ESOPO - 300 fábulas - 85 – El perro y el carnicero.


86 – El perro con campanilla.

Había un perro que acostumbraba morder sin razón.
Le puso su amo una campanilla para advertirle a la gente de su presencia cercana. Y el can, sonando la campanilla, se fue a la plaza pública a presumir. Mas una sabia perra, ya avanzada de años le dijo:
-- ¿ De qué presumes tanto, amigo? Sé que no llevas esa campanilla por tus grandes virtudes, sino para anunciar
tu maldad oculta.
Los halagos que se hacen a sí mismos los fanfarrones, sólo delatan sus mayores defectos.


87 – El perro que perseguía al león.

Un perro de caza se encontró con un león y partió en su persecución. Pero el león se volvió rugiendo, y el perro, todo atemorizado, retrocedió rápidamente por el mismo camino. Le vio una zorra y le dijo:
-- ¡ Perro infeliz! ¡ Primero perseguías al león y ya ni siquiera soportas sus rugidos!
Cuando entres a una empresa, mantente siempre listo a afrontar imprevistos que no te imaginabas.


88 – El perro y la corneja.

Una corneja que ofrecía en sacrificio una víctima a Atenea invitó a un perro al banquete.
Le dijo el perro:
-- ¿Por qué dilapidas tus bienes en inútiles sacrificios? Pues deberías de saber que la diosa te desprecia hasta el punto de quitar todo crédito a tus presagios.
Entonces replicó la corneja:
-- Es por eso que le hago estos sacrificios, porque sé muy bien
su indisposición conmigo y deseo su reconciliación.
Si deseas que los más alejados te escuchen, debes llamarlos con mayor intensidad.


89 – La corneja y el cuervo.

Sentía una corneja celos contra los cuervos porque éstos dan presagios a los hombres, prediciéndoles el futuro,
y por esta razón los toman como testigos. Quiso la
corneja poseer las mismas cualidades.
Viendo pasar a unos viajeros se posó en un árbol, lanzándoles espantosos gritos. Al oír aquel estruendo, los viajeros retrocedieron espantados, excepto uno de ellos, que dijo a los demás:
-- Eh, amigos, tranquilos; esa ave es solamente una corneja.
Sus gritos no son de presagios.
Cuando vanidosamente y sin tener capacidades, se quiere rivalizar con los más preparados, no sólo no se les iguala, sino que además se queda en ridículo.


90 – La corneja con los cuervos.

Una corneja que por esas cosas del destino era más grande que sus compañeras, despreciando y burlándose de sus congéneres, se fue a vivir entre los cuervos pidiéndoles que aceptaran compartir su vida.
Pero los cuervos, a quienes su figura y voz les eran desconocidas, sin pensarlo mucho la golpearon y la arrojaron de su grupo.
Y la corneja, expulsada por los cuervos, volvió de nuevo donde
las demás cornejas. Pero éstas, heridas por el ultraje que
les había hecho, se negaron a recibirla otra vez.
Así, quedó esta corneja excluida de la sociedad
de unos y de otros.
Cuando pienses cambiar de sociedad, domicilio o amistades, no lo hagas nunca despreciando a la anterior, no sea que más tarde tengas que regresar allá.
El Cangrejo
Crustáceo, invertebrado. Existen los marinos y los fluviales (de río). En el mar viven sobre todo entre el agua y lo seco, haciendo pequeñas cuevas en la arena, en donde se alojan. En los ríos se protegen entre las piedras. Posee esqueleto externo y muchas variedades son comestibles.


91 – La corneja y las aves.

Quería una vez Zeus proclamar un rey entre las aves, y les señaló un día para que comparecieran delante de él, pues iba a elegir a la que encontrara más hermosa para que reinara entre ellas.
Todas las aves se dirigieron a la orilla de un río para limpiarse.
Entonces la corneja, viéndose más fea que las demás, se dedicó a recoger las plumas que abandonaban los otros pájaros, ajustándolas a su cuerpo. Así, compuesta con ropajes ajenos, resultó la más hermosa de las aves.
Llegó el momento de la selección, y todos los pájaros se presentaron ante Zeus, sin faltar por supuesto, la corneja con su esplendoroso plumaje.
Y cuando ya estaba Zeus a punto de concederle la realeza a causa de tanta hermosura, los demás pájaros, indignados por el engaño, le arrancaron cada uno la pluma que le correspondía. Al fin, desplumada de lo ajeno, la corneja, simplemente corneja se quedó.
Nunca hagas alarde de los bienes ajenos como si fueran propios, pues tarde o temprano se descubre el engaño.


92 – La corneja y los pichones.

Conoció una corneja un palomar que habitaban unos pichones muy bien alimentados, y queriendo disfrutar de tan buena comida blanqueó sus plumas y se unió a ellos.
Mientras la corneja estuvo en silencio, los pichones,
 creyéndola como uno de los suyos, la admitieron sin
reclamo. Pero olvidándose de su actuación,
en un descuido la corneja lanzó un grito. Entonces los
pichones, que no le reconocieron su voz,
la echaron de su nido.
Y la corneja, viendo que se le escapaba la
comida de los pichones, volvió a buscar a sus semejantes.
Mas por haber perdido su color original, las otras
cornejas tampoco la recibieron en su sociedad;
de manera que por haber querido disfrutar de
dos comidas, se quedó sin ninguna.
Contentémonos con nuestros bienes, pues tratar de tomar sin derecho los ajenos, sólo nos conduce a perderlo todo.


93 – La corneja fugitiva.

Un hombre cazó a una corneja, le ató un hilo a
una pata y se la entregó a su hijo.
Mas la corneja, no pudiendo resignarse a vivir prisionera en aquel hogar, aprovechó un instante de libertad en un descuido
para huir y tratar de volver a su nido.
Pero el hilo se le enredó en las ramas de un árbol y
el ave no pudo volar más, quedando apresada.
Viendo cercana su muerte, se dijo:
--¡Hecho está! Por no haber sabido soportar la esclavitud
entre los hombres, ahora me veo privada de la vida.
En cuanto mayor son los valores que se buscan, mayores son los riesgos.


94 – El cuervo y la culebra.

Andaba un cuervo escaso de comida y vio en el prado a una culebra dormida al sol; cayó veloz sobre ella y la raptó. Mas la culebra, despertando de su sueño, se volvió y la mordió.
El cuervo viéndose morir dijo:
-- ¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro pero a costa de mi vida!
Antes de querer poseer algún bien, primero hay que valorar si su costo vale la pena.


95 – El cuervo y Hermes.

Un cuervo que había caído en un cepo prometió a Apolo que le quemaría incienso si lo salvaba; pero una vez liberado
de la trampa olvidó su promesa.
Capturado de nuevo en otro cepo, dejó a Apolo para
dirigirse a Hermes, prometiéndole también un sacrificio.
Mas el dios le dijo:
Si por nuestra voluntad faltamos a nuestra primera promesa, no tendremos oportunidad de que nos crean una segunda.
La Leona
Es la hembra del león. Se encarga del cuido de sus críos y los alimenta con lo que le provee el león por medio de sus cacerías.


96 – El cuervo enfermo.

Un cuervo que se encontraba muy enfermo dijo a su madre:
-- Madre, ruega a los dioses por mí y ya no llores más.
La madre contestó:
-- ¿ Y cuál de todos, hijo mío, tendrá piedad de ti?
¿ Quedará alguno a quien aún no le hayas robado la carne?
No te llenes innecesariamente de enemigos, pues en momentos de necesidad no encontrarás un solo amigo.


97 – El ruiseñor y el gavilán.

Subido en un alto roble, un ruiseñor cantaba como de costumbre. Lo vio un gavilán hambriento, y lanzándose inmediatamente sobre él,
lo apresó en sus garras.
Seguro de su próxima muerte, el ruiseñor le rogó
que le soltara, diciéndole que con sólo él no bastaría
para llenar su vientre, y que si en verdad tenía hambre,
debería de apresar a otros más grandes. El gavilán le repuso:
-- Necio sería si te oyera y dejara escapar la presa que tengo,
por ir a buscar a la que ni siquiera he visto.
No dejemos los bienes que ya tenemos, por ilusiones que ni siquiera divisamos.


98 – El ruiseñor y la golondrina.

Invitó la golondrina a un ruiseñor a construir su nido
como lo hacía ella, bajo el techo de las casas de los hombres,
y a vivir con ellos como ya lo hacía ella. Pero el ruiseñor repuso:
-- No quiero revivir el recuerdo de mis antiguos males, y por eso prefiero alojarme en lugares apartados.
Los bienes y los males recibidos, siempre quedan atados a las circunstancias que los rodearon.


99 – El gallo y la comadreja.

Una comadreja atrapó a un gallo y quiso tener una
razón plausible para comérselo.
La primera acusación fue la de importunar a los hombres y de impedirles dormir con sus molestos cantos por la noche. Se defendió el gallo diciendo que lo hacía para servirles, pues despertándolos, les recordaba que debían comenzar sus trabajos diarios.
Entonces la comadreja buscó una segunda acusación: que maltrataba a la Naturaleza por buscar como novias incluso a su madre y a sus hermanas. Repuso el gallo que con ello también favorecía a sus dueños, porque así las gallinas ponían más huevos.
Para el malvado decidido a agredir, no lo para ninguna clase de razones.


100 – Los gallos y la perdiz.

Un hombre que tenía dos gallos, compró una perdiz
doméstica y la llevo al corral junto con ellos para alimentarla.
Pero estos la atacaban y la perseguían, y la perdiz, pensando
que lo hacían por ser de distinta especie, se sentía humillada.
Pero días más tarde vio cómo los gallos se peleaban entre ellos, y que cada vez que se separaban, estaban cubiertos de sangre. Entonces se dijo a sí misma:
-- Ya no me quejo de que los gallos me maltraten, pues he visto que ni aun entre ellos mismos están en paz.
Si llegas a una comunidad donde los vecinos no viven en paz, ten por seguro que tampoco te dejaran vivir en paz a ti.
El Cisne
Ave palmípeda de cuello largo y flexible, de plumaje únicamente blanco o negro. De hermosa presencia sobre todo cuando al flotar en los estanques levanta sus alas para dejarse llevar por la suave brisa. Su hermosura sobre las aguas ha servido de fuente de inspiración para músicos, poetas y pintores. Se cuentan unas ocho variedades de cisnes.


101 – El ciervo, el manantial y el león.

Agobiado por la sed, llegó un ciervo a un manantial. Después de beber, vio su reflejo en el agua. Al contemplar su hermosa cornamenta, sintióse orgulloso, pero quedó descontento por sus piernas débiles y finas. Sumido aún en estos pensamientos, apareció un león que comenzó a perseguirle. Echó a correr y le ganó una gran distancia, pues la fuerza de los ciervos está en sus piernas y la del león en su corazón.
Mientras el campo fue llano, el ciervo guardó la distancia que le salvaba; pero al entrar en el bosque sus cuernos se engancharon a las ramas y, no pudiendo escapar, fue atrapado por el león.
A punto de morir, exclamó para sí mismo:
-- ¡Desdichado soy! Mis pies, que pensaba que me traicionaban,
eran los que me salvaban, y mis cuernos, en los que ponía
toda mi confianza, son los que me pierden.
Muchas veces, a quienes creemos más indiferentes, son quienes nos dan la mano en las congojas, mientras que los que nos adulan, ni siquiera se asoman.


102 – La cierva y la viña.

Una cierva era perseguida por unos cazadores y se refugio bajo una viña. Pasaron cerca los cazadores, y la cierva, creyéndose muy bien escondida, empezó a saborear las hojas de la viña que la cubría.
Viendo los cazadores que las hojas se movían, pensaron muy acertadamente, que allí adentro había un animal oculto, y disparando sus flechas hirieron mortalmente a la cierva. Ésta, viéndose morir, pronunció estas palabras:
-- ¡Me lo he merecido, pues no debí haber maltratado a
quien me estaba salvando¡
Sé siempre agradecido con quien generosamente te da la ayuda para salir adelante.


103 – La cierva en la gruta del león.

Una cierva que huía de unos cazadores, llegó a una
gruta donde no sabía que moraba un león.
Entrando en ella para esconderse,
cayó en las garras del león.
Viéndose sin remedio perdida, exclamó:
-- ¡Desdichada de mí! Huyendo de los hombres,
caí en las garras de un feroz animal.
Si tratas de salir de un problema, busca que la salida no sea caer en otro peor.


104 – La cierva tuerta.

Una cierva a la que le faltaba un ojo pacía a orillas del mar, volviendo su ojo intacto hacia la tierra para observar la posible llegada de cazadores, y dando al mar el lado que carecía del ojo, pues de allí no esperaba ningún peligro.
Pero resulta que una gente navegaba por este lugar, y al ver a la cierva la abatieron con sus dardos. Y la cierva agonizando,
se dijo para sí:
-- ¡Pobre de mí! Vigilaba la tierra, que creía llena de peligros,
y el mar, al que consideraba un refugio,
me ha sido mucho más funesto.
Nunca excedas la valoración de las cosas. Procura ver siempre sus ventajas y desventajas en forma balanceada.


105 – El ciervo y el cervatillo.

Díjole un día un cervatillo al ciervo:
-- Padre: eres mayor y más veloz que los perros y tienes además unos cuernos magníficos para defenderte; ¿por qué huyes delante de ellos?
El ciervo respondió riendo:
-- Justo es lo que me dices, hijo mío; mas no sé lo que me sucede, pero cuando oigo el ladrido de un perro, inmediatamente me doy a la fuga.
Cuando se tiene un ánimo temeroso, no hay razón que pueda cambiarlo.
La Rana
Batracio que vive en sitios húmedos, de preferencia cerca de charcas. Las hay de diferentes tamaños y colores. Existen inofensivas y venenosas. Se alimenta de insectos y pequeños animales que se muevan a su alrededor y que quedan al alcance de su larga lengua con la que los capturan. Su mayor depredador son las serpientes.
En los últimos años muchas de sus especies se han extinguido, supuestamente por los cambios climáticos ocurridos en el último siglos y la contaminación ambiental.


106 – El caballo viejo.

Un caballo viejo fue vendido para darle vueltas a la piedra de un molino. Al verse atado a la piedra, exclamó sollozando:
-- ¡Después de las vueltas de las carreras,
he aquí a que vueltas me he reducido!
No presumas de la fortaleza de la juventud. Para muchos, la vejez es un trabajo muy penoso.


107 – El caballo, el buey, el perro y el hombre.

Cuando Zeus creó al hombre, sólo le concedió unos pocos años de vida. Pero el hombre, poniendo a funcionar su inteligencia, al llegar el invierno edificó una casa y habitó en ella.
Cierto día en que el frío era muy crudo, y la lluvia empezó a caer, no pudiendo el caballo aguantarse más, llegó corriendo a donde el hombre y le pidió que le diera abrigo.
Le dijo el hombre que sólo lo haría con una condición:
que le cediera una parte de los años que le correspondían.
El caballo aceptó.
Poco después se presentó el buey que tampoco podía sufrir
el mal tiempo. Le contestó el hombre lo mismo: que lo admitiría
si le daba cierto número de sus años. El buey cedió una
parte y quedó admitido.
Por fin, llegó el perro, también muriéndose de frío, y cediendo una parte de su tiempo de vida, obtuvo su refugio.
Y he aquí el resultado: cuando los hombres cumplen el tiempo que Zeus les dio, son puros y buenos; cuando llegan a los años pedidos al caballo, son intrépidos y orgullosos; cuando están en los del buey, se dedican a mandar; y cuando llegan a usar el tiempo del perro, al final de su existencia, se vuelven irascibles y malhumorados.
Describe esta fábula las etapas del hombre: inocente niñez, vigorosa juventud, poderosa madurez y sensible vejez.


108 – El caballo y el palafrenero.

Había un palafrenero que robaba y llevaba a vender la cebada de su caballo; pero en cambio, se pasaba el día entero limpiándole y peinándole para lucirlo de lo mejor.
Un día el caballo le dijo:
-- Si realmente quieres que me vea hermoso, no robes la cebada que es para mi alimento.
Ten cuidado de quien mucho te adule o alabe, pues algo busca quitarte a cambio.


109 – El caballo y el asno.

Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos
iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado,
le dijo al caballo:
-- Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo. Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno.
Y el caballo, suspirando dijo:
-- ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel
del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.


110 – El caballo y el soldado.

Un soldado, durante una guerra, alimentó con cebada
a su caballo, su compañero de esfuerzos y peligros.
Pero, acabada la guerra, el caballo fue empleado
en trabajos serviles y para transportar pesados bultos,
siendo alimentado únicamente con paja.
Al anunciarse una nueva guerra, y al son de la trompeta, el dueño del caballo lo aparejó, se armó y montó encima. Pero el caballo exhausto se caía a cada momento. Por fin dijo a su amo:
-- Vete mejor entre los infantes, puesto que
 de caballo que era me has convertido en asno.
¿Cómo quieres hacer ahora de un asno un caballo?
En los tiempos de bienestar, es cuando debemos prepararnos para las épocas críticas.
El Ciervo
Mamífero vegetariano de la familia de los rumiantes. Posee una cornamenta para su defensa, sólo que es de existencia temporal y es renovada durante la época de celo. Muy perseguido por depredadores y por los hombres por sus carnes y cueros. Vive en los bosques tropicales y subtropicales.


111 – La mula.

Henchida de cebada, una mula (producto del cruce de asno y yegua) se puso a saltar, diciéndose a sí misma:
-- Mi padre es un caballo veloz en la carretera, y yo me parezco en todo a él.
Pero llegó la ocasión en que la mula se vio obligada a correr. Terminada la carrera, muy contrariada, se acordó de pronto
de su verdadero padre: el sereno asno.
Siempre debemos reconocer nuestras raíces, respetando nuestras herencias y las ajenas.


112 – El camello que estercoló en el río.

Atravesaba un camello un río de aguas rápidas. Sintió la necesidad de estercolar, y viendo enseguida que pasaba delante de él su excremento, arrastrado por el río, exclamó:
-- ¿Cómo sucede esto? ¡Lo que estaba detrás de mí, ahora lo veo pasar adelante!
Es como en algunos estados o empresas, donde los incapaces y los corruptos pasan a ocupar los primeros lugares, en lugar de los más sensatos, honestos y capaces. Si llegas a tener puestos de mando, promueve siempre a los mejores.


113 – El camello, el elefante y el mono.

Votaban los animales para elegir un rey. El camello y
el elefante se pusieron en fila disputándose los sufragios,
ya que esperaban ser preferidos sobre los demás gracias
a su tamaño y su fuerza.
Pero llegó el mono y los declaró a los dos
incapacitados para reinar.
-- El camello no sirve -- dijo --, porque no se encoleriza contra los malhechores, y el elefante tampoco nos sirve porque tendremos
que estar temerosos de que nos ataque un marrano,
animal a quien teme el elefante.
La fortaleza más grande, siempre se mide en el punto más débil.


114 – El camello visto por primera vez.

Cuando los humanos vieron por primera vez al camello, se asustaron, y atemorizados por su gran tamaño
emprendieron la huída.
Pero pasado el tiempo y viendo que era inofensivo, se envalentonaron y se acercaron a él.
Luego viendo poco a poco que el animal no conocía la
cólera, llegaron a domesticarle hasta el punto de colocarle
una brida, dándoselo a los niños para conducirlo.
Es natural que lo desconocido lo tratemos siempre con recelo y prudencia. Después de varias observaciones podremos tener un juicio mejor.


115 – El camello bailarín.

Obligado por su dueño a bailar, un camello comentó:
-- ¡Que cosa! No sólo carezco de gracia andando,
sino que bailando soy peor aun.
Usa siempre cada cosa para el propósito con el que fue creado.
La Tortuga
Animal de la familia de los quelonios cuyo cuerpo permanece encerrado dentro de una caparazón ósea, y desde la cual puede sacar sus extremidades, cola y cabeza. Existen tortugas terrestres, fluviales y marinas. Su tamaño varía desde unos centímetros hasta gigantes de más de dos metros de largo en las especies marinas.
Muchas especies marinas se encuentran en vías de extinción por la irresponsable captura de los huevos por parte de los humanos en los sitios de deposición, y aunque las leyes de muchos países castigan los daños a estas especies, la actividad no cesa dado a la buena demanda que tienen sus huevos entre la gente inescrupulosa.


116 – El camello y Zeus.

Sentía el camello envidia por los cuernos del toro, y quiso obtener los suyos propios.
Para esto fue a ver a Zeus, pidiéndole le regalara a él unos semejantes.
Pero Zeus, indignado de que no se contentara de su gran
tamaño y fuerza, no sólo le negó el darle los cuernos,
sino que además le cortó una parte de las orejas.
La envidia no es buena consejera. Cuando quieras mejorar en algo, hazlo con tu esfuerzo y por tu deseo de progresar, no porque tu vecino lo tenga.


117 – La cabra y el cabrero.

Llamaba un cabrero a sus cabras para llevarlas al establo.
Una de ellas, al pasar por un rico pasto se detuvo, y el cabrero le lanzó una piedra, pero con tan mala suerte que le rompió un cuerno. Entonces el cabrero le suplicó a la cabra que no se lo contara al patrón, a lo que la cabra respondió:
-- ¡Quisiera yo quedarme callada, mas no podría! ¡Bien claro está a la vista mi cuerno roto!.
Nunca niegues lo que bien se ve.


118 – La cabra y el asno.

Una cabra y un asno comían al mismo tiempo en el establo.
La cabra empezó a envidiar al asno porque creía que él estaba mejor alimentado, y le dijo:
-- Entre la noria y la carga, tu vida sí que es un tormento
inacabable. Finge un ataque y déjate caer en un
foso para que te den unas vacaciones.
Tomó el asno el consejo, y dejándose caer se lastimó todo
el cuerpo. Viéndolo el amo, llamó al veterinario y le pidió un
remedio para el pobre. Prescribió el curandero que necesitaba
una infusión con el pulmón de una cabra, pues era muy efectivo para devolver el vigor. Para ello entonces degollaron a la
cabra y así curar al asno.
En todo plan de maldad, la víctima principal siempre es su propio creador.


119 – Las cabras monteses y el cabrero.

Llevó un cabrero a pastar a sus cabras y de pronto vio que las acompañaban unas cabras monteses. Llegada la noche, llevó a todas a su gruta.
A la mañana siguiente estalló una fuerte tormenta y
no pudiendo llevarlas a los pastos, las cuidó dentro.
Pero mientras a sus propias cabras sólo les daba
un puñado de forraje, a las monteses les servía mucho
más, con el propósito de quedarse con ellas. Terminó
al fin el mal tiempo y salieron todas al campo, pero las
cabras monteses escaparon a la montaña. Las acusó
el pastor de ingratas, por abandonarle después de
haberlas atendido tan bien; mas ellas le respondieron:
-- Mayor razón para desconfiar de ti, porque si a nosotras recién llegadas, nos has tratado mejor que a tus viejas y leales esclavas, significa esto que si luego vinieran otras cabras, nos despreciarías a nosotras por ellas.
Nunca confíes en quien pretende tu nueva amistad a cambio de abandonar a las que ya tenía.


120 – El buey y la becerra.

Viendo a un buey trabajando, una becerra que sólo descansaba y comía, se condolió de su suerte, alegrándose de la de ella.
Pero llegó el día de una solemnidad religiosa, y mientras al buey se le hacía a un lado, cogieron a la becerra para sacrificarla.
Viendo lo sucedido, el buey sonriendo dijo:
-- Mira becerra, ya sabes por qué tú no tenías que trabajar:
¡es que estabas reservada para el sacrificio!
No te ufanes de la ociosidad, pues nunca sabes que mal trae oculto.
El Delfín
Cetáceo mamífero que vive en los mares y en algunos amplios ríos como el Amazonas, el Plata o el Ganges. Es carnívoro y se alimenta de peces, mariscos o moluscos. Acostumbra acompañar a las bandas de atunes, por lo que muchos de ellos son matados indiscriminadamente durante la pesca del atún, lo que hace que hoy se reglamente muy estrictamente dicha pesca para evitar el exterminio de los delfines.


121 – Los bueyes y el eje de la carreta.

Arrastraban unos bueyes una carreta cuyo eje chirriaba ruidosamente. Se volvieron aquellos a la carreta diciendo:
-- Oye amiga --, somos nosotros quienes llevamos la carga.
¿y eres tú quien se queja?
En la vida encontrarás a muchos que se fingen cansados de ver trabajar a otros.


122 – El buey y el mosquito.

En el cuerno de un buey se posó un mosquito.
Luego de permanecer allí largo rato, al irse a su vuelo preguntó al buey si se alegraba que por fin se marchase.
El buey le respondió:
-- Ni supe que habías venido. Tampoco notaré cuando te vayas.
Pasar por la vida, sin darle nada a la vida, es ser insignificante.


123 – La víbora y la zorra.

Arrastraba la corriente de un río a una víbora enroscada
en una maraña de espinas.
La vio pasar una zorra que descansaba y exclamó:
-- ¡Para tal clase de barco, tal piloto!
Personas perversas siempre conectan con situaciones perversas.


124 – La víbora y la lima.

A un taller de un herrero entró una víbora, pidiéndole caridad a las herramientas. Después de recibir algo de todas, faltando sólo la lima, se le acercó y le suplicó que le diera alguna cosa.
-- ¡Bien engañada estás -- repuso la lima -- si crees que te daré algo. Yo que tengo la costumbre, no de dar, sino de tomar algo de todos!
Nunca debes esperar obtener algo de quien sólo ha vivido de quitarle a los demás.


125 – La víbora y la culebra de agua.

Una víbora acostumbraba a beber agua de un manantial, y una culebra de agua que habitaba en él trataba de impedirlo, indignada porque la víbora, no contenta de reinar en su campo, también llegase a molestar su dominio.
A tanto llegó el enojo que convinieron en librar un combate: la que consiguiera la victoria entraría en posesión de todo.
Fijaron el día, y las ranas, que no querían a la culebra,
fueron donde la víbora, excitándola y prometiéndole
que la ayudarían a su lado.
Empezó el combate, y las ranas, no pudiendo hacer otra cosa, sólo lanzaban gritos.
Ganó la víbora y llenó de reproches a las ranas, pues en vez de ayudarle en la lucha, no habían hecho más que dar gritos. Respondieron las ranas:
-- Pero compañera, nuestra ayuda no está en
nuestros brazos, sino en las voces.
En la lucha diaria tan importante es el estímulo como la acción.
El Pastor
Es la persona que se encarga de vigilar y guiar a los rebaños de ganado, sobre todo de ovejas, en los recorridos por los campos para procurar su alimentación. Acostumbra hacerse acompañar de perros entrenados para el cuido de los animales. Sus recorridos son por lo general por extensos territorios con escasa vegetación, donde la hierba no es abundante, por lo que se ausenta por muchos días de sus hogares.


126 – El cisne tomado por ganso.

Un hombre muy rico alimentaba a un ganso y a un cisne juntos, aunque con diferente fin a cada uno: uno era para el canto y el otro para la mesa.
Cuando llegó la hora para la cual era alimentado el ganso, era de noche, y la oscuridad no permitía distinguir entre las dos aves.
Capturado el cisne en lugar del ganso, entonó su bello canto preludio de muerte. Al oír su voz, el amo lo reconoció y su
canto lo salvó de la muerte.
Antes de tomar una acción sobre alguien o algo, ya sea que le beneficie o perjudique, primero debemos asegurarnos de su verdadera identidad.


127 – El cisne y su dueño.

Se dice que los cisnes cantan justo antes de morir. Un hombre vio en venta a un cisne, y habiendo oído que era un animal muy melodioso, lo compró.
Un día que el hombre daba una cena, trajo al cisne y le rogó que cantara durante el festín. Mas el cisne mantuvo el silencio.
Pero un día, pensando el cisne que ya iba a morir, forzosamente lloró de antemano su melodía. Al oírle, el dueño dijo:
--Si sólo cantas cuando vas a morir, fui un tonto rogándote que cantaras en lugar de inmolarte.
Muchas veces sucede que tenemos que hacer a la fuerza lo que no quisimos hacer de voluntad.


128 – El gato y las ratas.

Había una casa invadida de ratas. Lo supo un gato y
se fue a ella, y poco a poco iba devorando las ratas.
Pero ellas, viendo que rápidamente eran cazadas,
decidieron guardarse en sus agujeros.
No pudiendo el gato alcanzarlas, ideó una trampa para que salieran. Trepó a lo alto de una viga, y colgado de ella se hizo el muerto. Pero una de las ratas se asomó, lo vio y le dijo:
-- ¡Oye amiguito, aunque fueras un saco de harina,
no me acercaría a ti!
Los malvados, cuando no pueden dañar a sus víctimas directamente, buscan un atrayente truco para lograrlo. Cuídate siempre de lo que te ofrecen como muy lindo y atrayente.


129 – Los ratones y las comadrejas.

Se hallaban en continua guerra los ratones y
las comadrejas. Los ratones, que siempre eran
vencidos, se reunieron en asamblea, y pensando
que era por falta de jefes que siempre perdían,
nombraron a varios estrategas. Los nuevos jefes
recién elegidos, queriendo deslumbrar y distinguirse
de los soldados rasos, se hicieron una especie de
cuernos y se los sujetaron firmemente.
Vino la siguiente gran batalla, y como siempre, el ejército de los ratones llevó las de perder. Entonces todos los ratones huyeron a sus agujeros, y los jefes, no pudiendo entrar a causa de sus cuernos, fueron apresados y devorados.
Cuando adquieras puestos de alto nivel, no te vanaglories, pues mucho mayor que la apariencia del puesto, es la responsabilidad de cumplir lo encomendado.


130 – El ratón campesino y el ratón cortesano.

Un ratón campesino tenía por amigo a otro de la corte, y lo invitó a que fuese a comer a la campiña. Mas como sólo podía ofrecerle trigo y yerbajos, el ratón cortesano le dijo:
-- ¿Sabes amigo, que llevas una vida de hormiga? En cambio yo poseo bienes en abundancia. Ven conmigo y a tu
disposición los tendrás.
Partieron ambos para la corte. Mostró el ratón ciudadano a su amigo trigo y legumbres, higos y queso, frutas y miel. Maravillado el ratón campesino, bendecía a su amigo de todo corazón y renegaba de su mala suerte. Dispuestos ya a darse un festín, un hombre abrió de pronto la puerta.
Espantados por el ruido los dos ratones se lanzaron
temerosos a los agujeros. Volvieron luego a buscar higos
secos, pero otra persona incursionó en el lugar, y al verla,
los dos amigos se precipitaron nuevamente en una rendija para esconderse. Entonces el ratón de los campos, olvidándose de su hambre, suspiró y dijo al ratón cortesano:
-- Adiós amigo, veo que comes hasta hartarte y que estás
muy satisfecho; pero es al precio de mil peligros y constantes temores. Yo, en cambio, soy un pobrete y vivo mordisqueando la cebada y el trigo, mas sin congojas ni temores hacia nadie.
Es tu decisión escoger el disponer de ciertos lujos y ventajas que siempre van unidos a congojas y zozobras, o vivir un poco más austeramente pero con más serenidad.
El Mosquito
Insecto que se cría y desarrolla en las aguas estancadas. De largo pico con el que succiona la sangre de los animales superiores, incluido el hombre, para alimentarse. Por medio de dicha costumbre se convierte en un transmisor de enfermedades al picar a un ser enfermo y luego a uno sano. Produce un agudo zumbido cuando vuela, generando una desagradable incomodidad sobre todo en las noches cuando se está durmiendo.


131 – El ratón y la rana.

Un ratón de tierra se hizo amigo de una rana, para desgracia suya.
La rana, obedeciendo a desviadas intenciones de burla, ató la pata del ratón a su propia pata. Marcharon entonces primero por tierra para comer trigo, luego se acercaron a la orilla del pantano. La rana, dando un salto arrastró hasta el fondo al ratón, mientras que retozaba en el agua lanzando sus conocidos gritos.
El desdichado ratón, hinchado de agua, se ahogó, quedando a flote atado a la pata de la rana. Los vio un milano que por ahí volaba y apresó al ratón con sus garras, arrastrando con él a la rana encadenada, quien también sirvió de cena al milano.
Toda acción que se hace con intenciones de maldad, siempre termina en contra del mismo que la comete.


ESOPO - 300 fábulas - 85 – El perro y el carnicero.