ESOPO - 300 fábulas




Fábulas de Esopo

01 – El águila, el cuervo y el pastor.

Lanzándose desde una cima,
un águila arrebató a un corderito.
La vio un cuervo y tratando de imitar al águila,
se lanzó sobre un carnero, pero con tan mal
conocimiento en el arte que sus garras se
enredaron en la lana, y batiendo al máximo
sus alas no logró soltarse.
Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.
Le preguntaron sus hijos acerca de que clase
de ave era aquella, y él les dijo:
- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.
Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo que no te corresponde.


02 - El águila, la liebre y el escarabajo.

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila,
y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo,
suplicándole que le ayudara.
Le pidió el escarabajo al águila que perdonara
a su amiga. Pero el águila, despreciando
la insignificancia del escarabajo,
devoró a la liebre en su presencia.
Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos, y haciéndolos rodar, los tiraba a tierra.  Viéndose el águila echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus pidiéndole un lugar seguro para depositar sus huevos.
Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo,
viendo la táctica escapatoria, hizo una bolita de estiércol,
voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus.
Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que salen a volar los escarabajos.
Nunca desprecies lo que parece insignificante,
pues no hay ser tan débil que no pueda alcanzarte.


03 - El águila de ala cortada y la zorra.

Cierto día un hombre capturó a un águila,
le cortó sus alas y la soltó en el corral junto
con todas sus gallinas. Apenada, el águila,
quien fuera poderosa, bajaba la
cabeza y pasaba sin comer: se sentía
como una reina encarcelada.
Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla.
Le arrancó las plumas cortadas y se las hizo crecer de nuevo. Repuesta el águila de sus alas, alzó vuelo, apresó
a una liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador.
La vio una zorra y maliciosamente la mal
aconsejaba diciéndole:
--No le lleves la liebre al que te liberó,
sino al que te capturó; pues el que te liberó
ya es bueno sin más estímulo.
Procura más bien ablandar al otro,
no vaya a atraparte de nuevo y te
arranque completamente las alas.
Siempre corresponde generosamente con tus bienhechores, y por prudencia mantente alejado de los malvados que insinúan hacer lo incorrecto.


04 - El águila y la zorra.

Un águila y una zorra que eran muy amigas decidieron
vivir juntas con la idea de que eso afianzaría su amistad.
El águila escogió un árbol muy elevado para poner allí sus huevos, mientras que la zorra soltó a sus hijos bajo unas zarzas sobre la tierra al pie del mismo árbol.
Un día que la zorra salió a buscar su comida, el águila, que estaba hambrienta cayó sobre las zarzas, se llevó a los zorruelos, y entonces ella y sus crías se regocijaron con un banquete.
Regresó la zorra y más le dolió el no poder vengarse, que saber de la muerte de sus pequeños; ¿Cómo podría ella, siendo un animal terrestre, sin poder volar, perseguir a uno que vuela? Tuvo que conformarse con el usual consuelo de los débiles e impotentes: maldecir desde lo lejos a su enemigo.
Mas no pasó mucho tiempo para que el águila recibiera el pago de su traición contra la amistad. Se encontraban en el campo unos pastores sacrificando una cabra; cayó el águila sobre ella y se llevó una víscera que aún conservaba fuego, colocándola en su nido.
Vino un fuerte viento y transmitió el fuego a las pajas, ardiendo también sus pequeños aguiluchos, que por pequeños
aún no sabían volar, los cuales se vinieron al suelo.
Corrió entonces la zorra, y tranquilamente devoró a todos los aguiluchos ante los ojos de su enemiga.
Nunca traiciones la amistad sincera, pues si lo hicieras, tarde o temprano del cielo llegará el castigo.


05 - El águila y la flecha.

Estaba asentada un águila en el pico de un peñasco esperando por la llegada de las liebres.
Mas la vio un cazador, y lanzándole una flecha le atravesó su cuerpo.
Viendo el águila entonces que la flecha estaba construida con plumas de su propia especie exclamó:
-¡Qué tristeza, terminar mis días por causa
de las plumas de mi especie!
Más profundo es nuestro dolor cuando nos vencen con nuestras propias armas.
El Elefante
Mamífero herbívoro de gran tamaño, el más corpulento y fornido de los animales terrestres actuales, con una trompa que le sirve para prensar objetos. Posee dos colmillos de marfil, que lo hace muy codiciado por cazadores inescrupulosos. Su piel es rugosa. Cuando está domesticado es usado como medio de transporte y de carga. En los estados salvajes vive en manadas o grupos.


06 - El águila y los gallos.

Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas;
y al fin uno puso en fuga al otro.
Resignadamente se retiró el vencido a un matorral,
ocultándose allí. En cambio el vencedor orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.
Mas no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña se quedó con todo el gallinero.
A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate.


07 - Las zorras a orillas del río Meandro.

Se reunieron un día las zorras a orillas del río Meandro con el fin de calmar su sed; pero el río estaba muy turbulento, y aunque se estimulaban unas a otras, ninguna se atrevía a ingresar al río de primera.
Al fin una de ellas habló, y queriendo humillar a las demás, se burlaba de su cobardía presumiendo ser ella la más valiente. Así que saltó al agua atrevida e imprudentemente. Pero la fuerte corriente la arrastró al centro del río, y las compañeras, siguiéndola desde la orilla le gritaban:
- ¡ No nos dejes compañera, vuelve y dinos cómo
podremos beber agua sin peligro!
Pero la imprudente, arrastrada sin remedio alguno,
y tratando de ocultar su cercana muerte, contestó:
- Ahora llevo un mensaje para Mileto; cuando vuelva les enseñaré cómo pueden hacerlo.
Por lo general, los fanfarrones siempre están al alcance del peligro.


08 - La zorra a la que se le llenó su vientre.

Una zorra hambrienta encontró en el tronco de una encina unos pedazos de carne y de pan que unos pastores habían dejado escondidos en una cavidad. Y entrando en dicha cavidad, se los comió todos.
Pero tanto comió y se le agrandó tanto el vientre que no pudo salir. Empezó a gemir y a lamentarse del problema en que había caído.
Por casualidad pasó por allí otra zorra, y oyendo sus quejidos se le acercó y le preguntó que le ocurría. Cuando se enteró de lo acaecido, le dijo:
-¡ Pues quédate tranquila hermana hasta que vuelvas
a tener la forma en que estabas, entonces de seguro
podrás salir fácilmente sin problema!
Con paciencia se resuelven muchas dificultades.


09 - La zorra y el espino

Una zorra saltaba sobre unos montículos, y estuvo de
pronto a punto de caerse. Y para evitar la caída,
se agarró a un espino, pero sus púas le hirieron
las patas, y sintiendo el dolor que ellas le producían,
le dijo al espino
-- ¡ Acudí a ti por tu ayuda, y más bien me has herido. !
A lo que respondió el espino:
-- ¡Tú tienes la culpa, amiga, por agarrarte a mí, bien sabes lo bueno que soy para enganchar y herir a todo el mundo, y tú no eres la excepción!
Nunca pidas ayuda a quien acostumbra a hacer el daño.


10 - La zorra y el leñador.

Una zorra estaba siendo perseguida por unos cazadores cuando llegó al sitio de un leñador y le suplicó que la escondiera. El hombre le aconsejó que ingresara a su cabaña.
Casi de inmediato llegaron los cazadores, y le preguntaron al leñador si había visto a la zorra.
El leñador, con la voz les dijo que no, pero con su mano disimuladamente señalaba la cabaña donde se había escondido.
Los cazadores no comprendieron las señas de la mano y se confiaron únicamente en lo dicho con la palabra.
La zorra al verlos marcharse, salió silenciosa, sin decirle
nada al leñador.
Le reprochó el leñador por qué a pesar de haberla salvado, no le daba las gracias, a lo que la zorra respondió:
--Te hubiera dado las gracias si tus manos y tu boca
hubieran dicho lo mismo.
No niegues con tus actos, lo que pregonas con tus palabras.
La Perdiz
Ave gallinácea de bella contextura. Se alimenta de insectos y granos. Se agrupa en pequeños bandos y acostumbra anidar directamente en los suelos. Gusta más de caminar y sus vuelos son de baja altura y escasos.


11 – La zorra y la serpiente.

Se encontraba una higuera a la orilla de un camino,
y una zorra vio junto a ella una serpiente dormida.
Envidiando aquel cuerpo tan largo, y pensando
en que podría igualarlo, se echó la zorra a tierra
al lado de la serpiente e intentó estirarse cuanto pudo.
Tanto esfuerzo hizo, hasta que al fin, por vanidosa, se reventó.
No imites a los más grandes, si aún no tienes las condiciones para hacerlo.


12 – La zorra y los racimos de uvas.

Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de
una parra unos deliciosos racimos de uvas, quiso
atraparlos con su boca.
Mas no pudiendo alcanzarlos, a pesar de sus
esfuerzos, se alejó diciéndose:
-- ¡Ni me agradan, están tan verdes!
Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.


13 – La zorra y el cocodrilo.

Discutían un día la zorra y el cocodrilo sobre la nobleza de sus antepasados.
Por largo rato habló el cocodrilo acerca de la alcurnia de sus ancestros, y terminó por decir que sus padres habían llegado a ser los guardianes del gimnasio.
-- No es necesario que me lo digas -- replicó la zorra --;
las cualidades de tu piel demuestran muy bien que desde hace muchos años te dedicas a los ejercicios de gimnasia.
Recuerda siempre que lo que bien se ve, no se puede ocultar con la mentira.


14 – La zorra y la pantera.

Disputaban otro día la zorra y la pantera acerca de su belleza.
La pantera alababa muy especialmente los
especiales pintados de su piel.
Replicó entonces la zorra diciendo:
-- ¡Mucho más hermosa me considero yo, no por las
apariencias de mi cuerpo, sino más bien por mi espíritu!
Las cualidades del espíritu son preferibles a las del cuerpo.


15 – La zorra y el mono coronado rey

En una junta de animales, bailó tan bonito el mono,
que ganándose la simpatía de los espectadores,
fue elegido rey.
Celosa la zorra por no haber sido ella la elegida, vio un trozo de comida en un cepo y llevó allí al mono, diciéndole que había encontrado un tesoro digno de reyes, pero que en lugar de tomarlo para llevárselo a él, lo había guardado para que fuera él personalmente quien lo cogiera, ya que era una prerrogativa real.
El mono se acercó sin más reflexión,
y quedó prensado en el cepo.
Entonces la zorra, a quien el mono acusaba de
tenderle aquella trampa, repuso:
-- ¡Eres muy tonto, mono, y todavía pretendes reinar
entre todos los animales!
No te lances a una empresa, si antes no has reflexionado sobre sus posibles éxitos o peligros.
El Ruiseñor
Pájaro insectívoro de la familia de los túrdidos y de canto muy melodioso. Su plumaje por lo general es de un pardo rojizo. Anida en matorrales o arbustos. Existen diversas variedades esparcidas por todo el mundo.


16 – La zorra y el perro.

Penetró una zorra en un rebaño de corderos, y arrimando a su pecho a un pequeño corderillo, fingió acariciarle.
Llegó un perro de los que cuidaban el rebaño y le preguntó:
-- ¿Qué estás haciendo?
-- Le acaricio y juego con él -- contestó con cara de inocencia.
-- ¡ Pues suéltalo enseguida, si no quieres
conocer mis mejores caricias!
Al impreparado lo delatan sus actos.
Estudia y aprende con gusto y tendrás éxito en tu vida.


17 – La zorra y el mono discuten sobre su nobleza.

Viajaban juntos por esta tierra una zorra y un mono, comentando a la vez cada uno sobre su nobleza.
Mientras cada cual detallaba ampliamente sus títulos,
llegaron a cierto lugar. Volvió el mono su mirada hacia un cementerio y rompió a llorar.
Preguntó la zorra que le ocurría, y el mono, mostrándoles unas tumbas le dijo:
-- ¡ Oh, cómo no voy a llorar cuando veo las lápidas
funerarias de esos grandes héroes, mis antepasados!
-- ¡Puedes mentir cuanto quieras -- contestó la zorra --; pues ninguno de ellos se levantará para contradecirte!
Sé siempre honesto en tu vida. Nunca sabrás si el vecino que te escucha sabe la verdad y corroborará o desmentirá tus palabras.


18 – La zorra y el chivo en el pozo.

Cayó una zorra en un profundo pozo, viéndose obligada
a quedar adentro por no poder alcanzar la orilla.
Llegó más tarde al mismo pozo un chivo sediento, y viendo a la zorra le preguntó si el agua era buena. Ella, ocultando su verdadero problema, se deshizo en elogios para el agua, afirmando que era excelente, e invitó al chivo a descender y probarla donde ella estaba.
Sin más pensarlo saltó el chivo al pozo, y después de saciar su sed, le preguntó a la zorra cómo harían para salir allí
Dijo entonces la zorra:
-- Hay un modo, que sin duda es nuestra mutua salvación.
Apoya tus patas delanteras contra la pared y alza bien arriba tus cuernos; luego yo subiré por tu cuerpo y una vez afuera, tiraré de ti.
Le creyó el chivo y así lo hizo con buen gusto, y la zorra trepando hábilmente por la espalda y los cuernos de su compañero, alcanzó a salir del pozo, alejándose de la orilla al instante, sin cumplir con lo prometido.
Cuando el chivo le reclamó la violación de su convenio,
se volvió la zorra y le dijo:
-- ¡ Oye socio, si tuvieras tanta inteligencia como pelos en tu barba, no hubieras bajado sin pensar antes en cómo salir después!
Antes de comprometerte en algo, piensa primero si podrías salir de aquello, sin tomar en cuenta lo que te ofrezcan tus vecinos.


19 – La zorra con el rabo cortado.

Una zorra a la cual un cepo le había cortado la cola, estaba tan avergonzada, que consideraba su vida horrorosa y humillante, por lo cual decidió que la solución sería aconsejar a las demás hermanas cortarse también la cola, para así disimular con la igualdad general, su defecto personal.
Reunió entonces a todas sus compañeras, diciéndoles
que la cola no sólo era un feo agregado, sino
además una carga sin razón.
Pero una de ellas tomó la palabra y dijo:
-- Oye hermana, si no fuera por tu conveniencia de ahora,
¿ nos darías en realidad este consejo?
Cuídate de los que dan consejo en busca de su propio beneficio, y no por hacer realmente un bien.


20 – La zorra que nunca había visto un león.

Había una zorra que nunca había visto un león.
La puso el destino un día delante de la real fiera. Y como era la primera vez que le veía, sintió un miedo espantoso y se alejó
tan rápido como pudo.
Al encontrar al león por segunda vez, aún sintió miedo, pero menos que antes, y lo observó con calma por un rato.
En fin, al verlo por tercera vez, se envalentonó lo suficiente
hasta llegar a acercarse a él para entablar conversación.
En la medida que vayas conociendo algo, así le irás perdiendo el temor. Pero mantén siempre la distancia y prudencia adecuada.
La Uva
Fruto de la vid que se produce en racimos. Se ingiere en forma directa cortándola del racimo, o bien deshidratándola produciendo la forma llamada “pasa”. Su jugo se utiliza puro o en la fabricación de vinos y licores.


21 – La zorra y la careta vacía.

Entró un día una zorra en la casa de un actor, y después de revisar sus utensilios, encontró entre muchas otras cosas una máscara artísticamente trabajada.
La tomó entre sus patas, la observó y se dijo:
-- ¡ Hermosa cabeza! Pero qué lástima que no tiene sesos.
No te llenes de apariencias vacías.
Llénate mejor siempre de buen juicio.


22 – La zorra y el hombre labrador.

Había un hombre que odiaba a una zorra porque le ocasionaba algunos daños ocasionalmente.
Después de mucho intentarlo, pudo al fin cogerla, y buscando vengarse de ella, le ató a la cola una mecha empapada en aceite y le prendió fuego.
Pero un dios llevó a la zorra a los campos que cultivaba aquel hombre.
Era la época en que ya se estaba listo para la recolección del producto y el labrador siguiendo a la raposa, contempló llorando, cómo al pasar ella por sus campos, se quemaba toda su producción.
Procura ser comprensivo e indulgente, pues siempre sucede que el mal que generamos, tarde o temprano se regresa en contra nuestra.


23 – La zorra y el cangrejo de mar.

Queriendo mantener su vida solitaria, pero un poco diferente a la ya acostumbrada, salió un cangrejo del mar y se fue a vivir a la playa.
Lo vio una zorra hambrienta, y como no encontraba
nada mejor para comer, corrió hacia él y lo capturó.
Entonces el cangrejo, ya listo para ser devorado exclamó:
-- ¡Merezco todo esto, porque siendo yo animal del mar,
he querido comportarme como si fuera de la tierra!
Si intentas entrar a terrenos desconocidos, toma primero las precauciones debidas, no vayas a ser derrotado por lo que no conoces.


24 – La zorra y el cuervo hambriento.

Un flaco y hambriento cuervo se posó en una higuera,
y viendo que los higos aún estaban verdes, se
quedó en el sitio a esperar a que maduraran.
Vio una zorra al hambriento cuervo eternizado en la higuera, y le preguntó qué hacía. Una vez que lo supo, le dijo:
-- Haces muy mal perdiendo el tiempo confiado a
una lejana esperanza; la esperanza se llena de bellas
ilusiones, mas no de comida.
Si tienes una necesidad inmediata, de nada te servirá pensar satisfacerla con cosas inalcanzables.


25 – La zorra y el cuervo gritón.

Un cuervo robó a unos pastores un pedazo de carne
y se retiró a un árbol.
Lo vio una zorra, y deseando apoderarse de aquella carne empezó a halagar al cuervo, elogiando sus elegantes proporciones y su gran belleza, agregando además que no había encontrado a nadie mejor dotado que él para ser el rey de las aves, pero que lo afectaba el hecho de que no tuviera voz.
El cuervo, para demostrarle a la zorra que no
le faltaba la voz, soltó la carne para lanzar
con orgullo fuertes gritos.
La zorra, sin perder tiempo, rápidamente cogió la carne y le dijo:
-- Amigo cuervo, si además de vanidad tuvieras entendimiento, nada más te faltaría realmente para ser el rey de las aves.
Cuando te adulen, es cuando con más razón debes cuidar de tus bienes.
El Águila
Ave rapaz que habita en las altas montañas, entre riscos inaccesibles, de gran habilidad como voladora y cazadora.  De una aguda visión que le sirve para detectar y perseguir a sus víctimas con facilidad.  De actividad diurna.  Sus presas preferidas son liebres, conejos, perdices, aves pequeñas, cabritos y corderos de poca edad.  Sus características particulares han servido desde la antigüedad como símbolo de dominancia para ejércitos, imperios o naciones. Su rango de poder entre las aves, se equipara al del león entre los terrestres.


26 – Las zorras, las águilas y las liebres.

Cierto día las águilas se declararon en guerra contra las liebres.
Fueron entonces éstas a pedirle ayuda a las zorras.
Pero ellas les contestaron:
-- Las hubiéramos ayudado si no supiéramos
quienes son ustedes y si tampoco
supiéramos contra quienes luchan.
Antes de decidir unirte a una campaña, mide primero la capacidad de los posibles adversarios.


27 – La zorra y la liebre.

Dijo un día una liebre a una zorra:
-- ¿Podrías decirme si realmente es cierto que tienes muchas ganancias, y por qué te llaman la "ganadora"?
-- Si quieres saberlo -- contestó la zorra --,
te invito a cenar conmigo.
Aceptó la liebre y la siguió; pero al llegar a
casa de doña zorra vio que no había
más cena que la misma liebre.
Entonces dijo la liebre:
-- ¡Al fin comprendo para mi desgracia de donde viene tu nombre:
no es de tus trabajos, sino de tus engaños!
Nunca le pidas lecciones a los tramposos, pues tú mismo serás el tema de la lección.


28 – La zorra y la leona.

Reprochaba una zorra a una leona el hecho de que siempre sólo pariese a un pequeñuelo.
Y le contestó la leona:
-- Sí, uno solo, tienes razón, ¡ pero un señor león!
No midas el valor de las cosas por su cantidad, sino por su virtud.


29 – La zorra y el león anciano.

Un anciano león, incapaz ya de obtener por su propia fuerza la comida, decidió hacerlo usando la astucia. Para ello se dirigió a una cueva y se tendió en el suelo, gimiendo y fingiendo que estaba enfermo. De este modo, cuando los otros animales pasaban para visitarle, los atrapaba inmediatamente para su comida.
Habían llegado y perecido ya bastantes animales,
cuando la zorra, adivinando cuál era su ardid, se
presentó también, y deteniéndose a prudente distancia de la caverna, preguntó al león cómo le iba con su salud.
-- Claro que hubiera entrado -- le dijo la zorra --
si no viera que todas las huellas entran,
pero no hay ninguna que llegara a salir.
Siempre advierte a tiempo los indicios del peligro, y así evitarás que te dañe.


30 – La zorra, el oso y el león.

Habiendo encontrado un león y un oso al mismo tiempo a un cervatillo, se retaron en combate a ver cual de los dos se quedaba con la presa.
Una zorra que por allí pasaba, viéndolos extenuados por la lucha y con el cervatillo al medio, se apoderó de éste y corrió pasando tranquilamente entre ellos.
Y tanto el oso como el león, agotados y
sin fuerzas para levantarse, murmuraron:
-- ¡Desdichados nosotros! ¡Tanto esfuerzo y tanta lucha hicimos para que todo quedara para la zorra!
Por empeñarnos en no querer compartir, podemos perderlo todo
El Gallo
Ave de corral, de la familia gallináceas, apareador y protector de las gallinas. Ave totalmente doméstica desde hace milenios, originario de la India.  Si en un corral conviven varios gallos, uno de ellos es el dominante. Se alimenta de cereales, insectos y gusanos. Gusta de emitir su canto característico a intervalos durante todo el tiempo que está activo durante el día, pero muy especialmente cuando despierta temprano en las madrugadas.  Avisa a las gallinas cuando cree que acecha algún peligro, o cuando encuentra una fuente grata de alimentación.  Casi nunca vuela y sólo lo hace para escapar de situaciones peligrosas y por muy cortos trayectos, de unos cuantos metros.


31 – Las ranas y el pantano seco.

Vivían dos ranas en un bello pantano, pero llegó el verano y se secó, por lo cual lo abandonaron para buscar otro con agua. Hallaron en su camino un profundo pozo repleto de agua, y al verlo, dijo una rana a la otra:
-- Amiga, bajemos las dos a este pozo.
-- Pero, y si también se secara el agua de este pozo, -- repuso la compañera --, ¿Cómo crees que subiremos entonces?
Al tratar de emprender una acción, analiza primero las consecuencias de ella.


32 – La rana del pantano y la rana del camino.

Vivía una rana felizmente en un pantano profundo,
alejado del camino, mientras su vecina vivía muy orgullosa
en una charca al centro del camino.
La del pantano le insistía a su amiga que se fuera
a vivir al lado de ella, alejada del camino; que allí
estaría mejor y más segura.
Pero no se dejó convencer, diciendo que
le era muy difícil abandonar una morada donde
ya estaba establecida y satisfecha.
Y sucedió que un día pasó por el camino, sobre la charca, un carretón, y aplastó a la pobre rana que no quiso aceptar el mudarse.
Si tienes la oportunidad de mejorar tu posición, no la rechaces.


33 – Las ranas pidiendo rey

Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les enviara un rey.
Zeus, atendiendo su petición,
les envió un grueso leño a su charca.
Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.
Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca
a un simple madero, volvieron donde Zeus,
pidiéndole que les cambiara al rey,
pues éste era demasiado tranquilo.
Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a todas sin compasión.
A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.


34 – La rana que decía ser médico y la zorra.

Gritaba un día una rana desde su pantano a los demás animales:
-- ¡Soy médico y conozco muy bien todos
los remedios para todos los males!
La oyó una zorra y le reclamó:
-- ¿Cómo te atreves a anunciar ayudar a los demás, cuando tú misma cojeas y no te sabes curar?
Nunca proclames ser lo que no puedes demostrar con el ejemplo.


35 – La rana gritona y el león.

Oyó una vez un león el croar de una rana,
y se volvió hacia donde venía el sonido,
pensando que era de algún animal muy importante.
Esperó y observó con atención un tiempo, y cuando vio a la rana que salía del pantano, se le acercó y la aplastó diciendo:
-- ¡Tú, tan pequeña y lanzando esos tremendos gritos!
Quien mucho habla, poco es lo que dice.
La Flecha
Arma primitiva usada para la caza a distancia por medio de su lanzamiento con un arco flexible. Construida con una varilla recta, terminando en el lado delantero en una filosa punta, por lo general con una forma tal que una vez insertada en el objetivo, no puede removerse sin dañar aún más lo penetrado. En el otro extremo se colocan plumas que sirven para mantener la dirección correcta durante el vuelo.


36 – El león y el boyero.

Un boyero que apacentaba un hato de bueyes perdió un ternero. Lo buscó, recorriendo los alrededores sin encontrarlo. Entonces prometió a Zeus sacrificarle un cabrito si descrubría quien se lo había robado.
Entró de inmediato al bosque y vio a un león
comiéndose al ternero.
Levantó aterrado las manos al cielo gritando:
-- ¡Oh grandioso Zeus, antes te prometí inmolarte
un cabrito si encontraba al ladrón; pero
ahora te prometo sacrificar un toro si
consigo no caer en las garras del ladrón!
Cuando busques una solución, ten presente que al encontrarla, ésta a su vez puede convertirse en el siguiente problema.


37 – El león y los tres bueyes.

Pastaban juntos siempre tres bueyes.
Un león quería devorarlos, pero el estar juntos los tres bueyes le impedía hacerlo, pues el luchar contra los tres a la vez lo ponía en desventaja.
Entonces con astucia recurrió a enojarlos entre sí con pérfidas patrañas, separándolos a unos de los otros.
Y así, al no estar ya unidos, los devoró tranquilamente, uno a uno.
Si permites que deshagan tu unidad con los tuyos, más fácil será que te dañen.


38 – El león y el mosquito volador.

Un mosquito se acercó a un león y le dijo:
-- No te temo, y además, no eres más fuerte que yo.
Si crees lo contrario, demuéstramelo.
¿Que arañas con tus garras y
muerdes con tus dientes?
¡Eso también lo hace una mujer defendiéndose de un ladrón!
Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a combate.
Y haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole repetidamente alrededor de la nariz, donde no tiene pelo.
El león empezó a arañarse con sus propias garras,
hasta que renunció al combate. El mosquito victorioso
hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña.
Al tiempo que era devorado por la araña,
se lamentaba que él, que luchaba contra los
más poderosos venciéndolos, fuese a perecer a
manos de un insignificante animal, la araña.
No importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la dicha por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.


39 – El buen rey león.

Había un león que no era enojoso, ni cruel, ni violento, sino tratable y justo como una buena criatura, que llegó a ser el rey.
La tímida liebre dijo entonces:
-- He anhelado ardorosamente ver llegar este día, a fin de que los débiles seamos respetados con justicia por los más fuertes.
E inmediatamente corrió lo mejor que pudo.
Cuando en un Estado se practica la justicia, los humildes pueden vivir tranquilos..., pero no deben atenerse.


40 – El león apresado por el labrador.

Entró un león en la cuadra de un labrador, y éste, queriendo cogerlo, cerró la puerta. El león, al ver que no podía salir, empezó a devorar primero a los carneros, y luego a los bueyes.
Entonces el labrador, temiendo por su
propia vida, abrió la puerta.
Se fue el león, y la esposa del labrador, al oírlo quejarse le dijo:
-- Tienes lo que buscaste, pues ¿por qué has tratado
de encerrar a una fiera que más bien
debías de mantener alejada?
Si te metes a competir con los más poderosos, prepárate antes muy bien. De lo contrario saldrás malherido de la contienda.
El Buey
Miembro de los ganados vacunos. Macho que fue castrado para dedicarlo especialmente al trabajo de fuerza y retirarlo de la procreación o reproducción. También se le aprovecha su carne y su piel o cuero.


41 – El león enamorado de la hija del labrador.

Se había enamorado un león de la hija de un labrador y
la pidió en matrimonio.
Y no podía el labrador decidirse a dar su hija a tan
feroz animal, ni negársela por el temor que
le inspiraba.
Entonces ideó lo siguiente: como el león no dejaba
de insistirle, le dijo que le parecía digno para ser
esposo de su hija, pero que al menos debería cumplir con la siguiente condición:
que se arrancara los dientes y se cortara sus uñas,
porque eso era lo que atemorizaba a su hija.
El león aceptó los sacrificios porque en verdad la amaba.
Una vez que el león cumplió lo solicitado, cuando
volvió a presentarse ya sin sus poderes,
el labrador lleno de desprecio por él,
lo despidió sin piedad a golpes.
Nunca te fíes demasiado como para despojarte de tus propias defensas, pues fácilmente serás vencido por los que antes te respetaban.


42 – El león, la zorra y el ciervo.

Habiéndose enfermado el león, se tumbó en una cueva, diciéndole a la zorra, a la que estimaba mucho y con quien tenía muy buena amistad:
-- Si quieres ayudarme a curarme y que siga vivo,
seduce con tu astucia al ciervo y tráelo acá, pues
estoy antojado de sus carnes.
-- Vengo a darte una excelente noticia. Como sabes, el león, nuestro rey, es mi vecino; pero resulta que ha enfermado y está muy grave. Me preguntaba qué animal podría sustituirlo como rey después de su muerte.
Y me comentaba: "el jabalí no, pues no es muy inteligente;
el oso es muy torpe; la pantera muy temperamental;
el tigre es un fanfarrón; creo que el ciervo es el más
digno de reinar, pues es esbelto, de larga vida,
y temido por las serpientes por sus cuernos."
Pero para qué te cuento más, está
decidido que serás el rey.
¿Y que me darás por habértelo anunciado de primero?
Contéstame, que tengo prisa y temo que me llame,
pues yo soy su consejero. Pero si quieres oír a un
experimentado, te aconsejo que me sigas y acompañes
fielmente al león hasta su muerte.
Terminó de hablar la zorra, y el ciervo, lleno de vanidad con aquellas palabras, caminó decidido a la cueva sin sospechar lo que ocurriría.
Al verlo, el león se le abalanzó, pero sólo logró rasparle las orejas. El ciervo, asustado, huyó velozmente hacia el bosque.
La zorra se golpeaba sus patas al ver perdida su partida. Y el león lanzaba fuertes gritos, estimulado por su hambre y la pena. Suplicó a la zorra que lo intentara de nuevo. Y dijo la zorra:
-- Es algo penoso y difícil, pero lo intentaré.
Salió de la cueva y siguió las huellas del ciervo hasta encontrarlo reponiendo sus fuerzas.
Viéndola el ciervo, encolerizado y listo para atacarla, le dijo:
¡Zorra miserable, no vengas a engañarme! ¡Si das un paso más, cuéntate como muerta! Busca a otros que no sepan de ti, háblales bonito y súbeles los humos prometiéndoles el trono, pero ya no más a mí.
Mas la astuta zorra le replicó:
-- Pero señor ciervo, no seas tan flojo y cobarde. No desconfíes de nosotros que somos tus amigos. El león, al tomar tu oreja, sólo quería decirte en secreto sus consejos e instrucciones de cómo gobernar, y tú ni siquiera tienes paciencia para un simple arañazo de un viejo enfermo. Ahora está furioso contra ti y está pensando en hacer rey al intrépido lobo. ¡Pobre!, ¡todo lo que sufre por ser el amo! Ven conmigo, que nada tienes que temer, pero eso sí, sé humilde como un cordero. Te juro por toda esta selva que no debes temer nada del león. Y en cuanto a mí, sólo pretendo servirte.
Y engañado de nuevo, salió el ciervo hacia la cueva. No había más
 que entrado, cuando ya el león vio plenamente saciado su antojo,
procurando no dejar ni recuerdo del ciervo. Sin embargo cayó el corazón al suelo, y lo tomó la zorra a escondidas, como
pago a sus gestiones. Y el león buscando el faltante
corazón preguntó a la zorra por él. Le contestó la zorra:
-- Ese ciervo ingenuo no tenía corazón, ni lo busques. ¿Qué clase de corazón podría tener un ciervo que vino dos veces a la casa y a las garras del león?
Nunca permitas que el ansia de honores perturbe tu buen juicio, para que no seas atrapado por el peligro.


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