DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS - Formas múltiples de catequesis permanente

Formas múltiples de catequesis permanente


71. Para la educación permanente de la fe, el ministerio de la Palabra cuenta con muchas formas de catequesis. Entre otras, se pueden destacar las siguientes:

– El estudio y profundización de la Sagrada Escritura leída no solo en la Iglesia, sino con la Iglesia y su fe siempre viva. Esto ayuda a descubrir la verdad divina, de forma que suscite una respuesta de fe. La denominada "lectio divina" es forma eminente de este estudio vital de las Escrituras. (214)
– La lectura cristiana de los acontecimientos, que viene exigida por la vocación misionera de la comunidad cristiana. Para hacer esta lectura, el estudio de la doctrina social de la Iglesia es indispensable, ya que "su objetivo principal es interpretar esas realidades (las complejas realidades de la existencia del hombre en la sociedad y en el contexto internacional), examinando su conformidad o disconformidad con lo que el Evangelio enseña". (215)
– La catequesis litúrgica, que prepara a los sacramentos y favorece una comprensión y vivencia más profundas de la liturgia. Esta catequesis explica los contenidos de la oración, el sentido de los gestos y de los signos, educa para la participación activa, para la contemplación y el silencio. Debe ser considerada como "una forma eminente de catequesis". (216)
– La catequesis ocasional que, ante determinadas circunstancias de la vida personal, familiar, eclesial y social, trata de ayudar a interpretarlas y vivirlas desde la fe. (217)
– La iniciativas de formación espiritual, que fortalecen las convicciones, descubren nuevas perspectivas y hacen perseverar en la oración y en los compromisos del seguimiento de Cristo.
– La profundización sistemática del mensaje cristiano, por medio de una enseñanza teológica que eduque realmente en la fe, haga crecer en la inteligencia de la misma y capacite al cristiano para dar razón de su esperanza en el mundo actual. (218) En cierto sentido, es adecuado denominar "catequesis perfectiva" a esta enseñanza.


(214) Cfr. DV 21-25; Pontificia Comisión Bíblica, Documento La interpretación de la Biblia en la Iglesia (21 setiembre 1993), IV, C, 2-3, Ciudad del Vaticano 1993.

(215) SRS 41; Cfr. CA 5 CA 53-62; DCG (1971) 26; Congregación para la Educación Católica, Documento Orientaciones para el estudio y enseñanza de la doctrina social de la Iglesia en la formación de los sacerdotes (30 diciembre 1988), Roma 1988.

(216) CTR 23; Cfr. SC 35 ad 3; CIC 777, ad 1 y 2.

(217) Cfr. CTR 21 CTR 47; DCG (1971) 96 ad c, d, e y f.

(218) Cfr. 1P 3,15; Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum veritatis 6b: l.c. 1552. Ver lo indicado en CTR 61, acerca de la correlación existente entre catequesis y teología.



72. Es fundamental que la catequesis de iniciación de adultos, bautizados o no, la catequesis de iniciación de niños y jóvenes y la catequesis permanente estén bien trabadas en el proyecto catequético de la comunidad cristiana, para que la Iglesia particular crezca armónicamente, y su actividad evangelizadora mane de auténticas fuentes. "Es importante que la catequesis de niños y jóvenes, la catequesis permanente y la catequesis de adultos no sean compartimentos estancos e incomunicados… Es menester propiciar su perfecta complementariedad". (219)


(219) CTR 45c.


CATEQUESIS Y ENSEÑANZA RELIGIOSA ESCOLAR

El carácter propio de la enseñanza religiosa escolar


73. Una consideración especial merece, dentro del ministerio de la Palabra, el carácter propio de la enseñanza religiosa escolar y su relación con la catequesis de niños y jóvenes.

La relación entre enseñanza religiosa escolar y catequesis es una relación de distinción y de complementariedad: "Hay un nexo indisoluble y una clara distinción entre enseñanza de la religión y catequesis". (220)
Lo que confiere a la enseñanza religiosa escolar su característica propia es el hecho de estar llamada a penetrar en el ámbito de la cultura y de relacionarse con los demás saberes. Como forma original del ministerio de la Palabra, en efecto, la enseñanza religiosa escolar hace presente el Evangelio en el proceso personal de asimilación, sistemática y crítica, de la cultura. (221)
En el universo cultural, que interiorizan los alumnos y que está definido por los saberes y valores que ofrecen las demás disciplinas escolares, la enseñanza religiosa escolar deposita el fermento dinamizador del Evangelio y trata de "alcanzar verdaderamente los demás elementos del saber y de la educación, a fin de que el Evangelio impregne la mente de los alumnos en el terreno de su formación y que la armonización de su cultura se logre a la luz de la fe". (222)
Para ello es necesario que la enseñanza religiosa escolar aparezca como disciplina escolar, con la misma exigencia de sistematicidad y rigor que las demás materias. Ha de presentar el mensaje y acontecimiento cristiano con la misma seriedad y profundidad con que las demás disciplinas presentan sus saberes. No se sitúa, sin embargo, junto a ellas como algo accesorio, sino en un necesario diálogo interdisciplinar. Este diálogo ha de establecerse, ante todo, en aquel nivel en que cada disciplina configura la personalidad del alumno. Así, la presentación del mensaje cristiano incidirá en el modo de concibir, desde el Evangelio, el origen del mundo y el sentido de la historia, el fundamento de los valores éticos, la función de las religiones en la cultura, el destino del hombre, la relación con la naturaleza… La enseñanza religiosa escolar, mediante este diálogo interdisciplinar, funda, potencia, desarrolla y completa la acción educadora de la escuela. (223)


(220) Congregación para la Educación Católica, Dimensión religiosa de la educación en la Escuela católica (7 abril 1978), n. 68, Roma 1988; Cfr. Juan Pablo II, Alocución a los sacerdotes de Roma (5 marzo 1981): Insegnamenti Giovanni Paolo II, IV1, p. 629-630; .

(221) Cfr. Congregación para la Educación católica, Documento La Escuela católica (19 marzo 1977) n. 26, Roma 1977.

(222) CTR 69. Nótese cómo, para CTR 69, la originalidad de la ERE no consiste sólo en posibilitar el diálogo con la cultura en general, ya que esto concierne a todas las formas del ministerio de la Palabra. En la ERE se trata, de modo más directo, de promover este diálogo en el proceso personal de iniciación, sistemática y crítica, y de encuentro con el patrimonio cultural, que promueve la escuela.

(223) Cfr. Congregación para la Educación Católica, Dimensión religiosa de la educación en la Escuela católica, n. 70, l.c.


El contexto escolar y los destinatarios de la enseñanza religiosa escolar


74. La enseñanza religiosa escolar se desarrolla en contextos escolares diversos, lo que hace que, manteniendo su carácter propio, adquiera también acentos diversos. Estos acentos dependen de las condiciones legales y organizativas, de la concepción didáctica, de los presupuestos personales de los educadores y de los alumnos, y de la relación de la enseñanza religiosa escolar con la catequesis familiar y parroquial.

No es posible reducir a una única forma todas las modalidades de enseñanza religiosa escolar que se han desarrollado en la historia como consecuencia de los Acuerdos con los Estados y de las decisiones tomadas por diferentes Conferencias episcopales. Es, sin embargo, necesario que, de conformidad con las correspondientes situaciones y circunstancias, la orientación que se dé a la enseñanza religiosa escolar, responda a su finalidad y a sus peculiares características. (224)
Los alumnos "tienen el derecho de aprender, con verdad y certeza, la religión a la que pertenecen. Este derecho a conocer más a fondo la persona de Cristo y la integridad del anuncio salvífico que El propone, no puede ser desatendido. El carácter confesional de la enseñanza religiosa escolar, desarrollada por la Iglesia según las modalidades y formas establecidas en cada país, es —por tanto— una garantía indispensable ofrecida a las familias y a los alumnos que eligen tal enseñanza". (225)
Para la Escuela católica, la enseñanza religiosa escolar así identificada y complementada con otras formas del ministerio de la Palabra (catequesis, celebraciones litúrgicas…), es parte indispensable de su tarea educativa y fundamento de su propia existencia. (226)
La enseñanza religiosa escolar, en el marco de la Escuela estatal y en el de la no confesional, donde la Autoridad civil u otras circunstancias impongan una enseñanza religiosa común a católicos y no católicos, (227) tendrá un carácter más ecuménico y de conocimiento interreligioso común.
En otras ocasiones, la enseñanza religiosa escolar podrá tener un carácter más bien cultural, dirigida al conocimiento de las religiones, y presentando con el debido relieve la religión católica. (228) También en este caso, sobre todo si es impartida por un profesor sinceramente respetuoso, la enseñanza religiosa mantiene una dimensión de verdadera "preparación evangélica".


(224) Cfr. Juan Pablo II, Alocución al Simposio del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa sobre la Enseñanza de la Religión Católica en la escuela pública (15 abril 1991): Insegnamenti di Giovanni Paolo II, XIV1, pp. 780s.

(225) Ibidem.

(226) Cfr. CTR 69; Congregación para la Educación Católica, Dimensión religiosa de la educación en la Escuela católica, n. 66: l.c.

(227) Cfr. CTR 33.

(228) Cfr. CTR 34.



75. La situación de vida y de fe de los alumnos que asisten a la enseñanza religiosa escolar se caracteriza por una inestabilidad notable y continua. La enseñanza religiosa escolar ha de tener en cuenta esta realidad cambiante para poder alcanzar su finalidad.

La enseñanza religiosa escolar ayuda a los alumnos creyentes a comprender mejor el mensaje cristiano en relación con los problemas existenciales comunes a las religiones y característicos de todo ser humano, con las concepciones de la vida más presentes en la cultura, y con los problemas morales fundamentales en los que, hoy, la humanidad se ve envuelta.
Por otra parte, los alumnos que se encuentran en una situación de búsqueda, o afectados por dudas religiosas, podrán descubrir gracias a la enseñanza religiosa escolar qué es exactamente la fe en Jesucristo, cuáles son las respuestas de la Iglesia a sus interrogantes, proporcionándoles así la oportunidad de reflexionar mejor sobre la decisión a tomar.
Finalmente, cuando los alumnos no son creyentes, la enseñanza religiosa escolar asume las características de un anuncio misionero del Evangelio, en orden a una decisión de fe, que la catequesis, por su parte, en un contexto comunitario, ayudará después a crecer y a madurar.


Educación cristiana familiar, catequesis y enseñanza religiosa escolar al servicio de la educación en la fe


76. La educación cristiana familiar, la catequesis y la enseñanza religiosa escolar, cada una desde su carácter propio, están íntimamente relacionadas dentro del servicio de la educación cristiana de niños, adolescentes y jóvenes. En la práctica, sin embargo, deben tenerse en cuenta, diferentes elementos variables, que puntualmente se presentan, a fin de proceder con realismo y prudencia pastoral en la aplicación de las orientaciones generales.

Por tanto, corresponde a cada diócesis o región pastoral discernir las diversas circunstancias que concurren, bien en cuanto a la existencia o no de una iniciación cristiana en el ámbito de las familias para sus propios hijos, bien en cuanto a los cometidos formativos que en la tradición o situación local ejercen las parroquias, las escuelas, etc.
En consecuencia, las Iglesias particulares y la Conferencia Episcopal establecerán las orientaciones propias para los diversos ámbitos, fomentando unas actividades que son distintas y se complementan.




CAPITULO III

NATURALEZA, FINALIDAD Y TAREA DE LA CATEQUESIS


"Que toda lengua confiese que Cristo Jesus es Senor para gloria de Dios Padre" (Fil 2,11).




77. Clarificado el lugar que ocupa la catequesis dentro de la misión evangelizadora de la Iglesia, así como sus relaciones con los demás elementos de la evangelización y con otras formas del ministerio de la Palabra, en este capítulo se trata de reflexionar de manera específica sobre:

– la naturaleza eclesial de la catequesis, es decir, el sujeto agente de la catequesis, la Iglesia animada por el Espíritu;
– la finalidad fundamental que ella busca al catequizar;
– las tareas mediante las cuales procura esta finalidad, y que constituyen sus objetivos más inmediatos;
– la gradualidad interna del proceso catequético y la inspiración catecumenal que lo anima.

De esta manera, en este el último capítulo, se profundiza más en el carácter propio de la catequesis, ya descrito en el capítulo anterior, al analizar las relaciones que establece con las otras acciones eclesiales.


La catequesis: acción de naturaleza eclesial


78. La catequesis es una acción esencialmente eclesial. (229) El verdadero sujeto de la catequesis es la Iglesia que, como continuadora de la misión de Jesucristo Maestro y animada por el Espíritu, ha sido enviada para ser maestra de la fe. Por ello, la Iglesia, imitando a la Madre del Señor, conserva fielmente el Evangelio en su corazón, (230) lo anuncia, lo celebra, lo vive y lo transmite en la catequesis a todos aquellos que han decidido seguir a Jesucristo.

Esta transmisión del Evangelio es un acto vivo de tradición eclesial: (231)
– La Iglesia, en efecto, transmite la fe que ella misma vive: su comprensión del misterio de Dios y de su designio de salvación; su visión de la altísima vocación del hombre; el estilo de vida evangélico que comunica la dicha del Reino; la esperanza que la invade; el amor que siente por la humanidad y por todas las criaturas de Dios.
– La Iglesia transmite la fe de forma activa, la siembra en el corazón de los catecúmenos y catequizandos para que fecunde sus experiencias más hondas. (232) La profesión de fe recibida de la Iglesia (traditio), al germinar y crecer a lo largo del proceso catequético, es devuelta (redditio) enriquecida con los valores de las diferentes culturas. (233) El catecumenado se convierte, así, en foco fundamental de incremento de la catolicidad y fermento de renovación eclesial.


(229) Ver lo indicado en el cap. 1o de esta Parte en: "La transmisión de la Revelación por medio de la Iglesia, obra del Espíritu Santo", y en la Segunda Parte cap. 1o: "La eclesialidad del mensaje evangélico". cfr. EN 60, que habla de la eclesialidad de todo acto de evangelización.

(230) Cfr. LG 64 DV 10a.

(231) Cfr. DCG (1971) 13.

(232) Cfr. a.

(233) Cfr. CTR 28; RICA 25 y 183-187. La traditio-redditio Symboli (entrega y devolución del Símbolo) ha sido y es un elemento importante del Catecumenado bautismal. La bipolaridad de este gesto expresa la doble dimensión de la fe: don recibido (traditio) y respuesta personal e inculturada (redditio). cfr. CTR 28 en orden a "una utilización acomodada a nuestro tiempo de este rito tan expresivo".



79. La Iglesia, al transmitir —en la iniciación cristiana— la fe y la vida nueva actúa como madre de los hombres, que engendra a unos hijos concebidos por obra del Espíritu Santo y nacidos de Dios. (234) Precisamente, "porque es madre es también la educadora de nuestra fe"; (235) es madre y maestra, al mismo tiempo. Por la catequesis alimenta a sus hijos con su propia fe y los inserta, como miembros, a la familia eclesial. Como buena madre, les ofrece el Evangelio en toda su autenticidad y pureza, que les es dado, al mismo tiempo, como alimento adaptado, culturalmente enriquecido y como respuesta a las aspiraciones más profundas del corazón humano.


(234) Cfr. LG 64.

(235) CEC 169. La relación entre la maternidad de la Iglesia y su función educadora ha sido expresada bellamente por S.Gregorio Magno: "Después de haber sido fecundada, concibiendo a sus hijos por el ministerio de la predicación, la Iglesia les hace crecer en su seno con sus enseñanzas" (Moralia in Iob, XIX 12; CCL 143a, 970).


Finalidad de la catequesis: la comunión con Jesucristo


80. "El fin definitivo de la catequesis es poner a uno no sólo en contacto sino en comunión, en intimidad con Jesucristo". (236)

Toda la acción evangelizadora busca favorecer la comunión con Jesucristo. A partir de la conversión "inicial" (237) de una persona al Señor, suscitada por el Espíritu Santo mediante el primer anuncio, la catequesis se propone fundamentar y hacer madurar esta primera adhesión. Se trata, entonces, de ayudar al recién convertido a "conocer mejor a ese Jesús en cuyas manos se ha puesto: conocer su ‘misterio’, el Reino de Dios que anuncia, las exigencias y las promesas contenidas en su mensaje evangélico, los senderos que El ha trazado a quien quiera seguirle". (238) El Bautismo, sacramento por el que "nos configuramos con Cristo", (239) sostiene con su gracia este trabajo de la catequesis.


(236) CTR 5; Cfr. CEC 426a. En relación con esta finalidad cristológica de la catequesis ver lo indicado en la Primera Parte, cap. 1: "Jesucristo, mediador y plenitud de la Revelación"; y lo que se dice en la Segunda Parte, cap. 1: "El cristocentrismo del mensaje evangélico".

(237) b.

(238) CTR 20c.

(239) LG 7b.



81. La comunión con Jesucristo, por su propia dinámica, impulsa al discípulo a unirse con todo aquello con lo que el propio Jesucristo estaba profundamente unido: con Dios, su Padre, que le había enviado al mundo y con el Espíritu Santo, que le impulsaba a la misión; con la Iglesia, su Cuerpo, por la cual se entregó; con los hombres, sus hermanos, cuya suerte quiso compartir.

La finalidad de la catequesis se expresa en la profesión de fe en el único Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo


82. La catequesis es esa forma particular del ministerio de la Palabra que hace madurar la conversión inicial hasta hacer de ella una viva, explícita y operativa confesión de fe: "La catequesis tiene su origen en la confesión de fe y conduce a la confesión de fe". (240)

La profesión de fe, interior al Bautismo, (241) es eminentemente trinitaria. La Iglesia bautiza "en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28,19), (242) Dios uno y trino, a quien el cristiano confía su vida. La catequesis de iniciación prepara —antes o después de recibir el Bautismo— para esta decisiva entrega. La catequesis permanente ayudará a madurar esa profesión de fe continuamente, a proclamarla en la Eucaristía y a renovar los compromisos que implica. Es importante que la catequesis sepa vincular bien la confesión de fe cristológica, "Jesús es Señor", con la confesión trinitaria, "Creo en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo", ya que no son más que dos modalidades de expresar la misma fe cristiana. El que, por el primer anuncio se convierte a Jesucristo y le reconoce como Señor, inicia un proceso, ayudado por la catequesis, que desemboca necesariamente en la confesión explícita de la Trinidad.
Con la profesión de fe en el Dios único, el cristiano renuncia a servir a cualquier absoluto humano: poder, placer, raza, antepasado, Estado, dinero… , (243) liberándose de cualquier ídolo que lo esclavice. Es la proclamación de su voluntad de querer servir a Dios y a los hombres sin ataduras. Y al proclamar la fe en la Trinidad, que es comunión de personas, el discípulo de Jesucristo manifiesta al mismo tiempo que el amor a Dios y al prójimo es el principio que informa su ser y su obrar.


(240) MPD 8; cfr. CEC 185-197.

(241) Cfr. CEC 189.

(242) Cfr. CEC 180-190 CEC 197.

(243) Cfr. CEC 2113.



83. La profesión de fe sólo es plena si es referida a la Iglesia. Todo bautizado proclama en singular el Credo, pues ninguna acción es más personal que ésta. Pero lo recita en la Iglesia y a través de ella, puesto que lo hace como miembro suyo. El "creo" y el "creemos" se implican mutuamente. (244) Al fundir su confesión con la de la Iglesia, el cristiano se incorpora a la misión de ésta: ser "sacramento universal de salvación" para la vida del mundo. El que proclama la profesión de fe asume compromisos que, no pocas veces, atraerán persecución. En la historia cristiana son los mártires los anunciadores y los testigos por excelencia. (245)


(244) Cfr. CEC 166-167 CEC 196.

(245) Cfr. RMi 45.


Las tareas de la catequesis realizan su finalidad


84. La finalidad de la catequesis se realiza a través de diversas tareas, mutuamente implicadas. (246) Para actualizarlas, la catequesis se inspirará ciertamente en el modo en que Jesús formaba a sus discípulos: les daba a conocer las diferentes dimensiones del Reino de Dios ("a vosotros se os ha dado a conocer los misterios del Reino de los cielos" Mt 13,11), (247) les enseñaba a orar ("cuando oréis, decid: Padre… " Lc 11,2), (248) les inculcaba las actitudes evangélicas ("aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón" Mt 11,29, les iniciaba en la misión ("les envió de dos en dos… " Lc 10,1). (249)

Las tareas de la catequesis corresponden a la educación de las diferentes dimensiones de la fe, ya que la catequesis es una formación cristiana integral, "abierta a todas las esferas de la vida cristiana". (250) En virtud de su misma dinámica interna, la fe pide ser conocida, celebrada, vivida y hecha oración. La catequesis debe cultivar cada una de estas dimensiones. Pero la fe se vive en la comunidad cristiana y se anuncia en la misión: es una fe compartida y anunciada. Y estas dimensiones deben ser, también, cultivadas por la catequesis.
El Concilio Vaticano II expresó así estas tareas: "La formación catequética ilumina y robustece la fe, alimenta la vida según el espíritu de Cristo, lleva a una consciente y activa participación del misterio litúrgico y alienta a la acción apostólica". (251)


(246) También el DCG (1971) 21-29 distingue entre la finalidad (finis) y las tareas (munera) de la catequesis. Estas vienen a ser los objetivos específicos en los que se concreta la finalidad.

(247) Cfr. Mc 4,10-12.

(248) Cfr. Mt 6,5-6.

(249) Cfr. Mt 10,5-15.

(250) CTR 21b.

(251) GE 4; Cfr. RICA 19; CIC 788,2.


Tareas fundamentales de la catequesis: ayudar a conocer, celebrar, vivir y contemplar el misterio de Cristo


85. Las tareas fundamentales de la catequesis son:

– Propiciar el conocimiento de la fe

El que se ha encontrado con Cristo desea conocerle lo más posible y conocer el designio del Padre que él reveló. El conocimiento de los contenidos de la fe (fides quae) viene pedido por la adhesión a la fe (fides qua). (252) Ya en el orden humano, el amor a una persona lleva a conocerla cada vez más. La catequesis debe conducir, por tanto, a "la comprensión paulatina de toda la verdad del designio divino", (253) introduciendo a los discípulos de Jesucristo en el conocimiento de la Tradición y de la Escritura, que es la "ciencia eminente de Cristo" (Flp 3,8). (254) Este profundizar en el conocimiento de la fe ilumina cristianamente la existencia humana, alimenta la vida de fe y capacita también para dar razón de ella en el mundo. La "entrega del Símbolo", compendio de la Escritura y de la fe de la Iglesia, expresa la realización de esta tarea.
– La educación litúrgica

En efecto, "Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica". (255) La comunión con Jesucristo conduce a celebrar su presencia salvífica en los sacramentos y, particularmente, en la Eucaristía. La Iglesia desea ardientemente que se lleve a todos los fieles cristianos a aquella participación plena, consciente y activa que exige la naturaleza de la liturgia misma y la dignidad de su sacerdocio bautismal. (256) Para ello, la catequesis, además de propiciar el conocimiento del significado de la liturgia y de los sacramentos, ha de educar a los discípulos de Jesucristo "para la oración, la acción de gracias, la penitencia, la plegaria confiada, el sentido comunitario, la captación recta del significado de los símbolos… "; (257) ya que todo ello es necesario para que exista una verdadera vida litúrgica.
– La formación moral

La conversión a Jesucristo implica caminar en su seguimiento. La catequesis debe, por tanto, inculcar en los discípulos las actitudes propias del Maestro. Los discípulos emprenden, así, un camino de transformación interior en el que, participando del misterio pascual del Señor, "pasan del hombre viejo al hombre nuevo en Cristo". (258) El sermón del Monte, en el que Jesús, asumiendo el decálogo, le imprime el espíritu de las bienaventuranzas, (259) es una referencia indispensable en esta formación moral, hoy tan necesaria. La evangelización, "que comporta el anuncio y la propuesta moral", (260) difunde toda su fuerza interpoladora cuando, junto a la palabra anunciada, sabe ofrecer también la palabra vivida. Este testimonio moral, al que prepara la catequesis, ha de saber mostrar las consecuencias sociales de las exigencias evangélicas. (261)
– Enseñar a orar

La comunión con Jesucristo lleva a los discípulos a asumir el carácter orante y contemplativo que tuvo el Maestro. Aprender a orar con Jesús es orar con los mismos sentimientos con que se dirigía al Padre: adoración, alabanza, acción de gracias, confianza filial, súplica, admiración por su gloria. Estos sentimientos quedan reflejados en el Padre Nuestro, la oración que Jesús enseñó a sus discípulos y que es modelo de toda oración cristiana. La "entrega del Padre Nuestro", (262) resumen de todo el Evangelio, (263) es, por ello, verdadera expresión de la realización de esta tarea. Cuando la catequesis está penetrada por un clima de oración, el aprendizaje de la vida cristiana cobra toda su profundidad. Este clima se hace particularmente necesario cuando los catecúmenos y los catequizandos se enfrentan a los aspectos más exigentes del Evangelio y se sienten débiles, o cuando descubren —maravillados— la acción de Dios en sus vidas.


(252) Cfr. DCG (1971) 36a.

(253) DCG (1971) 24.

(254) DV 25a.

(255) SC 7.

(256) Cfr. SC 14.

(257) DCG (1971) 25b.

(258) .

(259) Cfr. LC 62; CEC 1965-1986. El Catecismo de la Iglesia Católica precisa con detalle las características que la catequesis debe asumir en esta formación moral (n. 1697).

(260) VS 107.

(261) Cfr. CTR 29f.

(262) RICA 25 y 188-191.

(263) Cfr. CEC 2761.


Otras tareas relevantes de la catequesis: iniciación y educación para la vida comunitaria y para la misión


86. La catequesis capacita al cristiano para vivir en comunidad y para participar activamente en la vida y misión de la Iglesia. El Concilio Vaticano II señala a los pastores la necesidad de "cultivar debidamente el espíritu de comunidad" (264) y a los catecúmenos la de "aprender a cooperar eficazmente en la evangelización y edificación de la Iglesia". (265)

– La educación para la vida comunitaria

a) La vida cristiana en comunidad no se improvisa y hay que educarla con cuidado. Para este aprendizaje, la enseñanza de Jesús sobre la vida comunitaria, recogida en el evangelio de Mateo, reclama algunas actitudes que la catequesis deberá fomentar: el espíritu de sencillez y humildad ("si no os hacéis como niños… " Mt 18,3); la solicitud por los más pequeños ("el que escandalice a uno de estos pequeños… " Mt 18,16); la atención preferente a los que se han alejado ("ir en busca de la oveja perdida… " Mt 18,12); la corrección fraterna ("amonéstale a solas tú con él… " Mt 18,15); la oración en común ("si dos se ponen de acuerdo para pedir algo… " Mt 18,19); el perdón mutuo ("hasta setenta veces siete… " Mt 18,22). El amor fraterno aglutina todas estas actitudes ("amaos unos a otros como yo os he amado" Jn 13,34).
b) En la educación de este sentido comunitario, la catequesis cuidará también la dimensión ecuménica y estimulará actitudes fraternales hacia los miembros de otras iglesias y comunidades eclesiales. Por ello, la catequesis, al proponerse esta meta, expondrá con claridad toda la doctrina de la Iglesia católica, evitando expresiones o exposiciones que puedan inducir a error. Favorecerá, además, "un adecuado conocimiento de las otras confesiones", (266) con las que existen bienes comunes como: "la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, y otros dones interiores del Espíritu Santo". (267) La catequesis tendrá una dimensión ecuménica en la medida en que sepa suscitar y alimentar el "verdadero deseo de unidad", (268) hecho no en orden a un fácil irenismo, sino a la unidad perfecta, cuando el Señor lo disponga y por las vías que El quiera.

– La iniciación a la misión

a) La catequesis está abierta, igualmente, al dinamismo misionero. (269) Se trata de capacitar a los discípulos de Jesucristo para estar presentes, en cuanto cristianos, en la sociedad, en la vida profesional, cultural y social. Se les preparará, igualmente, para cooperar en los diferentes servicios eclesiales, según la vocación de cada uno. Este compromiso evangelizador brota, para los fieles laicos, de los sacramentos de la iniciación cristiana y del carácter secular de su vocación. (270) También es importante poner todos los medios para suscitar vocaciones sacerdotales y de especial consagración a Dios en las diferentes formas de vida religiosa y apostólica, y para suscitar en el corazón de cada uno la específica vocación misionera.

Las actitudes evangélicas que Jesús sugirió a sus discípulos, cuando les inició en la misión, son las que la catequesis debe alimentar: buscar la oveja perdida; anunciar y sanar al mismo tiempo; presentarse pobres, sin oro ni alforja; saber asumir el rechazo y la persecución; poner la confianza en el Padre y en el apoyo del Espíritu Santo; no esperar otro premio que la dicha de trabajar por el Reino. (271)
b) En la educación de este sentido misionero, la catequesis preparará para el diálogo interreligioso, que capacite a los fieles para una comunicación fecunda con hombres y mujeres de otras religiones. (272) La catequesis hará ver cómo el vínculo de la Iglesia con las religiones no cristianas es, en primer lugar, el del origen común y el del fin común del género humano, así como el de las múltiples "semillas de la Palabra" que Dios ha depositado en esas religiones. La catequesis ayudará también a saber conciliar y, al mismo tiempo, distinguir el "anuncio de Cristo" y el "diálogo interreligioso". Ambos elementos, manteniendo su íntima relación, no deben ser confundidos ni ser considerados equivalentes. (273) En efecto, "el diálogo interreligioso no dispensa de la evangelización". (274)


(264) PO 6d.

(265) d.

(266) DCG (1971) 27.

(267) UR 3b.

(268) CTR 32; Cfr. CEC 821 CTR 32-34.

(269) Cfr. CTR 24c; DCG (1971) 28.

(270) Cfr. LG 31 CL 15 CEC 898-900.

(271) Cfr. Mt 10,5-42 Lc 10,1-20.

(272) Cfr. EN 53 RMi 55-57.

(273) Cfr. RMi 55b; Pontificio Consejo para el Dialogo Interreligioso y Congregación para la evangelización de los pueblos, InstrucciónDiálogo y anuncio. Reflexiones y Orientaciones sobre el anuncio del Evangelio y el Diálogo interreligioso (19 mayo 1991) 14-54: AAS 84 (1992) pp. 419-432. CEC, 839-845; en la Cuarta parte, cap. 4°, al hablar de los destinatarios de la catequesis, se vuelve sobre el tema de "La catequesis en el contexto de otras religiones".

(274) RMi 55a.


Algunas consideraciones sobre el conjunto de estas tareas


87. Las tareas de la catequesis constituyen, en consecuencia, un conjunto rico y variado de aspectos. Sobre este conjunto conviene hacer varias consideraciones:

– Todas las tareas son necesarias. Así como para la vitalidad de un organismo humano es necesario que funcionen todos sus órganos, para la maduración de la vida cristiana hay que cultivar todas sus dimensiones: el conocimiento de la fe, la vida litúrgica, la formación moral, la oración, la pertenencia comunitaria, el espíritu misionero. Si la catequesis descuidara alguna de ellas, la fe cristiana no alcanzaría todo su crecimiento.
– Cada una de estas tareas realiza, a su modo, la finalidad de la catequesis. La formación moral, por ejemplo, es esencialmente cristológica y trinitaria, llena de sentido eclesial y abierta a su dimensión social. Lo mismo ocurre con la educación litúrgica, esencialmente religiosa y eclesial, pero también muy exigente en su compromiso evangelizador en favor del mundo.
– Las tareas se implican mutuamente y se desarrollan conjuntamente. Cada gran tema catequético, por ejemplo la catequesis sobre Dios Padre, tiene una dimensión cognoscitiva e implicaciones morales, se interioriza en la oración y se asume en el testimonio. Una tarea llama a la otra: el conocimiento de la fe capacita para la misión; la vida sacramental da fuerzas para la transformación moral.
– Para realizar sus tareas, la catequesis se vale de dos grandes medios: la transmisión del mensaje evangélico y la experiencia de la vida cristiana. (275) La educación litúrgica, por ejemplo, necesita explicar qué es la liturgia cristiana y qué son los sacramentos, pero también debe hacer experimentar los diferentes tipos de celebración, descubrir y hacer amar los símbolos, el sentido de los gestos corporales, etc… La formación moral no sólo transmite el contenido de la moral cristiana, sino que cultiva activamente las actitudes evangélicas y los valores cristianos.
– Las diferentes dimensiones de la fe son objeto de educación tanto en su aspecto de "don" como en su aspecto de "compromiso". El conocimiento de la fe, la vida litúrgica, el seguimiento de Cristo son, cada uno de ellos, un don del Espíritu que se acoge en la oración y, al mismo tiempo, un compromiso de estudio, espiritual, moral, testimonial. Ambas facetas deben ser cultivadas. (276)
– Cada dimensión de la fe, como la fe en su conjunto, debe ser enraizada en la experiencia humana, sin que permanezca en la persona como un añadido o un aparte. El conocimiento de la fe es significativo, ilumina toda la existencia y dialoga con la cultura; en la liturgia, toda la vida personal es ofrenda espiritual; la moral evangélica asume y eleva los valores humanos; la oración está abierta a todos los problemas personales y sociales. (277)

Como indicaba el Directorio de 1971, "interesa en gran manera que la catequesis conserve esta riqueza de aspectos diversos, con tal de que un aspecto no se separe de los demás, con detrimento de ellos". (278)


(275) Cfr. CIC 773 CIC 778,2.

(276) Cfr. DCG (1971) 22 y 23.

(277) Cfr. DCG (1971) 26.

(278) DCG (1971) 31b.



DIRECTORIO GENERAL PARA LA CATEQUESIS - Formas múltiples de catequesis permanente