aquí, porque en esta casa nunca plega a Dios haya acuerdo de cosa de éstas, sería infierno; sino que la que fuere más, tome menos a su padre en la boca; todas han de ser iguales. ¡Oh, colegio de Cristo, que tenía más mando san Pedro, con ser un pescador y le quiso así el Señor, que san Bartolomé, que era hijo de rey! Sabía su Majestad lo que había de pasar en el mundo sobre cuál era de mejor tierra, que no es otra cosa sino debatir si será buena para adobes o para tapias. ¡Válgame Dios, qué gran trabajo traemos! Dios os libre, hermanas, de semejantes contiendas, aunque sea en burlas; yo espero en su Majestad que sí hará. Cuando algo de esto en alguna hubiese, póngase luego remedio, y ella tema no sea estar Judas entre los Apóstoles; denla penitencias hasta que entienda que aun tierra muy ruin no merecía ser. Buen Padre os tenéis, que os da el buen Jesús; no se conozca aquí otro padre para tratar de él; y procurad, hijas mías, ser tales que merezcáis regalaros con él y echaros en sus brazos. Ya sabéis que no os echará de sí si sois buenas hijas; pues ¿quién no procurará no perder tal Padre?

7 (3) ¡Oh, válgame Dios!, y que hay aquí en qué os consolar, que por no me alargar más lo quiero dejar a vuestros entendimientos; que por disparatado que ande el pensamiento, entre tal Hijo y tal Padre forzado ha de estar el Espíritu Santo que enamore vuestra voluntad y os la ate tan grandísimo amor, ya que no baste para esto tan gran interés.




CAMINO DE PERFECCION 22