Audiencias 1980 151

Miércoles 15 de octubre de 1980

El "ethos" del Evangelio y la "praxis" humana

1. Durante nuestros numerosos encuentros de los miércoles hemos hecho un análisis detallado de las palabras del sermón de la montaña en las que Cristo hace referencia al "corazón" humano. Como ya sabemos, sus palabras son exigentes. Cristo dice: "Habéis oído que fue dicho: No adulterarás. Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón" (Mt 5,27-28). Esta llamada al corazón pone en claro la dimensión de la interioridad humana, la dimensión del hombre interior, propia de la ética y más aún, de la teología del cuerpo. El deseo, que surge en el ámbito de la concupiscencia de la carne, es al mismo tiempo una realidad interior y teológica, que, en cierto modo, experimenta todo hombre "histórico". Y precisamente este hombre —aún cuando no conozca las palabras de Cristo— debe plantearse continuamente la pregunta acerca del propio "corazón". Las palabras de Cristo hacen particularmente explícita esta pregunta: ¿Se acusa al corazón o se le llama al bien? Y ahora intentamos considerar esta pregunta, al final de nuestras reflexiones y análisis, unidos con la frase tan concisa y a la vez categórica del Evangelio, tan cargada de contenido teológico, antropológico y ético.

Al mismo tiempo se presenta una segunda pregunta, más "práctica": ¿cómo "puede" y "debe" actuar el hombre que acoge las palabras de Cristo en el sermón de la montaña, el hombre que acepta el ethos del Evangelio y, en particular, lo acepta en este campo?

2. Este hombre encuentra en las consideraciones hechas hasta ahora la respuesta, al menos indirecta, a las dos preguntas: ¿cómo "puede" actuar, eso es, con qué puede contar en su "intimidad", en la fuente de sus actos "interiores" o "exteriores"? Y además: ¿cómo "debería" actuar, es decir, de qué modo los valores conocidos según la "escala" revelada en el sermón de la montaña constituyen un deber de su voluntad y de su "corazón", de sus deseos y de sus opciones? ¿De qué modo le "obligan" en la acción, en el comportamiento, si, acogidas mediante el conocimiento, le "comprometen" ya en el pensar y de alguna manera, en el "sentir"? Estas preguntas son significativas para la "praxis" humana, e indican un vínculo orgánico de la "praxis" misma con el ethos. La moral viva es siempre ethos de la praxis humana.

3. Se puede responder de diverso modo a dichas preguntas. Efectivamente, tanto en el pasado, como hoy se dan diversas respuestas. Esto lo confirma una literatura amplia. Más allá de las respuestas que en ella encontramos, es necesario tener en consideración el número infinito de respuestas que el hombre concreto da a estas preguntas por sí mismo, las que, en la vida de cada uno, da repetidamente su conciencia, su conocimiento y sensibilidad moral. Precisamente en este ámbito se realiza continuamente una compenetración del "ethos" y de la "praxis". Aquí viven la propia vida (no exclusivamente "teórica") cada uno de los principios, es decir, las normas de la moral con sus motivaciones elaboradas y divulgadas por moralistas, pero también las que elaboran —ciertamente no sin una conexión con el trabajo de los moralistas y de los científicos— cada uno de los hombres, como autores y sujetos directos de la moral real, como co-autores de su historia, de los cuales depende también el nivel de la moral misma, su progreso o su decadencia. En todo esto se confirma de nuevo en todas partes y siempre, ese "hombre histórico", al que habló una vez Cristo, anunciando la Buena Nueva evangélica con el sermón de la montaña, donde entre otras cosas dijo la frase que leemos en Mt 5, 27-28: "Habéis oído que fue dicho: No adulterarás. Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón".

4. El enunciado de Mateo se presenta estupendamente conciso con relación a todo lo que sobre este tema se ha escrito en la literatura mundial. Y quizá precisamente en esto consiste su fuerza en la historia del ethos.Es preciso, al mismo tiempo, darse cuenta del hecho de que la historia del ethos discurre por un cauce multiforme, en el que cada una de las corrientes se acerca o se aleja mutuamente. El hombre "histórico" valora siempre, a su modo, el propio "corazón", lo mismo que juzga también el propio "cuerpo": y así pasa del polo del pesimismo al polo del optimismo, de la severidad puritana al permisivismo contemporáneo. Es necesario darse cuenta de ellos, para que el ethos del sermón de la montaña pueda tener siempre una debida transparencia en relación a las acciones y a los comportamientos del hombre. Con este fin es necesario hacer todavía algunos análisis.

5. Nuestras reflexiones sobre el significado de las Palabras de Cristo según Mateo 5, 27-28 no quedarían completas si no nos detuviéramos —al menos brevemente— sobre lo que se puede llamar el eco de estas palabras en la historia del pensamiento humano y de la valoración del ethos.El eco es siempre una transformación de la voz y de las palabras que la voz expresa. Sabemos por experiencia que esta transformación a veces está llena de misteriosa fascinación. En el caso en cuestión, ha ocurrido más bien lo contrario. Efectivamente, a las Palabras de Cristo se les ha quitado más bien su sencillez y profundidad y se les ha conferido un significado lejano del que en ellas se expresa; a fin de cuentas, un significado incluso que contrasta con ellas. Pensamos ahora en todo lo que apareció, al margen del cristianismo, bajo el nombre de maniqueísmo [1]1, y que ha intentado también entrar en el terreno del cristianismo por lo que respecta precisamente a la teología y el ethos del cuerpo. Es sabido que, en su forma originaria, el maniqueísmo, surgido en Oriente fuera del ambiente bíblico y originado por el dualismo mazdeísta, individuaba la fuente del mal en la materia, en el cuerpo, y proclamaba, por lo tanto, la condena de todo lo que en el hombre es corpóreo. Y puesto que en el hombre la corporeidad se manifiesta sobre todo a través del sexo, entonces se extendía la condena al matrimonio y a la convivencia conyugal, además de a las esferas del ser y del actuar, en las que se expresa la corporeidad.

6. A un oído no habituado, la evidente severidad de ese sistema podía parecerle en sintonía con las severas palabras de Mateo 5, 29-30, en las que Cristo habla de "sacar el ojo" o de "cortar la mano", si estos miembros fuesen la causa del escándalo. A través de la interpretación puramente "material" de estas locuciones, era posible también obtener una óptica maniquea del enunciado de Cristo, en el que se habla del hombre que ha "cometido adulterio en el corazón..., mirando a una mujer para desearla". También en este caso, la interpretación maniquea tiende a la condena del cuerpo, como fuente real del mal, dado que en él, según el maniqueísmo, se oculta y al mismo tiempo se manifiesta el principio "ontológico" del mal. Se trataba, pues, de entrever y a veces se percibía esta condena en el Evangelio, encontrándola donde, en cambio, se ha expresado exclusivamente una exigencia particular dirigida al espíritu humano.

Nótese que la condena podía —y puede ser siempre— una escapatoria para sustraerse a las exigencias propuestas en el Evangelio por Aquel que "conocía lo que en el hombre había" (Jn 2,25). No faltan pruebas de ello en la historia. Hemos tenido ya la ocasión en parte (y ciertamente la tendremos todavía) de demostrar en qué medida esta exigencia puede surgir únicamente de una afirmación —y no de una negación o de una condena— si debe llevar a una afirmación aún más madura y profunda, objetiva y subjetivamente. Y a esta afirmación de la feminidad y masculinidad del ser humano, como dimensión personal del "ser cuerpo", deben conducir las palabras de Cristo según Mateo 5, 27-28. Este es el justo significado ético de estas palabras. Ellas imprimen en las páginas del Evangelio una dimensión peculiar del ethos para imprimirla después en la vida humana.

Trataremos de reanudar este tema en nuestras reflexiones sucesivas.

Notas

152 [1] El maniqueísmo contiene y lleva a maduración los elementos característicos de toda "gnosis", esto es, el dualismo de los principios coeternos y radicalmente opuestos y el concepto de una salvación que se realiza sólo a través del conocimiento (gnosis) o la autocomprensión de si mismos. En todo el mito maniqueo hay un solo héroe y una sola situación que se repite siempre: el alma caída está aprisionada en la materia y es liberada por el conocimiento.

La actual situación histórica es negativa para el hombre, porque es una mezcla provisoria y anormal de espíritu y de materia, de bien y de mal, que supone un estado antecedente. original, en el cual las dos sustancias estaban separadas e independientes. Por esto, hay tres "tiempos": el "initium", o sea, la separación primordial; el "medium", es decir, la mezcla actual; y el "finis" que consiste en el retorno a la división original, en la salvación, que implica una ruptura total entre espíritu y materia.

La materia es, en el fondo, concupiscencia, apetito perverso del placer, instinto de muerte, comparable, sino idéntico, al deseo sexual, a la "libido". Es una fuerza que trata de asaltar a la luz; es movimiento desordenado, deseo bestial, brutal, semi-inconsciente.

Adán y Eva fueron engendrados por dos demonios; nuestra especie nació de una sucesión de actos repugnantes de canibalismo y de sexualidad y conserva los signos de este origen diabólico, que son el cuerpo, el cual es la forma animal de los "Arcontes del infierno", y la "libido", que impulsa al hombre a unirse y a reproducirse, esto es, a mantener al alma luminosa siempre en prisión.

El hombre, si quiere ser salvado, debe tratar de liberar su "yo viviente" (noûs) de la carne y del cuerpo. Puesto que la materia tiene en la concupiscencia su expresión suprema, el pecado capital está en la unión sexual (fornicación), que es brutalidad y bestialidad y que hace de los hombres los instrumentos y los cómplices del mal por la procreación.

Los elegidos constituyen el grupo de los perfectos, cuya virtud tiene una característica ascética, realizando la abstinencia mandada por los tres "sellos": el "sello de la boca" prohíbe toda blasfemia y manda la abstención de la carne, de la sangre, del vino, de toda bebida alcohólica, y también el ayuno; el "sello de las manos" manda el respeto de la vida (de la "luz") encerrada en los cuerpos, en las semillas, en los árboles y prohíbe recoger los frutos, arrancar las plantas, quitar la vida a los hombres y a los animales; el "sello del seno" prescribe una continencia total (cf. H. Ch. Puech, Le Manichéisme: son fondateur-sa doctrine, París, 1949 [Musée Guimet, tomo LVI] págs. 73-88; H. Ch. Puech, Le Manichéisme, en "Histoire des Religions", Encyclopédie de la Pleiade, II), Gallimard, 1972, págs. 522-645; J. Ries, Manichéisme, en "Catholicisme hier, aujourd'houi, demain", 34 Lila, 1977, Letouzey- Ané, págs. 314-320).



Saludos

(En castellano)

Un saludo cordial para la peregrinación de miembros de la Marina Venezolana, a quienes acompaña en esta audiencia el director nacional de los capellanes de las Fuerzas Armadas, mons. Marcial Augusto Ramírez Ponce, obispo auxiliar de Caracas.

Me alegro de vuestra presencia, con la que habéis querido dar testimonio de vuestros sentimientos de fe y de gratitud al Señor. Que en vuestro servicio diario a la patria veáis siempre una llamada a ser mensajeros conscientes e incansables de paz y fermento de vida cristiana entre vuestros compañeros y en vuestras familias. A todos os bendigo de corazón.

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153 Se halla presente en esta audiencia un grupo de sacerdotes, matrimonios y catequistas de los movimientos neocatecumenales de varios países de Centroamérica.

Os saludo con afecto, amados hermanos y hermanas, que os dedicáis a una tarea a la que la Iglesia atribuye una gran importancia: la edificación de la fe de la comunidad eclesial a través de una catequesis sistemática, sólida, progresiva. dedicaos con generosidad a esa labor tan necesaria; sed fieles a la vivencia personal del mensaje cristiano y a la transmisión a los demás. Bendigo vuestro propósito de íntima comunión con vuestros pastores, vuestro trabajo, personas, familias y comunidades eclesiales.

(A la tripulación del yate Britania)

Una palabra especial de saludo a los oficiales y tripulación del yate real "Britannia" y de la fragata "Apolló" que están aquí con ocasión de la visita de Su Majestad la Reina Isabel II. Espero que disfrutéis mucho en esta visita y saquéis de ella motivación espiritual. Dios os bendiga a vosotros y a vuestras familias que están en vuestro país.

(A una peregrinación interdiocesana de Kenia)

Recordando mi maravillosa visita a Kenia, saludo a todos los miembros del grupo interdiocesano de aquella nación. Que vuestra peregrinación a Tierra Santa y Roma contribuya a reafirmaros en la fe apostólica y en el amor a Jesucristo, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Os ruego que al volver a vuestro país transmitáis mi saludo a vuestros seres queridos y a Kenia entera.

(En alemán)

De un modo especial saludo a la numerosa peregrinación de la Asociación Católica de Mujeres de la diócesis de Essen, junto con su obispo Franz Hengsbach, y dirijo también mi saludo de bienvenida a los miembros del "Círculo de la nobleza católica de la región del Rhin y Westfalia". Me alegro de vuestra visita a la Ciudad Eterna y encomiendo a vuestra oración junto a las tumbas de los Apóstoles, sobre todo los importantes deseos del presente Sínodo de los Obispos. La familia cristiana necesita hoy, más que nunca, nuestra solidaridad total y nuestra oración.
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Asimismo, doy también mi cordial enhorabuena a los nuevos sacerdotes del Pontificio Colegio Germánico-Húngaro e igualmente a sus familiares por ese gran día de gracia para todos ellos. A Cristo, el Eterno y Sumo Sacerdote, pido para vosotros una vida y un obrar que personalmente os llenen y que sacerdotalmente sean ricos en bendición. Permaneced fieles a vuestro "sí" pronunciado ante el altar, donde Cristo os ha constituido, de un modo singular, en sus propios amigos.
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154 Un nuevo saludo de bienvenida dirijo a la Coral-Schubert de Bonn, presente aquí con motivo del 25 aniversario de su fundación, y a los numerosos peregrinos de la Asociación Santa Cecilia, provenientes de la archidiócesis de Paderborn. Como por medio de vuestros cantos, sed también siempre por medio de vuestra propia vida mensajeros de alegría en la veneración de Dios y en la edificación espiritual de la humanidad. Añado a este deseo mi agradecimiento cordial por vuestras hermosas canciones durante esta audiencia general.
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Finalmente, saludo sinceramente también a los miembros de la Asociación de Empresarios Cristianos de Austria en su primer peregrinaje a Roma. En el encuentro con los santos lugares os deseo una mayor profundización de vuestra fe y gracia abundante para llevar a cabo vuestra misión en la sociedad, misión llena de responsabilidad. A vosotros y a todos los peregrinos aquí presentes os imparto de corazón la bendición apostólica, pidiendo a Dios su asistencia y singular protección.

(En italiano)

Vaya un saludo particularmente cordial a los participantes en el I congreso nacional organizado por el Colegio de Médicos Italianos del Transporte. A la vez que os doy las gracia» por este v. gesto vuestro de estima y deferencia, Os expreso también mi viva; complacencia por la obra científica y social que lleváis a cabo en dicho sector, y os deseo que perfeccionéis continuamente vuestra dedicación a la problemática sanitaria de los distintos tipos de transporte: ferroviario, por carretera, marítimo, aéreo y fluvial. Sea siempre vuestro ideal . la caridad cristiana y os acompañe en vuestras actividades. Os ayude mi bendición que imparto complacido a vosotros y a vuestros familiares.

(A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados)

Mi saludo va ahora a los jóvenes presentes en esta audiencia con su nota característica de exuberancia.

Queridísimos: En una época que parece sin ideales, sabed sacar de aquí, de la tumba de San Pedro, la fuerza y valor para vivir el más grande de los ideales, el de la fe cristiana. Vivid con entusiasmo esta fe en los estudios y en el mundo del trabajo, capaces como sois de cosas grandes aun cuando cuesten sacrificio y renuncia. El Papa tiene mucha confianza en vosotros y os está cercano con la oración.

Llegue mi saludo afectuoso también a vosotros, queridos enfermos, que habéis superado con sacrificio las molestias a fin de estar presentes en esta audiencia.

En los momentos de la vida diaria en que sintáis con fuerza la tentación del desaliento, recordad que el Señor está junto a vosotros, es vuestro amigo. Nos lo recuerda en sus escritos Santa Teresa de Ávila, Doctora de la Iglesia, a quien honramos hoy:

"Con tan buen Amigo presente, con tan buen Capitán —Jesucristo—, todo se puede sufrir. Es ayuda y da esfuerzo; nunca falta; es amigo verdadero".

155 El Papa os anima a ser fieles a esta amistad con Jesús y os bendice de corazón.

Y, en fin, a todas las parejas de recién casados aquí presentes, una palabra de augurio y felicitación.

Vuestra presencia asume un significado particular: de esperanza para la Iglesia en estos días en que el Sínodo de los Obispos está dedicando su atención y trabajo al tema de la familia.

Responded con generosidad a vuestra vocación y comprometeos a que vuestro amor tenga siempre la característica de la donación en los momentos de serenidad y en los de dificultad. Os acompaño en vuestro camino con la oración y con mi bendición.





Miércoles 22 de octubre de 1980

Dignidad del cuerpo y del sexo según el Evangelio

1. En el encuentro de los miércoles, desde hace ya bastante tiempo, ocupa el centro de nuestras reflexiones el siguiente enunciado de Cristo en el sermón de la montaña: "Habéis oído que fue dicho: No adulterarás. Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella (con respecto a ella) en su corazón" (Mt 5,27-28). Estas palabras tienen un significado esencial para toda la teología del cuerpo, contenida en la enseñanza de Cristo. Por tanto, justamente atribuimos gran importancia a su correcta comprensión e interpretación. Ya constatamos en nuestra reflexión precedente que la doctrina maniquea, en sus expresiones, tanto primitivas como posteriores, está en contraste con estas palabras.

Efectivamente, no es posible encontrar en la frase del sermón de la montaña, que hemos analizado, una "condena" o una acusación contra el cuerpo. Si acaso, se podría entrever allí una condena del corazón humano. Sin embargo, nuestras reflexiones hechas hasta ahora manifiestan que, si las palabras de Mateo 5, 27-28 contienen una acusación, el objeto de ésta es sobre todo el hombre de la concupiscencia. Con estas palabras no se acusa al corazón, sino que se le somete a un juicio, o mejor, se le llama a un examen crítico; más aún, autocrítico: ceda o no a la concupiscencia de la carne. Penetrando en el significado profundo de la enunciación de Mateo 5, 27-28, debemos constatar, sin embargo, que el juicio que allí se encierra acerca del "deseo", como acto de concupiscencia de la carne, contiene en sí no la negación, sino más bien la afirmación del cuerpo como elemento que juntamente con el espíritu determina la subjetividad ontológica del hombre y participa en su dignidad de persona. Así, pues, el juicio sobre la concupiscencia de la carne tiene un significado esencialmente diverso del que puede presuponer la ontología maniquea del cuerpo, y que necesariamente brota de ella.

2. El cuerpo, en su masculinidad y feminidad, está llamado "desde el principio" a convertirse en la manifestación del espíritu. Se convierte también en esa manifestación mediante la unión conyugal del hombre y de la mujer, cuando se unen de manera que forman "una sola carne". En otro lugar (cf. Mt 19,5-6) Cristo defiende los derechos inviolables de esta unidad, mediante la cual el cuerpo, en su masculinidad y feminidad, asume el valor del signo, signo en algún sentido, sacramental; y además, poniendo en guardia contra la concupiscencia de la carne, expresa la misma verdad acerca de la dimensión ontológica del cuerpo y confirma su significado ético, coherente con el conjunto de su enseñanza. Este significado ético nada tiene en común con la condena maniquea, y, en cambio, está profundamente compenetrado del misterio de la "redención del cuerpo", de que escribirá San Pablo en la Carta a los Romanos (cf. Rm 8,23). La "redención del cuerpo" no indica, sin embargo, el mal ontológico como atributo constitutivo del cuerpo humano, sino que señala solamente el estado pecaminoso del hombre, por el que, entre otras cosas, éste ha perdido el sentido límpido del significado esponsalicio del cuerpo, en el cual se expresa el dominio interior y la libertad del espíritu. Se trata aquí —como ya hemos puesto de relieve anteriormente— de una pérdida "parcial", potencial, donde el sentido del significado esponsalicio del cuerpo se confunde, en cierto modo, con la concupiscencia y permite fácilmente ser absorbido por ella.

3. La interpretación apropiada de las palabras de Cristo según Mateo 5, 27-28, como también la "praxis" en la que se realizará sucesivamente el ethos auténtico del sermón de la montaña, deben ser absolutamente liberados de elementos maniqueos en el pensamiento y en la actitud. Una actitud maniquea llevaría a un "aniquilamiento", si no real, al menos intencional del cuerpo, a una negación del valor del sexo humano, de la masculinidad y feminidad de la persona humana, o, por lo menos sólo a la "tolerancia" en los límites de la "necesidad" delimitada por la necesidad misma de la procreación. En cambio, basándose en las palabras de Cristo en el sermón de la montaña, el ethos cristiano se caracteriza por una transformación de la conciencia y de las actitudes de la persona humana, tanto del hombre como de la mujer, capaz de manifestar y realizar el valor del cuerpo y del sexo, según el designio originario del Creador, puestos al servicio de la "comunión de las personas", que es el substrato más profundo de la ética y de la cultura humana. Mientras para la mentalidad maniquea el cuerpo y la sexualidad constituyen, por decirlo así, un "anti-valor", en cambio, para el cristianismo son siempre un "valor no bastante apreciado", como explicaré mejor más adelante. La segunda actitud indica cuál debe ser la forma del ethos, en el que el misterio de la "redención del cuerpo" se arraiga, por decirlo así, en el suelo "histórico" del estado pecaminoso del hombre. Esto se expresa por la fórmula teológica, que define el "estado" del hombre "histórico" como status naturae lapsae simul ac redemptae.

4. Es necesario interpretar las palabras de Cristo en el sermón de la montaña (Mt 5,27-28) a la luz de esta compleja verdad sobre el hombre. Si contienen cierta "acusación" al corazón humano, mucho más le dirigen una apelación. La acusación del mal moral, que el "deseo" nacido de la concupiscencia carnal intemperante oculta en sí, es, al mismo tiempo, una llamada a vencer este mal. Y si la victoria sobre el mal debe consistir en la separación de él (de aquí las severas palabras en el contexto de Mt 5,27-28), sin embargo, se trata solamente de separarse del mal del acto (en el caso en cuestión, del acto interior de la "concupiscencia") y en ningún modo de transferir lo negativo de este acto a su objeto. Semejante transferencia significaría cierta aceptación —quizá no plenamente consciente— del "anti-valor" maniqueo. Eso no constituiría una verdadera y profunda victoria sobre el mal del acto, que es mal por esencia moral, por tanto mal de naturaleza espiritual; más aún, allí se ocultaría el gran peligro de justificar el acto con perjuicio del objeto (en lo que consiste propiamente el error esencial del ethos maniqueo). Es evidente que Cristo en Mateo 5, 27-28 exige separarse del mal de la "concupiscencia" (o de la mirada de deseo desordenado), pero su enunciado no deja suponer en modo alguno que sea un mal el objeto de ese deseo, esto es, la mujer a la que se "mira para desearla". (Esta precisión parece faltar a veces en algunos textos "sapienciales").

156 5. Debemos precisar, pues, la diferencia entre la "acusación" y la "apelación". Dado que la acusación dirigida al mal de la concupiscencia es, al mismo tiempo, una apelación a vencerlo, consiguientemente esta victoria debe unirse a un esfuerzo para descubrir el valor auténtico del objeto, para que en el hombre, en su conciencia y en su voluntad, no arraigue el "anti-valor" maniqueo. En efecto, el mal de la "concupiscencia", es decir, del acto del que habla Cristo en Mateo 5, 27-28, hace, sí, que el objeto al que se dirige constituya para el sujeto humano un "valor no bastante apreciado". Si en las palabras analizadas del sermón de la montaña (Mt 5,27-28) el corazón humano es "acusado" de concupiscencia (o si es puesto en guardia contra esa concupiscencia), a la vez, mediante las mismas palabras esta llamado a descubrir el sentido pleno de lo que en el acto de concupiscencia constituye para él un "valor no bastante apreciado". Como sabemos, Cristo dijo: "Todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón". El "adulterio cometido en el corazón", se puede y se debe entender como "desvalorización", o sea, empobrecimiento de un valor auténtico, como privación intencional de esa dignidad, a la que en la persona en cuestión responde el valor integral de su feminidad. Las palabras de Mateo 5, 27-28 contienen una llamada a descubrir este valor y esta dignidad y a afirmarlos de nuevo. Parece que solo entendiendo así las citadas palabras de Mateo, se respeta su alcance semántico.

Para concluir estas concisas consideraciones es necesario constatar una vez más que el modo maniqueo de entender y valorar el cuerpo y la sexualidad del hombre es esencialmente extraño al Evangelio, no conforme con el significado exacto de las palabras del sermón de la montaña, pronunciadas por Cristo. La llamada a dominar la concupiscencia de la carne brota precisamente de la afirmación de la dignidad personal del cuerpo y del sexo, y sirve únicamente a esta dignidad. Cometería un error esencial aquel que quisiese sacar de estas palabras una perspectiva maniquea.

Saludos

(A la peregrinación del movimiento "Esperanza y Vida")

Tengo interés en saludar especialmente al grupo "Esperanza y Vida" cuyas responsables han venido aquí en peregrinación y para celebrar un congreso, en representación de decenas de miles de viudas de Francia y otros países de Europa, vinculadas a este Movimiento Espiritual de viudas. Señoras: Habéis sido probadas por la falta del marido y de todo cuanto significa de afecto y apoyo cotidiano su presencia física. En la medida precisamente de la calidad de vuestro hogar, vuestro amor sigue estando enderezado a él, y a justo título vivís en comunión con él en lo invisible. Pero habéis querido vencer, con razón, el desaliento y el repliegue sobre vosotras mismas, descubrir libremente la voluntad de Dios en vuestra nueva situación y tratar de vivirla según el Evangelio con la esperanza y el dinamismo de la caridad. Los vínculos amistosos que estrecháis entre vosotras os permiten compartir vuestras preocupaciones de toda clase, y ahondar, en la fe juntas y con vuestros abnegados consiliarios, con fidelidad al amor de Dios vivo y en el misterio de su cruz, fuente de vida; aprendéis a orar mejor ofreciendo. vuestra vida y pidiendo la ayuda de Dios las unas para las otras; os animáis mutuamente a afrontar mejor los deberes familiares, sobre todo las que tienen niños pequeños; estáis en la situación mejor para prestar apoyo y comprensión a las que se encuentran desamparadas; e incluso os sentís llamadas a asumir otras responsabilidades eclesiales y sociales según vuestras posibilidades, con la experiencia y la fuerza de alma que os caracterizan. Yo os digo de nuevo, al igual que mis predecesores: en la Iglesia tenéis un puesto de provecho, como así fue desde los orígenes; la Iglesia os sostiene y al mismo tiempo cuenta con vosotras, con la calidad espiritual de vuestra vida y con vuestro apostolado. Las familias necesitan el testimonio de vuestra fidelidad. Pido al Señor y a María, su Madre, que os prodigue su consuelo, su paz y su fuerza; y os bendigo con afecto particular.

(A un grupo de minusválidos asistidos por la asociación inglesa "The Across Trust")

De nuevo otra vez doy cordial bienvenida a un grupo de personas enfermas y minusválidas venidas a Roma desde Inglaterra con la ayuda de "Across Trust". Quiero manifestaros a vosotros y a los otros enfermos y minusválidos que están hoy aquí, mi gratitud por vuestra presencia; por vuestra presencia en esta audiencia y por vuestro papel en la vida de la Iglesia, así como por vuestra aportación al mundo. En particular quisiera recordaros el amor de Cristo a vosotros y el amor de Cristo que puede llegar a muchos corazones por vuestro medio.

(A un grupo de dirigentes eclesiásticos de la región de Essen)

Dirijo un saludo especialmente cordial al grupo de dirigentes eclesiásticos, evangelistas y católicos, de la región de Essen.

Estimados hermanos en Cristo: Con vuestra visita a las tumbas de los Príncipes de los Apóstoles dais un emocionante testimonio de esa unión espiritual y de esa comunión fraterna experimentada y fomentada por vosotros mismos y por vuestras Iglesias. En un serio diálogo teológico y en un común servicio pastoral os esforzáis desde hace años por abrir caminos para superar esa separación forzosa y lamentable de las Iglesias. La colaboración optimista en la vida eclesial a nivel local y regional permite irradiar con una luz clara el Evangelio de Jesucristo e impulsa el crecimiento del Reino de Dios, tanto en vuestro país como fuera de él. Imploro la plenitud del Espíritu Santo sobre vosotros para que os asista en todos vuestros esfuerzos mancomunados y me alegra el que pronto pueda encontrarme personalmente con vosotros en vuestro propio país.

(A un grupo de peregrinos ciegos de Düren)

157 Saludo también cordialmente al grupo de peregrinos ciegos de Düren, junto con sus asistentes y acompañantes. Me alegro de vuestra venida y pido para vosotros en mi oración que en este peregrinaje por los santos lugares salga Cristo a vuestro encuentro con aquel gran amor con el que salía al encuentro de los ciegos en el Evangelio. Sí, en su inescrutable designio, no quiere El liberaros de vuestra ceguera exterior, no dejará de fortaleceros y de iluminaros interiormente, de modo que, a pesar de las grandes pruebas, podáis vivir como verdaderos cristianos y llegar a la plena madurez en Cristo.

Para ello imparto de corazón, a vosotros y a todos los peregrinos presentes, la bendición apostólica

(A un grupo de Dinamarca)

Una bienvenida especial también a varios visitantes de Dinamarca, entre ellos, un grupo de estudiantes luteranos. Ojalá hagáis todos experiencia aquí, en esta ciudad, de la paz de Cristo, sabiduría nuestra y nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención

(A los superiores mayores de los Siervos de María)

Expreso mi complacencia a los superiores mayores de los Siervos de María por su encuentro romano que ha tenido por meta la evaluación de la obra realizada en las distintas provincias de la Orden y los programas a desarrollar los años próximos.

A la vez que os exhorto, hijos queridísimos, a una fidelidad creciente y generosa a los ideales que habéis profesado, os aliento en vuestro compromiso a dar testimonio de vida evangélica, a fin de ahondar más en el significado de Cristo redentor del hombre. A ello os ayude la Virgen Dolorosa a quien estáis especialmente consagrados. Con mi bendición apostólica que hago extensiva a todos vuestros hermanos.

(A la peregrinación de la Asociación de Artesanos de la provincia de Bérgamo)

Dirijo ahora un saludo cordial a los miembros de la peregrinación de la Asociación de Artesanos de la provincia de Bérgamo. Amadísimos hijos: Bien sé que queréis hacer honor al nombre cristiano del que vuestra tierra se enorgullece; por ello os exhorto a amar generosamente al Señor y a seguir con atención y hondo respeto la vida de la Iglesia poniéndola en práctica con lealtad sincera a sus enseñanzas y directrices, sobre todo en los ambientes de vuestro trabajo y actuación. Perseverad en este testimonio cristiano con fervor renovado. El Papa os es cercano con su oración y afecto, y os bendice de corazón junto con vuestros seres queridos.

(A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados)

Saludo a todos los queridos jóvenes aquí presentes y les aseguro que les amo de modo particular. Os invito a querer ser testigos siempre firmes y seguros de la fe en Cristo, de quien el mundo tiene tanta necesidad hoy. Estad orgullosos de vuestra identidad cristiana que debéis ir redescubriendo constantemente; y la Iglesia entera estará orgullosa de vosotros, pues cuenta mucho con vuestro entusiasmo y sentido de responsabilidad en la construcción de un porvenir más radiante. Por todo ello os bendigo de corazón.

158 Un saludo del todo especial a los enfermos aquí reunidos. Queridísimos: Os agradezco vuestra presencia tan significativa siempre. Pues testimonia que formáis parte de la Iglesia plenamente; más aún, sois miembros a título completamente particular. Porque la comunión con Cristo de los que sufren, recuerda a todos que precisamente a través de sus padecimientos nos ha rescatado de la alienación del pecado y nos ha devuelto a la comunión con Dios. Por ello va a vosotros mi augurio, además de prometeros mis oraciones para que penetréis cada vez más en el confortante misterio de la redención que no excluye, antes bien incluye en sí forzosamente el sufrimiento humano. Y os acompañe mi bendición paterna.

A los recién casados quiero reservar también un saludo especial. El matrimonio que os ha unido significa encuentro y donación mutua de dos personas, que llega incluso a hacer de su amor una imagen del que existe entre Cristo y la Iglesia. Estad siempre a la altura de estas realidades profundas, y que el Señor fecunde vuestra unión tanto física como espiritual, de modo que forméis familias auténticamente cristianas. Y vivid felices. De mi enhorabuena sincera es prenda la bendición que me complazco en impartiros;




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