DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS

CONGREGACIÓN PARA EL CLERO




SIGLAS



I SAGRADA ESCRITURA

Ab: Abacuc
Abd: Abdías
Ag: Ageo
Am: Amós
Ap: Apocalipsis
Ba: Baruc
1 Co: 1ª Corintios
2 Co: 2ª Corintios
Col: Colosenses
1 Cro: 1º Crónicas
2 Cro: 2º Crónicas
Ct: Cantar
Dn: Daniel
Dt: Deuteronomio
Fe: Efesios
Esd: Esdras
Est: Ester
Ex: Exodo
Ez: Ezequiel
Flm: Filemón
Flp: Filipenses
Ga: Gálatas
Gn: Génesis
Ha: Habacuc
Hb: Hebreos
Hch: Hechos
Is: Isaías
Jb: Job
Jc: Jueces
Jdt: Judit
Jl: Joel
Jn: Juan
1 Jn: 1ª Juan
2 Jn: 2ª Juan
3 Jn: 3ª Juan
Jon: Jónas
Jos: Josué
Jr: Jeremías
Judas: Judas
Lc: Lucas
Lm: Lamentaciones
Lv: Levítico
1 M: 1 Macabeos
2 M: 2 Macabeos
Mc: Marcos
Mi: Miqueas
Ml: Malaquías
Mt: Mateo
Na: Nahúm
Ne: Nehemías
Nm: Números
Os: Oseas
1 P: 1 Pedro
2 P: 2 Pedro
Pr: Proverbios
Qo: Eclesiastés (Qohelet)
1 R: 1 Reyes
2 R: 2 Reyes
Rm: Romanos
Rt: Rut
1 S: 1 Samuel
2 S: 2 Samuel
Sal: Salmos
Sb: Sabiduría
Si: Eclesiástico (Sirácida)
Sof: Sofonías
St: Santiago
Tb: Tobías
1 Tm: 1 Timoteo
2 Tm: 2 Timoteo
1 Ts: 1 Tesalonicenses
2 Ts: 2 Tesalonicenses
Tt: Tito
Za: Zacarías



II

DOCUMENTOS DE LA IGLESIA

AA: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre el apostolado de los laicos Apostolicam Actuositatem (18 noviembre 1965)
ADG: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre la acción misionera de la Iglesia Ad Gentes (7 Diciembre 1965)
CA: Juan Pablo II, Carta Encíclica Centesimus Annus (1 Mayo 1991): AAS 83 (1991), pp. 793-867
CD: Conc. Ecum. Vat II, Decreto sobre el oficio pastoral de los Obispos en la Iglesia Christus Dominus (28 octubre 1965)
CCL: Corpus Christianorum, Series Latina (Turnholti 1953 ss.)
CEC: Catecismo de la Iglesia Católica (11 octubre 1992)
CIC: Codex Iuris Canonici (25 enero 1983)
CL: Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Christifideles Laici (30 diciembre 1988): AAS 81 (1989), pp. 393-521
COINCAT: Consejo Internacional Para la Catequesis, Orientación La Catequesis de adultos en la comunidad cristiana, Libreria Editrice Vaticana 1990
CSEL: Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (Wn 1866 ss.)
CTR: Juan Pablo II, Exhortación apostólica Catechesi Tradendae (16 octubre 1979): AAS 71 (1979), pp. 1277-1340
DCG: (1971) Sagrada Congregación para el Clero, Directorium Catechisticum Generale Ad normam decreti (11 abril 1971): AAS 64 (1972), pp. 97-176
DH: Conc. Ecum. Vat. II, Declaración sobre la libertad religiosa Dignitatis Humanae (7 diciembre 1965)
DM: Juan Pablo II, Carta encíclica Dives in Misericordia (30 noviembre 1980): AAS 72 (1980), pp. 1177-1232
DV: Conc. Ecum. Vat. II, Constitución dogmática sobre la divina revelación Dei Verbum (18 noviembre 1965)
DS: H. Denzinger – A. Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum Definitionum et Declarationum de Rebus Fidei et Morum, Edición XXXV enmendada, Roma 1973
EIAF: Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Ecclesia in Africa (14 setiembre 1995): AAS 88 (1996), pp. 5-82
EN: Pablo VI, Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (8 diciembre 1975): AAS 58 (1976), pp. 5-76
EV: Juan Pablo II, Carta encíclica Evangelium Vitae (25 marzo 1995): AAS 87 (1995), pp. 401-522
FC: Juan Pablo II, Exhortación apostólica post-sinodal Familiaris Consortio (22 noviembre 1981): AAS 73 (1981), pp. 81-191
FD: Juan Pablo II, Constitución Apostólica Fidei Depositum (11 octubre 1992): AAS 86 (1994), pp. 113-118
GCM: Congregación para la Evangelización de los Pueblos, Guía para los catequistas. Documento de orientación vocacional, de la formación y de la promoción del catequista en tierras de misión que dependen de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (3 diciembre 1993), Ciudad del Vaticano 1993
GE: Conc. Ecum. Vat. II, Declaración cobre la educación Gravissimum Educationis (28 octubre 1965)
GS: Conc. Ecum. Vat. II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual Gaudium et Spes (7 diciembre 1965)
LC: Congregación para la doctrina de la fe, Instrucción Libertatis Conscientia (22 marzo 1986): AAS 79 (1987), pp. 554-599
LE: Juan Pablo II, Carta encíclica Laborem Exercens (14 setiembre 1981); AAS 73 (1981), pp. 577-647
LG: Conc. Ecum. Vat. II, Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium (21 noviembre 1964)
MM: Juan XXIII, Carta encíclica Mater et Magistra (15 mayo 1961): AAS 53 (1961), pp. 401-464
MPD: Sínodo de los obispos, Mensaje al Pueblo de Dios Cum iam ad exitum sobre la catequesis en nuestro tiempo (28 octubre 1977), Typis Polyglottis Vaticanis 1977
NAE: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre la relación de la Iglesia con las Religiones no cristianas Nostra Aetate (28 octubre 1965)
PB: Juan Pablo II, Constitución apostólica Pastor Bonus (28 junio 1988): AAS 80 (1988), pp. 841-930
PG: Patrologiae Cursus completus, Series Graeca, ed. Jacques – P. Migne, Parisiis 1857 ss.
PL: Patrologiae Cursus completus, Series Latina, ed. Jacques – P. Migne, Parisiis 1844ss.
PO: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre el ministerio y la vida sacerdotal Presbyterorum Ordinis (7 diciembre 1965)
PP: Pablo VI, Carta encíclica Populorum Progressio (26 marzo 1967): AAS 59 (1967), pp. 257-299
RH: Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptor Hominis (4 marzo 1979): AAS 71 (1979), pp. 257-324
RICA: Ritual de la Iniciación Cristiana de Adultos, ed. Italiana del Ordo Initiationis Christianae Adultorum, Editio Typica, Typis Polyglottis Vaticanis 1972
RMi: Juan Pablo II, Carta encíclica Redemptoris Missio (7 diciembre 1990): AAS 83 (1991), pp. 249-340
SC: Conc. Ecum. Vat. II, Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium (4 diciembre 1963)
SINODO 1985: Sínodo de los obispos (asamblea extraordinaria del 1985), Relación final Ecclesia sub verbo Dei mysteria Christi celebrans pro salute mundi (7 diciembre 1985), Ciudad del Vaticano, 1985
SCh: Sources Chrétiennes, Collection, Paris 1946ss.
SRS: Juan Pablo II, Carta encíclica Sollicitudo Rei Socialis (30 diciembre 1987): AAS 80 (1988), pp. 513-586
TMA: Juan Pablo II, Exhortación apostólica Tertio Millennio Adveniente (10 noviembre 1994): AAS 87 (1995), pp. 5-41
UR: Conc. Ecum. Vat. II, Decreto sobre el Ecumenismo Unitatis Redintegratio (21 noviembre 1964)
UUS: Juan Pablo II, Carta encíclica Ut Unum Sint (25 mayo 1995): AAS 87 (1995), pp. 921-982
VS: Juan Pablo II, Carta encíclica Veritatis Splendor (6 agosto 1993): AAS 85 (1993), pp. 1133-1228


PREFACIO


1. El Concilio Vaticano II prescribió la redacción de un "Directorio sobre la formación catequética del pueblo cristiano". (1) En cumplimiento de este mandato conciliar, la Congregación para el Clero se sirvió de una Comisión especial de expertos y consultó a las Conferencias episcopales del mundo, que remitieron numerosas sugerencias y observaciones al respecto. El texto preparado fue revisado por una Comisión teológica ad hoc y por la Congregación para la Doctrina de la Fe. El 18 de marzo de 1971 fue definitivamente aprobado por Pablo VI y promulgado el 11 de abril del mismo año, con el título Directorium Catechisticum Generale.


(1) CD 44.



2. Los treinta años transcurridos desde la clausura del Concilio Vaticano II hasta el umbral del tercer milenio, constituyen –sin duda– un tiempo muy rico en orientaciones y promoción de la catequesis. Ha sido un tiempo que, de algún modo, ha vuelto a hacer presente la vitalidad evangelizadora de la Iglesia de los orígenes y a impulsar oportunamente las enseñanzas de los Padres, favoreciendo el retorno actualizado al Catecumenado antiguo. Desde 1971, el Directorium Catechisticum Generale ha orientado a las Iglesias particulares en el largo camino de renovación de la catequesis, proponiéndose como punto de referencia tanto en cuanto a los contenidos como en cuanto a la pedagogía y los métodos a emplear.

El camino recorrido por la catequesis en ese período se ha caracterizado por doquier por la generosa dedicación de muchas personas, por iniciativas admirables y por frutos muy positivos para la educación y la maduración de la fe de niños, jóvenes y adultos. Sin embargo, no han faltado –al mismo tiempo– crisis, insuficiencias doctrinales y experiencias que han empobrecido la calidad de la catequesis debido, en gran parte, a la evolución del contexto cultural mundial y a cuestiones eclesiales no originadas en la catequesis.




3. El Magisterio de la Iglesia nunca ha dejado, en estos años, de ejercer con perseverancia su solicitud pastoral en favor de la catequesis. Numerosos Obispos y Conferencias episcopales, en todos los continentes, han impulsado de manera notable la catequesis, publicando Catecismos valiosos y orientaciones pastorales, promoviendo la formación de peritos y favoreciendo la investigación catequética. Estos esfuerzos han sido fecundos y han redundado favorablemente sobre la actividad catequética de las Iglesias particulares. Una aportación particularmente rica para la renovación catequética fue el Ritual de la iniciación cristiana de adultos, promulgado el 6 de Enero de 1972 por la Congregación para el Culto Divino.

Es obligado recordar, de manera especial, el ministerio de Pablo VI, el Pontífice que guió a la Iglesia durante el primer período posconciliar. A este propósito, Juan Pablo II se manifiesta así: "Mi venerado predecesor Pablo VI sirvió a la catequesis de la Iglesia de manera especialmente ejemplar con sus gestos, su predicación, su interpretación autorizada del Concilio Vaticano II –que él consideraba como la gran catequesis de los tiempos modernos–, con su vida entera". (2)


(2) CTR 2.



4. Un hito decisivo para la catequesis fue la reflexión realizada por la Asamblea General del Sínodo de los obispos acerca de la evangelización del mundo contemporáneo, que se celebró en octubre de 1974. Las proposiciones de esta Asamblea fueron presentadas al papa Pablo VI, que promulgó la Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi, del 8 de Diciembre de 1975. Este documento presenta, entre otros, un principio de particular importancia: la catequesis como acción evangelizadora dentro del ámbito de la misión general de la Iglesia. La actividad catequética, de ahora en adelante, deberá ser considerada como partícipe siempre de las urgencias y afanes propios del mandato misionero para nuestro tiempo.

Además, la última Asamblea sinodal convocada por Pablo VI en octubre de 1977 escogió la catequesis como tema de análisis y reflexión episcopal. Este Sínodo vio "en la renovación catequética un don precioso del Espíritu Santo a la Iglesia de hoy". (3)


(3) CTR 3.



5. Juan Pablo II asumió en 1978 esta herencia y formuló sus primeras orientaciones en la Exhortación apostólica Catechesi Tradendae, del 16 de octubre de 1979. Esta Exhortación forma una unidad totalmente coherente con la Exhortación Evangelii Nuntiandi y vuelve a situar plenamente a la catequesis en el marco de la evangelización.

A lo largo de su pontificado, Juan Pablo II ha ofrecido un magisterio constante de muy alto valor catequético. Entre sus discursos, cartas y enseñanzas escritas destacan las doce Encíclicas: desde Redemptor Hominis a Ut Unum Sint. Estas Encíclicas constituyen por sí mismas un cuerpo de doctrina sintético y orgánico, en orden a la aplicación de la renovación de la vida eclesial postulada por el Concilio Vaticano II.

En cuanto al valor catequético de estos documentos del Magisterio de Juan Pablo II destacan: Redemptor Hominis (4 marzo 1979), Dives in Misericordia (30 noviembre 1980), Dominum et Vivificantem (18 mayo 1986) y, en razón de la reafirmación de la validez permanente del mandato misionero, Redemptoris Missio (7 diciembre 1990).



6. Por otra parte, las Asambleas Generales, ordinarias y extraordinarias, del Sínodo de los Obispos han tenido una particular incidencia en el campo de la catequesis. Por su particular relieve deben señalarse las Asambleas Sinodales de 1980 y de 1987, sobre la misión de la familia y sobre la vocación de los laicos bautizados. A los trabajos sinodales siguieron las correspondientes Exhortaciones apostólicas de Juan Pablo II Familiaris Consortio (22 noviembre 1981) y Christifideles Laici (30 diciembre 1988). El mismo Sínodo extraordinario de 1985 ha influido, también, de manera decisiva sobre el presente y futuro de la catequesis de nuestro tiempo. En aquella ocasión se hizo balance de los veinte años de aplicación del Concilio Vaticano II, y los Padres sinodales propusieron al Santo Padre la elaboración de un Catecismo universal para la Iglesia Católica. La propuesta de la Asamblea sinodal extraordinaria de 1985 fue acogida favorablemente y hecha propia por Juan Pablo II. Culminado el paciente y complejo proceso de su elaboración, el Catecismo de la Iglesia Católica fue entregado a los obispos y a las Iglesias particulares mediante la Constitución apostólica Fidei Depositum el 11 octubre 1992.



7. Este acontecimiento de tan profunda significación y el conjunto de hechos y de intervenciones magisteriales anteriormente señalados, imponían el deber de una revisión del Directorium Catechisticum Generale, a fin de adaptar este valioso instrumento teológico-pastoral a la nueva situación y a las nuevas necesidades. Recoger tal herencia y sistematizarla sintéticamente en orden a la actividad catequética, siempre en la perspectiva de la presente etapa de la vida de la Iglesia, es un servicio de la Sede Apostólica a todos.

El trabajo para la reelaboración del Directorio General para la Catequesis, promovido por la Congregación para el Clero, ha sido realizado por un grupo de Obispos y de expertos en teología y en catequesis. Seguidamente, ha sido sometido a consulta de las Conferencias episcopales, de diversos peritos e Institutos o Centros de estudios catequéticos; y ha sido en el respeto substancial a la inspiración y contenidos del texto de 1971.
Evidentemente, la nueva redacción del Directorio General para la Catequesis ha debido conjugar dos exigencias principales:
- por una parte, el encuadramiento de la catequesis en la evangelización, postulado en particular por las Exhortaciones Evangelii Nuntiandi y Catechesi Tradendae;
- por otra parte, la asunción de los contenidos de la fe propuestos por el Catecismo de la Iglesia Católica.



8. El Directorio General para la Catequesis, conservando la estructura básica del texto de 1971, se articula del siguiente modo:

- Una Exposición Introductoria, en la que se ofrecen pautas y orientaciones para la interpretación y la comprensión de las situaciones humanas y eclesiales, desde la fe y la confianza en la fuerza de la semilla del Evangelio. Son breves diagnósticos en orden a la misión.
- La Primera Parte (4) se articula en tres capítulos y enraíza de forma más acentuada la catequesis en la Constitución conciliar Dei Verbum, situándola en el marco de la evangelización presente en Evangelii Nuntiandi y Catechesi Tradendae. Propone, asimismo, una clarificación sobre la naturaleza de la catequesis.
- La Segunda Parte (5) consta de dos capítulos. En el primero, bajo el título "Normas y criterios para la presentación del mensaje evangélico en la catequesis", con nueva articulación y en una perspectiva enriquecida, se recogen en su totalidad los contenidos del capítulo correspondiente del texto anterior. El capítulo segundo, completamente nuevo, está al servicio de la presentación del Catecismo de la Iglesia Católica, como texto de referencia para la transmisión de la fe en la catequesis y para la redacción de los Catecismos locales. El texto ofrece también principios básicos en orden a la elaboración de los Catecismos por las Iglesias particulares y locales.
- La Tercera Parte (6) aparece bastante renovada, formulando también la substancia de una pedagogía de la fe, inspirada en la pedagogía divina; cuestión ésta que concierne tanto a la teología como a las ciencias humanas.
- La Cuarta Parte (7) tiene por título "Los destinatarios de la catequesis". En cinco breves capítulos, se atiende a las muy diversas situaciones de las personas a las que se dirige la catequesis, a los aspectos relativos a la situación socio-religiosa y de modo especial, a la cuestión de la inculturación.
- La Quinta Parte (8) coloca, como centro de gravitación, la Iglesia particular, que tiene el deber primordial de promover, programar, supervisar y coordinar toda la actividad catequizadora. Adquiere un particular relieve la descripción de los respectivos roles de los diversos agentes (que tienen siempre su referencia en el Pastor de la Iglesia particular) y de las exigencias formativas en cada caso.
- La Conclusión exhorta a una intensificación de la acción catequética en nuestro tiempo y corona la reflexión y las directrices con una llamada a la confianza en la acción del Espíritu Santo y en la eficacia de la Palabra de Dios sembrada en el amor.


(4) Corresponde a la Segunda Parte del DCG (1971).

(5) Tiene los mismos objetivos de la Tercera Parte del DCG (1971).

(6) Corresponde a la Cuarta Parte del DCG (1971).

(7) Corresponde a la Quinta Parte del DCG (1971). Aunque algunos, con importantes razones, aconsejaban situar esta parte antes que la correspondiente a la de la pedagogía, se ha preferido, dado el nuevo enfoque de la Tercera Parte, mantener el mismo orden que en el texto de 1971. Se quiere subrayar con ello que la atención al destinatario es una participación y consecuencia de la misma pedagogía divina, de esa "condescendencia" (DV 13) de Dios en la historia de la salvación, al adaptarse en su Revelación a la condición humana.

(8) Recoge todos los elementos de la Sexta Parte del DCG (1971).



9. La finalidad del presente Directorio es, obviamente, la misma que perseguía el texto de 1971. Se propone, en efecto, indicar "los principios teológico-pastorales de carácter fundamental –tomados del Magisterio de la Iglesia y particularmente del Concilio Ecuménico Vaticano II– por los que pueda orientarse y regirse más adecuadamente la acción pastoral del ministerio de la palabra" y, en concreto, de la catequesis. (9) El propósito fundamental era y es ofrecer reflexiones y principios, más que aplicaciones inmediatas o directrices prácticas. Tal camino y método se emplea, sobre todo, por la siguiente razón: únicamente si desde el principio se entiende con rectitud la naturaleza y los fines de la catequesis, como también las verdades y valores que deben transmitirse, podrán evitarse defectos y errores en materia catequética. (10)

Es competencia específica de los Episcopados la aplicación más concreta de estos principios y enunciados, mediante orientaciones y Directorios nacionales, regionales o diocesanos, Catecismos y demás medios que resulten idóneos para promover eficazmente la catequesis.


(9) Cf. DCG 1971, Introducción.

(10) Ibidem.



10. Es evidente que no todas las partes del Directorio tienen la misma importancia. Lo que se dice de la divina revelación, de la naturaleza de la catequesis y de los criterios con los que hay que presentar el mensaje cristiano, tiene valor para todos. En cambio, las partes que se refieren a la situación presente, a la metodología y a la manera de adaptar la catequesis a las diferentes situaciones de edad o de contexto cultural, deben más bien recibirse como sugerencias e indicaciones. (11)


(11) Cfr. Ibidem.



11. Los destinatarios del Directorio son principalmente los Obispos, las Conferencias episcopales y, en general, cuantos, bajo su mandato y presidencia, desempeñan una responsabilidad en el campo de la catequesis. Es obvio que el Directorio puede ser un instrumento válido para la formación de los candidatos al sacerdocio, para la formación permanente de los presbíteros y para la formación de los catequistas.

Una finalidad inmediata del Directorio es prestar ayuda para la redacción de Directorios catequéticos y Catecismos. De acuerdo con las sugerencias formuladas por muchos Obispos, se incluyen numerosas notas y referencias, que pueden ser muy útiles para la elaboración de los mencionados instrumentos.



12. Puesto que el Directorio se dirige a Iglesias particulares, cuyas situaciones y necesidades pastorales son muy diversas, es evidente que únicamente las situaciones comunes o intermedias han podido ser tomadas en consideración. Esto sucede, igualmente, cuando se describe la organización de la catequesis en los diversos niveles. Al utilizar el Directorio téngase presente esta observación. Como ya se advertía en el texto de 1971, lo que será insuficiente en aquellas regiones donde la catequesis ha podido alcanzar un alto nivel de calidad y de medios, quizá parecerá excesivo en aquellos lugares donde la catequesis no ha podido todavía experimentar tal progreso.



13. Al publicar este documento, nuevo testimonio de la solicitud de la Sede Apostólica por el ministerio catequético, se espera que sea acogido, examinado y estudiado con gran atención, teniendo en cuenta las necesidades pastorales de cada Iglesia particular; y también que pueda estimular en el futuro estudios e investigaciones más profundas, que respondan a las necesidades de la catequesis y a las normas y orientaciones del Magisterio de la Iglesia.

Que la Bienaventurada Virgen María, Estrella de la nueva evangelización, guíe al conocimiento de Jesucristo, Maestro y Señor.
"Finalmente, hermanos, orad por nosotros para que la Palabra de Dios siga propagándose y adquiriendo gloria, como entre vosotros" (2 Ts 3,1).
En el Vaticano, 15 de agosto de 1997. Solemnidad de la Asunción de la B. V. Maria

Darío Castrillón Hoyos
Arzobispo Emérito de Bucaramanga
Pro-Prefecto






EXPOSICION INTRODUCTORIA

El anuncio del evangelio en el mundo contemporáneo



"Una vez salió un sembrador a sembrar. Y sucedió que, al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino; vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en pedregal, donde no tenía mucha tierra, y brotó enseguida por no tener hondura de tierra; pero cuando salió el sol se agostó, y por no tener raíz se secó. Otra parte cayó entre abrojos; crecieron los abrojos y la ahogaron, y no dio fruto. Otras partes cayeron en tierra buena y, creciendo y desarrollándose, dieron fruto; unas produjeron treinta, otras sesenta, otras ciento" (Mc 4,3-8).



14. Esta Exposición Introductoria pretende estimular a los pastores y a los agentes de la catequesis a tomar conciencia de la necesidad de mirar siempre el campo de la siembra y a hacerlo desde la fe y la misericordia. La interpretación del mundo contemporáneo que aquí se presenta tiene, obviamente, un carácter de provisionalidad, inherente con la contingencia histórica.


"Una vez salió un sembrador a sembrar" (Mc 4,3)


15. Esta parábola es fuente inspiradora para la evangelización. "La semilla es la Palabra de Dios" (Lc 8,11). El sembrador es Jesucristo. Anunció el Evangelio en Palestina hace dos mil años y envió a sus discípulos a sembrarlo en el mundo. Jesucristo, hoy, presente en la Iglesia por medio de su Espíritu, sigue sembrando la Palabra del Padre en el campo del mundo.

La calidad del terreno es siempre muy variada. El Evangelio cae "a lo largo del camino" (Mc 4,4) cuando no es realmente escuchado; o cae "en pedregal" (Mc 4,5), sin penetrar a fondo en la tierra; o "entre abrojos" (Mc 4,7), sofocándose enseguida en el corazón de muchas personas, distraídas por mil afanes. Pero una parte cae "en tierra buena" (Mc 4,8), en hombres y mujeres abiertos a la relación personal con Dios y solidarios con el prójimo, y da fruto abundante.
Jesús, en la parábola, comunica la buena noticia de que el Reino de Dios llega a pesar de las dificultades del terreno, las tensiones, los conflictos y los problemas del mundo. La semilla del Evangelio fecunda la historia de los hombres y anuncia una cosecha abundante. Jesús hace asimismo una advertencia: sólo en el corazón bien dispuesto germina la Palabra de Dios.


Una mirada al mundo desde la fe


16. La Iglesia continúa sembrando el Evangelio de Jesús en el gran campo de Dios. Los cristianos, insertos en los más variados contextos sociales, miran al mundo con los mismos ojos con que Jesús contemplaba la sociedad de su tiempo. El discípulo de Jesucristo, en efecto, participa desde dentro de "los gozos y esperanzas, de las tristezas y angustias de los hombres de nuestro tiempo", (12) mira la historia humana y participa en ella, no sólo con la razón sino con la fe. A la luz de ésta, el mundo aparece, a un tiempo, "fundado y conservado por el amor del Creador, esclavizado bajo la servidumbre del pecado y liberado por Cristo, crucificado y resucitado, una vez que fue quebrantado el poder del Maligno". (13)

El cristiano sabe que en toda realidad y acontecimiento humano subyacen al mismo tiempo:
- la acción creadora de Dios, que comunica a todo su bondad;
- la fuerza que proviene del pecado, que limita y entorpece al hombre;
- el dinamismo que brota de la Pascua de Cristo, como germen de renovación, que confiere al creyente la esperanza de una "consumación" definitiva. (14)

Una mirada al mundo, que prescindiese de alguno de estos tres aspectos, no sería auténticamente cristiana. Es importante, por eso, que la catequesis sepa iniciar a los catecúmenos y a los catequizandos en una lectura teológica de los problemas modernos. (15)


(12) GS 1.

(13) GS 2.

(14) GS 2.

(15) Cfr. SRS 35.


EL CAMPO DEL MUNDO



17. Como madre de los hombres, lo primero que ve la Iglesia, con profundo dolor, es "una multitud ingente de hombres y mujeres: niños, adultos y ancianos, en una palabra, de personas humanas concretas e irrepetibles, que sufren el peso intolerable de la miseria". (16) Ella, por medio de una catequesis en la que la enseñanza social de la Iglesia ocupe su puesto, (17) desea suscitar en el corazón de los cristianos "el compromiso por la justicia" (18) y la "opción o amor preferencial por los pobres", (19) de forma que su presencia sea realmente luz que ilumine y sal que transforme.


(16) SRS 13b; cfr. EN 30.

(17) Cfr. CTR 29.

(18) SRS 41; cfr. Documento del Sínodo de Obispos, II: De Iustitia in mundo (30 noviembre 1971), III "La educación para la justicia": AAS 63 (1971), pp. 935-937; LC 77.

(19) SRS 42; cfr. CL 42 CEC 2444-2448 TMA 51.


Los derechos humanos


18. La Iglesia, al analizar el campo del mundo, es muy sensible a todo lo que afecta a la dignidad de la persona humana. Ella sabe que de esa dignidad brotan los derechos humanos, (20) objeto constante de la preocupación y del compromiso de los cristianos. Por eso su mirada no se interesa sólo por los indicadores económicos y sociales, (21) sino también por los culturales y religiosos. Lo que ella busca es el desarrollo integral de las personas y de los pueblos. (22)

La Iglesia advierte con gozo que "una beneficiosa corriente atraviesa y penetra ya todos los pueblos de la tierra, cada vez más conscientes de la dignidad del hombre". (23) Esta conciencia se expresa en la viva solicitud por el respeto a los derechos humanos y el más decidido rechazo a sus violaciones. El derecho a la vida, al trabajo, a la educación, a la creación de una familia, a la participación en la vida pública, a la libertad religiosa son, hoy, especialmente reclamados.


(20) Juan XXIII, Carta encíclica Pacem in Terris (11 abril 1963), 9-27; AAS 55 (1963), pp. 261-270. Aquí se señalan cuáles son para la Iglesia los derechos humanos más fundamentales. En los nn. 28-34 (AAS 55 (1963)).

(21) Cfr. SRS 15a.

(22) Cfr. PP 14 CA 29.

(23) CL 5d; cfr. SRS 26 VS 31c.



19. Sin embargo, en bastantes lugares, y en aparente contradicción con la sensibilidad por la dignidad de la persona, los derechos humanos son claramente violados. (24) Y así se generan, en esos lugares, otras formas de pobreza, que no se sitúan sólo en el plano material: se trata de una pobreza cultural y religiosa que preocupa, igualmente, a la comunidad eclesial. La negación o limitación de los derechos humanos, en efecto, empobrece a la persona y a los pueblos igual o más que la privación de los bienes materiales. (25)

La obra evangelizadora de la Iglesia tiene, en este vasto campo de los derechos humanos, una tarea irrenunciable: manifestar la dignidad inviolable de toda persona humana. En cierto sentido es "la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, están llamados a prestar a la familia humana". (26) La catequesis ha de prepararles para esa tarea.


(24) Cfr. CL 5a; Sínodo 1985, II, D, 1.

(25) Cfr. SRS 15b.

(26) CL 37a; cfr. CA 47c.


La cultura y las culturas


20. El sembrador sabe que la semilla penetra en terrenos concretos y que necesita absorber todos los elementos necesarios para poder fructificar. (27) Sabe también que, a veces, algunos de esos elementos pueden perjudicar la germinación y la cosecha.

La Constitución Gaudium et Spes subraya la gran importancia de la ciencia y de la técnica en la gestación y desarrollo de la cultura moderna. El espíritu científico que dimana de ellas "modifica profundamente la tendencia cultural y las maneras de pensar", (28) con grandes repercusiones humanas y religiosas. La racionalidad científica y experimental está profundamente enraizada en el hombre de hoy.
Sin embargo, la conciencia de que ese tipo de racionalidad no puede explicarlo todo gana hoy cada vez más terreno. Los propios hombres de ciencia constatan que, junto al rigor de la experimentación, es necesario otro tipo de sabiduría para poder comprender en profundidad al ser humano. La reflexión filosófica sobre el lenguaje hace ver, por ejemplo, que el pensamiento simbólico es una forma de acceso al misterio de la persona humana, inaccesible de otro modo. Se convierte, así, en indispensable un tipo de racionalidad que no divida al ser humano, que integre su afectividad, que lo unifique, dando un sentido más integral a su vida.


(27) Cfr. a.

(28) GS 5.



21. Junto a esta "forma de cultura más universal", (29) hoy se constata también un creciente deseo de revalorizar las culturas autóctonas. La pregunta del Concilio sigue viva: "¿De qué forma hay que favorecer el dinamismo y la expansión de la nueva cultura sin que perezca la fidelidad viva a la herencia de las tradiciones?". (30)

- En muchos lugares se toma conciencia de que las culturas tradicionales son agredidas, por las influencias exteriores dominantes y por la imitación alienante de formas de vida importadas. De esta manera, se van destruyendo gradualmente la identidad y los valores propios de los pueblos.
- También se constata la enorme influencia de los medios de comunicación los cuales, muchas veces, por intereses económicos o ideológicos, imponen una visión de la vida que no respeta la fisonomía cultural de los pueblos a los que se dirige.

La evangelización tiene, así, en la inculturación uno de sus mayores desafíos. La Iglesia, a la luz del Evangelio, ha de asumir todos los valores positivos de la cultura y de las culturas, (31) y discernir aquellos elementos que obstaculizan a las personas y a los pueblos el desarrollo de sus auténticas potencialidades.


(29) GS 54.

(30) GS 56c.

(31) Cfr. EN 20 CTR 53.


La situación religioso-moral


22. Entre los elementos que componen el patrimonio cultural de un pueblo, el factor religioso-moral tiene para el sembrador una particular relevancia En la cultura actual se da una persistente difusión de la indiferencia religiosa: "Son muchos los que, hoy en día, se desentienden de esta íntima y vital unión con Dios o la niegan de forma explícita". (32)

El ateísmo, en cuanto negación de Dios, "es uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo". (33) Adopta formas diversas, pero especialmente hoy aparece bajo la forma del secularismo, que consiste en una visión autónoma del hombre y del mundo "que se explica por sí mismo sin que sea necesario recurrir a Dios". (34)
En el ámbito específicamente religioso, se dan signos de una "vuelta a lo sagrado" (35) y de una nueva sed de las cosas trascendentes y divinas. El mundo actual testifica, de una manera cada vez más amplia y viva, "el despertar de una búsqueda religiosa". (36) Este fenómeno, ciertamente, no carece de ambigüedad. (37) El amplio desarrollo de las sectas y de los nuevos movimientos religiosos, y el resurgir del "fundamentalismo", (38) son datos que interpelan seriamente a la Iglesia y que se deben analizar con cuidado.


(32) GS 19.

(33) Ibidem.

(34) EN 55; cfr. GS 19; LC 41.

(35) Sínodo 1985, II,A,1.

(36) CL 4.

(37) Cfr. RMi 38.

(38) CA 29 ad c; CA 46a.



23. La situación moral que hoy se observa está muy relacionada con la religiosa. En efecto, se detecta un oscurecimiento de la verdad ontológica de la persona humana. Y esto sucede como si el rechazo de Dios quisiera significar la ruptura interior de las aspiraciones del ser humano. (39) Se asiste así, en muchas partes, a un "relativismo ético que quita a la convivencia civil cualquier punto seguro de referencia moral". (40)

La evangelización encuentra en el terreno religioso-moral un campo preferente de actuación. La misión primordial de la Iglesia, en efecto, es anunciar a Dios, ser testimonio de El ante el mundo. Se trata de dar a conocer el verdadero rostro de Dios y su designio de amor y de salvación en favor de los hombres, tal como Jesús lo reveló.
Para preparar a tales testigos es necesario que la Iglesia desarrolle una catequesis que propicie el encuentro con Dios y afiance un vínculo permanente de comunión con El.


(39) Cfr. GS 36; Juan Pablo II, en la Carta encíclica Dominum et vivificantem (18 mayo 1986), 38: AAS 78 (1986), pp. 851-852, establece también esta conexión: "La ideología de la ‘muerte de Dios’ en sus efectos demuestra fácilmente que es, a nivel teórico y práctico, la ideología de la ‘muerte del hombre’".

(40) VS 101; cfr. EV 19-20.



DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS