Catena aurea ES 5614

MATEO 26,14-16


5614 (Mt 26,14-16)

Entonces se fue uno de los doce, llamado Judas Iscariote, a los príncipes de los sacerdotes y les dijo: "¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?" Y ellos le señalaron treinta monedas de plata. Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarlo. (vv. 14-16)

Glosa. Supuesta la oportunidad de la traición, el Evangelista habla a continuación de la que cometió Judas. Por lo que dice: "Entonces fue uno de los doce", etc.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,2. Tan luego como oyó que el Evangelio se había de predicar en todas partes, temió, pues esto demostraba un poder admirable.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,78. Las palabras: "Entonces se fue uno de los doce", continúan la narración de los acontecimientos que empieza con la palabra del Señor: "Sabéis que, pasados dos días, se celebrará la Pascua. . Entonces se juntaron los príncipes de los sacerdotes", etc. Entre aquello que se dijo: "Porque no sucediese alboroto en el pueblo" (Mt 26,5), y esto que se dice: "Entonces se fue uno de los doce", se interpuso lo que sucedió en Bethania, de lo cual se ha hecho mención al recapitular.

Orígenes, in Matthaeum, 35. Y se fue en busca de un príncipe de los sacerdotes, para entregar al que fue hecho sacerdote eternamente (Ps 109,4); y se fue a buscar muchos príncipes de los sacerdotes, para venderles por precio al que quería redimir a todo el mundo.

Rábano. Y dice que se fue, porque tomó tan criminal designio, no forzado, no invitado, sino espontáneamente.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 80,2. Y añade: "Uno de los doce"; como si dijera, de la sección principal, de los que sublimemente fueron elegidos, y para designarle agrega: "Llamado Judas Iscariote" (de Isch-Queriióth, que quiere decir varón u hombre de Kerioth y vulgarmente Carioth, pueblo donde nació Judas): porque había otro Judas.

Remigio. Pues Cariot fue el pueblo donde nació este Judas.

San León Magno, sermones, 60,4. Quien no abandonó a Jesucristo perturbado por el temor, sino que se dejó arrastrar por la codicia de las riquezas. Porque toda afición al dinero es vil. Y el alma codiciosa de ganancias no temió perecer por una aunque pequeña; y no hay vestigio alguno de justicia en aquel corazón, en el que la avaricia ha hecho su morada. Embriagado el pérfido Judas con este veneno, cuando tuvo sed de ganancias, tan neciamente fue impío, que vendió a su Señor y a su maestro. Por esto dijo a los príncipes de los sacerdotes: "¿Qué me queréis dar y yo os lo entregaré?"

San Jerónimo. El infeliz Judas quiso compensar con el precio de su maestro el daño que creía se había hecho con la efusión del ungüento. Sin embargo, no pide una cantidad determinada, para que no pareciese lucrativa su perfidia, sino que dejó a la libertad de los compradores el dar lo que quisieran, como si entregara una propiedad vil.

Orígenes, in Matthaeum, 35. Y esto es lo que hacen todos los que reciben algo de las cosas corporales o mundanas, para que entreguen y arrojen fuera de su alma al Salvador, y a la palabra de la verdad que se hallaba en ellos.

Continúa: "Y ellos le señalaron treinta monedas de plata": señalándole tanta paga cuantos años el Salvador había vivido en este mundo.

San Jerónimo. José no fue vendido en treinta monedas de oro -como opinan algunos, fundándose en la versión de los Setenta intérpretes- sino en treinta monedas de plata según la verdad hebraica: pues no podía ser de más precio el siervo que el Señor.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,61. Mas, el haber sido vendido el Señor en treinta monedas de plata, simbolizó en la persona de Judas a los inicuos Judíos, quienes buscando las cosas carnales y temporales (que se refieren a los cinco sentidos del cuerpo), no quisieron admitir a Jesucristo, y como quiera que esto lo llevaron a efecto en la sexta edad del mundo, se simbolizó de este modo que ellos habían de recibir seis veces cinco como valor del Señor vendido. Y porque la palabra del Señor es plata (Salmo 11,7), ellos entendieron asimismo carnalmente la misma ley, pues habían grabado la imagen del principado secular como en plata, que obtuvieron cuando hubieron perdido al Señor.

Continúa: "Y desde entonces buscaba oportunidad para entregarle".

Orígenes, in Matthaeum, 35. Mas San Lucas explica más claramente qué oportunidad era la que buscaba, Judas, cuando dice: "Y buscaba ocasión para entregarlo sin concurso de gentes" (Lc 22,6); esto es, cuando el pueblo no estaba junto a El, sino cuando estaba retirado con sus discípulos; lo cual verificó, en efecto, entregándole después de la cena, cuando se hallaba retirado en el huerto de Getsemaní. Y verás si esta oportunidad se parece a los que al presente quieren hacer traición a la palabra de Dios en el tiempo de la persecución, cuando la muchedumbre de los creyentes no está cerca de la palabra de la verdad.

MATEO 26,17-19


5617 (Mt 26,17-19)

Y en el primer día de los ácimos se llegaron los discípulos a Jesús y le dijeron: "¿En dónde quieres que dispongamos para que comas la Pascua?" y dijo Jesús: "Id a la ciudad a casa de cierta persona y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo se acerca, en tu casa hago la Pascua con mis discípulos". Y los discípulos hicieron como Jesús les había mandado y dispusieron la Pascua. (vv. 17-19)

Glosa. Había hablado el Evangelista de las cosas que habían de preceder a la pasión de Jesucristo; a saber de la predicación de la pasión, del consejo de los príncipes y del convenio de la traición: mas ahora principia a referir el tiempo y el orden de la pasión diciendo: "Y el primer día de los ácimos".

San Jerónimo. El primer día de los ácimos, es el día catorce del primer mes, cuando es inmolado el cordero, y la luna está en todo su lleno, y es desechada la levadura.

Remigio. Y es de advertir que entre los judíos la Pascua se celebraba en el primer día, mas los siete días restantes eran llamados de los ácimos, pero aquí se toma el día de los ácimos por el día de la Pascua.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 81,1. O llama a este día el primero de los ácimos, los cuales eran siete; pues acostumbraron siempre los judíos a contar desde la víspera. Por esto hace mención de este día, en la víspera del cual había de ser inmolada la Pascua, y lo fue en la feria quinta.

Remigio. Mas dirá tal vez alguno: Si aquel cordero típico llevaba la figura de este verdadero Cordero, ¿por qué no padeció Jesucristo en aquella noche en que solía ser inmolado el cordero? Pero hay que tener presente que en la misma noche entregó a los discípulos los estimables misterios de su sangre y de su cuerpo. Y así detenido y atado por los judíos consagró el principio de su inmolación (esto es, de su pasión) Continúa: "Se llegaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿En dónde quieres que dispongamos para que comas la Pascua?" Creo, pues, que el pérfido Judas se hallaba entre aquellos discípulos que se llegaron a Jesús y le preguntaron.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 81,1. De aquí se deduce claramente que no tenía casa ni choza. Yo opino también que ni los discípulos la tenían; pues, en verdad, le hubiesen rogado que fuese allí.

Continúa: "Y dijo Jesús: Id a la ciudad a casa de cierta persona", etc.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,80. A saber, a casa de aquél a quien San Marcos y San Lucas llaman padre de familia o Señor de la casa. Pues lo que interpuso San Mateo, a casa de cierta persona, quiso insinuarlo en compendio, por su intención de ser breve, porque nadie habla de la manera que diga: "Id a casa de cierta persona", ¿quién no lo sabe? Y por esto habiendo puesto San Mateo las palabras del Señor cuando dijo: Id a la ciudad, interpuso él mismo: A casa de cierta persona. No porque el mismo Señor hubiese dicho esto, sino para insinuarnos, callando el nombre, que hubo en la ciudad cierta persona, a cuya casa fueron enviados los discípulos del Señor, para que dispusieran la Pascua. Pues se manifestó por el Señor que los discípulos eran enviados, no a casa de cualquier hombre, sino a casa de cierto hombre (esto es, a casa de un hombre determinado)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 81,1. O se puede decir que por esto que dice: "A casa de cierta persona", da a entender que los envía a casa de un hombre desconocido, manifestando con ello que podía no padecer. Porque el que persuadió la mente de esta persona para que los recibiese, ¿qué no hubiera podido hacer, ciertamente, contra los que le crucificaban, si hubiese querido no padecer? Pero yo no admiro tan sólo que un viviente desconocido le recibió, sino que despreció el odio de muchos recibiendo a Jesucristo.

San Hilario, in Matthaeum, 30. O no nombra al hombre con quien hubo de celebrar la Pascua, por esta razón; porque aun no se daba entonces a los creyentes el honor del nombre cristiano.

Rábano. U omite el nombre, para designar la licencia que se ha de dar de celebrar la verdadera Pascua y hospedar a Jesucristo en la morada de la mente a todos los que quieran hacerlo.

San Jerónimo. También en esto la nueva Escritura guarda la costumbre del Antiguo Testamento, porque con frecuencia leemos: Dijo éste a aquél; y en este lugar y en aquél. Y sin embargo, no se pone el nombre de las personas y de los lugares. Continúa: "Y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo se acerca".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 81,1. Y dijo esto a los discípulos, aludiendo a la pasión, para que ejercitados por las repetidas enunciaciones de la pasión, meditasen lo que había de acontecer, demostrándoles al mismo tiempo que iba a la pasión por su voluntad. Continúa: "En tu casa hago la Pascua": En lo que da a entender que hasta el último día no se oponía a la ley. Y añadió: "Con mis discípulos", para que se preparase lo bastante y para que aquél a cuya casa los enviaba, no creyese que El quería ocultarse.

Continúa: "Y los discípulos hicieron como Jesús les había mandado, y dispusieron la Pascua".

Orígenes, in Mathaeum, 35. Tal vez alguno pretenderá que por lo mismo que Jesús celebró la Pascua según la costumbre judía, lo hagamos nosotros también, porque conviene que seamos imitadores de Cristo, no considerando que Jesús fue hecho bajo la ley, no para dejar bajo la ley a los que estaban bajo la ley, sino para librarlos de la ley. ¿Con cuánta mayor razón, pues, no debían entrar en la ley los que antes estaban fuera de la ley? sino que celebren espiritualmente lo que en la ley se manda que se celebre corporalmente, para que celebremos la Pascua con ácimos de sinceridad y de verdad, según la voluntad del Cordero cuando dice (Jn 6,54): "Si no comiereis mi carne y bebiereis mi sangre, no tendreis vida en vosotros".

MATEO 26,20-25


5620 (Mt 26,20-25)

Y cuando vino la tarde, se sentó a la mesa con sus doce discípulos. Y cuando ellos estaban comiendo, dijo: "En verdad os digo, que uno de vosotros me ha de entregar. Y ellos muy llenos de tristeza, cada uno comenzó a decir: ¿Por ventura soy yo, Señor? Y El respondió y dijo: El que mete conmigo la mano en el plato, ése es el que me entregará. El Hijo del hombre va ciertamente como está escrito de El; pero ay de aquel hombre por quien será entregado el Hijo del hombre: más le valiera a aquel hombre no haber nacido". Y respondiendo Judas que lo entregó, dijo: "¿Soy yo por ventura, Maestro?" Dícele: "Tú lo has dicho". (vv. 20-25)

San Jerónimo. Como el Señor había predicho ya su pasión, ahora predice cuál será el traidor, dándole lugar a que haga penitencia, puesto que sabía que conocía sus pensamientos, y los secretos de su corazón, con el fin de que se arrepintiese de lo hecho. Por esto dice: "Y cuando vino la tarde, se sentó a la mesa con sus doce discípulos".

Remigio. Dice con los doce, porque Judas aun estaba con ellos aun cuando ya se había separado en realidad.

San Jerónimo. Judas obraba así, para evitar toda sospecha de traición.

Remigio. Debe advertirse que el Salvador se sentó a la mesa por la tarde, porque el Cordero solía sacrificarse a esa hora.

Rábano. Además se sentó con sus discípulos, por la tarde, porque en la pasión del Señor (cuando el verdadero sol tocaba a su ocaso), preparaba a todos los fieles una cena eterna.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 81,1. Dice el Evangelista que cuando los discípulos estaban comiendo, Jesús empezó a hablar de la traición de Judas, dando así a conocer con tiempo y desde la mesa, la malicia del traidor. Por esto sigue: "Y cuando ellos estaban comiendo dijo: en verdad os digo que uno de vosotros me ha de entregar", etc.

San León Magno, sermones, 58,3. En lo que dio a entender que conocía la conciencia de su traidor. Pero no le confunde con reprensiones ásperas y manifiestas, sino que le reconviene con amonestación sencilla y oculta, para que se arrepienta y se corrija con más facilidad; por ello no le había dirigido expresiones duras.

Orígenes, in Matthaeum, 35. Habló en general, para que cada uno diese a conocer la situación especial de su espíritu y para dar a conocer la malicia de Judas, que no creía que el Salvador tenía conocimiento de sus determinaciones. Yo creo que, en un principio, pensó que el Señor como hombre no lo descubriría, que y que, después de ver que su conciencia era conocida de Cristo, intentó la ocultación, puesta de manifiesto en sus palabras. En lo primero se mostró su incredulidad, y en esto último su impudicia. El Señor habló en general también para manifestar la bondad de sus discípulos, que más bien creían en las palabras del Señor, que en el testimonio de su conciencia. Por esto sigue: "Y ellos, muy llenos de tristeza, cada uno empezó a decir: ¿Por ventura soy yo, Señor?" Todos los discípulos sabían por lo que habían oído al Salvador, que la naturaleza humana es inclinada a lo malo, y que está en lucha contra los que gobiernan en este mundo de tinieblas; y por esta causa cada uno de ellos temía y preguntaba. Por lo que debemos siempre temer, que pueden sobrevenirnos toda clase de males puesto que somos débiles. Y viendo el Señor que sus discípulos temían por sí mismos, demostró cuál era el traidor por medio de una expresión profética, que dice en el Salmo: "El que come mi pan ensanchará su enemistad contra mí" (Ps 40,10) Por esto sigue: "Y El respondió y dijo: el que mete conmigo", etc.

San Jerónimo. ¡Oh admirable paciencia la del Señor! Primero había dicho: uno de vosotros me ha de entregar (Mt 26,21), y el traidor persevera en su mal propósito. Le reprende con más claridad, y sin embargo, no le designa por su nombre. Pero Judas cuando los demás se afligen y retiran su mano, y se abstienen de llevar la comida a su boca, él con la temeridad y desvergüenza con que le había de entregar, hasta mete la mano en el plato con su maestro, para que su atrevimiento ocultase la situación de su espíritu.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 81,1. Me parece que también Jesucristo metía la mano en el plato al mismo tiempo que Judas, comprometiéndole más así, y atrayéndolo a su amor.

Rábano. San Mateo dice que en el plato, y San Marcos dice en la escudilla (Mc 14,20) Paropsis s un vaso cuadrado para poner comida, y de cuatro lados iguales de donde toma el nombre; catino es un vaso frágil para contener líquidos. Y pudo suceder que en la mesa hubiese algún vaso frágil y cuadrado a la vez.

Orígenes, in Matthaeum, 35. Es costumbre de hombres malos poner asechanzas a otros hombres después de la sal y del pan, especialmente a aquéllos que no tienen como enemigos. Por lo tanto, después del convite espiritual, suele verse con frecuencia la gran malicia de aquél que ha entregado a su maestro, sin acordarse del amor de su maestro en los beneficios materiales, ni de sus enseñanzas en los beneficios espirituales. Así obran en la Iglesia todos aquéllos que intrigan contra sus hermanos con quienes asisten con frecuencia a la sagrada mesa del cuerpo de Cristo.

San Jerónimo. Pero Judas una y otra vez avisado no retrocede de su traición, sino que parece que la paciencia del Señor fomenta su atrevimiento; y por lo tanto le anuncia el castigo, para que la intimación de la pena corrija a aquél a quien no había vencido el pundonor. Por esto sigue: "El Hijo del hombre va ciertamente", etc.

Remigio. Es propio de la humanidad ir y venir y de la divinidad estar y permanecer y como la humanidad pudo padecer y morir según el designio de la divinidad, dice muy oportunamente el Hijo del Hombre que va. Por ello dice terminantemente: "Como está escrito de El", puesto que todo lo que padeció ya había sido vaticinado antes por los profetas.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 81,2. Dijo esto para consolar a sus discípulos, y que no creyesen que sufría aquello por debilidad, y para advertir a la vez al traidor. Porque aun cuando estaba escrito que Jesucristo habría de padecer, sin embargo, se culpa de su muerte a Judas. Pero la traición de Judas no es quien ha obrado nuestra salvación, sino que la sabiduría de Jesucristo se valió para nuestro bien de la necedad de otros. Y por eso sigue: "¡Ay de aquel hombre por quien será entregado!".

Orígenes, in Matthaeum, 35. No dijo: ay del hombre que le entregará, sino por quien será entregado, dando a conocer que era otro quien entregaba al Señor, esto es, el diablo, siendo el mismo Judas el ministro de la traición. ¡Ay, pues, de todos los traidores de Cristo! porque quien entrega a los discípulos de Cristo entrega al mismo Jesucristo.

Remigio. ¡Ay también de todos los que se acercan a la sagrada mesa con maligna y manchada conciencia! Porque aunque no entreguen al Salvador a los judíos para que lo crucifiquen, lo entregan como alimento a sus inicuos miembros. Y para explicarlo más añade: "Más le valiera a aquel hombre no haber nacido", etc.

San Jerónimo. Pero no debe pensarse que Judas existiese antes de nacer, porque a nadie pudo hacer bien sino a aquel que existe; simplemente se dice que es mucho mejor no vivir que vivir para el mal.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 1,40. Y si alguno arguye que puede demostrar que existe otra vida antes de esta, se le puede demostrar que esto no sólo no conviene a Judas, sino a ningún otro. ¿Acaso no se dice que no le convino nacer para el diablo, es decir, para el pecado?, o también ¿no le hubiera valido más no haber nacido para Cristo por la vocación, evitando así su apostasía?

Orígenes, in Matthaeum, 35. Judas después de las preguntas de los apóstoles, y de las palabras del Salvador que se referían a él, preguntó luego a su vez con intención perversa, a fin de que, al hacer una pregunta parecida a las que hicieron los demás, ocultara su determinación de traicionar al Señor, porque el verdadero arrepentimiento no se detiene; por esto sigue: "Y respondiendo Judas que lo entregó, dijo: ¿Soy yo por ventura, Maestro?"

San Jerónimo. En cual probó su afecto fingido, o dio señal de su incredulidad: también los demás que no habían de entregarle dijeron: ¿Soy yo acaso, Señor? (Mt 26,22) Pero éste que le había de entregar no le llama Señor, sino Maestro, como si pudiese servirle de excusa negar al Señor y entregar sólo a su Maestro.

Orígenes, in Matthaeum, 35. Y como queriendo subsanar esto mismo le llama Maestro, aun cuando no merecía nombrarle.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 81,2. Aunque el Señor podía haber dicho: has convenido tomar dinero, y aun te atreves a preguntar. Pero nada de esto dijo el mansísimo Jesús, para designarnos la línea de conducta que debemos observar. Por esto sigue: "Y le dice: Tú lo has dicho".

Remigio. Lo cual puede entenderse de este modo: tú lo dices y dices la verdad; o tú lo has dicho y no yo; con el fin de que aun pudiese hacer penitencia y no descubrir más su iniquidad.

Rábano. También Judas pudo decir esto, y ser respondido por el Señor, sin que los demás advirtieran lo que se había hablado.

MATEO 26,26


5626 (Mt 26,26)

Y cenando ellos tomó Jesús el pan, y lo bendijo, y lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "tomad y comed; éste es mi cuerpo". (v. 26)

San Jerónimo. Después de haber cumplido la Pascua figurativa y comido el cordero con sus discípulos, pasa el Señor a la institución del sacramento de la verdadera Pascua. Y a la manera como Melquisedec, sacerdote del supremo Dios, había ofrecido pan y vino como figura, así también para presentar la realidad de su cuerpo y sangre, dice: "Y cenando ellos tomó Jesús el pan", etc.

San Agustín, epistola, 54, 7-8. En lo que claramente se ve que los discípulos no recibieron en ayunas el cuerpo y la sangre del Señor en el día de su institución. ¿Podrá censurarse acaso el rito de toda la Iglesia, en virtud del cual se ordena recibirle siempre en ayunas? Agradó en verdad, al Espíritu Santo, que en honor de tan gran Sacramento entrase el cuerpo del Señor en la boca del cristiano antes que ningún otro alimento. Pero el Salvador, queriendo demostrar la sublimidad de este misterio, quiso instituirlo al final de la cena, grabándolo así en el corazón y en la memoria de sus discípulos, de quienes se despedía. Por lo tanto no dijo en qué forma debería recibirse en lo sucesivo, con el fin de dejar esto al arbitrio de sus discípulos (por medio de quienes había de organizarse la Iglesia)

Glosa. También dejó Jesucristo otra forma de recibir su cuerpo y su sangre, y la instituyó después, con el fin de que la fe tuviese su mérito, cuando cree a pesar de que no ve.

San Ambrosio, de Sacramentis 4,4. Con el fin de que no hubiese horror alguno en el derramamiento de sangre y pudiese obtenerse el precio de la redención.

San Agustín, sermones, 227. Instituyó el Señor su cuerpo y su sangre sobre cosas que vienen a constituir una sola, aun cuando consten de muchas partes, porque el pan se forma de muchos granos de trigo, y el vino también se forma de muchos racimos de uvas. Además, en esto nos dio a entender el Salvador que consagraba el misterio de nuestra paz y unión en su propia mesa.

Remigio. También oportunamente utilizó el fruto de la tierra, dando a entender que había venido a ella para absolverla de aquella maldición, con que fue maldecida por el pecado del primer hombre. Y aun congruentemente mandó ofrecer los frutos que produce la tierra, y en aquéllos por los cuales los hombres se interesan más; con el fin de que no hubiese dificultad en su adquisición y los hombres pudiesen ofrecer a Dios sacrificios del trabajo de sus manos.

San Ambrosio, de Sacramentis 4,3. De aquí se desprende que los sacramentos de los cristianos son anteriores a los de los judíos, porque Melchisedec ofreció el pan y el vino del mismo modo que el Hijo de Dios, a quien se dice en el Salmo: "Tú eres sacerdote eterno según el orden de Melchisedec" (Ps 119,4) Refiriéndose a lo cual se dice aquí: "Tomó Jesús el pan".

Glosa. Lo que debe entenderse respecto del pan de trigo, porque como dice San Juan, el Señor se comparó al grano de trigo, diciendo: "Que si el grano de trigo cuando cae en la tierra" (Mt 12,24), etc. Este pan corresponde al Sacramento, porque su uso es más común, puesto que se hacen otros panes cuando éste falta. Y como Jesucristo demostró hasta el último día que no había venido a derogar la ley (como ya había dicho antes), lo instituye en la víspera, cuando se inmolaba el cordero según el precepto legal, y habían de comerse los ácimos y retirarse todo lo fermentado. Es evidente que este pan, ofrecido por el Señor a sus discípulos, era ácimo.

San Gregorio, registrum epistularum. Llama la atención de algunos que en la Iglesia unos ofrecen panes ácimos, y otros fermentados. Pues la Iglesia Romana ofrece panes ácimos, porque el Señor tomó carne sin mezcla alguna; pero otras iglesias le ofrecen fermentado, porque el Verbo del Padre se vistió de carne y es verdadero Dios y verdadero hombre. Porque el fermento se mezcla con la harina, y sin embargo, nos transformamos en el cuerpo del Señor nuestro Salvador, tanto cuando se nos ofrece en el pan ácimo, cuanto en el fermentado.

San Ambrosio, De Sacramentis 4,4. Este pan, antes de las palabras de la consagración es pan común, pero cuando se le consagra, el pan se convierte en carne de Cristo. Por lo tanto la consagración, ¿en qué palabras consiste y en qué oraciones sino en las de Jesús nuestro Dios? Por lo tanto, si hay tanta fuerza en su palabra que empieza a ser lo que antes no era, ¿con cuánta más facilidad debe suceder que existan aquellas cosas que antes eran transformadas en otras sustancias? Si su palabra produjo cosas admirables, ¿no las producirá en los misterios espirituales? Luego, el pan se transforma en el cuerpo de Jesucristo y el vino en su sangre, por medio de la palabra divina. Se pregunta ¿cómo?; de este modo: no se engendra un hombre sino por medio de la unión de un hombre y de una mujer: pero porque quiso el Señor, Jesucristo nació de la Virgen por obra del Espíritu Santo.

San Agustín, De verb. Dom. Y así como por obra del Espíritu Santo fue creada sin unión una verdadera carne, así la sustancia del pan y del vino, es consagrada en el mismo cuerpo y sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Y como esta consagración se hace en virtud de la palabra del Señor, añade: "Y lo bendijo".

Remigio. En esto dio a entender también que junto con el Padre y el Espíritu Santo, colmó la naturaleza humana con la gracia del poder divino, y la enriqueció con el don de la eterna inmortalidad. Y para demostrar que su cuerpo no se sometía a la pasión sin quererlo así, añade: "Y lo partió".

San Agustín, in lib. sentent. Cuando se parte la hostia, mientras la sangre del cáliz es derramada en la boca de los fieles, ¿qué otra cosa se significa sino la inmolación del cuerpo del Señor en la cruz, y el derramamiento de su sangre brotando de su costado? San Dionisio, de ecclesiastica hierarchia 3. En esto se da a conocer también que la Palabra del Señor siendo una y simple, por medio de la Encarnación, llega hasta nosotros de un modo compuesto y visible, se asocia con nosotros por bondad, y nos hace partícipes de todos los bienes espirituales que se nos distribuyen. Por esto sigue: "Y lo dio a sus discípulos".

San León Magno, sermones, 58,3. No se exceptuó de la participación de este misterio al traidor, para que constase, que Judas no obraba exasperado por injuria alguna, sino voluntariamente a impulso de su impiedad (o lo que es lo mismo, intentaba perseverar en su voluntaria impiedad)

San Agustín, in Ioannem 26. San Pedro y Judas participaron de un mismo pan, pero San Pedro recibió la vida y Judas a muerte.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 82,1. Y esto lo demuestra San Juan diciendo: "Que después de esto, Satanás entró en él". Su pecado se agravó, porque se había acercado al sacramento con conciencia manchada, y al acercarse no mejoró en su conciencia, ni por el temor, ni por el beneficio, ni por el honor. Mas Jesucristo, aunque nada se le ocultaba no le privó del sacramento para que aprendamos que no omite nada de aquello que nos conviene para nuestra enmienda.

Remigio. En esta acción dejó también ejemplo a su Iglesia, para que no separe a nadie de su sociedad ni de la comunicación del cuerpo y la sangre de Nuestro Señor, sino por algún crimen público y manifiesto.

San Hilario, in Matthaeum, 30. La Pascua quizá se celebró sin que el traidor Judas hubiese participado del cáliz y de la fracción del pan; pues no era digno de la participación de los eternos misterios; pero se comprende que él salió de allí, porque se manifiesta que volvió con las turbas.

Sigue: "Recibid y comed".

San Agustín, De verb. Dom. El Señor convida a sus siervos para prepararles manjar de sí mismo; ¿pero quién se atreverá a comer a su Señor? Y en verdad que cuando se le come, fortalece, no debilita. Vive comido porque resucitó después de muerto; y cuando le comemos no le partimos; y en verdad que así sucede en el sacramento. Conocen los fieles el modo como reciben la carne de Cristo: cada uno recibe una parte. Por partes se recibe en el sacramento, y sin embargo, permanece entero, todo en el cielo y todo en nuestro corazón. Por lo tanto, todas estas cosas se llaman sacramentos, porque en ellos unas cosas se ven y otras se creen. Lo que se ve tiene figura corporal y lo que se entiende es un fruto espiritual.

San Agustín, in Ioannem 27, 11. No comamos, por lo tanto, la carne de Jesucristo en el sacramento únicamente (lo que hacen muchos malos), y comámosle hasta participar de su espíritu para que vivamos como miembros en el cuerpo del Señor, para que nos alimentemos de su espíritu.

San Ambrosio, de sacramentis 4,5. Antes, pues, que se verifique la consagración, el pan es pan; pero cuando sobre él descienden las palabras de Jesucristo, que dice: "Este es mi cuerpo" el pan se convierte en cuerpo de Cristo.

MATEO 26,27-29


5627 (Mt 26,27-29)

Y tomando el cáliz dio gracias y se lo dio, diciendo: "Bebed de éste todos, porque ésta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de pecados. Y dígoos que desde hoy más no beberé de este fruto de vid hasta aquel día cuando lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre". (vv. 27-29)

Remigio. Como el Señor había dado su cuerpo a los discípulos bajo la especie de pan, también les dio el cáliz de su sangre; por esto dice: "Y tomando el cáliz dio gracias y se lo dio", etc. En lo que se da a entender cuán grande es el deseo que tiene de nuestra salvación, en obsequio de la cual derramó su sangre.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 82, 1. Por lo tanto, dio gracias para enseñarnos el modo de recibir este sacramento, demostrando a la vez que no iba a sufrir su pasión contra su voluntad. Nos enseñó, pues, que todo lo que sufrimos debemos llevarlo con gusto. Y en esta ocasión nos dio motivo de buena esperanza; si, pues, la figura de este sacrificio (a saber, la inmolación del cordero pascual), dio la libertad al pueblo de la esclavitud de Egipto, con mucha más razón la realidad librará al mundo entero. "Y se les dio, diciendo: bebed de éste todos". Y para que no se asustasen oyendo esto, El mismo bebió primero su propia sangre invitándoles sin perturbación alguna, a que participasen de aquellos misterios.

San Jerónimo. Así nuestro Señor Jesucristo fue convidado y convite; el que comía y era comido.

Sigue: "Esta es mi sangre del Nuevo Testamento".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 1. Esto es, lo que sirve de anuncio de la nueva ley: esto lo prometía el Antiguo Testamento y se ve realizado en el nuevo; y así como el Antiguo Testamento contenía la sangre de los becerros y de las ovejas, así el Nuevo contiene la sangre del Señor.

Remigio. Por lo tanto se lee que Moisés recibió la sangre del cordero y la guardó en un vaso. Y habiendo introducido en ella el hacecillo de hisopo con él roció al pueblo diciendo: "Esta es la sangre del Señor" (Ex 24,6-8)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 1. Cuando nombra la sangre, anuncia su pasión, diciendo: "Que será derramada por muchos", y además expresa la causa de su muerte, cuando añade: "Para el perdón de los pecados". Como diciendo: La sangre del cordero fue derramada en Egipto por la salvación de los primogénitos del pueblo de Israel. Pero ésta se derrama para remisión de los pecados de todo el mundo.

Remigio. Y debe advertirse que no dice, por pocos, ni por todos, sino por muchos; porque no había venido a redimir únicamente a los hombres de un lugar determinado sino a muchos de todas las naciones.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82, 1. Y diciendo esto, manifiesta que su pasión es un misterio de la salvación de los hombres, por medio del que consuela a sus discípulos. Y dice, así como Moisés: "Esto os servirá de recuerdo sempiterno" (Ex 12,14), y además dijo (como refiere San Lucas): "Haced esto en memoria mía" (Lc 22,19) .

Remigio. Enseñó que no sólo debe ofrecerse el pan, sino también el vino, para dar a entender que debía confortar con estos sacramentos a los que tuviesen hambre y sed de justicia.

Glosa. Así como el alimento corporal lo obtenemos por medio de la comida y de la bebida, el Señor, del mismo modo, nos ha preparado el alimento de nuestras almas por medio de una comida y bebida. También convenía significar la pasión del Señor instituyendo este sacramento bajo dos especies distintas. Porque en la pasión derramó su sangre y así ésta se separó de su cuerpo. Convino, pues, para recordar la pasión del Señor, que el pan se ofreciese separado del vino y son los sacramentos del cuerpo y la sangre. Debe saberse, sin embargo, que todo Jesucristo se contiene en cada una de las especies; bajo la especie de pan se contiene también la sangre con el cuerpo, y bajo la especie de vino se contiene el cuerpo con la sangre.

Ambrosiaster, Comentario a las epístolas paulinas, 1 Cor 11, 26. También se consagran dos especies, porque lo que tomamos, aprovecha para sustento del alma y del cuerpo.

San Cipriano, epistola, 3,2. El cáliz del Señor no contiene sólo agua, ni sólo vino, sino las dos cosas mezcladas; como tampoco puede decirse que el cuerpo del Señor puede ser sólo la harina o sólo el agua, sino las dos cosas unidas.

San Ambrosio, de sacramentis 5,1. Y si Melchisedech ofreció pan y vino, ¿para qué aprovecha la mezcla del agua? Véase la razón: Moisés tocó la piedra, y de ésta brotó mucha agua; mas la piedra era Cristo. Y uno de los soldados hirió con su lanza el costado de Cristo, brotando de él agua y sangre; el agua para que lavase y la sangre para que redimiese.

Remigio. Debe tenerse en cuenta que San Juan dice: "Las muchas aguas son del pueblo"; y como conviene que nosotros siempre estemos en Cristo y Cristo en nosotros, se ofrece el vino mezclado con agua, para dar a conocer que la cabeza y los miembros (esto es, Cristo y la Iglesia), constituyen un solo cuerpo. También sirve para demostrar que Jesucristo no ha padecido sino por el deseo de nuestra redención, y que nosotros no podemos salvarnos sin su pasión.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, 82,2. Y como habló de su pasión y de su cruz, era muy natural, por consiguiente, que hablase también de su resurrección, diciendo: "Y dígoos, que desde hoy más no beberé de este fruto de vid". Llama reino a su resurrección, y por lo tanto, dijo esto acerca de la resurrección (cuando iba a beber con sus apóstoles ese cáliz), para que no creyesen que su resurrección era una fantasía. Y por lo tanto, para convencer a los hombres acerca de la resurrección de Jesucristo, dijeron: "Hemos comido y bebido juntamente con El, después que resucitó de entre los muertos" (Ac 10,41) Por esto da a conocer que lo verán resucitado, y que volverá a estar con los hombres. Cuando dice "nuevo", debe entenderse que nuevamente -esto es, de un modo nuevo-, no como teniendo cuerpo pasible y necesitando de comida: después de la resurrección no comió ni bebió porque necesitase de alimento, sino para confirmar la verdad de su resurrección. Y como hay algunos herejes que usan agua y no vino en la administración de los sacramentos, da a entender por medio de estas palabras, que cuando instituyó los sacramentos, dio el vino que bebió resucitado. Por lo que dijo: "De este fruto de vid": pues la vid produce vino y no agua.

San Jerónimo. De otro modo, el Señor pasó de lo material a lo espiritual; que la viña trasplantada de Egipto es el pueblo de Israel, lo prueba la Sagrada Escritura. Dice, pues, el Señor, que no volverá a beber del fruto de esta vid, sino en el reino del Padre; y yo creo que el reino del Padre es la fe de los creyentes; por lo tanto, cuando los judíos reciban el reino del Padre, entonces beberá el Señor de su vino. Obsérvese también que dice del Padre y no de Dios, porque todo padre da su nombre al hijo; como si dijese: cuando hayan creído en Dios Padre, el Padre los conducirá al Hijo.

Remigio. O de otro modo: "No beberé de este fruto de vid". Esto es, no me gozaré en adelante en los sacrificios materiales de la sinagoga, en los que tenía lugar preferido la inmolación del cordero pascual. Llegará, pues, el día de mi resurrección, en el cual, constituido en el reino del Padre (esto es, elevado a la gloria de la eterna inmortalidad), allí lo beberé de nuevo con vosotros; esto es, cuando tenga lugar la salvación del mundo, ya renovado por el agua del bautismo, me alegraré con un nuevo gozo.

San Agustín, quaestiones evangeliorum, 1,42. O de otra manera, cuando dice: lo beberé nuevo, da a entender que éste es antiguo. Mas como recibió el cuerpo, que había de entregar a la muerte en su pasión de la descendencia de Adán (llamado hombre antiguo) por lo mismo encomendó su sangre en el sacramento del vino. Pero ¿qué otro vino nuevo debemos entender, sino la inmortalidad de los cuerpos que se han de renovar? Cuando dice: "Lo beberé con vosotros", les promete del mismo modo, la resurrección de sus cuerpos, para revestirse de la inmortalidad. Con vosotros, pues, se refiere, no al mismo tiempo, sino a aquella misma renovación, porque como dice el Apóstol, resucitaremos con Cristo, a fin de que la esperanza de la vida futura sea aquí ya nuestra alegría presente. Lo que dice acerca del retoño de la vid, al que llama nuevo, significa ciertamente que estos mismos cuerpos que han de morir ahora, según su antigüedad terrena, resucitarán después, según la renovación celestial.

San Hilario, in Matthaeum, 30. Parece, pues, que no bebiendo Judas con El, tampoco lo había de beber en el reino, toda vez que les promete a todos los que beben entonces, que beberán después con El mismo del fruto de esta vid.

Glosa. Pero defendiendo la opinión de otros Santos que afirman haber recibido Judas los Sacramentos de manos de Jesucristo, debe entenderse, que cuando dice con vosotros, se refiere a muchos de ellos, pero no a todos.


Catena aurea ES 5614