Catena aurea ES 11306

LUCAS 23,6-12


11306 (Lc 23,6-12)

Pilatos, que oyó decir Galilea, preguntó si era de Galilea, y cuando entendió que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió; a la sazón se encontraba en Jerusalén. Y Herodes cuando vio a Jesús se holgó mucho; porque de largo tiempo había deseado verle, por haber oído decir de El muchas cosas, y esperaba verle hacer algún milagro. Le hizo, pues, muchas preguntas; mas El nada le respondió. Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas, acusándole con grande instancia. Y Herodes, con sus soldados, le despreció, y escarneciéndole le hizo vestir de una ropa blanca, y le volvió a enviar a Pilatos. Y aquel día quedaron amigos Herodes y Pilatos, porque antes eran enemigos entre sí. (vv. 6-12)

Beda. Pilato consideró que no debía interrogar al Señor acerca de la acusación previa, y deseaba devolverlo, juzgándolo libre, aprovechando está repentina gran ocasión. Por ello dice: "Pilato, que oyó decir Galilea, preguntó si era de Galilea". Y para no verse obligado a sentenciarle, puesto que estaba convencido de su inocencia, y de que sólo lo habían aprehendido por envidia, lo envió para que Herodes lo oyese. Porque como Herodes era el tetrarca de aquel país, podía absolverlo o condenarlo. Prosigue: "Y cuando entendió que era de la jurisdicción de Herodes, se lo remitió".

Teófil. En esto cumplía con la ley de los romanos, que ordenaba fuese sentenciado cada cual por el jefe de su jurisdicción.

San Gregorio moralium 10,30. Herodes quiso comprobar la fama de Jesucristo, cuando quiso conocer sus milagros. Prosigue: "Y Herodes, cuando vio a Jesús, se holgó", etc.

Teófil. No porque esperase alguna utilidad de su visita, sino porque deseaba ver cosas no conocidas. Creía ver un hombre extraordinario, de quien había oído que era sabio y admirable. Prosigue: "Por haber oído de El muchas cosas", etc. Quería ver lo que diría, por lo tanto, le pregunta como burlándose y como haciendo mofa. Prosigue: "Le hizo, pues muchas preguntas". Mas Jesús, que todo lo hacía con un fin racional, y que, según David, ordenaba sus palabras con toda rectitud, creyó oportuno guardar silencio en tales circunstancias. Se reservó la palabra, porque a quien no aprovecha le sirve más bien de condenación. Por esto sigue: "Pues El a nada respondía".

San Ambrosio . Calló y no hizo nada, porque su modo de creer no merecía ver nada, y el Señor condena la arrogancia. Y acaso veía representado en Herodes a todos los incrédulos, que no habiendo querido creer en la Ley ni en los Profetas, menos podían creer en las obras prodigiosas de Jesús, publicadas en el Santo Evangelio.

San Gregorio moralium 22,16. Cuando oyamos esto, debemos obrar igual. Cuando los que nos oyen quieran conocer nuestras obras, alabándonos, sin cambiar ellos su modo de obrar, debemos guardar silencio, no sea que mientras hacemos ostentación de la palabra divina, no favorezca ésta a los que son culpables, y sirva para perjuicio nuestro. Hay muchas causas que fomentan la curiosidad del que oye, especialmente si los que nos oyen alaban siempre lo que oyen, y nunca obran según lo que oyen.

San Gregorio moralium 10,30. Preguntado repetidas veces el Salvador, calló, despreciando así a aquellos que deseaban ver sus milagros. Y conteniendo interiormente su gran poder, reprende con el silencio a aquellos que sólo desean ver las cosas exteriores, dejándolos fuera por ingratos y prefiriendo ser despreciado por los soberbios a ser alabado con palabras huecas por los que no le creen. Por esto sigue: "Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas, acusándole con grande instancia, y Herodes, con sus soldados, le despreció, y le hizo vestir de una túnica blanca", etc.

San Ambrosio. No en vano fue vestido por Herodes con una túnica blanca. Así demostraba su inocencia para ser digno de sufrir la Pasión, siendo así que el Cordero de Dios había tomado a su cargo todos los pecados del mundo, cuando en sí no cabía la menor mancha.

Teófil. Pero tú considera cómo el diablo se combate a sí mismo: había condensado los oprobios y las burlas en contra de Jesucristo, pero de ellas se desprendía que Jesús no era sedicioso, porque no se habría burlado de El la plebe, que tanto se gozaba en aquellas acciones nuevas. Cuando Jesús fue remitido por Pilato a Herodes, dio principio la amistad entre ambos, demostrando Pilato que no quería usurpar derechos ajenos juzgando súbditos de la jurisdicción de Herodes. Por lo que sigue: "Y aquel día quedaron amigos", etc. Véase como el diablo reúne por doquiera lo que está separado, con el fin de facilitar la muerte del Salvador. Avergoncémonos nosotros, si por causa de nuestra felicidad no conservamos a nuestros amigos en nuestra amistad.

San Ambrosio. En la figura de Herodes y Pilato, que eran enemigos y luego se hicieron amigos por Jesucristo, están representados el pueblo judío y el gentil, que vinieron a una unión íntima por la muerte del Salvador. De tal modo que primeramente el pueblo de las naciones recoge la palabra divina, y trasmite al pueblo judío el testimonio de su fe, para que por la gloria de su majestad vistan el cuerpo de Jesucristo, que antes habían despreciado.

Beda. Esta amistad de Pilato y Herodes también significa que los judíos y los gentiles, estando muy distantes entre sí por razón de su religión, de su origen y modo de pensar, se unirían en el tiempo de las persecuciones.

LUCAS 23,13-25


11313 (Lc 23,13)

Pilatos, pues, llamó a los príncipes de los sacerdotes, y a los magistrados, y al pueblo. Y les dijo: "Me habéis presentado a este hombre como pervertidor del pueblo, y ved que preguntándole yo delante de vosotros, no hallé en este hombre culpa alguna de aquéllas de que le acusáis. Ni Herodes tampoco; porque os remití a él, y he aquí que nada se ha probado que merezca muerte. Y así le soltaré después de haberle castigado". Y debía soltarles uno en el día de la fiesta. Y todo el pueblo dio voces a una, diciendo: "Haz morir a éste y suéltanos a Barrabás": éste había sido puesto en la cárcel por cierta sedición acaecida en la ciudad, y por un homicidio. Y Pilatos les habló de nuevo, queriendo soltar a Jesús. Mas ellos volvían a dar voces, diciendo: "Crucifícale, crucifícale". Y él, tercera vez, les dijo: "¿Pues qué mal ha hecho Este? Yo no hallo en El ninguna causa de muerte: le castigaré, pues, y le soltaré". Mas ellos insistían a grandes voces, pidiendo que fuese crucificado; y crecían más sus voces. Y Pilatos juzgó que se hiciera lo que ellos pedían, y les soltó al que por sedición y homicidio había sido puesto en la cárcel, al cual habían pedido, y entregó a Jesús a la voluntad de ellos. (vv. 13-25)

San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 8. Volviendo San Lucas a las acusaciones elevadas al gobernador, luego de que narraron lo ocurrido en la casa de Herodes, dice: "Pilato, pues, llamó a los príncipes de los sacerdotes", etc. Aquí entendemos que Lucas omitió mencionar cómo Pilatos preguntó al Señor.

San Ambrosio. He aquí que Pilato absuelve a Jesucristo por su juicio y le condena por debilidad: lo envía a Herodes, y le es devuelto. Prosigue: "Ni Herodes tampoco; porque os remití a él, y he aquí que nada se ha probado", etc. Pero aunque ni uno ni otro lo juzgan digno de muerte, sin embargo, por miedo, Pilato condesciende con los deseos de la ajena crueldad.

Teófil. Jesús aparece inocente, según el testimonio de estos dos hombres. Los judíos que lo acusaban, no presentan testigos a quienes pueda darse crédito. Véase, pues, cómo triunfa la verdad. Jesús calla, y sus enemigos hablan por El. Los judíos gritan, y ninguno de ellos da razón de su clamoreo.

Beda. Desaparezcan, pues, los escritos, que después de tanto tiempo se han publicado contra Jesucristo, sin pruebas que fuese acusado ante Pilato por delito de magia; sino que han sido compuestos por los malvados en contra de Jesucristo, dando a entender que deben ser acusados de perfidia y mala fe.

Teófil. Acobardado, pues, y flojo Pilato, y no muy rígido en la defensa de la verdad, porque temía a las acusaciones, añadió: "Y así le soltaré después de castigado".

Beda. Como diciendo: Yo lo martirizaré con los azotes y las penas que queráis imponerle, con tal que no deseéis su sangre inocente. Prosigue: "Y debía soltarles uno en el día de la fiesta", etc. Tenía necesidad de ello, no porque así lo permitiese la legislación romana, sino obligado por la costumbre anual, con la que deseaba condescender.

Teófil. Los romanos habían concedido a los judíos que conservasen sus propias leyes y costumbres. Se acostumbraba pedir indulto al príncipe para los condenados a muerte, como en otro tiempo pidieron a Saúl la vida de Jonatán. Ahora se dice acerca de esta petición: (1S 14,45) "Y todo el pueblo dio voces a una, diciendo: Haz morir a Este, y suéltanos a Barrabás", etc.

San Ambrosio. No piden en vano la absolución del homicida, los que proyectaban la muerte del justo. La iniquidad tiene esas leyes, que mientras aborrece la inocencia, ama la criminalidad. En ello la interpretación del nombre da a conocer lo que este hombre representa. Barrabás quiere decir en castellano hijo de tal padre. Así, pues, aquéllos a quienes se dijo (Jn 8,44): Vosotros sois hijos del diablo, se dio a entender que habían de preferir al hijo del anticristo al Hijo verdadero de Dios.

Beda. La petición de los judíos pesa sobre ellos hasta hoy, porque prefirieron un ladrón a Jesús, y un asesino al Salvador. Con razón, pues, han perdido la salvación y la vida, y se han dedicado a toda clase de latrocinios y sediciones, desde que perdieron su patria y su reino.

Teófil. Así, pues, una gente que en otro tiempo fue santa, ahora rabia por hacer daño, mientras que Pilato, a pesar de ser gentil, se opone a la muerte injusta. Prosigue: "Y Pilato les habló de nuevo, queriendo soltar a Jesús. Mas ellos volvían a dar voces, diciendo: Crucifícale", etc.

Beda. Desean acabar con el inocente, deseando matarlo con tal clase de muerte, esto es, crucificándolo. Los crucificados, que pendían de un leño, eran sujetados al madero con clavos, que traspasaban sus pies y sus manos, y así eran muertos, para que durase su dolor. Pero el Señor había escogido muerte de cruz, porque así, vencido el diablo, habría de ser colocada ésta, como trofeo, en la frente de los fieles.

Teófil. Pilato absolvió por tercera vez a Jesús. Prosigue: "Y él, por tercera vez, les dijo: ¿Pues qué mal ha hecho? lo castigaré, pues, y lo soltaré".

Beda. Pilato se proponía satisfacer al pueblo, exponerlo a la burla y presentarlo azotado para que no insistiese obligándolo a crucificar al Salvador, como San Juan atestigua. Pero como ellos veían que toda su acusación contra el Señor quedó desvirtuada por el cuidadoso interrogatorio de Pilatos, terminan por pedir solamente que fuese crucificado.

Teófil. Gritan por tercera vez contra el Salvador, y así desmuestran que consiguen la muerte de Jesús por la fuerza de esta tercera repetición de su griterío. Prosigue: "Y Pilato juzgó que se hiciera lo que ellos pedían; y les soltó al que por sedición y homicidio había sido puesto en la cárcel, al cual habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos".

Crisóstomo. Creían que así podían conseguir hacer que apareciese Jesús como de peor condición que un ladrón, y por lo tanto perjudicial, y que por ello no debía dejársele en libertad, ni por piedad, ni por el indulto de la Pascua.

LUCAS 23,26-32


11326 (Lc 23,26-32)

Y cuando le llevaron, tomaron un hombre de Cirene, llamado Simón, que venía de una granja, y le cargaron la cruz, para que la llevase en pos del Salvador. Y le seguía una grande multitud de pueblo y de mujeres, las que le plañían y lloraban: mas Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: "Hijas de Jerusalén, no lloréis sobre mí: antes llorad sobre vosotras mismas y sobre vuestros hijos. Porque vendrán días, en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no dieron de mamar. Entonces empezarán a decir a los montes: caed sobre nosotros; y a los collados, cubridnos; porque si en el árbol verde hacen esto, ¿en el seco qué se harán?" Y llevaban con El también otros dos, que eran malhechores, para hacerles morir. (vv. 26-32)

Glosa. Luego de decidir la muerte del Salvador, es conducido hacia su crucifixión. Entonces se dice: "Y cuando lo llevaron, tomaron un hombre de Cirene, llamado Simón, que venía de una granja, y le cargaron con la cruz, para que la llevase en pos del Salvador".

San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 10. San Juan cuenta que Jesús llevaba su cruz sobre sí, de donde se entiende que era El mismo quien llevaba su cruz, cuando era conducido a aquel lugar que llaman Gólgota. A Simón se le encontró en el camino, donde se le hizo llevar la cruz hasta el sitio designado.

Teófil. Ninguno de los otros aceptaba cargar la cruz, porque ésta se consideraba como ignominiosa, y por ello obligaron a Simón Cireneo, como afrentándolo, a que llevase la cruz que los demás no querían llevar. Aquí se cumplen las palabras de (Is 9,6) : "Cuyo dominio llevaba sobre sus hombros ". El dominio del Salvador era la cruz, por medio de la que se ensalzó, como dice el Apóstol (Ph 1,8). Y así como otros llevan como signo de autoridad la faja o la mitra, Jesús lleva la cruz. Y si se examina bien se verá que Jesús no reina de otro modo sobre nosotros que por medio de las penalidades, por lo que sucede que los que viven entre delicias sean enemigos de la Cruz de Cristo.

San Ambrosio. Jesucristo llevando su cruz, ya lleva su trofeo como vencedor. Se le impone la cruz sobre los hombros, porque, ya sea que la lleve El, ya sea que la lleve Simón, Jesucristo la llevó en el hombre y el hombre en Jesucristo. No están desacordes los Evangelistas, cuando concuerdan en el misterio. El buen orden de nuestra marcha consiste en que primero llevase El el trofeo de su Pasión, para que después lo entregase a los mártires a fin de que ellos lo levantasen. Como no es judío el que lleva la cruz, sino forastero o peregrino, no va delante sino detrás. Acerca de esto se ha escrito: (Mt 16 y Lc 9,23) "Tome su cruz, y sígame".

Beda. Simón quiere decir obediente, y Cirene, heredero, en cuyos nombres se designa al pueblo gentil, que en otro tiempo era sólo peregrino y forastero de los testamentos, pero ahora se ha convertido en heredero de Dios por su obediencia. Cuando Simón vuelve de la granja, lleva la cruz siguiendo a Jesucristo, porque abandonado el culto idólatra, abraza con gusto la cruz de la Pasión de Cristo: granja, en griego, quiere decir pago, de cuyo nombre procede el de pagano.

Teófil. Toma la cruz del Salvador el que viene de la granja, esto es, el que abandona el mundo y sus pompas, dirigiéndose a Jerusalén, esto es, a la felicidad eterna. Recibe de ello un buen testimonio, porque quien es maestro a la semejanza de Jesucristo, debe tomar primero su cruz y crucificar su carne para agradar a Dios, y así ofrecerla a sus servidores y a los que le obedecen. Sigue a Jesús una multitud del pueblo y de mujeres, porque añade: "Y le seguía una grande muchedumbre del pueblo", etc.

Beda. Seguía a Jesús mucha gente, pero no lo seguían todos con el mismo fin. Porque el pueblo que había pedido su muerte, lo seguía para tener el gusto de verlo morir, y las mujeres para llorar al que estaba sentenciado. No lo seguía sólo el cortejo de mujeres llorando, sino que también lo seguía un buen número de hombres profundamente afligidos por su Pasión, pero como el sexo femenino podía manifestar su sentimiento con libertad, por ser menos estimado, lo hacía llorando.

San Cirilo.Además, el sexo femenino es siempre más inclinado al llanto, y tiene el espíritu más dispuesto a la piedad.

Teófil. Esto daba a entender, que una buena parte de los judíos habría de ir detrás de la cruz, creyendo en Jesucristo. Pero la debilidad espiritual, que se figuraba por medio de las mujeres, si llora por medio de la contrición y hace penitencia, sigue a Jesús, afligido por nuestra salvación. Lloraban también las mujeres por compasión. El que ha de padecer para triunfar, no debe ser llorado, sino más bien aplaudido. Por esto les prohibe que lloren. Prosigue, pues: "Mas Jesús, volviéndose hacia las mujeres, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí".

Beda. Esto es, cuya pronta resurrección puede destruir la muerte, cuya muerte ha de acabar con toda muerte, y aún con el mismo autor de la muerte. Debe advertirse, que cuando las llama hijas de Jerusalén, no sólo se refiere a las que lo habían seguido desde Galilea, sino a las que vivían en la ciudad de Jerusalén y se unieron a las otras.

Teófil. Manda a las que le lloraban que se fijen en los males que habrán de sobrevenir, y que lloren por ellos. Sigue: "Antes, llorad sobre vosotras mismas", etc.

San Cirilo.Dando a conocer que las mujeres se quedarían sin hijos; porque al estallar la guerra, morirían todos los judíos, tanto los grandes como los pequeños. Por esto sigue: "Porque vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles", etc.

Teófil. Sin duda, cuando las madres asesinen cruelmente a sus hijos, y lo que hubiese producido su vientre, volverán nuevamente a engendrarlo con llanto.

Beda. Cita el tiempo en que tendría lugar el sitio y la desolación que ocasionarían los romanos, del cual más arriba se había dicho: (Mt 24,19) "¡Ay de las en cinta y que críen en aquellos días!". Es natural, que cuando amenaza un cautiverio enemigo, se busquen los lugares altos y secretos, donde los hombres puedan esconderse. Por esto sigue: "Entonces comenzarán a decir a los montes: caed sobre nosotros, y a los collados: cubridnos". Refiere Josefo, que como resistiesen los judíos, los romanos registraron las cavernas de los montes y las cuevas de los collados buscando a los judíos. Cuando dice que deben llamarse bienaventuradas las estériles, se refiere, sin duda, a aquéllos de uno y otro sexo que se hicieron estériles por el reino de los cielos. Y cuando se dice a los montes y a los collados, caed sobre nosotros y cubridnos, que cuando se cae en una tentación por efecto de debilidad espiritual, se debe buscar el remedio en los ejemplos, en los consejos y en las oraciones de los fieles más elevados y espirituales.

Prosigue: "Porque si en el árbol verde hacen esto, en el seco, ¿qué se hará?" San Gregorio moralium 12,4. Se llamó a sí mismo árbol verde y a nosotros árbol seco, porque El tenía la fuerza de la divinidad, pero como nosotros somos puros hombres, se nos llama árbol seco.

Teófil. Como si dijese a los judíos: Si, pues, en mí, que soy un árbol que doy fruto saludable y estoy floreciente, de tal modo obran los romanos, ¿qué no harán con vosotros? El pueblo digo, que es semejante a un árbol seco, privado de toda virtud vivificante, y que no da fruto alguno.

Beda. Como si dijese a todos: Si yo, que no he cometido culpa alguna y me llamo árbol de vida, no salgo de este mundo sin ser víctima del fuego de las pasiones humanas, ¿qué clase de tormentos creéis que sobrevendrán a los que carecen de fruto?

Teófil. Queriendo el diablo hacer germinar una falsa idea respecto del Señor, procuró que unos ladrones fuesen crucificados a la vez que El, por lo que sigue: "Y llevaban con El otros dos, que eran malhechores, para hacerles morir".

LUCAS 23,33


11333 (Lc 23,33)

Y cuando llegaron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí; y a los ladrones, uno a la diestra y otro a la siniestra. (v. 33)

San Atanasio in Cat. Graec. Patr. En el mismo sitio donde pereció el género humano, allí ofreció Jesús su propio cuerpo. Porque donde se sembró la corrupción debió nacer la incorrupción; por esto fue crucificado en el Calvario. Dice, pues: "Y cuando llegaron al lugar que llaman de la Calavera, le crucificaron allí". Los doctores de los judíos aseguraban, que allí se encontraba el sepulcro de Adán.

Beda. Había varios sitios fuera de la ciudad en donde se decapitaba a los condenados a muerte, y tenían el nombre de Calavera, esto es, de los degollados; y así fue crucificado por la salud de todos, como culpable, entre los culpables; para que allí donde abundó el pecado, sobreabundara la gracia. (Rm 5,20)

San Cirilo.El Hijo Unigénito de Dios no padeció aquellas cosas que son propias del cuerpo en su naturaleza divina, según la cual es Dios sino más bien en su naturaleza humana. Pero se puede decir a la vez, que el mismo Hijo, padeció de uno y otro modo; esto es, que no padeció en cuanto a la divinidad, sino que padeció en cuanto a la humanidad.

San Eusebio in Cat. Graec. Patr. Si, obrando de otro modo, después de haber vivido con los hombres, se hubiese vuelto al cielo de pronto, huyendo a la muerte, los hombres le hubiesen creído un fantasma. Y del mismo modo como cuando uno nos quiere mostrar que un vaso es incombustible y que puede resistir a la acción del fuego, lo expone a las llamas y luego lo vemos salir ileso una vez sometido a su acción, así el divino Verbo, queriendo dar a conocer que el medio de que se había valido para la salvación de los hombres podía vencer a la muerte, lo sometió a prueba, sometiendo lo que era mortal a la muerte; pero después de poco, lo libró de la muerte con la ayuda del poder divino. Este es el primer fin que Jesucristo se propuso al morir. En segundo lugar, se propuso dar a conocer el poder divino, encerrado en el cuerpo de Jesucristo. Como antiguamente se acostumbraba a deificar a los hombres que morían rodeados de gloria, y los llamaban héroes o dioses, enseñó que sólo hay que confesar como verdadero Dios a aquel que muerto, ha sido engalanado con los trofeos de la victoria al haber vencido El a la muerte. En tercer lugar, quiso ofrecerse como víctima que había de ser inmolada por la salvación de todo el género humano, con la cual, una vez ofrecida, queda destruido todo el poder del infierno, y todo error disipado. Reconoce, además, otra causa la muerte del Salvador: que, en la Resurrección que habría de tener lugar después de su muerte, sus discípulos viesen confirmada su fe oculta, esa fe que tanto cuidó de enseñarles, para que, menospreciando la muerte, sufriesen con gusto toda clase de tormentos en contra del error.

Crisóstomo. El Salvador había venido, no a destruir su propia muerte, la que no tenía, porque era la Vida, sino la de los hombres. Por esto no se reservó su cuerpo de la muerte, sino que permitió que le fuese impuesta por los hombres. Y si hubiese enfermado su cuerpo, y se hubiese disuelto en presencia de todos, no habría dejado de producir mal efecto, puesto que mientras había curado las enfermedades de los demás, tenía su cuerpo sometido a las mismas. Y si hubiese abandonado el cuerpo en alguna ocasión, sin enfermedad alguna, y después se hubiese vuelto a presentar, no se habría creído que hubiera resucitado: la muerte debe preceder a la resurrección. ¿Cómo habría podido hacer creer en su resurrección, si no hubiese probado antes que había muerto? Y si todo esto hubiera sucedido en secreto, ¿cuántas mentiras no habrían inventado los hombres incrédulos? ¿Cómo podría conocerse la victoria del Salvador en su muerte, si no la hubiese sufrido en presencia de todos, y hubiese probado que la había vencido por la incorruptibilidad de su carne? De este modo se dirá: hubiera sido conveniente que hubiese elegido otra muerte mejor, evitando así la ignominia de la cruz, pero aun cuando así lo hubiera hecho, habría dado lugar a la sospecha, haciendo ver que carecía del valor suficiente para arrostrar cualquier muerte. De este modo se presenta como luchador, venciendo a aquel que su enemigo le ofrece, apareciendo más fuerte que todos. Por ello aceptó, para salvación de todos, la muerte más ignominiosa que sus enemigos le ofrecieron, y que ellos mismos consideraban como dura e infame, para que destruida ésta, quedase destruido en absoluto el dominio de la muerte. Por esto no se le corta la cabeza como al Bautista, ni fue descuartizado como Isaías, porque debía conservar el cuerpo íntegro después de su muerte, no fuera que algunos tomasen ocasión de ello para dividir su Iglesia. Quiso llevar también sobre sí la maldición en que nosotros habíamos incurrido pecando, recibiendo una muerte maldita, como lo es la de cruz, según aquellas palabras: (Dt 21) "Maldito el hombre que pende de un madero". Muere en una cruz, y con los brazos abiertos, para atraer hacia sí, con una mano, al pueblo antiguo, y con la otra, al pueblo gentil, uniéndolos entre sí y consigo mismo. Muriendo en lo alto de una cruz, purifica la atmósfera de los demonios que la inundan, facilitándonos así la subida al cielo.

Teófil. Como la muerte había entrado por un árbol, se hacía preciso destruirla por medio de otro árbol, para que sufriendo invenciblemente el Señor los dolores de la crucifixión, venciese la complacencia que había producido el árbol primero.

San Gregorio Niceno Orat 1, De resurect. Christ. La forma de la cruz, teniendo cuatro brazos que arrancan de un mismo centro, da a conocer la virtud y la providencia de Aquel que de ella pende, extendidas por todas partes.

San Agustín de Gratia Nobis et veteris testamenti. No eligió sin misterio esta clase de muerte, porque quiso enseñarnos la latitud, la longitud, la altura y la profundidad de que habla el Apóstol. Porque la latitud del madero transversal indica las buenas obras, pues en él se extienden las manos; la longitud en todo lo que se ve del madero que descansa sobre la tierra, esto es, que persiste y persevera, significa la longanimidad. La altura se encuentra en aquella parte del madero que está en la parte superior del otro que le atraviesa, dejando una parte por encima, esto es, donde llega la cabeza del crucificado. Porque la esperanza suprema de los que esperan es buena. Y finalmente, aquella parte que se oculta en la tierra, y de donde arranca todo lo demás, da a conocer la profundidad de la gracia gratuita.

Crisóstomo. Crucificaron también a dos ladrones, para que Jesús participase de las sospechas que sobre aquéllos había. Prosigue: "Y a los ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda". Pero no ha sido así, porque han sido olvidados aquéllos mientras que la Cruz del Salvador en todas partes es honrada: los reyes, dejando sus diademas, colocan la cruz en sus púrpuras, en sus coronas y en sus armas; en la Sagrada Mesa, establecida por todo el mundo, brilla la cruz. No sucede esto generalmente en las demás cosas de la vida. Mientras viven los que obran con valor, gozan en sus acciones; mas cuando estos mueren, aquellas obras desaparecen. Pero en Jesucristo sucede lo contrario; porque antes de que muriese, todo era triste; pero con su muerte, todo lo ha hecho alegre y glorioso, para que conozcamos que no era un puro hombre el que había muerto crucificado.

Beda. Los dos ladrones crucificados con Jesucristo, representan a aquellos que padecen por la fe de Cristo, o sufren los tormentos del martirio, o las penalidades de la mortificación austera. Pero los que padecen esto para alcanzar la vida eterna están representados por el ladrón de la derecha; mas el que obra así por merecer la humana alabanza, imita el proceder del mal ladrón.

LUCAS 23,34-37


11334 (Lc 23,34-37)

Mas Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Y dividiendo sus vestidos echaron suertes. Y el pueblo estaba mirando y los príncipes, juntamente con él, le denostaban y le decían: "A otros hizo salvos, sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios". Le escarnecían también los soldados, acercándose a El, presentándole vinagre, y diciéndole: "Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo". (vv. 34-37)

Crisóstomo in Cat Graec. Patr. Como el Señor había dicho, rogad por los que os persiguen, lo llevó a la práctica en cuanto subió a la cruz. Por esto sigue: (Mt 5,44) "Mas Jesús decía: Padre, perdónalos". No porque El no podía perdonar, sino para enseñarnos a rogar por los que nos persiguen, no sólo con la palabra, sino también con la obra. Pero dice: perdónalos si se arrepienten. Favorece a los que se arrepienten, si después de tanta iniquidad quieren lavar sus culpas por medio de la fe.

Beda. Y no se crea aquí que oró en vano, sino que alcanzó la conversión de aquellos que creyeron en El después que expiró. Debe advertirse que no rogó por aquellos que lo reconocieron como Hijo de Dios, y a pesar de ello prefirieron crucificarlo a confesarlo; sino por aquellos que no sabían lo que hacían, impulsados por la gloria de Dios, pero sin el verdadero conocimiento. Por lo que sigue: "No saben lo que hacen".

Expositor Griego. Nadie creerá que aquellos que después de su muerte permanecen en la infidelidad, puedan justificarse por ignorantes, siendo así que lo mostraban como verdadero Dios tantos y tan grandes milagros.

San Ambrosio. Debe considerarse ahora cómo sube a la cruz. Se le ve desnudo. Del mismo modo debe subir quien trata de vencer al mundo, esto es, desnudo de todas las afecciones mundanas. Fue vencido Adán cuando buscó con qué vestirse, y venció Aquel que sus vestidos dejó: subió en la forma que la naturaleza nos creó por obra de Dios. De este modo vivió en el paraíso el primer hombre; de este modo entró también en el eterno paraíso el segundo hombre. Muy oportunamente dejó las vestiduras reales cuando había de subir a la cruz, para que sepamos que padeció como hombre y no como Dios, aunque una y otra cosa es Jesucristo.

San Atanasio Orat in pasionem vel in crucem domini. El que tomó todas nuestras miserias por nuestro bien, vistió asimismo nuestras vestiduras (que representan la caída de Adán) para dejarlas luego, y nos reviste, en vez de éstas, con las de vida y las de incorruptibilidad.

Prosigue: "Y dividiendo sus vestidos, echaron suertes".

Teofilacto. Acaso todos ellos los necesitaban: también puede decirse que hacían esto para mayor oprobio, y llevados de cierta ambición. ¿Qué preciosidad encontraban en aquellos vestidos?

Beda. En la suerte vemos una señal de la gracia de Dios. Porque cuando se introduce la suerte, se somete el resultado, no a esta o a aquella persona, sino al desconocido juicio de Dios.

San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 12. Esto lo dicen, aunque con mucha brevedad, los otros tres Evangelistas. Unicamente San Juan explica de una manera detallada lo que entonces sucedió.

Teofilacto. Esto lo hacían por burla: porque ¿cuando los príncipes así obraban, qué había de hacer el vulgo? Prosigue: "Y el pueblo estaba (el que había pedido su crucifixión) mirando (esto es, el fin), y los príncipes, juntamente con él, le denostaban".

San Agustín De conc. evang. lib. 3, cap. 13. Dijo príncipes, y no añadió "de los sacerdotes", comprendiendo así a todos los que eran jefes, y así iban incluidos también los escribas y los ancianos.

Beda. Los que aún contra su voluntad confiesan que ha salvado a otros. Prosigue: "Y decían: a otros hizo salvos; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios".

San Atanasio ut supra. No salvándose a sí mismo, sino salvando a sus creaturas, era como quería el Señor ser reconocido por Salvador: el médico no se llama de este modo cuando se cura a sí mismo, sino cuando cura a los demás. De este modo es considerado el Señor como Salvador, cuando El no necesitaba de salvación. Tampoco quería ser reconocido como tal bajando de la cruz, sino muriendo: mucho mayor es el mérito de la muerte del Salvador, respecto de los hombres, que si entonces hubiere bajado de la cruz.

Expositor Griego. Viendo el diablo que todo le salía mal, vacilaba, y no pudiendo ya otra cosa, suscitó la idea de que se administrase al Salvador un brebaje para que lo bebiese. Prosigue: "Le escarnecían también los soldados, acercándose a El, y presentándole vinagre". Lo que el demonio desconocía que se verificaba contra él mismo; porque presentando al Salvador la amargura de la indignación nacida de la infracción de la ley -con la que dominaba a tantos-, el Salvador la aceptó, y nos dio luego vino en vez de vinagre, que fue el que la sabiduría mezcló.

Teofilacto. Fueron los soldados los que ofrecieron el vinagre al Salvador, como militares que asisten a su rey. Prosigue: "Diciendo: Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo".

Beda. Debe notarse que los judíos se burlaban del nombre de Cristo, blasfemando y como si a ellos estuviese ya confiada la interpretación de las Sagradas Escrituras, pero los soldados, como las desconocían, no insultaban a Jesucristo como el escogido de Dios, sino como rey de los judíos.


Catena aurea ES 11306