Audiencias 2001 44


Miércoles 4 de julio de 2001

1. Deseo hoy repasar junto con vosotros las etapas del viaje apostólico que pude realizar en los días pasados a Ucrania.Doy gracias a Dios por haberme dado la posibilidad de hacer esa peregrinación, que tanto anhelaba. Quiso ser un acto de homenaje a ese pueblo, a su larga y gloriosa historia de fe, de testimonio y de martirio.

Con intenso afecto pienso en mis hermanos en el episcopado de Ucrania, tanto orientales como latinos, a los que tuve la alegría de abrazar en su tierra. Con esta ocasión estuvieron presentes numerosos cardenales y obispos de otros países, que acudieron para testimoniar su cercanía espiritual a ese pueblo tan probado. Juntamente con todos esos hermanos en el episcopado di gracias al Señor por la fidelidad de la Iglesia ucraniana, a la que animé a crecer en la comunión y en la colaboración, sin las cuales no puede existir una evangelización auténtica y eficaz.

Desde aquí, junto a la tumba del apóstol san Pedro, deseo enviar una vez más un saludo respetuoso y fraterno a la Iglesia ortodoxa, que en Ucrania reúne un gran número de fieles y que, a lo largo de los siglos, ha enriquecido a la Iglesia universal con el testimonio de fidelidad a Cristo de tantos hijos suyos.

Renuevo la expresión de mi profunda gratitud al presidente de la República, señor Leonid Kuchma, y a las demás autoridades del Estado, que me acogieron con gran cordialidad y organizaron todo para que este viaje tuviera pleno éxito. Les manifesté estos sentimientos también durante el encuentro con los representantes del mundo político, cultural, científico y económico, que se celebró en el palacio presidencial la tarde de mi llegada a Kiev. En esa ocasión puse de relieve, además, el camino de libertad y de esperanza emprendido por Ucrania que, después de un siglo de durísimas pruebas, está llamada ahora a consolidar más su identidad nacional y europea, permaneciendo adherida a sus raíces cristianas.

45 2. Kiev es la cuna del cristianismo en Europa oriental. Ucrania, desde la cual hace más de mil años se irradiaron la fe y la civilización cristiana en el Oriente europeo, constituye un significativo "laboratorio", donde coexisten la tradición cristiana oriental y la latina.

Fue para mí una experiencia inolvidable presidir en Kiev y en Lvov solemnes celebraciones eucarísticas en rito latino y en rito bizantino-ucraniano. Fue como vivir la liturgia "con dos pulmones". Así era al final del primer milenio, después del bautismo de la Rus' y antes de la infausta división entre Oriente y Occidente. Hemos orado juntos para que la diversidad de las tradiciones no impida la comunión en la fe y en la vida eclesial. "Ut unum sint": estas palabras de la apremiante oración de Cristo resonaron de modo elocuente en esa "tierra de frontera", cuya historia tiene inscrita en la sangre la llamada a ser "puente" entre hermanos divididos.

Noté esta peculiar vocación ecuménica de Ucrania cuando me encontré con los miembros del Consejo panucraniano de las Iglesias y de las organizaciones religiosas. Forman parte de él representantes de las Iglesias cristianas, de las comunidades musulmana y judía, y de otras confesiones religiosas. Se trata de una institución que promueve los valores espirituales, fomentando un clima de entendimiento entre comunidades religiosas diversas. Y esto es sumamente importante en un país que sufrió de manera muy severa la coerción de la libertad religiosa. ¡Cómo no recordar que, junto a muchos cristianos, también un número notable de judíos fueron víctimas del fanatismo nazi y muchos musulmanes fueron perseguidos duramente por el régimen soviético! Todos los creyentes en Dios, rechazando cualquier forma de violencia, están llamados a alimentar las imprescindibles raíces religiosas de todo humanismo auténtico.

3. Mi peregrinación quiso ser un homenaje a la santidad en esa tierra impregnada de sangre de mártires. En Lvov, capital cultural y espiritual de la región occidental del país y sede de dos arzobispos, los cardenales Lubomyr Husar, para los greco-católicos, y Marian Jaworski, para los latinos, tuve la alegría de proclamar beatos a treinta hijos de Ucrania, tanto latinos como greco-católicos.

Los nuevos beatos son: el obispo Mykola Carneckyj y veinticuatro compañeros, mártires, entre los cuales hay siete obispos, trece sacerdotes, tres religiosas y un laico, heroicos testigos de la fe durante el régimen comunista; Emiliano Kovc, sacerdote y mártir bajo la ocupación nazi; el obispo Teodoro Romza, celoso pastor, que pagó con la vida su fidelidad inquebrantable a la Sede de Pedro; José Bilczewski, profesor de teología muy estimado y arzobispo ejemplar de Lvov de los latinos; Segismundo Gorazdowski, sacerdote, apóstol incansable de la caridad y de la misericordia; y Josafata Hordashevska, religiosa, fundadora de la congregación de las Esclavas de María Inmaculada.

Ojalá que el patrimonio de santidad dejado por estos ejemplares discípulos de Cristo y por muchos otros que ellos de algún modo representan infunda en Ucrania un renovado entusiasmo apostólico. Su herencia, en particular la de los mártires, debe ser conservada celosamente y comunicada a las nuevas generaciones.

Esta tarea corresponde en primer lugar a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas, comprometidos activamente en el apostolado. Es de desear que un rico florecimiento de vocaciones asegure la necesaria continuidad en un eficaz servicio pastoral al pueblo de Dios.

4. Desde esta perspectiva, es significativo que, entre las dos ceremonias de beatificación en Lvov, se celebrara el esperado encuentro con los jóvenes.A ellos, esperanza de la Iglesia y de la sociedad civil, les indiqué a Cristo: sólo él tiene "palabras de vida eterna" (
Jn 6,68) y lleva a la verdadera libertad. Entregué simbólicamente a los jóvenes de Ucrania la ley divina del Decálogo, como brújula indispensable para su camino, poniéndolos en guardia contra los ídolos de un falso bienestar material y contra la tentación de huir de sus responsabilidades.

Con las imágenes de ese viaje y de sus diversas etapas grabadas en mi mente y en mi corazón, pido al Señor que bendiga los esfuerzos de cuantos, en esa amada nación, se dedican al servicio del Evangelio y a la búsqueda del verdadero bien del hombre, de todo hombre. Pienso, en este momento, en las numerosas situaciones de sufrimiento y dificultad, entre ellas en la de los presos, a quienes envío mi afectuoso saludo, asegurándoles un recuerdo especial en la oración.

Encomiendo los buenos propósitos de cada uno a la intercesión de María santísima, venerada con tierna devoción en los numerosos santuarios del país.

Al pueblo ucraniano le renuevo mi deseo de prosperidad y paz, estrechando a todos en un gran abrazo de simpatía y afecto. Que Dios sane todas las heridas de ese gran pueblo y lo guíe hacia un nuevo futuro de esperanza.

Saludos

46 Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en especial a los sacerdotes de la archidiócesis de Valencia, a los participantes en el curso de educadores del "Regnum Christi", a los miembros del "Mariachi infantil Cascabel", de México, así como al grupo de oficiales de la Academia superior de la Policía de investigaciones de Chile. A todos os deseo un buen fruto espiritual de vuestra peregrinación a Roma.

(A los peregrinos procedentes de Lituania)
Que el Señor os colme de abundantes gracias para que, a través de la oración, encontréis siempre la paz y la alegría que Dios quiere daros.

(En italiano)
Saludo con afecto a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Celebramos hoy la memoria litúrgica del beato Piergiorgio Frassati. Queridos muchachos y muchachas, que el tenaz ejemplo de fidelidad a Cristo de este joven beato fortalezca vuestro generoso propósito de testimoniar el Evangelio en todas las circunstancias de la vida. Que el beato Frassati os ayude a vosotros, queridos enfermos, a ofrecer vuestros sufrimientos diarios en comunión con toda la Iglesia, para que se realice en el mundo la civilización del amor; y os sostenga a vosotros, queridos recién casados, para que construyáis vuestra familia sobre la sólida base de la unión íntima con Dios.








Miércoles 25 de julio de 2001

Dios castiga y salva

1. "Ensalzaré a mi Dios, rey del cielo" (Tb 13,9). El que pronuncia estas palabras, en el cántico recién proclamado, es el anciano Tobit, del que el Antiguo Testamento traza una breve historia edificante en el libro que toma el nombre de su hijo, Tobías.

Para comprender plenamente el sentido de este himno, es preciso tener presentes las páginas narrativas que lo preceden. La historia está ambientada entre los israelitas exiliados en Nínive. En ellos piensa el autor sagrado, que escribe muchos siglos después, para ponerlos como ejemplo a sus hermanos y hermanas en la fe dispersos en medio de un pueblo extranjero y tentados de abandonar las tradiciones de sus padres. Así, el retrato de Tobit y de su familia se ofrece como un programa de vida. Él es el hombre que, a pesar de todo, permanece fiel a las normas de la ley y, en particular, a la práctica de la limosna. Tiene la desgracia de quedarse pobre y ciego, pero no pierde la fe. Y la respuesta de Dios no tarda en llegar, por medio del ángel Rafael, que guía al joven Tobías en un viaje peligroso, procurándole un matrimonio feliz y, por último, curando la ceguera de su padre Tobit.

El mensaje es claro: quien hace el bien, sobre todo abriendo su corazón a las necesidades del prójimo, agrada al Señor, y, aunque sea probado, experimentará al fin su benevolencia.

2. En este trasfondo resaltan las palabras de nuestro himno. Invitan a mirar a lo alto, a "Dios que vive eternamente", a su reino que "dura por los siglos". A partir de esta mirada dirigida a Dios se desarrolla un breve esbozo de teología de la historia, en el que el autor sagrado trata de responder al interrogante que se plantea el pueblo de Dios disperso y probado: ¿por qué Dios nos trata así? La respuesta alude al mismo tiempo a la justicia y a la misericordia divina: "Él nos azota por nuestros delitos, pero se compadecerá de nuevo" (v. 5).

47 El castigo aparece así como una especie de pedagogía divina, en la que, sin embargo, la misericordia tiene siempre la última palabra: "Él azota y se compadece, hunde hasta el abismo y saca de él" (v. 2).

Por tanto, podemos fiarnos absolutamente de Dios, que no abandona jamás a su criatura. Más aún, las palabras del himno llevan a una perspectiva que atribuye un significado salvífico incluso a la situación de sufrimiento, convirtiendo el exilio en una ocasión para testimoniar las obras de Dios: "Dadle gracias, israelitas, ante los gentiles, porque él nos dispersó entre ellos. Proclamad allí su grandeza" (vv. 3-4).

3. Desde esta invitación a leer el exilio en clave providencial nuestra meditación puede ensancharse hasta la consideración del sentido misteriosamente positivo que asume la condición de sufrimiento cuando se vive en el abandono al designio de Dios. Diversos pasajes del Antiguo Testamento ya delinean este tema. Basta pensar en la historia que narra el libro del Génesis acerca de José, vendido por sus hermanos y destinado a ser en el futuro su salvador (cf.
Gn 37,2-36). Y no podemos olvidar el libro de Job. Aquí sufre incluso el hombre inocente, el cual sólo logra explicarse su drama recurriendo a la grandeza y la sabiduría de Dios (cf. Jb 42,1-6).

Para nosotros, que leemos desde una perspectiva cristiana estos pasajes del Antiguo Testamento, el único punto de referencia es la cruz de Cristo, en la que encuentra una respuesta profunda el misterio del dolor en el mundo.

4. El himno de Tobit invita a la conversión a los pecadores que han sido castigados por sus delitos (cf. v. 5) y les abre la perspectiva maravillosa de una conversión "recíproca" de Dios y del hombre: "Si os convertís a él de todo corazón y con toda el alma, siendo sinceros con él, él se convertirá a vosotros y no os ocultará su rostro" (v. 6). Es muy elocuente el uso de la misma palabra -"conversión"- aplicada a la criatura y a Dios, aunque con significado diverso.

Si el autor del cántico piensa tal vez en los beneficios que acompañan la "vuelta" de Dios, o sea, su favor renovado al pueblo, nosotros debemos pensar sobre todo, a luz del misterio de Cristo, en el don que consiste en Dios mismo. El hombre tiene necesidad de Dios antes que de sus dones. El pecado es una tragedia, no tanto porque nos atrae los castigos de Dios, cuanto porque lo aleja de nuestro corazón.

5. Por tanto, el cántico dirige nuestra mirada al rostro de Dios, considerado como Padre, y nos invita a la bendición y a la alabanza: "Él es nuestro Dios y Señor, nuestro Padre" (v. 4). En estas palabras se alude a la "filiación" especial que Israel experimenta como don de la alianza y que prepara el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. En Jesús resplandecerá entonces este rostro del Padre y se revelará su misericordia sin límites.

Bastaría pensar en la parábola del Padre misericordioso narrada por el evangelista san Lucas. A la conversión del hijo pródigo no sólo corresponde el perdón del Padre, sino también un abrazo de infinita ternura, acompañado por la alegría y la fiesta: "Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó" (Lc 15,20). Las expresiones de nuestro cántico siguen la misma línea de esta conmovedora imagen evangélica. Y de ahí brota la necesidad de alabar y dar gracias a Dios: "Veréis lo que hará con vosotros; le daréis gracias a boca llena; bendeciréis al Señor de la justicia y ensalzaréis al Rey de los siglos" (v. 7).
******


Saludo con afecto a los peregrinos venidos de España, de México, Colombia, Paraguay, Argentina y demás países de lengua española. Que la meditación de este Cántico del libro de Tobías os impulse siempre a poner sólo en Dios la confianza absoluta.


(A los feligreses de la parroquia de Kromeriz, en la República Checa)
48 Hoy celebramos la fiesta del apóstol Santiago el Mayor. Que su respuesta a la llamada de Cristo ilumine vuestra vida cristiana.

(En italiano)
Celebramos hoy la fiesta del apóstol Santiago. Que su ejemplo os impulse a vosotros, queridos jóvenes, a dar un testimonio fiel de Cristo; os sostenga a vosotros, queridos enfermos, en el momento difícil de la prueba; y os anime a vosotros, queridos recién casados, a hacer de vuestra familia naciente el hogar de la fidelidad a Dios, que es amor





                                                                                    Agosto de 2001


Miércoles 1 de agosto de 2001


Queridos hermanos y hermanas;
queridos jóvenes:

1. La plaza de San Pedro es hoy la plaza de la juventud. Hace casi un año, en el corazón del gran jubileo del año 2000, aquí fueron solícitamente acogidos los jóvenes procedentes de todo el mundo que vinieron para la celebración de la Jornada mundial de la juventud. Hoy esta plaza, en la que tiene lugar la milésima audiencia general desde que la Providencia divina me ha llamado a ser Sucesor del apóstol san Pedro, se abre a los miles de muchachos y muchachas que han acudido de toda Europa en peregrinación a la tumba del Príncipe de los Apóstoles.

Queridos monaguillos, ayer habéis cruzado en una larga procesión la plaza de San Pedro para llegar hasta el altar de la Confesión de la basílica. Así, en cierto modo, habéis prolongado el camino que los jóvenes del mundo comenzaron durante el Año santo. El lema de vuestra peregrinación a la ciudad eterna, "En camino hacia un mundo nuevo", es signo de vuestro deseo de tomaros en serio la vocación cristiana.

2. Os saludo muy cordialmente, queridos muchachos y muchachas, y me alegro de celebrar este encuentro. En particular, agradezco a monseñor Martin Gächter, obispo auxiliar de Basilea y presidente del Coetus internationalis ministrantium, las cordiales palabras que me ha dirigido en vuestro nombre.

Saludo con particular alegría a los monaguillos de los países de lengua alemana, que constituyen el grupo más numeroso. Es hermoso que tantos jóvenes cristianos hayan venido de Alemania.
49 Vuestro ministerio del altar no sólo es un deber, sino también un gran honor, un auténtico servicio santo. A propósito de este servicio, deseo proponeros algunas reflexiones.

El hábito del monaguillo es particular. Recuerda el traje que cada uno usa cuando, en nombre de Cristo, es acogido en la comunidad. Me refiero al hábito bautismal, cuyo significado profundo expone san Pablo: "En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo" (
Ga 3,27).

Vosotros, que ahora lleváis el hábito de monaguillo, habéis recibido antes el traje bautismal. Sí, el bautismo es el punto de partida de vuestro "auténtico ministerio litúrgico", que os sitúa al lado de vuestros obispos, sacerdotes y diáconos (cf. Sacrosanctum Concilium, 29).

3. El monaguillo ocupa un lugar privilegiado en las celebraciones litúrgicas. Quien desempeña el servicio durante la misa, se presenta a una comunidad. Experimenta de cerca que en cada acción litúrgica Jesucristo está presente y operante. Jesús está presente cuando la comunidad se reúne para orar y alabar a Dios. Jesús está presente en la palabra de la sagrada Escritura. Jesús está presente, sobre todo, en la Eucaristía, bajo las especies del pan y del vino. Actúa por medio del sacerdote que, in persona Christi, celebra la santa misa y administra los sacramentos.

De este modo, en la liturgia sois mucho más que simples "ayudante del párroco". Sobre todo, sois servidores de Jesucristo, el sumo y eterno Sacerdote. Así, vosotros, monaguillos, estáis llamados en particular a ser jóvenes amigos de Jesús. Esforzaos por profundizar y cultivar esta amistad con él. Descubriréis que habéis encontrado en Jesús a un verdadero amigo para la vida.

4. El monaguillo a menudo sostiene en la mano una vela.Eso nos hace pensar en lo que dijo Jesús en el sermón de la Montaña: "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt 5,14). Vuestro servicio no puede limitarse al interior de una iglesia. Debe irradiarse en la vida de todos los días: en la escuela, en la familia y en los diversos ámbitos de la sociedad, dado que quien quiere servir a Jesucristo en el interior de una iglesia debe ser su testigo por doquier.

Queridos jóvenes, vuestros contemporáneos esperan la verdadera "luz del mundo" (cf. Jn 1,9). No tengáis vuestro candelero sólo en el interior de la iglesia; por el contrario, llevad la antorcha del Evangelio a todos los que están en las tinieblas y viven un momento difícil de su existencia.

5. He hablado de la amistad con Jesús. Me gustaría que de esta amistad brotara algo más. ¡Qué hermoso sería si alguno de vosotros descubriera la vocación al sacerdocio! Jesucristo tiene necesidad urgente de jóvenes que se pongan a su disposición con generosidad y sin reservas.

Además, ¿no podría el Señor llamar también a cualquiera de vosotras, muchachas, a abrazar la vida consagrada para servir a la Iglesia y a los hermanos? También a quienes quieran unirse en matrimonio, el servicio del monaguillo enseña que una auténtica unión debe incluir siempre la disponibilidad al servicio recíproco y gratuito.
*****


Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en especial a los monaguillos que participan en este encuentro internacional. Saludo también al coro de cámara "Laura Reyes" de Coquimbo. Bendigo de corazón a todos los presentes. Muchas gracias.

50 (En lengua croata)
Ojalá que la estancia en Roma y la peregrinación a las tumbas de los Apóstoles, afiance vuestra fe en la Iglesia y os lleve a una abundancia de alegría espiritual.

(En italiano)
Queridos jóvenes, la presencia de numerosos muchachos y muchachas comprometidos en el servicio litúrgico os impulse a mirar a Jesús como al verdadero amigo de toda la vida. A vosotros, queridos enfermos, os sostenga en vuestro testimonio diario de Cristo en el altar del sufrimiento. Y a vosotros, recién casados, os ayude a fundar vuestra familia en el amor auténtico, que se alimenta de la escucha fiel de la palabra de Dios y de la participación frecuente y devota en el sacramento de la Eucaristía.








Miércoles 8 de agosto de 2001

El salmo 32,: un himno a la providencia de Dios

1. El salmo 32, dividido en 22 versículos, tantos cuantas son las letras del alfabeto hebraico, es un canto de alabanza al Señor del universo y de la historia. Está impregnado de alegría desde sus primeras palabras: "Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones" (vv. 1-3). Por tanto, esta aclamación (tern'ah)va acompañada de música y es expresión de una voz interior de fe y esperanza, de felicidad y confianza. El cántico es "nuevo", no sólo porque renueva la certeza en la presencia divina dentro de la creación y de las situaciones humanas, sino también porque anticipa la alabanza perfecta que se entonará el día de la salvación definitiva, cuando el reino de Dios llegue a su realización gloriosa.

San Basilio, considerando precisamente el cumplimiento final en Cristo, explica así este pasaje: "Habitualmente se llama "nuevo" a lo insólito o a lo que acaba de nacer. Si piensas en el modo de la encarnación del Señor, admirable y superior a cualquier imaginación, cantas necesariamente un cántico nuevo e insólito. Y si repasas con la mente la regeneración y la renovación de toda la humanidad, envejecida por el pecado, y anuncias los misterios de la resurrección, también entonces cantas un cántico nuevo e insólito" (Homilía sobre el salmo 32, 2: PG 29,327). En resumidas cuentas, según san Basilio, la invitación del salmista, que dice: "Cantad al Señor un cántico nuevo", para los creyentes en Cristo significa: "Honrad a Dios, no según la costumbre antigua de la "letra", sino según la novedad del "espíritu". En efecto, quien no valora la Ley exteriormente, sino que reconoce su "espíritu", canta un "cántico nuevo"" (ib.).

2. El cuerpo central del himno está articulado en tres partes, que forman una trilogía de alabanza. En la primera (cf. vv. 6-9) se celebra la palabra creadora de Dios. La arquitectura admirable del universo, semejante a un templo cósmico, no surgió y ni se desarrolló a consecuencia de una lucha entre dioses, como sugerían ciertas cosmogonías del antiguo Oriente Próximo, sino sólo gracias a la eficacia de la palabra divina. Precisamente como enseña la primera página del Génesis: "Dijo Dios... Y así fue" (cf. Gn 1). En efecto, el salmista repite: "Porque él lo dijo, y existió; él lo mandó, y surgió" (Ps 32,9).

El orante atribuye una importancia particular al control de las aguas marinas, porque en la Biblia son el signo del caos y el mal. El mundo, a pesar de sus límites, es conservado en el ser por el Creador, que, como recuerda el libro de Job, ordena al mar detenerse en la playa: "¡Llegarás hasta aquí, no más allá; aquí se romperá el orgullo de tus olas!" (Jb 38,11).

51 3. El Señor es también el soberano de la historia humana, como se afirma en la segunda parte del salmo 32, en los versículos 10-15. Con vigorosa antítesis se oponen los proyectos de las potencias terrenas y el designio admirable que Dios está trazando en la historia. Los programas humanos, cuando quieren ser alternativos, introducen injusticia, mal y violencia, en contraposición con el proyecto divino de justicia y salvación. Y, a pesar de sus éxitos transitorios y aparentes, se reducen a simples maquinaciones, condenadas a la disolución y al fracaso.

En el libro bíblico de los Proverbios se afirma sintéticamente: "Muchos proyectos hay en el corazón del hombre, pero sólo el plan de Dios se realiza" (
Pr 19,21). De modo semejante, el salmista nos recuerda que Dios, desde el cielo, su morada trascendente, sigue todos los itinerarios de la humanidad, incluso los insensatos y absurdos, e intuye todos los secretos del corazón humano.

"Dondequiera que vayas, hagas lo que hagas, tanto en las tinieblas como a la luz del día, el ojo de Dios te mira", comenta san Basilio (Homilía sobre el salmo 32, 8: PG 29,343). Feliz será el pueblo que, acogiendo la revelación divina, siga sus indicaciones de vida, avanzando por sus senderos en el camino de la historia. Al final sólo queda una cosa: "El plan del Señor subsiste por siempre; los proyectos de su corazón, de edad en edad" (Ps 32,11).

4. La tercera y última parte del Salmo (vv. 16-22) vuelve a tratar, desde dos perspectivas nuevas, el tema del señorío único de Dios sobre la historia humana. Por una parte, invita ante todo a los poderosos a no engañarse confiando en la fuerza militar de los ejércitos y la caballería; por otra, a los fieles, a menudo oprimidos, hambrientos y al borde de la muerte, los exhorta a esperar en el Señor, que no permitirá que caigan en el abismo de la destrucción. Así, se revela la función también "catequística" de este salmo. Se transforma en una llamada a la fe en un Dios que no es indiferente a la arrogancia de los poderosos y se compadece de la debilidad de la humanidad, elevándola y sosteniéndola si tiene confianza, si se fía de él, y si eleva a él su súplica y su alabanza.

"La humildad de los que sirven a Dios -explica también san Basilio- muestra que esperan en su misericordia. En efecto, quien no confía en sus grandes empresas, ni espera ser justificado por sus obras, tiene como única esperanza de salvación la misericordia de Dios" (Homilía sobre el salmo 32, 10: PG 29,347).

5. El Salmo concluye con una antífona que es también el final del conocido himno Te Deum: "Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti" (v. 22). La gracia divina y la esperanza humana se encuentran y se abrazan. Más aún, la fidelidad amorosa de Dios (según el valor del vocablo hebraico original usado aquí, hésed), como un manto, nos envuelve, calienta y protege, ofreciéndonos serenidad y proporcionando un fundamento seguro a nuestra fe y a nuestra esperanza.
*****


Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en especial al grupo de la Archidiócesis de Valencia. También a los demás fieles de las parroquias de Villanueva del Ariscal, Meliana, Tenerife y Bilbao; a los alumnos de las Universidades del Ecuador y del Perú, a los grupos musicales de Barcelona, de Venezuela y de Argentina, así como a los peregrinos de El Salvador y al equipo Boca Junior, de Buenos Aires. A todos os deseo que vuestra peregrinación a Roma produzca abundantes frutos espirituales.

(En italiano)
Finalmente, como de costumbre, mi pensamiento va a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados.

Celebramos hoy la memoria de santo Domingo de Guzmán, incansable predicador del Evangelio, y mañana será la fiesta de santa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, copatrona de Europa. Después de haber renunciado a un futuro muy prometedor en el campo de la filosofía para consagrarse totalmente a Dios en la vida contemplativa, esta heroica testigo del Evangelio murió en Auschwitz.

52 Que santo Domingo y santa Benedicta de la Cruz os ayuden, queridos jóvenes, a confiar siempre en Cristo y a testimoniar generosamente su mensaje de salvación. Que su ejemplo os sostenga, queridos enfermos que experimentáis la prueba del sufrimiento, y os impulse a participar con fe en el poder salvífico de su cruz. Que os anime a vosotros, queridos recién casados, a ser imagen luminosa de Dios, a través de la fidelidad y la fecundidad de vuestro amor.






Miércoles 22 de agosto de 2001

Malicia del pecador, bondad del Señor

1. Cada persona, al iniciar una jornada de trabajo y de relaciones humanas, puede adoptar dos actitudes fundamentales: elegir el bien o ceder al mal. El salmo 35, que acabamos de escuchar, presenta precisamente estas dos posturas antitéticas. Algunos, muy temprano, ya desde antes de levantarse, traman proyectos inicuos; otros, por el contrario, buscan la luz de Dios, "fuente de la vida" (cf. v. 10). Al abismo de la malicia del malvado se opone el abismo de la bondad de Dios, fuente viva que apaga la sed y luz que ilumina al fiel.

Por eso, son dos los tipos de hombres descritos en la oración del salmo que acabamos de proclamar y que la Liturgia de las Horas nos propone para las Laudes del miércoles de la primera semana.

2. El primer retrato que el salmista nos presenta es el del pecador (cf. vv. 2-5). En su interior -como dice el original hebreo- se encuentra el "oráculo del pecado" (v. 2). La expresión es fuerte. Hace pensar en una palabra satánica, que, en contraste con la palabra divina, resuena en el corazón y en la lengua del malvado.

En él el mal parece tan connatural a su realidad íntima, que aflora en palabras y obras (cf. vv. 3-4). Pasa sus jornadas eligiendo "el mal camino", comenzando ya de madrugada, cuando aún está "acostado" (v. 5), hasta la noche, cuando está a punto de dormirse. Esta elección constante del pecador deriva de una opción que implica toda su existencia y engendra muerte.

3. Pero al salmista le interesa sobre todo el otro retrato, en el que desea reflejarse: el del hombre que busca el rostro de Dios (cf. vv. 6-13). Eleva un auténtico himno al amor divino (cf. vv. 6-11), que concluye pidiendo ser liberado de la atracción oscura del mal y envuelto para siempre por la luz de la gracia.

Este canto presenta una verdadera letanía de términos que celebran los rasgos del Dios de amor: gracia, fidelidad, justicia, juicio, salvación, sombra de tus alas, abundancia, delicias, vida y luz.

Conviene subrayar, en particular, cuatro de estos rasgos divinos, expresados con términos hebreos que tienen un valor más intenso que los correspondientes en las traducciones de las lenguas modernas.

4. Ante todo está el término hésed, "gracia", que es a la vez fidelidad, amor, lealtad y ternura. Es uno de los términos fundamentales para exaltar la alianza entre el Señor y su pueblo. Y es significativo que se repita 127 veces en el Salterio, más de la mitad de todas las veces que esta palabra aparece en el resto del Antiguo Testamento.

53 Luego viene el término 'emunáh, que deriva de la misma raíz de amén, la palabra de la fe, y significa estabilidad, seguridad y fidelidad inquebrantable.

Sigue, a continuación, el término sedaqáh, la "justicia", que tiene un significado fundamentalmente salvífico: es la actitud santa y providente de Dios que, con su intervención en la historia, libra a sus fieles del mal y de la injusticia.

Por último, encontramos el término mishpát, el "juicio", con el que Dios gobierna sus criaturas, inclinándose hacia los pobres y oprimidos, y doblegando a los arrogantes y prepotentes.
Se trata de cuatro palabras teológicas, que el orante repite en su profesión de fe, mientras sale a los caminos del mundo, con la seguridad de que tiene a su lado al Dios amoroso, fiel, justo y salvador.

5. Además de los diversos títulos con los que exalta a Dios, el salmista utiliza dos imágenes sugestivas. Por una parte, la abundancia de alimento, que hace pensar ante todo en el banquete sagrado que se celebraba en el templo de Sión con la carne de las víctimas de los sacrificios.

También están la fuente y el torrente, cuyas aguas no sólo apagan la sed de la garganta seca, sino también la del alma (cf. vv. 9-10;
Ps 41,2-3 Ps 62,2-6). El Señor sacia y apaga la sed del orante, haciéndolo partícipe de su vida plena e inmortal.

La otra imagen es la del símbolo de la luz: "tu luz nos hace ver la luz" (v. 10). Es una luminosidad que se irradia, casi "en cascada", y es un signo de la revelación de Dios a su fiel. Así aconteció a Moisés en el Sinaí (cf. Ex 34,29-30) y así sucede también al cristiano en la medida en que "con el rostro descubierto, reflejando como en un espejo la gloria del Señor, se va transformando en esa misma imagen" (cf. 2Co 3,18).

En el lenguaje de los salmos "ver la luz del rostro de Dios" significa concretamente encontrar al Señor en el templo, donde se celebra la plegaria litúrgica y se escucha la palabra divina. También el cristiano hace esta experiencia cuando celebra las alabanzas del Señor al inicio de la jornada, antes de afrontar los caminos, no siempre rectos, de la vida diaria.
*****


Deseo saludar ahora a los fieles de lengua española, en particular al Instituto Secular "Cruzada Evangélica", que celebra el centenario del nacimiento de su Fundador. Saludo también a los demás grupos de peregrinos españoles y mexicanos, y de otros países latinoamericanos. Que vuestras obras de cada día sean buenas, iluminadas siempre por la luz de la gracia de Dios.

Muchas gracias.

(En italiano)
54 Queridísimos hermanos: elevemos la mirada hacia el cielo para contemplar el esplendor de la Santa Madre de Dios, a quien la liturgia nos invita a invocar como nuestra Reina.

Queridos jóvenes, poned cada uno de vuestros proyectos bajo la protección materna de la Virgen que dio al mundo al Salvador. Queridos enfermos, en espera de la recuperación de la salud, suplicadle cada día a fin de obtener fuerza para afrontar con paciencia la prueba del sufrimiento.
Queridos recién casados, cultivad una devoción sincera a ella, para que os acompañe en vuestra existencia diaria






Audiencias 2001 44