Discursos 2000 77


AL GRAN MUFTÍ DE JERUSALÉN Y DE TIERRA SANTA,


JEQUE AKRAM SABRI


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Dominigo, 26 de marzo de 2000



Eminencia;
excelencia;
distinguidas autoridades musulmanas:

Deseo expresarle mi gratitud, en su calidad de presidente del Comité islámico supremo, por haberme acogido en el Haram al-Sharif, vinculado al recuerdo de Abraham, que para todos los creyentes es un modelo de fe y sumisión a Dios todopoderoso.

Mi visita, como bien sabéis, es esencialmente una peregrinación religiosa y espiritual. La peregrinación a los santos lugares es común a muchas tradiciones religiosas, particularmente a las tres religiones que tienen como padre a Abraham. Doy gracias a Dios, adorado por judíos, cristianos y musulmanes. Jerusalén es la ciudad santa por excelencia. Forma parte del patrimonio común de nuestras religiones y de la humanidad entera.

Que Dios todopoderoso conceda la paz a toda esta amada región, para que todos los pueblos que la habitan gocen de sus derechos, convivan en armonía y colaboración, y den testimonio del Dios único con actos de bondad y solidaridad humana. Muchas gracias a todos.









PEREGRINACIÓN JUBILAR

DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

A TIERRA SANTA (20-26 DE MARZO DE 2000)

ORACIÓN DE JUAN PABLO II

ANTE EL MURO OCCIDENTAL DE JERUSALÉN






Dios de nuestros padres,
tú has elegido a Abraham y a su descendencia
para que tu Nombre fuera dado a conocer a las naciones:
nos duele profundamente el comportamiento de cuantos,
79 en el curso de la historia, han hecho sufrir a estos tus hijos,
y, a la vez que te pedimos perdón, queremos comprometernos
en una auténtica fraternidad
con el pueblo de la alianza.

R. Amen.

Domingo 26 de marzo de 2000

IOANNES PAULUS PP. II











AL PATRIARCA ARMENIO ORTODOXO


TORKOM II MANOOGIAN


Domingo 26 de marzo de 2000

: Beatitud:

Me alegra mucho visitarlo en su residencia después de haber tenido el placer de encontrarme con usted en Roma con ocasión de la memorable visita de Su Santidad Karekin I, en diciembre de 1996. Repito de corazón las palabras que dirigí entonces al patriarca Catholicós de todos los armenios: "Que la gracia y la cordialidad de nuestro encuentro llegue a ser "como una lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que despunte el día y se levante en vuestros corazones el lucero de la mañana" (2P 1,19)" (n. 8: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 20 de diciembre de 1996, p. 7).

Este encuentro es un nuevo paso adelante que el Señor nos ha concedido para el robustecimiento de los vínculos entre la Iglesia católica y la Iglesia apostólica armenia. Ojalá que, en este Año jubilar, en el que oramos más intensamente para que el Señor nos conceda el don de la unidad, nuestra amistad sea una especie de oración que se eleva al Padre como incienso, como la fragancia del sacrificio vespertino ofrecido en la cruz por su Hijo amado.

Beatitud, al visitar su casa me siento como un hermano entre hermanos que trabajan por construir juntos la Iglesia de Cristo. Le agradezco su amable bienvenida y pido al Señor resucitado que le conceda a usted, y a todos los sacerdotes y fieles de la Iglesia apostólica armenia en Tierra Santa, sus dones de prosperidad, alegría y paz.








A LOS ODONTÓLOGOS ITALIANOS


CON MOTIVO DE SU PEREGRINACIÓN JUBILAR


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Martes 28 de marzo



1. Os dirijo mi cordial saludo a cada uno de vosotros, ilustres profesores de odontología, que habéis venido en peregrinación a Roma de todas partes de Italia para celebrar vuestro jubileo. ¡Gracias por vuestra visita! Doy las gracias, en particular, al profesor Giovanni Dolci, presidente de vuestro congreso nacional, y extiendo mis sentimientos de estima y aprecio a los representantes de las asociaciones y de las industrias de este sector.

Os deseo de corazón a todos vosotros y a vuestras familias que el Año santo constituya para cada uno una extraordinaria ocasión de gracia. El jubileo quiere ser precisamente una invitación urgente a responder al don de la salvación con una profunda renovación del corazón, que se exprese mediante un camino de íntima conversión. La Puerta santa es el símbolo elocuente de la vida nueva que Cristo mismo nos ha dado con su muerte y su resurrección, y que vosotros habéis tenido la ocasión de cruzar con fe y devoción.

2. Muy oportunamente habéis deseado celebrar vuestro jubileo durante la asamblea nacional de vuestra agrupación. Así, habéis querido poner de relieve que vuestra actividad no sólo tiene una dimensión técnica: es también una misión, que os exige poner vuestra competencia profesional al servicio del prójimo, en el que, como creyentes, sabéis ver transparentado el rostro de Cristo (cf. Mt Mt 25,40). La benemérita institución de la que formáis parte tiene como finalidad el progreso científico de la odontología y de la didáctica universitaria de los diversos cursos de perfeccionamiento: asume, de este modo, una perspectiva más amplia, en beneficio de la persona humana. Por eso vuestra profesión requiere una actualización constante, tanto en el plano técnico como en el humano, con singular atención a las cuestiones éticas y morales que surgen en la actividad diaria.

En esta línea, durante los tres días de estudio y debate de vuestro congreso, habéis tratado de descubrir los métodos y las técnicas más idóneos para prevenir las infecciones, pero, al mismo tiempo, os habéis preguntado de qué modo podéis poner en práctica formas oportunas de solidaridad y cooperación internacional en favor de quienes se encuentran en situaciones de necesidad. Habéis ahondado en las nuevas posibilidades que ofrece la ciencia médico-sanitaria y, a la vez, habéis valorado cómo afrontar las necesidades de los pacientes minusválidos y de los ancianos. Al expresaros mi aprecio por estas perspectivas de compromiso, deseo invitaros a proseguir con constancia vuestros propósitos generosos, para que cada uno de vosotros sienta siempre el servicio que presta a las personas y a la sociedad como un servicio al prójimo y, especialmente, a quienes sufren.

3. El icono que naturalmente se os presenta a vosotros, personas llamadas a ayudar a la gente que sufre, es el del buen samaritano, que se inclina con compasión sobre el hombre asaltado por los bandidos y abandonado al borde del camino. El buen samaritano por excelencia es Jesús. Que él sea vuestro modelo. Él, que pasó entre los hombres haciendo el bien y curando a todos los que se lo pedían (cf. Hch Ac 10,38), os ayude a dedicaros con entrega generosa a cuantos recurren a vosotros.

Con todas vuestras posibilidades, sed promotores de solidaridad en Italia y en las demás naciones mediante la formación y la actualización de nuevas generaciones de profesionales preparados y responsables. Estudiad los métodos mejores para proporcionar la ayuda científica y técnica que necesitan los países que no tienen acceso a la asistencia odontológica más actualizada. Con la creatividad que nace del amor, encontrad respuestas atentas a las urgencias del prójimo necesitado, respetando la dignidad propia de todo ser humano.

4. Amadísimos hermanos y hermanas, el Año jubilar nos recuerda que Cristo vino a traer, también al hombre de nuestro tiempo, la gracia sobreabundante del Padre celestial. Acoged este don con disponibilidad, conscientes de que Dios quiere la salvación de todos sus hijos. Ante el misterio del sufrimiento, que afecta vitalmente a la existencia de numerosos hermanos, convertíos en instrumentos y en testigos de su bondad divina. La mirada iluminada por la fe sabe descubrir en el rostro de quien atraviesa una prueba los rasgos del rostro de Cristo, "varón de dolores", que con la cruz redimió el mundo.

Que en vuestra actividad, animada por estos ideales, os acompañe siempre la Virgen santísima, refugio y salud de los enfermos.

Con estos sentimientos, invoco sobre vosotros la asistencia divina y os imparto de corazón la bendición apostólica, que, complacido, extiendo a vuestras familias y a vuestros seres queridos.








A LOS PARTICIPANTES EN LA PEREGRINACIÓN


JUBILAR DE BOSNIA-HERZEGOVINA


Jueves 30 de marzo



Señor cardenal;
81 venerados hermanos en el episcopado;
estimados presbíteros;
queridos hermanos y hermanas:

1. Llegue mi cordial saludo a cada uno de vosotros, pastores, y a vosotros fieles de las amadas Iglesias de Vrhbosna, Mostar-Duvno, Trebinja-Mrkan y Banja Luka, aquí reunidos. Os acojo a todos con gran alegría. Habéis venido a las tumbas de los apóstoles san Pedro y san Pablo y de los demás mártires de Roma para celebrar el gran jubileo del año 2000 y reafirmar vuestra comunión con la Iglesia de Roma y el Sucesor del Príncipe de los Apóstoles. Al daros con afecto mi bienvenida, agradezco al querido cardenal Vinko Puljic los sentimientos que me ha manifestado en nombre de todos vosotros.

Conservo siempre vivos los recuerdos de la visita pastoral que, después de diversos aplazamientos forzados, pude realizar los días 12 y 13 de abril de 1997. Entonces pude darme cuenta personalmente de la gran tragedia que, durante el último decenio, os ha afectado a vosotros y a los demás habitantes de la región. La Santa Sede ha estado siempre cerca de vosotros durante todo ese período, y lo seguirá estando también en el futuro. El Papa os lleva en el corazón y no sólo comparte vuestros dolores y preocupaciones, sino también vuestras alegrías y esperanzas.

2. Sí, queridos hermanos y hermanas, a pesar de las numerosas dificultades que encontráis diariamente a causa de la situación política y económica, y de las nubes que aún se ciernen sobre el horizonte de vuestra patria, ¡este es un tiempo de esperanza! Del mismo modo que en estos días muchos signos anuncian el despertar de la naturaleza, así también en el ámbito social no faltan síntomas de un florecimiento prometedor. Corresponde a los cristianos fortalecer este proceso positivo con la aportación de los fermentos de vida nueva contenidos en el Evangelio. El mensaje cristiano entraña un extraordinario potencial de esperanza. Es responsabilidad de cada fiel hacer partícipes de él a los hermanos y hermanas con quienes se encuentra.

Vuestro anuncio de esperanza, queridos hermanos, será convincente si va acompañado por el testimonio evangélico de la profunda comunión eclesial y de la caridad que no conoce confines.
¡Que vuestra vida misma demuestre a todos que sois cristianos! Sed los primeros en perdonar y aceptar el perdón, liberando la memoria del odio, de los rencores y del deseo de venganza, y reconociendo como hermano también al que os ha hecho daño. No os dejéis vencer por el mal; al contrario, venced el mal con el bien (cf. Rm
Rm 12,21). "Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros" (Col 3,13).

Confío profundamente en que, con la ayuda de Dios, la llama de la fe, encendida en vuestra tierra hace muchos siglos, siga ardiendo en el tercer milenio. La Iglesia en vuestra patria seguirá llena de vida si permanece abierta a los impulsos del Espíritu Santo y se mantiene unida en torno a los obispos, sucesores de los Apóstoles. Los pastores son los garantes de la unidad católica de cada una de vuestras comunidades parroquiales y diocesanas.

El gran jubileo actual, si se vive con fervor, ofrece a todos los cristianos una ocasión propicia para profundizar la obra de la salvación que se realiza en la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo y sacramento universal de salvación. Ojalá que la celebración del jubileo dé abundantes frutos de conversión y santidad en las comunidades católicas que viven en vuestras regiones. Que la cruz de Cristo manifieste una vez más su fuerza salvífica en medio de vosotros.

3. Amadísimos católicos de la provincia eclesiástica de Vrhbosna, permaneced unidos entre vosotros para superar las dificultades del momento actual. Así, podréis construir en vuestra tierra, junto con los demás compatriotas, un futuro de paz lleno de esperanza. Tendréis éxito en esta empresa, ciertamente no fácil, si sois solidarios entre vosotros y sabéis desarrollar el espíritu de comunión y corresponsabilidad, ayudando sobre todo a los más débiles, a los pobres y a las víctimas de la guerra que se encuentran en medio de vosotros.

82 Bosnia-Herzegovina necesita diálogo leal y cooperación efectiva de todos los pueblos que la componen, así como respeto a los derechos y a la identidad de cada persona y de cada grupo. En efecto, si se quiere construir un futuro de paz y estabilidad social, no se debe favorecer a nadie en detrimento de los demás; hay que garantizar la igualdad a todos.

Durante los últimos cinco siglos y medio vuestra patria ha sido gobernada por sistemas cuya herencia dificulta mucho el actual desarrollo democrático. Para superar esta situación e impulsar la verdadera democracia, hacen falta el compromiso y la colaboración de todos. Una democracia auténtica es fruto de la valoración de las características culturales, sociales y religiosas particulares de los diferentes componentes del país, respetando la equidad, la justicia y la verdad. No puede importarse ni imponerse. Su buen funcionamiento depende, sobre todo, del grado en que se respete la dignidad de la persona y el carácter sagrado de la vida humana.

4. Saludo de corazón también a los peregrinos de las parroquias de Dol, Postira y Splitska. Durante la reciente guerra, su isla de Brac acogió al seminario mayor de Vrhbosna, Sarajevo, y a muchos otros prófugos. ¡Que Dios recompense abundantemente a todos los habitantes de esa bellísima isla!

Invoco la protección materna de la santísima Madre de Dios sobre todos vosotros aquí presentes y sobre vuestras comunidades diocesanas, al mismo tiempo que os imparto de corazón a cada uno la bendición apostólica.

Alabados sean Jesús y María.






A LA ASAMBLEA PLENARIA


DE LA COMISIÓN PONTIFICIA


PARA LOS BIENES CULTURALES DE LA IGLESIA



Viernes 31 de marzo de 2000




Venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra acogeros a cada uno de vosotros, miembros de la Comisión pontificia para los bienes culturales de la Iglesia, reunidos durante estos días en asamblea plenaria. Os saludo con afecto.
Saludo, en particular, a vuestro presidente, el arzobispo Francesco Marchisano, y le agradezco las corteses palabras con las que ha querido presentar la actividad y las perspectivas de la Comisión, recordando, entre otras cosas, el jubileo de los artistas. El dicasterio lo preparó con gran esmero, y el éxito de su celebración me dio una gran alegría. Con los numerosos artistas presentes en la basílica de San Pedro, en cierto modo, pude continuar de viva voz el diálogo que había comenzado con la Carta a los artistas.

2. También vuestra asamblea plenaria, que eligió como tema: "Los bienes culturales en el marco de la nueva evangelización", se inserta muy bien en el horizonte del gran jubileo, al estar en sintonía con su finalidad primaria, que es el anuncio renovado de Cristo dos mil años después de su nacimiento.

En los trabajos de vuestra asamblea, sobre la base del notable esfuerzo realizado durante los últimos años por vuestra Comisión, ante todo habéis tratado de delimitar el concepto de "bien cultural" según la mens de la Iglesia; luego, habéis fijado vuestra atención en el ingente patrimonio histórico-artístico existente, diagnosticando la situación de tutela y conservación en que se encuentra con vistas a su valoración pastoral; asimismo, os habéis ocupado de la formación de los agentes, promoviendo oportunos contactos con los artistas de las diversas disciplinas.

83 Tenéis que proseguir el camino loablemente emprendido, y yo quisiera animaros hoy a no escatimar esfuerzos para lograr que los testimonios de cultura y arte confiados a la custodia de la Iglesia se valoren cada vez más al servicio del auténtico progreso humano y de la difusión del Evangelio.

3. En efecto, los bienes culturales, en sus múltiples expresiones -iglesias, diversos monumentos, museos, archivos, bibliotecas...- constituyen un componente notable de la misión evangelizadora y de promoción humana que es propia de la Iglesia.

Especialmente el arte cristiano, "bien cultural" muy significativo, sigue prestando su singular servicio, comunicando con extraordinaria eficacia, a través de la belleza de las formas sensibles, la historia de la alianza entre Dios y el hombre y la riqueza del mensaje revelado. En los dos milenios de la era cristiana, ha manifestado de forma admirable el ardor de numerosos confesores de la fe, ha expresado la conciencia de la presencia de Dios entre los creyentes y ha sostenido la alabanza que la Iglesia eleva a su Señor desde todos los rincones de la tierra. Los bienes culturales son documentos cualificados de los diferentes momentos de esta gran historia espiritual.

Por otra parte, la Iglesia, experta en humanidad, utiliza los bienes culturales para la promoción de un auténtico humanismo, según el modelo de Cristo, hombre "nuevo" que revela el hombre al propio hombre (cf. Gaudium et spes ). Por tanto, no ha de sorprender que las Iglesias particulares se comprometan a promover la conservación de su propio patrimonio artístico-cultural a través de intervenciones ordinarias y extraordinarias, que permitan su valoración plena.

4. La Iglesia no es sólo custodia de su pasado; es, sobre todo, animadora del presente de la comunidad humana, con miras a la construcción de su futuro. Por tanto, incrementa continuamente su patrimonio de bienes culturales para responder a las exigencias de cada época y cada cultura, y se preocupa asimismo por entregar cuanto se ha realizado a las generaciones sucesivas, para que también ellas beban en el gran río de la traditio Ecclesiae.

Precisamente desde esta perspectiva es necesario que las múltiples expresiones del arte sacro se desarrollen en sintonía con la mens de la Iglesia y al servicio de su misión, usando un lenguaje capaz de anunciar a todos el reino de Dios.

Por consiguiente, al formular sus proyectos pastorales, las Iglesias particulares han de utilizar adecuadamente los propios bienes culturales. En efecto, éstos tienen una singular capacidad para ayudar a las personas a percibir más claramente los valores del espíritu y, testimoniando de diferentes modos la presencia de Dios en la historia de los hombres y en la vida de la Iglesia, disponen los corazones a acoger la novedad evangélica. Además, al proponer la belleza, que por su misma naturaleza posee un lenguaje universal, ciertamente ayudan a la Iglesia en su tarea de encontrar a todos los hombres en un clima de respeto y tolerancia recíproca, según el espíritu del ecumenismo y del diálogo interreligioso.

5. La nueva evangelización exige un renovado compromiso en el culto litúrgico, que es también una rica fuente de instrucción para el pueblo fiel (cf. Sacrosanctum Concilium
SC 33). Como es sabido, el culto ha encontrado desde siempre un aliado natural en el arte, de modo que, además de su intrínseco valor estético, los monumentos de arte sacro poseen también el catequístico y cultual. Por eso, es preciso valorarlos teniendo en cuenta su hábitat litúrgico, conjugando el respeto a la historia con la atención a las exigencias actuales de la comunidad cristiana, y haciendo que el patrimonio histórico-artístico al servicio de la liturgia no pierda nada de su elocuencia.

6. Será necesario, asimismo, seguir promoviendo la cultura de la tutela jurídica de dicho patrimonio en las diversas instituciones eclesiales y organizaciones civiles, trabajando con espíritu de colaboración con los diferentes organismos estatales, y prosiguiendo los contactos tanto con los encargados de la gestión de los bienes culturales como con los artistas de las diversas disciplinas. En este sentido, mucho ayudará el diálogo con las asociaciones que tienen como fin la tutela, la conservación y la valoración de los bienes culturales, así como con los grupos de voluntariado. En particular, corresponde a vuestra oficina invitar a quienes están relacionados directa o indirectamente con este ámbito a sentire cum Ecclesia, para que cada uno transforme su labor específica en una valiosa ayuda a la misión evangelizadora de la Iglesia.

7. Amadísimos hermanos y hermanas, ¡gracias de corazón por vuestro trabajo y por la contribución que dais a la tutela y a la valoración plena del patrimonio artístico de la Iglesia! Espero de corazón que ese patrimonio se convierta en un medio cada vez más eficaz para llevar el mensaje evangélico a quienes están alejados y para incrementar en el pueblo cristiano el amor a la belleza, que abre el espíritu a la verdad y al bien.

Invoco la protección materna de María sobre vuestro trabajo, y os aseguro de buen grado mi recuerdo ante el Señor por vuestras intenciones. Os bendigo de corazón a vosotros y a cuantos colaboran generosamente con vosotros.







DISCURSO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II


A LA ASOCIACIÓN NACIONAL ITALIANA DE MAGISTRADOS


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Viernes 31 de marzo



Ilustres señores; gentiles señoras:

1. Al acogeros con ocasión de la celebración de vuestro jubileo, os doy a cada uno mi cordial bienvenida, expresándoos mi gran aprecio por la alta función con que estáis investidos. Saludo, en particular, al presidente de vuestra asociación, el doctor Mario Cicala, y le agradezco las amables palabras que ha querido dirigirme en vuestro nombre.

El jubileo, celebración del bimilenario del ingreso de Cristo en nuestra historia, compromete a los hombres de nuestro tiempo interpelándolos sobre su responsabilidad en el cumplimiento de las tareas que se les han confiado. Puesto que "todas las actividades del hombre (...) deben ser purificadas y llevadas a la perfección por la cruz y la resurrección de Cristo" (Gaudium et spes GS 37), los creyentes no pueden substraerse a la inspiración de este acontecimiento, no sólo por lo que respecta a la esfera privada de sus acciones, sino también en lo que atañe a los compromisos en las relaciones públicas.

2. Vosotros, por vocación libremente aceptada, os habéis puesto al servicio de la justicia y, por eso, también al servicio de la paz. Los latinos solían decir: "Opus iustitiae pax". No puede haber paz entre los hombres sin justicia. Esta opus iustitiae, en la que se funda la paz, se realiza dentro de un preciso marco ético-jurídico, y siempre se puede mejorar. En efecto, incluso donde los derechos fundamentales del hombre, los derechos inalienables que ningún ordenamiento puede violar, están codificados en las leyes, queda siempre la posibilidad de una formulación jurídica más acabada de los mismos y, sobre todo, de una mejor aplicación efectiva en el ámbito concreto de la vida asociada. La historia muestra cuán arduo es el camino de la civilización jurídica, a causa de las lentitudes culturales y, sobre todo, a causa de las resistencias morales vinculadas al pecado del hombre, de las que brotan insidias que pueden turbar las reglas y desestabilizar la paz. Basta pensar en todas las iniciativas de personas y grupos organizados que, sin contentarse con transgredir la ley, atentando contra la vida y los bienes de los demás, tratan también de modificar el ordenamiento en función de sus propios intereses, por encima de los principios éticos y de la consideración del bien común. Así se mina en su raíz la convivencia segura y pacífica.

Por tanto, una civilización jurídica, un Estado de derecho y una democracia digna de este nombre no sólo se caracterizan por una eficaz estructuración de los ordenamientos, sino sobre todo por fundarse en las razones del bien común y en los principios morales universales inscritos por Dios en el corazón del hombre.

3. En este marco adquiere gran significado también la distinción de los poderes típica del Estado democrático moderno, en el que el poder judicial es paralelo a los poderes legislativo y ejecutivo, con una función autónoma, protegida constitucionalmente. La relación equilibrada entre los tres poderes, cada uno de los cuales actúa según sus competencias y responsabilidades específicas, sin que uno prevarique jamás sobre el otro, es garantía de un correcto desarrollo de la vida democrática (cf. Carta a los obispos italianos, 6 de enero de 1994, n. 7).

A la magistratura compete hacer justicia, aplicando plenamente los derechos y los deberes reconocidos y tutelando los intereses protegidos por la ley en el marco de los valores éticos fundamentales, que en Italia, como sucede normalmente en los Estados democráticos de nuestro tiempo, están reconocidos en la Constitución y representan la base civil y moral de la convivencia organizada.

4. Como bien sabéis, la misión del juez se realiza en el compromiso de desvelar, en relación con el dictado de la ley, la verdad encerrada en el caso concreto. En esta investigación el magistrado encuentra al "hombre", criatura de Dios, con su dignidad de persona y con sus valores inalienables, que ni el Estado ni las instituciones ni la magistratura ni el magistrado mismo pueden menoscabar y, mucho menos, anular.

Las Constituciones de los Estados modernos, al definir las relaciones que deben existir entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial, garantizan a este último la independencia necesaria en el ámbito de la ley. Pero esta independencia es un valor al que debe corresponder, en el foro de la conciencia, un vivo sentido de rectitud, y, en el ámbito de la búsqueda de la verdad, una serena objetividad de juicio. La independencia de la magistratura jamás podrá ejercerse descuidando los valores arraigados en la naturaleza del ser humano, cuya dignidad inalienable y cuyo destino trascendente deben respetarse siempre.

En particular, el respeto de los derechos de la persona excluye el recurso a una detención motivada sólo por el intento de obtener noticias significativas para el proceso. La justicia, además, debe esforzarse por asegurar la rapidez de los procesos: una duración excesiva de los mismos resulta intolerable para los ciudadanos y termina por convertirse en una verdadera injusticia.
85 Asimismo, es de gran importancia que en su relación con los medios de comunicación el magistrado guarde la debida reserva, para evitar el riesgo de perjudicar el derecho que tienen los investigados a esa reserva, asegurando al mismo tiempo con eficacia el respeto del principio de presunción de inocencia.

5. La búsqueda de la verdad de los hechos y de las pruebas y la correcta aplicación de las leyes son dos exigencias muy importantes de la función del juez, y exigen ausencia total de prejuicios y constante compromiso de estudio y profundización. Además, la reciente institución del juez monocrático aumenta la responsabilidad de cada magistrado y lo estimula a realizar su trabajo cada vez con mayor prontitud.

Por otra parte, es preciso afrontar un problema que se va delineando por el hecho de que la actividad legislativa a veces tiene dificultad para seguir el ritmo del desarrollo técnico-científico y de sus consiguientes implicaciones sociales, de modo que la interpretación de la ley por parte de la jurisprudencia va cobrando cada vez más el valor de fuente de derecho. En muchos ambientes se reacciona con razón ante la idea de una suplencia de la magistratura con respecto a las omisiones del poder legislativo, sobre todo cuando están en juego la vida y la muerte del hombre, las biotecnologías, los problemas que atañen a la moralidad pública, y los temas esenciales de la libertad, la cual no puede degenerar nunca en el individualismo que no se interesa por el bien común.

6. Por último, quisiera subrayar que está siempre en juego la relación entre verdad y humanidad. La verdad que el juez está llamado a determinar no se refiere únicamente a eventos y frías normas, sino al hombre concreto, marcado quizá por incoherencias y debilidades, pero dotado siempre de la dignidad insuprimible que deriva del hecho de que es imagen de Dios. También la sanción penal, en su naturaleza y en su aplicación, debe garantizar la seguridad social, tan justamente reclamada, sin ofender de ningún modo la dignidad del hombre, amado por Dios y llamado a redimirse, si es culpable. La pena no debe eliminar la esperanza de la redención.

Ilustres señores, gentiles señoras, al mismo tiempo que os renuevo mi estima por vuestro trabajo tan valioso para el bien común, encomiendo vuestra actividad a la protección constante de Dios. Que la Virgen María, luminoso "Espejo de justicia", vele desde el cielo por vosotros que a lo largo del camino hoy particularmente arriesgado de la justicia, habéis visto caer a muchos de vuestros eminentes colegas, como vuestro presidente ha recordado oportunamente.

Con este deseo, de buen grado os imparto, como signo de estima y afecto, una especial bendición, que extiendo a todos vuestros seres queridos.







                                                                              Abril de 2000






A LOS PARTICIPANTES EN LA PEREGRINACIÓN JUBILAR NACIONAL DE LA REPÚBLICA CHECA



Sábado 1 de abril



Señor cardenal;
venerados hermanos en el episcopado;
ilustres representantes de la vida política;
86 amadísimos peregrinos de la República Checa:

1. Vuestra presencia, en tan gran número, me llena de alegría. Estáis realizando la peregrinación nacional del gran jubileo. ¡Bienvenidos a Roma, amadísimos hermanos y hermanas!

Saludo cordialmente al señor cardenal Miloslav Vlk, y al arzobispo Jan Graubner, presidente de la Conferencia episcopal checa, a quien agradezco las nobles palabras con las que ha querido manifestar vuestros sentimientos de comunión y afecto hacia el Sucesor de Pedro. Extiendo mi saludo a los queridos prelados, a los sacerdotes, a los consagrados y consagradas, y a todos vosotros, que habéis venido de Bohemia, Moravia y Silesia, así como a cuantos están unidos a nosotros mediante Radio Proglas; saludo, de modo particular, a los ancianos, a los enfermos y a los que sufren. Por medio de vosotros, deseo renovar la seguridad de mi cercanía espiritual a la entera nación checa, tan querida para mí: las tres visitas pastorales, que la Providencia me ha concedido realizar a vuestro país, han dejado un recuerdo indeleble en mi corazón.

2. La Cuaresma que estamos viviendo, queridos hermanos y hermanas, nos hace una llamada apremiante a la conversión. Sólo un corazón consciente de que necesita una unión más profunda e íntima con Dios está dispuesto a cruzar el umbral de la Puerta santa; sólo quien se convierte realmente puede ser en el mundo testigo fiel y creíble de la vida nueva en Cristo. ¡Este es el significado auténtico del Año santo!

Reunidos en esta sala, dais hoy un testimonio de la unidad y el amor que distinguen a los verdaderos cristianos. Os exhorto a seguir viviendo esta solidaridad y a tener "el mismo pensar y el mismo sentir" (
1Co 1,10), que es signo inequívoco de la presencia operante de Cristo en el mundo.

Cultivad con espíritu de humildad y obediencia el entendimiento y la colaboración efectiva con vuestros obispos, según la exhortación de san Ignacio de Antioquía: "Preocupaos por hacerlo todo en la concordia de Dios, bajo la guía del obispo" (Ad Magn. 6, 1). Y sed testigos y artífices de unidad, para que todos los discípulos de Cristo lleguen cuanto antes a la comunión plena. El Señor, que es "nuestra paz" y ha derribado "el muro que nos separaba" (Ep 2,14), siga guiando vuestro camino.

3. Vuestra sociedad está gustando finalmente el tiempo de la democracia y la libertad. Sin embargo, una secularización progresiva y un difundido relativismo moral interpelan a vuestra comunidad cristiana. Creéis, con razón, que la situación actual exige un esfuerzo constante en el ámbito de la catequesis en todos los niveles: los niños, los jóvenes, la familia, la escuela, los medios de comunicación, el mundo del trabajo y de la cultura. ¡Os exhorto a no escatimar energías en este sector tan importante!

En el camino de formación evangélica es fundamental la labor de la familia. Queridos padres, ayudad a vuestros hijos a discernir los valores sobre los que tienen que construir su existencia. Y vosotros, queridos jóvenes, no os dejéis engañar por falsos mitos y espejismos. No caigáis en el engaño de un éxito fácil; al contrario, que vuestro corazón aspire siempre a los valores superiores, sin excluir del horizonte de vuestras elecciones la perspectiva de una entrega total a Dios a través de la consagración sacerdotal o religiosa.

Una familia unida es, ciertamente, una garantía para construir una sociedad responsable. Por tanto, que cada uno trabaje en el ámbito religioso, social y político para defender la familia y tutelar la vida humana, desde su concepción hasta su término natural.

4. La Iglesia, a lo largo de la historia, se ha esforzado siempre por dar su contribución al progreso espiritual y civil del país. Insertada vitalmente en la sociedad, no desea otra cosa que servir al hombre, señalándole los vastos horizontes de su dignidad y de la vocación que ha recibido de Dios, Creador y Redentor. Después de pasar por el crisol de la persecución, quiere ofrecer sus tesoros espirituales a todo el pueblo. No cabe duda de que el deseado acuerdo con el Estado, que regule de manera estable y armoniosa las relaciones recíprocas en un marco de respeto mutuo y colaboración leal, contribuirá a una mayor eficacia de la acción de la Iglesia en favor de todos los ciudadanos de la República Checa.

5. Amadísimos hermanos y hermanas, renovados y fortalecidos en vuestra adhesión a Cristo por esta peregrinación, volved a vuestra patria con una fe personal convencida y un amor intenso a la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.

87 Que la Madre de Dios, a quien veneráis particularmente en Svatá Hora y en Svatý Kopecek, guíe vuestros pasos y sostenga vuestra coherencia diaria con los valores del Evangelio. Que el ejemplo de todos vuestros santos patronos os fortalezca interiormente para ser en vuestra patria "luz del mundo y sal de la tierra" (cf. Mt Mt 5,13-14).

Con estos sentimientos, os imparto de todo corazón a vosotros, a vuestras familias y al amado pueblo checo, una particular bendición apostólica.

¡Alabado sea Jesucristo!






Discursos 2000 77