ORACIONES-Teresa del Niño Jesús

ORACIONES DE SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS



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Or 1 Querida Virgen Santísima

Querida Virgen Santísima, haz que tu Teresita ya nunca más se atormente.

NOTAS Or 1 - QUERIDA VIRGEN SANTÍSIMA Documento: autógrafo. -Fecha: junio (?) 1894. -Publicación: Prières (1988). Dos líneas a tinta, de la mano de Teresa, a continuación de una poesía copiada por sor Inés de Jesús para el 21 de junio, fiesta de la madre María de Gonzaga, después de la primera comunión de Teresa (8 de mayo de 1884, a la que hace alusión). Sería, pues, en torno al 21 de junio cuando Teresa (de once años) escribió esta plegaria. La caligrafía es sin duda alguna la de 1884.

¿Qué sufrimiento «atormentaba» en esas fechas a la niña Teresa que justificase este grito dirigido a María? El primer Manuscrito puede ofrecernos la respuesta: «… la Santísima Virgen permitió este tormento para bien de mi alma» (MSA 31rº). Recordemos los hechos: el 13 de mayo de 1883, Teresa se cura de una enfermedad nerviosa gracias a la sonrisa de la Santísima Virgen. En un primer momento quiere guardar el secreto. Pero María, su hermana mayor, lo descubre y se lo cuenta a las carmelitas La niña empieza a dudar y cree «haber mentido». Le han robado su «felicidad». Ya no siente más que «humillación» y un «profundo horror» (ibid.). Su sufrimiento dura, pues, desde hace un año cuando Teresa conjura aquí a la Virgen que la libre de él. Y, en efecto, disfrutará de un período de calma «durante casi un año», 1884-1885 (cf MSA 32vº). Pero la liberación definitiva no tendrá lugar hasta el 4 de noviembre de 1887, en Nuestra Señora de las Victorias; ese día, «la Santísima Virgen me hizo sentir que había sido realmente ella quien me había sonreído» (MSA 56vº). «Querida Virgen Santísima»: Teresa volverá a lanzar esa misma exclamación en su lecho de muerte (CJ 930).


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Or 2 [Billete de su Profesión]

8 de septiembre de 1890 ¡Oh Jesús, divino esposo mío <1>!, que nunca pierda yo la segunda vestidura de mi bautismo <2>. Llévame antes de que cometa la más leve falta voluntaria. Que nunca busque yo, y que nunca encuentre, cosa alguna fuera de ti; que las criaturas no sean nada para mí y que yo no sea nada para ellas, sino que tú, Jesús ¡lo seas todo <3>…! Que las cosas de la tierra no lleguen nunca a turbar mi alma, y que nada turbe mi paz. Jesús, no te pido más que la paz, y también el amor, un amor infinito y sin más límites que tú mismo, un amor cuyo centro no sea yo sino tú <4>, Jesús mío. Jesús, que yo muera mártir <5> por ti, con el martirio del corazón o con el del cuerpo, o mejor con los dos… Concédeme cumplir mis votos con toda perfección, y hazme comprender cómo debe ser una esposa tuya. Haz que nunca sea yo una carga para la comunidad, sino que nadie se ocupe de mí, que me vea pisada y olvidada <6> como un granito de arena tuyo, Jesús. Que se cumpla en mí perfectamente tu voluntad, y que yo llegue al lugar que tú has ido por delante a prepararme… Jesús, haz que yo salve muchas almas, que hoy no se condene ni una sola y que todas las almas del purgatorio alcancen la salvación <8>… Jesús, perdóname si digo cosas que no debiera decir, sólo quiero alegrarte< 9> y consolarte.

NOTAS Or 2 - BILLETE DE SU PROFESIÓN

Documento: autógrafo. -Fecha: para el 8 de noviembre de 1890. Publicación: HA 98, pp. 127 s (retocada) y Manuscrits autobiographiques, 1957. Sobre las disposiciones interiores de Teresa en el momento de su profesión, cf. MSA 75-77vº y las que cartas que escribió durante los ejercicios espirituales de diez días previos a la misma (LT 110-117). Al escribir este billete, Teresa hace suya una tradición del Carmelo. Era costumbre en aquel tiempo que la novicia en la toma de hábito -o la profesa el día de su profesión- llevase sobre su pecho un billete de esa índole, en el que pedía para sí y para sus amigos las gracias que deseaba alcanzar. Una tradición aseguraba que todas las peticiones que se hacían en el momento de la postración solemne, con los brazos en cruz, sobre la alfombra de buriel, serían escuchadas.

<1> La profesión consagra a Teresa como «esposa» de Jesús. Este tema recurre a menudo bajo su pluma, especialmente en la correspondencia con Celina.

<2> Una larga tradición espiritual ve en la profesión religiosa un «segundo bautismo», que devuelve al alma su «vestidura de inocencia» (PRI 5); cf. LT 114 y MSA 70rº.

<3> Eco, sin duda, de la Imitación de Cristo, pero también de san Juan de la Cruz de quien Teresa se fue impregnando a lo largo de todo el año 1890 (cf. MSA 83rº).

<4> Bajo un vocabulario muy sencillo, Teresa pide en realidad la «transformación de amor» por la que el Amado y el alma «el uno da posesión de sí al otro y cada uno se deja y trueca por el otro» (CSB 12,7).

<5> Uno de los profundos deseos de Teresa desde su misma infancia; cf. MSB 3rº. En 1896 afirmará que esos «deseos de martirio no son nada» (LT 197). Sin embargo, sufrirá el «martirio del cuerpo» por la enfermedad, y el «martirio del corazón» de múltiples maneras (cf. LT 167 LT 213).

<6> La constante aspiración de Teresa; cf. LT 95 LT 103 LT 176 MSA 71rº; PN 15,7; etc.

<7> Uno de símbolos preferidos de Teresa desde marzo de 1888; cf. LT 45 LT 111. Pero después de su profesión sólo volverá a aparecer en junio de 1897 (MSC 2vº).

<8> Ya en su toma de hábito expresaba Teresa este mismo deseo (LT 74). En el examen canónico, el 2 de septiembre de 1890, insiste en la orientación apostólica de su vocación: «salvar almas» (MSA 69vº). Y hasta en la enfermería conservará Teresa el preocupación por las «almas del purgatorio»; CJ 518,2 CJ 806,4 CJ 911,5, etc. En fecha desconocida, había hecho el «acto heroico» (o renuncia a sus méritos) en favor de esas almas (cf. PA, pp. 178 y 286 s).

<9> Ser la alegría de Jesús, agradarle, hacerle feliz, consolarle: ése es el último resorte de toda la existencia de Teresa.


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Or 3 Miradas de amor a Jesús

Jesús, tus humildes esposas hacen el propósito de mantener los ojos bajos en el refectorio, a fin de honrar y de imitar el ejemplo que tú les diste en el palacio de Herodes <1>. Cuando ese príncipe impío se burlaba de ti, Hermosura infinita, ni una sola queja salió de tus divinos labios, ni siquiera te dignaste posar en él tus ojos adorables. Ciertamente, divino Jesús, Herodes no merecía que lo miraras; pero nosotras, que somos tus esposas, deseamos atraer sobre nosotras tu mirada divina; te pedimos que nos recompenses con una mirada de amor <2> cada vez que nos privemos de levantar los ojos; y te pedimos también que no nos niegues tampoco tu dulce mirada cuando caigamos, pues no llevaremos cuenta <3> de nuestros fallos <4>. Formaremos un ramillete que tú, así lo esperamos, no vas a rechazar. En esas flores verás nuestro deseo de amarte, de parecernos a ti, y bendecirás a tus pobres hijas. ¡Jesús, míranos con amor y danos tu dulce beso! Amén.

NOTAS Or 3 - MIRADAS DE AMOR A JESÚS Doc.: CE II, 181 rº/vº. -Fecha: julio (?) de 1893. -Compuesta para: sí misma y para sor Marta de Jesús -Publ.: HA 14, p. 267 (retocada); HA 53, p. 256.Teresa compuso esta oración, probablemente en julio de 1893, para sor Marta de Jesús y para sí misma. Habían hecho la profesión en septiembre de 1890 y continuaban el noviciado bajo la dirección de la madre María de Gonzaga. En el Carmelo, con el fin de conservar el espíritu de soledad, incluso durante las comidas en comunidad, se recomendaba a las carmelitas que tuvieran siempre los ojos bajos. Teresa se somete a esta práctica ascética: ella vive en presencia de una persona, Jesús; por amor a él no desperdiciará «ni una sola mirada» (cf. MSB 4rº). Así se explica su exigencia sobre este punto, y no sólo respecto a sor Marta sino respecto a todas las novicias.

<1> Lucas sólo habla del silencio de Jesús, pero para Teresa Cristo en la Pasión se identifica con la Santa Faz, con los «ojos bajos» (LT 110 LT 87 CJ 805,7).

<2> El tema de la «mirada de amor» es eminentemente teresiano, y probablemente lo tomó de san Juan de la Cruz. Esta mirada recíproca entre Jesús y el alma «esposa» es para Teresa como el símbolo de la vida contemplativa.

<3> A Teresa le repugna por temperamento eso de «llevar las cuentas». Si en julio de 1893 coge un «rosario de prácticas», lo hace «por caridad» con sor Marta (LT 144); y reconoce que, en esa época, esa ascesis le es «de gran utilidad».

<4> «… nuestros fallos»: el rasgo genial de esta oración de apariencia tan modesta, y ahí está una vez más el secreto de esa inversión teresiana que dinamizará el «caminito». Cf. Prières, p. 66.


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Or 4 Homenaje a la Santísima Trinidad

Aquí estamos, Dios mío, postradas ante ti. Venimos a implorar la gracia de trabajar por tu gloria. Las blasfemias de los pecadores resuenan dolorosamente en nuestros oídos. Y para consolarte y reparar las injurias que te hacen sufrir las almas redimidas por ti, ¡oh adorable Trinidad!, queremos formar un concierto con todos los pequeños sacrificios que vamos a hacer por tu amor. Durante quince días, te ofreceremos el canto de los pajarillos <1> del cielo, que no cesan de alabarte y de reprochar a los hombres su ingratitud. Te ofrecemos también, Dios mío, la melodía de los instrumentos musicales, y esperamos que nuestra alma merezca ser una lira armoniosa que tú hagas vibrar para consolarte de la indiferencia de tantas almas que no piensan en ti. Queremos también, durante ocho días, atesorar diamantes y piedras preciosas que reparen el ansia de los pobres mortales por correr tras las riquezas pasajeras sin pensar en las eternas. ¡Dios mío!, concédenos la gracia de ser nosotras más diligentes en la búsqueda de los sacrificios, que las almas que no te aman en correr tras los bienes de la tierra <2>. Por último, durante ocho días, tus hijas recogerán el perfume de las flores, deseando reparar así las indelicadezas que te hacen sufrir las almas sacerdotales y religiosas <3>. ¡Oh, bienaventurada Trinidad!, concédenos la gracia de ser fieles y la de poseerte cuando termine el destierro de esta vida… Amén.

NOTAS Or 4 - HOMENAJE A LA SANTÍSIMA TRINIDAD Doc.: CE II, 180vº/181rº. -Fecha: febrero de 1894. -Compuesta para: sí misma y sor Marta de Jesús. -Publ.: HA 53, p. 255 s. Para situar esta oración de reparación, es importante encuadrarla en la gran corriente reparadora que se desarrolló en el siglo XIX, todavía bajo la fuerte impresión de las violencias antirreligiosas de la Revolución francesa. Y lo primero que tenemos que decir es que este texto, aparte su dedicatoria a la Santísima Trinidad, no tiene nada en común con las fórmulas que corrían entre manos en aquella época. En 1885, Teresa adolescente se afilió a la Archicofradía Reparadora de Saint-Dizier (1847) y a la Cofradía de la Santa Faz de Tours (1876). Es conocido el importante papel que jugaron M. Dupont, «el santo hombre de Tours», y sor María de San Pedro en la difusión y el desarrollo del movimiento reparador. Las apariciones de la Salette (19 de septiembre de 1846) vendrían a fortalecer todavía más ese movimiento. Teresa conoció sin duda el Association de prières contre la blasphème, les imprecations et la profanation des jours de dimanche et de fête. Estas corrientes de piedad, muchas veces explotadas sin discreción con un trasfondo apocalíptico, propiciaron la multiplicación de «víctimas de la justicia de Dios» (MSA 84rº). Cf. PRI 6.

<1> En dos semanas, el «Número total de melodías cantadas por los pájaros» (es decir, los sacrificios de Teresa y de Marta anotados en una hoja) es de 208; esa misma cuenta para los «instrumentos musicales», las «piedras preciosas» y «el perfume de las flores».

<2> Probable alusión al trabajo en domingo, profanación deplorada por la Virgen de la Salette.

<3> Cf. LT 261, donde las «indelicadezas» son la manera de actuar de los «amigos» de Jesús; las «almas sacerdotales y religiosas» son una de las grandes preocupaciones en la oración de Teresa; cf. MSA 69vº.


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Or 5 «Flores místicas»

Cubierta: ¡Magdalena! ¡Mi queridísma esposa!
Yo soy todo tuyo y tú eres mía para siempre.
Página del título:

1rºFlores Místicas <1> destinadas a formar una Cesta de Bodas.
Se oyó una voz: «Que llega el Esposo, salid a recibirlo…» (Evangelio)
Aspiraciones <2>:
(Para el texto completo de las páginas, cf. Prières p. 73. Omitimos aquí el enunciado del día y la palabra «Aspiraciones» que se repite dieciséis veces.)

2rºRosas blancas.
¡Jesús, purifica mi alma para se haga digna de ser tu esposa!

2vºMargaritas.
¡Jesús, concédeme la gracia de realizar todos mis actos sólo por complacerte a ti!

3rºVioletas blancas.
¡Jesús, manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!

3vºLirio de los valles.
Santa Teresa, Madre mía, enséñame a salvar almas, para que pueda ser una verdadera carmelita <3>.

4rºAgavanzo.
Jesús, a ti sólo sirvo <4> cuando sirvo a mis Madre y a mis hermanas.

4vºFlores de tí.
Jesús, María y José, concededme la gracia de hacer unos buenos ejercicios espirituales y preparad mi alma para el hermoso día de mi profesión.

5rºCampanillas blancas.
Santa María Magdalena, obténme la gracia de que mi vida no sea más que un acto de amor.

5vºMadreselva.
Jesús, enséñame a renunciar siempre a mí misma para agradar a mis hermanas.

6rºVincapervincas blancas.
Dios mío, yo te amo con todo el corazón.

6vºPeonías blancas.
Dios mío, mira el Rostro de Jesús y convierte en elegidos a los pobres pecadores <5>.

7rºJazmín.
Jesús, no quiero probar ninguna alegría fuera de ti.

7vºMiosotis blancas.
Santo ángel de mi guarda, cúbreme siempre con tus alas, para que nunca tenga la desgracia de ofender a Jesús.

8rºReina de los prados.
María, Madre mía querida, concédeme la gracia de no empañar nunca la vestidura de inocencia que me vas a dar el día de mi profesión.

8vºVerbenas blancas.
Dios mío, creo en ti, espero en ti, y te amo con todo el corazón.

9rºLirios blancos.
Dios mío, te doy gracias por todas las gracias que me has concedido durante estos ejercicios.
9vºHa llegado el Gran Día <6>.
Flor de lis.
¡¡¡Mi Jesús amado, tú eres ya todo mío y yo soy ya para siempre tu humilde esposa…!!!

NOTAS Or 5 - FLORES MÍSTICAS Doc.: autógrafo. -Fecha: para el 20 de noviembre de 1894. -Compuesta para: sor María Magdalena. -Publ.: Prières (1988). En el cuaderno (de 10/8'3 cms), conservado en un sobre, la madre Inés escribió: «Cuadernillo escrito por sor Teresa del Niño Jesús para preparar a sor maría Magdalena para la profesión». María Magdalena, primera profesa de la madre Inés y muy apegada a ella, huye de Teresa, que es muy perspicaz para con ella. Obligada a usar una gran discreción con una compañera tan desconfiada, Teresa le propone un florilegio de oraciones de lo más modesto. En él sigue exactamente el esquema que en 1884 preparó sor Inés para la primera comunión de Teresa. Señalemos por último que en 1910 sor María Magdalena tenía aún «este cuadernito en su celda» (PA, p. 591).

<1> Adjetivo raro en Teresa: MSA 79rº; PN 36,7; y aquí.

<2> Algunas llevan el sello de Teresa, pero el conjunto es convencional.

<3> Cf. «Una carmelita que no fuese apóstol dejaría de ser hija de la seráfica santa Teresa» (LT 198).

<4> Delicada alusión a la condición de hermana conversa de María Magdalena.

<5> Según una tradición oral, transmitida por sor Genoveva, durante la elevación de la hostia en la Misa, Teresa decía y hacía decir a las novicias:
«Padre santo, mira el Rostro de Jesús y convierte en elegidos a todos los pecadores». Sabemos también que, en la elevación del cáliz, Teresa decía: «Sangre divina de Jesús, riega nuestra tierra y haz que germinen los elegidos», inspirándose para esto en sor María de San Pedro.

<6> La misma expresión en MSA 25rº, para la primera comunión de Celina.


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Or 6 Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso

J.M.J.T. Ofrenda de mí misma como víctima de holocausto al amor misericordioso de Dios <1> ¡Oh Dios mío, Trinidad santa!, yo quiero amarte y hacerte amar <1>, y trabajar por la glorificación de la santa Iglesia salvando a las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad y alcanzar el grado de gloria que Tú me has preparado en tu reino. En una palabra, quiero ser santa. Pero siento mi impotencia, y te pido, Dios mío, que Tú mismo seas mi santidad <3>. Ya que me has amado <4> hasta darme a tu Hijo único para que fuese mi Salvador y mi Esposo, los tesoros infinitos de su méritos son míos; te los ofrezco gustosa, y te suplico que no me mires sino a través de la Faz de Jesús y en su Corazón abrasado de amor <5>. Te ofrezco también todos los méritos de los santos (de los que están en el cielo y de los que están en la tierra), sus actos de amor y los de los santos ángeles. Y por último, te ofrezco, ¡oh santa Trinidad!, el amor y los méritos de la Santísima Virgen, mi Madre querida; a ella le confío mi ofrenda <6>, pidiéndole que te la presente. Su divino Hijo, mi Esposo amadísimo, en los días de su vida mortal nos dijo: «Todo lo que pidáis al Padre en mí nombre, os lo concederá». Por eso estoy segura de que escucharás mis deseos. Lo sé, Dios mío, cuanto más quieres dar, tanto más haces desear <7>. Siento en mí corazón deseos inmensos <8>, y te pido confiadamente que vengas a tomar posesión de mi alma. ¡Ay!, no puedo recibir la sagrada Comunión con la frecuencia que deseo, pero, Señor, ¿no eres Tú todopoderoso…? Quédate en mí como en el sagrario, no te alejes nunca de tu pequeña hostia <9>… Quisiera consolarte de la ingratitud de los malos, y te suplico que me quites la libertad de desagradarte <10>. Y si por debilidad caigo alguna vez, que tu mirada divina purifique <11> enseguida mi alma, consumiendo todas mis imperfecciones, como el fuego, que todo lo transforma en sí… Te doy gracias, Dios mío, por todos los beneficios que me has concedido, y en especial por haberme hecho pasar por el crisol del sufrimiento <12>. En el último día te contemplaré llena de gozo llevando el cetro de la Cruz. Ya que te has dignado darme como lote esta cruz tan preciosa, espero parecerme a ti en el cielo y ver brillar en mí cuerpo glorificados los sagrados estigmas de tu Pasión… Después del destierro de la tierra, espero ir a gozar de ti en la Patria, pero no quiero acumular méritos para el cielo <13>, quiero trabajar sólo por tu amor, con el único fin de agradarte, de consolar a tu Sagrado Corazón y de salvar almas que te amen eternamente. En la tarde de esta vida <14>, compareceré delante de ti con las manos vacías <15>, pues no te pido, Señor, que lleves cuenta de mis obras. Todas nuestras justicias tienen manchas <16> a tus ojos. Por eso yo quiero revestirme de tu propia Justicia y recibir de tu Amor la posesión eterna de Ti mismo. No quiero otro trono ni otra corona que Tú mismo, Amado mío… A tus ojos, el tiempo no es nada, y un solo día es como mil años. Tú puedes, pues, prepararme en un instante para comparecer delante de ti… A fin <17> de vivir en un acto de perfecto amor <18>, yo me ofrezco como víctima de holocausto a tu Amor misericordioso, y te suplico que me consumas sin cesar <19>, haciendo que se desborden sobre mi alma las olas de ternura infinita que se encierran en ti, y que de esa manera llegue yo a ser mártir de tu amor, Dios mío… Que ese martirio, después de haberme preparado para comparecer delante de ti, me haga por fin morir <20>, y que mi alma se lance sin demora
<21> al eterno abrazo <22> de tu Amor misericordioso… Quiero, Amado mío, renovarte esta ofrenda <23> con cada latido de mi corazón y un número infinito de veces, hasta que las sombras se desvanezcan y pueda yo decirte mi amor en un cara a cara eterno… María Francisca Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz rel. carm. ind. Fiesta de la Santísima Trinidad El 9 de junio del año de gracia 1895.

NOTAS Or 6 - ACTO DE OFRENDA AL AMOR MISERICORDIOSO Doc.: autógrafo. -Fecha: 9 de junio de 1895. -Publ.: HA 98, pp. 257-259.

En los Archivos del Carmelo de Lisieux existe una primera versión de esta Acto de Ofrenda, escrito por mano de Teresa los días 9-11 de junio de 1895. Este texto ha sido reproducido en facsímil en las «Pièces jointes» de la edición fotocopiada de los Manuscritos autobiográficos, 1956 En ella hay algunas ligeras divergencias con la versión definitiva, que es la que ofrecemos aquí. Esta fue redactada por Teresa para la madre Inés a finales de 1896 o principios de 1897, y luego fue ampliamente difundida y aprobada por la Iglesia. Para un estudio detallado de los documentos, ver Prières 1988, pp. 77s. En cuanto a lo esencial, la ofrenda de Teresa fue escrita sin seguir ninguna fórmula, con pocas palabras, durante la misa del 9 de junio de 1895, fiesta de la Santísima Trinidad. Pero ya desde el principio Teresa piensa en comunicar esta consagración, y antes que a nadie a su hermana Celina. De ahí la necesidad de un texto escrito, que pudiera además ser sometido a la aprobación de los superiores. Escuchemos el testimonio de sor Genoveva: «Al salir de esta Misa, me arrastró tras de sí en busca de nuestra Madre. Parecía estar como fuera de sí, y no me hablaba. Por fin encontramos a nuestra Madre (Inés de Jesús) y le pidió permiso para ofrecerse conmigo como víctima al Amor misericordioso. Le dio una breve explicación. Nuestra Madre tenía prisa, no pareció comprender demasiado bien de lo que se trataba, y dio permiso para todo, tanta confianza tenía en la discreción de sor Teresa del Niño Jesús» (PO, p. 281). El martes 11 de junio, las dos hermanas se vuelven a encontrar, de rodillas ante la estatua de la Virgen de la Sonrisa para ofrecerse «las dos juntas». A finales de 1895, Teresa vuelve a hablar, en el Manuscrito A (MSA 84rº/vº) sobre la iluminación del 9 de junio: «Pensaba, escribe, en las almas que se ofrecen como víctimas a la justicia de Dios a fin de desviar y atraer sobre sí mismas los castigos reservados a los culpables» (84rº). Podríamos preguntarnos si, el 9 de junio de 1895, Teresa no piensa más en concreto en sor María de Jesús, carmelita de Luçon, cuya circular acaba de llegar a Lisieux precisamente el 8 de junio. Esta hermana «se ofreció muchas veces como víctima a la justicia divina», decía la circular. Su agonía, el Viernes Santo de 1885, fue terrible. La moribunda dejaba escapar este grito de angustia: «Sufro los rigores de la justicia divina… ¡la justicia divina…! ¡la justicia divina…!» Y también: «No tengo suficientes méritos, y tengo que adquirirlos». El relato es realmente impresionante, y pudo muy bien impresionar a las oyentes (cf. Prières, p. 84).

<1> A propósito de este título de Teresa, haremos tres observaciones: La palabra «ofrenda» figura en la agenda de sus fechas importantes: «Ofrenda de mí misma al Amor» (MSA 86rº); en la enfermería: «mi ofrenda al Amor» (CJ 729,9); mi ofrenda» (CJ 808,2). - La palabra «holocausto» significa «totalmente consumido por el fuego». En el Antiguo Testamento, la víctima de holocausto ofrecida en sacrificio era quemada totalmente en honor de Dios. Cf. Ex 29. - Y finalmente, la expresión «Amor misericordioso» aparece aquí por primera vez como tal en los Escritos.

<2> Esta fórmula se repite con frecuencia en las cartas. Por ejemplo, en febrero de 1897 Teresa escribirá: «En el cielo desearé lo mismo que deseo ahora en la tierra: amar a Jesús y hacerle amar» (LT 220).

<3> Nos encontramos aquí con la dinámica fundamental del «caminito»: deseo incoercible, constatación de imposibilidad, resurgir de la esperanza; compárese con MSA 32rº y MSC 2vº.

<4> Después de haber invocado a la Trinidad, Teresa se dirige ahora al Padre; más adelante le hablará a Jesús («la sagrada comunión, el cetro de la Cruz»).

<5> «Y en su Corazón abrasado de amor»: estas palabras faltaban en la primera redacción y fueron añadidas a petición sor María del Sagrado Corazón (al igual que, más adelante, la expresión «consolar a tu Sagrado Corazón»). En realidad, ese 9 de junio, Teresa tiene los ojos muy puestos en el «Corazón» de Jesús: «¡Oh Dios mío!, tu amor despreciado ¿tendrá que quedarse encerrado en tu corazón?» (MSA 84rº).

<6> El Acto de Ofrenda será leído a los pies de la estatua de María, gesto éste que expresa una realidad constante en la vida de Teresa que lo ofrece todo a Dios por las manos de María.

<7> Sobre esta cita de san Juan de la Cruz, véase MSC 31rº, n. 150.

<8> Según el deseo de Teresa, la madre Inés hizo revisar por un teólogo el texto del Acto de Ofrenda, ya en 1895. Después de examinarlo, el P Armando Lemmonier lo sometió al juicio de su superior (y homónimo), quien hizo cambiar la expresión «deseos infinitos» por «deseos inmensos». Teresa obedeció, aunque ya había hablado de «deseos infinitos» en LT 107 y RPT 2,0; véase también la petición de un «amor infinito» en PRI 2. Teológicamente, Teresa tenía razón: ella no reduce a Dios a la medida del hombre (ni a su pecado ni a sus deseos), sino que ajusta al hombre a la medida de Dios, abriéndolo al infinito (cf. Tomás de Aquino y Catalina de Sena).

<9> Por más que la madre Inés de Jesús y sor María de la Trinidad hayan visto en esta expresión la petición de un milagro (la conservación de la presencia real en Teresa bajo la forma de las sagradas especies), parece que la perspectiva de Teresa era muy otra. Lo que pide en realidad que tome «posesión» de ella Aquel que si transforma el pan en su Cuerpo lo hace únicamente para transformar en Sí mismo al que comulga. Cf. Prières, pp. 95s.

<10> Compárese con el relato de la primera comunión (MSA 35rº).

<11> Teresa pudo leer esta idea en varios pasajes del Cántico Espiritual, por ejemplo: «el mirar de Dios aquí es amar» (CSB 32,3); ver también, del mismo san Juan de la Cruz, Glosa a lo divino).

<12> La acción de gracias por toda su vida pasada es también el hilo conductor de todo el Ms A. En la primavera de 1895, Teresa da gracias «en especial» por la «inexpresable gracia / de haber sufrido» (PN 16,1) No pide que se repita, pero tampoco lo rehúsa. Sobre las reacciones de sor María del Sagrado Corazón y de sor Genoveva, cf. Prières, p. 99.

<13> Teresa, santa del momento presente y de la pobreza espiritual, no hace reservas de ninguna clase: ni deudas que expiar en el purgatorio, ni méritos para hacer valer como derecho a recompensa. Teresa no niega que tenga méritos (MSC 33rº/vº), pero se niega a atesorar. Y, sobre todo, de lo que se trata aquí, lo mismo que en toda la ofrenda, es menos de dar que de recibir gratuitamente.

<14> Cf. la máxima de san Juan de la Cruz citada por Teresa en LT 188: «A la tarde te examinarán en el amor».

<15> Teresa, pues, se distancia incluso de santa Teresa de Ávila, que escribía: «Cueste lo que costare, Señor, no queráis que vaya delante de Vos tan vacías las manos, pues conforme a las obras se ha de dar el premio» (Vida, 21,5). Cf. CONRAD DE MEESTER, Las manos vacías. El mensaje de Teresa de Lisieux. Burgos, Monte Carmelo, 1977.

<16> Es ésta una de las fórmulas estereotipadas con que terminaban muchas de las circulares de las carmelitas en aquella época.

<17> Desde 1923, la Iglesia ha aplicado indulgencias a la recitación de esta última parte del Acto de Ofrenda, para animar a los fieles a hacerlo suyo.

<18> En la enfermería, Teresa subrayará la repercusión de su ofrenda hasta en su actos más sencillos: «Todo lo que hago, los gestos, las miradas, todo, desde mi ofrenda, lo hago por amor» (CJ 808,2).

<19> Es éste uno de los deseos más constantes en Teresa desde su juventud religiosa; y los repite hasta unas veinticinco veces en sus escritos (cf. las referencias en Prières, p. 101).

<20> Cf. PN 10 PN 14 PN 15. De la «muerte de amor» habla en muchas ocasiones san Juan de la Cruz, de quien se ha impregnado Teresa. Cf. CJ 727,5 CJ 831,9.

<21> Alusión probable al purgatorio. Cf. MSA 84vº.

<22> Teresa ha encontrado con frecuencia esta expresión nupcial del «abrazo» en el Cántico Espiritual a propósito del matrimonio espiritual del alma con Dios.

<23> Cf. CJ 727,9.


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Or 7 [Oración a Jesús en el sagrario]

Jesús + 16 de julio de 1895 ¡Oh Dios escondido en la prisión del sagrario!, todas las noches vengo feliz a tu lado para darte gracias por todos los beneficios que me has concedido y para pedirte perdón por las faltas que he cometido en esta jornada, que acaba de pasar como un sueño…

¡Qué feliz sería, Jesús, si hubiese sido enteramente fiel! Pero, ¡ay!, muchas veces por la noche estoy triste porque veo que hubiera podido responder mejor a tus gracias… Si hubiese estado más unida a ti, si hubiera sido más caritativa con mis hermanas, más humilde y más mortificada, me costaría menos hablar contigo en la oración <1>. Sin embargo, Dios mío, lejos de desalentarme a la vista de mis miserias, vengo a ti confiada, acordándome de que «no tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos». Te pido, pues, que me cures, que me perdones, y yo, Señor, recordaré que «el alma a la que más has perdonado debe amarte también más que las otras…» Te ofrezco todos los latidos de mi corazón como otros tantos actos de amor y de reparación, y los uno a tus méritos infinitos. Y te pido, divino Esposo mío, que seas tú mismo el Reparador <2> de mi alma y que actúes en mí sin hacer caso de mis resistencias; en una palabra, ya no quiero tener más voluntad que la tuya. Y mañana, con la ayuda de tu gracia, volveré a comenzar una vida nueva, cada uno de cuyos instantes será un acto de amor y de renuncia. <3> Después de haber venido así, cada noche, al pie de tu altar, llegaré por fin a la última noche de mi vida, y entonces comenzará para mí el día sin ocaso de la eternidad, en el que descansaré sobre tu divino Corazón de las luchas del destierro <4>… Amén.

NOTAS Or 7 - ORACIÓN A JESÚS EN EL SAGRARIO Doc.: CE II, 180rº/vº. -Fecha: 16 de julio de 1895. -Compuesta para: sor Marta. -Publ.: HA 53, p. 261. Esta oración fue compuesta para sor Marta, a petición suya, para sus treinta años. Como es hermana conversa, su jornada se termina con una visita al Santísimo durante el silencio nocturno que manda la Regla. En esa visita sor Marta hace el examen de conciencia, una práctica con frecuencia poco agradable, sobre todo para un temperamento proclive a la tristeza y al desaliento (PRI 7 PRI 20).

<1> En los escritos de Teresa no encontramos, hablando con propiedad, un método de oración. Estas líneas son preciosas en extremo, pues precisan la actitud que se ha de guardar fuera de la oración: unión a Dios durante el día, caridad fraterna, renuncia habitual.

<2> Esta es la única vez que utiliza esta palabra. Considerar a Jesús como el único «Reparador» del hombre es algo que entronca con la más antigua tradición patrística y monástica.

<3> Palabra muy rara en Teresa (MSA 33rº y MSA 48rº), aunque esa realidad la vivió de continuo.

<4> Todo este final y no pocas pinceladas de esta oración han de compararse con la poesía Al Sagrado Corazón (PN 14), que es probablemente de junio de 1895.



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Or 8 [Oración para el abate Bellière]

J.M.J.T. Jesús mío, te doy gracias por haber colmado uno de mis mayores deseos: el de tener un hermano sacerdote y apóstol… Me siento sumamente indigna de este favor; sin embargo, ya que has querido concederle a tu pobre y humilde esposa la gracia de trabajar de manera especial por la santificación de un alma destinada al sacerdocio, te ofrezco por ella, muy contenta, todas <1> las oraciones y los sacrificios de que puedo disponer; te pido, Dios mío, que no mires a lo que soy, sino a los que debiera y quisiera ser, es decir una religiosa totalmente abrasada en tu amor <2>. Tú sabes, Señor, que mi única ambición es hacerte conocer y amar, y ahora mi deseo se va convertir en realidad. Yo no puedo hacer más que orar y sufrir, pero el alma a la que te has dignado unirme con los lazos de la caridad irá a combatir a la llanura para conquistarte corazones, mientras yo, en la montaña del Carmelo, te pediré que le des la victoria. Divino Jesús, escucha la oración que te dirijo por el que quiere ser tu misionero, guárdale en medio de los peligros del mundo <3>, y hazle sentir cada día más la vanidad y la nada de las cosas pasajeras y la dicha de saber despreciarlas por tu amor. Que su sublime apostolado se ejerza ya desde ahora sobre los que lo rodean, y que sea un apóstol digno de tu Sagrado Corazón <4>… ¡María, dulce Reina del Carmelo!, a ti te confío el alma de este futuro sacerdote cuya indigna hermanita soy. Enséñale ya desde ahora con cuánto amor tocabas tú al divino Niño Jesús y lo envolvías en pañales <5>, para que él pueda un día subir al altar santo y llevar en sus manos al Rey de los cielos. Te pido también que lo guardes siempre a la sombra de tu manto virginal, hasta el momento feliz en que, dejando este valle de lágrimas <6>, puede contemplar tu esplendor y gozar por toda la eternidad de los frutos de su glorioso apostolado… Teresa del Niño Jesús rel. carm. ind.

NOTAS Or 8 - ORACIÓN PARA EL ABATE BELLIÈRE Doc.: autógrafo. -Fecha.: entre el 17 y el 21 de octubre de 1895. -Compuesto para: Mauricio Bellière, seminarista. -Publ.: HA 53, pp. s. Teresa compuso esta oración de manera espontánea, dedicándosela a su nuevo hermano espiritual,que le había encomendado la madre Inés en octubre de 1895 (cf. MSC 31vº s). Esta adjuntó la oración de Teresa a su respuesta afirmativa al seminarista.

<1> El subrayado de «todas» responde a la petición del seminarista. Para entender adecuadamente el sentido de esta ofrenda exclusiva, véase el relato de Teresa, MSC 33vº.

<2> Esta es la oración que Teresa pedirá a su hermano que haga por ella, cf. LT 220.

<3> Los del cuartel sobre todo, cuando las «huellas de una vida ligera» aún no se han borrado de la mente del joven, como acaba de escribirlo.

<4> Una devoción predilecta de M. Bellière, que añade tras su firma: «Guardia de Honor del Sagrado Corazón».

<5> Reminiscencia de la oración de Teresa Durnerin, cf. LT 101 RPT 2,0, nota 25.

<6> Reminiscencia de la Salve Regina.



ORACIONES-Teresa del Niño Jesús