Catena aurea ES 9236

LUCAS 2,36-38


9236 (Lc 2,36-38)

Vivía entonces una profetisa, llamada Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que era ya de edad muy avanzada, y la cual, casada desde la flor de ella, vivió con su marido siete años; y habíase mantenido viuda hasta los ochenta y cuatro de edad, no saliendo del templo, y sirviendo en él a Dios día y noche con ayunos y oraciones. Esta, pues, viniendo a la misma hora, alababa igualmente al Señor, y hablaba de El a todos los que esperaban la redención de Israel. (vv. 36-38)

San Ambrosio. Había profetizado Simeón, había profetizado una que era casada, y había profetizado una Virgen. Debió también profetizar una viuda para que no faltase ningún sexo ni condición. Y por ello dice: "Vivía entonces una profetisa llamada Ana", etc.

Teofilacto. Se detiene el evangelista, describiendo la persona de Ana, diciendo quién era su padre, cuál era su tribu, y presentando como testigos a muchos que vieron a su padre y su tribu.

San Gregorio Niceno. O tal vez porque en aquel tiempo había otras mujeres que tenían el mismo nombre de su padre, y dice cuál es su procedencia.

San Ambrosio. Ana, tanto por sus virtudes de viuda, cuanto por sus costumbres, está representada como digna de anunciar al Redentor del mundo, por lo que continúa: "Que era ya de edad muy avanzada, y había vivido desde su virginidad, siete años con su marido y siendo viuda hasta los ochenta y cuatro años".

Orígenes, in Lucam, 17. No en vano el Espíritu Santo habitó en ella, porque el primer bien es poseer, si se puede, la gracia de la virginidad. Pero si esto no es posible, y sucede que la mujer pierda a su marido, debe permanecer viuda, y hallarse con este ánimo, no sólo después de la muerte de su marido, sino también mientras él vivió, a fin de que Dios, si no sucede así, premie su voluntad y su propósito, debiendo decir: Yo ofrezco esto, yo prometo que, si me sucede lo que no deseo, permaneceré viuda y pura. Con razón, pues, mereció esta santa mujer recibir el espíritu de profecía, porque había subido a la cumbre de la perfección, por su dilatada castidad, y por sus prolongados ayunos. Por lo que sigue: "No saliendo del templo, y sirviendo en él a Dios día y noche en ayunos y oraciones", etc.

Orígenes. Esto indica que poseía todas las demás virtudes. Veamos, pues, cómo era conforme con Simeón por sus virtudes. Los dos estaban juntos en el templo, y juntos fueron considerados dignos de la gracia profética. Por ello sigue: "Esta, pues, sobreviniendo a la misma hora, alababa igualmente al Señor".

Teofilacto. Esto es, daba gracias viendo la salvación del mundo en Israel, y decía de Jesús que era el Redentor, y el mismo Salvador. De aquí prosigue: "Y hablaba de El a todos los que esperaban", etc.

Orígenes. Y como Ana la profetisa habló poco y no muy claro de Jesucristo, el Evangelio no refiere explícitamente lo que ella dijo. También se puede creer que tal vez habló Simeón antes que ella, porque éste representaba la forma de la ley (puesto que su nombre quiere decir obediencia) y ella representaba la gracia (según la significación del suyo), y como Jesucristo estaba entre ellos, dejó morir al primero con la ley, y fomentó con la gracia la vida de la última.

Beda. Según el sentido místico, Ana significa la Iglesia, que en la actualidad ha quedado como viuda por la muerte de su esposo. También el número de los años de su viudez representa el tiempo de la peregrinación del cuerpo de la Iglesia lejos del Señor. Siete veces doce hacen ochenta y cuatro; siete expresa la marcha del tiempo que gira en siete días, y doce que pertenecen a la perfección de la doctrina apostólica. Por esto, tanto la Iglesia universal, como cualquier alma fiel, que procure pasar todo el tiempo de la vida según la doctrina de los apóstoles, se puede decir que ha servido al Señor por espacio de ochenta y cuatro años. También concuerda bien con esto el tiempo de siete años, que esta viuda había vivido con su marido. Porque en virtud de un privilegio de la majestad del Señor, que El mismo en carne mortal nos ha explicado, el número de siete años es signo que expresa un número perfecto. También el nombre de Ana se conforma mucho con la Iglesia, porque su nombre significa gracia. Es hija de Fanuel que quiere decir cara de Dios, y desciende de la tribu de Aser, que quiere decir bienaventurado.

LUCAS 2,39-41


9239 (Lc 2,39)

Jesús y María, cumplidas todas las cosas ordenadas en la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Entre tanto el Niño iba creciendo y fortaleciéndose, lleno de sabiduría; y la gracia del Señor estaba en El. Iban sus padres todos los años a Jerusalén por la fiesta solemne de la Pascua. (vv. 39-41)

Beda. San Lucas omite esto, porque sabía que San Mateo lo había expuesto con mucho detenimiento. A saber, que el Señor, después de todas estas cosas (para evitar que Herodes lo encontrase y lo matase) fue llevado por sus padres a Egipto, y volvió a Galilea del mismo modo después que hubo muerto Herodes, empezando a vivir en su ciudad Nazaret. Los evangelistas suelen omitir así las cosas que ven ya referidas, o que el Espíritu les hizo prever que habían de serlo por otros, de manera que prosiguen su narración, sin que aparezca que omitieron nada. Pero el lector solícito, que examina la escritura de otro evangelista, encuentra lo que ha sido omitido. Omitiendo muchas cosas, San Lucas dice: "Cumplidas todas las cosas", etc.

Teofilacto. La ciudad de Belén era como su patria, pero Nazaret era el lugar donde habitaba.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 9. Acaso llama la atención que dijo San Mateo que los padres del Niño se fueron con El a Galilea, principalmente porque Nazaret de Galilea era su patria, como dice aquí San Lucas. Pero debe entenderse que cuando el ángel dijo en sueños a José en Egipto: "Levántate, toma al Niño y a su Madre, y marcha a la tierra de Israel" (Mt 2,20), San José comprendió que se le había mandado marchar a Judea (porque es por excelencia la tierra de Israel) Mas como en seguida supo que reinaba allí Arquelao, hijo de Herodes, no quiso exponerse a aquel peligro, pudiendo considerar que era lo mismo Israel que Galilea, en donde moraba el pueblo de Israel.

Griego, in Cat. graec. Patrum. O de otro modo, refiere San Lucas aquí el tiempo que pasó antes de ir a Egipto, porque José no hubiese llevado a María antes de que hubiera sido purificada. Antes que fuesen a Egipto no habían recibido orden de marchar a Nazaret, sino que deseando voluntariamente volver a su patria, hacia ella se encaminaron. No fueron, pues, a Belén sino con motivo del empadronamiento. Pero una vez cumplido este deber, por cuya causa habían ido allí, se fueron a Nazaret.

Teofilacto. Podía haber nacido Jesús teniendo en cuanto al cuerpo una edad madura. Pero para que esto no pareciese fantástico, creció poco a poco, como dice el texto: "Y el Niño crecía y se fortificaba".

Beda. Debe advertirse la distinta significación de estas palabras, porque Nuestro Señor Jesucristo en cuanto era niño (esto es, en cuanto se hallaba revestido del hábito de la humana fragilidad), debía crecer y fortificarse.

San Atanasio, lib. De incarnat. Christi, contra Arianos, lib. 4. Si según algunos, la carne de Jesús se había transformado en la naturaleza divina, ¿cómo podía recibir incremento? El creer que puede crecer Aquel que no ha sido creado es una impiedad.

San Cirilo.Pero une el aumento del cuerpo al incremento de la sabiduría con toda oportunidad, cuando dice: "Y se fortificaba", esto es, en espíritu, porque según la edad del cuerpo, manifestaba la naturaleza divina su propia sabiduría.

Teofilacto. Si cuando era pequeño en edad hubiese demostrado su sabiduría, hubiera parecido prodigioso, por lo cual se manifestaba a sí mismo progresivamente según la edad, para llenar todo el mundo. Y no se dice que se fortificaba en su espíritu en el sentido de que recibía la sabiduría, porque ¿cómo puede decirse que después se perfecciona más lo que desde el principio es perfectísimo?1 De donde prosigue: "Lleno de sabiduría en verdad".

Beda. "Porque la plenitud de la Divinidad habitaba corporalmente en El" (Col 2,9) Y la gracia porque a Jesucristo, hombre, le fue concedida la gran gracia de que desde que empezó a ser hombre fuese perfecto y fuese Dios, mucho más si consideramos que era Verbo de Dios y Dios mismo, y no necesitaba fortificarse, ni debía crecer. Todavía siendo niño, tenía la gracia de Dios, para que, como todas las cosas en El eran admirables, lo fuese también su niñez, y se cumpliese así la sabiduría de Dios.

Prosigue: "Iban sus padres todos los años a Jerusalén por la fiesta solemne de la Pascua".

San Juan Crisóstomo, Orat. 2, contra Judaeos. Mandaba la ley observar no sólo el tiempo, sino también el lugar en las solemnidades de los hebreos, y por tanto los padres de Jesús no querían celebrar la Pascua fuera de Jerusalén.

San Agustín, de consensu evangelistarum, 2, 10. ¿Cómo, pues, los padres de Jesús iban todos los años durante su infancia a Jerusalén, si se lo impedía el temor a Arquelao? No sería difícil desvanecer esta duda si alguno de los evangelistas hubiese dicho el tiempo que Arquelao reinó. Porque pudo suceder que fuesen a Jerusalén en los días festivos, ocultándose en seguida, puesto que temían hacerse visibles si permanecían allí en los demás días, y pasar por irreligiosos si no asistían a las solemnidades. Pero, como todos guardan silencio respecto del tiempo que reinó Arquelao, pueden interpretarse las palabras de San Lucas: "Iban sus padres todos los años a Jerusalén" en el sentido de que lo hacían así cuando no era ya de temer aquel rey.

LUCAS 2,42-50


9242 (Lc 2,42-50)

Teniendo el Niño ya doce años cumplidos, habiendo subido a Jerusalén, según solían de aquella solemnidad; acabados aquellos días así que se volvían, se quedó el niño Jesús en Jerusalén sin que sus padres lo advirtiesen. Antes bien creyendo que venía con alguno de los de su comitiva, anduvieron la jornada entera buscándole entre los parientes y conocidos. Y como no le hallasen, se volvieron a Jerusalén en busca suya. Y al cabo de tres días de haberle perdido, le hallaron en el templo sentado en medio de los doctores, que ora los escuchaba, ora les preguntaba; y cuantos le oían, quedaban pasmados de su sabiduría y sus respuestas. Al verle, pues, sus padres, quedaron maravillados. Y le dijo su Madre: "Hijo ¿por qué te has portado así con nosotros? Mira cómo tu padre y yo, llenos de aflicción, hemos andado buscándote". Y El les respondió: "¿Cómo es que me buscabais? ¿No sabíais que yo debo emplearme en las cosas que miran al servicio de mi Padre?" Mas ellos no entendieron el sentido de su respuesta. (vv. 42-50)

San Cirilo.Como había dicho el evangelista que el niño crecía y se fortificaba, confirma estas palabras diciendo que Jesús subió a Jerusalén juntamente con la Santísima Virgen con estas palabras: "Y siendo el Niño ya de doce años cumplidos", etc.

Griego, o Geómetra. La manifestación de su sabiduría no pasó más allá de lo que permitía su edad, porque entramos por lo general a los doce años en el dominio de la razón, y a esa edad fue cuando se manifestó la sabiduría de Jesús.

San Ambrosio, in Lucam, 2. También puede decirse que a los doce años empezó la controversia del Señor y en verdad que este número de doce debía ser el de aquellos que habían de predicar la fe evangélica.

Basilio. También podemos decir que, como el número doce tiene cierta analogía con el siete -puesto que es producto de los factores tres y cuatro, que sumados hacen siete y multiplicados doce- expresa la universalidad y perfección de las cosas y de los tiempos. Por tanto la luz de Cristo, que había de llenar todo lugar y todo tiempo, empieza con razón por dicho número.

Beda. La ida del Señor con sus padres a Jerusalén todos los años por la Pascua, es una señal de humana humildad. Porque es deber del hombre acudir a ofrecer sacrificios al Señor y hacérsele propicio por medio de oraciones. Hizo, pues, el Señor entre los hombres, habiendo nacido hombre, lo mismo que Dios había mandado a los hombres por medio de sus ángeles. Por lo que dice: "Según solían en aquella solemnidad". Sigamos, pues, el camino de su vida humana, si nos deleita la idea de ver la gloria de su divinidad.

Griego, o Geómetra. Una vez celebrada la fiesta, cuando todos se volvían, Jesús se quedó sin que nadie lo notara, según estas palabras: "Acabados aquellos días, así que se volvían, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, sin que sus padres lo advirtiesen". Dice, pues: "Acabados aquellos días", porque la solemnidad duraba siete días. Permanece oculto para que sus padres no le impidan disputar con los doctores de la ley. O tal vez para evitar que pareciese que menospreciaba a sus padres, si no obedecía sus mandatos. Se queda, en conclusión, sin que nadie lo note, para que no se lo estorben y para no ser desobediente.

Orígenes, in Lucam, 19. No debe llamar la atención que se designe con el nombre de padres a aquellos que merecieron, una el nombre de Madre por haberle dado a luz, y otro el de padre, como protector suyo que era.

Beda. Pero alguno preguntará, cómo el Hijo de Dios, objeto de tanto cuidado por parte de sus padres, pudo quedar olvidado. A lo que se debe responder que era costumbre entre los israelitas, en los tiempos de las fiestas, bien cuando acudían a Jerusalén, o ya cuando volvían a sus casas, el ir separados los hombres de las mujeres, que los niños podían ir indiferentemente con el padre o con la Madre. Por tanto que San José y la Santísima Virgen, no viendo al niño a su lado, creyeron cada uno por su parte que iría en compañía del otro. Por lo cual sigue: "Antes bien, creyendo que venía con alguno de los de su comitiva", etc.

Orígenes, in Lucam, 19. Así como cuando le ponían asechanzas los judíos, se salió de en medio de ellos y ya no apareció, así es de creer que el niño Jesús se quedó ahora, y que sus padres no supieron en dónde se había quedado, según lo que sigue: "Y como no le hallasen, se volvieron a Jerusalén en busca suya".

Glosa, ordin. El primer día se alejan de Jerusalén, el segundo lo buscan entre los parientes y los conocidos, y, no encontrándolo, en el tercer día volvieron a Jerusalén, y allí lo encontraron. Por lo cual prosigue: "Y al cabo de tres días de haberle perdido, le encontraron", etc.

Orígenes, in Lucam, 19. No lo encontraron inmediatamente después que lo buscaron, porque Jesús no está entre los parientes y deudos, según la carne; ni entre los que están unidos a El por los lazos del cuerpo; ni puede encontrarse mi Jesús entre la muchedumbre. El lugar en que lo encontraron los que buscaban no es un lugar cualquiera -fijémonos bien en ello- sino el templo. Busquémoslo también nosotros, por tanto, en el templo de Dios. Busquémoslo en la Iglesia, busquémoslo entre los doctores que se hallan en el templo, porque si así lo hacemos, lo encontraremos.

Orígenes, in Lucam, 19. No lo encuentran entre los parientes, porque el parentesco humano no podía contener al Hijo de Dios, ni entre los conocidos, porque está sobre el conocimiento y la ciencia humana: ¿en dónde lo encuentran, pues? En el templo. Si, pues, nosotros lo buscásemos también alguna vez, busquémoslo en el templo. Apresurémonos a ir allí, que allí sí encontraremos a Cristo, palabra y sabiduría. Esto es, al Hijo de Dios.

San Ambrosio. Después de tres días se le encuentra en el templo, para indicar que tres días después del triunfo de su pasión, y cuando se lo creía muerto, resucitaría y se mostraría a nuestra fe en trono celestial y en honor divino.

Glosa, ordin. O porque no encontraron a Cristo los patriarcas buscándolo antes de la ley, ni lo encontraron los profetas y los justos buscándolo bajo la ley, y lo han encontrado las naciones buscándolo bajo la gracia.

Orígenes, in Lucam, 19. Porque era Hijo de Dios, se encuentra en medio de los doctores instruyéndolos con su sabiduría. Porque era niño, se encuentra en medio de ellos, no enseñándoles, sino preguntándoles, por lo cual dice: "Sentado en medio de los doctores, que, ora los escuchaba, ora les preguntaba". Por su misericordia nos enseña de este modo que corresponde a los niños (aun cuando sean sabios e instruidos) más bien oír a sus maestros que desear enseñarles y jactarse con vana ostentación. Preguntaba, no para aprender, sino para ilustrar preguntando; que el preguntar y responder con sabiduría nacen de una sola fuente de doctrina. De donde, prosigue: "y cuantos le oían quedaban pasmados de su sabiduría", etc.

Beda. Para manifestar que era hombre, oía humildemente a maestros que al fin eran hombres. Para probar que era Dios, les respondía de una manera sublime cuando le preguntaban.

Griego, o Geómetra. Pregunta de una manera razonable, oye de una manera prudente, y responde de una manera todavía más prudente, lo cual llenaba de estupor a los que lo oían. Por lo cual, sigue: "Al verle, pues, sus padres, quedaron maravillados".

San Juan Crisóstomo, super Ioannem, hom. 20. El Señor no hizo ningún milagro durante su niñez. Solamente hizo esto, como refiere San Lucas, en el cual se mostró admirable.

Beda. Manifestaba, pues, su lengua una sabiduría divina, pero su edad manifestaba la debilidad humana, por lo que los judíos, turbados y admirados, dudan entre la sublimidad de lo que oyen y la humildad de lo que ven. Nosotros, sin embargo, no debemos admirarnos de ningún modo, porque sabemos por el profeta (Is 9,5) que, aun cuando ha nacido niño para nosotros, siempre es el Dios fuerte.

Griego, o Geómetra. Admiremos a la Madre de Dios, afectada en sus maternales entrañas, que manifiesta como con lamentos sus dolorosas pesquisas, y expresa lo que siente con la confianza, la humildad y la ternura de una madre. Por lo cual sigue: "Y le dijo su Madre: Hijo, ¿por qué te has portado así?", etc.

Orígenes, in Lucam, 19. Sabía la Santísima Virgen que Jesús no era hijo de San José, y sin embargo llama padre del niño a su esposo, por la creencia de los judíos que suponían que Jesús había sido concebido como los demás hombres.

Origenes,in Lucam, 17. Se podría decir sencillamente, que el Espíritu Santo le honró con el nombre de padre, y que él educó al niño Jesús. O hablando de una manera más ingeniosa, que, habiendo dado la genealogía de José hasta David, no quiso se censurara como superflua.

Origenes, in Lucam , 19. Pero ¿por qué lo buscaban? ¿Creían que había perecido o que se había perdido? ¡Lejos de nosotros tal presunción! ¿Podían temer, acaso, que se perdiese un niño que sabían era Dios? Pero así como nosotros al leer la Sagrada Escritura buscamos con dolor el sentido de ella, no porque creemos que las Escrituras vayan fuera de camino, o porque contengan algún error, sino porque deseamos encontrar la verdad intrínseca de ellas, así también buscaban ellos a Jesús, temiendo los dejase para volverse al cielo, y bajar otra vez cuando quisiera. Conviene, pues, que el que busca a Jesús no pase de una manera negligente y perezosa, como lo buscan muchos y no lo encuentran, sino con trabajo y con dolor.

Glosa, ordin. También podía ser que temiesen que lo que Herodes había tratado de llevar a cabo en su infancia, ahora, encontrada la ocasión oportuna, lo ejecutasen otros matándolo en su edad infantil.

Griego, o Geómetra. Pero el mismo Señor responde a todo, y corrigiendo en cierto modo lo que se había dicho del que era reputado por su padre, manifiesta al que lo es verdaderamente, enseñando no a caminar por la tierra, sino a levantarse hasta el cielo, por lo que continúa: "Y El les respondió: ¿Cómo es que me buscabais?".

Beda. No los reprende porque lo buscan como hijo, sino que les hace levantar los ojos de su espíritu para que vean lo que debe a Aquel de quien es Hijo eterno. Por esto sigue: "No sabíais que yo debo emplearme", etc.

San Ambrosio. Hay en Jesucristo dos generaciones: una paterna, otra materna. La paterna es divina, y la materna es por la que bajó hasta nuestra vida y nuestras miserias.

San Cirilo.Dice esto, pues, para manifestar que El está por encima de la naturaleza humana, y dando a entender que la Santísima Virgen es un instrumento de la redención, dándolo a luz, pero que por naturaleza El es verdaderamente Dios e Hijo del excelso Padre. Avergüéncense, pues, aquí los sectarios de Valentino, de decir, después de haber oído que era el templo de Dios, que el Creador y el Dios de la ley y del templo no es el mismo Padre de Jesucristo.

San Epifanio, contra Haer., lib. 2, haer. 30. Observe Ebión que Jesucristo es admirable en sus discursos a los doce años de edad, y no a los treinta. Lo cual no quiere decir que después que vino el Espíritu Santo sobre El cuando fue bautizado, fue convertido en Cristo, esto es, ungido del Señor, sino que desde su infancia reconoció el templo y a su Padre.

Griego, o Geómetra. Esta es la primera manifestación de la sabiduría y de la virtud del niño Jesús, porque lo que llaman sus puerilidades, no lo dicen inocentemente como pueril, sino que lo consideramos diabólico y mal intencionado, puesto que pretenden falsear lo que se encuentra en el Evangelio y en las divinas Escrituras, a no ser que las tomemos en el sentido en que son creídas por muchos, y que no es contrario a nuestras creencias. Antes bien, está en un todo conforme con lo dicho por los profetas, porque era el más hermoso de los hijos de los hombres, obediente a su Madre, complaciente en sus costumbres, no menos venerable y agradable en su aspecto, fecundo en la palabra, dulce y próvido, de un valor notable como el que estaba lleno de la gracia divina. Y así como sucede en otro, su conversación y su locución, aunque sobrehumanas, tenían su límite y su razón, habiendo elegido para sí la mansedumbre el lugar principal. En todas estas cosas, nada ni nadie le dirigió, excepto la mano de su Madre. En esto podemos aprender cosas de gran utilidad. Respondiendo el Señor a María porque lo ha buscado entre sus parientes, nos sugiere el desprendimiento de la sangre, manifestando que el que se halla ocupado de las cosas corporales, no puede llegar al término de la perfección, de la cual se separa el hombre por el afecto de los parientes.

Prosigue: "Mas ellos no entendieron", etc.

Beda. Porque les hablaba por cierto de su divinidad.

Orígenes, in Lucam, 20. No sabían si diciéndoles "en las cosas de mi Padre", quería decirles "del templo", o de otra más elevada y edificante, porque cada uno de nosotros, si es bueno, es asiento de Dios Padre, y si alguno de nosotros es asiento de Dios Padre, tiene consigo a Jesús su Hijo.

LUCAS 2,51-52


9251 (Lc 2,51)

En seguida se fue con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto. Y su Madre conservaba todas estas cosas en su corazón. Jesús entretanto crecía en sabiduría, en edad y en gracia, delante de Dios y de los hombres. (vv. 51-52)

Griego, o Geómetra. Todo el tiempo que pasó entre la primera manifestación de Jesucristo y el día de su bautismo, y que no fue señalado por milagros famosos y públicos ni por su doctrina, lo resume el evangelista en una sola palabra diciendo: "En seguida se fue con ellos", etc.

Orígenes, in Lucam, 20. Con frecuencia bajó Jesús con sus discípulos, pues no siempre estaba en el monte, porque los que estaban enfermos no podían subir a él. Del mismo modo, pues, baja ahora a otros que se hallan abajo.

Prosigue: "Y les estaba sujeto", etc.

Griego, o Geómetra. Alguna vez empezaba por instituir la ley con la palabra y después la comprobaba con las obras, como dice: "El buen pastor da su vida por sus ovejas" (Jn 10,11), y en efecto, poco después (deseando nuestra salvación) nos dio su propia vida. Otras veces, por el contrario, daba primero el ejemplo y después explicaba la manera de vivir bien, como aquí, en que por sus obras nos enseña que hay tres cosas que deben aventajar a las demás: amar a Dios, honrar a sus padres y dar la preferencia a Dios aun sobre los mismos padres. Porque cuando fue reprendido por sus padres, considera como de poca importancia todas las cosas que no son de Dios, y luego obedece también a sus padres.

Beda. ¿Qué había de hacer el maestro de la virtud, sino llenar este deber de piedad? ¿Qué había de hacer entre nosotros sino aquello mismo que deseaba hiciésemos nosotros?

Orígenes, in Lucam, 20. Aprendamos también nosotros mientras somos hijos a vivir sometidos a nuestros padres. Y si nuestros padres faltan, vivamos sometidos a aquellos que hacen la vez de padres por su edad. Jesús, a pesar de ser Hijo de Dios, vive sometido a José y a María. Yo, por ejemplo, debo vivir sometido al obispo a quien se me ha designado como padre. San José comprendía sin duda que Jesús era más grande que él, y por ello respetuoso, moderaba su autoridad. Tengamos, pues, presente que muchas veces es mayor que nosotros el que nos está sometido, y así el que está constituido en dignidad superior no se ensoberbecerá sabiendo que es más que él aquel que le está subordinado.

San Gregorio Niceno, in Cat. graec. Patr. Además, los jóvenes todavía no tienen el discernimiento bien desarrollado -o sea la inteligencia- y necesitan que los conduzcan a un estado más perfecto los que tienen más edad -o lo que es lo mismo, que los lleven como de la mano a lo mejor aquellos que son más perfectos-. Teniendo Jesús doce años obedece a sus padres para dar a conocer que todo el que se perfecciona por grados en la virtud, antes de llegar al término de su perfección debe abrazar para su utilidad la obediencia como medio de llegar al bien.

San Basilio, in lib. relig. Obedeciendo desde su primera edad a sus padres, se sometió Jesús humilde y respetuosamente a todo trabajo corporal, porque, aunque eran honestos y justos, con todo, como pobres y sufriendo escasez hasta en lo necesario -como lo demuestra el pesebre venerado donde nació el Señor-, es claro que se procuraban lo necesario para la vida con el continuo sudor de sus cuerpos. Y bien, Jesús, que obedecía a sus padres -como dice la Sagrada Escritura-, tomaba parte en sus trabajos con entera sumisión.

San Ambrosio. ¿Y llamará la atención que obedezca a su padre el que vive sometido a la Madre? No es por debilidad por lo que se somete, sino por piedad. Aun cuando el hereje levante la cabeza y asegure que el que es enviado necesita del auxilio de otro. ¿Acaso necesitaba de auxilio humano porque obedecía a la autoridad de su Madre? ¿Se sometía a la sierva de Dios, se sometía a un padre que lo era sólo en la apariencia, y aun te causa admiración, que se sometiese a Dios? El obedecer al hombre es piedad, ¿y será debilidad el obedecer a Dios?

Beda. La Santísima Virgen ya sea porque no entendía estas cosas todavía, o porque las comprendiese, las guardaba en su corazón para examinarlas con más detenimiento. Por lo cual sigue: "Y su Madre conservaba todas estas cosas en su corazón".

Griego, o Geómetra. Consideraremos cómo María, mujer prudentísima, Madre de la verdadera Sabiduría, es discípula de este niño, oyéndole, no como a un niño o como a un hombre, sino como a Dios. Después meditaba sus divinas palabras y sus obras sin perder ni una sola de ellas, y así como concibió al Divino Verbo en sus entrañas, así ahora también recibiría todas sus acciones y todas sus palabras en su corazón, y en él -por decirlo así- las fomentaba. Unas veces contemplaba el presente en sí misma, otras veces esperaba que el porvenir lo revelaría todo con más claridad, haciendo de esto la regla y la ley de toda su vida.

Prosigue: "Jesús entretanto crecía en sabiduría", etc.

Teofilacto. No dice esto porque fuese haciéndose sabio progresivamente, sino porque poco a poco iba manifestando su sabiduría. Así lo hizo cuando discutía con los escribas, preguntándoles sobre la ley con admiración de todos los que lo oían. De este modo es cómo crecía en sabiduría, es decir, siendo conocido por muchos y llenándolos de admiración, así que la manifestación de su sabiduría es la que constituye su progreso. Por esto vemos que el evangelista, para explicar este asunto de sabiduría, añade luego "y en edad", porque el progreso y el crecimiento de la edad, es lo que llama el crecimiento de la sabiduría.

Teofilacto. Pero dicen los herejes eunomianos: ¿Cómo puede ser igual al Padre en sustancia aquél de quien se dice que crece como imperfecto? No se dice, pues, que crecía en cuanto era Verbo, sino en cuanto era hombre. Y verdaderamente, si creció después que fue hecho hombre el que antes había sido imperfecto, ¿qué razón hay para que le demos gracias por haberse encarnado por nosotros? ¿Cómo, si es la verdadera sabiduría, puede crecer? ¿Ni cómo puede tampoco crecer en gracia Aquel que la da superabundante a los demás? Además, si ninguno se escandaliza cuando oye que el divino Verbo se ha humillado (sintiendo flaquezas indignas de Dios), sino que más bien se admira de su misericordia, ¿no será extraño el que se escandalice cuando oye decir que crece? Así como se ha humillado por nosotros, así también crece por nosotros, para que nosotros a la vez crezcamos en El, puesto que hemos caído por el pecado. Porque todo lo que se refiere a nosotros, el mismo Jesucristo lo ha tomado sobre sí con el fin de hacerlo mejor.

San Cirilo.Y obsérvese que no dice que es el Verbo quien crece, sino Jesús, para que no entendamos que es el Verbo puro quien crece, sino el Verbo hecho carne.

Teofilacto. Y así como decimos que el Verbo encarnado es quien ha padecido, aunque sólo sea su carne quien ha padecido (porque en realidad la carne del Verbo es la que sufría), así se dice que crece, porque la humanidad era la que crecía en El.

San Gregorio Nacianceno. Se dice que crecía según la humanidad, no porque recibía algún aumento, siendo así que desde el principio fue perfecta, sino porque se manifestaba poco a poco.

Teofilacto. La ley natural repugna que tenga el hombre una inteligencia superior a su edad. Así el Verbo (hecho hombre) era perfecto, porque era la virtud y la sabiduría del Padre, pero como había de conformarse con nuestra naturaleza (a fin de que no se considerase extraño por los que lo veían), se manifestaba creciendo poco a poco como hombre en su cuerpo, y siendo considerado cada día como más sabio por los que lo veían y lo oían.

Expositor Griego. Crecía en edad, desarrollándose en el cuerpo hasta la virilidad, en sabiduría respecto de aquellos que eran instruidos por El en las cosas divinas, y en la gracia, por la cual seguimos adelante con alegría creyendo obtener al fin todo lo que nos ha prometido. Y esto, delante de Dios, quien perfeccionó la obra de su Padre, habiendo tomado nuestra carne mortal, y ante los hombres, por haberlos convertido del culto de los ídolos al conocimiento de la Santísima Trinidad.

Teofilacto. Dice, pues, ante Dios y ante los hombres, porque primero se debe agradar a Dios y después a los hombres.

San Gregorio Niceno, homiliae in Canticum, 3. La palabra aprovecha también de una manera diferente en las personas que la oyen, porque aparece, según es niño, adulto, o ya perfecto el hombre.

LUCAS 3,1-2


9301 (Lc 3,1-2)

El año décimoquinto del imperio de Tiberio César, gobernando Poncio Pilato la Judea, siendo Herodes tetrarca de la Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconítida, y Lisanias tetrarca de Abilene, hallándose Sumos Sacerdotes Anás y Caifás, el Señor hizo entender su palabra a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. (vv. 1-2)

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20. Se designa el tiempo en que el precursor de nuestro Redentor recibió la misión de predicar el Divino Verbo, haciendo mención del jefe de la República de Roma y de los reyes de Judea, cuando se dice: "El año décimo quinto de Tiberio César, gobernando Judea Poncio Pilatos, siendo Herodes tetrarca de Galilea", etc. Como venía para anunciar a Aquel que había de redimir a muchos, tanto de entre los judíos como entre los gentiles, se señala el tiempo de su predicación con el nombre del rey de las naciones y de los príncipes de los judíos. Pero como que los gentiles habían de ser reunidos, se dice que gobernaba uno solo la República romana con estas palabras: "Del imperio de Tiberio César".

Expositor Griego. Muerto el monarca Augusto, de quien los príncipes tomaron el nombre de Augusto, le sucedió Tiberio en el gobierno de la monarquía, y se encontraba en el año décimoquinto de su gobierno.

Orígenes, in Lucam, 21. Y en las profecías anunciadas sólo a los judíos se describe únicamente el reino de ellos. "La visión, dice, de Isaías en tiempo de Osías, Joatán, Achám y Ezequías, reyes de Judá" (Is 1,1) Pero en el Evangelio, que debía predicarse a todo el mundo, se hace mención del dominio de Tiberio César, que era quien mandaba en todo el orbe. Porque si hubieran de salvarse solamente los que eran gentiles, era lo suficiente el haber hecho mención de solo Tiberio. Pero como convenía que los judíos creyesen, era preciso describir también los reinos de los judíos, o sea las tetrarquías, como se expresa en las palabras siguientes: "Gobernando Poncio Pilatos la Judea, siendo Herodes tetrarca", etc.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20. Como Judea debía ser disuelta por su perfidia, eran muchos los que gobernaban las distintas regiones en que se había dividido, conforme a la siguiente sentencia (Lc 11,17): "Todo reino dividido en partidos contrarios quedará destruido".

Beda. Pilatos, enviado el año duodécimo del imperio de Tiberio César a Judea, se encargó del gobierno del pueblo, y allí permaneció por espacio de diez años continuos hasta casi el fin de Tiberio. Herodes, Filipo y Lisanias, eran hijos de aquel Herodes en cuyo tiempo nació el Señor, entre los que se encontraba el mismo Herodes Arquelao, hermano de éstos, que reinó diez años, y que, acusado por los judíos ante Augusto, fue desterrado a Viena, en donde murió. Este mismo Augusto fue el que dividió el reino de Judea en tetrarquías para hacerlo menos fuerte.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20. Como San Juan anunciaba al que había de ser a la vez Rey y Sacerdote, el evangelista San Lucas señaló el tiempo en que predicó, no sólo con los nombres de los reyes, sino con el de los sacerdotes. Dice, pues: "Hallándose Sumos sacerdotes Anás y Caifás".

Beda. Los dos (esto es, Anás y Caifás) eran príncipes de los sacerdotes, cuando San Juan empezó su predicación, pero Anás ejerció en aquel año, y Caifás, cuando fue crucificado Nuestro Señor. En medio del pontificado de estos, hubo otros tres sumos sacerdotes, pero el evangelista sólo hace mención de los que mandaban en el tiempo de la pasión del Señor. Suspendidos los preceptos de la ley, no se concedía el honor del pontificado al mérito ni a la clase, confiriéndose el sumo sacerdocio por la potestad romana. Refiere Josefo, que Valerio Grato nombró pontífice a Ismael, hijo de Bafo (cuando se le quitó el sumo sacerdocio a Anás), pero que también a éste se le quitó poco después, nombrando en su lugar a Eleázaro, hijo del pontífice Ananías. Un año después, separándolo del cargo, nombró para que le sucediese a un tal Simón, hijo de Caifás, quien lo desempeñó no más de un año, teniendo por sucesor a Josefo, (a quien también se le da el nombre de Caifás) Y así se describe todo el tiempo en que Nuestro Señor Jesucristo estuvo predicando, o sea el periodo de cuatro años.

San Ambrosio. Antes de congregar a la Iglesia, obra el Hijo de Dios en su siervo, y por ello se dice oportunamente: "El Señor hizo entender su palabra a Juan", etc. Con el objeto de que la Iglesia no empezase por un hombre, sino por el mismo Divino Verbo. Con toda oportunidad lo compendia así San Lucas, para expresar que Juan era profeta diciendo: "El Señor hizo entender su palabra a Juan", sin añadir ni una palabra más, porque el que está lleno de la palabra de Dios, no necesita de su propio juicio. De este modo, con una sola palabra lo declaró todo. Pero San Mateo y San Marcos quisieron señalar al profeta por el vestido, por el ceñidor y por el alimento.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 10. Se dice aquí que fue enviado el Verbo de Dios, porque el hijo de Zacarías no vino por su voluntad, sino movido por Dios.

Teofilacto. San Juan estuvo oculto en el desierto todo el tiempo que precedió a su manifestación, que es por lo que dice: "en el desierto", para que los hombres no tuviesen ninguna clase de sospecha, de que si atestiguaba tales cosas de Cristo, era a causa de su parentesco, o de una amistad contraída desde sus más tiernos años; y esto lo atestigua él mismo diciendo (Jn 1,31): "Yo no le conocía".

San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6. El que había venido a la vida en el espíritu y la virtud de Elías, estaba separado del trato de los hombres, y entregado a la contemplación de las cosas invisibles, para no acostumbrarse a los engaños de este mundo, que entran por los sentidos, y de este modo evitar incurrir en alguna confusión o error, respecto del conocimiento del varón bueno, a quien él precedía. Y por tanto, fue elevado a tal altura de gracias divinas, que mereció de ellas más que los profetas; porque limpio y exento de toda pasión natural, desde el principio hasta el fin, se consagró a la contemplación divina.

San Ambrosio. El desierto es también la misma Iglesia, porque ya son muchos más los hijos de la que había sido desechada, que de aquélla que tenía marido (Is 54,1) Y ahora ha venido el Verbo divino para que la tierra, que antes estaba desierta, produzca frutos para nosotros.


Catena aurea ES 9236