Catena aurea ES 9134

LUCAS 1,34-35


9134 (Lc 1,34-35)

Y dijo María al Angel: "¿Cómo se hará esto, porque no conozco varón?" Y respondiendo el Angel, le dijo: "El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y te hará sombra la virtud del Altísimo. Y por eso el fruto santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios". (vv. 34-35)

San Ambrosio. Ni María debió rehusar de creer al ángel, ni usurpar temerariamente las cosas divinas. Por eso se dice: "Dijo María al ángel: ¿Cómo se hará esto?" Esta respuesta fue más oportuna que la del sacerdote. Esta dice: "¿Cómo se hará esto?" y aquél dijo: "¿Cómo podré saber esto?". Aquél se niega a creer y parece como que busca otro motivo que confirme su fe, éste no duda que debe hacerse, puesto que pregunta cómo se hará. María había leído (Is 7,14): "He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo" y, por tanto, creyó que iba a suceder. Pero no había oído antes el cómo había de suceder. No se había revelado -ni aun al Profeta- cómo aquéllo se había de llevar a cabo. Tan gran misterio debía ser proclamado, no por la boca de un hombre, sino por la de un ángel.

San Gregorio Niseno, Orat. in diem Nat. Christi. Considerad también las palabras de la purísima Virgen. El ángel le anuncia el parto; pero ella insiste en su virginidad creyendo que ésta podría mancharse con sólo el aspecto de un ángel. Por eso dice: "Porque no conozco varón".

San Basilio, epistola 2, 35. El conocimiento se entiende de muchas maneras. Se llama conocimiento la sabiduría de nuestro Señor; también la noticia de su grandeza; el cumplimiento de sus mandatos; los caminos que conducen a El y la unión nupcial, como aquí se entiende.

San Gregorio Niseno, Orat. in diem Nat. Christi. Estas palabras de la Virgen son indicio de aquellas que encerraba en el secreto de su inteligencia. Porque si hubiese querido desposarse con José a fin de tener cópula, ¿por qué razón había de admirarse cuando se le hablase de concepción, puesto que esperaría ser madre un día según la ley de la naturaleza? Mas como su cuerpo, ofrecido a Dios como una hostia sagrada, debía conservarse inviolable, dice: "Puesto que no conozco varón". Como diciendo: Aun cuando tú seas un ángel, sin embargo, como no conozco varón, esto parece imposible. ¿Cómo, pues, seré madre si no tengo marido? A José sólo lo conozco como esposo.

Expositor Griego. Mas considerad cómo el ángel deshace la duda a la Virgen y le explica su misión inmaculada y el parto inefable. Pues sigue: "El Angel le respondió: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, ...".

San Juan Crisóstomo, homiliae, in Gen., 49. Como si dijese: No te fijes en el orden natural cuando se trata de cosas que traspasan y superan el orden de la naturaleza. Tú dices: "¿Cómo se hará esto, puesto que no conozco varón?" Pues por lo mismo que no conoces varón sucederá esto, porque si hubieras conocido varón, no serías considerada digna de este misterio. No porque el matrimonio sea malo, sino porque la virginidad es más perfecta. Convenía, pues, que el Señor de todos participase con nosotros en el nacimiento y se distinguiese en él. Tuvo de común entre nosotros el nacer del vientre de una mujer y nos superó naciendo sin que aquélla se uniese a un hombre.

San Gregorio Niseno, Orat. in diem Nat. Christi. ¡Cuán bienaventurado aquel cuerpo que por la exuberante pureza de la Virgen María se vinculó a sí mismo el don del alma! En cada uno de los demás, apenas el alma sincera conseguirá la presencia del Espíritu Santo; mas ahora la carne resulta ser la mansión del Divino Espíritu.

San Gregorio Niseno, Orat. in diem Nat. Christi. El verdadero Legislador fabricó nuevamente de nuestra tierra las tablas de la naturaleza que la culpa había roto, creando -sin unión carnal- el cuerpo que toma su divinidad y que esculpe el dedo divino, a saber, el Espíritu Santo que viene sobre la Virgen.

San Gregorio Niseno, lib. De Vita Moysis. Además: "La virtud del Altísimo te hará sombra". La virtud del Rey altísimo es Cristo, formado en la Virgen por la venida del Espíritu Santo.

San Gregorio Magno, Moralia 10,18. Por las palabras: "Te hará sombra", se significan las dos naturalezas de Dios encarnado. Pues la sombra se hace con la luz y con el cuerpo. El Señor es la luz por su divinidad. Y como la luz incorpórea había de tomar cuerpo en las entrañas de la Virgen, oportunamente se dice que la virtud del Altísimo le haría sombra, esto es, en ti el cuerpo de la humanidad recibirá la luz incorpórea de la divinidad. Se dice también esto a María por el dulce consuelo dado por el cielo.

Beda. No concebirás, pues, en virtud de la obra de un hombre sino que concebirás por virtud del Espíritu Santo, de quien serás llena. No se darán en ti los ardores de la concupiscencia, puesto que el Espíritu Santo te hará sombra.

San Gregorio Niseno, Orat. in diem Nat. Christi. O dice: "Te hará sombra" porque, así como la sombra de un cuerpo toma su forma de lo que está delante de ella, así los signos de la divinidad del Hijo de Dios brillarán con el milagro de su generación. Así como en nosotros se observa cierta virtud vivificante en la materia corpórea con la que se forma el hombre, así en la Virgen, la virtud del Altísimo, por medio del Espíritu Santo vivificante, tomó de un cuerpo virginal materia de carne inherente al cuerpo para formar un hombre nuevo. Por lo cual sigue: "Por eso, lo que nacerá de ti, ...".

San Atanasio, Epistola at Epictetum. Profesamos que el cuerpo tomado de la materia de la naturaleza humana existe verdaderamente; y que es el mismo -según la naturaleza- que nuestro cuerpo. María es, pues, nuestra hermana, puesto que todos descendemos de Adán.

San Basilio, lib.de Spiritu Sancto, 5. De donde San Pablo dice: Envió Dios a su Hijo nacido, no por medio de una mujer, sino de mujer (Ga 4,4) Porque si dijese que por medio de una mujer, podía entenderse que se refería a un concepto transitorio de natividad. Pero como dice que nació de mujer, manifiesta la comunidad de la naturaleza del Engendrado respecto de la Madre.

San Gregorio Magno, Moralia 18, 34. A diferencia de nuestra santidad, se asegura singularmente que Jesucristo nacerá Santo. Pues nosotros, aunque nos hagamos santos, no nacemos tales, sino constreñidos por la condición de una naturaleza culpable, pudiendo decir con el profeta: "He aquí que he sido concebido en pecado, ..." (Ps 50) Aquél verdaderamente ha nacido el sólo Santo, que no ha sido concebido de unión carnal alguna; que no -como neciamente creen los herejes- es uno en la humanidad y otro en la divinidad de modo que siendo un simple hombre concebido, luego Dios hubiera asumido su cuerpo. Sino que, anunciando el ángel y viniendo el Espíritu Santo, Verbo al punto en el seno, es decir, al instante es Verbo carne dentro del vientre; de donde sigue: "Será llamado, ...".

Teofilacto. Considerad cómo el ángel menciona a la Virgen toda la Santa Trinidad. Nombra al Espíritu Santo, el Poder, esto es al Hijo y al Altísimo, ciertamente el Padre.

LUCAS 1,36-38


9136 (Lc 1,36)

"Y he aquí que Isabel, tu pariente, también ella ha concebido un hijo en su vejez. Este es el sexto mes a ella, que es llamada la estéril, porque no hay cosa imposible para Dios". Y dijo María: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra". Y se retiró el Angel de ella. (vv. 36-38)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Gen., 49. Como lo que se ha dicho superaba a lo que la Virgen podía comprender, el ángel habló de cosas humildes, para persuadirla por medio de cosas sensibles, y por ello le dice: "Y he aquí que Isabel, tu parienta". Observa la prudencia de Gabriel. No le recuerda a Sara, ni a Rebeca, ni a Raquel, porque estos ejemplos eran ya antiguos, sino que cita un hecho reciente para robustecer su inteligencia. Y por esto hace mención de la edad, cuando dice: "También ella ha concebido un hijo en su vejez", dando a entender su incapacidad natural. Prosigue: "Y está en el sexto mes". No anunció desde el principio el embarazo de Isabel, sino después de transcurridos seis meses, a fin de que la hinchazón del vientre sirviese de prueba.

San Gregorio Nacianceno, carm. de gen. Christi, 18. Pero alguno preguntará: ¿En qué sentido se refiere Jesucristo a David? María, en efecto, desciende de la sangre de Aarón, porque el ángel dice que es prima de Isabel. Mas esto sucedió por disposición divina, para que la estirpe regia se enlazase con la descendencia sacerdotal, a fin de que Cristo, que es Rey y Sacerdote a la vez, naciese de las dos, según la carne. Se lee también en el Exodo (Ex 6,13), que Aarón, primer sacerdote según la ley, se casó con Isabel, de la tribu de Judá, hija de Aminadab. Y admiremos la economía santísima del Espíritu Santo cuando ordena que la esposa de Zacarías se llame Isabel, recordándonos aquella otra Isabel que se casó con Aarón.

Beda. Así pues, recibe el ejemplo de la anciana estéril no porque haya desconfiado de que una virgen pueda dar a luz, sino para que comprenda que para Dios todo es posible, aun cuando parezca contrario al orden de la naturaleza. Por esto sigue: "Porque no hay cosa alguna imposible para Dios".

San Juan Crisóstomo. Pues como El es el Señor de la naturaleza, puede todo lo que quiere, puesto que hace y dispone todas las cosas gobernando las riendas de la vida y de la muerte.

San Agustín, contra Faustum, 26,5. Si alguno dice: si Dios es omnipotente, que haga que no suceda lo que ya ha sucedido, no se da cuenta que lo que está diciendo es: que haga que aquellas cosas que son verdaderas, sean verdaderas y falsas a la vez. El puede hacer que no exista algo que antes existía, como cuando alguno que empieza a existir cuando nace, deja de existir muriendo. Pero ¿quién dirá: que haga que no sea aquello que ya no existe? Pues, todo lo que ha pasado, ya no existe. Si puede hacerse algo de ello, aún hay materia de la cual puede hacerse. Y si hay materia, ¿cómo puede decirse que ya ha pasado? Así, aquello que dijimos que ha sido, en realidad no es. Pero es verdad aquello que ha sido, porque lo verdadero no está en la cosa que ya no es, sino en nuestra sentencia sobre ella. Dios no puede hacer que esta sentencia sea falsa. No llamamos a Dios omnipotente en este sentido, según el cual creamos que El también puede morir. Aquél se llama con toda propiedad el sólo Omnipotente que verdaderamente existe y de quien únicamente procede todo lo que es.

San Ambrosio. Ved la humildad de la Virgen, ved su devoción. Prosigue, pues: "Y dijo María: He aquí la sierva del Señor". Se llama sierva la que es elegida como Madre, y no se enorgullece con una promesa tan inesperada. Porque la que había de dar a luz al manso y al humilde, debió ella misma manifestarse humilde. Llamándose también a sí misma sierva, no se apropió la prerrogativa de una gracia tan especial, porque hacía lo que se le mandaba. Por ello sigue: "Hágase en mí según tu palabra". Tienes el obsequio, ves el voto. "He aquí la sierva del Señor", es su disposición a cumplir con su oficio. "Hágase en mí según tu palabra", es el deseo que concibe.

Eusebio . Cada uno celebrará a su manera las palabras de la Virgen. El uno admirará su constancia, el otro la prontitud de su obediencia; éste que no se dejó seducir por las promesas de un arcángel, espléndidas y sublimes; el otro que no ha excedido la medida en su resistencia, sino que ha evitado igualmente la ligereza de Eva y la obstinación de Zacarías. Yo no admiro menos lo profundo de su humildad.

San Gregorio, Moralia 18, 34. Por un misterio profundo, a causa de su concepción santa y su parto inefable, la misma Virgen fue Sierva del Señor y Madre, según la verdad de las dos naturalezas.

Beda. Recibido el consentimiento de la Virgen, el ángel regresó inmediatamente al cielo, de donde prosigue: "Y el ángel se separó de ella".

Eusebio . No sólo pidiendo lo que deseaba, sino admirándose estupefacto de la forma virginal y de la plenitud de la virtud.

LUCAS 1,39-45


9139 (Lc 1,39-45)

Y en aquellos días, levantándose María, fue con prisa a la montaña, a una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías, y saludó a Isabel. Y aconteció que cuando Isabel oyó la salutación de María, la criatura dio saltos en el vientre. Y fue llena Isabel del Espíritu Santo. Y exclamó en alta voz y dijo: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de dónde esto a mí, que la Madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí luego que llegó la voz de la salutación a mis oídos, la criatura dio saltos de gozo en mi vientre. Y bienaventurada la que creíste, porque cumplido será lo que fue dicho de parte del Señor". (vv. 39-45)

San Ambrosio. Habiendo el ángel anunciado cosas ocultas para confirmar la fe con su ejemplo, anunció a la Virgen la concepción de una mujer estéril. Cuando María oyó esto, no como incrédula del oráculo, ni como incierta del mensajero, ni como dudando del ejemplo, sino como alegre del voto, religiosa por su oficio y transportada de gozo, se dirigió hacia las montañas. De donde sigue: "Levantándose María en aquellos días, se fue a las montañas". Llena ya de Dios ¿dónde había de ir con presteza sino hacia las alturas?

Orígenes. Jesús, que estaba en su seno, se apresuraba para santificar a Juan, encerrado aún en el vientre de su madre. Por lo que sigue: "Con premura", etc.

San Ambrosio. La gracia del Espíritu Santo no conoce dilaciones. Aprended, oh vírgenes, a no deteneros en las plazas, a no mezclaros en público en conversaciones.

Teofilacto. Por esto se fue a las montañas, porque Zacarías habitaba en las montañas. De donde sigue: "En una ciudad de Judá, y entró en casa de Zacarías".

San Ambrosio. Aprended, santas mujeres, los cuidados que debéis prestar a vuestras parientas embarazadas. María, pues, que antes estaba sola en el mayor recogimiento, no fue detenida lejos del público por su pudor. La aspereza de las montañas no arredró su celo, ni lo largo del camino retardó sus servicios. Aprended también, vírgenes, de la humildad de María. Viene la cercana a la próxima, la más joven a la más anciana. Y no sólo viene, sino que también saludó la primera, por lo que sigue: "Y saludó a Isabel". Conviene, pues, que cuanto más casta sea una virgen, más humilde sea y deferente para los superiores en edad. Debe ser maestra en humildad la que profesa la castidad. Hay también una causa de piedad, porque el superior viene al inferior para asistirlo. María viene a Isabel, Cristo a Juan.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mathaeum, 4. O de otro modo, la Virgen ocultaba en el fondo de su corazón lo que se le había dicho y no lo descubrió a nadie, porque no creía que prestasen asentimiento a relatos admirables. Antes al contrario, creía que si hablaba recibiría ultrajes como si ocultase un crimen propio.

Expositor Griego. Por esto va a refugiarse -o mejor dicho recurre- sólo a Isabel. Así estaba acostumbrada, tanto por el parentesco y por conformidad de sus costumbres.

San Ambrosio. Pronto se declaran los beneficios de la venida de María y la presencia del Señor, pues sigue: "Y cuando Isabel oyó la salutación de María, la criatura dio saltos". Advierte en esto la diferencia y la conformidad de una y otras palabras. Isabel oyó la voz primero y San Juan recibió primero la gracia. Ella oyó según el orden de la naturaleza y éste saltó de gozo por razón del misterio. Aquélla sintió la venida de María, éste la venida del Señor.

Expositor Griego. El profeta ve y oye mejor que su madre y saluda al Príncipe de los profetas. Mas no pudiendo con palabras, lo saluda en el vientre -lo cual constituye la cúspide de la alegría-. ¿Quién ha tenido noticias alguna vez de que alguien haya saltado de gozo antes de nacer? La gracia insinuó cosas que eran desconocidas a la naturaleza. El soldado, encerrado en el vientre, conoció al Señor y al Rey que había de nacer, sin que el velo del vientre obstaculizase la mística visión. Por tanto, vio, no con los ojos de la carne sino con los del espíritu.

Orígenes. No había sido lleno del Espíritu Santo hasta que la que llevaba a Jesucristo en su vientre se presentó delante de él. Entonces fue cuando -lleno del Espíritu Santo- saltaba de gozo dentro de su madre. Y prosigue: "Y fue llena Isabel del Espíritu Santo". No hay que dudar, pues, que la que entonces fue llena del Espíritu Santo, lo fue por su hijo.

San Ambrosio. Aquella que se había ocultado, porque había concebido un hijo, empezó a manifestarse porque llevaba en su vientre un profeta. Y la que antes se avergonzaba, ahora bendice. Por tanto, prosigue: "Y exclamó en alta voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres". Exclamó en alta voz cuando advirtió la venida del Salvador, porque creyó que su parto debía ser misterioso.

Orígenes. Dice, pues: "Bendita tú entre las mujeres". Ninguna fue jamás tan colmada de gracia, ni podía serlo, porque sólo ella es Madre de un fruto divino.

Beda. Fue bendecida por Isabel del mismo modo que lo había sido por el arcángel, para que se mostrase digna de la veneración a los ángeles y a los hombres.

Teofilacto. Pero como había habido otras mujeres santas que habían engendrado hijos manchados por el pecado, añade: "Y bendito el fruto de tu vientre". O de otro modo, había dicho: "Bendita tú entre las mujeres". Y como si alguien le preguntase el porqué, añadió la causa: "Y bendito el fruto de tu vientre, ...". Así como se dice en el Salmo 117 (Ps 117,26-27): "Bendito el Señor Dios, que viene en nombre del Señor, y nos iluminó". Acostumbraba la Sagrada Escritura tomar la palabra y en el sentido y lugar de la palabra porque.

Orígenes. Llamó al Señor fruto del vientre de la Madre de Dios porque no procedió de varón, sino sólo de María, pues los que tomaron la sustancia de sus padres, fruto son de ellos.

Expositor Griego. Sólo este fruto es bendito, porque se produce sin varón y sin pecado.

Beda. Este es el fruto que se prometió a David: "Pondré sobre tu trono un fruto de tu vientre" (Ps 131,11) Severo de Antioquía. De este pasaje -en el cual se afirma que Cristo es fruto del vientre- surge una refutación de Eutiques. En efecto, todo fruto es de la misma naturaleza que la planta de donde procede. De donde se deduce que la Virgen es de la misma naturaleza que el segundo Adán, que quita los pecados del mundo. Y aun aquellos que dicen que es fantástica apariencia la carne de Cristo, quedan confundidos con el verdadero parto de la Madre de Dios; porque el mismo fruto nace de la misma sustancia del árbol. ¿Dónde están también aquellos que dicen que Jesucristo ha pasado por la Virgen como por un acueducto? Noten en las palabras de Isabel, a quien llenó el Espíritu Santo, que Jesucristo fue fruto del vientre.

Prosigue: "¿Y de dónde esto a mí, que la Madre de mi Señor venga a mí?"

San Ambrosio. No dice esto como ignorando pues sabe que por gracia y operación del Espíritu Santo, la Madre del Señor saluda a la madre del profeta para provecho de su hijo. Y para que conste que esto no sucede en virtud de mérito humano, sino del don de la gracia divina, dice así: "¿De dónde esto a mí?", esto es: ¿Con qué jactancia, en virtud de qué acciones, por cuáles méritos?

Orígenes. Diciendo esto está conforme con su hijo; porque también San Juan se considera indigno de la venida de Jesucristo a él. Llama Madre del Señor a la que todavía es Virgen, vaticinando así la realización de lo que se le había anunciado. La provisión de Dios -o sea su providencia- había llevado a María a casa de Isabel para que el testimonio de San Juan llegase desde el vientre al Señor. Y desde aquel momento el Señor constituyó a San Juan en profeta suyo. Por lo cual sigue: "Porque he aquí, luego que llegó la voz de tu salutación a mis oídos".

San Agustín, epistola, 57. Para decir esto, como antes declara el evangelista, fue llena del Espíritu Santo, el cual sin duda se lo reveló, y por ello conoció lo que significaba aquel salto del niño; esto es, que había venido la Madre de Aquel de quien él era precursor y el futuro manifestador. La significación de un asunto de tanta importancia pudo ser conocido por personas mayores, no por un niño. Pues no dijo: "Saltó de fe el niño en mi vientre", sino "Saltó de gozo". Pues vemos que el salto no sólo es propio de los niños, sino también de los corderos, cuyos saltos no proceden de alguna fe, ni de la religión, ni de ningún otro conocimiento racional. Pero este saltar es nuevo e inusitado, porque tiene lugar en el vientre, y a la venida de Aquella que había de dar a luz al Salvador de todos. Por tanto, este saltar y -por decirlo así- este saludo dado a la Madre del Señor -como suelen hacerse los milagros-, se hizo divinamente en el niño y no naturalmente por el niño. Aun cuando el uso de la razón y de la voluntad hubiera sido tan precoz en el niño, que desde el seno de su madre hubiese podido conocer, creer y sentir, también esto debe considerarse como obra del divino poder y uno de sus milagros, pero nunca como obra de la naturaleza humana.

Orígenes. Había venido la Madre del Señor a visitar a Santa Isabel para ver la concepción milagrosa que el ángel le había anunciado, para que de ello se siguiese la credulidad respecto del fruto más excelente que habría de nacer de la Virgen. Y refiriéndose a esta fe, habla Santa Isabel, diciendo: "Y bienaventurada la que creíste, porque cumplido será lo que te fue dicho de parte del Señor".

San Ambrosio. Ved que María no dudó sino que creyó, por lo cual consiguió el fruto de la fe.

Beda. Y no debe llamar la atención que el Señor -que había de redimir al mundo- empezase su obra por su propia Madre, a fin de que aquella, por la que se preparaba la salvación a todos, recibiese en prenda -la primera- el fruto de salvación.

San Ambrosio. Pero también vosotros sois bienaventurados, porque habéis oído y creído. Cualquier alma que cree, concibe y engendra al Verbo de Dios y conoce sus obras.

Beda. Todo el que concibe al Verbo de Dios en su inteligencia, sube al punto por la senda del amor a la más alta cumbre de las virtudes, puesto que puede penetrar en la ciudad de Judá -esto es, en el alcázar de la confesión y de la alabanza- y hasta permanecer en la perfección de la fe, de la esperanza y de la caridad "como tres meses" en ella.

San Gregorio Magno, super. Ezech., 1,8. Fue ilustrada por el espíritu de profecía acerca de lo pasado, lo presente y lo futuro, que conoció que aquélla había creído en las promesas del ángel. Y llamándola Madre, comprendió que llevaba en su vientre al Redentor del género humano. Y prediciendo las cosas que habían de suceder, vio también lo que se seguiría en lo futuro.

LUCAS 1,46


9146 (Lc 1,46)

Y dijo María: "Mi alma engrandece al Señor". (v. 46)

San Ambrosio. Así como el pecado empezó por las mujeres, así también las cosas buenas deben empezarse por las mujeres; así, no parece ocioso que Isabel vaticine antes que Juan, y María antes del nacimiento del Señor. Además, siendo María más excelsa, su profecía es más plena.

San Basilio, in Psalmo, 33. La Santísima Virgen, considerando la inmensidad del misterio, con intención sublime, y con un fin muy alto y como avanzando en sus profundidades, engrandece al Señor. Por esto prosigue: "Y dijo María: Mi alma engrandece al Señor".

Expositor Griego. Como si dijese: Las maravillas que Dios pronunció, las cumplirá en mi cuerpo; pero mi alma no será infructuosa delante de Dios. Yo debo aportar el fruto de mi voluntad, porque cuanto mayor es el milagro con que soy honrada, tanto mayor es la obligación que tengo de honrar a Aquel que en mí obra cosas tan admirables.

Orígenes. Si Dios no puede recibir ni aumento ni detrimento ¿cómo es que dice María: "Mi alma engrandece al Señor"? Mas si considero que el Señor Salvador es imagen del Dios invisible, y que el alma fue hecha a su imagen, para que sea imagen de la imagen, entonces será como a imitación de aquellos que suelen pintar imágenes; cuando engrandeciere mi alma con el pensamiento, palabras y obras, la imagen de Dios se hace grande y el mismo Señor -cuya imagen está en mi alma- se engrandece.

LUCAS 1,47


9147 (Lc 1,47)

mi espíritu se regocijó en Dios mi Salvador". (v. 47)

San Basilio, in Psalmo. 33. Los primeros frutos del Espíritu Santo son la paz y la alegría. Y como la Santísima Virgen había reunido en sí toda la gracia del Espíritu Santo, con razón añade: "Y mi espíritu se regocijó". En el mismo sentido dice alma y espíritu. La palabra exaltación -de tanto uso en las Sagradas Escrituras- insinúa cierto hábito o estado del alma -alegre y feliz- en aquellos que son dignos de él. Por eso la Virgen se regocija en el Señor con inefable latir del corazón y transporte de gozo en la agitación de un afecto honesto. Sigue: "En Dios mi Salvador".

Beda. Porque el espíritu de la Virgen se alegra de la divinidad eterna del mismo Jesús -esto es, del Salvador-, cuya carne es engendrada por una concepción temporal.

San Ambrosio. El alma de María en verdad que engrandece al Señor, y su espíritu se regocija en Dios; porque consagrada en alma, espíritu y cuerpo al Padre y al Hijo, venera con piadoso afecto a un solo Dios, de quien son todas las cosas. Que el alma de María esté en todas las cosas para engrandecer al Señor; que el espíritu de María esté en todas las cosas para regocijarse en el Señor. Si según la carne una sola es la Madre de Cristo, según la fe el fruto de todos es Cristo. Porque toda alma concibe el Verbo de Dios, si, inmaculada y exenta de vicios, guarda su castidad con pudor inviolable.

Teofilacto. Engrandece al Señor aquel que sigue dignamente a Jesucristo, y mientras se llama cristiano, no ofende la dignidad de Cristo, sino que practica obras grandes y celestiales; entonces, se regocijará el espíritu -esto es, el crisma espiritual-, o lo que es lo mismo, adelantará y no será mortificado.

San Basilio, in Psalmo, 33. Si cuando la luz penetrare en tu corazón percibieres -por aquella oscura y breve imagen- la constancia de los justos en amar a Dios y en despreciar las cosas corporales, sin dificultad alguna conseguirías gozo en el Señor.

Orígenes. Primero el alma engrandece al Señor, para después alegrarse en Dios. Pues si antes no creemos, no podemos alegrarnos.

LUCAS 1,48


9148 (Lc 1,48)

"Porque miró la bajeza de su esclava: he aquí que por esto me dirán bienaventurada todas las generaciones". (v. 48)

Expositor Griego. Manifiesta la causa por la que conviene engrandecer al Señor y alegrarse en El diciendo: "Porque miró la bajeza de su sierva". Como si dijese: El Señor lo hizo así, yo no lo esperaba; estaba contenta con los humildes, ahora soy elegida para un consejo inefable y exaltada de la tierra al cielo.

Pseudo-Agustín, serm. de Assumpt., 208. ¡Oh verdadera humildad, que parió a los hombres un Dios, dio a los mortales la vida, renovó los cielos, purificó el mundo, abrió el paraíso y libró a las almas de los hombres! La humildad de María se convirtió en escala para subir al cielo, por la cual Dios baja hasta la tierra. ¿Qué quiere decir "miró", sino "aprobó"? Muchos parecen humildes a los ojos de los hombres; pero la humildad de ellos no la mira el Señor, porque si fuesen verdaderamente humildes, querrían que Dios fuese alabado por los hombres, y no que los hombres los alabasen. Y su espíritu se alegraría, no en este mundo, sino en Dios.

Orígenes. ¿Mas qué tenía de humilde y de despreciable la que llevaba en su vientre al mismo Hijo de Dios? Pero considera que la humildad en las Sagradas Escrituras es una de las virtudes que los filósofos llaman atufia, atyfia, o metriotiV, metriotis , y nosotros, por perífrasis, podemos llamarla: no ser vanidoso, sino rebajarse a sí mismo.

Beda. Aquélla cuya humildad se ve, se llama por todos con propiedad bienaventurada; por ello prosigue: "He aquí que desde ahora me dirán bienaventurada", etc.

San Atanasio. Si según el Profeta Isaías son bienaventurados todos los que proceden de Sión y viven cerca de Jerusalén como domésticos, ¿cuánta debe ser la alabanza de la excelsa y sacrosanta Virgen María, que fue elegida para ser Madre del Verbo, según la carne?

Expositor Griego. No se llama a sí misma bienaventurada por la vanagloria. Porque ¿dónde podría estar el orgullo en aquella que se llama sierva del Señor? Pero vaticina lo que ha de suceder, inspirada por el Espíritu Santo.

Beda. Convenía, pues, que, así como había entrado la muerte en el mundo por la soberbia del primer padre, se manifestase la entrada de la vida por la humildad de María.

Teofilacto. Y por ello dice: "Todas las generaciones". No sólo Israel, sino también todas las naciones de los creyentes.

LUCAS 1,49


9149 (Lc 1,49)

"Porque me ha hecho grandes cosas, el que es poderoso y santo el nombre de El". (v. 49)

Teofilacto. Manifiesta la Virgen que no será proclamada bienaventurada por su virtud, sino que explica la causa diciendo: "Porque hizo conmigo cosas grandes el que es poderoso".

Pseudo-Agustín, serm. de Assumpt., 208. ¿Qué cosas grandes hizo en ti? Creo: que siendo criatura dieras a luz al Creador y que siendo sierva engendraras al Señor, para que Dios redimiese al mundo por ti, y por ti también le volviese la vida.

Tito Bostrense. ¿Y cómo soy grande sino porque conciba, permaneciendo virgen, superando por disposición de Dios a la naturaleza? Soy considerada digna de ser Madre sin obra de varón y no una madre cualquiera, sino del Unigénito Salvador.

Beda. Esto se refiere al principio del cántico, en donde dice: "Mi alma engrandece al Señor". Sólo aquella alma, en quien Dios se ha dignado hacer cosas grandes, es la que puede engrandecerle con dignas alabanzas.

Tito Bostrense. Dice, pues: "El que es poderoso", para que si alguno duda de la verdad de la encarnación, permaneciendo virgen después de haber concebido, refiera este milagro al gran poder de Aquel que lo ha hecho. Ni se ha manchado porque el Unigénito haya nacido de ella, porque es santo el nombre de El.

San Basilio, in Psalmo, 33. El nombre de Dios se llama santo, no porque en esas sílabas se encierre cierta virtud significativa, sino porque toda mención de Dios es santa y pura.

Beda. Lo extraordinario de su poder aventaja a toda criatura en el grado más alto, y lo distingue mucho de todas las cosas que ha hecho; lo cual se entiende mejor en el texto griego, en el que se pone la palabra agion, que significa como fuera de la tierra.

LUCAS 1,50


9150 (Lc 1,50)

"Y su misericordia de generación en generación para los que le temen". (v. 50)

Beda. Volviéndose desde los dones especiales que ha recibido del Señor hacia las gracias generales, explica la situación de todo el género humano añadiendo: "Y su misericordia de generación en generación a los que le temen". Como diciendo: No sólo me ha dispensado gracias especiales el que es poderoso, sino a todos los que temen a Dios y son aceptos en su presencia.

Orígenes. La misericordia de Dios no se limita a una sola generación, sino que eternamente se extiende de generación en generación.

Expositor Griego. Yo concibo por la misericordia que El tiene para todas las generaciones, y El se une a un cuerpo animado, obrando nuestra salvación, movido por sola su piedad. Se compadece no indistintamente, sino de aquellos a quienes somete su temor en cada nación. Y por esto dice: "A los que le temen", esto es, a los que, llevados por la penitencia, se convierten a la fe y se dedican a la mortificación. Porque los que siguen obstinados cierran la puerta de su compasión por la malicia de su incredulidad.

Teofilacto. O indicó con esto que los que temen conseguirán misericordia en esta generación -esto es, en la presente- y en la otra -esto es, en la vida eterna- recibiendo en esta vida el ciento por uno (Mt 19), pero en la otra, beneficios mucho mayores.


Catena aurea ES 9134