Teresa III Cartas 53

53

Carta LIII

A la madre María de san José, priora de las Carmelitas descalzas del convento de san José de Sevilla.

Jesús.


1. La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra reverencia. ¡Oh cómo quisiera escribir muy largo! Sino que como escribo otras cartas, no tengo lugar. Al padre fray Gregorio he dicho escriba largo de todo el camino. El caso es, que hay poco que contar, porque venimos muy bien, y no con mucha calor; y llegamos buenos, gloria a Dios, el segundo día de Pascua. Hallé a la madre priora mejor, aunque no está del todo buena. Tenga mucho cuidado de que le encomienden a Dios. Holgádome he mucho con ella. Por caridad la pido, que me escriba por todas las vías que pudiere, para que yo sepa siempre cómo están. Encomiéndeme mucho a García Álvarez, y díganos del pleito, y de todo, y más de nuestro padre, si ha ya llegado.

2. Yo le escribo muy encargado, que no consienta coma ahí ninguna persona. Mire que no haga principio, si no fuere para él, que tiene tanta necesidad, y se podrá hacer sin que se entienda. Y ya que se entienda, hay diferencia de un perlado a súbdito; y vanos tanto en su salud, que todo es poco lo que podemos hacer. La madre priora enviará algún dinero con el padre fray Gregorio para esto, y lo que se ofreciere haber menester, que de veras le quiere mucho, y ansí lo hace de gana. Y es bien que él entienda esto: porque yo le digo, que ternán poca limosna, y que ansí podrá ser que se queden sin comer, si lo dan a otros. Yo deseo mucho, que ellas no tengan inquietud en nada, sino que sirvan mucho a nuestro Señor. Plegue a su Majestad que sea ansí como yo se lo suplico. A la hermana san Francisco, que sea buena historiadora, para lo que pasare.

3. Como venía desa casa, háseme hecho esta peor. Trabajo harto tienen aquí estas hermanas. Teresa ha venido, especial el primer día, [234] bien tristecilla: decía, que de dejar a las hermanas. En viéndose acá, como si toda su vida hubiera estado con ellas, de contento casi no cenó aquella noche que venimos. Heme holgado, porque creo es muy de raíz el ser aficionada a ellas. Con el padre fray Gerónimo tornaré a escribir. Ahora no más de que el Señor la guarde, y haga santa, para que todas lo sean. Amén. Es hoy viernes después de Pascua. Esta carta dé a nuestro padre a recaudo; y si no estuviere ahí, no se la envíe, sino con persona muy cierta, que importa. Año de 1576.

De vuestra reverencia.

Teresa de Jesús.

Teresa no la escribe, porque está ocupada. Dice ella que es priora, y se le encomienda mucho.
Notas.


1. Esta carta escribió la Santa desde Malagón, y de camino para Toledo año de 1576, cuando volvió de Sevilla con orden del Capítulo general de la Observancia, para que se retirase a un convento, y no fundase más, y escogió la Santa el de Toledo. Y con discreción; porque estaba más cerca de todas las fundaciones.

2. Nombra a algunas personas, que es bien declarar quién fueron. El padre fray Gregorio se llamó Nacianceno por sobrenombre, que acompañó a la Santa en esta ocasión, y era Carmelita descalzo. García Álvarez fue clérigo de Sevilla, que le ayudó mucho en aquella fundación, y era gran devoto del convento, y de la Santa. Teresa era sobrina suya, hija de su hermano el señor Lorenzo de Cepeda, y de doña Juana de Fuentes y Guzmán, su mujer: y la Santa, cuando vino su hermano de las Indias, cogiola en Sevilla, y trájosela consigo, porque ya había muerto su madre, y después fue Carmelita descalza en Ávila, como queda dicho en las notas a la carta XLV, número primero.

3. Advierte en el número segundo a la madre María de san José, con gran discreción, y prevención, y le encarga: No consienta coma ninguna persona en el convento (debía de ser en el locutorio). Y luego añade: Que sería principio para poderse relajar; porque los principios, que pueden ser tolerables, a los fines suelen venir a ser intolerables, y terribles. Y así como gran maestra de espíritu, cierra con cien llaves los principios, por que no sean después lamentables los fines.

4. Pero también dice, y añade; Si no fuera para él, que tiene tanta necesidad; y no se podrá hacer sin que se entienda. Como si dijera: Si nuestro padre Gracián, o otra persona de su puesto tuviere tanta necesidad, que pida la caridad, que se modere el precepto, aun en este caso se podrá hacer, sin que se entienda. ¿Pues no es mejor que se sepa, si es caritativo, bueno, y santo lo que se hace? No es mejor que se sepa, porque puede ser, que no sean tan buenos, ni caritativos los que los censurasen; y es menester evitar el escándalo, no sólo activo, sino pasivo [235], compadeciéndonos de la flaqueza de nuestros hermanos, y no dándoles motivos de discursos no necesarios, o dañosos.

Aprendan de aquí las almas, que deben ejemplo a las demás, no sólo a esconderse de lo malo, que hacen, sino de lo bueno, que puede parecer malo: porque son deudores de la buena opinión, y hacen mucho daño con la mala; pues que no de balde dijo el Espíritu Santo al bueno: Cuida bien de tu opinión: Curam habe de bono nomine (Eccl. 41. v. 15); porque es la opinión consuelo de los buenos, y freno de los perdidos, y malos.



54

Carta LIV

A la mesma madre María de san José, priora de Sevilla.


1. Jesús sea con vuestra reverencia. Yo le digo, que le pago bien la soledad, que dice tiene de mí. Después de escrita la que va con esta recibí las suyas. Heme holgado tanto, que me enterneció, y caído en gracia sus perdones. Con que me quiera tanto, como yo la quiero, yo la perdono hecho, y por hacer; que la mayor queja que tengo della ahora, es lo poco que gustaba de estar conmigo. Y bien veo no tiene la culpa, y ansí lo dije a la madre priora de Malagón, sino que como quiso el Señor, que ahí tuviese tantos trabajos, y eso me diera alivio, ordenaba que se quitase.

2. Por cierto que a trueque de que queden vuestra reverencia y esas hermanas con algún descanso, los doy por bien empleados, aunque fueran muchos más. Y créame, que la quiero mucho, y que como yo vea en ella esta voluntad, lo demás es niñería, para hacer caso dello. Aunque allá, como había lo uno, y lo otro, y yo la trataba como a hija mía muy querida, harto se me hacía de mal no ver tanta llaneza, y amor. Mas con esta su carta todo se me ha quitado cierto, y quédase la voluntad: que es peor no tener esa defensa, para no ser tanta.

3. Infinito me he alegrado, de que se haya hecho todo tan bien. El concierto no deje de pasar adelante, aunque no haya mucha seguridad en lo porvenir; porque, es recia cosa andar con pleito, en especial al principio. Y siempre esté advertida, que será mejor el concierto, y que aunque tengamos justicia, es recia cosa pleitos.

4. Procuraremos pagar presto esto a mi hermano (digo lo de la alcabala) que harto cuidado traigo, y más que tenía ya un tanto desa casa. ¡Oh lo que él se ha holgado con sus cartas! No acaba de decir de su discreción. Ellas venían buenas, sino que vuestra reverencia cuando quiere hacer mejor letra, la hace peor. Porque él, y Teresa escriben, no digo nada dellos. [236]

5. Yo tenía escrito a mi padre prior de las Cuevas, y hoy he de escribir a Malagón sobre negocios, y a nuestro padre; y ansí será harto, si puedo aún responder a las hermanas, porque no me han dejado visitas.

6. Yo creo bien lo que hace el buen García Álvarez, porque su caridad es grande. Dígamele muchas cosas. Con la carta del padre prior me holgué. Harta merced me hacen mis amigos de hacerlo ansí con ellas. Mire que los conserve: y cuando se ofreciere alguna vez, haga algo por Mariano, y fray Antonio (que no querría tomasen desgracia con ella) como sea templadamente. Dios le perdone, que tal barahúnda, como se ha hecho en esos frailes, se pudiera excusar, y por otro camino concluir con ellos: harta pena tiene nuestro padre. Bueno está, y al Nuncio le pareció bien, que no hubiese tornado allá.

7. No dirá que no la escribo hartas veces. Haga ella lo mesmo, que me huelgo mucho con sus cartas. Ninguna cosa sabía de lo que allá pasaba; que nuestro padre escribe muy corto: no debe poder más. Dios sea con ella, y la haga muy santa. Gabriela me escribe, que no está buena (que después de haber escrito mucha desta, leí su carta) dice que del dolor del estómago. Plegue a Dios no sea más. No me acuerdo, a quién dejé encomendado, que tuviese cuenta con vuestra reverencia. Sea la supriora. Y mire que no deje de obedecerla, que tenga cuenta con su salud, por amor de mí; que me dará infinita pena, si le falta. Plegue al Señor se la dé, como yo le suplico. A su madre Beatriz, y a Delgado me encomiendo mucho. La priora a vuestra reverencia. Todas se han holgado de lo bien que les va. Siempre sea ansí. Ya creo he dicho que es día de la Visitación.

8. El clérigo vino estando en misa, y en diciéndola se fue. Ya le hablé: y si hubiera de estar aquí, le hiciera alguna gracia; sino que dijo traía compañía, y que por eso pasaba adelante. Año de 1576.

9. También me escribe Gabriela, que tiene vuestra reverencia la casa muy aliñada. Harto la quisiera ver. Hasta ahora no he podido mirar cuyas eran las cartas. Heme alegrado con la del nuestro buen padre García Álvarez. Escribirele de buena gana; y esas mis hijas perdonen, si he de cumplir con quien las hace tanto bien.

De vuestra reverencia.

Teresa de Jesús.
Notas.


1. Toda esta carta, aunque no es más que familiar, es entendidísima, y de grandísima sal, y cortesanía, y con eso de notable espíritu. [237]

2. En el número primero la dice lo que la ama: y parece que quiere asegurarle el alma de los temores que tenía, por algunos desapegos, que con la Santa usó en Sevilla. Conócese esto en el número segundo, donde confiesa la Santa: Que sentía, que amándola como a hija, no gustase mucho de estar siempre con su madre. Y no hay que admirar, que cuando es la madre prelada, suele embarazar la parte de prelada a la de madre.

No sé cómo se es, que apenas hay súbdito, a quien no asombre la sombra de su prelado; porque embaraza siempre a la humana libertad la ajena jurisdicción, y poder. Aun los hijos suelen hallarse congojados, si los atan con sus padres; porque siempre la naturaleza humana aborrece tener presente, y sobre sí la mano del superior.

3. Esta es la razón, por que en todas partes son siempre los mejores prelados los que se han ido, y acabado sus oficios, y los que han de prevenirles a suceder; porque los presentes cansan mucho. Esto procede, de que los pasados dejaron gusto con irse; los venideros traen de bueno, por lo menos, el mudar: y sólo los que actualmente tienen la disciplina en la mano, afligen a quien gobiernan.

Y así parece que la Santa aprueba este discurso, donde dice: Por cierto que vine en volverme con gusto, a trueque de que quedase vuestra reverencia y esas hermanas con algún descanso. No porque ellas tuviesen (siendo unos ángeles) fatiga con su compañía santísima, sino que explicó la humana condición en el suceso, no el suceso de la humana condición: y da a entender querían más a la Santa, o por lo menos le mostraban más amor ausente, que no presente. Y así se vio, que esta santa religiosa, de la que se embarazaba presente, la andaba buscando ausente.

4. En el número tercero da un excelente documento: Que al fundar procuren excusar pleitos lo posible. Como si dijera: Basta el pleito del fundar. Y añade: Que aunque se tenga justicia, es muy recia cosa pleitos. ¡Qué discreta! ¡Qué prudente es esta virgen santísima! ¿Pues qué son pleitos sino inquietud de las almas, y fatiga de los cuerpos? ¿Qué son, sino destruición de las haciendas, y peligro de las honras?

Cuando le pidió al Señor un hermano, que juzgase unas particiones, y diferencias que tenía con su hermano, le respondió su divina Majestad con aspereza: Homo, quis me constituit judicem inter te, et fratrem tuum? (MT 5,40): Al que te pusiere pleito sobre la túnica, dale también la capa. Como si dijera: ¿Yo pleitos de hacienda, que vengo a enseñar a despreciar las haciendas? ¿Yo juez de lo temporal, que vengo a que se desprecie lo temporal por lo eterno? A quien te pide la túnica, dale también la capa; por que no te quede en la capa la ocasión de otro pleito, como tuviste en la túnica. Tanto se disgusta Dios de pleitos (cuando pueden excusarse, o componerse) que previno, y curó con la pobreza los pleitos de la codicia.

5. En los números cuarto, y quinto habla de negocios. Pero en el sexto dice con particular gracia: Que haga algo por Mariano, y fray Antonio; porque no querría tomasen desgracia con ella. Pero añade luego: Como sea templadamente. Debían estar quejosos, y quería la Santa [238] que les satisfaciese, pero lo bastante, no lo superfluo; porque también se ha de dar con medida, y peso la satisfacción al quejoso. ¡Qué discreta era la Santa!

6. En el número sétimo dice: Que no se acuerda a qué religiosa dejó, que tuviese cuenta con la priora. Y conforme lo que luego dice, la cuenta era, que no le dejase hacer sobrada penitencia, ni con ella permitiese que estragase su salud. ¡Raro, y admirable gobierno el de santa Teresa! Dejaba por priora del convento a una, y luego a la priora le señalaba otra priora. Como quien dice: No sabrá bien esta mandar, si no sabe obedecer. El mejor modo de mandar es obedeciendo. Priora sin otra priora sobre su jurisdicción, será muy libre priora. Voluntad sin otra voluntad sobre sí, estará llena de propia voluntad. Sepa la amargura del obedecer, para que tenga dulzura, y suavidad en el mandar.

7. En esto mostraba su prudencia. Pero su caridad, en que viendo que era tan penitente María de san José, que podía estragar su salud, no se contentaba la Santa con advertírselo por cartas, sino con poner persona en su lugar, que lo moderase con el daño a la vista. Con esta prudencia, y caridad es bien que gobiernen los superiores a sus súbditos.



55

Carta LV

A la mesma madre María de san José, priora de Sevilla.

Jesús.


1. Sea con vuestra reverencia el Espíritu Santo, hija mía. La carta suya, fecha a 3 de noviembre, recibí. Yo le digo que nunca me cansan, sino que me descansan de otros cansancios. Cayome harto en gracia poner la fecha por letras. Plegue a Dios no sea por no se humillar a poner el guarismo.

2. Antes que se me olvide, muy buena venía la del padre Mariano, si no trajera aquel latín. Dios libre a todas mis hijas de presumir de latinas. Nunca más le acaezca, ni lo consienta. Harto más quiero que presuman de parecer simples, que es muy de santas, que no tan retóricas. Eso gana en enviarme sus cartas abiertas. Mas ya como se ha confesado con nuestro padre, más mortificada estará. Dígale que casi me confesé generalmente estotro día, con quien le he escrito, y no me dio de veinte partes de pena la una, de cuando me había de confesar con su paternidad. Mire qué negra tentación es esta.

3. Encomienden a Dios este mi confesor, que me tiene muy consolada, que es poco para mí contentarme. ¡Oh qué bien ha hecho en no llamar al que ahí me atormentaba, para que en ninguna cosa tuviese contento en ese lugar! que el que tenía con nuestro padre ya ve con cuántas [239] zozobras era: y vuestra reverencia que me le diera, si ella quisiera, porque me cae en gracia, no quería. Yo me huelgo entienda ahora mi voluntad. Pues la otra de Caravaca, Dios la perdone, que también le da ahora pena. Esa fuerza tiene la verdad.

4. Este día me envió un hábito de una jerga, la más a mi propósito que he traído; que es muy liviana, y grosera. Harto se lo agradecí, que estaba el otro muy roto, para el frío, y para camisas: y todo lo han hecho ellas, aunque acá no hay camisas, ni por pienso en todo el verano, y mucho ayuno. Ya me voy haciendo monja: rueguen a Dios que dure.

5. La madre priora de Malagón aún está más mala que suele. Pues algo estoy consolada, que dice, la llaga no es en los pulmones, y que no está ética: y que Ana de la Madre de Dios, la monja de aquí, estuvo ansí, y sano. Dios lo puede hacer. Yo no sé que me diga de tanto trabajo, como allí ha dado Dios, y con los males gran necesidad; que ni tienen trigo, ni dineros, sino el mundo de deudas. Los cuatrocientos ducados, que las deben en Salamanca, y teníanlos para esa casa, que ya lo había dicho nuestro padre, aun plegue a Dios que basten, para que se remedien. Ya he enviado por parte dellos. Han sido muchos los gastos, que allí han tenido, y de muchas maneras. Por eso no querría yo las prioras de las casas de renta muy francas, ni ninguna, que es venirse a perder del todo. La pobre Beatriz ha cargado sobre ella, que ha sido la que ha andado buena, y tiene cargo de la casa, que se la encomendó la madre priora, a falta de hombres buenos, como dicen. Su Majestad me la guarde, que tengo mucho que escribir, y a todas me las haga santas. Son hoy 19 de noviembre.

De vuestra reverencia.

Teresa de Jesús.

6. Huélgome de que lleven ahí tan bien la pobreza, y las provea ansí mi Dios. Bendito sea por siempre. Lo del lino, y lana junto, mas quiero que traigan lienzo, cuando lo han menester, que es abrir puerta para nunca cumplir bien la constitución; y con traer lienzo con necesidad, la cumplen. Esotro dará casi tanto calor, y ni se hace lo uno, ni lo otro, y quedarse han con ello.
Notas


1. Esta carta está muy llena de gracia, y de discreción. En el número primero le nota con la harta sal a la madre María de san José el [240] haber puesto en la que escribió a la Santa, la fecha por letras, y no por guarismo. No la debía de formar muy bien, ni tampoco sabría de cuenta, la que tan poco tendría que contar, y así quitose de cuentos, y puso por letra la fecha, por no errarla. Pero la Santa no se lo pasó en cuenta, y con singular sazón le descubre su falta de humildad en procurar encubrir el defecto. De todo hacían gracia entre sí, para servir con alegría a la gracia del Señor, que así las llevaba a sí.

2. En el número segundo dice discretamente, que vio las cartas, que le remitió abiertas; y todo le contentó, sino el hablar en latín. ¡Oh qué discreto reparo! Porque le pareció a la Santa el latín en una monja presunción, o afectación. La santa sinceridad es la madre de la humildad; y latinizar una monja, que profesa sinceridad, no es seguir el espíritu de la simplicidad, ni de la humildad.

3. Los más entendidos seculares en hablando teología, quedan con más opinión de presumidos, que entendidos; porque es necesario proporción al discurrir, no sólo en los discursos, sino en la misma profesión del que discurre.

Dar documentos de artillería, y fortificación un sacerdote, parece tan mal, como darlos de teología un soldado. Ya cada cosa tiene su proporción conocida: ni el diamante se proporciona al barro, ni el hierro se guarnece bien con oro, ni predica bien el sayal, terciopelo, ni el paño fino, sayal. Como quien dice: Trajes, y razones afectadas, y de seda en profesiones de sayal, es bien propio; y así muy justamente lo corrigió aquí a Santa.

4. En el número tercero trata de confesores con su hija. ¿Qué mucho, si sólo trataban de confesiones? Si para el cuerpo los que cuidan de su salud, no tratan sino de médicos; ¿de qué han de tratar los que sólo tratan de su alma, sino de sus confesores?

5. En el número cuarto dice: Que con todos sus achaques vestía, la túnica de jerga; y que ya comenzaba a ser monja. Por comenzar cada día a ser monja, acabó con ser tan santa. Así se ha de servir al Señor, comenzando cada día, como si aquel día fuera el primero a servirle; y aun el último, pues con pasar así todos los días del año, no tendrá que temer después el último día de la vida, y de sus años.

6. En el número quinto no quiere que sus prioras sean muy francas, porque empeñarán las casas. Y es bien contenerlas, y moderarlas; porque siendo tan grande su caridad, allí ha de ser la moderación, donde está la inclinación: y el dar mucho de lo ajeno, suele ser también más fácil, que justo, ni conveniente.

7. En el número sexto reprueba una mezcla, que había escogido la madre priora, entre el lienzo, y la estameña, para el tiempo de enfermedad. Y la reprueba con alto espíritu; porque es mejor, o lienzo, o lana, que mezcla de lienzo, y lana. Por eso dijo el Espíritu Santo: No juntes en un yugo al jumento con el buey: Non arabis in bove simul, et asino (Dt 22,10). No me hagáis cosas, que parezcan unas, y sean otras; porque soy muy enemigo, que lo que parece, no muestre aquello que es. Cosa, que ni es estameña, ni lienzo (porque es lienzo, y estameña) no le contenta al Señor. Si lo busco lienzo, lo halló estameña; si lo busco estameña, se me vuelve lienzo. [241]

8. Esto sucedió al murciélago, que es tan maldita sabandija. Porque sesteando el león en una cueva, lo vio andar paseando; y díjole: ¿Que cómo no pagaba tributo, siendo animal de la tierra? Comenzó a volar, y decir: Que él no era sino pájaro, y que se lo pagaba al águila. Salió apenas volando de la cueva, cuando encontró con el águila, y díjole: ¿Que cómo no le pagaba el tributo, siendo pájaro? Bajose luego a la tierra, y le dijo, mostrando sus pechos, y su figurita de ratón: Que él no tenía pluma, y que era animal de los de tierra. Conque ni pagó el tributo al águila, ni al león.

Parecer una cosa, y ser dos, suele ser muy peligroso. No gusta dello Dios. O caliente, o frío, dice el Espíritu Santo, no tibio: Utinam frigidus esses, aut calidus: sed quia tepidus es, incipiam te evomere (Ap 3,16); pero porque eres tibio, me obliga a lanzarte del estómago.

9. Aprendió esto la Santa de su padre el celosísimo Elías, cuando dijo a los israelitas: Usquequo claudicatis in duas partes? Si Dominus est Deus sequimini eum: si autem Baal sequimini illum (1R 18,21): ¿Hasta cuándo cojearéis de entrambos pies? Seguid a Belial, o a Dios. No quería santa Teresa, que el hábito de sus hijas cojease a entrambas partes, a la estameña, y al lienzo. No, hijas, no. Sea lienzo, o estameña. Esto de parecer una cosa, y ser otra, trae consigo el engaño en lo interior, y en lo exterior la verdad: y Dios tolera mejor al abiertamente malo, que al disimulado malo, y fingidamente bueno: y así la Santa quiere más la dispensación abierta, que no la relajación disimulada.

Ama Dios muchísimo la verdad. Es enemigo de mezclas. El vicio sólo luego se conoce, y aborrece; la virtud sola luego se ama, y se reverencia: pero mezcla de vicio, y de virtud, que tiene de vicio la fealdad, y malicia, de virtud de la apariencias, es una mezcla malísima.

10. Bien se puede acomodar (dicen algunos) el cielo con el deleite mundano. Holgaos, que aunque os holguéis mucho, es cierto que os salvaréis. Holgaos, dijera yo; mas advertid, que si no lloráis lo holgado, puede ser que os condenéis. Andar mezclado el vicio con la virtud, es mucho peor, que andarse el vicio por su pie sin la virtud.

11. El malo, ya que es malo, conozca que es malo, y vendrá a tener de bueno la luz, con que conoce que es malo; y podrá ser que conociendo lo malo, deje lo malo, y pase a ser santo, y bueno: pero quien siendo malo, afecta siempre que es bueno, con ejercicios de malo, y procura defender, que aquello malo es bueno, y teje una tela de bueno, y malo, es muy malo; porque pasa de la voluntad el vicio al entendimiento. Así se hicieron los Agapetas, y Alumbrados, otros herejes muy sensuales, y perdidos: los cuales comenzaron con espíritu, pero acabaron con carne. Comenzaron con resplandores de santos, y predestinados; y defendiendo sus vicios, acabaron con fuego de condenados.

Vaya el sayal por una parte, y vaya por otra el lienzo. No mezclemos al lienzo con el sayal. Sean las reglas claras, justas, santas, y la vida como mejor se pudiere: que si es mala, tiene por lo menos reglas buenas, de donde se pueda asir al levantarse.

¡Ay de los que falsifican, o derriban las reglas de la virtud, y son monederos falsos! Porque caídos, no tienen de donde asirse, para buscar [242] su remedio. La penitencia nos salva, los deleites nos condenan. No hagamos compatibles deleites, y penitencia; bueno, y malo; Dios y Belial; gustos de tierra, y coronas de gloria, y eternidad.



56

Carta LVI

A la mesma madre María de san José, priora de Sevilla.


1. Jesús sea con vuestra reverencia. ¡Oh mi hija, qué carta me envía llena de buenas nuevas, ansí de su salud, como esa monja, que nos hace tan buena obra, como será pagar la casa! Plegue a Dios no haya algún desmán, harto se lo suplico, que me daría grandísimo contento verlas descansadas. Si entrare, sobrellévela por amor de Dios, que todo lo merece. Yo quisiera harto tener lugar para escribirla largo; mas helo hecho hoy a Ávila, y Madrid, y otras partes, y está la cabeza, cual la mala ventura. Sus cartas he recibido, las que dice. Una que escribí a mi padre el prior de las Cuevas, que la enviaba abierta, para que la viese vuestra reverencia se debe de haber perdido, que no me dice nada. Solas habrán quedado, sin nuestro buen padre.

2. Diga al señor García Álvarez, que ahora ha menester serlo más que hasta aquí. Holgádome he que haya entrado su parienta: encomiéndemela mucho, y a las de Paterna, que las quisiera harto escribir. Envíeles esta, para que sepan que estoy buena, y que me holgué con su carta, y de saber van bien Margarita, y confesor. Que no se espanten no estén luego como nosotras, que es un desatino: ni pongan tanto en que no se hablen, y otras cosas, que de suyo no son pecado: que gente acostumbrada a otra cosa, haralas hacer más pecados, que les quita. Es menester tiempo, y que obre Dios, que será desesperarlas. Harto se lo pedimos acá.

3. El sufrirlas, que la baldonen, es malo; salvo si no es pudiendo hacer que no lo entiende. Es menester, que entiendan las que gobiernan, que dejado el encerramiento, lo demás ha de obrar Dios, y llevarlo con gran suavidad. Él sea con ella, hija mía, y me la guarde, y a todas, y las dé mis encomiendas.

4. A la priora de Paterna (que en todas sus cartas no hace más caso de san Gerónimo, que si allí no estuviese, y quizás hará más que ella) que me diga cómo le va, y a san Gerónimo, que me lo escriba: y a entrambas, que pongan en Dios su confianza, por que acierten en todo; y no piensen que han de hacer nada por sí.

5. Yo estoy buena: la madre priora de Malagón, como suele. Dígame, [243] si llevaba nuestro padre dinero para el camino, que he entendido, que no. Envíele esa carta mía a recaudo, y con brevedad por caridad; mas sea con persona cierta. Harto me pesa, que se vaya el fiscal de ahí. Parece quiere Dios, que él solo se vea que lo hace. Al prior del Carmen dé vuestra reverencia mis encomiendas, y a mi buen fray Gregorio que me escriba. Son hoy 17 de enero. Año de 1577. Y yo

Sierva de vuestra reverencia.

Teresa de Jesús.

6. En gracia me han caído sus Maitines. Yo creo que irían bien, que siempre ayuda el Señor a la más necesidad. No me deje de escribir, aunque no esté ahí nuestro padre. Yo no lo haré tantas veces, aunque sea sino por los portes.
Notas.


1. Es esta carta para la misma madre priora de Sevilla, y antes de la segunda tribulación. Alégrase de que haya remedio, para pagar aquella casa, con el ingreso de una monja; porque la Santa quería a sus hijas pobres, pero no empeñadas. Tenía bonísimo gusto en esto: pues la pobreza es alegría, pero el empeño congoja. La pobreza le da al hombre libertad; el empeño servidumbre. El pobre canta alegre delante de los ladrones: Cantat vacuus coram latrone viator; pero el empeñado llora, y se aflige: y si no paga pudiendo, y aun algunas veces no pudiendo, es tenido por ladrón.

2. Honesta cosa es (dice el filósofo moral) la pobreza alegre. Y añade: Antes si es alegre, no es pobreza: Honesta res est laeta paupertas: imo non est paupertas, si laeta est (Séneca). Nada desto puede decir el empeñado: porque no es pobre alegre, sino siervo triste del que debe.

3. Por eso Salomón no quiso pedir empeños, ni pobreza: Divitias, et paupertatem ne dederis mihi; sed tantum victui meo tribue necessaria (Pr 30,8). Como si dijera: Señor, no necesidad, ni empeño; sino sustento, vestido. No quiero riquezas; mas tampoco quiero empeños. No me sobre lo superfluo; pero tampoco me falte lo necesario.

4. Este convento de Paterna, que aquí insinúa la Santa, no sé que hoy lo haya en la religión: puede ser que lo pasasen a otra parte.

5. Aquí dice una máxima excelente, y aun dos, y aun tres. La primera: Que cara a cara no sufra baldones el superior; porque sería esta humildad dañosa: pues por poner en muy alto la humildad, se echa por el suelo el mando, y la autoridad; y más conviene esto, que aquello para el gobierno espiritual de las almas. Es discurso de san Gregorio: Non dum immoderatius custoditur virtus humilitatis, solvantur jura regiminis (D. Gregor. in Past. ): No se pierda la autoridad del gobierno, por la humildad del prelado.

6. La segunda: Que es bien disimular el prelado, cuando son los baldones [244] en ausencia. Como si dijera: Tal vez conviene dejar decir, por que nos dejen hacer. Así decía Sixto V cuando en algo lo murmuraban: Dejadlos decir, pues que nos dejan hacer. Porque andar averiguando chismes de ausencia, y a caza de descuidos de la lengua, destruye en los superiores el obrar, por corregir el decir.

7. La tercera, aún es mejor que estas dos: Que no sean muy gobernadoras las preladas: ni lo quieran todo corregir, y gobernar. Dentro del mismo gobierno, y sin salir de los límites de la obediencia, es menester dejar al alma en su libertad, para que obre religiosa, gustosa, y voluntaria, lo que no hace con tanto gusto, violenta.

8. Con esto se le atribuye la gracia, lo que quiere tomar para sí esta nuestra miseria, o naturaleza. Querríamos nosotros, que fuesen nuestros súbditos buenos, porque nosotros se lo mandamos; y mejor es que sean buenos, porque se lo manda Dios: si bien se lo manda por nosotros, y somos el instrumento de Dios. Algunas veces amamos más el mandar, que el mejorar: y quiero que sirva a Dios, por que me obedezca a mí. No así, no; sino que a mí me obedezca, sólo porque sirva a Dios.

Dios es el que ha de obrar en el convento, no la priora. Dios ha de obrar en el obispado, no el obispo; porque todo es bien que lo hagamos en el nombre de Dios, y por Dios: y sea Dios el obispo, y pastor del ganado del obispo, y obispado. Debemos las reglas generales.

9. Anden las cosas, por mayor, conforme lo mandan las constituciones: pero el gobernar, por menor, en cada cosa, y en cada acción, no es de la priora, ni del prelado, sólo es de Dios. El prelado pida a Dios: trátelo con Dios: acuda a Dios, para que él gobierne por menor, lo que el prelado no es bastante a gobernar, sino sólo por mayor. Muestre dulzura, agrado, vigilancia, celo, discreción, y todo con amor, y caridad, y verá como, sin que parezca que el gobierna, lo gobierna todo Dios.



57

Carta LVII

A la mesma madre María de san José, priora de Sevilla.

Jesús.


1. La gracia del Espíritu Santo sea con vuestra reverencia, mi hija. Con tan buenas nuevas, y con tantos regalos, como ahora me envió, razón fuera alargarme mucho; al menos diérame harto contento: sino que como la escribí ayer, y el trabajo deste invierno de cartas ha venido a enflaquecer la cabeza de suerte, que he estado bien mala. Mejor estoy harto; y con todo casi nunca escribo de mi letra, que dicen es menester para sanar del todo.

2. Su manera de oración me contenta mucho; y el ver que la tiene, y que la hace Dios merced, no es falta de humildad; conque entienda, que no es suyo, cómo lo hace; y se da ello a entender, cuando la oración [245] es de Dios. Harto le alabo, de que vaya tan bien, y procuraré dar las albricias que pide. Ruegue a Dios, que yo sea tal, que me oiga.

3. En la de Beatriz, bueno es; mas lo más que pudiere, dé de mano a esas cosas en pláticas, y en todo. Sepa que va mucho en las prioras. No trató aquí la hermana san Gerónimo deso; porque luego la atajó la priora, y riñó, y ansí calló: y va ve, que cuando estuve yo allá, tampoco pasaba mucho adelante. No se si hicimos mal, en que saliese de entre nosotras. Plegue a Dios que suceda en bien. Mire si hallaran el papel para la priora las otras, ¿qué cosa fuera? Dios le perdone a quien la manda escribir. Nuestro padre quisiera la escribiera con rigor en ese caso. Lea esa carta que la escribo, si le pareciere, enviésela. Hácelo en extremo bien en no consentir, que hablen con nadie.

4. De Veas me escribe la priora, que solos los pecados tratan con uno, y se confiesan todas en media hora; y me dice, que ansí habían de hacer en todos cabos, y andan consoladísimas, y con gran amor con la priora, como lo tratan con ella. Podía vuestra reverencia decir, que pues en este caso tengo alguna experiencia, ¿que para qué han de buscar los que quizá no tienen tanta, sino escribirme? Y en esa tierra conviene más, que en ninguna. A la hermana san Francisco haga que dé carne a esa, en saliendo Cuaresma, y no la deje ayunar. Quisiera saber qué es esto que dice, que le hace Dios tanta fuerza, que no se declara. Mire el trabajo, andar ahora con esos llantos delante de las otras, y que la vean escribir a cada paso. Procure eso que escribió, enviármelo, y quítele la esperanza de que ha de tratar con nadie, sino con nuestro padre; que la han destruido.

5. Entienda, que allí se entiende (aún menos de lo que vuestra reverencia piensa) este lenguaje; aunque siendo en confesión, y con el padre Acosta, no puede venir daño. Mas yo sé bien, que a ella, menos que a otras conviene. Bien está eso que se manda en Paterna, de dar alguna anchura, aunque valiera más no se haber comenzado, sino lo que había de ser. Que en estas cosas de reforma, si con voces alcanzan algo, luego les parece ansí lo han de alcanzar todo. Muy bien hizo en avisarles anduviesen en comunidad.

6. Como no escribo de una vez esta no sé, si me he de olvidar de responder a algo. Esos cerrojos llevan; que como ellos están acá en las rejas del coro, y no me parece son menester más pulidos. Aunque yo veo que ella no se contentará, mas pase como acá, que no se tienen por más groseras, y mejor es cerrojillos, que otra cosa; que yo no entiendo, qué cerraduras pide. Los crucifijos se están haciendo; creo costarán a ducado. [246]

7. Ahí van esas respuestas; que envié a mi hermano a preguntar esa pregunta, y concertaron los que ahí van responder en san José, y que allá lo juzgasen las monjas; y el obispo hallose presente, y mandó que me lo enviasen que lo juzgase yo. Aún para leerlo no estaba la negra cabeza. Muéstrelo al padre prior, y a Nicolao; mas hales de decir lo que pasa; que no lean la sentencia, hasta que vean las respuestas. Y si pudiere, tórnemelo a enviar, porque gustará nuestro padre; que ansí hicieron en Ávila, para que lo enviase, aunque no sea este camino del arriero.

8. Esa carta le envío, que me escribió mi hermano; y desas mercedes, que le hace Dios, son muchas las que me escribe. Esa hallé a mano, porque creo se holgará, pues le quiere bien. Rómpala luego, y quédese con Dios, que no acabaría con ella, y háceme mal. Su Majestad me la haga santa. Son hoy 2 de marzo. Año de 1577.

Sierva de vuestra reverencia.

Teresa de Jesús.

Agradézcame ir esta de mi letra, que aun para san José de Ávila no lo he hecho.

Notas.


1. En esta carta en el número primero dice la Santa sus indisposiciones; particularmente la flaqueza, que le resultó de escribir tantas cartas. Dirá el político: ¿Pues para qué escribió tanto, que le hiciesen mal a la salud necesaria para el buen gobierno de sus monjas?

2. La respuesta es: Porque amaba a sus monjas más que a su salud; y la salud en los santos ha de ser como el dinero, que se ha de gastar, y no se ha de guardar. Guardada, y no empleada, aunque se acomoda el cuerpo, daña el alma. Gastada, y empleada, aprovecha a las almas, y a su alma. Si nos hemos de morir, guardándola para nosotros, y gastándola en el servicio de Dios; ¿cuánto es mejor aventurarla por Dios, y gastarla en el servicio de Dios?

Todavía, así como el dinero se ha de gastar, pero no desperdiciar, se ha de hacer lo mismo con la salud; porque es grande el daño de guardarla sobrado, en los perezosos; y el de desperdiciarla sobrado en los fervorosos.

3. En el número segundo aprueba su manera de oración; y le advierte, que no tenga por malo conocer la merced, que Dios le hace; como le dé gracias por ello. Y la razón es: Porque negarle a Dios las gracias del beneficio, por huir del conocimiento del beneficio, es humildad imperfecta. Dios echa menos las gracias de las mercedes que hace. Y cuando curó los diez leprosos, y volvió sólo el uno a agradecerlo, dijo: None decem mundati sunt? Et novem ubi sunt? (Lc 17,17). ¿No curé a diez? ¿Pues en dónde están los nueve? No hubo más que este, [247] que volviese a dar las gracias al Señor, y hubo de ser forastero. Non est qui rediret, et daret gluriam Deo: nisi hic alienigena.

4. En el número tercero habla de alguna religiosa, a quien debía de hacer algún confesor suyo escribir las mercedes que Dios la hacía, y sentíalo muchísimo la Santa, y aun la priora. La cual decía a esta, y a otras, que no anduviesen comunicando este género de cosas por afuera, y más acabadas de salir de una tribulación, arriesgándose a otras. Y es discretísima máxima de gobierno, por ser muy peligrosa cosa en cualquiera, ser coronista de sí mismo, y escribir su misma vida.

5. Un emperador gentil escribió lo que obraba; pero fue tan ambicioso, que de ciudadano, su ambición le hizo tirano. No así san Juan el evangelista, que era la misma humildad; y nunca, cuando hablaba de sí alguna cosa de honor, quiso nombrarse; sino que decía: Aquel discípulo, a quien amaba Jesús; no decía: Yo Juan,a quien amaba Jesús; sino: Aquel discípulo (Jn 15,23, et c. Jn 21,20). Busquen otros quién es aquel discípulo, pero él no se ha de nombrar.

Santa Teresa para escribir su vida, fue necesario se lo mandasen por obediencia; y como se ve en la carta que escribió al remitirle a su confesor, que es la XV de este Epistolario, sintió mas haber escrito las mercedes, que las culpas.

6. En el número cuarto vuelve a confirmar la máxima de que aunque confiesen con uno los pecados, pero el modo de espíritu, si él no entiende ese lenguaje interior, lo comuniquen con quien lo entienda; porque si no, sucederá lo que decía san Pablo: Si nesciero virtutem vocis, ero ei, cui loquor, barbarus (1Co 14,11): Que no entendiendo su lengua los que se hablan, son bárbaros de sí mismos. No a todos da Dios el don de discernir los espíritus, y es menester grande espíritu, para conocer espíritus.

7. En el número quinto confirma esto del lenguaje espiritual; y habla del padre Acosta, que era un religioso místico de la Compañía. Y hablando de las monjas de Paterna, dice: Ha sido bien darlas alguna dilatación; pero que no había de ser a su instancia, sino prevenida de la suavidad de la priora, dándosela antes que se la pidiesen. No hay duda, que cuando al súbdito se le da, porque lo pide, le pagan; si es cuando no lo pide, le dan; y esto estima más que aquello, y es mejor; y esto aconseja la Santa.

8. En el número sexto le envía unos cerrojos, para las rejas; y dice con gracia: Que no eran pulidos; pero que pasasen, pues no eran más groseras las de su casa, y los usaban. En los silicios no echaba menos san Hilarión la limpieza, y curiosidad; ¿qué haría en los cerrojos la Santa? También le envía unas imágenes del Señor; y esto lo refiere entre las rejas, y los cerrojos; porque, para tolerar los cerrojos, y las rejas, es todo el consuelo el Señor; y porque haciéndolo todo por el Señor sobran los cerrojos, y las rejas.

9. San Benito a un santo anacoreta, que estaba atado a una cadena de hierro, se la quitó, y le dijo, se hiciese siervo de Dios, mas atado de la cadena de Cristo, que es su amor, que de la cadena de hierro: Si servus Dei es, teneat te catena Christi, et non catena ferri. Como si dijera: ¿Qué cerrojo, qué cadena para hacer su voluntad, como el amor [248] de Jesús? Pero en las santas religiones las cadenas, y cerrojos, y rejas tienen encerrados a los cuerpos; mas el amor a las almas.

10. En el número sétimo, donde dice: Ahí van esas respuestas, habla de las que dieron el venerable padre fray Juan de la Cruz, y los demás conferentes en el certamen de aquel espiritual mote, Búscate en mí. Cuya censura dio materia a la carta quinta. Y en esta declara la Santa todo el suceso como allí queda referido.




Teresa III Cartas 53