Congregacion para la Doctrina de la Fe - 5. DISCERNIMIENTO TICO


6. PERSPECTIVAS PASTORALES Y MISIONERAS

A la luz de las consideraciones hechas, es posible preguntarse ahora: ¿cuales son los objetivos pastorales, en vista de los cuales la Iglesia se hace cargo de las culpas cometidas en el pasado por sus hijos en su nombre y hace proposito de la enmienda? ¿Cuales las implicaciones en la vida del pueblo de Dios? ¿Y cuales las resonancias respecto a la mision de la Iglesia y a su dialogo con las diversas culturas y religiones?


6.1. Las finalidades pastorales

Entre las multiples finalidades pastorales del reconocimiento de las culpas del pasado se pueden poner de manifiesto las siguientes:

- En primer lugar estos actos tienden a la purificacion de la memoria, que, como se ha dicho, es el proceso de una valoracion renovada del pasado, capaz de incidir en no pequena medida en el presente, ya que los pecados pasados hacen sentir todavia su peso y permanecen como posibles tentaciones también en la actualidad. Sobre todo si ha madurado en el dialogo y en la busqueda paciente de reciprocidad con quien pudiera sentirse ofendido por sucesos o palabras del pasado, la remocion de la memoria personal y comun de cualquier causa de posible resentimiento por el mal padecido, y de todo influjo negativo de aquel hecho del pasado, puede contribuir a hacer crecer la comunidad eclesial en la santidad, por medio de la reconciliacion y de la paz en la obediencia a la Verdad. "Reconocer los fracasos de ayer, subraya el Papa, es acto de lealtad y de valentia que nos ayuda a reforzar nuestra fe, haciéndonos capaces y dispuestos para afrontar las tentaciones y las dificultades de hoy" (TMA 33). Es bueno para tal fin que la memoria de la culpa incluya todas las posibles faltas cometidas, aunque solamente algunas de ellas sean hoy mencionadas de modo frecuente. En cualquier caso, nunca se puede olvidar el precio que tantos cristianos han pagado por su fidelidad al Evangelio y al servicio del projimo en la caridad (49).

- Una segunda finalidad pastoral, estrictamente unida a la anterior, puede ser reconocida en la promocion de la perenne reforma del pueblo de Dios, "de modo que si algunas cosas, sea en las costumbres o en la disciplina eclesiastica, y asimismo en el modo de exponer la doctrina, lo cual debe ser cuidadosamente distinguido del deposito mismo de la fe, han sido observadas de modo menos cuidadoso, segun las circunstancias de hecho o de tiempo, sean oportunamente colocadas en el orden justo y debido" (50). Todos los bautizados estan llamados a "examinar su fidelidad a la voluntad de Cristo acerca de la Iglesia y, como es su obligacion, a emprender con vigor la obra de renovacion y de reforma" (51). El criterio de la verdadera reforma y de la auténtica renovacion no puede ser mas que la fidelidad a la voluntad de Dios respecto a su pueblo (52), lo que implica un esfuerzo sincero para liberarse de todo lo que aleja de ella, ya se trate de culpas presentes o se refiera a la herencia del pasado.

- Una finalidad ulterior puede verse en el testimonio que de este modo rinde la iglesia al Dios de la misericordia y a su voluntad que libera y salva, a partir de la experiencia que ella ha hecho y hace de El en la historia, y en el servicio que de este modo desarrolla en relacion con la humanidad, para contribuir a superar los males del presente. Juan Pablo II afirma que "un serio examen de conciencia ha sido auspiciado por numerosos cardenales y obispos sobre todo para la Iglesia del presente. A las puertas del nuevo milenio los cristianos deben ponerse humildemente ante el Senor para interrogarse sobre las responsabilidades que también ellos tienen en relacion con los males de nuestro tiempo" (TMA 36) y para contribuir, en consecuencia, a su superacion en la obediencia al esplendor de la Verdad salvifica.


6.2. Las implicaciones eclesiales

¿Qué implicaciones tiene un acto eclesial de peticion de perdon en la vida de la misma Iglesia? Son varios los aspectos que emergen:

- Ante todo hay que tener en cuenta los procesos diversificados de recepcion de los gestos de arrepentimiento eclesial, ya que varian en funcion de los contextos religiosos, culturales, politicos, sociales, personales etc. A esta luz se debe considerar el hecho de que acontecimientos o palabras ligadas a una historia contextualizada no tienen necesariamente un alcance universal y, viceversa, que hechos condicionados por una determinada perspectiva teologica y pastoral han implicado consecuencias de gran peso para la difusion del Evangelio (piénsese, por ejemplo, en los diversos modelos historicos de la teologia de la mision). Ademas, hay que evaluar la relacion entre los beneficios espirituales y los posibles costes de tales actos, también teniendo en cuenta los acentos indebidos que los "medios" pueden dar a algunos aspectos de los pronunciamientos eclesiales; siempre se ha de tener en cuenta la advertencia del apostol Pablo para acoger, considerar y sostener con prudencia y amor a los "débiles en la fe" (Rm 14,1). En particular, hay que prestar atencion a la historia, a la identidad y a los contextos de las Iglesias orientales y de las Iglesias que actuan en continentes o paises donde la presencia cristiana es ampliamente minoritaria.

- Se debe precisar el sujeto adecuado que debe pronunciarse respecto a culpas pasadas, sea que se trate de Pastores locales, considerados personal o colegialmente, sea que se trate del Pastor universal, el Obispo de Roma. En esta perspectiva es oportuno tener en cuenta, al reconocer las culpas pasadas e indicar los referentes actuales que mejor podrian hacerse cargo de ellas, la distincion entre magisterio y autoridad en la Iglesia: no todo acto de autoridad tiene valor de magisterio, por lo que un comportamiento contrario al Evangelio, de una o mas personas revestidas de autoridad, no lleva de por si una implicacion del carisma magisterial, asegurado por el Senor a los pastores de la Iglesia, y no requiere por tanto ningun acto magisterial de reparacion.

- Hay que subrayar que el destinatario de toda posible peticion de perdon es Dios, y que eventuales destinatarios humanos, sobre todo si son colectivos, en el interior o fuera de la comunidad eclesial, deben ser identificados con adecuado discernimiento historico y teologico, sea para realizar actos de reparacion convenientes, sea para testimoniar ante ellos la buena voluntad y el amor a la verdad por parte de los hijos de la Iglesia. Ello se podra lograr tanto mejor cuanto mayor sea el dialogo y la reciprocidad entre las partes en causa en un hipotético camino de reconciliacion, vinculado al reconocimiento de las culpas y al arrepentimiento por ellas, sin ignorar que la reciprocidad, a veces imposible a causa de las convicciones religiosas del interlocutor, no puede ser considerada condicion indispensable y que la gratuidad del amor se expresa a menudo en una iniciativa unilateral.

- Los posibles gestos de reparacion estan ligados al reconocimiento de una responsabilidad que se prolonga en el tiempo y que podran tener tanto un caracter simbolico-profético como un valor de reconciliacion efectiva (por ejemplo, entre los cristianos divididos). También en la definicion de estos actos es de desear una busqueda comun con los posibles destinatarios, escuchando las legitimas reclamaciones que puedan presentar.

- En el plano pedagogico se debe evitar la perpetuacion de imagenes negativas del otro, e igualmente la puesta en marcha de procesos de autoculpabilizacion indebida, subrayando como el hacerse cargo de culpas pasadas es para el que cree una especie de participacion en el misterio de Cristo crucificado y resucitado, que ha cargado con las culpas de todos. Esta perspectiva pascual se revela particularmente adecuada para producir frutos de liberacion, de reconciliacion y de alegria para todos aquellos que con fe viva estan implicados en la peticion de perdon, sea como sujetos o como destinatarios.


6.3. Las implicaciones en el plano del dialogo y de la mision

Las implicaciones previsibles en el plano del dialogo y de la mision, como consecuencia de un reconocimiento eclesial de las culpas del pasado, son diversas:

- En el plano misionero hay que evitar ante todo que tales actos contribuyan a disminuir el impulso de la evangelizacion mediante la exasperacion de los aspectos negativos. No obstante, se debe tener en cuenta el hecho de que estos mismos actos podran hacer crecer la credibilidad del mensaje, en cuanto nacen de la obediencia ala verdad y tienden a frutos efectivos de reconciliacion. En particular, los misioneros "ad gentes" tendran cuidado en contextualizar la propuesta de estos temas de modo conforme a la efectiva capacidad de recepcion en los ambientes en que actuan (por ejemplo, determinados aspectos de la historia de la Iglesia en Europa podran resultar poco significativos para muchos pueblos no europeos).

- En el plano ecuménico la finalidad de posibles actos eclesiales de arrepentimiento no puede ser otra que la unidad querida por el Senor. En esta perspectiva es aun mas de desear que sean realizados en reciprocidad, aun cuando a veces gestos proféticos puedan exigir una iniciativa unilateral y absolutamente gratuita.

- En el plano interreligioso es oportuno poner de relieve como para los creyentes en Cristo el reconocimiento de las culpas pasadas por parte de la Iglesia es conforme a las exigencias de la fidelidad al Evangelio y, por tanto, constituye un luminoso testimonio de su fe en la verdad y en la misericordia del Dios revelado por Jesús. Lo que hay que evitar es que actos semejantes sean interpretados equivocadamente como confirmaciones de posibles prejuicios respecto al cristianismo. Seria deseable, por otra parte, que estos actos de arrepentimiento estimulasen también a los fieles de otras religiones a reconocer las culpas de su propio pasado. Como la historia de la humanidad esta llena de violencias, genocidios, violaciones de los derechos humanos y de los derechos de los pueblos, explotacion de los débiles y divinizacion de los poderosos, del mismo modo la historia de las religiones esta revestida de intolerancia, supersticion, connivencia con poderes injustos y negacion de la dignidad y libertad de las conciencias. ¡Los cristianos no han sido una excepcion y son conscientes de cuan pecadores son todos ante Dios!

- En el dialogo con las culturas se debe tener presente ante todo la complejidad y la pluralidad de las mentalidades con que se dialoga, respecto a la idea de arrepentimiento y de perdon. En todos los casos el hecho de cargar por parte de la Iglesia con las culpas pasadas debe ser iluminado a la luz del mensaje evangélico y en particular de la presentacion del Senor crucificado, revelacion de la misericordia y fuente de perdon, ademas de la peculiar naturaleza de la comunion eclesial, una en el tiempo y en el espacio. Alli donde una cultura fuese totalmente ajena a la idea de una peticion de perdon, deben ser presentadas de modo oportuno las razones teologicas y espirituales que motivan este acto a partir del mensaje cristiano y debe ser tenido en cuenta su caracter critico-profético. Donde haya que confrontarse con el prejuicio de una actitud de indiferencia hacia la palabra de la fe, se debe tener en cuenta un doble posible efecto de estos actos de arrepentimiento eclesial: si, por una parte, pueden confirmar prejuicios negativos o actitudes de desprecio y de hostilidad, de otra parte participan de la misteriosa atraccion caracteristica del "Dios crucificado" (53). Ademas hay que tener en cuenta el hecho de que, en el actual contexto cultural, sobre todo en Occidente, la invitacion a la purificacion de la memoria implica un compromiso comun a creyentes y no creyentes. Ya este trabajo comun constituye un testimonio positivo de docilidad a la verdad.

- Con relacion a la sociedad civil se debe considerar la diferencia que existe entre la Iglesia, misterio de gracia, y cualquier sociedad temporal, pero tampoco se debe olvidar el caracter de ejemplaridad que la peticion eclesial de perdon puede presentar y el estimulo consiguiente que puede ofrecer de cara a realizar pasos analogos de purificacion de la memoria y de reconciliacion en las mas diversas situaciones en las que se podria reconocer su urgencia. Afirma Juan Pablo II: "La peticion de perdon [...] se refiere en primer lugar a la vida de la Iglesia, su mision de anunciar la salvacion, su testimonio de Cristo, su compromiso por la unidad, en una palabra, la coherencia que debe caracterizar la existencia cristiana. Pero la luz y la fuerza del Evangelio, de que vive la Iglesia, tienen la capacidad de iluminar y sostener, como por sobreabundancia, las opciones y las acciones de la sociedad civil, en el pleno respeto de su autonomia [...] En los umbrales del tercer milenio es legitimo esperar que los responsables politicos y los pueblos, sobre todo los que se encuentran inmersos en conflictos dramaticos, alimentados por el odio y por el recuerdo de heridas muchas veces antiguas, se dejen guiar por el espiritu de perdon y de reconciliacion testimoniado por la Iglesia y se esfuercen por resolver los contrastes mediante un dialogo leal y abierto" (54).


CONCLUSION

Como conclusion de las reflexiones desarrolladas conviene poner una vez mas de relieve que en todas las formas de arrepentimiento por las culpas del pasado, y en cada uno de los gestos conectados con ellas, la Iglesia se dirige ante todo a Dios y tiende a glorificarlo a El y su misericordia. Precisamente asi sabe que celebra también la dignidad de la persona humana llamada a la plenitud de la vida en la alianza fiel con el Dios vivo: "La gloria de Dios es el hombre viviente, la vida del hombre es la vision de Dios" (55). Actuando de este modo la Iglesia da testimonio también de su confianza en la fuerza de la Verdad que hace libres (Jn 8,32): "su peticion de perdon no debe ser entendida como ostentacion de humildad ficticia, ni como retractacion de su historia bimilenaria, ciertamente rica en méritos en el terreno de la caridad, de la cultura y de la santidad. Responde mas bien a una exigencia de verdad irrenunciable, que, junto a los aspectos positivos, reconoce los limites y las debilidades humanas de las sucesivas generaciones de discipulos de Cristo" (56). La Verdad reconocida es fuente de reconciliacion y de paz porque, como afirma el mismo Papa, "el amor de la verdad, buscada con humildad, es uno de los grandes valores capaces de reunir a los hombres de hoy a través de las diversas culturas" (57). También por su responsabilidad hacia la Verdad la Iglesia "no puede atravesar el umbral del nuevo milenio sin animar a sus hijos a purificarse, en el arrepentimiento, de errores, infidelidades, incoherencias y lentitudes. Reconocer los fracasos de ayer es un acto de lealtad y de valentia" (TMA 33). Ello abre para todos un manana nuevo.

NOTAS

(1) IM 11. Ya en numerosas ocasiones, pero particularmente en el numero 33 de la Carta apostolica Tertio millennio adveniente, el Papa habia indicado a la Iglesia el camino por recorrer para purificar la propia memoria respecto a las culpas del pasado y dar ejemplo de arrepentimiento a los individuos y a la sociedad civil.

(2) Cf. Extravagantes communes, lib. V, tit. IX, c. 1 (A. FRIEDBERG, Corpus iuris canonici, t. 11, c.1304).

(3) Cf. BENEDiCTO XIV, EpistolaSalutis nostrae,304-1774, pr. 2. LEON XII, Epistola Quodhoc ineunte,24-5-1824, p r. 2, habla del "ano de expiacion, de perdon y de redencion, de gracia, de remision y de indulgencia".

(4) En este sentido se mueve la definicion de la indulgencia que Clemente VI da al instituir, en 1343, la periodicidad del jubileo cada cincuenta anos. Clemente VI ve en el jubileo eclesial "el cumplimiento espiritual" del 'jubileo de remision y de alegria" del Antiguo Testamento (Lv 25).

(5) "Cada uno de nosotros debe examinar en qué ha caido y examinarse él mismo con mas rigurosidad de la que sera examinado por Dios en el dia de su colera", en: Deutsche Reichstagsakten (Gotha 1893) n. serie, III 390-399.

(6) LG 8; cf. UR 6: "La Iglesia, peregrinante en el camino, esta llamada por Cristo a esta reforma continua, de la que ella, en cuanto institucion humana y terrena, necesita permanentemente".

(7) Cf. PABLO VI, Carta apostolica Apostolorum limina,23-5-1974 (Enchiridion Yaticanum 5,305).

(8) PABLO VI, Exhortacion apostolica Paterna cum benevolent4 8-12-1974 (Enchiridion Vaticanum 5,526-553).

(9) Cf. UUS 88: "Por aquello de lo que somos responsables, imploro perdon".

(10) Por ejemplo, el Papa "pide perdon, en nombre de todos los catolicos, por los comportamientos ofensivos para con los no catolicos en el curso de la historia", entre los moravios (cf. canonizacion de Jan Sarkander, en la Republica Checa,21-5-1995). Ha deseado llevar a cabo "un acto de expiacion" y pedir perdon a los indios de América Latina y a los africanos deportados como esclavos (Mensaje a los indios de América, Santo Domingo,13-10-1992, y Discurso en la Audiencia general del 21.10-1992). Ya diez anos antes habia pedido perdon a los africanos por la trata de negros (Discurso en Yaoundé,13-8-1985).

(11) cf. n.33-36.

(12) Este ultimo aspecto aflora en la TMA solo en el n. 33, alli donde se dice que la Iglesia reconoce como suyos a los propios hijos pecadores "delante de Dios y delante de los hombres".

(13) Cf. Mt 13,24-30.36-43; SAN AGUSTIN, De civitate Dei,35: CCL 47,33; XI,1: CCL 48,321; XIX,26: CCL 48,696.

(14) Sobre los diversos métodos de lectura de la Sagrada Escritura, cf. el documento de la Pontificia Comision Biblica La interpretacion de la Biblia en la Iglesia (1993).

(15) A esta serie pueden referirse como ejemplos: Dt 1,41 (la generacion del desierto reconoce haber pecado rechazando avanzar para entrar en la tierra prometida); Jue 10,10. 12 (en el tiempo de los Jueces el pueblo dice por dos veces "hemos pecado" contra el Senor, refiriéndose al haber servido a los baales); 1 Sam 7,6 (el pueblo del tiempo de Samuel afirma: "¡Hemos pecado contra el Senor!"); Nb 21,7 (este texto se distingue por el hecho de que el pueblo de la generacion mosaica admite que, al lamentarse respecto a la comida, se ha hecho culpable de "pecado" por haber hablado contra el Senor y también contra su guia humano, Moisés); 1 5am 12,19 (los israelitas de la época de Samuel reconocen que, al pedir tener un rey, han anadido éste "a todos sus pecados"); Esd lO,13 (el pueblo reconoce ante Esdras haber "pecado en esta materia" grandemente, casandose con mujeres extranjeras); Sal 65,2-2; 90,8; 103,10(107,10-11.7); Is 59,9-lS; 64,5-9; Jer 8,14; 14,7; Lam 1,14.1 8a.22 ("Yo" personificacion de Jerusalén); 3,42 (4,13); Bar 4,12-13 (Sion evoca las culpas de sus hijos que han conducido a la devastacion); Ez 33,10; Miq 7,9 ("Yo"). 18-19.

(16) Por ejemplo: x 9,27 (el faraon dice a Moisés y a Aaron: "Esta vez he pecado, el Senor tienen razon; yo y mi pueblo somos culpables"); 34,9 (Moisés invoca: "Perdona nuestra culpa y nuestro pecado"); Lev 16,21 (el sumo sacerdote confiesa los pecados del pueblo sobre la cabeza del "chivo expiatorio" el dia de la expiacion); x 32,11- 13 (Dt 9,26-29, Moisés); 32,31 (Moisés); 1 Re 8,33ss (cf. 2 Cron 6,22s: Salomon reza para que Dios perdone eventuales pecados futuros del pueblo); 2 Cron 28,13 (los jefes de los israelitas afirman: "Nuestra culpa es grande"); Esd 10,2 (Sekanias dice a Esdras: "Nosotros hemos sido infieles hacia nuestro Dios, casandonos con mujeres extranjeras"); Neh 1,5-11 (Nehemias confiesa los pecados cometidos por el pueblo de Israel, por si mismo y por la casa de su padre); Est 4,1 7n (Ester confiesa: "Hemos pecado contra ti y nos has entregado en las manos de nuestros enemigos por haber dado gloria a sus dioses"); 2 Mac 7,18.32 (los martires judios afirman que estan sufriendo a causa de "nuestros pecados" contra Dios).

(17) Entre los ejemplos de este tipo de confesion nacional se puede remitir a: 2 Re 22,13 (cf. 2 Cron 34,21: Josias teme la colera del Senor "porque nuestros padres no han escuchado las palabras de este libro"); 2 Cron 29,6-7 (Ezequias afirma: "Nuestros padres han sido infieles"); Sal 78,8ss (un "yo" reasume los pecados de las generaciones pasadas a partir del xodo). Cf. también el dicho popular citado en Jer 319y Ez 18,2: "Los padres comieron agraces y los hijos sufren la dentera".

(18) Es el caso de textos como los siguientes: Lev 26,40 (los exiliados son llamados a "confesar su iniquidad y la iniquidad de sus padres"); Esd 9,5b-l 5 (oracion penitencial de Esdras, v. 7: "Desde los dias de nuestros padres hasta el dia de hoy nos hemos hecho muy culpables"; Ne 9,6-37 Tb 3,1-5 Sal Tb 79,8-9 Tb 106,6 Jer 3,25("contra Yahvé nuestro Dios hemos pecado nosotros como nuestros padres"); Jr 14,19-22 Lm 5 Bar 1,15-3,18 ("hemos pecado ante el Senor",1,17 [cf. 1,19.21; 2,5.24], "no te acuerdes de las iniquidades de nuestros padres",3,5 (cf. 2,33; 3,4.4]); Da 3,26-45 Da 9,4-19 Da 9,

(19) stos incluyen falta de confianza en Dios (asi, p. ej. Dt 1,41 Nb 14,10), idolatria (como en Jue 10,10-15), exigencia de un rey humano (1S 1S 12,9), matrimonios con mujeres extranjeras, en contraste con la Ley divina (Esd 9-10). En Is 59,1 3b el pueblo dice de si "hablar de opresion y revueltas, concebir y musitar en el corazon palabras enganosas".

(20) Cf. el caso analogo del repudio de las mujeres extranjeras por parte de los judios, narrado en Esd 9-l0, con todas las consecuencias negativas que habria tenido sobre las mujeres implicadas. La cuestion de una peticion de perdon dirigida a ellas (y o a sus descendientes) no se plantea propiamente, en cuanto que el repudio es presentado como una exigencia de la Ley divina (Dt 7,3) en todos estos capitulos.

(21) Viene a la mente, a este respecto, el caso de las relaciones permanentemente tensas entre Israel y Edom. Este pueblo, no obstante su condicion de "hermano" de Israel, participo y se alegro de la caida de Jerusalén por obra de los babilonios (cf., p. ej., Abdias 10-14). Israel, como signo de ultraje por esta traicion, no sintio necesidad alguna de pedir perdon por la matanza de prisioneros edomitas indefensos, perpetrada por el rey Amazias segun 2 Cron 25,12.

(22) JUAN PABLO II, "Discurso del 1 de septiembre de 1999": L'Osservatore Romano (2-9-1999) 4.

(23) Se piense en el motivo, presente en autores cristianos de diversas épocas, de! reproche a la Iglesia a causa de sus culpas, uno de cuyos ejemplos mas representativos lo constituye el Liber asceticus, de Maximo el Confesor, PL 90,912-956.

(24) LO 8; cf. también UR 3y 6.

(25) PABLO VI, Credo del Pueblo de Dios (30-6-1968) n. 19: Enchiridion Vaticanum 3,264s.

(26) SAN AGUSTIN, Sermo 181,5,7: PL 38,982.

(27) SANTO TOMAS DE AQUINO, Summa Theol. III q.8 a.3 ad 2.

(28) SAN AMBROSIO, De virginitate 8,48: PL 16,278D: "Caveanius igitur, ne lapsus noster vulnus Ecclesiae fiat". De "herida" infligida a la Iglesia por el pecado de sus hijos habla también LO 11.

(29) K. DELAHAYE, La Comunità, Madre del credenti (Cassano M. [Bari] 1974) 110. Cf. también H. RAHNER, Mater Ecclesia. Inni di lode alla Chiesa tratti dal primo millennio della letteratura cristiana (Milan 1972).

(30) SAN AGUSTIN, Sermo 25,8: PL 46,938: "Mater ista sancta, honorata, Mariae similis, et parit et Virgo est. Ex illa nati estis et Christum parit: nam membra Christi estis".

(31) CIPRIANO, De Ecclesiae Catholicae unitate 6: CCL 3,253: "Habere iam non potest Deum patrem qui ecclesiani non habet matrem". El mismo Cipriano afirma en otro lugar: "Ut habere quis possit Deum Patrem, habeat ante ecclesiani matrem" Un Ps 88, Sermo 2,14: CCL 39,1244).

(32) PAULINO DE NOLA, Carmen 25,171-172: CSEL 30,243: "Indo manet inater aetemi semine verbi / concipiens populos et pariter pariens".

(33) IGNACIO DE ANTIOQUIA, Ad Romanos, Proem.: SCh 10,124 (Th. Camelot, Paris 1958).

(34) Discurso a los participantes en el Simposio Internacional sobre la Inquisicion, promovido por la Comision Teologico-Historica del Comité Central del Jubileo, n.4 (31-10-1998).

(35) Cf., para cuanto sigue, H. O. GADAMER, Verdad y método (Salamanca 1977).

(36) B. LONERGAN, Il metodo in teologia (Brescia 1975) 173.

(37) JUAN PABLO II, "Discurso del 1 de septiembre de 1999": L 'Osservatore Romano (2-9-1999) 4.

(38) UR 1. TMA 34 dice "aun mas que en el primer milenio, la comunion eclesial ha conocido dolorosas laceraciones".

(39) Cf. el Discurso de apertura de la Segunda sesion del Concilio, del 29 de septiembre de 1964: Enchiridion Vaticanum 1 (106) n. 176.

(40) Cf. la documentacion del dialogo de la caridad entre la Santa Sede y el Patriarcado ecuménico de Constantinopla en el Tomos Agapes: Vatican - Phanar (1958-1970) (Roma-Estambul 1971).

(41) JUAN PABLO II, "Discurso del 1 de septiembre de 1999": L'Osservatore Romano (2-9-1999) 4.

(42) El tema es tratado de modo riguroso en la Declaracion Nostra Aetate del Vaticano II.

(43) Comision para las Relaciones Religiosas con el Hebraismo, Nosotros recordamos: una reflexion sobre la Shoah (Roma,16-3-1998)3. Cf. JUAN PABLO II, Discurso a la Sinagoga de Roma (13-4-1986) 4: AAS 78 (1986) 1120.

(44) Este es el juicio del reciente documento de la Comision para las Relaciones Religiosas con el Hebraismo, Nosotros recordamos: una reflexion sobre la Shoah (Roma,16-3-1998) 3.

(45) Ibid. 7.

(46) Ibid. 5

(47) Ibid. 6.

(48) Ibid. 5.

(49) Se piense solamente en el signo del martirio, cf. TMA,37.

(50) UR 6. Es el mismo texto el que afirma que "la Iglesia peregrina en este mundo es llamada por Cristo a esta perenne reforma (ad hanc perennem reformationem), de la que ella, en cuanto institucion humana y terrena, necesita permanentemente".

(51) "Opus renovationis nec non reformationis", ibid.,4.

(52) Ibid.,6: "Toda renovacion de la Iglesia consiste esencialmente en el aumento de la fidelidad hacia su vocacion".

(53) La formula, particularmente fuerte, es de San Agustin: De Trinitate 1,13,28: CCL 50,69,13; Epist. 169,2: CSEL 44,617; Sermo 341A: Misc. Agost. 314,22.

(54) JUAN PABLO II, Discurso a los participantes en el Simposio Internacional de estudio sobre la Inquisicion, promovido por la Comision Teologico-Historica del Comité Central del Jubileo,5 (31-10-1998).

(55) "Gloria Dei vivens horno: vita autem hominis visio Dei", SAN IRENEO DE LYON, Adversus Haereses IV,20,7; SCh 100, t. II,648.

(56) JUAN PABLO II, "Discurso del 1 de septiembre de 1999": L'Osservatore Romano (2-9-1999) 4.

(57) "Discurso al Centro Europeo para la Investigacion Nuclear" (Ginebra,15-6-1982), en: Insegnamenti di Giovanni Paolo 11, V,2 (Vaticano 1982) 2321.


CONGREGACION

PARA LA DOCTRINA DE LA FE

NOTIFICACION

a proposito del libro del

Rvdo. P. JACQUES DUPUIS, S.J.,

"Hacia una teologia cristiana del pluralismo religioso"

Maliano (Cantabria), Ed. Sal Terrae,2000

Preambulo

Tras un primer estudio realizado sobre la obra del P. Jacques Dupuis S.J., Hacia una teologia cristiana del pluralismo religioso, la Congregacion para la Doctrina de la Fe decidio profundizar en el examen de dicha obra mediante el procedimiento ordinario establecido en el capitulo III del Reglamento para el examen de las doctrinas.

Ante todo, se debe subrayar que en este libro el Autor propone una reflexion introductoria a una teologia cristiana del pluralismo religioso. No se trata simplemente de una teologia de las religiones, sino de una teologia del pluralismo religioso, que busca, a la luz de la fe cristiana, el significado que tiene la pluralidad de las tradiciones religiosas dentro del designio divino para la humanidad. Consciente de lo problematico de su perspectiva, el Autor mismo no ha negado la posibilidad de que su hipotesis pueda suscitar un numero de interrogantes semejante al de aquellos para los que propone soluciones.

Después del examen realizado y de los resultados del dialogo con el Autor, los Eminentisimos Padres de la Congregacion, a la luz de los analisis y pareceres de los Consultores sobre las Respuestas dadas por el Autor mismo, en la Sesion Ordinaria del 30 de junio de 1999, han reconocido el tentativo del Religioso de mantenerse dentro de los limites de la ortodoxia, dedicandose al tratamiento de problematicas hasta ahora inexploradas. Al mismo tiempo, aun considerando la buena disposicion del Autor -manifestada en sus Respuestas- a proporcionar las aclaraciones necesarias, asi como su voluntad de mantenerse fiel a la doctrina de la Iglesia y a la ensenanza del Magisterio, la Congregacion Ordinaria ha constatado que el libro contiene ambigüedades y dificultades notables sobre puntos doctrinales de relevante importancia, que pueden conducir al lector a opiniones erroneas y peligrosas. Tales puntos conciernen la interpretacion de la mediacion salvifica unica y universal de Cristo, la unicidad y plenitud de la revelacion de Cristo, la accion salvifica universal del Espiritu Santo, la ordenacion de todos los hombres a la Iglesia, el valor y el significado de la funcion salvifica de las religiones.

La Congregacion para la Doctrina de la Fe, terminado el examen ordinario en todas sus fases, ha decidido redactar una Notificacion[1] con la intencion de salvaguardar la doctrina de la fe catolica de errores, ambigüedades o interpretaciones peligrosas. Tal Notificacion, aprobada por el Santo Padre durante la audiencia del 24 de noviembre de 2000, fue presentada al P. Jacques Dupuis, que la acepto. Con la firma del texto, el Autor se ha comprometido a dar su asentimiento a las tesis enunciadas y a atenerse en el futuro, en su actividad teologica y en sus publicaciones, a los contenidos doctrinales indicados en la Notificacion, cuyo texto debera aparecer ademas en las eventuales reimpresiones o reediciones del libro en cuestion y en las correspondientes traducciones.

La presente Notificacion no pretende juzgar el pensamiento subjetivo del Autor; se propone mas bien enunciar la doctrina de la Iglesia acerca de algunos aspectos de las verdades doctrinales antes mencionadas y, al mismo tiempo, confutar las opiniones erroneas o peligrosas a las cuales puede llegar el lector, independientemente de las intenciones del Autor, a causa de formulaciones ambiguas o explicaciones insuficientes contenidas en varios pasajes del libro. De esa forma se busca ofrecer a los lectores un criterio seguro de valoracion, coherente con la doctrina de la Iglesia, para evitar que la lectura del volumen pueda inducir a graves equivocos y tergiversaciones.

I.A proposito de la mediacion salvifica

unica y universal de Jesucristo

1. Debe ser creido firmemente que Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, crucificado y resucitado, es el mediador unico y universal de la salvacion de la humanidad.[2]


2. También debe ser creido firmemente que Jesús de Nazaret, hijo de Maria y unico Salvador del mundo, es el Hijo y Verbo del Padre.[3] Para la unidad del plan de salvacion centrado en Jesucristo, se debe retener ademas que el operar salvifico del Verbo se actua en y por Jesucristo, Hijo encarnado del Padre, cual mediador de la salvacion de toda la humanidad.[4] Por lo tanto, es contrario a la fe catolica, no solamente afirmar una separacion entre el Verbo y Jesús, o entre la accion salvifica del Verbo y la de Jesús, sino también sostener la tesis de una accion salvifica del Verbo como tal en su divinidad, independientemente de la humanidad del Verbo encarnado.[5]

II.A proposito de la unicidad

y plenitud de la revelacion en Cristo

3. Debe ser creido firmemente que Jesucristo es mediador, cumplimiento y plenitud de la revelacion.[6] Por lo tanto, es contrario a la fe de la Iglesia sostener que la revelacion de o en Jesucristo sea limitada, incompleta e imperfecta. Si bien el pleno conocimiento de la revelacion divina se tendra solamente el dia de la venida gloriosa del Senor, la revelacion historica de Jesucristo ofrece ya todo lo que es necesario para la salvacion del hombre, y no necesita ser completada por otras religiones.[7]


4. Es conforme a la doctrina catolica afirmar que las semillas de verdad y bondad que existen en las otras religiones son una cierta participacion en las verdades contenidas en la revelacion de o en Jesucristo.[8] Al contrario, es opinion erronea considerar que esos elementos de verdad y bondad, o algunos de ellos, no derivan, en ultima instancia, de la mediacion fontal de Jesucristo.[9]

III.A proposito de la accion salvifica universal

del Espiritu Santo

5. La fe de la Iglesia ensena que el Espiritu Santo, operante después de la resurreccion de Jesucristo, es siempre el Espiritu de Cristo enviado por el Padre, que actua en modo salvifico tanto en los cristianos como en los no cristianos.[10] Por lo tanto, es contrario a la fe catolica considerar que la accion salvifica del Espiritu Santo se pueda extender mas alla de la unica economia salvifica universal del Verbo encarnado.[11]

IV.A proposito de la ordenacion

de todos los hombres a la Iglesia


6. Debe ser creido firmemente que la Iglesia es signo e instrumento de salvacion para todos los hombres.[12] Es contrario a la fe de la Iglesia considerar la diferentes religiones del mundo como vias complementarias a la Iglesia en orden a la salvacion.[13]


7. Segun la doctrina de la Iglesia, también los seguidores de las otras religiones estan ordenados a la Iglesia y estan todos llamados a formar parte de ella.[14]

V.A proposito del valor y de la funcion salvifica

de las tradiciones religiosas


8. Segun la doctrina catolica, se debe considerar que "todo lo que el Espiritu obra en los hombres y en la historia de los pueblos, asi como en las culturas y religiones, tiene un papel de preparacion evangélica (cf. Const. dogm. Lumen gentium, LG 16)".[15] Por lo tanto, es legitimo sostener que el Espiritu Santo actua la salvacion en los no cristianos también mediante aquellos elementos de verdad y bondad presentes en las distintas religiones; mas no tiene ningun fundamento en la teologia catolica considerar estas religiones, en cuanto tales, como vias de salvacion, porque ademas en ellas hay lagunas, insuficiencias y errores[16] acerca de las verdades fundamentales sobre Dios, el hombre y el mundo.

Por otra parte, el hecho de que los elementos de verdad y bondad presentes en las distintas religiones puedan preparar a los pueblos y culturas a acoger el evento salvifico de Jesucristo no lleva a que los textos sagrados de las mismas puedan considerarse comple­mentarios al Antiguo Testamento, que es la preparacion inmediata al evento mismo de Cristo.[17]

El Sumo Pontifice Juan Pablo II, en el transcurso de la Audiencia del 19 de enero de 2001, a la luz de los pasos dados ulteriores desarrollos, ha confirmado su aprobacion a la presente Notificacion, decidida en la Sesion Ordinaria del Dicasterio, y ha ordenado que sea publicada.

Roma, en la sede de la Congregacion para la Doctrina de la Fe, el 24 de enero de 2001, memoria liturgica de San Francisco de Sales.

+ JOSEPH Card. RATZINGER

Prefecto

+Tarcisio Bertone, SDB

Arzobispo Emérito de Vercelli

Secretario

[1] La Congregacion para la Doctrina de la Fe, para salir al paso de ciertas tendencias manifestadas en distintos ambientes teologicos, e incluso entre los fieles, ha publicado la Declaracion "Dominus Iesus" sobre la unicidad y la universalidad salvifica de Cristo y de la Iglesia (AAS 92 [2000] 742-765), para tutelar los datos esenciales de la fe catolica. A la hora de evaluar la obra del P. J. Dupuis, la presente Notificacion se inspira en los principios indicados en la mencionada Declaracion.

[2] Cf. Conc. Ecum. de Trento, Decr. De peccato originali: DS n. 1513; Decr. De iustificatione: DS nn. 1522-1523,1529-1530. Cf. también Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, n. 10; Const. dogm. Lumen gentium, nn. 8,14,28,49,60. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris missio, n. 5: AAS 83 (1991) 249-340; Exhor. apost. Ecclesia in Asia, n. 14: AAS 92 (2000) 449-528; Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, nn. 13-15.

[3] Cf. Conc. Ecum. de Nicea I: DS n. 125; Conc. Ecum. de Calcedonia: DS n. 301.

[4] Cf. Conc. Ecum. de Trento, Decr. De iustificatione: DS nn. 1529-1530; Conc.Ecum. Vat. II, Const. dogm. Sacrosanctum Concilium, n. 5; Const. past. Gaudium et spes, n. 22.

[5] Cf. Juan Pablo II, Enc. Redeptoris missio, n. 6; Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, n. 10.

[6] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei verbum, nn. 2 y 4; Juan Pablo II, Enc. Fides et ratio, nn. 14-15 y 92: AAS 91 (1999) 5-88; Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, n. 5.

[7] Cf. Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, n. 6; Catecismo de la Iglesia Catolica, nn. 65-66.

[8] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 17; Decr. Ad gentes, n. 11; Decl. Nostra aetate, n. 2.

[9] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 16; Juan Pablo II, Enc. Redemptoris missio, n. 10.

[10] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. past. Gaudium et spes, n. 22; Juan Pablo II, Enc. Redemptoris missio, nn. 28-29.

[11] Cf. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris missio, n. 5;. Exhor. apost. Ecclesia in Asia, n. 15-16; Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, n. 12.

[12] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, nn. 9,14,17 y 48; Juan Pablo II, Enc. Redemptoris missio, n. 11; Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, n. 16.

[13] Cf. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris missio, n. 36; Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, nn. 21-22.

[14] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, nn. 13 y 16; Decr. Ad gentes, n. 7; Decl. Dignitatis humanae, n. 1; Juan Pablo II, Enc. Redemptoris missio, n. 10; Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, nn. 20-22; Catecismo de la Iglesia Catolica, n. 845.

[15] Cf. Juan Pablo II, Enc. Redemptoris missio, n. 29.

[16] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, n. 16; Decl. Nostra aetate, n. 2; Decr. Ad gentes, n. 9. Cf. también Pablo VI, Exhort. apost. Evangelii nuntiandi, n. 53: AAS 68 (1976) 5-76; Juan Pablo II, Enc. Redemptoris missio, n. 55; Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, n. 8.

[17] Cf. Conc. Ecum. de Trento , Decr. De libris sacris et de traditionibus recipiendis: DS n. 1501; Conc. Ecum. Vat. I, Const. dogm. Dei Filius, cap. 2: DS n. 3006; Congregacion para la Doctrina de la Fe, Decl. Dominus Iesus, n. 8.


Congregacion para la Doctrina de la Fe - 5. DISCERNIMIENTO TICO