Gaudium et spes ES 37

Deformacion de la actividad humana por el pecado

37 La Sagrada Escritura, con la que esta de acuerdo la experiencia de los siglos, ensena a la familia humana que el progreso altamente beneficioso para el hombre también encierra, sin embargo, gran tentacion, pues los individuos y las colectividades, subvertida la jerarquia de los valores y mezclado el bien con el mal, no miran mas que a lo suyo, olvidando lo ajeno.

Lo que hace que el mundo no sea ya ambito de una auténtica fraternidad, mientras el poder acrecido de la humanidad esta amenazando con destruir al propio género humano.

A través de toda la historia humana existe una dura batalla contra el poder de las tinieblas, que, iniciada en los origenes del mundo, durara, como dice el Senor, hasta el dia final.

Enzarzado en esta pelea, el hombre ha de luchar continuamente para acatar el bien, y solo a costa de grandes esfuerzos, con la ayuda de la gracia de Dios, es capaz de establecer la unidad en si mismo, a la vez que reconoce que el progreso puede servir a la verdadera felicidad humana, no puede dejar de hacer oir la voz del Apostol cuando dice: No querais vivir conforme a este mundo (
Rm 12,2); es decir, conforme a aquel espiritu de vanidad y de malicia que transforma en instrumento de pecado la actividad humana, ordenada al servicio de Dios y de los hombres.

A la hora de saber como es posible superar tan deplorable miseria, la norma cristiana es que hay que purificar por la cruz y la resurreccion de Cristo y encauzar por caminos de perfeccion todas las actividades humanas, las cuales, a causa de la soberbia y el egoismo, corren diario peligro.

El hombre, redimido por Cristo y hecho, en el Espiritu Santo, nueva criatura, puede y debe amar las cosas creadas por Dios. Pues de Dios las recibe y las mira y respeta como objetos salidos de las manos de Dios. Dandole gracias por ellas al Bienhechor y usando y gozando de las criaturas en pobreza y con libertad de espiritu, entra de veras en posesion del mundo como quien nada tiene y es dueno de todo: Todo es vuestro; vosotros sois de Cristo, y Cristo es de Dios (1Co 3,22-23).

Perfeccion de la actividad humana en el misterio pascual

38 El Verbo de Dios, por quien fueron hechas todas las cosas, hecho El mismo carne y habitando en la tierra, entro como hombre perfecto en la historia del mundo, asumiéndola y recapitulandola en si mismo.

El es quien nos revela que Dios es amor (
1Jn 4,8), a la vez que nos ensena que la ley fundamental de la perfeccion humana, es el mandamiento nuevo del amor. Asi, pues, a los que creen en la caridad divina les da la certeza de que abrir a todos los hombres los caminos del amor y esforzarse por instaurar la fraternidad universal no son cosas inutiles.

Al mismo tiempo advierte que esta caridad no hay que buscarla unicamente en los acontecimientos importantes, sino, ante todo, en la vida ordinaria. El, sufriendo la muerte por todos nosotros, pecadores, nos ensena con su ejemplo a llevar la cruz que la carne y el mundo echan sobre los hombros de los que buscan la paz y la justicia.

Constituido Senor por su resurreccion, Cristo, al que le ha sido dada toda potestad en el cielo y en la tierra, obra ya por la virtud de su Espiritu en el corazon del hombre, no solo despertando el anhelo del siglo futuro, sino alentando, purificando y robusteciendo también con ese deseo aquellos generosos propositos con los que la familia humana intenta hacer mas llevadera su propia vida y someter la tierra a este fin.

Mas los dones del Espiritu Santo son diversos: si a unos llama a dar testimonio manifiesto con el anhelo de la morada celestial y a mantenerlo vivo en la familia humana, a otros los llama para que se entreguen al servicio temporal de los hombres, y asi preparen la materia del reino de los cielos.

Pero a todos les libera, para que, con la abnegacion propia y el empleo de todas las energias terrenas en pro de la vida, se proyecten hacia las realidades futuras, cuando la propia humanidad se convertiran en oblacion acepta a dios.

El Senor dejo a los suyos prenda de tal esperanza y alimento para el camino en aquel sacramento de la fe en el que los elementos de la naturaleza, cultivados por el hombre, se convierten en el cuerpo y sangre gloriosos con la cena de la comunion fraterna y la degustacion del banquete celestial.

Tierra nueva y cielo nuevo

39 Ignoramos el tiempo en que se hara la consumacion de la tierra y de la humanidad. Tampoco conocemos de qué manera se transformara el universo. La figura de este mundo, afeada por el pecado, pasa, pero Dios nos ensena que nos prepara una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia, y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebasar todos los anhelos de paz que surgen en el corazon humano.

Entonces, vencida la muerte, los hijos de Dios resucitaran en Cristo, y lo que fue sembrado bajo el signo de la debilidad y de la corrupcion, se revestira de incorruptibilidad, y, permaneciendo la caridad y sus obras, se veran libres de la servidumbre de la vanidad todas las criaturas, que Dios creo pensando en el hombre.

Se nos advierte que de nada le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde a si mismo.

No obstante, la espera de una tierra nueva no debe amortiguar, sino mas bien aliviar, la preocupacion de perfeccionar esta tierra, donde crece el cuerpo de la nueva familia humana, el cual puede de alguna manera anticipar un vislumbre del siglo nuevo.

Por ello, aunque hay que distinguir cuidadosamente progreso temporal y crecimiento del reino de Cristo, sin embargo, el primero, en cuanto puede contribuir a ordenar mejor la sociedad humana, interesa en gran medida al reino de Dios.

Pues los bienes de la dignidad humana, la union fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo, después de haberlos propagado por la tierra en el Espiritu del Senor y de acuerdo con su mandato, volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y trasfigurados, cuando Cristo entregue al Padre el reino eterno y universal: "reino de verdad y de vida; reino de santidad y gracia; reino de justicia, de amor y de paz".

El reino esta ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Senor, se consumara su perfeccion.


CAPITULO IV - MISION DE LA IGLESIA EN EL MUNDO CONTEMPORANEO


Relacion mutua entre la Iglesia y el mundo

40 Todo lo que llevamos dicho sobre la dignidad de la persona, sobre la comunidad humana, sobre el sentido profundo de la actividad del hombre, constituye el fundamento de la relacion entre la Iglesia y el mundo, y también la base para el mutuo dialogo.

Por tanto, en este capitulo, presupuesto todo lo que ya ha dicho el Concilio sobre el misterio de la Iglesia, va a ser objeto de consideracion la misma Iglesia en cuanto que existe en este mundo y vive y actua con él.

Nacida del amor del Padre Eterno, fundada en el tiempo por Cristo Redentor, reunida en el Espiritu Santo, la Iglesia tiene una finalidad escatologica y de salvacion, que solo en el mundo futuro podra alcanzar plenamente.

Esta presente ya aqui en la tierra, formada por hombres, es decir, por miembros de la ciudad terrena que tienen la vocacion de formar en la propia historia del género humano la familia de los hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar hasta la venida del Senor.

Unida ciertamente por razones de los bienes eternos y enriquecida por ellos, esta familia ha sido "constituida y organizada por Cristo como sociedad en este mundo" y esta dotada de "los medios adecuados propios de una union visible y social".

De esta forma, la Iglesia, "entidad social visible y comunidad espiritual", avanza juntamente con toda la humanidad, experimenta la suerte terrena del mundo, y su razon de ser es actuar como fermento y como alma de la sociedad, que debe renovarse en Cristo y transformarse en familia de Dios.

Esta compenetracion de la ciudad terrena y de la ciudad eterna solo puede percibirse por la fe; mas aun, es un misterio permanente de la historia humana que se ve perturbado por el pecado hasta la plena revelacion de la claridad de los hijos de Dios.

Al buscar su propio fin de salvacion, la Iglesia no solo comunica la vida divina al hombre, sino que ademas difunde sobre el universo mundo, en cierto modo, el reflejo de su luz, sobre todo curando y elevando la dignidad de la persona, consolidando la firmeza de la sociedad y dotando a la actividad diaria de la humanidad de un sentido y de una significacion mucho mas profundos.

Cree la Iglesia que de esta manera, por medio de sus hijos y por medio de su entera comunidad, puede ofrecer gran ayuda para dar un sentido mas humano al hombre a su historia.

La Iglesia catolica de buen grado estima mucho todo lo que en este orden han hecho y hacen las demas Iglesias cristianas o comunidades eclesiasticas con su obra de colaboracion.

Tienen asimismo la firme persuasion de que el mundo, a través de las personas individuales y de toda la sociedad humana, con sus cualidades y actividades, puede ayudarla mucho y de multiples maneras en la preparacion del Evangelio.

Exponense a continuacion algunos principios generales para promover acertadamente este mutuo intercambio y esta mutua ayuda en todo aquello que en cierta manera es comun a la Iglesia y al mundo.

Ayuda que la Iglesia procura prestar a cada hombre

41 El hombre contemporaneo camina hoy hacia el desarrollo pleno de su personalidad y hacia el descubrimiento y afirmacion crecientes de sus derechos. Como a la Iglesia se ha confiado la manifestacion del misterio de Dios, que es el fin ultimo del hombre, la Iglesia descubre con ello al hombre el sentido de la propia existencia, es decir, la verdad mas profunda acerca del ser humano.

Bien sabe la Iglesia que solo Dios, al que ella sirve, responde a las aspiraciones mas profundas del corazon humano, el cual nunca se sacia plenamente con solos los alimentos terrenos. Sabe también que el hombre, atraido sin cesar por el Espiritu de Dios, nunca jamas sera del todo indiferente ante el problema religioso, como los prueban no solo la experiencia de los siglos pasados, sino también multiples testimonios de nuestra época.

Siempre deseara el hombre saber, al menos confusamente, el sentido de su vida, de su accion y de su muerte. La presencia misma de la Iglesia le recuerda al hombre tales problemas; pero es solo Dios, quien creo al hombre a su imagen y lo redimio del pecado, el que puede dar respuesta cabal a estas preguntas, y ello por medio de la Revelacion en su Hijo, que se hizo hombre. El que sigue a Cristo, Hombre perfecto, se perfecciona cada vez mas en su propia dignidad de hombre.

Apoyada en esta fe, la Iglesia puede rescatar la dignidad humana del incesante cambio de opiniones que, por ejemplo, deprimen excesivamente o exaltan sin moderacion alguna el cuerpo humano.

No hay ley humana que pueda garantizar la dignidad personal y la libertad del hombre con la seguridad que comunica el Evangelio de Cristo, confiado a la Iglesia. El Evangelio enuncia y proclama la libertad de los hijos de Dios, rechaza todas las esclavitudes, que derivan, en ultima instancia, del pecado; respeta santamente la dignidad de la conciencia y su libre decision; advierte sin cesar que todo talento humano debe redundar en servicio de Dios y bien de la humanidad; encomienda, finalmente, a todos a la caridad de todos.

Esto corresponde a la ley fundamental de la economia cristiana. Porque, aunque el mismo Dios es Salvador y Creador, e igualmente, también Senor de la historia humana y de la historia de la salvacion, sin embargo, en esta misma ordenacion divina, la justa autonomia de lo creado, y sobre todo del hombre, no se suprime, sino que mas bien se restituye a su propia dignidad y se ve en ella consolidada.

La Iglesia, pues, en virtud del Evangelio que se le ha confiado, proclama los derechos del hombre y reconoce y estima en mucho el dinamismo de la época actual, que esta promoviendo por todas partes tales derechos.

Debe, sin embargo, lograrse que este movimiento quede imbuido del espiritu evangélico y garantizado frente a cualquier apariencia de falsa autonomia. Acecha, en efecto, la tentacion de juzgar que nuestros derechos personales solamente son salvados en su plenitud cuando nos vemos libres de toda norma divina. Por ese camino, la dignidad humano no se salva; por el contrario, perece.

Ayuda que la Iglesia procura dar a la sociedad humana

42 La union de la familia humana cobra sumo vigor y se completa con la unidad, fundada en Cristo, de la familia constituida por los hijos de Dios.

La mision propia que Cristo confio a su Iglesia no es de orden politico, economico o social. El fin que le asigno es de orden religioso. Pero precisamente de esta misma mision religiosa derivan funciones, luces y energias que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana segun la ley divina.

Mas aun, donde sea necesario, segun las circunstancias de tiempo y de lugar, la mision de la Iglesia puede crear, mejor dicho, debe crear, obras al servicio de todos, particularmente de los necesitados, como son, por ejemplo, las obras de misericordia u otras semejantes.

La Iglesia reconoce, ademas, cuanto de bueno se halla en el actual dinamismo social: sobre todo la evolucion hacia la unidad, el proceso de una sana socializacion civil y economica.

La promocion de la unidad concuerda con la mision intima de la Iglesia, ya que ella es "en Cristo como sacramento, o sea signo e instrumento de la union intima con Dios y de la unidad de todo el género humano". (12)

Ensena asi al mundo que la genuina union social exterior procede de la union de los espiritus y de los corazones, esto es, de la fe y de la caridad, que constituyen el fundamento indisoluble de su unidad en el Espiritu Santo.

Ls energias que la Iglesia puede comunicar a la actual sociedad humana radican en esa fe y en esa caridad aplicadas a la vida practica. No radican en el mero dominio exterior ejercido con medios puramente humanos.

Como, por otra parte, en virtud de su mision y naturaleza, no esta ligada a ninguna forma particular de civilizacion humana ni a sistema alguno politico, economico y social, la Iglesia, por esta su universalidad, puede constituir un vinculo estrechisimo entre las diferentes naciones y comunidades humanas, con tal que éstas tengan confianza en ella y reconozcan efectivamente su verdadera libertad para cumplir tal mision.

Por esto, la Iglesia advierte a sus hijos, y también a todos los hombres, a que con este familiar espiritu de hijos de Dios superen todas las desavenencias entre naciones y razas y den firmeza interna a las justas asociaciones humanas.

El Concilio aprecia con el mayor respeto cuanto de verdadero, de bueno y de justo se encuentra en las variadisimas instituciones fundadas ya o que incesantemente se fundan en la humanidad.

Declara, ademas, que la Iglesia quiere ayudar y fomentar tales instituciones en lo que de ella dependa y puede conciliarse con su mision propia.

Nada desea tanto como desarrollarse libremente, en servicio de todos, bajo cualquier régimen politico que reconozca los derechos fundamentales de la persona y de la familia y los imperativos del bien comun.

(12)
LG 1

Ayuda que la Iglesia, a través de sus hijos, procura prestar al dinamismo humano

43 El Concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal y de la ciudad eterna, a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espiritu evangélico. Se equivocan los cristianos que, pretextando que no tenemos aqui ciudad permanente, pues buscamos la futura, consideran que pueden descuidar las tareas temporales, sin darse cuanta que la propia fe es un motivo que les obliga al mas perfecto cumplimiento de todas ellas segun la vocacion personal de cada uno.

Pero no es menos grave el error de quienes, por el contrario, piensan que pueden entregarse totalmente del todo a la vida religiosa, pensando que ésta se reduce meramente a ciertos actos de culto y al cumplimiento de determinadas obligaciones morales.

El divorcio entre la fe y la vida diaria de muchos debe ser considerado como uno de los mas graves errores de nuestra época. Ya en el Antiguo Testamento los profetas reprendian con vehemencia semejante escandalo. Y en el Nuevo Testamento sobre todo, Jesucristo personalmente conminaba graves penas contra él.

No se creen, por consiguiente, oposiciones artificiales entre las ocupaciones profesionales y sociales, por una parte, y la vida religiosa por otra. El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el projimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con dios y pone en peligro su eterna salvacion.

Siguiendo el ejemplo de Cristo, quien ejercio el artesanado, alégrense los cristianos de poder ejercer todas sus actividades temporales haciendo una sintesis vital del esfuerzo humano, familiar, profesional, cientifico o técnico, con los valores religiosos, bajo cuya altisima jerarquia todo coopera a la gloria de Dios.

Compete a los laicos propiamente, aunque no exclusivamente, las tareas y el dinamismo seculares. Cuando actuan, individual o colectivamente, como ciudadanos del mundo, no solamente deben cumplir las leyes propias de cada disciplina, sino que deben esforzarse por adquirir verdadera competencia en todos los campos.

Conscientes de las exigencias de la fe y vigorizados con sus energias, acometan sin vacilar, cuando sea necesario, nuevas iniciativas y llévenlas a buen término. A la conciencia bien formada del seglar toca lograr que la ley divina quede grabada en la ciudad terrena.

De los sacerdotes, los laicos pueden esperar orientacion e impulso espiritual,. Pero no piensen que sus pastores estan siempre en condiciones de poderles dar inmediatamente solucion concreta en todas las cuestiones, aun graves, que surjan. No es ésta su mision. Cumplen mas bien los laicos su propia funcion con la luz de la sabiduria cristiana y con la observancia atenta de la doctrina del Magisterio.

Muchas veces sucedera que la propia concepcion cristiana de la vida les inclinara en ciertos casos a elegir una determinada solucion. Pero podra suceder, como sucede frecuentemente y con todo derecho, que otros fieles, guiados por una no menor sinceridad, juzguen del mismo asunto de distinta manera.

En estos casos de soluciones divergentes aun al margen de la intencion de ambas partes, muchos tienen facilmente a vincular su solucion con el mensaje evangélico. Entiendan todos que en tales casos a nadie le esta permitido reivindicar en exclusiva a favor de su parecer la autoridad de la Iglesia.

Procuren siempre hacerse luz mutuamente con un dialogo sincero, guardando la mutua caridad y la solicitud primordial pro el bien comun.

Los laicos, que desempenan parte activa en toda la vida de la Iglesia, no solamente estan obligados a cristianizar el mundo, sino que ademas su vocacion se extiende a ser testigos de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana.

Los Obispos, que han recibido la mision de gobernar a la Iglesia de DIos, prediquen, juntamente con sus sacerdotes, el mensaje de Cristo, de tal manera que toda la actividad temporal de los fieles quede como inundada por la luz del Evangelio.

Recuerden todos los pastores, ademas, que son ellos los que con su trato y su trabajo pastoral diario exponen al mundo el rostro de la Iglesia, que es el que sirve a los hombres para juzgar la verdadera eficacia del mensaje cristiano.

Con su vida y con sus palabras, ayudados por los religiosos y por sus fieles, demuestren que la Iglesia, aun por su sola presencia, portadora de todos sus dones, es fuente inagotable de las virtudes de que tan necesitado anda el mundo de hoy. Capacitense con insistente afan para participar en el dialogo que hay que entablar con el mundo y con los hombres de cualquier opinion.

Tengan sobre todo muy en el corazon las palabras del Concilio: "Como el mundo entero tiende cada dia mas a la unidad civil, economica y social, conviene tanto mas que los sacerdotes, uniendo sus esfuerzos y cuidados bajo la guia de los Obispos y del Sumo Pontifice, eviten toda causa de dispersion, para que todo el género humano venga a la unidad de la familia de Dios".

Aunque la Iglesia, pro la virtud del Espiritu Santo, se ha mantenido como esposa fiel de su Senor y nunca ha cesado de ser signo de salvacion en el mundo, sabe, sin embargo, muy bien que no siempre, a lo largo de su prolongada historia, fueron todos sus miembros, clérigos o laicos, fieles al espiritu de Dios.

Sabe también la Iglesia que aun hoy dia es mucha la distancia que se da entre el mensaje que ella anuncia y la fragilidad humana de los mensajeros a quienes esta confiado el Evangelio. Dejando a un lado el juicio de la historia sobre estas deficiencias, debemos, sin embargo, tener conciencia de ellas y combatirlas con maxima energia para que no danen a la difusion del Evangelio.

De igual manera comprende la Iglesia cuanto le queda aun por madurar, por su experiencia de siglos, en la relacion que debe mantener con el mundo. Dirigida por el Espiritu Santo, la Iglesia, como madre, no cesa de "exhortar a sus hijos a la purificacion y a la renovacion para que brille con mayor claridad la senal de Cristo en el rostro de la Iglesia".

Ayuda que la Iglesia recibe del mundo moderno

44 Interesa al mundo reconocer a la Iglesia como realidad social y fermento de la historia. De igual manera, la Iglesia reconoce los muchos beneficios que ha recibido de la evolucion historica del género humano.

La experiencia del pasado, el progreso cientifico, los tesoros escondidos en las diversas culturas, permiten conocer mas a fondo la naturaleza humana, abren nuevos caminos para la verdad y aprovechan también a la Iglesia.

Esta, desde el comienzo de su historia, aprendio a expresar el mensaje cristiano con los conceptos y en la lengua de cada pueblo y procuro ilustrarlo ademas con el saber filosofico. Procedio asi a fin de adaptar el Evangelio a nivel del saber popular y a las exigencias de los sabios en cuanto era posible.

Esta aceptacion de la predicacion de la palabra revelada debe mantenerse como ley de toda la evangelizacion. Porque asi en todos los pueblos se hace posible expresar el mensaje cristiano de modo apropiado a cada uno de ellos y al mismo tiempo se fomenta un vivo intercambio entre la Iglesia y las diversas culturas.

Para aumentar este trato sobre todo en tiempos como los nuestros, en que las cosas cambian tan rapidamente y tanto varian los modos de pensar, la Iglesia necesita de modo muy peculiar la ayuda de quienes por vivir en el mundo, sean o no sean creyentes, conocen a fondo las diversas instituciones y disciplinas y comprenden con claridad la razon intima de todas ellas.

Es propio de todo el Pueblo de Dios, pero principalmente de los pastores y de los teologos, auscultar, discernir e interpretar, con la ayuda del Espiritu Santo, las multiples voces de nuestro tiempo y valorarlas a la luz de la palabra divina, a fin de que la Verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma mas adecuada.

La Iglesia, por disponer de una estructura social visible, senal de su unidad en Cristo, puede enriquecerse, y de hecho se enriquece también, con la evolucion de la vida social, no porque le falte en la constitucion que Cristo le dio elemento alguno, sino para conocer con mayor profundidad esta misma constitucion, para expresarla de forma mas perfecta y para adaptarla con mayor acierto a nuestros tiempos.

La Iglesia reconoce agradecida que tanto en el conjunto de su comunidad como en cada uno de sus hijos recibe ayuda variada de parte de los hombres de toda clase o condicion. Porque todo el que promueve la comunidad humana en el orden de la familia, de la cultura, de la vida economico-social, de la vida politica, asi nacional como internacional, proporciona no pequena ayuda, segun el plan divino, también a la comunidad eclesial, ya que ésta depende asimismo de las realidades externas.

Mas aun, la Iglesia confiesa que le han sido de mucho provecho y le pueden ser todavia de provecho la oposicion y aun la persecucion de sus contrarios.

Cristo, alfa y omega

45 La Iglesia, al prestar ayuda al mundo y al recibir del mundo multiple ayuda, solo pretende una cosa: el advenimiento del reino de Dios y la salvacion de toda la humanidad.

Todo el bien que el Pueblo de Dios puede dar a la familia humana al tiempo de su peregrinacion en la tierra, deriva del hecho de que la Iglesia es "sacramento universal de salvacion", que manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre.

El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho, se encarno para que, Hombre perfecto, salvara a todos y recapitulara todas las cosas.

El Senor es el fin de la historia humana, punto de convergencia hacia el cual tienden los deseos de la historia y de la civilizacion, centro de la humanidad, gozo del corazon humano y plenitud total de sus aspiraciones.

EL es aquel a quien el Padre resucito, exalto y coloco a su derecha, constituyéndolo juez de vivos y de muertos.

Vivificados y reunidos en su Espiritu, caminamos como peregrinos hacia la consumacion de la historia humana, la cual coincide plenamente con su amoroso designio: Restaurar en Cristo todo lo que hay en el cielo y en la tierra (
Ep 1,10).

He aqui que dice el Senor: Vengo presto, y conmigo mi recompensa, para dar a cada uno segun sus obras. Yo soy el alfa y la omega, el primero y el ultimo, el principio y el fin (Ap 22,12-13).


SEGUNDA PARTE: ALGUNOS PROBLEMAS MAS URGENTES


Introduccion

46 Después de haber expuesto la gran dignidad de la persona humana y la mision, tanto individual como social, a la que ha sido llamada en el mundo entero, el Concilio, a la luz del Evangelio y de la experiencia humana, llama ahora la atencion de todos sobre algunos problemas actuales mas urgentes que afectan profundamente al género humano.

Entre las numerosas cuestiones que preocupan a todos, haya que mencionar principalmente las que siguen: el matrimonio y la familia, la cultura humana, la vida economico-social y politica, la solidaridad de la familia de los pueblos y la paz.

Sobre cada una de ellas debe resplandecer la luz de los principios que brota de Cristo, para guiar a los cristianos e iluminar a todos los hombres en la busqueda de solucion a tantos y tan complejos problemas.


CAPITULO I - DIGNIDAD DEL MATRIMONIO Y DE LA FAMILIA


El matrimonio y la familia en el mundo actual

47 El bienestar de la persona y de la sociedad humana y cristiana esta estrechamente ligado a la prosperidad de la comunidad conyugal y familiar. Por eso los cristianos, junto con todos lo que tienen en gran estima a esta comunidad, se alegran sinceramente de los varios medios que permiten hoy a los hombres avanzar en el fomento de esta comunidad de amor y en el respeto a la vida y que ayudan a los esposos y padres en el cumplimiento de su excelsa mision; de ellos esperan, ademas, los mejores resultados y se afanan por promoverlos.

Sin embargo, la dignidad de esta institucion no brilla en todas partes con el mismo esplendor, puesto que esta oscurecida por la poligamia, la epidemia del divorcio, el llamado amor libre y otras deformaciones; es mas, el amor matrimonial queda frecuentemente profanado por el egoismo, el hedonismo y los usos ilicitos contra la generacion.

Por otra parte, la actual situacion economico, social-psicologica y civil son origen de fuertes perturbaciones para la familia. En determinadas regiones del universo, finalmente, se observan con preocupacion los problemas nacidos del incremento demografico.

Todo lo cual suscita angustia en las conciencias. Y, sin embargo, un hecho muestra bien el vigor y la solidez de la institucion matrimonial y familiar: las profundas transformaciones de la sociedad contemporanea, a pesar de las dificultades a que han dado origen, con muchisima frecuencia manifiestan, de varios modos, la verdadera naturaleza de tal institucion.

Por tanto el Concilio, con la exposicion mas clara de algunos puntos capitales de la doctrina de la Iglesia, pretende iluminar y fortalecer a los cristianos y a todos los hombres que se esfuerzan por garantizar y promover la intrinseca dignidad del estado matrimonial y su valor eximio.

El caracter sagrado del matrimonio y de la familia

48 Fundada por el Creador y en posesion de sus propias leyes, la intima comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre la alianza de los conyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable. Asi, del acto humano por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente, nace, aun ante la sociedad, una institucion confirmada por la ley divina.

Este vinculo sagrado, en atencion al bien tanto de los esposos y de la prole como de la sociedad, no depende de la decision humana. Pues es el mismo Dios el autor del matrimonio, al cual ha dotado con bienes y fines varios, todo lo cual es de suma importancia para la continuacion del género humano, para el provecho personal de cada miembro de la familia y su suerte eterna, para la dignidad, estabilidad, paz y prosperidad de la misma familia y de toda la sociedad humana.

Por su indole natural, la institucion del matrimonio y el amor conyugal estan ordenados por si mismos a la procreacion y a la educacion de la prole, con las que se cinen como con su corona propia. De esta manera, el marido y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola carne (
Mt 19,6), con la union intima de sus personas y actividades se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su unidad y la logran cada vez mas plenamente.

Esta intima union, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su indisoluble unidad.

Cristo nuestro Senor bendijo abundantemente este amor multiforme, nacido de la fuente divina de la caridad y que esta formado a semejanza de su union con la Iglesia. Porque asi como Dios antiguamente se adelanto a unirse a su pueblo por una alianza de amor y de fidelidad, asi ahora el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacramento del matrimonio.

Ademas, permanece con ellos para que los esposos, con su mutua entrega, se amen con perpetua fidelidad, como El mismo amo a la Iglesia y se entrego por ella. El genuino amor conyugal es asumido en el amor divino y se rige y enriquece por la virtud redentora de Cristo y la accion salvifica de la Iglesia para conducir eficazmente a los conyuges a Dios y ayudarlos y fortalecerlos en la sublime mision de la paternidad y la maternidad.

Por ello los esposos cristianos, para cumplir dignamente sus deberes de estado, estan fortificados y como consagrados por un sacramento especial, con cuya virtud, al cumplir su mision conyugal y familiar, imbuidos del espiritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad, llegan cada vez mas a su propia perfeccion y a su mutua santificacion, y , por tanto, conjuntamente, a la glorificacion de Dios.

Gracias precisamente a los padres, que precederan con el ejemplo y la oracion en familia, los hijos y aun los demas que viven en el circulo familiar encontraran mas facilmente el camino del sentido humano, de la salvacion y de la santidad.

En cuanto a los esposos, ennoblecidos por la dignidad y la funcion de padre y de madre, realizaran concienzudamente el deber de la educacion, principalmente religiosa, que a ellos, sobre todo, compete.

Los hijos, como miembros vivos de la familia, contribuyen, a su manera, a la santificacion de los padres. Pues con el agradecimiento, la piedad filial y la confianza corresponderan a los beneficios recibidos de sus padres y, como hijos, los asistiran en las dificultades de la existencia y en la soledad, aceptada con fortaleza de animo, sera honrada por todos. La familia hara participes a otras familias, generosamente, de sus riquezas espirituales. Asi es como la familia cristiana, cuyo origen esta en el matrimonio, que es imagen y participacion de la alianza de amor entre Cristo y la Iglesia, manifestara a todos la presencia viva del Salvador en el mundo y la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya por el amor, la generosa fecundidad, la unidad y fidelidad de los esposos, ya por la cooperacion amorosa de todos sus miembros.


Gaudium et spes ES 37