2Kings (BPD) 15

15 1 El año vigésimo séptimo de Jeroboám, rey de Israel, inició su reinado Azarías, hijo de Amasías, rey de Judá. 2 Tenía dieciséis años cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y dos años en Jerusalén. Su madre se llamaba Jecolías, y era de Jerusalén. 3 Él hizo lo que es recto a los ojos del Señor, tal como lo había hecho su padre Amasías. 4 Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos.
5
El Señor hirió al rey, y éste se enfermó de lepra hasta el día de su muerte. Por eso tuvo que recluirse en una casa apartada, y Jotám, el hijo del rey, estaba al frente del palacio y gobernaba al pueblo del país.
6
El resto de los hechos de Azarías y todo lo que él hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá? 7 Azarías se fue a descansar con sus padres, y lo sepultaron con ellos en la Ciudad de David. Su hijo Jotám reinó en lugar de él.

El reinado de Zacarías en Israel (747)

8 El trigésimo octavo año de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Zacarías, hijo de Jeroboám, y reinó seis meses. 9 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor, como lo habían hecho sus padres: no se apartó de los pecados con que Jeroboám, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel. 10 Salúm, hijo de Iabés, conspiró contra él, lo hirió de muerte en Ibleám y reinó en lugar de él.
11
El resto de los hechos de Zacarías está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel. 12 Esta era la palabra que el Señor había dicho a Jehú: “Tus hijos se sentarán en el trono de Israel hasta la cuarta generación”. Y así fue.

El reinado de Salúm en Israel (746)

13 Salúm, hijo de Iabés, comenzó a reinar en el trigésimo noveno año de Ozías, rey de Judá, y reinó un mes en Samaría. 14 Menajém, hijo de Gadí, subió desde Tirsá y entró en Samaría; allí hirió de muerte a Salúm, hijo de Iabés, y reinó en lugar de él.
15
El resto de los hechos de Salúm y la conspiración que urdió, todo eso está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel.
16
Fue entonces cuando Menajém atacó a Tapúaj y a todos los que se encontraban allí, así como a todo su territorio a partir de Tirsá; la atacó por no haberle abierto las puertas, y abrió el vientre a todas las mujeres embarazadas.

El reinado de Menajém en Israel (746-737)

17 El trigésimo noveno año de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar Menajém, hijo de Gadí, y reinó diez años en Samaría. 18 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor: no se apartó de los pecados con que Jeroboám, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel. En su tiempo, 19 Pul, rey de Asiria, invadió el país, y Menajém le entregó mil talentos de plata, para que lo ayudara a afianzar en sus manos el poder real. 20 Menajém recaudó esa plata entre toda la gente rica de Israel, a razón de cincuenta siclos de plata por persona, para entregarla al rey de Asiria. Así el rey de Asiria se retiró, y no se quedó allí, en el país.
21
El resto de los hechos de Menajém y todo lo que él hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel? 22 Menajém se fue a descansar con sus padres, y su hijo Pecajías reinó en lugar de él.

El reinado de Pecajías en Israel (736-735)

23 El quincuagésimo año de Azarías, rey de Judá, inició su reinado sobre Israel, en Samaría, Pecajías, hijo de Menajém, y reinó dos años. 24 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor: no se apartó de los pecados con que Jeroboám, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel.
25
Su escudero Pécaj, hijo de Remalías, conspiró contra él y lo mató en Samaría, en la torre de la casa del rey. Con la ayuda de cincuenta galaaditas, dio muerte al rey, lo mismo que a Argob y Arié, y reinó en lugar de él.
26
El resto de los hechos de Pecajías, todo lo que él hizo, está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel.

El reinado de Pécaj en Israel (735-732)

27 El quincuagésimo segundo año de Azarías, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Pécaj, hijo de Remalías, y reinó veinte años. 28 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor: no se apartó de los pecados con que Jeroboám, hijo de Nebat, había hecho pecar a Israel.
29
En tiempos de Pécaj, rey de Israel, llegó Tiglat Piléser, rey de Asiria, y conquistó Iyón, Abel Bet Maacá, Ianóaj, Quedes, Jasor, Galaad, la Galilea y todo el país de Neftalí; y deportó a sus habitantes a Asiria. 30 Oseas, hijo de Elá, urdió una conspiración contra Pécaj, hijo de Remalías, lo hirió de muerte y reinó en lugar de él, el vigésimo año de Jotám, hijo de Ozías.
31
El resto de los hechos de Pécaj, todo lo que él hizo, está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Israel.

El reinado de Jotám en Judá (740-735)

2 Crón. 27. 1-3, 7-9
32 El segundo año de Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, inició su reinado Jotám, hijo de Ozías, rey de Judá. 33 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Su madre se llamaba Ierusá, hija de Sadoc. 34 Él hizo lo que es recto a los ojos del Señor, como lo había hecho su padre Ozías. 35 Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. Jotám fue el que edificó la puerta alta de la Casa del Señor.
36
El resto de los hechos de Jotám, todo lo que él hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá?
37
En aquellos días, el Señor comenzó a lanzar contra Judá a Rasón, rey de Arám, y a Pécaj, hijo de Remalías. 38 Jotám se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Ajaz reinó en lugar de él. 

El reinado de Ajaz en Judá (735-716)

2 Crón. 28. 1-4
16 1 El decimoséptimo año de Pécaj, hijo de Remalías, inició su reinado Ajaz, hijo de Jotám, rey de Judá. 2 Ajaz tenía veinte años cuando comenzó a reinar, y reinó dieciséis años en Jerusalén. Él no hizo lo que es recto a los ojos del Señor, su Dios, a diferencia de su padre David. 3 Siguió el camino de los reyes de Israel; incluso inmoló a su hijo en el fuego, según las costumbres abominables de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas. 4 Ofreció sacrificios y quemó incienso en los lugares altos, sobre las colinas y bajo todo árbol frondoso.

La invasión siro-efraimita

5 Entonces Resín, rey de Arám, y Pécaj, hijo de Remalías, rey de Israel, subieron a combatir contra Jerusalén. Asediaron a Ajaz, pero no pudieron entrar en combate. 6 Fue en aquel tiempo cuando Resín, rey de Arám, recuperó a Elat para Arám. Él desalojó de Elat a los judíos, y los edomitas entraron en Elat, donde han permanecido hasta el día de hoy.

Acuerdo de Ajazcon el rey de Asiria

7 Ajaz envió mensajeros a Tiglat Piléser, rey de Asiria, para decirle: “Soy tu servidor y tu hijo; sube a salvarme del poder del rey de Arám y del rey de Israel, que se han levantado contra mí”. 8 Ajaz tomó la plata y el oro que había en la Casa del Señor y en los tesoros de la casa del rey, y los envió como presente al rey de Asiria. 9 El rey de Asiria accedió al pedido: subió contra Damasco y la conquistó, deportó a sus habitantes a Quir y dio muerte a Resín.

El altar de Damasco y su réplica en Jerusalén

10 El rey Ajaz fue a Damasco, al encuentro de Tiglat Piléser, rey de Asiria, y vio el altar que había en Damasco. Entonces envió al sacerdote Urías el modelo y el diseño del altar, con todos sus detalles. 11 El sacerdote Urías construyó el altar: lo hizo de acuerdo con todas las indicaciones que el rey Ajaz envió desde Damasco, antes de que llegara de allí. 12 Cuando llegó de Damasco, el rey observó el altar. Después se acercó y subió hasta él, 13 hizo arder su holocausto y su oblación, derramó su libación y roció el altar con la sangre de sus sacrificios de comunión.
14
En cuanto al altar de bronce que estaba delante del Señor, lo retiró del frente de la Casa, del lugar que ocupaba entre el nuevo altar  y la Casa del Señor, y lo puso al lado del nuevo altar, hacia el norte. 15 Luego el rey Ajaz dio esta orden al sacerdote Urías: “Sobre el altar grande harás arder el holocausto de la mañana y la oblación de la tarde, el holocausto del rey y su oblación, el holocausto de todo el pueblo del país, su oblación y sus libaciones; también lo rociarás con toda la sangre de los holocaustos y toda la sangre de los sacrificios. Del altar de bronce, me ocuparé yo”. 16 El sacerdote Urías hizo todo lo que le había ordenado el rey Ajaz.
17
Este desarmó los paneles de las bases y retiró de encima de ellas los recipientes para el agua; hizo bajar el Mar de bronce de encima de los bueyes que lo sostenían y lo puso sobre un pavimento de piedras. 18 Por deferencia al rey de Asiria, suprimió en la Casa del Señor el pórtico del Sábado, que se había construido en el interior, y la entrada exterior reservada al rey.

Fin del reinado de Ajaz

2 Crón. 28. 26-27
19 El resto de los hechos de Ajaz, todo lo que él hizo, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá? 20 Ajaz se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado con ellos en la Ciudad de David. Su hijo Ezequías reinó en lugar de él. 

Oseas, último rey de Israel(732-724)

17 1 El duodécimo año de Ajaz, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, Oseas, hijo de Elá, rey de Israel. 2 Él hizo lo que es malo a los ojos del Señor, aunque no tanto como los reyes de Israel que lo habían precedido.

La caída de Samaría (722)

3 Salmanasar, rey de Asiria, subió contra él, y Oseas se le sometió y le pagó tributo. 4 Pero el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba: este, en efecto, había enviado mensajeros a So, rey de Egipto, y no había hecho llegar a Asiria el tributo anual. Entonces el rey de Asiria hizo arrestar a Oseas y lo encerró en una prisión. 5 Luego invadió todo el país, subió contra Samaría y la sitió durante tres años. 6 En el noveno año de Oseas, el rey de Asiria conquistó Samaría y deportó a los israelitas a Asiria. Los estableció en Jalaj y sobre el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de Media.

Reflexión sobre la ruina del reino del Norte

7 Esto sucedió porque los israelitas pecaron contra el Señor, su Dios, que los había hecho subir del país de Egipto, librándolos del poder del Faraón, rey de Egipto, y porque habían venerado a otros dioses. 8 Ellos imitaron las costumbres de las naciones que el Señor había desposeído delante de los israelitas, y las que habían introducido los reyes de Israel. 9 Los israelitas perpetraron contra el Señor, su Dios, acciones indebidas: se edificaron lugares altos en todas sus ciudades, tanto en las torres de guardia como en las plazas fuertes; 10 se erigieron piedras conmemorativas y postes sagrados sobre todas las colinas elevadas y bajo todo árbol frondoso; 11 allí, en los lugares altos, quemaron incienso como las naciones que el Señor había desterrado delante de ellos; cometieron malas acciones para provocar al Señor 12 y sirvieron a los ídolos, aunque el Señor les había dicho: “No harán nada de eso”.
13
El Señor había advertido solemnemente a Israel y a Judá por medio de todos los profetas y videntes, diciendo: “Vuelvan de su mala conducta y observen mis mandamientos y mis preceptos, conforme a toda la Ley que prescribí a sus padres y que transmití por medio de mis servidores los profetas”. 14 Pero ellos no escucharon, y se obstinaron como sus padres, que no creyeron en el Señor, su Dios. 15 Rechazaron sus preceptos y la alianza que el Señor había hecho con sus padres, sin tener en cuenta sus advertencias. Fueron detrás de ídolos vanos, volviéndose así vanos ellos mismos, por ir detrás de las naciones que los rodeaban, aunque el Señor les había prohibido obrar como ellas. 16 Abandonaron todos los mandamientos del Señor, su Dios, y se hicieron ídolos de metal fundido –¡dos terneros!– erigieron un poste sagrado, se postraron delante de todo el Ejército de los cielos y sirvieron a Baal. 17 Inmolaron a sus hijos y a sus hijas en el fuego, practicaron la adivinación y la magia, y se vendieron para hacer lo que el Señor reprueba, provocando su indignación. 18 El Señor se irritó tanto contra Israel, que lo arrojó lejos de su presencia. Sólo quedó la tribu de Judá. 19 Pero tampoco Judá observó los mandamientos del Señor, su Dios, sino que imitó las costumbres que había introducido Israel. 20 Y el Señor rechazó a toda la raza de Israel: los humilló y entregó en manos de salteadores, hasta que al fin los arrojó lejos de su presencia.
21
Cuando el Señor arrancó a Israel de la casa de David, y fue proclamado rey Jeroboám, hijo de Nebat, este alejó del Señor a Israel y le hizo cometer un gran pecado. 22 Los israelitas imitaron todos los pecados que había cometido Jeroboám, y no se apartaron de ellos, 23 tanto que al fin el Señor apartó a Israel de su presencia, conforme a lo que había dicho por medio de todos sus servidores los profetas. Así Israel fue deportado lejos de su suelo, a Asiria, hasta el día de hoy.

El origen de los samaritanos

24 El rey de Asiria hizo venir gente de Babilonia, de Cut, de Avá, de Jamat y de Sefarvaim, y la estableció en las ciudades de Samaría, en lugar de los israelitas. Ellos tomaron posesión de Samaría y ocuparon sus ciudades. 25 Pero cuando comenzaron a establecerse en ese lugar, no veneraban al Señor, y el Señor envió contra ellos leones, que hicieron una masacre. 26 Entonces dijeron al rey de Asiria: “La gente que has deportado y establecido en las ciudades de Samaría no conoce la manera de honrar al dios de ese país, y él les envió unos leones que los hicieron morir, porque ellos no conocían la manera de honrar al dios de ese país”. 27 El rey de Asiria impartió esta orden: “Manden allí a uno de los sacerdotes de Samaría que yo he deportado; que vaya a establecerse allí y les enseñe la manera de honrar al dios de ese país”. 28 Uno de los sacerdotes deportados de Samaría fue entonces a establecerse en Betel, y les enseñaba cómo se debía venerar al Dios de Israel.
29
Pero la gente de cada nación se hizo su propio dios y los instalaron en los templos de los lugares altos que habían construido los samaritanos. Cada una de las naciones obró así en la ciudad donde residía: 30 la gente de Babilonia hizo un Sucot Benot; los de Cut, un Nergal; los de Jamat, un Asimá; 31 los avitas, un Nibjáz y un Tartac. En cuanto a los sefarvaítas, continuaron quemando a sus hijos en honor de Adramélec y de Anamélec, dioses de Sefarvaim. 32 Pero también veneraban al Señor, y establecieron sacerdotes, elegidos entre su propia gente, para que oficiaran en los templos de los lugares altos. 33 Así, aunque veneraban al Señor, servían al mismo tiempo a sus propios dioses, según el rito de las naciones de donde habían sido deportados.
34
Hasta el día de hoy, ellos practican los ritos antiguos: no temen al Señor ni practican los preceptos, los ritos, la Ley y los mandamientos que dictó el Señor a los hijos de Jacob, a quien dio el nombre de Israel. 35 El Señor, en efecto, había concluido con ellos una alianza y les había ordenado: “Ustedes no temerán a otros dioses ni se postrarán delante de ellos, no los servirán ni les ofrecerán sacrificios. 36 Sólo temerán al Señor, que los hizo salir de Egipto con gran poder y brazo extendido; se postrarán delante de él y le ofrecerán sacrificios. 37 Observarán los preceptos, los ritos, la Ley y los mandamientos que yo escribí para ustedes, practicándolos todos los días, pero no temerán a otros dioses. 38 No olvidarán la alianza que hice con ustedes, y no temerán a otros dioses. 39 Sólo temerán al Señor, su Dios, y él los librará de la mano de todos sus enemigos”. 40 Pero ellos no escucharon, sino que continuaron practicando los ritos antiguos.
41
Así, estas naciones veneran al Señor y sirven también a sus ídolos. Y sus hijos, y los hijos de sus hijos, hacen hasta el día de hoy lo que habían hecho sus padres.

LOS REYES DE JUDÁ HASTA LA CAÍDA DE JERUSALÉN


la invasión asiria y el profeta isaías

El reinado de Ezequías en Judá (716-687)

2 Crón. 29. 1-2
18 1 El tercer año de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, inició su reinado Ezequías, hijo de Ajaz, rey de Judá. 2 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su madre se llamaba Abí, hija de Zacarías. 3 Él hizo lo que es recto a los ojos del Señor, tal como lo había hecho su padre David. 4 Hizo desaparecer los lugares altos, rompió las piedras conmemorativas, taló el poste sagrado e hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta esos días los israelitas le quemaban incienso; se la llamaba Nejustán.
5
Ezequías puso su confianza en el Señor, el Dios de Israel, y no hubo después de él ninguno igual entre todos los reyes de Judá, como tampoco lo hubo antes que él. 6 Se mantuvo fiel al Señor sin apartarse de él, y observó los mandamientos que el Señor había dado a Moisés. 7 Tuvo éxito en todas sus empresas, porque el Señor estaba con él. Se rebeló contra el rey de Asiria y no fue más su vasallo. 8 Derrotó a los filisteos hasta Gaza y devastó su territorio, desde las torres de guardia hasta las plazas fuertes.

Evocación de la caída de Samaría

9 El cuarto año del rey Ezequías, que era el séptimo año de Oseas, hijo de Elá, rey de Israel, Salmanasar, rey de Asiria, subió contra Samaría y la sitió. 10 Al cabo de tres años la conquistaron: en el sexto año de Ezequías, que era el noveno año de Oseas, rey de Israel, fue tomada Samaría. 11 El rey de Asiria deportó a los israelitas a Asiria y los estableció en Jalaj, y también junto al Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos. 12 Esto sucedió porque no habían escuchado la voz del Señor, su Dios, y habían transgredido su alianza; todo lo que había mandado Moisés, el servidor del Señor, ellos no lo habían escuchado ni practicado.

La invasión de Senaqueriby el tributo impuesto a Ezequías

2 Crón. 32. 1; Is. 36. 1
13 El decimocuarto año del rey Ezequías, Senaquerib, rey de Asiria, subió contra todas las ciudades fortificadas de Judá y se apoderó de ellas.
14
Ezequías, rey de Judá, mandó a decir al rey de Asiria, que estaba en Laquis: “He cometido un error; retírate y aceptaré lo que me impongas”. El rey de Asiria exigió al rey Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y trescientos talentos de oro. 15 Ezequías entregó entonces toda la plata que se encontraba en la Casa del Señor y en los tesoros de la casa del rey. 16 Fue en aquel tiempo cuando Ezequías desmanteló las puertas del Templo del Señor y los soportes que el mismo Ezequías, rey de Judá, había recubierto de metal, para entregarlos al rey de Asiria.

Amenazas de Senaqueribcontra Jerusalén

2 Crón. 32. 9-19; Is. 36. 2-22
17 Desde Laquis, el rey de Asiria envió a Jerusalén, donde estaba Ezequías, al general en jefe, al jefe de los eunucos y al copero mayor, acompañados de una fuerte escolta. Ellos subieron y, al llegar a Jerusalén, se apostaron junto al canal de la piscina superior, sobre la senda del campo del Tintorero. 18 Llamaron al rey, y Eliaquím, hijo de Jilquías, el mayordomo de palacio, salió a su encuentro, junto con Sebná, el secretario, y Joaj, hijo de Asaf, el archivista.
19
El copero mayor les dijo: “Digan a Ezequías: Así habla el gran rey, el rey de Asiria: ¿Qué motivo tienes para estar tan confiado? 20 ¿Piensas que la estrategia y el valor para el combate son cuestión de palabras? ¿En quien confías para rebelarte contra mí? 21 ¡Ah, sí! Tú confías en el apoyo de esa caña quebrada, en Egipto, que perfora y atraviesa la mano de todo el que se apoya en él. Eso es el Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él. 22 Seguramente, tú me dirás: ‘Nosotros confiamos en el Señor, nuestro Dios’. Pero ¿no fue acaso Ezequías el que suprimió todos los lugares altos y los altares dedicados a él, diciendo a la gente de Judá y de Jerusalén: ‘Sólo delante de este altar, en Jerusalén, ustedes deberán postrarse’? 23 ¡Y bien! Haz una apuesta con mi señor, el rey de Asiria: ¡Yo te daré dos mil caballos, si puedes conseguir bastantes hombres para montarlos! 24 ¿Cómo harías retroceder a uno solo de los más insignificantes servidores de mi señor? ¡Pero tú confías en Egipto para tener carros de guerra y soldados! 25 ¿Acaso he venido a arrasar este país sin el consentimiento del Señor? Fue el Señor quien me dijo: ¡Sube contra ese país y arrásalo!”.
26
Eliaquím, hijo de Jilquías, Sebná y Joaj dijeron al copero mayor: “Por favor, háblanos en arameo, porque nosotros lo entendemos. No nos hables en hebreo, a oídos del pueblo que está sobre la muralla”. 27 Pero el copero mayor les replicó: “¿Acaso mi señor me envió a decir estas cosas a tu señor y a ti? ¿No están dirigidas a esos hombres apostados sobre la muralla, que tendrán que comer sus excrementos y beber su orina, igual que ustedes?”.
28
Entonces el copero mayor, puesto de pie, gritó bien fuerte en hebreo: “Escuchen la palabra del gran rey, el rey de Asiria: 29 Así habla el rey: Que Ezequías no los engañe, porque él no podrá librarlos de mi mano. 30 Y que Ezequías no los induzca a confiar en el Señor, diciendo: Seguramente el Señor nos librará, y esta ciudad no caerá en manos del rey de Asiria. 31 No le hagan caso a Ezequías, porque así habla el rey de Asiria: Hagan las paces conmigo y ríndanse. Así cada uno de ustedes comerá los frutos de su viña y de su higuera, y beberá el agua de su pozo, 32 hasta que venga yo y los lleve a un país como el de ustedes, un país de trigo y vino nuevo, un país de pan y viñedos, un país de olivares, de aceite fresco y de miel; así ustedes vivirán y no morirán. Pero no escuchen a Ezequías, porque él los seduce, diciendo: “El Señor nos librará”. 33 ¿Acaso los dioses de las naciones han librado a sus países de la mano del rey de Asiria? 34 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim, de Hená y de Ivá? ¿Dónde los dioses del país de Samaría? ¿Han librado de mi mano a Samaría? 35 Entre todos los dioses de esos países, ¿hubo alguno que librara de mi mano a su propio país, para que el Señor libre de mi mano a Jerusalén?”.
36
El pueblo guardó silencio y no le respondió ni una sola palabra, porque esta era la orden del rey: “No le respondan nada”. 37 Eliaquím, hijo de Jilquías, el mayordomo de palacio, Sebná, el secretario, y Joaj, hijo de Asaf, el archivista, se presentaron ante Ezequías con sus vestiduras desgarradas, y le informaron de las palabras del copero mayor. 

La intervención del profeta Isaías

Is. 37. 1-9a
19 1 Cuando el rey Ezequías oyó esto, rasgó sus vestiduras, se cubrió con un sayal y fue a la Casa del Señor. 2 Además, envió al mayordomo de palacio Eliaquím, al secretario Sebná y a los sacerdotes más ancianos, todos cubiertos de sayales, para decir al profeta Isaías, hijo de Amós: 3 “Así habla Ezequías: Hoy es un día de angustia, de castigo y de oprobio, porque los hijos están a punto de nacer, pero no hay fuerza para darlos a luz. 4 Tal vez el Señor, tu Dios, escuche las palabras del copero mayor, a quien el rey de Asiria, su señor, envió para insultar al Dios viviente, y el Señor tu Dios, lo castigue por las palabras que ha escuchado. Eleva entonces una plegaria por el resto que todavía subsiste”.
5
Los servidores del rey Ezequías fueron a ver a Isaías, 6 y este les dijo: “Díganle a su señor: Así habla el Señor: No temas por las palabras que has oído, y con las que me ultrajaron los lacayos del rey de Asiria. 7 Yo mismo pondré un espíritu en él y, apenas oiga una noticia, regresará a su país; y yo lo haré caer bajo la espada en su propio país”.
8
El copero mayor regresó y se encontró con el rey de Asiria, que estaba atacando a Libná. 9 Él había oído, en efecto, que el rey se había retirado de Laquis, al recibir la noticia de que Tirjacá, rey de Cus, se había puesto en campaña para combatirlo.

Nuevas amenazas de Senaqueribcontra Jerusalén

Is. 37. 9b-20
Senaquerib envió de nuevo mensajeros a Ezequías para decirle: 10 “Hablen así a Ezequías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien confías, haciéndote pensar que Jerusalén no será entregada en manos del rey de Asiria. 11 Tú has oído, seguramente, lo que hicieron los reyes de Asiria a todos los países, al consagrarlos al exterminio total. ¿Y tú te vas a librar? 12 ¿Libraron acaso sus dioses a esas naciones que mis padres han destruido, a Gozán, Jarán, Résef y a la gente de Edén que está en Telasar? 13 ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arpad, el rey de la ciudad de Sefarvaim, el de Hená y el de Ivá?”.
14
Ezequías tomó la carta de la mano de los mensajeros y la leyó. Después subió a la Casa del Señor, la desplegó delante del Señor 15 y oró, diciendo: “Señor de los ejércitos, Dios de Israel, que tienes tu trono sobre los querubines: tú solo eres el Dios de todos los reinos de la tierra, tú has hecho el cielo y la tierra. 16 Inclina tu oído, Señor, y escucha; abre tus ojos, Señor, y mira. Escucha las palabras que Senaquerib ha mandado decir, para insultar al Dios viviente. 17 Es verdad, Señor, que los reyes de Asiria han arrasado todas las naciones y sus territorios. 18 Ellos han arrojado sus dioses al fuego, porque no son dioses, sino obra de las manos del hombre, nada más que madera y piedra. Por eso los hicieron desaparecer. 19 Pero ahora, Señor, Dios nuestro, ¡sálvanos de su mano, y que todos los reinos de la tierra reconozcan que tú solo, Señor, eres Dios!”.

Oráculo del Señor contra Senaquerib

Is. 37. 21-35
20 Isaías, hijo de Amós, mandó a decir a Ezequías: “Así habla el Señor, Dios de Israel: Tú me has dirigido una súplica acerca de Senaquerib, rey de Asiria, y yo la he escuchado. 21 Esta es la palabra que el Señor ha pronunciado contra él:
Te desprecia, se burla de ti,
la virgen hija de Sión;
a tus espaldas mueve la cabeza
la hija de Jerusalén.
22
¿A quién has insultado y ultrajado?
¿Contra quién has alzado la voz
y levantado bien alto tus ojos?
¡Contra el Santo de Israel!
23
Por medio de tus mensajeros
has insultado al Señor,
y has dicho: ‘Con mis numerosos carros
escalé la cima de las montañas,
los rincones inaccesibles del Líbano.
Talé sus cedros más altos,
sus mejores cipreses;
llegué hasta su último extremo,
hasta lo más espeso de su bosque.
24
Excavé pozos y bebí
aguas extranjeras;
sequé con la planta de mis pies
todos los canales de Egipto’.
25
¿No lo has oído? Hace mucho tiempo
que lo he preparado:
lo he planeado desde los tiempos antiguos
y ahora lo llevo a cabo.
Así, tú has reducido a un montón de ruinas
las ciudades fortificadas.
26
Sus habitantes, con las manos caídas,
están aterrorizados, avergonzados:
son como el pasto de los campos
y la gramilla verde,
como la hierba de los techos,
o el grano agostado antes de madurar.
27
Pero yo sé cuándo te sientas,
cuándo sales y cuándo entras,
y cuándo tiemblas de rabia contra mí.
28
Porque has temblado de rabia contra mí,
y tu insolencia ha subido a mis oídos,
pondré mi garfio en tus narices
y mi bozal en tus labios,
y te haré volver por el camino
por donde habías venido.
29
Y esto te servirá de señal: Este año se comerá del grano caído, y el año próximo, de lo que brote espontáneamente; pero al tercer año, siembren y cosechen, planten viñas y coman de sus frutos. 30 Los sobrevivientes de la casa de Judá, los que todavía queden, echarán de nuevo raíces por debajo, y producirán frutos por arriba. 31 Porque de Jerusalén saldrá un resto, y del monte Sión, algunos sobrevivientes. El celo del Señor de los ejércitos hará todo esto. 32 Por eso, así habla el Señor acerca del rey de Asiria:
Él no entrará en esta ciudad,
ni le lanzará una flecha;
no la enfrentará con el escudo,
ni levantará contra ella un terraplén.
33
Se volverá por el mismo camino,
sin entrar en esta ciudad –oráculo del Señor–.
34
Yo protegeré a esta ciudad para salvarla,
por mi honor y el de David, mi servidor”.

Retirada y muerte de Senaquerib

2 Crón. 32. 21-23; Is. 37. 36-38
35 Aquella misma noche, el Ángel del Señor salió e hirió en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres. Y cuando los demás se levantaron por la mañana, vieron que todos eran cadáveres, que estaban muertos. 36 Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó el campamento, emprendió el regreso y se quedó en Nínive. 37 Un día, mientras estaba postrado en el templo de Nisroc, su dios, Adramélec y Sarecer, sus hijos, lo mataron con la espada, y se pusieron a salvo en el país de Ararat. Asarhadón, su hijo, reinó en lugar de él.

Enfermedad y curación de Ezequías

2 Crón. 32. 24; Is. 38. 1-8
20 1 En aquellos días, Ezequías cayó gravemente enfermo. El profeta Isaías, hijo de Amós, fue a verlo y le dijo: “Así habla el Señor: Ordena todos los asuntos de tu casa, porque vas a morir. Ya no vivirás más”. 2 Ezequías volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor, diciendo: 3 “¡Ah, Señor! Recuerda que yo he caminado delante de ti con fidelidad e integridad de corazón, y que hice lo que es bueno a tus ojos”. Y Ezequías se deshizo en llanto.
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Isaías no había salido aún del patio central, cuando le llegó la palabra del Señor: 5 “Vuelve y dile a Ezequías, el jefe de mi pueblo: Así habla el Señor, el Dios de tu padre David: He oído tu súplica, he visto tus lágrimas. Yo te voy a curar: dentro de tres días subirás a la Casa del Señor. 6 Añadiré otros quince años a tu vida; te libraré, a ti y a esta ciudad, de manos del rey de Asiria, y defenderé a esta ciudad por mi honor y el de mi servidor David”. 7 Luego dijo Isaías: “Traigan un emplasto de higos”. Lo trajeron, lo aplicaron sobre la úlcera, y el rey se curó.
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Entonces Ezequías dijo a Isaías: “¿Cuál es la señal de que el Señor me sanará y que dentro de tres días podré subir a la Casa del Señor?”. 9 Isaías respondió: “Esta es la señal que te da el Señor para confirmar la palabra que ha pronunciado: ¿La sombra debe avanzar diez grados o retroceder diez grados?”. 10 Ezequías respondió: “Es fácil para la sombra adelantar diez grados, pero no que los retroceda”. 11 El profeta invocó al Señor, y él hizo que la sombra retrocediera los diez grados que había descendido, en el reloj de sol de Ajaz.

Los emisarios del rey de Babilonia

2 Crón. 32. 27-29; Is. 39. 2
12 En aquel tiempo, Merodac Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió una carta y un presente a Ezequías, al enterarse de que había estado enfermo. 13 Ezequías se alegró de esto, y mostró a los emisarios la sala del tesoro, la plata, el oro, los perfumes, el aceite precioso, su arsenal y todo lo que se encontraba en sus depósitos. De todo lo que había en su palacio y en sus dominios, no quedó nada que Ezequías no les hiciera ver. 14 Entonces el profeta Isaías se presentó al rey Ezequías y le preguntó: “¿Qué te ha dicho esa gente y de dónde ha venido?”. Ezequías respondió: “Vinieron de un país lejano, de Babilonia”. 15 Isaías preguntó: “¿Qué han visto en tu casa?”. “Han visto todo lo que hay en mi casa, respondió Ezequías. No hay nada en mis depósitos que no les haya mostrado”.
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Entonces Isaías dijo a Ezequías: “Escucha la palabra del Señor: 17 Llegarán los días en que todo lo que hay en tu casa, todo lo que han atesorado tus padres hasta el día de hoy, será llevado a Babilonia. No quedará nada, dice el Señor. 18 Y algunos de tus hijos, de los que han nacido de ti, que tú mismo habrás engendrado, serán tomados para que sirvan como eunucos en el palacio del rey de Babilonia”. 19 Ezequías respondió a Isaías: “Es auspiciosa la palabra del Señor que has pronunciado”. Porque se decía a sí mismo: “Mientras yo viva, habrá paz y seguridad”.

Fin del reinado de Ezequías

2 Crón. 32. 32-33
20 El resto de los hechos de Ezequías, sus proezas, todo lo que él hizo, la cisterna y el canal que construyó para llevar el agua a la ciudad, ¿no está escrito en el libro de los Anales de los reyes de Judá? 21 Ezequías fue a descansar con sus padres, y su hijo Manasés reinó en lugar de él.
la impiedad de manasés y de amón


El reinado de Manasés en Judá (687-642)

2 Crón. 33. 1-10, 18-20
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2Kings (BPD) 15