Discursos 2000 179

179 La reciente conmemoración de los testigos de la fe del siglo XX, que tuvo lugar el pasado domingo en el Coliseo, nos recuerda que para la misión a menudo la prueba suprema es el don de la vida hasta la muerte. "Como siempre en la historia cristiana, los "mártires", es decir, los testigos, son numerosos e indispensables para el camino del Evangelio. También en nuestra época hay muchos: obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, así como laicos; a veces héroes desconocidos que dan la vida como testimonio de la fe. Ellos son los anunciadores y los testigos por excelencia" (Redemptoris missio RMi 45).

Al dar gracias a Dios por estos hermanos y hermanas nuestros en la fe, oremos para que el trabajo misionero de la Iglesia esté animado siempre por una gran generosidad.

4. Queridos hermanos, estáis llamados a realizar una vasta labor de sensibilización entre todos los cristianos. Tened siempre el deseo de lograr que todos sientan la urgencia de continuar la misma misión de Jesús, quien, antes de morir, dijo a sus discípulos: "Como el Padre me envió, también yo os envío" (Jn 20,21). Transmitid este espíritu a vuestros colaboradores y a las numerosas personas de buena voluntad que comparten con vosotros esta misma misión eclesial.

En efecto, para todo bautizado, la llamada a la misión, además de ser un deber, es una gracia. Lo saben bien quienes han hecho de ella la opción predominante de su existencia. Quien es enviado en nombre de la Iglesia a anunciar la buena nueva se asocia de modo singular a la persona y a la misión de Jesús mismo. A este respecto, san Juan afirma: "Como tú me has enviado al mundo, yo también los he enviado al mundo" (Jn 17,18). ¡Cristo nos envía al mundo!

Queridos directores nacionales, en virtud de esta vocación y de esta misión, a vosotros compete, en estrecha colaboración con vuestros legítimos pastores, la formación y la animación misionera del pueblo de Dios en todo el mundo, teniendo presente que la obra misionera "atañe a todos los cristianos, a todas las diócesis y parroquias, a las instituciones y asociaciones eclesiales" (Redemptoris missio RMi 2).

5. Amadísimos hermanos y hermanas, como sabéis, vuestra Congregación ha decidido celebrar el "Congreso misionero mundial 2000" del 18 al 22 del próximo mes de octubre, coincidiendo con la Jornada mundial de las misiones. Me alegra esta oportuna iniciativa.

La preparación de ese acontecimiento, precedida por la celebración de congresos nacionales, en los que participarán los responsables de las Obras misionales pontificias en sus diversos niveles, constituye desde ahora una ocasión propicia para sensibilizar a todo el pueblo de Dios sobre la imprescindible tarea misionera, que el Señor encomienda a todos los bautizados.

Los participantes en ese importante encuentro reflexionarán en el tema: "Jesús, fuente de vida para todos". Deseo de corazón que dicha reunión providencial contribuya a renovar con vigor en la Iglesia un esfuerzo misionero más intenso, para proseguir con entusiasmo y valentía la obra siempre actual de la primera evangelización. Espero, además, que el empeño que ponéis en favor de las misiones sea bendecido con abundantes frutos y suscite numerosas vocaciones ad gentes. Esta es la valiosa contribución que se os pide con vistas a la nueva evangelización, en la que la Iglesia está hoy comprometida (cf. Redemptoris missio, RMi 2) para ofrecer a todos la posibilidad de beber abundantemente de las fuentes de agua viva del Evangelio.

6. Amadísimos hermanos y hermanas, continuad incansablemente la tarea que habéis emprendido y a la que dedicáis vuestras mejores energías, sin dejaros turbar por las dificultades ni frenar por los obstáculos. Perseverad en el servicio convencido a la acción misionera de la Iglesia, y seréis dóciles instrumentos para construir en el mundo la civilización del amor.

Al tiempo que os encomiendo a vosotros, vuestras actividades y vuestros seres queridos a María, Estrella de la evangelización, os imparto de corazón a cada uno una especial bendición apostólica, que extiendo complacido a cuantos colaboran en vuestra incansable labor de animación, formación y cooperación misionera en todos los continentes.






A LA PEREGRINACIÓN JUBILAR DE VENEZUELA


Jueves 11 de mayo de 2000




180 Amadísimos hermanos y hermanas de Venezuela:

1. Os saludo con cordialidad y me alegra daros la bienvenida. ¡Bienvenidos a Roma y bienvenidos al Vaticano, donde se guarda la memoria del apóstol San Pedro! El tiempo providencial del Jubileo os ha guiado como peregrinos a la ciudad de Roma, para confirmar vuestra fe en Cristo y reafirmar vuestro compromiso de vivir según el espíritu del Evangelio. Vuestra presencia tan numerosa testimonia los estrechos e ininterrumpidos vínculos de comunión y afecto que unen a la Iglesia en Venezuela con el Sucesor de Pedro. Trae también a mi memoria las entrañables jornadas que la Providencia me ha permitido pasar en vuestra Patria, con ocasión de mis dos viajes apostólicos. En ellos pude comprobar la firmeza de vuestra fe y la acción que la Iglesia desarrolla en vuestro medio, contribuyendo con su palabra y sus instituciones a elevar la vida de todos los venezolanos.

2. Agradezco a Mons. Ignacio Velasco García, Arzobispo de Caracas, las amables palabras que me ha dirigido, haciéndome presente los sentimientos que os animan en esta vuestra peregrinación jubilar a la Ciudad Eterna, testigo del martirio de los apóstoles Pedro y Pablo, columnas de la Iglesia. Al agradecerle los sentimientos que ha expresado también en vuestro nombre, quiero saludaros a todos: a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los jóvenes y a todos los demás fieles que formáis este grupo.

3. Estamos viviendo el año del Gran Jubileo, que nos ofrece la posibilidad de acceder al tesoro de gracia y misericordia que Dios ha confiado a su Iglesia. A cuantos anhelan una valiente renovación interior, el Señor les pide que se acerquen a él con confianza. A cada uno pide un cambio de mentalidad y de estilo de vida para seguir de cerca al Señor y afrontar así las realidades diarias según el espíritu del Evangelio.

Seguir a Cristo de manera radical exige un intenso y constante crecimiento interior. Para ello, es preciso cultivar con asiduidad la oración, participar con la mayor frecuencia posible de la Eucaristía y del Sacramento de la Penitencia, y practicar las virtudes evangélicas. En vuestro País contáis ya con testigos de Cristo que han subido a la gloria de los altares. Me refiero a la Beata María de San José, que tuve el honor de beatificar en medio del gozo de todos los venezolanos. Ojalá que su ejemplo y sus enseñanzas os infundan continuamente el entusiasmo y la valentía para adheriros de modo cada vez más decidido a Cristo. Así, estaréis preparados para afrontar con confianza y esperanza las dificultades de nuestro tiempo y los desafíos de la nueva evangelización.

4. Entre estas dificultades no puedo olvidar la indecible tragedia que el año pasado azotó vuestro País y que causó tantos muertos y tanta destrucción. Desde los primeros momentos elevé mis plegarias al Señor por los fallecidos, pidiendo consuelo, serenidad y luz para los que, en medio de tanto dolor, tenían ante sí la ardua tarea de la reconstrucción. Mi voz se elevó también solicitando la cooperación internacional, exhortando a los pueblos hermanos que no dejaran sola a Venezuela en tales momentos y colaboraran en la reparación de un desastre natural de tan grandes proporciones.

Os animo, pues, a seguir cerca de los que aún sufren las trágicas consecuencias de aquella situación, a sentiros solidarios siempre unos de otros, a preocuparos de la suerte de los demás, incluso a costa de sacrificios.

5. El otro reto del momento presente es proseguir por el camino de la nueva evangelización. Evangelizar, lo sabéis bien, mis amadísimos hermanos y hermanas, es misión de todo bautizado. Cualquiera que sea su estado de vida, cada uno está llamado a dar testimonio de Cristo y del Evangelio. Formulo votos para que vuestra peregrinación dé los anhelados frutos de renovación religiosa y pastoral. Quiera Dios que vuestra visita a las tumbas de los Apóstoles refuerce vuestra determinación de evitar el pecado, convertiros al bien y seguir al Señor.

La evangelización contribuirá, además, a que los valores del Reino de Dios estén presentes en la sociedad en unos momentos en los que vuestra Nación está revisando su organización legislativa e institucional. A este respecto, es necesario que los cristianos hagáis oír vuestra voz para que los valores evangélicos sigan presentes en vuestra Patria y no vengan relegados bajo ningún concepto.

6. A la Virgen María, a la que veneráis bajo la advocación de Coromoto, y tuve la dicha de coronar, encomiendo las intenciones que os animan en vuestra peregrinación jubilar. Le imploro para vosotros la gracia de ser misioneros auténticos del amor insondable de Dios en la sociedad venezolana. Que os protejan san Pedro y san Pablo, cuyos sepulcros habéis visitado con devoción. El Papa os renueva su afecto y os imparte, así como a vuestros seres queridos y a todos los fieles venezolanos, una especial Bendición Apostólica.





PALABRAS DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II


A LOS PARTICIPANTES EN EL "GIRO" DE ITALIA


12 de mayo




181 Ilustres señores y gentiles señoras;
queridos organizadores, promotores y participantes en el Giro de Italia:

1. Me alegra acogeros en vísperas del comienzo de la popular vuelta ciclista, en la que desde mañana muchos de vosotros seréis protagonistas por las carreteras de la península. A la vez que os doy a todos mi más cordial bienvenida, agradezco de modo especial al doctor Cesare Romiti y al doctor Cándido Cannavò las amables palabras que han querido dirigirme en nombre de los presentes y con las que han evocado ideales y valores que animan esta gran manifestación deportiva.

Saludo en particular a los participantes en la carrera ciclista de la Virgen de Ghisallo, que han venido a Roma con ocasión del inicio del Giro de Italia, para recordar el quincuagésimo aniversario de la proclamación, por parte de mi venerado predecesor Pío XII, de la santísima Virgen de Ghisallo como patrona principal de los ciclistas italianos.

La estima, el interés y la admiración que vuestra histórica carrera ciclista despierta desde siempre, no sólo entre los aficionados del deporte, sino también entre los informadores de prensa, radio y televisión, así como entre la gente común, han convertido al Giro de Italia en una manifestación de gran relieve deportivo y gran impacto social en la historia y en las costumbres italianas.

2. La edición de este año, al coincidir con el gran jubileo del año 2000, adquiere un significado especial. Como nos acaban de recordar oportunamente, el Giro de Italia saldrá de Roma, y su primera etapa terminará en la plaza de San Pedro. Por tanto, se podría decir que la fracción de mañana no sólo es el "prólogo" del Giro de Italia, sino que también constituye una "primera etapa" del jubileo de los deportistas que, Dios mediante, tendremos la alegría de celebrar juntos el último domingo de octubre en el estadio Olímpico.

Este enlace entre manifestaciones deportivas y celebraciones jubilares contribuye a poner de relieve la relación que debe unir siempre la actividad deportiva y los valores espirituales. Más aún, debe constituir una importante oportunidad de reflexión y renovación, para que el deporte resplandezca con las características de limpieza, coherencia, honradez y comunión que hacen de él uno de los vehículos significativos de altos valores de humanidad.

En efecto, toda actividad deportiva, tanto en el ámbito aficionado como en el profesional, requiere dotes humanas de fondo, como el rigor en la preparación, la constancia en el entrenamiento, la conciencia de los límites de la capacidad de la persona, la lealtad en la competición, la aceptación de reglas precisas, el respeto al adversario, y el sentido de solidaridad y de altruismo. Sin estas cualidades el deporte se reduciría a un simple esfuerzo y a una discutible manifestación de fuerza física sin alma.

3. También la legítima búsqueda de medios técnicos cada vez más eficaces y adecuados a las condiciones de la carrera debe ponerse siempre al servicio de la persona del atleta y no viceversa, evitando riesgos inútiles o dañosos para los deportistas o los espectadores.

La actividad deportiva, cuando se vive y se interpreta de modo correcto, constituye una singular expresión de las mejores energías interiores del hombre y de su capacidad de superar las dificultades y proponerse metas por conquistar mediante el sacrificio, la generosidad y la constancia al afrontar los esfuerzos de la competición.

En todo esto sirven de ejemplo las nobles figuras de atletas que han engrandecido el deporte del ciclismo en Italia y en el mundo. En este momento el pensamiento se dirige espontáneamente a Gino Bartali, que falleció recientemente, gran figura de deportista, ciudadano ejemplar y creyente convencido. Su ejemplo sigue siendo para todos un punto de referencia de cómo se puede practicar el deporte con gran vigor humano y espiritual, convirtiéndolo en una luminosa expresión de los más altos valores de la existencia y de la convivencia social.

182 4. Queridos amigos, a todos vosotros, que os disponéis a comenzar el Giro de Italia, os deseo que viváis este importante acontecimiento deportivo animados por una auténtica "deportividad", es decir, por un gran espíritu de lucha, pero también por un fuerte espíritu de solidaridad y comunión.
Que os guíe y asista la protección celestial de María, a la que está dedicado de modo particular el mes de mayo y a la que invocáis como vuestra especial patrona con el hermoso título de Virgen de Ghisallo. Os acompañe también mi bendición, que os imparto con afecto a todos vosotros, aquí presentes, a los organizadores y a cuantos participen en la manifestación ciclista, así como a toda la gran familia deportiva del Giro de Italia.





VIAJE APOSTÓLICO

A FÁTIMA

(12-13 MAYO 2000)

CEREMONIA DE BIENVENIDA


Aeropuerto Internacional "Portela" - Lisboa

Viernes 12 de mayo de 2000



Señor presidente de la República;
señor primer ministro;
venerado señor patriarca de Lisboa;
amados hermanos en el episcopado;
distinguidas autoridades; señoras y señores:

Dios me ha concedido volver a Portugal, y por eso le doy gracias y lo bendigo. A vosotros, que os habéis reunido para recibirme, y a todos los hijos e hijas de esta noble nación, os dirijo mi cordial saludo de solidaridad y paz. Mi primer saludo, con afecto, es para usted, señor presidente, que ha querido honrar mi llegada con su presencia: ¡muchas gracias!

Quiero dar las gracias desde ahora a las autoridades del Estado por toda la comprensión y disponibilidad con que han hecho posible esta breve visita, que se reduce prácticamente a una ceremonia litúrgica en el santuario de Fátima. De hecho, acogiendo la insistente invitación de los señores obispos de Portugal, he aceptado venir a Cova de Iría para celebrar, junto con la comunidad católica, la beatificación de los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto en la misma tierra que fue su cuna y que ahora es su altar. Sé que la patria canta a sus héroes y se gloría de sus santos; el Papa se une de buen grado a la alegría de Portugal.

183 Al inicio de mi visita, expreso mi profunda estima y afecto a todos los portugueses, a quienes deseo un futuro de paz, bienestar y prosperidad, prosiguiendo por la senda de sus tradiciones y valores patrióticos más genuinos, que se basan en el cristianismo. Que Dios vele por todos los hijos e hijas de esta tierra de santa María. ¡Dios bendiga a Portugal!



VIAJE APOSTÓLICO

A FÁTIMA

(12-13 MAYO 2000)

ENCUENTRO CON LOS ENFERMOS


Sábado 13 de Mayo 2000

Amados peregrinos de Fátima:

Quiero dirigir ahora un saludo particular a los enfermos aquí presentes en gran número, y lo extiendo a cuantos, en sus hogares o en hospitales, nos acompañan espiritualmente.

El Papa os saluda con gran afecto, queridos enfermos, y os asegura un especial recuerdo en la oración por vosotros y por las personas que os cuidan. Pongo los anhelos de cada uno en el altar donde Jesús continuamente intercede y se sacrifica por la humanidad.

He venido hoy aquí como testigo de Jesús resucitado. Él sabe lo que es sufrir, porque vivió las angustias de la muerte; pero, con su muerte, venció a la muerte, siendo el primer hombre, en absoluto, que se liberó definitivamente de sus cadenas. Recorrió todo el itinerario del hombre hasta la patria del cielo, donde ha preparado un trono de gloria para cada uno de nosotros.

Querido hermano enfermo, si alguien o algo te hace pensar que has llegado al final del camino, ¡no le creas! Si conoces el Amor eterno que te ha creado, sabes también que, dentro de ti, hay un alma inmortal. Existen varias estaciones en la vida; si acaso sientes que llega el invierno, quiero que sepas que esta no puede ser la última estación, porque la última será la primavera: la primavera de la resurrección. La totalidad de tu vida se extiende infinitamente más allá de sus fronteras terrenas: prevé el cielo.

Queridos hermanos y hermanas enfermos, sé que "los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se ha de manifestar en nosotros" (Rm 8,18). ¡Ánimo! En este Año santo, la gracia del Padre se derrama con mayor abundancia sobre quien la acoge con el alma sencilla y confiada de los niños; esto mismo nos lo ha recordado Jesús en el texto evangélico que acabamos de proclamar. Si es así, también vosotros, queridos enfermos, procurad ser como esos "pequeños", para que Jesús se complazca en vosotros. Dentro de poco se va a acercar a vosotros para bendeciros personalmente en el santísimo Sacramento; sale a vuestro encuentro con esta promesa: "Mira que hago nuevas todas las cosas" (Ap 21,5). ¡Tened confianza! Abandonaos en sus manos providentes, como hicieron los pastorcitos Francisco y Jacinta. Ellos os dicen que no estáis solos. El Padre celestial os ama.

AUDIENCIA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS DIRIGENTES Y ATLETAS

DE LA FEDERACIÓN ITALIANA DE DEPORTES PARA SORDOS


Lunes 15 de mayo

. 1. Con mucho gusto os doy mi cordial bienvenida a todos vosotros, atletas sordos, acompañantes, intérpretes de gestos y miembros del Comité organizador de la próxima edición de los Juegos mundiales silenciosos, que tendrá lugar aquí, en Roma, en el año 2001. Bienvenidos, y gracias por vuestra grata visita. Agradezco, de modo particular, a vuestro presidente, el profesor Mario Carulli, las amables palabras que ha querido dirigirme en vuestro nombre, delineando al mismo tiempo las perspectivas de vuestra Federación.

Os felicito, complacido por la obra que realiza vuestra Federación y por los ideales que os guían. Esos ideales de solidaridad y atención al hombre os impulsan a acompañar, a través de la actividad deportiva, a tantos hermanos menos favorecidos, para promover su integración plena en los diferentes ámbitos de la vida social. Se trata de un compromiso de alto significado, que apoyo de corazón.

184 2. Habéis querido dedicar al "silencio" la importante manifestación deportiva internacional del año próximo. El "silencio", que caracteriza vuestra existencia, jóvenes atletas sordos, aunque os crea indudables dificultades de relación con el ambiente que os rodea, no os debe llevar a encerraros en vosotros mismos o a aislaros. Al contrario, apoyándoos en los valores interiores y en vuestras capacidades, aprovechad vuestras energías para dar una valiosa contribución, ciertamente diferente, pero no menos significativa, al respeto y a la integración social de todas las personas.
Vuestra Asociación reúne a atletas sordos de más de ochenta países de los cinco continentes.
Estar juntos es, sin duda alguna, una gran oportunidad para conocerse mejor y ayudarse recíprocamente. Juntos podéis dar un testimonio de esperanza a cuantos se encuentran en vuestras mismas condiciones. Podéis manifestar con vuestro valor humano y deportivo que pueden superarse incluso dificultades aparentemente insuperables. ¡Cómo no reconocer que la atención a cuantos se encuentran en condiciones de menor eficiencia física y personal ayuda a la sociedad misma a crear en su seno relaciones más respetuosas entre todos sus miembros!

Quiera Dios que vuestro trabajo alcance los objetivos que persigue, es decir, una mayor atención a los problemas de cuantos tienen dificultades de comunicación e integración en sentido amplio.

De esta actitud surge un estilo de relaciones humanas favorables a la cooperación mutua entre personas y pueblos diversos. Así, se promueve también la tan deseada civilización de la acogida y del amor, la única que es capaz de anular entre los hombres toda marginación humillante.

3. Estamos viviendo el Año jubilar, durante el cual los cristianos, en virtud de su fe, se sienten particularmente impulsados a defender y promover el respeto a toda persona, en cuyo rostro se refleja la imagen de Cristo. Comprenden mejor cómo las atenciones prodigadas a quien sufre lesiones físicas están indisolublemente vinculadas con el testimonio de salvación y redención del hombre, en el que todos los discípulos de Cristo deben sentirse implicados.

Cristo, que por amor entregó su vida por nosotros, nos dio ejemplo de cómo debemos tratar a nuestros hermanos. Que él bendiga vuestros esfuerzos y los haga fecundos, concediéndoos abundancia de gracias, de paz y de consuelo.

Con estos sentimientos, al mismo tiempo que os expreso mis cordiales deseos de una eficaz celebración del Año jubilar y una fructuosa prosecución de vuestra apreciable actividad, sobre todo con vistas a la próxima edición de los Juegos mundiales silenciosos, os renuevo a todos mi estima y mi solidaridad, y de buen grado os imparto una especial bendición a vosotros, a vuestros familiares y a cuantos dan a vuestra Federación la contribución de su competencia y dedicación.

AUDIENCIA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS MIEMBROS DEL INSTITUTO DE FORMACIÓN

DE LOS EDUCADORES DEL CLERO DE PARÍS


Lunes 15 de mayo de 2000



Queridos hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;

queridos amigos:

185
Me alegra acogeros a vosotros, equipo animador, sacerdotes, religiosos y religiosas que participáis en el año de formación en el Instituto de formación de los educadores del clero (IFEC), con ocasión del trigésimo aniversario de su fundación, que tuvo lugar después de concluir el concilio Vaticano II. Nuestro encuentro me permite felicitar a la Conferencia de los obispos de Francia por la atención que presta a la formación de los futuros sacerdotes, y dar las gracias a todos los que se dedican a la formación del clero, en particular a la Compañía de San Sulpicio, por los valientes esfuerzos que ha realizado en este campo desde los comienzos del IFEC, con una solicitud cada vez mayor por las necesidades de las diócesis. Mi gratitud va a todos los que han contribuido al desarrollo de ese Instituto, en especial al padre Constant Bouchaud, su cofundador, y al padre Raymond Deville, ambos miembros de la Compañía de San Sulpicio, así como al abad Pierre Fichelle, de la diócesis de Lille, entonces superior del seminario de Merville, también él cofundador. Han sabido desarrollar las intuiciones conciliares en el campo de la formación sacerdotal, para afrontar las dificultades de los decenios pasados y preparar cuadros capaces de ayudar a los jóvenes seminaristas y asistir a los obispos en la administración de los asuntos diocesanos. Me alegra que el IFEC se haya abierto a sacerdotes de otros continentes y a responsables de institutos religiosos, manifestando así su deseo de apoyar a la Iglesia universal. En efecto, para preparar el futuro es particularmente importante formar una nueva generación de sacerdotes, capaces de asumir grandes responsabilidades diocesanas, y de cuadros en todos los sectores de la Iglesia.


El discernimiento y la formación en la dirección espiritual son elementos esenciales para los sacerdotes que tienen responsabilidades. Requieren, ante todo, un trabajo interior sobre sí mismos, que habéis realizado durante todo el año y de modo especial con vuestro retiro ignaciano, para unificar vuestra actividad sacerdotal y, al mismo tiempo, avanzar por el camino de la santidad y del amor a Cristo y a su Iglesia. Suponen una apertura interior a las mociones del Espíritu Santo, nuestro maestro y educador, y una atención vigilante a las realidades y a los comportamientos humanos. Necesitan releer con lucidez y seriedad su práctica de pastores y educadores, para permitir que los jóvenes maduren su vocación y se desarrollen en su ministerio o en la vida religiosa, mediante un acompañamiento fraterno. Se trata, en definitiva, de una renovación profunda de la persona y del modo de ejercer el ministerio sacerdotal, así comprometido, para que toda misión dé la verdadera alegría y produzca frutos.


Doy gracias a los sacerdotes, a los profesores de seminarios y a los vicarios generales y episcopales, así como a los miembros de los institutos de vida consagrada, que, a pesar de sus numerosos compromisos ministeriales y sus funciones de gobierno, han aceptado formarse en el ámbito intelectual, espiritual, pedagógico y pastoral, para participar activamente en la formación sacerdotal y religiosa, de importancia capital (cf. Optatam totius, preámbulo). Muchos países experimentan la falta de vocaciones y la fragilidad de los jóvenes marcados por un mundo en el que las dificultades sociales no contribuyen a la maduración de su personalidad. Corresponde a los pastores y a todos los fieles, mediante su testimonio de vida, ser modelos que despierten el deseo de seguir totalmente a Cristo y transmitir más directamente la llamada al sacerdocio y al compromiso religioso.


Quisiera atraer también vuestra atención sobre la formación permanente del clero, que ayuda a los sacerdotes a vivir las diferentes realidades del ministerio, a superar las inevitables crisis de la existencia y a estar cada vez más disponibles para la misión. La formación permanente permite profundizar el encuentro con el Señor en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, fortalece el amor confiado a la Iglesia, hace posible actualizar los conocimientos religiosos y humanos para entablar un diálogo más fructuoso con los hombres, y favorece la vida fraterna, que es como el alma del presbiterio (cf. Presbyterorum ordinis PO 19). Por consiguiente, deseo vivamente que numerosas personas puedan beneficiarse de un año de formación en el IFEC, fiel a las intuiciones que presidieron su creación.


Encomendándoos a la intercesión de la Virgen María, que acompañó y sostuvo con su solicitud materna a los Apóstoles en los orígenes de la Iglesia, os imparto complacido la bendición apostólica a vosotros, así como a todas las personas que se benefician de vuestro ministerio.

MESSAGGIO DEL SANTO PADRE

AI CHIERICI REGOLARI MINISTRI

DEGLI INFERMI (CAMILLIANI)




Al P. ANGELO BRUSCO
Superiore Generale
dei Chierici Regolari Ministri degli Infermi (Camilliani)

1. La gioia che accompagna la celebrazione del Grande Giubileo dell'Incarnazione acquista una particolare tonalità per la Famiglia Camilliana, la quale si appresta a ricordare i 450 anni dalla nascita di San Camillo De Lellis, avvenuta a Bucchianico il 25 maggio 1550. Mi unisco volentieri al rendimento di grazie di codesto Ordine, da lui fondato, come pure a quello delle Congregazioni delle Ministre degli Infermi di San Camillo e delle Figlie di San Camillo, degli Istituti secolari delle Missionarie degli Infermi Cristo Speranza e Kamillianische Schwestern, nonché della Famiglia Camilliana laica, che dal carisma e dalla spiritualità del grande Santo abruzzese hanno successivamente tratto origine.

La ricorrenza acquista una particolare rilevanza nel mondo della salute e della sofferenza, non soltanto per il generoso impegno dei figli di San Camillo in favore degli ammalati, ma soprattutto perché il vostro Fondatore è stato proclamato Patrono dei malati e degli ospedali nel 1886 dal Papa Leone XIII, del personale sanitario nel 1930 dal Papa Pio XI e della sanità militare italiana nel 1974 da Paolo VI.

La coincidenza di tale celebrazione con l'Anno Giubilare assume, inoltre, un significato del tutto particolare, perché l'intero itinerario umano e spirituale di San Camillo si inserì nel contesto di grandi scadenze giubilari, dalle quali egli trasse un desiderio profondo di conversione e generosi propositi di servire Cristo nei fratelli ammalati. Infatti, egli, nato nell'Anno Santo 1550, si convertì nel 1575 e, durante il Giubileo del 1600, perfezionò gli orientamenti per l'attuazione del carisma della carità misericordiosa verso gli infermi. Tali coincidenze costituiscono per codesto Ordine e per le Famiglie religiose ad esso legate uno speciale invito ad accogliere le grazie del Grande Giubileo e dell'anniversario della nascita del Fondatore come occasione di rinnovata fedeltà al Signore ed al carisma camilliano.

186 2. San Camillo de Lellis vive in un periodo particolarmente complesso, nel quale dominano profondi aneliti alla santità, ma anche tenaci resistenze ad una vita evangelicamente ispirata. Con la sua ricca personalità e la sua testimonianza di carità egli offre alla società del suo tempo preziosi stimoli di rinnovamento spirituale, contribuendo in maniera originale al progetto di riforma della Chiesa, promosso dal Concilio di Trento. La sua vita, sotto l'influsso dello Spirito, appare come un racconto meraviglioso dell'amore di Dio creatore e redentore, che manifesta in modo speciale la sua tenerezza misericordiosa di medico delle anime e dei corpi.

La sua opera al servizio dei sofferenti appare come un'autentica scuola, di cui il Papa Benedetto XIV riconoscerà la novità nel servizio reso con amore e competenza, cioè abbinando alle conoscenze scientifiche e tecniche gesti e atteggiamenti ricchi di quella umanità attenta e partecipe che ha le sue radici nel Vangelo. Nelle Disposizioni e modi che si devono seguire negli ospedali per servire i poveri infermi, da lui redatte nel 1584, egli propone intuizioni e indicazioni che saranno riprese in gran parte dalla scienza infermieristica dei nostri giorni. Egli sostiene l'importanza di considerare con attenzione e rispetto tutte le dimensioni dell'ammalato, da quella fisica a quella emotiva, da quella sociale a quella spirituale. In un noto passaggio delle Regole, egli invita a chiedere al Signore la grazia "di un affetto materno verso il suo prossimo" in maniera da "poterlo servire con ogni carità tanto nell'anima come nel corpo. Infatti con la grazia di Dio desideriamo servire gli infermi con quell'affetto che una madre amorevole suole avere verso il suo unico figlio infermo".

Tuttavia San Camillo con il suo esempio insegna soprattutto a fare del servizio agli infermi un'intensa esperienza di Dio, che porta a cercare costantemente il Signore nella preghiera e nei sacramenti. La sua vita sembra calcare il gesto della donna di cui riferisce il Vangelo di San Giovanni (cfr 12,3). Anch'egli cosparge i piedi di Gesù, presente nei sofferenti, con l'unguento prezioso della carità misericordiosa, inondando tutta la Chiesa e la società del profumo del suo ardore apostolico e della sua spiritualità. La sua testimonianza ancor oggi costituisce un forte richiamo ad amare Cristo, presente nei fratelli che portano su di sé il fardello della malattia.

3. Nel corso dei secoli, tale appello, accolto da tante anime generose, ha manifestato ampiamente la fecondità del carisma di Camillo de Lellis. Così codesto Ordine, realizzando gli auspici dell'amore senza limiti del suo santo Fondatore, ha esteso i suoi rami nei cinque Continenti, diffondendosi in questi ultimi cinquant'anni in venti nuovi Paesi, per la maggior parte in via di sviluppo. Recentemente, obbedendo al desiderio del Successore di Pietro, ha fatto brillare la croce di San Camillo anche in Armenia e in Georgia, proclamando il Vangelo della carità verso i malati tra quei popoli per tanti anni oppressi da regimi avversi alla religione cristiana.

Che dire poi di coloro che, abbracciando gli ideali e il modello di vita di San Camillo, hanno raggiunto le vette della santità? In questa circostanza, desidero ricordare, in particolare, i membri eletti della grande Famiglia Camilliana, che io stesso ho avuto la gioia di elevare all'onore degli altari: Enrico Rebuschini, religioso di codesto Ordine; Giuseppina Vannini, Fondatrice delle Figlie di San Camillo, Maria Domenica Brun Barbantini, Fondatrice delle Ministre degli Infermi di San Camillo.

Ma non posso dimenticare, al tempo stesso, i religiosi camilliani che, nel corso dei secoli, "hanno sacrificato la loro vita nel servizio alle vittime di malattie contagiose, mostrando che la dedizione fino all'eroismo appartiene all'indole profetica della vita consacrata" (Vita consecrata
VC 83). Come non vedere in questo fiorire di santità una conferma della validità del carisma camilliano, quale cammino verso la perfezione della carità?

4. La celebrazione del 450° anniversario della nascita di San Camillo costituisce per i suoi Figli un importante invito ad affrontare con fedeltà e creatività le sfide del mondo contemporaneo, ed a mostrare con rinnovato impegno l'attualità dei suoi insegnamenti e del suo carisma.

All'inizio del terzo millennio cristiano, i Camilliani sono chiamati, in modo speciale, a testimoniare fedelmente Cristo, divino Samaritano, attraverso una vita santa e fervorosa, sostenuta da costante preghiera e da un'esperienza gioiosa della misericordia divina. Essi contribuiranno così ad aiutare la comunità ecclesiale ad andare alla scoperta del volto del Signore crocifisso in ogni persona che soffre.

Sarà necessario, pertanto, coltivare una solida spiritualità per superare i facili rischi di un pragmatismo senz'anima, dimentico della fondamentale verità secondo cui la salvezza di chi soffre e muore è opera della grazia di Dio. Sull'esempio del santo Fondatore, ogni Camilliano sia un vero contemplativo nell'azione, coniugando costantemente consacrazione e missione.

5. Tale scelta renderà codesto Ordine capace di infondere nelle strutture sanitarie una forte ispirazione evangelica, oggi particolarmente necessaria nel mondo della sanità e della salute, insidiato da enormi conflitti etici, provocati da un preoccupante distacco della scienza e della tecnologia dall'autentico rispetto dei diritti della persona umana nelle diverse fasi del suo sviluppo.

In tali difficili contesti, i Religiosi Camilliani sono chiamati ad adoperarsi con generosa dedizione, perché nelle istituzioni sanitarie i malati siano sempre considerati come "i signori e padroni", secondo la felice espressione di San Camillo. Essi porranno, altresì, particolare cura perché il malato diventi consapevole di poter essere soggetto attivo di evangelizzazione attraverso l'offerta della propria sofferenza, in comunione con Cristo crocifisso e glorificato (cfr Christifideles Laici CL 52-53 Vita consecrata, 83).

187 La loro attenzione sia rivolta, inoltre, alla promozione di una cultura rispettosa dei diritti e della dignità della persona umana, attraverso gli Istituti accademici, in particolare il "Camillianum", i Centri di pastorale e le strutture sanitarie, già presenti in varie Nazioni.

6. I figli di San Camillo sanno di essere chiamati a privilegiare "nelle loro scelte gli ammalati più poveri e abbandonati, come gli anziani, i disabili, gli emarginati, i malati terminali, le vittime della droga e delle nuove malattie contagiose" (Vita consecrata
VC 83). L'opzione di stare accanto ai poveri, promuovendo la salute comunitaria e testimoniando l'amore della Chiesa verso gli ultimi, risulta particolarmente urgente nei Paesi in via di sviluppo, dove la situazione di indigenza aggrava le condizioni di salute della popolazione, favorendo la diffusione delle nuove malattie sociali, in particolare della tossicodipendenza e dell'AIDS, espressioni di degrado morale della civiltà e di ingiustizie sociali, che sollevano numerosi problemi umani ed etici.

Conosco il notevole impegno dell'Istituto nell'assistenza alle vittime di queste malattie e nella relativa opera di formazione e di prevenzione. Nel compiacermi dei notevoli risultati raggiunti, soprattutto negli ultimi anni, auspico che i figli di San Camillo abbiano sempre più a cuore tali drammatiche situazioni, dedicandovisi in maniera generosa, competente e sistematica.

7. Anche nel vostro Istituto si è aperto recentemente un capitolo ricco di speranze, a motivo del folto gruppo di laiche e di laici che hanno scelto di vivere la loro vita cristiana alla luce del carisma e della spiritualità camilliana. Nell'esprimere il mio incoraggiamento per tali promettenti collaborazioni, auspico che l'impegno di formazione e la partecipazione alla vita dell'Ordine possano portare "inattesi e fecondi approfondimenti di alcuni aspetti del carisma, ridestandone un'interpretazione più spirituale e spingendo a trarne indicazioni per nuovi dinamismi apostolici" (Vita consecrata VC 54).

Alla Famiglia Camilliana laica, nuovo frutto del grande albero nato dalla fede e dall'amore del Santo di Bucchianico, va il mio saluto particolare e l'invito ad approfondire la propria adesione a Cristo, attraverso la pratica di un servizio generoso verso gli ammalati, soprattutto i più poveri.

Formulo di cuore all'intero Ordine l'augurio di vivere il 450° anniversario della nascita di San Camillo nella gioia e nell'impegno apostolico e, mentre affido alla Vergine Immacolata, Regina dei Ministri degli Infermi e Salute degli ammalati, speranze e progetti, auspico che, come per il Fondatore, anche per ogni Camilliano l'Anno Giubilare sia occasione di fervore, di santità e di grazia.

Con tali voti, imparto con affetto la Benedizione Apostolica a Lei, caro Padre, ai Religiosi suoi Confratelli ed a quanti compongono la grande Famiglia Camilliana, come pure a tutti coloro che sono raggiunti dal Loro servizio caritatevole e competente.

Dal Vaticano, 15 Maggio 2000


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