Suma Teológica I Qu.68 a.3

ARTíCULO 3 El firmamento, ¿separa o no separa unas aguas de otras?

 Objeciones por las que parece que el firmamento no separa unas aguas de otras:
£Objeciones: 1£. A cada cuerpo según su especie le corresponde un lugar natural. Pero, como dice el Filósofo, todas las aguas son de la misma especie. Por lo tanto, no hay que separar por el lugar unas aguas de otras.
£2£. Si se dice que las aguas que están sobre el firmamento son de distinta especie de las que están debajo, se replica: las que son diversas en la especie no necesitan algo más que las distinga. Por lo tanto, si las aguas de arriba y las de abajo son de distinta especie, el firmamento no las distingue entre sí.
£3£. Lo que separa unas aguas de otras por cada parte está en contacto con las aguas, como una pared levantada en medio de un río. Es evidente que las aguas de aquí abajo no llegan hasta el firmamento. Por lo tanto, el firmamento no separa unas aguas de otras.
Contra esto: está lo que dice en (Gn 1,6): Hágase el firmamento en medio de las aguas y que las separe unas de otras.
Respondo: Es posible que alguien, interpretando superficialmente el texto del Génesis, no concibiera más que simples fantasías acordes con la opinión de alguno de los antiguos filósofos. Pues algunos sostuvieron que el agua era un cuerpo infinito, principio de todos los cuerpos. Tal inmensidad puede entenderse por la palabra abismo, cuando se dice: Las tinieblas cubrían el abismo. También sostenían que este cielo sensible que vemos, no ampara debajo de él a todos los seres corporales, sino que por encima de él hay un cuerpo infinito de aguas.
 Así alguien podría decir que el firmamento del cielo separa las aguas exteriores de las interiores, es decir, de todos los seres corporales que están debajo del cielo y cuyo principio decían que era el agua. Pero porque esta postura, y por sólidas razones, es falsa, no hay que decir que éste sea el sentir de la Escritura.
 Pero hay que tener presente que Moisés hablaba a un rudo pueblo, y poniéndose al nivel de su simplismo, sólo les propuso aquellas cosas que resultaban evidentes a primera vista. De esta manera, todos, por muy torpes que fueran, podían deducir que la tierra y el agua eran cuerpos. No obstante, que el aire sea un cuerpo ya no resultaba tan claro para todos, máxime si se tiene en cuenta que también algunos filósofos dijeron que el aire era nada, y llamaban vacío a lo lleno de aire. De este modo, Moisés menciona expresamente el agua y la tierra, pero no así el aire, a fin de no presentar algo desconocido a aquel rudo pueblo. Sin embargo, para que a los más capacitados les quedara la verdad, les da pie para entender el aire, indicándolo como algo anexo a las aguas, cuando dice: Las tinieblas cubrían el abismo. Con lo cual se da a entender la existencia, sobre las aguas, de un cuerpo diáfano que es el sujeto de la luz y de las tinieblas.
 Así, pues, tanto si entendemos por firmamento el cielo en el que están las estrellas, como el espacio aéreo nubiloso, convenientemente se dice que el firmamento separa unas aguas de otras, siempre que por agua se indique la materia informe o bien todos los cuerpos transparentes. Pues el cielo sideral separa los cuerpos transparentes de abajo de los de arriba. El aire nubiloso separa la parte superior del aire en la que se forman las lluvias y fenómenos similares, de la parte inferior, contigua al agua, y conocida con el nombre de aguas.
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. Si por firmamento se entiende el cielo sideral, las aguas de arriba no son de la misma especie que las de abajo. Si por firmamento se entiende el aire nubiloso, entonces ambas aguas son de la misma especie. Y entonces se asignan dos lugares para las aguas, pero no por la misma razón. El lugar más alto es el de la generación de las aguas. El lugar más bajo, el de su asentamiento.
£2£. Si se admiten diversas aguas según la especie, se dice que el firmamento separa unas aguas de otras, pero no como causa de tal división, sino como límite de ambas aguas.
£3£. Moisés, debido a que el aire y otros cuerpos semejantes eran invisibles, los incluyó todos en el nombre de aguas. Resultando evidente, de este modo, que en cualquier parte del firmamento, se entienda como se entienda, hay aguas.

ARTíCULO 4 ¿Hay o no hay un solo cielo?

 Objeciones por las que parece que hay un solo cielo:
£Objeciones: 1£. El cielo se contrapone a la tierra, cuando se dice: En el principio creó Dios el cielo y la tierra. Pero sólo hay una tierra. Luego sólo hay un cielo.
£2£. Todo lo que consta de toda su materia, es uno solo. Pero, como demuestra el Filósofo en el I De Caelo, el cielo es así. Luego sólo hay un cielo.
£3£. Todo lo que se dice unívocamente de muchos, se dice de ellos sólo por una razón común. Pero si hay muchos cielos, cielo se dirá unívocamente de muchos, porque, si se dijera equívocamente, no se diría propiamente de muchos cielos.
 Por lo tanto, es necesario que, si se dice muchos cielos, haya alguna razón común por la cual son llamados cielos. Pero esta razón no puede determinarse.
 Por lo tanto, no se ha de decir que hay muchos cielos.
Contra esto: está lo que se dice en el (Ps 148,4): Alabadle, cielos de los cielos.
Respondo: Sobre este problema parece que Basilio y el Crisóstomo opinan de distinta manera. Pues el Crisóstomo dice que sólo hay un cielo, y que la expresión cielos de los cielos es una propiedad lingüística hebraica que suele nombrar el cielo en plural, como también hay muchos nombres que en latín carecen del singular. Basilio y el Damasceno, que le siguen, opinan que hay muchos cielos. Pero la diversidad de opiniones es más verbal que real, ya que el Crisóstomo llama un cielo a todo el cuerpo que está sobre la tierra y el agua, pues también las aves, que vuelan por el aire, son llamadas por eso aves del cielo. Pero como en dicho cuerpo hay muchas distinciones, Basilio dijo que había muchos cielos.
 Por lo tanto, para conocer la distinción de los cielos, hay que tener presente que cielo tiene en la Escritura una triple acepción. Pues, a veces, se dice propia y naturalmente. En este sentido se dice que el cielo es un cuerpo sublime, luminoso en acto o en potencia e incorruptible por naturaleza. Y según eso ponen tres cielos. El primero, totalmente luminoso y que llaman empíreo . El segundo, totalmente transparente y que llaman cielo acuoso o cristalino. El tercero en parte transparente y en parte luminoso en acto y que llaman cielo sideral. Está dividido en ocho esferas: La esfera fija de las estrellas, y las siete esferas de los planetas. Se puede decir: Ocho cielos.
 En segundo lugar, se llama cielo por participación de alguna propiedad del cuerpo celeste, esto es, la sublimidad o luminosidad en acto o en potencia. Así, para todo aquel espacio que va desde las aguas hasta la esfera lunar, el Damasceno pone un cielo, llamándolo aéreo. Según él, hay tres cielos: El aéreo, el sideral y otro superior, que sería el mencionado por el Apóstol cuando dice (2Co 12,2) que fue raptado hasta el tercer cielo.
 Pero, porque este espacio contiene dos elementos, el fuego y el aire, y en ambos se menciona una región superior y otra inferior, este cielo Rábano lo dividió en cuatro, llamando a la región más alta del fuego cielo ígneo, y a la más baja cielo olimpo, por la altura de un monte llamado Olimpo. A la región más
alta del aire la llamó cielo etéreo por su inflamación, y a la región más baja la llamó cielo aéreo. De este modo, estos cuatro cielos, unidos a los otros tres, hacen que en el universo haya, según Rábano, siete cielos.
 En tercer lugar se dice cielo en sentido metafórico. Así, a veces la misma Santa Trinidad es llamada cielo por su sublimidad y luz espiritual. De este cielo se dice que habla el diablo cuando dijo (Is 14,13): Subiré al cielo, esto es, a la igualdad con Dios. A veces, y por su eminencia, son llamados cielos los bienes espirituales en los que está el premio de los santos. Como cuando se dice (Mt 5,12 Lc 6,23): Vuestra recompensa es grande en los cielos, como explica Agustín. A veces, los tres géneros de visiones sobrenaturales: La corporal, la imaginaria y la intelectual, son llamados tres cielos. De ellos habla Agustín al comentar que Pablo fue raptado hasta el tercer cielo.
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. La tierra está relacionada con el cielo como el centro a la circunferencia.
 Alrededor de un centro puede haber muchas circunferencias. Por eso, habiendo una tierra, se colocan muchos cielos.
£2£. Aquel argumento es viable si se entiende por cielo aquello que incluye la totalidad de las criaturas corporales. Pues, de ser así, sólo hay un cielo.
£3£. Como resulta claro por lo expuesto, en todos los cielos se encuentra comúnmente la sublimidad y alguna luminosidad.

CUESTIÓN 69 Sobre la obra del tercer día

 Ahora hay que tratar lo referente a la obra del tercer día. Esta cuestión plantea y exige respuesta a dos problemas: 1. La acumulación de aguas.
£2£. La producción de plantas.

ARTíCULO 1 ¿Es o no es correcto decir que la acumulación de aguas fue hecha en el tercer día?

 Objeciones por las que parece que no es correcto decir que la acumulación de aguas fue hecha el tercer día:
£Objeciones: 1£. Todo lo hecho en los días primero y segundo es expresado con el verbo hacer. Se dice: Dijo Dios: Hágase la luz ((Gn 1,3); Hágase el firmamento ((Gn 1,6). Pero el tercer día constituye un solo bloque con los dos primeros. Por lo tanto, la obra del tercer día debió ser expresada con el verbo hacer y no sólo con el verbo acumular.
£2£. Más aún. Antes la tierra estaba cubierta de aguas y por eso era llamada invisible. Por lo tanto, no había ningún lugar sobre la tierra en el que las aguas pudieran ser acumuladas.
£3£. Lo que no es continuo no ocupa un solo lugar. Pero no todas las aguas son continuas entre sí. Luego no todas las aguas están acumuladas en un lugar.
£4£. La acumulación se debe al movimiento local. Pero parece que, por naturaleza, las aguas fluyen y corren hasta el mar. Por lo tanto, no fue necesario para esto un precepto divino.
£5£. La tierra también es nombrada al comienzo de su creación cuando se dice: En el principio creó Dios el cielo y la tierra (Gn 1,1). Por lo tanto, no es correcto decir que el nombre tierra se dio en el tercer día.
Contra esto: es suficiente la autoridad de la Sagrada Escritura (Gn 1,9ss.).
Respondo: Es necesario que aquí se den soluciones distintas según se siga a Agustín o a otros santos. Pues Agustín no pone en todas estas obras un orden de duración, sino sólo de origen y de naturaleza. Pues dice que primero fue creada la naturaleza espiritual informe (indicada con el nombre tierra y agua), no porque dicho estado informe precediera a la formación en el tiempo, sino sólo en el origen. Según él, tampoco una formación precede a la otra en duración, sino sólo en el orden de la naturaleza. Según este orden, fue necesario que primero se pusiera la formación de la suprema naturaleza, la espiritual, por lo cual se lee que en el primer día fue hecha la luz.
 Así como la naturaleza espiritual es superior a la corporal, así también los cuerpos de allá arriba son superiores a los de aquí abajo. De ahí que, en segundo lugar, se apunte la formación de los cuerpos de allá arriba, cuando se dice: Hágase el firmamento ((Gn 1,9), por el cual se entiende la impresión de la forma celeste en la materia informe, no existente con anterioridad temporal, sino sólo en el origen. En tercer lugar, se coloca la impresión de las formas elementales en la materia informe, anterior no en el tiempo, sino en el origen.
 Por eso, cuando se dice: Acumúlense las aguas y que se vea lo seco ((Gn 1,9), hay que entender que en la impresión de la materia corporal está la forma sustancial del agua, por la cual le corresponde tal movimiento, y también la forma sustancial de la tierra, por la que le corresponde ser árida.
 Pero, según otros santos, en todas estas obras está presente también el orden de duración, pues sostienen que el estado informe de la materia precede en el tiempo a la formación, y una formación precede a la otra. Pero, según ellos, el estado informe de la materia no es entendido como carencia de forma, porque ya había cielo y agua y tierra (cuyos tres nombres responden a su evidente perceptibilidad por los sentidos), sino que el estado informe de la materia es entendido como carencia de la debida diversificación y de la completa belleza de cada una. Y según estos tres nombres, la Escritura puso tres estados informes.
 Pues al cielo, que está arriba, pertenece el estado informe de las tinieblas, porque en el cielo se origina la luz. El estado informe del agua, que está en medio, se indica con el nombre de abismo, porque este nombre indica una cierta inmensidad descontrolada de las aguas, como observa Agustín en Contra Faustum . El estado informe de la tierra está apuntado cuando se dice que la tierra era invisible o estaba deshabitada, por estar cubierta de agua.
 Así, pues, la formación del cuerpo de más arriba se hizo en el primer día. Y porque el tiempo sigue al movimiento del cielo, el tiempo es el número del movimiento del cuerpo de más arriba. Con esta formación fue hecha la diversificación del tiempo, es decir, el de la noche y el del día.
 En el segundo día fue formado el cuerpo de en medio, es decir, el agua, tomando por el firmamento una determinada diversificación y orden (así como también todo lo que está comprendido en el nombre de aguas, tal como se dijo anteriormente, q.68 a.3).
 En el tercer día fue formado el último cuerpo, es decir, la tierra, al quedar libre de las aguas que la cubrían. Así se hizo la diversificación en la parte más baja y que es llamada tierra y mar.
 Por eso, es bastante congruente que, así como el estado informe de la tierra había sido expresado diciendo que la tierra era invisible o deshabitada, así también está expresada su formación diciendo: Y apareció seca.
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. Según Agustín, en la obra del tercer día la Escritura no utiliza como en los días anteriores el verbo hacer, para demostrar que las formas superiores, es decir, las formas espirituales de los ángeles y las de los cuerpos celestes son perfectas y estables en su ser, pero las formas de los cuerpos de aquí abajo son
imperfectas y mutables. Así, con la acumulación de las aguas y la aparición de lo seco, se indica la impresión de tales formas; pues el agua es inconsistentemente fluida, la tierra firmemente estable, como dice él mismo en II Super Gn. ad litt. . Según otros, la obra del tercer día es perfecta sólo en cuanto al movimiento local. Y, así, no fue necesario que la Escritura usara el verbo hacer.
£2£. La respuesta viene dada por Agustín: Porque no es necesario decir que la tierra primero estaba cubierta de aguas y después las aguas fueron acumuladas. Sino que fueron producidas en tal acumulación. Según otros, y como observa el mismo Agustín en I Super Gn. ad litt., la respuesta es triple. 1) Una, que las aguas son elevadas a un lugar más alto en el que son acumuladas. Pues que el mar es más alto que la tierra se comprobó experimentalmente en el mar Rojo, como dice Basilio . 2) Dos, que se diga que el agua vaporizada, como la niebla, cubría las tierras, densificándose con la acumulación. 3) Tres, que se diga que la tierra pudo tener algunas partes cóncavas en las cuales desembocaron las aguas. De estas tres respuestas, la primera es la más probable.
£3£. Todas las aguas tienen un destino, el mar, en el que confluyen a través de caminos visibles u ocultos. Por eso se dice que las aguas se acumulan en un lugar. O se dice un lugar, no en cuanto tal, sino por comparación al lugar de la tierra seca. Cuyo sentido es: Se acumulen las aguas en un lugar, esto es, fuera de la tierra seca. Pues para indicar la pluralidad de lugares de agua, añade: Las acumulaciones de agua las llamó mares.
£4£. El mandato de Dios da a los cuerpos el movimiento natural. Por eso se dice (Ps 148,8) que con sus movimientos naturales cumplen su palabra . O puede decirse que sería natural que el agua se extendiese por doquier alrededor de la tierra, como está el aire alrededor del agua y de la tierra. Pero, por necesidad del fin, es decir, para que sobre la tierra hubiera animales y plantas, fue necesario que una parte de la tierra se viera libre de aguas. Esto algunos filósofos lo atribuyen a la acción del sol, por los vapores que secan la tierra.
 Pero la Sagrada Escritura atribuye esto al poder divino, no sólo en el Génesis sino también en (Jb 38,10), donde de la persona del Señor se dice: Rodeé el mar poniéndole límites. Y en (Jr 5,22): Dice el Señor: ¿No me temeréis a Mi que con la arena delimité el mar? 5. Según Agustín, por tierra, de la que se hablaba antes, se entiende la materia prima. Ahora se entiende el mismo elemento de la tierra. O puede decirse, según Basilio, que antes se llamaba a la tierra por su naturaleza, y ahora se la llama por su principal propiedad, la aridez. Por eso se dice: A la parte árida la llamó tierra. O puede decirse, según Rabí Moisés, que siempre que se dice llamó, se indica un nombre equívoco. Por eso, antes se ha dicho que llamó a la luz día, porque también se llama día al espacio de veinticuatro horas, al decir: El día primero se hizo la tarde y la mañana. Igualmente, se dice que al firmamento, esto es, al aire, lo llamó cielo, porque también se llama cielo a lo primero que fue creado. Igualmente aquí se dice que seca, esto es, aquella parte libre de aguas, la llamó tierra, en cuanto que se distingue del mar, aun cuando con el nombre tierra en general se indica tanto la parte cubierta de agua como la libre de aguas.
 Siempre que se dice llamó hay que entender: Dio la naturaleza o la propiedad para que pueda ser llamada así.

ARTíCULO 2 ¿Es o no es correcto colocar en el tercer día la producción de plantas?

 Objeciones por las que parece que no es correcto colocar en el tercer día la producción de plantas:
£Objeciones: 1£. Las plantas tienen vida como también la tienen los animales. Pero la producción de los animales no se coloca entre las obras de diversificación, sino que pertenece a la de ornamentación. Luego tampoco la producción de plantas debió colocarse en el tercer día, que pertenece a la obra de diversificación.
£2£. Lo que pertenece a la maldición de la tierra no debió colocarse junto a la formación de la tierra. Pero la producción de algunas plantas pertenece a la maldición de la tierra, según aquello de (Gn 3,17-18): Será maldita la tierra en tu trabajo, te dará espinas y cardos. Luego la producción de las plantas en general no debió colocarse en el tercer día, que pertenece a la formación de la tierra.
£3£. Así como las plantas brotan de la tierra, también lo hacen las piedras y los metales, y, sin embargo, no se mencionan en la formación de la tierra. Luego tampoco las plantas debieron ser hechas en el tercer día.
Contra esto: está lo que se dice en (Gn 1,2): Produjo la tierra hierba verde. Y se añade (v.13): Hubo tarde y hubo mañana, el día tercero.
Respondo: Como se indicó anteriormente (a.l), en el tercer día desapareció el estado informe de la tierra. Dicho estado se describía de dos maneras: 1) Una, diciendo que la tierra era invisible o deshabitada, porque estaba cubierta de aguas. 2) Otra, diciendo que estaba sin componer o vacia, esto es, que no tenía una ornamentación adecuada como la que le viene de las plantas con las que está revestida. En ambos aspectos desapareció el estado informe de la tierra en este tercer día: Primero, con la acumulación de aguas en un lugar, apareciendo la tierra seca; segundo, con la producción de hierba verde.
 Sin embargo, con respecto a la producción de plantas opinan de forma distinta Agustín y los demás. Pues estos dicen que las plantas fueron producidas con sus especies en este tercer día según el sentido literal del texto. Por su parte, Agustín en V Super Gn. ad litt. escribe: Se dice que la tierra produjo causalmente la hierba y los árboles, esto es, que recibió la capacidad de producir. Esto queda confirmado con la autoridad de la Escritura. Pues se lee en (Gn 2,4-5): Estos son los orígenes del cielo y de la tierra cuando fueron creados.
 El día en que Dios hizo el cielo y la tierra, no había arbusto alguno en el campo, ni hierba en ninguna parte de la tierra. Por lo tanto, antes que afloraran sobre la tierra, fueron hechas causalmente en la tierra. Esto queda confirmado también por la razón. Porque en aquellos primeros días, creó Dios la criatura original o causalmente, después descansó. Sin embargo, después de esto, y según el plan
de propagación de lo creado, siguió actuando hasta el presente (Jn 5,17).
 Producir plantas es algo que pertenece a la obra de propagación. Por lo tanto, en el tercer día no se produjeron las plantas en acto, sino sólo causalmente.
 Aun cuando, según otros, pueda decirse que la primera institución de las especies pertenece a la obra de los seis días, la producción a partir de las primeras especies instituidas pertenece a la propagación de las cosas. Y esto es lo que dice la Escritura: Antes de que apareciera sobre la tierra, o antes de que germinara, es decir, antes de que de semejantes surgieran semejantes, como observamos que ahora se hace por inseminación. Por eso recalca la Escritura: Que la tierra germine hierba verde con semilla, pues las especies de las plantas fueron producidas de manera perfecta, y de sus semillas surgían otras. No es el momento de discutir dónde tienen su fuerza germinativa: Si en la raíz, en el tronco o en el fruto.
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. La vida en las plantas es oculta, porque carecen de movimiento local y de sentido, que es, sobre todo, lo que distingue lo animado de lo inanimado. De este modo, por estar inmóviles en la tierra, se dice que su producción es como una formación de la misma tierra.
£2£. También antes de aquella maldición habían sido producidas las espinas y los cardos, en potencia o en acto. Pero no habían sido producidas para desgracia del hombre, como si la tierra cultivada para dar alimentos, diera cosas estériles y dañinas. Se dijo: Germinará para ti.
£3£. Moisés se propuso explicar lo que se veía, según hemos dicho (q.68, a.3). Y los minerales tienen su origen oculto en las entrañas de la tierra. Además, no se distinguen claramente de la tierra, sino que parecen una especie de tierra. Por eso no los mencionó.

CUESTIÓN 70 Sobre la ornamentación

 Cuarto día Siguiendo el plan trazado, hay que analizar ahora lo referente a la ornamentación. Primero, de cada día en particular; después, de los seis días conjuntamente. Con respecto a lo primero, hay que tratar: 1) la obra en el cuarto día; 2) en el quinto; 3) en el sexto; 4) lo referente al séptimo día.
La cuestión referente a la obra realizada en el cuarto día plantea y exige respuesta a tres problemas: 1. La producción de astros luminosos. 2. Objetivo. 3. ¿Son o no son animados?

ARTíCULO 1 Los astros luminosos, ¿debieron o no debieron ser producidos en el cuarto día?

 Objeciones por las que parece que los astros luminosos no debieron ser producidos en el cuarto día:
£Objeciones: 1£. Los astros luminosos son cuerpos incorruptibles por naturaleza. Por lo tanto, su materia no puede existir sin su forma. Pero su materia fue creada en la obra de la creación, antes de los días. Luego también su forma. Por lo tanto, no fueron hechos en el cuarto día.
£2£. Los astros luminosos son como vasos de luz. Pero la luz fue hecha en el primer día. Por lo tanto, los astros luminosos debieron ser hechos en el primer día y no en el cuarto.
£3£. Así como las plantas están fijas en la tierra, los astros luminosos lo están en el firmamento. Por eso dice la Escritura: Los colocó en el firmamento. Pero la producción de plantas se describe juntamente con la formación de la tierra a la que están adheridas. Por lo tanto, la producción de los astros debió colocarse en el segundo día juntamente con la producción del firmamento.
£4£. El sol, la luna y otros astros luminosos son causas de las plantas. Pero en el orden natural la causa precede al efecto. Por lo tanto, los astros luminosos no debieron ser hechos en el cuarto día, sino en el tercero o antes.
£5£. Según los astrólogos, muchas estrellas son mayores que la luna. Por lo tanto, no debieron ponerse solamente el sol y la luna como dos grandes astros luminosos.
Contra esto: es suficiente la autoridad de la Escritura (Gn 1,14ss.).
Respondo: En la recapitulación de las obras divinas, la Escritura dice (Gn 2,1): Así, pues, fueron acabados los cielos y la tierra y toda su ornamentación.
 En estas palabras puede entenderse la triple obra: La de creación, por la que se dice que fueron hechos el cielo y la tierra, si bien en estado informe; la de diversificación, por la que el cielo y la tierra fueron acabados, tanto por las formas sustanciales atribuidas a la materia informe, según Agustín, como por lo que respecta a la adecuada ornamentación y orden, según otros santos. Y a estas dos obras se añade la de ornamentación.
Hay diferencia entre ornamentación y acabado. Pues al acabado del cielo y de la tierra pertenece lo intrínseco; y, en cambio, a la ornamentación pertenece aquello por lo que se diversifican cielo y tierra. Así como el hombre se completa con las propias partes y formas, y se adorna con vestidos y otras cosas parecidas. La diversificación de algunos seres se manifiesta fundamentalmente por el movimiento local, por el que se separan entre sí. De este modo, a la obra de ornamentación pertenece la producción de aquellas cosas que tienen movimiento en el cielo y la tierra.
 Como ya dijimos (q-69, a.1), en la creación se mencionan tres cosas: El cielo, el agua y la tierra. Y estas tres son formadas mediante la obra de diversificación en tres días. En el primero, el cielo; en el segundo, las aguas; y en el tercero, la tierra diversificando mar y tierra seca. De manera parecida sucede con la obra de ornamentación. En el primer día, que corresponde al cuarto, son producidos los astros como ornamentación en el cielo en el que se mueven. En el segundo, que corresponde al quinto, las aves y los peces, como ornamentación del elemento de en medio, porque se mueven en el aire o en el agua tomados ambos como uno solo. En el tercer día, que corresponde al sexto, fueron producidos los animales para ornamentación de la tierra en la que se mueven.
 Pero hay que tener presente que en la producción de los astros luminosos no hay discrepancia entre Agustín y los otros santos. Pues dice que los astros luminosos fueron hechos en acto, no sólo en potencia, pues el firmamento no tiene la capacidad de producir astros luminosos como la tierra puede producir plantas. Por eso la Escritura no dice: Produzca el firmamento astros luminosos; como dice: Produzca la tierra hierba verde.
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. Según Agustín, aquí no se plantea ninguna dificultad. Pues en estas obras no pone sucesión temporal, y, por lo tanto, no es necesario decir que la materia de los astros luminosos existiera bajo otra forma. Según los que sostienen que los cuerpos celestes están hechos a partir de la naturaleza de los cuatro elementos, tampoco hay dificultad, porque puede decirse que fueron hechos con la materia previa a su formación, como los animales y las plantas. Pero según los que sostienen que los cuerpos celestes son de naturaleza distinta a la de los elementos, e incorruptibles por naturaleza, hay que decir que la sustancia de los astros luminosos fue creada desde el principio. Pero antes era informe y ahora ha sido formada; no en cuanto a la forma sustancial, sino por la impresión de un determinado poder. Sin embargo, no se habla de ellos al principio, sino sólo en el cuarto día, para que, como dice el Crisóstomo, así se apartara al pueblo de la idolatría, demostrando que los astros no son dioses partiendo del hecho de que no existieran al principio.
£2£. Según Agustín, tampoco aquí hay dificultad, porque la luz mencionada en el primer día es la luz espiritual; mientras que la que ahora es hecha, es la luz corporal. No obstante, si por la luz mencionada en el primer día se entiende la luz corporal, hay que decir que aquella luz fue producida según la naturaleza común de la luz; y en el cuarto día, a los astros luminosos se les atribuye una determinada capacidad para unos determinados efectos; por lo cual vemos que unos son los efectos de los rayos del sol, y otros los de la luna ; y lo mismo cabe decir de otros efectos. Por esa concreta capacidad, Dionisio dice en el c.4 De Div. Nom. que la luz del sol, informe al principio, en el cuarto día recibió su forma.
£3£. Según Ptolomeo, los astros luminosos no están fijos en las esferas, sino que tienen movimiento independiente del de las esferas. Por eso el Crisóstomo estima que no se dice que los puso en el firmamento porque allí están fijos; sino porque había mandado que estuvieran allí; como puso al hombre en el paraíso para que estuviera allí.
 Pero, según la opinión de Aristóteles, las estrellas están fijas en las esferas, y en realidad no se mueven más que con el movimiento de las esferas. Sin embargo, el movimiento de los astros luminosos puede percibirse con los sentidos; no así el movimiento de las esferas . No obstante, Moisés, poniéndose al nivel de aquel rudo pueblo, y como se ha dicho (q.68 a.3), se centra sólo en lo que se percibe con los sentidos. Por lo demás, si el firmamento hecho en el segundo día es distinto por naturaleza de aquel en el que fueron colocadas las estrellas, aunque los sentidos no puedan discernirlo, y Moisés sigue este criterio
tal como dijimos (q.68 a.3), entonces desaparece la objeción. Pues en el segundo día fue hecho el firmamento en cuanto a su parte inferior. En el cuarto día fueron colocadas las estrellas en la parte superior. Y ambas partes se toman por un todo, que es como lo perciben los sentidos.
£4£. Como dice Basilio, la producción de las plantas se relata antes de la de los astros luminosos para evitar la idolatría. Pues quienes creen que los astros luminosos son dioses, sostienen que el origen de las plantas radica en los astros luminosos. Aunque, como observa el Crisóstomo, así como los hombres trabajando la tierra contribuyen a la producción de las plantas, así también los astros contribuyen con sus movimientos.
£5£. Como dice el Crisóstomo, se habla de dos grandes astros luminosos no tanto por la cantidad como por su eficacia y poder. Porque, aun cuando otras estrellas sean mucho más grandes que la luna, sin embargo, el efecto de la luna se siente más en los cuerpos de aquí. Y también a los sentidos les parece mayor.

ARTíCULO 2 El porqué de la producción de los astros luminosos, ¿fue o no fue descrito correctamente?

 Objeciones por las que parece que el porqué de la producción de los astros luminosos no fue descrito correctamente:
£Objeciones: 1£. Se dice en (Jr 10,2): No os espantéis de los signos del cielo; que lo hagan los
paganos. Por lo tanto, los astros del cielo no han sido constituidos como signos.
£2£. El signo y la causa se contraponen. Pero los astros luminosos son causa de lo que se hace aquí. Por lo tanto, no son signos.
£3£. La distinción de estaciones y días comenzó en el primer día. Por lo tanto, los astros luminosos no han sido hechos para distinguir las estaciones, los días y los años.
£4£. Nada ha sido hecho para algo de menor calidad; porque el fin es mejor que aquellos que se ordenan a tal fin. Pero los astros luminosos son mejores que la tierra. Por lo tanto, no han sido hechos para que iluminen la tierra.
£5£. La luna nueva no preside la noche. Pero es probable que la luna fuese creada en su fase de nueva. De hecho los hombres computan el tiempo a partir de ella.

 Por lo tanto, no ha sido hecha para que presidiera la noche.
Contra esto: es suficiente la autoridad de la Escritura ((Gn 1,14ss).
Respondo: Como se indicó anteriormente (q.65 a.2), puede decirse que la criatura corporal ha sido hecha o para, simplemente, actuar, o para otra criatura, o para todo el universo, o para la gloria de Dios. Pero Moisés, a fin de alejar al pueblo de la idolatría, sólo puso como causa: ser útiles al hombre. Por eso se dice en (Dt 4,19): Al poner los ojos en el cielo y ver el sol, la luna y todos los astros del cielo, no te dejes llevar por el error, y los adores y honres, pues el Señor Dios los creó para bien de los pueblos.
 Este bien es concretado en tres aspectos al principio del Génesis. 1) Primero, por la utilidad que representan para los hombres y los animales, ya que pueden ver, orientando así sus obras, y es fundamental para conocer las cosas. Y en este sentido dice: Luzcan en el firmamento e iluminen la tierra. 2) Segundo, para indicar los cambios de estaciones, con los que desaparece el decaimiento, se conserva la salud y se dan las cosechas necesarias para vivir. Todo esto no se daría si siempre fuera verano o invierno. Y en este sentido dice: Para que haya estaciones y días y años. 3) Tercero, para llevar adelante asuntos y trabajos, en cuanto que por los astros se indica si el tiempo será lluvioso o seco, que son buenos para asuntos distintos. Y en este sentido dice: Para que sean signos .
 A las objeciones:
£Soluciones: 1£. Los astros luminosos son signos de los cambios en los cuerpos; pero no son signos de los cambios que dependen del libre albedrío.
£2£. Por causas sensibles a veces llegamos a conocer efectos ocultos; y al revés.
 Por eso nada impide que una causa sensible sea signo. Sin embargo, es mucho mejor decir signos que causas, para evitar la idolatría.
£3£. En el primer día se hizo la común distinción del tiempo en día y noche, atendiendo al movimiento diurno, que es común a todo el cielo. Puede aceptarse que empezó en el primer día. Pero las distinciones especiales de días y estaciones, por las que un día es más caluroso que otro, o una estación que
otra, o un año que otro, esto ya se debe al movimiento especial de las estrellas.
 Puede aceptarse que esto empezó en el cuarto día.
£4£. En la iluminación de la tierra está comprendida la utilidad del hombre, el cual, por su alma, aventaja a los astros luminosos. Sin embargo, nada impide decir que la criatura superior esté al servicio de la inferior, no en cuanto se la considera en sí misma, sino en cuanto que está ordenada a la plenitud del universo.
£5£. La luna, cuando es llena, aparece por la noche y desaparece por la mañana, y, así, preside la noche. Es bastante probable que la luna fuera hecha llena; como las hierbas fueron hechas perfectas produciendo semilla, lo mismo que los animales y el hombre. Pues, aun cuando por el proceso natural se pase de lo imperfecto a lo perfecto, sin embargo, y en sentido absoluto, lo perfecto es anterior a lo imperfecto. No obstante, Agustín no afirma esto, porque dice que nada impide que Dios hiciera algo imperfecto, y que después El mismo lo perfeccionara.

Suma Teológica I Qu.68 a.3