Cirilo ES 1800

CATEQUESIS IX, DIOS CREADOR DE TODAS LAS COSAS

1800

Pronunciada en Jerusalén sobre lo de "creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible". La lectura es de Job: "¿Quién es este que empana mi proyecto, reteniendo las palabras en su corazón y creyendo esconderse de mí?" (
Jb 38,2 LXX) (1).

No se puede ver a Dios directamente en esta vida


1. No es posible ver a Dios con los ojos de la carne: pues lo que es incorpóreo no puede entrar con estos ojos. Esto lo testifico también el mismo Hijo unigénito de Dios al decir: "A Dios nadie lo ha visto jamás". Pues aunque alguien interpretase lo que está escrito en Ezequiel como si éste tuviese una visión directa, escuche lo que dice la Escritura: "Vio la semejanza de la gloria del Señor" (Ez 1,28), no al mismo Señor, sino a "la semejanza de la gloria", como tampoco directamente a la gloria como ella realmente es. Pero, habiendo contemplado solo una semejanza de la gloria, pero no la gloria misma, cayó a tierra por el miedo. Pero la contemplación de la semejanza de la gloria despertaba en los profetas el temor y la inquietud de que Dios les arrebataría la vida si alguien intentaba contemplarlo directamente, según aquello de que "no puede verme el hombre y seguir viviendo" (Ex 33,20) (2) Por este motivo Dios, por su grandísima bondad, ha extendido los cielos como velo de su grandísima bondad para que no perezcamos. Esta palabra no es mía sino del profeta, que dice: "Ah, sí rompieses los cielos y descendieses ante tu faz los montes se derretirían" (Is 63,19). Y, ¿por qué te admiras si Daniel cayó al suelo tras haber contemplado la semejanza de la gloria? En cierta ocasión vio Daniel a Gabriel, siervo de Dios (3), e inmediatamente se turbo en su ánimo y cayó sobre su rostro. No se abrevio el profeta a responder hasta que el ángel adopto figura de hombre (Da 8,17 y Da 10,15-16). Y si la visión de Daniel suscitaba temor en los profetas, ¿acaso no hubiesen perecido todos si el mismo Dios se hubiese dejado ver cómo es?


Conocimiento a Dios a través de las criaturas

2. No se nos ha dado conocer la naturaleza divina con ojos corporales; pero por las obras de Dios podemos alcanzar una idea de su poder, según lo que dice Salomón: "Pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor" (Sg 13,5) (4). No dice simplemente que por las criaturas se deduzca al creador, sino que añadió: por analogías. Pues Dios parece tanto mayor a cada uno cuanto mayor sea la contemplación de las criaturas adquirida por el hombre. Y cuanto más ha sometido a su propio animo a la contemplación, mayores son el conocimiento y la imagen que tiene del mismo Dios.

No es posible comprender plenamente a Dios

3. ¿Quieres conocer que no es posible llegar a abarcar toda la naturaleza de Dios? Aquellos tres jóvenes que iban camino del fuego exclamaban celebrando a Dios con alabanzas: "Bendito tu, que sondeas los abismos, que te sientas sobre querubines" (Da 3,55). Y ahora te pregunto: "Dime cual es la naturaleza de los querubines y piensa entonces como es aquel que se sienta sobre ellos". Por su parte, el profeta Ezequiel, en cuanto era posible, hizo una descripción de los mismos diciendo: "Tenían cada uno cuatro caras" (Ez 1,6): el primero, de hombre; el segundo, de león; el tercero, de águila; el último, de toro (Ez 1,10). También "cada uno tenía seis alas" (Is 6,2) y ojos por todas partes, y avanzaban como sobre una rueda en cuatro direcciones (Ez 10,11-12). Sin embargo, incluso tras esta descripción del profeta, no podemos llegar por la lectura a comprenderlo todo. Pues si no podemos comprender siquiera el trono que ha descrito, ¿cómo podremos abarcar al Dios invisible e inefable que en él se sienta? Es ciertamente imposible escrutar de modo íntimo la naturaleza de Dios, pero si se puede tributar gloria y honor al que conocemos por sus obras.

De nuevo, la verdadera relación entre Dios Padre y Dios Hijo

4. Estas cosas se os dicen a vosotros del modo consecutivo y ordenado de la fe (5) (6). Y puesto que decimos: "Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible", recordamos así que él es el Padre de nuestro señor Jesucristo y que es el mismo que hizo el cielo y la tierra. De este modo quedamos protegidos frente a las desviaciones de los herejes ajenos a Dios, que se han atrevido a injuriar al sapientísimo creador de todo este mundo: ven con los ojos de la carne, pero están privados de la comprensión de la mente.

Sabiduría previsora de Dios al crear


5. ¿Qué es lo que tienen que criticar en esta obra máxima de Dios? Se deberían haber sentido llenos de estupor al contemplar las curvaturas celestes, adorando así a quien puso el cielo como bóveda y de la naturaleza fluida de las aguas formo la sustancia del cielo. Pues dijo Dios: "Haya un firmamento en medio de las aguas" (Gn 1,6). Una sola vez lo dijo Dios y se mantiene sin caerse. El cielo es agua, pero son de fuego los seres clavados en él, el sol, la luna y las estrellas. Pero, ¿cómo se mueven en el agua estos seres ígneos? (7) (8) Si a alguno le vienen dudas a causa de las naturalezas contrarias del fuego y del agua, acuérdese del fuego que, en tiempo de Moisés, ardió en medio del granizo (Ex 9,23) y considere la sapientísima disposición de Dios en la creación. Pues ya que las aguas eran necesarias para la marcha posterior de la tierra, preparo en lo más alto un cielo de agua para que, cuando las regiones celestes necesitaran de la irrigación por lluvias, el cielo se encontrase preparado y dispuesto para ello por su naturaleza.

El admirable orden del universo, de las estaciones y del mundo

6. Entonces, ¿qué? ¿No habrá que admirarse de la construcción del sol? Pues, apareciendo con la modestia de una vasija, contiene una enorme energía: apareciendo por el Oriente, emite luz hasta el Occidente. Decía el salmista describiendo sus salidas matutinas: "Y él, como un esposo que sale de su tálamo" (Ps 19). Con dulzura se describía así el modo a la vez esplendoroso y suave como comienza a derramar su luz sobre los hombres. Y cuando el sol se encuentra en pleno centro del día, a menudo huimos de él por el excesivo calor, pero en su salida ha alegrado a todos cuando hace su aparición como "el esposo". Considera la posición del sol, que es plenamente la adecuada, si bien no la ha establecido él mismo, sino el que con su mandato determino su curso. En verano se encuentra en su máxima altura, los días se hacen más largos, dando oportunidad a los hombres para sus trabajos. En invierno, sin embargo, limita su carrera, de modo que la época del frio no se prolongue sino que las noches, haciéndose más largas, sirvan de ayuda a los hombres para su descanso y para que la tierra produzca sus frutos. Mira también como los días se suceden unos a otros en el orden adecuado: se alargan en verano y en invierno se acortan, pero en la primavera y el otoño se hacen agradables los días con una duración semejante; e igualmente hacen las noches. De todos ellos dice el salmista: "El día al día comunica el mensaje, y la noche a la noche transmite la noticia" (Ps 19,2). Es como si clamaran ante unos herejes que no quieren oír y, en medio de su orden admirable, dijeran que no hay otro Dios que el que creo y dispuso los confines del mundo poniéndolo todo en orden.

El sabio ritmo del día y de la noche

7. Que nadie haga mención de quienes dicen que uno es el creador de la luz y otro el de las tinieblas (9). Recuerde las palabras de Isaías: "Yo (Yahvé) modelo la luz y creo la tiniebla" (Is 45,7). ¿Por qué, pues, te encolerizas con éstas? ¿Por qué soportas tan mal el tiempo que te ha sido dado como descanso? El siervo no conseguiría de sus señores descanso alguno de sus trabajos si las tinieblas de la noche no le trajesen la tregua. ¿Y cómo es que con tanta frecuencia, fatigados del trabajo del día, es por la noche como nos rehacemos? Y el que el día anterior se dio a sus trabajos, por la mañana aparece robusto y ágil por el descanso nocturno. ¿Y qué mejor que la noche para conducir a la sabiduría? Pues en ella meditamos muy a menudo en lo que se refiere a Dios; en ella nos dedicamos a la lectura y la contemplación de los divinos oráculos. ¿Cuándo se esfuerza nuestra mente con mayor tenacidad en entonar los salmos o en derramar nuestras suplicas? (10). ¿No es acaso cuando es de noche? ¿Y cuándo, si no en la noche, recordamos con más frecuencia nuestros pecados? No admitamos por tanto, perversamente, que existe otro autor para las tinieblas, pues la experiencia demuestra que también ellas son buenas y muy útiles.

La luz de las estrellas, el sol y la luna

8. Convendría que éstos (los mencionados) se asombraran y admirasen no solo de la grandeza del sol y de la luna, sino también de las ordenadas danzas y el libre movimiento de las estrellas, al que nada perturba mientras cada una de ellas aparece en el momento oportuno. Y como unas son signo del verano y otras del invierno: unas indican el comienzo de la siembra y otras el de la época de la navegación. Y es precisamente el navegante, que se mueve en las inmensidades de extensas olas, el que dirige su barco mediante la observación de las estrellas. De todo esto dice señaladamente la Escritura: "Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y valgan de señales para solemnidades, días y años" (Gn 1,14), pero no para fabulas sobre astrología y genealogía (11).

Advierte también de qué modo tan hermoso nos va dando Dios la luz del día poco a poco. Pues no vemos que el sol salga de modo repentino, sino que primeramente aparece una luz limitada para que, preparándose las pupilas, puedan captar la fuerza cada vez mayor de los rayos solares. Considera también como mitiga las tinieblas nocturnas con la suavidad del resplandor de la luna.

Dios, Señor de los elementos y fenómenos naturales

9. ¿Quién es el padre de la lluvia? ¿Quién hizo las gotas del rocío? ¿Quién concentro el vapor en las nubes ordenando que sostuviesen el agua de las tormentas? ¿Y acaso no hace acercarse desde el norte a nubes vestidas de un aéreo resplandor, mientras según los momentos va haciendo cambiar su aspecto y su forma en figuras distintas del mundo o de cualquier otro género? ¿Quién hay que pueda numerar con conocimiento de causa a las nubes? Sobre ello se dice en el libro de Job: "¿Quién tiene pericia para contar las nubes? ¿Quién inclina los odres de los cielos?" (Jb 38,37). Y aquello otro: "El cuenta a las nubes con su sabiduría" (Jb 26,8 LXX) y las nubes no son "un velo opaco" para él (cf. Jb 22,14). Gran cantidad de agua se contiene en las nubes, pero no se rompen, pues aquella cae a tierra en perfecto orden. ¿Quién es el que saca a los vientos de sus depósitos? (Ps 135,7). ¿Quién es, como antes dijimos, el que produce las gotas de rocío? (cf. Jb 38,28). ¿De qué útero sale el hielo? (Jb 38,29). Porque, aunque es una sustancia acuosa, tienen las propiedades de la piedra. A veces incluso el agua se convierte en "nieve como la lana", pero otras se somete a la voluntad de aquel que "esparce la escarcha cual ceniza" (Ps 147,16). Pero en ocasiones se convierte en sustancia pétrea. Y desde luego somete y gobierna al agua según su voluntad. La naturaleza del agua es única, pero está dotada de un poder y una eficacia múltiples. El agua en las vides es vino que alegra el corazón del hombre, es en los olivos aceite que da brillo al rostro del hombre y pan que fortalece el corazón del hombre (Ps 104,15), como es también capaz de convertirse en toda clase de frutos.

Variedad de la creación

10. Ante esto, ¿qué habrá que hacer? ¿Habrá que proferir insultos contra el Hacedor del mundo o habrá más bien que adorarlo? Y no hablo de las cosas ocultas de su sabiduría. Quisiera más bien que contemplaras la primavera, reteniendo la variedad de sus flores que todas son iguales y a la vez distintas: el purpura de la rosa y la excelsa blancura del lirio. Pues, aunque ambos proceden de la misma lluvia y del mismo suelo, ¿quién es el que las hace distintas y las construye? Quisiera también que consideraras qué habilidad del único artífice es la que hace que árboles de la misma clase sirvan a veces para dar sombra y a veces para desparramarse en frutos diversos. Una parte de la vid se destina a la quema, otra a convertirse en renuevos, otra en follaje, otra en horquillas y, por fin, una última en uvas. Asómbrate también, en una cana, de la amplitud del espacio que su autor puso entre sus nudos. En un mismo terreno salen serpientes, jumentos, árboles, alimentos, oro, plata, cobre, hierro, piedra. Una es la sustancia de las aguas, y salen de ellas las especies de los peces y de las aves, de manera que unos nadan en el agua mientras las aves vuelan en el aire.

La inmensidad del mar, dominada por el Creador

11. "Ahí está el mar, grande y de amplios brazos, y en él, el hervidero innumerable de animales, grandes y pequeños" (Ps 104,25). ¿Quién podrá exponer la hermosura de los peces que ahí viven? ¿Quién la magnitud de los cetáceos o la naturaleza de los animales anfibios que viven tanto en la tierra árida como en el agua? ¿Quién puede exponer la profundidad y la hondura del mar o el inmenso ímpetu de las olas? Se mantiene, sin embargo, dentro de los límites que le ha fijado quien le dijo: "Llegaras hasta aquí, no más allá..., aquí se romperá el orgullo de tus olas" (Jb 38,11). Explica claramente el mandato que se le ha impuesto el hecho de que las olas, al retirarse, dejan una línea visible en las orillas. A los que la ven se les indica así que el mar no habrá de pasar de los límites establecidos.

El vuelo excelso de las aves

12. ¿Quién puede captar la naturaleza de las aves del cielo? ¿Cómo es que unas poseen una lengua experta en el canto, mientras otras poseen una gran variedad de colores en sus plumas y algunas, como las aves de presa, se mantienen, en medio del vuelo, inmóviles en el aire? Pues es por mandato de Dios por lo que "el halcón emprende el vuelo, despliega sus alas hacia el sur" (Jb 9,26). ¿Qué hombre percibe como "se remonta el águila" a "las alturas" (Jb 39,27). Pues si con toda tu capacidad de pensar no puedes darte cuenta de cómo las aves se elevan a lo alto, ¿cómo podrás entonces abarcar con tu mente al autor de todas las cosas?

Diversidad y enseñanzas del mundo animal

13. ¿Quién ha llegado a saber simplemente los nombres de todas las fieras? ¿Y quién se ha dado cuenta de la naturaleza de cada una de ellas y de su fuerza? Pero si ni siquiera conocemos sus nombres, ¿cómo podremos abarcar a su autor? Uno fue el precepto de Dios, por el que dijo: "Produzca la tierra animales vivientes de cada especie: bestias, sierpes y alimañas terrestres de cada especie" (Gn 1,24). Por un único mandato brotaron, como de una única fuente, las diversas clases de animales: la mansísima oveja, el león carnicero. Por su parte, movimientos diversos de animales irracionales reflejan una variedad de inclinaciones humanas: la zorra, por ejemplo, expresa la perfidia humana; la serpiente, a los que hieren a sus amigos con dardos venenosos; el caballo que relincha, a jóvenes voluptuosos (12). Sin embargo, la hormiga diligente sirve para estimular al negligente y al perezoso. Pues cuando alguien, en su juventud, vive en la desidia y el ocio, los mismos animales irracionales le estimulan según el mismo reproche que recoge la Escritura: "Vete donde la hormiga, perezoso, mira sus andanzas y te harás sabio" (Pr 6,6). Pues cuando veas que guarda alimentos para el tiempo oportuno, imítala y recoge para ti mismo como tesoros, para la vida futura, los frutos de las buenas obras. Por otra parte: "Ponte a la obra y aprende qué trabajadora es" (Pr 6,8 LXX) (13). Observa cómo, recorriendo toda clase de flores, produce miel para tu servicio, para que también tu, haciendo el recorrido por las Sagradas Escrituras, consigas tu salvación eterna y, saciado por ellas, digas: "¡Cuan dulce al paladar me es tu promesa, más que miel a mi boca!" (Ps 119,103).

Cualidades diversas de animales salvajes

14. ¿Acaso, pues, no es el Creador digno de toda alabanza? ¿O es que, porque tú no conozcas la naturaleza de todas las cosas, han de ser por ello inútiles los seres creados? ¿Puedes, quizá, llegar a conocer las cualidades de todas las hierbas? ¿O eres capaz de aprender qué utilidad tiene lo que proviene de cualquier animal? Pues es cierto que incluso de las víboras venenosas proceden ciertos antídotos para la salud de los mortales. Pero me dirás: las serpientes son cosa horrenda. Teme al Señor y no podrá hacerte daño. El escorpión cobra fuerza al picar: teme al Señor y no te picara. El león esta sediento de sangre: teme al Señor -como en cierta ocasión Daniel (Da 6,23)- y (el león) permanecerá tranquilo junto a ti. Realmente son de admirar las fuerzas de los mismos animales: unos clavan con el aguijón, mientras la fuerza de otros reside en sus dientes; los hay que luchan con sus garras; la fuerza, por último, del basilisco reside en su mirada. Por las diversas cualidades de su obra puedes, pues, comprender la capacidad del Creador.


La misma maravilla del cuerpo humano

15. Pero hay otra cosa que desconoces: hay algo muy distinto entre ti mismo y los animales que están fuera de ti, porque tú puedes entrar dentro de ti mismo y conocer por tu propia naturaleza al Creador. Pues, ¿qué es lo que hay en tu cuerpo que sea digno de reprensión? Practica la continencia y nada en tus miembros será malo. En un principio Adán está desnudo en el paraíso juntamente con Eva. Por sus miembros, desde luego, no era digno del oprobio ni del rechazo. Por tanto, causa del pecado no son los miembros, sino aquellos que se sirven mal de ellos (14). Sabio es, sin embargo, el que creo los miembros. ¿Quién es el que preparo el hueco del útero para la procreación de los hijos? ¿Quién dio vida en él al feto inanimado? ¿Quién realizó la conexión de los nervios y los huesos y los rodeó con la piel y la carne? ¿Quién ha hecho que, nada más nacer, el niño tome la leche de los pechos de su madre como de su fuente? ¿Cómo se convierte el infante en niño y el niño en joven, más tarde en hombre y, por último, ese mismo se vuelve anciano, sin que además nadie sea capaz de advertir que sea en momentos precisos cuando esos cambios se producen? ¿Cómo se convierte una parte del alimento en sangre, otra parte se integra en la propia carne y otra parte se desecha? ¿Quién es el que hace que el corazón se mueva con movimiento continuo? ¿Quién tan sabiamente protegió la suavidad de los ojos con el movimiento de los parpados? Pues ciertamente los grandes libros de los médicos apenas trataron suficientemente de la admirable estructura de los ojos. ¿Quién hizo la distribución de la respiración por todo el cuerpo? Ves ahí, oh hombre, la sabiduría del autor que todo lo hizo (15).

Conclusión: Dios desde sus obras

16. Nuestras palabras ya han explicado todo esto con bastante amplitud, aunque pasando por alto muchas cosas y dejando también otras más, sobre todo de carácter incorpóreo e invisible, para que odies a quienes injurian al sabio y buen artífice. Y por lo que se ha dicho y leído, que tú mismo podrás recordar y meditar, entenderás de modo análogo, por la magnitud y belleza de las criaturas, al autor de las mismas (cf. de nuevo Sg 13,5). Doblando piadosamente tu rodilla ante el autor de todas las cosas, sensibles y racionales, visibles e invisibles, con expresión de agradecimiento, de recuerdo y de bendición, alabaras a Dios con los labios y el corazón diciendo: "¡Cuan numerosas tus obras, Yahvé! Todas las has hecho con sabiduría" (Ps 104,24). A ti el honor, la gloria y la magnificencia ahora y por lo siglos de los siglos. Amén.

NOTAS

(1) Las palabras de Dios son una queja, desde la sabiduría del Creador, contra la petulancia del hombre.

(2) Tampoco en esta ocasión tiene desperdicio la nota de la Biblia de Jerusalén a este versículo.

(3) El ángel Gabriel.

(4) Sg 13,1-9 es uno de los más conocidos pasajes bíblicos que exponen la posibilidad de llegar a Dios a través de las criaturas, fruto de la potencia divina. Conviene recordar que, aunque Pablo utiliza relativamente poco este modo de argumentar, son muy conocidas sus indicaciones al respecto en Rm 1,19-20, versículos seguramente inspirados en Sg 13,1. Sg 13,6 puede haber inspirado también la redacción de Ac 17,27.

(5) Mas literal: "análogamente" o "de modo análogo", con lo que, empleando Cirilo un término abstracto de corte filosófico, no se establece simple igualdad o identidad entre Dios y las criaturas, sino analogía, que la tradición filosófica cristiana tan bien ha sabido distinguir de la univocidad y de la equivocidad ontológica.

(6) Se refiere al orden en que se encuentran las afirmaciones del Credo.

(7) Al reafirmar la realidad de Dios como "Padre de nuestro Señor Jesucristo", insistiendo una vez más, al mismo tiempo, en que es creador de todo, se hace resaltar otra vez la enseñanza cristológica y trinitaria de Nicea.

(8) Conviene señalar, a la hora de entender lo que la catequesis de Cirilo enseña sobre la creación, que una cosa es la afirmación fundamental contenida en los dos relatos de la creación del libro del Génesis (en Gn 1,1-2,4 y Gn 2,4-25) de que el mundo no tiene su origen en sí mismo, sino en Dios, y otra cuestión distinta es el modo como se hace la descripción del universo en esos mismos capítulos y, en general, en los autores antiguos, bíblicos o extrabíblicos, o en los mismos autores cristianos de la antigüedad. La exposición del universo, como es el caso también de Cirilo, pone en el centro a la tierra y no al sol. El sol, la luna y las estrellas, en este mismo cuadro, son poco más que meros adornos muy interesantes del "cosmos". Sin embargo, esto no invalida en absoluto la afirmación bíblica fundamental, que también lo es aquí de Cirilo como de toda la tradición cristiana: el universo debe su origen a algo más grande y distinto de él, a lo cual llamamos "Dios".

(9) De nuevo, los maniqueos, y de nuevo alusión a su concepción de la lucha eterna entre los dos principios también eternos y antagónicos del bien y del mal.

(10) Puede ser una simple alusión a la facilidad ambiental de dirigirse a Dios en la oración y en el silencio de la noche, pero es también muy probable que Cirilo tenga en su mente las vigilias de oración, frecuentes en las iglesias palestinas de su época (cf. PG 33,646, nota 7).

(11) Tt 3,9 recomienda expresamente que se eviten las "discusiones necias, genealogías"; tal vez a cuestiones parecidas se refiere la advertencia de 2Tm 3,7 frente a algunos "que siempre están aprendiendo y no son capaces de llegar al pleno conocimiento de la verdad". Las frecuentes alusiones de Pablo al ambiente pseudorreligioso especialmente en Col 2-reflejan el medio en el que tuvo que desenvolverse la Iglesia del Nuevo Testamento, en el cual competían muy diferentes concepciones de lo divino y en el que era muy fácil verse simplemente en una atmosfera de extendido relativismo. Este ambiente todavía perdura en la antigüedad ya tardía de mediados del siglo IV, cuando se pronuncian las catequesis de Cirilo.

(12) De manera algo lejana, Podría haber aquí una alusión a Jr 5,8 y su contexto.

(13) Refiriéndose a la comparación con la actividad de las abejas.

(14) Tras la descripción de la caída, señala Gn 3,7 que "entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores". La intención evidente del texto sagrado es hacer presente que es precisamente por el pecado que está en el hombre por lo que éste se siente tentado a hacer mal uso de toda la realidad creada, incluyendo en ella su propio cuerpo. Pero ni su cuerpo ni sus miembros son de por si malos.

(15) Desde casi el comienzo de este núm. 15 ("¿qué es lo que hay en tu cuerpo que sea digno de reprensión?..."), existe una variante del texto transmitido, contenida en el códice de una supuesta homilía de San Basilio. Por el interés de la variante, se traduce también en la presente nota de acuerdo con el texto ofrecido por PG 33,655-658: "¿Qué es lo que se ha plasmado en tu cuerpo que sea reprensible? Sal a decirlo. Modera tu pensamiento nada malo saldrá de tus miembros. Cada uno de ellos ha sido hecho para nuestro uso. Guía tu reflexión hacia la piedad y sigue los mandatos divinos, pues ningún miembro peca cuando actúa o se somete en el ámbito de las cosas para las que ha sido hecho. Si no lo quieres, tu ojo no mira depravadamente ni el oído escucha lo que no le conviene; tampoco la mano se apodera de nada indebidamente ni los pies se encaminan a la injusticia; ni Tomás afecto a lo ajeno ni fornicas ni deseas la mujer de tu prójimo. Suprime del corazón los pensamientos desviados. Date cuenta de cómo fuiste hecho por Dios y darás más gracias a quien te formo. De entrada, Adán estaba desnudo mientras se deleitaba en el paraíso, pero, al recibir el mandato y no guardarlo, extendió indebidamente su mano (no porque la voluntad estuviese en la mano, sino porque, con el deseo de su ánimo, alargo su mano hasta donde no debía). Así cayó en la desobediencia privándose de los bienes de que disfrutaba. Del mismo modo, los miembros no son causa de pecado para quienes se sirven de ellos sino que lo es el que el ánimo se sienta indebidamente inducido, según lo dicho por el Señor: "Porque del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones" (Mt 15,19) y otras cosas semejantes, para todo lo cual querrías servirte de tus miembros cuando habían sido admirablemente puestos al servicio del alma y colocados como siervos de la razón. Debes regirlos y gobernarlos por la acción de la piedad. Refrénalos con el temor de Dios. Somételos dóciles con el deseo de la templanza y del ayuno, y nunca se alzaran contra ti ejerciendo su tiranía: más bien te guardarán llevándote a una gran victoria contra el diablo, mientras esperas la inmarcesible y eterna corona de la victoria...". Esta variante, sin embargo, no parece anular el texto que continua tras la nota 14.

n San Cirilo de Jerusalén

CATEQUESIS X, UN SOLO SEÑOR JESUCRISTO

2000
Sobre aquello de "Y en un solo Señor Jesucristo". Se parte del pasaje de
1Co 8,5-6: "Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1).

El Hijo, puerta para llegar al Padre

1. Aquellos a quienes se ha ensenado a creer en "un solo Dios, Padre todopoderoso", deben creer también en el Hijo unigénito. Pues "todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre" (1Jn 2,33). "Yo soy la puerta" (Jn 10,9), dice Jesús. "Nadie va al Padre sino por mi" (Jn 14,6). Si niegas la puerta, te permanecerá cerrado el conocimiento que lleva al Padre. "Nadie conoce bien al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar" (Mt 11,27b). Pues si niegas a aquel que revela, permanecerás en la ignorancia. Dice una sentencia en los Evangelios: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no vera la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él" (Jn 3,36). El Padre se indigna cuando el Hijo unigénito es privado de su honor. Un rey considera grave que alguien insulte a un simple soldado. Por tanto, si se trata indecorosamente a alguien de las personas más honorables, compañeros o amigos, más se enciende la propia cólera. Y si alguien injuria al Hijo único del Rey, ¿quién aplacara y suavizara al Padre del Hijo unigénito de tal modo conmovido?

Es en el Hijo en quien se cumplen los designios de Dios

2. Si alguien, por consiguiente, quiere ser piadoso para con Dios, adore al Hijo; de otro modo, el Padre no admitirá su culto. El Padre exclamo desde el cielo diciendo: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mt 3,17). En el Hijo se complugo el Padre. Si tú no encuentras también en él tu complacencia, no tendrás la vida. No te dejes arrastrar por los judíos, que mala y astutamente dicen, si, que hay un solo Dios. Pero, junto a este reconocimiento de que solo hay un Dios, reconoce a la vez que existe un Hijo único de Dios. No he sido yo el primero en decir esto, sino que acerca de la persona del Hijo dice el salmista: "Voy a anunciar el decreto de Yahvé: El me ha dicho: 'Tú eres mi Hijo: yo te he engendrado hoy'" (Ps 2,7) (2). No atiendas, pues, a lo que dicen los judíos, sino a lo que hablan los profetas. ¿Te asombras de que desprecien las voces de los profetas cuando ellos mismos los lapidaron y entregaron a la muerte?

Diversas denominaciones de Cristo en la Escritura

3. Tu cree "en un solo Señor Jesucristo, Hijo unigénito de Dios". Decimos "un solo Señor Jesucristo", porque es una filiación única; decimos "único", para que su actividad múltiple, que se expresa mediante nombres diversos, no te lleve a hablar impíamente de hijos diversos. Se le llama "puerta" (Jn 10,7), pero no pienses, por esta denominación, que se trata de una puerta de madera, sino racional, viva y que se da cuenta de quiénes pasan. Se le llama "camino" (Jn 14,6), pero no porque sea pisado por los pies, sino porque conduce hasta el Padre. Se le llama "oveja", pero no desprovista de razón, sino que por su preciosa sangre limpia al mundo de sus pecados: es llevada ante el esquilador y sabe cuando conviene guardar silencio (cf. Ac 8,32 Is 53,7-8). Pero esta misma oveja cambia a la vez su nombre por el de pastor cuando dice: "Yo soy el buen pastor" (Jn 10,11) (3). Es oveja por su humana naturaleza, pero es pastor por el amor a los hombres que muestra su divinidad. Pero, ¿quieres saber cómo nos referimos a ovejas racionales? Dice el Salvador a los Apóstoles: "Mirad que yo os envió como ovejas en medio de lobos" (Mt 10,16). También se le llama "león" (cf. Gn 49,9) (4), pero no porque sea devorador de hombres, sino que con tal denominación se muestra la dignidad regia de la propia naturaleza y su propio vigor en el que puede confiar. Se le llama también león en oposición al "adversario, el Diablo", que "ronda como león rugiente, buscando a quién devorar" (1P 5,8). Pues viene el Salvador, no mudando su mansedumbre natural, sino como el poderoso león de la tribu de Judá (Ap 5,5), trayendo la salvación a los que creen y aplastando al adversario. Se le llama "piedra", no inanimada ni tampoco extraída con manos humanas (Da 2,34), sino "piedra angular" (Ps 118,22 Mt 21,42 par) (5), en la que quien crea no será confundido (Is 28,16).

Más denominaciones de Cristo

4. Se le llama "Cristo" (6), aunque no ha sido consagrado por manos humanas, sino ungido por el Padre para un sacerdocio eterno superior a las cosas de los hombres (cf. Ac 4,27). Se le cuenta entre los que han muerto, pero sin permanecer entre los muertos (7), como todos los demás en el Hades (cf. Ac 2,31), sino el único libre entre los que murieron. Se le llama "Hijo del hombre" (Mt 16,13); no como cada uno de nosotros, que hemos tenido nuestro nacimiento en esta tierra, sino como quien ha de venir sobre las nubes a juzgar a los vivos y a los muertos (Mt 24,30) (8). Se le llama "Señor", no de manera abusiva, como a los "señores" que hay entre los hombres, sino como quien tiene un poder natural y eterno (9). Se le llama "Jesús" con nombre apropiado (10), que hace referencia a su labor como médico (11). Se le proclama "Hijo" (12), que no ha llegado a serlo por adopción, sino que por naturaleza ha sido engendrado Son muchas realmente las denominaciones de nuestro Salvador. Pero que esta multitud de nombres no te haga pensar en una multitud de hijos. Y que no pienses, a causa de los errores de los herejes, que dicen que uno es el Cristo, pero otro es Jesús, y otra es la puerta, y así sucesivamente. Frente a todo ello te previene la recta fe: en un solo Señor Jesucristo. Aunque las distintas denominaciones sean muchas, bajo ellas es una única realidad lo que se entiende.

Jesucristo, Salvador y Señor

5. El actúa como Salvador diversamente según las circunstancias de cada uno. Para quienes necesitan de la alegría, él es la vina (Jn 15,1). Para quienes tienen necesidad de entrar, él es la puerta (Jn 10,7). Para quienes tienen que presentar sus suplicas, ha sido constituido "único mediador" (1Tm 2,5) y "Sumo Sacerdote" (He 7,26). Pero, a su vez, se convierte en oveja en favor de los pecadores para ser sacrificado en su lugar (Is 53,6-7). Se hace todo para todos permaneciendo él lo que es según su naturaleza. Pues permaneciendo así y detentando una dignidad de hijo que no está sujeta a mutación alguna, desciende hasta nuestras debilidades como médico excelente y maestro bondadoso. Y esto siendo en verdad el Señor, que no ha adquirido el señorío para provecho propio, sino que posee por naturaleza la dignidad de ese señorío (13). No es llamado abusivamente "Señor" nuestro, sino que verdaderamente lo es: cuando por voluntad del Padre domina sobre las propias criaturas. Nosotros ejercemos un derecho de dominio sobre hombres iguales a nosotros en honor y que están sujetos a las mismas debilidades: a menudo mandamos sobre quienes nos sobrepasan en edad y no es raro que un joven gobierne sobre criados más viejos. Pero en nuestro Señor Jesucristo no existe tal tipo de dominio. Pues en primer lugar es Hacedor y, después, Señor: en primer lugar ha hecho la voluntad del Padre, y es después cuando domina sobre las cosas que ha hecho.

Cristo, siempre en unión con el Padre

6. "Cristo Señor" (14) es aquel que "nació en la ciudad de David" (15). ¿Y quieres saber que Cristo el Señor esta con el Padre ya antes de hacerse hombre (16), de modo que lo que se dice no lo aceptes solo por la fe, sino que tengas también una prueba desde el Antiguo Testamento? Busca el primero de los libros, el Génesis, donde dice Dios: "Hagamos al ser humano", no dice a mi imagen, sino "a nuestra imagen" (Gn 1,26). Y después de que Adán fue hecho, dice: "Creo, pues, Dios al ser humano a imagen suya" (Gn 1,27). No restringió, pues, la dignidad divina a solo el Padre, sino que también se refirió conjuntamente al Hijo, declarando así que el hombre no es simplemente obra de Dios, sino también de nuestro Señor Jesucristo, que también es verdadero Dios. Este mismo es el Señor, que coopera con el Padre, como lo hizo también en el asunto de Sodoma, según lo dicho por la Escritura: "Entonces Yahvé hizo llover sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego de parte de Yahvé" (17). Y en otra ocasión, se mostro a Moisés en cuanto éste fue capaz de verlo (Ex 3,2-6 Ex 33,18-20 Ex 34,5-6). Pues el Señor es benigno y siempre desciende indulgentemente a nuestras debilidades.

Cristo, aparecido a Moisés

7. Y para que sepas que es él mismo el que se apareció a Moisés, acepta este testimonio de Pablo: "Pues bebían de la roca Espiritual que les seguía; y la roca era Cristo" (1Co 10,4) y, además (refiriéndose a Moisés): "Por la fe, salió de Egipto" (He 11,27), poco después de haber dicho: "estimando como riqueza mayor que los tesoros de Egipto el oprobio de Cristo" (He 11,26) (18). Y Moisés le dice: "Déjame ver, por favor, tu gloria" (Ex 33,18). ¿Acaso no ves que también entonces los profetas veían a Cristo, aunque en la medida en que eran capaces de ello? "Déjame que te vea", clamaba Moisés. Pero Dios le dice: "No puede verme el hombre y seguir viviendo" (Ex 33,20). Por consiguiente, puesto que nadie Podría ver el rostro de la divinidad, adopto el rostro del hombre para que, viéndolo, viviésemos (19). Pero cuando quiso mostrarlo con brillo, es decir, cuando su rostro "resplandeció como el sol", "los discípulos cayeron rostro a tierra llenos de miedo" (Mt 17,2-6). Por consiguiente, si al brillar el rostro de su cuerpo no lo hacía cuanto podía sino cuanto eran capaces de soportarlo los discípulos, ¿cómo Podría nadie mirar a la majestad de la divinidad? "Grande es, Moisés, lo que deseas", dice el Señor. "Doy mi aprobación, sin embargo, a tu deseo no saciado. "Haré también esto que me acabas de pedir" (Ex 33,17), en la medida en que tu puedes captarlo." "Mira, hay un lugar junto a mi; tú te colocaras sobre la pena. Y al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la pena y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado. Luego apartaré mi mano, para que veas mis espaldas; pero mi rostro no se puede ver" (Ex 33,21-23) (20).

La presencia de Cristo entre los israelitas, invocada por Moisés

8. Guarda con firmeza, a causa de los Judíos, todo lo que voy a decir. Pues era nuestro propósito mostraros que, junto al Padre, se encontraba el Señor Jesucristo. Porque dice el Señor a Moisés: "Yo haré pasar ante tu vista toda mi bondad y pronunciaré delante de ti el nombre de Yahvé" (Ex 33,19). El que es el Señor en persona, ¿a quién llama Señor? (21). Ves como, aunque de modo oscuro enseno la piadosa doctrina acerca del Padre y el Hijo. Y además, en las palabras que siguen se encuentra escrito (22) "Descendió Yahvé en forma de nube y se puso allí junto a él. Moisés invoco el nombre de Yahvé. Yahvé paso por delante de él y exclamo: 'Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor por millares, que perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero no los deja impunes; que castiga la iniquidad de los padres en los hijos y en los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación'". Después, según lo que sigue, Moisés, cayendo en tierra de rodillas y adorando al Padre ante el Señor, a quien llamaba, dice: "Dígnese mi Señor venir de en medio de nosotros" (Ex 34,5-9, para todo en conjunto).

Cristo es, como el Padre, Señor de todo

9. Tienes así una primera demostración. Admite otra que es evidente. "Dijo el Señor a mi Señor: 'Siéntate a mi derecha'" (Ps 110,1). El Señor dice estas cosas al Señor, no al siervo (23). Pero se trata del Señor de todas las cosas, de su propio Hijo al que todo se lo sometió (1Co 15,27-28 He 2,8). "Más cuando dice que "todo está sometido", es evidente que se excluye a Aquel que ha sometido a él todas las cosas" (1Co 15,27)..., "para que Dios sea todo en todo" (1Co 15,28). Señor de todo es el Hijo unigénito: es Hijo del Padre, sumiso a él y que no ha usurpado su soberanía, sino que la ha recibido espontáneamente y de modo natural. Pues ni el Hijo se la robo al Padre ni éste ha sentido envidia del Hijo al entregarle el dominio. Es este mismo el que dice: "Todo me ha sido entregado por mi Padre" (Mt 11,27). Pero no me ha sido entregado como si anteriormente careciese de ello (24), aunque las conservo cuidadosamente sin que se empobrezca su largueza.

Más sobre el señorío de Cristo

10. Por consiguiente, el Hijo de Dios es "Señor". Señor nacido en Belén de Judá, según las palabras del ángel a los pastores: "Os anuncio una gran alegría...: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor" (Lc 2,10-11). Del cual, en otro lugar, dice uno de los Apóstoles: "El ha enviado su Palabra a los hijos de Israel, anunciándoles la Buena Nueva de la paz por medio de Jesucristo que es el Señor de todo" (Ac 10,36). Y cuando dice "de todo", no sustraigas absolutamente nada a su soberanía, pues tanto los ángeles como los arcángeles, "los Principados, las Potestades" (Col 1,16) o cualquier otra de las realidades creadas nombradas por los Apóstoles, todo ha sido sometido al señorío del Hijo. Es Señor de los ángeles, como tienes en los evangelios: "Entonces el diablo le deja. Y he aquí que se acercaron unos ángeles y le servían" (Mt 4,11). No dice "le ayudaban", sino "le servían", es decir, realizaban un oficio servil. Y cuando iba a nacer de la Virgen, le sirvió entonces Gabriel, que convirtió así su propia dignidad en servicio (Lc 1,26ss.). Cuando tenía que ir a Egipto para deshacer los ídolos de éste (25), de nuevo un ángel se aparece en sueños a José (Mt 2,13). Habiendo resucitado tras su crucifixión, un ángel lo anuncio y, como un siervo diligente, dijo a las mujeres: "Ahora id enseguida a decir a los discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos e ira delante de vosotros a Galilea; allí le veréis": Ya os lo he dicho" (Mt 28,7). Como si dijera: no he descuidado el encargo; testifico que os lo he dicho para que, si lo descuidáis, no sea mía la culpa sino de quienes han sido negligentes. Así, pues, aquel es el único Señor Jesucristo, acerca del cual la lectura que se proclamo (26) contiene estas palabras: "Pues aun cuando se les dé el nombre de dioses, bien en el cielo bien en la tierra, de forma que hay multitud de dioses y de señores, para nosotros no hay más que un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y para el cual somos; y un solo Señor, Jesucristo, por quien son todas las cosas y por el cual somos nosotros" (1Co 8,5-6).

Aarón y Josué, figuras de Cristo sacerdote y salvador

11. Jesucristo es llamado así con un doble vocablo: Jesús, porque otorga la salvación; Cristo, porque posee el sacerdocio (27). Dándose cuenta perfectamente de la situación, el divino profeta Moisés llamo con estos nombres a dos hombres escogidísimos: a Ausés, sucesor suyo en la jefatura, al que llamo Jesús cambiándole el nombren, y a su propio hermano Aarón, añadiéndole el nombre de Ungido (28); de esta manera, por medio de estos dos hombres eximios, representaba la potestad regia y la potestad pontifical que habían de estar unidas en el Jesucristo único que habría de venir. Pues Cristo es sumo pontífice a semejanza de Aarón (29), si es verdad aquello de que "tampoco Cristo se apropio la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo:... Tu eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec" (He 5,5-6). Y en muchas cosas fue imagen de él, Josué, hijo de Nun (30), pues la jefatura sobre el pueblo tuvo su comienzo en el Jordán (31), donde también Cristo comenzó a evangelizar una vez recibido el bautismo (Mt 3,13). El hijo de Nun hizo doce partes de toda la herencia (Jos 14,1-5) y Jesús envió a doce Apóstoles de la verdad como predicadores a todo el mundo (Mt 10). Como imagen (de Jesús), protegió él (Josué) a la prostituta que había creído (Jos 2,1 Jos 6,17 He 11,31). Pero el verdadero (32) exclama: "En verdad os digo que los publicanos y las rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios" (Mt 21,31). Ante el clamor de la alegría, aunque aquello solo era imagen, se derrumbaron las murallas de la ciudad de Jericó (Jos 6,20), y por la palabra de Jesús: "No quedará aquí piedra sobre piedra" (Mt 24,2), cayó lo que a nosotros se opone, el templo de los judíos. Y no porque la sentencia de Jesús fuese causa del derrumbe, sino que esta caída la provoco el pecado de los impíos.

Jesús, Salvador, llamado así por el ángel

12. Único es el Señor Jesucristo, nombre admirable indirectamente anunciado por los profetas. Pues dice el profeta Isaías: "Mira que viene tu salvación; mira, su salario le acompaña" (Is 62,11) (33). Pero Jesús, en hebreo, significa "salvador"; sin embargo, la gracia otorgada a los profetas, previendo el torcido sentimiento de los judíos hacia la destrucción del Señor, les oculto la verdadera denominación para que no pudiesen, conociéndolo demasiado pronto, estar al acecho contra él de manera más insidiosa. Pero Jesús fue llamado claramente de ese modo, no por todos, sino por el ángel, que no vino por su iniciativa, sino por la autoridad de Dios, y dijo a José: "No temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tu le pondrás por nombra Jesús" (Mt 1,20-21). Y al dar razón de este nombre, añadió de modo inmediato: "Porque él salvara a su pueblo de sus pecados" (Mt 1,21b). Pero has de entender cómo puede tener un pueblo quien todavía no ha nacido, y es que en realidad ya existía antes de nacer. Esto es lo que de su persona dice el profeta: "Yahvé desde el seno materno me llamo: desde las entrañas de mi madre recordó mi nombre" (Is 49,1) (34). Por eso predijo el ángel que habría de ser llamado Jesús. Como también deben entenderse de las insidias de Herodes estas palabras: "En la sombra de su mano me escondió" (Is 49,2).

El Salvador que sana

13. Así pues, "Jesús" significa en hebreo "salvador", y en la lengua griega, "el que sana". En realidad él es médico de las almas y los cuerpos, y sanador de los Espíritus: cura a los que están ciegos en sus ojos sensibles, pero lleva también la luz a las mentes: es médico (36) de los que están visiblemente cojos, y dirige también los pies de los pecadores a la conversión cuando dice al paralitico: "No peques más" (Jn 5,14) y: "Toma tu camilla y anda" (Jn 5,8) (36). Pues ya que a causa del pecado del alma había sido entregado el cuerpo a la parálisis, sano primero el alma para llevar también después la medicina al cuerpo. Por tanto, si la mente de alguien esta agarrotada por la enfermedad de los pecados, tiene ahí médico. Pero si alguien es de poca fe, dígale: "Ayuda a mi incredulidad" (Mc 9,23). Y si alguien está plagado de enfermedades corporales, no desconfíe, sino acérquese, que también recibirá remedio, y reconozca que Jesús es el Mesías.


Eternidad e inmutabilidad del sacerdocio de Cristo

14. Los judíos conceden que Jesús es algo más, pero niegan que sea el Mesías. Por ello dice el Apóstol: "¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo (1Jn 2,22)?". Pero Cristo es el sumo sacerdote con un sacerdocio intransferible (37). No comenzó en el tiempo a ser sacerdote ni tiene sucesor alguno en su pontificado, tal como nos oísteis hablando el domingo en la asamblea (38) sobre aquello de "según el orden de Melquisedec" (Ps 110,4 He 5,6) (39). No ha obtenido el pontificado por sucesión corporal ni ha sido ungido con oleo terreno (40), sino que procede del Padre antes de los siglos; y es tanto más excelente que otros cuanto ha sido Sacerdote a través de un juramento: "Pues los otros fueron hechos sacerdotes sin juramento, mientras éste lo fue bajo juramento por Aquel que le dijo: 'Juró el Señor y no se arrepentirá...'" (He 7,20-21a). Para la seguridad del asunto bastaba con la voluntad del Padre. Pero esta seguridad se ha duplicado al añadirse a la voluntad además un juramento: "Para que mediante dos cosas inmutables por las que es imposible que Dios mienta, nos veamos más poderosamente animados" (He 6,18) (41) quienes acogemos a Jesucristo Hijo de Dios.

Pese a los anuncios, Cristo fue rechazado

15. A este Cristo le rechazaron los judíos cuando llego (42), pero lo confesaron los demonios (Lc 4,41). Tampoco lo ignoraba el patriarca David cuando decía: "Aprestaré una lámpara a mi ungido" (Ps 132,17). Algunos han entendido esta lámpara como el esplendor de la profecía; otros han entendido por esta lámpara la carne tomada de la Virgen, según aquello que dice el apóstol: "Llevamos este tesoro en vasos de barro" (2Co 4,7). No desconocía a Cristo el profeta al decir: "Anunciando a los hombres a su Cristo" (Am 4,13 LXX). También lo había conocido Moisés, lo había conocido Isaías y también Jeremias: ninguno de los profetas lo desconoció. Lo reconocieron incluso los mismos demonios. "Les conminaba", y, se añade, "porque sabían que él era el Cristo" (Lc 4,41). Los príncipes de los sacerdotes lo ignoraron, pero lo confesaron los demonios. Mientras los príncipes de los sacerdotes le desconocían, lo anunciaba la mujer samaritana diciendo: "Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo?" (Jn 4,29).

Universalidad del cristianismo

16. Este Jesucristo es el "Sumo Sacerdote de los bienes futuros" (He 9,1 He 1), que por la largueza de su divinidad nos comunicó a todos su mismo nombre. Cuando alguien es rey, no comunica a los demás la denominación de su dignidad regia. Pero Jesús, el Cristo, Hijo de Dios, se digno denominarnos con el nombre de cristianos. Verdaderamente, dirá alguno, se trata de algo nuevo. Este nombre de "cristianos" no se había oído anteriormente, y a veces se despierta oposición a las cosas nuevas simplemente por el hecho de ser nuevas. De esto trato el profeta al decir: "A sus siervos les dará un nombre nuevo tal que quien desee ser bendecido en la tierra deseara serlo en el Dios del Amén..." (Is 65,15-16) (43). Preguntemos a los judíos: ¿servís a Dios o no? Mostradme, si acaso, vuestro nuevo nombre. Pues en tiempo de Moisés y de los demás profetas erais llamados judíos e israelitas, e igualmente después del retorno de Babilonia y hasta nuestros días. ¿Tenéis acaso un nuevo nombre? Pero nosotros, sirviendo al Señor, tenemos un nombre nuevo: y es realmente nuevo, nombre nuevo que "será bendecido sobre la tierra": este nombre ha arrebatado toda la tierra, como quiera que los judíos están limitados a los confines de una sola región, pero los cristianos están extendidos por todo el mundo. Lo que ellos anuncian es el nombre del Hijo unigénito de Dios.


Pablo, anunciador del Evangelio tras haber perseguido a los cristianos

17. ¿Quieres saber que los Apóstoles conocieron y anunciaron el nombre de Cristo, y que más bien tuvieron en sí mismos al mismo Cristo? Pablo dice a sus oyentes: "... ya que queréis una prueba de que habla en mi Cristo" (2Co 13,3). Pablo anuncia a Cristo diciendo: "No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús" (2Co 4,5). Pero, ¿quién es el que así habla? El que anteriormente era perseguidor. ¡Oh gran milagro! El que antes fue perseguidor anuncia ahora a Cristo. ¿Y por qué razón? ¿Ganado por el dinero? Pero no había nadie que lo persuadiese con tales artes. ¿O acaso lo había visto personalmente en la tierra y actuaba impulsado por reverencia y pudor? En realidad ya había marchado al cielo. El (Pablo) había partido como perseguidor y, luego de tres días en Damasco, el que se dedicaba a perseguir se convierte en su pregonero (Ac 9,1-25). ¿En virtud de qué? Algunos citan testigos de su casa para cosas familiares, pero yo te he traído como testigo a quien antes había sido enemigo. ¿Todavía tienes dudas? Grande es ciertamente el testimonio de Pedro y Juan, pero Podría considerarse con cierta sospecha, pues eran familiares (de Cristo). Pero cuando quien antes era enemigo ahora afronta la muerte en favor del mismo asunto, no hay ya lugar para dudar acerca de la verdad.

Conversión de Pablo a Jesucristo. Fecundidad de su actividad escritora

18. Mientras se habla de estas cosas, sorprende gratamente el admirable designio del Espíritu Santo de que fuesen muy escasas en número las cartas de los demás, pero concedió a Pablo, que anteriormente había sido perseguidor, que escribiese catorce. Y no es que restringiese esa gracia en Pedro y Juan, como si fuesen menores. Nada de eso, sino que para afirmar la autoridad indudable de la doctrina, a quien antes había sido enemigo y perseguidor le concedió escribir ampliamente para que así tuviésemos todos una fe cierta. Ciertamente todos se asombraban de Pablo y decían: "¿No es éste el que en Jerusalén perseguía encarnizadamente a los que invocaban ese nombre, y no ha venido aquí con el objeto de llevárselos a todos a los sumos sacerdotes?" (Ac 9,21). "No os asombréis", dice Pablo, sé que para mi "es duro dar coces contra el aguijón" (Ac 26,14) (44). Sé que "no soy digno de ser llamado apóstol, por haber perseguido a la Iglesia de Dios" (1Co 15,9), pero "por ignorancia" (1Tm 1,13). Pues creía que la predicación de Cristo era la ruina de la Ley: no sabía que él había venido a cumplir la Ley, no a anularla (Mt 5,17). "Y la gracia de nuestro Señor sobreabundo en mi" (1Tm 1,14).

Innumerables testimonios y testigos de Cristo

19. Queridos, hay muchos testimonios acerca de Cristo (45). Desde el cielo testifica el Padre acerca del Hijo (Mt 3,17 Mt 17,5); testifica el Espíritu Santo descendiendo corporalmente bajo el aspecto de paloma (Lc 3,22); testifica el arcángel Gabriel anunciando el evangelio a María (Lc 1,26-38); testifica la Virgen madre de Dios; testifica el lugar dichoso del pesebre (Lc 2,7). Es testigo Egipto, que acogió en cuerpo al Señor cuando era todavía un niño muy pequeño. Es testigo Simeón, que lo tomo en brazos y dijo: "Ahora, Señor, puedes según tu palabra, dejar que tu siervo se vaya en paz, porque han visto mis ojos tu salvación, la que has preparado a la vista de todos los pueblos" (Lc 2,28-31). Y Ana, la profetisa, continente (y viuda) (46)47 piadosísima y que llevaba una vida ascética, testifica igualmente de él (Lc 2,36-38). Testifica Juan Bautista, el mayor de los profetas (Jn 1,15 Jn 1,19ss) y el primero del Nuevo Testamento, que en cierto modo conecta en si ambas Alianzas, la antigua y la nueva (47). Entre los ríos es testigo el Jordán, entre los mares, el de Tiberiades. Dan testimonio los ciegos, los cojos, los muertos llamados de nuevo a la vida. Los demonios dan testimonio diciendo: "¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret?... Sé quién eres tu: el Santo de Dios" (Mc 1,24). Testifican los vientos refrenados por su poder (Mt 8,23-27); testifican los cinco panes repartidos entre cinco mil hombres (Mt 14,13-21). Lo testifica el santo leño de la cruz, que se contempla entre nosotros hasta el día de hoy y que ha llenado casi todo el mundo con los trozos que algunos, por su fe, han cogido de él. Testifica en el valle la palmera que proporciono las palmas a los niños que en su momento acogieron con alabanzas a Cristo (Jn 12,13). Da testimonio Getsemaní como mostrando también todavía a Judas a quienes entienden lo sucedido (Mt 26,47ss). Este santo monte, el Gólgota, destacando sobre los demás, también testifica al dejarse ver; también dan testimonio el santo sepulcro y la piedra junto a él colocada hasta el día de hoy (Mt 27,60). El sol que está ahora luciendo es testigo por haber experimentado un eclipse en la pasión. Testigo fueron también las tinieblas que en aquella ocasión se extendieron desde la hora sexta hasta la hora nona (Lc 23,44). Testigo es la luz que ilumino desde la hora nona hasta la tarde. Testigo es el monte santo de los Olivos desde el cual ascendió al Padre (Ac 1,9-12). Testigos también las nubes de tormenta que acogieron al Señor (48). Igualmente las puertas celestiales que acogieron al Señor, de las que dice el salmista: "¡Alzaos, puertas, alzad los dinteles, puertas eternas, para que entre el rey de la gloria!" (Ps 23,7). Testifican asimismo quienes con anterioridad habían sido enemigos, de los que ahora hay que recordar al bienaventurado Pablo, que por un cierto tiempo vivió en la enemistad, pero (después) ejerció su ministerio de modo duradero. Testifican los doce Apóstoles, que no solo con palabras predicaron sino también con sus propios tormentos y su muerte. Testifica la sombra de Pedro, que en nombre de Cristo sanaba a los enfermos (Ac 5,15); testifican los pañuelos y los mandiles, que a través de Pablo realizaban igualmente curaciones con el poder de Cristo. Son testigos los persas, los godos y todos los convertidos de los gentiles que no dudan en enfrentarse a la muerte por aquel (49) a quien no vieron con los ojos de la carne. Testifican los demonios, exorcizados hasta el día de hoy por el servicio de los fieles.

Con tantos testigos la fe se hace evidente

20. Muchos, diversos y diferentes son los testigos. ¿Se rehusara, pues, la fe a un Mesías comprobado por tantos testimonios? Si alguien, por consiguiente, no ha creído ya antes, crea ahora; pero si ya creyó, reciba un mayor incremento de fe: creyendo en nuestro Señor Jesucristo, sepa de quién recibe la forma de llamarla. Has sido llamado cristiano: que no sea blasfemado por tu causa nuestro Señor Jesucristo, Hijo de Dios, sino que tus buenas obras resplandezcan ante los hombres, para que los hombres que las vean glorifiquen en Cristo Jesús, Señor nuestro, al Padre que está en los cielos (Mt 5,16), a quien sea la gloria ahora y por lo siglos de los siglos. Amén.




(1) Las catequesis dan ahora un importante giro hacia la persona de Jesucristo haciendo ver que es en él en quien se cumplen las mismas Escrituras de la Antigua Alianza, en una línea semejante, por ejemplo a lo que se expone en la célebre predicación kerigmática de Pablo en Antioquía de Pisidia: "También nosotros os anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres, Dios la ha cumplido en nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús, como está escrito en los salmos: 'Hijo mío eres tu; y yo te he engendrado hoy'" (Ac 13,33; cf. su contexto). La cita que hace aquí Hech es de Ps 2,7, pasaje al que hace referencia estricta, de carácter plenamente cristocéntrico, el núm. 2 de la presente catequesis.

(2) Cf. sobre la interpretación cristológica de este salmo el final de la nota anterior. Pero es todo el salmo el que debe entenderse cristológicamente, especialmente por lo que se refiere al drama de la pasión y al señorío mesiánico. Eso es lo que explica su frecuentísima utilización en los escritos del Nuevo Testamento.

(3) Para toda la alegoría del Buen Pastor cf. Jo 10,1-21.

(4) Con ello se admite la interpretación cristológica del "león de Judá": el Mesías tenía que ser, y Jesús lo es de hecho, de la tribu de Judá. Cf. el importante texto de Ap 5,5: "No llores; mira, ha triunfado el León de la tribu de Judá, el Retoño de David; el podrá abrir el libro y sus siete sellos".

(5) Mt 21,42 par, en la parábola de los viñadores homicidas, afirma expresamente que Cristo es la "piedra angular" rechazada al menos por una parte de quienes debían haberle acogido en primer lugar. Con ello también las palabras de Ps 118,22 se interpretan en clave cristológica. Casi más explicito todavía es Ac 4,11.

(6) "Christos" es un adjetivo verbal griego, que significa "ungido" y traduce el hebreo "Mesías", del mismo significado. Cuando Mt 1,16 habla de "Jesús, llamado Cristo" está queriendo indicar que en Jesús se ha reconocido al Mesías aguardado desde toda la historia de salvación que Dios ha establecido desde los siglos con toda la humanidad, pero concretándose en la historia de Israel. En Cristo ha puesto Dios su Espíritu (Is 42,1). Jesús de Nazaret es aquel a quien "Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder", según la versión que de Is 61,1 ofrece Ac 10,38. Según Lc 4,17-21, Jesús interpreta Is 61,1-2 viendo cumplidas en sí mismo las palabras de Isaías. Por todo ello es Jesús la personificación y presencia más explicitas y claras de Dios en el mundo. Jesús es, pues, de manera definitiva el "Cristo", "Mesías", "ungido" de Dios para la salvación del hombre.

(7) Ap 1,18; Jesús, al manifestarse, se presenta como "el que vive; estuve muerto, pero ahora estoy vivo por los siglos de los siglos".

(8) Mt 24,30, sobre la venida definitiva del Hijo del hombre al fin de los tiempos: "Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo-del-hombre, y entonces se golpearan el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria". La imagen del "Hijo del hombre" es de carácter apocalíptico, es decir, como descripción de contornos es borrosa; pero el término, empleado en Da 7,13-14 sirve, precisamente en su imprecisión, para manifestar algo que va bastante más allá de su sentido literal. La excelente nota de la Biblia de Jerusalén a Da 7,13 habla de un sentido de la expresión "Hijo del hombre" a la vez colectivo e individual (basándose en Da 7,18 Da 7,22) puesto que "el Hijo de hombre se identifica de algún modo con los santos del Altísimo: pero el sentido colectivo (igualmente mesiánico) prolonga el sentido personal, ya que el Hijo de hombre es a la vez la cabeza, el representante y el modelo del pueblo de los santos". Y añade la misma nota: "Por eso pensaba San Efrén que la profecía se refiere en primer lugar a los judíos (los Macabeos), luego, por encima de ellos, y de una manera perfecta, a Jesús". Por todos estos motivos puede quizá decirse que el título de Hijo de hombre o del hombre, aplicado a Jesús, es útil para indicar, en Jesucristo, la imagen definitiva del hombre, de su realidad y de su historia. A estas especulaciones bíblicas sobre antropología cristiana no son probablemente ajenas las afirmaciones de 1Co 15,47: "El primer hombre, salido de la tierra, es terreno, el segundo, viene del cielo".

(9) Cf. más abajo, núms. 5 y ss.

(10) Cf. Mt 1,21: "... tu le pondrás por nombre Jesús, porque él salvara a su pueblo de sus pecados".

(11) Cf. más abajo, núms. 11 y 13.

(12) El tema se expone en una gran parte de la cat. 11.

(13) Vid. cat. 11, núm. 22.

(14) Según lo dicho en la nota 6, la traducción Podría ser "el Mesías Señor".

(15) Lc 2,11; "Os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador que es el Cristo Señor".

(16) Es el tema de la preexistencia del Hijo y su misma igualdad de naturaleza divina con el Padre lo que ahora se aborda.

(17) Gn 19,24. El hecho de mencionarse dos veces a Yahvé, el Señor, lo interpreta Cirilo como una referencia conjunta a Padre e Hijo.

(18) Es realmente curioso, pero al tiempo extremadamente importante, que, por ejemplo, en el citado He 11,26 pero también en otros textos anteriores o que seguirán, se ponen en relación con el acontecimiento Cristo numerosos textos del Antiguo Testamento. Esto contribuye a una auténtica unificación cristocéntrica de la Escritura.

(19) Cf. toda la catequesis 12 sobre la encarnación de Cristo.

(20) El texto de la catequesis ha parafraseado en algunos momentos las frases citadas del Éxodo.

(21) El razonamiento es semejante al de Mt 22,41-46 par. Cf. el parr. 9 de esta misma catequesis.

(22) Según nuestro conocimiento actual de la situación redaccional se trata, de acuerdo con la cita que se aduce, de versículos anteriores del Éxodo.

(23) Cf. cat. 7, núm. 2.

(24) Se rechaza así la imagen subordinacionista del Hijo (un ser sometido al Padre como si no fuese de su misma naturaleza) y, sobre todo se excluye la idea adopcionista, la del Hijo como si Jesús hubiese llegado a ser adoptado como Hijo en algún momento de su historia (por ejemplo, en el bautismo en el Jordán). Una vez más se deja aquí sentir el influjo aclaratorio del concilio de Nicea acerca de la igualdad de naturaleza entre el Padre y el Hijo.

(25) En ocasiones los Padres de la Iglesia han interpretado Is 19,1, donde en un oráculo contra Egipto se presenta a Yahvé en contra de los ídolos de este país, como afirmación acerca de Cristo, que con su viaje a Egipto en su infancia (Mt 2,13ss) habría destruido a los ídolos allí existentes. Cf. datos sobre estas afirmaciones patrísticas en PG 33,674, nota 5.

(26) La nota de la que tomaba pie la catequesis.

(27) El nombre de Jesús, salvador, es hebreo. Cristo, del griego christos, ungido. El griego es traducción del hebreo Messiah, castellanizado "Mesías"). La función sacerdotal de Cristo es resaltada de modo especial en este párrafo 11.

(28) "Ausés" es una transcripción probablemente errónea de "Nave", forma con que a veces se ha transcrito a su vez el nombre de Nun, el padre de Josué (Jos 1,1, "Josué, hijo de Nun y ayudante de Moisés"). Teniendo en cuenta que en algunas versiones griegas de la Biblia se transcribe "Josué" como "Jesús", puede entenderse la referencia del nombre "Ausés" y por qué afirma el texto de la catequesis que los nombres de "Jesús", el "Cristo", ya se dan en el Antiguo T estamento.


(29) Sobre la investidura sacerdotal de Aarón y sus hijos, cf. Lv 8.

(30) En el texto griego original se lee "Jesús de Nave" (cf. lo expuesto en nota 28), aunque con las variantes "hijo de Nave" o "Jesús, hijo de Nave".

(31) El paso del Jordán por el pueblo es el primer episodio notable del liderazgo de Josué (Jos 3-4).

(32) Aquel a quien la imagen se refiere, Jesús.

(33) La versión de Cirilo, más apropiada a sus propósitos didácticos y apoyándose en los LXX, personifica la frase: "Mira que viene tu salvador. Pero, en cualquiera de las versiones, el oráculo de Isaías puede contener una referencia cristológica.

(34) Is 49,1 contiene el comienzo del segundo de los cantos del Siervo de Yahvé, anteriormente mencionados. Cirilo aplica las frases transcritas a Jesús en el instante mismo de la encarnación, por el anuncio del ángel, en el seno de María.

(35) Conforme la etimología hebrea es clara, la griega, es mucho más discutible, puesto que no existe relación entre el griego lesous, transcripción del hebreo, y el también griego iatros, médico, de origen diferente.

(36) Cf. CIRILO DE JERUSALÉN, Homilia in paralyticum iuxta piscinam iacentem, núms. 13,17,18 (PG 33,1.145-1.148,1.149-1.152).
(37) Desde el sentido estricto de las palabras, el "sacerdocio" y la palabra "sacerdote" solo se dicen de Cristo en el Nuevo Testamento. El sacerdocio de Cristo es único, como única es también la acción salvífica por la que Dios ha rescatado a los hombres de su situación "de una vez por todas", según la repetida y central insistencia de la carta a los Hebreos (He 7,27). Esta afirmación coincide también con la de que Cristo es el único mediador (1Tm 2,5). Para la designación de distintos grados del ministerio ordenado, el Nuevo Testamento utiliza más bien las expresiones de "episcopos", presbítero y diacono.

(38) Probable alusión a alguna homilía de la que no hay transcripción o al menos no se conserva.

(39) Cf. He 5,5-6: "De igual modo, tampoco Cristo se apropio de la gloria del Sumo Sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: Hijo mío eres tu; yo te he engendrado hoy (cf. Ps 2,7). Como también dice en otro lugar: Tu eres sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec" (Ps 110,4). En un mismo párrafo se unen, pues, la generación y el sacerdocio eternos del Hijo.

(40) Cf. cat. 11, núms. 1 y 15

(41) El párrafo, de razonamiento algo complejo, habla de la certeza de la salvación apoyada en el doble motivo de que Dios hizo una promesa al padre de la fe, Abraham (Gn 12,1ss). Pero también Abraham "recibió la señal de la circuncisión como sello" (Rm 4,11 Gn 17,11ss). La promesa de Dios y el sello de la misma constituyen la doble seguridad que es para el cristiano 1) el proyecto de Dios en Cristo y 2) el sello bautismal.

(42) Como una de las expresiones más compendiosas de esta afirmación, cf. Jn 1,11, pero el rechazo de Jesús está presente en todas las páginas del evangelio de Jn, en los sinópticos (cf. todo lo que es, en general Mt 20-23) o en la síntesis paulina sobre el puesto de Israel en la historia de la salvación, Rm 9-11.

(43) Al transcribir la cita de Is, se ha preferido la versión de la Biblia de Jerusalén.

(44) El "no os asombréis" no pertenece al texto de los Hechos, sino que es redaccional.

(45) Cf. como testimonio acerca de la muerte y resurrección lo que se recoge en cat. 13, n. 38 s. y en cat. 14, no. 22-23.

(46) "Continente" es el nombre dado en la antigüedad cristiana a los que practicaban en castidad la continencia por el Reino de los Cielos.

(47) Juan Bautista pertenece todavía a la antigua Alianza, pero es precursor del Mesías, que desea ser bautizado por él (Mt 3,13) Lc 7,28 sitúa perfectamente a Juan en su puesto en la historia de la salvación: "Os digo (en boca de Jesús): Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan; sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él".

(48) Probable alusión algo literaria a Ac 1,9.
(49) Cristo.


CATEQUESIS XI, EL HIJO UNIGÉNITO DE DIOS


Cirilo ES 1800