Audiencias 1979 102

Miércoles 22 de agosto de 1979



1. Nuestro pensamiento se dirige, en estos días de agosto, a los acontecimientos que, el año pasado, tuvieron lugar precisamente en este mes. El sábado, 12 de agosto, la Iglesia Romana, la ciudad y todo el mundo daban el último adiós al gran Papa Pablo VI, cuyos restos mortales fueron sepultados cerca de los de Juan XXIII; y los cardenales reunidos en Roma comenzaban los preparativos del Cónclave, fijado para el 26 de agosto. También era sábado. Por primera vez un Colegio tan numeroso y diverso se disponía a elegir un nuevo sucesor de San Pedro. Una gran parte de los electores, exactamente 100, participaban por vez primera en la elección del Papa, mientras que los 11 restantes ya habían tomado parte en otras. Sin embargo fue suficiente un solo día, el 26 de agosto, para que Roma y el mundo recibiesen aquella misma tarde la noticia de la elección. Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam, comunicaba hacia las 18 el cardenal Protodiácono desde la logia de la basílica.

El nuevo Papa eligió dos nombres: Juan-Pablo. Recuerdo bien aquel momento, cuando, en la Capilla Sixtina, expresó su voluntad: "Quiero llevar los nombres de Juan y de Pablo". Esta decisión tenía una elocuencia convincente. Personalmente me pareció una decisión carismática.

Así, pues, el sábado 26 de agosto, día dedicado a la Madre de Dios (en Polonia se celebra en este día la fiesta de la Virgen Negra de Jasna Góra, es decir, Claro Monte) se presentó a nosotros el Papa Juan Pablo I. Y fue acogido con gran júbilo por Roma y por la Iglesia. En esta alegría espontánea había gratitud al Espíritu Santo porque, de modo tan visible, había dirigido los corazones de los electores y, contra todos los cálculos y previsiones humanas, "mostraba al que Él mismo había escogido" (cf. Ac 1,24). Y esta gran alegría y gratitud de la Iglesia ni siquiera fue turbada por la repentina muerte del Papa Juan Pablo I. Sólo durante 33 días había ejercido su ministerio pastoral en la cátedra romana, a la que había sido mostrado más bien que dado, ostensus magis quam datus, palabras que fueron dichas con ocasión de la muerte de León XI, también repentina.

2. El pontificado de Juan Pablo I, a pesar de durar menos de 5 semanas, ha dejado, sin embargo, una impronta especial en la sede romana y en la Iglesia universal. Quizá esta impronta no esté aún delineada del todo: pero se percibe claramente. Para descifrarla hasta el fondo es necesaria una perspectiva más amplia. Sólo con el correr de los años se hacen más comprensibles los designios de la Providencia para las mentes habituadas a juzgar solamente según las categorías de la historia humana. Pero hay un momento de este breve pontificado que parece especialmente elocuente para todos los que se han fijado en la figura de Juan Pablo I y han seguido con atención su breve actividad. Esta se desarrolló en un período en el que —después de la clausura del Sínodo de los Obispos dedicado a la catequesis (octubre 1977)— la Iglesia comenzaba a asimilar los frutos de este gran trabajo colegial y, sobre todo, esperaba la publicación del correspondiente documento, que los participantes en el Sínodo habían pedido a Pablo VI. Desgraciadamente la muerte no permitió a este gran Papa publicar su exhortación sobre ese tema clave para la vida de toda la Iglesia. Tampoco Juan Pablo I tuvo tiempo de hacerlo. En efecto, fue demasiado breve su ministerio pontificio.

Aunque no llegara a publicar el documento dedicado a la catequesis, sin embargo ha logrado, realmente ha logrado manifestar y confirmar con las propias acciones que la catequesis es la tarea fundamental e insustituible del apostolado y de la pastoral, a cuyo desarrollo todos deben contribuir y de la que todos en la Iglesia deben sentirse responsables: en primer lugar el Papa. Juan Pablo I no pudo promulgar con su propio nombre el documento de que hablamos; sin embargo tuvo tiempo de demostrar y afirmar con el propio ejemplo lo que es y lo que debe ser la catequesis en la vida de la Iglesia de nuestro tiempo. Para esto fueron suficientes los 33 días de su pontificado.

Y cuando, en breve, aparezca el documento dedicado a la catequesis, será necesario recordar para siempre que todo el singular pontificado de Juan Pablo I, "ostensus magis quam datus", ha sido principalmente un comentario vivo a este documento y a este tema. Se puede decir que el testamento del Papa está constituido por este documento sobre la catequesis. En efecto, él no ha dejado otro testamento.

3. El domingo, 26 de agosto, —en la fecha del primer aniversario de la elección de Juan Pablo I a la cátedra de San Pedro— quiero ir a su pueblo natal, Canale d'Agordo, en la diócesis de Belluno.

103 Lo hago por necesidad de mi corazón.

Lo hago también para rendir homenaje a mi inmediato predecesor (de quien he heredado el nombre) y a ese pontificado, a través del cual nos habla una verdad que es mayor que la verdad humana. La Iglesia viviente en la tierra: en Roma y en todo el mundo ha sido iluminada por esta verdad que supera a la humana y que ninguna historia puede abarcar y expresar, verdad, sin embargo, que ha sido expresada con gran fuerza en el Evangelio del Señor: "El tiempo es corto" (
1Co 7,29)... "Sí, vengo pronto" (Ap 22,20).

Decididamente parece que el pontificado de Juan Pablo I se puede resumir en esta única frase: "Ven, Señor Jesús" "Marana tha" (Ap 22,20). El Padre Eterno la ha juzgado la más necesaria para la Iglesia y el mundo: para cada uno de nosotros y para todos sin excepción alguna. Y en esta frase debemos detenernos, mientras se acerca el aniversario de la elección y, poco después, de la muerte del Papa Juan Pablo I, siervo de los siervos de Dios.

Saludos

Amadísimos hermanos y hermanas:

Os saludo a todos con afecto y os doy la más cordial bienvenida.

Quiero recordares hoy los acontecimientos que nos conmovieron tanto el año pasado, durante el mes de agosto.

El día 12, la Iglesia y el mundo entero daba el último adiós al gran Papa, Pablo VI. Días más tarde los cardenales reunidos en Cónclave eligieron al nuevo Papa, que tomó el nombre de sus inmediatos predecesores.

Juan Pablo I fue acogido por Roma y por toda la Iglesia con muestras de júbilo y también de inmensa gratitud al Señor. No obstante su corto pontificado. Juan Pablo I ha dejado una huella profunda en esta sede romana y en la Iglesia universal. A falta de tiempo para publicar documentos, supo manifestar y confirmar con su acción algo muy importante: que la catequesis es fundamental para la pastoral y cómo debe ser la catequesis en la vida de la Iglesia, en nuestros tiempos. Cuando salga próximamente a la luz el documento sobre la catequesis, recordemos que el pontificado de Juan Pablo I es el primer comentario sobre el tema, su verdadero testamento.

El próximo domingo, aniversario de su elección, iré a visitar su pueblo natal. Canale d'Agordo. Lo hago en homenaje a mi Predecesor, cuyo pontificado nos habla de una verdad, que supera la verdad humana e ilumina nuestra condición de peregrinos en este mundo. El pontificado de Juan Pablo I se puede resumir en esta frase: "Ven, Señor Jesús" (Ap 22,20). Meditemos estas palabras, ahora que se acercan los aniversarios de la elección y de la muerte de este Papa, siervo de los siervos de Dios.
* * *

104
Llamamiento en favor de un niño secuestrado estos días en Italia


Antas de dedicar mis saludos a los grupos particulares presentes en esta audiencia, deseo atraer fuertemente vuestra atención hacia una noticia dolorosa que nos tiene impresionados desde hace unos días: el secuestro de un muchacho de trece años, llamado Guido Freddi.

Estamos todos hondamente consternados por este nuevo episodio de maldad y violencia, que es ofensa de la vida civil y la convierte en insegura y peligrosa; aquí no se trata de desgracias o fenómenos naturales, sino de la voluntad intencionada y programada de hacer sufrir, por un ansia de dinero inconsiderada y execrable.

A la vez que encomiendo a vuestras oraciones al muchacho secuestrado; pido al Señor la gracia del arrepentimiento y la conversión, a fin de que la serenidad y la alegría vuelvan lo antes posible a esta familia desolada.

(A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados)

Deseo manifestar mi satisfacción paterna por todos vosotros, jóvenes y niños presentes en esta audiencia, por la vivacidad y entusiasmo que os distingue y es demostración elocuente de vuestro amor a Jesús y al Papa, Vicario suyo en la tierra.

Os deseo que vuestra alegría se mantenga serena siempre y sea irradiación constante de la luz interior de una conciencia recta, siempre alerta para encaminar vuestras acciones al bien e inspiraros sentimientos de solidaridad fraterna y colaboración generosa a todos los niveles. Os acompaña en tal tarea mi bendición que extiendo a vuestros familiares.

Y vosotros, queridísimos enfermos, tenéis un lugar privilegiado en el corazón del Papa, lo sabéis. ¿Cómo no hacer objeto de particulares atenciones a vosotros que desempeñáis en la Iglesia el papel singular del sufrimiento humildemente aceptado y, por ello, transformado en caridad hacia los hermanos?

A la vez que con el alma agradecida llago público este testimonio vuestro, os invito a seguir transformando vuestros dolores físicos y morales como en un cáliz de propiciación e intercesión a semejanza de Cristo crucificado. Os sirva de alivio mi bendición paterna que imparto a vosotros y a vuestras familias.

A los recién casados, una palabra de felicitación, de buen augurio y de aliento. Habéis hecho realidad el sueño más bello de vuestra vida, y la gracia del sacramento del matrimonio se ha derramado sobre vosotros en garantía, de parte de Dios, de vuestro amor y donación recíproca. Con Jesús también vosotros habéis vencido al mundo. Confiad siempre en la ayuda divina que tenéis a mano, por así decir, especialmente en las horas de tristeza y dificultad. Estad siempre con Cristo, El es vuestra fortaleza, vuestro descanso, el secreto de vuestra victoria, felicidad perpetua e imperecedera.

Os bendigo de todo corazón.

(A varios grupos)

105 Un gracias paterno y afectuoso a vosotros acólitos de la archidiócesis de Malta que desde hace algunos años venís a pasar la temporada veraniega en Roma para prestar laudablemente servicio en la Basílica Vaticana. Es una vacación meritoria la vuestra, demostración de fe y bondad a la vez que rinde gloria a Dios. Al volver a vuestra hermosa isla, os sirva de estímulo para avanzar siempre en el bien, también el amor del Papa, que se extiende a todos vuestros compatriotas. Con mi bendición apostólica.

Un saludo particular dedico al grupo de fieles de Petriolo, que se hallan hoy aquí presididos por su arzobispo, mons. Cleto Bellucel, con ocasión del XXV aniversario de la elevación a "santuario" del templo de su ciudad dedicado a la Virgen de la Misericordia. Con sumo gusto accedo a su deseo de bendecir la nueva puerta destinada al santuario, con la exhortación a mirar siempre con fe y confianza a la Santísima Virgen, que es —como decimos en la oración tan conocida— Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.

A los numerosos dirigentes del Movimiento juvenil Misionero de las diócesis de Italia presentes en esta audiencia, dirijo un saludo paterno y un gracias cordial por haber venido a manifestar al Papa sentimientos de filial devoción y fidelidad, incondicional

El Congreso Nacional, que ha sido organizado por las Obras Misionales Pontificias y en el que estáis tomando parte, pone de manifiesto que tenéis plena convicción y voluntad firme de continuar prestando vuestra obra con inteligencia y diligencia a las Iglesias locales a fin de contribuir "a la expansión y dilatación del Cuerpo de Cristo para llevarlo cuanto antes a la plenitud" (Ad gentes
AGD 36).

El Papa aprecia mucho, por tanto, vuestro empeño, alienta vuestro noble trabajo y os exhorta a perseverar en él convencidos siempre de estar haciendo algo agradable al Señor, provechoso para la Iglesia y muy necesario para el mundo entero.

A los seiscientos peregrinos de la diócesis de Estrasburgo, que han venido a Roma bajo la égida del Movimiento Pax Christi, dirijo un saludo especial lleno de aliento.

Fieles al tema de vuestra peregrinación, mantened siempre "la solicitud de todas las Iglesias", especialmente de las que tienen necesidad de ayuda moral, espiritual y material. Actuar así es cumplir el gran mandamiento del Señor Jesús, es vivir el misterio de la Iglesia, es también contribuir a la paz del mundo.

Que Dios sostenga y bendiga vuestras personas y actividades apostólicas.

Un saludo especial al grupo de Danza clásica china de la Academia de Artes de Taiwan. Es un placer contar con vuestra presencia en esta audiencia y disfrutar de la manifestación de vuestro arte. Que el mensaje elevador de la belleza haga impacto, a través de vuestra actuación, en la vida de muchos hombres y mujeres de hoy día.

(A grupo de Hermanos Cristianos de Australia y Nueva Zelanda)

Me complazco en dar una bienvenida especial al grupo de Hermanos Cristianos de Australia y Nueva Zelanda. En vuestra peregrinación, que os llevará seguidamente a Irlanda, vuestro pensamiento se vuelve con razón a Edmund Rice y a la herencia que os dejó. Recordad siempre el valor incomparable de la consagración total a Nuestro Señor Jesucristo, una consagración ratificada cada día con la oración y el esfuerzo. Recordad la realización personal que resulta de la actividad eclesial. Recordad el poder santificador y evangelizador de vuestra vocación: facere et docere.A todos, mi bendición apostólica especial con mi oración para que perseveréis en la valentía y os renovéis en santidad.



106

Miércoles 29 de agosto de 1979

Jesús y los niños

1. Deseo comenzar el discurso de hoy partiendo de dos frases pronunciadas por Cristo sobre el tema del niño y que se complementan mutuamente. Se podría decir que constituyen un programa evangélico dedicado al niño mismo. Estamos llamados a reflexionar sobre este programa de manera especial en este año que, por iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas, se celebra como el Año Internacional del Niño.

Cristo ha dicho la frase que todos conocemos bien: "Dejad que los niños vengan a mí, porque de ellos es el reino de los cielos" (Mt 19,14). Como recordamos, dirigió estas palabras a los Apóstoles que, teniendo en cuenta el cansancio del Maestro, querían actuar más bien de otra manera, es decir, querían impedir a los niños acercarse a Cristo. Querían alejarlos, quizá para que no le quitaran el tiempo. Cristo, en cambio, reivindicó los derechos de los niños, motivándolos según la propia perspectiva.

La segunda frase que en este momento me viene a la mente tiene acentos de gran severidad. En efecto, defiende al niño de cuantos lo escandalizan: "Al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino de asno y le hundieran en el fondo del mar" (Mt 18,6). La advertencia es muy severa; pero es un mal grande el escándalo dado a todo ser inocente. Se causa gran daño al alma juvenil, inoculando el mal allí donde deben desarrollarse la gracia, la verdad, la confianza y el amor. Sólo Aquel que personalmente ha amado mucho el alma inocente de los niños y el alma juvenil, podio expresarse sobre el escándalo tal como lo ha hecho Cristo. Sólo Él podía amenazar con estas palabras tremendas a quienes dan escándalo.

2. Debemos tener en cuenta toda la verdad que se refiere al niño, verdad que emerge de estas dos proposiciones evangélicas, para comprender y apreciar el trabajo de la última Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos de 1977. El tema, como sabemos, se refería a la catequesis con especial atención a la catequesis de los niños y de los jóvenes. La sesión sinodal, como de costumbre, había reunido a los representantes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo. El rico intercambio de experiencias encontró resonancia, al menos parcialmente, en el documento final informativo y también en el mensaje que el Sínodo dirigió a toda la Iglesia. Al mismo tiempo, los participantes se habían dirigido al Papa Pablo VI para que, sirviéndose del rico material del mismo Sínodo, preparase y publicase un documento personal, como ya había ocurrido después del Sínodo sobre la evangelización. La muerte de Pablo VI y, a continuación, el repentino fallecimiento de Juan Pablo I, han retrasado hasta ahora la publicación del documento.

Por otra parte, el problema de la "catequesis" resulta por sí mismo vivo y urgente. En efecto, la catequesis es, por así decirlo, signo infalible de la vida de la Iglesia y fuente inagotable de su vitalidad.Todo esto ha encontrado su propia expresión en el conjunto de los trabajos del Sínodo, y se manifiesta sobre todo en la vida cotidiana de la Iglesia: de las parroquias, de las familias, de las comunidades. No quisiera repetir ahora lo que con tanta competencia se ha dicho, escrito y publicado sobre este tema. Solamente intento subrayar y poner de relieve que, a través de la catequesis de los niños y de los jóvenes, se realiza continuamente la llamada tan elocuente de Cristo: "Dejad que los niños vengan a mí y no los estorbéis..." (Mc 10,14). Todos los sucesores de los Apóstoles, toda la Iglesia en su conciencia evangelizadora, deben trabajar en todas partes para que ese deseo y esa llamada de Cristo se realice en la medida que requieren las múltiples necesidades de nuestro tiempo.

Juntamente con esta llamada va la advertencia del Señor contra el escándalo. La catequesis de los niños y de los jóvenes tiende en cualquier parte y siempre a hacer crecer en las almas juveniles lo que es bueno, noble, digno. Se convierte en escuela de un sentido mejor y más maduro de humanidad, que se desarrolla en el contacto con Cristo. En efecto, no hay instrumento más eficaz para proteger del escándalo, para que no arraigue el mal, la corrupción, el sentido de la inutilidad de la vida, la frustración, que injertar el bien, infundiéndolo profunda y vigorosamente en las almas juveniles. Pertenece a la tarea formativa de la catequesis vigilar para que este bien brote y madure.

3. Uno de los frutos más importantes de las diversas experiencias pastorales, ante las que se ha encontrado el Sínodo de los Obispos, es la comprobación del carácter evolutivo y a la vez orgánico de la catequesis. Esta no puede limitarse sólo a la comunicación de informaciones religiosas, sino que debe ayudar a encender en las almas esa luz que es Cristo. Esta luz debe iluminar eficazmente todo el camino de la vida humana. La catequesis debe ser, pues, objeto de un trabajo sistemático y de una colaboración. Aún cuando deba llegar primariamente a aquellos a quienes se dirige sobre todo, esto es, a los niños y a los jóvenes, sin embargo no puede limitarse sólo a ellos. Es y será siempre condición de una catequesis eficaz de los niños y de los jóvenes la catequesis de los adultos, en varias formas, en distintos niveles, y en diversas ocasiones. Esto es importante sobre todo si se tiene presente el deber de catequizar propio de la familia, o si se considera el desarrollo de la problemática de la fe y de la moral. Efectivamente deben afrontarla especialmente los adultos cual cristianos auténticos y maduros.

4. El Sínodo de los Obispos de 1977 para mí está siempre unido al recuerdo del cardenal Albino Luciani, que estaba junto a mí en el aula sinodal. Espero que el documento, que será publicado en breve, pueda transmitir a toda la Iglesia ese espíritu de amor por la catequesis que animó al entonces Patriarca de Venecia y luego Papa Juan Pablo I.

Saludos

107 (Antes de la catequesis)
Me siento feliz de encontrarme hoy con vosotros en la plaza de San Pedro y de poderos hablar sobre un tema muy importante y muy relacionado con la catequesis. Pero antes quiero saludar cordialmente a todos los grupos y a todas las personas de los diversos países y lenguas con el deseo de que vuestra presencia en Roma os resulte fructuosa para vosotros y para la misma Roma.

(En español)

Amadísimos hermanos y hermanas:

Os saludo con afecto a todos y cada uno de los aquí presentes y os doy mi más cordial bienvenida.

Quiero recordar hoy algunas frases evangélicas sobre los niños, dado que, por iniciativa de las Naciones Unidas, se celebra este año el Año Internacional del Niño.

"Dejad a los niños y no les impidáis acercarse a mí, porque de ellos es el reino de los cielos" (
Mt 19 Mt 14) . Estas palabras las dirigió Jesús a los Apóstoles, que querían alejar a los niños de su presencia. Cristo, en cambio, reivindicó sus derechos sobre los niños, motivándolos según su propia perspectiva.

En otra ocasión; dijo también el Señor: "Al que escandalizare a uno de estos pequeñuelos, que creen en mí, más le valiera que le colgasen al cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar" (Mt 18,6). Con esta frase, Jesús defiende al niño de quienes lo escandalizan.

La catequesis es un problema muy urgente. Es signo infalible de la vida de la Iglesia y fuente inagotable de su vitalidad. Todo esto encontró profundo eco en el Sínodo de los Obispos de mil novecientos setenta y siete. No existe, de hecho instrumento más eficaz, para proteger del escándalo, que inculcar el bien, infundiéndolo profundamente en los espíritus juveniles.

La catequesis debe ser, pues, objeto de un trabajo sistemático y de colaboración, al constatarse su carácter evolutivo y al mismo tiempo orgánico. No puede limitarse únicamente a la comunicación de conocimientos religiosos, sino que debe ayudar a encender en las almas de todos: niños, jóvenes y adultos, la luz que es Cristo.

(A los peregrinos de Suiza)
108 Mi palabra cobra tono especialmente cordial al saludar al nutrido grupo de peregrinos de la diócesis de Lugano (Suiza), presidido por su obispo, mons. Ernesto Togni.

Me complazco ante todo en que hayáis querido venir hasta Roma a renovar juntos vuestra fe, ante la tumba del Apóstol Pedro y también ante su humilde sucesor.

Os deseo, pues. que volváis de esta meta con una fe más robusta y gozosa, con nuevo vigor para afrontar la dureza de la vida y con un amor más ardiente que os haga cada vez más "Iglesia" y cada vez más sensibles a las necesidades de todos los hombres, hermanos nuestros.

Y os acompañe mi paterna bendición apostólica, que me complaceré la llevéis a vuestros seres queridos, a los enfermos y amigos, y a cuantos se hallan en necesidad particular, con deseos de serenidad cristiana para todos.

(A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados)

Queridísimos jóvenes:

Como siempre. llegue a vosotros de modo particular mi saludo y mi abrazo afectuoso.

Os agradezco vuestra presencia. Vosotros traéis alegría, vivacidad y esperanza, y nos recordáis la responsabilidad que todos tenemos de amaros y edificaron.

Bajo la impresión todavía del encuentro espiritual con el Papa Juan Pablo I en su tierra natal, hoy quiero dejaros como recuerdo un pensamiento suyo. Hablando del amor que se debe tener a Dios, decía en la última audiencia general: "Demasiado grande es Dios, demasiado merece El ante nosotros, para que se le puedan echar, como a un pobre Lázaro, apenas unas migajas de nuestro tiempo y de nuestro corazón. Es el bien infinito y será nuestra felicidad eterna" (27 de septiembre de 1978; Enseñanzas al Pueblo de Dios, págs. 28-29).

Tened presentes estas palabras sencillas y profundas. Dad todo vuestro amor a Jesús. Ofrecedle toda vuestra vida.

Y os acompañen siempre mi afecto y mi bendición también.

109 Queridísimos enfermos:

También a vosotros y de modo muy especial, os dirijo un saludo particularmente afectuoso y entrañable, a causa de vuestros sufrimientos y vuestro ejemplo de paciencia y valentía.

Con profunda emoción quiero recordaros lo que dijo Juan Pablo I a un cardenal que después de su elección le regaló un folleto con las estampas del vía crucis: "El camino de los Papas está marcado por la cruz. Ayudad a este pobre Cristo a llevar la cruz, ayudad al Papa a subir el Calvario por el bien de la Iglesia, de las almas y de la humanidad".

Palabras serias que llegan al alma; os las quiero recordar, queridos enfermos, para que ofrezcáis vuestras oraciones y penas por el Papa y por su misión de Padre y Pastor.

Sabed que yo estoy cercano siempre, en el nombre del Señor, con la oración y mi bendición.

Y, en fin, agradezco a los recién casados su presencia, siempre tan cordial y agradable. Sed bienvenidos y recibid mi saludo y buenos augurios para vuestra nueva vida.

También a vosotros quiero recordaros un pensamiento de Juan Pablo 1 sacado de sus famosas cartas imaginarias, publicadas cuando todavía era cardenal: "El cristiano debería distinguirse por su afán de ver el lado bueno de las cosas. Si de verdad Evangelio quiere decir alegre nueva, cristiano significa hombre alegre y repartidor de alegría" (Ilustrísimos, Carta a Hipócrates, BAC, 1978, pág. 175).

Queridos esposos: En vuestra vida procurad ver las cosas por el lado mejor, tratad de entenderos, de comprenderos siempre, de confiaros mutuamente vuestras alegrías y vuestras penas, de orar juntos, y así estaréis constantemente ale-gres y seréis testimonio de la Buena Nueva.

Os acompañe y ayude mi bendición.

(Al grupo de consiliarios eclesiásticos del Centro deportivo italiano)

Y ahora dedico un saludo del todo particular al grupo de consiliarios eclesiásticos del Centro deportivo italiano, reunidos estos días en Frascati para tratar del tema: "Comunidad cristiana, deporte y territorio".

110 Os deseo de corazón que sepáis unir siempre armónicamente vuestra obligada preocupación pastoral por el ambiente deportivo con una verdadera estima del deporte en cuanto valor de clara promoción humana.

Y a este propósito me complazco en repetiros aquí algunas de las palabras luminosas del Papa Pablo VI de feliz memoria, según el cual, el deporte "ejercido rectamente, es una gran escuela de adiestramiento en las virtudes humanas, que son el pedestal insustituible para construir encima las cristianas, con la ayuda de Dios" (A los dirigentes y futbolistas del equipo de Roma, L'Osservatore Romano, Edición en Lengua española, 10 de febrero de 1974, pág. 4).

Os imparto muy de corazón mi bendición apostólica, que extiendo asimismo a todos los queridísimos jóvenes depor­tistas y a sus directivos, a los que dedicáis vuestro celo pastoral.

Y el Señor esté siempre con vosotros.

(A los damnificados de la guerra, procedentes de los Países Bajos)

Dirijo un saludo especial al grupo de damnificados de la guerra, procedentes de los Países Bajos, con sus familias. Habéis tenido que gastar mucha fuerza física y espiritual para poder afrontar vuestra invalidez física; la solidaridad de vuestros familiares os ha ayudado mucho. Que el Señor bendiga esta voluntad de vivir y esta solidaridad y al mismo tiempo refuerce nuestra disponibilidad a la paz.


CATEQUESIS SOBRE EL AMOR HUMANO


Septiembre de 1979

Miércoles 5 de septiembre de 1979

Diálogo con Jesucristo sobre los fundamentos del matrimonio

111
1. Desde hace algún tiempo están en curso los preparativos para la próxima Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en Roma en el otoño del próximo año. El tema del Sínodo: "De muneribus familiae christianae (Misión de la familia cristiana"), concentra nuestra atención sobre esta comunidad de vida humana y cristiana, que desde el principio es fundamental. Precisamente de esta expresión, "desde el principio", se sirvió el Señor Jesús en el coloquio sobre el matrimonio, referido en el Evangelio de San Mateo y en el de San Marcos. Queremos preguntarnos qué significa esta palabra: "principio". Queremos además aclarar por qué Cristo se remite al "principio" precisamente en esta circunstancia, y, por tanto, nos proponemos un análisis más preciso del correspondiente texto de la Sagrada Escritura.

2. Jesucristo se refirió dos veces al "principio" durante la conversación con los fariseos, que le presentaban la cuestión sobre la indisolubilidad del matrimonio. La conversación se desarrolló del modo siguiente:

"... Se le acercaron unos fariseos con propósito de tentarle y le preguntaron: ¿Es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa? El respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra? Y dijo: Por eso dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne.De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre. Ellos le replicaron: Entonces, ¿cómo es que Moisés ordenó dar libelo de divorcio al repudiar? Díjoles El: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así" (
Mt 19,3 ss; cf. Mc 10,2 ss).

Cristo no acepta la discusión al nivel en que sus interlocutores tratan de introducirla; en cierto sentido, no aprueba la dimensión que ellos han intentado dar al problema. Evita enzarzarse en las controversias jurídico-casuísticas; y, en cambio, se remite dos veces al principio". Procediendo así, hace clara referencia a las palabras correspondientes del libro del Génesis, que también sus interlocutores sabían de memoria. De esas palabras de la revelación más antigua, Cristo saca la conclusión y se cierra la conversación.

3. "Principio" significa, pues, aquello de que habla el libro del Génesis. Por tanto, Cristo cita al Génesis 1, 27 en forma resumida: "Al principio, el Creador los hizo varón y hembra", mientras que el pasaje original completo dice así textualmente: "Creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó varón y hembra". A continuación, el Maestro se remite al Génesis Gn 2,24: "Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer; y vendrán a ser los dos una sola carne". Citando estas palabras casi "in extenso", por completo, Cristo les da un significado normativo todavía más explícito (dado que podría ser hipotético que en el libro del Génesis sonaran como afirmaciones de hecho "dejará... se unirá... vendrán a ser una sola carne"). El significado normativo es admisible en cuanto que Cristo no se limita sólo a la cita misma, sino que añade: "De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre". Ese "no lo separe" es determinante. A la luz de esta palabra de Cristo, el Génesis 2, 24 enuncia el principio de la unidad e indisolubilidad del matrimonio como el contenido mismo de la Palabra de Dios, expresada en la revelación más antigua.

4. Al llegar a este punto, se podría sostener que el problema está concluido, que las palabras de Jesús confirman la ley eterna formulada e instituida por Dios desde el "principio", como la creación del hombre. Incluso podría parecer que el Maestro, al confirmar esta ley primordial del Creador, no hace más que establecer exclusivamente su propio sentido normativo, remitiéndose a la autoridad misma del primer Legislador. Sin embargo, esa expresión significativa: "desde el principio", repetida dos veces, induce claramente a los interlocutores a reflexionar sobre el modo en que Dios ha plasmado al hombre en el misterio de la creación, como "varón y hembra", para entender correctamente el sentido normativo de las palabras del Génesis. Y esto es tan válido para los interlocutores de hoy, como lo fue para los de entonces. Por lo tanto, en el estudio presente, considerando todo esto, debemos meternos precisamente en la actitud de los interlocutores actuales de Cristo.

5. Durante las sucesivas reflexiones de los miércoles, en las audiencias generales, como interlocutores actuales de Cristo, intentaremos detenernos más largamente sobre las palabras de San Mateo (19, 3 y ss.). Para responder a la indicación que Cristo ha encerrado en ellas, trataremos de penetrar en ese "principio" al que se refirió de modo tan significativo, y así seguiremos de lejos el gran trabajo que sobre este tema precisamente emprenden ahora los participantes en el próximo Sínodo de los Obispos. Junto con ellos toman parte numerosos grupos de Pastores y de laicos que se sienten particularmente responsables de la misión que Cristo propone al matrimonio y a la familia cristiana: la misión que El ha propuesto siempre y propone también en nuestra época, en el mundo contemporáneo.

El ciclo de reflexiones que comenzamos hoy, con intención de continuarlo durante los sucesivos encuentros de los miércoles, tiene como finalidad, entre otras cosas, acompañar, de lejos por así decirlo, los trabajos preparativos al Sínodo, pero no tocando directamente su tema, sino dirigiendo la atención a las raíces profundas de las que brota este tema.

Saludos

Al seminario mayor de Toledo una bendición especial; para todos los seminaristas sin excepción.

Amadísimos hermanos y hermanas:

¡A todos y a cada uno os saludo con afecto y os doy mi más cordial bienvenida!

112 Quiero hablaron hoy de la Asamblea ordinaria del Sínodo de los Obispos, que se celebrará en Roma, en el otoño del próximo año. Tendrá como tema de estudio "los deberes de la familia cristiana", es decir, centrará su atención en esa comunidad de vida humana y cristiana, que desde el principio es fundamental.

Fue el mismo Jesucristo quien, en coloquio con los fariseos a propósito de la indisolubilidad del matrimonio hizo referencia al "principio". ¿No habéis leído —dijo Jesús— que al principio el Creador los hizo varón y hembra? Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne" (
Mt 19,3 ss.).

El Señor, dejando de lado la controversia jurídico-casuística de los fariseos, quiere hacer reflexionar sobre cómo en el misterio de la creación ha sido plasmado el hombre: "Dios creó al hombre a su imagen; los creó varón y hembra" (cf. Gn 2,24). En esta catequesis de los miércoles, trataremos de pensar sobre las palabras de Cristo, como si fuésemos interlocutores suyos. De este modo, además de acompañar el trabajo preparatorio del Sínodo de los Obispos, iremos desentrañando el sentido de la palabra "desde el principio", a la que se refirió el mismo Cristo de manera tan significativa.

(Mensaje a los ciudadanos de los Estados Unidos)

Me complace tener la oportunidad que me brinda la televisión de Estados Unidos, de expresar el gran gozo con que pienso en mi visita a vuestro país.

El mensaje que deseo llevaros es mensaje de esperanza y paz, mensaje de amor fraterno. Deseo testimoniar a todos los americanos —católicos, protestantes y judíos, a las personas de todas las Iglesias y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad— mi amistad, respeto y estima. Os ruego que recéis para que logre cumplir mi misión de servicio.

Voy sobre todo como siervo del Evangelio de Cristo a una visita pastoral a la Iglesia católica de Estados Unidos, a proclamar el mensaje elevador y medicinal de la palabra de Dios. Pido a mis correligionarios católicos en particular, que en estos días anteriores a mi visita abran de par en par el corazón a la acción purificadora del Espíritu Santo. Lo más urgente ahora es la preparación espiritual, para que cuando yo vaya celebremos juntos adecuadamente nuestra unidad en el amor de Dios, en el amor de Nuestro Señor Jesucristo.

(Al Movimiento Scout de Francia)

A los 350 responsables del Movimiento "Scout" de Francia, a los capellanes del Movimiento, e igualmente al reducido grupo de responsables minusválidos y a los aspirantes venidos de ultramar, dirijo un saludo y una felicitación muy cordiales.

La seriedad de la preparación y desenvolvimiento de vuestro congreso nacional acrecienta mi gozo y esperanza de Pastor universal. A través de vuestras personas y de vuestra dedicación, pienso mucho en la juventud contemporánea desengañada tantas veces de una sociedad que multiplica las cosas sin conseguir dar razones superiores para vivir a las generaciones que van llegando. Que vuestro original Movimiento, abierto constantemente al mundo y siempre fiel a Cristo y a su Iglesia, lleve a la práctica el programa elaborado en estas jornadas de Asís y Roma: el desarrollo personal a través de la relación con los demás y el servicio a la sociedad. Este programa es fundamental y permanente. Alertad y educad a los jóvenes para rupturas y opciones profundas, a fin de que lleguen a ser responsables de sí mismos y capaces de devolver a nuestro mundo perturbado su objetivo verdadero que es el servicio integral del hombre según los criterios del Evangelio. ¡Animo y confianza! ¡Cristo, Redentor de todo el ,hombre y de todos los hombres, está siempre con nosotros! En su nombre os bendigo de todo corazón.

(A los participantes en el XXV congreso nacional de actualización para educadores de sordos)

113 Dirijo un saludo particular a los numerosos participantes en el XXV Congreso nacional de actualización para educadores de sordos. Queridísimos: Vuestro trabajo es no sólo testimonio de alto contenido social, sino que tiene además un específico valor evangélico que os sitúa en las huellas de Jesucristo. Por ello, a la vez que deseo que también la legislación civil ayude cada vez más a vuestra noble misión, os aliento cordialmente a seguir por el camino emprendido y con mucho gusto concedo a vosotros y a las personas a quienes ayudáis, mi bendición apostólica.

(A los fieles y componentes del coro parroquial de Póstire, de la diócesis de Hvar, Yugoslavia)

Deseo dirigir ahora un saludo cordialísimo a vosotros, queridos fieles y componentes del coro parroquial de Póstire, de la diócesis de Hvar, en Yugoslavia, que os habéis reunido aquí acompañados de mons. Arneric. obispo de Sibenik, compatriota vuestro, para poner de manifiesto vuestra adhesión fiel a la Cátedra de Pedro, con ocasión del 400 aniversario de la fundación de vuestra comunidad.

Os agradezco que hayáis venido a visitar al Papa, porque cada parroquia, primera célula eclesial, debe estar íntimamente vinculada a toda la Iglesia y, en consecuencia, al fundamento visible de su unidad. En efecto, y como afirma el Concilio, la parroquia "ofrece un modelo clarísimo de apostolado comunitario porque reduce a unidad todas las diversidades humanas... y las inserta en la universalidad de la Iglesia" (Apostolicam actuositatem
AA 10). La parroquia inserta al fiel en el Cuerpo místico de Cristo y es la primera familia espiritual cualificada; es la primera escuela de fe, oración y comportamiento cristiano; es también el primer campo de caridad eclesial y el primer órgano de acción pastoral y social.

Gozoso por este encuentro de familia, bendigo con todo afecto a vosotros, a vuestros seres queridos y a todos los fieles de Póstire, deseando que seáis siempre "fraternidad que tiene una sola alma", según la frase de San Cipriano (cf. S. Cipriano, Epist. 11, 3; PL 4, 242 B).

(A algunos de los grupos presentes en la audiencia)

Doy una bienvenida especial al obispo de Moverly y a toda la peregrinación de Leeds en la ocasión gozosa del centenario de la diócesis. Que la visita a Roma contribuya a confirmaros en la fe de Pedro y Pablo, y a daros mayor vigor en vuestra vida cristiana diaria. Con vosotros envío mi bendición apostólica al obispo Wheeler y a todos los sacerdotes, religiosos y laicos de vuestra tierra.


Me propongo reservar un saludo cordial a la peregrinación de la diócesis de Ruvo y Bitonio, presidida por el administrador apostólico, mons. Aldo Garzia, obispo de Molfetta. A todos dedico una palabra de agradecimiento por esta manifestación comunitaria y dinámica de fe, y el deseo de que gocéis de vida serena y buena, deseo que os ruego tengáis la bondad de transmitir a vuestros parientes y amigos que han quedado en casa, con mi propiciadora bendición apostólica.


Saludo asimismo al grupo de consiliarios eclesiásticos de la Confederación nacional de Trabajadores del campo, reunidos en Roma para celebrar su XII Congreso nacional sobre el tema: "La juventud rural, la fe, la Iglesia".

Me complazco sinceramente en el afán que ponéis en ayudar a uno de los sectores más vitales del trabajo humano. Los trabajadores del campo os necesitan incluso para sacar del Evangelio mayor conciencia de la nobleza de su trabajo. Por ello os bendigo de corazón a vosotros y a todos los trabajadores del campo a quienes dedicáis vuestros cuidados.

(A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados)

114 Ahora y como de costumbre, deseo dirigir una palabra cordial de bienvenida y augurio a vosotros, queridos muchachos muchachas y jóvenes todos, que alegráis con vuestra juventud vibrante esta magnífica plaza de San Pedro, convertida más que nunca en foro de los pueblos y auditorio de todos los creyentes.

Os agradezco el haber venido aquí a manifestar al Papa y al mundo vuestra fe y el entusiasmo sincero con que queréis vivir vuestro ideal cristiano, que se encarna en el amor personal a Cristo y a su Madre Santísima. Me gozo con vosotros y con vuestros padres y educadores al venos movidos y animados de propósitos santos para el futuro. Que mi especial bendición os ayude a ponerlos en práctica con generosidad siempre creciente.

Queridísimos enfermos aquí presentes y también los que os encontráis en los hospitales: Sabéis cuánto amor siento hacia vosotros y cómo os recuerdo continuamente en la oración y sobre todo en la celebración de la Santa Misa. Sois los predilectos del Papa. Vosotros haced que el lecho de dolor se transforme en altar donde os ofrezcáis a Dios en entrega total, para su mayor gloria y para redención del mundo. Y no os faltará la recompensa divina, antes bien será grande en el cielo. Esto pido al Señor para vosotros, a la vez que os doy con toda efusión mi bendición particular.

Un saludo y uña felicitación a los recién casados que toman parte en esta audiencia. Queridísimos esposos: Con la bendición del Papa dais comienzo a una vida nueva, después de haber recibido la bendición de Dios ante el altar. Tened siempre en la conciencia el significado cristiano de la misión a la que habéis sido llamados con el sacramentó del matrimonio. Llevad a esa misión la fuerza limpia y plena del amor bendecido que, como dice San Agustín, "es tanto más fuerte cuanto más santo" (
Ep 127,9). Y que jamás, jamás, ningún cálculo egoísta logre apagar el fuego que acabáis de encender. Con estos deseos fervientes os bendigo en el nombre del Señor.
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Llamada del Santo Padre en favor de la República Dominicana devastada por un huracán


En estos momentos, quiero confiaros encarecidamente una honda preocupación que espero hallará cumplido eco en vosotros y en cuantos me están escuchando.

De la República Dominicana siguen llegando noticias cada vez más dramáticas sobre los efectos devastadores del huracán "David". Las víctimas humanas pasan ya del millar; los daños materiales son ingentes.

Amadísimos hermanos y hermanas: una población entera, cuyos extraordinarios sentimientos humanos y espirituales tuve ocasión de comprobar durante mi visita a Latinoamérica, sufre ahora el dolor de la pérdida de tantas vidas humanas y se ve reducida a la extrema miseria, sin provisiones, con sus cosechas destrozadas y muchos sin techo donde cobijarse.

Ante esta situación tan extremadamente difícil, quiero hacerme portavoz de la llamada angustiosa de aquellos queridísimos hijos y pido a todos, en particular a los Estados y a las Organizaciones Internacionales, que acudan solícitos en su ayuda, que se muestren generosa y fraternalmente solidarios con aquel país para que, superando esta desgracia, logre reconstruir serenamente la normalidad de la vida ciudadana. El Señor bendiga a cuantos presten su valiosa colaboración.




Audiencias 1979 102