Audiencias 2001 72

72 Sin embargo, sigue siendo importante esa advertencia profética con respecto a todas las formas de idolatría, a menudo ocultas, más que en el uso impropio de las imágenes, en las actitudes con las que hombres y cosas se consideran como valores absolutos y sustituyen a Dios mismo.

4. Desde la perspectiva de la creación el himno nos lleva al terreno de la historia, donde Israel pudo experimentar muchas veces la potencia benéfica y misericordiosa de Dios, su fidelidad y su providencia. En particular, en la liberación del exilio se manifestó una vez más el amor de Dios por su pueblo, y eso aconteció de modo tan evidente y sorprendente que el profeta llama como testigos a los mismos "supervivientes de las naciones". Los invita a discutir, si pueden: "Reuníos, venid, acercaos juntos, supervivientes de las naciones" (
Is 45,20). La conclusión a la que llega el profeta es que la intervención del Dios de Israel es indiscutible.

Brota entonces una magnífica perspectiva universalista. Dios proclama: "Volveos hacia mí para salvaros, confines de la tierra, pues yo soy Dios y no hay otro" (Is 45,22). Así resulta claro que la predilección con que Dios eligió a Israel como su pueblo no es un acto de exclusión, sino más bien un acto de amor, del que está destinada a beneficiarse la humanidad entera.

Ya en el Antiguo Testamento, se perfila la concepción "sacramental" de la historia de la salvación, que ve en la elección especial de los hijos de Abraham y, luego, de los discípulos de Cristo en la Iglesia, no un privilegio que "cierra" y "excluye", sino el signo y el instrumento de un amor universal.

5. La invitación a la adoración y el ofrecimiento de la salvación se dirigen a todos los pueblos: "Ante mí se doblará toda rodilla, por mí jurará toda lengua" (Is 45,23). Leer estas palabras desde una perspectiva cristiana significa ir con el pensamiento a la revelación plena del Nuevo Testamento, que señala a Cristo como "el Nombre sobre todo nombre" (Ph 2,9), para que "al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos; y toda lengua proclame que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre" (Ph 2,10-11).

Nuestra alabanza de la mañana, a través de este cántico, se ensancha hasta las dimensiones del universo, y da voz también a los que aún no han tenido la gracia de conocer a Cristo. Es una alabanza que se hace "misionera", impulsándonos a caminar por todas las sendas, anunciando que Dios se manifestó en Jesús como el Salvador del mundo.

Saludos

Doy mi cordial bienvenida a todos los peregrinos venidos de España y de América Latina. Que la lectura y meditación de este cántico del profeta Isaías os aliente a ir por todos los caminos, anunciando que Dios se ha manifestado en Jesús como Salvador del mundo. ¡Que Dios os bendiga!

(En portugués)
Me encuentro con vosotros al final de este mes de octubre, que, como sabéis, es el mes de las misiones. Dios quiere la salvación de todos; por eso, las maravillas que ha hecho el Señor en favor de cada uno de vosotros, debéis proclamarlas a todos, apresurando la hora de la salvación de Dios en su vida. No tengáis miedo. Yo os bendigo como luz del mundo.

(En checo)
73 Mañana, en la solemnidad de Todos los Santos, nos alegraremos juntamente con nuestros seres queridos que nos han precedido en la eternidad. Ellos ya gozan de la plena felicidad con Dios. Que su poderosa intercesión nos acompañe también a nosotros en nuestra peregrinación hacia la gloria del cielo.

(A los peregrinos de Eslovenia)
Ojalá que la visita y la oración ante las tumbas de los Apóstoles y los mártires aumenten vuestra fe y os den nueva alegría y valor para vivir según el Evangelio.

(En croata)

La presencia de Cristo en la liturgia la convierte en el corazón de la Iglesia y centro de todas sus actividades, a través de las cuales anuncia las obras de Dios, promueve la caridad y da testimonio ante los hombres. En efecto, la liturgia representa la cumbre de toda la actividad de la Iglesia y la fuente de donde mana su vigor.

(En italiano)
Las inminentes celebraciones de la solemnidad de Todos los Santos y la Conmemoración de los fieles difuntos, estimulan a los creyentes a elevar su mirada al cielo, considerando las realidades últimas y definitivas que nos esperan.

Queridos jóvenes, buscad como primer objetivo la santidad de vida, para preparar un futuro colmado de bien.

Queridos enfermos, el ejemplo de virtudes de los santos y su intercesión os ayuden a afrontar con valentía las pruebas de la vida.

Queridos recién casados, el pensamiento de la patria celestial, a la que todos estamos llamados, oriente vuestra familia a la fidelidad a Cristo y a la plena y recíproca comunión de amor.





Noviembre de 2001


74

Miércoles 7 de noviembre de 2001

La alegría de los que entran en el templo

1. La tradición de Israel ha atribuido al himno de alabanza que se acaba de proclamar el título de "Salmo para la todáh", es decir, para la acción de gracias en el canto litúrgico, por lo cual se adapta bien para entonarlo en las Laudes de la mañana. En los pocos versículos de este himno gozoso pueden identificarse tres elementos tan significativos, que su uso por parte de la comunidad orante cristiana resulta espiritualmente provechoso.

2. Está, ante todo, la exhortación apremiante a la oración, descrita claramente en dimensión litúrgica. Basta enumerar los verbos en imperativo que marcan el ritmo del Salmo y a los que se unen indicaciones de orden cultual: "Aclamad..., servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. Sabed que el Señor es Dios... Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su nombre" (vv. 2-4). Se trata de una serie de invitaciones no sólo a entrar en el área sagrada del templo a través de puertas y atrios (cf. Ps 14,1 Ps 23,3 Ps 23,7-10), sino también a aclamar a Dios con alegría.

Es una especie de hilo constante de alabanza que no se rompe jamás, expresándose en una profesión continua de fe y amor. Es una alabanza que desde la tierra sube a Dios, pero que, al mismo tiempo, sostiene el ánimo del creyente.

3. Quisiera reservar una segunda y breve nota al comienzo mismo del canto, donde el salmista exhorta a toda la tierra a aclamar al Señor (cf. v. 1). Ciertamente, el Salmo fijará luego su atención en el pueblo elegido, pero el horizonte implicado en la alabanza es universal, como sucede a menudo en el Salterio, en particular en los así llamados "himnos al Señor, rey" (cf. Ps 95-98). El mundo y la historia no están a merced del destino, del caos o de una necesidad ciega. Por el contrario, están gobernados por un Dios misterioso, sí, pero a la vez deseoso de que la humanidad viva establemente según relaciones justas y auténticas: él "afianzó el orbe, y no se moverá; él gobierna a los pueblos rectamente. (...) Regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad" (Ps 95,10 Ps 95,13).

4. Por tanto, todos estamos en las manos de Dios, Señor y Rey, y todos lo celebramos, con la confianza de que no nos dejará caer de sus manos de Creador y Padre. Con esta luz se puede apreciar mejor el tercer elemento significativo del Salmo. En efecto, en el centro de la alabanza que el salmista pone en nuestros labios hay una especie de profesión de fe, expresada a través de una serie de atributos que definen la realidad íntima de Dios. Este credo esencial contiene las siguientes afirmaciones: el Señor es Dios, el Señor es nuestro creador, nosotros somos su pueblo, el Señor es bueno, su misericordia es eterna y su fidelidad no tiene fin (cf. vv. 3-5).

5. Tenemos, ante todo, una renovada confesión de fe en el único Dios, como exige el primer mandamiento del Decálogo: "Yo soy el Señor, tu Dios. (...) No habrá para ti otros dioses delante de mí" (Ex 20,2 Ex 20,3). Y como se repite a menudo en la Biblia: "Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón que el Señor es el único Dios allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro" (Dt 4,39). Se proclama después la fe en el Dios creador, fuente del ser y de la vida. Sigue la afirmación, expresada a través de la así llamada "fórmula del pacto", de la certeza que Israel tiene de la elección divina: "Somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño" (v. 3). Es una certeza que los fieles del nuevo pueblo de Dios hacen suya, con la conciencia de constituir el rebaño que el Pastor supremo de las almas conduce a las praderas eternas del cielo (cf. 1P 2,25).

6. Después de la proclamación de Dios uno, creador y fuente de la alianza, el retrato del Señor cantado por nuestro Salmo prosigue con la meditación de tres cualidades divinas exaltadas con frecuencia en el Salterio: la bondad, el amor misericordioso (hésed)y la fidelidad. Son las tres virtudes que caracterizan la alianza de Dios con su pueblo; expresan un vínculo que no se romperá jamás, dentro del flujo de las generaciones y a pesar del río fangoso de los pecados, las rebeliones y las infidelidades humanas. Con serena confianza en el amor divino, que no faltará jamás, el pueblo de Dios se encamina a lo largo de la historia con sus tentaciones y debilidades diarias.

Y esta confianza se transforma en canto, al que a veces las palabras ya no bastan, como observa san Agustín: "Cuanto más aumente la caridad, tanto más te darás cuenta de que decías y no decías. En efecto, antes de saborear ciertas cosas creías poder utilizar palabras para mostrar a Dios; al contrario, cuando has comenzado a sentir su gusto, te has dado cuenta de que no eres capaz de explicar adecuadamente lo que pruebas. Pero si te das cuenta de que no sabes expresar con palabras lo que experimentas, ¿acaso deberás por eso callarte y no alabar? (...) No, en absoluto. No serás tan ingrato. A él se deben el honor, el respeto y la mayor alabanza. (...) Escucha el Salmo: "Aclama al Señor, tierra entera". Comprenderás el júbilo de toda la tierra, si tú mismo aclamas al Señor" (Exposiciones sobre los Salmos III, 1, Roma 1993, p. 459).

Saludos

75 Deseo saludar cordialmente a los fieles de lengua española, en particular a los peregrinos de Aldeadávila de la Ribera, de España. Saludo también a la parroquia San Jorge y a la fundación "Verbum Dei" de México, así como a los visitantes de otros países latinoamericanos. Confiemos siempre en el amor misericordioso de Dios, que nunca nos abandona a pesar de nuestros pecados y debilidades de cada día. Muchas gracias.

(A los peregrinos de Croacia)
Queridos hermanos y hermanas, por medio de la liturgia la Iglesia permanece unida a la oración de Cristo, que, por la fuerza del Espíritu Santo, congrega a la humanidad en el eterno canto de gloria y alabanza al Padre. En efecto, la liturgia misma es la oración por excelencia que se eleva del corazón del hombre al Padre en Cristo por el Espíritu Santo.

(En italiano)
Saludo cordialmente a los participantes en el "Curso de formación permanente para misioneros", organizado por la Pontificia Universidad Salesiana. Queridos hermanos, deseo que estas jornadas de estudio y cualificada actualización sobre los temas relacionados con el compromiso misionero susciten en vosotros un renovado entusiasmo en el anuncio de Cristo a todos los pueblos.

Queridos jóvenes, proyectad vuestro futuro en plena fidelidad al Evangelio, y creced en sintonía con las enseñanzas y el ejemplo de Jesús. Vosotros, queridos enfermos, ofreced vuestro sufrimiento al Señor para que, gracias también a vuestra participación en sus padecimientos, pueda extender su acción salvífica en el mundo. Que en el camino que habéis emprendido, queridos recién casados, os guíe siempre una fe viva y renovada, para formar una comunidad de intenso fervor espiritual y de testimonio evangélico concreto.










Miércoles 14 de noviembre de 2001

Promesa de observar la ley de Dios

1. La liturgia de las Laudes nos propone el sábado de la primera semana una sola estrofa tomada del Salmo 118, una plegaria monumental de veintidós estrofas, tantas cuantas son las letras del alfabeto hebreo. Cada estrofa se caracteriza por una letra del alfabeto, con la que comienza cada uno de sus versos; el orden de las estrofas sigue el del alfabeto. Acabamos de proclamar la estrofa decimonovena, correspondiente a la letra qof.

Esta premisa, un poco exterior, nos permite comprender mejor el significado de este canto en honor de la Ley divina. Es semejante a una música oriental, cuyas modulaciones sonoras dan la impresión de que no terminan jamás y se elevan al cielo en una repetición que implica la mente y los sentidos, el espíritu y el cuerpo del orante.

2. En una secuencia que se articula del álef a la tau, es decir, de la primera a la última letra del alfabeto -de la A a la Z, diríamos nosotros con el alfabeto italiano-, el orante se derrama en la alabanza de la Ley de Dios, que adopta como lámpara para sus pasos en el camino a menudo oscuro de la vida (cf. v. 105).

76 Se dice que el gran filósofo y científico Blas Pascal recitaba diariamente este Salmo, que es el más largo de todos, mientras que el teólogo Dietrich Bonhoeffer, asesinado por los nazis en 1945, lo transformaba en plegaria viva y actual escribiendo: "Indudablemente el Salmo 118 es difícil por su extensión y monotonía, pero debemos seguir precisamente palabra tras palabra, frase tras frase, con mucha lentitud y paciencia. Descubriremos entonces que las aparentes repeticiones son en realidad aspectos nuevos de una misma y única realidad: el amor a la Palabra de Dios. Así como este amor no puede terminar jamás, así tampoco terminan las palabras que lo confiesan. Pueden acompañarnos durante toda nuestra vida, y en su sencillez se transforman en plegaria para el niño, el hombre y el anciano" (Rezar los Salmos con Cristo, Brescia 1978, p. 48).

3. Por tanto, el hecho de repetir, además de ayudar a la memoria en el canto coral, es un modo de estimular la adhesión interior y el abandono confiado en los brazos de Dios, invocado y amado. Entre las repeticiones del Salmo 118 queremos señalar una muy significativa. Cada uno de los 176 versos que componen esta alabanza a la Torah, es decir, a la Ley y a la Palabra divina, contiene al menos una de las ocho palabras con las que se define a la Torah misma: ley, palabra, testimonio, juicio, sentencia, decreto, precepto y orden. Se celebra así la Revelación divina, que es manifestación del misterio de Dios, pero también guía moral para la existencia del fiel.
De este modo, Dios y el hombre están unidos en un diálogo compuesto por palabras y obras, enseñanza y escucha, verdad y vida.

4. Examinemos ahora nuestra estrofa (cf. vv. 145-152), que se adapta bien al clima de las Laudes matutinas. En efecto, la escena que ocupa la parte central de estos ocho versículos es nocturna, pero está abierta al nuevo día. Después de una larga noche de espera y vigilia orante en el templo, cuando aparece en el horizonte la aurora e inicia la liturgia, el fiel está seguro de que el Señor escuchará a quien ha pasado la noche orando, esperando y meditando en la Palabra divina.
Confortado por esta certeza, ante la jornada que se abre ante él, ya no temerá los peligros. Sabe que no lo alcanzarán sus perseguidores, que lo asedian a traición (cf. v. 150), porque el Señor está junto a él.

5. La estrofa expresa una intensa súplica: "Te invoco de todo corazón: respóndeme, Señor, (...) me adelanto a la aurora pidiendo auxilio, esperando tus palabras" (vv. 145. 147). En el libro de las Lamentaciones se lee esta invitación: "¡En pie, lanza un grito en la noche, cuando comienza la ronda; como agua tu corazón derrama ante el rostro del Señor, alza tus manos hacia él!" (
Lm 2,19). San Ambrosio repetía: "¿No sabes, hombre, que cada día debes ofrecer a Dios las primicias de tu corazón y de tu voz? Apresúrate al alba, para llevar a la iglesia las primicias de tu piedad" (Exp. in Ps. CXVIII: PL 15, 1476 A).

Al mismo tiempo, nuestra estrofa es también la exaltación de una certeza: no estamos solos, porque Dios escucha e interviene. Lo dice el orante: "Tú, Señor, estás cerca" (v. 151). Lo reafirman otros Salmos: "Acércate a mí, rescátame, líbrame de mis enemigos" (Ps 68,19); "El Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos" (Ps 33,19).

Saludos

Saludo cordialmente a los peregrinos venidos de España y de Latinoamérica, especialmente al grupo de Calella. Invito a todos a rezar cada día, tanto personalmente como en vuestras familias y comunidades, para progresar en el camino de la santidad, a la que todos estamos llamados.
Muchas gracias.

(En holandés)
77 Deseo que vuestra peregrinación os ayude a seguir a Cristo en el humilde servicio diario, a fin de que seáis una luz para la Iglesia y el mundo.

(En eslovaco)
Amadísimos hermanos, durante el mes de noviembre la Iglesia nos invita a rezar por los difuntos. Su recuerdo nos impulsa a meditar sobre la eternidad, orientando nuestra vida hacia los valores que no perecen.

(En croata)
Queridos hermanos y hermanas, el centro de la liturgia de la Iglesia es la celebración eucarística. Es acción de gracias y de alabanza que Cristo y la Iglesia ofrecen al Padre; es memorial vivo y verdadero sacrificio que a través del sacramento actualiza el único sacrificio de Cristo en la cruz.

(A la Asociación profesional "Cocineros italianos")
Amadísimos hermanos, en vuestro trabajo sed mensajeros, no sólo de la alegría serena del convite, sino también del compartir fraterno y solidario.

(A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados)
Mañana celebramos la fiesta del obispo san Alberto Magno, que continuamente se esforzó por establecer la paz entre las poblaciones de su tiempo. Que su ejemplo os estimule a vosotros, queridos jóvenes, a ser promotores de justicia y artífices de reconciliación. Que sea para vosotros, queridos enfermos, un aliciente para confiar en el Señor, que nunca abandona en el momento de la prueba. Y os estimule a vosotros, queridos recién casados, a encontrar en el Evangelio la alegría de acoger y servir generosamente el inmenso don de Dios que es la vida.


Mi pensamiento se dirige, por último, a las queridas poblaciones de Argelia, recientemente afectadas por las inundaciones, que han provocado miles de víctimas y han dejado sin casa a muchas familias. A la vez que encomiendo a la bondad misericordiosa de Dios a los que trágicamente han fallecido, expreso mi cercanía espiritual a sus familiares y a todos los que sufren a causa de esta grave calamidad. Ojalá que no falten a estos hermanos, tan duramente probados, nuestra solidaridad y el apoyo concreto de la comunidad internacional.






Miércoles 21 de noviembre de 2001

78 : Himno de victoria
por el paso del mar Rojo

1. Este himno de victoria (cf.
Ex 15,1-18), propuesto en las Laudes del sábado de la primera semana, nos remite a un momento clave de la historia de la salvación: al acontecimiento del Éxodo, cuando Israel fue salvado por Dios en una situación humanamente desesperada. Los hechos son conocidos: después de la larga esclavitud en Egipto, ya en camino hacia la tierra prometida, los hebreos habían sido alcanzados por el ejército del faraón, y nada los habría salvado de la aniquilación si el Señor no hubiera intervenido con su mano poderosa. El himno describe con detalle la insolencia de los planes del enemigo armado: "perseguiré, alcanzaré, repartiré el botín..." (Ex 15,9).

Pero, ¿qué puede hacer incluso un gran ejército frente a la omnipotencia divina? Dios ordena al mar que abra un espacio para el pueblo agredido y que se cierre al paso de los agresores: "Sopló tu aliento y los cubrió el mar, se hundieron como plomo en las aguas formidables" (Ex 15,10).
Son imágenes fuertes, que quieren expresar la medida de la grandeza de Dios, mientras manifiestan el estupor de un pueblo que casi no cree a sus propios ojos, y entona al unísono un cántico conmovido: "Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré" (Ex 15,2).

2. El cántico no habla sólo de la liberación obtenida; indica también su finalidad positiva, la cual no es más que el ingreso en la morada de Dios, para vivir en comunión con él: "Guiaste con misericordia a tu pueblo rescatado; los llevaste con tu poder hasta tu santa morada" (Ex 15,3).
Así comprendido, este acontecimiento no sólo estuvo en la base de la alianza entre Dios y su pueblo, sino que se convirtió también en un "símbolo" de toda la historia de la salvación. Muchas otras veces Israel experimentará situaciones análogas, y el Éxodo se volverá a actualizar puntualmente. De modo especial aquel acontecimiento prefigura la gran liberación que Cristo realizará con su muerte y resurrección.

Por eso, nuestro himno resuena de un modo especial en la liturgia de la Vigilia pascual, para destacar con la intensidad de sus imágenes lo que se ha realizado en Cristo. En él hemos sido salvados, no de un opresor humano, sino de la esclavitud de Satanás y del pecado, que desde los orígenes pesa sobre el destino de la humanidad. Con él la humanidad vuelve a entrar en el camino, en el sendero que lleva a la casa del Padre.

3. Esta liberación, ya realizada en el misterio y presente en el bautismo como una semilla de vida destinada a crecer, llegará a su plenitud al final de los tiempos, cuando Cristo vuelva glorioso y "entregue el reino a Dios Padre" (1Co 15,24). Precisamente a este horizonte final, escatológico, la Liturgia de las Horas nos invita a mirar, introduciendo nuestro cántico con una cita del Apocalipsis: "Los que habían vencido a la bestia cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios" (Ap 15,2-3).

Al final de los tiempos se realizará plenamente para todos los salvados lo que el acontecimiento del Éxodo prefigura y la Pascua de Cristo ha llevado a cabo de modo definitivo, pero abierto al futuro. En efecto, nuestra salvación es real y profunda, pero está entre el "ya" y el "todavía no" de la condición terrena, como nos recuerda el apóstol san Pablo: "Porque nuestra salvación es en esperanza" (Rm 8,24).

4. "Cantaré al Señor, sublime es su vitoria" (Ex 15,1). Al poner en nuestros labios estas palabras del antiguo himno, la Liturgia de las Laudes nos invita a situar nuestra jornada en el gran horizonte de la historia de la salvación. Este es el modo cristiano de percibir el paso del tiempo. En los días que se acumulan unos tras otros no hay una fatalidad que nos oprime, sino un designio que se va desarrollando, y que nuestros ojos deben aprender a leer como en filigrana.

79 Los Padres de la Iglesia eran particularmente sensibles a esta perspectiva histórico-salvífica, pues solían leer los hechos más destacados del Antiguo Testamento -el diluvio del tiempo de Noé, la llamada de Abraham, la liberación del Éxodo, el regreso de los hebreos después del destierro de Babilonia, ...- como "prefiguraciones" de eventos futuros, reconociendo que esos hechos tenían un valor de "arquetipos": en ellos se anunciaban las características fundamentales que se repetirían, de algún modo, a lo largo de todo el decurso de la historia humana.

5. Por lo demás, ya los profetas habían releído los acontecimientos de la historia de la salvación, mostrando su sentido siempre actual y señalando la realización plena en el futuro. Así, meditando en el misterio de la alianza sellada por Dios con Israel, llegan a hablar de una "nueva alianza" (
Jr 31,31 cf. Ez 36,26-27), en la que la ley de Dios sería escrita en el corazón mismo del hombre.
No es difícil ver en esta profecía la nueva alianza sellada con la sangre de Cristo y realizada por el don del Espíritu. Al rezar este himno de victoria del antiguo Éxodo a la luz del Éxodo pascual, los fieles pueden vivir la alegría de sentirse Iglesia peregrina en el tiempo, hacia la Jerusalén celestial.

6. Así pues, se trata de contemplar con estupor siempre nuevo todo lo que Dios ha dispuesto para su pueblo: "Lo introduces y lo plantas en el monte de tu heredad, lugar del que hiciste tu trono, Señor; santuario, Señor, que fundaron tus manos" (Ex 15,17). El himno de victoria no expresa el triunfo del hombre, sino el triunfo de Dios. No es un canto de guerra, sino un canto de amor.

Haciendo que nuestras jornadas estén impregnadas de este sentimiento de alabanza de los antiguos hebreos, caminamos por las sendas del mundo, llenas de insidias, peligros y sufrimientos, con la certeza de que nos envuelve la mirada misericordiosa de Dios: nada puede resistir al poder de su amor.

Saludos
Doy mi cordial bienvenida a todos los peregrinos venidos de España y de Latinoamérica, de México. Que la lectura y meditación de este cántico os aliente a vivir cada una de vuestras jornadas en la perspectiva de la historia de la salvación.

(En croata)
La Eucaristía es el memorial que Cristo nos ha mandado celebrar, convite pascual, sacrificio único de la nueva y eterna alianza. En ella se realiza la obra de nuestra redención y se derraman abundantemente sus frutos, tanto para los vivos como para los difuntos.

(A los "Sacerdotes misioneros de la Realeza de Cristo")
Os deseo que encontréis en la oración nuevo impulso apostólico, para que vuestro testimonio de Cristo y de su Evangelio sea cada vez más eficaz.

80 (A la asociación "Mi Dios canta joven")
Ojalá que vuestras canciones sean el eco del mandamiento de Cristo: Amaos como yo os he amado.

(En italiano)
Hoy, memoria litúrgica de la Presentación de la Santísima Virgen María en el templo, se celebra la Jornada en favor de las monjas de clausura. A las religiosas llamadas por el Señor a la vida contemplativa deseo asegurar mi especial cercanía y la de toda la comunidad eclesial. Al mismo tiempo, renuevo la invitación a todos los cristianos a que proporcionen a los monasterios de clausura el necesario apoyo espiritual y material. En efecto, debemos mucho a estas personas que se consagran totalmente a orar sin cesar por la Iglesia y el mundo. A todas estas queridas religiosas envío de corazón una especial bendición apostólica.

(A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados)
El próximo domingo, último del tiempo ordinario, celebraremos la solemnidad de Cristo, Rey del universo. Queridos jóvenes, que Jesús sea el centro de vuestra vida, así recibiréis de él luz y valentía en vuestras opciones de cada día. Cristo, que ha hecho de la cruz un trono real, os enseñe, queridos enfermos, a comprender el valor redentor del sufrimiento vivido en unión con él. A vosotros, queridos recién casados, os deseo que reconozcáis la presencia del Señor en vuestro camino matrimonial, de forma que participéis en la construcción de su reino de amor y de paz.
* * *


Me entristece profundamente la reciente noticia del brutal asesinato de cuatro periodistas, en Afganistán. Expreso mi condolencia a los familiares y a cuantos se han visto afectados por este dramático acontecimiento. Encomendemos a la misericordia del Señor las almas de estos difuntos, y por ellos, así como por todas las demás víctimas de la violencia, recemos ahora cantando juntos el padrenuestro.






Miércoles 28 de noviembre de 2001

: Invitación a alabar a Dios por su amor

1. Este es el salmo más breve. En el original hebreo está compuesto sólo por diecisiete palabras, nueve de las cuales son las particularmente importantes. Se trata de una pequeña doxología, es decir, un canto esencial de alabanza, que idealmente podría servir de conclusión de oraciones más amplias, como himnos. Así ha sucedido a veces en la liturgia, como acontece con nuestro "Gloria al Padre", con el que suele concluirse el rezo de todos los salmos.

81 Verdaderamente, estas pocas palabras de oración son significativas y profundas para exaltar la alianza entre el Señor y su pueblo, dentro de una perspectiva universal. A esta luz, el apóstol san Pablo utiliza el primer versículo del salmo para invitar a todos los pueblos del mundo a glorificar a Dios. En efecto, escribe a los cristianos de Roma: "Los gentiles glorifican a Dios por su misericordia, como dice la Escritura: (...) Alabad al Señor todas las naciones; aclamadlo, todos los pueblos" (Rm 15,9 Rm 15,11).

2. Así pues, el breve himno que estamos meditando comienza, como acontece a menudo en este tipo de salmos, con una invitación a la alabanza, que no sólo se dirige a Israel, sino a todos los pueblos de la tierra. Un Aleluya debe brotar de los corazones de todos los justos que buscan y aman a Dios con corazón sincero. Una vez más el Salterio refleja una visión de gran alcance, alimentada probablemente por la experiencia vivida por Israel durante el exilio en Babilonia, en el siglo VI a.C.: el pueblo hebreo se encontró entonces con otras naciones y culturas y sintió la necesidad de anunciar su fe a los pueblos entre los cuales vivía. En el Salterio se aprecia la convicción de que el bien florece en muchos terrenos y, en cierta manera, puede ser orientado y dirigido hacia el único Señor y Creador.

Por eso, podríamos hablar de un ecumenismo de la oración, que estrecha en un único abrazo a pueblos diferentes por su origen, historia y cultura. Estamos en la línea de la gran "visión" de Isaías, que describe "al final de los tiempos" cómo confluyen todas las naciones hacia "el monte del templo del Señor". Entonces caerán de las manos las espadas y las lanzas; más aún, con ellas se forjarán arados y podaderas, para que la humanidad viva en paz, cantando su alabanza al único Señor de todos, escuchando su palabra y cumpliendo su ley (cf. Is 2,1-5).

3. Israel, el pueblo de la elección, tiene en este horizonte universal una misión particular. Debe proclamar dos grandes virtudes divinas, que ha experimentado viviendo la alianza con el Señor (cf. v. 2). Estas dos virtudes, que son como los rasgos fundamentales del rostro divino, el "buen binomio" de Dios, como decía san Gregorio de Nisa (cf. Sobre los títulos de los salmos, Roma 1994, p. 183), se expresan con otros tantos vocablos hebreos que, en las traducciones, no logran brillar con toda su riqueza de significado.

El primero es hésed, un término que el Salterio usa con mucha frecuencia y sobre el que ya he tratado en otra ocasión. Quiere indicar la trama de los sentimientos profundos que marcan las relaciones entre dos personas, unidas por un vínculo auténtico y constante. Por eso, entraña valores como el amor, la fidelidad, la misericordia, la bondad y la ternura. Así pues, entre nosotros y Dios existe una relación que no es fría, como la que se entabla entre un emperador y su súbdito, sino cordial, como la que se desarrolla entre dos amigos, entre dos esposos o entre padres e hijos.

4. El segundo vocablo, 'emét, es casi sinónimo del primero. También se trata de un término frecuente en el Salterio, que lo repite casi la mitad de todas las veces en que se encuentra en el resto del Antiguo Testamento.

Este término, de por sí, expresa la "verdad", es decir, la genuinidad de una relación, su autenticidad y lealtad, que se conserva a pesar de los obstáculos y las pruebas; es la fidelidad pura y gozosa que no se resquebraja. Por eso el salmista declara que "dura por siempre" (v. 2). El amor fiel de Dios no fallará jamás y no nos abandonará a nosotros mismos o a la oscuridad de la falta de sentido, de un destino ciego, del vacío y de la muerte.

Dios nos ama con un amor incondicional, que no conoce el cansancio, que no se apaga nunca. Este es el mensaje de nuestro salmo, casi tan breve como una jaculatoria, pero intenso como un gran cántico.

5. Las palabras que nos sugiere son como un eco del cántico que resuena en la Jerusalén celestial, donde una inmensa multitud, de toda lengua, pueblo y nación, canta la gloria divina ante el trono de Dios y del Cordero (cf. Ap 7,9). A este cántico la Iglesia peregrinante se une con infinitas expresiones de alabanza, moduladas frecuentemente por el genio poético y por el arte musical.

Pensamos, por poner un ejemplo, en el Te Deum, que han utilizado generaciones de cristianos a lo largo de los siglos para alabar y dar gracias a Dios: "Te Deum laudamus, te Dominum confitemur, te aeternum Patrem omnis terra veneratur". Por su parte, el pequeño salmo que hoy estamos meditando constituye una síntesis eficaz de la perenne liturgia de alabanza con que la Iglesia se hace portavoz del mundo, uniéndose a la alabanza perfecta que Cristo mismo dirige al Padre.

Así pues, alabemos al Señor. Alabémoslo sin cesar. Pero nuestra alabanza se ha de expresar con la vida, antes que con las palabras. En efecto, seríamos poco creíbles si con nuestro salmo invitáramos a las naciones a dar gloria al Señor y no tomáramos en serio la advertencia de Jesús: "Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt 5,16). Cantando el salmo 116, como todos los salmos que ensalzan al Señor, la Iglesia, pueblo de Dios, se esfuerza por llegar a ser ella misma un cántico de alabanza.

Saludos

82 Deseo saludar con afecto a los visitantes de lengua española, en particular a los oficiales y alumnos de la Escuela de investigaciones policiales de Chile, a la Asociación mundial de ecuatorianos residentes en el exterior y a los peregrinos de otros países latinoamericanos. Que nuestra alabanza al Señor se exprese con la propia vida más que con las palabras. Muchas gracias.

(En croata)
Queridos hermanos y hermanas, la Eucaristía es fuente y cumbre de la vida cristiana, y a ella nos llevan los demás sacramentos. En ella recibimos la prenda de la gloria futura y ya ahora somos incluidos entre los invitados al banquete del reino de los cielos. Saludo cordialmente a los peregrinos de la archidiócesis de Zagreb y les imparto la bendición apostólica.

(A los profesores y alumnos del seminario de Rávena y a las Religiosas Misioneras de San Carlos Borromeo)
Amadísimos hermanos y hermanas, os deseo que vuestra visita a los sagrados lugares fortalezca vuestra adhesión a Cristo y aumente la caridad en vuestras familias y en vuestras comunidades. Os acompaño con un recuerdo particular en la oración, para que el Señor os colme de abundantes dones espirituales.

(A un grupo de médicos de Roma y de la región del Lacio)
Aprecio vuestro trabajo profesional y os animo a defender sin componendas la vida y la dignidad de la persona, respetando siempre la ley moral. El verdadero humanismo no puede admitir nunca métodos y experimentos que constituyen amenazas programadas de manera científica y sistemática contra la vida.

(A los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados):
La figura del apóstol san Andrés, cuya fiesta se celebrará en los próximos días, sea para vosotros, queridos jóvenes, un modelo de seguimiento y testimonio cristiano. San Andrés interceda por vosotros, queridos enfermos, para que el consuelo divino prometido por Jesús a los afligidos colme vuestro corazón y fortifique vuestra fe. Vosotros, queridos recién casados, esforzaos por corresponder fielmente al proyecto de amor del que Cristo os ha hecho partícipes con el sacramento del matrimonio.






Audiencias 2001 72