Suma Teológica III Qu.31 a.4

ARTíCULO 4 ¿La materia del cuerpo de Cristo debió tomarse de una mujer?

Objeciones por las que parece que la materia del cuerpo de Cristo no debió tomarse de una mujer.
Objeciones: 1. El sexo masculino es más noble que el femenino. Ahora bien, fue sumamente conveniente que Cristo tomase lo que es más perfecto en la naturaleza humana.
Luego parece que no debió tomar carne de una mujer, sino de un hombre, al modo en que Eva fue formada de la costilla del varón (Gn 2,21).
2. Todo el que es concebido de una mujer queda encerrado en el seno de la misma. Pero a Dios, que, como se dice en Jr 23,24), llena el cielo y la tierra, no le corresponde estar encerrado en el reducido seno de una mujer. Luego parece que no debió ser concebido de una mujer.
3. Los que son concebidos de una mujer sufren una cierta impureza, como se dice en Jb 25,4: ¿Puede acaso justificarse el hombre comparado con Dios, o aparecer limpio el nacido de mujer? Pero en Cristo no debió haber impureza de ninguna clase, porque El es la Sabiduría de Dios (1Co 1,24), de la que se dice en Sg 7,25: Nada manchado cayó sobre ella. Luego da la impresión de que no debió haber tomado carne de mujer.
Contra esto: está lo que se dice en Ga 4,4: Dios envió a su Hijo hecho de una mujer.
Respondo: Aunque el Hijo de Dios hubiera podido tomar carne humana de cualquier materia que hubiese querido, fue sin embargo convenientísimo que la tomase de una mujer. Primero, porque de este modo fue ennoblecida toda la naturaleza humana. De donde dice Agustín en el libro Octoginta trium Quaest.: La liberación del hombre debió manifestarse en los dos sexos. Luego, al convenir que asumiese al varón, por ser el sexo más noble, era también conveniente que se hiciese patente la liberación del sexo femenino, naciendo tal varón de una mujer.
Segundo, porque así se consolida la verdad de la encarnación. Por eso escribe Ambrosio en el libro De Incarnatione: Hallarás muchas cosas conformes con la naturaleza, y muchas por encima de ella. Pues fue conforme a la condición de la naturaleza haber estado en el seno de un cuerpo femenino; pero estuvo por encima de la condición natural el que una virgen concibió y procreó, para que creas que era Dios el que alteraba la naturaleza, y que era hombre el que nada, conforme a la naturaleza, de un ser humano. Y Agustín, en la Epístola Ad Volusianum, dice: Si Dios omnipotente hubiera creado un hombre, formado en cualquier parte, (y) no del seno de una mujer, presentándolo de improviso a las miradas de los hombres, ¿no hubiera confirmado una opinión errónea?; ¿y no se hubiera creído que no tomó la naturaleza humana en modo alguno?; y al I O •, / hacer cosas maravillosas, ¿no hubiera destruido lo que hizo misericordiosamente? En cambio, ahora, de tal manera se ha manifestado como mediador entre Dios y el hombre que, juntando en la unidad de la persona ambas naturalezas, sublimó lo ordinario con lo insólito y moderó lo insólito con lo ordinario.
Tercero, porque de esta manera se completa toda la diversidad de la generación humana. En efecto, el primer hombre fue creado del limo de la tierra (Gn 2,7), sin varón ni mujer; Eva fue hecha del hombre sin la mujer (Gn 2,22); y los demás hombres son engendrados por el hombre y la mujer. De donde quedaba un cuarto modo como propio de Cristo: el nacer de la mujer sin el varón.
A las objeciones:
Soluciones: 1. El sexo masculino es más noble que el femenino; por eso tomó la naturaleza humana en el sexo masculino. Sin embargo, para que el sexo femenino no fuese tenido en poco, fue conveniente que tomase carne de una mujer. Por lo que dice Agustín en el libro De agone christianoz: Hombres, no os despreciéis a vosotros mismos: El Hijo de Dios tomó la naturaleza del varón. Mujeres, no queráis teneros en poco: El Hijo de Dios nació de una mujer.
2. Como escribe Agustín, en el libro XXIII Contra Faustum, que alegaba esta objeción: La fe católica, que cree que el Hijo de Dios nació de una virgen según la carne, en modo alguno encerró ciertamente a ese mismo Hijo de Dios en el seno de una mujer, de manera que no estuviera fuera, como si hubiese abandonado el gobierno del cielo y de la tierra, como si se hubiera apartado del Padre. Pero vosotros, los Maniqueos, con ese corazón con el que no podéis pensar nada fuera de las imágenes corporales, no entendéis esto de ningún modo. Y, como escribe en la Epístola Ad Volusianum: Tal es el sentido de estos hombres que no alcanzan a pensar sino los cuerpos, de los que ninguno puede estar en todas partes enteramente, porque es necesario que, debido a sus innumerables partes, otro ocupe distinto lugar. La naturaleza del alma es muy diferente de la del cuerpo. ¿Cuánto más lo será la de Dios, que es el Creador del alma y del cuerpo? Sabe estar todo en todas partes y no ser contenido por ninguna; sabe venir sin apartarse de donde estaba; sabe marcharse sin dejar el lugar adonde había venido.
3. En la concepción del hombre por una mujer no hay nada inmundo, en cuanto que es obra de Dios. Por eso se dice en Ac 10,15: Lo que Dios ha creado, tú no lo llames común, es decir, impuro. Hay, sin embargo, en este caso una impureza que proviene del pecado, al ser uno concebido con deleite por la unión del varón y la hembra. Pero esto no aconteció con Cristo, como antes se ha demostrado (q. 28 a.1).
No obstante, si en eso hubiera alguna impureza, no sería contaminado por ella el Verbo, porque no es mutable en modo alguno. De donde dice Agustín en el libro Contra quinqué haereses: Dice Dios, Creador del hombre: ¿Qué es lo que te inquieta respecto de mi nacimiento? Yo no he sido concebido con la pasión libidinosa. Yo hice a la madre de la que había de nacer. Si el rayo de sol sabe secar las inmundicias de las cloacas, no conoce la contaminación de las mismas; mucho más el Resplandor de la eterna luz puede purificar cualquier parte que irradie, sin que él pueda contaminarse.

ARTíCULO 5 ¿La carne de Cristo fue concebida de la purísima sangre de la Virgen?

Objeciones por las que parece que la carne de Cristo no hubiera sido concebida de la purísima sangre de la Virgen. 1. Se dice en una Colectaz que Dios quiso que su Verbo tomase carne de la Virgen. Pero la carne es diferente de la sangre. Luego el cuerpo de Cristo no fue tomado de la sangre de la Virgen.
2. Como la mujer fue formada milagrosamente del varón, así fue formado milagrosamente de la Virgen el cuerpo de Cristo. Ahora bien, no se dice que la mujer fuera formada de la sangre del varón, sino más bien de su carne y de sus huesos, conforme al texto de Gn 2,23: Ahora esto es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Parece, por consiguiente, que tampoco el cuerpo de Cristo hubiera debido ser formado de la sangre de la Virgen, sino de su carne y de sus huesos.
3. El cuerpo de Cristo fue de la misma especie que los cuerpos de los demás hombres. Pero los cuerpos de los otros hombres no son formados de la purísima sangre, sino del semen y de la sangre menstrual. Luego parece que tampoco el cuerpo de Cristo hubiera sido concebido de la purísima sangre de la Virgen.
Contra esto: está lo que dice el Damasceno en el libro III: El Hijo de Dios formó para sí mismo una carne animada de alma racional de la casta y purísima sangre de la Virgen.
Respondo: Como antes queda expuesto (a. 4), en la concepción de Cristo fue conforme al orden natural nacer de una mujer, pero fue sobre el orden natural nacer de una virgen. Es propio de la condición natural que, en la generación del animal, la hembra suministre la materia, y el macho proporcione el principio activo, como lo prueba el Filósofo en el libro De Gen. Anim.. La mujer que concibe de varón no es virgen. Y por eso es propio del modo sobrenatural de la generación de Cristo que el principio activo de la misma fuera la virtud sobrenatural divina; pero pertenece al modo natural de su generación que la materia de que fue concebido su cuerpo sea conforme a la materia que suministran las demás mujeres para la concepción de la prole. Tal materia, según el Filósofo en el libro De Gen. Anim., es la sangre de la mujer, pero no cualquier sangre, sino aquella que, a través de una mejor elaboración por la virtud generativa de la madre, se convierte en materia apta para la concepción.
Y, por eso, el cuerpo de Cristo fue concebido de una materia semejante.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Siendo la Santísima Virgen de la misma naturaleza que las demás mujeres, es natural que tuviera carne y huesos de esa misma naturaleza. Pero en las demás mujeres la carne y los huesos son las partes actuales de su cuerpo, de las que resulta la integridad del mismo, y de ahí que no puedan quitarse sin la corrupción o disminución del propio cuerpo. Y por esto el cuerpo de Cristo no debió ser formado de la carne o de los huesos de la Virgen, sino de su sangre, que todavía no es parte en acto, sino pura potencia, como se dice en el libro De Gen. Anim.. Y por este motivo se dice que tomó carne de la Virgen, no porque la materia del cuerpo fuera carne en acto, sino porque lo era de la sangre, que es carne en potencia.
2. Como queda expuesto en la Primera Parte (I 92,3 ad 2), Adán, por haber sido instituido como principio de la naturaleza humana, tenía en su cuerpo una porción de carne y de hueso que no pertenecía a su integridad personal, sino que sólo le pertenecía en cuanto principio de la naturaleza humana. Y de esa porción fue formada la mujer, sin detrimento del varón. Pero en el cuerpo de la Virgen no hubo nada semejante, de lo que pudiera ser formado el cuerpo de Cristo sin alteración del cuerpo de la madre.
3. El semen de la hembra no es apto para la generación, sino que es algo imperfecto en el género del semen, porque no pudo ser conducido hasta perfecto complemento del semen a causa de la imperfección de la facultad femenina. Y, por eso, tal semen no es una materia requerida necesariamente para la concepción, como dice el Filósofo en el libro De Gen. Anim.. Y por ese motivo no existió en la concepción de Cristo; sobre todo porque, a pesar de ser imperfecto en el género del semen, se emite, no obstante, con cierta concupiscencia, igual que el semen del varón. Pero en la concepción virginal no pudo tener lugar la concupiscencia. Y por eso dice el Damasceno que el cuerpo de Cristo no fue concebido por vía seminal.
La sangre menstrual, que cada mes eliminan las mujeres, lleva consigo cierta impureza natural, lo mismo que las demás superfluidades de las que no necesita la naturaleza, y que expulsa. De tal sangre menstrual que incluye corrupción, por lo que la naturaleza la expele, no se hace la concepción. Es, por el contrario, una especie de purificación de aquella sangre purísima que, mediante cierta elaboración, queda preparada para la concepción, como más pura y más perfecta que la otra sangre. Sin embargo, en la concepción de los demás hombres incluye la impureza del placer en cuanto que, por la unión del hombre y la mujer, tal sangre es atraída al lugar apto para la generación. Pero esto no aconteció en la concepción de Cristo porque, mediante la acción del Espíritu Santo, esa sangre se juntó en el seno de la Virgen y se convirtió en la prole. Y por eso se dice que el cuerpo de Cristo fue formado de la castísima y purísima sangre de la Virgen.

ARTíCULO 6 ¿Existió el cuerpo de Cristo en forma determinada en Adán y en los otros patriarcas?

Objeciones por las que parece que el cuerpo de Cristo hubiera existido en forma determinada en Adán y en los otros patriarcas.
Objeciones: 1. Dice Agustín, en el libro X De Genesi ad litt., que la carne de Cristo se halló en Adán y en Abrahán a modo de sustancia corporal. Pero la sustancia corporal es algo determinado. Luego la carne de Cristo existió en Adán y en Abrahán y en los demás patriarcas como una realidad determinada.
2. En Rm 1,3) se dice que Cristo fue hecho del semen de David según la carne.
Pero el semen de David fue algo concreto en él mismo. Luego Cristo existió en David como algo determinado y, por la misma razón, en los demás patriarcas.
3. Cristo tiene afinidad con el género humano en cuanto que tomó su carne del mismo. Ahora bien, si esa carne no existió como algo concreto en Adán, no parece que tenga afinidad alguna con el género humano, mediante el cual proviene de Adán, sino más bien con las otras realidades de donde fue tomada la materia de su carne. Por consiguiente, parece que la carne de Cristo hubiera existido en Adán y en los demás patriarcas como algo concreto.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro X De Genesi ad litt.: De cualquier modo que Cristo haya estado en Adán y en Abrahán, allí estuvieron los demás hombres; pero (esas situaciones) no son intercambiables. Y los demás hombres no estuvieron en Adán y en Abrahán con arreglo a una materia determinada, sino sólo por razón del origen, como se expuso en la Primera Parte (I H9 a.1; a.2 ad 4). Luego tampoco Cristo estuvo en Adán y en Abrahán según algo concreto, y por la misma razón no estuvo tampoco en los demás patriarcas.
Respondo: Como ya queda expuesto (a. 5 ad 1), la materia del cuerpo de Cristo no fue la carne y los huesos de la Santísima Virgen, ni cosa alguna que fuera parte actual de su cuerpo, sino su sangre, que es carne en potencia. Pero todo lo que la Santísima Virgen recibió de sus padres fue en ella parte actual de su cuerpo. Por consiguiente, lo recibido por la Santísima Virgen de sus padres no fue materia del cuerpo de Cristo. Y por eso es preciso decir que el cuerpo de Cristo no existió en Adán y en los demás patriarcas en forma concreta, es a saber, de modo que alguna porción del cuerpo de Adán, o de algún otro, pudiera designarse determinadamente, diciendo que de esa materia será formado el cuerpo de Cristo, sino que Cristo existió en Adán por razón del origen, igual que la carne de los demás hombres. El cuerpo de Cristo guarda relación con Adán y con los demás patriarcas mediante el cuerpo de su madre.
Por lo que el cuerpo de Cristo no estuvo en los patriarcas de manera distinta del modo en que lo estuvo el cuerpo de su madre, el cual no se halló en los patriarcas como materia determinada, igual que los cuerpos de los demás hombres, como quedó dicho en la Primera Parte (q-119 a.1; a.2 ad4).
A las objeciones:
Soluciones: 1. Cuando se afirma que el cuerpo de Cristo estuvo en Adán al modo de una sustancia corporal, no debe entenderse como que el cuerpo de Cristo haya sido en Adán una sustancia corporal, sino en el sentido de que la sustancia corporal del cuerpo de Cristo, es decir, la materia que tomó de la Virgen, estuvo en Adán como en principio activo, pero no como en principio material, por cuanto que, mediante el poder generativo de Adán y de los demás descendientes suyos hasta la Santísima Virgen, sucedió que aquella materia quedase de ese modo preparada para la concepción de Cristo. No se convirtió, pues, aquella materia en el cuerpo de Cristo por la virtud derivada del semen de Adán. Y por eso se dice que Cristo estuvo originalmente en Adán a modo de sustancia corporal, pero no por vía seminal.
2. Aunque el cuerpo de Cristo no haya estado en Adán y en los demás patriarcas por vía seminal, sí lo estuvo el cuerpo de la Santísima Virgen, puesto que fue concebido por obra de varón. Y por eso se dice que, mediante la Santísima Virgen, Cristo, según la carne, es del semen de David por vía de origen.
3. Cristo tiene afinidad con el género humano por la semejanza específica. Pero la semejanza específica no se establece de acuerdo con la materia remota, sino conforme a la materia próxima y según el principio activo, que engendra un ser semejante a sí en la especie. Así pues, la afinidad de Cristo con el género humano se salva suficientemente por el hecho de que su cuerpo fue formado de la sangre de la Virgen, que trae su origen de Adán y de los demás patriarcas. Y no afecta a esta afinidad de dondequiera que haya sido tomada la materia de esa sangre, como no hace al caso en la generación de los demás hombres, según se ha dicho en la Primera Parte (I 119,2 ad 3).

ARTíCULO 7 ¿Estuvo la carne de Cristo inficionada por el pecado en los antiguos patriarcas?

Objeciones por las que parece que la carne de Cristo no hubiera estado inficionada por el pecado en los antiguos patriarcas.
Objeciones: 1. Porque en Sg 7,25) se dice que en la sabiduría divina no hay nada manchado. Pero Cristo es la Sabiduría de Dios, como se afirma en 1Co 1,24).
Luego la carne de Cristo jamás estuvo manchada por el pecado.
2. Dice el Damasceno, en el libro III, que Cristo asumió las primicias de nuestra naturaleza. Ahora bien, en su primer estado la carne humana no estaba manchada por el pecado. Luego la carne de Cristo no estuvo inficionada ni en Adán ni en los demás patriarcas.
3. En el libro X De Genesi ad litt. Dice Agustín que la naturaleza humana, con la herida, siempre tuvo el remedio de la misma. Pero lo inficionado no puede ser medicina de la herida, sino que más bien necesita de la medicina. Luego en la naturaleza humana siempre existió algo no inficionado, de lo que después fue formado el cuerpo de Cristo.
Contra esto: está que el cuerpo de Cristo no se relaciona con Adán y con los demás patriarcas sino mediante el cuerpo de la Santísima Virgen, de la que tomó la carne. Ahora bien, el cuerpo de la Santísima Virgen fue enteramente concebido en pecado original, como arriba se ha dicho (II-II 14,3 ad 1); y así también, en cuanto existente en los patriarcas, estuvo sujeto al pecado. Luego la carne de Cristo, conforme a su existencia en los patriarcas, estuvo sujeta al pecado.
Respondo: Cuando afirmamos que Cristo, o su carne, estuvo en Adán y en los otros patriarcas, le confrontamos a él o a su carne con Adán y los demás patriarcas. Pero es manifiesto que una fue la condición de los patriarcas, y otra la de Cristo, pues los patriarcas estuvieron sujetos al pecado, mientras que Cristo fue totalmente inmune del mismo. Ocurre, pues, que en esta comparación se yerra de dos modos. Uno, atribuyendo a Cristo, o a su carne, la condición que se dio en los patriarcas; por ejemplo, si decimos que Cristo pecó en Adán porque, de algún modo, existió en él. Esto es falso, porque Cristo no estuvo en Adán de un modo en que pudiera extenderse hasta él la falta de este último, ya que no procede de él en virtud de la ley de la concupiscencia o por vía seminal, como antes hemos dicho (a. 1 ad 3; a.6 ad 1; q. 15 a.1 ad 2).
Otro, atribuyéndole (a Cristo), desde que estuvo actualmente en los patriarcas, la propia condición de Cristo, o de su carne, de modo que la carne de Cristo, tal como existió en El exenta de pecado, fue también libre de pecado en Adán y en los demás patriarcas en una porción de la que, luego, sería formado el cuerpo de Cristo, como algunos han enseñado. Pero esto es inadmisible. Primero, porque la carne de Cristo no estuvo en Adán y en los otros patriarcas en una forma concreta, pudiendo distinguirse del resto de su carne como lo puro de lo impuro, según antes se dijo (a. 6). Segundo, porque inficionándose la carne humana por el pecado al ser concebida a través de la concupiscencia, así como toda la carne de un hombre es concebida mediante la concupiscencia, así también está contaminada toda ella por el pecado. Y por esto es preciso decir que toda la carne de los antiguos patriarcas estuvo sujeta al pecado, sin que existiese en los mismos porción alguna exenta de pecado, de la que luego sería formado el cuerpo de Cristo.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Cristo no tomó la carne del género humano sujeta al pecado, sino limpia de toda infección de pecado. Y, por eso, nada manchado hay en la Sabiduría de Dios.
2. A ¿a segunda hay que decir: Se afirma que Cristo tomó las primicias de nuestra naturaleza en cuanto a la semejanza de la condición, es a saber: porque tomó una carne no inficionada por el pecado, como había sido la carne del hombre antes del pecado. Pero esto no se entiende conforme a una continuación de la pureza, de modo que aquella carne del hombre limpio se conservase inmune de pecado hasta la formación del cuerpo de Cristo.
3. En la naturaleza humana, antes de Cristo, existía en acto una herida, esto es, la infección del pecado original. Pero, en tales circunstancias, no existía la medicina en acto, sino sólo en cuanto a la potencia generativa, según que de aquellos patriarcas había de propagarse la carne de Cristo.

ARTíCULO 8 ¿Pagó Cristo los diezmos en la potencia generativa de Abrahán?

Objeciones por las que parece que Cristo pagó los diezmos en la potencia generativa de Abrahán.
Objeciones: 1. Porque en He 7,9)-10 dice el Apóstol que Leví, biznieto de Abrahán, pagó el diezmo en Abrahán, puesto que cuando éste dio el diezmo a Melquisedec, Leví se hallaba todavía en sus entrañas. Igualmente estaba Cristo en las entrañas de Abrahán cuando éste dio el diezmo. Luego también el mismo Cristo pagó el diezmo en Abrahán.
2. Cristo es de la estirpe de Abrahán según la carne que tomó de su madre.
Pero su madre pagó el diezmo en Abrahán. Luego, por la misma razón, lo pagó Cristo.
3. Pagaba el diezmo en Abrahán lo que necesitaba de curación, como dice Agustín en el libro X De Genesi ad litt.. Y necesitaba de curación toda carne sujeta al pecado. Luego, por haber estado la carne de Cristo sujeta al pecado, como antes se ha dicho (a. 7), parece que pagó el diezmo en Abrahán.
4. Esto no rebaja en modo alguno la dignidad de Cristo. Efectivamente, nada impide que, por pagar el padre de un pontífice el diezmo a un sacerdote, su hijo sea un pontífice mayor que el simple sacerdote. Por consiguiente, al decir que Cristo pagó el diezmo cuando Abrahán lo dio a Melquisedec, no por eso queda excluido el que Cristo sea mayor que Melquisedec.
Contra esto: está lo que dice Agustín en el libro X De Genesi ad litt.: Cristo allí, esto es, en Abrahán, no pagó el diezmo, puesto que su carne no trajo de allí el ardor de una herida, sino la materia de un remedio.
Respondo: Según la intención del Apóstol (He 7,6), es preciso decir que Cristo no pagó el diezmo en la potencia generativa de Abrahán. Demuestra el Apóstol, efectivamente, que el sacerdocio según el rito de Melquisedec es más grande que el sacerdocio levítico por el hecho de haber dado Abrahán el diezmo a Melquisedec cuando todavía estaba en sus entrañas Leví, a quien pertenece el sacerdocio legal. Pero, de haber pagado Cristo el diezmo en Abrahán, su sacerdocio no sería según el rito de Melquisedec, sino inferior al sacerdocio de Melquisedec. Y por eso es necesario decir que Cristo no pagó el diezmo en la potencia generativa de Abrahán, como lo pagó Leví.
También, porque quien paga el diezmo retiene para sí nueve partes y entrega a otro la décima, que es un signo de perfección, en cuanto que, de algún modo, es el término de todos los números que se suceden hasta el diez. De ahí que quien paga el diezmo declara que es imperfecto y reconoce a otro la perfección.
Y la imperfección del género humano proviene del pecado, que necesita de la perfección de aquel que cura el pecado. Ahora bien, curar el pecado es exclusivo de Cristo, porque El es el Cordero que quita el pecado del mundo, como se dice en Jn 1,29). Ahora bien, Melquisedec era figura suya, como prueba el Apóstol en He 7)el hecho, pues, de haber dado Abrahán a Melquisedec el diezmo, figuró de antemano que él, como concebido en pecado, y todos los que de él habían de deseender de modo que contrajesen el pecado original, necesitan de la curación que viene por medio de Cristo. Isaac, Jacob, Leví y todos los demás, de tal modo estuvieron en Abrahán, que descendieron de él no sólo según la sustancia corporal, sino también según la vía seminal, mediante la cual se contrae el pecado original. Y, por ese motivo, todos pagaron el diezmo en Abrahán, es decir, prefiguraron que necesitaban de la curación que viene por Cristo. Solamente Cristo estuvo en Abrahán de tal manera que no descendiese de él por vía seminal, sino conforme a la sustancia corporal. Y por eso no estuvo en Abrahán como quien necesita de curación, sino más bien como medicina de la herida. Y por lo mismo no pagó el diezmo en las entrañas de Abrahán.
A las objeciones:
Soluciones: 1. Da resuelta por lo que se acaba de exponer.
2. La Santísima Virgen, por haber sido concebida en pecado original, estuvo en Abrahán como quien necesita de curación. Y por eso pagó allí el diezmo, como el que desciende del patriarca por vía seminal. Pero no acontece así con el cuerpo de Cristo, como se ha dicho (en la sol.).
3. Se afirma que la carne de Cristo estuvo sujeta al pecado en los antiguos patriarcas según el estado que tuvo en éstos, los cuales pagaron el diezmo.
Pero no cabe decir lo mismo en cuanto al estado actual que tiene tal carne en Cristo, que no pagó el diezmo.
4. El sacerdocio levítico se transmitía por vía carnal. De ahí que no estuviese menos en Abrahán que en Leví. De donde, por haber dado Abrahán el diezmo a Melquisedec como a su superior, queda demostrado que el sacerdocio de Melquisedec, en cuanto encarna la figura de Cristo, es mayor que el sacerdocio levítico. Pero el sacerdocio de Cristo no es consecuencia del origen carnal, sino de la gracia espiritual. Y por eso puede suceder que el padre haya dado los diezmos a un sacerdote como el menor al mayor y que, sin embargo, un hijo suyo, si es pontífice, sea mayor que aquel sacerdote, no por su origen carnal, sino por la gracia espiritual que recibe de Cristo.

CUESTIÓN 32 Sobre el principio activo de la concepción de Cristo A continuación corresponde tratar del principio activo de la concepción de Cristo.

Y sobre esto se plantean cuatro interrogantes: 1. ¿Fue el Espíritu Santo el principio activo de la concepción de Cristo? 2. ¿Es posible decir que Cristo fue concebido del Espíritu Santo? 3. ¿Se puede decir que el Espíritu Santo es padre de Cristo según la carne? 4. ¿Tuvo la Santísima Virgen parte activa en la concepción de Cristo?

ARTíCULO 1 ¿Debe atribuirse al Espíritu Santo la obra de la concepción de Cristo?

Objeciones por las que parece que la concepción de Cristo no debe atribuirse al Espíritu Santo.
Objeciones: 1. Porque, como dice Agustín en el libro I De Trin. , las obras de la Trinidad son indivisas, como también es indivisa la esencia de la Trinidad. Pero la realización de la concepción de Cristo es una obra divina. Luego parece que no debe atribuirse al Espíritu Santo más que al Padre y al Hijo.
2. Dice el Apóstol en Ga 4,4: Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo nacido de mujer. Lo que expone Agustín, en el libro IV De Trin., diciendo: Enviado ciertamente por aquel que le hizo nacer de mujer. Ahora bien, la misión del Hijo se atribuye principalmente al Padre, como se expuso en la Primera Parte (I 43,8). Luego también la concepción, conforme a la que nació de mujer, debe atribuirse principalmente al Padre.
3. En Prov. 9,1 se dice: La Sabiduría se edificó una casa. Pero la Sabiduría de Dios es el mismo Cristo, según 1Co 1,24: Cristo, Poder de Dios y Sabiduría de Dios. Y la casa de esta Sabiduría es el cuerpo de Cristo, llamado también su templo, según Jn 2,21: Decía esto del templo de su cuerpo. Luego parece que la obra de la concepción del cuerpo de Cristo debe atribuirse principalmente al Hijo y no al Espíritu Santo.
Contra esto: está lo que se dice en Lc 1,35: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, etc.
Respondo: La concepción del cuerpo de Cristo es obra de toda la Trinidad, pero se atribuye al Espíritu Santo por tres razones: Primera, porque así conviene a la causa de la encarnación, considerada por parte de Dios. El Espíritu Santo es el amor del Padre y del Hijo, como se expuso en la Primera Parte (I 37,1). Y del supremo amor de Dios proviene el que su Hijo tomase carne en un seno virginal. Por eso se dice en Jn 3,16: De tal modo amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Unigénito.
Segunda, porque esto es lo conveniente a la causa de la encarnación, vista por parte de la naturaleza asumida. Así se da a entender, en efecto, que la naturaleza humana fue asumida por el Hijo de Dios en unidad de persona no por mérito alguno de aquélla, sino por pura gracia, que se atribuye al Espíritu Santo, según 1Co 12,4: Hay división de gracias, pero uno mismo es el Espíritu. Por lo que dice Agustín en el Enchir.: Ese modo de nacer Cristo del Espíritu Santo nos manifiesta la grada de Dios, por la que el hombre, sin méritos anteriores de ninguna clase, desde el mismo principio en que su naturaleza comienza a existir, fue unido al Verbo de Dios en tan gran unidad de persona que él mismo fuese el Hijo de Dios. Tercera, porque esto conviene al término de la encarnación. La encarnación tenía por término que el hombre que era concebido fuera santo e Hijo de Dios. Y ambas cosas se atribuyen al Espíritu Santo. Por El se convierten los hombres en hijos de Dios, según palabras de Ga 4,6: Porque sois hijos de Dios, envió Dios el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, que clama: Abba, Padre. Y El mismo es Espíritu de santificación, como se dice en Rm 1,4). Por consiguiente, como los otros son espiritualmente santificados por el Espíritu Santo para que sean hijos adoptivos de Dios, así Cristo fue concebido en santidad por el Espíritu Santo a fin de que fuese Hijo de Dios por naturaleza. Por lo que, según una Glosa, la expresión El cual fue predestinado Hijo poderoso de Dios, que en Rm 1,4) figura en primer término, se aclara por lo que sigue inmediatamente: según el Espíritu de santificación, esto es, porque fue concebido del Espíritu Santo. Y el mismo ángel de la anunciación, habiendo dicho antes: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, concluye: Y por eso lo que nacerá de ti (será) santo, será llamado Hijo de Dios (Lc 1,35).
A las objeciones:
Soluciones: 1. La obra de la concepción es ciertamente común a toda la Trinidad, pero en cierta manera se atribuye a cada una de las Personas. Al Padre se atribuye la autoridad sobre la persona del Hijo que, en virtud de tal autoridad, asumió para sí la concepción; se atribuye al Hijo la propia asunción de la carne; pero se atribuye al Espíritu Santo la formación del cuerpo que es asumido por el Hijo. El Espíritu Santo es, en efecto, el Espíritu del Hijo, según Ga 4,6: Envió Dios el Espíritu de su Hijo. Así como la virtud del alma que hay en el semen forma el cuerpo en la generación de los otros hombres mediante el poder encerrado en el semen, así el Poder de Dios, que es el propio Hijo, según 1Co 1,24: Cristo, Poder de Dios, formó por el Espíritu Santo el cuerpo que tomó. Y esto demuestran también las palabras del ángel, cuando dice: El Espíritu Santo descenderá sobre ti (Lc 1,35), como para preparar y formar la materia del cuerpo de Cristo; y la Virtud del Altísimo, esto es, Cristo, te cubrirá con su sombra, es decir, según declara Gregorio en el libro 18 Moral., la luz incorpórea de la divinidad recibirá en ti un cuerpo humano, pues la sombra se forma de la luz y del cuerpo. Y se entiende por Altísimo el Padre, cuya Virtud es el Hijo.
2. La misión se refiere a la persona asumente, que es enviada por el Padre; pero la concepción dice referencia al cuerpo asumido, que se forma por obra del Espíritu Santo. Y por eso, aunque la misión y la concepción sean lo mismo por razón del sujeto, al distinguirse conceptualmente, la misión se atribuye al Padre, y la obra de la concepción al Espíritu Santo; pero el tomar la carne se atribuye al Hijo.
3. Como expone Agustín en el libro De Quaest. Vet. et Nov. Test., esa cuestión puede entenderse de dos modos. Primero: La casa de Cristo es la Iglesia, que El edificó para sí con su sangre. Después puede llamarse casa suya su propio cuerpo, lo mismo que es llamada su templo. Pero la obra del Espíritu Santo lo es del Hijo de Dios por la unidad de naturaleza y de voluntad.

ARTíCULO 2 ¿Cristo debe llamarse concebido del Espíritu Santo?

Objeciones por las que parece que Cristo no debe llamarse concebido del Espíritu Santo.
Objeciones: 1. Porque acerca de las palabras de Rm 11,36: A causa de (ex) él y por él y en él son todas las cosas, comenta la Glosa de Agustín: Es preciso fijarse en que no dice de él, sino a causa de (ex) él. A causa de (ex) él existen el cielo y la tierra, porque los ha hecho. Pero no son de él, porque no proceden de su sustancia. Ahora bien, tampoco el Espíritu Santo formó de su sustancia el cuerpo de Cristo. Luego Cristo no debe decirse concebido del Espíritu Santo.
2. El principio activo del que es concebido algo se comporta como el semen en la generación. Pero el Espíritu Santo no actuó a modo de semen en la concepción de Cristo. Dice, en efecto, Jerónimo en la Exposit. Catholicae Fideiz: No decimos que el Espíritu Santo hizp el oficio del semen, como piensan algunos impíos en sumo grado, sino que afirmamos que obró con el poder y la virtud del Creador, esto es, que formó el cuerpo de Cristo. Luego no debe decirse que Cristo es concebido del Espíritu Santo.
3. No es posible que se forme una cosa de otras dos, a no ser que éstas se junten de algún modo. Ahora bien, el cuerpo de Cristo fue formado de la Virgen María. Por consiguiente, si se dice que Cristo fue concebido del Espíritu Santo, da la impresión de que entre el Espíritu Santo y la materia suministrada por la Virgen hubo cierta mezcla, lo que, evidentemente, es falso. Luego no debe llamarse a Cristo concebido del Espíritu Santo.
Contra esto: está lo que se lee en Mt 1,18: Antes de empegar ellos a estar juntos, (María) se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
Respondo: La concepción no se atribuye exclusivamente al cuerpo de Cristo, sino también al mismo Cristo por razón de su cuerpo. Y en el Espíritu Santo hay dos relaciones respecto de Cristo: una, la de consustancialidad, que se refiere al mismo Hijo de Dios, del que se dice que es concebido; otra, la de causa eficiente respecto a su cuerpo. Ahora bien, la preposición de señala ambas relaciones, como cuando decimos que un hombre (procede) de su padre. Y por eso podemos decir oportunamente que Cristo fue concebido del Espíritu Santo, de manera que la eficacia del Espíritu Santo se refiera al cuerpo asumido, (y) la consustancialidad a la persona asumente.
A las objeciones:
Soluciones: 1. El cuerpo de Cristo, por no ser consustancial al Espíritu Santo, no puede llamarse propiamente concebido del Espíritu Santo, sino más bien a causa del (ex) Espíritu Santo, como dice Ambrosio en el libro De Spiritu Sancto: Lo que tiene origen a causa de (ex) alguno, o procede de su sustancia o de su poder: de su sustancia, como acaece en el Hijo, que procede del Padre; de su poder, como sucede con todas las cosas, modo este mediante el cual María concibió a causa del (ex) Espíritu Santo.
2. Sobre este punto parece que hay cierta diferencia entre Jerónimo y algunos otros Doctores, los cuales sostienen que, en la concepción de Cristo, el Espíritu Santo hizo las veces del semen. Dice, en efecto, Crisóstomo In Matth.: El Espíritu Santo precedió al Unigénito de Dios que había de entrar en la Virgen, a fin de que, precediendo el Espíritu Santo, Cristo según el cuerpo nasya para la santificación, interviniendo la divinidad en lugar del semen. Y el Damasceno, en el libro III, comenta: La cubrió con su sombra la Sabiduría y el Poder de Dios, a modo de un semen divino.
Pero esta divergencia se resuelve fácilmente, porque el Crisóstomo y el Damasceno comparan al Espíritu Santo, o incluso al Hijo, que es la Virtud del Altísimo, con el semen entendido como virtud activa (a. 1 ad 1). Pero, si por semen se entiende la sustancia corporal que se transforma en la concepción, tiene razón Jerónimo al negar que el Espíritu Santo hizo las veces del semen.
3. Como expone Agustín en el Enchir., no se dice en el mismo sentido que Cristo fue concebido y nació del Espíritu Santo y que fue concebido y nació de la Virgen María, pues de la Virgen María fue concebido y nació materialmente; del Espíritu Santo, como de causa eficiente. Y, por tanto, no hubo allí mezcla de ninguna clase.


Suma Teológica III Qu.31 a.4