Audiencias 2001 64

64 A los jóvenes kazajos les dirigí un mensaje de esperanza, recordándoles que Dios los ama personalmente. Con gran alegría escuché el eco fuerte y vibrante que tiene esta formidable verdad en su corazón. El encuentro con ellos se realizó en la Universidad, un ambiente que aprecio mucho, donde se desarrolla la cultura de un pueblo. Y precisamente con los representantes del mundo de la cultura, del arte y de la ciencia recordé el fundamento religioso de la libertad humana y la reciprocidad entre fe y razón, exhortándolos a conservar los valores espirituales de Kazajstán.

4. Terminada la visita a ese gran país centro-asiático, me dirigí como peregrino a Armenia, en el Cáucaso, para rendir homenaje a un pueblo que desde hace diecisiete siglos ha unido su historia al cristianismo. Por primera vez un Obispo de Roma ha pisado esa amada tierra, evangelizada, según la tradición, por los apóstoles Bartolomé y Tadeo, y que se hizo oficialmente cristiana en el año 301 por obra de san Gregorio el Iluminador.

Al año 303 se remonta la catedral de Echmiadzin, sede apostólica de la Iglesia armenia. La visité a mi llegada y antes de mi partida, como suelen hacer los peregrinos. En ella oré ante las tumbas de los Catholicós de todos los armenios, entre ellos Vasken I y Karekin I, artífices de las actuales relaciones cordiales entre las Iglesias armenia y católica. En nombre de esta amistad fraterna, Su Santidad Karekin II, con exquisita cortesía, quiso hospedarme en su residencia y me acompañó en todos los momentos de mi peregrinación.

5. En su larga historia, el pueblo armenio ha pagado a un precio muy alto la fidelidad a su identidad. Baste pensar en el tremendo exterminio de masas que sufrió en los primeros decenios del siglo XX. Como recuerdo perenne de las víctimas -cerca de un millón y medio en tres años- se ha erigido en la capital, Ereván, un solemne Memorial, donde, juntamente con el Catholicós de todos los armenios, elevé una intensa oración por todos los muertos y por la paz del mundo.

En la nueva catedral apostólica de Ereván, dedicada a san Gregorio el Iluminador y consagrada hace poco, tuvo lugar la solemne celebración ecuménica, con la veneración de la reliquia de ese santo, que le regalé a Karekin II el año pasado con ocasión de su visita a Roma. Este sagrado rito, juntamente con la Declaración común, constituyó un sello significativo del vínculo de caridad que une a las Iglesias católica y armenia. En un mundo desgarrado por conflictos y violencias es más necesario que nunca que los cristianos sean testigos de unidad y artífices de reconciliación y paz.

La santa misa en el nuevo "gran altar" al aire libre, en el jardín de la Sede apostólica de Echmiadzin, aun siguiendo el rito latino, se celebró "con los dos pulmones", con lecturas, oraciones y cantos en lengua armenia y con la presencia del Catholicós de todos los armenios. No encuentro palabras para expresar la íntima alegría de esos momentos, en los que se percibía la presencia espiritual de los numerosos mártires y confesores de la fe, que con su vida dieron testimonio del Evangelio. Es preciso honrar su memoria a fondo: debemos obedecer con total docilidad a Cristo, que pide a sus discípulos que sean uno.

La última meta de mi viaje apostólico fue el monasterio de Khor Virab, que significa "pozo profundo". En efecto, allí, según la tradición, se encuentra el pozo de 40 metros en el que el rey Tirídates III mantuvo encerrado a san Gregorio el Iluminador por causa de su fe en Cristo, hasta que el santo, con sus oraciones, le alcanzó la gracia de una curación milagrosa, y el rey se convirtió y bautizó, juntamente con su familia y todo el pueblo. Allí me entregaron, como símbolo de la fe con que san Gregorio iluminó a los armenios, una antorcha, que he colocado solemnemente en la nueva capilla, inaugurada en la sala del Sínodo de los obispos. Esa luz arde en Armenia desde hace diecisiete siglos y arde en el mundo desde hace dos mil años. A los cristianos, amadísimos hermanos y hermanas, se nos pide que no la escondamos, sino que la alimentemos, para que ilumine los pasos de la humanidad por la senda de la verdad, del amor y de la paz.

Saludos

Saludo con afecto a los fieles de lengua española, en especial al grupo de Legionarios de Cristo; a la tripulación de la fragata militar "Libertad", de Argentina; al coro de la catedral de la Almudena, de Madrid; y a la asociación "Armats del Vendrell", de Tarragona. A todos os deseo abundantes frutos espirituales de vuestra peregrinación a Roma.

(A los estudiantes y profesores de Eslovaquia)
Acaba de empezar el nuevo año escolar. En vuestros estudios no olvidéis a Jesucristo, maestro supremo de nuestra vida. Que la Madre de Dios, a la que invocamos con el título de "Sedes Sapientiae", os acompañe con su ayuda. Os bendigo de buen grado a vosotros y a vuestras familias.

(En italiano):
65 El luminoso ejemplo de san Francisco de Asís, de quien celebraremos mañana la memoria, os impulse a vosotros, queridos jóvenes, a proyectar el futuro con plena fidelidad al Evangelio; a vosotros, queridos enfermos, os ayude a afrontar el sufrimiento con valentía, hallando en Cristo crucificado serenidad y consuelo, y a vosotros, queridos recién casados, os lleve a un amor profundo a Dios y al amor mutuo, con la experiencia diaria de la alegría que brota de la donación recíproca, abierta a la vida.








Miércoles 10 de octubre de 2001

: Dios libera y congrega a su pueblo en la alegría

1. "Escuchad, pueblos, la palabra del Señor; anunciadla en las islas remotas" (Jr 31,10). ¿Qué noticia está a punto de darse con estas solemnes palabras de Jeremías, que hemos escuchado en el cántico recién proclamado? Se trata de una noticia consoladora y no por casualidad los capítulos que la contienen (cf. 30 y 31) se suelen llamar "Libro de la consolación". El anuncio atañe directamente al antiguo Israel, pero ya permite entrever de alguna manera el mensaje evangélico.

El núcleo de este anuncio es el siguiente: "El Señor redimió a Jacob, lo rescató de una mano más fuerte" (Jr 31,11). El trasfondo histórico de estas palabras está constituido por un momento de esperanza experimentado por el pueblo de Dios, más o menos un siglo después de que el norte del país, en el año 722 a. C., hubiera sido ocupado por el poder asirio. Ahora, en el tiempo del profeta, la reforma religiosa del rey Josías expresa un regreso del pueblo a la alianza con Dios y enciende la esperanza de que el tiempo del castigo haya concluido. Toma cuerpo la perspectiva de que el norte pueda volver a la libertad e Israel y Judá vuelvan a la unidad. Todos, incluyendo las "islas remotas", deberán ser testigos de este maravilloso acontecimiento: Dios, pastor de Israel, está a punto de intervenir. Había permitido la dispersión de su pueblo y ahora viene a congregarlo.

2. La invitación a la alegría se desarrolla con imágenes que causan una profunda impresión. Es un oráculo que hace soñar. Describe un futuro en el que los exiliados "vendrán con aclamaciones" y no sólo volverán a encontrar el templo del Señor, sino también todos los bienes: el trigo, el vino, el aceite y los rebaños de ovejas y vacas. La Biblia no conoce un espiritualismo abstracto. La alegría prometida no afecta sólo a lo más íntimo del hombre, pues el Señor cuida de la vida humana en todas sus dimensiones. Jesús mismo subrayará este aspecto, invitando a sus discípulos a confiar en la Providencia también con respecto a las necesidades materiales (cf. Mt 6,25-34). Nuestro cántico insiste en esta perspectiva. Dios quiere hacer feliz al hombre entero. La condición que prepara para sus hijos se expresa con el símbolo del "huerto regado" (Jr 31,12), imagen de lozanía y fecundidad. Dios convierte su tristeza en gozo, los alimenta con enjundia (cf. v. 14) y los sacia de bienes, hasta el punto de que brotan espontáneos el canto y la danza. Será un júbilo incontenible, una alegría de todo el pueblo.

3. La historia nos dice que este sueño no se hizo realidad entonces. Y no porque Dios no haya cumplido su promesa: el responsable de esa decepción fue una vez más el pueblo, con su infidelidad. El mismo libro de Jeremías se encarga de demostrarlo con el desarrollo de una profecía que resulta dolorosa y dura, y lleva progresivamente a algunas de las fases más tristes de la historia de Israel. No sólo no volverán los exiliados del norte, sino que incluso Judá será ocupada por Nabucodonosor en el año 587 a.C. Entonces comenzarán días amargos, cuando, en las orillas de Babilonia, deberán colgar las cítaras en los sauces (cf. Ps 136,2). En su corazón no podrán tener ánimo como para cantar ante el júbilo de sus verdugos; nadie se puede alegrar si se ve obligado al exilio abandonando su patria, la tierra donde Dios ha puesto su morada.

4. Con todo, la invitación a la alegría que caracteriza este oráculo no pierde su significado. En efecto, sigue válida la motivación última sobre la cual se apoya: la expresan sobre todo algunos intensos versículos, que preceden a los que nos presenta la Liturgia de las Horas. Es preciso tenerlos muy presentes mientras se leen las manifestaciones de alegría de nuestro cántico.
Describen con palabras vibrantes el amor de Dios a su pueblo. Indican un pacto irrevocable: "Con amor eterno te he amado" (Jr 31,3). Cantan la efusión paterna de un Dios que a Efraím lo llama su primogénito y lo colma de ternura: "Salieron entre llantos, y los guiaré con consolaciones; yo los guiaré a las corrientes de aguas, por caminos llanos para que no tropiecen, pues yo soy el Padre de Israel" (Jr 31,9). Aunque la promesa no se pudo realizar por entonces a causa de la infidelidad de los hijos, el amor del Padre permanece en toda su impresionante ternura.

5. Este amor constituye el hilo de oro que une las fases de la historia de Israel, en sus alegrías y en sus tristezas, en sus éxitos y en sus fracasos. El amor de Dios no falla; incluso el castigo es expresión de ese amor, asumiendo un significado pedagógico y salvífico.

Sobre la roca firme de este amor, la invitación a la alegría de nuestro cántico evoca un futuro de Dios que, aunque se retrase, llegará tarde o temprano, no obstante todas las fragilidades de los hombres. Este futuro se ha realizado en la nueva alianza con la muerte y la resurrección de Cristo y con el don del Espíritu. Sin embargo, tendrá su pleno cumplimiento cuando el Señor vuelva al final de los tiempos. A la luz de estas certezas, el "sueño" de Jeremías sigue siendo una oportunidad histórica real, condicionada a la fidelidad de los hombres, y sobre todo una meta final, garantizada por la fidelidad de Dios y ya inaugurada por su amor en Cristo.

66 Así pues, leyendo este oráculo de Jeremías, debemos dejar que resuene en nosotros el evangelio, la buena nueva promulgada por Cristo en la sinagoga de Nazaret (cf. Lc 4,16-21). La vida cristiana está llamada a ser un verdadero "júbilo", que sólo nuestro pecado puede poner en peligro. Al poner en nuestros labios estas palabras de Jeremías, la Liturgia de las Horas nos invita a enraizar nuestra vida en Cristo, nuestro Redentor (cf. Jr 31,11) y a buscar en él el secreto de la verdadera alegría en nuestra vida personal y comunitaria.

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, especialmente a los miembros de la fundación Calderón de la Barca, de Argentina, así como a los grupos venidos de España, México, Uruguay y otros países latinoamericanos. Doy una bienvenida particular a las Hermanas Agustinas Misioneras, que celebran estos días su capítulo general. Os invito a ser fieles a vuestra vocación primera de "anunciar a las islas lejanas" la buena noticia del Evangelio. Exhorto a todos a acoger este incomparable anuncio de salvación, para caminar con gozo y esperanza hacia el encuentro definitivo con Cristo glorioso. Muchas gracias.

(En neerlandés)
Orad por los que sufren; suplicad la paz y la justicia, con la seguridad de que Dios en Jesucristo ha vencido el mal, el pecado y la muerte.

(A los fieles croatas)
Cristo es el origen y el fundamento de los signos sacramentales que la Iglesia usa en la liturgia. Por medio de esos signos, llevada por el Espíritu Santo hasta las fuentes de la santidad y de la gracia, permanece unida a la vida y a la misión de Cristo y participa en el misterio de salvación.

(En italiano)
Por último, saludo con afecto a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Octubre es el mes del santo rosario, que nos invita a valorar esta oración tan apreciada por la tradición del pueblo cristiano. A vosotros, queridos jóvenes, os invito a rezar cada día el santo rosario. A vosotros, queridos enfermos, a abandonaros con confianza en las manos solícitas de María, invocándola sin cesar. Os exhorto a vosotros, queridos recién casados, a hacer del rosario una meditación orante de los misterios de Cristo.






Miércoles 17 de octubre de 2001

La acción de gracias por la salvación del pueblo

67 1. El Salmo que hemos proclamado es un canto en honor de Sión, "la ciudad del gran rey" (Ps 47,3), entonces sede del templo de Señor y lugar de su presencia en medio de la humanidad. La fe cristiana lo aplica ya a la "Jerusalén de arriba", que es "nuestra madre" (Ga 4,26).

El tono litúrgico de este himno, la evocación de una procesión de fiesta (cf. vv. 13-14), la visión pacífica de Jerusalén que refleja la salvación divina, hacen del salmo 47 una oración con la que se puede iniciar la jornada para convertirla en un canto de alabanza, aunque se cierna alguna nube en el horizonte.

Para captar el sentido de este salmo, nos sirven de ayuda tres aclamaciones situadas al inicio, en el centro y al final, como para ofrecernos la clave espiritual de la composición y para introducirnos en su clima interior. Las tres invocaciones son: "Grande es el Señor y muy digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios" (v. 2), "Oh Dios, meditamos tu misericordia en medio de tu templo" (v. 10) y "Este es el Señor, nuestro Dios; él nos guiará por siempre jamás".

2. Estas tres aclamaciones, que exaltan al Señor pero también a "la ciudad de nuestro Dios" (v. 2), enmarcan dos grandes partes del Salmo. La primera es una gozosa celebración de la ciudad santa, la Sión victoriosa contra los asaltos de los enemigos, serena bajo el manto de la protección divina (cf. vv. 3-8). Se trata de una especie de letanía de definiciones de esta ciudad: es una altura admirable que se yergue como un faro de luz, una fuente de alegría para todos los pueblos de la tierra, el único "Olimpo" verdadero donde se encuentran el cielo y la tierra. Como dice el profeta Ezequiel, es la ciudad-Emmanuel, porque "Dios está allí", presente en ella (cf. Ez 48,35). Pero en torno a Jerusalén están acampando las tropas para el asedio, como un símbolo del mal que atenta contra el esplendor de la ciudad de Dios. El enfrentamiento tiene un desenlace lógico y casi inmediato.

3. En efecto, los poderosos de la tierra, al asaltar la ciudad santa, han provocado también a su Rey, el Señor. El salmista utiliza la sugestiva imagen de los dolores de parto para mostrar cómo se desvanece el orgullo de un ejército poderoso: "Allí los agarró el temblor y dolores como de parto" (v. 7). La arrogancia se transforma en fragilidad y debilidad, la fuerza en caída y derrota.
El mismo concepto se expresa con otra imagen: el ejército en fuga se compara a una armada invencible sobre la que se abate un tifón causado por un terrible viento del desierto (cf. v. 8). Así pues, queda una certeza inquebrantable para quien está a la sombra de la protección divina: la última palabra no la tiene el mal, sino el bien; Dios triunfa sobre las fuerzas hostiles, incluso cuando parecen formidables e invencibles.

4. El fiel, entonces, precisamente en el templo, celebra su acción de gracias al Dios liberador. Eleva un himno al amor misericordioso del Señor, expresado con el término hebraico hésed, típico de la teología de la alianza. Así nos encontramos ya en la segunda parte del Salmo (cf. vv. 10-14).
Después del gran canto de alabanza a Dios fiel, justo y salvador (cf. vv. 10-12), se realiza una especie de procesión en torno al templo y a la ciudad santa (cf. vv. 13-14). Se cuentan las torres, signo de la segura protección de Dios, se observan las fortificaciones, expresión de la estabilidad que da a Sión su Fundador. Las murallas de Jerusalén hablan y sus piedras recuerdan los hechos que deben transmitirse "a la próxima generación" (v. 14) a través de la narración que harán los padres a los hijos (cf. Ps 77,3-7). Sión es el espacio de una cadena ininterrumpida de acciones salvíficas del Señor, que se anuncian en la catequesis y se celebran en la liturgia, para que perdure en los creyentes la esperanza en la intervención liberadora de Dios.

5. En la antífona conclusiva, es muy bella una de las más elevadas definiciones del Señor como pastor de su pueblo: "Él nos guiará por siempre jamás" (v. 15). El Dios de Sión es el Dios del Éxodo, de la libertad, de la cercanía al pueblo esclavo en Egipto y peregrino en el desierto. Ahora que Israel se ha establecido en la tierra prometida, sabe que el Señor no lo abandona: Jerusalén es el signo de su cercanía, y el templo es el lugar de su presencia.

Releyendo estas expresiones, el cristiano se eleva a la contemplación de Cristo, el templo nuevo y vivo de Dios (cf. Jn 2,21) y se dirige a la Jerusalén celestial, que ya no necesita un templo y una luz exterior, porque "el Señor, el Dios todopoderoso, y el Cordero, es su santuario. (...) La ilumina la gloria de Dios, y su lámpara es el Cordero" (Ap 21,22-23). A esta relectura "espiritual" nos invita san Agustín, convencido de que en los libros de la Biblia "no hay nada que se refiera sólo a la ciudad terrena, si todo lo que de ella se dice, o lo que ella realiza, simboliza algo que por alegoría se puede referir también a la Jerusalén celestial" (La Ciudad de Dios, XVII, 3, 2). De esa idea se hace eco san Paulino de Nola, que, precisamente comentando las palabras de nuestro salmo, exhorta a orar para que "podamos llegar a ser piedras vivas en las murallas de la Jerusalén celestial y libre" (Carta 28, 2 a Severo). Y contemplando la solidez y firmeza de esta ciudad, el mismo Padre de la Iglesia prosigue: "En efecto, el que habita esta ciudad se revela como Uno en tres personas. (...) Cristo ha sido constituido no sólo cimiento de esa ciudad, sino también torre y puerta. (...) Así pues, si sobre él se apoya la casa de nuestra alma y sobre él se eleva una construcción digna de tan gran cimiento, entonces la puerta de entrada a su ciudad será para nosotros precisamente Aquel que nos guiará a lo largo de los siglos y nos colocará en sus verdes praderas" (ib.).
* * * * *


68 Llamamiento en favor de la paz en Nigeria:

Otro episodio de cruel violencia se ha añadido a la trágica situación mundial de estos días: más de doscientos muertos y centenares de heridos, víctimas de los enfrentamientos entre musulmanes y cristianos en Nigeria. Quien haya causado estos actos injustificables responderá de ellos ante Dios.
Mientras expreso, también en nombre de todos vosotros, al obispo de Kano, mons. Patrick Francis Sheehan, y a los que lloran por la pérdida de sus seres queridos, nuestra cercanía espiritual, pido a Dios que ayude a todos a volver al camino de la fraternidad. Sólo así será posible responder al deseo de Dios, que quiere hacer de la humanidad una sola familia.

Saludos

Deseo saludar cordialmente a los fieles de lengua española, en particular a los feligreses de varias parroquias de España y a los devotos del santuario de San Cono, del Uruguay. Saludo también a los peregrinos argentinos de Mendoza, así como a los peregrinos mexicanos y de otros países latinoamericanos. Sepamos agradecer a Dios que nos libera de todo mal y nos guía siempre con su amor misericordioso. Muchas gracias.

(En eslovaco)
Durante los encuentros con el Papa soléis cantar "Bendice, Señor, al Santo Padre, Vicario de Cristo". Os agradezco las oraciones y los sacrificios con que apoyáis mi ministerio de Pastor de toda la Iglesia.

(En esloveno)
Con vuestro canto dais gloria a Dios en la sagrada liturgia e infundís alegría a vuestros compatriotas y amigos durante vuestros encuentros culturales y sociales. Que la peregrinación a las tumbas de los Apóstoles y mártires romanos enriquezca vuestra fe y vuestras relaciones fraternas.

(En italiano)
Por último, me dirijo a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, recordando que hoy se celebra la memoria litúrgica de san Ignacio de Antioquía, obispo, mártir en Roma al inicio del siglo II.

69 Pensando en su admirable ejemplo, os invito a vosotros, queridos jóvenes, a ser discípulos valientes de Cristo; os exhorto a vosotros, queridos enfermos, a afrontar los sufrimientos con espíritu de fe y esperanza cristiana; y os deseo a vosotros, queridos recién casados, que halléis siempre en la Eucaristía el amor divino que consagra vuestra unión.






Miércoles 24 de octubre de 2001


El pecado del hombre y el perdón de Dios

1. Hemos escuchado el Miserere, una de las oraciones más célebres del Salterio, el más intenso y repetido salmo penitencial, el canto del pecado y del perdón, la más profunda meditación sobre la culpa y la gracia. La Liturgia de las Horas nos lo hace repetir en las Laudes de cada viernes. Desde hace muchos siglos sube al cielo desde innumerables corazones de fieles judíos y cristianos como un suspiro de arrepentimiento y de esperanza dirigido a Dios misericordioso.

La tradición judía puso este salmo en labios de David, impulsado a la penitencia por las severas palabras del profeta Natán (cf. Ps 50,1-2 2S 11-12), que le reprochaba el adulterio cometido con Betsabé y el asesinato de su marido, Urías. Sin embargo, el Salmo se enriquece en los siglos sucesivos con la oración de otros muchos pecadores, que recuperan los temas del "corazón nuevo" y del "Espíritu" de Dios infundido en el hombre redimido, según la enseñanza de los profetas Jeremías y Ezequiel (cf. Ps 50,12 Jr 31,31-34 Ez 11,19 Ez 36,24-28).

2. Son dos los horizontes que traza el salmo 50. Está, ante todo, la región tenebrosa del pecado (cf. vv. 3-11), en donde está situado el hombre desde el inicio de su existencia: "Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre" (v. 7). Aunque esta declaración no se puede tomar como una formulación explícita de la doctrina del pecado original tal como ha sido delineada por la teología cristiana, no cabe duda de que corresponde bien a ella, pues expresa la dimensión profunda de la debilidad moral innata del hombre. El Salmo, en esta primera parte, aparece como un análisis del pecado, realizado ante Dios. Son tres los términos hebreos utilizados para definir esta triste realidad, que proviene de la libertad humana mal empleada.

3. El primer vocablo, hattá, significa literalmente "no dar en el blanco": el pecado es una aberración que nos lleva lejos de Dios -meta fundamental de nuestras relaciones- y, por consiguiente, también del prójimo.

El segundo término hebreo es 'awôn, que remite a la imagen de "torcer", "doblar". Por tanto, el pecado es una desviación tortuosa del camino recto. Es la inversión, la distorsión, la deformación del bien y del mal, en el sentido que le da Isaías: "¡Ay de los que llaman al mal bien, y al bien mal; que dan oscuridad por luz y luz por oscuridad!" (Is 5,20). Precisamente por este motivo, en la Biblia la conversión se indica como un "regreso" (en hebreo shûb) al camino recto, llevando a cabo un cambio de rumbo.

La tercera palabra con que el salmista habla del pecado es peshá.Expresa la rebelión del súbdito con respecto al soberano, y por tanto un claro reto dirigido a Dios y a su proyecto para la historia humana.

4. Sin embargo, si el hombre confiesa su pecado, la justicia salvífica de Dios está dispuesta a purificarlo radicalmente. Así se pasa a la segunda región espiritual del Salmo, es decir, la región luminosa de la gracia (cf. vv. 12-19). En efecto, a través de la confesión de las culpas se le abre al orante el horizonte de luz en el que Dios se mueve. El Señor no actúa sólo negativamente, eliminando el pecado, sino que vuelve a crear la humanidad pecadora a través de su Espíritu vivificante: infunde en el hombre un "corazón" nuevo y puro, es decir, una conciencia renovada, y le abre la posibilidad de una fe límpida y de un culto agradable a Dios.

Orígenes habla, al respecto, de una terapia divina, que el Señor realiza a través de su palabra y mediante la obra de curación de Cristo: "Como para el cuerpo Dios preparó los remedios de las hierbas terapéuticas sabiamente mezcladas, así también para el alma preparó medicinas con las palabras que infundió, esparciéndolas en las divinas Escrituras. (...) Dios dio también otra actividad médica, cuyo Médico principal es el Salvador, el cual dice de sí mismo: "No son los sanos los que tienen necesidad de médico, sino los enfermos". Él era el médico por excelencia, capaz de curar cualquier debilidad, cualquier enfermedad" (Homilías sobre los Salmos, Florencia 1991, pp. 247-249).

70 5. La riqueza del salmo 50 merecería una exégesis esmerada de todas sus partes.Es lo que haremos cuando volverá a aparecer en los diversos viernes de las Laudes. La mirada de conjunto, que ahora hemos dirigido a esta gran súplica bíblica, nos revela ya algunos componentes fundamentales de una espiritualidad que debe reflejarse en la existencia diaria de los fieles. Ante todo está un vivísimo sentido del pecado, percibido como una opción libre, marcada negativamente a nivel moral y teologal: "Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces" (v. 6).

Luego se aprecia en el Salmo un sentido igualmente vivo de la posibilidad de conversión: el pecador, sinceramente arrepentido (cf. v. 5), se presenta en toda su miseria y desnudez ante Dios, suplicándole que no lo aparte de su presencia (cf. v. 13).

Por último, en el Miserere, encontramos una arraigada convicción del perdón divino que "borra, lava y limpia" al pecador (cf. vv. 3-4) y llega incluso a transformarlo en una nueva criatura que tiene espíritu, lengua, labios y corazón transfigurados (cf. vv. 14-19). "Aunque nuestros pecados -afirmaba santa Faustina Kowalska- fueran negros como la noche, la misericordia divina es más fuerte que nuestra miseria. Hace falta una sola cosa: que el pecador entorne al menos un poco la puerta de su corazón... El resto lo hará Dios. Todo comienza en tu misericordia y en tu misericordia acaba". (M. Winowska, El icono del Amor misericordioso. El mensaje de sor Faustina, Roma 1981, p. 271).

Saludos

Saludo con afecto a todos los presentes de lengua española. En especial, a los alumnos del colegio "General Belgrano", de Tucumán (Argentina), y a los distintos grupos de peregrinos venidos de España. A todos os deseo que la meditación del salmo 50 os ayude a confiar siempre en la misericordia infinita de Dios.Muchas gracias por vuestra atención.

(En lituano)
En el Salmo que hoy hemos escuchado, el creyente confiesa a Dios su pecado. A la luz de la fe, no sólo comprendemos la debilidad humana general, sino también la gravedad de las decisiones libres, cuando el hombre elige el mal. Que hoy el Dios misericordioso afiance vuestro corazón en el bien y os bendiga a todos.

(En checo)
Amadísimos hermanos, que durante vuestra peregrinación a la tumba de san Pedro fortalezcan vuestra fe las palabras del Apóstol: "Creced en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (
2P 3,18). Testimoniadla en cualquier lugar a donde vayáis. De corazón os bendigo a vosotros y a vuestros seres queridos.

(En eslovaco)
Hermanos y hermanas, el domingo pasado celebramos la Jornada mundial de las misiones, que constituye una invitación a renovar nuestra cooperación activa con las obras misioneras de la Iglesia. Sed también vosotros misioneros de la buena nueva de Jesús, especialmente con vuestras oraciones y obras. Os bendigo de corazón.

(En croata)
71 Queridos hermanos y hermanas, los sacramentos instituidos por Cristo y por la Iglesia, que celebramos en la liturgia, afectan a las etapas y a los momentos principales de la vida del hombre, impregnándolos de la gracia divina. Manifiestan la constante presencia salvífica de Dios en la existencia humana y son la continuación de la obra de la Redención que Cristo realiza en la Iglesia, con ella y por ella.

(En italiano)
Hoy la liturgia nos recuerda al obispo san Antonio María Claret, que trabajó con gran empeño por la salvación de las almas. Que su glorioso testimonio evangélico os sostenga a vosotros, queridos jóvenes, en vuestro compromiso de fidelidad diaria a Cristo; os estimule a vosotros, queridos enfermos, a seguir siempre a Jesús en el camino de la prueba y del sufrimiento; y os ayude a vosotros, queridos recién casados, a hacer de vuestra familia el lugar del encuentro vivo con el amor de Dios y de los hermanos.






Miércoles 31 de octubre de 2001

La grandeza de Dios manifestada en la creación y en la historia

1. "Es verdad: tú eres un Dios escondido" (Is 45,15). Este versículo, que introduce el cántico propuesto en las Laudes del viernes de la primera semana del Salterio, está tomado de una meditación del Segundo Isaías sobre la grandeza de Dios manifestada en la creación y en la historia: un Dios que se revela, a pesar de permanecer escondido en la impenetrabilidad de su misterio. Es, por definición, el "Dios escondido". Ningún pensamiento lo puede capturar. El hombre sólo puede contemplar su presencia en el universo, casi siguiendo sus huellas y postrándose en adoración y alabanza.

El trasfondo histórico donde nace esta meditación es la sorprendente liberación que Dios realizó en favor de su pueblo, en el tiempo del exilio de Babilonia. ¿Quién habría pensado que los desterrados de Israel iban a volver a su patria? Al contemplar la potencia de Babilonia, no podían por menos de caer en la desesperación. Pero he aquí la gran nueva, la sorpresa de Dios, que vibra en las palabras del profeta: como en el tiempo del Éxodo, Dios intervendrá. Y si en aquella ocasión había doblegado con castigos tremendos la resistencia del faraón, ahora elige a un rey, Ciro de Persia, para derrotar la potencia de Babilonia y devolver a Israel la libertad.

2. "Tú eres un Dios escondido, el Dios de Israel, el Salvador" (Is 45,15). Con estas palabras, el profeta invita a reconocer que Dios actúa en la historia, aunque no aparezca en primer plano. Se podría decir que está "detrás del telón". Él es el "director" misterioso e invisible, que respeta la libertad de sus criaturas, pero al mismo tiempo mantiene en su mano los hilos de las vicisitudes del mundo. La certeza de la acción providencial de Dios es fuente de esperanza para el creyente, que sabe que puede contar con la presencia constante de Aquel "que modeló la tierra, la fabricó y la afianzó" (Is 45,18).

En efecto, el acto de la creación no es un episodio que se pierde en la noche de los tiempos, de forma que el mundo, después de ese inicio, deba considerarse abandonado a sí mismo. Dios da continuamente el ser a la creación salida de sus manos. Reconocerlo es también confesar su unicidad: "¿No soy yo, el Señor? No hay otro Dios fuera de mí" (Is 45,21). Dios es, por definición, el Único. Nada se le puede comparar. Todo está subordinado a él. De ahí se sigue también el rechazo de la idolatría, con respecto a la cual el profeta pronuncia palabras muy duras: "No discurren los que llevan su ídolo de madera y rezan a un dios que no puede salvar" (Is 45,20). ¿Cómo ponerse en adoración ante un producto del hombre?

3. A nuestra sensibilidad actual podría parecerle excesiva esta polémica, como si estuviera dirigida contra las imágenes consideradas en sí mismas, sin percibir que se les puede atribuir un valor simbólico, compatible con la adoración espiritual del único Dios. Ciertamente, aquí está en juego la sabia pedagogía divina que, a través de una rígida disciplina de exclusión de las imágenes, protegió históricamente a Israel de las contaminaciones politeístas. La Iglesia, en el segundo concilio de Nicea (año 787), partiendo del rostro de Dios manifestado en la encarnación de Cristo, reconoció la posibilidad de usar las imágenes sagradas, con tal de que se las tome en su valor esencialmente relacional.


Audiencias 2001 64