Judit (BPD) 10

Los preparativos de Judit

10 1 Apenas terminó de invocar al Dios de Israel con todas estas palabras, 2 Judit se levantó del suelo, llamó a su servidora y bajó a la casa donde pasaba los sábados y los días de fiesta. 3 Luego se despojó del sayal que tenía ceñido, se quitó su ropa de viuda, se lavó el cuerpo con agua, se ungió con perfumes y peinó sus cabellos. Después se ciñó la cabeza con un turbante y se puso la ropa de fiesta con que solía engalanarse cuando aún vivía su marido Manasés; 4 se calzó las sandalias, se puso collares, brazaletes, anillos, aros y todas sus joyas: en una palabra, se embelleció hasta el extremo, para seducir a todos los que la vieran. 5 En seguida, entregó a su servidora un odre de vino y una vasija de aceite; llenó una bolsa con granos tostados de cebada, una torta de higos secos y panes puros; lo envolvió todo cuidadosamente y lo entregó a su servidora.

Partida de Judit hacia el campamento asirio

6 Después se dirigieron a la puerta de Betulia, y encontraron apostados junto a ella a Ozías y a los ancianos de la ciudad, Cabris y Carmis. 7 Cuando vieron a Judit con el rostro transformado y la ropa cambiada, quedaron maravillados de su hermosura y dijeron:
8
“Que el Dios de nuestros padres
te conceda ser bien recibida
y dar cumplimiento a lo que te has propuesto,
para orgullo de los israelitas
y exaltación de Jerusalén”.
9
Judit adoró a Dios y les respondió: “Ordenen que me abran las puertas de la ciudad, para que yo salga a cumplir lo que acaban de expresarme”. Ellos ordenaron a los jóvenes que le abrieran, como ella lo había pedido. 10 Así lo hicieron, y Judit salió acompañada de su servidora. Los hombres de la ciudad la siguieron con la mirada, mientras descendía de la montaña hasta que atravesó el valle, y allí la perdieron de vista.

Judit en el campamento asirio

11 Mientras caminaban a lo largo del valle, les salió al encuentro una avanzada de los asirios. 12 Ellos detuvieron a Judit y la interrogaron: “¿De dónde eres? ¿De dónde vienes y a dónde vas?”. Ella respondió: “Soy una hebrea, pero huyo de mi pueblo, porque está a punto de convertirse en presa de ustedes. 13 Por eso vengo a presentarme ante Holofernes, el general en jefe del ejército, para darle buenas informaciones; yo le indicaré un camino por el que podrá pasar para apoderarse de toda la región montañosa, sin que pierda la vida ni uno solo de sus hombres”. 14 Al oír sus palabras y contemplar su rostro, que los dejó cautivados por su extraordinaria hermosura, aquellos hombres le dijeron: 15 “Has puesto a salvo tu vida, apresurándote a presentarte ante nuestro señor. Ahora, sigue adelante hasta su tienda de campaña, y algunos de nosotros te escoltarán hasta hacerte comparecer ante él. 16 Cuando te presentes, no temas: comunícale todo lo que acabas de decir, y él te tratará bien”. 17 Entonces eligieron a cien de sus hombres, para que la escoltaran, a ella y a su servidora, hasta la carpa de Holofernes.
18
Cuando se divulgó por el campamento la noticia de su llegada, se produjo una agitación general: todos se acercaban y la rodeaban, mientras ella permanecía fuera de la carpa de Holofernes, esperando que la anunciaran. 19 Maravillados de su hermosura, no podían menos de admirar también a los israelitas y se decían unos a otros: “¿Quién podrá despreciar a un pueblo que tiene semejantes mujeres? ¡No conviene dejar en pie ni a uno solo de sus hombres, porque los sobrevivientes serían capaces de seducir a toda la tierra!”.

El encuentro de Judit con Holofernes

20 Los guardias personales de Holofernes y todos sus oficiales salieron e introdujeron a Judit en la carpa. 21 Holofernes estaba reclinado en su diván, bajo un dosel de púrpura, recamado en oro, esmeraldas y piedras preciosas. 22 Judit fue anunciada, y él salió a la antecámara de la carpa, precedido de lámparas de plata. 23 Cuando apareció Judit delante de él y de sus oficiales, todos quedaron maravillados por la hermosura de su rostro: ella se postró con el rostro en tierra, pero los servidores de Holofernes la levantaron.

Diálogo de Judit con Holofernes

11 1 Holofernes le dijo: “Ten confianza, mujer; no tengas miedo, porque jamás he hecho mal a nadie que se haya decidido a servir a Nabucodonosor, rey de toda la tierra. 2 Incluso ahora, si tu pueblo, que habita en las montañas, no me hubiera despreciado, yo no habría levantado mi lanza contra ellos; son ellos mismos los que han provocado esto. 3 Ahora dime por qué te has escapado de ellos y has venido hasta nosotros. Con sólo venir hasta aquí, te has salvado. Ten confianza, porque conservarás tu vida esta noche y en adelante. 4 Nadie te causará ningún daño: por el contrario, te tratarán bien, como corresponde a los servidores de mi señor, el rey Nabucodonosor”.
5
Entonces Judit le respondió: “Acepta de buen grado las palabras de tu esclava, y permítele hablar en tu presencia. Todo lo que yo te diré esta noche es verdad. 6 Si sigues los consejos de tu servidora, Dios llevará a buen término tu empresa, y no fracasará nada de lo que te has propuesto. 7 ¡Por la vida de Nabucodonosor, rey de toda la tierra, y por el poder de él, que te envió para poner en orden a todos los vivientes! Gracias a ti, no sólo lo sirven los hombres, sino que también, gracias a tu fuerza, las fieras, el ganado y las aves del cielo vivirán sometidos a Nabucodonosor y a toda su dinastía. 8 Hemos oído hablar, en efecto, de tu sabiduría y de la sagacidad de tu inteligencia, y se comenta en toda la tierra que tú eres el más valiente, el más experto y el más admirable estratega de todo el reino. 9 También nos hemos enterado del discurso pronunciado por Ajior en tu Consejo, porque la gente de Betulia le perdonó la vida, y él les contó todo lo que había dicho en tu presencia. 10 Por eso, soberano señor, no desoigas sus palabras; antes bien, tómalas en cuenta, porque son exactas, ya que nuestra estirpe no será castigada ni sometida por la espada, a no ser que haya pecado contra su Dios.
11
Pero ahora, para que mi señor no sufra una derrota y un fracaso, y para que la muerte caiga sobre ellos, han incurrido en un pecado con el que provocarán la ira de su Dios apenas cometan ese desatino. 12 Porque como han empezado a faltarles los víveres y escasea el agua, decidieron echar mano a sus ganados y sustentarse con todo lo que Dios en sus leyes les ha prohibido comer. 13 Incluso, están resueltos a consumir las primicias del trigo y los diezmos del vino y del aceite, que ya han sido consagrados y reservados para los sacerdotes que ejercen sus funciones delante de nuestro Dios en Jerusalén: esas cosas que a ninguno del pueblo le es lícito ni siquiera tocar con sus manos. 14 Más aún, han enviado gente a Jerusalén, donde todo el mundo hace lo mismo, con el encargo de obtener la debida autorización de los ancianos. 15 Apenas la obtengan, harán uso de ella, y ese mismo día te serán entregados para su perdición.
16
Por eso, yo, tu servidora, al enterarme de todo esto, escapé de su lado. Y Dios me ha enviado para realizar contigo tales hazañas, que llenarán de asombro en toda la tierra a aquellos que las escuchen, 17 porque soy piadosa y sirvo noche y día al Dios del cielo. En adelante permaneceré a tu lado, señor mío, pero cada noche saldré al valle, para orar a Dios, y cuando incurran en el pecado, él me lo hará saber. 18 Al regresar, te informaré; entonces podrás salir con todo tu ejército, no habrá nadie entre ellos que pueda oponerte resistencia. 19 Luego te conduciré a través de la Judea hasta las puertas de Jerusalén, y pondré tu sitial en medio de ella. Tú los conducirás como a ovejas que no tienen pastor, y ni siquiera un perro se atreverá a ladrar ante ti. Todas estas cosas me fueron comunicadas anticipadamente, y yo he sido enviada a anunciártelas”.
20
Las palabras de Judit agradaron a Holofernes y a todos sus oficiales, los cuales, admirados de su sabiduría, exclamaron: 21 “De un confín al otro de la tierra no hay mujer como esta, por la hermosura de su rostro y la sensatez de sus palabras”. 22 Y añadió Holofernes: “Dios ha hecho bien en enviarte delante de tu pueblo para que el triunfo esté en nuestras manos y la perdición en aquellos que han menospreciado a mi señor. 23 Tu aspecto es tan encantador como son hábiles tus palabras: si obras como lo acabas de decir, tu Dios será mi Dios, y tú habitarás en el palacio del rey Nabucodonosor y serás famosa en toda la tierra”.

Fidelidad a la Ley y plegarias de Judit

12 1 Luego Holofernes la hizo pasar al lugar donde tenía preparada su vajilla de plata, y ordenó que le sirvieran de sus propios manjares y le dieran a beber de su vino. 2 Pero Judit le dijo: “No comeré de ellos, para no incurrir en falta; lo que he traído conmigo me bastará”. 3 Holofernes le respondió: “Y cuando se acaben tus provisiones, ¿de dónde sacaremos otras semejantes, ya que entre nosotros no hay nadie de tu pueblo?”. 4 Judit le dijo: “Quédate tranquilo, señor, porque antes que consuma mis provisiones, el Señor habrá cumplido por mi intermedio lo que tiene determinado”.
5
Luego los oficiales de Holofernes la condujeron a su carpa, y ella durmió hasta la medianoche. Antes de la aurora se levantó 6 y mandó decir a Holofernes: “Señor, ordena que me dejen salir para hacer oración”. 7 Y él ordenó a sus guardias personales que no se lo impidieran. Así permaneció Judit tres días en el campamento; cada noche salía al valle de Betulia y se bañaba en la fuente que estaba en el campamento. 8 Cuando salía del agua, oraba al Señor, el Dios de Israel, que dirigiera sus pasos para resurgimiento de los hijos de su pueblo. 9 Y cuando regresaba, ya purificada, permanecía en la carpa hasta que le traían su alimento, hacia el atardecer.

Judit en el banquete de Holofernes

10 Al cuarto día, Holofernes ofreció un banquete, exclusivamente para su personal de servicio, sin invitar a ninguno de sus oficiales. 11 Y dijo a Bagoas, el eunuco que era su mayordomo: “Trata de convencer a esa mujer hebrea que está bajo tu cuidado para que venga a comer y a beber con nosotros. 12 Porque sería vergonzoso que dejáramos partir a una mujer como esta sin haber gozado de ella. Si no logramos conquistarla, ella se burlará de nosotros”. 13 Bagoas salió de la presencia de Holofernes, fue adonde estaba Judit y le dijo: “No tenga reparo esta preciosa joven en presentarse ante mi señor, para ser honrada por él y beber alegremente con nosotros. Hoy serás tratada como una de las asirias que viven en el palacio de Nabucodonosor”. 14 Judit le respondió: “¿Quién soy yo para contradecir a mi señor? Haré gustosamente todo lo que le agrade, y eso será para mí un motivo de alegría hasta el día de mi muerte”. 15 En seguida se levantó, y se atavió con sus vestiduras y con todos sus adornos femeninos. Su servidora se adelantó y le extendió en el piso, ante Holofernes, las pieles que Bagoas le había dado para su uso diario, a fin de que comiera reclinada sobre ellas. 16 Judit entró y se reclinó; el corazón de Holofernes quedó cautivado por ella, su espíritu se turbó y ardía en deseos de poseerla, porque desde la primera vez que la vio, buscaba la oportunidad de seducirla. 17 “Bebe, le dijo Holofernes, y alégrate con nosotros”. 18 Judit le replicó: “Beberé‚ con mucho gusto, señor, porque desde el día en que nací, jamás he apreciado tanto la vida como hoy”. 19 Entonces tomó lo que le había preparado su servidora, y comió y bebió en presencia de él, 20 mientras Holofernes, encantado con ella, bebió tanto vino como nunca lo había hecho en un solo día desde su nacimiento.

La hazaña de Judit

13 1 Cuando se hizo tarde, sus ayudantes se retiraron inmediatamente. Bagoas cerró la carpa por fuera, después de hacer salir a los que estaban con su señor, y todos se fueron a dormir, rendidos porque habían bebido demasiado. 2 Sólo Judit quedó en la carpa, mientras Holofernes, completamente ebrio, yacía tendido en su lecho. 3 Judit mandó a su servidora que se quedara fuera de su dormitorio y que la esperara a la salida como todos los días, porque había dicho que saldría para hacer oración y había hablado en el mismo sentido a Bagoas.
4
Cuando todos ya se habían retirado de la carpa, y no quedaba nadie dentro de ella, ni grande ni pequeño, Judit, de pie junto al lecho de Holofernes, dijo en su corazón:
“Señor, Dios todopoderoso,
mira favorablemente en esta hora
lo que voy a hacer para la exaltación de Jerusalén.
5
Ha llegado el momento de acudir en ayuda de tu herencia,
y de realizar lo que me había propuesto
para aplastar a los enemigosque se alzaron contra nosotros”.
6
Judit se aproximó entonces a la barra del lecho que estaba junto a la cabeza de Holofernes, descolgó de allí su espada, 7 y acercándose al lecho, lo tomó por la cabellera y exclamó: “¡Fortaléceme en esta hora, Dios de Israel!”. 8 Luego le asestó dos golpes en el cuello con todas sus fuerzas y le cortó la cabeza. 9 Hizo rodar el cuerpo desde el lecho y arrancó el cortinado de las columnas. Poco después, salió y entregó a su servidora la cabeza de Holofernes. 10 Esta la metió en la bolsa de las provisiones, y las dos salieron juntas, como lo hacían habitualmente, para la oración. Atravesaron el campamento y, bordeando el barranco, subieron la pendiente de Betulia hasta llegar a sus puertas.

El regreso de Judit a Betulia

11 Judit gritó desde lejos a los guardias de las puertas: “¡Abran, abran las puertas! Dios, nuestro Dios, está con nosotros para manifestar todavía su fuerza en Israel y su poder contra nuestros enemigos, como lo ha hecho hoy”. 12 Apenas escucharon su voz, la gente de la ciudad se apresuró a bajar a las puertas, y convocaron a los ancianos de la ciudad. 13 Todos acudieron rápidamente, desde el más pequeño hasta el más grande, porque les parecía increíble que hubiera vuelto. Abrieron las puertas para recibirlas, encendieron una hoguera para poder ver y se agolparon alrededor de ellas. 14 Judit les dijo en voz alta: “¡Alaben, alaben a Dios! Alaben a Dios, que no ha retirado su fidelidad del pueblo de Israel, sino que, por mi intermedio, ha destrozado esta noche a sus enemigos”. 15 Entonces sacó la cabeza de la bolsa y la mostró, diciendo: “Aquí está la cabeza de Holofernes, el general en jefe de los ejércitos asirios, y este es el cortinado bajo el cual estaba tendido completamente ebrio. ¡El Señor lo ha matado por la mano de una mujer! 16 ¡Por la vida del Señor, que me protegió en el camino que recorrí! Mi rostro lo sedujo para su perdición, pero él no cometió conmigo ningún pecado que me manchara o me deshonrara”.

Celebración del triunfo de Judit

17 Todo el pueblo quedó fuera de sí y, postrándose, adoraron a Dios y exclamaron unánimemente: “Bendito eres, Dios nuestro, porque hoy has aniquilado a los enemigos de tu pueblo”. 18 Ozías, por su parte, dijo a Judit:
“Que el Dios Altísimo te bendiga, hija mía,
más que a todas las mujeres de la tierra;
y bendito sea el Señor Dios,
creador del cielo y de la tierra,
que te ha guiado para cortar la cabeza
del jefe de nuestros enemigos.
19
Nunca olvidarán los hombresla confianza que has demostrado
y siempre recordarán el poder de Dios.
20
Que Dios te exalte para siempre,
favoreciéndote con sus bienes.
Porque no vacilaste en exponer tu vida,
al ver la humillación de nuestro pueblo,
sino que has conjurado nuestra ruina,
procediendo resueltamentedelante de nuestro Dios”.
Y todo el pueblo añadió: “¡Amén!
¡Amén!”.

Plan de Judit contra los asirios

14 1 Judit les dijo: “Escúchenme, hermanos; tomen esta cabeza y cuélguenla sobre las almenas de la muralla. 2 Después, cuando despunte el alba y se levante el sol sobre la tierra, cada uno de ustedes tomará sus armas de combate, y todos los que puedan hacerlo saldrán de la ciudad. Pónganles al frente un jefe como si fueran a descender a la llanura, hasta los puestos de avanzada de los asirios, pero no bajen. 3 Ellos tomarán sus armas e irán al campamento a despertar a los jefes de su ejército. Estos, a su vez, se precipitarán hacia la carpa de Holofernes y, al no encontrarlo, quedarán aterrorizados y huirán delante de ustedes. 4 Ustedes y todos los habitantes del territorio de Israel los perseguirán, exterminándolos en su retirada. 5 Pero antes de ejecutar todo esto, tráiganme a Ajior, el amonita, para que él vea y reconozca al que había despreciado al pueblo de Israel, y lo envió para que muriera entre nosotros”.

La conversión de Ajior

6 Llamaron entonces a Ajior, que estaba en la casa de Ozías. Cuando este llegó y vio la cabeza de Holofernes en la mano de uno de los hombres de la asamblea del pueblo, cayó desvanecido. 7 Apenas lo reanimaron, se arrojó a los pies de Judit y, postrándose ante ella, exclamó: “Bendita seas en todos los campamentos de Judá y en todas las naciones, las que al escuchar tu nombre, quedarán asombradas. 8 Pero ahora cuéntame lo que has hecho durante todos estos días”. Judit, en medio del pueblo, le contó todo lo que había hecho desde el día de su partida hasta ese momento. 9 Cuando terminó de hablar, el pueblo la aclamó dando grandes vítores, y los gritos de júbilo se extendieron por toda la ciudad. 10 Ajior, por su parte, al ver todo lo que había realizado el Dios de Israel, creyó firmemente en él, se hizo circuncidar y fue incorporado al pueblo de Israel hasta el día de hoy.

El desconcierto de los asirios

11 Al despuntar el alba, colgaron de las murallas la cabeza de Holofernes, y todos los israelitas empuñaron sus armas y avanzaron en escuadrones por las laderas de la montaña. 12 Los asirios, al divisarlos, enviaron mensajeros a sus jefes; estos, a su vez, se dirigieron a los generales y capitanes y a todos sus oficiales. 13 Ellos llegaron a la carpa de Holofernes y dijeron a su mayordomo: “Despierta a nuestro señor, porque esos esclavos han tenido la audacia de bajar a combatir contra nosotros, para ser totalmente exterminados”. 14 Bagoas entró y golpeó las manos ante la cortina de la carpa, suponiendo que Holofernes estaba acostado con Judit. 15 Como nadie respondía, descorrió la cortina, penetró en el dormitorio y lo encontró muerto, tendido sobre el umbral y decapitado. 16 Él lanzó un alarido, llorando y sollozando; y dando grandes gritos, desgarró sus vestiduras. 17 Luego entró en la carpa donde se alojaba Judit, y al no encontrarla, se precipitó hacia la tropa, vociferando: 18 “¡Esos esclavos nos han traicionado! ¡Una mujer hebrea ha cubierto de vergüenza la casa de Nabucodonosor! ¡Miren cómo yace Holofernes, tendido en el suelo y sin cabeza!”. 19 Al oír estas palabras, los jefes del ejército asirio rasgaron sus túnicas, completamente desconcertados, y lanzaron grandes gritos y alaridos por todo el campamento.

La huida y la persecución de los asirios

15 1 Al enterarse de la noticia, los que estaban en el campamento quedaron fuera de sí por lo ocurrido. 2 El terror y el pánico se apoderaron de ellos, y ni un solo hombre permaneció al lado de su compañero; todos se desbandaron, escapando apresuradamente por todos los senderos de la llanura y de la montaña. 3 También se dieron a la fuga los que estaban apostados en la montaña alrededor de Betulia; y todos los israelitas capaces de empuñar las armas se precipitaron sobre ellos.
4
Ozías envió mensajeros a Betomestaim, a Bebai, a Jobai y a Colá, y a todo el territorio de Israel, para anunciar lo sucedido, a fin de que todos acometieran contra los enemigos hasta aniquilarlos. 5 Cuando la noticia llegó a los demás israelitas, todos, como un solo hombre, cayeron sobre ellos y los arrasaron hasta Jobai. También acudieron los de Jerusalén y los de toda la montaña, porque ya se habían enterado de lo ocurrido en el campamento. Además, los de Galaad y los de Galilea los acometieron por los flancos, causándoles un gran estrago, hasta más allá de Damasco y sus fronteras.

Reparto del botín y elogio de Judit

6 Mientras tanto, los demás habitantes de Betulia irrumpieron en el campamento asirio y lo saquearon, obteniendo un riquísimo botín. 7 Los otros israelitas, por su parte, al volver de la matanza, se apoderaron del resto; y lo mismo hicieron los habitantes de los poblados y caseríos, tanto los de la montaña como los de la llanura: todos se apoderaron de abundantes despojos, porque los había en cantidades fabulosas.
8
El sumo sacerdote Joaquím y los ancianos del pueblo de Israel que habitaban en Jerusalén vinieron para contemplar los beneficios con que Dios había colmado a Israel, y también para ver a Judit y saludarla. 9 Al verla, todos a una, la elogiaron y le dijeron:
“¡Tú eres la gloria de Jerusalén,
tú el gran orgullo de Israel,
tú el insigne honor de nuestra raza!
10
Al realizar todo esto con tu propia mano,
has hecho un gran bien a Israel,
y Dios ha aprobado tu obra.
Que el Señor todopoderoso te bendiga para siempre”.
Y todo el pueblo dijo: “¡Amén!”.
11
El pueblo se entregó al saqueo del campamento durante treinta días. Asignaron a Judit la carpa de Holofernes, con toda su vajilla de plata, sus lechos, sus recipientes y todo su mobiliario. Ella tomó esas cosas, cargó su mula, enganchó sus carros y amontonó todo encima.

El júbilo del pueblo

12 Todas las mujeres de Israel acudieron a verla y a elogiarla, y algunas de ellas formaron un coro de danzas en su honor. Judit, tomó en sus manos unas guirnaldas y las distribuyó entre las que las rodeaban. 13 Luego ella y sus compañeras se coronaron con ramos de olivo, y ella, al frente de todo el pueblo, dirigía las danzas corales de todas las mujeres. Al mismo tiempo, los hombres de Israel, con sus armas y ceñidos de coronas, la seguían entonando himnos de alabanza.
14
Entonces Judit entonó este canto de acción de gracias en presencia de todo Israel, y todo el pueblo coreó su canto.

El canto de Judit

16 1 Judit dijo:
“¡Entonen un canto a mi Dios con tamboriles,
canten al Señor con címbalos;
compongan en su honorun salmo de alabanza,
glorifiquen e invoquen su Nombre!
2
Porque el Señor es un Diosque pone fin a las guerras:
él estableció su campamentoen medio del pueblo
y me libró de mis perseguidores.
3
De las montañas del norte llegó Asiria,
avanzó con un ejército innumerable:
sus tropas obstruyeron los valles
y su caballería cubrió las colinas.
4
Amenazó con incendiar mis territorios
y pasar a mis jóvenes al filo de la espada,
con estrellar a mis pequeñoscontra el suelo
y entregar a mis niños como presa
y a mis muchachas como botín.
5
¡Pero el Señor todopoderoso los eliminó
por la mano de una mujer!
6
Su jefe no fue abatidopor jóvenes guerreros,
ni lo golpearon hijos de titanes,
ni lo atacaron enormes gigantes:
lo desarmó Judit, la hija de Merarí,
con la hermosura de su rostro.
7
Ella se quitó su ropa de luto,
para exaltar a los afligidos de Israel:
ungió su rostro con perfumes,
8
se ajustó el cabello con una diadema,
se puso ropa de lino para seducirlo.
9
Sus sandalias deslumbraronlos ojos del guerrero,
su hermosura le cautivó el corazón...
¡y la espada le cortó la cabeza!
10
Los persas temblaron por su audacia
y los medos se turbaron por su temeridad.
11
Entonces mi pueblo humilladogritó de alegría
y los otros se llenaron de espanto;
mis débiles lanzaron gritos de triunfo
y ellos quedaron aterrados;
mi pueblo alzó su voz
y ellos se dieron a la fuga.
12
Hijos de jóvenes mujereslos traspasaron,
los acribillaron como a esclavos fugitivos:
¡todos perecieron en el combate de mi Señor!
13
Cantaré a mi Dios un canto nuevo:
¡Señor, tú eres grande y glorioso,
admirable por tu poder e invencible!
14
Que te sirvan todas las criaturas,
porque tú lo dijiste y fueron hechas,
enviaste tu espíritu y él las formó,
y nadie puede resistir a tu voz.
15
Las montañas y las aguasse sacudirán desde sus cimientos,
las rocas se derretirán como cera en tu presencia,
pero tú siempre te muestras propicio
con aquellos que te temen.
16
Poco vale un sacrificiode aroma agradable
y menos aún toda la grasaofrecida en holocausto,
pero el que teme al Señorserá grande para siempre.
17
¡Ay de las naciones que se levantancontra mi pueblo!
El Señor todopoderoso las castigaráen el día del Juicio:
pondrá en su carne fuego y gusanos,
y gemirán de dolor eternamente”.

Celebración litúrgica de la victoria

18 Apenas llegaron a Jerusalén, todos adoraron a Dios y, una vez que el pueblo se purificó, ofrecieron sus holocaustos, sus ofrendas voluntarias y sus dones.
19
Judit dedicó todo el mobiliario de Holofernes, que el pueblo le había obsequiado, y consagró en homenaje a Dios el cortinado que ella misma había arrancado de su lecho. 20 El pueblo prolongó los festejos durante tres meses delante del Templo de Jerusalén, y Judit permaneció con ellos.

Los últimos años de Judit

21 Pasado este tiempo, cada uno regresó a su herencia. Judit, por su parte, volvió a Betulia y siguió administrando sus bienes. Ella se hizo célebre en su tiempo por todo el país. 22 Muchos la pretendieron como esposa, pero ella no volvió a casarse, después que su esposo Manasés murió y fue a reunirse con sus antepasados. 23 Su fama fue creciendo cada vez más, mientras envejecía en la casa de su esposo, hasta llegar a los ciento cinco años. Otorgó la libertad a su servidora, y murió en Betulia, siendo sepultada en la caverna de su esposo Manasés. 24 La casa de Israel estuvo de duelo por ella durante siete días. Antes de morir había repartido sus bienes entre los parientes de su esposo Manasés y entre sus propios parientes. 25 Nadie atemorizó a los israelitas mientras vivió Judit, y hasta mucho tiempo después de su muerte.

Judit (BPD) 10