Discursos 2005 31

31 En el rito de la santa misa, muchos elementos ponen de relieve esta exigencia de purificación y conversión: el acto penitencial inicial, las plegarias para obtener el perdón, el signo de la paz, y las oraciones que los sacerdotes y los fieles rezan antes de la comunión. Sólo quien tiene sincera conciencia de no haber cometido un pecado mortal puede recibir el cuerpo de Cristo. Lo dice claramente el concilio de Trento cuando afirma que "nadie debe acercarse a la sagrada Eucaristía con conciencia de pecado mortal, por muy contrito que le parezca estar, sin preceder la confesión sacramental" (Sesión XIII, cap. 7; Denzinger 1646-1647). Y esta sigue siendo la doctrina de la Iglesia también hoy (cf. Catecismo de la Iglesia católica CEC 1385, y Ecclesia de Eucharistia EE 36-37).

4. Amadísimos hermanos, sed solícitos al celebrar vosotros mismos el misterio eucarístico con pureza de corazón y amor sincero. El Señor nos exhorta a no convertirnos en sarmientos cortados de la vid. Enseñad con claridad y sencillez la recta doctrina sobre la necesidad del sacramento de la reconciliación para recibir la comunión, cuando se es consciente de no estar en gracia de Dios. Al mismo tiempo, animad a los fieles a recibir el cuerpo y la sangre de Cristo para ser purificados de los pecados veniales y de las imperfecciones, de modo que las celebraciones eucarísticas resulten agradables a Dios y nos asocien a la ofrenda de la Víctima santa e inmaculada, con el corazón contrito y humillado, confiado y reconciliado. Sed para todos ministros asiduos, disponibles y competentes del sacramento de la reconciliación, verdaderas imágenes de Cristo, santo y misericordioso.

María, Madre de misericordia, os ayude a vosotros y a todos los sacerdotes a ser "instrumentos" dóciles de la misericordia y de la santidad de Dios. Que ella haga que cada presbítero sea consciente de la elevada misión que está llamado a cumplir con pureza de corazón y docilidad a la acción del Espíritu Santo, para derramar sobre el mundo, con la creatividad y el ardor de la caridad, el don que él mismo recibe en el altar.

Con estos sentimientos, os bendigo de corazón a todos.

Hospital policlínico Gemelli, 8 de marzo de 2005





MENSAJE DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II


A LA PRINCESA KHÉTÉVANE BAGRATION DE MOUKHRANI


NUEVA EMBAJADORA DE GEORGIA ANTE LA SANTA SEDE


Miércoles 9 de marzo de 2005



Alteza:

1. Le hago llegar un saludo cordial, en el momento en que usted presenta las cartas con las cuales ha sido nombrada embajadora extraordinaria y plenipotenciaria de Georgia ante la Santa Sede. Siento mucho no poder recibirla personalmente, a causa de mi convalecencia, para expresarle mis mejores deseos en el momento en que se dispone a iniciar su misión. Le pido que transmita mi saludo al señor presidente Mijail Saakashvili, juntamente con la seguridad de mi oración por la prosperidad y la paz de toda la nación georgiana.

En esta ocasión, me complace recordar el homenaje que rendí, al inicio de mi visita pastoral a su país en 1999, al rico patrimonio cristiano de Georgia. Expreso mi firme convicción de que los valores espirituales y culturales presentes en la tradición del pueblo georgiano seguirán desempeñando un papel importante para promover un nuevo florecimiento de civilización sobre las raíces del pasado cristiano de Georgia y favorecer la consolidación de una sociedad digna de su noble nación (cf. Discurso durante la ceremonia de bienvenida en el aeropuerto internacional de Tbilisi, 8 de noviembre de 1999).

2. Desde que ha emprendido el camino de la independencia y de la reconstrucción nacional, Georgia ha debido afrontar muchos desafíos, a menudo durísimos, que han puesto a prueba la generosidad y el espíritu de sacrificio de los ciudadanos al servicio del bien común. Además de la difícil tarea de instituir sólidas estructuras políticas y económicas, los georgianos han debido afrontar la tarea de conservar el sentido de unidad, aunque abriéndose a la más amplia comunidad europea e internacional. Como ha demostrado la experiencia de muchas naciones durante los últimos veinte años, estos desafíos sólo pueden afrontarse gracias a un sabio y prudente equilibrio entre las exigencias de la unidad y el respeto de las legítimas diversidades.

Por tanto, lo más urgente es el desarrollo de un sólido modelo de unidad en la diversidad, firmemente arraigado en la experiencia histórica del país, pero abierto al mismo tiempo al enriquecimiento que brota del diálogo y de la cooperación con los demás. En efecto, "el mundo actual nos impulsa (...) a conocernos y a respetarnos unos a otros en la diversidad de nuestras culturas y mediante ella" (Discurso a los representantes del mundo de la cultura y de la ciencia, Tbilisi, 9 de noviembre de 1999, n. 4: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 19 de noviembre de 1999, p. 13). Sólo de este modo el camino se abrirá, en todos los niveles de la vida social, económica y cultural, a un futuro de solidaridad, de comprensión y de paz.

32 3. La Iglesia católica en Georgia desea dar su contribución al renacimiento espiritual de la nación y al progreso del bien común, no sólo a través del cumplimiento de su misión religiosa específica, sino también a través de su compromiso en obras de caridad y en la promoción de intercambios culturales y de oportunidades educativas en favor de los jóvenes, que son el futuro de Georgia.

Aunque los católicos georgianos constituyen una minoría, quiero asegurarle su ferviente deseo de trabajar, con espíritu de colaboración y pleno respeto, con sus hermanos y hermanas ortodoxos, así como con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, para edificar un futuro de libertad, de justicia y de armonía social.

Hoy, más que nunca, los creyentes están llamados a unir sus fuerzas para poner las bases sólidas de una auténtica renovación social, contribuyendo a la formación de las conciencias por caminos de paz y de respeto a la dignidad inviolable y a los derechos de toda persona, y cooperando al mismo tiempo para eliminar de raíz toda forma de hostilidad, de prejuicio y de discordia.

En este marco, expreso mi deseo de un diálogo constructivo entre la Iglesia católica y las autoridades del Gobierno, para que se asegure a la comunidad católica una adecuada protección legal en el ejercicio de su misión.

4. Con estos sentimientos, le expreso mis mejores deseos, acompañados por la oración, en el momento en que usted asume sus altas responsabilidades. Estoy seguro de que el cumplimiento de sus tareas contribuirá a un mayor fortalecimiento de las relaciones amistosas entre Georgia y la Santa Sede. Desde esta perspectiva, le aseguro la constante disponibilidad de mis colaboradores para prestarle toda la ayuda que necesite en el cumplimiento de su exigente misión.

Sobre usted y sobre el pueblo georgiano invoco cordialmente las abundantes bendiciones de Dios omnipotente.

Hospital policlínico Gemelli, 9 de marzo de 2005





MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


AL SEÑOR FÉLIX OUDIANE


NUEVO EMBAJADOR DE SENEGAL ANTE LA SANTA SEDE


Jueves 10 de marzo de 2005

. Señor embajador:

1. Me alegra aceptar las cartas que acreditan a su excelencia como embajador extraordinario y plenipotenciario de Senegal ante la Santa Sede. Le doy las gracias por haberme transmitido el cordial saludo de su excelencia el señor Abdoulaye Wade, presidente de la República, recordando con placer la visita que me hizo al Vaticano hace algunos meses. Al volver, le ruego que le transmita mi alta consideración y mis sentimientos de estima por su persona.

Le agradezco las amables palabras que me ha dirigido. Son signo de las relaciones de confianza recíproca que han existido siempre entre Senegal y la Sede apostólica, manifestando así la importancia que atribuye su país a la dimensión espiritual del hombre y del pueblo en su conjunto. En fin, dirijo a todos sus compatriotas mi saludo afectuoso, asegurándoles mi oración por la prosperidad material y espiritual de toda la nación.

33 2. Senegal tiene una larga tradición de convivencia entre todas las comunidades que lo componen. Por eso, me alegran vivamente los prometedores resultados de los esfuerzos realizados en su país para reforzar la paz civil en el interior de la nación, así como para eliminar todas las causas que pueden originar discordias y enfrentamientos violentos. En efecto, es esencial que todos los habitantes vivan con seguridad y en concordia. Como dije en otra ocasión, "la paz es un bien supremo, que condiciona la consecución de otros muchos bienes esenciales" (Discurso al Cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, 10 de enero de 2005, n. 7: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 14 de enero de 2005, p. 7). Es primordial para que pueda realizarse la justa aspiración de las poblaciones a una vida digna y solidaria. Por eso, hoy es más necesario que nunca educar a las nuevas generaciones en los ideales de fraternidad, justicia y solidaridad.

El compromiso de Senegal en la búsqueda y consolidación de la paz en África es conocido y apreciado por la comunidad internacional. Desde esta perspectiva, aliento vivamente los esfuerzos realizados para favorecer el restablecimiento del entendimiento y la fraternidad en muchos países de la región, fortaleciendo los vínculos de solidaridad entre los pueblos vecinos. África necesita con urgencia paz y estabilidad. La violencia jamás es una solución satisfactoria para resolver las divergencias entre los grupos humanos. La valentía y la perseverancia son los caminos más eficaces para alcanzar una auténtica reconciliación. La Iglesia católica está plenamente convencida de que no hay paz sin justicia, y de que no hay justicia sin perdón (cf. Mensaje para la Jornada mundial de la paz, 1 de enero de 2002). Por tanto, es de desear que todos se dejen guiar por la luz del bien verdadero del hombre, en una búsqueda constante del bien común.

3. En nuestro mundo, a menudo oscurecido por vastas zonas de sombra, consecuencia de oposiciones, a veces violentas, que se trata de justificar con motivos religiosos, es necesario reconocer, sin embargo, que no faltan testimonios de convivencia entre los creyentes de diferentes religiones y, particularmente, entre cristianos y musulmanes. Me alegra constatar que su país está comprometido desde hace tiempo en este camino, manifestando así que el diálogo entre los creyentes y entre las culturas es un elemento esencial para la edificación de la paz entre los pueblos. Senegal se muestra particularmente sensible a la necesidad de vivir la diversidad de pertenencias religiosas en la unidad de la nación. Esta es una de las condiciones para un desarrollo pleno de la sociedad. A pesar de las dificultades inevitables inherentes a la coexistencia entre comunidades humanas diferentes, el diálogo permite reconocer la riqueza de su diversidad. Dichas comunidades pueden encontrar en el diálogo la mejor salvaguardia para sus particularidades, así como una auténtica comprensión recíproca, fundada en el respeto y la amistad. Pero este diálogo debe manifestarse ante todo, de forma concreta, en una convivencia auténtica entre las comunidades, para servir al bien común de la única familia humana. Queda por recorrer juntos un largo camino: el del conocimiento mutuo, el perdón y la reconciliación, abriéndose a las colaboraciones habituales que contribuyen a edificar una sociedad pacífica y fraterna. Usted sabe, señor embajador, que la Iglesia católica está comprometida decididamente en este camino. A los creyentes corresponde hacer de él una esperanza para el mundo.

4. En esta solemne circunstancia, a través de su persona, señor embajador, quisiera también saludar afectuosamente a la comunidad católica de Senegal. La invito a permanecer siempre unida en torno a sus obispos, para ser cada vez más irradiación del amor de Cristo, compartiendo con todos la alegría y la paz que no cesa de recibir de él. El Evangelio exhorta a todos los discípulos de Cristo a trabajar sin descanso, con todos los hombres de buena voluntad, para construir la unidad de la familia humana, cuya fuente está en Dios.

5. Al inaugurar su misión ante la Sede apostólica, le expreso mis mejores deseos para su feliz cumplimiento. Tenga la seguridad de que en mis colaboradores encontrará siempre la acogida atenta y la comprensión cordial que necesite.

Invoco de todo corazón sobre su excelencia, sobre sus colaboradores, sobre su familia, sobre el pueblo senegalés y sobre sus dirigentes, la abundancia de las bendiciones divinas.

Hospital policlínico Gemelli, 10 de marzo de 2005





MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


A LOS PARTICIPANTES EN EL CAPÍTULO GENERAL


DE LOS CLÉRIGOS MARIANOS




Amadísimos hermanos:

1. Me alegra dirigiros mi saludo, expresándoos mis mejores deseos con ocasión del capítulo general de vuestro instituto. Es un acontecimiento de gracia, que constituye para vosotros una fuerte exhortación a volver a las raíces de vuestra congregación y a profundizar en vuestro carisma, tratando de discernir los modos más idóneos para vivirlo en el actual contexto sociocultural. Os animo a proseguir por el camino de la fidelidad a vuestro rico patrimonio espiritual. En efecto, sólo gracias a un vivo fervor ascético, manifestado en las obras apostólicas, podréis realizar plenamente vuestra vocación, y se podrán multiplicar los frutos de santidad y de eficacia misionera en vuestras actividades.

Durante este año, dedicado particularmente al misterio de la Eucaristía, poned aún más este admirable sacramento en el centro de vuestra vida personal y comunitaria, siguiendo con docilidad el ejemplo de la Virgen santísima, "Mujer eucarística". Que ella os ayude a lograr una comunión cada vez más íntima con Cristo y os obtenga "el don de una obediencia pronta, de una pobreza fiel y de una virginidad fecunda" (Mensaje para la IX Jornada mundial de la vida consagrada, 2 de febrero de 2005, n. 3: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 4 de febrero de 2005, p. 12).

Si arde en vuestro corazón un amor intenso a la Eucaristía y a la Virgen, haréis que los santuarios de diversas partes del mundo, en los que prestáis vuestro apreciado servicio, sean cada vez más verdaderos "cenáculos" de oración y de acogida. Los peregrinos que acuden a ellos podrán experimentar la consoladora intimidad con Cristo y se sentirán animados a seguir con alegría sus pasos.

34 2. Queridos hermanos, pertenecéis a un instituto religioso que cuenta entre sus miembros con religiosos ejemplares que han servido a la Iglesia en diversos campos, encontrándose a menudo en situaciones difíciles y peligrosas. Muchos de vuestros hermanos han recorrido hasta el final el camino del intrépido testimonio cristiano. Basta recordar figuras como Rositsa Antonio Leszczewicz, Jorge Kaszyra, Fabián Abrantowicz y Andrés Cikota. Sostenidos por el testimonio de estos hermanos vuestros, fieles discípulos de Cristo y obreros generosos del Evangelio, no tengáis miedo de afrontar los desafíos de nuestro tiempo.

Intensificad vuestro impulso apostólico, comprometiéndoos con renovado entusiasmo en la promoción de las vocaciones sacerdotales y religiosas, y preparando adecuadamente a los aspirantes de vuestro instituto a ser obreros generosos en la viña del Señor. Que aumente también vuestra colaboración pastoral con los fieles laicos, dedicando una atención especial a los jóvenes y a las personas necesitadas, a los marginados y a los ancianos. Sed para todos apóstoles y testigos de la misericordia divina.

Además, fieles al carisma que os distingue, sed hijos devotos de la Inmaculada Concepción. Hace pocos meses la Iglesia celebró el 150° aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María. Como es sabido, vuestro fundador, el venerable siervo de Dios Estanislao de Jesús María Papczynski, supo difundir y defender con valentía la verdad de la Inmaculada Concepción antes incluso de que fuera definida como dogma de fe. Seguid fielmente su ejemplo y propagad en vuestro entorno la devoción mariana.

3. Al pensar en la misión que estáis llamados a cumplir en diversas partes del mundo y en varios ambientes sociales, quisiera dirigiros las palabras que escribí en la carta apostólica Mane nobiscum Domine: "Cuando se ha tenido verdadera experiencia del Resucitado, alimentándose de su cuerpo y de su sangre, no se puede guardar la alegría sólo para uno mismo. El encuentro con Cristo, profundizado continuamente en la intimidad eucarística, suscita en la Iglesia y en cada cristiano la exigencia de evangelizar y dar testimonio" (n. 24).

"Pro Christo et Ecclesia": que este siga siendo el programa de vuestra familia religiosa, a la que deseo una cosecha abundante de frutos apostólicos. Para este fin, os aseguro un recuerdo constante en la oración, a la vez que imparto de buen grado mi bendición al nuevo superior general, a su consejo, a los miembros del capítulo general y a toda vuestra congregación, así como a vuestros cooperadores.

Hospital policlínico Gemelli, 10 de marzo de 2005





MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


A LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE TANZANIA


EN VISITA "AD LIMINA"


Viernes 11 de marzo de 2005



Queridos hermanos en el episcopado:

1. Lamento no poder recibiros esta vez en el Vaticano, pero os doy de buen grado la bienvenida a vosotros, pastores de la Iglesia en Tanzania, con ocasión de vuestra visita ad limina Apostolorum. Os saludo a todos desde el hospital policlínico Gemelli, donde ofrezco mis oraciones y sufrimientos por vosotros, a los que durante estos días me siento especialmente cercano. Al dirigirme a vosotros por primera vez en este nuevo milenio, teniendo en cuenta vuestras relaciones quinquenales, deseo tratar con vosotros sobre tres partes integrantes de vuestro ministerio pastoral: la solicitud por la familia, la solicitud por el clero y la solicitud por el bien común de la sociedad en vuestra región.

2. El mundo puede aprender mucho del elevado valor que encierra la familia como elemento fundamental de la sociedad africana. Hoy la Iglesia está llamada a dar una prioridad especial a la solicitud pastoral por la familia, a causa de los grandes cambios culturales que se están produciendo en el mundo moderno. Las nuevas ideas y los nuevos estilos de vida que se proponen deben valorarse cuidadosamente a la luz del Evangelio, para preservar los valores esenciales para la salud y el bienestar de la sociedad (cf. Ecclesia in Africa ). Por ejemplo, es preciso oponerse a la práctica injusta de asociar programas de asistencia económica a la promoción de la esterilización y la anticoncepción. Esos programas son "afrentas a la dignidad de la persona y de la familia" (Compendio de la doctrina social de la Iglesia, n. 234) y amenazan con minar la auténtica concepción cristiana de la naturaleza y la finalidad del matrimonio.

Según el designio del Creador, el vínculo sagrado del matrimonio simboliza la alianza nueva y eterna sellada con la sangre de Cristo (cf. Familiaris consortio FC 13). Uno e indisoluble por su misma naturaleza, tiene que permanecer abierto a la generación de nueva vida, mediante la cual los esposos cooperan en la obra creadora de Dios. Como auténticos maestros de la fe, seguid proclamando estos principios, construyendo la Iglesia en vuestro país como familia de Dios (cf. Ecclesia in Africa ). Sólo así se pueden poner cimientos sólidos para el futuro de la sociedad africana y también para el de la Iglesia local.

35 La promoción de los auténticos valores familiares es aún más urgente a causa del terrible azote del sida, que aflige a vuestro país y, en gran medida, al continente africano. La fidelidad dentro del matrimonio y la abstinencia fuera de él son los únicos medios seguros para limitar la ulterior difusión de la infección. Comunicar este mensaje debe ser un elemento clave en la respuesta de la Iglesia a la epidemia. Me entristece especialmente pensar en los muchos miles de niños que han quedado huérfanos a consecuencia de este virus despiadado. La Iglesia desempeña un papel vital al brindar la asistencia y la compasión necesarias para estas víctimas inocentes, privadas trágicamente del amor de sus padres.

3. Los principales colaboradores del obispo en el cumplimiento de su misión son los sacerdotes de la diócesis, para quienes el obispo está llamado a ser padre, hermano y amigo (cf. Directorio para el ministerio pastoral de los obispos, n. 76). Ayudándoles a crecer en santidad y en el compromiso sincero de seguir a Cristo, tratad de suscitar en ellos un genuino anhelo del reino de Dios. Seguid alentándolos en sus cualidades, sosteniéndolos en sus dificultades y formándolos para afrontar las exigencias actuales de la vida sacerdotal. Sé que apreciáis la importancia de la formación sacerdotal y la necesidad de dedicar a esta tarea a vuestros mejores sacerdotes. Sin descuidar los aspectos intelectuales y pastorales de la formación, os pido que veléis siempre en especial por la formación espiritual. Sólo un compromiso con la oración, arraigado en una comprensión madura de la configuración personal del sacerdote con Cristo, le permitirá poner en práctica la generosa entrega de sí en la caridad pastoral a la que está llamado (cf. Pastores dabo vobis
PDV 23). De igual modo, al asegurar que todos los sacerdotes reciban una adecuada formación permanente, les ayudáis a "reavivar el carisma de Dios que está en ellos por la imposición de las manos" (cf. 2Tm 1,6).

4. Como Conferencia episcopal, ya habéis dado importantes pasos para combatir las privaciones materiales que afligen a tantas personas de vuestro pueblo. El éxito de vuestra iniciativa al organizar el Foro internacional de 2002 se pone claramente de manifiesto en la intención declarada del Gobierno de usar sus conclusiones para formular la política pública. Esta cooperación entre la Iglesia y el Estado en asuntos de gran interés social es digna de elogio, y es de desear que otros sigan el ejemplo que habéis dado en esta área. Confío en que sigáis insistiendo para obtener medidas concretas destinadas a aliviar la pobreza y a incrementar el nivel de la educación, a fin de que los pobres estén en condiciones de ayudarse a sí mismos y unos a otros.

Vuestro país ya ha contribuido de modo significativo a la construcción de la paz y la estabilidad en el este de África. Ya hablé en el pasado de la generosidad con la que habéis dado vivienda a miles de refugiados que huían de la persecución en sus países (cf. Discurso al embajador de Tanzania ante la Santa Sede, 11 de enero de 1997), y os exhorto a seguir extendiendo, a ejemplo de Cristo, esta acogida a vuestros hermanos y hermanas que sufren. De este modo, demostráis ser verdaderos prójimos de ellos. Uno de los desafíos para el futuro será mantener y fortalecer relaciones respetuosas con la comunidad musulmana, especialmente en el archipiélago de Zanzíbar. Un compromiso serio en favor del diálogo interreligioso y una firme decisión de trabajar juntos para afrontar los problemas sociales y económicos de vuestro país serán para otras naciones un ejemplo luminoso de la armonía que debe existir siempre entre los diversos grupos étnicos y religiosos.

5. Queridos hermanos en el episcopado, mirando al futuro con confianza, implorad la asistencia del Espíritu Santo sobre los preparativos de la II Asamblea especial para África del Sínodo de los obispos, a fin de que las alegrías y las tristezas, los dolores y las esperanzas de la gente de vuestro continente encuentren eco en el corazón de todos los que siguen a Cristo (cf. Gaudium et spes ). Tratad siempre de evangelizar la cultura de vuestro pueblo, de modo que Cristo hable desde el corazón de vuestras Iglesias locales con una voz verdaderamente africana.

Ruego para que este Año de la Eucaristía sea para vosotros "una excelente ocasión para tomar conciencia del tesoro incomparable que Cristo ha confiado a su Iglesia" (Mane nobiscum Domine, 29). Encomendándoos a vosotros y a vuestros sacerdotes, diáconos, religiosos y fieles laicos a la intercesión de María, Estrella de la evangelización, os imparto de corazón mi bendición apostólica como prenda de gracia y fortaleza en su Hijo, nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Hospital policlínico Gemelli, 11 de marzo de 2005






AL SEÑOR LAWRENCE EDWARD CHEWNING FÁBREGA


EMBAJADOR DE PANAMÁ


Jueves 17 de marzo de 2005




Señor Embajador:

1. Me es grato acreditar a Vuestra Excelencia como Embajador Extraordinario, a la vez que le doy mi más cordial bienvenida al iniciar la alta misión que su Gobierno le ha confiado.

Aprecio particularmente los sentimientos de cercanía y adhesión del Excmo. Sr. Presidente de la República, Don Martín Torrijos Espino, y del Gobierno del País, de los que Usted es portador, rogándole que les transmita mi deferente saludo, junto con mis mejores deseos de paz y bienestar para el querido pueblo panameño, que vive momentos de esperanza ante los desafíos de un mundo globalizado al cual hay que hacer frente con la solidaridad. Esta virtud ha de inspirar la acción de los individuos, de los gobiernos, de los organismos e instituciones internacionales y de todos los miembros de la sociedad civil, comprometiéndolos a trabajar para un justo crecimiento de los pueblos y de las naciones, teniendo como objetivo el bien de todos y de cada uno (cf. Enc. Sollicitudo rei socialis SRS 40).

36 2. Con satisfacción veo la continuidad del buen entendimiento y estrecha colaboración entre las Autoridades públicas y la Iglesia en Panamá. El encuentro de hoy, por su misma cordialidad, es también reflejo de las buenas relaciones existentes entre su País y la Santa Sede. Me complace constatar que el nuevo Gobierno de la República ha manifestado su intención de continuar y acrecentar estas relaciones porque, desde la autonomía y diferencia de sus propios cometidos y en el riguroso respeto de las respectivas competencias, la Iglesia y los poderes públicos tienen una finalidad convergente: promover el bien integral de cada persona y el bien común de la sociedad.

Me consta la preocupación de su Gobierno por combatir la pobreza en la que todavía vive parte de la población, estableciendo condiciones más favorables para la creación de empleos y supervisión frente al flagelo de la corrupción. Por otra parte, la Iglesia ha contribuido y seguirá contribuyendo al auténtico progreso del pueblo con el anuncio de la Buena Nueva, portadora de sentido y de esperanza; promoviendo la convivencia y la participación cívica responsable; defendiendo la dignidad de la persona. La Iglesia misma, a lo largo de los siglos, ha sido generadora de cultura en Panamá y desea seguir siéndolo frente a una cultura que niega el respeto de la vida y es indiferente ante tantas personas que sufren.

3. El pueblo panameño ha celebrado ya el primer centenario de vida republicana. El camino recorrido para afirmar la identidad histórica y geográfica ofrece motivos para la esperanza. Firme en esta identidad, su País podrá seguir dando una importante contribución, favoreciendo la comunicación y las buenas relaciones entre los demás pueblos del mundo.

Panamá se distingue también por su diversidad de culturas y razas, las cuales han fraguado su identidad. En este momento, los logros alcanzados han de consolidarse mediante compromisos firmes que permitan afrontar los fenómenos que podrían ponerlos en peligro. En este sentido, hay que orientar la inversión de los recursos disponibles en proyectos destinados a erradicar la pobreza y poner remedio a la enorme diferencia en la distribución de la riqueza; formar a las diversas generaciones en el respeto de la dignidad de cada grupo étnico; mejorar el sistema educativo; agilizar la actuación del poder judicial y hacer más humana y justa la situación de los reclusos para que se facilite su reinserción en la sociedad, y, en fin, proporcionar los medios necesarios para el desarrollo integral del hombre panameño.

A este respecto, deseo alentar también al Gobierno de un pueblo tan acogedor, dialogante y de hondas raíces cristianas como es el panameño, a poner todo su empeño en lograr mejores condiciones para el auténtico desarrollo de la familia, así como tutelar el papel de la mujer en los distintos ámbitos de la sociedad y generar también mejores oportunidades para los jóvenes.

4. Señor Embajador, le renuevo mi cordial bienvenida a Usted y a su familia, formulando los mejores votos por el éxito de la misión que ahora inicia en representación de su País. Pido a la Santísima Virgen, venerada en Panamá bajo la advocación de Santa María la Antigua, que proteja a todos los panameños y les infunda el aliento necesario para progresar por los caminos de la solidaridad y la paz, a la vez que con gran afecto les bendigo a todos.

Vaticano, 17 de marzo de 2005

IOANNES PAULUS II






MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


A LOS JÓVENES DE ROMA Y EL LACIO


REUNIDOS EN LA BASÍLICA DE SAN JUAN DE LETRÁN


EL JUEVES 17 DE MARZO


"Adoro Te devote, latens Deitas!".

1. Amadísimos jóvenes de Roma y de las diócesis del Lacio, vuestro encuentro en la basílica de San Juan de Letrán para adorar la Eucaristía, en este año dedicado a ella, ha de ser una ocasión para prepararos mejor para la Jornada mundial de la juventud. Deseo unirme espiritualmente a vosotros y expresaros todo mi afecto: sé que estáis siempre cerca de mí y no os cansáis de rezar por mí. Os saludo y os doy las gracias de corazón.

Saludo con gratitud al cardenal vicario, a los obispos, a los sacerdotes y las religiosas que os acompañan, así como a cuantos han organizado ese importante momento de reflexión y oración.

2. "Adoro Te devote, latens Deitas!". Elevemos juntos la mirada hacia Jesús Eucaristía; contemplémoslo y repitámosle estas palabras de santo Tomás de Aquino, que manifiestan toda nuestra fe y todo nuestro amor: ¡Te adoro, Jesús, escondido en la hostia!

37 En una época marcada por odios, egoísmos, deseos de falsa felicidad, decadencia de las costumbres, ausencia de figuras paternas y maternas, inestabilidad en tantas familias jóvenes, y fragilidades y dificultades de las que son víctimas no pocos jóvenes, te contemplamos a ti, Jesús Eucaristía, con renovada esperanza. A pesar de nuestros pecados, confiamos en tu divina misericordia. Te repetimos, con los discípulos de Emaús: "Mane nobiscum, Domine!", "¡Quédate con nosotros, Señor!".

En la Eucaristía tú devuelves al Padre todo lo que de él proviene; así se realiza un profundo misterio de justicia de la criatura hacia el Creador. El Padre celestial nos ha creado a su imagen y semejanza; de él hemos recibido el don de la vida, que reconocemos tanto más valiosa desde el momento de su inicio hasta la muerte, cuanto más está amenazada y manipulada.

Te adoramos, Jesús, y te damos gracias porque en la Eucaristía se actualiza el misterio de la única ofrenda al Padre que tú realizaste hace dos mil años con el sacrificio de la cruz, sacrificio que ha redimido a toda la humanidad y toda la creación.

3. "Adoro Te devote, latens Deitas!".

¡Te adoramos, Jesús Eucaristía! Adoramos tu cuerpo y tu sangre entregados por nosotros y por todos para el perdón de los pecados: ¡oh Sacramento de la alianza nueva y eterna!

Mientras te adoramos, ¿cómo no pensar en las numerosas cosas que deberíamos hacer para glorificarte? Pero, al mismo tiempo, no podemos menos de dar la razón a san Juan de la Cruz, que solía decir: "Adviertan, pues, aquí los que son muy activos, que piensan ceñir al mundo con sus predicaciones y obras exteriores, que mucho más provecho harían a la Iglesia y mucho más agradarían a Dios, dejado aparte el buen ejemplo que de sí darían, si gastasen siquiera la mitad de ese tiempo en estarse con Dios en oración, aunque no hubiesen llegado a tan alta como esta" (Cántico espiritual, CB, Anotación para la canción 29, n. 3: Obras Completas de San la Cruz, Ed. de Espiritualidad, Madrid 1988, p. 706).

Ayúdanos, Jesús, a comprender que para "hacer" en tu Iglesia, incluso en el campo tan urgente de la nueva evangelización, es preciso aprender ante todo a "ser", es decir, a estar contigo en adoración, en tu dulce compañía. Sólo de una íntima comunión contigo brota la acción apostólica auténtica, eficaz y verdadera.

Una gran santa, que entró en el Carmelo de Colonia, santa Benedicta Teresa de la Cruz, en el siglo Edith Stein, solía repetir: "Miembros del cuerpo de Cristo, animados por su Espíritu, nos ofrecemos como víctimas con él, por él, en él, y nos unimos a la eterna acción de gracias".

4. "Adoro Te devote, latens Deitas!". Oh, Jesús, te pedimos que todo joven aquí presente desee unirse a ti en una eterna acción de gracias y se comprometa en el mundo de hoy y del futuro a ser constructor de la civilización del amor.

Que te ponga a ti en el centro de su vida: te adore y te celebre. Que aumente su intimidad contigo, ¡oh Jesús Eucaristía! Que te reciba, participando con asiduidad en la santa misa el domingo y, si es posible, cada día. Que de esta intensa participación nazcan compromisos de entrega libre de la vida a ti, que eres libertad plena y verdadera. Que broten santas vocaciones al sacerdocio: sin el sacerdocio no hay Eucaristía, fuente y cumbre de la vida de la Iglesia. Que surjan numerosas vocaciones a la vida religiosa; que florezcan generosas vocaciones a la santidad, que es el alto grado de la vida cristiana ordinaria, especialmente en las familias: hoy, más que nunca, la Iglesia y la sociedad lo necesitan.

5. Oh Jesús Eucaristía, te encomiendo a los jóvenes de Roma, del Lacio y de todo el mundo: sus sentimientos, sus afectos, sus proyectos. Te los presento en las manos de María, Madre tuya y nuestra.

38 Jesús, que te entregaste al Padre,
¡ámalos!
Jesús, que te entregaste al Padre:
cura las heridas de su espíritu.
Jesús, que te entregaste al Padre,
ayúdales a adorarte
en la verdad y bendícelos,
ahora y siempre. Amén.

A todos imparto con afecto mi bendición.

Vaticano, 15 de marzo de 2005






Discursos 2005 31