AGUSTÍN-SOLILOQUIOS 2033

CAPÍTULO XX: COSAS VERDADERAS Y COSAS RECORDADAS. PERCEPCIÓN SENSIBLE E INTELIGIBLE


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34. A.- Me atengo a lo que dices y haré con gusto lo que me mandas. Pero declárame con brevedad antes de terminar este volumen la diferencia que hay entre la verdadera figura, tal como es concebida por la inteligencia, y la que se forja con la imaginación, fantasía o "fantasma" que dicen los griegos.

R.- Pides la comprensión de una cosa para la cual se requiere una gran pureza intelectual, y no te hallas suficientemente ejercitado para ello, si bien sólo buscamos con estos mismos rodeos tu preparación y ejercicio, a fin de que te habilites para contemplar la verdad. Sin embargo, brevemente te expondrá cómo puede demostrarse la diferencia que hay. Figúrate que te has olvidado de una cosa y otros quieren traértela a la memoria y te dicen: "¿Es esto o aquello?", profiriendo cosas diversas como si fueran semejantes. Y tú no atinas en lo que deseas recordar, y con todo, ves que no es lo que te sugieren. Cuando ocurre esto, ¿se trata de un olvido completo en ti? ¿No forma parte de cierto recuerdo el mismo discernimiento que haces entre lo que buscas y lo que te proponen?

A.- Así parece.

R.- Todavía éstos no ven la verdad, pero están libres del engaño y del error y saben lo que buscan. Pero si alguien te dice que tú a los pocos días de nacer te reíste, no tendrás por falso lo que te dicen, y si el testigo merece fe, no lo recordarás, pero lo creerás, pues el tiempo de tu infancia está sepultado bajo un pesadísimo olvido. ¿No es así?

A.- Ciertamente.

R.- Este olvido se diferencia mucho de aquel otro, el cual ocupa como un término medio. Pues todavía hay otro más vecino y próximo al recuerdo y reconocimiento de la verdad. Se asemeja a lo que nos ocurre cuando vemos alguna cosa y reconocemos ciertamente que la hemos visto alguna vez y aseguramos que la conocemos; nos esforzamos por recordar dónde, cuándo y cómo y con quién ha llegado a nuestra noticia. ¿Se trata de una persona? Buscamos también dónde la hemos conocido; y cuando ella nos lo recuerda, de repente, todo nos vuelve a la memoria como una luz, y sin ningún esfuerzo todo lo reproducimos. Esta clase de hechos, ¿te es desconocida u oscura?

A.- Nada más manifiesto, porque han sido objeto de repetida experiencia.


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35. R.- Tales son los que están bien instruidos en las artes liberales, las cuales, al aprenderlas, las extraen y desentrañan, en cierto modo, de donde estaban soterradas por el olvido, y no se contentan ni descansan hasta contemplar en toda su extensión y plenitud la hermosa faz de la verdad que en ellas resplandece. Pero de allí se levantan y se mezclan ciertos falsos colores y formas, con que se empaña el espejo del pensamiento, engañando a los que indagan la verdad y haciéndoles creer que allí está todo cuanto buscaban. Son ilusiones que se han de evitar con suma cautela, porque son falaces y cambian al variar el espejo del pensamiento, mientras que la faz de la verdad es única e invariable. Así, por ejemplo, la imaginación te pintará, cuadrados de diferente magnitud, como presentándolos ante los ojos; pero la mente interior, amiga de la verdad, debe volverse, si puede, a aquella razón según la cual juzga de la cuadratura de las figuras.

A.- ¿Y si nos dice alguien que ella juzga también según lo que ve por los sentidos?

R.- Entonces, ¿por qué juzga, si está bien instruida, que una esfera perfecta sólo tiene un punto de contacto con un plano ideal? ¿Quién ha visto o puede ver con los ojos semejante cosa, pues ni con la misma imaginación puede representarse? ¿Y no experimentamos las mismas dificultades cuando pretendemos pintar en la imaginación un círculo inconcebiblemente pequeño y en él trazamos los radios al centro? Pues si trazamos dos, separados por una distancia que apenas puede punzarse con la punta de una aguja, ya nuestra imaginación se declara incapaz de representarse otras que sin ninguna confusión lleguen al centro; pero la razón enseña que pueden trazarse otras innumerables, pasando por increíbles angosturas de espacio y sin tocarse más que en el centro, de modo que en el intervalo de cada línea podría inscribirse un círculo. A esto no llega la imaginación, que falla aún más que los ojos, por donde han entrado en el alma; por tanto, cosa manifiesta es que las imágenes de la fantasía difieren grandemente de la verdad y que aquélla es objeto de visión sensible y ésta no.


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36. Todo esto se tratará más copiosa y sutilmente cuando discurramos acerca de la inteligencia, empeño que hemos acometido y se realizará cuando queden discutidos y declarados los temas que nos atraen acerca de la vida del alma. Pues tengo para mí que te causaría grande pena que la muerte humana, aun sin acabar con el alma, la redujese al olvido de todas las cosas y hasta de la verdad que hemos averiguado.

A.- No se puede ponderar bastante lo temible de ese mal. Porque ¿cuál sería la vida eterna o qué muerte no habría de preferirse a ella, si allí se vive como el alma, por ejemplo, de un recién nacido, para no hablar de la vida uterina, pues también hay vida allí?

R.- Anímate; Dios nos asistirá, como ya lo experimentamos, a quienes buscamos y promete después de la muerte corporal un reposo beatísimo y la posesión completa de la verdad sin engaño.

A.- Cúmplase nuestra esperanza.



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