Discursos 2000 187

IOANNES PAULUS II



MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS CLÉRIGOS REGULARES

MINISTROS DE LOS ENFERMOS (CAMILOS)


. Al padre ANGELO BRUSCO
Superior general de los Clérigos Regulares
Ministros de los Enfermos (camilos)

188 1. La alegría que acompaña la celebración del gran jubileo de la Encarnación tiene una particular tonalidad para la familia camila, que se dispone a recordar el 450° aniversario del nacimiento de san Camilo de Lelis, acaecido el 25 de mayo de 1550 en Bucchianico. Me uno de buen grado a la acción de gracias de esa orden, fundada por él, y a la de las congregaciones de las Ministras de los Enfermos de San Camilo y de las Hijas de San Camilo, de los institutos seculares de las Misioneras de los Enfermos Cristo Esperanza y Kamillianische Schwestern, así como a la familia camila seglar, que han nacido sucesivamente del carisma y de la espiritualidad del gran santo abrucés.

Esta celebración cobra una importancia particular en el mundo de la salud y del sufrimiento, no sólo por el generoso compromiso de los hijos de san Camilo en favor de los enfermos, sino sobre todo porque vuestro fundador fue proclamado patrón de los enfermos y de los hospitales por el Papa León XIII en 1886, del personal sanitario por el Papa Pío XI en 1930, y de la sanidad militar italiana por el Papa Pablo VI en 1974.

La coincidencia de esa celebración con el Año jubilar reviste, asimismo, un significado muy particular, porque todo el itinerario humano y espiritual de san Camilo se insertó en el marco de grandes acontecimientos jubilares, que suscitaron en él un profundo deseo de conversión y generosos propósitos de servir a Cristo en sus hermanos enfermos. En efecto, él, que nació en el Año santo de 1550, se convirtió en 1575, y durante el jubileo de 1600 perfeccionó las orientaciones para la actuación del carisma de la caridad misericordiosa hacia los enfermos. Estas coincidencias constituyen para esa orden, y para las familias religiosas vinculadas a ella, una especial invitación a acoger las gracias del gran jubileo y del aniversario del nacimiento de su fundador como ocasión de renovada fidelidad al Señor y al carisma camilo.

2. San Camilo de Lelis vive en un período particularmente complejo, caracterizado por una profunda aspiración a la santidad, pero también por una tenaz resistencia a una vida inspirada por el Evangelio. Con su rica personalidad y su testimonio de caridad ofrece a la sociedad de su tiempo valiosos estímulos de renovación espiritual, contribuyendo de manera original al proyecto de reforma de la Iglesia, promovido por el concilio de Trento. Su vida, bajo la influencia del Espíritu, se presenta como un relato maravilloso del amor de Dios creador y redentor, que manifiesta de modo especial su ternura misericordiosa de médico de las almas y de los cuerpos.

Su obra al servicio de los enfermos es una auténtica escuela, de la que el Papa Benedicto XIV reconocerá su novedad en el servicio prestado con amor y competencia, es decir, aunando conocimientos científicos y técnicos con gestos y actitudes llenos de la humanidad atenta y partícipe que tiene sus raíces en el Evangelio. En las Disposiciones y modos que se deben seguir en los hospitales para servir a los pobres enfermos, que redactó en 1584, propone intuiciones e indicaciones que recogerá en gran parte la ciencia de la enfermería actual. Sostiene la importancia de considerar con atención y respeto todas las dimensiones del enfermo: física, emotiva, social y espiritual. En un conocido pasaje de las Reglas, invita a pedir al Señor la gracia "de un afecto materno hacia el prójimo", para "poder servirlo con caridad tanto en el alma como en el cuerpo. En efecto, con la gracia de Dios deseamos servir a los enfermos con el afecto que una madre amorosa suele tener hacia su hijo único enfermo".

Sin embargo, san Camilo enseña, sobre todo con su ejemplo, a convertir el servicio a los enfermos en una intensa experiencia de Dios, que lleva a buscar constantemente al Señor en la oración y en los sacramentos. Su vida parece imitar el gesto de la mujer a la que se refiere el evangelio de san Juan (cf. Jn
Jn 12,3). También él unge los pies de Jesús, presente en los enfermos, con el ungüento precioso de la caridad misericordiosa, inundando toda la Iglesia y la sociedad con el perfume de su celo apostólico y de su espiritualidad. Su testimonio constituye aún hoy una fuerte exhortación a amar a Cristo, presente en los hermanos que soportan el peso de su enfermedad.

3. A lo largo de los siglos esa exhortación, acogida por una multitud de almas generosas, ha manifestado ampliamente la fecundidad del carisma de san Camilo de Lelis. Así, la orden, realizando los anhelos del amor sin límites de su santo fundador, ha extendido sus ramas a los cinco continentes, difundiéndose durante estos últimos cincuenta años en veinte países nuevos, la mayor parte en vías de desarrollo. Recientemente, obedeciendo al deseo del Sucesor de Pedro, ha hecho brillar la cruz de san Camilo también en Armenia y en Georgia, proclamando el evangelio de la caridad hacia los enfermos entre esos pueblos que, durante muchos años, estuvieron oprimidos por regímenes contrarios a la religión cristiana.

Y ¿qué decir de quienes, abrazando los ideales y el estilo de vida de san Camilo, han alcanzado la cumbre de la santidad? En esta circunstancia deseo recordar, en particular, a los miembros elegidos de la gran familia camila, que yo mismo tuve la alegría de elevar al honor de los altares: Enrico Rebuschini, religioso de esa orden; Giuseppina Vannini, fundadora de las Hijas de San Camilo, y María Domenica Brun Barbantini, fundadora de las Ministras de los Enfermos de San Camilo.

Pero no puedo olvidar, al mismo tiempo, a los religiosos camilos que, a lo largo de los siglos, "han sacrificado su vida (...) en el servicio a las víctimas de enfermedades contagiosas, demostrando que la entrega hasta el heroísmo pertenece a la índole profética de la vida consagrada" (Vita consecrata VC 83). ¡Cómo no ver en este florecimiento de santidad una confirmación del valor del carisma camilo, como camino hacia la perfección de la caridad!

4. La celebración del 450° aniversario del nacimiento de san Camilo constituye para sus hijos una importante invitación a afrontar con fidelidad y creatividad los desafíos del mundo contemporáneo, y a mostrar con renovado empeño la actualidad de sus enseñanzas y de su carisma.
Al inicio del tercer milenio cristiano, los camilos están llamados, de modo especial, a testimoniar fielmente a Cristo, divino Samaritano, por medio de una vida santa y fervorosa, sostenida por una oración constante y una experiencia gozosa de la misericordia divina. Así, ayudarán a la comunidad eclesial a descubrir el rostro del Señor crucificado en cada persona que sufre.

189 Por tanto, será necesario cultivar una sólida espiritualidad para superar los fáciles peligros de un pragmatismo sin alma, que olvida la verdad fundamental según la cual la salvación de quien sufre y muere es obra de la gracia de Dios. A ejemplo de vuestro santo fundador, todo camilo ha de ser un verdadero contemplativo en la acción, conjugando constantemente consagración y misión.

5. Esa opción permitirá que la orden sea capaz de infundir en las estructuras sanitarias una fuerte inspiración evangélica, hoy particularmente necesaria en el mundo de la sanidad y de la salud, que está amenazado por enormes conflictos éticos, cuya causa es la preocupante separación de la ciencia y la tecnología del auténtico respeto a los derechos de la persona humana en las diversas fases de su desarrollo.

En esos ámbitos tan difíciles, los religiosos camilos están llamados a trabajar con generosa entrega, para que en las instituciones sanitarias los enfermos sean considerados siempre como "señores y dueños", según la feliz expresión de san Camilo. De igual modo, tendrán particular cuidado de que el enfermo sea consciente de que puede ser sujeto activo de evangelización a través de la ofrenda de su sufrimiento, en comunión con Cristo crucificado y glorificado (cf. Christifideles laici
CL 52-53 Vita consecrata, 83).

Su atención debe dirigirse también a la promoción de una cultura respetuosa de los derechos y de la dignidad de la persona humana, a través de los institutos académicos, en particular el "Camillianum", los centros de pastoral y las estructuras sanitarias, ya presentes en varias naciones.

6. Los hijos de san Camilo saben que están llamados "en sus decisiones a otorgar un lugar privilegiado a los enfermos más pobres y abandonados, así como a los ancianos, incapacitados, marginados, enfermos terminales y víctimas de la droga y de las nuevas enfermedades contagiosas" (Vita consecrata VC 83). La opción de estar junto a los pobres, promoviendo la salud comunitaria y testimoniando el amor de la Iglesia a los últimos, es particularmente urgente en los países en vías de desarrollo, donde la situación de indigencia agrava las condiciones de salud de la población, favoreciendo la difusión de las nuevas enfermedades sociales, en particular la toxicomanía y el sida, expresiones de degradación moral de la civilización y de injusticias sociales, que plantean un sinfín de problemas humanos y éticos.

Conozco el notable compromiso de vuestra orden en la asistencia a las víctimas de esas enfermedades y en la relativa labor de formación y prevención. A la vez que os expreso mi complacencia por los notables resultados alcanzados, sobre todo durante los últimos años, deseo que los hijos de san Camilo se preocupen cada vez más por esas situaciones dramáticas, dedicándose a ellas de manera generosa, competente y sistemática.

7. También en vuestra orden se ha abierto recientemente un capítulo rico en esperanzas, con el numeroso grupo de laicas y laicos que ha elegido vivir su vida cristiana a la luz del carisma y la espiritualidad camila. Al expresar mi aliento a esas colaboraciones tan prometedoras, deseo que el compromiso de formación y la participación en la vida de la orden susciten "inesperadas y fecundas implicaciones de algunos aspectos del carisma, suscitando una interpretación más espiritual e impulsando a encontrar válidas indicaciones para nuevos dinamismos apostólicos" (ib., 54).

A la familia camila seglar, nuevo fruto del gran árbol nacido de la fe y del amor del santo de Bucchianico, dirijo mi saludo particular y mi invitación a profundizar la propia adhesión a Cristo a través de la práctica de un servicio generoso a los enfermos, sobre todo a los más pobres.
Expreso de corazón a toda la orden mi anhelo de que viva el 450° aniversario del nacimiento de san Camilo con alegría y compromiso apostólico, y, a la vez que encomiendo a la Virgen inmaculada, Reina de los Ministros de los enfermos y Salud de los enfermos, esperanzas y proyectos, deseo que, como sucedió con vuestro fundador, también para cada camilo el Año jubilar sea ocasión de fervor, santidad y gracia.

Con estos sentimientos, le imparto con afecto la bendición apostólica a usted, querido padre, a sus hermanos religiosos y a cuantos componen la gran familia camila, así como a todos los que se benefician de su servicio caritativo y competente.

Vaticano, 15 de mayo de 2000

MENSAJE DEL PAPA JUAN PABLO II

A LOS HERMANOS DE LAS ECUELAS CRISTIANAS





190 Al hermano JOHN JOHNSTON
Superior general de los Hermanos
de las Escuelas cristianas

En el gran jubileo de la Encarnación, los Hermanos de las Escuelas cristianas celebrarán un doble aniversario. Durante este mes de mayo, se conmemorará el centenario de la canonización de san Juan Bautista de la Salle, fundador de vuestro instituto, así como el cincuentenario de su proclamación, por parte de mi predecesor el Papa Pío XII, como patrono especial de todos los educadores de la infancia y de la juventud. Este doble acontecimiento me brinda la ocasión de unirme profundamente a vuestra oración y a vuestra acción de gracias, así como a las de todos los miembros de vuestra familia religiosa, y de dirigir a todos un cordial saludo, particularmente en este momento en que se reúne en torno a usted el XLIII capítulo general del Instituto.

Con su talento pedagógico, san Juan Bautista de la Salle fue un ilustre pionero de la educación popular de niños y jóvenes. Como verdadero apóstol, supo servir a los niños que acudían a sus escuelas, dedicándose principalmente a formar a sus maestros. Esta intuición sigue siendo fundamental también hoy, pues pone de manifiesto que la educación supone, por una parte, la transmisión de los valores humanos y cristianos, y, por otra, el testimonio de adultos que muestren a los jóvenes lo que es una vida hermosa y equilibrada. Por tanto, la educación, más que un oficio, es una misión, que consiste en ayudar a cada persona a reconocer lo que tiene de irreemplazable y único, para que crezca y se desarrolle. Al proclamar a vuestro fundador patrono de todos los educadores de la infancia y de la juventud, la Iglesia lo propone como modelo y ejemplo a imitar por todos los que tienen una tarea educativa, invitándolos a dar muestras de creatividad, paciencia y entrega, y a discernir las necesidades de los jóvenes, respondiendo así a sus aspiraciones profundas.

Corresponde a los Hermanos dar a conocer la grandeza del apostolado y la visión cristiana de educador de san Juan Bautista de la Salle, que conservan toda su actualidad para el mundo de hoy. Su carisma, alimentado por la contemplación asidua de Dios, Creador y Salvador, y vivido según el ideal religioso de una existencia consagrada al Señor en una vida comunitaria y fraterna, muestra que educar, enseñar y evangelizar forman un todo. La educación queda incompleta si no lleva al aprendizaje del respeto a la vida y a la libertad, del servicio a la verdad y del deseo de entrega de sí. Al anunciar el Evangelio en las escuelas, objetivo de vuestro apostolado, os dedicáis a formar a cada hombre, a formar al hombre integral.

Así pues, aliento a todos los Hermanos en su misión de educación y evangelización, principalmente entre los niños y los jóvenes pobres o con dificultades, mostrándoles que cada uno es infinitamente valioso a los ojos de Dios. De este modo, participan de manera insigne en la misión de la Iglesia. Los exhorto a ser auténticos hijos de san Juan Bautista de la Salle, sosteniéndose mutuamente en el camino de la santidad. Participando en la "obra de Dios" y viviendo plenamente la dimensión catequística de su noble tarea, han de afrontar siempre, en los numerosos países donde están presentes, los desafíos actuales y futuros, particularmente en este tiempo en que, en un mundo en evolución, están desapareciendo muchos de los puntos de referencia de la vida moral. Como os dije con ocasión de vuestro último capítulo general, el 14 de mayo de 1993, "sed siempre maestros, testigos de Cristo y educadores cristianos a través del ejemplo y de la palabra" (L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 28 de mayo de 1993, p. 9). Con esta doble conmemoración en el centro del Año jubilar, reavivad vuestra misión e invitad a los jóvenes a seguir el ideal lasaliano en la vida religiosa.

Encomendándoos a la intercesión de la Virgen María y de san Juan Bautista de la Salle a vosotros, así como a todos vuestros hermanos, a los profesores, a los alumnos de vuestras escuelas y a sus familiares, a los ex alumnos y a la familia lasaliana, que colaboran con vosotros en vuestra misión, os imparto a todos de corazón la bendición apostólica.

Vaticano, 2 de mayo de 2000

JUBILEO DE LOS PRESBÍTEROS

PALABRAS DEL PAPA JUAN PABLO

A LOS SACERDOTES PRESENTES


EN LA PLAZA DE SAN PEDRO


PARA LA LA VIGILIA DE ORACIÓN


Miércoles 17 de mayo de 2000



Queridos sacerdotes:

191 Al término de vuestra tercera jornada jubilar, me alegra dirigiros un cordial saludo, anticipando en cierto modo la alegría del encuentro y de la celebración de mañana.

Hoy os habéis puesto a la escucha del testimonio de los santos. Me alegra profundamente, porque permite experimentar a Cristo vivo. En efecto, si el gran jubileo conmemora la encarnación del Verbo en la historia, los santos son los hermanos y hermanas que constituyen una especie de prolongación de ese misterio, en virtud de su gran docilidad al Espíritu Santo.

En el gran ejército de almas elegidas a lo largo de los dos milenios de la era cristiana son numerosos los sacerdotes que en cada generación han manifestado en medio del pueblo de Dios la santidad de Cristo, buen Pastor. También la Iglesia del siglo XX es rica en sacerdotes santos, mártires y confesores. Queridos hermanos, sigamos sus huellas, porque de esto depende la eficacia de nuestro ministerio. Este es el pensamiento, y el deseo, que os dejo, mientras nos preparamos para elevar juntos, mañana, nuestra acción de gracias sacerdotal.

PALABRAS DE AGRADECIMIENTO DEL SANTO PADRE

AL FINAL DE LA COMIDA

EN LA DOMUS SANCTAE MARTHAE


Jueves 18 de mayo de 2000



Queridos hermanos:

Esta jornada está profundamente marcada por la "acción de gracias", por la "eucaristía", y antes de despedirnos deseo dar gracias una vez más.

Gracias, ante todo, a Dios, que "corona el año con sus beneficios" (Salmo), y que entre los días del gran jubileo nos ha concedido vivir este, dedicado a los sacerdotes. Me alegra particularmente celebrar mi cumpleaños en esta dimensión sacerdotal, que es la dimensión fundamental de mi vida, al igual que de la vuestra.

Gracias a usted, querido cardenal Bernardin Gantin, por sus palabras, y a todos vosotros, queridos hermanos cardenales, que generosamente habéis querido ofrecerme esta comida. Expreso mi gratitud también a las religiosas y a todo el personal de la Domus Sanctae Marthae, por la cortesía y la eficiencia con las que nos han acogido, verdaderamente dignas de la patrona de esta casa. Después de la celebración de esta mañana, solemne y al mismo tiempo rebosante de afecto fraterno, este momento convival me ha permitido expresar el vínculo de familiaridad que me une a cada uno de vosotros, con la significativa participación de un grupo de sacerdotes en representación de cuantos han asistido a esta celebración jubilar.

Deseo corresponder a vuestras muestras de afecto, y me complace hacerlo precisamente de modo sacerdotal, asegurándoos que os recordaré esta tarde en el rezo de Vísperas, y encomendándoos a cada uno a la Virgen santísima, Madre de los sacerdotes.

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

AL TÉRMINO DEL CONCIERTO OFRECIDO

POR LA ORQUESTA FILARMÓNICA DE LONDRES


CON OCASIÓN DE SU 80 CUMPLEAÑOS


Jueves 18 de mayo de 2000



Ilustres señores y gentiles señoras;
192 amadísimos hermanos y hermanas:

1. Gracias por este concierto que me habéis ofrecido, con ocasión de mi 80° cumpleaños. Con él concluye una jornada que para mí ha estado marcada por un profundo agradecimiento al Señor por el inestimable don de la vida y por las numerosas gracias con las que ha querido enriquecerla.

Me dirijo con afecto, en primer lugar, a los organizadores y a los músicos que, con este concierto, han deseado expresarme sus sentimientos de estima y sus buenos deseos. Doy las gracias sinceramente al director, maestro Gilbert Levine, que ha interpretado con hondo sentimiento la partitura de "La creación", la obra maestra de Joseph Haydn, y ha dirigido con intensidad artística a los solistas, a los músicos y al coro de la orquesta filarmónica. Doy las gracias a los músicos y a los cantantes, así como a quienes han contribuido al éxito de este concierto.

Dirijo mi respetuoso saludo a las autoridades y a los eclesiásticos presentes. En particular, deseo saludar a las ilustres personalidades de la comunidad judía y a los representantes de las demás Iglesias y comunidades eclesiales, que han querido unirse amablemente a todos los que, en esta fiesta, han estado cerca de mí con su oración y con sus amables felicitaciones.

2. La espléndida ejecución de las dos primeras partes del Oratorio de Joseph Haydn nos ha permitido contemplar con alegría y emoción la narración bíblica de la creación, propuesta, a través del poder evocador de las palabras del texto sagrado y de la poesía, con la mediación del lenguaje arcano y universal de la música. Así, inmersos en esa narración, hemos podido participar en la alegría expresada por los coros de alabanza al Señor, y todos nos hemos sentido hijos del mismo Dios Creador. "Los cielos cuentan la gloria de Dios; la obra de sus manos anuncia el firmamento".
¡Qué fuerte llamada a la trascendencia de Dios, al carácter sagrado y a la grandeza de la creación!
Este solemne fresco musical ha propuesto, a través de la transparencia de los sonidos y la belleza del texto, el alba de la creación. La narración se desarrolla según el ritmo de los seis días que marcaron la aparición de la luz -cuando se retira "el caos y nace el orden"-, del cielo y de la tierra, de las cosas y las criaturas vivas.

Sin embargo, el genio artístico de Joseph Haydn, volviendo a proponer con fuerza y belleza el relato bíblico, subraya que el ápice de la creación es la aparición del hombre: "Creó Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, varón y mujer los creó. Les infundió el soplo vital y el hombre se convirtió en ser viviente". La conclusión no puede ser más que un himno de alabanza: "La obra magnífica ha terminado. Que nuestro canto glorifique al Señor. Él sólo es el Altísimo".

3. Hermanos y hermanas, gracias por habernos ofrecido esta singular experiencia de meditación espiritual y estética sobre el misterio de la creación, en el que se funda la certeza de nuestro origen común. Deseo que, a través del arte y la música, también en nuestro tiempo se mantengan siempre vivos la atención al hombre y el respeto a la naturaleza.

Ojalá que la reflexión sobre el origen común contribuya también a que cada uno redescubra los profundos vínculos de fraternidad que derivan del hecho de que todos somos hijos del único Dios, Creador del cielo y de la tierra. A su amor de Padre os encomiendo a vosotros, aquí presentes, a los promotores y a los organizadores, a los artistas y a los intérpretes de esta manifestación, invocando sobre cada uno la bendición divina.

DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

AL CUERPO DIPLOMÁTICO

ACREDITADO ANTE LA SANTA SEDE


QUE FUE A FELICITAR AL PAPA POR SU 80 CUMPLEAÑOS



Viernes 19 de mayo de 2000


193
1. Con emoción y gratitud me dirijo a vosotros, jefes de las misiones diplomáticas acreditadas ante la Santa Sede, que habéis venido aquí para expresarme vuestras felicitaciones con ocasión de mi 80° cumpleaños.


El profesor Giovanni Galassi, vuestro decano, se ha hecho vuestro intérprete con una gran delicadeza, que me ha conmovido profundamente. Le agradezco los sentimientos que ha manifestado; los acojo complacido, elevándolos a Dios, Autor supremo de la vida y de todo bien.

Al saludaros a vosotros, señoras y señores embajadores, saludo también a vuestras familias y a vuestros colaboradores, así como a las autoridades y a las poblaciones de vuestros países. Sabéis que ocupan un lugar particular en el corazón del Papa, y esto gracias a los contactos personales intensos y constantes entablados a lo largo de los años a través de las audiencias privadas, los encuentros comunes y mis numerosos viajes apostólicos.


Habéis venido aquí para dar gracias a Dios conmigo por el don que me ha concedido de una larga vida, y también para confirmar, una vez más, las expectativas de paz, de valores que dan un sentido a la vida del hombre, y de compromiso del Obispo de Roma en la promoción y la defensa de la dignidad de toda persona y de todo pueblo.


Vuestra cercanía espiritual es muy valiosa para mí, y me permite asociaros a la plegaria que elevo con el salmista, que exclamaba con fervor: "¡Cuántas maravillas has hecho, Señor, Dios mío!, ¡cuántos designios en favor nuestro! Nadie hay comparable a ti. Yo quisiera anunciarlos, pregonarlos, mas su número excede toda cuenta" (Ps 39,6).


2. ¡El don de la vida! Sí, la vida es un don que brota de un acto de amor. Por tanto, con amor es necesario acogerla, respetarla, cultivarla y promoverla de todos los modos posibles, y defenderla cuando esté amenazada. Mis 80 años han transcurrido en un siglo que ha conocido atentados contra la vida que nunca antes se habían visto, pero, al mismo tiempo, testimonios sublimes en su favor. Durante mi pontificado, animado por las palabras del apóstol san Pablo a Timoteo, "insiste a tiempo y a destiempo" (2Tm 4,2), me he apoyado frecuentemente en vuestra generosa colaboración para enviar a los jefes de Estado de todo el mundo mis llamamientos en favor del respeto y la promoción de la vida en sus diversos momentos y en sus múltiples exigencias.


Las expectativas de las que sois embajadores son para mí un acicate en el cumplimiento diario de mi ministerio en la cátedra de Pedro. Después de veinte siglos de historia, la Iglesia, "columna y fundamento de la verdad" (1Tm 3,15), se siente llamada más que nunca a acoger el designio de Dios sobre la humanidad, a escuchar la voz que se eleva de las diversas sociedades, culturas y civilizaciones de todo el mundo, y a percibir sus exigencias más profundas para ponerse a su servicio.


Señoras y señores embajadores, os renuevo mi agradecimiento cordial por este gesto solemne con el que habéis querido honrarme en una circunstancia personal de mi vida.


Os ruego que transmitáis mi gratitud deferente a las autoridades que representáis y que, en gran número, me han enviado sus apreciadas expresiones de felicitación y reconocimiento.


Con estos sentimientos, invoco de buen grado sobre vosotros y vuestra misión la abundancia de las bendiciones de Dios todopoderoso.

AUDIENCIA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS PROFESORES Y ALUMNOS

DE LA FACULTAD PONTIFICIA DE CIENCIAS


DE LA EDUCACIÓN "AUXILIUM"


Viernes 19 de mayo




194 Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Os doy mi cordial bienvenida a todos vosotros, que habéis venido para encontraros con el Sucesor de Pedro y volver a expresar vuestra comunión con él y vuestra fidelidad plena a la Iglesia.

Saludo, ante todo, a la vice gran canciller, madre Antonia Colombo, superiora general de las Hijas de María Auxiliadora, y le agradezco sus cordiales palabras. Saludo a todos los miembros de la Facultad pontificia de ciencias de la educación Auxilium, a la decana, a las autoridades académicas, a los profesores, a los alumnos y al personal técnico y auxiliar.

En este providencial tiempo jubilar, queréis uniros a la alabanza eclesial con una especial nota de gratitud al Padre celestial por los treinta años de vida de vuestra Facultad. Facultad, por tanto, aún joven, que se está esforzando con entusiasmo por dar su colaboración en el campo de la educación, animada por la certeza de contribuir así a realizar un futuro de esperanza para todos.
Gracias por vuestra atención concreta a uno de los ámbitos privilegiados, hoy especialmente urgente, de la acción pastoral, como es precisamente la educación integral de la persona.

2. Al valorar vuestros recursos peculiares de hombres y mujeres comprometidos en la investigación, y al colaborar con otras instituciones, queréis compartir con la Iglesia el compromiso de promover en nombre de Cristo, y con la ayuda de María, Madre y educadora del Hijo de Dios, una "cultura de la vida".

Con ocasión del trigésimo aniversario de vuestra Facultad, os invito a continuar creyendo en los recursos diversificados y relacionales de la persona humana, hombre y mujer, con atención a su común dimensión trascendente. Al hacerlo, colaboráis cada vez más en la vida y en la misión de la Iglesia, cuyo camino principal en la historia es, precisamente, el del hombre, del hombre vivo.

Haced vuestras las exigencias de la evangelización en el momento cultural que estamos viviendo, especialmente las relativas a la vida humana, a la persona, a la familia, a la paz y a la solidaridad entre los pueblos. Ofreced a los jóvenes de la nueva generación una cultura atenta a la vida humana desde sus inicios, para que trabajen con amor y competencia profesional en favor de la vida, sobre todo donde está amenazada. La atención a la vida y a la persona requiere también una particular atención a la familia, "cuna de la vida y del amor en la que el hombre nace y crece" (Christifideles laici
CL 40). En efecto, la familia, precisamente porque es "iglesia doméstica", en analogía con la Iglesia y participando en su misión, ha sido puesta en el mundo y en la historia para la construcción de una verdadera civilización del amor (cf. Familiaris consortio ). Si no nos comprometemos en la promoción de la vida, de la persona y de la familia, será difícil realizar la paz en las comunidades y entre los pueblos.

3. El Año jubilar que estamos viviendo dirige al mundo un fuerte mensaje de vida y esperanza, porque en Jesús todos hemos recibido "gracia sobre gracia" (Jn 1,16). Jesús, Hijo de Dios e Hijo del hombre, es el verdadero criterio para juzgar la realidad temporal y todo proyecto encaminado a hacer cada vez más humana la vida (cf. Incarnationis mysterium, 1).

Vuestra Facultad, que se inspira en el humanismo cristiano y pedagógico de san Juan Bosco, considera a la persona según el designio de Dios creador, y promueve un proyecto de hombre y mujer enraizado en la visión cristiana de la vida. En vuestras investigaciones e iniciativas académicas tened vuestra mirada fija en Jesucristo. En él, todo camino hacia la persona, considerada en su carácter sagrado y en su dignidad como "imagen de Dios" (Gn 1,27), lleva, al mismo tiempo, al encuentro con el Padre y con su amor (cf. Dives in misericordia DM 1). El ser humano, hombre y mujer, es imagen de Dios no sólo como ser inteligente y libre, sino también como ser relacional, que en la comunión y en la entrega de sí encuentra la verdad y la plenitud de la propia realización.

4. El cambio cultural que estamos viviendo es para toda la Iglesia, y especialmente para vuestra Facultad de ciencias de la educación, un apremiante llamamiento a profundizar con nuevos paradigmas culturales el "evangelio de la vida y de la persona". Frente a las amenazas contra la vida, tanto las diarias como las "programadas de manera científica y sistemática" (Evangelium vitae ), que ponen en peligro el mismo significado de la convivencia democrática, es necesario poner por obra propuestas educativas iluminadas y sabias, proyectos creativos y comunes. Este compromiso interpela vuestra previdencia educativa, cuyos caminos proféticos os trazaron san Juan Bosco y santa María Domenica Mazzarello. El peligro constante del mundo contemporáneo es la pérdida del sentido de Dios y la consiguiente incapacidad para encontrar las huellas de su presencia en la creación y en la historia. Ese peligro puede evitarse mediante el redescubrimiento y la promoción de la dimensión humana, profunda e interior de la educación integral, iluminada por la perspectiva evangélica.

195 Esta será una de las fronteras de esperanza que se abrirán a la humanidad en el nuevo milenio. El incesante desarrollo tecnológico necesita un apoyo espiritual, que sólo puede proporcionar el cultivo de la interioridad educativa.

5. Amadísimos hermanos y hermanas, la Iglesia espera de vosotros una contribución específica en este sentido, porque sois una Facultad que afronta los problemas relativos al mundo de la educación con enfoques interdisciplinarios, captando su complejidad y sus implicaciones. Queréis, asimismo, cultivar el estudio y la investigación con una particular connotación femenina. "En el cambio cultural en favor de la vida las mujeres tienen un campo de pensamiento y de acción singular y sin duda determinante: les corresponde ser promotoras de un "nuevo feminismo" que, sin caer en la tentación de seguir modelos "machistas", sepa reconocer y expresar el verdadero espíritu femenino en todas las manifestaciones de la convivencia ciudadana, trabajando por la superación de toda forma de discriminación, de violencia y de explotación" (Evangelium vitae
EV 99).

El desafío que estáis llamados a afrontar, como profesores y como alumnos, es precisamente el de dar un rostro a la visión antropológica de la persona, hombre-mujer, según el proyecto de Dios y traducirla a categorías pedagógicas adecuadas y científicamente válidas. Quiera Dios que la propuesta cultural a la que tiende vuestra reflexión mediante el diálogo respetuoso y crítico con las ciencias humanas siga enraizándose en el Magisterio de la Iglesia y encuentre en María, la "primera creyente que acogió plenamente la vida", a la Madre y Maestra. En su escuela es posible aprender a amar, promover y defender la vida, incluso a costa de sacrificios y, quizá, de heroísmo. María, la Madre de los vivos, tiene vínculos profundos con el mundo de la vida y con el "evangelio de la vida" que Jesús vino a anunciar. Que ella, con su presencia, os ayude y guíe, y siga inspirando y bendiciendo vuestro camino
. Al mismo tiempo que os animo de corazón a proseguir vuestro trabajo, os imparto a todos una especial bendición, que extiendo de buen grado a todos los que frecuentan vuestra Facultad de ciencias de la educación.

Discursos 2000 187