Catena aurea ES 9303

LUCAS 3,3-6


9303 (Lc 3,3)

Y vino por toda la ribera del Jordán, predicando un bautismo de penitencia, para remisión de los pecados, como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle será terraplenado, todo monte y cerro rebajado; y los caminos torcidos serán enderezados, y los escabrosos allanados: y verán todos los hombres la salud de Dios. (vv. 3-6)

San Ambrosio. Hecho el Verbo, siguió la voz. El Verbo obra primero en el interior, y la voz es como su eco. Por ello se dice: "Y vino por toda la ribera del Jordán".

Orígenes, in Lucam. 21. La palabra Jordán quiere decir el que baja y el río de agua saludable baja de Dios. ¿Por qué otro lugar convenía que anduviese el Bautista, sino por las cercanías del Jordán, para que, si alguno quería hacer penitencia, inmediatamente lo llevase su humildad a aquella corriente a recibir el bautismo de penitencia? Y añade: "Predicando el bautismo de penitencia para remisión de los pecados".

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 20. Por este relato se ve, que San Juan, no sólo predicó el bautismo de penitencia, sino que también lo administró a muchos; pero no pudo dar su bautismo para remisión de los pecados.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10. No habiéndose ofrecido aún el divino sacrificio, y no habiendo bajado el Espíritu Santo, ¿cómo había de concederse el perdón de los pecados? Por lo cual ¿qué es lo que dice San Lucas: "Para remisión de los pecados"? Los judíos eran ignorantes, y por ello, no pensaban en sus propias culpas. Pero como ésta era la causa de todos sus males -para que conociesen sus pecados, y pudiesen buscar al Redentor- vino San Juan exhortándolos a que hiciesen penitencia, para que, convertidos a mejor vida por medio de la penitencia, trabajasen solícitos a fin de recibir el perdón. Por eso, habiendo dicho que vino predicando el bautismo de la penitencia, añadió: "Para remisión de los pecados". Como si dijera: Los persuadía a hacer penitencia para que pudieran alcanzar con más facilidad el perdón subsiguiente, creyendo en Jesucristo. Porque si no eran llevados por la penitencia, de ningún modo podrían obtener la gracia, sino solamente la preparación para recibir la fe de Jesucristo.

San Gregorio, Magno, homiliae in Evangelia, 20. Se dice que San Juan predicaba el bautismo de penitencia para remisión de los pecados, porque él no podía dar el bautismo que limpia de los pecados, y así como precedía al Verbo encarnado del Padre con el verbo de la predicación, así también debía preceder con su bautismo -que no perdona los pecados- al bautismo de penitencia, por medio del cual éstos se perdonan.

San Ambrosio. Por eso muchos presentan a San Juan como tipo de la ley; porque ésta podía denunciar el pecado, pero no perdonarle.

San Gregorio Nacianceno, oratione, 39. Para que podamos establecer de algún modo la diferencia entre uno y otro bautismo, diremos que Moisés bautizó, pero con agua, bajo la nube y en el mar, siendo su bautismo una figura. San Juan bautizó también, no según el rito de los judíos -esto es, sólo por el agua- sino también para remisión de los pecados; pero no de una manera del todo espiritual (porque no añadió, por el Espíritu) Jesús bautiza por el Espíritu, y esto es lo que constituye la perfección. Hay también un cuarto bautismo, realizado por el martirio y la sangre, por el que Jesús fue bautizado también, y el cual es mucho más venerable que los otros, en tanto, cuanto que no es manchado con repetidas caídas. Hay también un quinto bautismo que es el de lágrimas, más laborioso que los anteriores, como fue el de David, que todas las noches regaba su cama y su habitación con sus lágrimas.

Y prosigue: "Como está escrito en el libro del profeta Isaías: Voz del que clama en el desierto" (Is 40)


San Ambrosio. Con toda propiedad se llama voz a San Juan, porque es el precursor del Verbo, puesto que la voz, que es inferior, precede, y el Verbo, que la aventaja, la sigue.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20. También clama en el desierto, porque anuncia el consuelo de la redención de Judea, que entonces se hallaba como abandonada y destruida. Y declara por qué clamaba diciendo: "Preparad el camino del Señor", etc. Todo el que predica la verdadera fe y las buenas obras, ¿qué otra cosa hace más que preparar los corazones de los que le oyen para el Señor que viene? Endereza los caminos del Señor, formando en el ánimo pensamientos puros con la palabra de la buena predicación.

Orígenes, in Lucam, 21. O bien se ha de preparar en nuestro corazón el camino al Señor; porque es grande y espacioso el corazón del hombre, cuando está limpio. No quieras medirle por el volumen del cuerpo, sino por el poder de la inteligencia, la cual recibe la ciencia de la verdad. Prepara en tu corazón el camino al Señor, por medio de una buena vida, y dirige la senda de ella por medio de obras nobles y perfectas, para que la palabra de Dios discurra por ti sin ningún obstáculo.

San Basilio. Y como la senda es el camino que trillaron los que habían sido antes, y como los primeros hombres la habían borrado, manda su palabra para que la enderecen otra vez los que se habían separado del celo de aquéllos que les habían precedido.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20. No es el rey, sino el precursor el que debe decir: "Preparad el camino del Señor"; y por esto fue llamado voz, porque era el precursor del Verbo.

San Cirilo, lib. 3, in Isai. 40. Pero alguno podría responder y decir: ¿Cómo habremos de preparar el camino al Señor? ¿Cómo haremos derechas sus sendas, siendo así que hay tantos impedimentos que estorban a los que quieren hacer una vida buena? La palabra del profeta responde a esto. Hay ciertos caminos y sendas, que a propósito no son para marchar, porque suben hasta las colinas o los montes, o bajan hasta los despeñaderos. Obstáculos que remueve diciendo: "Los derrumbaderos se rellenarán, y todo monte y colina se allanarán". Hay algunos caminos que están trazados con desigualdad, porque tan pronto suben como bajan, haciendo difícil la marcha por ellos. De éstos dice: "Los tortuosos serán enderezados, y los caminos fragosos allanados". Se comprende que todo esto ha sido hecho por el poder de nuestro Salvador; porque era difícil el camino de la vida y del conocimiento del evangelio, a causa de que las pasiones humanas embargaban las almas. Pero cuando Dios, hecho hombre, destruyó el pecado en su carne, todo fue allanado, y se hizo fácil el camino, no habiendo ya collado ni valle que sea obstáculo para los que quieran caminar.

Orígenes, in Lucam, 21. Cuando vino, pues, Jesús y envió su Espíritu, todo valle fue rellenado con las buenas obras y con los frutos del Espíritu Santo, poseyendo los cuales, no solamente dejarás de ser valle, sino que empezarás a ser el monte de Dios.

San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6. Tal vez los llanos rodeados de montes, significan la práctica tranquila de las virtudes, cuando habla de la semejanza de los valles, según las palabras del Salmo: "Los valles abundarán en trigo" (Ps 64,14)

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 20. Cuando habla del monte, a los cuales Jesucristo humilló se refiere a los orgullosos y a los soberbios. Llama collados a los desesperados, no solamente por la soberbia de su espíritu, sino por lo estéril de la desesperación, puesto que el collado no produce fruto ninguno.

Orígenes, in Lucam, 22. Debe comprenderse que los montes y los collados son las potestades enemigas, que fueron destruidas por la venida de Cristo.

San Basilio. Así como los collados se diferencian de los montes por la magnitud, siendo iguales en lo demás, así las potestades enemigas se parecen en los propósitos, pero se diferencian por la crueldad de sus ofensas.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20. El valle, cuando se llena, crece, y el monte y el collado, cuando se desmontan, disminuyen; así la gentilidad recibió la plenitud de la gracia en la fe de Jesucristo, y Judea perdió por el error de su perfidia la altura, por la cual se había ensoberbecido. Porque los humildes reciben el don, que los corazones de los soberbios rechazan.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10. Tal vez con estas palabras manifiesta la dificultad de la ley, convertida en la facilidad de la fe, como si dijera: no amenazan ya trabajos ni dolores, porque la gracia y el perdón de los pecados facilitan el camino que conduce a la salvación.

San Gregorio Niceno, de Virginitate, 6. Quizás manda que se rellenen los valles, y que se allanen los collados y los montes, queriendo manifestar que la virtud ordenada no debe alterarse por exceso ni por defecto.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20. Los caminos torcidos se enderezan, cuando el corazón de los malos, torcido por la injusticia, se dirige según la regla de la justicia, y los caminos escabrosos se convierten en llanos, cuando las almas duras e iracundas vuelven a la suavidad de la mansedumbre, por la infusión de la divina gracia.

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10. Después expone la causa de todo esto, diciendo: "Y verá toda carne", etcétera. Manifestando que la virtud y el conocimiento del Evangelio se extenderá hasta el fin del mundo, aun entre aquéllos de costumbres salvajes y de voluntades rebeldes, convirtiendo a la mansedumbre y a la dulzura las feroces costumbres y la obstinada voluntad del género humano. Y no solamente los judíos serán sus prosélitos, sino toda la humanidad verá la salud de Dios.

San Cirilo, lib. 3, in Isai., 40. Es decir, la salud del Padre que envió a su Hijo como Salvador nuestro. En la actualidad se entiende por carne a todo el género humano.

San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, hom. 20. Toda carne, o todo hombre no ha podido ver la salud de Dios (esto es, a Jesucristo) en esta vida, y por tanto, el profeta extiende su mirada hasta el día del juicio, cuando todos le verán, tanto los escogidos como los réprobos.

LUCAS 3,7-9


9307 (Lc 3,7-9)

Y decía Juan a las turbas que venían a recibir su bautismo: "Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado que podréis huir de la ira que os amenazaba? Haced dignos frutos de penitencia, y no andéis diciendo: Tenemos por padre a Abraham, porque os digo que de estas piedras puede hacer Dios nacer hijos a Abraham. La segur ya está puesta en la raíz de los árboles; así que todo árbol que no da buen fruto, será cortado y echado al fuego". (vv. 7-9)

Orígenes. Todo aquel que permanece en su primitivo estado, no dejando sus antiguas costumbres ni sus hábitos, no viene en debida forma a recibir el bautismo. Por tanto, si alguno quiere bautizarse, que salga. Por lo cual dice terminantemente: "Y decía a las gentes que venían a recibir su bautismo"; es decir a las gentes que salían por el bautismo; porque si lo hubieran recibido ya, nunca les hubiese dicho: "Raza de víboras".

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom.11. Este morador del desierto, viendo que los que habitaban la Palestina lo rodeaban y admiraban, no se doblegaba por tanto respeto, sino que levantándose contra ellos los reprendía. La Sagrada Escritura en el Génesis

San Juan Crisóstomo, homiliae in Mattaeum, hom. 10. , impone a los hombres, según las pasiones que los dominan, los nombres de algunas fieras. Así llama perros a los desvergonzados, caballos a los lujuriosos, asnos a los locos, leones y leopardos a los voraces y petulantes, áspides a los engañosos, y serpientes y víboras a los venenosos y astutos. De aquí que San Juan se atreva a llamar a los judíos raza de víboras.

San Basilio, Contra Eunomium, 2. Conviene saber que engendrado e hijo se dice de los animales, en tanto que "genimen" (germen o raza) puede llamarse al feto antes que se forme, también se llama germen al fruto de las palomas, pero rara vez se usa de estos nombres para los animales, y siempre en mal sentido.

Crisóstomo, in Matth., hom. 12. Dicen que la víbora mata al macho al fecundarla, cuya cría al nacer desgarra el vientre de su madre, como vengándose de la muerte de su padre; así que la prole de la víbora es parricida. Tales eran los judíos, que mataban a sus padres espirituales y a los doctores. Mas ¿por qué los llamaba así no hallándoles en el pecado, sino empezando a convertirse? ¿No debía acariciarlos en vez de injuriarlos? Debe creerse que no daba fe a lo que hacían exteriormente, porque conocía los secretos de su corazón, por habérselo revelado Dios. Se jactaban ellos demasiado de sus progenitores, y para destruir esta raíz los llama raza de víboras, sin vituperar por ello a los patriarcas, ni llamarlos víboras.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia. 20. Porque envidiaban a los buenos y los perseguían, siguiendo el camino de sus padres carnales, como hijos envenenados nacidos de padres envenenados y ponzoñosos. Y lo que precede se refiere a que toda carne verá a Jesucristo en el juicio final, añade con razón: "¿Quién os ha enseñado que podréis huir de la ira que os amenaza?" La ira que os amenaza es la advertencia de la última venganza.

San Ambrosio. Se les recomienda la prudencia por la misericordia de Dios, para que teman con prudente sumisión el terror del juicio final, y hagan penitencia de sus pecados. O tal vez, según lo que se lee en San Mateo: "Sed prudentes como la serpiente" (Mt 10,16), manifiestan tener prudencia natural los que preven lo que es útil y lo buscan espontáneamente; pero que aún no se separan de lo que es perjudicial.

San Gregorio, homilia in Evangelia 20. Como entonces no podrá huir de la ira de Dios el pecador, que no recurre ahora al llanto de la penitencia, añade: "Haced dignos frutos", etc.

San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12. No es bastante para los que hacen penitencia el renunciar a sus pecados, sino que necesiten también hacer frutos dignos de esa misma penitencia, según lo que se lee en el Salmo: "Sepárate de lo malo, y practica lo bueno" (Ps 33,15), como no es bastante para curar una herida el sacar de ella la saeta, sino que además es preciso aplicar medicinas a la llaga. No dice fruto, sino los frutos, dando a entender que han de ser abundantes.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20. Y no solamente dice frutos de penitencia, sino que han de ser dignos de penitencia. Así, pues, al que no haya hecho nada ilícito, se le concede que use de lo lícito; pero el que ha pecado debe abstenerse de lo lícito en tanto que se acuerde de haber cometido lo ilícito; porque los frutos de las buenas obras no son iguales para el que ha faltado menos que para el que ha faltado más, para el que no ha cometido culpa ninguna, que para el que ha cometido algunas. Por tanto, cada cual, según su conciencia, debe procurar adquirir tanto mayores méritos de buenas obras por la penitencia, cuanto más graves sean los daños que se ha causado por la culpa.

Máximo. Se entiende por fruto de penitencia la impasibilidad del alma, de la que no gozamos plenamente mientras somos agitados por las pasiones, puesto que aún no hemos hecho dignos frutos de penitencia. Hagamos penitencia en realidad, para que libres de las pasiones obtengamos el perdón de los pecados.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20. Pero los judíos, vanagloriándose por la nobleza de su origen, no querían reconocerse como pecadores, porque descendían de Abraham; por lo cual el Evangelista les dice oportunamente: "Y no andéis diciendo: Tenemos por padre a Abraham".

San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12. No da a entender con esto que no descendiesen de Abraham según el orden de la naturaleza, sino que de nada les aprovecharía el descender de él, si no honraban su parentesco según la virtud. La Sagrada Escritura acostumbra a llamar leyes de parentesco, no aquéllas que consisten en la naturaleza, sino las que proceden de la virtud o del vicio. Así, pues, se llama hijo o hermano al que se parece a ellos.

San Cirilo.¿Qué es en efecto la nobleza carnal, si no se sustenta con hechos semejantes? Es, pues, en vano el vanagloriarse de tener antepasados nobles, si no se tiene las virtudes.

San Basilio. La ligereza del padre no hace que un caballo sea veloz en su carrera; que así como en los demás animales se considera como bueno aquél que se distingue de los de su clase, así también tiene el hombre su propia alabanza en la prueba que da de sus méritos presentes. Es torpe querer adornarse con honores ajenos, cuando falta la virtud propia.

San Gregorio Niceno. Una vez publicado el destierro de los judíos (o vaticinada su reprobación), trata inmediatamente el evangelista de la vocación de los gentiles, a quienes llama piedras, por lo cual sigue: "porque os digo", etc.

San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12. Como diciendo: No creáis que, aun cuando perezcáis vosotros, el patriarca quedará sin hijos; porque Dios también puede presentarle hombres sacados de las piedras, y hacerlos de su sangre. Así sucedió desde el principio; porque hacer salir hombres de las piedras equivale a hacer nacer hijos del seno estéril de Sara.

San Ambrosio. Y si bien Dios puede convertir y transformar las naturalezas, con todo veo en ello mas bien un misterio que un milagro: ¿qué otra cosa más que piedras eran aquéllos que adoraban a las piedras? Sus ídolos eran semejantes a aquéllos que las habían labrado. Profetiza, pues, que la fe habría de infundirse en los corazones de piedra de los gentiles, y les promete por medio del oráculo divino, que habrán de convertirse en hijos de Abraham. Para que se comprenda que los hombres son comparados con las piedras, los compara también con los árboles, cuando añade: "la segur ya está puesta en la raiz de los árboles". Cambia, pues, de ejemplo, para hacernos entender por estos grados de comparación un progreso ya del hombre más noble.

Orígenes,in Lucam, 23. Y ciertamente, si la consumación se acercase y también el fin de los tiempos, no habría dificultad para mí, pues diría que se anunciaba esto porque iba a cumplirse entonces. Pero habiendo pasado tantos siglos después de haber dicho esto el Espíritu Santo, juzgo que se profetizó respecto del pueblo de Israel, porque estaba próxima su destrucción. Entre otras cosas decía a aquellos que iban a él para que los bautizase, lo que sigue.

San Cirilo.Llama segur en el caso presente, a la ira mortífera que había de venir de Dios sobre los judíos, por haber saciado su impiedad sobre Jesucristo. Y no dice que la hoz haya penetrado en la raíz, sino que está puesta en la raíz (esto es, junto a ella), porque ramas fueron cortadas, sin que la planta quedara extirpada de raíz, puesto que los restos de Israel han de salvarse.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20. De otro modo, el árbol de este mundo es todo el género humano. La hoz es nuestro Redentor, quien como por el mango y el hierro es asido por la humanidad, aun cuando corta por la Divinidad. Y está puesta la hoz en la raíz del árbol, porque aun cuando espera con paciencia, se ve, sin embargo, lo que ha de hacer. Y debe advertirse que dice que la hoz está puesta, no junto a las ramas, sino junto a la raíz, porque cuando los hijos de los malos son sacrificados, ¿qué otra cosa se hace más que cortar las ramas infructuosas del árbol? Pero cuando se sacrifica a toda una raza con su padre, se corta de raíz el árbol infructuoso. Además, todo el que es perverso encuentra preparado el fuego del infierno, porque no ha querido hacer frutos de buenas obras.

San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 12. Con suma propiedad dice: "Que no da fruto", y añade "bueno", porque Dios crió al hombre para que trabajase, y el trabajo constante es natural en él (o lo que es lo mismo, es natural que trabaje), así como el ocio es contra su naturaleza, porque es perjudicial a todos los miembros del cuerpo, y aun más al alma, puesto que como ella es naturalmente movible, no puede sufrir el ocio. Pero así como el ocio es malo, también lo es el ejercicio cuando se emplea en hacer el mal, y por esto, después de hablar de la penitencia, anuncia que la hoz está puesta; no que está cortando, o que ya ha cortado, solamente para inspirar terror o amenazando.

San Ambrosio. Haga fruto de gracia aquel que pueda, haga penitencia el que deba hacerla, porque está presente el Señor que busca el fruto, vivifica a los fecundos y reprende a los estériles.

LUCAS 3,10-14


9310 (Lc 3,10)

Y preguntándole las gentes: "¿Qué es, pues, lo que debemos hacer?" Les respondió diciendo: "El que tiene dos vestidos dé al que no tiene ninguno, y haga otro tanto el que tiene qué comer". Y vinieron también a él publicanos para que los bautizase, y le dijeron: "Maestro, y nosotros, ¿qué debemos hacer?" Respondióles: "No exijáis más de lo que os está ordenado". Le preguntaban también los soldados: Y nosotros, ¿qué haremos?" A éstos dijo: "No maltratéis a nadie, ni le calumniéis, y contentaos con vuestras pagas". (vv. 10-14)

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20. Consta por las precedentes palabras de Juan Bautista que se turbaron los corazones de los oyentes que le pedían al Bautista consejo, como se ve por lo que sigue: "Y preguntándole, etc."

Orígenes, in Lucam, 23. Tres clases de personas preguntan a San Juan acerca de su salvación: Una a quien la Escritura llama turba, otra a quien llama publicanos, y la tercera la comprendida bajo el nombre de soldados.

Teofilacto. Previene a los publicanos y a los soldados que se abstengan de obrar mal, pero a las turbas -como no tenían malicia- les mandó que hiciesen algo bueno, por lo cual prosigue: "Les respondía diciendo: El que tiene dos vestidos, dé", etc.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20. Como la túnica nos es más necesaria que la capa corresponde a un digno fruto de penitencia que partamos con el prójimo no sólo lo que no nos es necesario, sino también lo necesario, como el vestido que nos ponemos, o el alimento con que vivimos materialmente, según se ve en las palabras: "Y haga otro tanto el que tiene que comer".

San Basilio. Aquí se nos enseña que todo lo que nos sobra, después de cubrir nuestras propias necesidades, estamos obligados a darlo por Dios a aquel que no tiene, porque El es el que nos ha dado todo lo que tenemos.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 20. Porque está escrito en la ley: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Lv 19,18), no puede decirse que ama a su prójimo el que no parte con él, en caso de necesidad, aun aquello que le es necesario: por esto se nos dice que demos al prójimo una túnica cuando tengamos dos; porque, si sólo tenemos una y la dividimos, ninguno se viste. De todo esto debemos aprender cuanto sea el valor que tienen las obras de misericordia, cuando se nos prescribe entre todas las otras como dignos frutos de penitencia.

San Ambrosio. Para cada estado hay preceptos particulares; pero el de la misericordia es común para todos, por tanto a todos se les manda que den al que no tiene. La misericordia es la perfección de las virtudes; sin embargo, la misericordia se mide según la posibilidad de cada uno, para que nadie se prive de todo lo que tiene sino que dé parte de ello al pobre.

Orígenes, in Lucam, 23. Este pasaje tiene un sentido más profundo, porque así como no debemos servir a dos señores, tampoco debemos tener dos vestidos, para que así no sea uno de hombre viejo, y otro del nuevo; sino que debemos desnudar al hombre viejo y dar su vestido al que está desnudo. Así uno tiene uno, pero el otro no tiene ninguno, y nos fortaleceremos contra el enemigo. Y como está escrito que precipitemos nuestros pecados en lo profundo del mar, así conviene alejemos de nosotros los vicios y los pecados, y los arrojemos sobre aquel que fue causa de que los cometiéramos.

Teofilacto. Alguno interpreta esto de las dos túnicas, por el espíritu y la letra de la Escritura; y San Juan aconseja al que tiene las dos que instruya al ignorante y le enseña por lo menos la letra.

Beda. Se demuestra el gran valor que tiene la palabra del Bautista, cuando obligó a los publicanos, y los soldados a que le pidiesen consejo respecto de su salvación, por lo que sigue: "Y vinieron también a él publicanos", etc.

San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 24. Grande es el poder de la virtud, cuando los ricos buscan en el pobre el camino de la felicidad.

Beda. Les manda que no exijan más de lo que les está prescrito. Por lo cual sigue: Les respondió: "No exijáis más de lo que os está ordenando". Se llaman publicanos los que recaudan las contribuciones públicas, o los que arriendan los impuestos del fisco o de las rentas públicas, y también los que obtienen ganancia por medio de los negocios de la vida; a todos los cuales, según su oficio, aparta igualmente de todo fraude, para que desde luego no deseen los bienes ajenos, y lleguen después a repartir los suyos con el prójimo. Prosigue: "Le preguntaban también los soldados", etc. Les aconseja una templanza justa, para evitar que calumnien ni exijan botín de aquellos a quienes debieran ayudar con sus pagas. De aquí prosigue: Y les dijo: "No hagáis extorsiones a nadie (esto es, por violencia), ni lo calumniéis (a saber, por malicia fraudulente) y contentaos con vuestras pagas".

San Ambrosio. Enseña por tanto que el ejército tiene sueldo señalado, para impedir que merodee o robe.

San Gregorio Nacianceno, oratio 19. Llama sueldo a la provisión del emperador y a los premios que por ley se daban a los jefes.

San Agustín, contra Faustum, 22, 74. Sabía pues, que cuando aquéllos obraban como soldados, no eran homicidas, sino ministros de la ley, no vengadores de injurias, sino defensores de la tranquilidad pública. Porque de otro modo les hubiese contestado: Abandonad las armas, dejad la milicia, no hiráis, no maltratéis, ni matéis a nadie. ¿Qué es lo que hay de culpable en la guerra? ¿Acaso la muerte de los que han de morir, para que manden en paz los que han de vencer? Vituperar esto es propio de los temerosos, no de los religiosos. El deseo de dañar, la venganza cruel, el ánimo duro e implacable, la ferocidad cuando se pelea, el deseo de dominar, y otras cosas semejantes, he aquí lo que se considera culpable en la guerra; para castigar lo cual, resistiendo a la violencia de los enemigos (por mandato de Dios, o de algún poder legítimo), los buenos emprenden guerras cuando se encuentran en un orden de cosas que los obliga a mandar hacer la guerra o a obedecer la orden de hacerla.

San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 11. Cuando hablaba a los publicanos y a los soldados San Juan quería elevarlos a conocimientos más profundos; pero como todavía no estaban preparados para ello, les enseña cosas menos importantes; porque no hubiesen entendido lo primero y hubiesen quedado privados de lo último.

LUCAS 3,15-17


9315 (Lc 3,15-17)

Mas opinando el pueblo que quizá Juan era el Cristo y prevaleciendo esta opinión en los corazones de todos, Juan lo rebatió diciendo públicamente: "Yo en verdad os bautizo con agua; mas está para venir otro más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar la correa de sus zapatos: El os bautizará con el Espíritu Santo, y con el fuego. Tomará en su mano el bieldo, y limpiará su era, metiendo después el trigo en su granero, y quemando la paja en un fuego inextinguible". (vv. 15-17)

Orígenes, in Lucam, 25. Era justo que se distinguiese a San Juan más que a los demás hombres, porque todos vivían de una manera muy diferente; por lo cual lo amaban con mucha razón, aunque traspasando los límites de la caridad. Dice así el evangelista: "Mas opinando el pueblo que quizá Juan era...".

San Ambrosio. ¿Qué cosa más absurda que pensar que está en otro, y no creer que está en sí mismo? De quién juzgaban que había de nacer de una mujer, no creen que haya venido de una virgen; y en verdad que la señal de la venida del Salvador se había fijado en el parto de una virgen y no en el de una mujer.

Orígenes, in Lucam, 25. El amor tiene sus peligros, si traspasa su límite. El que ama a otro debe examinar la naturaleza de su amor y la causa por la que ama, y no debe amar más que lo que la persona amada merece, porque si traspasa los límites y el modo de la caridad, tanto el que ama como el que es amado pecarán.

Expositor Griego. Por lo cual San Juan no se vanaglorió por la opinión que todos habían formado de él, ni siquiera pareció apetecer el primado, sino que abrazó la más profunda humildad. Y prosigue: "Juan la rebatió", etc.

Beda. ¿Cómo les respondió sabiendo que pensaban en su interior que era Cristo, sino porque no sólo pensaban, sino que además le habían enviado sacerdotes y levitas a preguntarle si efectivamente era el Cristo, según refiere el otro evangelista?

San Ambrosio. San Juan conocía los secretos del corazón; pero examinemos en virtud de qué gracia; porque es el don de Dios quien revela, no el poder humano, quien ve más auxiliado de Dios, que de su esfuerzo natural. Respondió inmediatamente y probó que él no era el Cristo, pues obraba por un ministerio visible. Porque como constaba de dos dimensiones, esto es, de alma y de cuerpo, se consagra el misterio de un modo visible en lo visible y de un modo invisible en lo invisible. Así el cuerpo se lava con el agua, y los pecados del alma con el espíritu; aunque en la misma fuente se halla un soplo de la gracia del Señor; por tanto una cosa fue el bautismo de la penitencia y otra el de la gracia. Este bautismo es de penitencia y de gracia, el otro es solamente de penitencia. La obra del hombre consiste en hacer penitencia de sus pecados, el don de Dios en obrar la gracia del misterio. Queriendo evitar la envidia que le tendrían si creyesen que era Dios, manifestó no sólo con palabras sino con obras, que él no era el Cristo. Así que dice: "Mas está por venir otro más poderoso que yo", etc. Y no hace comparación al hablar así, porque no puede haberla entre el Hijo de Dios y el hombre; sino que dice que, aunque muchos son fuertes, ninguno lo es más que Cristo. En fin, lejos de hacer comparación, añade: "Al cual no soy digno de desatar la correa de sus zapatos", etc.

San Agustín, De consensum Evangelistarum., 2, 12. San Mateo dice: "No soy yo digno de llevarle las sandalias" (Mt 3,11) Ahora, si viniese al caso entender "llevarle las sandalias", en sentido diferente que "desatar la correa de sus zapatos", de modo que un evangelista haya dicho una cosa y los demás otra, todos sin embargo han referido la verdad; y si San Juan, al hablar del calzado del Señor, intentó sólo mostrar la excelencia de Este y la humildad suya, cualquiera de estas cosas que hubiera dicho, ya desatar las correas de sus zapatos, o ya llevarle las sandalias, hubiera venido a decir lo mismo, e igualmente los otros evangelistas, porque haciendo mención del calzado, se expresa la misma humildad.


San Ambrosio. Diciendo: "No soy yo digno de llevarle las sandalias" manifiesta que se ha dispensado la gracia de predicar el Evangelio a los apóstoles, que están calzados por el Evangelio. Parece por tanto, que San Juan dice esto porque representa al pueblo judío.

San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 7. Dice que él no es digno de desatar la correa de sus zapatos, como si dijese: Yo no puedo quitar el calzado de los pies del Redentor, porque no usurpo para mí, el nombre de esposo que no merezco. Porque era costumbre entre los antiguos, que cuando alguno no quería recibir por mujer aquella que le correspondía, le desataba el calzado el que se casaba con ella por derecho de parentesco. O porque el calzado se hace de pieles de animales muertos, habiendo encarnado nuestro Señor, apareció como calzado, porque tomó para sí la mortalidad de nuestra corrupción. La correa del calzado es, pues, como el nudo del misterio; así San Juan no puede desatar la correa del calzado, porque no puede comprender el misterio de la encarnación, que conoció por el espíritu de profecía.

San Juan Crisóstomo, homilia in Mattheum, 11. Y como había dicho que su bautismo no tenía más que agua, da por consiguiente a conocer la excelencia del bautismo que administrará Jesucristo, cuando añade: "El os bautizará con el Espíritu Santo y con el fuego"; manifestando por medio de esta metáfora la abundancia de la gracia. No dice, pues: Os dará el Espíritu Santo, sino os bautizará, y por lo que añade del fuego, manifiesta la virtud de la gracia. Y así como Jesucristo llama agua a la gracia del Espíritu, manifestando por la palabra agua la pureza que produce a la vez que el inmenso consuelo que introduce en nuestras almas; y así San Juan con la palabra fuego expresa el fervor y la rectitud de la gracia, como también el fin de los pecados.

Beda. Puede entenderse con la palabra fuego el Espíritu Santo, porque abrasa por el amor y por la sabiduría, ilumina los corazones que llena por lo que los apóstoles recibieron el bautismo del Espíritu Santo por medio de un fuego visible. Hay quienes exponen esto así porque al presente debemos ser bautizados por el Espíritu Santo, y en lo futuro por medio del fuego, porque así como renacemos por el agua y el Espíritu a la gracia así entonces seremos purificados de ciertas manchas leves por el bautismo del fuego del purgatorio.

Orígenes, in Lucam, 25. Y así como San Juan esperaba junto al río Jordán a los que iban a bautizarse y rechazaba a algunos llamándolos: "Raza de víboras" (Mt 3,7), recibía a los que confesaban sus pecados, así nuestro Señor Jesucristo estará junto al río de fuego con la espada ardiente para bautizar en él y llevar al paraíso a todo el que desee ir a él después de esta vida y que necesite ser purificado; pero no bautizará con este fuego al que no tenga señal de los anteriores bautismos.

San Basilio, liber de Spiritu Sancto. No porque diga: "Os bautizará en el Espíritu Santo", hemos de creer completo el bautismo, en el que se invoca sólo el nombre del Espíritu; pues conviene guardar siempre la tradición en lo que se refiere a la gracia vivificante. Porque añadir o disminuir cualquier cosa, excluye de la vida eterna; que así como creemos, así recibimos el bautismo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Expositor Griego. Diciendo: "Bautizará en el Espíritu Santo", manifiesta la abundancia de la gracia y la riqueza del beneficio. Mas para que nadie piense que el es potestad y voluntad del Creador derramar beneficios y no, castigar a los desobedientes, añade: "Tomará en su mano el bieldo", manifestando que no sólo es generoso con los buenos, sino también vengador con los malos. El bieldo manifiesta la prontitud del juicio, porque en un sólo instante y sin intervalo de tiempo, separará a los condenados de los que han de salvarse.

San Cirilo.En cuanto a lo que añade: "Y limpiará su era", dice con ello el Bautista que la Iglesia pertenece a Jesucristo como a su Señor.

Beda. Se entiende por era la Iglesia presente, en la que son muchos los llamados y pocos los escogidos (Mt 20,16) La limpieza de esta era se hace ahora en particular, cuando algún perverso es arrojado de la Iglesia por sus pecados públicos en virtud de castigo sacerdotal, o cuando es condenado después de su muerte por la severidad divina a causa de sus faltas ocultas, y generalmente se cumplirá en el fin, cuando el Hijo del hombre envíe a sus ángeles para que limpien su reino de todo escándalo (Mt 13,41)

San Ambrosio. Por el bieldo se declara el derecho del Señor de distinguir los méritos de cada uno, porque al aventar los granos en la era, se separan los vacíos de los que están llenos como si así lo dispusiera el viento. De aquí, prosigue: "Metiendo después el trigo en su granero", etc. El Señor manifiesta por esta comparación que distinguirá en el día del juicio los verdaderos méritos y los frutos de la virtud, de la infructuosa liviandad, de las malas acciones y de la vanidad, llevando a la mansión celeste a los hombres de mérito más perfecto, que son los que más se asemejan a él, que cayó como el grano de trigo en la tierra para producir abundantes frutos (Jn 12)

San Cirilo.Por medio de las pajas representa a los perezosos y a los vanos que se agitan movidos por el viento del pecado.

San Basilio. Ellos sirven a los que son dignos del reino de los cielos como la paja al trigo, y aunque no lo hagan en vista de la caridad de Dios y del prójimo, los sirven con dones espirituales y beneficios temporales.

Orígenes, in Lucam, 26. Como el trigo y la paja no pueden separarse sin el viento, tiene el bieldo en su mano, para demostrar que unos son trigo y otros paja. Si eres paja ligera (esto es, incrédulo), te mostrará la tentación lo que eres sin saberlo; si por el contrario, resistes firmemente a la tentación, no es la tentación la que te hace fiel y sufrido, sino la que pone de manifiesto la virtud que en ti estaba oculta.

San Gregorio Niceno. Conviene saber que los dones varias veces prometidos a los que viven honestamente no pueden explicarse por medio de palabras; porque ni el ojo los vio, ni el oído las oyó, ni los comprendió el corazón humano; ni guardan proporción las penas de los pecadores con nada de lo que al presente afecta a nuestros sentidos, pues aun cuando algunas de ellas se expresen con palabras, difieren mucho, sin embargo; así cuando oímos decir fuego, se nos hace conjeturar al añadir "inextinguible", circunstancia que no tiene el nuestro.

San Gregorio Magno, Moralia. 15, 14 . Se expresa de una manera admirable el fuego del infierno. En efecto, nuestro fuego material se alimenta por medio de leñas amontonadas, y no subsiste si no se le alimenta; el del infierno, por el contrario, aunque sea materia en cuanto quema físicamente a los réprobos lanzados en él, no se alimenta con leñas, sino que una vez encendido nunca se apaga.


Catena aurea ES 9303