Congregación para el Clero 607


PUNTOS DE REFLEXION

608
21. ¿Como manifestar mas vivamente, a través de nuestras comunidades y especialmente a través de los sacerdotes, la misericordia de Dios respecto a los necesitados? ¿Se insiste suficientemente, por ejemplo, en la practica de las obras de misericordia, tanto espirituales como corporales, como camino de maduracion cristiana y de evangelizacion?

609
22. ¿La caridad pastoral en todas sus dimensiones es verdaderamente " el alma y la fuerza de la formacion permanente " de nuestros sacerdotes?

23. ¿Concretamente, se anima a los sacerdotes a ocuparse de todos sus hermanos en el sacerdocio, en particular de los enfermos y de los ancianos y de cuantos se encuentran en dificultad? ¿Existen formas de vida en comun elegidas libremente o experiencias similares?

610
24. ¿Nuestros sacerdotes comprenden y ejercitan correctamente su funcion especifica de rectores de las comunidades puestas a su cuidado? ¿Como la ejercen?

611
25. En la formacion espiritual de los sacerdotes, ¿se da relieve suficiente a la dimension misionera de su ministerio y la dimension universal de la Iglesia?

26. ¿Existen verdades de fe o principios morales que sean facilmente omitidos en la predicacion?

612
27. Una de las tareas especificas del ministerio pastoral es la de unir fuerzas al servicio de la mision evangelizadora. ¿Se estimulan todas las vocaciones presentes en la Iglesia, respetando el carisma especifico de cada una?


CONCLUSIONES

" La nueva evangelizacion tiene necesidad de nuevos evangelizadores, y éstos son los sacerdotes que se comprometen a vivir su sacerdocio como camino especifico hacia la santidad ". (111) Para que sea asi es de fundamental importancia que cada sacerdote descubra cada dia la necesidad absoluta de su santidad personal. " Hay que comenzar purificandose a si mismo antes de purificar a los demas; hay que instruirse para poder instruir; hay que hacerse luz para iluminar, acercarse a Dios para acercar a los demas a l, hacerse santos para santificar ". (112) Esto se concreta en la busqueda de una profunda unidad de vida que conduce al sacerdote a tratar de ser, de vivir y de servir como otro Cristo en todas las circunstancias de la vida.

Los fieles de la parroquia, o quienes participan en las diversas actividades pastorales, ven -¡observan!- y oyen -¡escuchan!- no solo cuando se predica la Palabra de Dios, sino también cuando se celebran los distintos actos liturgicos, en particular la Santa Misa; cuando son recibidos en la oficina parroquial, donde esperan ser atendidos con cordialidad y amabilidad; (113) cuando ven al sacerdote que come o que descansa, y se edifican por su ejemplo de sobriedad y de templanza; cuando lo van a buscar a su casa, y se alegran por la sencillez y la pobreza sacerdotal en la que vive; (114) cuando lo ven vestido con orden su propio habito, cuando hablan con él, también sobre cosas sin importancia, y se sienten confortados al comprobar su vision sobrenatural, su delicadeza y la finura humana con la que trata también a las personas mas humildes, con auténtica nobleza sacerdotal. " La gracia y la caridad del altar se difunden asi al ambon, al confesonario, al archivo parroquial, a la escuela, a las actividades juveniles, a las casas y a las calles, a los hospitales, a los medios de transporte y a los de comunicacion social, alli donde el sacerdote tiene la posibilidad de cumplir su tarea de pastor: de todos modos es su Misa la que se extiende, es su union espiritual con Cristo Sacerdote y Hostia que lo lleva a ser -como decia san Ignacio de Antioquia- "trigo de Dios para que sea hallado pan puro de Cristo" (cfr. Epist. ad Romanos, IV, 1), para el bien de los hermanos ". (115)

De este modo, el sacerdote del Tercer Milenio hara que se repita nuevamente en nuestros dias la reaccion de los discipulos de Emaus, los cuales, después de haber escuchado del Divino Maestro Jesus la explicacion del Texto sagrado, no pueden dejar de preguntarse admirados: " ¿No es verdad que ardia nuestro corazon dentro de nosotros, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? " (Lc 24,32).

A la Reina y Madre de la Iglesia nos encomendamos nosotros mismos, los Pastores, para que, en unidad de intenciones con el Vicario de Cristo, sepamos descubrir los modos adecuados para hacer brotar en todos los presbiteros de la Iglesia un sincero deseo de renovacion en su funcion de maestros de la Palabra, ministros de los Sacramentos y guias de la comunidad. Rogamos a la Reina de la Evangelizacion que la Iglesia de hoy sepa descubrir los caminos que la misericordia del Padre, en Cristo y por el Espiritu Santo, ha preparado desde la eternidad para atraer a todos los hombres, también a los de nuestra época, a la comunion con l.

Roma, del Palacio de las Congregaciones, el 19 marzo 1999, solemnidad de San José, Patron de la Iglesia Universal.

Dario Card. Castrillon Hoyos

Prefecto

Csaba Ternyak

Arzobispo. tit. di Eminenziana

Segretario


ORACION A MARIA SANTISIMA

Maria,

Estrella de la nueva evangelizacion,

que desde el principio has sostenido y animado a los Apostoles y a sus colaboradores en la difusion del Evangelio, aumenta en los sacerdotes en el alba del Tercer Milenio la conciencia de ser los primeros responsables de la nueva evangelizacion.

Maria,

Primera evangelizada y primera evangelizadora,

que con fe, esperanza y caridad incomparables has correspondido al anuncio del Angel, intercede por quienes estan configurados a tu Hijo, Cristo Sacerdote, para que también ellos correspondan con idéntico espiritu a la llamada urgente que el Papa, en nombre de Dios, les dirige con ocasion del Gran Jubileo.

Maria,

Maestra de fe vivida,

que has recibido la Palabra divina con disponibilidad plena, ensena a los sacerdotes a familiarizarse, a través de la oracion, con esa Palabra, y a ponerse a su servicio con humildad y con ardor, de modo que continue realizando toda su fuerza salvifica durante el Tercer Milenio de la redencion.

Maria,

Llena de gracia y Madre de la gracia,

cuida a tus hijos sacerdotes, los cuales, como Tu, estan llamados a ser colaboradores del Espiritu Santo para hacer renacer a Jesus en el corazon de los fieles. En el aniversario del nacimiento de tu Hijo, ensénales a ser fieles dispensadores de los misterios de Dios: para que, con tu ayuda, abran a tantas almas el camino de la Reconciliacion y hagan de la Eucaristia la fuente y la cumbre de su propia vida y de la de los fieles que tienen encomendados.

Maria,

Estrella en el alba del Tercer Milenio,

continua guiando a los sacerdotes de Jesucristo, para que, segun el ejemplo de tu amor a Dios y al projimo, sepan ser pastores auténticos y encaminar los pasos de todos hacia tu Hijo, Luz verdadera que ilumina a todo hombre (cfr. Jn 1,9). Que los sacerdotes y, a través de ellos, todo el Pueblo de Dios, escuchen la afectuosa suplica que les diriges en el umbral del nuevo Milenio de la historia de la salvacion: " haced lo que l os diga " (Jn 2,5). " En el ano 2000 -nos dice el Vicario de Cristo- debera resonar con fuerza renovada la proclamacion de la verdad: " Ecce natus est nobis Salvator mundi " (Tertio millennio adveniente, TMA 38).


INDICE

Introduccion

Capitulo I

AL SERVICIO DE LA NUEVA EVANGELIZACION

613
1. La nueva evangelizacion tarea de toda la Iglesia

2. La necesaria e insustituible funcion de los sacerdotes

Capitulo II


MAESTROS DE LA PALABRA

614
1. Los presbiteros, maestros de la Palabra " nomine Christi et nomine Ecclesiae "

2. Para un anuncio eficaz de la Palabra

Capitulo III


MINISTROS DE LOS SACRAMENTOS

615
1. " In persona Christi Capitis "

2. Ministros de la Eucaristia: " el centro mismo del ministerio sacerdotal "

3. Ministros de la Reconciliacion con Dios y con la Iglesia

Capitulo IV


PASTORES CELOSOS DE SU GREY

616
1. Con Cristo, para encarnar y difundir la misericordia del Padre

2. " Sacerdos et hostia "

3. La accion pastoral de los sacerdotes: servir y conducir en el amor y en la fortaleza

Conclusiones

(1) Juan Pablo II, Carta. Ap. Tertio Millennio adveniente, (10 Noviembre 1994), n. 38: AAS 87 (1995), p. 30.

(2) Juan Pablo II, Carta Enc. Redemptoris missio, (7 Diciembre 1990), n. 33: AAS 83 (1991), p. 279.

(3) Cfr. Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros, Tota Ecclesia (31 Enero 1994) n. 7: Libreria Editrice Vaticana, 1994, p. 11.

(4) Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, 25 de marzo de 1992, n. 18: AAS 84 (1992), p. 685.

(5) Juan Pablo II, Carta Enc. Redemptoris missio, n. 1: l.c., p. 249.

(6) " Con frecuencia la religion cristiana corre el peligro de ser considerada como una religion entre tantas o quedar reducida a una pura ética social al servicio del hombre. En efecto, no siempre aparece su inquietante novedad en la historia: es "misterio"; es el acontecimiento del Hijo de Dios que se hace hombre y da a cuantos lo acogen el "poder de hacerse hijos de Dios" (
Jn 1,12) " (Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 46): l.c., pp. 738-739.

(7) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 2; Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 13: l.c., 677-678; Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros, Tota Ecclesia nn. 1, 3, 6: l.c., pp. 7,9,10-11; congregacion para el clero, pontificio consejo para los laicos, congregacion para la doctrina de la fe, congregacion para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, congregacion para los obispos, congregacion para la evangelizacion de los pueblos, congregacion para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostolica, pontificio consejo para la interpretacion de los textos legislativos, Instruccion Interdicasterial Ecclesiae de mysterio sobre algunas cuestiones a cerca de la colaboracion de los fieles laicos al ministerio de los sacerdotes, 15.8.97, Premisa: AAS 89 (1997), p. 852.

(8) Juan Pablo II, Carta Enc. Redemptoris missio, n. 63: l.c., p. 311.

(9) Ibid., n. 67: l.c., p. 315.

(10) Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, Introduccion: l.c. p. 4; Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, nn. 2 y 14: l.c., pp. 659-660; 678-679.

(11) Cfr. Juan Pablo II, Carta enc. Fides et ratio, n. 62 (14 Septiembre 1998), n. 62.

(12) Cfr. Catecismo de la Iglesia Catolica, n. 171.

(13) Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Dog. Lumen gentium, n. 30.

(14) Cfr. ibid, n. 48.

(15) Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 21: l.c., p. 688-690.

(16) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 12; Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 25: l.c., pp. 695-697.

(17) Cfr. Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros. Tota Ecclesia, n. 43: l.c., p. 42.

(18) S. Gregorio Magno, La Regla Pastoral, II, 1.

(19) Juan Pablo II, Discurso al VI Simposio de los Obispos europeos, (11.Octubre.1985): Insegnamenti VIII2 (1985) 918-919.

(20) Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 12: l.c., pp. 675-677.

(21) Juan Pablo II, Alocucion en la inauguracion de la IV Conferencia General del Episcopado latinoamericano, Santo Domingo (12 Octubre 1992), n. 1 : AAS 85 (1993), p. 808; cfr. Exhor. Ap. Post-sinodal Reconciliatio et poenitentia (2 Diciembre 1984), n. 13: AAS77 (1985) pp. 208-211.

(22) Pablo VI, Exhort. Ap. Evangelii nuntiandi, (8 Diciembre 1975) n. 47: AAS 68 (1976), p. 37.

(23) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Dog. Lumen gentium, n. 28.

(24) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 4; Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 26: l.c., pp. 697-700.

(25) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 5, 13, 14; Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 23, 26, 48; l.c., pp. 691-694; 697-700; 742-745; Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros, Tota Ecclesia n. 48: l.c., pp. 48ss.

(26) Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Unitatis redintegratio, n. 4.

(27) Ibidem., n. 11.

(28) Juan Pablo II, Discurso a los Obispos del CELAM, (9 Marzo 1983); Insegnamenti, VI,1 (1983), p. 698; Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 18: l.c., pp. 684-686.

(29) Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Dog. Dei verbum, n. 2.

(30) Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 4.

(31) Cfr. Catecismo de la Iglesia Catolica, n. 1550.

(32) Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 26: l.c., p. 698.

(33) Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 45: l.c., p. 44.

(34) Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 4.

(35) S. Agustin, De doctr. christ., 4,15,32: PL 34,100.

(36) Cfr. Pablo VI, Const. ap. Laudis canticum, n. 8. (1 Noviembre 1970): AAS 63 (1971), pp. 533-543.

(37) Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 45: l.c., p. 43.

(38) Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Past. Gaudium et spes, n. 22.

(39) Ibidem...

(40) Cfr. congregacion para el clero, pontificio consejo para los laicos, congregacion para la doctrina de la fe, congregacion para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, congregacion para los obispos, congregacion para la evangelizacion de los pueblos, congregacion para los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostolica, pontificio consejo para la interpretacion de los textos legislativos, Instruccion Interdicasterial Ecclesiae de mysterio sobre algunas cuestiones a cerca de la colaboracion de los fieles laicos al ministerio de los sacerdotes, (15 Agosto 1997), art. 3: AAS 89 (1997), pp. 852ss.

(41) Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 19.

(42) Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, nn. 70 yss. : l.c., pp. 778 ss.; Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros. Tota Ecclesia, n. 69 y ss: l.c., pp. 72 ss.

(43) Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, nn. 26 y 47: l.c., pp. 697-700; 740-742; Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros. Tota Ecclesia, n. 46: l.c., p. 46.

(44) Congregacion para la Educacion Catolica, de los Seminarios y de los Institutos de Estudio, Instruccion sobre el estudio de los Padres de la Iglesia en la formacion sacerdotal, (10 Noviembre 1989, nn. 26-27: AAS 82 (1990), pp. 618-619.

(45) Juan Pablo II, Carta Enc. Fides et ratio, (14 Septiembre 1998) , n. 2.

(46) Cfr. Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros, Tota Ecclesia. n. 46: l.c., p. 46.

(47) Catecismo de la Iglesia Catolica, n. 738.

(48) Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Lit.. Sacrosanctum Concilium, n. 2.

(49) Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Dog. Lumen gentium, n. 48.

(50) Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Past. Gaudium et Spes, n. 45.

(51) Cfr. Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 7b-c: l.c., pp. 11-12.

(52) Juan Pablo II, Audiencia del (5 Mayo 1993): Insegnamenti XVI, 1 (1993) 1061.

(53) Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 12.

(54) Cfr. ibidem, n. 5.

(55) Juan Pablo II, Audiencia del (12 Mayo 1993): Insegnamenti XVI, 1 (1993) 1197.

(56) Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, n. 2.

(57) Juan Pablo II, Carta a los sacerdotes en el Jueves Santo 1997, n. 5: AAS 39 (1997), p. 662.

(58) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, nn. 2;10.

(59) Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 6.

(60) Ibidem, n. 5.

(61) Cfr. Ibidem.

(62) Cfr. Juan Pablo II, Audiencia del (12 Mayo 1993): Insegnamenti XVI,1 (1993) 1197-1198.

(63) Cfr. Juan Pablo II, Carta Ap. Dies Domini, (31 Mayo 1998) n. 46: AAS XC (1998), p. 742.

(64) Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 49.

(65) Juan Pablo II, Audiencia del 12 Mayo 1993: Insegnamenti XVI,1 (1993) 1198.

(66) Cfr. ibidem; Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Sacrosantum Concilium, nn. 112, 114, 116, 120, 122-124, 128.

(67) Cfr. PIO XII, Radiomensaje al Congreso Catequético Nacional de los Estados Unidos, (26 Octubre 1946): Discorsi e Radiomessaggi VIII (1946) 288; Juan Pablo II, Exhort. Ap. Reconciliatio et paenitentia, (2 Diciembre 1984) n. 18: AAS 77 (1985), pp. 224-228.

(68) Juan Pablo II, Carta Enc. Dives in misericordia, (30 Noviembre 1980) n. 13: AAS 72 (1980), pp. 1220-1221.

(69) Cfr. Juan Pablo II, Audiencia del 22 Septiembre 1993: Insegnamenti XVI2 (1993) 826.

(70) Juan Pablo II, Carta Enc. Dives in misericordia, n. 13: l.c., p. 1219.

(71) Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 54: l.c., p. 54; Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Reconciliatio et paenitentia, n. 31: l.c., pp. 257-266.

(72) Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 32: l.c., p. 31.

(73) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 13; Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 52: l.c., pp. 52-53.

(74) Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 52: l.c., p. 53; cfr. concilio ecume. vat. ii, Decret. Presbyterorum ordinis, n. 13.

(75) Cfr. Pontificio Consejo para la Interpretacion de los Textos Legislativos, Declaracion acerca del can. 964 § 2 CIC, 16.6.98 (7 Julio 1998): AAS 90 (1998), p. 711.

(76) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 18; Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, nn. 26, 48: l.c., pp. 697-700; 742-745; Audiencia del 26 Mayo 1993: Insegnamenti XVI1 (1993), p. 1331; Exhort. Ap. Reconciliatio et paenitentia, n. 31: l.c., pp. 257-266; Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 53: l.c., p. 54.

(77) Juan Pablo II, Exhort. Ap. Reconciliatio et paenitentia, n. 31 VI: l.c., p. 266.

(78) Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 17: l.c., p. 683.

(79) A este respecto se le pide una solida preparacion sobre los temas mas habituales. En este sentido es de gran ayuda el Vademecum para los confesores sobre algunos temas de moral concernientes a la vida conyugal (Pontificio Consejo para la Familia, 12 Febrero 1997).

(80) Cfr. ibidem.

(81) Juan Pablo II, Carta Enc. Dives in misericordia, n. 13: l.c., p. 1219.

(82) Ibidem , n. 3: l.c., p. 1183.

(83) Cfr. Ibidem, n. 13: l.c., pp. 1218-1221.

(84) Ibidem, n. 8: l.c., p. 1204.

(85) Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 48: l.c., p. 49.

(86) Cfr. Juan Pablo II, Exh. Ap. Pastores dabo vobis, n. 8: l.c., pp. 668-669.

(87) Cfr. Jean-Marie Vianney, curé d'Ars: sa pensée, son coeur, présentés par Bernard Nodet, Le Puy 1960, p. 100.

(88) S. Agustin, In Johannis evangelium tractatus, 123, 5: CCL 36, 678.

(89) Cfr. Catecismo de la Iglesia Catolica, n. 875.

(90) Juan Pablo II, Carta a los sacerdotes en el Jueves Santo, 16 de Marzo de 1997, n. 4: AAS 89 (1997), p. 661.

(91) Cfr. Santo Tomas de Aquino, Summa Theol. III, q. 83, a. 1, ad 3.

(92) Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 22: l.c., p. 691.

(93) Ibidem, n. 29: l.c., p. 704.

(94) Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 6.

(95) Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 28.

(96) Catecismo de la Iglesia Catolica, n. 1550.

(97) Juan Pablo II, Audiencia del 19 Mayo 1993: Insegnamenti XVI, 1 (1993) 1254.

(98) Ibidem, n. 4: l.c., pp. 1255-56.

(99) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Dec. Presbyterorum ordinis, n. 6.

(100) Cfr. ibidem. 6.

(101) Ibidem, 6.

(102) Cfr. Congregacion del Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros. Tota Ecclesia, n. 17: l.c., pp. 18-20.

(103) S. Agustin, Ep. 134, 1: CSEL 44, 85.

(104) Cfr. Congregacion del Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros. Tota Ecclesia, n. 19: l.c., p. 21; Juan Pablo II, Discurso al Simposio sobre la " Colaboracion de los laicos en el ministerio pastoral de los presbiteros " (22 de abril de 1994), n. 4: " Sacrum Ministerium " 1 (1995) 64; congregacion para el clero, pontificio consejo para los laicos, congregacion para la doctrina de la fe, congregacion para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, Congregacion para los obispos, Congregacion para la evangelizacion de los pueblos, Congregacion para los institutos de la vida consagrada y las sociedades de vida apostolica, pontificio consejo para la interpretacion de los textos legislativos, Instruccion Interdicasterial Ecclesiae de mysterio sobre algunas cuestiones acerca de la colaboracion de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los sacerdotes, 15 Agosto 1997, Premisa: AAS 89 (1997), p. 852.

(105) Cfr. Congregacion del Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros. Tota Ecclesia, n. 66: l.c., pp. 67-68.

(106) Cfr. Catecismo de la Iglesia Catolica, n. 2442; C.I.C., can. 227; Congregacion del Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros. Tota Ecclesia, n. 33: l.c., pp. 31-32.

(107) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Const. Sacrosanctum Concilium, n. 22; C.I.C., can. 846; Congregacion del Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros. Tota Ecclesia, nn. 49 y 64: l.c., 49 e 66.

(108) Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n.26: l.c., pp. 697-700; Audiencia del 21 Abril 1993: Insegnamenti XVI,1 (1993), p. 938; Congregacion para el Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los Presbiteros. Tota Ecclesia, n. 45: l.c., pp. 43-45.

(109) Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 18: l.c., p. 684; cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Presbyterorum ordinis, n. 10.

(110) Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 18: l.c., p. 684; cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Decr. Optatam totius, n. 20.

(111) Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 82: l.c., p. 801.

(112) S. Gregorio Nacianceno, Oraciones, 2, 71: PG 35, 480.

(113) Cfr. Juan Pablo II, Exhort. Ap. Pastores dabo vobis, n. 43: l.c. pp. 731-733.

(114) Cfr. Concilio Ecumenico Vaticano II, Dec. Presbyterorum ordinis, n. 17; C.I.C., can. 282; Juan Pablo II, Exh. Ap. Pastores dabo vobis, n. 30: l.c., pp. 705-707; Congregacion del Clero, Directorio para el ministerio y la vida de los presbiteros. Tota Ecclesia, n. 67: l.c., pp. 68-70.

(115) Juan Pablo II, Audiencia del 7 Julio 1993, n. 7: Insegnamenti XVI, (1993).


CONGREGACION PARA EL CLERO

"EL PRESBITERO, PASTOR Y GUIA DE LA COMUNIDAD PARROQUIAL"

INSTRUCCION

VATICANO





Premisa

La presente Instruccion, que a través de los obispos se dirige a los parrocos presbiteros y a sus hermanos colaboradores en la "cura animarum", se inserta coherentemente en un amplio contexto de reflexion ya iniciado hace algunos anos. Con los "Directorios para el ministerio y la vida de los presbiteros" y de los diaconos permanentes, con la Instruccion interdicasterial "Ecclesiae de mysterio" y con la Carta circular "El presbitero, maestro de la palabra, guia de la comunidad y ministro de los sacramentos", se ha seguido la huella de los documentos del Concilio Vaticano II, especialmente "Lumen Gentium" y "Presbiterorum Ordinis", del "Catecismo de la Iglesia Catolica", del Codigo de Derecho Canonico y del ininterrumpido Magisterio de la Iglesia.

En concreto, el documento se situa dentro de la gran corriente misionera del "duc in altum", que marca la obra indispensable de la nueva evangelizacion del Tercer Milenio cristiano. Por este motivo, y en consideracion de las numerosas peticiones que resultaron de la consulta hecha a nivel mundial, se ha aprovechado la ocasion para proponer nuevamente una parte doctrinal que ofrece elementos de reflexion sobre los valores teologicos fundamentales que empujan a la mision y que, algunas veces, son oscurecidos. Se ha buscado, ademas, poner en evidencia la relacion entre la dimension eclesiologica-pneumatologica, que toca la esencia del ministerio, y la dimension eclesiologica, que ayuda a comprender el significado de su funcion especifica.

Con esta Instruccion también se ha querido reservar una atencion afectuosa y particular a los presbiteros que revisten el invalorable ministerio de parroco, que, en cuanto tales, se encuentran entre la gente y sufren, a menudo, innumerables dificultades. Justamente esta delicada e importante posicion ofrece la ocasion para afrontar con mayor claridad la diferencia esencial y vital entre sacerdocio comun y sacerdocio ordenado, para hacer emerger debidamente la identidad de los presbiteros y la esencial dimension sacramental del ministerio ordenado.

Ya que se ha buscado seguir las indicaciones-particularmente ricas, aun sobre plano practico-que el Santo Padre ha ofrecido en la alocucion a los participantes de la Asamblea Plenaria de la Congregacion, es util citarla a continuacion:


DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS PARTICIPANTES EN LA ASAMBLEA PLENARIA

DE LA CONGREGACION PARA EL CLERO

Viernes 23 de noviembre de 2001

Senores cardenales;

venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;

amadisimos hermanos y hermanas:



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1. Con gran alegria os acojo, con ocasion de la plenaria de la Congregacion para el clero. Saludo cordialmente al cardenal Dario Castrillon Hoyos, prefecto del dicasterio, a quien agradezco las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos los presentes. Saludo a los senores cardenales, a los venerados hermanos en el episcopado y a los participantes en vuestra asamblea plenaria, que ha dedicado su atencion a un tema muy importante para la vida de la Iglesia: el presbitero, pastor y guia de la comunidad parroquial. Al destacar la funcion del presbitero en la comunidad parroquial, se ilustra la centralidad de Cristo, que siempre debe resaltar en la mision de la Iglesia.

Cristo esta presente en su Iglesia del modo mas sublime en el santisimo Sacramento del altar. El concilio Vaticano II, en la constitucion dogmatica Lumen gentium, ensena que el sacerdote in persona Christi celebra el sacrificio de la misa y administra los sacramentos (cf. n. 10). Ademas, como observaba oportunamente mi venerado predecesor Pablo VI en la carta enciclica Mysterium fidei, inspirandose en el numero 7 de la constitucion Sacrosanctum Concilium, Cristo esta presente a través de la predicacion y la guia de los fieles, tareas a las que el presbitero esta llamado personalmente (cf. AAS 57 [1965] 762 s).



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2. La presencia de Cristo, que asi se realiza de manera ordinaria y diaria, hace de la parroquia una auténtica comunidad de fieles. Por tanto, tener un sacerdote como pastor es de fundamental importancia para la parroquia. El titulo de pastor esta reservado especificamente al sacerdote. En efecto, el orden sagrado del presbiterado representa para él la condicion indispensable e imprescindible para ser nombrado validamente parroco (cf. Codigo de derecho canonico, c. 521, 1). Ciertamente, los demas fieles pueden colaborar activamente con él, incluso a tiempo completo, pero, al no haber recibido el sacerdocio ministerial, no pueden sustituirlo como pastor.

La relacion fundamental que tiene con Cristo, cabeza y pastor, como su representacion sacramental, determina esta peculiar fisonomia eclesial del sacerdote. En la exhortacion apostolica Pastores dabo vobis afirmé que "la relacion con la Iglesia se inscribe en la unica y misma relacion del sacerdote con Cristo, en el sentido de que la "representacion sacramental" de Cristo es la que instaura y anima la relacion del sacerdote con la Iglesia" (n. 16). La dimension eclesial pertenece a la naturaleza del sacerdocio ordenado. Esta totalmente al servicio de la Iglesia, de forma que la comunidad eclesial tiene absoluta necesidad del sacerdocio ministerial para que Cristo, cabeza y pastor, esté presente en ella. Si el sacerdocio comun es consecuencia de que el pueblo cristiano ha sido elegido por Dios como puente con la humanidad y pertenece a todo creyente en cuanto injertado en este pueblo, el sacerdocio ministerial, en cambio, es fruto de una eleccion, de una vocacion especifica: "Jesus llamo a sus discipulos, y eligio doce de entre ellos" (
Lc 6,13). Gracias al sacerdocio ministerial los fieles son conscientes de su sacerdocio comun y lo actualizan (cf. Ef 4, 11-12), pues el sacerdote les recuerda que son pueblo de Dios y los capacita para "ofrecer sacrificios espirituales" (1P 2,5), mediante los cuales Cristo mismo hace de nosotros un don eterno al Padre (1P 3,18). Sin la presencia de Cristo representado por el presbitero, guia sacramental de la comunidad, esta no seria plenamente una comunidad eclesial.



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3. Decia antes que Cristo esta presente en la Iglesia de manera eminente en la Eucaristia, fuente y culmen de la vida eclesial. Esta realmente presente en la celebracion del santo sacrificio, asi como cuando el pan consagrado se conserva en el tabernaculo "como centro espiritual de la comunidad religiosa y de la parroquial" (Pablo VI, carta enciclica Mysterium fidei, 38: AAS 57 [1965] 772).

Por esta razon, el concilio Vaticano II recomienda que "los parrocos han de procurar que la celebracion de la Eucaristia sea el centro y la cumbre de toda la vida de la comunidad cristiana" (Christus Dominus,
CD 30).

Sin el culto eucaristico, como su corazon palpitante, la parroquia se vuelve estéril. A este proposito, es util recordar lo que escribi en la carta apostolica Dies Domini: "Entre las numerosas actividades que desarrolla una parroquia ninguna es tan vital o formativa para la comunidad como la celebracion dominical del dia del Senor y de su Eucaristia" (n. 35). Nada podra suplirla jamas. Incluso la sola liturgia de la Palabra, cuando es efectivamente imposible asegurar la presencia dominical del sacerdote, es conveniente para mantener viva la fe, pero debe conservar siempre, como meta a la que hay que tender, la regular celebracion eucaristica.

Donde falta el sacerdote se debe suplicar con fe e insistencia a Dios para que suscite numerosos y santos obreros para su vina. En la citada exhortacion apostolica Pastores dabo vobis reafirmé que "hoy la espera suplicante de nuevas vocaciones debe ser cada vez mas una practica constante y difundida en la comunidad cristiana y en toda realidad eclesial" (n. 38). El esplendor de la identidad sacerdotal y el ejercicio integral del consiguiente ministerio pastoral, juntamente con el compromiso de toda la comunidad en la oracion y en la penitencia personal, constituyen los elementos imprescindibles para una urgente e impostergable pastoral vocacional. Seria un error fatal resignarse ante las dificultades actuales, y comportarse de hecho como si hubiera que prepararse para una Iglesia del futuro imaginada casi sin presbiteros. De este modo, las medidas adoptadas para solucionar las carencias actuales resultarian de hecho seriamente perjudiciales para la comunidad eclesial, a pesar de su buena voluntad.



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4. La parroquia es, ademas, lugar privilegiado del anuncio de la palabra de Dios. Este anuncio se articula en diversas formas, y cada fiel esta llamado a participar activamente en él, de modo especial con el testimonio de la vida cristiana y la proclamacion explicita del Evangelio, tanto a los no creyentes, para conducirlos a la fe, como a cuantos ya son creyentes, para instruirlos, confirmarlos e impulsarlos a una vida mas fervorosa. Por lo que respecta al sacerdote, "anuncia la Palabra en su calidad de "ministro", participe de la autoridad profética de Cristo y de la Iglesia" (IB 26). Y para desempenar fielmente este ministerio, correspondiendo al don recibido, "debe ser el primero en tener una gran familiaridad personal con la palabra de Dios" (). Aunque otros fieles no ordenados lo superaran en elocuencia, esto no anularia el hecho de que es representacion sacramental de Cristo, cabeza y pastor, y de esto deriva sobre todo la eficacia de su predicacion.

La comunidad parroquial necesita esta eficacia, especialmente en el momento mas caracteristico del anuncio de la Palabra por parte de los ministros ordenados: precisamente por esto la proclamacion liturgica del Evangelio y la homilia que la sigue estan reservadas ambas al sacerdote.



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5. También la funcion de guiar a la comunidad como pastor, funcion propia del parroco, deriva de su relacion peculiar con Cristo, cabeza y pastor. Es una funcion que reviste caracter sacramental.

No es la comunidad quien la confia al sacerdote, sino que, por medio del obispo, le viene del Senor. Reafirmar esto con claridad y desempenar esta funcion con humilde autoridad constituye un servicio indispensable a la verdad y a la comunion eclesial. La colaboracion de otros que no han recibido esta configuracion sacramental con Cristo es de desear y, a menudo, resulta necesaria. Sin embargo, estos de ningun modo pueden realizar la tarea de pastor propia del parroco. Los casos extremos de escasez de sacerdotes, que aconsejan una colaboracion mas intensa y amplia de fieles no revestidos del sacerdocio ministerial en el cuidado pastoral de una parroquia, no constituyen absolutamente excepcion a este criterio esencial para la cura de las almas, como lo establece de modo inequivoco la normativa canonica (cf. Codigo de derecho canonico, c. 517, 2). En este campo, ofrece un camino seguro para seguir la exhortacion interdicasterial Ecclesiae de mysterio, hoy muy actual, que aprobé de modo especifico.

En el cumplimiento de su deber de guia, con responsabilidad personal, el parroco cuenta ciertamente con la ayuda de los organismos de consulta previstos por el Derecho (cf. Codigo de derecho canonico, cc. 536-537); pero estos deberan mantenerse fieles a su finalidad consultiva. Por tanto, sera necesario abstenerse de cualquier forma que, de hecho, tienda a desautorizar la guia del presbitero parroco, porque se desvirtuaria la fisonomia misma de la comunidad parroquial.



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6. Dirijo ahora mi pensamiento, lleno de afecto y gratitud, a los parrocos esparcidos por el mundo, especialmente a los que trabajan en la vanguardia de la evangelizacion. Los animo a proseguir su dificil tarea, pero verdaderamente valiosa para toda la Iglesia. A cada uno recomiendo recurrir, en el ejercicio del munus pastoral diario, a la ayuda materna de la bienaventurada Virgen Maria, tratando de vivir en profunda comunion con ella. En el sacerdocio ministerial, como escribi en la Carta a los sacerdotes con ocasion del Jueves santo de 1979, "se da la dimension espléndida y penetrante de la cercania a la Madre de Cristo" (n. 11: L'Osservatore Romano, edicion en lengua espanola, 15 de abril de 1979, p. 12). Cuando celebramos la santa misa, queridos hermanos sacerdotes, junto a nosotros esta la Madre del Redentor, que nos introduce en el misterio de la ofrenda redentora de su divino Hijo. "Ad Iesum per Mariam": que este sea nuestro programa diario de vida espiritual y pastoral.

Con estos sentimientos, a la vez que os aseguro mi oracion, os imparto a cada uno una especial bendicion apostolica, que de buen grado extiendo a todos los sacerdotes del mundo.


Congregación para el Clero 607