Las Fundaciones 31


Epilogo


Jhs

[EPILOGO]



1 Hame parecido poner aquí cómo las monjas de san José de Avila, que fue el primer monasterio que se fundó, cuya fundación está en otra parte escrita y no en este libro, siendo fundado a la obediencia del ordinario, se pasó a la de la Orden.

2 Cuando él se fundó era obispo don Alvaro de Mendoza, el que lo es ahora de Palencia, y todo lo que estuvo en Avila fueron en extremo favorecidas las monjas. Y cuando se le dio la obediencia, entendí yo de nuestro Señor que convenía dársela, y parecióse bien después; porque en todas las diferencias de la Orden tuvimos gran favor en él, y otras muchas cosas que se ofrecieron adonde se vio claro, y nunca él consintió fuesen visitadas de clérigo, ni hacía en aquel monasterio más de lo que yo le suplicaba. De esta manera pasó diecisiete años, pocos más o menos, que no me acuerdo, ni yo pretendía se mudase obediencia.

3 Pasados éstos, diose el obispado de Palencia al obispo de Avila. En este tiempo yo estaba en el monasterio de Toledo, y díjome nuestro Señor que convenía que las monjas de san José diesen la obediencia a la Orden, que lo procurase, porque a no hacer esto, presto vendría en relajamiento de aquella casa. Yo, como había entendido era bien darla al ordinarío, parecía se contradecía; no sabía qué me hacer. Díjelo a mi confesor, que era el que es ahora obispo de Osma, muy gran letrado. Díjome que eso no hacía al caso, que para entonces debía ser menester aquello, y para ahora estotro, y hase visto bien claro ser así verdad en muy muchas cosas, y que él veía estaría mejor aquel monasterio junto con estotros, que no solo.

4 Hízome ir a Avila a tratar de ello. Hallé al obispo de bien diferente parecer, que en ninguna manera estaba en ello. Mas como le dije algunas razones del daño que les podía venir, y él las quería muy mucho, y fue pensando en ellas, y como tiene muy buen entendimiento, y Dios que ayudó, pensó otras razones más pesadas que yo le había dicho, y resolvióse a hacerlo. Aunque algunos clérigos le iban a decir no convenía, no aprovechó.

5 Eran menester los votos de las monjas. A algunas se les hacía muy grave; mas como me querían bien, llegáronse a las razones que les decía, en especial el ver que, faltado el obispo, a quien la Orden debía tanto y yo quería, que no me habían de tener más consigo. Esto les hizo mucha fuerza y así se concluyó cosa tan importante, que todas y todos han visto claro cuán perdida quedaba la casa en hacer lo contrario. Bendito sea el Señor que con tanto cuidado mira lo que toca a sus siervas. Sea por siempre bendito, amén.









Las Fundaciones 31