Audiencias 1980 39

39 Seguidamente, Mateo hace notar de nuevo que, después de las nupcias de María con José, "antes de que conviviesen, se halló haber concebido María del Espíritu Santo" (Mt 1,18).

Así, pues, se realizó en María el misterio que había tenido su comienzo en el momento de la Anunciación, en el momento en que la Virgen respondió a las palabras de Gabriel: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra"(Lc 1,38).

A medida que el misterio de la maternidad de María se revelaba a la conciencia de José, él, "siendo justo; no quiso denunciarla y resolvió repudiarla en secreto", (Mt 1,19), así dice a continuación la descripción de Mateo.

Y precisamente entonces, José, esposo de María y ya su marido ante la ley, recibe su "Anunciación" personal.

Oye durante la noche las palabras que hemos citado antes, las palabras, que son explicación y al mismo tiempo invitación de parte de Dios "no temas recibir en tu casa a María" (Mt 1,20).

3. Al mismo tiempo Dios confía a José el misterio, cuyo cumplimiento habían esperado desde hacía muchas generaciones la estirpe de David y toda la "casa de Israel", y a la vez, le confía todo aquello de lo que depende la realización de este misterio en la historia del Pueblo de Dios.

Desde el momento en que estas palabras llegaron a su conciencia, José se convierte en el hombre de la elección divina: el hombre de una particular confianza. Se define su puesto en la historia de la salvación, José entra en este puesto con la sencillez y humildad, en las que se manifiesta la profundidad espiritual del hombre; y él lo llena completamente con su vida.

"Al despertar José de su sueño —leemos en Mateo—, hizo como el ángel del Señor le había mandado (Mt 1,24). En estas pocas palabras está todo. Toda la decisión de la vida de José y la plena característica de su santidad. "Hizo". José, al que conocemos por el Evangelio, es hombre de acción.

Es hombre de trabajo. El Evangelio no ha conservado ninguna palabra suya. En cambio, ha descrito sus acciones: acciones sencillas, cotidianas, que tienen a la vez el significado límpido para la realización de la promesa divina en la historia del hombre; obras llenas de la profundidad espiritual Y de la sencillez madura.

4. Así es la actividad de José, así son sus obras antes de que le fuese revelado el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, que el Espíritu Santo había obrado en su Esposa. Así es también la obra ulterior de José cuando, sabiendo ya el misterio de la maternidad virginal de María, permanece junto a Ella en el período precedente al nacimiento de Jesús, y sobre todo en las circunstancias de la Navidad.

Luego, vemos a José en el momento de la presentación en el templo y de la llegada de los Reyes Magos de Oriente. Poco después comienza el drama de los recién nacidos en Belén. José es llamado de nuevo e instruido por la voz de lo Alto sobre cómo debe comportarse.

40 Emprende la huida a Egipto con la Madre y el Niño.

Después de un breve tiempo, el retorno a la Nazaret natal.

Finalmente allí encuentra su casa y su taller, adonde hubiera vuelto antes, si no se lo hubiesen impedido las atrocidades de Herodes. Cuando Jesús tiene 12 años, va con El y con María a Jerusalén.

En el templo de Jerusalén, después que los dos encontraron a Jesús perdido, José oye éstas misteriosas palabras: "¿No sabíais que es preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre?" (
Lc 2,49).

Así hablaba el niño de 12 años, y José, lo mismo que María, saben bien de Quien habla.

No obstante, en la casa de Nazaret, Jesús les estaba sumiso (cf. Lc 2,51): a los dos, a José y a María, tal como un hijo está sumiso a sus padres. Pasan los años de la vida oculta de la Sagrada Familia de Nazaret. El Hijo de Dios —enviado por el Padre— está oculto para mundo, oculto para todos los hombres, incluso para los más cercanos. Solo María y José conocen su misterio. Viven en su círculo. Viven este misterio cada día. El Hijo del Eterno Padre pasa, ante los hombres, por hijo de ellos; por "el hijo del carpintero" (Mt 13,55). Al comenzar el tiempo de su misión pública, Jesús' recordará, en la sinagoga de Nazaret, las palabras de Isaías que en aquel momento se cumplían en El, y los vecinos y paisanos dirán: "¿No es el hijo de José?" (cf. Lc 4,16-22).

El Hijo de Dios, el Verbo Encarnado, durante los 30 años de la vida terrena permaneció oculto: se ocultó a la sombra de José.''

Al mismo tiempo María y José permanecieron escondidos en Cristo, en su misterio y en su misión. Particularmente José, —que como se puede deducir del Evangelio— dejo el mundo antes de que Jesús se revelase a Israel como Cristo, y permaneció oculto en el misterio de Aquel a quien el Padre celestial le había confiado cuando todavía estaba en el seno de la Virgen, cuando le había dicho por medio del ángel: "No temas recibir en tu casa a María, tu esposa" (Mt 1,20).

Eran necesarias almas profundas —como Santa Teresa de Jesús— y los ojos penetrantes de la contemplación, para que pudiesen ser revelados los espléndidos rasgos de José de Nazaret: aquel de quien el Padre celestial quiso hacer, en la tierra, el hombre de su confianza.

Sin embargo, la Iglesia ha sido siempre consciente, y lo es hoy especialmente, de cuán fundamental ha sido la vocación de ese hombre: del esposo de María, de Aquel que, ante los hombres, pasaba por el padre de Jesús y que fue, según el espíritu, una encarnación perfecta de la paternidad en la familia humana y al mismo tiempo sagrada.

Bajo esta luz, los pensamientos y el corazón de la Iglesia, su oración y su culto, se dirigen a José de Nazaret. Bajo esta luz el apostolado y la pastoral encuentran en él un apoyo para ese amplio y simultáneamente fundamental campo que es la vocación, matrimonial y de los padres toda la vida en familia, llena de la solicitud sencilla y servicial del marido por la mujer, del padre y de la madre por los hijos —la vida en la familia— en esa "Iglesia más pequeña" sobre la cual se construye cada una de las Iglesias.

41 Y puesto que en el corriente año nos preparamos para el Sínodo de los Obispos, cuyo tema es "De muneribus familiae christianae", sentimos tanto más la necesidad de la intercesión de San José y de su ayuda en nuestros trabajos.

La Iglesia, que como sociedad del Pueblo de Dios, se llama así misma también la Familia de Dios, ve igualmente el puesto singular de San José en relación con esta gran Familia, y lo reconoce como su Patrono particular.

Esta meditación despierte en nosotros la necesidad de la oración por intercesión de aquel en quien el Padre celestial ha expresado, sobre la tierra, toda la dignidad espiritual de la paternidad. La meditación sobre su vida y las obras, tan profundamente ocultas en el misterio de Cristo y, a la vez, tan sencillas y límpidas, ayude a todos a encontrar el justo valor y la belleza de la vocación, de la que cada una de las familias humanas saca su fuerza espiritual y su santidad.

Plegaria

Con estos sentimientos dirijamos ahora nuestra oración.

Hermanos queridísimos:

Dios se ha dignado elegir al hombre y a la mujer para colaborar, en el amor y en el trabajo, a su obra de creación y de redención del mundo. Elevemos juntos nuestra plegaria a Dios, interponiendo la intercesión de San José, cabeza de la Sagrada Familia de Nazaret y Patrono de la Iglesia universal.

Oremos juntos y digamos: ¡Escúchanos, Señor!

1. Por todos los Pastores y ministros de la Iglesia, para que sirvan al Pueblo de Dios con dedicación activa y generosa, como San José sirvió dignamente al Señor Jesús y a la Virgen Madre, oremos.

2. Por las autoridades, para que rijan la vida económica y social con justicia y rectitud al servicio del bien común, en el respeto de los derechos y de la dignidad de todos, oremos.

3. Para que Dios se digne unir a la pasión de su Hijo las fatigas y los sufrimientos de los trabajadores, la angustia de los desocupados, la pena de los oprimidos, y para que de a todos la ayuda y el consuelo, oremos.

42 4. Por todas nuestras familias y por todos sus miembros: padres, hijos, ancianos, parientes, para que en el respeto a la vida y a la personalidad de cada uno, todos colaboren al crecimiento de la fe y de la caridad, para ser testigos auténticos del Evangelio, oremos.

¡Oh Señor!, da a tus fieles el Espíritu de verdad y de paz, para que te conozcan con toda el alma, y puedan gozar siempre de tus beneficios en el cumplimiento generoso de lo que a Ti te agrada.

Por Cristo nuestro Señor.

Amén.

Saludos

(En francés)

A los numerosos peregrinos franceses, venidos a Roma siguiendo las huellas de Santa Teresa del Niño Jesús, y guiados por el obispo de Bayeux y Lisieux, dirijo mis saludos cordiales, animándoles fervientemente.

Bien sabéis que la estancia en Roma de la joven Teresa Martín, en 1887, resultó determinante para su vocación contemplativa y misionera en el corazón de la Iglesia. Aun sin entrar en el carmelo, vosotros vais a vivir, como laicos cristianos, esas dos dimensiones esenciales a toda vida de bautizados. Convertíos más resueltamente a la oración y al espíritu misionero. Sí, organizad lo mejor posible vuestra vida diaria, semanal, mensual, para sentir a Dios, de algún modo, en el silencio, en la meditación, en la oración a fin de manteneros en pie y vivificar con el amor bebido en su fuente todos los sectores de vuestra existencia humana y cristiana, y purificar, por así decir, el mundo contemporáneo. Pero despertad también vuestro ardor misionero, a ejemplo de Santa Teresa. Allí donde estéis, según vuestras posibilidades y en unión con los otros cristianos, vivid y anunciad el Evangelio. También como Santa Teresa, traspasad vuestros horizontes inmediatos, estad a la escucha y al servicio de las necesidades religiosas y 'humanas de los pueblos de la tierra, aprovechando también su propia vitalidad espiritual que puede estimularos. ¿No tiene también la Iglesia, de la que sois miembros, constante necesidad del reavivar su espíritu misionero? ¡Seguid por esos caminos de la contemplación y de la vida activa, con mi afectuosa bendición!

(En inglés)

Me complazco en dirigir una palabra especial de saludo a los miembros del Consejo de Cristianos y Judíos procedentes de distintos puntos de las Islas Británicas. Sé que el objetivo de vuestra Asociación es la lucha por superar prejuicios, intolerancias y discriminaciones, y trabajar por mejorar las relaciones humanas. Deseo expresaros mi aliento cordial por vuestras metas tan encomiables, y con gozo invoco para todos vosotros bendiciones divinas en abundancia.


Y ahora una palabra especial para el gran número de peregrinos de Irlanda aquí presentes hoy. Me disteis una bienvenida calurosa cuando visité vuestro país; quisiera aseguraros hoy aquí una bienvenida igualmente calurosa. Hace pocos días celebramos la fiesta de San Patricio. Le pido que interceda por vosotros, y os ruego que seáis fieles a sus enseñanzas y ejemplo. Que Dios os bendiga.

(En italiano)

43 Deseo ahora dirigir un saludo especial a los monjes benedictinos de la basílica de San Pablo Extramuros, guiados por su nuevo abad y presentes en la audiencia juntamente con un grupo de parroquianos, así como a los monjes benedictinos de San Pedro, de Perusa, acompañados de algunos fieles y animadores pastorales de la Asociación "Secretariado de asistencia a las familias".

Queridos hijos de San Benito y queridos fieles que en él os inspiráis:

Mientras vivimos ya con intensa participación la alegría espiritual que mana de las solemnidades conmemorativas del decimoquinto centenario de su nacimiento, os recuerdo la escultórica y programática exhortación con que el gran Patriarca resume y concluye su célebre "Regla": "Christo omnino nihil preponat, qui nos pariter ad vitam aeternam perducat" (cap. 72): No antepongáis nada al amor de Cristo, que desea conducirnos a todos a la vida eterna del cielo.

Sea este vuestro programa de vida.. Es cuanto os deseo de todo corazón, para vuestro bien y de la humanidad, sedienta de esa paz y ese orden que San Benito promovió con sus benéficas instituciones.

¡Os acompañe mi particular bendición apostólica!

(A numerosos matrimonios pertenecientes al Movimiento de los Focolares)

Vaya también un saludo cordial a los numerosos matrimonios procedentes de toda Europa y pertenecientes al Movimiento de los "Focolares", que se hallan en Roma para participar en un curso sobre la caridad, así como a los voluntarios italianos del mismo Movimiento, reunidos también ellos en un congreso anual sobre el terna "La caridad, como ideal".

Carísimos: Sin una fe firme y profunda en Jesucristo, el Verbo Divino encarnado y muerto en la cruz por la humanidad, no es posible amar verdadera y concretamente. Dad, por tanto, testimonio de esta verdad esencial: la auténtica caridad sólo es posible en Jesucristo, conocido, amado y seguido con, fe serena y valiente.

Que mi bendición os acompañe.

(A los enfermos)

A los queridísimos enfermos, aquí presentes, y a cuantos sufren en el cuerpo y en el espíritu, deseo dirigir mi cordial saludo, que acompaño con mis paternales votos y asegurándoles un recuerdo en mis oraciones.

44 La festividad de San José me proporciona la ocasión de exhortaros a que dirijáis vuestra mirada hacia él, hombre justo y piadoso, para aprender las grandes lecciones de absoluta fidelidad al Señor, para impetrar, por su medio, la energía que os ayude a superar, valiente y meritoriamente, las vicisitudes de la vida y para obtener siempre su poderosa y dulce protección.

¡Con la sonrisa del Santo Patriarca, os acompañe mi bendición!

(A los recién casados)

Y ahora, dirijo una palabra de cordial saludo y ferviente augurio a los recién casados, presentes en esta audiencia.

Que el Señor bendiga vuestro amor, sostenga vuestro generoso propósito de dar testimonio de vida conyugal cristianamente ejemplar y esté siempre junto a vosotros, con su ayuda, a lo largo del camino que habéis decidido recorrer juntos hasta la muerte.

San José, esposo afectuoso, padre ejemplar, hombre justo, os proteja siempre y os conceda la gracia de vivir siempre en justicia, es decir virtuosamente, para ser amados de Dios, serenos con vosotros mismos y buenos con el prójimo. Con tales votos, os bendigo de corazón.

A los jóvenes en la Basílica de San Pedro



Queridísimos jóvenes, chicos y chicas:

Os doy la más cordial bienvenida y os digo, para empezar, que estoy realmente contento por encontrarme con vosotros, que procedéis de las más diversas parroquias, escuelas y asociaciones. Y ya que este encuentro coincide con el día de la solemnidad litúrgica de San José, aprovecho la ocasión para recordaron la figura silenciosa; pero importante, de este Santo, que durante muchos años estuvo junto a María y Jesús y es venerado como Patrono de la Iglesia. De paso, me complazco en felicitar cordialmente a cuantos lleváis ese nombre.

Queridos míos: he dicho ya muchas veces y me gusta repetirlo, que sois la esperanza no sólo del mundo, sino sobre todo de la Iglesia y del Papa en particular. Vuestra juventud, en efecto, es rica en promesas, como un árbol florido que en primavera promete, ya por sí solo, abundancia de frutos para las estaciones siguientes. He ahí por qué, frente a vosotros no se puede dejar de tener confianza y esperar, con paciencia pero con seguridad, la plena maduración de las muchas posibilidades que han depositado en vosotros tanto- la simple naturaleza humana como el Espíritu Santo que os ha hecho cristianos en el bautismo.

Lo importante es que no defraudéis estas ardientes, y a veces ansiosas, esperanzas de la sociedad, civil o eclesial, la cual quiere ver en vosotros no solamente la repetición de sí misma, sino sobre todo la realización de las propias mejoras, mediante la corrección de cuanto se ha sembrado mal y muy especialmente mediante la tenaz prosecución de todo lo que ha comenzado bien.

45 Recordad las palabras de San Pablo a los Efesios: "Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella... a fin de presentársela a sí gloriosa, sin mancha o arruga o cosa semejante, sino santa e intachable" (Ep 5,25-27). En la Iglesia debe suceder lo contrario de lo que sucede a cualquier individuo que vive en este mundo; a saber: que cuanto más pasa el tiempo y se van sucediendo los siglos, la Iglesia, en vez de envejecer, tiene que rejuvenecerse cada vez más, para estar siempre a la altura de su Esposo, eternamente joven, Jesucristo, el cual, "resucitado de los muertos, no muere ya jamás" (Rm 6,9), sino que es siempre "el mismo, ayer, hoy y por todos los siglos" (He 13,8).

Carísimos: si no os ponéis bajo la enseña de esta comunión con el Señor; ¿qué será de vuestra vida? Correréis el peligro de edificarla sobre la arena, en lugar de sobre la roca. ¿Qué sentido, en efecto, podría tener vuestra vida y qué gozo podía testimoniar si no estuviereis unidos a Aquel que, según la Biblia, "alegra mi juventud" (Ps 43 Ps 4, LXX) y hace "nuevas todas las cosas"? (Ap 21,5).

Como bien sabéis, en estos días estamos muy cerca de la celebración de la Pascua. Ciertamente, os estáis preparando con un camino de fe y de conversión a esta fiesta, que es la más grande de todo el año litúrgico. Por mi parte, os recomiendo que os portéis de tal manera que no sólo un día al año sino toda vuestra vida sea una auténtica Pascua; como nos exhorta San Pablo: "Nuestra Pascua, Cristo ya ha sido inmolada. Así pues, festejémosla, no con la vieja levadura, no con la levadura de la malicia y la maldad, sino con los ácimos de la pureza y la verdad" (1Co 5,7-8). Por tanto, que sea realmente la vuestra una vida de resucitados con Cristo y de testigos dinámicos de su entusiasmante mensaje frente a todo el mundo. De se modo, en efecto, entenderéis realmente a fondo lo que significa amar tanto a los hombres hasta el punto de dar la propia vida por ellos (cf. Mc 10,45 Jn 3,16); lo que significa promover la paz y el progreso integrales; lo que significa vivir en la luz que emana del "sol de justicia" (Ml 3,20), que es precisamente Cristo Resucitado. Y entenderéis también que tan altas virtudes y tan feliz juventud no se alcanzan ni se mantienen sin la austera experiencia de la cruz; la cual, a quien la acoge con fe, se le revela como el gran valor que enciende vuestros entusiasmos, los verifica, y, en definitiva, los exalta y refuerza.

Eso es lo que os deseo de todo corazón y ruego también al Señor para que así sea. Que mi bendición os sirva de prenda de su gracia fecunda, así como de mi paterna benevolencia.
* * *


Quiero ahora dirigir un saludo especial a los mil jóvenes portadores de la antorcha, de la diócesis de Nursia y Espoleto, así como de las abadías de Subiaco y Montecassino, los cuales, junto a numerosos familiares y amigos de diversas escuelas y del Centro deportivo italiano han venido aquí para encender y hacer bendecir por el Papa la antorcha benedictina, que será luego llevada por los mismos atletas, a través de las mencionadas poblaciones, hasta Nursia, ciudad natal de San Benito, para conmemorar el XV centenario del nacimiento del gran Patriarca de Occidente y de Santa Escolástica, su hermana.

Queridísimos jóvenes: mientras lleváis en vuestra mano y hacéis resplandecer esa llama, recordad las luminosas tradiciones culturales y espirituales de que es heredero y guardián el suelo de Umbría y sentíos orgullosos de ellas. Realizad esa marcha en el signo de Cristo: Lumen gentium. Que pueda esa antorcha suscitar en las almas sentimientos de fraternidad, de concordia y, sobre todo, de cristiana solidaridad con quienes todavía sufren a causa de las devastaciones del terremoto en vuestra tierra.

Al bendecir ahora esa antorcha, extiendo mi saludo de felicitación a cuantos se unirán a vosotros en el nombre del Señor, gustando de antemano el gozó del encuentro que el próximo domingo tendré con vuestra amadísima región.





Miércoles 26 de marzo de 1980 : La unión conyugal según el libro del Génesis

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(La audiencia del miércoles 26 de marzo se desarrolló en dos fases a causa del mal tiempo. La primera en la basílica de San Pedro donde el Papa pronunció la catequesis ante los peregrinos de lengua italiana, y la segunda en el Sala Pablo VI, donde comunicó oficialmente su viaje apostólico a África)

Basílica de San Pedro

La unión conyugal según el libro del Génesis



1. Está llegando a su fin el ciclo de reflexiones con que hemos tratado de seguir la llamada de Cristo, que nos trasmite Mateo (19, 3-9) y Marcos (10, 1. 12): "¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y mujer? Y dijo: Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer y serán los dos una sola carne" (
Mt 19,4-5). La unión conyugal, en el libro del Génesis, se define como "conocimiento": "Conoció el hombre a su mujer, que concibió y parió... diciendo: He alcanzado de Yahvé un varón" (Gn 4,1). Hemos intentado ya, en nuestras meditaciones precedentes, hacer luz sobre el contenido de ese "conocimiento" bíblico. Con él, el hombre, varón-mujer, no sólo da el propio nombre a los otros seres vivientes (animalia), tomando así posesión de ellos, sino que "conoce" en el sentido del Génesis 4, 1 (y de otros pasajes de la Biblia), esto es, realiza lo que la palabra "hombre" expresa: realiza la humanidad en el nuevo hombre engendrado. En cierto sentido, pues, se realiza a sí mismo, es decir, al hombre-persona.

2. De este modo se cierra el ciclo bíblico de "conocimiento-generación". Este ciclo del "conocimiento" está constituido por la unión de las personas en el amor, que les permite unirse tan estrechamente entre sí, que se convierten en una sola carne. El libro del Génesis nos revela plenamente la verdad de este ciclo. El hombre, varón y mujer, que, mediante el "conocimiento" del que habla la Biblia, concibe y engendra un ser nuevo, semejante a él, al que puede llamar "hombre" ("he alcanzado un hombre") toma, por decirlo así, posesión de la misma humanidad, o mejor, la vuelve a tomar en posesión. Sin embargo, esto sucede de modo diverso de como había tomado posesión de los otros seres vivientes (animalia), cuando les había impuesto el nombre. Efectivamente, entonces él se había convertido en su señor, había comenzado a realizar el contenido del mandato del Creador: "Someted la tierra y dominadla" (cf. Gn 1,28).

3. En cambio, la primera parte de este mandato: "Procread y multiplicaos, y henchid la tierra" (Gn 1,28), encierra otro contenido e indica otro componente. El varón y la mujer en este "conocimiento", con el que dan comienzo a un ser semejante a ellos, del que pueden decir juntos que "es carne de mi carne y hueso de mis huesos" (Gn 2,24), son como "arrebatados" juntos, juntamente tomados ambos en posesión por la humanidad que ellos, en la unión y en el "conocimiento" recíproco, quieren expresar de nuevo, tomar posesión de nuevo, recabándola de sí mismos, de la propia humanidad, de la admirable madurez masculina y femenina de sus cuerpos, y finalmente -a través de toda la serie de concepciones y generaciones humanas desde el principio- del misterio mismo de la creación.

4. En este sentido, se puede explicar el "conocimiento" bíblico como "posesión".¿Es posible ver en él algún equivalente bíblico de "eros"?, Se trata aquí de dos ámbitos del concepto, de dos lenguajes: bíblico y platónico; sólo con gran cautela se pueden interpretar el uno con el otro [1]. En cambio, parece que en la revelación originaria no está presente la idea de posesión de la mujer como de un objeto, por parte del varón o viceversa. Pero, por otra parte, es sabido que, a causa del estado pecaminoso contraído después del pecado original, varón y mujer deben reconstruir con fatiga el significado de recíproco don desinteresado. Este será el tema de nuestros análisis ulteriores.

5. La revelación del cuerpo, contenida en el libro del Génesis, particularmente en el capítulo 3, demuestra con evidencia impresionante que el ciclo del "conocimiento- generación", tan profundamente arraigado en la potencialidad del cuerpo humano, fue sometido, después del pecado, a la ley del sufrimiento y de la muerte. Dios-Yahvé dice a la mujer: "Multiplicaré los trabajos de tus preñeces, parirás con dolor los hijos" (Gn 3,16). El horizonte de la muerte se abre ante el hombre, juntamente con la revelación del significado generador del cuerpo en el acto recíproco de "conocimiento" de los cónyuges. Y he aquí que el primer hombre, varón, impone a su mujer el nombre de Eva, "por ser la madre de todos los vivientes" (Gn 3,20), cuando ya había escuchado él las palabras de la sentencia, que determinaba toda la perspectiva de la existencia humana "desde dentro" del conocimiento del bien y del mal. Esta perspectiva es confirmada por las palabras; "Volverás a la tierra, pues de ella has sido tomado; ya que eres polvo y al polvo volverás" (Gn 3,19).

El carácter radical de esta sentencia está confirmado por la evidencia de las experiencias de toda la historia terrena del hombre. El horizonte de la muerte se extiende sobre toda la perspectiva de la vida humana en la tierra, vida que está inserta en ese originario ciclo bíblico del "conocimiento-generación". El hombre que ha quebrantado la alianza con su Creador, tomando el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, es separado por Dios Yahvé del árbol de la vida: "Que no vaya a tender ahora su mano al árbol de la vida, y comiendo de él, viva para siempre" (Gn 3,22). De este modo, la vida dada al hombre en el misterio de la creación no se le ha quitado, sino restringido por los límites de las concepciones, nacimientos y muerte, y además se le ha agravado por la perspectiva del estado pecaminoso hereditario; pero, en cierto sentido, se le da de nuevo como tarea en el mismo ciclo siempre repetido. La frase: "Adán se unió ("conoció") a Eva, su mujer, que concibió y parió" (Gn 4,1), es como un sello impreso en la revelación originaria del cuerpo al "principio" mismo de la historia del hombre sobre la tierra. Esta historia se forma siempre de nuevo en su dimensión más fundamental casi desde el "principio", mediante el mismo "conocimiento-generación" de que habla el libro del Génesis.

6. Y así cada hombre lleva en sí el misterio de su "principio" íntimamente unido al conocimiento del significado generador del cuerpo. El Génesis 4, 1-2 parece silenciar el tema de la relación que media entre el significado generador y el significado esponsalicio del cuerpo. Quizá no es todavía tiempo ni lugar para aclarar esta relación, aún cuando esto parece indispensable en análisis ulteriores. Será necesario, pues, hacer nuevamente las preguntas vinculadas a la aparición de la vergüenza en el hombre, vergüenza de su masculinidad y de su feminidad, antes no experimentada. Sin embargo, en este momento pasa a segundo plano. En cambio, permanece en primer plano el hecho de que "Adán se unió ("conoció) a Eva, su mujer, que concibió y parió". Este es precisamente el umbral de la historia del hombre. Es su "principio" en la tierra. El hombre, como varón y mujer, está en este umbral con la conciencia del significado generador del propio cuerpo: la masculinidad encierra en sí el significado de la paternidad, y la feminidad el de la maternidad. En nombre de este significado, Cristo dará un día su respuesta categórica a los fariseos (cf. Mt 19 Mc 10). Nosotros, en cambio, penetrando en el contenido sencillo de esta respuesta, tratamos de aclarar el contexto de ese "principio", al que se refirió Cristo. En él hunde sus raíces la teología del cuerpo.

7. La conciencia del significado del cuerpo y la conciencia de su significado generador están relacionadas, en el hombre, con la conciencia de la muerte, cuyo inevitable horizonte llevan consigo, por así decirlo. Sin embargo, siempre retorna en la historia del hombre el ciclo "conocimiento-generación", en el que la vida lucha, siempre de nuevo, con la inexorable perspectiva de la muerte, y la supera siempre. Es como si la razón de esta inflexibilidad de la vida, que se manifiesta en la "generación" fuese siempre el mismo "conocimiento", con que el hombre supera la soledad del propio ser y, más aún, se decide de nuevo a afirmar este ser en "otro". Y ambos, varón y mujer, lo afirman en el nuevo hombre engendrado. En esta afirmación, el "conocimiento" bíblico parece adquirir una dimensión todavía mayor. Esto es, parece insertarse en esa "visión" de Dios mismo, con la que termina el primer relato de la creación del hombre sobre el "varón" y la "mujer" hechos "a imagen de Dios": "Vio Dios ser muy bueno cuanto había hecho" (Gn 1,31). El hombre, a pesar de todas las experiencias de la propia vida, a pesar de los sufrimientos, de las desilusiones de sí mismo, de su estado pecaminoso, y a pesar, finalmente, de la perspectiva inevitable de la muerte, pone siempre de nuevo, sin embargo, el "conocimiento" al "comienzo" de la "generación"; él así parece participar en esa primera "visión" de Dios mismo: Dios Creador "vio..., y he aquí que era todo muy bueno". Y, siempre de nuevo, confirma la verdad de estas palabras.

Notas

[1] Según Platón, el "eros" es el amor sediento de la Belleza trascendente y expresa la insaciabilidad que tiende a su objeto eterno; él, pues, eleva siempre lo que es humano hacia lo divino, que es lo único en condición de saciar la nostalgia del alma prisionera en la materia; es un amor que no retrocede ante el más grande esfuerzo, para alcanzar el éxtasis de la unión; por lo tanto es un amor egocéntrico, es ansia, aunque dirigida hacia valores sublimes (cf. A. Nygren, Erôs et Agapé, París 1951, vol. II, págs. 9-10).

47 A lo largo de los siglos, a través de muchas transformaciones, el significado del "eros" ha sido rebajado a las connotaciones meramente sexuales. Es característico, a este propósito, el texto del p. Chauchaurd, que parece incluso negar al "eros" las características del amor humano: "La cérébralisation de la sexualité ne réside pas dans les trucs techniques ennuyeux, mais dans la pleine reconnaissance de sa spiritiualité, du fait qu'Eros n'est humain qu'animé par Agapé e qu'Agapé exige l'incarnation dans Erôs" (p. Chauchaurd, Vices des vertus, vertus des vices, París 1963, pág. 147).

La comparación del "conocimiento" bíblico con el "eros" platónico revela la divergencia de estas dos concepciones. La concepción platónica se basa en la nostalgia de la Belleza trascendente y en la huida de la materia; la concepción bíblica, en cambio, se dirige hacia la realidad concreta, y le resulta ajeno el dualismo del espíritu y la materia como también la específica hostilidad hacia la materia ("Y vio Dios que era bueno"
Gn 1,10 Gn 1,12 Gn 1,18 Gn 1,21 Gn 1,25).

Así como el concepto platónico de "eros" sobrepasa el alcance bíblico del "conocimiento" humano, el concepto contemporáneo parece demasiado restringido. El "conocimiento" bíblico no se limita a satisfacer el instinto o el goce hedonista, sino que es un acto plenamente humano, dirigido conscientemente hacia la procreación, y es también expresión del amor interpersonal (cf. Gn 29,20 1S 8 2S 12,24).

Saludos

A una peregrinación de Cagliari

Quiero dirigir un saludo caluroso a la peregrinación de la archidiócesis de Cagliari. Les acompaña el arzobispo mons. Giuseppe Bonfiglioli y está presente asimismo su predecesor el cardenal Sebastiano Baggio.

Hermanos e hijos queridísimos: Os doy las gracias por esta visita que me resulta especialmente grata porque atestigua la fe y devoción no sólo de los cagliaritanos, sino de toda la noble isla de Cerdeña, a los diez años de la visita que hizo allí el inolvidable Papa Pablo VI. Quiero creer que vuestra presencia en Roma contribuirá a afianzar cada vez más vuestra adhesión al Señor, de cuyos primeros apóstoles y mártires se conservan aquí las tumbas; y para ahondar la conciencia de vuestra pertenencia a la gran comunidad eclesial, de la que es ya de por sí signo elocuente esta reunión eclesial. Os deseo que comuniquéis a la vida de cada día el gozo de una fe auténtica que se transforme a la vez en estímulo y fuerza para superar todas las dificultades que reserva a cada uno la existencia sobre esta tierra.

Os proteja siempre el Señor junto con la Virgen de Bonaria. Por mi parte os concedo de corazón la bendición apostólica para que os sirva de consuelo a vosotros y vuestros seres queridos, en especial a los que sufren, a los niños y a cuantos se encuentran particularmente necesitados.

Al "Grupo coral" de Siena

Ahora un saludo y una palabra de complacencia cordial al "Grupo coral" de Siena, que ha alegrado esta audiencia. Hijos queridísimos: Tengo en gran aprecio la finalidad que motiva vuestro compromiso, es decir, recuperar para el Canto coral a quien no ha sido particularmente dotado por la naturaleza. ¿No hay aquí un símbolo y una lección para los otros sectores de la vida? La generosidad, la humildad y la constancia pueden ayudaros a llegar a un "acuerdo" pacificador que resulte luego fuente alegría para todos. Os deseo que de este modo seáis apóstoles de paz y comprensión dentro de la familia, en la escuela y en todos los ambientes en que lleguéis a encontraros. Con mi bendición apostólica.

(A una peregrinación de la prelatura de Pompeya)

48 Merece una palabra particularmente afectuosa la nutrida peregrinación de la prelatura de Pompeya, presidida por el obispo Domenico Vacchiano junto con la delegación pontificia, el alcalde y el ayuntamiento. Sé que está presente también la banda de música de los alumnos de las Obras del santuario. A todos sin distinción va mi saludo cordial.

Queridísimos: Vuestra presencia hoy aquí me trae el recuerdo de cuando os visité el mes de octubre último y de la acogida entusiasta que me ofrecisteis. Os agradezco hondamente esta visita que une idealmente el célebre santuario de la Virgen del Santísimo Rosario con esta Sede de Pedro, en un mismo acto de devoción a Nuestro Señor Jesucristo, que ocupa el centro de nuestra fe cristiana común y al que tanto María como Pedro amaron, sirvieron y dieron testimonio, cada uno según su función. A los numerosos muchachos presentes entre vosotros deseo paternamente que sepan. enardecer cada día su entusiasmo en el contacto confiado con Jesús y su Madre, para poner fundamentos sólidos a una vida seriamente entregada en favor de la sociedad y de la Iglesia.

A todos deseo prosperidad cristiana y toda clase de bienes; es prenda de ello la bendición apostólica que os doy de corazón invitándoos a que la hagáis extensiva a las personas que amáis.

(A la peregrinación parroquial de Protovenere)

El saludo afectuoso que os dirijo, amadísimos miembros de la peregrinación parroquial de Portovenere, quiere ser respuesta cordial a la visita que habéis querido hacerme con el júbilo del 850 aniversario de la dedicación de vuestra, iglesia de San Lorenzo, realizada por mi predecesor Inocencio III. Estoy informado acerca de vuestra laboriosidad basada en las enseñanzas del Evangelio, y de vuestra devoción al Apóstol Pedro. Os deseo que los actos conmemorativos solemnes que tenéis programados, os ayuden cada vez más a orientaros hacia Cristo nuestro Salvador y a comprometeros a dar testimonio generoso de Cristo y de su Evangelio siempre.

Con mi bendición apostólica que os imparto de corazón a vosotros y a vuestros seres queridos.

(A dos grupos numerosos del Movimiento de los Focolares)

Saludo con viva complacencia a dos grupos numerosos pertenecientes al Movimiento de los "Focolares", que han tenido un congreso estos días en el Centro Mariápolis de Rocca di Papa; un congreso sobre la caridad como ideal de vida para animar el ambiente parroquial y social con el testimonio concreto del amor mutuo, y tratar de ser fermento de comunión y unidad.

Queridísimos: Al daros un gracias cordial por vuestra visita y vuestros sentimientos filiales, os exhorto a seguir manteniendo la voluntad de ofrecer testimonio auténtico de vida cristiana.

Selle el Redentor con su gracia divina vuestros propósitos generosos, y en prenda de aquélla imparto mi bendición.

(En francés)

49 Me complazco en saludar a los miembros de la Dirección del Movimiento Internacional del Apostolado de Medios Sociales Independientes. Os deseo todo lo mejor, queridos amigos, para la asamblea general que preparáis y que tendrá por tema: "Signos de los tiempos-Anunciar a Jesucristo". Sí, las personas de los medios en que estáis naturalmente insertos, tienen grandes responsabilidades humanas que acaparan muchas veces sus preocupaciones, y es precisamente ahí donde se les debe anunciar a Jesucristo por obra de laicos cristianos que estén cerca de ellos, de laicos que hayan sabido renovar y robustecer sus convicciones de fe, para que les conforten y les den testimonio con su vida según el espíritu del Evangelio. Os doy las gracias por el trabajo efectuado al servicio del Movimiento, y transmitid a todos los compañeros del MIAMSI el aliento del Papa que les bendice de todo corazón.

Quiero decir una palabra cordial también a los parroquianos de Saint-Pierre de Montmartre y ,su párroco.

Os felicito por el amor a vuestra hermosa iglesia románica tan rica en recuerdos, y por querer embellecerla aún más dotándola de tres puertas de bronce esculpidas por Tommaso Gismondi y fundidas en Anagni, que están dedicadas a San Pedro, a San. Dionisio, primer obispo de París, y a la Virgen María.. Mi enhorabuena al artista que ha puesto en el tríptico lo mejor de su talento y su fe. Y ¡gracias a todos por haberme dado la alegría de bendecir esta obra!

Dejadme que os anime a construir sin cesar vuestra comunidad parroquial. Que cada uno se considere el más responsable de su unidad en la caridad, de sus progresos por los caminos de la fe vivida prácticamente y celebrada de modo digno, y de su atención evangélica a los que residen o pasan por el célebre cerro de Montmartre. Pida al Señor que os sostenga y bendiga.

(A los jóvenes)

Y ahora una palabra a los jóvenes. ¡Bienvenidos seáis!, queridísimos. Vuestra presencia tan jubilosa y espontánea atestigua que la Iglesia es joven y se proyecta al futuro. Sed conscientes de vuestras responsabilidades; el mensaje de Cristo está confiado a vuestra generosidad y entusiasmo. Sois vosotros los que debéis proclamarlo en el nuevo milenio que se asoma al horizonte. Es un mensaje que compromete, pues anuncia la redención por medio de la cruz, la vida y el gozo a través del sufrimiento y la muerte; anuncia a Cristo crucificado, muerto y resucitado.

Si queréis ser testigos creíbles suyos, empeñaos en encarnarlo sobre todo en vuestra vida; quien se acerque a vosotros debe llegar a descubrir en vuestras palabras, en vuestros gestos y en todo cuanto sois, un reflejo del rostro resplandeciente de Cristo resucitado. Jesús quiere caminar con vosotros por los caminos del mundo que se está construyendo en estos años difíciles. ¡No lo olvidéis! Os doy mi bendición apostólica.

(A los enfermos)

Queridísimos enfermos:

Os llegue como siempre mi saludo más sentido y afectuoso.

Mientras desgraciadamente hay tanta violencia en la sociedad actual, me dirijo a vosotros de modo especial para que en estos días santos que nos acercan a la Pascua; miréis al Crucifijo, a fin de cooperar con amor más intenso a la redención, de la humanidad, según los designios de la Providencia, misteriosos pero siempre sabios.

Os acompañe mi bendición.

(A los recién casados)

Queridísimos recién casados:

Habéis venido a la audiencia del Papa en esta circunstancia de vuestra boda que es tan hermosa y dulce para vosotros. ¡Bienvenidos seáis! Recibid mi saludo y enhorabuena más cordiales.

Al comenzar ahora vuestra nueva vida, llevad al mundo vuestro amor y fidelidad con gozo y valentía, como ramo de olivo y lámpara encendida en señal de paz y fraternidad.

Invoco de corazón sobre vosotros la bendición del Señor.




Audiencias 1980 39