Discursos 2005 7

7 Deseo que la universidad de Silesia en Katowice goce de los abundantes frutos de esta colaboración, que inició hace cuatro años. Pido al señor rector y a todos vosotros, ilustres señores, que transmitáis mi saludo y mi bendición a todos los profesores y alumnos de vuestro ateneo. Que Dios os bendiga.







ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


A UNA DELEGACIÓN ECUMÉNICA DE FINLANDIA


CON OCASIÓN DE LA FIESTA DE SU PATRONO SAN ENRIQUE


Sábado 15 de enero de 2005





Excelencias y queridos amigos de Finlandia:

Con afecto doy la bienvenida a la delegación ecuménica que ha venido a Roma con ocasión de la fiesta de su patrono, san Enrique.

Recuerdo con gozo las numerosas visitas de la delegación ecuménica finlandesa al Vaticano.
Demos gracias por las cordiales relaciones entre la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa finlandesa y la Iglesia luterana evangélica de Finlandia. A lo largo de los años nuestro diálogo se ha fortalecido con visitas mutuas, con oraciones comunes y, de modo especial, con la Declaración conjunta sobre la justificación. Todo esto pone de relieve el significativo progreso que hemos logrado en la búsqueda de la unidad plena entre los cristianos.

Mientras todo el pueblo de Finlandia celebra 850 años de cristianismo, os animo a tener presentes las raíces cristianas de Europa, tan vitales para el futuro del continente. Sobre vosotros y sobre el amado pueblo de Finlandia invoco las abundantes bendiciones de Dios todopoderoso.









ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II


A LOS AGENTES DE LA COMISARÍA


QUE SE HALLA JUNTO AL VATICANO


Sábado 15 de enero de 2005



Señor dirigente;
señores funcionarios y agentes de la comisaría de policía
que prestáis servicio junto al Vaticano:

8 1. Me alegra acogeros y dar a cada uno mi cordial bienvenida. Os saludo con afecto a todos. En particular, saludo al doctor Salvatore Festa, y le agradezco las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Deseo expresaros a vosotros y a vuestras familias mi más sincera felicitación con motivo del año recién iniciado.

¡Ojalá que sea un año sereno, rico especialmente en bendiciones y consolaciones celestiales!

Ciertamente, para los cristianos el don más grande es Jesús, nuestra salvación. En la Eucaristía, ha querido quedarse con nosotros: se ha hecho nuestro "viático", es decir, nuestro alimento espiritual para el camino de la vida. Él nos sostiene en las pruebas y en las dificultades; nos fortalece en la esperanza y en el compromiso de cada día.

2. Durante este año, dedicado en particular a la Eucaristía, todos los fieles están llamados a participar cada vez con mayor fervor en la celebración de la santa misa, especialmente el domingo.
Que también para vosotros, queridos hermanos, la misa dominical constituya una ocasión privilegiada para un encuentro personal con Cristo.

A la vez que os aseguro mi recuerdo en la oración, os renuevo la expresión de mi gratitud y de mi aprecio por el servicio que prestáis con abnegación y fidelidad, y os bendigo de corazón a vosotros y a vuestras familias.

DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II

A UNA REPRESENTACIÓN DE LA SOCIEDAD ITALIANA FERRARI

Lunes 17 de enero de 2005



Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra acogeros a cada uno de vosotros, representantes de la gran "familia" de la Ferrari que, a lo largo de los años, ha cosechado éxitos y trofeos. En particular, me congratulo con vosotros por la victoria en el reciente campeonato mundial.

Os saludo con afecto a todos: dirigentes, pilotos y técnicos, que habéis venido a entregarme el "modelo" del coche de fórmula uno. Saludo especialmente al presidente Luca de Montezemolo, y le agradezco las palabras que me ha dirigido en vuestro nombre. Dirijo un saludo afectuoso a los oficiales, a los obreros y a los que desde Maranello están unidos a nosotros a través de la televisión. A todos llegue mi más cordial saludo.

2. Queridos amigos de la Ferrari, vuestra presencia me brinda la oportunidad de poner de relieve cuán importante es el deporte también en la sociedad actual. La Iglesia considera la actividad deportiva, practicada con pleno respeto de las reglas, un valioso instrumento educativo, especialmente para las jóvenes generaciones.

9 Además, la Ferrari, como acaba de destacar vuestro presidente, es una singular "comunidad de hombres" en la que existe un gran entendimiento. Sus notables resultados deportivos e industriales se deben sobre todo al entusiasmo que deriva del espíritu comunitario. Queridos hermanos, seguid cultivando este estilo de trabajo, y que el crecimiento constante en la solidaridad sea uno de vuestros objetivos principales. Así, difundiréis los valores del deporte y contribuiréis, al mismo tiempo, a construir una sociedad más justa y solidaria.

3. Con estos sentimientos, a la vez que os aseguro a vosotros y a vuestras familias un recuerdo particular en la oración, imparto de buen grado a todos mi bendición.

ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II

A LOS MIEMBROS DE LA FUNDACIÓN "PAVE THE WAY"

Martes 18 de enero de 2005



Queridos amigos:

Con afecto saludo a los miembros de la fundación "Pave the Way" con ocasión de vuestra visita al Vaticano, y agradezco al señor Krupp las amables palabras que me ha dirigido en vuestro nombre.
Este año celebraremos el cuadragésimo aniversario de la declaración Nostra aetate del concilio Vaticano II, que ha contribuido de modo significativo al fortalecimiento del diálogo entre judíos y católicos. Ojalá que esta sea una ocasión para un compromiso renovado en favor de una comprensión y una cooperación mayores al servicio de la construcción de un mundo basado cada vez más firmemente en el respeto a la imagen divina en cada ser humano.

Sobre todos vosotros invoco las abundantes bendiciones del Todopoderoso y, en particular, el don de la paz. Shalom aleichem.

ALOCUCIÓN DEL PAPA JUAN PABLO II

A LOS CAPITULARES DE LA UNIÓN INTERNACIONAL

DE LAS FAMILIAS DE SCHÖNSTATT


Jueves 20 de enero de 2005

. Queridos hermanos y hermanas de la Unión internacional de las familias de Schönstatt:

1. Con motivo de la clausura de vuestro capítulo general habéis venido en peregrinación a Roma para orar ante las tumbas de los Apóstoles y renovar ante el Sucesor de Pedro vuestra fidelidad a la Iglesia. Me alegra vuestra visita y de corazón os doy la bienvenida a la casa del Papa. Ojalá que estos días en la "ciudad eterna" sean un tiempo de gracia, durante el cual todos podáis experimentar la cercanía de Dios y de sus santos.

2. "El futuro de la humanidad se fragua en la familia" (Familiaris consortio ). Os exhorto a una comprensión más profunda del matrimonio y de la familia a la luz de la fe. Es oportuno que precisamente la familia represente el carisma de vuestra Unión. La familia es una "escuela de amor".
10 Por eso, comunicad a los demás vuestro entusiasmo por el matrimonio y la familia. Hoy, más que nunca, la sociedad necesita familias sanas, a fin de salvaguardar el bien común. Si fortalecemos la santa institución del matrimonio y la familia según el plan de Dios, aumentarán el amor y la solidaridad entre los hombres.

3. Queridos hermanos y hermanas, el Año de la Eucaristía es una apremiante invitación a todos vosotros a encontrar "en el sacramento supremo del amor la fuente de toda comunión" (Mensaje para la Jornada mundial de la paz de 2005, n. 12). Redescubrid el grande e inefable don de la Eucaristía. Así podréis "vivir plenamente la belleza y la misión de la familia" (Mane nobiscum Domine, 30).

Por intercesión de la Mater ter admirabilis os imparto de corazón la bendición apostólica.

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS PARTICIPANTES EN LA REUNIÓN

DE LA PONTIFICIA COMISIÓN PARA AMÉRICA LATINA


Viernes 21 de enero de 2005





Señores Cardenales,
Queridos hermanos en el episcopado:

1. Con inmenso gozo os saludo a todos, Consejeros y Miembros de la Pontificia Comisión para América Latina, participantes en esta Reunión Plenaria, que tiene como tema: “La Misa dominical, centro de la vida cristiana en América Latina”. Vuestro Continente ocupa un lugar muy especial en mi corazón, tanto por el gran número de católicos como por la vitalidad religiosa que caracteriza a los países que lo integran. Personalmente conservo un grato recuerdo de mis visitas pastorales a vuestras tierras.

Agradezco mucho al Cardenal Giovanni Battista Re las amables y expresivas palabras que me ha dirigido presentándome los trabajos de estos días.

2. Me complace que en ese año dedicado a la Eucaristía, hayáis querido reflexionar acerca de las diversas iniciativas para “redescubrir y vivir plenamente el domingo como día del Señor y día de la Iglesia” (Carta apostólica Mane Nobiscum Domine, 3). No ha sido la Iglesia quien ha elegido este día, sino el mismo Cristo Resucitado, y por ello, los fieles deben acogerlo con gratitud, haciendo del domingo el signo de su fidelidad al Señor y un elemento irrenunciable de la vida cristiana.

3. Ya en mi Carta apostólica Dies Domini escribí: “es de importancia capital que cada fiel esté convencido de que no puede vivir su fe, con la participación plena en la vida de la comunidad cristiana, sin tomar parte regularmente en la asamblea de la eucaristía dominical”. Participar en la Misa dominical no es sólo una obligación importante, como señala claramente el Catecismo de la Iglesia Católica (cf. 1389), sino, ante todo, una exigencia profunda de cada fiel. No se puede vivir la fe sin participar habitualmente en la Misa dominical, sacrificio de redención, banquete común de la Palabra de Dios y del Pan eucarístico, corazón de la vida cristiana.

4. La importancia del tema exige de nosotros, Pastores de la Iglesia, un renovado esfuerzo por hacer descubrir la centralidad del domingo en la vida eclesial y social de los hombres y mujeres de hoy. Para todos los Obispos y sacerdotes es un reto convocar a los fieles a una constante participación en la Eucaristía dominical, encuentro con Cristo vivo.

11 Por ello es necesario concentrar los esfuerzos en una mejor y más cuidada instrucción y catequesis de los fieles sobre la Eucaristía, así como velar para que la celebración sea digna y decorosa, de modo que inspire respeto verdadero y piedad auténtica ante la grandeza del Misterio Eucarístico.

La Misa dominical debe ser convenientemente preparada por el celebrante, con su disposición espiritual, traslucida después en los gestos y palabras y preparando convenientemente la homilía. Especial atención también hay que dedicar a la selección y preparación de los cantos, signos y otros recursos que enriquecen la liturgia, siempre dentro del respeto debido a la normas establecidas, valorando toda la riqueza espiritual y pastoral del Misal Romano y las disposiciones propuestas por la Congregación para el Culto divino y la disciplina de los Sacramentos.

5. Os invito, pues, a que, en unión con los sacerdotes, religiosos y fieles, pongáis el mayor empeño en reflexionar y profundizar en esta dimensión esencial de la vida sacramental de la Iglesia y trabajéis para despertar un amor cada vez más grande por el Misterio eucarístico en las diócesis. No es una tarea fácil, y por ello se requiere la colaboración de todos: presbíteros y diáconos, consagrados y fieles que están presentes en las parroquias o pertenecen a asociaciones o movimientos eclesiales. ¡Aceptad la colaboración de todos, unid los esfuerzos y trabajad en comunión!

6. Pongo todos estos deseos y los propósitos surgidos en esta Reunión Plenaria a los pies de la Santísima Virgen María, venerada en toda América con la advocación de Guadalupe. A Ella debemos imitar en su relación con este Santísimo Sacramento (cf. Carta apostólica Mane Nobiscum Domine, 31). Que Ella interceda por los frutos de las reflexiones de estos días, de modo que las conclu­siones alcanzadas, se plasmen en una acción más decidida y firme por hacer que cada vez más los fieles amen a Jesús, presente en la Eucaristía, y aprovechen los frutos de incalculable valor que pueden obtener por su participación en este Misterio.

Con estos sentimientos, os imparto de corazón la Bendición Apostólica.

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS PARTICIPANTES EN LA ASAMBLEA PLENARIA

DEL CONSEJO PONTIFICO PARA LA PASTORAL DE LA SALUD



Viernes 21 de enero de 2005




Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
amadísimos hermanos y hermanas:

1. Os dirijo mi saludo cordial. Saludo con particular agradecimiento al cardenal Javier Lozano Barragán, que se ha hecho intérprete de los sentimientos comunes.

Vuestra asamblea plenaria coincide con la celebración del vigésimo aniversario de la fundación del Consejo pontificio para la pastoral de los agentes sanitarios, instituido en 1985 con el motu proprio Dolentium hominum.Por tanto, esta es una ocasión muy propicia para dar gracias al Señor por el bien realizado durante estos años por el Consejo pontificio al servicio de la difusión del evangelio de la esperanza cristiana en el vasto mundo de los que sufren y de quienes están llamados a asistir a los que sufren.

2. Además, este momento es para vosotros un estímulo eficaz para un renovado compromiso de poner en práctica vuestros programas para "difundir, explicar y defender las enseñanzas de la Iglesia en materia de sanidad y favorecer su penetración en la práctica sanitaria", como afirma el motu proprio Dolentium hominum (n. 6). En efecto, corresponde al dicasterio la tarea de orientar, sostener y animar lo que en este campo promueven las Conferencias episcopales, las organizaciones e instituciones católicas de los profesionales de la medicina y de la promoción de la salud.

12 A este respecto, es consolador pensar en toda la obra pastoral que el dicasterio puede realizar con una animación armoniosa y específica, en colaboración con las Conferencias episcopales y los organismos católicos, "para difundir una información ético-religiosa cada vez mejor de los agentes sanitarios cristianos en el mundo, teniendo en cuenta las diferentes situaciones y los problemas específicos que deben afrontar en el desempeño de su profesión (...) para salvaguardar valores y derechos esenciales relacionados con la dignidad y el destino supremo de la persona humana" (Dolentium hominum, 5).

La Iglesia, en su acción pastoral, está llamada a afrontar los interrogantes más delicados e ineludibles que surgen en el corazón humano ante el sufrimiento, la enfermedad y la muerte. La fe en Cristo muerto y resucitado puede brindar a esos interrogantes el consuelo de la esperanza que no defrauda.

El mundo actual, que a menudo no posee la luz de esta esperanza, sugiere soluciones de muerte. De aquí la urgencia de promover una nueva evangelización y un fuerte testimonio de fe activa en estas amplias áreas secularizadas.

3. Por tanto, el Consejo pontificio hace bien en centrar sus reflexiones y sus programas en la santificación del momento de la enfermedad y en el papel especial que desempeña el enfermo en la Iglesia y en la familia en virtud de la presencia viva de Cristo en toda persona que sufre. Desde este punto de vista, el Año dedicado a la Eucaristía se presenta como una ocasión oportuna para un compromiso pastoral más intenso en la administración tanto del viático como de la unción de los enfermos. Al configurar plenamente al enfermo con Cristo muerto y resucitado, estos sacramentos permiten al enfermo mismo y a la comunidad de los creyentes experimentar el consuelo que viene de la esperanza sobrenatural.

El enfermo, iluminado oportunamente por la palabra del sacerdote y de quien le ayuda, puede descubrir con alegría la misión particular que se le ha confiado en la Iglesia, Cuerpo místico: en unión con Cristo sufriente puede cooperar en la salvación de la humanidad, confirmando su oración con el ofrecimiento del sufrimiento (cf. Col
Col 1,24).

4. Por lo demás, esto no debe dispensar a los responsables de la Iglesia de prestar una atención estimulante y activa a las estructuras donde el enfermo sufre a veces formas de marginación y de carencia de apoyo social. Esta atención debe extenderse también a las áreas del mundo donde los enfermos más necesitados, a pesar de los progresos de la medicina, carecen de medicamentos y de asistencia adecuada.

Asimismo, la Iglesia debe manifestar una solicitud particular por las zonas del mundo donde los enfermos de sida se ven privados de asistencia. Para ellos se ha creado de modo especial la fundación "El Buen Samaritano", que tiene por finalidad contribuir a ayudar a las poblaciones más afectadas con el necesario apoyo de subsidios terapéuticos.

Las obras de evangelización, la actividad de formación de las conciencias y el testimonio de caridad que vuestro dicasterio promueve en el mundo constituyen una valiosa contribución no sólo para consolar a los que sufren, sino también para orientar a las mismas sociedades civiles hacia las metas exigentes de la civilización del amor.

5. Por tanto, amadísimos hermanos y hermanas, os agradezco todo el trabajo realizado durante estos años y os exhorto a proseguir con renovado impulso. Sabéis que estoy constantemente cerca de vosotros y os acompaño en los compromisos de vuestro dicasterio con mi oración y con mi plena confianza en la entrega con que realizáis vuestras importantes tareas. Os aliento en ellas y, para confortaros en vuestro trabajo, os imparto una especial bendición apostólica, con la que quiero abrazar también a todos los que se benefician de vuestro trabajo.

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LA SEÑORA MONIQUE PATRICIA ANTOINETTE FRANK,

NUEVA EMBAJADORA DE LOS PAÍSES BAJOS


ANTE LA SANTA SEDE


Sábado 22 de enero de 2005



Señora embajadora:

13 1. Me alegra acoger a su excelencia con ocasión de la presentación de las cartas que la acreditan como embajadora extraordinaria y plenipotenciaria del reino de los Países Bajos ante la Santa Sede.

Le doy vivamente las gracias por haberme transmitido el cordial mensaje de su majestad la reina Beatriz, y ruego que al volver le exprese mis mejores deseos para su persona y para la familia real, así como para todo el pueblo holandés.

2. Cada día, las noticias del mundo recuerdan a todos la necesidad imperiosa de construir un futuro de paz entre los hombres y, para lograrlo, de consolidar un orden internacional estable, y garantizado especialmente mediante una mejor distribución de los recursos a nivel internacional y mediante una política activa de ayuda al desarrollo. Como ha destacado usted, señora embajadora, su país ha debido afrontar recientemente nuevas tensiones, originadas por la rápida transformación de nuestras sociedades, en un mundo cada vez más abierto a la diversidad de las culturas. También se nota la necesidad y la urgencia de un diálogo profundo entre los diferentes grupos que componen la nación, para que todos aprendan a conocerse y a respetarse. Esta apertura a los demás es indispensable para superar las fronteras de cada grupo, como recordé en mi Mensaje para la celebración de la Jornada mundial de la paz del 1 de enero de 2001: "Para que el sentido de pertenencia cultural no se transforme en cerrazón, un antídoto eficaz es el conocimiento sereno, no condicionado por prejuicios negativos, de las otras culturas" (n. 7). Con esta condición, será posible establecer relaciones pacíficas entre las diferentes comunidades, a fin de construir todos juntos el edificio común de la nación.

3. Para asegurar una contribución fuerte de la Iglesia católica a este proceso que prepara en cierto modo "una nueva cultura política" (Mensaje para la celebración de la Jornada mundial de la paz del 1 de enero de 2005, n. 10), hace casi tres años tomé de nuevo la iniciativa de reunir en Asís a representantes de las grandes religiones del mundo, a fin de manifestar juntos nuestra voluntad común de paz; los exhorté a suscitar un diálogo profundo entre todas las religiones, y les pedí, en particular, que renuncien absolutamente a toda legitimación del recurso a la violencia por motivos religiosos y, más aún, que la condenen explícitamente. Desde entonces, la Santa Sede se ha comprometido a promover, en todos los niveles, un auténtico diálogo interreligioso, invitando a los cristianos, en todas las sociedades donde viven, a actuar con este mismo espíritu, como artífices de paz y de diálogo, sobre todo con los fieles de las demás religiones con los cuales viven. Sé que la Iglesia católica en los Países Bajos se ha expresado recientemente en este sentido mediante la voz de sus obispos, y yo les aseguro todo mi apoyo en esta ocasión.

4. Usted, excelencia, ha subrayado el papel tan importante que desempeña su país en la lucha contra el hambre y la pobreza en el mundo, y su compromiso en favor del desarrollo y la asistencia sanitaria entre poblaciones particularmente expuestas al drama de pandemias, como el sida, que se ha extendido tan rápidamente en África, provocando innumerables víctimas. Como usted sabe, la Santa Sede considera que, para combatir esta enfermedad de modo responsable, es necesario ante todo aumentar la prevención, principalmente a través de la educación en el respeto al valor sagrado de la vida y de la formación en el ejercicio correcto de la sexualidad, que supone castidad y fidelidad. A petición mía, la Iglesia se ha movilizado también en favor de las víctimas y, especialmente, para que se les asegure el acceso a la asistencia y a los medicamentos necesarios a través de numerosos centros de tratamiento.

Los Países Bajos acaban de asumir la presidencia de la Unión europea, en el momento en que esta acoge nuevos países en su seno y cuando se preparan nuevas adhesiones. La Santa Sede siempre ha seguido y estimulado el proyecto europeo como una aportación constructiva a la paz en el mismo continente, pero también en otras partes, considerándola como una perspectiva de cooperación para otras regiones del mundo. Como pedí insistentemente en mi reciente Mensaje para la celebración de la Jornada mundial de la paz del 1 de enero de 2005 (n. 10), exhorto a los Gobiernos de la Unión europea a realizar juntos nuevos esfuerzos en favor del desarrollo, especialmente en África, continente vecino y tan cercano a Europa por los vínculos de la historia, estableciendo acuerdos de verdadera cooperación y colaboración.

5. Desde hace varios años, la sociedad holandesa, marcada por el fenómeno de la secularización, se ha comprometido en una política nueva en materia de legislación relativa al comienzo y al fin de la vida humana. En este caso, la Santa Sede ha manifestado claramente su posición, invitando a los católicos de los Países Bajos a testimoniar cada vez más su fidelidad al respeto absoluto de la persona humana, desde su concepción hasta su muerte natural. Invito una vez más a las autoridades y al personal médico, así como a todas las personas que desempeñan un papel educativo, a evaluar la gravedad de estas cuestiones y, por tanto, la importancia de las opciones que implican, para construir una sociedad cada vez más atenta a las personas y a su dignidad.

Los jóvenes de su país, que pueden vivir en paz en el seno de la Unión europea desde hace diversas generaciones y aspiran a un desarrollo y a un bienestar legítimos, para prepararse a las responsabilidades que tendrán el día de mañana necesitan recibir una educación sólida, que desarrolle y unifique su personalidad, fortaleciendo en ellos "el hombre interior", según la hermosa expresión del apóstol san Pablo (cf. Ef
Ep 3,16), y que los abra especialmente al encuentro con los demás, en una sociedad cada vez más cosmopolita y multicultural. La Iglesia católica, que siempre ha prestado gran atención a la juventud, seguirá preocupándose de la educación integral de los jóvenes y estará dispuesta a aportar su contribución a los esfuerzos que toda la nación realice en este sentido.

6. A través de usted, excelencia, me alegra saludar a la comunidad católica de los Países Bajos y a sus pastores. Sé que está profundamente comprometida en la vida de su país, atenta a la evolución de la sociedad y decidida a aportar su plena contribución al bien común, dando testimonio de lo que cree y espera, y esforzándose por vivir de acuerdo con el mandamiento del amor, recibido de su Señor. La animo a esforzarse en particular por promover cada día el diálogo tanto entre las personas como entre los grupos que componen la sociedad, especialmente en las grandes aglomeraciones urbanas, donde la complejidad de las relaciones humanas puede dar origen a grandes soledades. La exhorto también a ponerse sin reservas al servicio de los más débiles, a menudo marginados en las sociedades modernas marcadas por la competencia económica y social.

7. Señora embajadora, inicia hoy la noble misión de representar a su país ante la Santa Sede. Le expreso mis más cordiales deseos de éxito, y tenga la seguridad de que en mis colaboradores siempre encontrará la comprensión y el apoyo necesarios.

Sobre su excelencia, sobre su familia, sobre todos sus colaboradores y sobre todos sus compatriotas, invoco de corazón la abundancia de las bendiciones divinas

ALOCUCIÓN DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS SUPERIORES Y ALUMNOS

DEL ALMO COLEGIO CAPRÁNICA


14

Sábado 22 de enero de 2005

. Señor cardenal;
amadísimos alumnos del Almo Colegio Capránica:

1. Con alegría os acojo, también este año, con ocasión de la fiesta de Santa Inés, vuestra patrona celestial. Os saludo cordialmente a cada uno. En primer lugar, saludo al cardenal Camillo Ruini y le agradezco las palabras de devoción filial y de cercanía espiritual que me ha dirigido en vuestro nombre. Saludo a vuestro rector, monseñor Ermenegildo Manicardi, a los superiores, a los ex alumnos y a cuantos colaboran en vuestra formación, queridos alumnos, comprometidos en el camino educativo propuesto por la Iglesia como preparación para el ministerio ordenado.
En los años que pasáis dentro del Colegio, la gracia del Señor moldea vuestra personalidad con vistas a una presencia eficaz en la comunidad cristiana y en la sociedad.

2. Para realizar un buen discernimiento, es indispensable el diálogo intenso y confiado, aunque en diversos niveles, con los superiores y los condiscípulos. Además, es necesaria una constante atención a las expectativas de la Iglesia y del mundo y, especialmente, de los pobres.

Sed fieles a la tradición cristiana, haciendo vuestros, de modo particular, los principales valores típicos de la familia del colegio Capránica. Además de estudiar las ciencias teológicas, cultivad la meditación de la palabra de Dios y un intenso coloquio personal con Jesús, nuestro divino Maestro.
Que sea sobre todo la Eucaristía el punto de referencia de vuestra vida. Este sacramento, "el compendio y la suma de nuestra fe" (Catecismo de la Iglesia católica CEC 1327), ha de ser, en la realidad de todos los días, el manantial de gracia del que brote vuestra actividad y la cima de perfección a la que tendáis constantemente.

3. Hace veinticinco años visité vuestro Almo Colegio. Habéis querido recordar ese acontecimiento con un reciente congreso dedicado a la teología del sacerdocio y a las formas históricas que, desde el comienzo, han caracterizado el itinerario formativo de vuestro colegio. Ojalá que también este significativo aniversario constituya para vosotros un estímulo ulterior para crecer en la comunión con el Sucesor de Pedro y en el amor a la Iglesia.

Que la Virgen María, Madre de la Eucaristía, y la querida santa Inés, esposa mística del Cordero, os sostengan con su intercesión y su ejemplo.

De corazón imparto a todos mi bendición.

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS OBISPOS ESPAÑOLES EN VISITA "AD LIMINA"

15

Lunes 24 de enero de 2005

: Queridos hermanos en el Episcopado:

1. Con gusto os recibo, Pastores de la Iglesia de Dios que peregrina en España, integrantes del primer grupo que viene a Roma para realizar la visita Ad limina y fortalecer los vínculos estrechísimos que os unen con esta Sede Apostólica.

Saludo con afecto al Señor Cardenal Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, con sus tres Obispos auxiliares; al Arzobispo de Toledo y Primado de España, con sus dos Obispos auxiliares; al Arzobispo Castrense y a los Arzobispos de Burgos, Oviedo, Valladolid, Zaragoza, Mérida-Badajoz y a los Obispos sufragáneos de estas sedes metropolitanas y de la de Pamplona, a cuyo Arzobispo deseo una pronta recuperación. A través vuestro mi saludo quiere llegar con afecto y estima a los sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles de vuestras Iglesias particulares.

Agradezco cordialmente las amables palabras que me ha dirigido, en nombre de todos, el Señor Cardenal Antonio María Rouco Varela, presentándome las inquietudes y esperanzas de vuestra acción pastoral, en la que con fortaleza ejercéis el ministerio guiando al Pueblo de Dios por el camino de la salvación y proclamando con vigor los principios de la fe católica para una mayor formación de los fieles.

2. España es un país de profunda raigambre cristiana. La fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia han acompañado la vida de los españoles en su historia y han inspirado sus actuaciones a lo largo de los siglos. La Iglesia en vuestra Nación tiene una gloriosa trayectoria de generosidad y sacrificio, de fuerte espiritualidad y altruismo y ha ofrecido a la Iglesia universal numerosos hijos e hijas que han sobresalido a menudo por la práctica de las virtudes en grado heroico o por su testimonio martirial. Yo mismo he tenido el gozo de canonizar o beatificar a numerosos hijos e hijas de España.

En mi Carta apostólica Tertio millennio adveniente propuse el estudio, actualización y presentación a los fieles del “patrimonio de santidad” (n. 37), seguro de que en esta hora histórica será una preciosa y valiosa ayuda para los pastores y fieles como punto de referencia en su vida cristiana, tanto más cuanto que muchos de los retos y problemas aún presentes en vuestra Nación ya existieron en otros momentos, siendo los santos quienes dieron brillante respuesta con su amor a Dios y al prójimo. Las vivas raíces cristianas de España, como puse de relieve mi última Visita pastoral en mayo de 2003, no pueden arrancarse, sino que han de seguir nutriendo el crecimiento armónico de la sociedad.

3. Vuestras relaciones quinquenales evidencian la preocupación por la vitalidad de la Iglesia y los retos y dificultades a afrontar. En los últimos años, en Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha, Castilla-León, Extremadura, Madrid, Navarra y el País Vasco, regiones donde ejercéis la caridad pastoral guiando al Pueblo de Dios, han cambiado muchas cosas en el ámbito social, económico y también religioso, dando paso a veces la indiferencia religiosa y a un cierto relativismo moral, que influyen en la práctica cristiana y que afecta consiguientemente a las estructuras sociales mismas.

Algunas zonas viven en la abundancia mientras otras tienen graves carencias. En ocasiones, lo que fueron fuentes de riqueza en tiempos anteriores –por ejemplo, la producción minera y siderúrgica, la construcción naval, diversas empresas- sufren un cierto declive ante el cual hace falta mantener la esperanza. En algunas partes se vive la confrontación social por un recurso natural: el agua; siendo ésta un bien común no se puede despilfarrar ni olvidar el deber solidario de compartir su uso. Las riquezas no pueden ser monopolio de quienes disponen de ellas, ni la desesperación o la aversión pueden justificar ciertas acciones incontroladas de quienes carecen de las mismas.

4. En el ámbito social se va difundiendo también una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública. Esto no forma parte de la tradición española más noble, pues la impronta que la fe católica ha dejado en la vida y la cultura de los españoles es muy profunda para que se ceda a la tentación de silenciarla. Un recto concepto de libertad religiosa no es compatible con esa ideología, que a veces se presenta como la única voz de la racionalidad. No se puede cercenar la libertad religiosa sin privar al hombre de algo fundamental.

En el contexto social actual están creciendo las nuevas generaciones de españoles, influenciadas por el indiferentismo religioso, la ignorancia de la tradición cristiana con su rico patrimonio espiritual, y expuestas a la tentación de un permisivismo moral. La juventud tiene derecho, desde el inicio de su proceso formativo, a ser educada en la fe. La educación integral de los más jóvenes no puede prescindir de la enseñanza religiosa también en la escuela, cuando lo pidan los padres, con una valoración académica acorde con su importancia. Los poderes públicos, por su parte, tienen el deber de garantizar este derecho de los padres y asegurar las condiciones reales de su efectivo ejercicio, como está recogido en los Acuerdos Parciales entre España y la Santa Sede de 1979, actualmente en vigor.


Discursos 2005 7