Ireneo, Contra herejes Liv.1 ch.5

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1.4.3. Creación previa del Demiurgo


5,1. De esta manera, pues, habrían surgido los tres elementos: el primero es el material (hylico) nacido de la pasión, el segundo es el psíquico surgido de la conversión, y el tercero el espiritual dado a luz por ella (Achamot); de modo que ella se abocó a darles la forma. Pero no fue capaz de dar forma al elemento espiritual (pneumático), porque tenía su misma substancia. Entonces se volvió a formar el elemento nacido de la conversión, que es la substancia psíquica, de acuerdo con las enseñanzas del Salvador. En primer lugar, según dicen, de la substancia psíquica formó al (Dios y) Padre y Rey de todas las cosas que le son consubstanciales, o sea las psíquicas, a las cuales llaman "la derecha"; y también a las que provienen de la pasión y de la materia, a las cuales llaman "la izquierda". Dicen que formó todos los seres que vienen después de él, impulsado en secreto por su Madre. Por este motivo lo llaman "Padre-Madre (Metropátora)", "Sin Padre (Apátora)", "Demiurgo" y "Padre". Lo llaman Padre de los seres de la derecha, (493) o sea de los psíquicos; Demiurgo de los seres de la izquierda, o sea de los materiales y Rey de todos. Porque dicen que este Deseo, queriendo hacer todas las cosas en honor de los Eones, fabricó imágenes de éstos; o, mejor dicho, el Salvador los hizo por su medio. Ella (Achamot) conservó la imagen del Padre invisible desconocida para el Demiurgo; así como éste la imagen del Hijo Unigénito, y los Arcángeles y Angeles hechos por él, las imágenes de los demás Eones.

5,2. De esta manera él (Demiurgo) se convirtió en Dios y Padre de todo cuanto existe fuera del Pléroma, siendo el Hacedor de todos los seres psíquicos y materiales. Separando las dos sustancias que se hallaban mezcladas; y a partir de las incorpóreas hizo las corporales; fabricó los seres celestes y terrestres y se convirtió en Demiurgo de las cosas psíquicas y materiales, derechas e izquierdas, ligeras y pesadas, que suben o que bajan. De esta manera, dicen, el Demiurgo hizo siete Cielos sobre los cuales él habita. Por eso también lo llaman "Semana" (Hebdomáda o sea séptima), mientras que a la Madre dan el nombre de Ogdóada (es decir octava), o sea a Achamot, que conserva el número de la Ogdóada basica y original, que es la del Pléroma. Estos siete Cielos, según dicen, son inteligentes, los cuales, según ellos enseñan, serían (496) los Angeles. El Demiurgo también sería un Angel, pero semejante a un Dios. Igualmente al Paraíso, que quedaría encima del tercer cielo, lo llaman el cuarto Arcángel en poder, y Adán habría recibido de éste alguna cosa, cuando permaneció en ese cielo.

5,3. También afirman que el Demiurgo creyó haber fabricado todas las cosas por sí mismo; pero hizo las cosas de Achamot (68): pues fabricó el cielo sin que lo supiera Cielo, y plasmó al ser humano en la ignorancia de Hombre, así también la tierra sin que Tierra estuviese informada. Igualmente en todas las cosas ignoró los modelos de los seres que hacía, e incluso ignoró a la Madre misma, imaginando que él lo era todo. El motivo de haber actuado así, dicen, fue su Madre que quiso producirlo, pues lo hizo Principio y Cabeza de su substancia, y Señor de todas sus obras. A esta Madre ellos la llaman Ogdóada, Sabiduría, Tierra, Jerusalén, Espíritu Santo, así como también Señor, en masculino. Ella ocupa la Región Intermedia (Mesótes), (497) porque está por sobre el Demiurgo, pero debajo y fuera del Pléroma hasta la consumación (del mundo).

5,4. Ellos dicen que la substancia material se sustenta de tres pasiones: el temor, la tristeza y la ansiedad. Del temor y la conversión tomaron su fundamento los seres psíquicos. De la conversión sacó su origen el Demiurgo. Y del temor brotaron las demás substancias psíquicas, de los animales irracionales y de los seres humanos. Y por este motivo (el Demiurgo), pues los seres espirituales eran demasiado elevados para que pudiese conocerlos, se imaginó que él era el único Dios. Por eso dijo por los profetas: "Yo soy Dios y fuera de mí no hay ningún otro" (
Is 45,5 Is 46,9).

Enseñan, además, que de la tristeza fueron elaborados los "espíritus del mal" (Ep 6,12): de ella sacaron su origen el Diablo, al que ellos llaman "Soberano del mundo" (Kosmokrátor), los demonios y todos los seres malvados. Pero dicen que el Demiurgo es el hijo psíquico de su Madre, en cambio el Soberano del mundo es una creatura del Demiurgo. Sin embargo, el Soberano del mundo sí comprende las cosas que existen por encima de él, porque es espíritu, por más que sea del mal; en cambio el Demiurgo las ignora, porque es una substancia psíquica. Y dicen que la Madre habita en un lugar celeste, es decir en la Región Intermedia (Mesóti), mientras el Demiurgo reside en un lugar celeste, es decir (500) en la Semana, y el Soberano del mundo radica en nuestro mundo.

Del espanto y la angustia (pues son sentimientos pesados) brotaron los seres corporales: la tierra del estado de terror, el agua del movimiento del temor, el aire de la concetración de la tristeza. El fuego, por su parte, se halla en todos ellos para engendrar la muerte y la corrupción; así como la ignorancia se halla escondida en las tres pasiones.

1.4.4. Creación de los tres tipos de hombres


5.5. Una vez fabricado el mundo, también hizo al ser humano, "sacado de la tierra" (69) (Gn 2,7 1Co 15,47). No lo hizo de tierra seca, sino tomando algo de la substancia invisible, de la materia difusa y fluida, en la cual sopló el elemento psíquico. Este es el hombre hecho "a imagen y semejanza" (Gn 1,26). Ante todo según la imagen es el hombre hylico (70): cercano, pero no consubstancial a Dios (71). (501) Según la semejanza es el hombre psíquico, a cuya substancia se le llama "espíritu de vida" (Gn 2,7), porque surge de un fluido espiritual. Y, dicen ellos, en tercer lugar la "túnica de piel" (Gn 3,21): ésta sería la carne sensible.


5.6. Respecto al parto de su Madre Achamot, que engendró cuando contemplaba los Angeles que rodean al Salvador, era consubstancial a su Madre, pneumático, pero el Demiurgo lo ignoró, porque fue colocado en él de modo secreto, sin que él lo advirtiera, a fin de que fuese sembrado en la psyche que de él provenía y en este cuerpo material. Gestado de esta manera en estos elementos y desarrollado como en un vientre, estaría preparado para recibir el Deseo perfecto. Así pues, como dicen, quedó oculto al Demiurgo el hombre pneumático (72) que había sido sembrado por la Sabiduría en su soplo (Gn 2,7), con inefable poder y providencia. Así como él ignoró a su Madre, así también desconoció su esperma al que llaman Iglesia, que es una imagen de la Iglesia que está en las alturas. De esta manera pretenden ellos que se haya originado el hombre que en ellos existe: recibió la psyche del Demiurgo, el cuerpo del lodo y la carne de la materia; (504) pero el hombre pneumático surgió de su Madre Achamot.

(68) El Demiurgo se cree el Creador, porque no se ha dado cuenta de que Achamot (la Madre Sabiduría) actúa por él. Los gnósticos suelen hacer muy mal favor al Demiurgo: es ignorante (ver III, 6,3), y por eso presuntuoso. Adelante veremos cómo, porque no conoce al Padre, se ha creído el único Dios, y así lo reveló en el Antiguo Testamento.

(69) Choïkón: "el terreno". Es la misma etimología de los nombres del ser humano en hebreo: Adam ("terreno") de Adamá ("tierra"); así como del latín Homo, de humus. Difícil traducir con precisión: Choûs es el barro: choikòs, hecho de barro.

(70) Según ellos el ser humano está compuesto de materia (hyle), alma (psyché) y espíritu (pneûma). Según predomine uno u otro de estos elementos, hay tres clases de seres humanos: el hylico, en el que predomina el elemento material; el psíquico, en el que predomina el alma o principio de vida; y el pneumático, en el que predomina el espíritu.

(71) Dios, en este caso el Demiurgo, ser psíquico, a cuya imagen fueron hechos los seres psíquicos.

(72) El Demiurgo (psíquico) es tan ignorante, que ni siquiera es capaz de conocer a los seres espirituales (pneumáticos), como los gnósticos presumen serlo: por tal motivo éstos no están sujetos a ese Creador (Marción lo confunde con el Yahvé del Antiguo Testamento) ni a su ley (ver II, 19,2). Los seres materiales no pueden salvarse porque jamás conocerán la Verdad; a los psíquicos les queda la esperanza de vencer sus pasiones y de ser instruidos por los gnósticos en la doctrina del Dios desconocido (ver I, 6,2). Los espirituales (pneumáticos) ya están salvados por naturaleza, por la gnosis del Dios desconocido.


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1.4.5. Destino de los tres tipos de hombres


6.1. Son tres, pues, los tipos de hombre: el primero es material (hylico), al que llaman "de izquierda", que por necesidad perece, el cual es incapaz de recibir ningún soplo de incorrupción. El animado (psychico) (73), también llamado "de derecha", que queda entre el material y el espiritual, que se inclinará hacia el lado que lo arrastre su propensión. Y el espiritual (pneumático), que fue enviado al animado a fin de que, estando en éste, lo educase. Este elemento espiritual, dicen ellos, es "la sal" y "la luz del mundo" (
Mt 5,13-14). En efecto, el hombre psíquico necesitaba una educación por los sentidos. Con este objeto el mundo habría sido fabricado y el Salvador habría venido al lado de este hombre animado (psíquico), porque es libre, para salvarlo. Porque, dicen ellos, él ha tomado las primicias de lo que debía salvar: de Achamot el elemento espiritual, del Demiurgo el vestido psíquico (es decir el animado) que es Cristo: por motivo de la Economía (74) se le preparó un cuerpo formado con substancia psíquica, (505) pero dispuesto con un arte inefable para que pudiera ser visto, palpado y sufrir. En cambio nada tomó del (hombre) material, porque éste nada tiene que pueda salvarse. La consumación vendrá cuando todo lo espiritual esté perfectemente formado mediante la gnosis. Estos son los hombres espirituales (pneumáticos), que han adquirido el perfecto conocimiento de Dios y a quienes Achamot ha iniciado en los misterios. Ellos pretenden ser estos hombres. (75)

6,2. También hay enseñanzas psíquicas, que son las que han recibido los hombres animados (psychicos), es decir aquellos que, mediante la fe sencilla y las obras han sido confirmados, pero no tienen la gnosis perfecta: éstos somos los hombres que, según ellos, formamos la Iglesia (76). Por eso nos hace falta una buena conducata, pues de otra manera no podremos salvarnos. En cambio enseñan que ellos no se salvan por las obras, sino que, por el hecho de ser de naturaleza espiritual, automáticamente se salvan. Porque, así como lo que nace del lodo es incapaz de acoger la salvación -por no tener potencia de recibirla-; de igual manera lo que por naturaleza es espiritual -y de esta clase pretenden ser ellos- es incapaz de corromperse, (508) sean cuales fueren sus actos. Sucedería como con el oro, que aun cuando caiga en el lodo no pierde su belleza; sino que conserva su naturaleza, pues el lodo es incapaz de dañar al oro. De igual manera, dicen, ellos no pueden sufrir ningún daño ni perder su sustancia espiritual, aunque se hundan en cualesquiera obras materiales.

6,3. Por eso los que entre ellos ya son "perfectos", sin vergüenza alguna hacen lo que quieren, aun todas las acciones prohibidas, de las cuales la Escritura afirma: "Quienes tales cosas hacen no heredarán el Reino de Dios" (Ga 5,21). Comen, si se les antoja, la carne inmolada a los dioses, pues imaginan que nada puede dañarlos. En todas las fiestas paganas, si les viene en gana, son los primeros en gozar de las fiestas a los ídolos, de modo que no se abstienen ni siquiera de los espectáculos que son una indignidad ante Dios y ante los seres humanos, como las luchas homicidas de los gladiadores entre sí o con las fieras. Algunos de ellos sin freno alguno sirven a los placeres de la carne, excusándose en que los carnales entregan lo que en ellos hay de carnal a los carnales, y los espirituales lo espiritual a los espirituales. Otros de entre ellos en oculto han corrompido a mujeres a quienes enseñan esta doctrina: muchas de estas mujeres a quienes ellos han logrado convencer, lo han confesado junto con otros errores una vez que se han convertido a la Iglesia. Otros de ellos abiertamente y en forma descarada, cuando se apasionan por una mujer, la separan de su esposo para casarse con ella. Otros más, mostrando al principio mucha seriedad, han hecho creer que cohabitaban con ella como hermano (509) y hermana, hasta que pasando el tiempo ha aparecido que la hermana estaba preñada del que se decía su hermano.

6,4. Mientras hacen muchas otras acciones vergonzosas e impías, se ríen de nosotros, que por temor de Dios nos abstenemos de pecar incluso en nuestros pensamientos y palabras, teniéndonos por ignorantes e idiotas. En cambio presumen de ser los perfectos y la semilla de elección. Nosotros, como nos echan en cara, hemos recibido sólo el uso de la gracia, y por eso nos será quitada; en cambio ellos poseen con derecho propio una gracia que ha descendido de arriba, de un matrimonio (77) inefable e innombrable, y por eso siempre se les dará más (Lc 19,26). Para lograrlo ellos deben siempre meditar en el misterio de la unión sexual. Esto es lo que predican a los insensatos con estas palabras: "Cualquiera que viva en el mundo (Jn 17,11), si no ha amado a una mujer hasta unirse con ella, ese tal no pertenece a la Verdad (Jn 18,37) ni caminará hacia la Verdad; en cambio aquel que es del mundo (Jn 17,14-16), si se ha unido a una mujer, no habitará en la Verdad, porque se ha unido a ella por concupiscencia". Por ello nosotros, (512) a quienes llaman psíquicos y, según ellos, pertenecemos a este mundo, tenemos que observar por fuerza la continencia y realizar buenas obras para que podamos llegar al Lugar Intermedio. En cambio ellos, que a sí mismos se llaman espirituales y perfectos, de ningún modo lo necesitan (78); porque no son las obras lo que lleva al Pléroma, sino la semilla sembrada de lo alto que, aunque es pequeña, acá abajo llega a hacerse perfecta.

(73) Nótese que, según los gnósticos, la psyche (que llamamos "alma"), es lo que caracteriza a los hombres "animados", es decir, a aquellos en los que predomina el elemento alma.

(74) Oikonomía es una palabra que leeremos constantemente en San Ireneo: en la teología cristiana significa el proyecto salvífico de Dios en favor del hombre. En la traducción dejaremos de ordinario la palabra transliterada: Economía, aunque algunas veces aparecerá como "plan de Dios", o "disposición divina".

(75) Los seres humanos hílicos (materiales) por naturaleza no son salvables: al morir quedarán en la tierra y se quemarán con ella al final de los tiempos. Los psíquicos (dotados de alma), si son justos, podrán habitar en la Región Intermedia con el Demiurgo. Los pneumáticos (espirituales) por naturaleza están salvados y habitarán en el Pléroma: no necesitan una conducta moral recta.


(76) La verdadera Iglesia es la pneumática (la de los gnósticos): es la Iglesia celeste. La terrena (la de los comunes buenos cristianos, seres psíquicos) es sólo una pálida imagen de la verdadera. Por eso la gente ignorante debe convertirse a su Iglesia si quiere salvarse.

(77) La palabra que usan es sydzygía: matrimonio, connubio, unión sexual.

(78) Los psíquicos, si quieren salvarse, deben observar la ley de la abstención del sexo con cualquier mujer, pues lo hacen por pasión de la carne. Los gnósticos, como viven en el espíritu (son pneumáticos por naturaleza), pueden practicar todas las acciones sexuales que deseen, pues ya se han liberado del cuerpo.


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7,1. Cuando todo el esperma se haya vuelto perfecto, su Madre Achamot pasará del Lugar Intermedio al interior del Pléroma, y recibirá como esposo al Salvador que ha sido hecho por todos los Eones; a fin de que se consume el matrimonio entre el Salvador y la Sabiduría, que es Achamot. Estos son "el esposo y la esposa" (
Jn 3,29), mientras que la cámara nupcial será todo el Pléroma. Entonces los espirituales, que se han despojado de sus almas y convertidos en espíritus puramente intelectuales, entrarán en el Pléroma para convertirse en esposas de los Angeles que forman el entorno del Salvador. A su vez el Demiurgo pasará al lugar de su Madre la Sabiduría, que es el Intermedio. (513) También las almas de los justos descansarán en el Lugar Intermedio; pues nada psíquico puede ingresar dentro del Pléroma. Una vez que todo esto se haya realizado, el fuego escondido en la tierra se encenderá y apoderándose de toda la materia la consumirá, y él mismo, consumiéndose con ella, irá a la nada. El Demiurgo, según dicen, no ha sabido nada de esto antes de que el Salvador viniese.
1.4.6. Variante sobre el Cristo y el Salvador


7,2. Algunos de ellos también andan diciendo que (el Demiurgo) engendró a un Cristo hijo suyo, pero psíquico, el cual habría hablado por los profetas. Este sería el que pasó por María como agua por un tubo (79), sobre el cual descendió del Pléroma en el bautismo el Salvador en forma de paloma (Mt 3,16 Lc 3,22); también Achamot habría sembrado en él la semilla espiritual. De donde se sigue que, si hemos de creerles, nuestro Señor estuvo compuesto de cuatro elementos, reproduciendo en sí la imagen de la primera y primordial Quaterna (Tetraktys): de elemento pneumático emitido de Achamot; de psíquico, proveniente del Demiurgo; de la Economía, hecho con arte inefable; y del Salvador, o sea la paloma que descendió sobre él. Y dicen que fue siempre impasible -pues no podía padecer, siendo invisible e incomprensible-. Por eso, cuando fue conducido a Pilato, (516) se le quitó el Espíritu de Cristo que se le había sembrado (80). Pero según ellos tampoco padeció el semen que provenía de la Madre; porque era espiritual e invisible aun para el Demiurgo. Por lo tanto habría padecido sólo el Cristo psíquico, el que por la Economía fue elaborado misteriosamente, a fin de que por medio de él la Madre manifieste la imagen del Cristo superior, el cual extendió los brazos en la Cruz y al que Achamot dio la forma de la substancia: todas estas cosas, dicen, serían figura de aquéllos (seres superiores).

7,3. Igualmente predican que las almas que recibieron de Achamot el semen, son mejores que las otras; por eso el Demiurgo más las ama, sin saber por qué son superiores, pues se imagina que de él mismo salieron. Por ese motivo las eligió para ser profetas, reyes y sacerdotes. Pretenden que este esperma mucho habría hablado por medio de los profetas, porque es de naturaleza superior; así también la Madre habría dicho muchas cosas acerca de lo alto; y aun el Demiurgo reveló muchas cosas por medio de las almas que él había hecho (81). De este modo ellos dividen las profecías, enseñando que unas son enseñanzas de la Madre, otras del esperma, otras del mismo Demiurgo. Y lo mismo pasa (517) con Jesús: dicen que una parte proviene del Salvador, otra de la Madre, otra del Demiurgo, como expondremos más adelante.

7,4. El Demiurgo, ignorando las cosas superiores a él, quedó admirado de lo que se decía, pero lo atribuyó unas veces a una causa, otras veces a otra: o al Espíritu profético que tiene un propio movimiento, o al hombre, o a una combinación de elementos inferiores. De esta manera se mantuvo en la ignorancia hasta la venida del Salvador. Mas cuando vino el Salvador, de él aprendió todo lo que se había dicho, y con alegría se le unió con todo su poder (82). El sería el centurión que en el Evangelio dijo al Salvador: "Yo tengo bajo mi poder servidores y soldados, y ellos hacen lo que les digo" (Mt 8,9 Lc 7,8). El llevará a cumplimiento la Economía del mundo hasta el tiempo oportuno, sobre todo por el cuidado que tiene de la Iglesia y por el conocimiento del premio preparado, ya que habrá de pasar al lugar de la Madre.

7,5. Enseñan, pues, que son tres los tipos de seres humanos: los pneumáticos, los psíquicos y los terrenos (83), como fueron Caín, Abel y Set, de modo que éstos representan las tres naturalezas, no (520) de hombres concretos, sino de toda la raza humana. El terreno va directo a la corrupción. El psíquico, si elige las cosas mejores, descansará en el Lugar Intermedio; pero si elige las más bajas, también acabará como aquellas cosas de las que se ha hecho semejante. Achamot, en cambio, desde el principio hasta hoy siembra a los hombres pneumáticos en las almas justas, para educarlos y desarrollarlos aquí en la tierra; a fin de entregarlos después, una vez hechos perfectos, como esposas a los Angeles que forman la guardia del Salvador, mientras sus almas necesariamente quedarán en el Lugar Intermedio para hallar su reposo eterno junto con el Demiurgo. Finalmente distinguen las almas en buenas y malas por naturaleza: las almas buenas son las capaces de recibir la semilla; en cambio las de naturaleza mala nunca podrán ser capaces de acogerla.

(79) Para los gnósticos no hay verdadera encarnación del Cristo psíquico en un cuerpo (hílico, hecho de barro, y por tanto insalvable). Por este motivo sólo "apareció" como un hombre de tierra (de aquí viene su docetismo), y para parecer como tal, pasó por el seno de María sin tomar ni desprender nada de ella: como agua por un tubo dejándolo seco (ver III, 11,3; 16,1 V, 1,2). Doctrina muchas veces condenada por los Padres de la Iglesia (por ej. S. Gregorio Nacianceno, Carta 101: PG 37, 180). En el siglo III (probablemente de origen gnóstico maniqueo) tomó la forma: "pasó por el seno de María como un rayo de luz a través de un cristal" (ver su refutación en S. Atanasio, Carta a Epicteto 5: PG 26, 1057).

(80) El Cristo pneumático descendió sobre Jesús en el bautismo y volvió a ascender al Pléroma cuando éste fue conducido a Pilato: el crucificado fue el Jesús sobre el que había descendido el Cristo psíquico; pero en realidad éste sólo sufrió en apariencia. Ni vale para ellos el argumento de que si Cristo no murió verdaderamente no somos salvados, porque para ellos la cruz sólo es un símbolo de la liberación de las pasiones (del hombre psíquico) para salvarse por el conocimiento o gnosis (del pneumático).

(81) Las profecías son de diverso valor, según su origen: 1º algunas provienen del semen superior; 2º otras de la Madre; y 3º del Demiurgo (psíquico, creador de este mundo). Para ciertos gnósticos, este último sería el que inspiró a los profetas del Antiguo Testamento: por eso les conceden un valor tan bajo.

(82) "Con todo su poder", es decir, con todos sus servidores, como se aclara por la cita del Evangelio que sigue.

(83) La más clara expresión de la antropología gnóstica: el hombre está compuesto de cuerpo, alma y espíritu. Según predomine en cada ser humano uno de estos elementos, será un hombre hílico, psíquico o pneumático.

(84) Nótese el orden ascendente: el Anuncio, la Doctrina y la Tradición, que constituyen la verdad de la enseñanza.


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1.4.7. La Escritura al servicio de sus teorías


8,1. Esta es su teoría, que ni los profetas anunciaron, ni el Señor enseñó, ni los Apóstoles transmitieron (84). Y, sin embargo, ellos se glorían de haber recibido de estas cosas un conocimiento más elevado que todas las demás personas. Todo el tiempo citan textos que no se hallan en las Escrituras (85) y, como se dice, fabrican lazos con arena. Y no les preocupa acomodar a sus doctrinas, de una manera confiable, (521) sea las parábolas del Señor, sea los dichos de los profetas, sea la predicación de los Apóstoles. Lo único que tratan de hacer es que sus creaciones no parezcan carecer de pruebas. Por eso enredan el orden y el texto de las Escrituras, y en cuanto pueden separan los miembros (del cuerpo) de la verdad. Transponen y transforman todo y, mezclando una cosa con otra, seducen a muchos mediante la fantasiosa composición que fabrican a partir de las palabras del Señor.

Como si un hábil artista hiciese con toda precisión en un rico mosaico el hermoso retrato de un rey, y luego alguien, para destruir su imagen, arrancase fragmentos de piedra y los volviese a acomodar formando otra figura mal dibujada, por ejemplo de un perro o una zorra; y luego dijese que ese es el bello retrato del rey que el famoso artista había hecho. Ese hombre mostraría las piedras (las mismas que el primer artista había hábilmente acomodado para trazar los rasgos del rey, pero con las cuales el segundo con toda vileza había formado la figura de un perro), para engañar a los más simples que no conocen los rasgos del rey, haciéndoles creer que esa detestable imagen de zorra es su auténtico retrato. Del igual manera esa gente, después de haber juntado fábulas de viejas, añadiéndoles en seguida textos, (542) frases y parábolas pretendieron acomodar a sus mitos la Palabra de Dios. Ya hemos hecho notar los pasajes de la Escritura que ellos aplican a los seres que habitan dentro del Pléroma.

8,2. Veamos ahora los textos de las Escrituras que ellos pretenden atribuir a los sucesos que han tenido lugar fuera del Pléroma. El Señor, alegan, vino a sufrir en los últimos tiempos del mundo, a fin de mostrar la pasión del último de los Eones, para de esta manera dar a conocer el fin para el que fueron hechos los Eones. La niña de doce años, hija del jefe de la sinagoga a la que el Señor, cuando se le rogó, despertó de entre los muertos (
Lc 8,41-42), era, según explican, figura de Achamot a la cual Cristo, colocándose encima de ella, le dio forma y la hizo sentir la Luz que la había abandonado. Que el Salvador se le mostró cuando se hallaba como un aborto fuera del Pléroma, lo diría Pablo en su primera Carta a los Corintios: "Por último también a mí se me dejó ver como a un abortivo" (1Co 15,8). Y la venida del Salvador a Achamot, junto con sus acompañantes (los Angeles), quedaría claramente manifiesta en la misma carta, cuando dice: "Conviene que la mujer tenga puesto el velo en la cabeza por respeto a los Angeles" (1Co 11,10); porque, cuando el Salvador se acercó a ella, Achamot se echó el velo en su cara llena de vergüenza como lo habría indicado Moisés cubriéndose la cara con un velo (Ex 34,33-35 2Co 3,13). (525) Y dicen que el Señor señaló los sufrimientos por los que ella había tenido que pasar, cuando dijo desde la cruz: "¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?" (Mt 26,46 Ps 22,2), las cuales harían memoria de cuando la Luz abandonó la Sabiduría y el Límite le impidió lanzarse hacia lo alto; su tristeza, cuando dijo: "¡Triste está mi alma!" (Mt 26,38); y su temor cuando dijo: "Padre, si es posible, pase de mí este cáliz" (Mt 26,39); y su angustia y consternación, cuando dijo: "No sé qué decir" (Jn 12,27).

8,3. También prueban que hay tres clases de seres humanos, de esta manera: los hílicos estarían incluidos en estas palabras que respondió al que le decía: "Te seguiré": "El Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza" (Mt 8,19-20 Lc 9,57-58). El psíquico, en aquello que contestó al que le decía: "Te seguiré, pero primero déjame ir a despedirme de mi familia": "Ninguno que pone la mano en el arado y se vuelve atrás, es digno del Reino de los cielos" (Lc 9,61-62); (528) pues dicen que un hombre de este tipo pertenecía a los mediocres, al cual se le parecía aquel joven que confesaba haber hecho muchos deberes de justicia, pero que luego no quiso seguirlo, sino que, impedido por las riquezas para volverse perfecto (Mt 19,16-22), dicen que se movía dentro del mundo de los psíquicos. Y el pneumático estaría indicado en aquello que dijo: "Deja a los muertos sepultar a sus muertos, tú ve y anuncia el Reino de Dios" (Mt 8,22 Lc 9,60), y también en el publicano Zaqueo a quien dijo: "Baja de prisa, porque hoy debo quedarme en tu casa" (Lc 19,5): estos hombres pertenecerían al tipo de los pneumáticos (86). También dicen que en la parábola de la levadura que la mujer escondió en tres medidas de harina, se esconden los tres tipos de seres humanos. La mujer sería la Sabiduría, y las tres medidas de harina, los tres tipos de hombres: espiritual, animado y terreno. El fermento sería el Salvador.

Igualmente Pablo se habría referido claramente a los terrenos, psíquicos y espirituales. En un lugar dice: "Como es el terreno, así son los terrenos" (1Co 15,48). En otro pasaje: "El hombre animal no percibe las cosas del Espíritu" (1Co 2,14). En otro texto: "El hombre espiritual todo lo juzga" (1Co 2,15). "El hombre animal no percibe las cosas del Espíritu" lo habría afirmado del Demiurgo, el cual, siendo psíquico, no conoció ni a la Madre espiritual ni su semilla ni los Eones que habitan en el Pléroma. Y como el Salvador (529) asumió las primicias de los que había de salvar, Pablo dijo: "Y si las primicias son santas, también lo será la masa" (Rm 11,16): la primicia designa, según ellos, aquello que es pneumático; la masa somos nosotros, o sea la Iglesia psíquica. El Salvador, dicen, asumió la masa y la elevó en sí mismo, porque él era la levadura.

8,4. Y que Achamot se extravió del Pléroma, el Cristo la formó y el Salvador la buscó, afirman ellos que está indicado cuando dijo que había venido a buscar la oveja perdida (Mt 18,12-13 Lc 15,4-7). Porque la oveja errabunda significaría a la Madre errante, la cual sembró la Iglesia terrena; su pérdida sería su permanencia fuera del Pléroma, en medio de sufrimientos, de los cuales se habría originado la materia. La mujer que limpió toda la casa hasta encontrar la dracma (Lc 15,8-10), dicen que describe a la Sabiduría superior, la cual, habiendo perdido su Intención, después de algún tiempo, limpiando todas las cosas con la venida del Salvador, la volvió a encontrar, porque habría regresado al interior del Pléroma.

Acerca de Simeón, que "recibió en sus brazos a Cristo y dio gracias a Dios diciendo: Ahora, Señor, deja a tu siervo ir en paz según tu palabra" (Lc 2,29), dicen que es figura del Demiurgo, el cual, una vez venido el Salvador, le hizo posible cambiar de lugar, y dio gracias al Abismo. Y en Ana, de la cual el Evangelio (532) afirma que "había vivido con siete maridos" (Lc 2,36-38), pero luego había permanecido viuda el resto de sus años hasta que vio al Salvador, lo reconoció y habló de él a todos, claramente estaría representada Achamot: ésta, habiendo visto durante un instante al Salvador junto con todos sus acompañantes, durante todo el tiempo que siguió habitó en el Lugar Intermedio, esperando su segunda venida y renunciando al matrimonio. Incluso su nombre estaría indicado en lo que dijo de ella el Salvador: "La sabiduría ha quedado justificada en sus hijos" (Lc 7,35), y también Pablo: "Hablamos de la sabiduría a los perfectos" (1Co 2,6). En cuanto a los matrimonios que se celebran en el Pléroma, Pablo se habría referido a ellos, cuando dijo acerca de uno: "Este es un gran misterio, hablo de Cristo y de la Iglesia" (Ep 5,32).

8,5. Además enseñan que Juan, el discípulo del Señor, habría dado a conocer la primera Ogdóada. Estas son sus propias palabras: Juan, el discípulo del Señor, queriendo exponer el origen de todas las cosas, es decir el modo como el Padre las ha emitido, comenzó estableciendo un Principio que fuera como el cimiento, o sea el Primogénito de Dios, por lo cual lo llamaron el Hijo y el Dios Unigénito: en él el Padre sembró todas las cosas a modo de semilla. Este Principio a su vez emitió al Verbo y, en él, toda la substancia de los Eones, a los cuales el mismo Verbo dio forma posteriormente. Y como Juan habla de los orígenes, es claro que parte del Principio, es decir del Hijo, (533) y elabora la doctrina del Verbo. Dice así: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba ante Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio ante Dios" (Jn 1,1-2).

Al inicio distingue tres cosas: Dios, el Principio y el Verbo; en seguida los une. Lo hace para mostrar la emisión de ambos, es decir del Hijo y del Verbo, y en seguida la unidad que hay entre ambos y de ambos con el Padre. El Principio, en efecto, se origina del Padre y está en el Padre, y el Verbo proviene del Principio y está en el Principio. Por eso habría dicho justamente: "En el Principio estaba el Verbo", porque estaba en el Hijo. "Y el Verbo estaba ante Dios", porque es el Principio. "Y el Verbo era Dios" en consecuencia: pues lo que ha nacido de Dios es Dios. "El estaba en el Principio ante Dios", muestra el orden de la emanación. "Todo fue hecho por él, y sin él nada ha sido hecho" (Jn 1,3), pues el Verbo es la causa de la formación y generación de los Eones que después de él vinieron. "Y lo que a sido hecho en él era la Vida" (Jn 1,3-4): estas palabras significan el matrimonio, pues en él ha sido hecha toda Vida. Luego ésta, que ha sido hecha en él, le es más cercana que las cosas que fueron hechas por él: pues está con él y por él produce fruto. Por eso dice: "Y la Vida era la luz de los hombres" (Jn 1,4): (536) con esta palabra "hombres" dio a entender la Iglesia terrena, pues con este solo nombre quería indicar la comunión del matrimonio, ya que del Verbo y la Vida son engendrados el Hombre y la Iglesia. A la Luz la llamó la Vida de los hombres, porque los iluminados por ella son los formados y manifestados.

Pablo dijo lo mismo: "Todo lo que se manifiesta es luz" (Ep 5,13). Porque la Vida manifestó y engendró al Hombre y la Iglesia, se le llama su Luz. Mediante estas y otras palabras Juan claramente dio a entender la segunda Cuaterna (Tetráda), el Verbo, la Vida, el Hombre y la Iglesia. Pero también insinuó la primera Cuaterna. Pues hablando del Salvador y enseñando que él dio forma a todas las cosas fuera del Pléroma (87), al mismo tiempo descubre que este Salvador es el fruto de todo el Pléroma. Pues lo llama "Luz que brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no lo recibieron" (Jn 1,5) porque, a pesar de haber armonizado él todas las cosas que fueron hechas de la pasión, éstas no lo conocieron. También lo llama Hijo y Verdad y Vida, y añade que el Verbo se hizo carne, cuya gloria hemos visto, y se trataba de la gloria del Unigénito, que el Padre le concedió, llena de Gracia y de Verdad. Pues Juan dice lo siguiente: (537) "Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de Gracia y de Verdad" (Jn 1,14). Estas palabras describirían con toda exactitud la primera Cuaterna: el Padre, la Gracia, el Unigénito y la Verdad. Por eso Juan habría dicho acerca de la Ogdóada, primera Madre de todos los Eones: pues se habló del Padre, la Gracia, el Unigénito, la Verdad, el Verbo, la Vida, el Hombre y la Iglesia. Esto dice Ptolomeo (88).

(85) Lit. "leyendo textos no escritos", es decir, extraños a las Escrituras. S. Ireneo los acusa con frecuencia de que, o modifican a su conveniencia las sentencias bíblicas, o cambian el significado de las palabras, sacándolas de su contexto para, forzándolas, probar con ellas sus doctrinas.

(86) Los hombres hílicos son los que tienen puesta la mira en lo material: dónde reclinar la cabeza. Los psíquicos están representados por el joven rico: a pesar de cumplir la Ley, sigue apegado a la riqueza, no se ha liberado enteramente de la pasión. Los pneumáticos son aquellos en los cuales ya habita el Salvador, "se ha hospedado en su casa", porque tienen el conocimiento (gnosis): para éstos son indiferentes la Ley y las cosas materiales: pueden gozarlas libremente, porque su espíritu ya habita en el conocimiento de las cosas superiores.

(87) Efectivamente, como se dijo en I, 2,6, el Salvador fue formado por todos los Eones.

(88) S. Ireneo parece indicar que todo este párrafo es una cita textual de Ptolomeo, sobre todo por lo que decimos en la nota siguiente.


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Ireneo, Contra herejes Liv.1 ch.5