Catena aurea ES 7101


MARCOS 11,11-14


7111 (Mc 11,11-14)

Así entró Jesús en Jerusalén, y se fue al templo, donde, después de haber observado por una y otra parte todas las cosas, siendo ya tarde, se salió a Betania con los doce. Al otro día, así que salieron de Betania, tuvo hambre. Y como viese a lo lejos una higuera con hojas, encaminóse allá por ver si encontraba en ella alguna cosa; y llegando, nada encontró sino follaje, porque no era aún tiempo de higos. Y hablando a la higuera, le dijo: "Nunca jamás coma ya nadie fruto de ti". Lo cual oyeron sus discípulos. (vv. 11-14)

Beda. Aproximándose el tiempo de la pasión, quiso el Señor aproximarse al lugar en que había de efectuarse, para hacer ver que iba a la muerte por su voluntad. "Así entró Jesús en Jerusalén, y se fue al templo". Que al entrar en Jerusalén fuera al templo antes que nada, nos enseña la forma de religiosidad que debemos seguir. Es decir, que cuando entremos en un lugar en que haya una casa de oración, lo primero que debemos hacer es ir a ella. También debemos observar que el Señor es tan pobre y tan poco afamado, que no halló en aquella gran ciudad hospedaje ni casa alguna, teniendo que hospedarse con Lázaro y sus hermanas en una pequeña propiedad en Betania, que era el villorrio en el que vivían. "Después de haber observado -dice- por una y otra parte todas las cosas" (para ver si encontraba albergue), "siendo ya tarde", etc. Pero esto no le ocurrió solamente una vez, porque durante cinco días, desde su entrada en Jerusalén hasta su pasión, siempre hacía lo mismo, yendo a pasar la noche al monte de los Olivos y enseñando de día en el templo.

"Al otro día, así que salieron de Betania, tuvo hambre".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1. ¿Por qué, pues, tenía hambre por la mañana, como dice San Mateo, sino porque se lo permitió a su carne en vistas a su misión? Y continúa: "Y como viese a lo lejos una higuera con hojas, encaminóse allá por ver si encontraba en ella alguna cosa". Aquí se manifiesta el modo de ver de los discípulos, los cuales creyeron que Cristo se acercó a la higuera para coger de su fruto y que por no encontrar ninguno maldijo al árbol. "Y llegando, nada encontró sino follaje, porque no era aún tiempo de higos. Y hablando a la higuera, le dijo: Nunca jamás coma ya nadie fruto de ti". Maldijo, pues, la higuera por sus discípulos, a fin de inspirarles confianza. Porque, habiendo colmado de beneficios a todo el mundo, y no habiendo castigado a nadie, convenía que demostrase su poder para castigar, como hubiera podido hacerlo con los judíos que le perseguían. Pero no quiso demostrarlo en los hombres, prefiriendo hacerlo en una planta. Y fue por esto principalmente, y no por sentir hambre, por lo que se acercó a la higuera. Porque ¿quién que discurra un poco pensará que pudiera sentir hambre tan de mañana, y sobretodo pudiendo haber tomado alimento antes de salir de la casa? Ni puede decirse tampoco que la vista del fruto abrió su apetito, puesto que no le tenía el árbol. Y además, si tenía hambre, ¿por qué en vez de higos, de los que aún no era tiempo, no buscó otra cosa? ¿Y de qué castigo podría ser digna la higuera por no tener fruto fuera de tiempo? Todo lo cual prueba suficientemente que quería manifestar su poder, para que no decayese en su pasión el ánimo de los apóstoles.

Teofilacto. Quería demostrar a los discípulos que con su sola voluntad podía exterminar en el instante a los que habían de crucificarlo. En sentido místico, entró el Señor en el templo, y salió de nuevo para hacernos ver que le abandonaría a la desamparo y a la rapiña.

Beda. Mira por todas partes los corazones de todos y no encontrando en los opositores a la verdad dónde reclinar la cabeza, va hacia los fieles y hace su morada de los que lo acojen, puesto que el significado el Betanía es el de casa de la acogida.

Pseudo-Jerónimo. Fue por la mañana a los judíos y a nosotros nos visita en la tarde del mundo.

Beda. Obra como habla, esto es, en parábolas: por esto busca en la higuera el fruto, de que aún no es tiempo, y sin embargo, la condena a perpetua esterilidad. Con lo cual manifiesta que el pueblo de los judíos, por las palabras de justicia que tenía en sus labios representadas en las hojas del árbol, y que no acompañaba con las obras, que son el fruto, no podía salvarse. Y que, como el árbol estéril, sería arrancado y echado al fuego. Hambriento, pues, o deseando la salvación del género humano, vio la higuera cubierta de hojas, o al pueblo judío con las palabras de la Ley y los Profetas, y en él buscó el fruto de las buenas obras, como la enseñanza, la corrección, los milagros, y no encontrándolo, lo condenó. También nosotros, si no queremos ser condenados en juicio por Cristo, debemos evitar ser árboles estériles, para poder ofrecer al pobre Jesús el fruto de caridad que necesita.

San Juan Crisóstomo. Se puede explicar de otro modo por qué el Señor buscó un fruto, para el que no era tiempo, y por qué al no encontrarlo maldijo al árbol: porque fructifican en su tiempo todos los que cumplen los preceptos de la ley -como el de no cometerás adulterio-. Pero los que no sólo no lo cometen, sino que se conservan vírgenes, lo que es mucho más, sobresalen en la virtud. Y a éstos, que son los perfectos, no sólo les exige las virtudes, sino que fructifiquen sobre lo mandado.


MARCOS 11,15-18


7115 (Mc 11,15)

Llegan, pues, a Jerusalén. Y habiendo Jesús entrado en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en él, y derribó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían palomas para los sacrificios. Y no permitía que nadie transportase mueble o cosa alguna por el templo. Y les instruía diciendo: "¿Por ventura no está escrito: Mi casa será llamada de todas las gentes casa de oración? Pero vosotros habéis hecho de ella una guarida de ladrones". Sabido esto por los príncipes de los Sacerdotes y los escribas, andaban trazando el modo de quitarle la vida secretamente, porque le temían, viendo que todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina. (vv. 15-18)

Beda. Lo que como figura hizo el Señor maldiciendo la higuera infructuosa, lo manifestó más claramente poco después, arrojando del templo a los malvados, porque aquí son los sacerdotes los que faltan, mientras que no es falta en el árbol que no dé fruto fuera de tiempo. "Llegan -dice- a Jerusalén. Y habiendo Jesús entrado en el templo", etc. Es de creer ciertamente que lo que vio vender y comprar era lo necesario al ministerio del templo. Por tanto, si no soporta el Señor que en su casa se traten negocios temporales, que en cualquier otro lugar podían tratarse libremente, ¡con cuánto mayor motivo se harán dignos de su cólera celestial los que en el templo consagrado a Dios tratan lo que jamás es lícito tratar! "Y derribó las mesas de los cambistas".

Teofilacto. Llama cambistas (nummularios), a los cambiantes de moneda, de nummus, moneda pequeña de cobre. "Y derribó los asientos de los que vendían palomas".

Beda. Como el Espíritu Santo apareció sobre el Señor en figura de paloma, se nos representa con razón por palomas los dones del Espíritu Santo. Se vende la paloma cuando se da por dinero la imposición de las manos por la cual se recibe el Espíritu Santo. Derriba, pues, los asientos de los que venden palomas, porque los que venden la gracia espiritual son privados del sacerdocio, sea delante de los hombres, o ante la mirada de Dios.

Teofilacto. Si alguno por el pecado diese al demonio la gracia y pureza del bautismo, vende su paloma, y por tanto será arrojado del templo.

"Y no permitía que nadie transportase muebles por el templo".

Beda. Habla de los muebles que eran materia del comercio, no de los consagrados a Dios, y que por lo mismo no debían salir del templo ni podía prohibirse que se metieran en él. Aquí se comprende un ejemplo del juicio futuro, porque echa de la Iglesia a los réprobos, o con el látigo de su justicia eterna los contiene para que no vuelvan a entrar en ella a escandalizarla. Ahora, en cuanto a los pecados que se han deslizado en el corazón de los fieles, los borra la compunción que viene de Dios, y el auxilio de la gracia divina ayuda para que no se repitan.

"Y les instruía diciendo: ¿Por ventura: no está escrito: Mi casa será llamada de todas las gentes casa de oración?" Pseudo-Jerónimo. Esto según lo que había dicho Isaías (Is 55,7) Y Jeremías había dicho: "Pero vosotros habéis hecho de ella una guarida de ladrones" (Jr 7,11)

Beda. Es a todas las gentes a las que habla así. No sólo al pueblo judío, ni sólo a la ciudad de Jerusalén, sino a todo el orbe. Y no dice casa de bueyes, ni de cabras, ni de carneros, sino casa de oración.

Teofilacto. Llama al templo guarida de ladrones por el lucro, puesto que por él se reúnen los ladrones. Los llama así, porque por la ganancia vendían los animales que se ofrecían en los sacrificios.

Beda. Estaban, pues, en el templo, o para perseguir corporalmente a los que no daban, o para matar espiritualmente a los que daban. El espíritu y la conciencia de los fieles son como el templo de Dios, y cuando abrigan malos pensamientos en perjuicio del prójimo, se puede decir que residen en una guarida de ladrones. Así que el corazón de los fieles se convierte en guarida de ladrones, cuando, abandonando la sencillez de la santidad, se esfuerzan en hacer lo que puede perjudicar al prójimo.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,67. San Juan refiere esto de un modo muy distinto (Jn 2), lo cual dice que el Señor obró así no sólo una vez. Pero San Juan hace mención de la primera, y los otros tres evangelistas de la última.

Teofilacto. Esto acusa más a los judíos, puesto que, a pesar de haber repetido este hecho el Señor, no se enmendaron absolutamente en nada.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,63. Tampoco en esto guarda San Marcos el mismo orden que San Mateo, pero como éste dice: "Y dejándolos salió fuera de la ciudad a Betania" (Mt 21,17), y añade que a la mañana siguiente, al volver a la ciudad, maldijo al árbol, es más probable que sea este evangelista el que guardó mejor el orden de los tiempos en el suceso de los vendedores y compradores y de los que fueron echados del templo. Así que olvidó San Marcos que el Señor había hecho esto cuando entró en el templo el primer día, y lo intercaló, al recordarlo, cuando refirió el hecho de no haber encontrado ningún fruto en la higuera, que fue lo que, según dicen ambos, ocurrió el segundo día.

Glosa. Cuál fue el efecto que produjo la corrección del Señor en los ministros del templo, lo expresa el evangelista diciendo: "Sabido esto por los príncipes de los sacerdotes y escribas, andaban buscando el modo de quitarle la vida", según estas palabras: "Aborrecieron al que los amonestaba en la puerta, y han abominado del que les hablaba la verdad" (Am 5,10) Aplazaron este propósito tan inicuo sólo por temor, y por esto dice: "Porque le temían, viendo que todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina". Pero les enseñaba como el que tiene potestad para ello, y no como los escribas y fariseos, según se dice en otro lugar (Mc 1,22)




MARCOS 11,19-26

7119 (Mc 11,19-26)

Así que se hizo tarde, se salió de la ciudad. La mañana siguiente, repararon los discípulos al pasar que la higuera se había secado de raíz. Con lo cual, acordándose Pedro de lo sucedido, le dijo: "Maestro, mira cómo la higuera que maldijiste se ha secado". Y Jesús tomando la palabra, les dijo: "Tened confianza en Dios y obraréis también estas maravillas. En verdad os digo que cualquiera que dijera a este monte: Quítate de ahí y échate al mar, no vacilando en su corazón, sino creyendo que cuanto dijere se ha de hacer, así se hará. Por tanto os aseguro que todas cuantas cosas pidiereis en la oración, tened viva fe de conseguirlo, y se os concederán sin falta. Mas al poneros a orar, si tenéis algo en contra de alguno, perdonadle el agravio, a fin de que vuestro Padre, que está en los cielos, también os perdone vuestros pecados. Que si no perdonáis vosotros, tampoco vuestro Padre celestial os perdonará vuestras culpas, ni oirá vuestras oraciones". (vv. 19-26)

Pseudo-Jerónimo. Dejó el Señor las tinieblas en el corazón de los judíos, y llevó la luz a otra ciudad benévola y obediente. "Así que se hizo tarde, salió de la ciudad", etc. Pero, si se puso, también salió el sol, y su luz, nublada para los escribas, lució para los apóstoles. Por esto vuelve a la ciudad. "La mañana siguiente notaron los discípulos (yendo a la ciudad), que la higuera se había secado de raíz".

Teofilacto. Este milagro fue tanto más grande, cuanto que era un árbol robusto y lleno de lozanía. Así, pues, aunque dice San Mateo que se admiraron los discípulos de ver cómo se había secado de repente aquella higuera, no es de extrañar que San Marcos diga que fue a la mañana siguiente cuando vieron los discípulos que estaba seca. Puesto que no dice San Mateo que lo vieron en el acto, puede entenderse que lo vieron a la mañana siguiente.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,67. Se debe creer que no se secó el árbol cuando lo vieron los apóstoles, sino inmediatamente después que fue maldito, y que no lo vieron secarse, sino que seco, por lo que conocieron que se había secado al punto a la voz de Dios.

Pseudo-Jerónimo. La higuera, seca hasta en sus raíces, es la sinagoga desde Caín y de todos los demás a quienes se pide cuenta de la sangre derramada desde la de Abel hasta la de Zacarías.

Beda. Quedó seca la higuera hasta la raíz para mostrar que esta nación infiel no debía ser corregida en todo ni en parte por incursiones de extranjeros, ni librada por la penitencia, como sucede con frecuencia, sino herida de eterna condenación. O bien: seca hasta la raíz, para manifestar que quedaba privada de auxilio divino en lo interior, como del humano en lo exterior. Porque perdió la vida del cielo, como la patria de la tierra.

Pseudo-Jerónimo. San Pedro conoció lo que era esta higuera seca y sin raíz, a la que reemplazó la hermosa y fértil elegida por el Señor. "Con lo cual, acordándose Pedro, le dijo: Maestro, mira cómo la higuera que maldijiste se ha secado".

San Juan Crisóstomo. La admiración de Pedro y de los otros discípulos nacía de su fe imperfecta, puesto que este prodigio no era nada para Dios, y como no conocían bien su poder, hizo su ignorancia que se asombraran de este modo. "Y Jesús, tomando la palabra, les dijo: Tened confianza en Dios; en verdad os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate de ahí, y échate al mar, no vacilando en su corazón, así se hará", etc. Es como si dijera: No sólo podrá secar un árbol, sino mudar de asiento a un monte con el imperio de su voz.

Teofilacto. Admiremos la misericordia divina, que nos comunica, cuando nos acercamos a Dios por la fe, el poder de hacer milagros, que por naturaleza tiene, hasta el punto de cambiar de lugar a los montes.

Beda. Los gentiles, que escribieron mal contra la Iglesia, suelen reprocharnos el no haber podido transportar nunca los montes por no tener plena fe en Dios. A esto debemos contestar que no está escrito todo lo que se ha hecho en la Iglesia, como testifica la historia de los hechos del mismo Cristo. Si la necesidad lo hubiera exigido, se hubiera hecho, conforme a lo que leemos en la vida de San Gregorio Taumaturgo, quien por la oración hizo que se retirase un monte, dejando el espacio necesario para la iglesia que quería construir.

San Juan Crisóstomo. O de otro modo: así como la higuera no se secó por causa suya sino que fue una figura de Jerusalén, que había de acabar en la ruina, y una demostración del poder de Cristo, así también debemos tomar como una figura la promesa acerca del monte: para alguien y de algún modo moverlo no será imposible, de acuerdo a lo prometido por el Señor.

Pseudo-Jerónimo. Siendo, pues, Cristo, la piedra que se desgaja del monte, sin que ninguna mano la mueva (Da 2,34), es arrancado y lanzado al mar cuando dicen los apóstoles con verdad: Nos vamos a predicar a los gentiles, ya que vosotros mismos os juzgáis indignos de oír la palabra de Dios (Ac 13,46)

Beda. O bien: porque bajo el nombre de monte se indica al diablo por su soberbia, es arrancado este monte de la tierra a la voz de los que son fuertes en la fe, y lanzado al mar cuando, predicando los santos doctores la palabra de Dios, se arroja al espíritu inmundo del corazón de los predestinados a la vida. Entonces le es permitido ejercer su furiosa tiranía en los turbados y desconsolados corazones de los infieles, en los que se ensaña con tanta más crueldad, cuanto mayor es su sentimiento por no haber podido dañar a los primeros.

"Por tanto os aseguro -continúa- que todas cuantas cosas pidiereis en la oración, tened viva fe de conseguirlas", etc.

Teofilacto. El que cree por su afecto, eleva sin duda su corazón a Dios, se une a El, y en el fervor de su corazón, halla la prueba de haber alcanzado lo que pedía. Todo el que lo haya experimentado lo comprenderá ciertamente, y deben experimentarlo los que tienen la medida y el modo de la fe, porque dice el Señor que recibiremos todo lo que pidamos con fe. Y el que cree que están sus destinos en manos de Dios, si se lo pide con lágrimas y abrazando en la oración sus divinos pies con el pensamiento, debe conseguir lo que le pida en justicia. ¿Queréis alcanzar de otro modo lo que pedís? Pues perdonad a vuestro hermano lo que haya hecho contra vosotros. "Mas al poneros a orar -dice- si tenéis algo en contra de alguno", etc.

Pseudo-Jerónimo. San Marcos reduce a una sola las siete peticiones de la oración dominical, porque aquél, cuyos pecados todos han sido perdonados, ¿qué podrá pedir sino la perseverancia en lo que ha obtenido?

Beda. Es de notar la diferencia que hay entre los que ruegan: unos, que tienen la fe perfecta, que obra por el amor, y que pueden trasladar, orando y también mandando, los montes espirituales, como hizo Pablo con el mago Elima (Ac 13); otros que no pueden subir a tan alta perfección, y que por lo mismo deben pedir el perdón de sus pecados. Esto lo conseguirán si antes han perdonado a los que les hayan ofendido, pues de otro modo, no sólo no conseguirán con su oración las virtudes, sino tampoco el perdón de sus culpas. "Que si no perdonáis vosotros, tampoco vuestro Padre celestial os perdonará vuestras culpas".

Glosa. ¡Aterradoras palabras!




MARCOS 11,27-33

7127 (Mc 11,27)

Volvieron, pues, otra vez a Jerusalén, y paseándose Jesús por el atrio exterior del templo (instruyendo al pueblo), lléganse a El los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos, y le dicen: "¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado a ti potestad de hacer lo que haces?" Y respondiendo Jesús, les dijo: "Yo también os haré una pregunta: respondedme a ella primero, y después os diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres? Respondedme a esto". Ellos discurrían para consigo, diciendo entre sí: "Si decimos que del cielo, dirá: ¿pues por qué no le creísteis? Si decimos que de los hombres, debemos temer al pueblo"; pues todos creían que Juan había sido verdadero profeta. Y así, respondieron a Jesús, diciendo: "No lo sabemos". Entonces Jesús les respondió: "Pues ni yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas". (vv. 27-33) Teofilacto. Habiendo echado el Señor del templo a los que hacían de él una tienda de comercio, fueron airados donde El para interrogarlo y tentarlo. "Volvieron, pues, otra vez a Jerusalén -dice- y mientras se paseaba en el templo, etc. " Es como si dijeran: ¿Quién eres que tales cosas haces? Acaso te constituyes doctor y te ordenas príncipe de los sacerdotes?

Beda. Y ciertamente que, cuando dicen: ¿con qué poder haces esto?, dudan del poder de Dios, y quieren suponer que lo hace por el diablo. Y cuando añaden: ¿quién te dio este poder? niegan terminantemente al Hijo de Dios, el que juzgan que obra por un poder extraño, y no por el suyo propio.

Teofilacto. Decían esto, creyendo hacerlo tambalear, porque si contestaba: "Con mi poder", podían prenderle, y si decía: "Con el poder de otro", procurarían alejar de El al pueblo, que creía que era Dios mismo. Pero el Señor les pregunta sobre Juan, no con intención sofista, sino porque Juan les había dado testimonio de ello. "Y respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta", etc.

Beda. El Señor podía ciertamente refutar con una respuesta franca las calumnias de los que le tentaban pero les pregunta usando de toda prudencia, para que se condenen ellos mismos con sus palabras o con su silencio. Así se desprende de lo que sigue: "Ellos discurrían para consigo diciendo: Si decimos que del cielo, dirá: ¿Pues por qué no lo creísteis?", que es como si dijera: Es el mismo que creéis que había recibido del cielo el don de profecía, y que ha dado testimonio de mí, y de sus labios oísteis en virtud de qué poder hago esto. "Si decimos que de los hombres -continúa- debemos temer al pueblo". Veían, pues, que de cualquier modo que contestasen, quedaban atrapados en sus redes, y aunque temían ser apedreados, temían más aún el confesar la verdad. "Y así respondieron a Jesús diciendo: No lo sabemos".

Pseudo-Jerónimo. Se ven rodeados de tinieblas por la envidia que les causa esta luz, de la que se dice: "Preparada tengo una antorcha a mi ungido, a sus enemigos los cubriré de oprobios" (Ps 131,17-18) Y continúa: "Entonces Jesús les respondió: Pues ni yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas".

Beda. Es como si dijera: No os digo lo que sé, porque no queréis confesar lo que sabéis. Es de notar que son dos las razones que hay principalmente para ocultar la ciencia de la verdad a los que la buscan, a saber: cuando el que la busca tiene poca capacidad para comprenderla, y cuando se hace indigno de ella por el menosprecio o aversión con que la mira.


MARCOS 12,1-12

7201 (Mc 12,1-12)

En seguida comenzó a hablarles por parábolas. "Un hombre, dijo, plantó una viña, y la ciñó con cercado, y cavando hizo en ella un lagar, y fabricó una torre, y arrendóla a ciertos labradores, y marchóse lejos de su tierra. A su tiempo despachó un criado a los renteros para cobrar (lo que debían darle) del fruto de la viña. Mas ellos, agarrándole, le apalearon, y le despacharon con las manos vacías. Segunda vez les mandó otro criado, y a éste también le descalabraron, cargándole de oprobios. Tercera vez envió a otro, al cual mataron. Tras éste otros muchos; y de ellos, a unos les hirieron y a otros les quitaron la vida. En fin, a un hijo único que tenía, y a quien amaba tiernamente, se lo envió también el último, diciendo: Respetarán a lo menos al hijo mío. Pero los viñadores (al verle venir) se dijeron unos a otros: Este es el heredero: venid, matémosle, y será nuestra la heredad. Y asiendo de él, le mataron, arrojándole antes fuera de la viña. ¿Qué hará, pues, el dueño de la viña? ¿Vendrá y perderá aquellos renteros, y arrendará la viña a otros? ¿No habéis leído este lugar de la escritura? La piedra que desecharon los que edificaban vino a ser la principal piedra del ángulo: el Señor es el que hizo eso, y estamos viendo con nuestros ojos tal maravilla". En la hora maquinaban cómo prenderle; porque bien conocieron que a ellos había enderezado la parábola; mas temieron al pueblo, y (así) dejándole, se marcharon. (vv. 1-12)

Glosa. Después que con su sabia pregunta el Señor hizo enmudecer a los que pretendían tentarle, les evidencia su malicia en una parábola. "En seguida comenzó a hablarles por parábolas. Un hombre, dijo, plantó una viña".

Pseudo-Jerónimo. Es a Dios Padre a quien llama hombre por un afecto humano; la viña es la casa de Israel; la cerca son los ángeles que la guardan; la ley, el lagar; la torre, el templo; y los labradores, los sacerdotes.

Beda, in Marcum 3,42. O bien, el cerco es el muro de la ciudad, el lagar es el altar, o aquellos lagos de los que toman su nombre tres salmos.

Teofilacto. O la cerca es la ley, que prohibía a los judíos mezclarse con los extranjeros.

"Y marchóse lejos de su tierra".

Beda. No por cambiar de lugar, sino más bien se aleja de la viña por dejar a los labradores que trabajen con más libertad. A su tiempo despachó a un criado para cobrar a los labradores lo que debían darle del fruto de la viña.

Pseudo-Jerónimo. Los criados enviados son los profetas y el fruto de la viña: la obediencia. De los profetas, unos fueron azotados, otros heridos y otros muertos. "Mas ellos, agarrándole, prosigue, le apalearon y le despacharon con las manos vacías".

Beda. El criado que fue primero representa al legislador Moisés. A éste le despidieron sin darle nada después de golpearle, porque: "estando después en los campamentos, se atrevieron contra Moisés" (Ps 106,16) "Segunda vez les envió otro criado, y a éste también le descalabraron, cargándole de oprobios": éste representa al rey David y a los demás salmistas. Y le hirieron en la cabeza, llenándole de afrentas, porque, no apreciando los versos de los salmistas, rechazaron al mismo David, diciendo: ¿Qué tenemos de común con David? "Tercera vez, prosigue, envió a otro, al cual mataron", etc (1R 12,16) En este tercer criado y en sus compañeros debemos considerar al conjunto de los profetas, porque ¿acaso hubo algún profeta que no fuera perseguido? (Mt 23) En este triple orden de siervos debemos comprender la figura de todos los que han enseñado bajo la ley, según dice el Señor en otro lugar: "Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito de mí en la ley, en los profetas y los salmos" (Lc 24,44)

Teofilacto. O de otro modo: por este primer siervo se ha de entender a los profetas que vivieron hacia el tiempo de Elías, puesto que Miqueas fue abofeteado por el pseudoprofeta Sedecías (1R 22) Por el segundo siervo, a quien hirieron en la cabeza, esto es, al que injuriaron, hemos de entender a los profetas del tiempo de Oseas e Isaías; y por el tercero, a los profetas del tiempo de Daniel y Ezequiel.

"En fin, a un hijo único que tenía, y a quien amaba tiernamente".

Pseudo-Jerónimo. Es su hijo queridísimo y único. Por eso dijo como una ironía las palabras: "Respetarán a lo menos al hijo mío".

Beda. O bien: no demuestra ignorar lo que sucederá, cuando dice que a lo menos respetarán a su hijo, pero se expresa en estos términos, porque deja que el hombre obre libremente.

Teofilacto. No ignorando lo que había de suceder, habla así manifestando lo que era noble y conveniente que hiciese.

"Pero los viñadores se dijeron unos a otros: Este es el heredero: venid, matémosle", etc.

Beda. De este modo prueba el Señor que los príncipes de los judíos crucificaron al Hijo de Dios, no por ignorancia, sino por envidia, conociendo que El era de quien se dijo: "Te daré en herencia las naciones" (Ps 2,8) Y matándole se proponían apropiarse de su herencia los malos labradores. Del mismo modo, crucificándole, los judíos tratarían de extinguir su fe, de suplantar su justicia con su ley y de hacer suyas las naciones.

"Y asiendo de él, le mataron, y le echaron fuera de la viña".

Teofilacto. Es decir, fuera de Jerusalén; y en efecto, fue crucificado el Señor fuera de la ciudad.

Pseudo-Jerónimo. O bien: le arrojaron fuera de la viña, esto es, fuera del pueblo diciendo: "Eres Samaritano, y estás endemoniado" (Jn 8,48) O bien, porque en cuanto pudieron, echándole fuera de sus fronteras, le entregaron para la fe de las naciones.

"¿Qué hará, pues, el dueño de la viña? ¿Vendrá y perderá aquellos inquilinos", etc.

San Agustín, de consensu evangelistorum, 2,70. San Mateo (Mt 21,41) añade que los judíos dijeron: "Hará que esta gente tan mala perezca miserablemente". Esta respuesta no la menciona San Marcos como dada por ellos, sino por el Señor quien, por así decirlo, se contestó a sí mismo inmediatamente después de su pregunta. Pero se puede entender también fácilmente que fueron los judíos los que contestaron, aunque no se interpuso la frase ellos respondieron o dijeron. Pero es preferible atribuir esta respuesta al Señor, porque, expresando la verdad, quedaba así confirmada por El, quien es la verdad misma.

Teofilacto. El Señor de la viña es el Padre del Hijo crucificado y el mismo Hijo crucificado, el cual perderá a los labradores, los entregará a los romanos y arrendará la viña a otros, esto es, a los Apóstoles. Recorramos sus Hechos y veremos tres mil (Ac 2,41) y en seguida cinco mil (Ac 4,4) creyentes que rindieron fruto al Señor.

Pseudo-Jerónimo. O bien: da la viña a otros, es decir, a los que vienen del oriente, del occidente, del sur y del norte, y que se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de Dios.

Beda. Confirmó en seguida con el testimonio de un profeta que ésta era una disposición divina, añadiendo: "¿No habéis leído este lugar de la Escritura? La piedra que desecharon los que edificaban vino a ser la principal piedra del ángulo"1, etc. Es como si dijera: ¿Cómo había de cumplirse esta profecía, si Cristo, arrojado y muerto por vosotros, no hubiera sido entregado por la predicación a los gentiles, para unir con El como piedra angular a los dos pueblos, y de uno y otro edificar para sí una sola ciudad fiel y un solo templo? A los mismos maestros de la sinagoga, a los que antes llamó inquilinos, los llama ahora los que edifican, porque los que trabajan para que, como la viña, diese frutos de vida dicho pueblo, son los mismos también a quienes se prescribe que le edifiquen y adornen una casa que llegue a ser digna de ser habitada por Dios.

Teofilacto. La piedra que desecharon los doctores ha formado el vértice del ángulo, es decir, la cabeza de la Iglesia, que es el ángulo que une a los judíos y los gentiles, formado por Dios y admirable a los ojos de nosotros los fieles, puesto que los infieles niegan los milagros. Y ciertamente que es admirable la Iglesia, como formada por milagros, cooperando el Señor con los Apóstoles y confirmando su doctrina con los milagros que la acompañaban (Mc 16) Esto es lo que se dice en las palabras: "Formado por Dios y admirable a los ojos de nosotros los fieles".

Pseudo-Jerónimo. O de otro modo: esta piedra rechazada, que forma el ángulo, es la figura del que en la cena une el pan con el cordero, el Antiguo Testamento que acaba con el Nuevo que empieza, y que es admirable a nuestros ojos como el topacio.

Beda. Los príncipes de los sacerdotes muestran que era verdad lo que había dicho el Señor, como se ve por lo que sigue: "En la hora maquinaban cómo prenderle", puesto que El es el heredero. El Señor dice que su injusta muerte había de ser escarmentada por su Padre. En sentido moral, pues, todo fiel a quien se ha conferido el misterio del bautismo, queda obligado a trabajar en la viña. Pero, ultraja y echa fuera al siervo enviado cuando menosprecia la palabra oída o, lo que es peor, reniega de ella. Y, en cuanto de él depende, mata al heredero enviado al último porque escarnece al Hijo de Dios. Eliminado el mal agricultor, da Dios a otro la viña junto con el don de la gracia, que fue despreciada por el soberbio y que enriquece al humilde. Ahora, en cuanto a que por temor a la multitud se contengan los príncipes de los sacerdotes que buscaban el modo de prender a Jesús, todos los días se ve en la Iglesia que el que es hermano sólo de nombre no ama la fe de la Iglesia, ni su unidad ni su paz, y se avergüenza de impugnarla o teme hacerlo, a causa de la multitud de buenos hermanos que con él habitan en ella.


MARCOS 12,13-17

7213 (Mc 12,13)

Y le enviaron algunos fariseos y herodianos para sorprenderle en alguna expresión; los cuales vinieron y dijéronle: "Maestro, nosotros sabemos que eres hombre veraz, y que no atiendes a respetos humanos, porque no miras la calidad de las personas, sino que enseñas el camino de Dios con lisura (y según él es): ¿Nos es lícito a nosotros (pueblo escogido de Dios) el pagar tributo a César, o podremos no pagarle?" Jesús, penetrando su malicia, díjoles: "¿Para qué venís a tentarme? Dadme a ver un denario (o la moneda corriente)". Presentáronsele y El les dice: "¿De quién es esta imagen y esta inscripción?" Respondieron: "De César". Entonces replicó Jesús, y díjoles: "Pagad, pues, a César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". Con cuya respuesta los dejó maravillados. (vv. 13-17)

Beda. Queriendo apoderarse del Señor los príncipes de los sacerdotes, temieron a la multitud. Es por ello que trataron de hacer por medio de los poderes temporales lo que no podían por sí mismos, para que de este modo ellos no apareciesen como responsables de su muerte. "Pero le enviaron, dice, algunos fariseos y herodianos".

Teofilacto. Hemos dicho en otro lugar que la de los herodianos era cierta nueva herejía que decía que el Cristo era Herodes, por la falta de sucesores del reino de los judíos. Otros, sin embargo, dicen que los herodianos eran soldados de Herodes, a los que los fariseos hacían testigos de lo que decía Cristo, para que le prendiesen y llevasen por la fuerza. Ved, pues, cuánta era su malicia, puesto que querían engañar a Cristo con la adulación: "Los cuales, dice, vinieron y dijéronle: Maestro, nosotros sabemos que eres hombre veraz".

Pseudo-Jerónimo. Le interrogaban con palabras melosas, y le rodeaban como abejas que llevan miel en la boca y un aguijón en la espalda.

Beda. Con esta suave y capciosa pregunta le provocan a que conteste que teme más a Dios que al César, y que no deben pagarse los tributos, a fin de que, oyéndolo los herodianos, encuentren en El un autor de sedición contra los romanos. "Y no atiendes, continúan, a respetos humanos, porque no miras la calidad de las personas".

Teofilacto. Es decir, que contra la verdad no se debe honrar al César. "Sino que enseñas el camino de Dios según verdad", etc. Todo su artificio, pues, consistía en poner a Cristo entre dos precipicios, porque, si decía que se debía pagar tributos al César, se concitaba contra El al pueblo, por querer reducirle a la servidumbre; y, si decía lo contrario, podía ser acusado por incitar al mismo pueblo contra el César. Pero Aquél que es la fuente de toda sabiduría, esquiva semejantes tretas, según se ve en las siguientes palabras: "Jesús, penetrando su malicia, díjoles: ¿Para qué venís a tentarme? Enseñadme un denario".

Beda. El denario era una moneda que valía diez sextercios y que tenía la imagen del César. "Y El les dice: ¿De quién es esta imagen y esta inscripción? Respondieron: Del César". Los que piensen que la pregunta del Salvador nacía de la ignorancia y que no tenía una intención, deben observar que bien sabía de quién era la imagen, pero que hace esta pregunta para contestar luego convenientemente. "Entonces replicó Jesús, y díjoles. Pagad, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios".

Teofilacto. Como si dijera: Dad la imagen a aquel a quien representa, es decir, el denario al César. Podéis, pues, pagar el tributo a César y ofrecer a Dios lo que le corresponde1.

Beda. Esto es, los diezmos, las primicias, las ofrendas y las víctimas, como pagó El mismo los tributos por sí y por Pedro, y dio a Dios lo que es de Dios, cumpliendo la voluntad de su Padre.

Pseudo-Jerónimo. O de otro modo: Tenéis que dar forzosamente al César la moneda que tiene su imagen, y ofreceos a vosotros mismos con toda voluntad a Dios: porque impresa está, Señor, sobre nosotros la luz de tu rostro (Ps 4,7), no el del César.

Teofilacto. La necesidad inevitable de nuestros cuerpos es también como el César, y el Señor manda que demos al cuerpo el vestido y el alimento necesario, y a Dios lo que es de Dios (como las vigilias, las oraciones, etc. ) "Con cuya respuesta, dice, los dejó maravillados". Los que debían creer en tanta sabiduría se admiran de que su treta no hubiese producido efecto.


Catena aurea ES 7101