Gaudium et spes ES 49

Del amor conyugal

49 Muchas veces a los novios y a los casados les invita la palabra divina a que alimenten y fomenten el noviazgo con un casto afecto, y el matrimonio con un amor unico. Muchos contemporaneos nuestros exaltan también el amor auténtico entre marido y mujer, manifestado de varias maneras segun las costumbres honestas de los pueblos y las épocas.

Este amor, por ser eminentemente humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda la persona, y , por tanto, es capaz de enriquecer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espiritu y de ennoblecerlas como elementos y senales especificas de la amistad conyugal.

El Senor se ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la gracia y la caridad. Un tal amor, asociando a la vez lo humano y lo divino, lleva a los esposos a un don libre y mutuo de si mismos, comprobado por sentimientos y actos de ternura, e impregna toda su vida; mas aun, por su misma generosa actividad crece y se perfecciona.

Supera, por tanto, con mucho la inclinacion puramente erotica, que, por ser cultivo del egoismo, se desvanece rapida y lamentablemente.

Esta amor se expresa y perfecciona singularmente con la accion propia del matrimonio. Por ello los actos con los que los esposos se unen intima y castamente entre si son honestos y dignos, y, ejecutados de manera verdaderamente humana, significan y favorecen el don reciproco, con el que se enriquecen mutuamente en un clima de gozosa gratitud.

Este amor, ratificado por la mutua fidelidad y, sobre todo, por el sacramento de Cristo, es indisolublemente fiel, en cuerpo y mente, en la prosperidad y en la adversidad, y, por tanto, queda excluido de él todo adulterio y divorcio. El reconocimiento obligatorio de la igual dignidad personal del hombre y de la mujer en el mutuo y pleno amor evidencia también claramente la unidad del matrimonio confirmada por el Senor.

Para hacer frente con constancia a las obligaciones de esta vocacion cristiana se requiere una insigne virtud; por eso los esposos, vigorizados por la gracia para la vida de santidad, cultivaran la firmeza en el amor, la magnanimidad de corazon y el espiritu de sacrificio, pidiéndolos asiduamente en la oracion.

Se apreciara mas hondamente el genuino amor conyugal y se formara una opinion publica sana acerca de él si los esposos cristianos sobresalen con el testimonio de su fidelidad y armonia en el mutuo amor y en el cuidado por la educacion de sus hijos y si participan en la necesaria renovacion cultural, psicologica y social en favor del matrimonio y de la familia.

Hay que formar a los jovenes, a tiempo y convenientemente, sobre la dignidad, funcion y ejercicio del amor conyugal, y esto preferentemente en el seno de la misma familia. Asi, educados en el culto de la castidad, podran pasar, a la edad conveniente, de un honesto noviazgo al matrimonio.

Fecundidad del matrimonio

50 El matrimonio y el amor conyugal estan ordenados por su propia naturaleza a la procreacion y educacion de la prole. Los hijos son, sin duda, el don mas excelente del matrimonio y contribuyen sobremanera al bien de los propios padres.

El mismo Dios, que dijo: No es bueno que el hombre esté solo (
Gn 2,18), y que desde el principio ... hizo al hombre varon y mujer (Mt 19,4), queriendo comunicarle una participacion especial en su propia obra creadora, bendijo al varon y a la mujer diciendo: Creced y multiplicaos (Gn 1,28).

De aqui que el cultivo auténtico del amor conyugal y toda la estructura de la vida familiar que de él deriva, sin dejar de lado los demas fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar con fortaleza de espiritu con el amor del Creador y del Salvador, quien por medio de ellos aumenta y enriquece diariamente a su propia familia.

En el deber de transmitir la vida humana y de educarla, lo cual hay que considerar como su propia mision, los conyuges saben que son cooperadores del amor de Dios Creador y como sus intérpretes. Por eso, con responsabilidad humana y cristiana cumpliran su mision y con docil reverencia hacia Dios se esforzaran ambos, de comun acuerdo y comun esfuerzo, por formarse un juicio recto, atendiendo tanto a su propio bien personal como al bien de los hijos, ya nacidos o todavia por venir, discerniendo las circunstancias de los tiempos y del estado de vida tanto materiales como espirituales, y, finalmente, teniendo en cuanta el bien de la comunidad familiar, de la sociedad temporal y de la propia Iglesia.

Este juicio, en ultimo término, deben formarlo ante Dios los esposos personalmente. En su modo de obrar, los esposos cristianos sean conscientes de que no pueden proceder a su antojo, sino que siempre deben regirse por la conciencia, lo cual ha de ajustarse a la ley divina misma, dociles al Magisterio de la Iglesia, que interpreta auténticamente esta ley a la luz del Evangelio.

Dicha ley divina muestra el pleno sentido del amor conyugal, lo protege e impulsa a la perfeccion genuinamente humana del mismo. Asi, los esposos cristianos, confiados en la divina Providencia cultivando el espiritu de sacrificio, glorifican al Creador y tienden a la perfeccion en Cristo cuando con generosa, humana y cristiana responsabilidad cumplen su mision procreadora.

Entre los conyuges que cumplen de este modo la mision que Dios les ha confiado, son dignos de mencion muy especial los que de comun acuerdo, bien ponderado, aceptan con magnanimidad una prole mas numerosa para educarla dignamente.

Pero el matrimonio no ha sido instituido solamente para la procreacion, sino que la propia naturaleza del vinculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que también el amor mutuo de los esposos mismos se manifieste, progrese y vaya madurando ordenadamente.

Por eso, aunque la descendencia, tan deseada muchas veces, falte, sigue en pie el matrimonio como intimidad y comunion total de la vida y conserva su valor e indisolubilidad.

El amor conyugal debe compaginarse con el respeto a la vida humana

51 El Concilio sabe que los esposos, al ordenar armoniosamente su vida conyugal, con frecuencia se encuentran impedidos por algunas circunstancias actuales de la vida, y pueden hallarse en situaciones en las que el numero de hijos, al manos por ciento tiempo, no puede aumentarse, y el cultivo del amor fiel y la plena intimidad de vida tienen sus dificultades para mantenerse.

Cuando la intimidad conyugal se interrumpe, puede no raras veces correr riesgos la fidelidad y quedar comprometido el bien de la prole, porque entonces la educacion de los hijos y la fortaleza necesaria para aceptar los que vengan quedan en peligro.

Hay quienes se atreven a dar soluciones inmorales a estos problemas; mas aun, ni siquiera retroceden ante el homicidio; la Iglesia, sin embargo, recuerda que no puede hacer contradiccion verdadera entre las leyes divinas de la transmision obligatoria de la vida y del fomento del genuino amor conyugal.

Pues Dios, Senor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne mision de conservar la vida, mision que ha de llevarse a cabo de modo digno del hombre. Por tanto, la vida desde su concepcion ha de ser salvaguardada con el maximo cuidado; el aborto y el infanticidio son crimenes abominables.

La indole sexual del hombre y la facultad generativa humana superan admirablemente lo que de esto existe en los grados inferiores de vida; por tanto, los mismos actos propios de la vida conyugal, ordenados segun la genuina dignidad humana, deben ser respetados con gran reverencia.

Cuando se trata, pues, de conjugar el amor conyugal con la responsable transmision de la vida, la indole moral de la conducta no depende solamente de la sincera intencion y apreciacion de los motivos, sino que debe determinarse con criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, criterios que mantienen integro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreacion, entretejidos con el amor verdadero; esto es imposible sin cultivar sinceramente la virtud de la castidad conyugal.

No es licito a los hijos de la Iglesia, fundados en estos principios, ir por caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina reprueba sobre la regulacion de la natalidad.

Tengan todos entendido que la vida de los hombres y la mision de transmitirla no se limita a este mundo, ni puede ser conmensurada y entendida a este solo nivel, sino que siempre mira el destino eterno de los hombres.

El progreso del matrimonio y de la familia, obra de todos

52 La familia es escuela del mas rico humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y mision se requieren un clima de benévola comunicacion y union de propositos entre los conyuges y una cuidadosa cooperacion de los padres en la educacion de los hijos. La activa presencia del padre contribuye sobremanera a la formacion de los hijos; pero también debe asegurarse el cuidado de la madre en el hogar, que necesitan principalmente los ninos menores, sin dejar por eso a un lado la legitima promocion social de la mujer.

La educacion de los hijos ha de ser tal, que al llegar a la edad adulta puedan, con pleno sentido de la responsabilidad, seguir la vocacion, aun la sagrada, y escoger estado de vida; y si éste es el matrimonio, puedan fundar una familia propia en condiciones morales, sociales y economicas adecuadas. Es propio de los padres o de los tutores guiar a los jovenes con prudentes consejos, que ellos deben oir con gusto, al tratar de fundar una familia, evitando, sin embargo, toda coaccion directa o indirecta que les lleve a casarse o a elegir determinada persona.

Asi, la familia, en la que distintas generaciones coinciden y se ayudan mutuamente a lograr una mayor sabiduria y a armonizar los derechos de las personas con las demas exigencias de la vida social, constituye el fundamente de la sociedad. Por ello todos los que influyen en las comunidades y grupos sociales deben contribuir eficazmente al progreso del matrimonio y de la familia.

El poder civil ha de considerar obligacion suya sagrada reconocer la verdadera naturaleza del matrimonio y de la familia, protegerla y ayudarla, asegurar la moralidad publica y favorecer la prosperidad doméstica. Hay que salvaguardar el derecho de los padres a procrear y a educar en el seno de la familia a sus hijos. Se debe proteger con legislacion adecuada y diversas instituciones y ayudar de forma suficiente a aquellos que desgraciadamente carecen del bien de una familia propia.

Los cristianos, rescatando el tiempo presente y distinguiendo lo eterno de lo pasajero, promuevan con diligencia los bienes del matrimonio y de la familia asi con el testimonio de la propia vida como con la accion concorde con los hombres de buena voluntad, y de esta forma, suprimidas las dificultades, satisfaran las necesidades de la familia y las ventajas adecuadas a los nuevos tiempos.

Para obtener este fin ayudaran mucho el sentido cristiano de los fieles, la recta conciencia moral de los hombres y la sabiduria y competencia de las personas versadas en las ciencias sagradas.

Los cientificos, principalmente los biologos, los médicos, los sociologos y los psicologos, pueden contribuir mucho al bien del matrimonio y de la familia y a la paz de las conciencias si se esfuerzan por aclarar mas a fondo, con estudios convergentes, las diversas circunstancias favorables a la honesta ordenacion de la procreacion humana.

Pertenece a los sacerdotes, debidamente preparados en el tema de la familia, fomentar la vocacion de los esposos en la vida conyugal y familiar con distintos medios pastorales, con la predicacion de la palabra de DIos, con el culto liturgico y otras ayudas espirituales; fortalecerlos humana y pacientemente en las dificultades y confortarlos en la caridad para que formen familias realmente espléndidas.

Las diversas obras, especialmente las asociaciones familiares, pondran todo el empeno posible en instruir a los jovenes y a los conyuges mismos, principalmente a los recién casados, en la doctrina y en la accion y en formarlos para la vida familiar, social y apostolica.

Los propios conyuges, finalmente, hechos a imagen de Dios vivo y constituidos en el verdadero orden de personas, vivan unidos, con el mismo carino, modo de pensar idéntico y mutua santidad, para que, habiendo seguido a Cristo, principio de vida, en los gozos y sacrificios de su vocacion por medio de su fiel amor, sean testigos de aquel misterio de amor que el Senor con su muerte y resurreccion revelo al mundo.


CAPITULO II - EL SANO FOMENTO DEL PROGRESO CULTURAL


Introduccion

53 Es propio de la persona humana el no llegar a un nivel verdadera y plenamente humano si no es mediante la cultura, es decir, cultivando los bienes y los valores naturales. Siempre, pues, que se trata de la vida humana, naturaleza y cultura se hallen unidas estrechisimamente.

Con la palabra cultura se indica, en sentido general, todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales; procura someter el mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace mas humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo expresa, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias espirituales y aspiraciones para que sirvan de provecho a muchos, e incluso a todo el género humano.

De aqui se sigue que la cultura humana presenta necesariamente un aspecto historico y social y que la palabra cultura asume con frecuencia un sentido sociologico y etnologico. En este sentido se habla de la pluralidad de culturas. Estilos de vida comun diversos y escala de valor diferentes encuentran su origen en la distinta manera de servirse de las cosas, de trabajar, de expresarse, de practicar la religion, de comportarse, de establecer leyes e instituciones juridicas, de desarrollar las ciencias, las artes y de cultivar la belleza.

Asi, las costumbres recibidas forman el patrimonio propio de cada comunidad humana. Asi también es como se constituye un medio historico determinado, en el cual se inserta el hombre de cada nacion o tiempo y del que recibe los valores para promover la civilizacion humana.


SECCION I.- La situacion de la cultura en el mundo actual


Nuevos estilos de vida

54 Las circunstancia de vida del hombre moderno en el aspecto social y cultural han cambiado profundamente, tanto que se puede hablar con razon de una nueva época de la historia humana. Por ello, nuevos caminos se han abierto para perfeccionar la cultura y darle una mayor expansion.

Caminos que han sido preparados por el ingente progreso de las ciencias naturales y de las humanas, incluidas las sociales; por el desarrollo de la técnica, y también por los avances en el uso y recta organizacion de los medios que ponen al hombre en comunicacion con los demas.

De aqui provienen ciertas notas caracteristicas de la cultura actual: Las ciencias exactas cultivan al maximo el juicio critico; los mas recientes estudios de la psicologia explican con mayor profundidad la actividad humana; las ciencias historicas contribuyen mucho a que las cosas se vean bajo el aspecto de su mutabilidad y evolucion; los habitos de vid ay las costumbres tienden a uniformarse mas y mas; la industrializacion, la urbanizacion y los demas agentes que promueven la vida comunitaria crean nuevas formas de cultura (cultura de masas), de las que nacen nuevos modos de sentir, actuar y descansar; al mismo tiempo, el creciente intercambio entre las diversas naciones y grupos sociales descubre a todos y a cada uno con creciente amplitud los tesoros de las diferentes formas de cultura, y asi poco a poco se va gestando una forma mas universal de cultura, que tanto mas promueve y expresa la unidad del género humano cuanto mejor sabe respetar las particularidades de las diversas culturas.

El hombre, autor de la cultura

55 Cada dia es mayor el numero de los hombres y mujeres, de todo grupo o nacion, que tienen conciencia de que son ellos los autores y promotores de la cultura de su comunidad.

En todo el mundo crece mas y mas el sentido de la autonomia y al mismo tiempo de la responsabilidad, lo cual tiene enorme importancia para la madurez espiritual y moral del género humano. Esto se ve mas claro si fijamos la mirada en la unificacion del mundo y en la tarea que se nos impone de edificar un mundo mejor en la verdad y en la justicia.

De esta manera somos testigos de que esta naciendo un nuevo humanismo, en el que el hombre queda definido principalmente por la responsabilidad hacia sus hermanos y ante la historia.

Dificultades y tareas actuales en este campo

56 En esta situacion no hay que extranarse de que el hombre, que siente su responsabilidad en orden al progreso de la cultura, alimente una mas profunda esperanza, pero al mismo tiempo note con ansiedad las multiples antinomias existentes, que él mismo debe resolver:

¿Qué debe hacerse para que la intensificacion de las relaciones entre las culturas, que deberia llevar a un verdadero y fructuoso dialogo entre los diferentes grupos y naciones, no perturbe la vida de las comunidades, no eche por tierra la sabiduria de los antepasados ni ponga en peligro el genio propio de los pueblos?

¿De qué forma hay que favorecer el dinamismo y la expansion de la nueva cultura sin que perezca la fidelidad viva a la herencia de las tradiciones? Esto es especialmente urgente alli donde la cultura, nacida del enorme progreso de la ciencia y de la técnica se ha de compaginar con el cultivo del espiritu, que se alimenta, segun diversas tradiciones, de los estudios clasicos.

¿Como la tan rapida y progresiva dispersion de las disciplinas cientificas puede armonizarse con la necesidad de formar su sintesis y de conservar en los hombres la facultades de la contemplacion y de la admiracion, que llevan a la sabiduria?

¿Qué hay que hacer para que todos los hombres participen de los bienes culturales en el mundo, si al mismo tiempo la cultura de los especialistas se hace cada vez mas inaccesible y compleja?

¿De qué manera, finalmente, hay que reconocer como legitima la autonomia que reclama para si la cultura, sin llegar a un humanismo meramente terrestre o incluso contrario a la misma religion?

En medio de estas antinomias se ha de desarrollar hoy la cultura humana, de tal manera que cultive equilibradamente a la persona humana integra y ayude a los hombres en las tareas a cuyo cumplimiento todos, y de modo principal los cristianos, estan llamados, unidos fraternalmente en una sola familia humana.


SECCION 2.- Algunos principios para la sana promocion de la cultura


La fe y la cultura

57 Los cristianos, en marcha hacia la ciudad celeste, deben buscar y gustar las cosas de arriba, lo cual en nada disminuye, antes por el contrario, aumenta, la importancia de la mision que les incumbe de trabajar con todos los hombres en la edificacion de un mundo mas humano.

En realidad, el misterio de la fe cristiana ofrece a los cristianos valiosos estimulos y ayudas para cumplir con mas intensidad su mision y, sobre todo, para descubrir el sentido pleno de esa actividad que situa a la cultura en el puesto eminente que le corresponde en la entera vocacion del hombre.

El hombre, en efecto, cuando con el trabajo de sus manos o con ayuda de los recursos técnicos cultiva la tierra para que produzca frutos y llegue a ser morada digna de toda la familia humana y cuando conscientemente asume su parte en la vida de los grupos sociales, cumple personalmente el plan mismo de Dios, manifestado a la humanidad al comienzo de los tiempos, de someter la tierra y perfeccionar la creacion, y al mismo tiempo se perfecciona a si mismo; mas aun, obedece al gran mandamiento de Cristo de entregarse al servicio de los hermanos.

Ademas, el hombre, cuando se entrega a las diferentes disciplinas de la filosofia, la historia, las matematicas y las ciencias naturales y se dedica a las artes, puede contribuir sobremanera a que la familia humana se eleve a los conceptos mas altos de la verdad, el bien y la belleza y al juicio del valor universal, y asi sea iluminada mejor por la maravillosa Sabiduria, que desde siempre estaba con Dios disponiendo todas las cosas con El, jugando en el orbe de la tierra y encontrando sus delicias en estar entre los hijos de los hombres.

Con todo lo cual es espiritu humano, mas libre de la esclavitud de las cosas, puede ser elevado con mayor facilidad al culto mismo y a la contemplacion del Creador. Mas todavia, con el impulso de la gracia se dispone a reconocer al Verbo de Dios, que antes de hacerse carne para salvarlo todo y recapitular todo en El, estaba en el mundo como luz verdadera que ilumina a todo hombre (
Jn 1,9).

Es cierto que el progreso actual de las ciencias y de la técnica, las cuales, debido a su método, no pueden penetrar hasta las intimas esencias de las cosas, puede favorecer cierto fenomenismo y agnosticismo cuando el método de investigacion usado por estas disciplinas se considera sin razon como la regla suprema para hallar toda la verdad.

Es mas, hay el peligro de que el hombre, confiado con exceso en los inventos actuales, crea que se basta a si mismo y deje de buscar ya cosas mas altas.

Sin embargo, estas lamentables consecuencias no son efectos necesarios de la cultura contemporanea ni deben hacernos caer en la tentacion de no reconocer los valores positivos de ésta.

Entre tales valores se cuentan: el estudio de las ciencias y la exacta fidelidad a la verdad en las investigaciones cientificas, la necesidad de trabajar conjuntamente en equipos técnicos, el sentido de la solidaridad internacional, la conciencia cada vez mas intensa de la responsabilidad de los peritos para la ayuda y la proteccion de los hombres, la voluntad de lograr condiciones de vida mas aceptables para todos, singularmente para los que padecen privacion de responsabilidad o indigencia cultural.

Todo lo cual puede aportar alguna preparacion para recibir el mensaje del Evangelio, la cual puede ser informada con la caridad divina por Aquel que vino a salvar el mundo.

Multiples conexiones entre la buena nueva de Cristo y la cultura

58 Multiples son los vinculos que existen entre el mensaje de salvacion y la cultura humana. Dios, en efecto, al revelarse a su pueblo hasta la plena manifestacion de si mismo en el Hijo encarnado, hablo segun los tipos de cultura propios de cada época.

De igual manera, la Iglesia, al vivir durante el transcurso de la historia en variedad de circunstancias, ha empleado los hallazgos de las diversas culturas para difundir y explicar el mensaje de Cristo en su predicacion a todas las gentes, para investigarlo y comprenderlo con mayor profundidad, para expresarlo mejor en la celebracion liturgica y en la vida de la multiforme comunidad de los fieles.

Pero al mismo tiempo, la Iglesia, enviada a todos los pueblos sin distincion de épocas y regiones, no esta ligada de manera exclusiva e indisoluble a raza o nacion alguna, a algun sistema particular de vida, a costumbre alguna antigua o reciente.

Fiel a su propia tradicion y consciente a la vez de la universalidad de su mision, puede entrar en comunion con las diversas formas de cultura; comunion que enriquece al mismo tiempo a la propia Iglesia y las diferentes culturas.

La buena nueva de Cristo renueva constantemente la vida y la cultura del hombre, caido, combate y elimina los errores y males que provienen de la seduccion permanente del pecado. Purifica y eleva incesantemente la moral de los pueblos.

Con las riquezas de lo alto fecunda como desde sus entranas las cualidades espirituales y las tradiciones de cada pueblo y de cada edad, las consolida, perfecciona y restaura en Cristo. Asi, la Iglesia, cumpliendo su mision propia, contribuye, por lo mismo, a la cultura humana y la impulsa, y con su actividad, incluida la liturgica, educa al hombre en la libertad interior.

Hay que armonizar diferentes valores en el seno de las culturas

59 Por las razones expuestas, la Iglesia recuerda a todos que la cultura debe estar subordinada a la perfeccion integral de la persona humana, al bien de la comunidad y de la sociedad humana entera.

Por lo cual es preciso cultivar el espiritu de tal manera que se promueva la capacidad de admiracion, de intuicion, de contemplacion y de formarse un juicio personal, asi como el poder cultivar el sentido religioso, moral y social.

Porque la cultura, pro dimanar inmediatamente de la naturaleza racional y social del hombre, tiene siempre necesidad de una justa libertad para desarrollarse y de una legitima autonomia en el obrar segun sus propios principios.

Tiene, por tanto, derecho al respeto y goza de una cierta inviolabilidad, quedando evidentemente a salvo los derechos de la persona y de la sociedad, particular o mundial, dentro de los limites del bien comun.

El sagrado Sinodo, recordando lo que enseno el Concilio Vaticano I, declara que "existen dos ordenes de conocimiento" distintos, el de la fe y el de la razon; y que la Iglesia no prohibe que "las artes y las disciplinas humanas gocen de sus propios principios y de su propio método.. cada una en su propio campo", por lo cual, "reconociendo esta justa libertad", la Iglesia afirma la autonomia legitima de la cultura humana, y especialmente la de las ciencias.

Todo esto pide también que el hombre, salvados el orden moral y la comun utilidad, pueda investigar libremente la verdad y manifestar y propagar su opinion, lo mismo que practicar cualquier ocupacion, y, por ultimo, que se le informe verazmente acerca de los sucesos publicos.

A la autoridad publica compete no el determinar el caracter propio de cada cultura, sino el fomentar las condiciones y los medios para promover la vida cultural entre todos aun dentro de las minorias de alguna nacion. Por ello hay que insistir sobre todo en que la cultura, apartada de su propio fin, no sea forzada a servir al poder politico o economico.


SECCION 3.- Algunas obligaciones mas urgentes de los cristianos respecto a la cultura


El reconocimiento y ejercicio efectivo del derecho personal a la cultura

60 Hoy dia es posible liberar a muchisimos hombres de la miseria de la ignorancia. Por ello, uno de los deberes mas propios de nuestra época, sobre todo de los cristianos, es el de trabajar con ahinco para que tanto en la economia como en la politica, asi en el campo nacional como en el internacional, se den las normas fundamentales para que se reconozca en todas partes y se haga efectivo el derecho a todos a la cultura, exigido por la dignidad de la persona, sin distincion de raza, sexo, nacionalidad, religion o condicion social.

Es preciso, por lo mismo, procurar a todos una cantidad suficiente de bienes culturales, principalmente de los que constituyen la llamada cultura "basica", a fin de evitar que un gran numero de hombres se vea impedido, por su ignorancia y por su falta de iniciativa, de prestar su cooperacion auténticamente humana al bien comun.

Se debe tender a que quienes estan bien dotados intelectualmente tengan la posibilidad de llegar a los estudios superiores; y ello de tal forma que, en la medida de lo posible, puedan desempenar en la sociedad las funciones, tareas y servicios que correspondan a su aptitud natural y a la competencia adquirida.

Asi podran todos los hombres y todos los grupos sociales de cada pueblo alcanzar el pleno desarrollo de su vida cultural de acuerdo con sus cualidades y sus propias tradiciones.

Es preciso, ademas, hacer todo lo posible para que cada cual adquiera conciencia del derecho que tiene a la cultura y del deber que sobre él pesa de cultivarse a si mismo y de ayudar a los demas. Hay a veces situaciones en la vida laboral que impiden el esfuerzo de superacion cultural del hombre y destruyen en éste el afan por la cultura.

Esto se aplica de modo especial a los agricultores y a los obreros, a los cuales es preciso procurar tales condiciones de trabajo, que, lejos de impedir su cultura humana, la fomenten. Las mujeres ya actuan en casi todos los campos de la vida, pero es conveniente que puedan asumir con plenitud su papel segun su propia naturaleza. Todos deben contribuir a que se reconozca y promueva la propia y necesaria participacion de la mujer en la vida cultural.

La educacion para la cultura integra del hombre

61 Hoy dia es mas dificil que antes sintetizar las varias disciplinas y ramas del saber. Porque, al crecer el acervo y la diversidad de elementos que constituyen la cultura, disminuye al mismo tiempo la capacidad de cada hombre para captarlos y armonizarlos organicamente, de forma que cada vez se va desdibujando mas la imagen del hombre universal.

Sin embargo, queda en pie para cada hombre el deber de conservar la estructura de toda la persona humana, en la que destacan los valores de la inteligencia, voluntad, conciencia y fraternidad; todos los cuales se basan en Dios Creador y han sido sanados y elevados maravillosamente en Cristo.

La madre nutricia de esta educacion es ante todo la familia: en ella los hijos, en un clima de amor, aprenden juntos con mayor facilidad la recta jerarquia de las cosas, al mismo tiempo que se imprimen de modo como natural en el alma de los adolescentes formas probadas de cultura a medida que van creciendo.

Para esta misma educacion las sociedades contemporaneas disponen de recursos que pueden favorecer la cultura universal, sobre todo dada la creciente difusion del libro y los nuevos medios de comunicacion cultural y social.

Pues con la disminucion ya generalizada del tiempo de trabajo aumentan para muchos hombres las posibilidades. Empléense los descansos oportunamente para distraccion del animo y para consolidar la salud del espiritu y del cuerpo, ya sea entregandose a actividades o a estudios libres, ya a viajes por otras regiones (turismo), con los que se afina el espiritu y los hombres se enriquecen con el mutuo conocimiento; ya con ejercicios y manifestaciones deportivas, que ayudan a conservar el equilibrio espiritual, incluso en la comunidad, y a establecer relaciones fraternas entre los hombres de todas las clases, naciones y razas.

Cooperen los cristianos también para que las manifestaciones y actividades culturales colectivas, propias de nuestro tiempo, se humanicen y se impregnen de espiritu cristiano.

Todas estas posibilidades no pueden llevar la educacion del hombre al pleno desarrollo cultural de si mismo, si al mismo tiempo se descuida el preguntarse a fondo por el sentido de la cultura y de la ciencia para la persona humana.

Acuerdo entre la cultura humana y la educacion cristiana

62 Aunque la Iglesia ha contribuido mucho al progreso de la cultura, consta, sin embargo, por experiencia que por causas contingentes no siempre se ve libre de dificultades al compaginar la cultura con la educacion cristiana.

Estas dificultades no danan necesariamente a la vida de fe; por el contrario, pueden estimular la mente a una mas cuidadosa y profunda inteligencia de aquélla. Puesto que los mas recientes estudios y los nuevos hallazgos de las ciencias, de la historia y de la filosofia suscitan problemas nuevos que traen consigo consecuencias practicas e incluso reclaman nuevas investigaciones teologicas.

Por otra parte, los teologos, guardando los métodos y las exigencias propias de la ciencia sagrada, estan invitados a buscar siempre un modo mas apropiado de comunicar la doctrina a los hombres de su época; porque una cosa es el deposito mismo de la fe, o sea, sus verdades, y otra cosa es el modo de formularlas conservando el mismo sentido y el mismo significado.

Hay que reconocer y emplear suficientemente en el trabajo pastoral no solo los principios teologicos, sino también los descubrimientos de las ciencias profanas, sobre todo en psicologia y en sociologia, llevando asi a los fieles y una mas pura y madura vida de fe.

También la literatura y el arte son, a su modo, de gran importancia para la vida de la Iglesia. EN efecto, se proponen expresar la naturaleza propia del hombre, sus problemas y sus experiencias en el intento de conocerse mejor a si mismo y al mundo y de superarse; se esfuerzan por descubrir la situacion del hombre en la historia y en el universo, por presentar claramente las miserias y las alegrias de los hombres, sus necesidades y sus recurso, y por bosquejar un mejor porvenir a la humanidad.

Asi tienen el poder de elevar la vida humana en las multiples formas que ésta reviste segun los tiempos y las regiones.

Por tanto, hay que esforzarse para los artistas se sientan comprendidos por la Iglesia en sus actividades y, gozando de una ordenada libertad, establezcan contactos mas faciles con la comunidad cristiana.

También las nuevas formas artisticas, que convienen a nuestros contemporaneos segun la indole de cada nacion o region, sean reconocidas por la Iglesia. Recibanse en el santuario, cuando elevan la mente a Dios, con expresiones acomodadas y conforme a las exigencias de la liturgia.

De esta forma, el conocimiento de Dios se manifiesta mejor y la predicacion del Evangelio resulta mas transparente a la inteligencia humana y aparece como embebida en las condiciones de su vida.

Vivan los fieles en muy estrecha union con los demas hombres de su tiempo y esfuércense por comprender su manera de pensar y de sentir, cuya expresion es la cultura. Compaginen los conocimientos de las nuevas ciencias y doctrinas y de los mas recientes descubrimientos con la moral cristiana y con la ensenanza de la doctrina cristiana, para que la cultura religiosa y la rectitud de espiritu de las ciencias y de los diarios progresos de la técnica; asi se capacitaran para examinar e interpretar todas las cosas con integro sentido cristiano.

Los que se dedican a las ciencias teologicas en los seminarios y universidades, empénense en colaborar con los hombres versados en las otras materias, poniendo en comun sus energias y puntos de vista. la investigacion teologica siga profundizando en la verdad revelada sin perder contacto con su tiempo, a fin de facilitar a los hombres cultos en los diversos ramos del saber un mas pleno conocimiento de la fe. Esta colaboracion sera muy provechosa para la formacion de los ministros sagrados, quienes podran presentar a nuestros contemporaneos la doctrina de la Iglesia acerca de Dios, del hombre y del mundo, de forma mas adaptada al hombre contemporaneo y a la vez mas gustosamente aceptable por parte de ellos.

Mas aun, es de desear que numerosos laicos reciban una buena formacion en las ciencias sagradas, y que no pocos de ellos se dediquen ex profeso a estos estudios y profundicen en ellos.

Pero para que puedan llevar a buen término su tarea debe reconocerse a los fieles, clérigos o laicos, la justa libertad de investigacion, de pensamiento y de hacer conocer humilde y valerosamente su manera de ver en los campos que son de su competencia.


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