CRISOSTOMO-HOMILIAS I - Prolog.

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IV: Homilía tercera acerca del título de los Hechos de los Apóstoles;

y acerca de que es útil la lectura de las Sagradas Escrituras y vuelve inexpugnable al hombre en las adversidades; y que el nombre de Apóstol encierra en sí muchas dignidades; y que los apóstoles tienen una potestad y autoridad muy superior a la de los magistrados seculares, e incluso a la de los reyes; y al fin acerca de los recientemente iluminados.

CUANDO VUELVO mis ojos a la pobreza de mi entendimiento, me entra escalofrío, y me rehusó a las invitaciones para hablar ante un pueblo tan numeroso. Mas cuando miro el empeño y anhelo vuestro, y que no os saciáis de escuchar, de nuevo me lleno de confianza, y se levanta mi ánimo, y me preparo a entrar en la palestra de la enseñanza con toda presteza. Capaces sois vosotros, aun cuando topéis con un entendimiento de piedra, de volverlo más ligero que una pluma, con vuestro anhelo por escuchar. Como suelen los animales en el corazón del invierno ocultarse en sus guaridas y agujeros que tienen en mitad de las rocas; pero en cuanto ven aparecer la primavera abandonan sus escondrijos y van a reunirse con las demás bestias del campo y juntamente con el hombre se regocijan con la estación, así nuestro ánimo que anteriormente se había recluido en los escondrijos a causa de la conciencia de su debilidad, al ver vuestro anhelo, ha abandonado su escondrijo y se une a vosotros y da saltos de regocijo en este espiritual y divino prado y con la danza excelente de las Sagradas Escrituras y en tan ameno jardín.

Porque la lectura de las Escrituras es un prado espiritual y un paraíso de deleites, mucho mejor que aquel, otro paraíso. Este lo plantó Dios no en la tierra sino en las almas de los creyentes; y lo ha colocado no en el Edén ni en sólo un sitio, allá al Oriente, sino que lo ha extendido por toda la tierra y hasta los últimos confines del orbe. Para que comprendas que las Escrituras están patentes a todo el orbe de la tierra, oye al profeta que dice: Su pregón sale por toda la tierra y sus palabras llegan a los confines del orbe. Ya sea que vayas a los indos ¦-gente que es la primera en ver al sol cuando nace-, ya a las Islas Británicas, ya navegues hasta el Ponto Euxino, ya visites las regiones australes, a todos los hombres escucharás que hablan de lo que las Escrituras contienen, en diversos idiomas pero con una misma fe; con lenguas diferentes, pero con unidad de pensamiento.

Porque los idiomas difieren en los sonidos, pero no difieren en el pensamiento religioso. Hablan unos hombres una lengua bárbara, pero discurren y piensan con el mismo ánimo. Corrieren otros varios solecismos, por lo que mira a los sonidos; pero todos igualmente cultivan la piedad en las costumbres. ¿Ves cómo los límites del paraíso se han extendido hasta los confines de la tierra? Y aquí no hay serpiente, porque está libre el sitio de bestias feroces y está defendido por la gracia del Espíritu Santo. Tiene también su fuente este paraíso, lo mismo que aquel otro: fuente de donde se derivan infinitos raudales y no únicamente cuatro. Porque esta fuente no da origen solamente al Tigris ni al Éufrates, ni a un Nilo egipcio ni a un Ganges indo; sino que derrama infinitos ríos.

¿Quién lo afirma? ¡Dios que es quien nos ha donado tales ríos! Porque dice Jesús: El que cree en mí, según dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su seno. ¿Miras cómo de esta fuente se derivan no cuatro ríos sino infinitos? Pero no es admirable sólo por la multitud de sus aguas, sino además por su naturaleza; porque no se trata de ríos de agua, sino de dones del Espíritu Santo. Y se reparte por los entendimientos de cada uno de los fieles, sin disminuirse. Se divide, pero no se consume. Se dispersa, pero no se aminora. ¡Entera se halla en todos y entera en cada uno! ¡Porque tal es la naturaleza de los dones del Espíritu Santo!

¿Quieres conocer la abundancia de semejantes corrientes? ¿Quieres conocer la naturaleza de tales aguas y cómo no son iguales a las nuestras, sino mucho mejores y más admirables? Pues escucha de nuevo a Cristo cuando habla con la Samaritana, para que conozcas la abundancia de la fuente: ¡El agua que yo le dé se hará en él una fuente que salte hasta la vida eterna! No dijo saldrá, no dijo derramará, sino que mediante la palabra saltar nos indicó la abundancia. Suelen saltar los chorros de la fuente o depósitos de agua que no pueden ser contenidos en los senos de los manantiales; sino que la abundancia de las aguas y su frecuencia, hacen saltar los raudales en oleadas por todos lados. Por esto Jesús, al querer indicar la abundancia del líquido, usó de la palabra saltar y no de la otra salir.

¿Deseas también conocer la naturaleza de las aguas? ¡Por su uso la conocerás! ¡Porque su utilidad no es para la vida presente, sino para la futura y eterna! ¡Pasemos, pues, las horas en este paraíso! ¡Sentémonos junto a la fuente, para que no nos vaya a suceder lo que le aconteció a Adán, y tengamos que salir del paraíso! ¡No aceptemos el consejo dañino! ¡No demos entrada a las astucias del demonio! ¡Permanezcamos dentro puesto que ahí hay absoluta seguridad! ¡Mantengámonos continuamente leyendo la Escritura! Gomo los que se sientan junto a las fuentes, disfrutan de su frescura; y cuando aprieta el calor estivo con frecuencia sumergen su cara en el agua y así se libran del penetrante calor mediante aquellos raudales; y remedian la sed que padecen, porque tienen a la mano el remedio de su mal, que la fuente les proporciona, así quienes se asientan junto a la fuente de las Sagradas Escrituras, aun cuando sientan que se abrazan con los ardores de la perversa liviandad, en cuanto riegan su alma con estos raudales, la pasión se aplaca; y si se les enciende la ira que hierve como un caldero, cuando le derraman encima algunas gotas de esta agua fácilmente reprimen la cólera importuna; y en fin, la lectura de las Escrituras sacará al alma como de en medio de un incendio, de todos los malos pensamientos., El gran profeta David, sabiendo cuán grande utilidad acarrea la lectura de las Letras Sagradas al que continuamente en ella se ocupe, y disfrute de su conversación, lo compara con el árbol que perennemente florece, por estar plantado a la vera de la corriente, cuando dice: Bienaventurado el varón que no anda en concejo de los impíos, ni camina por la senda de los pecadores, ni se sienta en compañía de los malvados, sino que tiene en la Ley de Yahvé sus complacencias, y a ésta atiende día y noche. Será como árbol plantado a la vera del arroyo. A la manera del árbol plantado a la vera de las aguas corrientes, y colocado en las márgenes del río, al ser regado continuamente por la abundancia de las linfas indeficientes, no puede ser dañado por ningún cambio atmosférico; de modo que no teme los rayos del sol cuando más ardientemente calientan, ni tiembla por los vientos que se encruelecen a causa del ardor estivo más vehemente; porque como contiene en sí abundancia de savia al punto rechaza y echa de sí el calor de los rayos solares que de fuera lo acometen, así el alma que asienta al lado de las Sagradas Letras, y continuamente se está regando y recibe en sí el rocío del Espíritu Santo, resiste invencible todas las vicisitudes de las cosas humanas; y aun cuando la acometan las enfermedades, las injurias, los vituperios, las calumnias, las burlas o cualquier género de desidia; y aun cuando se le echen encima todos los males del, universo, fácilmente apartará de sí el incendio de las interiores perturbaciones, por estar robustecida suficientemente con el solaz de la lectura de las Letras Sagradas.

Ni las grandezas de la gloria humana; ni la majestad del poder; ni la presencia y favor de los amigos; ni otra cosa alguna de las humanas, puede consolar al alma que se encuentra consumida por la tristeza, como la Escritura Sagrada. ¿Por qué? Porque todas aquellas cosas son caducas y necesariamente perecederas; de modo que su solaz también está condenado a la caducidad. En cambio la lección de las Sagradas Escrituras es una conversación con Dios. Y cuando al que está consumido por la tristeza es Dios quien le habla, quien lo consuela ¿qué habrá, entre las cosas creadas, que pueda entristecerlo? ¡Apoquémonos, pues, a esta lectura! y no únicamente durante dos horas -puesto que no basta para la seguridad de nuestras almas con simplemente oírlas- sino continuamente. Cada cual, una vez que haya regresado a su hogar, tome en sus manos los Libros Sagrados y vaya recordando el sentido de lo que se le ha explicado, si es que anhela sacar de la Escritura vina perenne y suficiente utilidad.

Tampoco el árbol plantado junto a la corriente de las aguas se entretiene en éstas durante dos o tres horas, sino todo el día y toda la noche. Por esto presenta siempre verde su follaje; por esto se encuentra cargado de frutos aun cuando nadie lo riegue: porque está plantado junto a la corriente de las aguas y con sus raíces atrae la humedad, y como por unos poros hace subir la savia y lleva su utilidad a todo el cuerpo. Así quien lee asiduamente las Sagradas Escrituras y se sienta junto a sus raudales, aunque no tenga a la mano nadie que se las explique saca, como con unas raíces, la utilidad mediante la frecuente lectura. Por esto nosotros, que conocemos vuestros cuidados, ocupaciones y numerosos negocios, poco a poco y sin sentirlo os vamos introduciendo en el sentido de las Sagradas Letras, y mediante la lentitud en la exposición, logramos que se os grabe mejor en la memoria lo que se os dice.

Si la lluvia se precipita con vehemencia, ciertamente riega la tierra por la superficie, pero no aprovecha más adentro. Mas, si poco a poco va descendiendo y despacio, a la manera del aceite se va infiltrando por la superficie y descendiendo a los poros; y como por unas venas llega hasta lo profundo y llena de humedad las entrañas, las vuelve fecundísimas y las dispone a producir frutos ubérrimos. Por tal motivo nosotros vamos despacio haciendo descender a vuestras almas la lluvia espiritual. Porque las Sagradas Escrituras son como nubes espirituales; y sus palabras y pensamientos son lluvia, más excelente que la otra material. Tal es pues la causa porque nosotros lentamente vamos infundiendo en vosotros esta lluvia, a fin de que las palabras logren penetrar hasta las profundidades de las almas.

Por la misma cansa sucede que, aun cuando es ya el cuarto día de que venimos alargando esta exposición, no hemos podido completar siquiera la de uno de los encabezados de la Biblia, sino que andamos todavía ocupados en él. Es mejor que, habiendo cavado un campo pequeño, encontremos un gran tesoro de cosas útiles y necesarias cuando descendamos a sus profundidades, que no, tras de recorrer superficialmente grandes campos en vano y a la buena ventura, nada encontremos y quedemos afligidos. Sé bien que muchos se molestan por semejante lentitud; pero yo, por mi parte, no me cuido de sus reprensiones puesto que no tengo otro empeño sino lograr vuestra utilidad. Quienes puedan caminar más de prisa, que esperen a sus hermanos que van más lentos. Esos bien pueden esperar, pero los más lentos no pueden alcanzarlos. Por lo cual dijo Pablo: que no debemos urgir intempestivamente a los más débiles 5 cuando no pueden llegar a la perfección de los que son más robustos; sino que nosotros los robustos debemos soportar la debilidad de los menos fuertes. Estamos nosotros con empeño procurando vuestra utilidad, y no haciendo ostentación vana de lo propio nuestro. De manera que por tal motivo nos vamos deteniendo en la explicación del sentido de las Escrituras.

Decíamos, pues, el primer día, que no se han de pasar de largo los encabezados. Os leí entonces la inscripción del Altar de Atenas y os demostré la prudencia de Pablo; puesto que a un soldado del otro bando y que pertenecía al ejército enemigo, lo hizo pasarse a sus propios escuadrones. Sobre tal materia versó la enseñanza el primer día. El segundo día investigamos quién fuera el autor del libro y con la gracia de Dios encontramos ser Lucas, el evangelista. Y con muchos argumentos os demostramos cómo se responde a la cuestión que se proponía; demostraciones que fueron unas más claras y otras más oscuras. Yo sé que muchos de los oyentes no entendieron bien lo que se dijo hacia el fin. Mas a pesar de todo, no desistiremos de investigar los sentidos más recónditos, con toda confianza. Lo más claro aprovechará a los más sencillos; lo más profundo, a quienes son más despiertos de ingenio.

Es necesario que la mesa tenga variedad de diferentes manjares, y también que el apetito de los invitados sea de varias clases. En resumen: el primer día disertamos acerca del título; el segundo acerca del autor del libro. El tercer día, o sea ayer, comentamos el principio del libro ante nuestro auditorio, y explicamos, como bien lo saben quienes asistieron, qué significa la palabra Hechos y qué cosa es el milagro y qué la vida virtuosa, qué sea señal portentosa y qué virtud, y cuán grande diferencia existe entre ambas cosas; y en qué forma una es mayor que la otra, pero la otra más útil; y cómo la virtud por sí adquiere el reino de los cielos, mientras que los milagros, si no llevan consigo el auxilio de las buenas obras, se quedan fuera del vestíbulo de los cielos.

Conviene por tanto que hoy expliquemos lo que resta del encabezado y declaremos qué significa el nombre de apóstol. Porque no es un nombre sencillo, sino de magistrado y de magistrado espiritual y de magistrado del cielo. ¡Atended con diligencia! Así como para los asuntos seculares hay multitud de magistrados, pero no todos tienen la misma dignidad, sino que hay unos más altos y otros menos -como son, para comenzar con los inferiores, el Defensor de la ciudad y más arriba el Jefe de tribus y enseguida otro magistrado superior y el Prefecto de las milicias y sobre este el "Cónsul- y todos son magistrados, pero no todos tienen la misma dignidad, así también hay magistrados espirituales, pero sus dignidades no son iguales. Pues bien, entre todas la mayor es la de apóstol. Hablo así, porque es menester llevaros como de la mano de las cosas sensibles a las espirituales.

Así lo hacía Cristo. Tratando del Espíritu Santo, trajo a colación el agua: El que bebe de esta agua tendrá sed de nuevo, dice; pero quien bebiera del agua que yo le daré ya no tendrá sed para siempre. 6 ¿Ves cómo conduce a la samaritana mediante las cosas sensibles a las espirituales? Pues nosotros procedemos de manera semejante; y de las cosas de acá abajo os vamos conduciendo a las de allá arriba con el objeto de que nuestro discurso adquiera mayor claridad. Por esta razón al hablar de magistraturas, no mencionamos únicamente las espirituales sino también las sensibles; para llevaros como de la mano de éstas a las otras. Habéis oído cuántos magistrados seculares enumeramos, y cómo unos son mayores que otros y los hay menores, y cómo los magistrados consulares sobresalen entre el pueblo a la manera de cabezas o de cumbres. Veamos ahora si es lo mismo entre los magistrados espirituales.

Magistratura espiritual es la profecía; hay otra de evangelista; otra de pastor; otra de doctor. Las hay también el don de curaciones, de interpretación de idiomas. Todos estos nombres significan un don, pero la realidad es de magistraturas y poderes. El profeta es un magistrado. El que echa los demonios es entre nosotros un magistrado; y también el pastor y el doctor son entre nosotros magistrados. Pero mayor que todas es la magistratura de apóstol. ¿Cómo consta? ¡Porque el apóstol los precede a todos! Gomo entre los magistrados seculares tiene la prerrogativa de honor el cónsul, así entre los espirituales la tiene el apóstol. Escuchemos a Pablo que enumera las dignidades y pone en lugar más alto la de apóstol. ¿Qué dice? Puso Dios en la Iglesia primero apóstoles, luego profetas, luego doctores y pastores, después las gracias de curación.

¿Ves cuál es la cumbre de las dignidades? ¿Ves cómo el apóstol se asienta en lo más alto, y nadie le precede ni está más arriba de él? Porque Pablo nombra en primer lugar a los apóstoles, en segundo a los profetas, en tercero a los pastores y doctores. Siguen luego las gracias de curaciones, de asistencia, de gobierno y de lenguas Pero no es el apostolado únicamente la principal de las dignidades, sino también su raíz y fundamento. Gomo la cabeza, colocada en la parte superior del cuerpo, tiene no solamente el principado sobre el organismo y lo domina, sino que además es su raíz -puesto que los nervios con que el cuerpo se rige nacen de ella, y una vez originados en su cerebro y enriquecidos con los espíritus vitales, gobiernan luego toda la vida animal-, así el apostolado no únicamente sobresale entre los otros dones a la manera de un principado y tiene el dominio, sino que retiene en sus manos como cogidas las raíces de las demás dignidades. El profeta no puede ser apóstol y profeta a la vez, mientras que el apóstol es a la vez profeta y tiene el don de curaciones y el de lenguas y el de interpretación de idiomas. Viene en consecuencia siendo raíz y principio de las demás gracias y dignidades.

Os traigo a Pablo como testigo de semejante verdad. Pero antes de pasar adelante, es bueno explicar qué significa el don de lenguas. ¿Qué significa género de lenguas? Antiguamente quien había creído y había sido bautizado, al punto, como una manifestación del Espíritu Santo, hablaba diversos idiomas. Por ser los hombres de aquella época más débiles y que no podían ver con los ojos de la carne los dones espirituales, se les daba esa señal sensible, para que por medio de ella se les hiciera manifiesto el don espiritual. Y quien había sido bautizado, al punto hablaba nuestra lengua y la persa y la india y la escita; de manera que por este medio comprendieran los infieles haber recibido el don del Espíritu Santo. La señal ciertamente era perceptible y sensible, como que era la voz, puesto que todos la oían con sus oídos; mientras que la gracia espiritual del Espíritu Santo no era * sensible; pero esta señal sujeta a la percepción de los sentidos la hacía manifiesta a todos. Pues bien: esta señal se denominaba géneros de lenguas. La razón era porque por beneficio de la gracia, quien no poseía sino sólo un idioma dado por la naturaleza, hablaba varias y diferentes lenguas. De modo que podía verse ahí a un hombre que materialmente era uno, pero por los dones era como varios, como si poseyera varias bocas y lenguas.

Veamos ahora cómo el apóstol tenía también este don entre los otros dones. Acerca de esto Pablo se expresa así: Hablo lenguas más que todos vosotros. ¿Ves cómo posee el don de género de lenguas; y no sólo lo posee, sino en mayor abundancia que los demás fieles? Porque no dijo simplemente puedo hablar lenguas, sino más que todos vosotros hablo lenguas. También indica el don de profecía de que estaba dotado con estas palabras: Pero el Espíritu claramente dice que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. Ahora bien: predecir lo que sucederá en los últimos días, nadie ignora ser propio de la profecía. Y dice también: Sabed una cosa: que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos} Y luego: Esto os decimos como palabra del Señor: que nosotros, los vivos, los que quedamos para la venida del Señor, no nos anticiparemos a los que ya murieron. También esto es una profecía. ¿Observas cómo tenía además los dones de género de lenguas y de profecía?

¿Quieres conocer que también poseía el don de curaciones? Quizá no necesite tal cosa de discursos que la demuestren; puesto que vemos que no sólo los apóstoles están dotados de semejante gracia de curaciones, sino incluso sus vestidos. Testifica además en muchos sitios haber sido doctor de las gentes y haber ayudado a todo el orbe de la tierra y haber gobernado la Iglesia. De modo que cuando oigas decir: primero los apóstoles, luego los profetas, en tercer lugar los doctores y pastores, y las gracias de curación y de asistencia y de gobierno y de géneros de lenguas, has de entender que en el apostolado están, como en su cabeza, las demás gracias y con abundancia.

¿Pensabais al principio que el nombre de apóstol era sencillo? ¡Mirad qué sentidos tan profundos habéis encontrado que en este nombre de apóstol se reúnen! Hemos dicho lo que antecede, no para hacer ostentación de nuestro poder oratorio -puesto que no son cosas nuestras las que se dicen, sino gracias del Espíritu Santo que así despierta a los más desidiosos y negligentes-, sino para que no se pasen de largo y a la ligera nombres semejantes. De manera que con toda razón hemos designado al apostolado como un consulado. Porque son los apóstoles magistrados puestos por Dios; magistrados a quienes no se les limita el radio de acción a varias gentes y naciones, sino a cuya fe se confía el orbe todo de la tierra juntamente. Pero me esforzaré en demostrar que tales magistraturas son espirituales, para que, por la demostración, mejor entendáis que son los apóstoles tanto más excelentes que los magistrados temporales, cuanto los magistrados seculares lo son respecto de los niños entregados a sus juegos. El magistrado espiritual es mucho más excelente que el temporal, y sostiene mucho mejor nuestra vida; hasta el punto de que si se le suprimiera, todo se hundiría y perecería. Mas ¿cuál es el distintivo de semejante magistrado y qué condiciones ha de tener? ¡Ha de tener potestad sobre las cárceles, de manera que pueda a unos ponerlos en cepos, a otros liberarlos, y sacar de la cárcel a éstos y encarcelar a los de más allá! Y también ha de poder condonar las deudas, y absolver a unos deudores y obligar a otros a restituir: ¡y que todo esto dependa de su arbitrio! También ha de poder condenar a muerte y perdonar la pena de muerte. Aunque esto último, ya no es propio del magistrado sino únicamente del emperador. O mejor aún: ni siquiera es prerrogativa absoluta del emperador. Ya que éste no puede volver a la vida a quien una vez ha muerto, sino únicamente librar a quien ya va conducido a la muerte: puede revocar la sentencia, pero no puede revocar de la muerte. Posee en consecuencia algo que es de inferior calidad, pero está destituido de lo que es más excelente.

Por otra parte, conocemos al magistrado por la banda que porta, por la voz del pregonero, por la guardia que lo rodea, por el coche en que va, por la espada que ciñe: ¡porque todas estas cosas son insignias del magistrado! Veamos pues si la magistratura de apóstol tiene también semejantes insignias. ¡Sí las tiene, pero no son de la misma clase, sino mucho más excelentes! Y para que entiendas que cada palabra de esas indica una realidad, pero que cada una de estas otras realidades es la verdadera realidad; es decir, para que entiendas qué diferencia hay entre niños que juegan a magistrados y los magistrados mismos, comencemos, si te parece, por las cárceles. Decíamos que es una potestad de los magistrados encarcelar y liberar de la cárcel. Pues observa cómo semejante poder lo tienen los apóstoles: A los que ligareis sobre la tierra, ligados quedarán en el cielo; y a los que desatareis sobre la tierra quedarán desatados en el cielo X ¿Ves cómo hay cárcel y hay potestad sobre la cárcel?

El nombre de cárcel es el mismo. Pero la realidad en absoluto no es la misma. Porque hay ataduras y ataduras. Unas hay de la tierra y otras del cielo. Pues en nuestro caso para los atados la cárcel es el cielo. ¡Comprende la amplitud de potestad de la magistratura! Los magistrados se asientan acá en la tierra, pronuncian sentencia: pero su sentencia tiene tal virtud que penetra los cielos. Es lo que sucede con los emperadores. Tienen su residencia en una ciudad y en ella legislan y sentencian, pero la fuerza de sus leyes y sentencias recorre todo el orbe de la tierra. Pues del mismo modo los apóstoles en aquellos tiempos, aunque residían en un lugar, y ahí sentenciaban, pero la fuerza de sus leyes y sentencias abarcaba no sólo al orbe todo, sino que subía a las cumbres mismas de los cielos. ¿Ves en consecuencia cárcel y cárcel? ¡Una en la tierra, otra en el cielo! ¡Una para los cuerpos, otra para las almas! Porque los apóstoles no ataban los cuerpos, sino las aliñas.

¿Quieres ver ahora cómo estaba en su poder perdonar a los deudores? ¡También aquí encontrarás una gran diferencia! No perdonaban deudas de dinero, sino pecados. Les dice Cristo: A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes los retengáis, les quedan retenidos. Después de tales palabras ¿qué necesidad hay de demostrar que podían enviar a la muerte y revocar de la muerte; y no únicamente después de dada la sentencia, liberando del suplicio a los que eran al suplicio conducidos, sino resucitando realmente de entre los muertos a los que ya habían fenecido?

¡Dirás! ¿En dónde condenaron a muerte? ¿en dónde libraron de la muerte? Ananías y Safira fueron convictos de sacrilegio. Pues aun cuando los dineros que habían sustraído eran suyos, el pecado fue de sacrilegio. Una vez que habían hecho promesa de semejantes dineros, ya no les pertenecían. ¿Qué hace el apóstol? ¡Escucha cómo, a la manera de un juez sentado en su tribunal para juzgar al sacrílego, interroga y pronuncia la sentencia! No da la sentencia antes del interrogatorio. Porque, aun cuando el delito estaba manifiesto, quería persuadirnos, a quienes estábamos fuera del tribunal, que su sentencia era justa. Echa, pues, mano del interrogatorio con estas palabras: ¿Por qué se ha apoderado Satanás de tu corazón, moviéndote a mentir al Espíritu Santo, reteniendo una parte del precio del campo? ¿Acaso no, sin venderlo, lo retenías para ti, y una vez vendido no quedaba a tu disposición el precio? ¡No has mentido a los hombres, sino a Dios!

¿Qué le aconteció a Ananías cuando oyó tales palabras? ¡Cayó y expiró! ¿Ves cómo los apóstoles tienen también el derecho de espada? Cuando escuches a Pablo que dice: La espada del Espíritu, que es la palabra de Dios, acuérdate que no se trata de espada material, sino únicamente de la palabra con que fue herido aquel sacrílego. ¿Has visto la espada desnuda y afilada? ¡No hay hierro, no hay empuñadura en ninguna mano! ¡En vez de la mano está la lengua! ¡En vez de la espada se pronuncian palabras que causan la muerte! Y tras él entró su mujer, y Pedro quiso ofrecerle una ocasión de alcanzar perdón y defensa. Por lo cual le preguntó: ¡Dime! ¿vendiste el campo en esa cantidad? No ignoraba el apóstol en cuánto lo habían vendido; pero intentaba con semejante pregunta mover a Safira a penitencia y a que confesara su pecado para darle el perdón. Por tal motivo la interroga. Pero ella persevera en su impudencia y así hubo de acompañar a su marido en el castigo. ¿Miras cómo los apóstoles tienen potestad sobre la cárcel y cómo pueden enviar a la muerte?

Pero pasemos a cosas más agradables. A cómo pueden revocar de la muerte. Murió la discípula Tabita, célebre por las muchas limosnas que hacía a los pobres; y al punto acuden a los apóstoles. Porque sabían que tenían tales poderes sobre la vida y sobre la muerte. Sabían que el principado de los cielos había descendido a la tierra. ¿Qué dice Pedro?: ¡Tabita, levántate! Que nada más necesitó: ni de ministros, ni de criados. ¡Bastaron estas palabras para obrar la resurrección! ¡Escuchó la muerte tales voces y no pudo retener a la que ya había muerto! ¿Ves la calidad de las palabras de estos jueces? ¡Las de los jueces seculares son débiles! Aunque alguno impere, si el criado no le obedece, no se lleva a cabo lo mandado. Aquí, en cambio, no se necesitan los criados. ¡Dijo y al punto fue hecho!

¿Has visto el poder sobre la cárcel, que es una de las insignias de la magistratura? ¿Has visto cómo perdona los pecados el apóstol? ¿Has visto en qué forma acaba con la muerte y devuelve la vida? ¿Quieres conocer además la insignia de su banda? ¡Cristo envió a los apóstoles ceñidos no de pieles sino de verdad, que es una banda y faja espiritual y santa! Por lo cual dice: Ceñidos vuestros lomos con la verdad. Como la magistratura es espiritual no debemos buscar nada sensible: Toda la gloria de la hija del rey es interior'. ¿Deseas ver además a los ejecutores de los castigos sentenciados? ¡Verdugos son los que azotan a los reos y los clavan en un leño y les raen los costados y los sujetan a suplicios y penas! ¿Quieres verlos? ¡No son los hombres sino los demonios y el diablo en persona! Los apóstoles, cuando aún vivían en la carne y en la envoltura del cuerpo, tenían como ejecutores de sus sentencias a las Virtudes incorpóreas. Oye cómo Pablo les manda con imperio. Pues acerca del que en Corinto había fornicado, decía: Lo entrego a Satanás para ruina de la carne. Y también, como algunos blasfemaran, procedió de semejante manera: Los he entregado a Satanás para que aprendan a no blasfemar.

¿Qué nos queda por demostrar? ¿Acaso que poseen carruajes? Pues para esto no nos faltará argumento convincente. Porque Felipe, una vez que hubo bautizado al eunuco y lo inició en los sagrados misterios, como tuviera que regresarse por su camino, el Espíritu Santo le arrebató, y, trasladado desde el desierto, fue encontrado en Azoto. ¿Adviertes el carro alado? ¿Ves el vehículo más veloz que los vientos? En otra ocasión el apóstol hubo de ir al paraíso a donde tan largo era el camino y la distancia tan inmensa y el intervalo tan amplio. Pues bien: entonces fue arrebatado repentinamente y sin trabajo alguno en un instante fue llevado al paraíso. ¡Estos son los carros de los apóstoles! ¡Y la voz del pregonero que corre delante también es digna de la magistratura! Porque no iba delante de ellos un hombre clamando, sino la gracia del Espíritu Santo; y mediante los milagros que eran como una demostración, enviaban por delante una voz más penetrante que la de cualquier trompeta, y así por todas partes se les iba abriendo camino.

Y como sucede con los que están constituidos en altas magistraturas y proceden con gran magnificencia, que los particulares no se atreven a entremezclarse con ellos, así les acontecía a los apóstoles. Porque dice: Y de los otros nadie se atrevía a unirse a ellos, sino que el pueblo los tenía en grande estima. De modo que en resumen, has visto su potestad sobre la cárcel, su facultad para perdonar las deudas, su derecho de espada, y cómo iban ceñidos de bandas y eran llevados en carros y los precedía el pregón más penetrante que el sonido de una trompeta, y avanzaban adornados de magnífica pompa y esplendor.

Vale la pena referir ahora sus hechos preclaros y cuan inmensos beneficios han hecho al orbe de la tierra. Porque también esto es propio de los magistrados: no solamente gozar de los honores, sino además tener gran solicitud y cuidado de los súbditos. Pero ya hemos dicho muchas cosas y aún más de las que convenía. Dejemos pues para otro discurso esa materia. Ahora me esforzaré en dirigir mi palabra a los recientemente iluminados y en exhortarlos. Ni piense alguno que semejante determinación es inoportuna, pues ya tengo dicho que no sólo después de diez o veinte días, sino después de diez o veinte años, pueden llamarse recién iluminados los que han sido iniciados en los misterios; con tal de que vivan sobria y diligentemente.

¿Cuál será la mejor exhortación para ellos? ¡Traerles a la memoria el modo de su nacimiento: digo así del primero como del segundo; del material y sensible y del espiritual! Y declararles cuál sea la diferencia entre ambos. Más aún: ni siquiera es necesario que lo sepan por nosotros. El hijo del trueno en persona los instruirá acerca de la diferencia, es decir, Juan, el discípulo amado. ¿Qué es lo que dice?: mas a cuantos lo recibieron, dioles potestad de venir a ser hijos de Dios. Y luego, trayéndoles al recuerdo su primer nacimiento, y explicándoles, por comparación, la santidad y dignidad de la gracia presente, les dice: Que no de la sangre ni de la voluntad de varón, sino de Dios son nacidos. De manera que con sola una palabra expresó la gran dignidad. ¡Oh nacimiento lleno de limpieza! ¡Oh parto espiritual! ¡Oh nueva manera de nacer! ¡Concebir sin vientre! ¡nacer sin vientre! ¡parto sin carne! ¡partos espirituales! ¡partos de gracia y benignidad de Dios! ¡partos que rebosan alegría y redundan de gozo!

No fue así aquel primer nacimiento, sino que comenzó por gemidos. Porque apenas salió el niño del vientre de su madre y fue emitido del seno materno, lanzó sus primeros gemidos envuelto en lágrimas, como lo dijo cierto varón: Y lloré igual que los otrosí De manera que la entrada en la vida es con lágrimas, con lágrimas son sus comienzos: ¡así nos anuncia de antemano la naturaleza las molestias que nos aguardan! ¿Por qué llora el niño al venir a la luz? Porque antes del pecado Dios había dicho: ¡Creced y multiplicaos!, lo cual era un beneficio. Pero después del pecado fue dicho, como un castigo: ¡Con dolor darás a luz a tus hijos!

Ni solamente hay en el nacimiento lágrimas, sino además fajas y cintas para atar. De modo que lágrimas al nacer; lágrimas al morir; fajas en el nacimiento y fajas en la muerte. ¡Todo para que comprendas que esta vida termina en muerte y en muerte tiene su acabamiento! ¡No es de semejante género el segundo nacimiento! En parte alguna suya hay lágrimas ni fajas, sino libertad del que nace y viene preparado al combate. Por tal motivo tiene libres los pies y las manos, para que pueda lanzarse a luchar. No tiene lágrimas ni lamentos, sino felicitaciones, ósculos y abrazos de sus hermanos que reconocen al recién nacido como miembro propio, y lo reciben como si regresara tras de larga peregrinación.

Antes del bautismo era enemigo. Después del bautismo se tornó en amigo común del Señor de todos y nuestro, y todos nos congratulamos. Tal es el motivo de que el ósculo que se le da se llame paz, para que entendamos que la guerra contra Dios ha terminado, y que hemos sido recibidos en su amistad. ¡Conservémosla perpetuamente, fomentémosla! ¡Hagamos crecer semejante amistad a fin de que consigamos las moradas eternas, por gracia y benignidad del Señor Nuestro Jesucristo, por el cual y con el cual sea la gloria al Padre y el honor y el imperio, juntamente con el vivificante y Santo Espíritu, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén!


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