Josué (BPD) 9

9 1 Al enterarse de esto, todos los reyes que estaban de este lado del Jordán, en la Montaña, en la Sefelá, en toda la costa del Gran Mar, hasta la región del Líbano –hititas, amorreos, cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos– 2 se aliaron para combatir de común acuerdo contra Josué y contra Israel.

La astucia de los gabaonitas

3 También los habitantes de Gabaón se enteraron de lo que había hecho Josué con Jericó y con Ai, 4 y entonces decidieron recurrir a la astucia. Reunieron provisiones para el viaje, tomaron alforjas viejas para sus asnos y unos odres viejos, rotos y vueltos a coser; 5 se calzaron sandalias viejas y remendadas, y se vistieron con ropa gastada. Todo el pan que llevaban como alimento estaba reseco y reducido a migajas.
6
Así fueron hasta el campamento de Josué, en Guilgal, y le dijeron, a él y a los hombres de Israel: “Venimos de un país lejano; por eso, hagan una alianza con nosotros”. 7 Pero los hombres de Israel respondieron a aquellos jivitas: “Tal vez ustedes habitan por aquí, entre nosotros. ¿Cómo vamos a hacer una alianza con ustedes?”. 8 Ellos dijeron a Josué: “Nosotros somos tus servidores”. “¿Quiénes son ustedes?, les preguntó Josué, ¿de dónde vienen?”. 9 Ellos le respondieron: “Nosotros, tus servidores, venimos de un país muy lejano, atraídos por el renombre del Señor, tu Dios. Porque hemos oído hablar de él, de todo lo que hizo en Egipto, 10 y de la manera cómo trató a los dos reyes amorreos que estaban al otro lado del Jordán: a Sijón, el rey de Jesbón, y a Og, el rey de Basán que residía en Astarot. 11 Por eso nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestro país nos dijeron: ‘Provéanse de víveres para el camino, vayan a su encuentro y díganles: somos sus servidores, hagan por lo tanto una alianza con nosotros’. 12 Este es nuestro pan: todavía estaba caliente cuando nos proveímos de él en nuestras casas, el día en que salimos al encuentro de ustedes; ahora está reseco y convertido en migajas. 13 Estos son los odres de vino: eran nuevos cuando los llenamos, y ahora están aquí, todos rotos. Y estas son nuestra ropa y nuestras sandalias, gastadas por un viaje excesivamente largo”. 14 Entonces los israelitas comieron de sus provisiones sin consultar la decisión del Señor. 15 Josué hizo las paces con ellos y también el pacto de conservarles la vida; los jefes de la comunidad, por su parte, les hicieron un juramento.
16
Pero tres días después de haber concluido este pacto, los israelitas se enteraron de que aquellos hombres eran de un pueblo vecino y que vivían en las inmediaciones. 17 Entonces levantaron sus carpas, y en tres días llegaron a las ciudades que ellos habitaban. Estas eran Gabaón, Quefirá, Beerot y Quiriat Iearím. 18 Los israelitas no los mataron, porque los jefes de la comunidad les habían hecho un juramento por el Señor, el Dios de Israel. Pero toda la comunidad murmuró contra sus jefes.

Las condiciones impuestasa los gabaonitas

19 Los jefes declararon a la comunidad en pleno: “Nosotros les hemos prestado un juramento por el Señor, el Dios de Israel, y ahora no podemos tocarlos. 20 Haremos con ellos lo siguiente: los dejaremos vivir para no atraer sobre nosotros la ira del Señor, a causa del juramento que les hemos hecho”. 21 Luego los jefes les dijeron: “¡Qué vivan! Pero estarán al servicio de la comunidad como leñadores y aguateros”. Y la comunidad obró de acuerdo con lo que habían dicho los jefes.
22
Josué hizo comparecer a los gabaonitas y les dijo: “¿Por qué ustedes nos han engañado asegurando que vivían muy lejos de nosotros, cuando en realidad viven aquí, en las inmediaciones? 23 Ahora pesa sobre ustedes una maldición, y por eso nunca faltarán entre ustedes esclavos, que sirvan como leñadores y aguateros en la Casa de mi Dios”. 24 Ellos respondieron a Josué: “Nosotros estábamos perfectamente informados de que el Señor, tu Dios, había dado a su servidor Moisés la orden de entregarles todo el país, y de exterminar a todos los habitantes que encontraran a su paso. Ante la presencia de ustedes, temimos mucho por nuestras vidas, y por eso hemos hecho esto. 25 Ahora nos tienes en tus manos; trátanos como te parezca más conveniente y justo”. 26 Pero Josué los trató según lo convenido y los libró de los israelitas, que no los mataron. 27 Desde aquel día, Josué los destinó a cortar leña y a sacar agua para la comunidad y para el altar del Señor, en el lugar que el Señor eligiera. Esto es lo que hacen todavía hoy.

La coalición de los cinco reyes amorreos

10 1 Adonisedec, rey de Jerusalén, se enteró de que Josué se había apoderado de Ai y la había consagrado al exterminio, tratando a Ai y a su rey como antes había tratado a Jericó y a su rey. También se enteró de que los gabaonitas habían hecho las paces con Israel y se le habían sometido. 2 Esto le produjo un gran temor, porque Gabaón era tan importante como una ciudad real y más grande aún que Ai. Además, todos sus habitantes eran aguerridos. 3 Entonces Adonisedec, rey de Jerusalén, hizo llegar a Hohán, rey de Hebrón, a Pirán, rey de Iarmut, a Iafia, rey de Laquís, y a Debir, rey de Eglón, el siguiente mensaje: 4 “Vengan conmigo y derrotemos a Gabaón, porque ellos han hecho las paces con Josué y con los israelitas”. 5 Una vez reunidos, los cinco reyes amorreos –los reyes de Jerusalén, de Hebrón, de Iarmut, de Laquís y de Eglón– marcharon con sus tropas, acamparon frente a Gabaón, y se dispusieron a atacarla.

La victoria de Gabaón

6 Entonces los gabaonitas mandaron decir a Josué, que estaba en el campamento de Guilgal: “No dejes solos a tus servidores. Ven a salvarnos lo antes posible. Ayúdanos, porque todos los reyes amorreos que habitan en la Montaña se han reunido contra nosotros”. 7 Josué subió desde Guilgal con todos los combatientes y con todos los guerreros valerosos, 8 y el Señor le dijo: “No les temas, porque yo los he puesto en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir”. 9 Después de marchar toda la noche desde Guilgal, Josué cayó sobre ellos sorpresivamente. 10 Y el Señor hizo que huyeran despavoridos delante de Israel, de manera que este les infligió una gran derrota en Gabaón. Luego los persiguieron en dirección a la subida de Bet Jorón, y continuaron exterminándolos hasta Azecá y Maquedá.

El auxilio divino

11 Mientras huían delante de Israel –precisamente cuando estaban en la bajada de Bet Jorón– el Señor arrojó sobre ellos desde el cielo, hasta la altura de Azecá, unas piedras tan grandes que les provocaban la muerte. Fueron más los que murieron a causa del granizo que los que mató Israel al filo de la espada.
12
Aquella vez, cuando el Señor puso a los amorreos en manos de los israelitas, Josué se dirigió al Señor y exclamó, en presencia de Israel:
“Detente, sol, en Gabaón,
y tú, luna, en el valle de Aialón”.
13
Y el sol se detuvo,y la luna permaneció inmóvil,
hasta que el pueblo se vengó de sus enemigos.
¿No está eso escrito en el libro del Justo? El sol se mantuvo inmóvil en medio del cielo y dejó de correr hacia el poniente casi un día entero. 14
Jamás hubo otro día, ni antes ni después, en que el Señor obedeciera a la voz de un hombre. Realmente, el Señor combatía en favor de Israel.
15
Luego Josué regresó al campamento de Guilgal, acompañado de todo Israel.

El fin de los cinco reyes amorreos

16 Aquellos cinco reyes, por su parte, habían logrado escapar, refugiándose en una caverna, cerca de Maquedá. 17 Cuando se notificó a Josué que habían encontrado a los cinco reyes escondidos en esa caverna, 18 él ordenó: “Hagan rodar unas piedras bien grandes hasta la entrada de la caverna, y dejen allí apostados a unos cuantos hombres para que los vigilen. 19 Pero ustedes no se detengan: persigan a sus enemigos y córtenles la retirada, para impedirles que entren en sus ciudades. Porque el Señor se los ha entregado”. 20 Y cuando Josué y los israelitas los derrotaron por completo, hasta aniquilarlos –sólo algunos fugitivos habían escapado de ellos y se habían refugiado en las ciudades fortificadas– 21 todo el ejército regresó sano y salvo al campamento de Josué, en Maquedá. Nadie había podido causar el menor daño a los israelitas.
22
Entonces Josué dijo: “Despejen la abertura de la caverna, hagan salir a esos cinco reyes, y tráiganlos aquí”. 23 Así lo hicieron: sacaron de la caverna a los cinco reyes –los reyes de Jerusalén, de Hebrón, de Iarmut, de Laquís y de Eglón– 24 y una vez que los tuvieron afuera, se los llevaron a Josué. Este convocó a todos los hombres de Israel y dijo a los oficiales que lo habían acompañado: “Acérquense y pongan sus pies sobre la nuca de estos reyes”. Ellos se acercaron y les pusieron el pie sobre la nuca. 25 Luego continuó diciéndoles: “No tengan miedo ni se acobarden; sean fuertes y valientes, porque el Señor hará lo mismo con todos los enemigos, contra los que ustedes tengan que luchar”. 26 Después de esto, Josué los mandó matar y los hizo colgar de cinco árboles. Allí quedaron suspendidos hasta la tarde, 27 y a la puesta del sol, Josué mandó que los descolgaran de los árboles. Luego los arrojaron en la cueva donde habían estado escondidos, y a la entrada de la misma, pusieron grandes piedras que todavía están allí.

La conquista del sur de Canaán: Maquedá

28 Aquel mismo día, Josué se apoderó de Maquedá y pasó al filo de la espada a la ciudad y a su rey, consagrándolos al exterminio junto con todos los seres vivientes que había en ella. No dejó a nadie con vida, y trató al rey de Maquedá como había tratado al rey de Jericó.

Libná

29 Luego Josué, con todo Israel, pasó de Maquedá a Libná y la atacó. 30 El Señor puso a la ciudad y al rey en manos de Israel, que la pasó al filo de la espada con todos los seres vivientes que había en ella. No dejó a nadie con vida, y trató a su rey como había tratado al rey de Jericó.

Laquís

31 Después Josué, con todo Israel, pasó de Libná a Laquís, la asedió y la atacó. 32 El Señor puso también a Laquís en manos de Israel, que la conquistó al segundo día, y la pasó al filo de la espada con todos los seres vivientes que había en ella, exactamente como había hecho con Libná. 33 Mientras tanto, Horám, rey de Guézer, subió en ayuda de Laquís; pero Josué lo derrotó, a él y a su ejército, hasta no dejar ningún sobreviviente.

Eglón

34 Luego Josué, con todo Israel, pasó de Laquís a Eglón. La sitiaron, la atacaron, 35 y ese mismo día la tomaron y la pasaron al filo de la espada. Aquel día Josué consagró al exterminio a todos los seres vivientes que había en la ciudad, exactamente como había hecho con Laquís.

Hebrón

36 Después Josué, con todo Israel, subió de Eglón a Hebrón. La atacaron, 37 la tomaron, y pasaron al filo de la espada a la ciudad, a su rey, a sus otras ciudades y a todos los seres vivientes que había en ella. Josué no dejó a nadie con vida, sino que hizo con ella lo mismo que había hecho con Eglón: consagró al exterminio a la ciudad y a todos los seres vivientes que había en ella.

Debir

38 Luego Josué, con todo Israel, volvió atrás hasta Debir, la atacó, 39 y se apoderó de la ciudad, de su rey y de todas sus otras ciudades. Los israelitas los pasaron al filo de la espada, y consagraron al exterminio a todos los seres vivientes que había en la ciudad, sin dejar a nadie con vida. Josué trató a Debir como había tratado a Hebrón y a su rey, y como había tratado a Libná y a su rey.

Recapitulación de las conquistasrealizadas en el Sur

40 Así Josué conquistó toda la región: la Montaña, el Négueb, la Sefelá y los declives de la Montaña, con todos sus reyes. No dejó a nadie con vida, sino que consagró al exterminio a todos los seres vivientes, como el Señor, el Dios de Israel, le había ordenado. 41 Josué conquistó desde Cades Barné hasta Gaza, y toda la región de Gosen hasta Gabaón. 42 En una sola campaña se apoderó de todos estos reyes y de sus territorios, porque el Señor, el Dios de Israel, combatía a favor de los israelitas.
43
Finalmente, Josué regresó al campamento de Guilgal, acompañado de todo Israel.

La coalición de los cinco reyes del Norte

11 1 Cuando Iabín, rey de Jasor, se enteró de lo que había sucedido, envió mensajeros al rey Iobab de Madón, al rey de Simrón y al de Acsaf; 2 a los reyes que estaban al norte, en la zona montañosa, y en la Arabá, al sur de Genesaret, en la región baja y sobre las alturas de Dor, hacia el oeste. 3 Los cananeos se encontraban al este y al oeste; los amorreos, los jivitas, los perizitas y los jebuseos, en la Montaña; y los hititas, al pie del Hermón, en el territorio de Mispá. 4 Los cinco reyes salieron con todas sus tropas –que formaban una multitud tan numerosa como la arena que está a la orilla del mar– y con una enorme cantidad de carros de guerra y caballos. 5 Y una vez reunidos en el lugar fijado, fueron a acampar todos juntos cerca de las aguas de Meróm, para combatir contra Israel. 6 Pero el Señor dijo a Josué: “No les tengas miedo, porque mañana, a esta misma hora, yo haré que estén todos muertos delante de Israel. Tú mutilarás sus caballos y quemarás sus carros de guerra”.

La victoria de Meróm

7 Entonces Josué, con todos sus combatientes, marchó contra ellos hasta las aguas de Meróm, atacándolos sorpresivamente. 8 El Señor los puso en manos de Israel, que los derrotó y los persiguió hasta Sidón –la Grande– y hasta Misrefort Maim; y por la parte oriental, hasta el valle de Mispá. La derrota que les infligió Israel fue tal que no dejaron ningún sobreviviente. 9 Y Josué los trató como el Señor se lo había mandado: mutiló a sus caballos y quemó sus carros de guerra.

La toma de Jasor y de otras ciudades del norte

10 En aquel tiempo, Josué volvió atrás, se apoderó de Jasor y mató a su rey con la espada, porque Jasor había sido antiguamente la cabeza de todos aquellos reinos. 11 También pasó al filo de la espada a todos los seres vivientes que había en ella, consagrándolos al exterminio total. No quedó nada con vida, y Jasor fue incendiada. 12 Josué tomó asimismo todas las ciudades de aquellos reyes, y a estos últimos los capturó y los pasó al filo de la espada, consagrándolos al exterminio, como Moisés, el servidor del Señor, se lo había ordenado. 13 Pero Israel no quemó ninguna de las ciudades que ahora vuelven a alzarse sobre sus ruinas, a excepción de Jasor, que fue la única incendiada por Josué. 14 El botín de estas ciudades, incluido el ganado, se lo repartieron los israelitas; a las personas, en cambio, las pasaron al filo de la espada, hasta acabar con todos. No dejaron a nadie con vida. 15 Josué se atuvo exactamente a las órdenes que le había dado Moisés –el servidor del Señor– órdenes que este, a su vez, había recibido del Señor. Y al ejecutarlas, no descuidó nada de lo que el Señor había ordenado a Moisés.

Resumen de la conquista

16 Así Josué conquistó todo este territorio, la Montaña, todo el Négueb, toda la región de Gosen, la Sefelá, la Arabá, la montaña de Israel y sus estribaciones, 17 desde la montaña Desnuda que sube hacia Seir, hasta Baal Gad, en el valle del Líbano, al pie del Hermón. Josué capturó a sus reyes y los mandó matar. 18 Él tuvo que combatir mucho tiempo contra estos reyes; 19 y como ninguna ciudad, excepto los jivitas que habitan en Gabaón, quiso hacer las paces con los israelitas, estos tuvieron que conquistarlas a todas por la fuerza. 20 Pero el designio del Señor era que ellos se obstinaran en hacer la guerra contra Israel, a fin de que fueran consagrados sin piedad al exterminio y así fueran aniquilados, como el Señor había ordenado a Moisés.

El exterminio de los anaquitas

21 En aquel tiempo, Josué hizo una campaña contra los anaquitas y los exterminó de la Montaña: de Hebrón, de Debir, de Anab, en una palabra, de toda la montaña de Judá y de toda la montaña de Israel. Los consagró al exterminio con todas sus ciudades, 22 y no quedó un solo anaquita en territorio de Israel. Sólo quedaron algunos en Gaza, en Gad y en Asdod.
23
Así Josué se apoderó de todo el país, de acuerdo con lo que el Señor le había dicho a Moisés, y lo entregó como propiedad hereditaria a cada una de las tribus de Israel. Y ya no hubo más guerra en el país.

Recapitulación: los reyes derrotadosal este y al oeste del Jordán

12 1 Estos son los reyes del país que los israelitas derrotaron y despojaron de su territorio en la parte oriental del Jordán, desde el torrente Arnón hasta el monte Hermón, con toda la Arabá oriental:
2
Sijón, rey de los amorreos que residía en Jesbón y dominaba desde Aroer –a orillas del torrente Arnón– hasta el torrente laboc –que sirve de frontera con los amonitas– incluyendo la cuenca del torrente Arnón, la mitad de Galaad, 3 y el lado oriental de la Arabá, hasta el mar de Genesaret por un lado, y hasta el mar de la Arabá o mar de la Sal por el otro, llegando por el este hasta Bet Ha Iesimot, y por el sur hasta más abajo de las laderas del Pisgá.
4
Y Og, rey de Basán –uno de los últimos sobrevivientes de los Gigantes– que residía en Astarot y en Edrei 5 y dominaba en el monte Hermón, en Salcá, en todo el Basán hasta las fronteras de los guesuritas y de los maacatitas, y en la mitad de Galaad hasta las fronteras de Sijón, rey de Jesbón.
6
Moisés, el servidor del Señor, y los israelitas habían derrotado a estos reyes, y Moisés había dado el territorio en propiedad a los rubenitas, a los gaditas y a la mitad de la tribu de Manasés.
7
Estos son los reyes que Josué y los israelitas derrotaron en el lado occidental del Jordán –desde Baal Gad, en el valle del Líbano, hasta la montaña Desnuda, que sube hacia Seir– cuyos territorios Josué entregó en posesión a cada una de las tribus de Israel, 8 en la Montaña, en la Sefelá, en la Arabá, en las pendientes, en el desierto y en el Négueb, donde habitaban hititas, amorreos, cananeos, perizitas, jivitas y jebuseos:
9
el rey de Jericó y el rey de Ai, junto a Betel;
10
el rey de Jerusalén y el de Hebrón;
11
el rey de Iarmut y el rey de Laquís;
12
el rey de Eglón y el rey de Guézer;
13
el rey de Debir y el rey de Guéder;
14
el rey de Jormá y el rey de Arad;
15
el rey de Libná y el rey de Adulám;
16
el rey de Maquedá y el rey de Betel;
17
el rey de Tapúaj y el rey de Jéfer;
18
el rey de Afec y el rey de Sarón;
19
el rey de Madón y el rey de Jasor;
20
el rey de Sirmón Meroón y el rey de Acsaf;
21
el rey de Taanac y el rey de Meguido;
22
el rey de Quedes y el rey de Iocneam, en el Carmelo;
23
el rey de Dor, en la región de Dor;
24
el rey de los Goím, en Galilea, y el rey de Tirsá.
En total, fueron treinta y un reyes.


LA REPARTICIÓN DE LA TIERRA PROMETIDA ENTRE LAS TRIBUS DE ISRAEL



Exhortación del Señor a Josué

13 1 Cuando Josué ya era de edad muy avanzada, el Señor le dijo: “Tú eres un anciano muy entrado en años, y todavía queda por conquistar una gran parte del país. 2 El territorio que falta conquistar es el siguiente: todos los distritos de los filisteos y todo el país de los guesuritas, 3 o sea, desde el Sijor, que está sobre la frontera de Egipto, hasta el límite de Ecrón por el norte. Esta región se considera como perteneciente a los cananeos. Allí están los cinco príncipes de los filisteos –el de Gaza, el de Asdod, el de Ascalón, el de Gat y el de Ecrón– y también los avitas, 4 que están al sur. Además queda todo el país de los cananeos, desde Ará de los sidonios hasta Afec y hasta la frontera de los amorreos. 5 Y por último, el país de los guiblitas con todo el Líbano hacia oriente, desde Baal Gad, que está al pie del monte Hermón, hasta la Entrada de Jamat. 6 Yo expulsaré delante de los israelitas a todos los habitantes de la Montaña, desde el Líbano hasta Misrefot Maim, y a todos los sidonios. Tú, por tu parte, distribuye el país entre los israelitas mediante un sorteo, para que lo posean como herencia, según te lo he ordenado. 7 Sí, ya es hora de que repartas este país entre las nueve tribus y media, para que lo posean como herencia. Porque la mitad de la tribu de Manasés, 8 lo mismo que los rubenitas y los gaditas, ya han recibido la herencia que les dio Moisés en el lado oriental del Jordán”.

El territorio asignadoa las tribus de la Transjordania

En efecto, Moisés, el servidor del Señor, había asignado a esas tribus, 9 el territorio que va desde Aroer, a orillas del torrente Arnón, con la ciudad que está en medio del valle; todo el altiplano, desde Medbá hasta Dibón, 10 y todas las ciudades de Sijón –el rey de los amorreos que había reinado en Jesbón– hasta la frontera de los amonitas. 11 Además, les había asignado Galaad y el territorio de los guesuritas y de los maacatitas, con toda la montaña del Hermón y todo Basán hasta Salcá. 12 Y en Basán, todo el territorio de Og –que había reinado en Astarot y Edrei, y era uno de los últimos sobrevivientes de los Gigantes– a quien Moisés venció y despojó de sus dominios. 13 Pero los israelitas no expulsaron a los guesuritas y a los maacatitas, que por eso continúan viviendo en medio de Israel hasta el día de hoy. 14 A la tribu de Leví, en cambio, Moisés no le asignó ninguna herencia: las ofrendas hechas al Señor, el Dios de Israel, son su herencia, como él mismo se lo había declarado.

La tribu de Rubén

15 Moisés ya había dado una parte a los clanes de la tribu de los rubenitas. 16 A ellos les tocó el territorio que sale de Aroer, a orillas del torrente Arnón, con la ciudad que está en medio del valle; todo el altiplano en dirección a Medbá, 17 hasta llegar a Jesbón, y todas las ciudades del altiplano: Dibón, Bamot Baal, Bet Baal Meón, 18 Iajsá, Quedemot, Mefaat, 19 Quiriataim, Sibmá, Séret Ha Sájar en la montaña que da sobre el valle, 20 Bet Peor, las pendientes del Pisgá y Bet Ha Iesimot. 21 Todas las ciudades del altiplano habían pertenecido a Sijón, el rey de los amorreos que reinaba en Jesbón, y al que Moisés había derrotado, lo mismo que a los príncipes de Madián: Evi, Réquem, Sur, Jur y Reba, vasallos de Sijón que habitaban en aquel país. 22 Asimismo, los israelitas habían pasado al filo de la espada al adivino Balaam, hijo de Beor, junto con las otras víctimas. 23 La ribera del Jordán servía de límite a los rubenitas. Esta fue la herencia asignada a los clanes de los rubenitas: las ciudades y sus poblados.

La tribu de Gad

24 Moisés también había dado una parte a los clanes de los gaditas. 25 Su territorio comprendía Iázer, todas las ciudades de Galaad y la mitad del país de los amonitas, hasta Aroer, que está enfrente de Rabbá. 26 Además, desde Jesbón hasta Ramat Ha Mispá y Betoním, y desde Majanaim hasta el territorio de Lo Debar. 27 Y en el valle, Bet Jarám, Bet Mimrá, Sucot y Safón, el resto del reino de Sijón, rey de Jesbón. Y el lado oriental del Jordán, hasta el extremo del mar de Genesaret, les servía de límite. 28 Esta fue la herencia de los clanes de los gaditas: las ciudades y sus poblados.

La mitad de la tribu de Manasés

29 Moisés también había dado una parte a los clanes de la mitad de la tribu de Manasés. 30 Su territorio, partiendo de Majanaim, comprendía todo Basán, todo el territorio de Og, rey de Basán, y todas las poblaciones de Iair, en Basán: en total, sesenta ciudades. 31 La mitad de Galaad, Astarot y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán, pasaron a los clanes de los hijos de Maquir, hijo de Manasés.
32
Este fue el reparto que hizo Moisés en las Estepas de Moab, al otro lado del Jordán, al este de Jericó. 33 Pero Moisés no asignó ninguna herencia a la tribu de Leví, porque el Señor, el Dios de Israel, es su herencia, como él mismo se lo había declarado.

El territorio asignado alas tribus de la Cisjordania

14 1 Estos son los territorios que los israelitas recibieron como herencia en el país de Canaán, o sea, los territorios que les asignaron el sacerdote Eleazar, Josué hijo de Nun, y los jefes de familia de las tribus de Israel. 2 Ellos los distribuyeron mediante un sorteo –como el Señor lo había mandado por medio de Moisés– entre las nueve tribus y media que faltaban. 3 Porque a las otras dos tribus y media, Moisés ya les había asignado una herencia al otro lado del Jordán, pero a los levitas no les había dado ninguna herencia en medio de ellos. 4 Los hijos de José, por su parte, habían formado dos tribus: la de Efraím y la de Manasés; pero a los levitas no se les dio ningún territorio dentro del país, sino solamente algunas ciudades de residencia, con los correspondientes campos de pastoreo para su ganado y sus rebaños. 5 En la distribución de la tierra los israelitas hicieron exactamente lo que el Señor había ordenado a Moisés.

La parte de Caleb

6 Los hijos de Judá fueron a Guilgal, donde estaba Josué; y Caleb, hijo de Iefuné, el quenizita, le dijo: “Tú sabes muy bien lo que el Señor dijo a Moisés, el hombre de Dios, acerca de mí y de ti, en Cades Barné. 7 Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, el servidor del Señor, me envió de Cades Barné a explorar el país, y yo lo informé con toda franqueza. 8 Mientras los compañeros que habían ido conmigo desalentaban al pueblo, yo me mantuve plenamente fiel al Señor, mi Dios. 9 Aquel día, Moisés hizo esta promesa, ratificándola con un juramento: ‘La tierra que pisaron tus pies será herencia tuya y de tus hijos para siempre, porque te has mantenido plenamente fiel al Señor, mi Dios’. 10 Ahora ves que el Señor me ha conservado la vida conforme a su promesa. Ya han pasado cuarenta y cinco años desde que el Señor dirigió esta palabra a Moisés, cuando todavía Israel iba por el desierto. Ahora tengo ochenta y cinco años, 11 pero todavía estoy tan fuerte como el día en que Moisés me envió. Hoy tengo la misma fuerza que tenía entonces, tanto para combatir como para ir de un lado a otro. 12 Por eso, dame esta montaña que el Señor me prometió aquel día. Tú mismo oíste ese día que allí se encuentran los anaquitas, y que las ciudades son grandes y amuralladas. Pero sin duda el Señor estará conmigo, y yo los expulsaré como él me lo prometió”. 13 Entonces Josué bendijo a Caleb, hijo de Iefuné, y le dio Hebrón como herencia. 14 Por eso Hebrón ha sido hasta el día de hoy la herencia de Caleb, hijo de Iefuné, el quenizita, ya que él se había mantenido plenamente fiel al Señor, el Dios de Israel. 15 El nombre primitivo de Hebrón fue Quiriat Arbá, y Arbá fue el más grande de los anaquitas.
Después cesó la guerra en el país.

La tribu de Judá

15 1 El territorio que tocó en suerte a la tribu de los hijos de Judá, limitaba en su extremo meridional, hacia el sur, con Edóm y el desierto de Cin. 2 Su frontera sur se extendía desde los bordes del mar de la Sal –de la punta que da hacia el sur– 3 hasta la parte meridional de la subida de los Escorpiones; luego pasaba por Cin y subía hasta el sur de Cades Barné; de allí pasaba a Jesrón, subía hasta Adar y daba vuelta hacia Carcaá; 4 finalmente pasaba por Asmón y llegaba al Torrente de Egipto, para ir a terminar en el mar. Este será para ustedes el límite meridional. 5 La frontera oriental era el mar de la Sal hasta la desembocadura del Jordán. La frontera norte, a su vez, partía de la parte del mar, que está junto a la desembocadura del Jordán; 6 luego subía hasta Bet Joglá, pasaba al norte de Be Ha Arabá y llegaba hasta la Piedra de Boján, el rubenita. 7 Después ascendía del valle de Acor a Debir, y daba vuelta hacia Guilgal, que está frente a la subida de Adumím al sur del Torrente. La frontera pasaba inmediatamente junto a las aguas de En Semes, llegaba a En Roguel, 8 y volvía a subir, viniendo desde el sur, por el valle de Ben Hinnóm hasta el flanco sur del Jebuseo, es decir, hasta Jerusalén. Desde allí, ascendía a la cima del monte que está frente al valle de Hinnóm, por el oeste, y al extremo septentrional del valle de los Refaím. 9 Desde la cima del monte, la frontera daba vuelta hacia la fuente de Neftóaj, y seguía hasta el monte Efrón, para volverse luego hacia Baalá, o sea, hacia Quiriat Iearím. 10 Desde Baalá, la frontera giraba hacia el oeste, hacia el monte Seir, y pasando por el flanco septentrional del monte Iearím –o sea, Quesalóm– bajaba hasta Bet Semes y llegaba hasta Timná. 11 Después seguía hasta la pendiente de Ecrón, hacia el norte, giraba hacia Sicrón, y cruzando por el monte de Baalá, salía por Iabneel para ir a terminar en el mar. 12 Finalmente, el límite occidental estaba formado por el Mar Grande y su playa.
Estos eran los límites que bordeaban el territorio asignado a los clanes de los hijos de Judá.

Caleb en Hebrón

13 A Caleb, hijo de Iefuné, se le asignó una parte en medio de los hijos de Judá, como el Señor se lo había ordenado a Josué. Esa parte era Quiriat Arbá –Arbá era el padre de Anac y Quiriat Arbá es Hebrón–. 14 Caleb expulsó de allí a los tres hijos de Anac –Sesai, Ajimán y Talmai– descendientes de Anac. 15 Luego subió contra los habitantes de Debir, que antes se llamaba Quiriat Séfer. 16 Entonces Caleb dijo: “Al que derrote y conquiste a Quiriat Séfer, yo le daré como esposa a mi hija Acsá”. 17 El que la conquistó fue Otniel, hijo de Quenaz y hermano de Caleb, y este le dio como esposa a su hija Acsá. 18 Cuando ella llegó a la casa de su esposo, este le sugirió que pidiera un campo a su padre. Ella se bajó del asno, y Caleb le preguntó: “¿Qué quieres?”. 19 “Quiero que me hagas un regalo, le respondió. Ya que me has mandado al territorio del Négueb, concédeme al menos un manantial”. Y él le dio el manantial de Arriba y el manantial de Abajo.

Las ciudades de la tribu de Judá

20 Esta fue la herencia de los clanes de la tribu de Judá.
21
Las ciudades fronterizas pertenecientes a la tribu de los hijos de Judá, hacia la frontera de Edóm, en el Négueb, eran las siguientes:
Cabseel, Eder, Iagur, 22
Quiná, Dimoná, Adadá, 23 Quedes, Jasor, Itnam, 24 Zif, Télem, Bealot, 25 Jasor Jadatá, Queriot, Jesrón –o sea Jasor– 26 Amám, Semá, Moladá, 27 Jasar Gadá, Jesmón, Bet Pélet, 28 Jasar Sual, Berseba, Biziotiá, 29 Baalá, Iyim, Esem, 30 Eltolad, Quesil, Jormá, 31 Siquelag, Madmaná, Sansaná; 32 Lebaot, Siljím, En Rimón: en total, veintinueve ciudades con sus poblados.
33
En la Sefelá: Estaol Sorá, Asná, 34 Zanóaj, En Ganín, Tapúaj, Enán, 35 Iarmut, Adulán, Socó, Azecá, 36 Saaraim, Aditaim, Ha Guederá, Guedorotaim: en total, catorce ciudades con sus poblados.
37
Senan, Jadasá, Migdal Gad, 38 Dilán, Ha Mispá, Iocteel, 39 Laquís, Boscat, Eglón, 40 Cabón, Lajmás, Quitlís, 41 Guederot, Bet Dagón, Naamá, Maquedá: en total, dieciséis ciudades con sus poblados.
42
Libná, Eter, Asán, 43 Iftaj, Asná, Nesib, 44 Queilá, Aczib, Maresá: en total, nueve ciudades con sus poblados.
45
Ecrón, con las ciudades dependientes y sus poblados, 46 y a partir de Ecrón, hacia el mar, todas aquellas ciudades que están al lado de Asdod, con sus poblados: 47 Asdod con las ciudades dependientes y sus poblados, Gaza con las ciudades dependientes y sus poblados, hasta el Torrente de Egipto, limitando con el mar Grande.
48
En la Montaña: Samir, Iatir, Socó, 49 Daná, Quiriat Séfer –o sea, Debir– 50 Anab, Estemoa, Aním, 51 Gosen, Jolón, Guiló: en total, once ciudades con sus poblados.
52
Arab, Dumá, Esán, 53 Ianúm, Bet Tapúaj, Afec, 54 Jumtá, Quiriat Arbá –o sea, Hebrón– y Sior: en total, nueve ciudades con sus poblados.
55
Maón, Carmel, Zif, Iutá, 56 Izreel, Zanoaj, 57 Ha Caín, Guibeá y Timná: en total, diez ciudades con sus poblados.
58
Jaljul, Bet Sur, Guedor, 59 Maarat, Bet Anot, Eltecón: en total, seis ciudades con sus poblados.
Técoa, Efratá –o sea Belén– Peor, Etám, Culón, Tatám, Sores, Carem, Galím, Beter, Manaj: en total, once ciudades con sus poblados.
60
Quiriat Baal –o sea, Quiriat Iearim– y Ha Rabá: en total, dos ciudades con sus poblados.
61
En el desierto: Bet Ha Arabá, Midím, Secacá, 62 Nigsán, la ciudad de la Sal y Engadí: en total, seis ciudades con sus poblados.
63
Pero los hijos de Judá no pudieron desposeer a los jebuseos, que ocupaban Jerusalén. Por eso los jebuseos viven todavía hoy en Jerusalén, junto a los hijos de Judá.

La tribu de Efraím

16 1 La parte que tocó en suerte a los hijos de José se extendía desde el Jordán, a la altura de Jericó, hasta las aguas de Jericó, por el este; luego venía el desierto, que desde Jericó sube por la montaña hasta Betel; 2 siguiendo de Betel hasta Luz, pasaba por Atarot, o sea, por el territorio de los arquitas; 3 después bajaba al oeste, hacia el territorio de los iafletitas, hasta la región de Bet Jorón de Abajo y hasta Guézer, y terminaba en el mar. 4 Esta es la parte que recibieron como herencia Manasés y Efraím, los hijos de José.
5
El territorio correspondiente a los clanes de los efraimitas fue el siguiente: el límite de su herencia, por el lado oriental, era Atarot Adar hasta Bet Jorón de Arriba, 6 y llegaba hasta el mar. Al norte estaba Micmetat, y al este, el límite doblaba hacia Taanat Silo, pasando al este de Ianóaj. 7 Después bajaba de Ianóaj a Atarot y a Naará, y tocaba Jericó, para terminar en el Jordán. 8 Desde Tapúaj, la frontera iba hacia el oeste por el torrente de Caná, y terminaba en el mar.
Esta es la herencia asignada a los clanes de los efraimitas, 9
además de las ciudades distribuidas a ellos dentro de las posesiones de los hijos de Manasés, todas las ciudades con sus poblados. 10 Pero ellos no pudieron desposeer a los cananeos que habitaban en Guézer, y por eso siguen viviendo en medio de Efraím hasta el día de hoy, aunque tienen que pagar tributo.


Josué (BPD) 9