El Decálogo 65

De los Diez Mandamientos de la Ley


DEL PRIMER PRECEPTO DE LA LEY

"No tendrás dioses extraños frente a Mí" (Ex 20,3)

66 Como ya está dicho, toda la .ley de Cristo se encierra en la caridad. Ahora bien, la caridad se encierra en dos preceptos, de los cuales uno es sobre el amor a Dios, y el otro sobre el amor al prójimo. Y de estos dos ya se habló. Mas ahora conviene saber que al dar Dios la ley a Moisés, dio diez preceptos escritos en dos tablas de piedra, de los cuales tres pertenecen al amor de Dios, y siete, escritos sobre la segunda tabla, pertenecen al amor del prójimo. Por lo cual toda la ley se funda en dos preceptos.

NO TENDRÁS DIOSES EXTRAÑOS

67 Pues bien, el primer precepto que pertenece al amor de Dios es éste: "No tendrás dioses extraños".

Y para comprenderlo es de saberse que los antiguos transgredieron este precepto de múltiples maneras.

En efecto, algunos rendían culto a los demonios.
Ps 95,5: "Todos los dioses de las naciones eran demonios". Pues bien, este es el mayor de todos los pecados, y es horrible.

También ahora son muchos los que violan este precepto, a saber, todos los que se entregan a la adivinación y a la hechicería. En efecto, según San Agustín, estas cosas no las pueden hacer sin contraer cierto pacto con el diablo. 1Co 10,20: "No quiero que pactéis con los demonios"; y de nuevo, 1Co 10,21: "No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios".

68 Otros rendían culto a los cuerpos celestes, creyendo que los astros eran dioses. Sg 13,2: "Al sol y la luna tomaron por dioses rectores del universo". Y por eso Moisés prohibió a los judíos levantar los ojos y adorar al sol y a la luna y a las estrellas. Dt 4,15b y Dt 4,19: "Tened buen cuidado de vuestras almas, no por casualidad levantéis los ojos al cielo y veáis el sol y la luna y todos los astros del cielo, y engañado por el error los adoréis y les rindáis culto a las cosas que el Señor Dios vuestro creó para el servicio de todas las naciones". Lo mismo se dice en Dt 5,8. Contra este precepto pecan los astrólogos, que dicen que los astros gobiernan a las almas; siendo que, al contrario, fueron hechos para el hombre, cuyo único soberano es Dios.

69 Sin embargo, otros rendían culto a los elementos inferiores. Sg 13,2: "Sino que al fuego, al viento… los tomaron por dioses". En su error cayeron los hombres que usaron mal de los elementos inferiores, amándolos con exceso. Dice el Apóstol en Ep 5,5: "Ni el avaro, que es adorador de ídolos".

70 Otros, errando, rendían culto a hombres, a aves, o a otras criaturas, o a sí mismos. Lo cual ciertamente ocurrió por tres causas:

Primeramente por su carnalidad.
Sg 14,15: "Un padre, presa de acerbo dolor, hace la imagen del hijo que acaba de serle arrebatado, y al que entonces no era más que un hombre muerto le honra ahora como a Dios, y establece entre sus siervos ritos sagrados y sacrificios".

En segundo lugar por la adulación. En efecto, algunos procuraron honrar en ausencia a los que no podían honrar en su presencia, haciendo imágenes suyas y honrándolas en lugar de ellos. Sg 14,17: "Hacían la imagen del ausente que querían honrar para rendirle culto como a presente". Así son cuantos aman y veneran a los hombres más que a Dios. Mt 10,37: "El que ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí". Ps 145,2-3: "No confiéis en los príncipes, ni en los hijos de los hombres, en los cuales no está la salvación".

En tercer lugar por la presunción. En efecto, por presunción algunos se hicieron llamar dioses, como consta en Jdt 3, de Nabucodonosor. Ez 28,2: "Se ensoberbeció tu corazón, y dijiste: yo soy Dios". Y así obran los que creen más en su propio sentir que en los preceptos de Dios. En efecto, éstos se rinden culto como a dioses; porque siguiendo las delectaciones de la carne, rinden culto a su cuerpo en lugar de rendírselo a Dios. Dice el Apóstol en Ph 3,19: "Su dios es el vientre".

Así es que conviene liberarse de todas estas cosas. DELANTE DE MI

71 "No tendrás dioses extraños delante de Mí". Como ya se ha dicho, el primer precepto de la ley es que se nos prohíbe adorar si no es al único Dios. Y a esto somos llevados por cinco razones.

I) La primera se desprende de la dignidad de Dios, pues si se la suprime se hace injuria a Dios, como puede verse por la costumbre de los hombres. En efecto, a toda dignidad se le debe reverencia. Por lo cual es traidor al rey el que le retira lo que debería ofrecerle. Y esto hacen algunos con Dios.
Rm 1,23: "Trocaron la gloria del Dios incorruptible por la semejanza de la imagen del hombre corruptible". Lo cual desagrada extremadamente a Dios. Is 42,8: "No doy mi gloria a ningún otro, ni mi alabanza a los ídolos".

72. Y se debe considerar que !a dignidad de Dios es tal que lo sabe todo. Por lo cual Dios viene del verbo ver. En efecto, esta es una de las señas de la Divinidad. Is 41,23: "Anunciadnos lo por venir para que sepamos así que sois dioses". He 4,13: "Todas las cosas están desnudas y manifiestas a sus ojos". Pues bien, tal dignidad se la arrebataron los adivinos, contra los cuales dice Is 8,19: "¿Acaso no consultará el pueblo a su Dios? ¿Se habla a los muertos en favor de los vivos?

72 La segunda razón se desprende de su liberalidad. En efecto, todo lo bueno lo tenemos de Dios. Y también esto pertenece a la dignidad de Dios, que es el hacedor y el dador de todos los bienes. Ps 103,28: "Abres tu mano, y sáciense de todo bien". Y esto se incluye en el nombre de Dios, que viene de distribución, o sea, dador de las cosas, porque todo lo sacia con su bondad.

Por lo tanto, harto ingrato eres sí lo que por El te ha sido dado no lo reconoces; y aun te fabricas otro Dios, así como los hijos de Israel sacados de Egipto hicieron un ídolo. (Os 2,5: "Iré tras de mis amadores"). Esto ocurre también cuando alguien pone su esperanza en otro que no sea Dios, o sea, cuando pide auxilio de quien no sea El. Ps 39,5: "Bienaventurado el varón cuya esperanza es el nombre del Señor". Dice el Apóstol en Ga 4,9-10: "Ahora que habéis conocido a Dios, ¿cómo de nuevo os volvéis a los flacos y pobres elementos…? Observáis los días y los meses, las estaciones y los años".

73 La tercera razón se desprende de la firmeza de la promesa. En efecto, hemos renunciado al diablo, y prometimos fidelidad a Dios solo; por lo cual no debemos quebrantarla. He 10,28-29: "Si el que menosprecia la ley de Moisés, sin ninguna misericordia muere sobre la palabra de dos o tres testigos, ¿de cuánto mayor castigo pensáis que será digno el que pisotea al Hijo de Dios y reputa por inmunda la sangre de su testamento, en el cual El fue santificado, e insulta al Espíritu de la Gracia?". Rm 7,3: "Viviendo el marido será llamada adúltera si se une a otro hombre": y la tal debe ser quemada. Así es que ay de los pecadores que andan en la tierra por dos caminos y que cojean de dos lados.

75 4) La cuarta razón se toma de lo pesado del yugo del diablo. Jr 16,13: "Serviréis día y noche a dioses extraños, que no os darán reposo". En efecto, el demonio no se conforma con un solo pecado, sino que más se esfuerza por llevar a otro. "Quien comete pecado, siervo es del pecado". Juan 8,34; por lo cual no fácilmente se sale del pecado. San Gregorio dice: "El pecado que no se deshace por la penitencia, en seguida arrastra por su peso a otro pecado".

Lo contrario ocurre con la soberanía divina, porque sus preceptos no son pesados. Mt 11,30: "Pues mi yugo es suave, y mi carga ligera". En efecto, puede decirse que hace suficiente el que por Dios trabaja tanto cuanto obró para el pecado. Rm 6,19: "Como pusisteis vuestros miembros al servicio de la impureza y de la iniquidad para la iniquidad, así ahora entregad vuestros miembros al servicio de la justicia para la santidad". Pero de los esclavos del demonio dice la Sabiduría (Sg 5,7): "cansados estamos en los caminos de iniquidad y perdición, y hemos caminado por sendas difíciles". Y Jr 9,5: "Penaron para obrar inicuamente".

76 5) La quinta razón se toma de la inmensidad de! premio o recompensa. En efecto, en ninguna otra ley se prometen tales premios como en la ley de Cristo. En efecto, a los sarracenos se les prometen ríos de leche y miel, a los judíos la tierra de promisión; pero a los cristianos la gloria de los ángeles. Mt 22,30: "Serán como ángeles de Dios en el cielo". Considerando esto, San Pedro dice, en Jn 6,69: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna".




DEL SEGUNDO PRECEPTO

"No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano" (Ex 20,7)

77 Tal es el segundo precepto de la ley. Y así como es único el Dios al que debemos rendir culto, así también único es el que debemos venerar por encima de todo. Y primero en cuanto al nombre, por lo cual "no tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano".

Debe saberse que la palabra vano puede emplearse de tres maneras.

78 A) En efecto, a veces vano quiere decir falso.

Ps 11,3: "Se dicen cosas vanas cada cual a su projimo". Así es que tomas el nombre de Dios en vano cuando lo utilizas en confirmación de una falsedad.

Za 8,17: "No améis el falso juramento". Za 13,3: "No vivirás, porque has proferido mentira en el nombre de Dios".

79 Ahora bien, ese tal hace injuria a Dios, a sí mismo y a todos los hombres. A Dios, ciertamente, porque como jurar por Dios no es otra cosa que invocar su testimonio, cuando juras algo falso: o crees que Dios ignora la Verdad, y así supones ignorancia en Dios, no obstante que todo está desnudo y patente a sus ojos, como dice la Epístola a los He 4,13; o que El ama la mentira, siendo que la odia: Ps 5,7: "Perderás a cuantos profieren la mentira"; o lo despojas de su poder, como si no pudiese castigar la mentira. Además se hace daño a sí mismo: en efecto, se hace merecedor del castigo de Dios. Ciertamente, decir: por Dios que esto es así, no es sino decir: que Dios me castigue si no es así. Además se daña a los demás hombres. En efecto, ninguna sociedad puede durar entre varios si no se creen mutuamente. Ahora bien, las cosas dudosas se confirman con juramentos. He 6,16: "El juramento pone fin a toda controversia como garantía que es".

Así es que se injuria a Dios, se es cruel con uno mismo, e igualmente se daña a los hombres.

80 B) A veces vano quiere decir inútil. Ps 93,11: "El Señor conoce los pensamientos de los hombres, que son vanos". Por lo cual se toma el nombre de Dios en vano para confirmar una futileza. En efecto, en la Antigua Ley se prohibió jurar en falso: Dt 5,11: "No tomarás el nombre de tu Dios en vano". Pero Cristo prohibió jurar si no es en caso de necesidad. Por lo cual se dice en San Mateo (Mt 5,33-34): "Habéis oído que se dijo a los antiguos: no jurarás. Mas yo os digo: no juréis de ninguna manera". Y la razón de ello es que en nada somos tan frágiles como con la lengua; porque como dice Santiago (Jc 3,8), nadie ha podido domarla, por lo cual está expuesto el hombre a jurar por algo sin importancia. Mt 5,37: "Que vuestro lenguaje sea: sí, sí; no, no"; y Mt 5,34: "Mas Yo os digo: no juréis de ninguna manera".

81 Notad que el juramento es como una medicina, que no siempre se toma, sino en caso de necesidad. Por lo cual, como dice San Mateo (Mt 5,37): "Todo lo que excede de esto, de mal procede". Si 23,9: "Que tu boca no se habitúe al juramento, pues tendrá por ello muchas caídas. Que el mencionar a Dios no esté asiduamente en tu boca, ni mezcles los nombres de los santos, porque no estarás exento de castigo".

82 C) A veces con la palabra vana se expresa un pecado o injusticia. Ps 4,3: "Hijos de los hombres, ¿hasta cuándo seréis de corazón pesado? ¿Para qué amáis la vanidad?". Así el que jura cometer un pecado, toma el nombre de Dios en vano. Porque el oficio de la justicia consiste en hacer el bien y evitar el mal. Por lo tanto, si juras cometer un robo, u otra cosa semejante, esto es contra la justicia, y aunque no se cumpla tal juramento, el que así jura perjuro es. Tal fue Herodes contra Juan, Marcos 6. Obra igualmente contra la justicia el que jura no hacer un bien, como el no entrar en la Iglesia o en religión; * y aunque tampoco debe cumplirse este juramento, el que lo ha hecho es perjuro.

Así es que no debe jurarse por algo falso, o inútil, ni tampoco por algo injusto. Por lo cual dice Jeremías (Jr 4,2): "Jurarás que Dios vive con verdad, con equidad y con justicia".

* O sea en una Orden religiosa.

83 A veces vano quiere decir insensato: Sg 13,1: "Vanos son todos los hombres que carecen del conocimiento de Dios". Por lo tanto, quienes usan del nombre de Dios insensatamente, como los blasfemos, toman el nombre de Dios en vano. Lv 24,16: "Quien blasfemare el nombre del Señor deberá morir". "No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano". Debe saberse que el nombre de Dios puede usarse de seis maneras.

Primeramente para confirmar lo que se dice, como en el juramento. Y así confesamos que la verdad primera no existe sino en Dios, y con esto se rinde un homenaje a Dios. Por lo cual en la Ley se prescribe, Dt 6, que no se jure sino por Dios. Hacen lo contrario los que juran de otra manera. Ex 23,13: "No jurarás en el nombre de los dioses extranjeros".

Y aun cuando a veces se jure por las criaturas, es de saberse que en todos estos casos no se jura sino por Dios. En efecto, cuando juras por tu alma o por tu cabeza, es lo mismo que obligarla a sufrir la pena prescrita por Dios. 2Co 1,23: "Pongo a Dios por testigo sobre mi alma". Igualmente, cuando juras por el Evangelio, juras por Dios, que dio el Evangelio, y por eso pecan los que ligeramente juran por Dios o por el Evangelio.

85 En segundo lugar se toma (el nombre de Dios) para santificar. En efecto, el Bautismo santifica. Dice el Apóstol en 1Co 6,11: "Habéis sido lavados, habéis sido justificados en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo". Mas el bautismo no tiene virtud sino por la invocación de la Trinidad. Jr 14,9: "Señor, Tú estás en medio de nosotros, y tu santo nombre es invocado sobre nosotros".

86 En tercer lugar se usa para expulsar al adversario. Por lo cual antes del bautismo se renuncia al diablo. Is 4,1: "Señor, que tan sólo tu nombre sea invocado sobre nosotros; disipa nuestro oprobio". Por lo cual, si vuelves al pecado, se toma en vano el nombre de Dios.

87 En cuarto lugar se usa el nombre de Dios para confesarlo. Dice el Apóstol en Rm 10,14: "¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han creído?"; y en el vers. Rm 10,13: "Todo el que invocare el nombre del Señor será salvo". Ahora bien, nosotros lo confesamos primeramente con la boca para manifestar la gloria de Dios. Is 43,7: "A cualquiera que invoque mi nombre lo he creado para mi gloria". Así es que si profieres algo contra la gloria de Dios, tomas el nombre de Dios en vano.

Lo confesamos en segundo lugar con obras, cuando cumplimos las que manifiestan la gloria de Dios. Mt 5,16: "Que viendo vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos". Lo contrario hacen aquellos de los que dice el Apóstol en Rm 2,24: "Por causa vuestra es blasfemado entre los gentiles el nombre de Dios".

88 En quinto lugar se usa para defenderse. Pr 18,10: "Torre fortísima es el nombre del Señor: hacia ellacorre el justo, y será exaltado". : "En mi nombre echarán los demonios". Ac 4,12: "ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo a los hombres por el cual podamos ser salvos".

89 En sexto lugar se usa para el cumplimiento del trabajo. Dice el Apóstol en Col 3,17: "Todo cuanto hacéis de palabra o de obra, hacedlo todo en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo". Ps 123,8: "Nuestro auxilio está en el nombre del Señor". Pero como a veces se empieza a obrar sin discreción, como ocurre con un voto que no se cumple, también entonces se toma el nombre del Señor en vano. Por lo cual dice el Eclesiastés Si 5,3: "Si hiciste un voto a Dios, no tardes en cumplirlo". Ps 75,12: "Haced votos al Señor vuestro Dios y cumplidlos, vosotros todos que estando a su alrededor le ofrecéis presentes". "En efecto, le desagrada la promesa infiel e insensata", Si 5,3.


DEL TERCER PRECEPTO

"Acuérdate de santificar el día del sábado" (Ex 20,8)



90 Este es, y muy convenientemente, el tercer mandato de la ley. En efecto, primeramente debemos honrara Dios con el corazón. Por lo cual está prescrito que no adoremos sino a un solo Dios. De aquí que "no tendrás dioses extraños delante de ti". En segundo lugar con los labios, por lo cual "no tomarás el nombre del Señor, tu Dios, en vano". En tercer lugar con las obras, o sea: "Acuérdate de santificar el día del sábado". En efecto, Dios quiso que en un día determinado se entregaran los hombres a servirle.

91 Ahora bien, cinco son las razones de este precepto.

a) En primer lugar fue dado para destruir un error. En efecto, previo el Espíritu Santo que algunos hombres llegarían a decir que el mundo siempre ha existido.
2P 3,3-5: "En los postreros días vendrán, con burlas, escarnecedores que vivan conforme a sus propias concupiscencias, y dirán: ¿dónde está la promesa de su venida? Porque desde que murieron los padres, todo permanece igual desde el principio de la creación. Es que quieren ignorar que primero hubo cielos y tierra salida del agua, y en el agua asentada por la palabra de Dios". Pues Dios quiso que se guardara un día en memoria de que Dios lo había creado todo en seis días y de que en el séptimo descansó de crear nuevas criaturas. Y este motivo lo puso Dios en la ley, diciendo: "Acuérdate de santificar el día del sábado".

92 Pero los judíos honraban el sábado en memoria de la primera creación; mas al venir Cristo, hizo una nueva creación. En efecto, por la primera fue hecho el hombre terreno, y por la segunda el hombre celeste.

Ga 6,15: "En Jesucristo ni la circuncisión es nada ni el prepucio, sino la nueva criatura". Y esta nueva creatura lo es por la gracia, que empezó en la resurrección.

Rm 6,4-5. "Así como Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. Si en efecto hemos sido injertados en la semejanza de su muerte, lo seremos también por la de su resurrección". Y como la resurrección ocurrió en Domingo, ese día lo solemnizamos así como los judíos solemnizaban el sábado por la primera creación.

93 b) En segundo lugar fue dado (este precepto) para instruir en la fe en el Redentor. En efecto, la carne de Cristo no se corrompió en el sepulcro. Por lo cual dice el Ps 15,9: "Mi carne se siente segura"; y también, el mismo Salmo, vers. Ps 15,10: "No permitirás que tu santo experimente la corrupción". Por lo cual quiso que fuese observado el sábado, pues como los sacrificios significaban la muerte de Cristo, así el descanso del sábado significaba el descanso de su carne. Pero nosotros no observamos esos sacrificios, porque habiendo llegado la realidad y la verdad, debe cesar la figura, así como saliendo el sol cesa la sombra; sin embargo, conservamos el sábado en honra de la gloriosa Virgen, en la cual el día de la muerte de Cristo permaneció entera la fe.

94 c) En tercer lugar nos fue dado para robustecer y para figurar la Verdad de la promesa. En efecto, se nos ha prometido el descanso. Is 14,3: "Y llegará el día en que Dios te dará el reposo de tus fatigas, de tu angustia y de la dura servidumbre a que estuviste sometido antes"; y también Is 32,18: "Mi pueblo descansará en la belleza de la paz y en tiendas de seguridad y en la opulencia de su reposo".

95 Y observad que esperamos descansar de tres cosas: del trabajo de la vida presente, de la turbación de las tentaciones y de la servidumbre del diablo. Esto es lo que Cristo prometió a los que vienen a El, diciendo -Mt 11,28-30-: "Venid a Mí todos los que estáis fatigados y cargados, que yo os aliviaré. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas: pues mi yugo es suave y mi carga ligera".

Ahora bien, sabemos que el Señor trabajó seis días y que en el séptimo descansó, porque primero se deben hacer obras perfectas. Si 51,35: "Muy poco trabajé, y hallé para Mí un gran descanso". En efecto, la duración de la eternidad excede incomparablemente más a todo el tiempo presente que mil años a un solo día.

96 d) En cuarto lugar fue dado este precepto para inflamar nuestro amor. Sg 9,15: "Pues el cuerpo corruptible agrava el alma", y por eso el hombre tiende siempre hacia abajo a las cosas terrenas, si no se le obliga a elevarse por encima de ellas. Por lo cual conviene dedicar a esto un tiempo determinado. Por lo cual algunos hacen eso todo el tiempo: Ps 33,2: "Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca". Dice el Apóstol en 1Th 5,17: "Orad sin intermisión"; y éstos viven un sábado continuo. Algunos hacen eso en cierta parte del tiempo: Ps 118,164: "Siete veces al día te he alabado". Otros, a fin de no volverse totalmente extraños a Dios, fue necesario que tuviesen algún día determinado (para dedicarse a Dios), no fuera a entibiarse demasiado en ellos el amor de Dios. Is 58,13-14: "Si te parece suave el sábado… entonces tendrás tus delicias en el Señor". Jb 22,26: "Hallarás en el Omnipotente tus delicias, alzarás tu rostro hacia Dios".

En efecto, no se ha establecido ese día para divertirse, sino para orar y alabar al Señor Dios. Por lo cual San Agustín dice que es menos malo arar ese día que divertirse.

97 e) En quinto lugar fue dado para obrar bondadosamente respecto a los inferiores. En efecto, algunos, crueles consigo mismos y con los suyos, no cesan de trabajar continuamente por la ganancia; y esto es cosa sobre todo de los judíos, porque son sumamente avaros. Dt 5,12-14: "Guarda el día del sábado… para que descanse tu siervo y tu sierva, y tú también"; y luego: "No harás en él trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu sierva, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguna de tus bestias, para que tu siervo y tu sierva descansen, como tú también".

Así es que por todo lo dicho fue dado el precepto mencionado.

98 "Acuérdate de santificar el día del sábado". Ya se dijo que así como los judíos celebran el sábado, así nosotros los cristianos celebramos el domingo y otras fiestas importantes. Veamos, pues, cómo debemos guardarlos. Y es de saberse que Dios no dice: Guarda el sábado, sino "acuérdate de santificar el sábado".

99 Ahora bien, la palabra santo se toma en dos acepciones diferentes. En efecto, a veces santo es lo mismo que puro. Dice el Apóstol en 1Co 6,11: "Pero habéis sido lavados, pero habéis sido santificados". A veces se llama santa a una cosa consagrada al culto de Dios, como un lugar, un tiempo, vestiduras y vasos sagrados. Así es que de estas dos maneras debemos celebrar las fiestas. O sea, con pureza de corazón y entregándonos al servicio divino.

100 Por lo mismo hay que considerar dos cosas en este precepto. Primeramente, en verdad, qué se debe evitar en día festivo; en segundo lugar, qué debe hacerse. Ahora bien, debemos evitar tres cosas: a) Primeramente el trabajo corporal. Jr 17,22: "Santificaréis el sábado, no haciendo en ese día obra servil", por lo cual también en la ley se dice -Lv 23,25-: "Ninguna obra servil haréis ese día". Obra servil es el trabajo corporal, porque una obra libre es un acto del alma, como entender y otros semejantes; y a esos actos ningún hombre puede ser constreñido.

101 Pero es de saberse que las obras corporales pueden hacerse en sábado por cuatro motivos. En primer lugar por necesidad. Por lo cual el Señor excusó a sus discípulos que habían cortado espigas en día sábado, como se dice en Mt 12,3-7. En segundo lugar por la utilidad de la Iglesia. Por lo cual se dice en el mismo Evangelio (Mt 12,5) que los sacerdotes hacían todas las cosas que eran necesarias en el templo en día sábado. En tercer lugar por la utilidad del prójimo. Por lo cual el Señor curó en sábado al hombre de la mano seca, y confundió a los judíos -que lo censuraban- con el ejemplo de la oveja, Mt 12,11-12. En cuarto lugar por la autoridad de un superior. Por lo cual el Señor ordenó a los judíos que circuncidaran en día sábado, como se dice en Juan 7,23.

102 b) En segundo lugar debemos evitar el pecado. Jr 17,21: "Guardad vuestras almas, y no llevéis cargas en día de sábado". Ahora bien, el peso del alma, o sea, el peso malvado es el pecado: Ps 37,5: "Pesan sobre mí como pesada carga". Ahora bien, el pecado es una obra servil: en verdad, como se dice en Jn 8,34: "El que comete pecado es siervo del pecado". Por lo cual, cuando se dice: "Ninguna obra servil hagáis en ese día", esto puede entenderse del pecado. Por lo cual obra contra este precepto el que peca en día de sábado, porque se ofende a Dios trabajando y pecando (en ese día), Is 1,13-14: "El sábado y vuestras otras fiestas no las soportaré". ¿Y por qué? Porque "son inicuas vuestras asambleas. Mi alma odia vuestras neomenias y vuestras festividades: se me han hecho molestas".

103 c) En tercer lugar debemos evitar la ociosidad. Si 33,29: "La ociosidad enseña muchas maldades". San Jerónimo le dice a Rústico: "Ocúpate continuamente en cualquier obra buena, para que el diablo te encuentre ocupado". Por lo cual no se deben celebrar más que las fiestas principales, si se ha de estar ocioso en las otras. Ps 98,4: "La gloria del rey es amar las cosas justas", esto es, la discreción. Por lo cual en Macabeos 2,34-: "Sea cualquiera el que venga a pelear contra nosotros en día de sábado, lucharemos contra él".

104 "Acuérdate de santificar el día del sábado". Como ya se dijo, el hombre debe santificar el día de fiesta: y esto se dice, tanto porque es puro como por que esta consagrado a Dios. También se ha dicho ya de qué cosas debemos abstenernos en tal día. Ahora debemos decir en qué cosas hemos de ocuparnos: y son tres. a) Primeramente se deben hacer sacrificios. Por lo cual, en NM 28,3-10, se dice que Dios ordenó que diariamente se ofreciera un cordero en la mañana, y otro en la tarde, pero que en sábado deberían duplicarse. Lo cual significa que en sábado debemos ofrecerle a Dios el sacrificio de todo lo que tenemos. I Paralip 29,14: "Tuyas son todas las cosas, y lo que hemos recibido de tus manos, te lo damos".

105 Por lo cual primero debemos ofrecer espontáneamente el alma doliéndonos de nuestros pecados: Ps 50,19: "El sacrificio (agradable) a Dios es un corazón contrito", y pidiendo beneficios (divinos): Ps 140,2: "Señor, que mí oración se eleve como el incienso en tu presencia". En efecto, el día de fiesta fue establecido para tener el gozo espiritual que produce la oración, por lo cual en ese día deben multiplicarse las oraciones.

En segundo lugar debemos mortificar nuestro cuerpo, y esto ayunando; Rm 12,1: "Os ruego, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos a Dios como hostia viva y santa"; alabando: Ps 49,23: "El que me ofrezca un sacrificio de alabanza me honrará"; por lo cual en ese día deben multiplicarse los cantos (de alabanza).

En tercer lugar, debes sacrificar tus bienes, y esto dando limosnas. He 13,16: "De la beneficencia y de la mutua asistencia no os olvidéis: con tales sacrificios se obliga a Dios"; y esto dos veces más que en otros días, porque entonces la alegría es general. Ne 8,10: "Enviad partes a los que no prepararon para ellos, porque este es el santo día del Señor".

106 b) En segundo lugar en el estudio de las palabras del Señor, como los judíos mismos lo hacen ahora. Ac 13,27: "Las palabras de los profetas que se leen cada sábado". Por lo cual también los cristianos, cuya justicia debe ser más perfecta, deben concurrir a la predicación y al oficio de la Iglesia. Jn 8,47: "El que es de Dios, oye las palabras de Dios"; además, hablan cosas de provecho: dice el Apóstol en Ep 4,29: "No salga de vuestra boca palabra mala, sino que sea buena, para edificación". En efecto, estas dos cosas son de provecho para el espíritu del pecador, porque cambian su corazón en mejor. Jr 23,29: "Mis palabras son como fuego ardiente, dice el Señor, y como martillo que rompe una piedra".

Ahora bien, lo contrario les ocurre aun a los perfectos si no dicen o no escuchan cosas de provecho. Dice el Apóstol en 1Co 15,33-34: "Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Vigilad, justos, y no pequéis"; y Ps 118,11: "En mi corazón guardé tus palabras". En efecto, la palabra (de Dios) instruye al ignorante: Ps 118,105: "Tu palabra es para mis pies una lámpara"; e inflama al tibio: Ps 104,19: "La palabra del Señor lo inflamó".

107 c) En tercer lugar, en divinos ejercicios. Por otra parte, esto es propio de los perfectos. Ps 33,9: "Gustad y ved cuan dulce es el Señor". Y esto por el descanso del espíritu. En efecto, así como el cuerpo fatigado desea el descanso, así también el alma. Ahora bien, el lugar del alma es Dios: Ps 30,3: "Sed para mí un Dios protector y un lugar de refugio". He 4,9-10: "Así queda un descanso para el pueblo de Dios: porque el que ha entrado en su descanso, también descansará de sus obras, como Dios descansó de las suyas". Sg 8,16: "Entrando en mi casa descansaré en ella".

108 Pero antes de que el alma alcance ese reposo, es necesario que le precedan tres descansos. El primero, de la turbación del pecado. Is 57,20: "El corazón del impío es como un mar impetuoso, que no se puede apaciguar". El segundo, de las pasiones de la carne; porque la carne apetece contra el espíritu, y el espíritu contra la carne, como se dice en Ga 5,27. El tercero, de las ocupaciones del mundo. Lc 10,41: "Marta, Marta, tú te inquietas y te turbas por muchas cosas". Y entonces, después de esto el alma reposa libremente en Dios. Is 58,13-14: "Cuando hagas del sábado tus delicias, entonces tendrás tus delicias en el Señor".

109 Por lo cual los santos todo lo dejaron; porque esta es la perla preciosa que al descubrirla un hombre la esconde; y por su gozo va y vende cuanto tiene, y la compra, como se dice en Mt 13,45. En efecto, este reposo es la vida eterna, y el gozo es eterno. Ps 131,14: "Esta será por siempre mi mansión; aquí habitaré porque la he elegido": a la cual nos conduzca El.


DEL CUARTO PRECEPTO

"Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida sobre la tierra que el Señor Dios te dará" (Ex 20,12)

110 La perfección del hombre consiste en el amor de Dios y del prójimo. Al amor de Dios pertenecen tres preceptos que fueron inscritos en la primera tabla; y al amor del prójimo siete preceptos que lo fueron en la segunda tabla. Pero, como se dice en 1Jn 3, no hemos de amar de palabra ni con la lengua, sino con hechos y en verdad. En efecto, el hombre que ama así debe hacer dos cosas, a saber: huir del mal y hacer el bien. Por lo cual entre los preceptos algunos inducen al bien, pero hay otros que prohíben hacer el mal.

111 Y es de saberse que evitar hacer el mal está en nuestro poder; pero no podemos hacer el bien a cualquiera; por lo cual dice San Agustín que a todos debemos amar, pero no estamos obligados a hacerles a todos el bien. Pero entre todos debemos hacerles el bien a nuestros parientes, porque, dice San Pablo (1Tm 5,8): "Si alguno no tiene cuidado de los suyos, y sobre todo de los de su casa, es un infiel". Pues bien, entre todos nuestros allegados, los mas próximos para nosotros son padre y madre; por lo cual dice San Ambrosio: "Primero debemos amar a Dios; y en segundo lugar a padre y madre"; y esto es lo que dice (el cuarto precepto): "Honra a tu padre y a tu madre". Y de esto mismo da la razón Aristóteles, el cual dice que al gran beneficio que de ellos recibimos no podemos corresponder con igualdad, por lo cual bien puede un padre ofendido expulsar a su hijo, pero no es posible lo contrario.

112 En efecto, tres cosas dan los padres al hijo.
Primero, el sostén en cuanto al ser.
Si 7,29: "Honra atu padre, y no olvides los gemidos de tu madre. Recuerda que sin ellos tú no habrías nacido".
En segundo lugar, el alimento o mantenimiento en cuanto sea necesario para la vida. En efecto, desnudo entra el hijo en este mundo, como se dice en Jb 1,21; pero sus padres lo sustentan.
En tercer lugar la enseñanza. He 12,9: "Hemos tenido a nuestros padres carnales para educarnos". Si 7,25: "¿Tienes hijos? Instrúyelos".

113 Los padres deben dar a sus hijos dos enseñanzas, porque, como se dice en Pr 22,6, "Instruye al niño en su camino, que aun de viejo no se apartará de él"; y en Lamentaciones de Jr 3,27: "Bueno es que el hombre soporte el yugo desde la mocedad". Y estas son las enseñanzas de Tobías a su hijo (Tb 4), a saber: "el temor de Dios y la abstención de todo pecado". Lo cual es contra aquellos que se deleitan con las maldades de sus hijos. Pero, como se dice en Sg 4,6: "Todos los hijos que nacen de padres inicuos son contra sus padres testigos de su iniquidad". Por eso Dios castiga el pecado en el hijo, como se dice en Ex 20,5.

114 Así es que los hijos reciben de sus padres el ser, el sustento y la educación. Y por deberles a ellos el ser, debemos honrarlos más que a señores de quienes recibimos solamente bienes, pero menos que a Dios, de quien tenemos el alma. Si 3,8-10: "El que teme al Señor honra a sus padres, y sirve como a señores a quienes lo engendraron, de obra y de palabra y con toda paciencia. Honra a tu padre y a tu madre, para que venga sobre ti la bendición de Dios". Y así te honras a ti mismo, porque como se dice en Si 3,13: "la gloría del hombre viene del honor de su padre, y es deshonra del hijo el padre sin honor".

115 Así también, por darnos ellos el sustento durante nuestra niñez, nosotros debemos dárselo en su ancianidad. Si 3,14-15: "Hijo, acoge a tu padre en su ancianidad, y no lo contristes durante su vida; y si pierde la razón, sé indulgente, y no lo desprecies por tu vigor". Si 3,18: "¡De qué mala reputación es el que abandona a su padre! ¡y es maldito el que exaspera a su madre!".

Para vergüenza de los que hacen lo contrario, Casio-doro escribe en Epistolis, lib. 2, que las cigüeñas, cuando sus padres, por su vejez avanzada, sueltan las alas, ni pueden ser aptos para transportar sus propios alimentos, abrigando con sus plumas los miembros de sus padres, restauran con alimentos los cuerpos flojos, y con piadosa mudanza los jóvenes devuelven lo que de pequeños recibieron de sus padres.

116 Además, en tercer lugar, por habernos instruido, debemos obedecerles. Col 3,20: "Hijos, obedeced a vuestros padres en todo", menos, es claro, en lo que sea contra Dios. Le dice San Jerónimo, a Heliodoro: "En este caso, la única clase de piedad es ser cruel". Lc 14,26: "Si alguno no aborrece a su padre y a su madre… no puede ser mi discípulo". En efecto, Dios es más verdaderamente nuestro padre. Dt 32,6: "¿Acaso no es El tu padre, el que por Sí mismo te hizo y te creó?".

117 "Honra a tu padre y a tu madre". Entre todos los preceptos sólo a éste se agrega: "para que tengas larga vida sobre la tierra". Y esto es así para que no se crea que por ser algo natural no se deba un premio a quienes honran a sus padres.

118 Pero es de saberse que para quienes honran a sus padres se prometen cinco cosas deseables.

a) Lo primero es la gracia en el presente, y la gloria en el futuro, que son en extremo deseables.
Si 3,9: "Honra a tu padre para que venga sobre ti la bendición de Dios, y su bendición permanecerá hasta el fin". Lo contrario es debido a los que maldicen sus padres; y aun en la ley son malditos de Dios, como se dice en Dt 27; y en Lc 16,10 se dice: "El que es injusto en las cosas pequeñas lo será también en las mayores".

Pero la vida natural es como nada en comparación con la vida de la gracia. Así es que si no reconoces el beneficio de la vida natural que tienes de tus padres, indigno eres de la vida de la gracia, que es mayor, y en consecuencia de la vida de la gloria, que es la máxima.

119 b) La segunda cosa deseable es la vida: por lo cual "para que tengas larga vida sobre la tierra". Se dice en Si 3,7: "El que honra a su padre tendrá larga vida". Y observa que una vida es larga cuando es llena, pues no se mide por el tiempo sino por la acción, según Aristóteles. Pues bien, es llena la vida cuando es virtuosa. Por lo cual el virtuoso y santo vive largo tiempo, aun cuando muera pronto corporalmente. Por lo cual se dice en Sg 4,13-14: "Perfecto en breve, completó una larga vida, pues su alma era grata a Dios".

Por otra parte, excelente negocio hace el que cumple en un día tanto cuanto otro en un año. Y nótese que a veces ocurre que una más larga vida es causa de la muerte corporal y espiritual, como le ocurrió a Judas. Es, pues, un premio la vida corporal.

120 Pero lo contrario, es decir, la muerte obtienen los que ultrajan a sus padres. En efecto, de ellos tenemos la vida, como los soldados reciben del rey un feudo; y por eso, así como es justo que se les quite el feudo por una traición, así también a éstos la vida por el ultraje inferido a los padres. Pr 30,17: "Que el ojo del que injuria a su padre y que desprecia el parto de su madre, sea agujerado por los cuervos de los torrentes y lo devoren los aguiluchos". Por aguiluchos se entienden los reyes y los príncipes, y por cuervos sus oficiales. Y si a veces no son castigados corporalmente, sin embargo no pueden huir de la muerte espiritual.

121 Por esto un padre no debe dar demasiado poder a sus hijos. Si 33,21: "Mientras sobrevivas y alientes, que nadie te substituya"; además, Si 33,20: "Ni al hijo, ni a tu mujer, ni a tu hermano, ni al amigo de poder sobre ti en tu vida, ni les entregues tus bienes durante tu vida, no sea que te arrepientas".

122 c) Lo tercero es tener hijos agradecidos y gratos. En efecto, es natural que el padre amase una riqueza para sus hijos, pero no al contrario. Si 3,6: "El que honra a su padre, encontrará su gozo en sus hijos". Mt 7,2: "Con la medida con que midiereis seréis medidos".

123 d) Lo cuarto es una buena reputación. Si 3,13: "La gloria del hombre procede de la honra de su padre"; y de nuevo, Si 3,18: "¡Qué infame es el que abandona a su padre!".

124 e) Lo quinto es tener riquezas. Si 3,11: "La bendición del padre afianza la casa de los hijos; pero la maldición de la madre la destruye desde sus cimientos".

125 "Honra, a tu padre y a tu madre". Debe notar se que no se dice que alguien sea padre sólo por razón de la generación carnal; sino que algunos son llamados padres por otras varias razones, y a cada uno de ellos se le debe cierto respeto.

En efecto, se llama padres a los Apóstoles y a otros santos por su doctrina y el ejemplo de su fe. Dice el Apóstol en
1Co 4,15: "Porque aunque tengáis diez mil pedagogos en Cristo, pero no muchos padres, pues yo os engendré en Jesucristo por el Evangelio". Y por eso se dice en Si 44,1: "Alabemos a nuestros padres y gloriosos varones en su siglo". Pero no los alabemos con la boca, sino imitándolos. Y esto se hace si no se halla en nosotros lo contrario a lo que en ellos alabamos. He 13,7: "Acordaos de vuestros pastores… y considerando el fin de su vida, imitad su fe".

126 Se llama también padres a los prelados; y se les debe venerar, porque son ministros de Dios. Lc 10,16: "El que a vosotros oye a Mí me oye; el que a vosotros desprecia, a Mí me desprecia". Y por eso debemos honrarlos obedeciéndoles: dice el Apóstol en He 13,17: "Obedeced a vuestros pastores y estadles sujetos"; y dándoles el diezmo: Pr 3,9: "Honra a Dios de tu hacienda, y da a los pobres de las primicias de tus frutos".

127 Igualmente a reyes y príncipes: 4 Reyes 5,13: "Padre, aunque sea difícil lo que os mandó el Profeta ciertamente deberíais cumplirlo"; a quienes se les llama padres porque deben velar por el bien del pueblo. Y a éstos los honramos por la sujeción: Rm 13,1: "Todos habéis de estar sometidos a las autoridades superiores". Y esto no sólo por el temor sino por amor; no sólo por la razón, sino también por la conciencia. Y la razón de esto es que según el Apóstol (Rm 13,1), toda potestad viene de Dios; y por eso se les debe dar lo que se les debe, y así: "al que tributo, tributo; a quien renta, renta; a quien temor, temor; a quien honor, honor". Rm 13,7.- Pr 24,21: "Hijo mío, teme al Señor y al rey".

128 Igualmente a los benefactores. Si 4,10: "Sed misericordiosos con los huérfanos como un padre"; por que lo propio de un padre es hacerles el bien a sus hijos. Y por eso nosotros debemos corresponder haciendo el bien. Si 29,20: "No olvides el beneficio de tu fiador". En efecto, a los ingratos les ocurre aquello de la Sg 16,29: "La esperanza del ingrato se derrite como la nieve de invierno".

129 También por la edad. Dt 32,7: "Pregunta a tu padre, y te instruirá; a tus mayores, y te dirán". Lv 19,32: "Ante una cabeza blanca levántate, y honra lapersona del anciano". Si 32,13: "En medio de los grandes no te adelantes a hablar, y donde hay ancianos no hables mucho". Si 32,9: "Escucha en silencio; y por tu respeto te sobrevendrá mucha gracia".

130 Así es que todos estos deben ser venerados, porque todos tienen cierta semejanza con el Padre que está en los cielos. Y de ellos dice el Señor en Lc 10,16: "Quien a vosotros desprecia, a Mí me desprecia".



El Decálogo 65