Job - Fray Luis de León - Capítulo XXXV

Capítulo XXXV

1. Y respondió Eliú, y dijo:
2. ¿Por ventura esto parécete de juicio, que dijiste: justicia mía más que Dios?
3. Que dijiste: ¿Qué aprovechará a ti; qué fructo de pecado mío?
4. Yo replicaré a ti palabras, y a tus amigos contigo.
5. Contempla cielos y mira; alza los ojos a los estrellados. [Encumbráronme] ensalzáronse más que tú.
6. Si pecaste, ¿qué harás a Él? Y si se multiplicaren tus maldades, ¿qué harás a Él?
7. Si justo fuiste, ¿qué le darás o qué de tu mano tomará?
8. A hombre como tú maldad tuya; y a hijo de terreno justicia tuya.
9. Por muchedumbre de opresores vocearon; gritaron por brazo de [muchos] poderosos.
10. Y no dijo: ¿Dónde Dios, Hacedor mío, dador de cantares en noche?
11. Que nos aveza allende bestias de tierra, y allende ave de cielos nos hace sabios.
12. Allí vocearán y no responderá, defendiéndolos de faces de [soberbios] altivos fuertes.
13. Empero vanidad no oirá Dios, y Omnipotente no mirará a nosotros.
14. Aun cuando dijeres: No mirará a nosotros [juicio ante el en faz], juzgar ante sus faces, y [avisarás a él] y esperarás en él.
15. Y agora que no visitó irá suya, y no [conoció supo mal grande dicho] experimentó mi mucho mal.
16. Y Job en vanidad abre boca suya, y sin sciencia palabras amontona. 



Exposición (Jb 35)

1. Y respondió Eliú, y dijo:

2. ¿Por ventura esto parécete de juicio, que dijiste: justicia mía más que Dios? Parécete de juicio, quiere decir, parécete cosa que acabe en juicio y razón, o parécete que no es digno de ser traído a juicio y de ser condenado esto que has dicho, conviene a saber, mi justicia es mayor que la justicia de Dios? No dijo esto Job, sino colígelo Eliú de lo que Job dijo, que es esto que se sigue.

3. Que dijiste: ¿Qué aprovechará a ti, qué fructo de pecado mío? Declaremos primero la sentencia de estas palabras, y después cómo se sigue lo que dellas colige Eliú.

¿Qué aprovechará a ti? Pónese aquí una persona por otra, la segunda por la primera, que se usa algunas veces en la Sancta Escritura, y decir a ti, es decir a mí. Porque Eliú, como hablaba con Job dijo a ti, y habló de segunda persona, aunque refería las palabras de Job, en las cuales él habló de sí y dijo, a mí, en la persona primera. Pues refiere haber dicho Job: ¿Qué me aprovechará a mí, conviene a saber, el volver mí corazón a Dios, y el ser justo? ¿Y, qué fructo de pecado mío? Pecado en la Escritura se toma algunas veces por la ofrenda o sacrificio con que se limpia el pecado, como dijo Sant Pablo: Al que no conocía pecado hizo por nosotros pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él mismo; y ansí se toma en este lugar.

Y dice Job por esto segundo lo mismo que había dicho por lo primero, aunque con diferentes palabras. ¿Qué fructos, dice, sacaré de satisfacer por mis culpas? Y quiere Job decir en esto una cosa, y entiende otra Eliú. Job, como dijimos, responde a lo que sus amigos decían y habla conforme a lo particular de su intento, que era decir, que no por ser justo uno se libra de ser algunas veces herido y maltratado de Dios. Y ansí para este fin de no padecer algunas veces trabajos, dice que no trae fructo el ser justo, porque los justos los padecen también, y ansí decía verdad.

Esto decía; mas Eliú hace sentido general deste dicho como si afirmara Job que el ser bueno era infructuoso del todo; y entendiéndolo ansí infiere bien, según su sentido, que Job notaba de injusticia a Dios. Pero infiere mal, según la verdad, porque de padecer calamidades el bueno, que es lo que Job en sentencia afirmaba, no se sigue que es malo Dios.

Mas Eliú sigue su imaginación, y conforme ella prosigue diciendo:

4. Yo replicaré a ti palabras, y a tus amigos contigo. Quiere decir, a ti, y a todos los que fueren de tu parecer y te ayudaren, yo los convenceré.

Mas veamos cómo. Dice:

5. Contempla los cielos y mira; alza los ojos a los estrellados, ensalzáronse más que tú. Hace Eliú como prudente médico, que acude a la raíz del mal; había propuesto dos cosas, la una, que decía Job que no aprovechaba el ser bueno; y la otra, que él infirió que Dios no era justo. No trata de esto segundo, sino arguye contra lo primero de donde esto nació, porque faltando este cimiento, caía lo que en él se fundaba.

Y ansí quiere probar que el ser bueno aprovecha al que lo es. Toda su razón consiste en este argumento: Ser uno bueno es bueno, como las palabras lo dicen, y no es bueno para Dios; luego para el hombre que lo es. Y prueba que no le importa a Dios, y para proballo comienza ansí: Mira los cielos y mira los estrellados, cuánto están más altos que tú. Y añade luego:

6. Si pecaste, ¿qué harás a Él? Y si se multiplicaren tus maldades, ¿qué harás a Él?

7. Si justo fuiste, ¿qué le darás o qué de tu mano tomará? Que es argumento que consiste en semejanza, sino que está la semejanza secreta y disimulada. Y descúbrese desta manera: Cuan lejos está el cielo de ti, tan lejos está Dios de tu bien o tu mal obrar; como no puedes tocar con la mano al cielo, ansí ni aprovechas ni dañas a Dios con tus obras.

Y está la fuerza de esta semejanza y de este argumento en que Dios está sobre el cielo y mora en él; y ansí, quien no puede dañar al cielo, menos podrá dañar al que vive en el cielo. Y de lo que es manifiesto, que es la distancia que de nosotros al cielo hay, arguye bien Eliú lo poco que sirven nuestras obras a la bienaventuranza de Dios, que está sobre el cielo. Y aún tiene fuerza por otro respecto nuevo aqueste argumento; porque decir Eliú a Job que mire los cielos cuán ensalzados están, es decille que están libres y muy ajenos de toda peregrina impresión; y si en los cielos esto es ansí, más lo será en el Señor de los cielos, cuya naturaleza es de la cualidad del lugar en que mora, y de muy mejor cualidad.

Y, dicho esto, concluye y dice:

8. A hombre como tú maldad tuya; y a hijo de terreno justicia tuya, hase de añadir, traerá o daño o provecho. Porque si aprovecha a alguno, y no es Dios a quien aprovecha, queda que aproveche al que lo hace, que es lo que pretende Eliú. A hombre como tú, esto es, a los hombres que están sujetos a daño, como tú estás, dáñales su maldad. Y dice tuya, porque a ti la tuya, y la suya a cada uno; o también porque el ser uno malo o bueno suele ser dañoso o provechoso, no sólo a él, mas también a los hombres entre quien vive.

Más prosigue:

9. Por muchedumbre de opresores vocearon; gritaron por brazo de poderosos. Ésta es una objeción que a su parecer le pudiera poner Job, y pónesela él a sí mismo para responder a ella después. Como si dijese: Pero dirás, si Dios es justo, y no toma gusto de lo malo que en el mundo se hace, ¿por qué hay tantos que griten y voceen porque los oprimen y despojan los más poderosos? ¿Por qué consiente que haya tiranos que agravien a mil mezquinos que se quejan a voces? [Porque siempre esta razón puso congoja y como agonía en los pechos sanctos, para en cierta manera querellarse de Dios, como es lo que dice Habacuc.]

A esto, pues, Eliú responde diciendo:

10. Y no dijo: ¿Dónde Dios, Hacedor mío, dador de cantares en noche? Es como si dijese, la causa de eso es no ser Dios injusto, sino ser, los que padecen, descuidados en llamarle. Y no dijo: esto es, y la causa de eso es porque el oprimido y el que da gritos y vocea y llama en su favor a los hombres, no dijo, no tuvo acuerdo de decir: ¿Adónde está Dios, Hacedor mío, dador de cantares en la noche? Porque si se acordara que había Dios en el cielo, esto es, en parte eminente, para ver cuanto bueno y malo se hace; y se acordara que le había hecho y criado, y que por la misma razón no había de olvidar y desamparar su hechura; y si tuviera memoria de cuán proprio le es dar cantares en la noche, esto es, en medio de lo escuro de la adversidad dar reposo, y regocijar el corazón y la boca con alegría, y finalmente dar buena salida y suceso, ansí que si tuviera el opreso todo esto en su memoria, y movido dello pidiera a Dios su favor, su trabajo se le volvería en descanso, y si no le sucede así, es culpa suya y no falta de Dios.

Y, a la verdad, pasa ansí muchas veces, y es ceguedad digna de compasión, que en nuestros trabajos, los que otros hombres nos causaron, no nos queremos desengañar de lo poco que podemos fiar de ellos, y buscando remedio, a cualquier cosa por flaca y por dudosa que sea, acudimos primero que a Dios. Mas entre las cosas que dice Eliú en aqueste lugar, merece ser advertida, que llama a Dios, como con proprio renombre, Dador de cantares en noche, porque es muy suyo acudir siempre cuando todo se escurece y cuando todo parece que falla.

Y ansí dice David de Él que ayuda siempre en el punto de la tribulación.

Aunque podemos decir también de otra manera, que se dice de Dios que da cantares en noche, porque siembra entonces el cielo con las estrellas, las cuales con su claridad, hermosura y muchedumbre convidan a los hombres a que alaben a Dios. Y es ansí que nadie alza los ojos en una noche serena y ve el cielo estrellado, que no alabe luego a Dios, o con la boca o, dentro de sí, con el espíritu.

Y siguiendo esta manera de decir, tiene también su particular fuerza este argumento, porque si el hombre afligido se acuerda de que Dios tiene cuidado de alumbrar la noche con tanta variedad de lumbreras, bien tiene por qué esperar que no le desamparará a él en aquella su noche de trabajos, si confía en Él y le llama. Y el que para el cuerpo, porque no estropiece con las tinieblas, puso en el cielo con tanta claridad quien le alumbrase, mejor remediará una ánima injustamente oprimida.

Y conforme a este propósito es lo que añade después:

11. Que nos aveza allende bestias de tierra, y allende ave de cielos sabios nos hace. Va esto junto y apegado con el verso de arriba, y de todo ello se hace una sentencia seguida en esta manera: No dijo, o no se acordó de decir: ¿Dónde está Dios, Hacedor mío, y dador de cantares en noche, y qué nos aveza?, etc. Y como cada una parte de las del verso primero decía algo, que ello mismo despertaba al afligido y opreso para que esperase ser socorrido de Dios, y encerraba en sí alguna razón que concluía cómo Dios no podía faltar al socorro de los agraviados, por ser Hacedor y por ser suyo el despertar gozo en la noche de las tinieblas, ansí, ni más ni menos, lo que en este verso se dice todo ello alienta la confianza, en Dios, del trabajado, mostrando por nueva razón cómo Dios no le puede olvidar, porque nos aveza más que a las bestias y nos hace sabios más que a las aves del cielo; esto es, nos ha dado mejor ser y tiene su providencia más particular cuenta con nosotros. Y si cuida más de nosotros, y a las aves y a los animales de quien cuida menos, provee tan largamente como por los ojos vemos, cierto es que no nos faltará a nosotros en los casos ásperos y de trabajo.

Y es ésta una manera de argumento en la Escritura usada mucho, poner la proposición primera que en la Lógica llaman mayor, y la que después della se añade y la conclusión cállalas, dejándolas al sentido del oyente, mayormente cuando son manifiestas de suyo. Porque todo el argumento entero dirá ansí: Dios nos aventaja a las aves: y a las aves provee en sus necesidades: luego no nos olvidará en las nuestras. Semejantemente a lo que Cristo más a la descubierta arguye y prueba en el capítulo 6 de Sant Mateo diciendo: Mirad las aves que vuelan por el aire [que ni siembran, ni siegan, ni recogen en trojes, y vuestro Padre celestial las apacienta. ¿Por ventura vosotros no sois más que ellas?]

Concluye, pues, finalmente toda aquesta razón, y dice:


12. Allí vocearán, y no responderá, defendiéndolos de faces de altivos fuertes. Como si dijese, ansí que estos tales que no se acuerdan, como he dicho, de Dios, vocearán, pero en balde, porque no serán oídos, no les responderá Dios acudiendo presto para su defensa.

Allí vocearán. Allí, esto es, en esta manera que he dicho de afligidos y olvidados de Dios, se halla el vocear y no ser de Dios socorridos, allí, en aquel caso es verdad; de faces de altivos, que es del poder y de las manos de los soberbios y poderosos que los tiranizan.

Añade:

13. Empero vanidad no oirá Dios, y Omnipotente no mirará a nosotros. Es el remate de toda la conclusión, porque dice ansí: Allí, esto es, en aquel caso particular que habemos dicho, cuando el afligido voceando llama a Dios, es verdad que Dios no le responde ni le libra. Empero, dice, vanidad no oirá Dios; esto es, vanidad es y mentira decir en general que no oirá Dios a los hombres, ni el Omnipotente nos mirará con el cuidado de su providencia. Y juntó bien Omnipotente y no mirará, queriendo mostrar que no cabía en Dios el no ver y proveer nuestras cosas, porque, si es Omnipotente, claro está que puede vernos y proveernos.


Dice:

14. Aun cuando dijeres: No mira a nosotros, juzgar ante sus faces, y esperarás en Él. Aun cuando dijeres; decir significa en la Escritura, no sólo el hablar por la boca, sino también lo que se dice en el pensamiento, como es manifiesto de muchos lugares. Pues concluida ya su razón, amonesta Eliú a Job y dícele ansí: Pues siendo esto verdad, como lo es [evidente], tú, Job, aunque te parezca algunas veces que se descuida Dios y que se ha contigo o con los hombres como quien no mira por ellos, entonces, cuando esto te viniere al pensamiento, cíñete con tener por certísimo que hay juzgar, esto es, juicio, ante las faces de Dios; que Dios juzga los hombres y tiene cuenta con ellos, y aunque te apriete el trabajo y te oprima, gimiendo y reventando espera siempre en Él.

Y digo gimiendo y reventando, porque la palabra del original, por quien pusimos en romance esperar, tiene significación de esperanza, no como quiera, sino la que se tiene con dificultad en casos de mucho peligro y dolor. Porque [thecholel] quiere de su primera significación decir parir, o el sentir los dolores del parto. Y ansí porque el que se esfuerza en esperar en los negocios que parecen perdidos y desesperados, va como reventando y pariendo, por eso esta palabra se pasa algunas veces a significar un sufrir y un esperar doloroso y lleno de agonía, como es este que he dicho.

Algunos, lo que dice juzgar ante Dios, no lo entienden del juicio en que Dios nos juzga, como lo habemos declarado, sino del juicio con que nosotros nos juzgamos delante de Él, condenando nuestras malas obras. Y ansí, según esto, dícele a Job Eliú: Cuando más te pareciere que Dios te olvida y no se acuerda de ti, entonces con más cuidado haz tú dos cosas: la una, examina tu alma, y como si estuvieses delante del tribunal de la justicia divina, sin que tenga voto allí la lisonja o el proprio amor, ansí te juzgas tú a ti mismo y te condenas; y la segunda, sufre y espera, que no te faltará Dios.

Y júntanse bien estas dos cosas, porque la segunda es flaca siempre, si no se funda en la primera; y para confiar de veras en Dios es menester que preceda en nosotros el conocer y aborrecer nuestra flaqueza y delictos, porque de la desconfianza de la fuerza propria nace el confiar de la ayuda divina. Ansí parece [en el segundo libro del Paralipómenon, capítulo 20, en lo que hacía Josafat en su tribulación y en lo que hace David en el Psalmo 141.]

Prosigue:

15. Y agora que no visitó ira suya, y no experimentó ni mucho mal. Y agora entiéndese, aunque se calla, había de decir Job a Dios que no visitó ira suya, esto es, que no envió su ira toda para que le castigase, ni le trata con enojo, ni le castiga con rigor, por lo que se sigue y no experimentó mucho mal. Mal aquí, como se conoce en la palabra original, significa el castigo y pena que se debe al pecado.

Y ansí dice que Job había de conocer y decir que no le visitaba con ira de Dios, porque aún no padecía todo lo que se debía a su culpa. Ansí que agora había de decir esto: como si dijese, juntando lo pasado con esto, cuando más le pareciere a Job que Dios le olvida, entonces había de creer firmemente que tenía providencia y había de esperar en él, y agora en este su azote había de reconocer que no era castigado cuanto merece.

Mas Job, como concluye y dice:

16. En vanidad, abre boca suya, y sin sciencia palabras amontona; esto es, siente mal de Dios y habla peor; ni es verdad lo que dice ni sabe cesar de decir mal.

Deo gratias. -Valladolid, 14 diziembre. Año 1580.



Capítulo XXXVI

1. Y añadió Eliú, y dijo:
2. Espérame un poco, y demostraréte que todavía por Dios razones.
3. Levantaré saber mío de lueñe; y mi Hacedor daré justicia.
4. Que verdaderamente no mentirán palabras mías, perfectas sciencias contigo.
5. Ves; Dios grande no despreciará [a] grande, fuerte [del] corazón.
6. No vivificará a impío, y juicio a humillados dará.
7. No aparta sus ojos del justo, y reyes en trono asienta perpetuamente, y serán ensalzados.
8. Y si aprisionados en cadenas, enredados sean con sogas de miseria.
9. Y notificará a ellos sus obras, y delictos de ellos de violencia.
10. Y torceráles orejas para castiguerío, y dirá que se tornen de maldad.
11. Si oyeren y cumplieren, fenecerán sus días en bien y sus años en gloria.
12. Y si no oyeren, pasarán por espada y serán consumidos en necedad.
13. Y hipócritas provocan a ira; no vocearán cuando los aprisionare.
14. Morirán en tempestad; su ánima de ellos y su vida entre los afeminados.
15. Librará de angustia al pobre, y en la tribulación le descubrirá oreja de ellos.
16. También te salvará de boca de angustia, anchura no cimiento so ella, y descanso de tu mesa lleno de grosura.
17. Tu causa juzgada como de malo; causa y juicio recobrarás.
18. No te venza ira a ser opresor, ni te incline muchedumbre de dones.
19. Depón tu grandeza sin enojo, y a todos robustos con fortaleza.
20. No alargues la noche, porque no suban por ellos los pueblos.
21. Guarda, no mires a maldad, que comenzaste a seguirla por la aflicción.
22. Ves; Dios alto en fortaleza suya; ¿quién como él enseñador?
23. ¿Quién podrá escudriñar caminos de él? ¿Y quién le dirá: Obraste maldad?
24. Miémbrate que no sabes obra suya, de quien cantaron varones.
25. Todos los hombres lo vieron; cada uno mira de lejos.
26. Ves; Dios grande sobre sciencia nuestra, número de sus años no tiene pesquisa.
27. Que quitará gotas de lluvia, y derrama lluvia a manera de ríos.
28. Que manan de nubes que lo cubren todo por cima.
29. Si quisiere extender nubes como pabellón suyo.
30. Y relampaguear con lumbre suya de arriba, también cubijarán extremos de mares.
31. Que por éstas juzgará pueblos, y da mantenimiento a muchos mortales.
32. En manos asconde luz, y mándale que torne a venir.
33. Anunciará della a su amigo: que posesión suya es, y que a él se levanta. 



Exposición (Jb 36)

1. Y añadió Eliú, y dijo: Como dicho habemos, Eliú estaba persuadido que Job, si bien en lo pasado de la vida había sido inocente, en lo presente era gran pecador, pues juzgaba y decía que era injusto Dios, o que no atendía al bien o al mal obrar de los hombres para repartir en ellos el castigo o el premio. Lo cual, si Job no lo decía ansí, a Eliú le parecía decillo, coligiéndolo falsamente de algunas palabras suyas, y que Job dijera con mucho verdad y muy diferente propósito, como vimos arriba.

Y ansí Eliú, cuanto dice no es propriamente contra lo que Job siente o afirma, sino contra lo que él se imagina que dice. Y en efecto, prueba en el pasado en este capítulo aquello de que Job no tiene duda ninguna, que Dios es justo, y que tiene providencia y que reparte el castigo y la pena.

Y a lo que acerca de esto ha dicho, añade agora lo que sigue:

2. Espérame un poco, y demostrarte he que todavía por Dios razones. Pídele de nuevo atención porque son nuevas razones las que quiere decirle, y dícele que le espere, esto es, que le atienda que quiere demostrarle más su propósito, porque se le ofrecen otras diferentes razones en defensa de la justicia y providencia divina.

Y ansí dice:

3. Levantaré mi saber de lueñe, y a mi Facedor daré justicia. De lueñe, dice, por decir que quiere tratar este negocio muy de su raíz y principio, y mostrar la justicia de su Hacedor desde sus causas primeras.

Y da autoridad a sus dichos afirmando estar llenos de verdad y de peso, y ansí añade:

4. Que verdaderamente no mentirán palabras mías; perfecta sciencia se te probará a ti. Perfecto, dice, y verdadero será cuanto agora dijere. Mas lo que pusimos perfecta sciencia se te probará a ti, en la primera letra dice de esta manera, perfecciones de sciencia contigo; que o lo refiere a Job o a sí mismo. Si a Job, es ironía y mofa disimulada, como si más claro dijera: aunque vos sois gran sabio y perfecto en toda sciencia a lo que a vos os parece, lo que agora os diré contra vuestra sentencia, no lo alcanzaréis vos y será verdadero y muy cierto. Mas si habla de sí mismo Eliú, loa su saber y quiere decille que es verdad lo que le dice; porque quien habla con Job, que es el mismo Eliú, es la perfección de la sciencia; que son palabras bien conformes a la arrogancia con que dio principio a esta su habla, como arriba dijimos. O no habla de su saber de los dos, sino pone lo que confiesa Job y aquello en que conviene con él, y en ello, como en fundamento, edifica sus argumentos. Porque dice perfecciones de sciencia contigo, o como pone Sant Hierónimo, perfecta sciencia se aprueba a ti, que es decir, tú convienes conmigo en que Dios tiene perfecta sciencia y noticia de todo, yo contigo concuerdo en dar a Dios la perfección del saber. Pues, esto presupuesto, entra en la razón que pretende y pone otra proposición también cierta, para de ella y de la pasada concluir su argumento.

Y dice:

5. Dios no desecha poderosos, como sea Él poderoso. O como está en el hebreo: Ves; Dios grande no despreciará a grande, fuerte de corazón; que es decir que ama a su semejante por la regla universal y necesaria que todas las cosas se inclinan a las que convienen con ellas. Por manera que pone por fundamento dos cosas: una, que Dios tiene perfecta noticia de lo que pasó acá bajo; otra, que ama lo que le es semejante. La primera pone como concedida por Job; la segunda como clara y manifiesta de suyo, y dellas después saca su intento a luz por consecuencia necesaria.

Dios, dice, no desprecia poderosos, como sea Él poderoso. En todo es poderoso Dios y aventajado sobre todas las cosas; mas el poder de que aquí propriamente se habla, no es en fuerzas de cuerpo, sino en capacidad de ingenio y en valor de virtud; y eso declaró el original en lo postrero que dice, fuerte de corazón; como diciendo, cuando digo que Dios grande no desprecia los grandes, hablo de las fuerzas del corazón, hablo del entendimiento y del ánimo. Porque, a la verdad, a esto sólo da nombre de grandeza y de sabiduría la Sagrada Escritura, porque el que sirve a sus vicios, por grande que sea en lo demás, vil es y muy bajo; y ansimismo ignorante y ciego quien no sabe ser hombre, aunque en lo demás tenga sciencia.

Y dice: Ves; Dios grande no desprecia a grande, como diciendo: Ves, esto es, manifiesta cosa es y que se ve con los ojos que, si Dios tiene valor de ánimo, no puede aborrecer a los que le parecen en ello; y si sabe y entiende, no le desplacen los que tienen entendimiento y saber, y que, en una palabra, ama todo aquello que le imita y que se le asemeja.

De que colige lo que luego dice, y añade:

6. No vivificará a impío, y juicio a humillados dará. Porque si Dios conoce lo que hacen los hombres y ama y se inclina a los que le son semejantes, necesariamente se sigue que tiene providencia de ellos y que favorece a los buenos que se le parecen, y aborrece porque no se le parecen los malos; que es lo contrario de lo que sentía Job, a lo que Eliú falsamente entendía.

Y éste es el argumento nuevo y la sabiduría sacada de lueñe y la razón traída de su raíz y principio, que Eliú prometía. Tú afirmabas, dice, que al bueno el serlo no le sirve, ni al malo le daña el ser malo, que es negar cuidado en Dios, y premio y castigo. Pues mira y confiesa tu engaño; ¿por ventura Dios no lo conoce todo, como tú me concedes? ¿No es evidente que todo lo semejante se ama? Pues si Dios conoce y ve y da vida y ama y favorece por la regla natural y común a lo que se le parece, convencido quedas de que Dios, sabio y bueno, ama y favorece a los sabios y buenos, y por la misma razón desama y desecha a los malos injustos.

No vivificará a impío; esto es, no consentirá que levante cabeza, no le salvará del trabajo, no le dará salud ni vida que dure, al fin ha de caer en muerte perpetua. Pero dará juicio a humillados. Humillados llama la Escritura los justos y buenos, porque la virtud los trae humildes con el proprio conocimiento, y porque son tenidos en poco y de ordinario maltratados, y no se oponen a quien los maltrata, antes, recogidos en sí, callan y sufren y esperan. A éstos, dice Eliú, que dará juicio Dios, porque los salvará y hará justicia. Que esta palabra de juzgar y de hacer juicio en la Escritura, hace muchas veces significación de favor y salud.

Y ansí lo declara añadiendo:

7. No aparta sus ojos del justo, y reyes en trono asienta perpetuamente, y serán ensalzados; esto es, porque siempre favorece a los justos hasta colocarlos para siempre como a reyes en trono, donde serán ensalzados. No aparta sus ojos del justo, quiere decir, tiene siempre con él cuenta, y como acá decimos mira siempre por él; que quien estima una cosa, no aparta los ojos de ella, y el que guarda a uno, mírale.

Y ansí por el semblante del que guarda, significa aquí Eliú el cuidado que Dios tiene.

No aparta sus ojos del justo. Gran clemencia de Dios atender tanto a una cosa tan baja, y gran buena suerte del bueno ser continamente de Dios mirado. Lo mismo dice David: Los ojos del Señor sobre los justos, y sus oídos a sus ruegos. Que si el mirar el sol una sierra la fertiliza, y si la virtud de sus rayos cría oro y plata en el centro, los ojos de Dios mirando siempre, ¿qué fructos o qué riquezas no engendrarán en el alma a quien miran?

Por lo que se sigue se entiende, y reyes en trono asienta perpetuamente, y serán ensalzados, porque de grado en grado la sube a reino perpetuo. Ennoblécela primero en sí con dones, semblantes y condiciones de reina; digo, con virtudes y merecimientos que cría en ella generosos y heroicos; pónela sobre su cuerpo y hace que huelle lo que precia la carne; dala el cetro de las pasiones, ensálzala encima de toda adversidad y trabajos; aspira al cielo solo y sus bienes; todo la es vil sino Dios, y, finalmente, hecha reina en la condición y en el hábito, pásala al lugar do es reina, y con los que viven allí, que son todos reyes, asiéntala en su trono, clara, resplandeciente, hermosa.

Dice más:

8. Y si aprisionados en cepos o en cadenas, enredados sean con sogas de miseria, que se ha de leer ansí enteramente. Y si fueren aprisionados en cadenas, y si fueren enredados con sogas de miseria, conviene a saber, estos humillados y estos justos que dice; si esto aconteciere, sucederá lo que dice luego después, porque se ha de entender que responde Eliú aquí a lo que vio se le podía oponer. Decía que Dios mira, favorece, ensalza en real trono a los justos: dijera alguno; al contrario, cada día vemos a muchos buenos caídos y miserables y opresos. Respóndele ansí; si eso aconteciere a los justos, si el cepo les prendiere los pies y si los cordeles de la miseria, que ansí llama a la calamidad y fortuna adversa, los apretaren, que es verdad que acontece, ¿qué?

Dice:

9. Y notificará a ellos sus obras, y delictos de ellos de violencia. Hácelo, dice, con particular amor y advertencia, para que conozcan algunas faltas que tienen y para purgarlos de los que pecaron, pues ninguno, por justo que sea, pasa sin faltas y sin pecados la vida.

Y notificará a ellos sus obras, esto es, verdad es que les envía desastres, mas es para notificarles sus obras, esto es, las obras imperfectas y faltosas que hacen ellos. Que sin duda es uno de los fines para que Dios ordena trabajos al justo, para que abra los ojos en cosas en que los traía cerrados; que ansí como el regalo y el descanso hacen seguridad en el ánimo, ansí la adversidad y desastre engendran recato en él, haciéndole que mire por sí y se examine y que entre en cuenta consigo, en que toca lo que se le ascondía antes y reconoce sus faltas.

Y delictos de ellos de violencia; esto es, y notifícales por medio del trabajo en que los pone, sus delictos de violencia, quiere decir, adonde pasaron la igualdad, y usaron de violencia y de fuerza. O como otra letra dice, y delictos de ellos porque prevalecieron, esto es, cuando sus delictos de los justos prevalecen y crecen. Porque les acontece a los que Dios por suyos tiene, que se descuidan y sueltan a los sentidos la rienda y se dejan correr al mal, como si no los criara Dios para el cielo; y usan de fuerza y quebrantan la justicia y se desordenan en la templanza y modestia. Pues entonces azótalos Dios, dice Eliú, no para deshacerlos, porque son de metal escogido, sino para abrirles los ojos, haciéndoles que reconozcan su camino perdido.

Como lo declara diciendo:

10. Y torceráles oreja para castiguerío; y dirá que se tornen de maldad. Torcer oreja, en la Escritura, es dar aviso y señaladamente haciendo algún sentimiento y dolor; que es manera de hablar de que usan también los latinos, sacada del uso con que solemos advertir a los niños con un repelón, o con tirarles ligeramente la oreja. Y son sin duda como repelones que da Dios a los suyos los trabajos a que en la brevedad de esta vida los sujeta, para despertar su niñez, o por mejor decir, para, despojándolos de ella, dalles juicio entero y perfecto de hombres. Porque no se puede dudar sino que cuan lejos uno está del grado de virtud que es perfecto, tantos son los quilates que tiene menos de hombre; y ansí Dios, que no descansa con los suyos hasta llegarlos al estado de perfecto varón, mientras que ve en ellos resabios de niños, siempre les tuerce la oreja, y agora con unos y agora con otros dolores, los apura de sus miserias y los allega a Sí mismo, Bien sumo y dignísimo de ser buscado de todos.

De donde sucederá lo que luego se sigue, que:

11. Si oyeren, y cumplieren, acabarán sus días en bien, y sus años en gloria, o en deleites, como dice otra letra. Si oyeren, dice, y cumplieren, esto es, si obedecieren a la voz que les llama. Y si la oyeren primero, porque en esta manera de llamamientos en ambas a dos cosas podemos poner estorbo nosotros, en oír y habiendo oído, en seguir y obedecer al que llama. Que de los malos dice David que no quisieron entender por no hacer bien. Y en otra parte, que tupieron sus oídos como áspide por no dar entrada a la voz del encanto. Y oído habían, a los que dice otro Psalmo: Hoy, si habéis oído su voz, no queráis endurecer vuestro corazón.

Y ansí acontece que algunos, aunque Dios les envíe trabajos, no advierten que Dios los envía ni a qué fin los envía, y aquestos tales no oyen. Otros hay que lo advierten, mas aunque lo entienden, no se mueven a ir do los llaman, y éstos desobedecen al llamamiento de Dios. Y por contraria manera, los que abren los oídos a Dios para oírle y tienen el corazón blando y dispuesto para ir tras su voz, los que en los azotes oyen el lenguaje divino, y los que sirven a lo que oyen y voluntariamente lo siguen, éstos, como Eliú aquí dice, fenecen sus vidas en bien; porque las remata el descanso y mueren para vivir, y viven, aun antes que mueran, dichosos, y su fin es comienzo de sus bienaventurados y gloriosos deleites.

Mas, al contrario, dice:

12. Si no oyeren, pasarán por espada, y serán consumidos en necedad, esto es, sucederles ha todo al revés; que no fenecerán en bien, sino en desventura; no prolongarán sus días, sino su remate será la brevedad de esta vida; no morirán para vivir, sino para morir más de veras; no pasarán a la gloria y a los deleites, sino a la ignominia y tormentos. Si no oyeren, pasarán por espada. Si no me oyéredes y a ira me moviéredes, el cuchillo tragará vuestras carnes, dice el profeta Esaías. Porque con nombre de cuchillo y de espada significa la Sagrada Escritura la postrera calamidad y miseria.

Si no oyeren, pasarán por espada, y con justa razón, porque no oír a Dios es gran culpa; lo uno, cuando es Él el que habla, a cuya voz habíamos de tener abierta la puerta siempre

(que ¿quién no oye a quien ama?; ¿y quién es más digno de ser amado o que amar ansí nos importa?); lo otro, por la misma cualidad de la voz, que es bañada en amor toda. Ábreme, dice, esposa mía, hermana mía, paloma mía, que traigo llovida mi cabeza, y las guedejas de ella con las gotas de la noche.

Y no sólo blanda, sino ansí clara y sonorosa que, si no es de industria, no se puede pasar; porque si lo consideramos como debemos, nos llama a Sí con cuanto en nosotros hace, y por defuera nos representa. Por la orden que en las criaturas puso nos llama; por la hermosura dellas, y por sus virtudes hechas para nuestro provecho; por el sucederse las noches y días; por las tinieblas y por la luz; por los buenos y malos tiempos; por la salud, por la enfermedad, por las menguas o por los dotes del cuerpo; por el alegría interior, por la abundancia del regalo, por las sequedades y males; por todo nos dice que miremos a Él, que conozcamos su poderosa mano, que sigamos sus leyes y nos dejemos llevar de su gobierno sabio y santísimo.

Pero vamos mas adelante:

13. Y hipócritas provocan a ira, no vocearán cuando los aprisionare. Da razón de lo que agora decía, que, si no oyeren, pasarán por espada. Porque dice ser de hipócritas (y por hipócritas entiende fingidos de corazón, como dice el original a la letra, hombres que en la prosperidad se mostraban buenos con apariencias fingidas, y tenían en el corazón solamente a sí mismos); pues de estos tales, dice, cuando los aprisiona Dios y, con la adversidad los azota, no vocear, esto es, no volver su voz a Él y sus ruegos, ni darse por entendidos que es de Dios el castigo, y que de Él ha de venir el remedio; que es, o no conocer su lenguaje, o endurecerse para nunca seguirle. Pues porque estos sordos y duros son fingidos hipócritas, y aunque confiesan a Dios con la boca, en lo secreto del corazón le aborrecen, por eso provocan la ira de Dios y han de pasar por espada, como arriba decía.

Porque grande ofensa es, un hombre, ni azotado, querer confesarse de culpa, y derrocado, tener ánimos altos, y hollado de Dios, traer bandos con Él, y sujeto, no querer sujetársele, y cuanto es de su parte, el medio de la tribulación, que se escogió para enviarle conocimiento y salud, y volverle en daño suyo y obligar por él a Dios que les destruya y deshaga. Que como en la lucha, cuando el que cae debajo se rinde y pide al vencedor que perdone, la clemencia le da la mano luego y le pone en sus pies; mas si forcejea por mejorarse y, vencido, no quiere conocer que lo es, con eso mismo enciende al contrario en ira, que de nuevo le hiere y maltrata; ansí el furor de Dios se enciende contra los que derrueca para sanarlos, y derrocados forcejean para nunca ser sanos.

Y ansí les sucede lo que luego dice, que:

14. Morirá en tempestad su ánimo dellos, y su vida entre los afeminados. Morir en tempestad es morir antes de tiempo, súbito y de improviso, y antes que la edad se madure; y como las tempestades vienen como sin pensar, en verano, porque el verano es tiempo alegre y sereno, y destruyen antes que se sazonen los frutos, y es mal que viene de golpe y de presto.

Y vese esto ser ansí, por la primera letra que dice: Morirá en su mocedad, y entre los afeminados, adonde se dice por rodeo lo mismo. Porque morir entre afeminados es morir al tiempo que la edad sirve a los deleites torpes, que son los años del hombre, verdes y mozos; y es justa pena de su maleficio que mueran antes de tiempo los que, siendo azotados, no conocen el tiempo de su remedio. Que como el que pone fuerza por ablandar o por enderezar una cosa, si no la endereza, la quiebra, ansí Dios no aguarda más cuando ve que es trabajar sin provecho.

Y, a la verdad, los malos siempre mueren mozos, porque nunca llegan a tener seso de ancianos y, canos son niños; y siempre mueren temprano, porque es breve esta vida, por larga que sea, y no les queda otra después; y siempre acaban sin razón, porque nunca maduran; y siempre su muerte es tempestad y torbellino espantoso, que lo asuela todo de golpe. Estos son los que no dan oídos a Dios.

Mas de los que le oyen, dice:

15. Librará de angustia al pobre y en la tribulación descubrirá la oreja de ellos. Descubrirá la oreja, porque las hará oír y entender, y esto en la tribulación, que como dijimos es excelente maestra.

Dice:

16. También te salvará de boca de angustia; anchura no cimiento so ella, y descanso de tu mesa lleno de grosura. Algunos dicen que muda la persona y que, como quien habla con sólo Job, no habla propiamente con él, sino generalmente con todos, prosiguiendo los bienes que hace Dios a los buenos, afligidos, que se le rinden. Pero los que dicen esto no tienen razón; porque en el verso de arriba, que habla con todos, se dice la misma sentencia, y ansí conviene que en este presente no se repita de balde, sino que se aplique a lo particular. Y además de esto aquella palabra también lo convence, porque tiene gran fuerza y es como si más claro dijese: Y lo que hace Dios con sus pobres, contigo, con cuan desesperado y aborrecible te muestras, también lo hará, si te sujetas a Él.

Y se ve lo mismo en lo que después de esto se sigue, que casi todo se gasta en hablar con sólo Job, y en persuadirle que sufra y se sujete a paciencia. Pues dícele que él también será librado si oyere a Dios en este su azote y le obedeciere y siguiere. Y para persuadírselo más, no dice que será librado ansí, simplemente, sino con palabras que cada una encarece. Dice: También te salvará de boca de angustia. Dice de boca para señalar que estaba lanzado en ella y que la tenía presente. Como diciendo: y ansí no de cualquiera miseria, sino de esa que agora padeces, que te tiene en la boca, que te aprieta y te despedaza.

Y librándote della, ¿qué? Te pasará, dice, a anchura no cimiento so ella, esto es, a un abismo de anchura, como si dijésemos a anchura sin suelo ni término. Porque la anchura que hace Dios cuando le place, en el alma, es un espacio infinito y una plenitud que no se compara. Y el descanso, dice, de tu mesa lleno de grosura. Mesa en estas letras es alegría, es socorro y defensa. Pusiste, dice David, mesa delante de mí contra todos los que me persiguen; o es lugar de acuerdo y consejo. Dice Isaías [Ordena la mesa; atalaya el atalayador, come y bebe; levantad vos los señores; ungid escudo.]

Y conforme a esto dice que estará llena de grosura su mesa porque no habrá falta ni cosa flaca en todo lo que fuere su alegría, su amparo, su descanso y consejo: todo abundante, todo lleno, todo cabal y perfecto; que es una bienandanza cifrada, la cual define: Bien perfeccionado con un amontonamiento de bienes.

Prosigue:

17. Tu causa juzgada como de malo; causa y juicio recobrarás. Y dice tú, que agora eres tratado y condenado como gran malhechor, si mi consejo sigues, si reconoces a Dios y te humillas a Él, saldrás por bueno y por justo, y ganarás este tu pleito perdido, y absolverte ha quien te condena agora; porque la humilde conversión a Dios y el amor para con Él encendido, todo lo repara y recobra.

O si no es esto, dice aquí Eliú una cosa bien diferente, a que ayuda mucho el original, que ansí dice: Juicio de impío cumpliste; causa y juicio se sustentan, o están en pie. Que es acusarle que, si no se rinde a Dios con paciencia en esta calamidad que padece, y si cumple juicio de impío, esto es, si prosigue en lo que ha comenzado y se ha con Dios como los malos hacen, cuando son castigados (que como tiene dicho, ni reconocen su culpa, ni alzan su ánimo a Dios, ni le llaman, ni le suplican, antes se quejan de Él y le acusan, y convierten la medicina que les ordenaba Dios en ponzoña), que si esto hace, o por mejor decir, si en ello persevera e hinche del todo la medida del malo, siguiendo su condición en los trabajos y su estilo y ingenio, que pondrá en pie la causa y juicio, esto es, que justificará más lo que Dios hace con él y apoyará y abonará más su justicia, para que el mundo claramente conozca cuán justamente le destruye Dios, para sacar a luz tanta maldad encubierta.

Pues dice, y prosigue:

18. No te venza ira a ser opresor, ni te incline muchedumbre de dones. Algunos quieren decir que en este verso y el siguiente, que es: Depón tu grandeza sin tribulación, y a todos robustos en fortaleza, no avisa Eliú a Job de lo que hacer debe en su trabajo presente, sino antes le reprende de los desafueros suyos de la vida pasada con que le da agora en rostro; y que no te venza vale tanto como si no te venciera, y ansí lo van repitiendo en esta forma: Si no te venciera, si no te inclinara, si depusieras tu grandeza y si resistieras con fortaleza a los malos (que llaman robustos) como diciendo que padece por esto.

Mas este sentido es ajeno de lo que trata Eliú, el cual, como al principio se demostró, nunca fue de parecer que Job pecara en lo pasado, sino que en lo presente pecaba, no sujetando su juicio al de Dios y pidiéndole cuenta, que, a lo que Eliú colegía, era negar su providencia y justicia. Que es insistir en el consejo mismo de arriba, que sufra su azote con reconocimiento humilde y no se deje vencer de la ira, o con que Dios le castiga, o que se enciende en él por ser castigado, ni le lleve este enojo a ser opresor, esto es, a ser del todo malo, negando la justicia y providencia divina. Ni te incline, dice, muchedumbre de dones; esto es, ni el dolor de los dones y bienes muchos que poseías, de que agora Dios te despoja, te incline a sentir mal de él, como sientes.

O sin duda hay aquí una comparación encubierta, como diciendo: Ansí como el regalo y las mercedes y perdones de Dios nunca han de inclinar a descuido, ansí el castigo y ira suya nunca debe engendrar impaciencia. A que ayudan mucho estas mismas palabras en la manera que el original las escribe que dice ansí: Que ira no te mate en abundancia, y muchedumbre de perdones no te haga declinar.

Antes, dice:

19. Depón tu grandeza sin tribulación, y a todos robustos en fortaleza; esto es, antes esta humilde sujeción y reconocimiento que digo, no sólo cuando estás en miseria, mas en todo tiempo y en toda fortuna lo debes, sin tribulación, y en medio de tu mayor fortaleza. En la prosperidad es justo depongamos nuestra grandeza delante de Él, y en lo más fuerte y más próspero de nuestra vida derroquemos a sus pies todo lo robusto de nuestros pensamientos y bríos.

Bien es verdad que hay otra letra muy diferente, que dice: ¿Por ventura preciará tu clamor, no oro, ni todas las fortalezas poderosas? En que habiendo en lo pasado Eliú avisado a Job, que se humille, le amenaza agora, si no lo hace y si persevera en ser contumaz, que no habrá poder ni intención, ni precio o redención que le salve. Si llevas, dice, tu soberbia impaciencia adelante, cierto puedes estar que Dios no preciará tu clamor, esto es, no preciará el ruego y las voces de ninguno que intercediere y clamare por ti; no estimará oro ni dones, no serán parte con él fortalezas poderosas, esto es, fuerzas ningunas, por grandes y poderosas que sean.

Y con esto conforma bien lo que luego le dice:

20. No alargues la noche, porque no subirán por ellos los pueblos. Porque quiere decirle que no duerma seguro, y como decimos, a sueño suelto, confiando que bastará la comunidad de su pueblo a librarle, aunque se levante y se conjure toda para su defensa.

Y ansí cierra esta su amonestación con aquello en que se suma diciendo:

21. Guarda; no mires a maldad, que comenzaste a seguirla por la afición; esto es, guárdate, no prosigas el mal comenzado y de que tomaste ocasión en la calamidad que padeces, y hiciste tóxico de lo que ordenaba Dios para tu bien y provecho. Y la maldad comenzada era no humillarse a Dios, querer entrar a juicio con Él y penetrar sus consejos y argüirle, a lo que Eliú entendía, de injusto, cosas muy ajenas de la naturaleza de Dios. Y ansí le torna a convidar a que mire quién Dios es, y enséñaselo como con el dedo, diciendo:

22. Ves: Dios alto en fortaleza suya; ¿quién como Él legislador?, o enseñador, como dice otra letra. En que afirma de Dios dos cosas que son claras, y de ellas arguye la tercera por encubierta manera. Afirma que es alto y fuerte de suyo; arguye que es sumo Maestro de saber y de ley; porque ser alto significa ser sabio, que la alteza del lugar es señal de conocimiento en la Sancta Escritura. ¿Quién, dice David, como el Señor nuestro, que mora lo alto y mira a lo bajo en la tierra?

Ansí que ser alto es ser sabio, y ser fuerte es ser poderoso y ser bueno, porque la bondad prevalece. Pues lo que es sabio y fuerte y bueno no puede ser tirano ni injusto, y cuanto uno tiene de lo primero, tan lejos está de esto segundo. Por donde se sigue ser sapientísimo maestro Dios, y legislador justo y rectísimo, pues es alto sobre todo y poderoso más que todas las cosas. Y de estos mismos principios nace que ni podemos ni debemos escudriñar sus juicios.

Y ansí, dice:

23. ¿Quién podrá escudriñar caminos de Él, y quién le dirá: Obraste maldad? Que cierta está la dificultad de alcanzarle siendo tan alto, y la imposibilidad de hallar desigualdad en Él, siendo justo legislador y maestro.


Dice más:

24. Miémbrate que no sabes obra suya, de quien cantaron varones. Que es razón con que le persuade lo que agora ha dicho, esto es, que no presuma de escudriñar los secretos de Dios, ni le pida cuenta y razón de sus hechos; pues no sabe ni conoce estas obras suyas visibles, tratadas, contadas y cantadas por todos; que es argumento fuerte, traído de lo que es más fácil de hacer y no se hace, a lo que es dificultoso y muy arduo.

Miémbrate, dice, esto es, trae a la memoria y advierte que no conoces, ni preguntado sabrías dar razón de esta su obra, que los hombres vemos y traemos en la lengua y la boca, obra que es pública y notoria y que a ninguno se asconde.

Como afirma y añade:

25. Todos los hombres lo vieron, cada uno mira de lejos; porque todos la ven, los de lejos y cerca, porque es esto natural y visible. Mas, aunque la ven y conocen todos, pero todos la miran de lejos, porque ninguno de ellos la penetra y entiende. Y si en esto que conocemos, ninguno entiende los intentos de Dios ni el artificio con que los compuso ni las causas de ser y de no ser que les pidió, ¿qué locura es querer alcanzar sus secretos?

Y ansí, dice:

26. Ves; Dios grande sobre sciencia nuestra, número de sus años innumerable. Como diciendo, de do podrás colegir que Dios vence nuestro saber, y que sería, no grande como es, sino limitado y pequeño, si pudiese de nuestro angosto ingenio ser entendido, y que sería poco su saber, si en lo que hace alcanzásemos siempre los fines que tiene.

Y número, dice, de sus años innumerables. Como vive más que nosotros, sabe más que nosotros; y como su vida ni tuvo principio ni tendrá nunca fin, ve, y alcanza todo lo venidero y pasado, y atiende a todo juntamente y concierta lo que hace con todo; y ansí no pueden ser entendidos sus fines de nosotros, que juzgamos por sólo lo que tenemos presente.

Por manera que de la eternidad de la vida de Dios saca Eliú el conocimiento claro que tiene de todas las diferencias de tiempos y cosas, y de esto infiere que las templa a todas entre sí y las concierta unas con otras y hace de todas ellas una dulce armonía. A lo cual se sigue que nuestra vista corta, y que se extiende apenas a lo descubierto y presente, no puede alcanzarle, y que ansí es gran presunción juzgarle ni querer entrar en cuenta con Él. Y porque hizo memoria de la grandeza y poder que Dios tiene, como por ocasión, diviértese a decir algo de las obras naturales que ha hecho, que demuestran lo mucho que sabe y puede; y dice señaladamente de la lluvia, de las nubes, del relámpago y trueno; y dícelo de manera que son también ejemplos claros y argumentos de su propósito. Porque como Dios suspende unas veces la lluvia, y otras en gran copia la envía, y no sabemos la razón que le mueve ni a lo uno ni a lo otro; y como cubre a tiempos con nubes el cielo, y a tiempos le descubre puro y sereno, y no sabemos la causa, ni de la serenidad ni nublado; y como truena unas veses y lanza rayos, y no sabemos por qué; ansí los días y vida del hombre los gobierna Dios con diferentes sucesos, unos prósperos, otros adversos, unos claros, otros turbios y tristes, y algunos mortales y de postrera calamidad, y no hay que pedirle cuenta ni alcanzar lo que hace, como en lo demás no se alcanza.

Pues dice:

27. Que quitará gotas de lluvia, y derrama lluvia a manera de ríos; esto es, quita el agua cuando quiere, y envíala con abundancia cuando es servido y le place.

La cual lluvia, dice:

28. Manará de nubes, que lo cubren todo por cima, como cuando el agua es general acontece; al revés de cuando es a manchas, que no se extienden ni lo cubren todo las nubes.

Y el extenderlas le es fácil, y por eso dice:

29. Si quisiere extender nubes como pabellón suyo, como si más claro dijese: Extiéndelas cuando quiere, porque las extiende con la facilidad que un pabellón se desplega. O dice esto de pabellón para significar los nublados muy cerrados y negros, cuales suelen ser en los días de calor y de estío; que uno es el nublado de invierno, sosegado y igual, y otro el del estío, súbito y tempestuoso y escuro.

Y ansí dice Eliú que también, si quiere, extiende las nubes como pabellón cerrado y escuro; esto es, que no sólo envía nubes de invierno, sosegadas, sino también, si quiere, turbiones y tempestades de verano.

A lo cual siempre acompaña lo que añade luego:

30. Y relampaguear con lumbre suya de arriba; también cubijará extremos, o raíces de mares. Éstos son los relámpagos que con las nubes del estío vienen, y en medio de su escuridad resplandecen, y su resplandor a manera de culebra torciéndose, en un punto cuela de parte a parte cuanto determina la vista.

Y por eso dice que cubijará raíces de mares, porque llega al parecer hasta donde el mundo se acaba. O dice, que cubijará extremos de mares, porque en el agua aparece como en espejo otro nublado, y su escuridad, y sus relámpagos y resplandor, se pinta en ella semejante y por la misma manera.

Y dice:

31. Que por éstas juzga a pueblos y da mantenimiento a muchos mortales.

Juzga a pueblos, esto es, castiga los pecados comunes por medio de las nubes y de las lluvias de que habla, quitándolas y dando con la sequedad malos años. Y da mantenimiento a muchos mortales, al revés, mandando que llueva; y dice, a muchos, por decir a todos, o por significar con cuán poca cosa sabe hacer y hace tan grande abundancia; que, si se considera, es maravilla grandísima con unas gotas de agua, rociada la tierra, sacar a luz tantas diferencias y tan provechosas de cosas.

Y finalmente concluye, y dice:

32. En manos asconde luz y manda que torne a venir.

33. Anunciaré dello a su amigo, que posesión suya, y que a Él se levanta. Que, según la cualidad y muchas significaciones de las palabras originales, se puede decir también en esta manera: En las encombadas asconde la luz, o la lluvia, y manda sobre ella, por el que ocurre y se opone. Anunciará della a su pastor el ganado, nariz en alto levantando. Y cada una de estas letras tiene conveniente sentido; que, como iba diciendo que por medio del agua y de las nubes castiga los pueblos y da de comer a los hombres, declara luego en qué manera usa de ellas en esto.

Y dice que los castiga ascondiendo, esto es, encerrando, para que no descienda en las nubes, el agua o la luz, que levanta los vapores que llueven, deteniéndola y como apretándola con las manos, para que no los levante. Y dice que los sustenta y mantiene, mandando después que desciendan; lo cual manda por el que ocurre y se opone, conviene a saber, rogándole y suplicándole que lo mande y la envíe. Porque como los pecados de los hombres cierran los cielos y esterilizan los años, como Moisés en el Deuteronomio demuestra, ansí los ruegos de los buenos remedian los temporales y traen la lluvia a su tiempo, como Elías lo hizo.

Y dice aquí la letra primera que desta lluvia que viene, da, conviene a saber, Dios, aviso a su amigo, esto es, al que se opuso pidiéndola; o porque es posesión suya el que lo pidió, que es decir, porque es su amigo, y levantó su corazón y sus ruegos a él; o porque le enseña y demuestra que es negocio que está en su mano sola el levantar el agua y el darla, el asconder la luz y el hacer que se demuestre después.

O en otra manera, y conforme a la letra segunda: Anuncia de ella, esto es, da señales de la lluvia que viene, a su pastor el ganado, movido por instinto natural que Dios en él puso, y las señas son nariz en lo alto levantado. Porque cuando la sazón del tiempo va inclinando a ser húmeda y cuando llover quiere y antes que llueva, los bueyes sienten luego la mudanza del aire, y lo dan a entender alzando en alto la nariz, y abriéndola y atrayendo el aliento para sí con más fuerza. De que dice el poeta:

[Porque o la grulla luego, alzando el vuelo, como el vapor del valle se levanta, le huye, o la becerra, vuelta al cielo, atrae el aire a sí...]

Otras declaraciones diferentes se dan en este lugar; pero ésta, a mi juicio, es la más natural y mejor.
Madrid, 27 de octubre de 1590. 




Job - Fray Luis de León - Capítulo XXXV