Catena aurea ES 10815

LUCAS 18,15-17


10815 (Lc 18,15-17)

Y le traían también niños para que los tocase. Y cuando lo vieron los discípulos los reñían. Mas Jesús los llamó, y dijo: "Dejad que vengan a mí los niños, y no lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. Y en verdad os digo, que el que no recibiere el reino de Dios, como niño, no entrará en él". (vv. 15-17)

Teofilacto, super Iesus convocans. Después de lo dicho, el Señor enseña la humildad con sus actos, no rechazando a los pequeñuelos, sino recibiéndolos con gusto. Por esto dice: "Y le traían también niños", etc.

San Agustín, De verb. Dom. serm. 36. ¿A quién son presentados para que los toque, sino al Salvador? Pero si El es el Salvador, son presentados para que los salve a Aquel que había venido a salvar lo que había perecido. ¿En dónde habían perecido éstos siendo así que eran inocentes en cuanto de ellos dependía? Pero según el Apóstol (Rm 5,12), "Por medio de un hombre había entrado el pecado en el mundo". Vengan, pues, los niños, como enfermos, al médico; como pecadores, al Redentor.

San Ambrosio. A algunos puede parecer duro que los discípulos no quisieran que los niños se acercasen al Salvador; sigue, pues: "Y cuando lo vieron los discípulos los reñían". En esto puede verse, o misterio o afecto; porque no hacían esto por envidia o por aspereza respecto de los niños, sino que así creían tener gran celo por agradar al Señor, deseando evitar que fuese atropellado por las turbas. Debe menospreciarse nuestra propia utilidad cuando en ello se hace injusticia a la Divinidad. El misterio consiste en que ellos deseaban que se salvara primero el pueblo judío del cual habían nacido según la carne. Conocían muy bien el misterio de la vocación de uno y otro pueblo, puesto que ya antes habían rogado por la mujer cananea; pero acaso desconocían el orden. Por esto sigue: "Mas Jesús los llamó y dijo: Dejad que vengan a mí los niños", etc. La edad no es preferida a otra edad; de otro modo sería desagradable el crecer en años. ¿Por qué dice, pues, que los niños son a propósito para el reino de los cielos? Acaso porque no tienen malicia, no saben engañar, no se atreven a vengarse; desconocen la lujuria, no apetecen las riquezas y los honores y desconocen la ambición. Pero la virtud de todo esto no consiste en desconocerlo, sino en menospreciarlo; no consiste en no poder pecar, sino en no querer. Por tanto, no es de la niñez, sino de la inocencia, émula de la sencillez de los niños, de la que aquí se trata.

Beda. Por esto dice terminantemente: "De tales" y no de éstos, para dar a conocer que no se refería a la edad, sino a las costumbres; y por esto debían prometerse premios únicamente a los que tuviesen tal inocencia y sencillez.

San Ambrosio. El Salvador expresó esto, por último, diciendo: "En verdad os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como niño", etc. ¿Qué niño han de imitar los apóstoles del Señor sino aquel de quien dice Isaías (Is 9,6): "Un niño nos ha nacido", "Aquél que cuando es maldecido no maldice"? (1P 2,23) Así, pues, hay en la niñez la venerable ancianidad de las costumbres y en la ancianidad la inocencia de la niñez.

San Basilio. Recibiremos, pues, el reino de Dios, como un niño, si seguimos las enseñanzas de Jesucristo como el niño que aprende la buena doctrina, que nunca contradice ni disputa con los maestros, sino que estudia lo que le dicen, creyendo y obedeciendo.

Teofilacto. Los sabios de los gentiles, buscando la sabiduría en un misterio, que es el reino de Dios y no queriendo admitirlo sin pruebas silogísticas, con razón son excluidos de tal reino.

LUCAS 18,18-23


10818 (Lc 18,18)

Y le preguntó un hombre principal, diciendo: "Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?" Y Jesús le dijo: "¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino sólo Dios. Sabes los mandamientos. No matarás, no fornicarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio. Honra a tu padre y a tu madre". El dijo: "Todo esto he guardado desde mi juventud". Cuando esto oyó Jesús, le dijo: "Aún te falta una cosa: vende todo cuanto tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo, y ven y sígueme". Cuando él oyó esto se entristeció, porque era muy rico. (vv. 18-23)

Beda. Cierto hombre principal había oído del Señor que únicamente entrarían en el reino de Dios aquellos que quisiesen hacerse semejantes a los niños; y por tanto le ruega que le diga, no por una parábola, sino de un modo claro, qué podría hacer para salvarse. Por esto dice: "Y le preguntó un hombre principal, diciendo: Maestro bueno", etc.

San Ambrosio. Este hombre principal y tentador le llama maestro bueno, cuando debió llamarlo Dios bueno; porque la bondad está en la divinidad y la divinidad en la bondad. Sin embargo, añadiendo maestro bueno, lo llama bueno relativamente y no en absoluto; porque Dios en absoluto es bueno y el hombre sólo relativamente.

San Cirilo.Creyó, sin duda, sorprender a Jesucristo menospreciando la ley de Moisés, para introducir sus propios preceptos; se acerca, pues, al Maestro y, llamándolo bueno, dice que quiere ser enseñado, lo cual decía para tentarlo. Pero el que había hecho callar a los sabios con toda su astucia, le responde muy oportunamente. Prosigue: "Y le dijo el Señor: ¿Por qué me llamas bueno? ninguno es bueno sino sólo Dios".

San Ambrosio. No niega que El es bueno, pero señala a Dios. Bueno, en verdad, no es más que el que está lleno de bondad. Por tanto, si alguno se extraña de que diga que nadie es bueno, considere que también dijo sino sólo Dios. Y si el Hijo no se diferencia de Dios, Jesucristo será bueno también, porque, ¿cómo no siendo bueno ha nacido de lo Bueno? El árbol bueno da fruto bueno (Mt 7,17) ¿Cómo diremos que no es bueno, siendo así que la esencia de su bondad la recibió del Padre y ésta no ha degenerado en el Hijo, como tampoco en el Espíritu? "Tu Espíritu bueno me guiará a la tierra de justicia" (Ps 142,10) Luego, si es bueno el Espíritu que recibió del Hijo, bueno es también aquél que lo entregó. Asimismo, como el que tienta es experto en leyes, según se demuestra en otro libro, le contestó muy bien diciéndole: "ninguno hay bueno sino sólo Dios", para enseñarle que está escrito: "No tentarás al Señor tu Dios" (Dt 6,16), sino antes bien le confesarás, puesto que es bueno (Ps 135)

Crisóstomo, In Matthaeum hom. 6,4. No temeré llamar avaro a este hombre principal (porque Jesucristo le increpa así) y no tentador.

Tito Bostrense. Por tanto, cuando dice: "Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?", esto es lo mismo que si dijese: Eres bueno, dígnate contestarme a lo que te pregunto. Conozco el Antiguo Testamento, pero veo que tú eres más grande; porque no ofreces la tierra, sino que predicas el reino de los cielos. Dime pues: ¿qué haré yo para poder alcanzar la vida eterna? Conociendo el Salvador su intención (porque la fe conduce a las buenas obras), habiéndole dicho aquél ¿qué haré?, prescindiendo de esta pregunta, le da conocimiento de la fe. Como cuando alguno pregunta al médico ¿qué comeré? Y El le manifiesta lo que debe preceder a la comida, por tanto, lo remite al Padre, diciendo: ¿por qué me llamas bueno? No porque El no fuera bueno; era, pues, bueno y nacido de germen bueno; o buen Hijo de Padre bueno.

San Agustín, De quaest. Evang. 2,63. Puede también parecer que esto se diferencia de aquello que dice San Mateo (Mt 19,17): ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Lo cual puede referirse mejor a lo que preguntaba, diciendo: ¿qué haré de bueno? Aquí habla de lo que es bueno y expone una pregunta. De este modo se pueden entender fácilmente ambas cosas, ¿Por qué me llamas bueno? ¿Y qué me preguntas sobre lo que es bueno? O más bien una de estas cosas es como consecuencia de la otra.

Tito Bostrense. Finalmente, después que le dio conocimiento de la fe, añadió: "Sabes los mandamientos", como diciendo: cuando conozcas a Dios, entonces con razón podrás preguntar qué es lo que debes hacer.

San Crisóstomo. Como aquel hombre principal esperaba oír que Jesucristo le dijese: Prescinde de los mandamientos de Moisés y obedece los míos, le remite a los de Moisés; por esto sigue: "No matarás, no cometerás adulterio", etc.

Teofilacto. La ley corrige en primer lugar aquello en que pecamos con más facilidad, como el adulterio, cuyo incentivo es intrínseco y natural; y el matar, porque el furor es como un animal monstruoso y feroz. El hurto y el pecado de falso testimonio son culpas en que rara vez se incurre y menos graves que aquéllos; por tanto pone en segundo lugar el hurto y el falso testimonio, porque son faltas más raras y leves. Prosigue: "No hurtarás", etc.

San Basilio. No debe entenderse que únicamente sean ladrones los que cortan las bolsas o roban en los baños; sino también los que están constituidos en jefes de los ejércitos y aquellos a quienes se confía el gobierno de las ciudades y de los pueblos, cuando toman furtivamente alguna cosa, o la exigen públicamente y por la fuerza.

Tito Bostrense. Observa que los preceptos consisten en abstenerse de obrar. Puesto que si no cometes adulterio, eres casto. Si no robas, eres benévolo. Si no juras en falso, eres verídico. Ve aquí, pues, cómo es fácil la virtud por la bondad de quien nos la ha prescrito, pues manda la huida del mal y no el ejercicio del bien; porque el abstenerse es más fácil que el obrar.

Teofilacto. Y como faltar a los padres es un gran pecado, sin embargo, como en esto se falta rara vez, lo pone después de todo: "Honra a tu padre y a tu madre".

San Ambrosio. Este honor se les hace no sólo por el respeto, sino también por la asistencia. Porque es un honor el reconocer sus beneficios. Alimenta a tu padre, alimenta a tu madre; que aunque así lo hagas aun no habrás pagado los trabajos y los dolores que tu madre ha padecido por ti. Lo que tienes lo debes a tu padre; y lo que eres a tu madre. ¿Qué castigo merecerás si es la Iglesia la que alimenta a los que tú no quieres alimentar? Pero dirás: lo que yo había de dar a mis padres, quisiera darlo más bien a la Iglesia. Dios no quiere un don a costa del hambre de los padres; pero como la Sagrada Escritura dice que se mantenga a los padres, así también dice que se les debe dejar por Dios, si sirven de inconveniente a los sentimientos del espíritu devoto.

Prosigue: "El dijo: He observado todo esto desde mi juventud".

San Jerónimo, super Matth. 19,20. Pero este joven miente. Si en realidad hubiese cumplido lo que estaba mandado (Mt 19,19): "amarás a tu prójimo como a ti mismo" y lo hubiese cumplido con obras, ¿cómo había de retirarse triste cuando oyó después: "Ve y vende cuanto tienes y dalo a los pobres?"

Beda. No debe creerse tampoco que mintiese, sino que dijo simplemente como había vivido -en lo exterior al menos- de otro modo no diría San Marcos (Mc 10,21) que Jesús lo miró y lo amó.

Tito Bostrense. En seguida manifiesta el Señor que el que cumple con lo del Antiguo Testamento, no es perfecto si deja de seguir a Jesucristo. Por esto sigue: "Oído esto le dijo Jesús: Aún te falta una cosa: vende todo cuanto tienes", etc. Como diciendo: Preguntas cómo podrás alcanzar la vida eterna; pues distribuye tus facultades entre los pobres y la alcanzarás. Lo que vas a distribuir es poco, lo que recibirás es mucho.

San Atanasio. No creamos, pues, que los que desprecian el mundo hacen gran sacrificio, porque toda la tierra vale muy poco en comparación del cielo; por lo tanto, aun cuando fuésemos dueños de todo el mundo y renunciásemos a él, nada haríamos que fuese digno en comparación del reino de los cielos.

Beda. Todo el que quiera ser perfecto debe vender lo que tiene; no en parte, como lo hicieron Ananías y Safira, sino todo.

Teofilacto. Por tanto, cuando dice Jesús "todo lo que tienes", aconseja la extrema pobreza. Porque si algo te sobra o te queda, vivirás esclavo de ello.

San Basilio, in quaest in com. explic., qu. 92. No dice, sin embargo, que se vendan los bienes porque sean malos por naturaleza; de otro modo no serían criaturas de Dios. Por esto no aconseja que los desechemos como malos, sino que los distribuyamos. Y se condena alguno, no porque los posee, sino porque abusa de ellos; por lo cual, el distribuir los bienes según manda Dios, borra los pecados y concede la vida eterna. Por esto añade: "Y dalo a los pobres".

Crisóstomo. En realidad Dios puede alimentar a los pobres sin que nos compadezcamos de ellos; pero quiere que se unan por amor los que dan con los que reciben.

San Basilio. Diciendo, pues, el Señor: "Dalo a los pobres", creo que ninguno debe hacerlo con negligencia, sino con presteza, principalmente por sí mismo -si se tiene en algo- y si no, por aquellos de quienes consta que obrarán con fidelidad y prudencia. Porque es maldito aquel que ejecuta con pereza las obras del Señor (Jr 48,10)

Crisóstomo. Pero se pregunta cómo Jesucristo ha podido decir que es necesario para la perfección dar al pobre cuanto se tiene, cuando San Pablo dice que hacer esto sin amor es imperfecto; pero concuerda ciertamente con esto lo que añade: "Y ven y sígueme". Esto da a conocer que hay que hacerlo por amor: "todos conocerán que sois discípulos míos, si os amáis mutuamente" (Jn 13,35)

Teofilacto. Pero conviene asimismo que el hombre posea todas las demás virtudes, a la vez que la pobreza. Por esto le dice: "Y ven y sígueme"; esto es, también en lo demás sé discípulo mío, y sígueme fielmente por siempre.

San Cirilo.Aquel hombre no fue capaz de contener el vino nuevo, siendo él un odre viejo, sino que se rompió por la tristeza. Por esto sigue: "Cuando él oyó esto se entristeció", etc.

San Basilio. El mercader no se entristece gastando en las ferias lo que tiene para adquirir sus mercaderías, pero tú te entristeces dando polvo a cambio de la vida eterna.

LUCAS 18,24-30


10824 (Lc 18,24-30)

Y Jesús le dijo cuando le vio triste: "¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen dineros! Porque más fácil cosa es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios". Y dijeron los que le oían: "¿Pues quién puede salvarse?" Les dijo: "Lo que es imposible para los hombres es posible para Dios". Y dijo Pedro: "Bien ves que nosotros hemos dejado todas las cosas y te hemos seguido". El les dijo: "En verdad os digo, que ninguno hay que haya dejado casa, o padres, o hermanos, o mujer, o hijos, por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna". (vv. 24-30)

Teofilacto. Después que el rico escuchó que debía dejar sus riquezas, se marchó entristecido. El Señor, admirándose, habló, según prosigue: "Y Jesús le dijo cuando le vio triste: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen dineros!". No dice que es imposible que entren, sino difícil, porque pueden alcanzarse las cosas del cielo por medio de las riquezas (o adquirirse), pero es difícil, porque las riquezas son más pegajosas que la liga y con dificultad puede desprenderse de ellas el alma, a la cual preocupan. Pero luego indica que esto es imposible, diciendo: "Porque es cosa más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja", etc. El nombre que se pone en el texto griego se puede entender del animal que se llama camello y del cable grueso de un barco. De cualquier modo que se entienda esto, es imposible que pase un camello por el ojo de una aguja. Por tanto, si esto es más fácil que el que se salve un rico y esto que es más fácil es imposible, será más imposible que un rico se salve. ¿Y qué decir a esto? En primer lugar que es cierto que el rico no puede salvarse. Y no se me diga que se ha salvado un rico porque ha dado cuanto tenía, puesto que no se ha salvado sino porque se ha hecho pobre distribuyendo sus bienes. Una cosa es ser rico y otra el ser ecónomo o administrador, porque es rico el que guarda para sí, administrador o ecónomo el que tiene un depósito para distribuirlo a los demás.

Crisóstomo In Ioamen hom. 18. Abraham tenía, ciertamente, riquezas para los pobres. Aquellos que las poseen en justicia las reciben de Dios y las distribuyen según los mandamientos divinos. Pero aquellos que las adquieren contra Dios, las distribuyen del mismo modo, dándolas a las mujeres públicas, a los perezosos, o escondiéndolas en la tierra, sin dar nada a los pobres. No prohibe, pues, enriquecerse, sino hacerse esclavo de las riquezas. Quiere que usemos lo necesario, pero no que guardemos. Es propio del que sirve el guardar las cosas y propio del Señor el darlas. Si hubiese querido conservarlas no se las hubiese entregado a los hombres, sino que las hubiese dejado sepultadas en la tierra.

Teofilacto. Observa que dice es imposible se salve un rico y que es difícil la salvación del que posee riquezas. Como si dijese: el rico que se deja dominar de las riquezas y vive esclavizado de ellas, no se salvará, pero el que las posee, esto es, el que las domina, con dificultad se salvará, a causa de la fragilidad humana. Porque el diablo se esfuerza en perdernos mientras poseemos riquezas y es difícil huir de sus tentaciones. Por tanto, es un bien la pobreza y puede decirse que está libre de aquéllas.

Crisóstomo. Las riquezas no proporcionan comodidad ninguna cuando el alma vive en la pobreza y cuando nada en las riquezas no le hace mella la pobreza. Si es una señal de riqueza no necesitar de nada y lo es de pobreza necesitar, claro está que uno es más pobre cuanto más rico, porque es más fácil que desprecie las riquezas el pobre que el rico. Y la abundancia de riquezas no sólo no sacia la ambición del rico, sino que la aumenta, como sucede con el fuego, que se fomenta más cuando encuentra mayores elementos que devorar. Por otra parte, los males que parecen propios de la pobreza son comunes a las riquezas, mientras que los de las riquezas son propios exclusivamente de ellas.

San Agustín, De quaest. Evang. 2,47. Llama rico al que ambiciona las cosas temporales y se enorgullece de ellas. Los pobres de espíritu, de quien es el reino de los cielos, son contrarios a esta riqueza. En sentido espiritual es más fácil que Jesucristo padezca por los amantes del siglo, que éstos puedan convertirse a Jesucristo. Da a entenderse a sí mismo con el nombre de camello, porque espontáneamente sostuvo humillado la carga de nuestra debilidad. La aguja significa las punzadas. Por las punzadas debe entenderse los dolores que sufrió en su pasión, y la angustia de ella (está simbolizada) por el ojo de la aguja.

Crisóstomo In Matthaeum hom. 64. Este discurso, como era tan profundo, superaba la capacidad de comprensión de los discípulos. Por esto sigue: "Y dijeron los que le oían: Entonces, ¿quién podrá salvarse?". Los discípulos dijeron esto, no refiriéndose a sí mismos, sino temiendo por todo el mundo.

San Agustín, ut sup. A pesar de que sea incomparablemente mayor la muchedumbre de los pobres que los ricos que se pierden, puede (tal muchedumbre) salvarse. Comprendieron que todos los que aman las riquezas, aun cuando no puedan conseguirlas, deben contarse en el número de los ricos. Prosigue: "Les dijo: Lo que es imposible para los hombres", etc. Lo cual no debe entenderse de tal modo que el rico deba entrar con su ambición y su soberbia en el reino de Dios, sino que es posible para Dios que se conviertan de la ambición y de la soberbia a la caridad y a la humildad.

Teofilacto. Para los hombres, pues, cuya atención se fija en las cosas de la tierra, es imposible la salvación (como se ha dicho), pero para Dios es posible. Cuando el hombre oye los consejos de Dios y su justicia, cuando se embebe en su doctrina sobre la pobreza, e invoca su auxilio, todo se hace posible para él.

San Cirilo.Cuando el rico menosprecia muchas cosas, deberá esperar con razón la recompensa. Pero aquel que poseyendo poco, renuncia a ello, ¿qué es lo que debe esperar? Por esto sigue: "Y dijo Pedro: Bien ves que nosotros hemos dejado todas las cosas". San Mateo añade (Mt 19,27): "¿Cuál será nuestra suerte?"

Beda. Como diciendo: Hemos hecho lo que has mandado, ¿qué premio nos darás, pues? Y como no es suficiente el dejarlo todo, añadió lo que es perfecto, diciendo: "Y te hemos seguido".

San Cirilo.Es necesario decir también que los que renuncian a lo poco, en cuanto que se apunta a un nuevo modo de vida y a la obediencia, son pesados en la misma balanza que los ricos, pues tienen los mismos afectos, pero fueron más lejos que los ricos en el rechazo de las cosas que poseen. Por esto sigue: "En verdad os digo, que ninguno hay que haya dejado su casa, etc., que no haya de recibir mucho más", etc. Con esto eleva a todos los que le oyen a que esperen con confianza, prometiéndoles con juramento, cuando añade a sus palabras: "en verdad". Cuando la Palabra Divina llamó al mundo a la fe de Cristo, sucedió que algunos, mirando a sus padres infieles, no quisieron disgustarlos abrazando la fe, como lo hicieron también otros por sus hermanos. Algunos hay que dejan a su padre y a su madre y menosprecian el amor de todos sus parientes por el amor de Jesucristo.

Beda. El sentido de esto es como sigue: aquel que dejase todos sus afectos, todas las riquezas y las complacencias de la vida y prescindiese de las delicias y de los placeres por alcanzar el reino de Dios, recibirá -aun en esta vida-, mayores beneficios. En virtud de esto, algunos han inventado la fábula judaica de los mil años que seguirán a la resurrección de los justos; en cuyo tiempo todo lo que dejemos por Dios nos será devuelto con creces en tanto que se nos da la vida eterna. Y no ven los ignorantes que, si en las demás cosas la promesa puede ser digna respecto de las mujeres -según los demás evangelistas, se recibirá centuplicadamente- parece ser una torpeza, sobre todo porque el Señor asegura que en la resurrección no habrá ya matrimonio y -según San Marcos-, nos será devuelto lo que hubiéremos dejado en este tiempo con las persecuciones, que en aquellos mil años dicen que no existirán.

San Cirilo.Decimos esto porque, prescindiendo de las cosas temporales y carnales, alguno podrá obtener para sí otras mucho mejores, puesto que, aunque los apóstoles dejaron poco, obtuvieron muchos dones de la gracia y se han hecho célebres por todas partes. Seremos semejantes a ellos: si alguno dejase su casa, obtendrá las mansiones eternas; si deja su padre, tendrá al Padre celestial; si se separa de sus hermanos, recibirá a Jesucristo por hermano suyo; si deja a su mujer, encontrará la sabiduría divina, de la que obtendrá frutos espirituales y si deja a su madre, encontrará a la Jerusalén celestial, que es nuestra madre. Y aun en esta vida recibirá el cariño más afable de sus hermanos y de sus hermanas, unidos con un lazo espiritual por su propósito.

LUCAS 18,31-34


10831 (Lc 18,31)

Y tomó Jesús aparte a los doce, y les dijo: "Mirad, vamos a Jerusalén y serán cumplidas todas las cosas que escribieron los profetas, del Hijo del hombre. Porque será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y azotado, y escupido. Y después que le azotaren le quitarán la vida, y resucitará al tercer día. Mas ellos no entendieron nada de esto, y esta palabra les era escondida y no entendían lo que les decía". (vv. 31-34)

San Gregorio, in Evang hom. 2. Previendo el Salvador que su pasión turbaría el espíritu de sus apóstoles, les había predicho mucho tiempo antes lo que había de sufrir en la pasión y la gloria de su resurrección. Por esto sigue: "Y tomó Jesús aparte a los doce y les dijo: Mirad, vamos a Jerusalén", etc.

Beda. Previendo que habían de decir algunos herejes que Jesucristo había enseñado doctrinas contrarias a la ley y a los profetas, manifiesta que por los oráculos de los profetas se había anunciado la consumación de su pasión y celebrado el triunfo de su gloria posterior.

Crisóstomo In Matthaeum hom. 66. Habla con sus discípulos aparte, acerca de su pasión, porque no convenía que todos tuviesen conocimiento de ello, para que no se turbasen. Pero se lo predecía a sus discípulos para que, animados con esta esperanza, se sostuviesen firmes con más facilidad.

San Cirilo.Y para que sepan que conocía de antemano su pasión y que iba espontáneamente a ella, con el fin de que no pudiesen decir: ¿Cómo ha caído en manos de sus enemigos el que prometía salvarnos? Por esto les refiere gradualmente todo el orden de su pasión, añadiendo: "Porque será entregado a los gentiles y será escarnecido, azotado y escupido".

Crisóstomo. Esto lo había predicho ya Isaías, diciendo (Is 50,6): "He ofrecido mis espaldas a los azotes, mis mejillas a las bofetadas y no he apartado mi cara de las inmundicias de los esputos". Y aun el profeta predijo el suplicio de la cruz con estas palabras (Is 53,12): "Entregó su vida a la muerte y fue considerado entre los inicuos". Por esto añade: "Y después que le azotasen, le quitarán la vida". Pero David también había predicho su resurrección, diciendo (Ps 15,10): "No dejarás mi alma en el abismo". Por lo que añade: "Y resucitará al tercer día".

San Isidoro. Yo me sorprendo de la demencia de los que preguntan por qué Jesucristo resucitó antes del tercer día. Si hubiese resucitado después de lo que había dicho, hubiese demostrado falta de poder. Pero resucitando antes da a conocer su omnipotencia. Si alguna vez sucede que un deudor ofrece pagar a su acreedor en el término de tres días y vemos que le paga en el mismo día, no lo consideraremos como falso, sino más bien como verídico. Diré también que el Señor no había dicho que resucitaría después del tercer día, sino en el tercer día. Tenemos la víspera del sábado, el sábado hasta la puesta del sol y el día siguiente al sábado, que fue cuando resucitó.

San Cirilo.Los discípulos, sin embargo, no conocían aún de manera detallada lo que habían predicho los profetas, pero después que resucitó les dio a conocer el verdadero sentido, para que comprendiesen las Escrituras. Por esto sigue: "Mas ellos nada de esto entendieron".

Beda. Y por lo mismo que los discípulos deseaban principalmente la vida del Salvador, no podían comprender su muerte. Además, como no sólo sabían que era un hombre inocente, sino también verdadero Dios, no creían de ningún modo que podría morir. Y porque muchas veces había sucedido que lo habían oído hablar por parábolas, creían que todo lo que decía acerca de su pasión debía referirse en sentido alegórico a alguna otra cosa. Por esto sigue: "Y esta palabra les era escondida y no entendían lo que les decía". Pero los judíos, como conspiraban contra su vida, comprendían que se refería a su pasión cuando por medio de San Juan decía (Jn 3,14): "Conviene que el Hijo del hombre sea levantado". Por esto dijeron: "Nosotros sabemos por la ley que Cristo permanece eternamente; ¿cómo dices tú que el Hijo del hombre conviene que sea levantado?".

LUCAS 18,35-43


10835 (Lc 18,35-43)

Y aconteció, que acercándose a Jericó estaba un ciego sentado cerca del camino pidiendo limosna. Y cuando oyó el tropel de la gente que pasaba, preguntó qué era aquello. Y le dijeron que pasaba Jesús Nazareno. Y dijo a voces: "Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí". Y Jesús parándose, mandó que se lo trajesen. Y cuando estuvo cerca le preguntó, diciendo: "¿Qué quieres que te haga?" Y él respondió: "Señor, que vea". Y Jesús le dijo: "Ve, tu fe te ha hecho salvo". Y luego vió, y le seguía glorificando a Dios. Y cuando vio todo esto el pueblo, dio loor a Dios.

San Gregorio, in Evang hom. 21. Como los discípulos todavía eran carnales, no podían comprender las palabras misteriosas. Por esto se realiza un milagro. Un ciego recibe la vista en presencia de ellos, para que este divino prodigio los confirme en la fe. Por esto sigue: "Y aconteció que acercándose a Jericó estaba un ciego sentado pidiendo limosna", etc.

Teofilacto. Y para que el paso del Salvador no fuese inútil, hizo en el camino el milagro del ciego, dando a sus discípulos este testimonio para que procuremos hacer siempre cosa de utilidad y para que en nosotros no haya nada de ocioso.

San Agustín, De quaest. Evang. 2,48. Podríamos entender acerca de la proximidad de Jericó, que habiendo salido ya de esta ciudad, -según manera de hablar menos usada-, se encontraban todavía cerca de ella. Pero puede creerse que se dijo esto así, porque San Mateo dice que saliendo ellos de Jericó, dio vista a dos ciegos que estaban sentados junto al camino. No habría ninguna cuestión respecto del número, si uno de los evangelistas hubiese hecho omisión de uno de los ciegos, haciendo mención únicamente del otro. Porque San Marcos sólo habla de uno, que recibió la vista cuando ellos salían de Jericó. Como expresa su nombre y el de su padre, para que comprendamos que era muy conocido, mientras el otro era desconocido, parece que no quiso hablar sino del que era conocido. Pero como lo que sigue del Evangelio de San Lucas da a conocer claramente que sucedió esto cuando venían a Jericó, debemos entender que este milagro se repitió por dos veces: una en un ciego, cuando venían hacia la ciudad y otra en dos, cuando salían de ella: San Lucas hace mención de uno de estos milagros y San Mateo del otro.

San Cirilo.El pueblo que rodeaba al Salvador era numeroso y el ciego en realidad no lo conocía. Sin embargo, sentía afecto hacia El y con este afecto suplía lo que le faltaba de vista. Por esto sigue: "Y cuando oyó el tropel de la gente que pasaba, preguntó qué era aquello". Y los que tenían vista le contestaban conforme a la opinión (común)1. Sigue pues: "Le dijeron que pasaba Jesús Nazareno". Pero el ciego proclamaba la verdad. Se le enseña una cosa y predica otra; porque sigue: "Y dijo a voces: Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí". ¿Pero quién te ha enseñado esto? ¿Acaso has podido leer los libros sagrados careciendo de vista? ¿Cómo has conocido la luz del mundo? En verdad Dios ilumina a los ciegos (Ps 145)

San Cirilo.Educado en el judaísmo, no desconocía que Dios había de nacer, según la carne, de la estirpe de David. Por eso le habla como a Dios diciéndole: "Compadécete de mí". Imiten a éste los que ven en Jesucristo dos personas2, porque habla a Cristo como a Dios y lo llama hijo de David. Admírense de la fidelidad de su confesión, porque algunos querían impedirle que confesase su fe. Prosigue: "Y los que iban delante le reñían para que callase". Pero no se acobardaba su audacia por esto, porque sabía que la fe lucha y triunfa de todos los obstáculos. Es muy conveniente, por lo tanto, dejar todo miramiento por servir a Dios. Porque si hay algunos que por causa del dinero no tienen vergüenza, ¿no estaría bien tener también una sana desvergüenza cuando se trata de la salvación del alma? Por esto sigue: "Pero él gritaba mucho más: Hijo de David, ten misericordia de mí". Cristo se detiene a la voz del que lo llama con fe y echa una mirada sobre los que lo invocan. Así, llama al ciego y le manda que se aproxime. Por esto sigue: "Y Jesús, parándose, mandó que le trajesen", con el fin de que quien primero le había tocado por la fe se acercase con el cuerpo. El Señor pregunta al ciego cuando se hubo aproximado; prosigue: "Y cuando estuvo cerca le preguntó: ¿Qué quieres que te haga?" Le pregunta como misericordioso y no como ignorante para que conociesen todos los que estaban presentes que el ciego no pedía dinero, sino la gracia divina como a Dios; y prosigue: "Y él le respondió: Señor, que vea".

Crisóstomo. O bien: Cómo los judíos, calumniadores de la verdad, podían decir lo que habían dicho del ciego de nacimiento (Jn 9): "No es éste sino uno semejante a él", quiso que el ciego mostrase antes su ceguera, para que se conociese así la majestad de su gracia. Así, pues, en cuanto expuso el ciego su petición, le mandó el Salvador, lleno de majestad, que viese. Por esto sigue: "Y Jesús le dijo: Ve". Lo cual redundaba en contra de la traición de los judíos, porque ¿qué profeta ha hablado alguna vez así? Considera qué es lo que exige el médico de aquél a quien ha curado, puesto que sigue: "Tu fe te ha salvado". Los beneficios se obtienen por la fe y se difunde la gracia que la fe recibe. Y así como sacan poca agua de una fuente los que van allí con vasos pequeños y sacan mucha los que los llevan mayores, -no distinguiendo la fuente las medidas- y como sucede también a la luz, que extiende más o menos su claridad según las ventanas que se abren, así se recibe la gracia, según la medida de la intención. La voz del Salvador se convierte en luz del ciego; porque era el verbo de la verdadera luz. Por esto sigue: "Y luego vio". Pero el ciego que había demostrado su fe ardiente, quiso mostrar después su gratitud ante el beneficio recibido.

Continúa pues: "Y le seguía, glorificando a Dios".

San Cirilo.Aquí se demuestra que el ciego había sido liberado de una doble ceguera: la corporal y la intelectual. No lo hubiese alabado como a Dios, si no hubiera visto claramente, dando así ocasión a que otros lo glorificasen. Prosigue: "Y cuando vio esto todo el pueblo dio gloria a Dios".

Beda. No sólo por el beneficio de la vista que había alcanzado, sino por la fe que había obtenido.

Crisóstomo. Aquí debe examinarse por qué Jesucristo prohibió que lo siguiese el endemoniado que quería seguirlo y no se lo prohibió al ciego que había recobrado la vista. Pero, bien mirado, no hay nada de irracional en este modo de obrar. Mandó a aquél como pregonero con el fin de que proclamase a su bienhechor por su estado, porque era un gran milagro el ver a un loco furioso recobrar el juicio. Y permite que lo siga el ciego cuando se encaminaba hacia Jerusalén, porque había de consumar el gran misterio de su cruz; para que teniendo noticias de este reciente milagro, no pensasen que padecería (Jesús) por debilidad, sino por caridad.

San Ambrosio. En el ciego tenemos un tipo del pueblo gentil que recibió la claridad de la luz perdida por el sacramento del Señor. No importa que sea curado un ciego o que lo sean dos, pues como descendían de Cam y Jafet, hijos de Noé, se puede representar a los dos autores de su raza en estos dos ciegos.

San Gregorio, in Evang hom. 2. O bien representa este ciego a todo el género humano, que desconociendo la claridad de la verdadera luz desde su primer padre, sufre las tinieblas de su condenación. Jericó quiere decir luna, que cuando mengua en cada mes representa el defecto de nuestra mortalidad. Por tanto, mientras el Creador se acerca a Jericó, el ciego recobra la vista; porque cuando la divinidad asumió la debilidad de nuestra carne, el género humano recibió la luz que había perdido. Así, pues, el que desconoce la claridad de la luz eterna, está ciego, pero si cree en su Redentor, que dijo (Jn 14,6): "Yo soy la vida", está sentado junto al camino. Y si cree en El y le ruega para que pueda ver la luz eterna, entonces está sentado y mendiga junto al camino. Además, los que preceden a Jesús cuando viene, representan la muchedumbre de los deseos carnales y los tumultos de los vicios, que disipan todo nuestro pensamiento antes que Jesús venga a nuestro corazón y nos turban en nuestra oración. "Pero él clamaba mucho más"; porque cuanto más grave es el tumulto de nuestros pensamientos, tanto más debemos insistir en la oración. Así, cuando padecemos en la oración el acoso de muchas malas imágenes, conocemos que Jesús pasa cerca de nosotros. Cuando insistimos en la oración con toda vehemencia, Dios se detiene en nuestro corazón y recobramos la vista perdida. Pasar es propio de la humanidad y estar es propio de la divinidad. El Señor, al pasar, oyó al ciego que clamaba y al detenerse lo iluminó, porque por su humanidad se ha compadecido de las voces de nuestra ceguera. Pero nos ha infundido la luz de su gracia por el poder de su divinidad. Para esto nos pregunta qué queremos, a fin de animarnos a orar. Quiere, pues, que pidamos lo que El prevé que le pediremos y que nos concederá.

San Ambrosio. Preguntó también al ciego, para que comprendiésemos que únicamente podrá salvarse el que le confiese.

San Gregorio, ut sup. El ciego no pide al Señor oro sino la vista, para que busquemos nosotros no las falsas riquezas, sino la luz que podemos ver solo nosotros y los ángeles, a cuya luz nos conduce la fe. Por esto dice muy oportunamente al ciego: "Ve, tu fe te ha hecho salvo". El lo ve y lo sigue, porque practica el bien que conoce.

San Agustín, De quaest. Evang. 2,48. Si Jericó quiere decir luna, y por ende mortalidad, el Señor, aproximándose a la muerte, manda predicar la luz del Evangelio únicamente a los judíos, a quienes representó el ciego que menciona San Lucas. Pero resucitando de la muerte y abandonando Jericó, manda predicar a los judíos y a los gentiles, cuyos pueblos parece que son representados por los dos ciegos de quienes hace mención San Mateo.


Catena aurea ES 10815