Catena aurea ES 12102

JUAN 1,2


12102 (Jn 1,2)

Este era en el principio con Dios. (v. 2)

San Hilario, De Trin., 1, 2. Las palabras del Evangelista "Y el Verbo era Dios", me hacen temblar por lo inesperadas, puesto que los profetas anunciaron que Dios era uno solo; pero para que mi temor no pueda pasar más allá, se me presenta el pescador resolviendo tan gran misterio, y refiere a uno solo todas las cosas sin ofensa, sin supresión y sin tiempo, diciendo: "Este era en el principio con Dios", cerca de Dios no engendrado, de quien es proclamado Unigénito Hijo.

Teofilacto. Para que una sospecha diabólica no inquietase a algunos sobre si el Verbo, siendo Dios, se levantaba en contra del Padre (como dicen las fábulas de los gentiles), y que separado del Padre fuese contrario al Padre, dice el Evangelista: "Este era en el principio con Dios". Como diciendo, este Verbo de Dios nunca ha existido separado de Dios.

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 3. Y para que al oír "En el principio era el Verbo" siendo eterno, no se crea que la vida del Padre fue anterior en algún espacio de tiempo a la del Hijo, añadió: "Este era en el principio con Dios", porque nunca estuvo separado de El, sino que Dios siempre estuvo con Dios. Y más adelante, para que las palabras "El Verbo era Dios" no hagan creer que era menor la divinidad del Hijo, añade en seguida la eternidad como atributo de la divinidad, cuando dice: "Este era en el principio con Dios". Y lo que ha hecho, cuando añade: "Todas las cosas fueron hechas por El".

Orígenes, ut sup. Después de enunciar el Evangelista estas tres proposiciones, las reúne en una, diciendo: "Este era en el principio con Dios". En la primera proposición hemos conocido en quién era el Verbo, porque era en el principio; en la segunda, con quién, porque era y estaba con Dios, y en la tercera, que era el Verbo, porque era Dios. Como dando a conocer que el Verbo de quien se trata era Dios, porque dijo, reuniéndolo todo en la cuarta proposición: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios y Dios era el Verbo", dice: "Este era en el principio con Dios". Si se pregunta, pues, por qué no ha dicho: "En el principio era el Verbo de Dios, y el Verbo de Dios estaba con Dios, y Dios era el Verbo de Dios"; podemos responder que, siendo una sola la verdad, una sola también es su demostración, que es la sabiduría. Pero si es una sola la verdad y una la sabiduría, también el Verbo, que anuncia la verdad y derrama la sabiduría sobre los que son susceptibles de ella, será uno solo también. Y no decimos por esto que no es el Verbo de Dios, sino que manifestamos la utilidad de la omisión de esta palabra, "de Dios". Y el mismo San Juan dice en su Apocalipsis: "Que su nombre es el Verbo de Dios" (Ap 19,13)

Alcuino. ¿Por qué pone el verbo sustantivo "era"? Para que se comprenda que había precedido a todos los tiempos el Verbo coeterno con Dios Padre.

JUAN 1,3


12103 (Jn 1,3)

Todas las cosas fueron hechas por El. Y nada ha sido hecho sin El. (v. 3)

Alcuino. Después que habló de la naturaleza del Hijo, habló de su obra, diciendo: "Todas las cosas fueron hechas por El"; esto es, todo lo que existe, o en sustancia o en cualquier otra propiedad.

San Hilario, De Trin., 1, 2. De otro modo, existía el Verbo en el principio, pero pudo no existir antes del principio. ¿Pero cómo subsistiría? "Todas las cosas fueron hechas por El". Es infinito Aquél por quien han sido hechas todas las cosas. Y como todas las cosas han sido hechas por El, también lo ha sido el tiempo.

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 4. Moisés, empezando la escritura del Antiguo Testamento, nos habla de las cosas sensibles, y enumera éstas con profusión; dice, pues: "En el principio hizo Dios el cielo y la tierra" (Gn 1,1) Y nos manifiesta a continuación que se hizo la luz, y el firmamento, toda clase de astros y todo género de animales. Pero el Evangelista, abreviando, comprende todo esto en una sola palabra, como ya conocido por los oyentes, elevándose a cosas más altas y tratando en su libro, no de las criaturas, sino de su Creador.

San Agustín, super Genesim 1, 2. Y cuando dice: "Que todas las cosas fueron hechas por El", manifiesta evidentemente que la luz fue hecha por El, cuando dijo Dios: "Hágase la luz" (Gn 1,3), y del mismo modo en las demás creaciones. Si es, pues, así, es eterno lo que dice Dios: "Hágase la luz"; porque el Verbo de Dios es Dios con Dios y coeterno con el Padre, aun cuando la criatura haya sido hecha temporal. Porque aunque indican tiempo las palabras "cuando" y "alguna vez", sin embargo es eterno en el Verbo de Dios lo que debe ser hecho, y se hace cuando debe ser hecho lo que existe en aquel Verbo, en el cual no hay "cuando" ni "alguna vez", porque todo aquel Verbo es eterno.

San Agustín, in Ioannem, tract.1. ¿Y cómo puede suceder que el Verbo de Dios haya sido hecho, cuando Dios hizo todas las cosas por el Verbo? Y si el Verbo mismo ha sido hecho, ¿por cuál otro Verbo ha sido creado? Si dices que existe un verbo del Verbo, por el cual ha sido hecho, yo digo que éste mismo es el Hijo Unigénito de Dios. Y si no le llamas Verbo de Dios, concede que entonces el Verbo no ha sido hecho por el mismo por quien han sido hechas todas las cosas.

San Agustín, De Trin., 1, 6. Pero si no ha sido hecho, no es criatura. Y si no es criatura es de la misma sustancia que el Padre, porque toda sustancia que no es Dios es criatura, y lo que no es criatura es Dios.

Teofilacto. Suelen decir los arrianos que así como por medio de una sierra se hace una puerta, así se dice que todas las cosas han sido hechas por el Hijo, no porque sea el creador, sino el instrumento. Y que de este modo, dicen, ha sido hecho el Hijo, para que por medio de él fueran hechas todas las cosas. Mas nosotros únicamente respondemos a estos forjadores de mentiras: si, pues, como decís, el Padre hubiese creado al Hijo para emplearle como instrumento, habría que deducir que la dignidad del Hijo sería inferior a la de las cosas que han sido hechas, como es inferior la sierra a lo hecho por ella, no existiendo más que para ello. Así si, según dicen, el Padre creó al Hijo a causa de aquellas cosas que por El han sido hechas, entonces, si Dios no hubiese creado nada, tampoco habría producido al Hijo. ¿Qué disparate mayor puede concebirse? Pero dicen: ¿Por qué no dijo que el Verbo hizo todas las cosas? ¿Por qué usó de esta preposición? Para que no se creyese que el Hijo era ingénito y sin principio, y creador de Dios.

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 4. Pero si te confunde la preposición "por", y buscas en la Escritura que el mismo Verbo hizo todas las cosas, veamos lo que dice David: "Señor, en el principio tú creaste la tierra, y los cielos son obras de tus manos" (Ps 101,26) Que dijo esto refiriéndose al Unigénito, puede comprenderse por las palabras del Apóstol, en su carta a los hebreos (He 1,10), cuando les habla del Hijo. Y si se dice que el profeta se refería con estas palabras al Padre, y que San Pablo las refirió al Hijo, aparece la misma dificultad. Porque no hubiera dicho que convenían al Hijo, si no hubiese creído con toda evidencia que todas las cosas que son de dignidad honran lo mismo al Padre que al Hijo. Y si además se cree enunciar alguna sujeción por dicha preposición, ¿por qué San Pablo la pone hablando del Padre? Dijo: "Fiel es el Señor, por quien hemos sido llamados a unirnos con su Hijo" (1Co 1,9) Y en otro lugar: "Pablo, apóstol, por voluntad de Dios" (2Co 1,1)

Orígenes, ut sup. También erró en esto Valentino, diciendo que el Verbo fue para el Creador la causa de la creación del mundo. Pero si la verdad de las cosas es así como él lo entiende, convenía que se hubiese escrito que el Verbo había hecho todas las cosas por el Creador, y no al contrario, que lo había hecho todo por el Verbo.

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 4. Y para que no se crea que cuando dice: "Todas las cosas fueron hechas por El", se refiere sólo a aquéllas de que habla Moisés, añade oportunamente: "Y nada ha sido hecho sin El", ya sea lo visible o ya lo inteligible. O de otro modo, para que por las palabras "todas las cosas han sido hechas por El", no se entiendan los signos (esto es, milagros) referidos por los demás evangelistas, dice: "Y nada ha sido hecho sin El".

San Hilario, De Trin., l. 2. O bien alguien dirá que la frase "Todas las cosas fueron hechas por El" es una afirmación sin límite alguno. Y que está el ingénito, que no ha sido hecho por nadie, y está el mismo Hijo, que fue engendrado por el que no fue engendrado. Pero el Evangelista se refiere al Creador y supone que tiene un compañero cuando dice: "Y nada se hizo sin El". Y cuando nada se ha hecho sin El, comprendo que no está solo; porque uno es por quien se han hecho las cosas, y otro aquel sin el cual nada se ha hecho.

Orígenes, hom 3 in div. loc. De otro modo, y para que no se crea que hay cosas que se han hecho por el Verbo, y otras que existen por sí mismas y que no se contienen en el Verbo, dice: "Y nada ha sido hecho sin El"; esto es, nada se hizo fuera de El, porque El lo abraza todo, conservándolo todo.

San Agustín, de quest nov, et vet test. Qu. 97. O cuando dice: "Nada ha sido hecho sin El", nos enseña que de ningún modo puede suponerse que El ha sido creado. ¿Cómo puede decirse que Dios ha sido hecho, cuando nada se ha hecho sin El?

Orígenes, in Ioannem, tom. 2. Si todas las cosas han sido hechas por el Verbo, también habrá hecho la malicia y la inclinación al pecado; pero esto no es verdad. En cuanto al significado, la nada y el no ser son una misma cosa. Y bien: el Apóstol llama mal a lo que no tiene ser. Dios, dice, llama a las cosas que no son como a las que son (Rm 4,17) y se llama nada al mal que ha sido hecho sin el Verbo.

San Agustín, in Ioannem, tract.1. En efecto, el pecado no ha sido hecho por El, y bien sabido es que el pecado es la nada, y que los hombres caen en ella cuando pecan. Y el ídolo no ha sido hecho por el Verbo. Tiene, es verdad, cierta forma humana y el mismo hombre ha sido hecho por el Verbo. Mas la forma del hombre, en el ídolo, no ha sido hecha por el Verbo, porque está escrito: "Sabemos que el ídolo es nada" (1Co 8,4); luego estas cosas no han sido hechas por el Verbo, sino aquéllas que han sido hechas en la naturaleza; la naturaleza universal de las cosas, como también todas las criaturas, desde el ángel hasta el gusanillo.

Orígenes, ut sup. Valentino excluye de todo lo hecho por el Verbo, todo lo hecho en los siglos que cree que existieron antes del Verbo. Pero habla contra la evidencia, porque lo que él cree divino, está separado de todas las cosas (como él dice) que bajo esta denominación se destruyen enteramente. Dicen algunos, faltando a la verdad, que el diablo no ha sido creado por Dios; porque en tanto que es diablo, no es criatura de Dios. Pero aquél a quien acontece ser diablo, es criatura de Dios; que es como si dijéramos que el homicida no era criatura de Dios, siendo así que lo es en cuanto es hombre.

San Agustín, De natura boni, cap. 25. No deben escucharse los delirios de los hombres que creen por este pasaje debe entenderse que la nada es algo, porque la palabra 'nada' aparezca al final de la frase1. No comprenden que es lo mismo decir: "sin El nada ha sido hecho", que "sin El ha sido hecho nada".

Orígenes, ut sup. Si se interpreta el verbo en el sentido en que se encuentra en todo hombre, porque fue dado a todos por Aquél que era en el principio, también sin él no podemos cometer nada, entendiendo en el sentido más sencillo la palabra nada. Dice, pues, el Apóstol, "que el pecado había muerto sin la ley; pero una vez establecida ésta, el pecado revivió". No puede concebirse el pecado si no existe la ley. Y no había pecado cuando no existía el Verbo; porque el Señor dice: "Si yo no hubiese venido y les hubiese hablado, no tendrían pecado" (Jn 15,22) No tiene excusa el que quiere excusar la falta que ha cometido, cuando sucede que estando el Verbo presente y diciendo lo que debe hacerse, no le obedece. Y en esto no debe acusarse ni culparse al Verbo, como tampoco al maestro cuando no deja lugar al discípulo para que respecto de sus enseñanzas alegue ignorancia. Por lo tanto, todas las cosas han sido hechas por el Verbo, no sólo las naturales, sino también las que proceden de lo irracional.

JUAN 1,4


12104 (Jn 1,4)

Lo que ha sido hecho era vida en El. Y la vida era la luz de los hombres. (v. 4)

Beda, in Ioannem, in. cap 1. Como el Evangelista había dicho que toda criatura había sido hecha por el Verbo, para que no se creyese que su voluntad era mudable (como si de pronto hubiese querido hacer la criatura, sin haberla hecho nunca ab eterno), tuvo cuidado de enseñar que la criatura había sido hecha ciertamente en el tiempo, pero que había sido dispuesto en la eterna sabiduría del Creador, en qué tiempo y a cuántos había de crear; por esto dice: "Lo que ha sido hecho era vida en El".

San Agustín, in Ioannem, tract. 1. Puede redactarse también de este modo: "Lo que ha sido hecho en El", añadiendo después: "Era vida". Luego todo El es vida, si así lo expresáramos; porque ¿qué hay que no haya sido hecho en El? El es la sabiduría de Dios. Y se dice en el salmo: "Todas las cosas las has hecho en la sabiduría". Por tanto, así como todas las cosas han sido hechas por El, así han sido hechas en El. Si, pues, lo que se ha hecho en El es vida, la tierra es vida y la piedra es vida. Pero no se debe entender así, para que la secta de los maniqueos1 no nos arguya diciendo que si la piedra tiene vida, también la tiene la pared, como suelen decirlo en su delirio. Y cuando son reprendidos y rechazados suponen que lo han sacado de la Escritura, diciendo: ¿por qué se ha dicho que lo que ha sido hecho en El era vida? Dígase, pues, así: "Lo que ha sido hecho", y distíngase aquí y después añádase: "Era vida en El". Fue hecha, pues, la tierra, pero la misma tierra que fue hecha, no es vida. Pero está en la misma sabiduría de Dios espiritualmente cierta razón por la cual la tierra ha sido hecha; ésta es vida. Así como un arca no es vida en cualquier obra, pero es vida en el arte, porque vive en el alma del artífice, así, pues, la sabiduría de Dios, por quien han sido hechas todas las cosas, contiene, según el arte, todas las cosas que se hacen por dicho arte. Estas no son vida en sí mismas, pero lo son en el Verbo, por quien todo ha sido hecho.

Orígenes, hom 2 in div. loc.. Puede también distinguirse de este modo sin error: "Lo que ha sido hecho en El", y después añadir: "Era vida", para que el sentido sea éste: "Todas las cosas que han sido hechas por El y en El, son vida en El y una misma cosa en El", puesto que existían causalmente (esto es, subsisten en El mismo) antes de existir realizadas en sí mismas. Pero si se pregunta de qué modo y por qué causa todas las cosas que han sido hechas por el Verbo subsisten en El de una manera vital, uniforme y causal, tómense ejemplos de la naturaleza de las criaturas. Véase de qué modo las causas de todo lo que se contiene en la esfera de este mundo sensible subsisten uniforme y juntamente en este sol, que es la mayor de las lumbreras del mundo; de qué modo la multitud de hierbas y frutos se contiene en sus respectivas semillas; de qué modo las reglas, muchas en verdad, se juntan en el arte del artífice y viven en el alma del que las dispone; de qué modo el número infinito de líneas subsiste como una en un solo punto, y de esta manera examinemos los varios ejemplos naturales, desde los cuales, como ayudados por una teoría física, podremos elevarnos con los ojos del alma hasta los arcanos del Verbo, y en cuanto es permitido a la inteligencia humana, conocer cómo todas las cosas que han sido hechas por el Verbo viven y han sido hechas en El.

San Hilario, De Trin., 1, 2. También puede leerse de este modo. Cuando dijo "Y nada se hizo sin el mismo", alguno puede decir como perturbado: luego, hay algo que ha sido hecho por otro y que no ha sido hecho sin embargo sin El. Y si algo ha sido hecho por otro (aun cuando no sin El), ya no ha sido hecho todo por El, porque una cosa es hacer, y otra intervenir en lo que se hace. Pero el Evangelista refiere que no se ha hecho nada sin El, diciendo: "Lo que ha sido hecho en El". Por tanto, no se ha hecho sin El lo que en El ha sido hecho. Y esto que ha sido hecho en El, también ha sido hecho por El; porque "todas las cosas han sido creadas por El y en El". En El han sido creadas, porque era engendrado Dios creador. Pero por esta misma razón nada ha sido hecho sin El de lo hecho en El, porque el Dios naciente era vida, y el que así era, fue hecho vida antes de haber nacido. Por tanto, nada sucedía sin El, de entre todas las cosas que se hacían en El. Porque era vida la que hacía estas cosas, y el Dios que ha nacido no ha existido después de haber nacido, sino que existía también cuando nacía.

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 4. No pongamos punto final donde dice: "Y nada se hizo sin El", según entienden los herejes2. Porque aquéllos, como quieren probar que el Espíritu Santo ha sido creado, dicen: "Lo que ha sido hecho en El, era vida". Pero esto no puede entenderse en tal sentido, porque no era aún el momento de hablar aquí del Espíritu Santo. Pero dejémoslos hablar del Espíritu Santo, y pasemos por su interpretación, con lo cual veremos el inconveniente que resulta. Cuando se dice, pues, "Lo que ha sido hecho en El, era vida", dicen que el Espíritu Santo se llama vida. Pero se ve luego que esta vida es la luz, porque añade: "Y la vida era la luz de los hombres", lo que interpretan los herejes diciendo que el Espíritu Santo es la luz de todos. Lo que llama antes Verbo, aquí, como consecuencia, le llama Dios, vida y luz. Pero el Verbo se hizo carne; se habrá, pues, encarnado el Espíritu Santo y no el Hijo. Por tanto, renunciemos a esta interpretación de la lectura, y hagamos una lección y exposición conveniente. Después de las palabras: "Todas las cosas han sido hechas por El, y sin El nada se ha hecho de lo que ha sido hecho", debe suspenderse el sentido hasta las siguientes: "En El estaba la vida", como si dijese: "Sin El nada se ha hecho de lo que ha sido hecho", esto es, de las cosas factibles. Y véase cómo con esta adición sencilla se corrige todos los inconvenientes que pudieran ocurrir. Añadiendo a las palabras "sin El nada se ha hecho", estas otras "de lo que ha sido hecho" comprende a todos los seres inteligentes, y exceptúa al Espíritu Santo. Porque el Espíritu Santo no existía en el Verbo como habiendo de ser hecho. Mas estas cosas de que hemos hablado las dijo San Juan respecto de la condición de las cosas, e introduce lo siguiente sobre la providencia, diciendo: "En El estaba la vida". Del mismo modo, pues, que del manantial que engendra los mares, o de una profundísima fuente no se puede agotar el agua por mucho que se beba, así, por lo que respecta al Unigénito, todo lo que se considere hecho por El no le hace menor en nada, porque este nombre de vida no se refiere aquí solo a la naturaleza de las cosas, sino también a su cuidado y conservación. Y cuando oímos que en El estaba la vida, no debemos considerarle compuesto. Porque así como el Padre tiene la vida en sí mismo, concedió al Hijo que la tuviera (Jn 5,26), por lo tanto, así como no podemos decir que el Padre es compuesto, tampoco el Hijo.

Orígenes, in Ioannem, tom. 3. Conviene tener en cuenta que el Salvador dice de algunas cosas que no son para sí sino para otros, mientras que de otras dice que son tanto para sí como para otros. Donde dice: "Lo que ha sido hecho en el Verbo era vida", debe examinarse si es vida para sí y para otros, o para otros únicamente. Y si para otros, para qué otros. La vida es lo mismo que la luz. El es la luz de los hombres, y así El es la vida de los hombres, de quienes es luz. Y de este modo cuando se dice vida, puede decirse el Salvador, vida, no de sí mismo, sino de otros de quienes es también luz. Esta vida existe en el Verbo de Dios de una manera inseparable, y existe juntamente desde que ha sido hecha por El. Conviene, pues, que la razón o el verbo preexista en el alma para purificarla, a fin de que, una vez limpia de sus pecados, aparezca pura, y se introduzca así, y se engendre la vida en aquél que se ha hecho susceptible del Verbo de Dios. No se dice que el Verbo fue hecho en el principio, porque no existía el principio sin el Verbo de Dios; pero la vida de los hombres no estaba siempre en el Verbo, sino que esta vida de los hombres fue hecha porque la vida es la luz de los hombres. Cuando el hombre no existía, tampoco existía la luz de los hombres que después habían de poder ver. Y por tanto dice: "Lo que ha sido hecho en el Verbo era vida". Y no "lo que estaba en el Verbo era vida". Se encuentra otra variante aceptable, que dice: "Lo que ha sido hecho en El es vida". Si entendemos, pues, que la vida de los hombres, que está en el Verbo, es Aquél de quien dice San Juan: "Yo soy la vida" (Jn 14,6), debemos confesar que no vive ninguno de los infieles de Cristo, sino que están muertos todos los que no viven en Dios.


Teofilacto. Había dicho "que en El estaba la vida", para que no se crea que el Verbo estaba separado de ella. Ahora manifiesta que es la vida espiritual y la luz de todos los seres racionales. Por esto añade: "Y la vida era la luz de los hombres". Como diciendo: Esta luz no es sensible, sino intelectual, e ilumina a la misma alma.

San Agustín, in Ioannem, tract. 1. Y por esta misma vida son iluminados los hombres; los animales no son iluminados, porque no tienen alma racional que pueda conocer la sabiduría; pero el hombre, porque ha sido hecho a imagen de Dios, tiene alma racional, por la que es capaz de sabiduría. Luego aquella vida, por medio de la que han sido hechas todas las cosas, es luz y es vida, y no de cualquiera de los animales, sino de los hombres.

Teofilacto. No dijo, por tanto: Es luz únicamente para los judíos, sino para todos los hombres. Todos los hombres en tanto recibimos inteligencia y razón del Verbo que nos creó, en cuanto somos iluminados por El; porque la razón que nos ha sido dada (por la cual somos racionales) es luz que nos dirige para obrar y para no obrar.

Orígenes, in Ioannem 3, 1. No debe pasarse en silencio que la vida precede a la luz de los hombres; no era propio que tuviese luz el que aún no vivía, y que a la vida precediese la luz. Pensar que "la vida era la luz de los hombres" significa que Cristo es luz y vida sólo de los hombres es herético. Lo que se dice de algunos, no se dice solamente de algunos. Porque está escrito de Dios "que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob"; pero no se dice que sea Dios sólo de estos solos patriarcas. Y no porque se diga que es luz de los hombres se excluye que sea luz de otros seres. Hay un intérprete que por las palabras: "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza" (Gn 1,26) supone que todo lo que ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios debe entenderse por el hombre, y que así la luz de los hombres es la luz de toda criatura racional.

JUAN 1,5


12105 (Jn 1,5)

Y la luz en las tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron. (v. 5)

San Agustín, in Ioannem, tract.1. Aquella vida es la luz de los hombres, pero no pueden comprenderla los corazones insensatos, porque no se lo permiten sus pecados. Y para que no crean que esta luz no existe, porque no pueden verla, prosigue: "Y la luz resplandece en las tinieblas; mas las tinieblas no la comprendieron". Así como el hombre ciego, puesto delante del sol, aun cuando está en su presencia se considera como ausente de él, así todo insensato está ciego, aun cuando tiene delante la sabiduría. Pero en tanto que ésta se encuentra delante de él, está él ausente por su ceguera y no es que ella está lejos de él, sino él lejos de ella.

Orígenes, in Ioannem, tom. 3. Y si la vida es lo mismo que la luz de los hombres, ninguno que está en las tinieblas tiene vida, ni ninguno de los que viven está en las tinieblas. Y como todo el que vive se encuentra en la luz, todo el que está en la luz vive a la vez. Y bien, teniendo esto en cuenta podemos entender recíprocamente que la muerte es lo contrario de la vida, y las tinieblas de los hombres lo contrario de la luz de los hombres. De aquí que el que existe en las tinieblas está también en la muerte, y que el que hace obras de muerte no puede subsistir más que en las tinieblas. Por el contrario, aquél que hace cosas propias de la luz, o aquél cuyas acciones brillan delante de los demás hombres, y el que se acuerda de Dios, no está en la muerte, según aquello que se dice en el Salmo: "No tiene parte en la muerte aquél que se acuerda de ti" (Ps 6) En cuanto a que las tinieblas de los hombres y la muerte sean de naturaleza semejante, no es asunto de este lugar. Nosotros éramos tinieblas en otro tiempo, pero ahora somos luz en el Señor si somos santos y espirituales en algún modo. Todo aquél que fue alguna vez tinieblas lo ha sido como San Pablo, cuando fue capaz y apto de convertirse en luz en el Señor, etc. Además la luz de los hombres es nuestro Señor Jesucristo, quien se ha dado a conocer por la naturaleza humana a toda criatura racional e intelectual, como también ha manifestado los misterios de su divinidad, por los que es igual al Padre, a los corazones de los fieles, según aquellas palabras del Apóstol: "En otro tiempo fuisteis tinieblas; pero ahora sois luz en el Señor". Di, pues: "La luz luce en las tinieblas", porque todo el género humano, no por su naturaleza sino por causa del pecado original, estaba en las tinieblas de la ignorancia de la verdad. Mas Jesucristo resplandece en los corazones de los que le conocen después de nacer de la Virgen. Y como hay algunos que todavía permanecen en las tinieblas oscurísimas de la impiedad y de la perfidia, el Evangelista añade: "Mas las tinieblas no la comprendieron". Como diciendo: "La luz resplandece en la tinieblas de las almas fieles, partiendo de la fe y llevando a la esperanza". Pero la ignorancia y la perfidia de los corazones inexpertos no han comprendido la luz del Verbo de Dios que resplandece en la carne: éste es el sentido moral. Y la teoría de estas palabras (o sea su examen o su meditación), es de esta manera; la naturaleza humana, aun cuando no pecase, no podría brillar por sus propias fuerzas, porque no es luz por naturaleza sino que participa de la luz; es capaz de sabiduría, pero no es la sabiduría misma. Así como el aire no luce por sí mismo sino que se llama tinieblas, así nuestra naturaleza, mientras se examina por sí misma, no es más que cierta sustancia tenebrosa, capaz de participar de la luz de la sabiduría. Y así como el aire, cuando recibe los rayos del sol, no se dice que brilla por sí mismo, sino que la luz del sol resplandece en él, así la parte de nuestra naturaleza racional, mientras participa de la presencia del Verbo de Dios, no conoce por sí misma a su Dios ni las cosas comprensibles sino por la luz divina que se halla en ella. Y la luz brilla así en las tinieblas, porque el Verbo de Dios, vida y luz de los hombres, no cesa de lucir en nuestra naturaleza, que considerada y estudiada no es más que cierta oscuridad informe. Y como esta misma luz es incomprensible para toda criatura, las tinieblas no la comprendieron.

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 4. Las palabras: "Y la vida era la luz de los hombres", nos han enseñado de qué condición somos nosotros; después dice qué beneficios nos ha concedido el Verbo en su venida, respecto del alma. Por esto dice: "Y la vida era la luz de los hombres". No dice: la luz de los judíos, sino en general de los hombres; porque no sólo los judíos, sino también los gentiles han llegado a este conocimiento. Y no añadió: Y de los ángeles, porque hablaba sólo de la humanidad, a la cual el Verbo ha venido anunciando buenas nuevas.

Orígenes, ut sup. Preguntan algunos por qué el Verbo no se llama la luz de los hombres, sino la vida que hay en el Verbo. Y nosotros respondemos, que la vida de que se trata no es la que se dice común a los seres racionales e irracionales, sino aquélla que tiene el Verbo, y que se realiza en nosotros por participación del Verbo primitivo, para distinguir la vida aparente y falsa, y desear la verdadera vida. Por lo tanto, en primer lugar, participamos de la vida, que para algunos no es la luz en acto sino en potencia, a saber para los que no están ávidos de conseguir lo concerniente a la ciencia. Para otros, al contrario, esa participación se hace también luz en acto, y éstos son, según el Apóstol, "los que pretenden los mejores dones", a saber: el verbo de la sabiduría, al que sigue a continuación la palabra de conocimiento y de ciencia, etc.

Crisóstomo, in Ioannem, hom. 4. La palabra vida en este caso, no se refiere a aquella que hemos recibido por la creación, sino a aquella perpetua e inmortal, que se nos prepara por la providencia de Dios. A la llegada de esta vida queda destruido el imperio de la muerte y, brillando para nosotros una luz esplendorosa, no volveremos a ver las tinieblas. Porque esta vida subsistirá siempre, no pudiendo vencerla la muerte ni obscurecerla las tinieblas. Por lo que sigue: "Y la luz brilla en las tinieblas". Llama tinieblas a la muerte y al error, porque la luz sensible no brilla en las tinieblas, sino sin ellas. Pero la predicación de Jesucristo brilló en medio del error reinante y le hizo desaparecer, y Jesucristo muerto cambió la muerte en vida, venciéndola de modo que redimió a los que eran sus cautivos. Y como ni la muerte ni el error vencieron a esta predicación que brilla por todas partes y con su propia fuerza, añade: "Mas las tinieblas no la comprendieron".

Orígenes, ut sup. Debe saberse también que así como la palabra hombre está tomada en dos sentidos espirituales, así también las tinieblas. Y como decimos que el hombre que posee esta luz perfecciona las obras de la luz, y conoce también como iluminado por la antorcha de la ciencia, así también, por el contrario, decimos que las tinieblas son los actos ilícitos, y aquella que parece ciencia no lo es en realidad. Mas así como el Padre subsiste y no hay tinieblas en El, del mismo modo el Salvador. Pero como tomó sobre sí la semejanza de nuestra carne pecadora, no es incongruente decir respecto de El que tenga en sí algunas tinieblas, porque ha tomado las nuestras para disiparlas. Esta luz, por tanto, que se ha convertido en vida de los hombres, resplandece en las tinieblas de nuestras almas, y ha llegado hasta donde el príncipe de estas tinieblas lucha contra el género humano. Las tinieblas han perseguido esta luz, lo que se demuestra por las batallas que han sostenido el Salvador y sus hijos, luchando estas tinieblas contra los hijos de la luz. Pero, como Dios los defiende, las tinieblas no invaden la luz, ya porque no pueden seguir la velocidad de ella por su propia lentitud, ya porque, si esperan a que llegue tienen que huir cuando se aproxima. Conviene considerar que no siempre las tinieblas expresan algo malo, sino que algunas veces algo bueno, según aquellas palabras del Salmo: "Puso las tinieblas como su escondrijo" (Ps 12,12) Porque aquellas cosas que se refieren a Dios son desconocidas e imperceptibles. Diremos acerca de estas tinieblas provechosas que marchan en dirección a la luz, y entonces la comprenden; porque lo que era tinieblas mientras se ignoraba, ahora se convierte en luz conocida para aquél que ha aprendido a conocerla.

San Agustín, De civ. Dei. 8, 9. Este principio del santo Evangelio, decía cierto platónico1, debió ser escrito con letras de oro, y colocarse en los sitios más visibles de todas las iglesias.

Beda, in Ioannem, in cap. 1. Porque los evangelistas hablan de Jesucristo naciendo en el tiempo, mas San Juan atestigua que en el principio ya era él mismo, diciendo: "En el principio era el Verbo". Los otros dicen que apareció de repente en medio de los hombres; él atestigua que siempre estuvo con Dios cuando dice: "Y el Verbo estaba con Dios". Los primeros dicen que era verdadero hombre; y el último, que era verdadero Dios, diciendo: "Y el Verbo era Dios". Los demás evangelistas le consideran como hombre que vive temporalmente entre los hombres; pero San Juan le considera Dios con Dios, subsistiendo en el principio, diciendo: "Este era en el principio con Dios". Los otros exponen las grandes cosas que hizo después de la Encarnación; pero San Juan enseña que Dios Padre hizo por El toda criatura, diciendo: "Todas las cosas fueron hechas por El y nada de lo que fue hecho se hizo sin El".


Catena aurea ES 12102