Historia Eclesiástica- Eusebio de Cesarea L.1 c.6


VI.- Cómo, según las profecías, cesó en tiempo de Cristo la línea de los primeros gobernadores de los judíos, y Herodes, el primer extranjero, fue su rey


1. Precisamente en el momento en que Herodes tomó el gobierno del pueblo judío (siendo el primer extranjero en ser nombrado para este cargo) se cumplió la profecía anunciada a Moisés, diciendo: «No faltará jefe salido de Judá, ni legislador salido de sus muslos, hasta que llegue aquel para quien está reservado», a quien señala como esperanza de las naciones.

2. En efecto, la predicción se mantuvo incumplida mientras pudieron gobernar los judíos, desde el principio con Moisés hasta el imperio de Augusto. Pero fue entonces cuando por primera vez el mando de los judíos fue entregado a un extranjero, a Herodes, el cual -según Josefo- era idumeo por parte de su padre y árabe por parte de su madre; pero según dice Africano, que no es un historiador cualquiera, los que han investigado con exactitud, concluyen que Antipatro, padre de Herodes, era hijo de cierto Herodes ascalón, de los heieródulos en el templo de Apolo.

3. Este Antipatro, cuando era niño, fue apresado por unos bandidos idumeos y vivió con ellos porque su padre, por su pobreza, no pudo pagar por él; así es educado entre ellos, y posteriormente entabló amistad con Hircano, sumo sacerdote de los judíos. De él nació el Herodes del tiempo de nuestro Salvador.

4. De modo que, con la llegada al reino de los judíos de una tal persona, también estaba a la puerta la esperanza de las naciones, de acuerdo con la profecía, ya que con su entrada en el poder desaparecieron los gobernantes y dirigentes según la sucesión, entre otros, del mismo Moisés.

5. Ciertamente reinaron antes de la cautividad y la deportación a Babilonia, empezando primero por Saúl y por David. Pero antes de los reyes también cuidaron de ellos unos gobernantes, los jueces, empezando a partir de Moisés y de su sucesor Josué.

6. Después del retorno desde Babilonia, dispusieron ininterrumpidamente de una oligarquía en constitución aristocrática (los sacerdotes estaban al frente de todo asunto) hasta que el general romano Pompeyo, enfrentándose a Jerusalén, la sitió por la fuerza y profanó las cosas santas, entrando en el lugar más íntimo del templo; envió preso a Roma con sus hijos a Aristóbulo, quien hasta el momento, siguiendo la sucesión de su padres, era rey y sumo sacerdote, y deparó el sumo sacerdocio a su hermano Hircano. Desde entonces el pueblo judío pasó a ser tributario de los romanos.

7. En el momento en que Hircano, el último que sostenía la sucesión de los sumos sacerdotes, fue apresado por los partos, Herodes, el primer extranjero, como ya mencioné anteriormente, recibió el pueblo judío de manos del Senado romano y del emperador Augusto.

8. Entonces, evidentemente, tuvo lugar la venida de Cristo, acompañada, según la profecía, de la anhelada salvación y del llamamiento de las naciones. Desde aquel momento los gobernadores y dirigentes de Judá -me refiero a los que pertenecían al pueblo judío- cesaron, y consecuentemente fueron desatendidos los asuntos del sumo sacerdocio, que con regularidad había sido transmitido de padres a hijos en cada generación.

9. Un testigo fidedigno de todo esto lo tenemos en Josefo, el cual muestra cómo Herodes, cuando recibió el reino de manos de los romanos, ya no instituyó el sumo sacerdocio según el linaje inicial, sino que concedió este honor a ciertos desconocidos. Asimismo -añade también Josefo-, su hijo Arquelao y los romanos que posteriormente tomaron el mando de los judíos, obraron del mismo modo que Herodes en la institución del sumo sacerdocio.

10. También Josefo narra cómo Herodes fue el primero en guardar bajo su propio sello las santas vestiduras del sumo sacerdote e impidió que los sumos sacerdotes las usaran (igualmente obraron Anjuelao y los romanos posteriores a él).

11. Todo esto es útil para confirmar otra profecía acerca de la manifestación de nuestro Salvador Jesucristo. En el libro de Daniel la palabra especifica el número de ciertas semanas hasta el Cristo-príncipe (sobre esto traté en otro lugar), y profetiza que la unción entre los judíos sería aniquilada una vez concluidas estas semanas.Todo esto se cumplió evidentemente con el nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo. Estos detalles son suficientes como preámbulo para establecer la exactitud de las fechas.



VII.- Sobre la supuesta contradicción en los Evangelios con relación a la genealogía de Cristo


1. Debido a que Mateo y Lucas transmiten en los Evangelios la genealogía de Cristo de diversos modos y muchos los consideran contradictorios, y por su parte cada creyente se ha afanado en inventar alguna explicación para justificarlos, nosotros aportamos a continuación la información que nos ha llegado, la cual Africano (el que ya hemos mencionado) recuerda a Arístides cuando le escribe una carta acerca de la unanimidad de la genealogía en los Evangelios. Rechaza las opiniones de los demás como forzadas y falsas, y redacta la información que él ha recibido como sigue:

2. «Así pues, los nombres de las familias de Israel eran calculados o bien por naturaleza o bien por la Ley. Por naturaleza, según la sucesión del nacimiento legítimo; pero se realzaba según la Ley cuando alguien engendraba un hijo en favor de un hermano muerto sin descendencia, (pues como todavía no habían recibido la esperanza clara de la resurrección, imitaban la prometida resurrección que había de venir con lo mortal, para perpetuar el nombre del difunto).

3. »En consecuencia, los que se hallan en esta genealogía son tanto los que se sucedieron legítimamente de padres a hijos, como los que fueron engendrados con el nombre de otros, y se hace memona por igual de ambos; de los engendrados y de los que representa que lo han sido.

4. »De suerte que ninguno de los dos Evangelios miente, sino que enumeran siguiendo el linaje natural y siguiendo el linaje por la ley, lógicamente, pues las familias de Salomón y de Natán estaban entrelazadas debido a las resurrecciones de los que murieron sin descendencia, de las segundas nupcias y de las resurrecciones de los hijos; de manera que es lícito creer que unos son hijos de distintos padres en diversas ocasiones: de los ficticios y de los reales; concluimos, pues, que ambas genealogías son legítimamente verdaderas y llegan hasta José con exactitud, aunque de modo complicado.

5. »No obstante, para que quede más claro lo que hemos expuesto, paso a explicar el enlace de las familias. Al contar las generaciones partiendo de David y pasando por Salomón se encuentra a Matán (tercero por el final), que engendró a Jacob, padre de José. En cambio desde Natán hijo de David, según Lucas, el tercero por el final es Melquí, y José era hijo de Elí, hijo de Melquí.

6. »Ya que nuestro objetivo está fijado en José, nos es preciso demostrar por qué razón dos personas distintas aparecen como su padre: Jacob partiendo de Salomón y Elí desde Natán; tenemos que ver cómo Jacob y Elí son hermanos y cómo sus padres MatAn y Melquí parecen ser abuelos de José, siendo ellos de distinto linaje.

7. »Matán y Melquí se casaron sucesivamente con la misma mujer y engendraron hijos de la misma madre, pues la Ley no prohibió que una mujer en soledad, ya fuera por haber sido repudiada por su marido o por la muerte de éste, se casara con otro varón.

8. »Por consiguiente, de Esta (que es el nombre de la mujer según la tradición) en primer lugar Matán (de la familia de Salomón) engendró a Jacob, pero cuando él murió, Melquí (de la familia de Natán) se casó con la viuda, que, como ya dijimos, era de otra familia pero de la misma tribu. Este tuvo un hijo, Elí.

9. »Así Jacob y Elí son hermanos de la misma madre a pesar de pertenecer a distintas familias. Uno de ellos, Jacob, muere sin hijos, y su hermano Elí, tomando la mujer de Jacob, engendró de ella un tercer hijo: José. Este es por naturaleza de Elí, y según el texto que está escrito: "Y Jacob engendró a José"; pero según la Ley era hijo de Elí, pues Jacob, siendo su hermano, le levantó simiente. Por lo cual su genealogía no será invalidada.

10. »El evangelista Mateo hace el recuento como sigue: "Jacob engendró a José"; pero Lucas, en orden inverso: "el cual era (también añade esto) "de José, hijo de Elí... hijo de Melquí". No podía expresar con mayor precisión el nacimiento según la Ley; va siguiendo hasta "Adán, hijo de Dios" y suprime el "engendró" hasta el final, al tratar de este tipo de paternidad.

11. »Esto no son conjeturas sin fundamento, pues los padres según la carne de nuestro Salvador, ya sea por aparentar, ya sea simplemente por enseñar siempre siendo sinceros, nos entregaron también lo siguiente: Unos bandidos idumeos asaltaron Escolan, ciudad de Palestina, y se llevaron preso, junto con otros despojos del Templo de Apolo, erigido entre los muros, a Antipatro, hijo de un tal Herodes, hiriéndolo. Pero siéndole imposible al sacerdote satisfacer el precio del rescate por su hijo, Antipatro fue criado en las costumbres de los idumeos, y posteriormente entabló amistad con Hircano, el sacerdote de Judea.

12. »Fue embajador a Pompeyo en nombre de Hircano, para el que liberó el reino asolado por su hermano Aristóbulo; pero él mismo fue afortunado, pues consiguió ser Epimeletes de Palestina.
»Mas a Antipatro, asesinado por envidia de sus abundantes y buenos éxitos, le sucedió el hijo de Herodes, quien posteriormente fue escogido para reinar sobre los judíos por decreto de Antonio y del senador Augusto. Herodes y los demás tetrarcas fueron hijos suyos. En verdad, todos los detalles concuerdan con la historia de los griegos.

13. »Ahora bien, como que todas las familias hebreas se hallaban registradas en los archivos, incluyendo los prosélitos como Aquior el amonita, Rut la moabita y los egipcios que partieron juntamente con los hebreos, Herodes, al no estar en nada relacionado con la raza de los israelitas y acuciado por su origen oscuro, mandó quemar todos los registros de las familias, pensando que él parecería un noble si tampoco otros podían trazar sus linajes con documentos oficiales, hasta los patriarcas, o los prosélitos, o los llamados geyoras, extranjeros mezclados.

14. »Pero unos pocos meticulosos se jactaban de su linaje, preservado por tener registros privados, donde figuraban los nombres, o simplemente por poseer alguna copia. Entre éstos se encontraban los que antes mencionamos, los llamados despósinoi por su relación con el linaje de nuestro Salvador; éstos expusieron la genealogía que hemos propuesto nosotros desde el Libro de los días, hasta donde llegaron, visitando las aldeas judías de Nazaret y Locoba y el resto de la tierra.

15. »Sea como fuere, no se puede encontrar explicación más clara que ésta y por esta razón yo lo creo; asimismo toda persona bondadosa. Y a pesar de no estar atestiguada, cuidémonos de ella, porque una más consistente no puede explicarse. De todos modos, el Evangelio es totalmente verdadero»

16. Y al final de la misma carta expone lo siguiente: «Matán, del linaje de Salomón, engendró a Jacob. Pero una vez muerto Matán y Melquí, del linaje de Natán, engendró a Elí de la mujer de su hermano. De este modo Elí y Jacob son hermanos de la misma madre. Al morir Elí sin hijos, Jacob le levantó simiente, y nació José, su hijo por naturaleza, pero Elí según la Ley. En consecuencia, José era hijo de ambos.»

17. Hasta aquí, Africano. Una vez trazada la genealogía de José, también se puede mostrar que María era de su misma línea, pues según la Ley de Moisés era ilícito entremezclar las distintas tribus y se ordenaba unir en matrimonio con uno del mismo pueblo y de la misma tribu, para que la heredad de la familia no pasara de una tribu a otra. Todo esto sea suficiente para este asunto.



VIII.- De la maquinación de Herodes contra los niños, y de la catástrofe que le sobrevino


1. Así pues, al nacer Cristo, de acuerdo con las profecías, en Belén de Judea en el tiempo indicado, los magos de oriente consultaron a Herodes acerca del lugar donde se hallara el nacido rey de los judíos (pues habían visto su estrella y ésta era la razón de su viaje: adorar al recién nacido como a Dios). Pero él fue trastornado en gran manera, pensando que su poder peligraba y aprendiendo de los maestros de la Ley entre el pueblo en qué lugar esperaban que naciera el Cristo.Cuando supo que la profecía de Miqueas predecía que había de ser en Belén, mandó matar, por decreto, a todos los niños de pecho en Belén, y en todo lugar a los niños de dos o menos años, según el tiempo que los magos le comunicaron, con la intención de matar también a Jesús entre todos los de su misma edad.

2. No obstante, el niño se anticipó al complot y fue transportado a Egipto, porque sus padres supieron previamente lo que estaba por acontecer, gracias a la aparición de un ángel. Todo esto también nos lo enseña la Santa Escritura del Evangelio.

3. Pero, además, también merece la pena considerar el pago que recibió Herodes por su audacia contra Cristo y los niños de su edad; cómo inmediatamente después, aún estando en vida, lo persiguió la justicia divina, mostrándole el principio de lo que le sobrevendría después de su partida.

4. Nos es imposible enumerar con detalle en esta obra de qué modo oscureció el supuesto esplendor de su reino con las sucesivas desgracias familiares: los asesinatos de su esposa, de sus hijos, sus parientes más allegados y de sus mejores amigos. Con todo esto, cualquier idea acerca de estas calamidades sobrepasa toda representación trágica. Josefo las explica extensamente en su historia acerca de Herodes.

5. Sin embargo, del mismo Josefo podemos escuchar, en el Libro XVII de sus Antigüedades de los judíos, cómo sobrevino a Herodes el tormento que lo llevó hasta la muerte, ya desde el mismo momento en que ideó su complot contra nuestro Salvador y contra los otros niños. Describe la catástrofe de su vida con las siguientes palabras: «La enfermedad de Herodes iba creciendo más y más amarga. Dios aplicaba la justicia a sus crímenes.

6. »Pues ciertamente era un fuego débil, de modo que no mostraba a los que lo tocaban la inflamación que en el interior aumentaba su quebranto Además, un espantoso deseo de tomar algo, sin existir nada que pudiese ayudarle, y llagas en los intestinos con grandes dolores, especialmente en el colon, y una inflamación húmeda y ardiente en los pies.

7. »Tenía un mal semejante alrededor del vientre, y además sus partes pudendas se descomponían, criando gusanos. Su respiración era irregular y muy molesta por su pesadez y por su fuerte asma; en todos sus miembros sufría espasmos de una fuerza intolerable.

8. »En todo caso, los adivinos y los que disponen de sabiduría para predecir estas cosas decían que Dios exigía al rey la expiación de sus muchas infamias.» Esto es lo que expone en su obra el autor ya mencionado.

9. Y en el libro segundo de sus Guerras de los judíos, describe algo semejante como sigue: «Desde entonces la enfermedad, habiéndose apoderado de todo su cuerpo, le destruía con fuertes dolores; la fiebre era ciertamente suave, pero el escozor era insoportable por todo el cuerpo; los dolores permanentes en el colon, los edemas en los pies como un hidrópico y la inflamación del vientre y la degeneración agusanada de sus partes pudendas, y además el asma, la disnea y los espasmos en todos sus miembros. Hasta el extremo de que los adivinos comentaban que la enfermedad era un castigo.

10. »Pero él, luchando con las enfermedades, seguía aferrándose a la vida y con la esperanza de la salvación imaginaba curaciones. Por ejemplo: Habiendo cruzado el Jordán, usó las aguas termales de Calirroe, las cuales van a dar al mar del Asfalto, y al ser dulces son potables.

11. »Allí los médicos creyeron conveniente calentar en una bañera llena de aceite su cuerpo debilitado. Cerró los ojos y se volvió como desfallecido. Entonces, con el gran tumulto de sus criados, volvió en sí a su desgracia, pero en adelante perdió toda esperanza de salvación y ordenó que se dieran 50 dracmas a los soldados y mucho dinero a los jefes y amigos.

12. »Luego volvió a Jericó muy melancólico y cercano a la muerte. Pero decidió planear una acción criminal. Mandó encerrar en el hipódromo a todos los hombres ilustres de cada aldea de Judea, después de haberles convocado él mismo.

13. »Poco después mandó llamar a su hermana Salomé y a Alejandro su esposo y les dijo así: "Yo sé que los judíos festejarán mi muerte, pero si vosotros tenéis a bien llevar a cabo mis órdenes, puedo ser llorado por todos y tener un funeral glorioso. Cercad con los soldados a estos hombres que yo tengo custodiados, y en el preciso momento en que yo muera, inmediatamente matadles para que toda Judea y cada casa llore por mí a pesar suyo".»

14. Más adelante añade: «Posteriormente, y acosado por el hambre y con la tos espasmódica y entristecido por tantos dolores, ansiaba anticipar su suerte. Por esto, tomando una manzana, pidió también un cuchillo (tenía la costumbre de cortarla para comérsela); entonces, mirando alrededor y cerciorándose de que no se hallaba allí nadie para impedírselo, levantó la diestra como para herirse.»

15. El mismo escritor añade que poco antes del final de su vida Herodes mandó matar a otro hijo legitimo suyo, el tercero después de los dos que ya habían sido muertos anteriormente, e inmediatamente, entre grandes sufrimientos, pereció.

16. De este modo, ciertamente tuvo lugar el final de Herodes, castigo justo por la matanza de los niños en Belén y por el complot en contra de nuestro Salvador.A continuación un ángel vino a José en sueños en Egipto y le ordenó marchar con el niño y su madre a Judea, informándole que los que buscaban la muerte del niño ya habían muerto. Y el evangelista añade: «Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero, avisado por revelación en sueños se fue a la región de Galilea.»



IX.- Acerca de los tiempos de Pilato


1. La toma de poder de Arquelao en sucesión de Herodes, también está atestiguada por el historiador que ya hemos mencionado anteriormente, y asimismo también describe cómo tomó el reino de los judíos, en sucesión, por orden del testamento de Herodes su padre y por la resolución de César Augusto, y cómo, cesando al cabo de diez años, se ocuparon de sus tetrarquías sus hermanos Felipe y Herodes el Joven, juntamente con Lisanias.

2. También Josefo, en el Libro XVIII de sus Antigüedades, da a entender que en el año 12 del reinado de Tiberio (después éste accedió a todo el mando, al final de los 57 años que lo ostentó Augusto). Poncio Pilato recibió Judea y permaneció en el poder diez años completos, casi hasta la muerte de Tiberio.

3. Con ello queda evidentemente refutada la ficción acerca de nuestro Salvador, de unas memorias que se han extendido recientemente, en las que las fechas establecidas denunciaban su falsedad.

4. Se atreven a fijar la pasión del Salvador en el cuarto consulado de Tiberio, el cual tuvo lugar durante el año séptimo de su reinado, pero está demostrado que en este tiempo Pilato ni siquiera había llegado a ninguna parte de Judea, porque Josefo (si es lícito tomarlo por testigo) indica con certidumbre en la obra ya mencionada, que Tiberio constituyó a Pilato como gobernador de Judea en el año 12 de su propio reinado.



X.- Acerca de los sumos sacerdotes judíos bajo los cuales Cristo dio a conocer su enseñanza


1. Así pues, nuestro Salvador y Señor Jesús, el Cristo de Dios, comenzando su ministerio alrededor de los treinta años, vino al bautismo de Juan y empezó la proclamación del Evangelio en el tiempo de estos gobernadores, cuando Tiberio César estaba en el decimoquinto año de su soberanía. Poncio Pilato, en el cuarto año de su mandato, y en el resto de Judea eran tetrarcas Herodes, Lisanias y Felipe.

2. La divina Escritura dice que todo el tiempo de su enseñanza se dio siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, dando a entender que se cumplió entre los años del servicio de ambos. Consecuentemente comenzó durante el sumo sacerdocio de Anás y se prolongó hasta el principio del de Caifás, lo cual no llega a cuatro años completos.

3. Ahora bien, las instituciones de la Ley estaban anuladas en aquel tiempo, por lo cual también se hallaba invalidada la que disponía los cargos concernientes de por vida y por sucesión hereditaria de padres a hijos, y en cambio los gobernadores romanos ordenaban a otros que, a veces, no llegaban a un año de servicio.

4. De este modo, Josefo relata que entre Anás y Caifás hubo cuatro sucesiones, y en la misma obra Antigüedades comenta como sigue: «Valerio Grato cesó del sacerdocio a Anás y constituyó sumo sacerdote a Israel, hijo de Fabio; pero también a éste cambió al cabo de poco tiempo, y nombré sumo sacerdote a Eleazar, hijo del sumo sacerdote Anás.

5. Sin embargo, después de un alío, también cesó a éste y entregó el sumo sacerdocio a Simón, hijo de Camilo. Pero tampoco sostuvo el honor un año entero y su sucesor fue José, llamado también Caifás.

6. En consecuencia, se muestra que el tiempo completo de la enseñanza de nuestro Salvador no llegó a cuatro años, ya que cumplieron el servicio anual cuatro sacerdotes desde Anás hasta el nombramiento de Caifás. Lógicamente, pues, la escritura del Evangelio reconoce a Caifás como sumo sacerdote justamente en el alio de la Pasión del Salvador, y partiendo de este punto se ve cómo la observación anterior concuerda también con el tiempo de la enseñanza de Cristo.

7. No obstante, nuestro Salvador y Señor llamé a los doce apóstoles poco después de empezar su predicación; pero a estos doce, de entre todos sus discípulos, concedió el honor extraordinario de ser llamados apóstoles; y «después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir».




XI.- Testimonios acerca de Juan y de Cristo


1. La divina Escritura de los Evangelios también recuerda que después de no largo tiempo Juan el Bautista fue decapitado por orden de Herodes el Joven; y además Josefo lo confirmó cuando menciona a Herodiades, y cómo siendo ella la esposa de su hermano Herodes, se casó con ella una vez que hubo repudiado a su primera y legítima esposa (hija de Aretas, rey de Petra) y separado a Herodías de su marido, todavía vivo; por ella ejecutó a Juan y además se levantó contra Aretas, tras haber deshonrado a su hija.

2. Pero dice que en el combate, al empezar la batalla, el ejército de Herodes quedó totalmente derrotado, y que estas cosas le sucedían por haber actuado en contra de Juan.

3. También Josefo confiesa que Juan era justo en extremo y que bautizaba, corroborando así lo que de él se dice en los Evangelios. Además relata que Herodes fue expulsado de su reinado por motivo de la mismísima Herodiades, con la que fue desterrado y condenado a vivir en una ciudad de la Galia, en Viena.

4. Estas cosas nos las da a conocer también en el mismo Libro XVIII de las Antigüedades con los siguientes términos: «Pero a algunos judíos les pareció que el ejército de Herodes había sido destruido por Dios, y que de un modo extraordinariamente justo era castigado por su acción en contra de Juan llamado el Bautista.

5. »Pues Herodes le mandó matar. Sin embargo, Juan el Bautista era un hombre bueno y animaba a los judíos a cultivar la virtud, a actuar con justicia unos a otros, a buscar la piedad, a Dios y a venir al bautismo. De este modo consideraba aceptable el bautismo, no para los que lo usaban para huir de ciertos pecados, sino para la pureza del cuerpo, puesto que también su alma había estado purificada con la justicia.

6. »La gente iba agrupándose alrededor de Juan (pues se maravillaban al oír sus palabras), y Herodes, temiendo que una tal persuasión sobre los hombres acabara con una revuelta (pues parecía que actuaban en todo siguiendo su consejo), decidió que era mejor anticiparse y hacerlo matar antes de que alguien se alzara sobre él y luego tener que arrepentirse enredado en asunto. Por eso Juan, por causa de la sospecha de Herodes, fue llevado cautivo a Maqueronte, la fortaleza ya mencionada, y en ella le mataron»

7. Una vez relatado todo esto acerca de Juan, también recuerda a nuestro Salvador en la misma obra histórica, como sigue: «Por aquel tiempo vivió Jesús, hombre sabio, si se puede llamarle hombre. Pues era hacedor de extraordinarias obras y maestro de los hombres, que recibían la verdad de buen grado, y se atrajo tanto a judíos como a griegos.

8. »Este era el propio Cristo, pero fue condenado a la cruz por Pilato inducido por nuestros primeros padres, aunque los que primero le habían amado no desistieron y al tercer día se les apareció de nuevo vivo. Todo esto e innumerables portentos más ya los habían relatado los profetas de Dios. Además la tribu de cristianos, que tomó el nombre de él, aún no ha desaparecido hasta nuestros días».

9. Con todo esto, y habiendo surgido de los hebreos un escritor que nos informa acerca del bautismo de Juan y acerca de nuestro Salvador en su propia obra, ¿qué opción queda para los que forjaron las Memorias contra ellos, fuera de la evidencia de su osadía? Sea esto suficiente.



XII.- Acerca de los discípulos de nuestro Salvador


1. El nombre de los apóstoles del Salvador se halló claramente para todos en los Evangelios. Pero de los setenta discípulos no existe ninguna lista. Se dice que Bernabé era uno de ellos. Se le menciona especialmente en los Hechos de los Apóstoles, y Pablo lo nombra del mismo modo en su epístola a los Gálatas. También aparece como uno de ellos Sóstenes y el que juntamente con Pablo escribe una epístola a los Corintios.

2. Esta información nos llega de Clemente en el libro V de su Hypotyposeis, en la que además explica que Cefas era uno de los setenta discípulos, de quien Pablo dice: «Cuando Cefas vino a Antioquía le resistí en la cara», pero que se llama igual que el apóstol Pedro por pura casualidad.

3. La tradición cuenta que también compartieron el honor de la llamada de los setenta «Matías» (el que fue incluido en la lista de los apóstoles en lugar de Judas) y el otro que participé con él en la votación. También se incluye entre ellos a Tadeo, acerca del cual nos ha llegado cierta información que voy a exponer inmediatamente.

4. Pero si te detienes a considerarlo observarás que el número de los discípulos del Salvador era superior a los setenta, pues acudiendo al testimonio de Pablo, aconteció que después de la resurrección de los muertos se apareció primero a Cefas, luego a los doce y después a más de quinientos hermanos juntos, de los cuales precisaba que algunos ya habían muerto, pero que la mayoría todavía estaban en vida cuando él escribía acerca de todo esto.

5. Posteriormente se dice se apareció a Jacobo. Sin embargo, éste era otro de los llamados hermanos del Salvador. Después, como además de éstos los apóstoles a imagen de los doce fueron muchos más (como Pablo, por ejemplo), continúa diciendo: «Después se apareció a todos los apóstoles».
Todo esto sea suficiente acerca de este asunto.



XIII.- Relato acerca del soberano de Edesa


1. A continuación paso a narrar el relato acerca de Tadeo. La noticia de la naturaleza divina de nuestro Señor y Salvador Jesucristo se extendía a todos los hombres debido a su poder para llevar a cabo maravillas, y atrajo a numerosas personas (incluso a extranjeros alejados de Judea) con la esperanza de curación de sus enfermedades y de todo tipo de sufrimiento.

2. Así se encontraba el rey Abgaro, que gobernaba muy diestramente sobre los pueblos de más allá del Éufrates, y su cuerpo se iba destruyendo por una enfermedad terrible e incurable dentro de las posibilidades humanas. Por lo tanto, cuando el nombre de Jesús llegó a él reiteradamente y también su poder testificado por todos con unanimidad, inmediatamente se convirtió en un suplicante suyo y le envió una carta a través de un correo pidiendo le concediera la liberación de su enfermedad.

3. No obstante, Jesús no respondió a su llamado entonces, pero juzgó que era digno de una carta particular en la que le prometía enviarle a uno de sus discípulos para procurarle la curación de su dolencia juntamente con la salvación para él y también para todos los suyos.

4. Poco después le cumplió la promesa. Luego de la resurrección de los muertos y la ascensión a los cielos de nuestro Salvador, Tomás -uno de los doce apóstoles-, impulsado por Dios, envió a Edesa como heraldo y evangelista de la enseñanza de Cristo a Tadeo (que pertenecía a los setenta discípulos de Cristo) y la promesa de nuestro Salvador se vio completada por medio de él.

5. Hay testimonio escrito disponible acerca de todo esto en los archivos de Edesa, que entonces era la ciudad de la Corte. Todo esto se halla conservado esmeradamente hasta hoy en los documentos oficiales de aquel lugar, que contienen los hechos antiguos y los contemporáneos de Abgaro. De todos modos, nada será tan exacto como escuchar las cartas que nosotros hemos sacado de los archivos y traducido del siríaco como sigue:

Copia de la carta escrita por Abgaro a Jesús, la cual le envió a Jerusalén a través del correo Ananías

6. «Abgaro Ucama Toparca, a Jesús, Salvador bueno que se mostró en la región de Jerusalén, salud:
»He oído acerca de ti y de tus curaciones, llevadas a cabo por ti mismo como si prescindieras de medicinas y de hierbas, pues según la noticia que corre, haces que los ciegos vean y que los cojos anden, sanas a los leprosos y echas fuera espíritus impuros y demonios, sanas a los atormentados con enfermedades largas y resucitas muertos.

7. »Tras oír esto de ti creo que hay dos opciones. O eres Dios y habiendo bajado del cielo llevas a cabo estas obras, o puesto que las haces eres el hijo de Dios.

8. »Por esta razón, he escrito suplicándote que vengas a mí y me sanes de mi enfermedad. También he sabido que los judíos murmuran contra ti y quieren tu mal. Mi ciudad, aunque pequeña, es responsable, y será suficiente para ambos».

9. Así escribía estando entonces iluminado por un poco de luz divina. Sin embargo, merece la pena escuchar la respuesta de Jesús a través del mismo correo; una carta breve, pero contundente.
Respuesta de Jesús a Abgaro, Toparca, por mediación del correo Ananías

10. «Bienaventurado si creíste en Mí sin haberme visto. Pues de mí está escrito que los que me han visto no crean, para que también los que no me han visto crean y sean salvos. Pero acerca de lo que me escribes que vaya a ti, me es preciso cumplir todo mi cometido aquí, y, una vez realizado, sea tomado al que me envió. Mas cuando haya sido tomado te enviaré uno de mis discípulos para que te proporcione sanidad y vida a ti y a los tuyos.»

11. A estas cartas acompañaba también lo siguiente en siríaco: «Pero después de la ascensión de Jesús, Judas, llamado Tomás, envió como apóstol a Tadeo, uno de los setenta, el cual, habiendo llegado, se hospedó en casa de Tobías hijo de Tobías. Cuando se extendió el rumor acerca de él, se comunicó a Abgaro que había ido a aquel lugar un apóstol de Jesús, de acuerdo con lo prometido por carta.

12. »Así pues, Tadeo empezó con el poder de Dios a sanar toda enfermedad y debilidad, de manera que todos quedaban maravillados. Cuando Abgaro oyó los grandes y admirables hechos, y como sanaba, sospechó que se trataba del discípulo del cual Jesús le había escrito en la carta cuando le dijo: "Cuando sea tomado arriba en el aire, enviaré a uno de mis discípulos para sanar tu enfermedad."

13. »Mandó llamar a Tobías, en casa del cual se hospedaba, y le dijo: "He oído que posa en tu casa un hombre poderoso, envíamelo." Tobías se dirigió a Tadeo y le dijo: "Abgaro, Toparca, me llamó para decirme que te llevara a él para que le sanes." Tadeo le dijo: "Subiré yo, que he sido enviado a él con poder."

14. »Madrugando el día siguiente, Tobías tomó a Tadeo y fue a Abgaro. Tadeo llegó estando en pie los magnates del rey, y en el preciso momento en que él entró se apareció a Abgaro una gran visión de la faz del apóstol Tadeo. Cuando Abgaro le vio se prosternó ante Tadeo, sorprendiendo a los presentes; pues no veían la visión que sólo se apareció a Abgaro.

15. »Entonces preguntó a Tadeo: "¿Eres tú en verdad el discípulo de Jesús, el hijo de Dios, que me dijo: 'Te enviaré uno de mis discípulos, el cual te proporcionará sanidad y vida'?" Y Tadeo dijo: "Porqué has creído en gran manera en el que me envió, he sido enviado a ti, y de nuevo, si creyeres en Él, tendrás los ruegos de tu corazón."

16. »Abgaro respondió: "Hasta tal punto creí, que hasta incluso deseé tomar un ejército y destruir a los judíos que lo crucificaron, si no hubiera sido por el rechazo del Imperio Romano." Pero Tadeo le dijo: "Nuestro Señor cumplió la voluntad de su Padre."

17. »Le dijo Abgaro: "Yo también he creído en Él y en su Padre." Y Tadeo respondió: "Por esta misma razón pongo mi mano sobre ti en su nombre." Y al instante de hacerlo Abgaro fue sanado de su enfermedad y de sus sufrimientos.

18. »Abgaro se maravilló de que aquello que había oído acerca de Jesús ahora lo confirmaba éon los hechos, por medio de su discípulo Tadeo, el cual, prescindiendo de medicinas y de hierbas, le sanó, y no sólo a él, sino también a Abdón, hijo de Abdón, que tenía gota. Este también acudió a Tadeo y, postrándose a sus pies, fue sanado mientras suplicaba con sus manos. Tadeo también sanó a muchos conciudadanos y anunciaba la Palabra de Dios, haciendo maravillas y grandezas.

19. »Luego Abgaro dijo: "Tú con el poder de Dios haces estas cosas y nosotros nos maravillamos por ellas. Pero yo también te suplico que nos des a conocer acerca de la venida de Jesús: cómo tuvo lugar, y de su poder, con qué tipo de poder realizó las cosas que yo he oído."

20. »Tadeo replicó: "No hablaré ahora, pero ya que fui enviado a proclamar la palabra, mañana reúne a todos los ciudadanos y les predicaré sembrando en ellos la Palabra de Vida. Entonces hablaré de la venida de Jesús; cómo fue; de su cometido, por qué fue enviado por el Padre; con qué poder lo hizo; de la novedad de su enseñanza, de su pequeñez y de su humillación; cómo se humilló a sí mismo, se desprendió de su divinidad y la empequeñeció, y cómo fue crucificado, y cómo habiendo descendido al Hades derribó la barrera que había estado cerrada por los siglos y resucité muertos, y cómo a pesar de haber descendido solo, ascendió a su Padre con una multitud, cómo está sentado en los cielos con gloria a la diestra de Dios Padre, y cómo vendrá de nuevo con poder para juzgar a los vivos y a los muertos."

21. »Por lo tanto Abgaro, ordenó que al alba se reunieran sus ciudadanos y prestaran atención al mensaje de Tadeo. También mandó que se diera a Tadeo oro y plata no acuñada. Pero él la rechazó con estas palabras: "Si hemos abandonado lo nuestro, ¿cómo tomaremos lo ajeno?"»

22. «Esto tuvo lugar en el año 340».
Por el momento, este relato traducido del siríaco, no será inútil y me parece suficiente.



Historia Eclesiástica- Eusebio de Cesarea L.1 c.6