Catena aurea ES 5101

MATEO 21,1-9


5101 (Mt 21,1-9)

Y cuando se acercaron a Jerusalén, y llegaron a Betfagé al monte del Olivar, envió entonces Jesús a dos discípulos, diciéndoles: "id a esa aldea que está enfrente de vosotros, luego hallaréis una asna atada y un pollino con ella, desatadla y traédmelos: Y si alguno os dijere alguna cosa, respondedle que el Señor los ha menester, y luego los dejará". Y esto todo fue hecho, para que se cumpliese lo que había dicho el Profeta, que dice: Decid a la hija de Sión: He aquí tu Rey, viene manso para ti, sentado sobre una asna, y un pollino, hijo de la que está debajo del yugo. Y fueron los discípulos, e hicieron como les había mandado Jesús. Y trajeron la asna y el pollino: y pusieron sobre ellos sus vestidos, y le hicieron sentar encima. Y una grande multitud del pueblo tendió también sus ropas por el camino: Y otros cortaban ramos de los árboles y los tendían por el camino. Y las gentes que iban delante y las que iban detrás gritaban, diciendo: "Hosanna al Hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor: Hosanna en las alturas". (vv. 1-9)

Remigio. El evangelista ya había referido que el Salvador había salido de Galilea, y empezaba a subir hacia Jerusalén. Por lo tanto, después que refirió lo que había sucedido en el camino, queriendo continuar su narración, dice: "Y cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfage", etc. Betfage era un lugar propio de los sacerdotes, ubicado a la falda del monte de los Olivos y distante de Jerusalén como una milla. Y los sacerdotes que servían en el templo por espacio de cierto número de días, una vez terminadas las funciones de su ministerio, se hospedaban en aquel sitio, e igualmente los que empezaban a ejercer también vivían allí; porque estaba mandado en la ley que nadie anduviese más de mil pasos en el día de sábado.

Orígenes, homilia 14 in Matthaeum. Por esto Betfage quiere decir Casa de las quijadas, porque la parte que correspondía a los sacerdotes según la ley era una quijada.

Prosigue: "Entonces envió Jesús", etc.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 37. No dijo a sus discípulos decid: tu Señor necesita de ellos, ni tampoco vuestro Señor, para que comprendan que El únicamente es verdadero Dios, no sólo de los animales sino también de todos los hombres, porque aun los pecadores en cierto sentido también son suyos; pero por voluntad propia son del demonio.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 66,2. Y no creas que esto carece de importancia, porque ¿quién obligó a los dueños de los jumentos a no querer contradecir, queriendo callar y conceder lo que pedían? En esto evidenció a sus discípulos, que pudiendo ocultarse a los judíos, no quiso hacerlo. También dio a entender que todo lo que se pidiere lo concedieran; porque si los que desconocían a Jesucristo fueron tan generosos, con más razón sus discípulos debían ser los que dispensaran sus gracias a los demás. Y en cuanto a lo que dice: "Y luego los dejará".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 37. Debe creerse que el animal después de su entrada en Jerusalén fue remitido por Jesucristo a su propio dueño.

Glosa. También puede entenderse que el amo de aquellos jumentos los soltará en seguida para dedicarlos al servicio del Señor. A este hecho se añade el testimonio del profeta, para que se vea que el Señor cumplió todo lo que estaba escrito de El. Pero que los escribas y los fariseos, cegados por la envidia, no quisieron entender la misma ley.

Por lo tanto, prosigue: "Y todo esto fue hecho, para que se cumpliese lo que había dicho el Profeta", etc. Esto es, Zacarías.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 37. Conociendo el profeta la malicia de los judíos -que habrían de contrariar a Jesucristo cuando subiese al templo- les advirtió cuál sería la señal para que conociesen a su rey, diciendo: "Decid a la hija de Sión: He aquí", etc.

Rábano. Hija de Sión, según la historia, es la ciudad de Jerusalén, que está colocada en el monte Sión; y en sentido espiritual es la Iglesia de los fieles, que pertenece a la suprema Jerusalén.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 37. "He aquí" es la palabra de una persona que enseña. Esto es, no en sentido material, sino en sentido espiritual; observad sus acciones virtuosas. Antes de ahora ciertamente decía muchas cosas para manifestar que Aquel de quien hablaba ya era tu rey antes de nacer. Y cuando lo veáis, no queráis decir: no tenemos otro rey sino el César (Jn 19,15) Vino por ti, entiéndelo bien, para salvarte; pero si no lo comprendes, viene contra ti. Manso, no para ser temido por su poder, sino para ser amado por su mansedumbre; por esto no lo ves sentado en un carro de oro, ni vestido de hermosa púrpura, ni montado en brioso caballo como amante de disensiones y de pleitos, sino sobre una pollina, amante de la tranquilidad y de la paz; por esto sigue: "Sentado sobre una asna", etc.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,36. Opinan de diversos modos los evangelistas respecto de este testimonio profético. San Mateo lo refiere dando a conocer que la asna recordaba al profeta; pero no se expresa en esos términos San Juan, ni los códices eclesiásticos interpretados por muchos; en virtud de lo cual, me parece a mí que como San Mateo escribió su Evangelio en lengua hebrea, es evidente que aquella interpretación llamada de los Setenta, se diferencia, aunque poco, en algunas cosas que encontraron en el texto hebreo los que conocieron a fondo esta lengua y los que interpretaron estos mismos libros escritos en hebreo. Si se busca el fundamento de esta diferencia, creo muy probable que estos Setenta interpretaron con el mismo espíritu con que se había dicho lo que ellos tradujeron. Esto se ha confirmado después por la admirable conformidad que ha resultado entre ellos. Luego ellos mismos, aun cuando han variado algunas cosas respecto de la forma, no se han separado de la voluntad de Dios, cuyas palabras interpretaban, y no han querido demostrar otra cosa que lo mismo que dicen los evangelistas, aun cuando nos admiramos -por sus pequeñas diferencias-, de las que se nos dan a conocer que no hay mentira. Si bien alguno refiere algo de diferente modo, con tal que no se aparte de la voluntad de aquél con quien debe estar conforme. Por lo cual es muy conveniente conocer las costumbres para evitar equivocaciones. También son dignos de fe porque no debemos creer que exponen la verdad con las mismas expresiones, como si fuera Dios quien nos refiriera esto y nos recomendase las palabras con que deben exponerse aquellas verdades. También debe tenerse en cuenta que esto no ha sido dictado de tal manera que debamos averiguar en absoluto si podremos conocer lo que dice en la misma forma que lo conoce Dios y los ángeles conocen en El.

Prosigue: "Y fueron los discípulos y trajeron la asna", etc.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,36. Los demás evangelistas nada hablan de la asna. No debiera llamar la atención del lector que San Mateo nada diga del pollino cuando los demás evangelistas nada hablan de la asna. Mucho menos debe llamar la atención que uno solo hable de la asna, de la cual no se ocupan los demás y, sin embargo, no habla del pollino, de quien hablan los otros evangelistas. Y aun cuando uno de ellos lo refiera de otro modo (cuánto menos debe extrañarse que cada uno lo refiera de su manera? Prosigue: "Y pusieron sobre ellos sus vestidos y le hicieron sentar encima".

San Jerónimo. Pero parece que el Señor no debería ir montado en estos dos animales, siendo así que el camino era tan corto, pero en lo que la historia encuentra imposibilidad o dificultad debe interpretarse en sentido más elevado, esto es, en sentido místico.

Remigio. Pudo suceder muy bien que el Señor montase en estos dos animales.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 66,2. A mí me parece que no fue montado sobre la asna únicamente por el misterio que representaba, sino por darnos a entender la grandeza de su sabiduría, en la que nos demuestra que no hay necesidad de ir montado en caballos, sino que es suficiente un asno y que debemos contentarnos con satisfacer lo que sea necesario. Pregúntese a los judíos qué rey ha entrado en Jerusalén montado en una pollina y no sabrán citar a otro más que sólo a Este.

San Jerónimo. Las turbas que habían salido de Jericó y que seguían al Salvador pusieron sus vestidos en el suelo y cubrieron el camino con ramas de árboles. Por esto sigue: "Y una gran multitud del pueblo tendió también sus ropas", etc. Sin duda para evitar que las piedras pudieran hacer daño a los pies del asno, o que le hiriera alguna espina o cayera en algún hoyo. Prosigue: "Y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían por el camino", esto es, de árboles frutales de que está cubierto el monte de los Olivos. Y habiendo arreglado todo, dan testimonio de quién es por medio de la voz. Por esto sigue: "Y las gentes que iban delante y las que iban detrás gritaban diciendo: ¡Hosanna al hijo de David!". Voy a decir brevemente lo que quiere decir Hosanna. En el Salmo 117, que habla precisamente de la venida del Salvador, dice esto entre otras cosas: "Oh Señor, sálvame; Oh Señor, ayúdame; Bendito el que ha de venir en el nombre del Señor" (Ps 117,25-26) En lugar de lo que dicen los Setenta intérpretes: "Oh Señor, sálvame", leemos en el texto hebreo: "Anna adonais osianna", lo cual interpretó perfectamente San Símaco, diciendo: "Te ruego, Señor, que me salves". Por lo tanto, ninguno crea que esta invocación ha sido escrita en dos idiomas (esto es, en griego y en hebreo), sino únicamente en hebreo.

Remigio. Está compuesta de una palabra íntegra y otra adulterada. Hosi quiere decir salva o da salud, anna entre ellos es una interjección de súplica, porque así como entre los hebreos se dice por el que suplica anna; así, entre los latinos el que sufre dice ¡ay!

San Jerónimo. Significa también que la venida de Jesucristo es la salvación del mundo. Por esto sigue: "Bendito el que viene en el nombre del Señor" (Jn 5,43) Y el Salvador aprueba esto mismo en su Evangelio cuando dice: "He venido en nombre de mi Padre".

Remigio. Porque no buscaba en todas sus acciones su propia gloria sino la de su Padre.

Glosa. Y esto es lo que significa Bendito -esto es, glorificado sea- el que viene -esto es, que se ha encarnado- en el nombre del Señor -esto es, del Padre- glorificándolo.

San Jerónimo. Además repiten, Hosanna, esto es, te ruego que me salves, e indican en dónde quieren salvarse, a saber, en lo más alto; esto es, en los cielos y no en la tierra. Y por esto se le añade Hosanna -esto es, la salvación en los cielos-, se da a conocer claramente que la venida de Jesucristo, no sólo representaba la salvación del hombre sino de todo el mundo, uniendo lo terreno con lo celestial.

Orígenes, homilia 14 in Matthaeum. También alababan la humanidad de Jesucristo cuando decían: "¡Hosanna al hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!", y su regreso al cielo cuando decían: "¡Hosanna en las alturas!" Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 37. Hosanna, según unos, quiere decir gloria, y según otros redención, porque se le debe la gloria y es el autor de la redención, puesto que a todos nos ha redimido.

San Hilario, in Matthaeum, 21. Estas palabras de alabanza explican en sí el poder de la redención; llaman a Jesús hijo de David, y en ello reconocen la herencia del reino eterno.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 37. Hasta entonces el Salvador nunca había usado de animales, ni había utilizado ramos verdes de los árboles como adornos de su cuerpo. Unicamente los usa cuando asciende a Jerusalén para darse a conocer. Así, incitó a los que lo veían a hacer lo que hacía tiempo querían. Por lo tanto se les dio la posibilidad, pero no se les movió la voluntad.

San Jerónimo. El Señor también se aproxima a Jerusalén en sentido místico, saliendo de Jericó para traer de allí mucha gente; porque el grande, enriquecido con sus grandes mercancías y habiendo devuelto la salud a los que creían, desea entrar en la ciudad de la paz y en el lugar en donde puede verse a Dios. Y vino también a Betfage, esto es, a la Casa de las Quijadas, porque representaba la figura de la confesión; y radicaba en el monte de los Olivos, donde se encuentra la luz de la ciencia y el descanso de los trabajos y de los dolores. Se designa este mundo por medio de la aldea que estaba enfrente de los apóstoles y estaba contra ellos y no quería recibir la luz de su celestial doctrina.

Remigio. El Señor envió desde el monte de los Olivos a sus discípulos a la aldea, por lo que envió también a los predicadores de la Iglesia primitiva por todo el mundo. Envió dos, porque hay dos clases de predicadores, de quienes habla el Apóstol cuando dice: "El que ha obrado en Pedro en el apostolado de la circuncisión, ha obrado también en mí entre los gentiles" (Ga 2,8) O también porque hay dos preceptos de caridad, o por los dos testamentos, o por la letra y el espíritu.

San Jerónimo. También por la teoría y por la práctica, esto es, la ciencia y sus acciones. Y esta asna que fue acostumbrada al yugo y que llevó sobre sí el yugo de la ley, representa a la sinagoga; el pollino de la asna son los hijos lascivos de los gentiles, porque Judea -según el Señor- es la madre de todos los gentiles.

Rábano. Unicamente San Mateo, que escribió su Evangelio para los judíos, presenta un asna llevando al Señor, para demostrar a aquellas gentes que si se arrepienten no deben desesperar de su salvación.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 37. Los hombres son comparados con los animales porque se les parecen en algunas cosas cuando no conocen al Hijo de Dios. Este es, pues, el animal inmundo y el más irracional de todos los animales; el más necio, el más débil, el más innoble y que más se presta a la carga. Así fueron los hombres antes de la venida de Jesucristo: manchados por sus diversas pasiones, irracionales, carentes de palabras razonables, necios porque desprecian a Dios, débiles en cuanto al alma, innobles porque olvidándose de su descendencia celestial se habían convertido en esclavos de sus pasiones y de los demonios. También llevaban la carga porque llevaban sobre sí el saco del error que les habían impuesto los demonios y los filósofos. Estaba atada la asna -esto es, estaba impedida por el lazo del error del demonio-, y no tenía libertad de ir a donde quería, porque antes que pequemos, tenemos libre albedrío y hacemos lo que el demonio desea o no lo hacemos si queremos. Pero si pecamos nos vemos como obligados por sus obras, y ya no podemos escapar por nuestra propia fuerza. Y así como la nave -una vez roto el timón- es llevada a donde quiere la tempestad, así también el hombre, cuando pierde el auxilio de la divina gracia por su pecado, ya no hace lo que quiere, sino lo que quiere el demonio. Y si Dios no lo desata con la mano poderosa de su misericordia, permanecerá esclavo por sus pecados hasta la muerte. Por esto dice a sus discípulos: soltadle; esto es, por vuestra predicación y por vuestros milagros, porque todos los judíos y los gentiles fueron puestos en libertad por medio de los apóstoles. "Y traédmelos", esto es, convertidlos a mi gloria.

Orígenes, homilia 14 in Matthaeum. Por lo que cuando iba a subir al cielo mandó a sus discípulos que soltasen a los pecadores dándoles el Espíritu Santo. Una vez libres y ya marchando y robustecidos además por la divinidad de Jesucristo, fueron considerados como dignos de ser remitidos a aquel lugar de donde habían salido. No ya para que volviesen a sus antiguas faenas sino para que les predicasen al Hijo de Dios. Esto es lo que significa cuando dice: "Y luego los dejará".

San Hilario, in Matthaeum, 21. Por medio de la asna y del pollino especifica las dos vocaciones del pueblo gentil. Había algunos samaritanos que vivían bajo el influjo de cierta costumbre y eran feroces; éstos estaban representados por el pollino. Había también gentes indómitas y terribles, que estaban representadas por medio del pollino. Por esta razón, son enviados dos, para que suelten a los que estén atados por los vínculos del error. Por medio de San Felipe creyó Samaria, y por medio de San Pedro, Cornelio fue traído a la fe de Jesucristo, como primicia de los gentiles.

Remigio. Así como entonces se dijo a los apóstoles: "Si alguno os dice algo, decidle que el Señor necesita de ellos"; así, ahora manda a los predicadores que, aun cuando encuentren alguna dificultad, no cesen de predicar.

San Jerónimo. El vestido de los apóstoles, que fue colocado sobre el jumento, representa o la enseñanza de las virtudes o el conocimiento de las Sagradas Escrituras. También representa la diversidad de las enseñanzas católicas, en las que si el alma no está instruida y adornada, no puede merecer que el Señor descanse sobre ella.

Remigio. El Señor se sentó, pues, sobre el asno y se encaminó a Jerusalén, porque como era el jefe de la santa Iglesia y del alma fiel, la gobierna en este mundo y la lleva después de esta vida, introduciéndola en la patria celestial. Los apóstoles y los demás doctores colocaron sus mantos sobre la asna porque dieron a los gentiles la gloria que habían recibido de Jesucristo. Las gentes también tendían sus vestidos por el camino, porque aquellos judíos que creían en el Señor despreciaban la gloria que habían recibido de la ley. Cortaban ramas de los árboles, porque habían conocido en virtud de los profetas lo que había de hacer Jesucristo, como de árboles verdes. Las gentes que tendían sus vestidos en el camino representan a los mártires que entregaron sus vestidos -esto es, los cuerpos que cubrían sus almas-, sufriendo el martirio por Jesucristo. Y también representan a aquéllos que dominan sus cuerpos por medio de la abstinencia. Aquéllos que examinan los escritos y los testimonios de los Santos Padres cortan ramas de los árboles, para su salvación y la de sus hijos.

San Jerónimo. Cuando dice: las turbas que lo precedían y que lo seguían, se refiere a uno y otro pueblo, al de aquéllos que creyeron en el Señor antes y después del Evangelio, y que alababan a Jesús a una voz.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 37. Y aquéllos clamaron vaticinando la venida de Cristo; éstos en cambio, claman alabando la venida de Cristo ya cumplida.

MATEO 21,10-16


5110 (Mt 21,10-16)

Y cuando entró en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad, diciendo: "¿Quién es éste?" Y los pueblos decían: "Este es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea". Y entró Jesús en el templo de Dios, y echaba fuera a todos los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los banqueros, y las sillas de los que vendían palomas. Y les dice: "Escrito está: mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones". Y vinieron a El ciegos y cojos, en el templo, y los sanó. Y cuando los príncipes de los sacerdotes y los escribas vieron las maravillas que había hecho, y los muchachos en el templo gritando y diciendo: "Hosanna al Hijo de David", se indignaron. Y le dijeron: "¿Oyes lo que dicen éstos?" Y Jesús les dijo: "sí: ¿Nunca leísteis que de la boca de los niños y de los que maman sacaste perfecta alabanza?" (vv. 10-16)

San Jerónimo. Habiendo entrado Jesús con todas aquellas gentes, toda la ciudad de Jerusalén se conmovió, admirando que viniera tanta gente y desconociendo la causa. Por esto dice: "Y cuando entró en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad diciendo: ¿Quién es éste?" Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38. Se admiran con razón cuando ven aquella cosa admirable: un hombre que era aclamado como si fuese Dios; y Dios que era alabado en un hombre. Y yo creo que ni aun los mismos que lo aclamaban sabían lo que aclamaban; pero el Espíritu Santo, habiendo entrado en ellos de repente, les inspiraba aquellas palabras de verdad.

Orígenes, homilia 15 in Matthaeum. Y cuando entró Jesús en Jerusalén, asombrados ante aquellas virtudes sobrenaturales decían: ¿quién es este Rey de la gloria? (Ps 23,8)

San Jerónimo. Y a los demás, que dudaban o preguntaban, les contestaba la plebe. Por esto sigue: "Y los pueblos decían: Este es Jesús", etc. Siempre suele suceder que las cosas empiezan por poco cuando han de llegar a mucho. Llaman profeta a Aquel de quien Moisés había dicho que vendría uno semejante a él, de Nazaret de Galilea, porque allí había sido educado, para que como la flor del campo se alimentase con la flor de las virtudes.

Rábano. Debe advertirse que esta entrada de Jesús en Jerusalén se verificó cinco días antes de la Pascua. Refiere San Juan (cap. 12) que, seis días antes de la Pascua, había venido a Betania y que al amanecer había montado en un pollino y había venido a Jerusalén. En esto debe notarse la gran conformidad que hay no sólo en las cosas, sino también en las épocas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el día décimo del mes primero estaba mandado que se trajese a la casa el cordero que se había de inmolar en la Pascua, porque el Señor, en el día décimo del mismo mes -esto es, cinco días antes de la Pascua- había de entrar en la ciudad en que había de padecer.

Prosigue: "Y entró Jesús en el templo".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38. Esto era propio de un buen hijo, el pasar en seguida a la casa de su padre para tributarle allí el honor debido. Y del mismo modo tú debes imitar a Jesucristo: cuando entres en alguna ciudad debes lo primero ir a la iglesia. Esto también era propio de un buen médico, porque cuando entra en una ciudad enferma para curarla debe, en primer lugar, conocer el principio del padecimiento. Porque así como del templo sale todo lo bueno, así del templo procede todo lo malo. Cuando el sacerdocio es bueno, toda la Iglesia resplandece; pero si es malo, toda la fe se debilita. Así cuando ves un árbol que tiene las hojas amarillas, conoces que tiene algún vicio en la raíz; pues del mismo modo, cuando veas un pueblo indisciplinado, debes comprender que sus sacerdotes no son buenos.

Prosigue: "Y echaba todos los que vendían", etc.

San Jerónimo. Debe tenerse en cuenta también que según lo prescrito en la Ley, los judíos debían venir al templo del Señor de todo el mundo y debían acudir desde todos los países en que habitaban. Por este motivo se sacrificaban multitud de víctimas -especialmente en los días festivos-, de toros, de corderos y de chivos. Y con el objeto de que los pobres no dejaran de ofrecer sus sacrificios estaba mandado que éstos ofreciesen pichones de palomas y tórtolas. Sucedía también que los que venían de lejos no tenían víctimas. Razón por la que los sacerdotes inventaron el modo de facilitarles la manera de ofrecerlas, así como todos los animales -que se podían necesitar para el culto-, y por esto vendían. Además con el fin de venderlas a los que no tenían ellos mismos volvían a vender las que recibían. Esta maniobra astuta quedaba frecuentemente desbaratada por la pobreza de los peregrinos, que carecían de recursos y no sólo no traían víctimas sino que tampoco tenían con qué comprarlas. Por lo tanto, pusieron allí cajeros que daban dinero prestado con algún interés. Como estaba mandado en la ley que ninguno diese dinero con usura, y como no podía utilizarse el dinero procedente de ella, y como de esto no le resultaba beneficio alguno, sino que antes al contrario, perdían algunas cantidades, inventaron otra maña -esto es otra arte- para poder obtener beneficios, y para poder sostener cambistas en vez de prestamistas. Recibían, pues, como interés garbanzos tostados, pasas de uvas, y manzanas de diversas clases. Por lo tanto, como los cambistas no podían recibir usura en metálico, la recibían en especie. Y así, lo que no se podía exigir en dinero lo exigían en estas cosas que después reducían a dinero. Casi esto mismo dijo Ezequiel en estas palabras: "No recibiréis usura ni superabundancia alguna" (Ez 18,17) Bajo este aspecto, el Señor vio que su casa se había convertido en casa de negociación o de hurto. Y movido entonces por el ardor de su espíritu arrojó del templo a una multitud de gente.

Orígenes, homilia 15 in Matthaeum. Porque allí no debían vender ni comprar, sino únicamente dedicarse a la oración los que se reúnen en la casa de oración. Por esto sigue: "y les dice: Escrito está, que mi casa se llamará casa de oración" (según dice Isaías, cap. 56)

San Agustín, regula ad servus Dei, 3. Nadie haga cosa alguna en el oratorio, sino aquéllas a las que está destinado y de las que este recibe el nombre.

Prosigue: "Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones".

San Jerónimo. Aquel que convierte el templo del Señor en cueva de ladrones es ladrón, que desea obtener ganancias por medio de las cosas de religión. A mí me parece que entre los muchos prodigios que hizo Jesucristo, éste fue uno de los mayores; porque un solo hombre, despreciable en aquellos días -tanto, que poco después fue crucificado-, pudo arrojar tanta multitud de gentes a fuerza de golpes que daba con un solo látigo, en presencia de los escribas y de los fariseos, que bramaban contra El y veían que se destruían sus ganancias. Salía fuego de sus ojos y éstos brillaban como las estrellas, resplandeciendo en su cara la majestad de la divinidad.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,67. Es indudable que el Señor no hizo esto una vez sola, sino dos veces; porque de la primera habla San Juan y de la segunda los otros tres evangelistas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1. Y en esto se agrava la acusación contra los judíos; porque habiendo hecho esto por dos veces, sin embargo, permanecían en su demencia.

Orígenes, homilia 15 in Matthaeum. En sentido espiritual puede decirse que el templo de Dios es la Iglesia de Cristo. Hay también muchos en ella que no viven espiritualmente -como se debe-, sino que obran según los deseos de la carne. Por sus actos convierten la casa de oración, construida de piedras vivas, en cueva de ladrones. De modo que con seguridad podemos decir que son tres las clases de personas arrojadas del templo: todos aquellos cristianos que no se ocupan más que de comprar y vender y no oran ni ejecutan otras buenas obras sino rara vez, son los que compran y venden en el templo. Los diáconos, que no administran bien los fondos de las iglesias, y que se enriquecen a costa de los pobres, son los prestamistas de dinero que tienen las mesas de las recaudaciones que Jesucristo derribó (que los diáconos presidían las mesas de las recaudaciones eclesiásticas, lo leemos en los Hechos apostólicos) También los Obispos que entregan las iglesias a los que no deben son los que venden las palomas, esto es, la gracia del Espíritu Santo, cuyas cátedras derribó Jesucristo.

San Jerónimo. Según se comprende a primera vista, las palomas no estaban en las cátedras sino en las canastas, a no ser que se diga que los que vendían palomas se sentaban en las cátedras, lo cual es un absurdo. Por las cátedras, lo que se da a conocer, es la dignidad de los que enseñan, la cual queda anulada en el momento en que la enseñanza está inspirada sólo por la ganancia. Obsérvese también que los altares de Dios son llamados mesas de prestamistas por la avaricia de los sacerdotes. Lo que hemos dicho acerca de las iglesias, cada uno debe entenderlo de sí mismo, porque como dice el Apóstol: "Vosotros sois templo de Dios" (2Co 6,16) Por lo tanto, que no haya negocio alguno en la casa de vuestro corazón ni ambición alguna de bienes temporales, no sea que Jesús entre airado y furioso y no limpie su templo de otra manera que por medio del látigo, volviendo a convertirlo de cueva de ladrones en casa de oración.

Orígenes, homilia 15 in Matthaeum. En su segunda venida despedirá y arrojará a aquéllos que encuentre indignos de estar en el templo de Dios.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38. Y también derribó las mesas de los prestamistas, lo que significa que en el templo de Dios no debe haber más monedas que las espirituales, que llevan la imagen de Dios, no las que llevan el sello terreno. Derribó las cátedras de los que vendían palomas, clamando ipso facto: ¿Qué hacen en el templo esta multitud de palomas para vender si ya ha bajado una paloma gratuita al templo de mi cuerpo? Y lo que las turbas suplicaban, el Señor lo da a conocer por medio de las obras. Por esto sigue: "Y vinieron a El ciegos y cojos, en el templo, y los sanó".

Orígenes, homilia 15 in Matthaeum. En el templo de Dios (esto es, en la Iglesia), en verdad que no todos ven ni todos andan bien. Sólo sanan aquellos que entienden que de nadie sino de Cristo se necesita para curarse y se acercan al Verbo de Dios.

Remigio. Esto de sanar en el templo significa que los hombres no pueden ser curados sino en la Iglesia, a quien se le ha dado facultad de atar y de desatar.

San Jerónimo. Si Jesucristo no hubiese derribado las mesas de los prestamistas y las cátedras de los que vendían palomas, los ciegos y los cojos no hubiesen merecido conocer la luz primitiva ni sentir en el templo una profunda impresión.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1. Y como los príncipes de los sacerdotes no lo comprendían así sino que se indignaban de los demás milagros y de las aclamaciones de los niños que gritaban, por esto sigue el texto: "Y cuando los príncipes de los sacerdotes vieron", etc.

San Jerónimo. Como los sacerdotes no se atrevían a poner sus manos sobre el Salvador se contentaron con calumniar sus acciones y el testimonio del pueblo y de los niños que clamaban: ¡Hosanna al Hijo de David! Bendito el que viene en el nombre del Señor. Porque esto no se puede decir más que sólo del Hijo de Dios. Vean, pues, los Obispos y todos los hombres santos cuánto peligro corren al dejar decir estas cosas por ellos, siendo así que tratándose del Señor, de quien se decía esto en verdad, (porque todavía no era firme la voluntad de los que creían) se quería hacer aparecer esta alabanza como un crimen.

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38. Sucede a una columna que si se inclina un poco, cuando recibe peso se inclina más hacia aquel lado. Así, cuando el corazón del hombre es malo, si ve u oye hablar de acciones de un hombre justo, no las aplaude, sino que por el contrario se excita más bien a la envidia, los sacerdotes se irritaron de este modo contra Jesucristo diciendo: "¿Oyes lo que dicen éstos?"

San Jerónimo. Pero la contestación del Salvador fue muy prudente, no dijo (lo que los escribas querían oír): hacen bien los niños en dar testimonio de mí; ni tampoco: se equivocan, son niños y debéis dispensar a su edad, sino que al aducir el pasaje del Salmo 8, y callando el Señor, les presenta un ejemplo tomado de las Sagradas Escrituras, que confirman las palabras de los niños. Y por esto sigue: "Mas Jesús les dijo: Ciertamente nunca leísteis que de la boca de los niños sacaste perfecta alabanza".

Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38. Como diciendo: Sabed que éstos claman así por causa mía. ¿Acaso es culpa mía que el profeta haya predicho con tantos cientos de años de anticipación lo que hoy sucede? Los niños y los que maman no pueden conocer ni alabar a nadie. Se llaman niños, no por su edad, sino por la sencillez de su corazón; y que maman, porque, con la suavidad de la leche, casi como que claman, movidos por la complacencia de cosas admirables. Se llama leche, pues, la ejecución de cosas milagrosas, porque los milagros no exigen trabajo alguno de los que los ven sino que se complacen en su admiración, y con más suavidad invitan a la fe. El pan es la enseñanza de la perfecta santidad, que no pueden recibir sino cuando sus sentidos son movidos al conocimiento de las cosas espirituales.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1. También puede decirse que representaba para los gentiles y servía para los apóstoles de gran consuelo, y para que no se afligiesen sino que pudiesen predicar, quiso que sus hijos le precediesen deponiendo su temor, puesto que les había de confiar la predicación que había hecho cantar por medio de estos niños. También significa este milagro, que Jesucristo es el autor de la naturaleza, porque los niños decían cosas significativas, conformes con los profetas, mientras que los hombres decían necedades y cosas llenas de furor.


Catena aurea ES 5101