Catena aurea ES 7432


MARCOS 14,43-52


7443 (Mc 14,43-52)

Estando todavía hablando, llega Judas Iscariote, uno de los doce, acompañado de mucha gente armada con espadas y con garrotes, enviada por los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos. El traidor les había dado una seña, diciendo: "A quien yo besare El es: prendedle, y conducidle con cautela". Así al punto que llegó, arrimándose a Jesús, le dijo: "Maestro, Dios te guarde, y besóle". Ellos entonces le echaron las manos, y le aseguraron. Entretanto uno de los circunstantes, Pedro, desenvainando la espada, hirió a un criado del Sumo sacerdote, y le cortó una oreja. Jesús empero, tomando la palabra, les dijo: "Como si yo fuese algún ladrón, habéis salido a prenderme con espadas y con garrotes. Todos los días estaba entre vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis; pero es necesario que se cumplan las Escrituras". Entonces sus discípulos abandonándole huyeron todos. Pero cierto mancebo le iba siguiendo, envuelto solamente con una sábana sobre sus carnes, y los soldados le cogieron. Mas él, soltando la sábana, desnudo se escapó de ellos. (vv. 43-52)

Beda, in Marcum 4, 43. Después que oró el Señor la tercera vez, y que hubo pedido el perdón de los Apóstoles por su temor, mediante la penitencia, seguro de su pasión se adelantó hacia sus perseguidores. Sobre su llegada dice el Evangelista: "Estando todavía hablando, llegó Judas Iscariote, uno de los doce".

Teofilacto. Estas últimas palabras son para mayor confusión del traidor, el cual siendo uno del primer grupo de los discípulos se volvió lleno de arrebato contra el Señor. "Acompañado, continúa, de mucha gente armada con espadas y garrotes, enviada por los príncipes de los sacerdotes, y los escribas y los ancianos".

Pseudo - Jerónimo. Porque se apoya en los hombres el que desespera del auxilio de Dios.

Beda, in Marcum 4, 43. Judas tenía aún algo del respeto del discípulo, puesto que no entregó descaradamente al Señor, sino por la señal del beso. "El traidor les había dado una seña, diciendo: A quien yo besare", etc.

Teofilacto. Observemos la insensatez de este hombre, que creía engañar a Cristo con un beso y ser estimado como su amigo. Pero si eras su amigo, oh Judas, ¿por qué razón llegaste con sus enemigos? Pero así piensan todos los malos.

"Así al punto que llegó, besóle", etc.

Pseudo - Jerónimo. Da Judas como señal un beso lleno de venenosa hipocresía, a semejanza de Caín que ofreció un sacrificio falso y reprobado.


Beda, in Marcum 4, 43. Lleno de envidia y con infame confianza llama maestro y besa al que va a entregar. Recibió el Señor el beso del traidor, no para enseñarnos a fingir, sino para que no pareciese que huía de la traición, cumpliendo a la vez lo que dice el Salmo: "Yo era pacífico con los que odiaron la paz" (Ps 119,7) "Ellos entonces le echaron las manos".

Pseudo - Jerónimo. Aquí se ofrece a José vendido por sus hermanos, y el hierro traspasó el corazón de ellos1. "Entretanto uno de los circunstantes desenvainando la espada".

Beda, in Marcum 4, 43. Fue Pedro, como declara San Juan, el que lo hizo con el mismo ardor con que lo hacía todo. Sabía que por castigar a los sacrílegos recibió Phinees el premio debido a la justicia y el sacerdocio eterno2.

Teofilacto. San Marcos no dice su nombre, para que no parezca que alaba a su maestro como celoso por Cristo. Pedro hace ver que eran desobedientes e incrédulos, y que despreciaban las Escrituras; porque si hubiesen tenido oídos para oír lo que éstas dicen, no hubieran crucificado al Señor de la gloria. Cortó la oreja al criado del sumo sacerdote, porque los sumos sacerdotes eran los primeros que violaban las Escrituras como si no las entendiesen.

"Jesús, empero, tomando la palabra, les dijo: Como si yo fuese algún ladrón, habéis salido a prenderme con espadas y con garrotes".

Beda, in Marcum 4, 43. Es como si dijese: ¿Es necesario buscar con espadas y palos a quien se ha entregado voluntariamente en vuestras manos, y rastrear por la noche guiados por un traidor al que enseñaba de día en el templo? Teofilacto. Esta es una manifestación de su divinidad, pues cuando enseñaba en el templo no pudieron apoderarse de El, aunque le tenían en sus manos, porque aún no había llegado la hora de la pasión. Pero cuando quiso, entonces se entregó El mismo cumpliéndose así las Escrituras, porque fue conducido como un cordero a la muerte (Is 53,7) No quejándose, ni gritando, sino sufriendo voluntariamente.

"Entonces sus discípulos abandonándole huyeron todos".

Beda, in Marcum 4, 43. Así se cumplió la palabra del Señor que dijo que aquella noche todos los discípulos se escandalizarían de El. "Pero cierto muchacho le iba siguiendo, envuelto solamente en una sábana sobre el desnudo", sobreentiéndase cuerpo, pues que no llevaba más vestido que la sábana. "Y le cogieron; mas él soltando la sábana, desnudo se escapó de ellos", cuya presencia y actos detestaba. No huyó del Señor, cuyo afecto conservó en su mente, aunque desde la lejanía.

Pseudo - Jerónimo. Así como José, que, abandonando la capa, huyó desnudo de aquella mujer impúdica (Gn 39), así el que quiere huir de las manos de los inicuos debe abandonar todo lo que es mundano y marchar en búsqueda de Jesús.

Teofilacto. Parece probable que este joven fuese de la casa en que se había celebrado la Pascua. Algunos dicen que era Santiago, pariente del Señor, llamado el justo, el cual, después de la ascensión de Cristo, recibió de los Apóstoles el obispado de Jerusalén.


San Gregorio Magno, Moralium 14, 26. O bien era San Juan, el cual, aunque volvió a la cruz para oír las palabras del Redentor, antes sin embargo, huyó aterrado.

Beda, in Marcum 4, 43. Y es claro que era joven entonces por los muchos años que vivió después. Pudo, pues, suceder que, escapando entonces de las manos de los que querían detenerle, volviese luego de recobrar su sábana, y se mezclase a la dudosa luz de la noche con las turbas de los que llevaban a Jesús, como si fuera uno de ellos, hasta llegar al atrio del pontífice, de quien era conocido, como él mismo refiere en su Evangelio. Pero como San Pedro, que lavó con lágrimas de arrepentimiento la culpa de negar a Cristo, es una prueba de que pueden volver a la gracia los que flaquean en el martirio, así los demás discípulos, que huyendo se libraron de la prisión, son una enseñanza de que deben huir los que no se sienten con bastante fuerza para sufrir el suplicio.


MARCOS 14,53-59

7453 (Mc 14,53)

Jesús fue conducido a casa del Sumo sacerdote, donde se juntaban todos los principales sacerdotes, y los escribas, y los ancianos. Pedro como quiera le fue siguiendo a lo lejos hasta dentro del palacio del Sumo sacerdote, donde se sentó al fuego con los criados, y estaba calentándose. Mientras tanto los príncipes de los sacerdotes, con todo el concilio, andaban buscando contra Jesús algún testimonio para condenarle a muerte, y no le hallaban. Porque, dado que muchos atestiguaban falsamente contra El, los tales testimonios no estaban acordes, ni eran suficientes para condenarle a muerte. Comparecieron en fin algunos que alegaban contra El este falso testimonio: "Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este templo hecho de mano de los hombres, y en tres días fabricaré otro sin obra de mano alguna". Pero tampoco en este testimonio estaban acordes. (vv. 53-59)

Glosa. Antes el Evangelista ha referido cómo fue preso el Señor por los ministros de los sacerdotes. Ahora empieza a narrar cómo fue declarado reo de muerte en casa del príncipe de los sacerdotes. "Jesús fue conducido a casa del sumo sacerdote".

Beda, in Marcum 4, 439. El sumo sacerdote era Caifás, el cual, como dice San Juan (Jn 18,13), era pontífice aquel año, y según el testimonio de Josefo había comprado el pontificado al gobernador romano.

"Donde se juntaban todos los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos".

Pseudo - Jerónimo. Entonces tuvo lugar la reunión de los toros y de las vacas del pueblo. "Pedro le fue siguiendo a lo lejos", etc. , porque si el temor ahuyenta, la caridad atrae.

Beda, in Marcum 4, 43. Y con razón le seguía de lejos el que tan cerca estaba de negarle, puesto que no hubiera podido negarle, si hubiese estado unido a El.

"Donde se sentó al fuego con los criados", etc.

Pseudo - Jerónimo. Se calienta al fuego con los criados en el atrio. El atrio del sacerdote es el mundo; los criados son los demonios, con los que el que permanece no puede llorar sus pecados; y el fuego es el deseo carnal.

Beda, in Marcum 4, 43. Hay también el fuego de la caridad, del que se dice: "Yo he venido a poner fuego en la tierra" (Lc 12,49), el cual bajando sobre los creyentes les enseñó a alabar a Dios en varias lenguas. Hay además el fuego de la concupiscencia del que se dijo: "Los adúlteros todos como horno encendido por el hornero" (Os 7,4) Este es el fuego que encendido en el atrio de Caifás por el maligno espíritu, animaba las lenguas de los pérfidos para negar al Señor y blasfemarle; y representaba encendido en el atrio en el frío de la noche lo que dentro del palacio trataba aquel perverso sínodo, porque "por la inundación de los vicios se enfriará la caridad de muchos" (Mt 24) Entorpecido entonces Pedro por el frío, deseaba calentarse al fuego de los criados de Caifás, porque en la compañía de los pérfidos buscaba el consuelo de la comodidad temporal.

"Mientras tanto los príncipes de los sacerdotes con todo el concilio", etc.

Teofilacto. La ley no permitía que hubiera más que un sumo sacerdote, pero todos los años instituía y destituía a muchos el procónsul romano. Llama, pues, sumos sacerdotes a los que habían ocupado este puesto el tiempo de costumbre, y del que habían sido desposeídos después. Lo que trataban antes del juicio es una figura del juicio mismo, puesto que buscaban testimonios para aparentar que condenaban y mataban con justicia a Jesús.

Pseudo - Jerónimo. "Pero la iniquidad se ha mentido a sí misma" (Ps 26), como la reina contra José (Gn 29), y los sacerdotes contra Susana (Da 13) Pero sin leña se acaba el fuego, y por esto dice: "Y no le hallaban, porque dado que muchos atestiguaban falsamente contra El", etc. Lo que se contradice es incierto. "Comparecieron, algunos que alegaban contra El falso testimonio". Es costumbre de los herejes usar de la sombra en lugar de la verdad, porque Jesús no dijo lo que ellos dicen, pero sí algo semejante, al hablar de la resurrección de su cuerpo, que había de realizarse después de dos días.

Teofilacto. El Señor no había dicho: Yo destruiré este templo, sino destruid; ni tampoco hecho de mano de los hombres, sino simplemente templo.

Pseudo - Jerónimo. Diciendo: "Yo resucitaré", significó un ser viviente y un templo que respira. Es testigo falso el que entiende lo dicho en sentido distinto del que tiene.


MARCOS 14,60-65


7460 (Mc 14,60-65)

Entonces el Sumo sacerdote, levantándose en medio interrogó a Jesús diciéndole: "¿No respondes nada a los cargos que te hacen éstos?" Jesús, empero, callaba, y nada respondió. Interrogóle el Sumo sacerdote nuevamente, y le dijo: "¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios bendito?" A esto respondió Jesús: "Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la majestad de Dios, y venir sobre las nubes del cielo". Al punto el Sumo sacerdote, rasgando sus vestiduras, dice: "¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Vosotros mismos habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece?" Y todos ellos le condenaron reo de muerte. Y luego empezaron algunos a escupirle y tapándole la cara dábanle golpes, diciéndole: "Profetiza (o adivina) quien te ha dado". Y los ministros le daban de bofetadas. (vv. 60-65)

Beda, in Marcum 4, 43. Cuanto mayor era el silencio que guardaba Jesús ante aquellos indignos y falsos testigos y de aquellos sacerdotes impíos, tanto más le provoca a que conteste el pontífice ciego de furor, a fin de encontrar en cualquier palabra pretexto para acusarle. "Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio del congreso", etc. Airado e impaciente el pontífice, y no hallando motivo de calumnia, se levantó del solio, manifestando con este movimiento la demencia que le embargaba.

Pseudo - Jerónimo. Pero el mismo Dios, nuestro Salvador, que ha salvado al mundo, viniendo en su auxilio por su piedad, sin decir una palabra se deja conducir a la muerte como una oveja, y ni se queja, ni se defiende. "Jesús, empero, callaba, y nada respondió". El silencio de Cristo absuelve a Adán que se excusa.

Teofilacto. Calla, pues, porque sabía que no habían de oírle; por esto responde, según San Lucas: "Si os respondiere, no habíais de creerme" (Lc 22,67) Y continúa: "Interrogóle el sumo sacerdote nuevamente, y le dijo: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo de Dios bendito?" Le pregunta el sumo sacerdote, no para informarse, sino para buscar pretexto de condenarle. Pregunta: ¿Eres Cristo, Hijo de Dios bendito? Porque había muchos cristos, es decir, ungidos, como los reyes y los sumos sacerdotes, pero ninguno se decía Hijo de Dios bendito, como siempre alabado.

Pseudo - Jerónimo. Al que no ven, pues, de cerca, le miraban de lejos, a semejanza de Isaac que veía en sus cantos, estando ciego, lo que había de suceder, y no conocía a Jacob tentándole con sus manos. "A esto le respondió Jesús: Yo soy", para quitarles toda excusa.

Teofilacto. Aunque sabía que no habían de creerle, contestó para que no pudieran decir luego: Si nos hubiera dicho algo, le hubiésemos creído. Todo esto, pues, redundó en perjuicio suyo, porque oyeron y no creyeron.

San Agustín, De consensu Evangelistarum 3, 6. San Mateo (Mt 26,64) no dice que contestara Jesús: Yo soy, sino tú lo has dicho; pero San Marcos nos muestra que tú lo has dicho equivale a Yo soy.

"Y veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra de la majestad de Dios, y venir sobre las nubes del cielo".

Teofilacto. Es como si dijese: Me veréis como Hijo del hombre sentado a la derecha del Padre, con cuyo nombre significa aquí el poder divino. No vendrá sin cuerpo, sino que aparecerá en el juicio ante los que le crucificaron tal y como le vieron en la cruz.

Beda, in Marcum 4, 43. Por tanto, ¡oh judío, pagano y hereje! si la cruz se presenta a vosotros como un menosprecio, una enfermedad o una injuria, ved que por esto ha de sentarse el Hijo del hombre a la derecha de Dios Padre, y ha de venir en su majestad sobre las nubes del cielo.

Pseudo - Jerónimo. Y cuando el sacerdote pregunta al Hijo de Dios, entonces le responde Jesús: "al Hijo del hombre", para que entendamos que el Hijo de Dios es el mismo Hijo del hombre, y para que no hagamos cuatro en la Trinidad, entendiendo que el hombre está en Dios y Dios en el hombre. Dijo: sentado a la diestra de la majestad de Dios, es decir, reinando en la vida eterna y en el poder divino. "Y venir sobre las nubes del cielo": subió en una nube, y sobre nubes vendrá, es decir, que subió solamente en su cuerpo, que tomó de la Virgen, y que ha de venir al juicio con la Iglesia múltiple en sus formas, que es su cuerpo y su plenitud.

San León Magno, in sermone 5 de Passione.

"Caifás, para exagerar la envidia que le causaba lo que acababa de oír, rasgó sus vestiduras, y sin darse cuenta de lo que significaba esta insensatez, se privó del honor sacerdotal, olvidando aquel precepto que se lee del príncipe de los sacerdotes: No se descubrirá quitándose la tiara, y no rasgará sus vestiduras (Lv 21,10) "Al punto el sumo sacerdote, rasgando sus vestiduras, dice: ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Vosotros mismos habéis oído la blasfemia", etc.

Teofilacto. De este modo sigue el sacerdote una costumbre de los judíos, que cuando les ocurría algo intolerable y triste rasgaban sus vestidos. Y Caifás rasga los suyos para hacer ver que Cristo había dicho una grande e intolerable blasfemia.

Beda, in Marcum 4, 43. Aquí se encierra un misterio más alto, puesto que en la pasión del Señor rasgó el pontífice de los judíos sus vestiduras, esto es, el éfod, mientras que los soldados que crucificaron al Señor no pudieron rasgar la suya. En esto se figura al sacerdocio de los judíos, que debía ser desgarrado por los crímenes de sus pontífices, y la solidez de la Iglesia, que suele llamarse vestido de su Redentor, y que nunca puede romperse.

Teofilacto. De aquí que el sacerdocio de los judíos debía ser desgarrado, porque condenaron a Cristo como reo de muerte. "Y todos ellos le condenaron por reo de muerte".

Pseudo - Jerónimo. Le condenan por reo de muerte, para que pague nuestra pena con la suya. "Y luego empezaron algunos a escupirle", con lo que quedó lavada la faz de nuestro espíritu y descorrido con el velo de su faz el de nuestros corazones. Los golpes con que hirieron su cabeza curaron la cabeza del género humano, que es Adán; y por las bofetadas que recibió en sus mejillas, merece la alabanza de nuestros labios y el aplauso de nuestras manos, conforme a estas palabras: "Naciones todas, dad palmadas de aplauso" (Ps 46,2)

Beda, in Marcum 4, 43. Diciéndole: "Profetiza", o adivina quién te ha golpeado, pretenden afrentar al que quiso que todos los pueblos le tuviesen por profeta.

San Agustín, De consensu Evangelistarum, 3, 6. Debe entenderse que Jesús sufrió todo esto hasta la mañana en la casa del príncipe de los sacerdotes, a donde fue llevado primero.


MARCOS 14,66-72

7466 (Mc 14,66)

Entre tanto, hallándose Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas del sumo sacerdote, y viendo a Pedro que estaba calentándose, clavados en él los ojos, le dice: "Tú también andabas con Jesús Nazareno". Mas él lo negó, diciendo: "Ni le conozco, ni sé lo que dices". Y saliéndose fuera al zaguán, cantó el gallo. Reparando de nuevo en él la criada, empezó a decir a los circunstantes: "Sin duda éste es de aquéllos". Mas él lo negó segunda vez. Un poquito después los que estaban allí decían nuevamente a Pedro: "Seguramente tú eres de ellos, pues eres también galileo". Aquí comenzó a echar maldiciones y a asegurar con juramento: "Yo no conozco a ese hombre de que habláis". Y al instante cantó el gallo la segunda vez. Con lo que se acordó Pedro de la palabra que Jesús le había dicho: "Antes de cantar el gallo por segunda vez, tres veces me negarás". Y comenzó a llorar. (vv. 66-72)

San Agustín, De consensu Evangelistarum, 3, 6. Los Evangelistas no refieren todos con el mismo orden la tentación de Pedro, que tuvo lugar durante los ultrajes hechos al Señor. San Lucas habla primero de la tentación de Pedro, y después de los ultrajes de que fue objeto el Señor; San Juan empieza por la tentación de Pedro, e intercala alguno de los ultrajes del Señor, añadiendo que desde allí fue enviado al pontífice Caifás y explica, recapitulando, la tentación de la que empezó a hablar; y San Mateo y San Marcos refieren primero los ultrajes de Cristo, y después la tentación de Pedro. "Entretanto, hallándose Pedro abajo en el patio, vino una de las criadas", etc.

Beda, in Marcum 4, 43. Pero ¿qué quiere decir que sea una criada la primera que se dirija a él, siendo así que había allí diferentes hombres que podían conocerle mejor, si no es que convenía viésemos pecar en el proceso de la muerte del Señor a ese sexo, que por su pasión había de ser redimido? "Mas él lo negó diciendo: Ni le conozco, ni sé lo que dices".

Pseudo - Jerónimo. Pedro, sin el Espíritu, cedió ante una criada; con el Espíritu, no cedió ni a los príncipes ni a los reyes.

Teofilacto. Permitió el Señor que cayera para que no se ensoberbeciese, y para que se mostrase misericordioso con los demás pecadores, instruido por lo que había experimentado de lo que es la flaqueza humana.

"Y saliéndose fuera al zaguán, cantó el gallo".

Beda, in Marcum 4, 43. De este canto del gallo no hacen mención los demás Evangelistas, aunque no le niegan, así como sucede con otros hechos, que unos narran y otros pasan en silencio.

"Reparando de nuevo en él la criada", etc.

San Agustín, De consensu Evangelistarum 3, 6. Esta no es la misma criada, sino otra, como dice San Mateo. Se puede entender también que fue impulsado a esta segunda negativa por dos personas, por la criada que citan San Mateo y San Marcos y por otra que cita San Lucas. "Mas él lo negó segunda vez". Ya había vuelto Pedro, del modo que dice San Juan, al lado del fuego. Allí volvió a negar a Jesús cuando la criada dijo lo que ha quedado registrado. No se lo dijo a Pedro, sino a los que quedaban allí mientras él salió, y lo dijo de modo que Pedro lo oyó. Por eso, volviendo de nuevo junto al fuego, continuó negando. Se deduce, pues, sin género de duda, de lo que dicen sobre esto todos los Evangelistas, que no fue delante de la puerta, sino dentro, en el atrio, junto al fuego, en donde negó por segunda vez Pedro. Porque San Mateo y San Marcos, que dicen que salió, omiten decir, por abreviar, que volvió a entrar.

Beda, in Marcum 4, 43. En esta negativa de Pedro debemos aprender que niega a Cristo no sólo quien dice que El no es Cristo, sino también el que siendo cristiano niega que lo es. Por esto el Señor no dijo a Pedro: negarás que eres discípulo mío, sino: me negarás. Y negó a Cristo, negando que era discípulo suyo. Un poquito después, los que estaban allí decían nuevamente a Pedro: "Seguramente tú eres de ellos, pues eres también galileo", etc. No porque los de Galilea hablasen otra lengua que los de Jerusalén, puesto que todos eran hebreos, sino porque cada provincia y región tenía sus modismos y se distinguía por su acento peculiar.

Teofilacto. Lleno, pues, de temor y olvidando lo que le había dicho el Señor: "A todo aquel que me reconociese delante de los hombres, yo también le reconoceré delante de mi Padre" (Mt 10,32), negó Pedro al Señor. "Aquí empezó a echar maldiciones", etc.

Beda, in Marcum 4, 43. ¡Cuán nocivos son los consejos y la compañía de los malos! Negó entre los infieles que conocía al hombre a quien había confesado por Dios entre los discípulos. La Sagrada Escritura suele designar el mérito de las causas por medio del espacio temporal. Así Pedro, que negó a la media noche, se arrepintió al cantar el gallo. "Y al instante cantó el gallo", etc.

Teofilacto. Las lágrimas unieron de nuevo a Pedro con Cristo, por la penitencia. Sirva esto de confusión a los novacianos que dicen que el que peca después del bautismo no debe ser recibido como penitente para la remisión de sus pecados. He aquí a Pedro, que recibió el cuerpo y sangre de Cristo, y que vuelve a El por la penitencia. Están escritos los defectos de los santos, para que, si caemos por falta de vigilancia, tengamos un recurso en el ejemplo de ellos y confiemos en que podemos levantarnos por la misericordia.

Pseudo - Jerónimo. En sentido místico la primera criada es la turbación, la segunda el consentimiento y el tercer tentador el acto. Esta triple negación queda lavada por las lágrimas con el recuerdo de las palabras de Cristo. Y canta el gallo para nosotros cuando un predicador incita nuestros corazones al arrepentimiento por la penitencia; empezamos a llorar cuando una chispa de la palabra nos abrasa interiormente; y salimos fuera cuando echamos fuera lo que fuimos en lo interior.



MARCOS 15,1-5


7501 (Mc 15,1-5)

Y luego que amaneció, habiéndose juntado para deliberar los Sumos sacerdotes con los ancianos y los escribas y todo el consejo (o sanedrín), ataron a Jesús y le condujeron y entregaron a Pilatos. Pilatos le preguntó: "¿Eres tú el rey de los judíos?" A que Jesús respondiendo le dijo: "Tú lo dices". Y como los príncipes de los sacerdotes le acusaban de muchas cosas, Pilatos volvió nuevamente a interrogarle, diciendo: "¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan". Jesús, empero, nada más contestó; de modo que Pilatos estaba todo maravillado. (vv. 1-5)

Beda, in Marcum 4, 44. Tenían los judíos la costumbre de entregar atado al juez al que habían condenado a muerte, por lo que después de la condenación de Cristo añade el Evangelista: "Y luego que amaneció ataron a Jesús", etc. Es de advertir que no fue entonces la primera vez que le ataron, sino cuando le prendieron por la noche en el huerto, como refiere San Juan.

Teofilacto. Entregaron a Jesús a los romanos; pero Dios los entregó también a ellos en manos de los mismos romanos para que se cumpliesen las Escrituras: "Retribúyeles según las obras de sus manos" (Ps 27,4) "Pilatos le preguntó", etc.

Beda, in Marcum 4, 44. Limitándose Pilatos a preguntarle si era el rey de los judíos, condena la impiedad de éstos, que no habían podido encontrar ni siquiera un falso pretexto contra el Salvador. "A lo que Jesús respondiendo le dijo: Tú lo dices". Respondió así, al mismo tiempo que decía la verdad, para no dar lugar a la calumnia.

Teofilacto. Su respuesta es ambigüa, porque tú lo dices puede entenderse tú dices eso, pero yo no lo digo. Y es de notar que contesta en parte a Pilatos, que le sentencia a pesar suyo y que no quiso contestar a los sacerdotes y príncipes, juzgándolos indignos de su palabra.

"Y como los príncipes de los sacerdotes le acusaban", etc.

San Agustín, De consensu Evangelistarum 3, 8. San Lucas refiere así los falsos crímenes que le imputaban: "Y comenzaron a acusarle diciendo: A éste le hemos hallado pervirtiendo a nuestra nación y vedando pagar los tributos a César, y diciendo que El es el Cristo, Rey de Israel" (Lc 23,2) "Pilatos volvió nuevamente a interrogarle diciendo: ¿No respondes nada? Mira de cuántas cosas te acusan".

Beda, in Marcum 4, 44. Es un gentil, en verdad, el que condena a Jesús, pero descarga la responsabilidad en el pueblo de los judíos. "Jesús, empero, nada más contestó; de modo que Pilatos estaba maravillado". Nada quiso contestar, a fin de que, destruida la acusación, no le declarase absuelto el procurador y se difiriese la utilidad que había de reportarnos su cruz.

Teofilacto. Se maravillaba Pilatos porque, siendo doctor de la ley y elocuente, y pudiendo pulverizar la acusación con su respuesta, la soportaba virilmente no contestando nada.


MARCOS 15,6-15


7506 (Mc 15,6)

Solía él, por razón de la fiesta, concederles la libertad de uno de los presos, cualquiera que el pueblo pidiese. Entre éstos había uno, llamado Barrabás, el cual estaba preso con otros sediciosos por haber en cierto motín cometido un homicidio. Pues como el pueblo acudiese a esta sazón a pedirle el indulto que siempre les otorgaba, Pilatos les respondió diciendo: "¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?" Porque sabía que los príncipes de los sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Mas los pontífices instigaron al pueblo a que pidiese más bien la libertad de Barrabás. Pilatos de nuevo les habló y les dijo: "¿Pues qué queréis que haga con el rey de los judíos?" Y ellos volvieron a gritar: "Crucifícale". Y les decía: "¿Pues qué mal es el que ha hecho?" Mas ellos gritaban con mayor fuerza: "Crucifícale". Al fin Pilatos, deseando contentar al pueblo, les soltó a Barrabás, y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que fuese crucificado. (vv. 6-15)

Beda, in Marcum 4, 44. Pilatos ofreció muchas ocasiones de librar al Salvador: primeramente poniendo a un ladrón frente a un justo, según se ve por estas palabras: "Solía él, por razón de la fiesta, concederles la libertad de uno de los presos", etc.

Glosa. Lo que solía hacer para captarse la benevolencia del pueblo, principalmente en la Pascua, que era cuando de toda la provincia de los judíos acudía el pueblo a Jerusalén. Y para que resalte la falta de justicia los judíos, se refiere la enormidad de la culpa del ladrón que prefirieron a Cristo. "Entre éstos, dice, había uno, llamado Barrabás, el cual estaba preso con otros sediciosos por haber cometido en cierto motín un homicidio". En estas palabras vemos la gravedad de la culpa, que fue un homicidio, y el modo de cometerla, que fue en medio de un motín que provocó en la ciudad. De modo que su crimen era conocido, y es por eso que estaba preso con los sediciosos.

"Pues como el pueblo acudiese a esta sazón a pedirle el indulto", etc.

San Agustín, De consensu Evangelistarum 3, 8. No es extraño que San Mateo omita decir que fueron ellos mismos los que pidieron que diese libertad a un preso, como dice San Marcos, porque nada significa que calle el uno lo que refiere el otro. "Pilatos les respondió diciendo: ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?" Acaso se pregunta alguno qué palabras dijo Pilatos, si las que cita San Mateo, o las que cita San Marcos, puesto que no es lo mismo decir: "¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, llamado Cristo?" (Mc 27,17), como dice San Mateo, que decir, como aquí se dice: "Queréis que os suelte al rey de los judíos". Porque es cierto que en Judea al rey se le llamaba Cristo, y por eso es incontestable que lo que ambos Evangelistas han dicho es que Pilatos preguntó si querían que les soltase al rey de los judíos, esto es, a Cristo. Por lo demás nada importa que omitiese San Marcos lo de Barrabás, puesto que quiso hablar sólo de lo que al Señor se refería. Por otra parte la respuesta de los judíos manifiesta claramente quién era el que querían que les soltase. "Mas los pontífices instigaron al pueblo a que pidiese más bien la libertad de Barrabás".

Beda, in Marcum 4, 44. Hasta hoy ha seguido a los judíos por todas partes su demanda, que con tanto trabajo alcanzaron, porque, habiéndoles dado a elegir, y prefiriendo un ladrón a Jesús y un asesino al Salvador, perdieron la salvación y la vida, su patria y su reino, que amaron más que a Cristo, quedando en tanto esclavos del latrocinio y la sedición, no volviendo nunca a recobrar la libertad del cuerpo ni del espíritu.

Después les ofrece Pilatos otra ocasión de librar al Salvador, diciéndoles: "¿Pues qué queréis que haga?", etc.

San Agustín, De consensu Evangelistarum 3, 8. Aquí se manifiesta ya bien claro que diciendo San Marcos rey de los judíos quiere decir lo mismo que San Mateo que dice Cristo, puesto que no se llama Cristo sino al rey de los judíos. Y en este lugar, según San Mateo, se dice (Mt 27,22): "¿Pues qué he de hacer de Jesús, llamado el Cristo?".

"Mas ellos gritaban con mayor fuerza: Crucifícale".

Teofilacto. Observemos la depravación de los judíos y la mesura de Pilatos, por más que sea digno de condenación por no haber resistido al pueblo. "Ellos volvieron a gritar: Crucifícale", y él trata con humildad de librar a Jesús de la animadversión que había contra El, para lo cual vuelve a interrogarles. "Y les decía: Pues ¿qué mal ha hecho?" Porque buscaba la ocasión de poner en libertad al inocente Jesús.

Beda, in Marcum 4, 44. Ciegos en su loco furor los judíos no responden a la pregunta del procurador. Mas ellos gritaban con mayor fuerza: "Crucifícale", para que cumpliesen las palabras de Jeremías: "Mi heredad, se ha vuelto para mí como un león entre breñas: ha levantado la voz contra mí" (Jr 12,8) "Pilatos, deseando contestar al pueblo, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se le entregó para que fuese crucificado".

Teofilacto. Quería satisfacer al pueblo, hacer su voluntad, y no lo que hubiera sido agradable a Dios y a la justicia.

Pseudo - Jerónimo. Aquí se presentan los dos machos cabríos: uno, puesto en libertad, es decir, el emisario, que, enteramente libre, fue arrojado con el pecado del pueblo al desierto del infierno; otro que fue inmolado como un cordero por los pecados de los que han sido absueltos. Siempre la parte del Señor es la sacrificada; la del diablo, que es el señor de aquéllos, puesto que Barrabás significa señor, se precipita desenfrenada en el infierno.

Beda, in Marcum 4, 44. Así, pues, debemos entender que Jesús fue azotado no por otro que por el mismo Pilatos, conforme a lo que dice San Juan: Pilatos prendió a Jesús, y le azotó (Jn 19,1) En verdad es de creer que lo hizo, para que, satisfechos los judíos con sus penas y oprobios, dejaran de desear su muerte.


Catena aurea ES 7432