Catena aurea ES 5337

MATEO 23,37-39


5337 (Mt 23,37-39)

"Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a aquéllos que a ti son enviados, ¡cuántas veces quise allegar tus hijos, como la gallina allega sus pollos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí que os quedará desierta vuestra casa. Porque os digo que desde ahora no me veréis hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor". (vv. 37-39)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,3. Después de lo ya dicho, el Señor dirigió su palabra a la ciudad, queriendo a la vez instruir a los que le oían diciendo: "Jerusalén, Jerusalén". Esta doble exclamación es propia del que se compadece y del que ama mucho.

San Jerónimo. Llama Jerusalén, no a las piedras y a los edificios de la ciudad, sino a los habitantes de quienes se lamenta con el acento de padre.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 46. . Previendo la ruina de aquella ciudad y el gran castigo que había de venirle de parte de los romanos, les recordaba, en verdad, la sangre de sus santos, que había sido derramada hasta entonces y que aún debía serlo. Por esto añade: "Que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados". Te envíe a Isaías y lo aserraste, has apedreado a mi siervo Jeremías, arrastraste por las piedras a Ezequiel, hasta derramarle los sesos. ¿Cómo te salvarás, si no recibes médico alguno? Y no dijo: mataste o apedreaste, sino que matas y apedreas, esto es, que tienes esto por costumbre natural, el matar y apedrear a los santos. Esto mismo hicieron con los apóstoles, como habían hecho antes con los profetas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,3. Además, habiéndola llamado y expuesto sus matanzas abominables, queriendo excusarse en cierto modo, le dice: "¿Cuántas veces quise allegar tus hijos?" Como diciendo: no me han separado de mi benevolencia hacia ti, ni aun las anteriores matanzas, sino que te he querido unir a mí, no una vez ni dos, sino muchas. Y da a conocer la magnitud de su amor con la semejanza de la gallina.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,36. Esta clase de animales tiene un grande afecto hacia sus hijos, hasta el punto de que si ellos enferman, también enferma la madre. Y en ella encontrarás lo que es difícil encontrar en los otros animales, porque con sus alas defiende a sus hijos y pelea contra el milano. Así también nuestra madre, la sabiduría de Dios, después de haber tomado nuestra carne, ha enfermado, como dice el Apóstol: "Que lo que parece flaco en Dios, es más fuerte que los hombres" (1Co 1,25), protege nuestra debilidad y resiste al diablo, para que no nos arrebate.

Orígenes, homilia 26 in Matthaeum. Llama hijos de Jerusalén, según lo que llevamos dicho, a los sucesores de aquellos ciudadanos e hijos de los que habían precedido. Dice, pues: "Cuántas veces he querido", siendo así que había enseñado a los judíos corporalmente. Pero Jesucristo siempre estuvo presente en Moisés y en los profetas y en los ángeles, que cuidan de la salvación humana en todas las generaciones. Y si alguno no estaba reunido, se entendía que no había querido reunirse.

Rábano. Cesen, pues, los herejes de creer que Jesucristo tuvo principio únicamente de la Virgen. Callen, y no sigan diciendo que el Dios de la ley y de los profetas es otro.

San Agustín, Enchiridion, 97. ¿Dónde está, pues, aquella omnipotencia con que fabricó los cielos y la tierra, y todas las demás cosas que quiso hacer, si queriendo reunir a los hijos de Jerusalén no pudo? ¿Acaso no fue más reunir a los que quiso aun no queriendo ella?

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,3. Además, amenaza con la pena que siempre habían temido, a saber, con la destrucción de la ciudad y del templo, diciendo: "He aquí que os quedará desierta vuestra casa".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 46. Así como el cuerpo, cuando el alma se separa de él, primero se enfría, después se pudre, y por último se disuelve, así nuestro templo, cuando se separa de él el espíritu de Dios, primero se encuentra muy rebelde e indisciplinado, y después viene a su ruina.

Orígenes, homilia 26 in Matthaeum. También amenaza siempre Jesucristo a aquellos que no quisieron reunirse bajo sus alas. "He aquí que os quedará desierta vuestra casa", esto es, vuestra alma y vuestro cuerpo. Pero si alguno de vosotros no quiere reunirse bajo las alas de Jesucristo, desde el momento que huye de encontrarse con El (más bien por sus acciones que con su cuerpo), no verá la hermosura del Verbo hasta que se arrepienta de su mal propósito y diga: "Bendito el que viene en el nombre del Señor". Porque entonces viene el Verbo bendito de Dios sobre el corazón del hombre cuando se convierte al Señor. Por esto sigue: "Os digo que desde ahora no me veréis hasta que digáis: bendito el que viene en el nombre del Señor".

San Jerónimo. Como diciendo: si no hacéis penitencia y confesáis que soy el mismo de quien han hablado los profetas, llamándole Hijo del omnipotente Padre, no veráis mi rostro. Tienen también los judíos su tiempo de penitencia. Confiesen que es bendito el que viene en el nombre del Señor y entonces verán la cara de Jesucristo.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 74,3. Por esto dio a conocer, su venida -aunque en secreto-, porque entonces todos le adorarán. Y cuando dice: "Desde ahora", se refiere al tiempo de su pasión.

MATEO 24,1-2


5401 (Mt 24,1-2)

Y habiendo salido Jesús del templo, se retiraba. Y se llegaron a El sus discípulos, para mostrarle los edificios del templo. Mas El les respondió, diciendo: "¿Veis todo esto? En verdad os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada". (vv. 1-2)

Orígenes, in Matthaeum, 27. Después que Jesucristo predijo todo lo que habría de venir sobre Jerusalén, se salió del templo el que le había conservado, para que no cayese mientras estaba El allí. Por esto se dice: "Y habiendo salido Jesús del templo, se retiraba". Y siendo cada uno como es templo de Dios por el Espíritu Santo que habita en él, cada uno es la causa de su deserción, y de que Jesucristo se salga de él. Prosigue: "Y sus discípulos se le aproximaron", etc. Era digno de verse cómo le explicaban la construcción del templo, como si nunca lo hubiera visto. A lo que debe responderse que, habiendo profetizado Jesucristo la ruina del templo, sus discípulos se admiraron de que aquella magnífica construcción del templo hubiese de venir a parar en la nada. Por esto le enseñaban el templo, para que tuviera compasión de aquel edificio, y no llevase a efecto lo que había dicho. Como esta construcción admirable de la naturaleza humana había sido convertida en templo de Dios, los discípulos y los demás santos, confesando que son admirables las obras de Dios comparadas con la humana debilidad, interceden delante del Señor para que no abandone al género humano por sus muchos pecados.

Prosigue: Mas El les respondió, diciendo: "(Veis todo esto? pues en verdad os digo que no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada".

Rábano. Según nos demuestra la historia, en el año 42, después de la pasión de Jesucristo, la ciudad y el templo fueron destruidos por Vespasiano y por Tito, emperadores romanos.

Remigio. Se permitió, por disposición de Dios, que una vez publicada la ley de gracia, fuese destruido el templo y quedaran abolidas sus ceremonias; no fuera que alguno, siendo todavía pequeñuelo en la fe, cuando viera, que después que se había realizado todo aquello que Dios había establecido, y que los profetas habían santificado subsistía aun, retrocediese poco a poco de la verdadera fe, volviendo al judaísmo material.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75,1. ¿Pero cómo fue verdad que no quedó piedra sobre piedra? O dijo esto refiriéndose a una destrucción absoluta, o refiriéndose a aquel lugar donde se encontraba, pues hay partes que fueron destruidas hasta los cimientos. Pero sea esto o aquello, por lo acontecido conviene creer que también lo que queda será destruido completamente.

San Jerónimo. Hablando en sentido espiritual, cuando se apartó el Señor del templo, todos los edificios de la ley y la organización de los mandamientos fueron destruidos de tal modo, que los judíos ya nada pudieron cumplir. Y una vez quitada la cabeza todos los miembros luchan entre sí.

Orígenes, in Matthaeum, 27. También, todo hombre que recibiendo la palabra de Dios se convierte en templo suyo, si después del pecado conserva vestigios de fe o de religión, es templo en parte destruido y en parte subsistente. Mas aquél que después de haber pecado no se cuida de sí, es destruido poco a poco, hasta que se separa en absoluto del Dios vivo y así no queda piedra sobre piedra de los mandamientos de Dios, que no sea destruida.

MATEO 24,3-5


5403 (Mt 24,3-5)

Y estando sentado El en el monte del Olivar, se llegaron a El sus discípulos en secreto, y le dijeron: "Dinos, ¿cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de tu venida y de la consumación del siglo?" Y respondiendo Jesús, les dijo: "Guardaos que no os engañe alguno; porque vendrán muchos en mi nombre, y dirán: yo soy el Cristo, y a muchos engañarán". (vv. 3-5)

Remigio. Continuando el Señor en su camino, llegó hasta el monte de los Olivos. Y mientras en el camino algunos de sus discípulos mostraban y alababan la construcción del Templo, delante de éste El les predijo que habría de ser destruido completamente. Por esto, habiendo llegado al monte de los Olivos, se acercaron a El para preguntarle. Por lo cual se dice: "Y estando sentado El en el monte Olivar".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 1Se aproximaron en secreto, porque habían de preguntarle acerca de grandes cosas. Deseaban, pues, saber el día de su venida, porque deseaban con vehemencia ver su gloria.

San Jerónimo. Le preguntan tres cosas. Primera, cuándo sería destruida Jerusalén, diciendo: "Dinos, ¿Cuándo serán estas cosas?" En segundo lugar, en qué tiempo vendría Jesucristo, y por eso le dicen: "¿Y qué señal habrá de tu venida?" En tercer lugar, en qué tiempo sucederá la conclusión del mundo. Por esto dicen: "Y de la consumación del siglo".

San Juan Crisóstomo,homiliae in Matthaeum, hom 75,1 San Lucas dice que sólo preguntaron acerca de Jerusalén, creyendo que cuando erusalén fuese destruida habría de suceder la venida de Jesucristo y el fin del mundo. San Marcos dice que no preguntaron todos acerca de la destrucción de Jerusalén, sino únicamente San Pedro, San Juan, Santiago y San Andrés, porque eran los que hablaban con el Salvador con más libertad y confianza.

Orígenes, in Matthaeum, 27Creo que el monte de los Olivos representa la Iglesia formada con los gentiles.

Remigio. El monte de los Olivos no tiene árboles infructuosos sino olivares, por medio de cuyo aceite se alimenta la luz para ahuyentar las tinieblas, para dar descanso a los fatigados y salud a los enfermos. Por lo tanto, sentándose el Salvador en el monte de los Olivos en frente del templo, y exponiendo a los judíos su ruina y destrucción, da a entender que El, estando quieto y sosegado en su Iglesia, condena la soberbia de los impíos.

Orígenes, in Matthaeum, 27El labrador, residente en el monte de los Olivos, es la Palabra de Dios confirmada en su Iglesia. Es decir, que Jesucristo siempre está injertando los ramos de la oliva silvestre sobre el buen olivar de los padres. Los que tienen confianza ante Jesucristo, quieren conocer alguna señal de su venida y del fin del mundo. De dos maneras tiene lugar la venida del divino Verbo sobre el alma. Primero, cuando se verifica la predicación de Jesucristo; esto es, cuando predicamos que Jesucristo ha nacido y ha sido crucificado. Su segunda venida tiene lugar cuando viene sobre los varones perfectos, de quienes se dice: "Publicamos su sabiduría entre los perfectos" (1Co 2,6); a esta segunda venida acompañará la consumación del mundo en un varón perfecto, para quien el mundo está crucificado.

San Hilario, in Matthaeum, 25. Y como los discípulos le preguntaron tres cosas, las separa en tres diferentes tiempos y con tres significaciones. Les responde primero acerca de la destrucción de la ciudad, y después les confirma la verdad de sus palabras, no sea que alguno se atreva a engañarles. Por esto sigue: "Guardaos de que no os engañe alguno, porque vendrán muchos en mi nombre y dirán, yo soy el Cristo".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75,1. El Señor no respondió inmediatamente ni acerca de la destrucción de Jerusalén, ni de su segunda venida, sino de los males que en seguida debíamos evitar.

San Jerónimo. Uno de aquéllos de quienes se trata, fue Simón el samaritano, de quien leemos en los Hechos de los Apóstoles (Ac 8,9), que se atribuía a sí mismo una gran virtud, de quien leemos en sus obras entre otras cosas, estas palabras: yo soy la palabra de Dios, yo soy omnipotente, yo soy todo lo de Dios. Pero San Juan Apóstol dice en su carta: "Habéis oído que ha de venir el Anticristo, pues ahora hay muchos anticristos" (1Jn 2,18) Y yo creo que todos los herejes son anticristos. No debe llamar la atención si vemos que algunos son seducidos, porque el Señor ha dicho: "A muchos engañarán".

Orígenes, in Matthaeum, 27. Son muchos los seducidos, porque la puerta que conduce a la perdición es ancha, y son muchos los que entran por ella. Y esto solo es bastante para conocer la falsedad de los anticristos que dicen: "Yo soy el Cristo", lo que nunca se lee que haya dicho el Salvador. Eran suficientes para creer que El fuese el Cristo, las obras de Dios, la doctrina que enseñaba y su propia virtud. Toda palabra que explica las Sagradas Escrituras para que se crea en ellas, pero que no dice verdad, debe considerarse como el Anticristo. Jesucristo es la verdad, y toda verdad fingida, es el Anticristo. Sabemos además que todas las virtudes son Cristo y todas las falsas virtudes el Anticristo porque el diablo tiene en la apariencia para seducir a los santos todas las clases de bienes, que posee Cristo en la verdad para edificar a los hombres, por lo tanto, necesitamos el auxiliio de Dios, para que nadie nos engañe, ni predicación, ni virtud alguna. Es malo, pues, encontrar a alguno que se equivoca en su conducta, pero aun es peor no pensar según la regla segurísima de las Sagradas Escrituras.

MATEO 24,6-8


5406 (Mt 24,6-8)

"Y también oiréis guerras, y rumores de guerras. Mirad que no os turbéis. Porque conviene que esto suceda, mas aun no es el fin. Porque se levantará gente contra gente y reino contra reino, y habrá pestilencias y hambres y terremotos por los lugares. Y todas estas cosas principios son de dolores". (vv. 6-8)

San Agustín, Epistola, 199, 25. Preguntando los discípulos, contestó el Señor diciéndoles aquellas cosas que habían de suceder con el tiempo, ya acerca de la destrucción de Jerusalén, que dio motivo a su pregunta; ya acerca de su venida por medio de su Iglesia, por la que no cesará de venir, hasta el fin, como se ve todos los días que viene a los suyos, porque todos los días nacen miembros suyos; ya acerca del último día en que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos. Manifestando las señales que habrán de preceder a estas tres cosas, como debe decirse algo de estas tres señales, debemos evitar con cuidado referir a unos sucesos lo que se refiere a otros.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 1-2. Aquí, pues, se habla de las guerras que vendrían sobre Jerusalén, cuando les dice: "Y también oiréis guerras y rumores de guerras".

Orígenes,in Matthaeum, 28El que oye la gritería en las batallas, oye también las guerras y el que oye hablar de guerras lejanas, percibe las opiniones y los rumores sobre las guerras.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75,2. Como los discípulos podían asustarse por esto, el Salvador añadió: "Mirad que no os turbéis". Además, como creían que Jerusalén sería destruida, después de estas guerras, y que el fin del mundo vendría a continuación, les dice la verdad acerca de esto, añadiendo: "Porque conviene que esto suceda, mas aun no es el fin".

San Jerónimo. Esto es, no creamos que el día del juicio se aproxima, sino que se reserva para otro tiempo. Dan señales de ello las siguientes palabras: "Porque se levantarán gente contra gente y reino", etc.

Rábano. Se advierte esto a los apóstoles para que no se asusten y abandonen Jerusalén y Judea. El fin no vendrá inmediatamente, sino que a los cuarenta años se verificará la desolación de Judea, a la que seguirá la última destrucción de la ciudad y del templo, acerca de lo cual sigue: "Se levantará gente contra gente y reino contra reino". Consta también que las profundas aflicciones con que fue devastada toda esta provincia se cumplieron al pie de la letra, como Jesucristo había dicho.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75,Después, para manifestar que El sería quien pelearía contra los judíos, no solamente anuncia las guerras, sino también las desgracias que vendrían de parte de Dios. Por esto añade: "Y habrá epidemias, hambres y terremotos por los lugares".

Rábano. Debe advertirse que cuando dice: se levantará una gente contra otra gente, se da a conocer la perturbación de los hombres. Que habrá pestes, he aquí la desigualdad de los cuerpos; que habrá hambre, he aquí la esterilidad de la tierra; y los terremotos por diversos lugares, he aquí la manifestación de la ira divina1.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75,2. Y no sucederán estas cosas sencillamente según suelen ver los hombres, sino por medio de la ira que vendrá de lo alto . Por esto no dijo que habrían de venir estos males sencillamente, esto es según se acostumbra entre los hombres, sino según la justicia que viene de lo alto Y por esto no dijo sencillamente que habrían de venir, ni de repente, sino lo dijo con cierto énfasis, por esto añade: "Y todas estas cosas principio son de dolores", de los males que sufrirían los judíos.

Orígenes, in Matthaeum, 28. Así como enferman los cuerpos antes de la muerte, así es necesario que antes de la destrucción del mundo, la tierra, como agonizante, experimente grandes y frecuentes sacudidas; que el aire, tomando cierto aspecto mortífero, se convierta en pestilente; y que faltando la fuerza vital de la tierra, ésta no produzca frutos. Por lo tanto, en virtud de la escasez de los alimentos, los hombres se excitarán por la avaricia, y harán grandes guerras. Y como las insurrecciones y las luchas serán hijas de la avaricia, y además por las codicias de mando y de la vanagloria, habrá alguno que sea la causa primera de todos aquellos males que habrán de suceder antes de la destrucción del mundo. Así como la venida de Jesucristo trajo la paz para muchas gentes en virtud de la misericordia divina, así es consiguiente que por la multiplicación de la iniquidad se enfríe la caridad de muchos, y que Dios y Jesucristo los abandonen; que se levanten muchas guerras entre ellos, puesto que la santidad no evitará que obren los principios germinadores de las guerras. Por el contrario, las fuerzas adversarias, no detenidas ni por Cristo ni por los santos, actuarán sin obstáculo en los corazones de los hombres para que se levante pueblo contra pueblo, y reino contra reino. Por lo tanto, así como algunos creen, que el hambre y la peste son producidos por los ángeles de Satanás, estos poderes también se envalentonarán entonces por las virtudes enemigas, cuando no haya discípulos de Jesucristo que sean la sal de la tierra y la luz del mundo destruyendo todo lo que siembra la malicia de los demonios. Alguna vez venían hambres y pestes sobre Israel por sus pecados, pero habían quedado libres de ellas por las oraciones de los buenos. Se dice oportunamente "por los lugares", porque el Señor no quiere destruir al género humano en un sólo día, sino juzgarlo por partes, y darle lugar a que se arrepienta. Por lo tanto, si cuando empiecen los males no se ha declarado aun la corrección general, le sucederá peor. Por esto sigue: "Todas estas cosas son principio de dolores", que habrán de seguir contra los impíos, para que sean atormentados, con agudísimos dolores.

San Jerónimo. En sentido espiritual, parece que el triunfo de la Iglesia habrá de ser mucho más glorioso después que se haya levantado un reino contra otro reino y que se haya suscitado la peste de aquéllos cuya palabra se arrastra como un reptil, y después del hambre de oír la palabra de Dios, y de la agitación de toda la tierra, y de la separación de la verdadera fe, especialmente entre los herejes que mutuamente se combaten.

Orígenes, in Matthaeum, 28. Conviene, por lo tanto, que sucedan estas cosas antes que veamos la perfección de la sabiduría que hay en Jesucristo. Pero no vendrá en seguida el fin que buscamos, porque el fin pacífico está lejos de estos hombres.

San Jerónimo. Cuando dice: "Todas estas cosas principio son de dolores", parece más bien que se parecerán a los abortos o concepciones de la venida del Anticristo, que no partos naturales.

MATEO 24,9-14 :

5409 (Mt 24,9-14)

"Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Y muchos entonces serán escandalizados, y se entregarán unos a otros, y se aborrecerán entre sí. Y se levantarán muchos falsos profetas, y engañarán a muchos. Y porque se multiplicará la iniquidad, se resfriará la caridad de muchos. Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo. Y será predicado este Evangelio del reino por todo el mundo, en testimonio a todas las gentes; y entonces vendrá el fin". (vv. 9-14)

Rábano. El Señor manifiesta la razón por que habrían de venir tantos males sobre Jerusalén y la provincia de los judíos, añadiendo: "Entonces os entregarán", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75,O de otro modo, los discípulos al escuchar todas estas predicciones sobre Jerusalén, estaban en tal disposición de espíritu, que no sentían turbación alguna, como si oyeran males que les fueran extraños. Esperaban que les vendrían los días de prosperidad, que deseaban llegasen con grande interés. Por esto les anuncia el Salvador graves acontecimientos, que los ponían en cuidado. Así como antes les había advertido que evitasen los engaños de los seductores, ahora les predice la violencia de los tiranos, por medio de estas palabras: "Entonces os entregarán a la tribulación, y os matarán". Con toda oportunidad les hizo conocer estos males para calmarles en cierto sentido de las desgracias de los demás. No sólo los consoló así, sino que manifestándoles la causa de su aflicción, les añadió que todo lo sufrirían por su nombre. Por esto sigue: "Y seréis aborrecidos por todas las gentes por causa de mi nombre".

Orígenes, in Matthaeum, 28. ¿Pero de qué modo sería odiado el pueblo de Cristo, aun por los habitantes en los últimos extremos de la tierra? A no ser que alguno diga que ha sido dicho por exageración todos, por muchos. Pero se plantea otra cuestión respecto de las palabras: "Entonces os entregarán". Se comprende desde luego la verdad. Porque antes que sucediesen estas cosas los cristianos ya sufrían tribulaciones. Pero alguno responderá, que entonces los cristianos sufrirían tribulaciones mayores que nunca. Desean generalmente los que viven en tiempo de mayores calamidades, examinar sus causas, y tener motivo de hablar. Por lo tanto, es consiguiente que como los hombres habían de dejar el culto de los falsos dioses, por la multitud de cristianos que habría, diríase que éstos eran la causa de las guerras, hambres y pestes y también de los terremotos; por esta razón la Iglesia ha sufrido grandes persecuciones.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 2. Después que había hablado de las dos clases de guerras, esto es, de las de los seductores y de las de los enemigos, les habla también de una tercera guerra, que provendría de los falsos hermanos, por esto dice: "Y muchos entonces serán escandalizados", etc. También San Pablo deplora esto diciendo: "En el exterior batallas, en el interior temores" (2Co11,26): de quienes dice en otro lugar: "Los tales falsos apóstoles son operarios engañadores". Por esto añade aquí el Salvador: "Y se levantarán muchos falsos profetas", etc.

Remigio. Cuando estaba próxima la destrucción de Jerusalén, se levantaron muchos, llamándose cristianos y seduciendo a otros, a quienes San Pablo llama hermanos falsos y San Juan, Anticristos.

San Hilario, in Matthaeum, 25. Como fue Nicolás, uno de los siete primeros diáconos, que pervirtió a muchos, tergiversando la verdad.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 2. Además, manifiesta lo que es más penoso para éstos, que tales falsos profetas enfriarían la religiosidad, por lo que sigue: "Y como se multiplicará la iniquidad, se enfriará la caridad de muchos".

Remigio. Esto es, el verdadero amor de Dios y del prójimo; porque cuanto más se aumenta la iniquidad, respecto de uno y de otro, tanto más se apagará el fuego de la caridad en su corazón.

San Jerónimo. Debe advertirse que no negó la fe o la caridad de todos, sino la de muchos; porque la caridad siempre permanecería en los apóstoles y en aquéllos que estuviesen identificados con ellos, acerca de lo que dice San Pablo: "¿Quién nos separará de la caridad de Cristo?" (Rm 8,35) Por lo que se añade aquí: "Mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo".

Remigio. Dice hasta el fin, refiriéndose al término de su vida; porque quien persevera hasta el término de su vida, confesando a Jesucristo y en su amor, se salva.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 2. Después, para que no dijeren: ¿Cómo podremos vivir entre tantos malos? les ofrece lo que es más, que no sólo vivirían, sino que también enseñarían en todas partes; por esto añade: "Y será predicado este Evangelio del reino por todo el mundo".

Remigio. Como el Señor conocía que los corazones de sus discípulos habrían de entristecerse por la destrucción de Jerusalén, y la extinción de sus gentes, los consuela diciendo, que serían muchos más los que creerían de los gentiles, que los que perecerían de los judíos.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 75, 2. En cuanto a que se había predicado el Evangelio por todas partes, antes de la destrucción de Jerusalén, oigamos lo que dice San Pablo: "En toda la tierra resonó su voz" (Rm 10,18) Y véase cómo vino desde Jerusalén hasta España. Por lo tanto, si uno solo recorrió tanto espacio, júzguese cuanto recorrerían los demás. Por lo que escribiendo a algunos les dice acerca del Evangelio: "Que fructifica y crece en toda criatura que habita debajo del cielo" (Col 1,6) Esta señal del poder de Jesucristo, es más grande que todo lo que había hecho en el espacio de treinta años. Porque apenas empezaba la predicación del Evangelio ya se había extendido por todos los confines de las tierra. Y aun cuando el Evangelio ya se había predicado por todas partes, sin embargo, no todos habían creído; por lo que añade: "En testimonio a todas las gentes", esto es, para acusar a aquéllos que no habían creído; porque los que creyeron testificarían contra los que no creyeron y los condenarían. Por lo tanto, después que el Evangelio haya sido predicado por todo el mundo, Jerusalén será destruida. Por esto sigue: "Y entonces vendrá el fin", esto es, el fin de Jerusalén, porque los que vieron brillar el poder de Jesucristo y que había invadido en poco tiempo toda la tierra, ¿qué perdón podían esperar si todavía eran ingratos?

Remigio. También puede referirse esto a la consumación del mundo. Porque entonces muchos se escandalizarán separándose de la fe, viendo la multitud y las riquezas de los malos y los milagros del Anticristo, y perseguirán a sus compañeros, y el Anticristo enviará falsos profetas que engañarán a muchos. Se aumentará la malicia, porque aumentará el número de los malos, y se enfriará la caridad, porque disminuirá el número de los buenos.

San Jerónimo. Será también una señal de la venida del Señor, la predicación del Evangelio en todo el mundo, de modo que ninguno tendrá excusa.

Orígenes, in Matthaeum, 28Cuando dice: "Y seréis aborrecidos de todas las gentes por mi nombre", nadie podrá salvarse porque a la sazón todas las gentes estarán de acuerdo en contra de los cristianos, y cuando sucediese todo lo que Jesucristo ha predicho, tendrán lugar las persecuciones, ya no en una sola parte como antes, sino en general en todo el mundo se levantarán contra el pueblo de Dios.

San Agustín, Epístola, 149, 46. Y los que examinan estas palabras: "Será predicado este Evangelio del reino en todo el orbe", no crean que esto ya se verificó por medio de los apóstoles, porque esto no sucedió así, según está demostrado por documentos fidedignos. Hay, pues, en Africa innumerables gentes bárbaras, a quienes todavía no se ha predicado el Evangelio. Especialmente puede decirse esto de aquellos que son vendidos como esclavos, y no puede admitirse con justicia que éstos no pertenecen también a la promesa de Dios, porque el Señor no solamente ofreció esto a la descendencia de Abraham ni sólo a los romanos, sino que comprendió a todas las gentes en aquel juramento. Entre cuyas gentes todavía no ha penetrado la Iglesia, lo cual conviene que suceda, para que crean todos los que están fuera de ella y entonces se cumplirá aquella promesa. "Y seréis aborrecidos de todas las gentes por mi nombre". (Cómo sucedería esto si no hubiese en todos los pueblos quienes aborrezcan y quienes sean aborrecidos? Por lo tanto, la predicación no podía ser terminada por los apóstoles, siendo así que todavía hay gentes a quienes no ha llegado. Respecto a lo que dijo el Apóstol: "En toda la tierra había resonado su voz" (Rm 10,18), aunque esta frase se refiere a tiempo pasado, dijo con palabras lo que habría de suceder, no lo que ya había sucedido o se había ultimado, como el profeta a quien se refiere como testigo. Pero dijo también que el Evangelio fructificaba y crecía en todo el mundo, para dar a entender hasta dónde podría llegar, creciendo con el tiempo. Por lo tanto, si no se sabe cuándo el Evangelio llenará todo el mundo, tampoco se sabrá cuándo llegará el fin del mundo; porque antes no sucederá.

Orígenes, in Matthaeum, 28. Cuando todo el mundo haya oído la predicación del Evangelio, vendrá el fin del mundo. Y esto es lo que sigue: "Y entonces vendrá el fin". Muchas gentes, no sólo de los bárbaros, sino también de los nuestros, no han oído todavía la palabra cristiana.

Glosa. Puede defenderse lo uno y lo otro, si se entiende de diverso modo la extensión de la predicación del Evangelio. Porque si se entiende en cuanto al fruto de la predicación que se derrama por la Iglesia de los que creen en Jesucristo sobre todas las gentes (como dice San Agustín), se da a entender que el Evangelio estará predicado por todas partes, antes de la destrucción del mundo; y esto no sucedió antes de la destrucción de Jerusalén. Pero si se entiende en cuanto a la fama de la predicación, entonces ya se ha cumplido antes de la destrucción de Jerusalén, porque los discípulos de Jesucristo ya estaban diseminados por las cuatro partes del mundo. Por esto dice San Jerónimo: no creo que hayan quedado algunas gentes que desconozcan el nombre de Jesucristo, y aun cuando no hayan tenido quien le predique, no pueden desconocer en absoluto lo que es la fe, por las gentes vecinas.

Orígenes, in Matthaeum, 28. Moralmente hablando, el que crea que esto se refiere a la venida gloriosa de Jesucristo sobre su alma, es necesario que sufra por la venida de El las asechanzas de los que obran en sentido contrario, como esforzado atleta. Cristo será aborrecido en él por todos, no sólo por las gentes materiales, sino también por las gentes que viven en exageraciones espirituales. En ciertas cuestiones habrá pocos que comprendan la verdad de una manera evidente, siendo muchos los que se escandalizarán. Caerán de ella los traidores y los acusadores, por la discusión que se suscitará entre ellos, acerca del dogma de la verdad, lo que servirá de motivo para que se aborrezcan mutuamente. También habrá muchos que predicarán con mal fin, acerca de lo que habrá de suceder, e interpretarán mal las profecías (a quienes llama falsos profetas), que seducirán a muchos, haciendo que se enfríe la caridad ferviente que antes se encontraba en la sencillez de la fe. Pero el que pueda perseverar en la tradición apostólica, se salvará; y así, predicado el Evangelio a todas las almas, servirá de testimonio a todas las gentes, esto es, a todos los pensamientos incrédulos de ciertas almas.


Catena aurea ES 5337