Discursos 2001 285


DISCURSO DEL PAPA JUAN PABLO II

A LOS MIEMBROS DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL

DEL NICARAGUA EN VISITA "AD LIMINA"


Viernes 21 de septiembre de 2001



Amadísimos Hermanos en el Episcopado:

1. En este encuentro conclusivo de vuestra visita ad limina Apostolorum siento el gozo de compartir con vosotros la misma fe en Jesucristo resucitado, que acompaña nuestro caminar y que está vivo y presente en las comunidades confiadas a vuestro cuidado pastoral. A las Iglesias diocesanas, que presidís con tanta dedicación y generosidad, dirijo también mi afectuoso saludo.

Deseo expresar mi gratitud al Señor Cardenal Miguel Obando Bravo, Arzobispo de Managua y Presidente de la Conferencia Episcopal, por las amables palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Al mismo tiempo, me uno a vuestras preocupaciones y anhelos, rogando a Dios, rico en misericordia, que esta visita a Roma sea fuente de bendiciones para todos los sacerdotes, religiosos, religiosas y agentes pastorales que colaboran abnegadamente con vosotros en el trabajo apostólico en medio del querido pueblo nicaragüense.

La reunión de hoy me hace recordar la segunda visita pastoral a Nicaragua en febrero de 1996, tan deseada por mí, al viajar a vuestra patria como apóstol del Evangelio y peregrino de esperanza. Fue la ocasión para un nuevo encuentro, más auténtico y libre, de los católicos nicaragüenses con el Papa.

286 2. Me complace conocer la proyección pastoral que se ha dado a los Sínodos diocesanos de Managua y de Estelí, y saber, además, que las otras diócesis se están preparando para iniciativas similares. La celebración de estas asambleas ayuda a cada Iglesia particular a tomar conciencia de que se encuentra en perenne estado de misión y ha de impulsar la nueva evangelización, incrementando de la formación cristiana de todos sus miembros y atendiendo también a la promoción humana. En efecto, emprender una catequesis renovada e incisiva que ilumine la fe profesada, así como fomentar una liturgia más participada que ayude a vivirla y celebrarla de todo corazón, son retos ineludibles para que todos los creyentes caminen hacia la santidad y para acercar al Evangelio a aquéllos que se han alejado o se muestran indiferentes ante su mensaje de salvación.

La Iglesia se siente interpelada continuamente por el mandato de Jesús para anunciar el Evangelio a toda criatura (cf. Mc
Mc 16,15), lo cual debe comprometer a las fuerzas vivas de cada Iglesia particular para que el anuncio llegue a todos los ámbitos de la vida humana. Para ello, el mensaje debe ser claro y preciso: el anuncio explícito y profético del Señor resucitado, realizado con la "parresía" apostólica (cf. Hch Ac 5,28-29 Redemptoris missio RMi 45), de suerte que la palabra de vida se convierta en una adhesión personal a Jesús, Salvador del hombre y del mundo. En efecto, "urge recuperar y presentar una vez más el verdadero rostro de la fe cristiana, que no es simplemente un conjunto de proposiciones que se han de acoger y ratificar con la mente, sino un conocimiento de Cristo vivido personalmente, una memoria viva de sus mandamientos, una verdad que ha de hacerse vida" (Veritatis splendor VS 88).

3. Vuestro ministerio pastoral ha de tener como objetivo primordial procurar que la verdad sobre Cristo y la verdad sobre el hombre penetren aún más profundamente en todos los estratos de la sociedad nicaragüense y la transformen, pues "no hay evangelización verdadera, mientras no se anuncia el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios" (Evangelii nuntiandi EN 22). Sólo así podrá llevarse a cabo una evangelización "en profundidad y hasta sus mismas raíces" (ibíd., 20).

Esta labor, no exenta de dificultades, se desarrolla en medio de un pueblo de corazón noble, de espíritu abierto y acogedor de la Buena Nueva de las bienaventuranzas. Es cierto que en Nicaragua se dejan sentir también los síntomas de un proceso de secularización en el que, para muchos, Dios ya no representa el origen y la meta, ni el sentido último de la vida. Pero, en el fondo, este pueblo, como sabéis muy bien, tiene un alma profundamente cristiana. Prueba de ello son las comunidades eclesiales vivas y operantes, donde tantas personas, familias y grupos, a pesar de la escasez de sacerdotes, se esfuerzan por vivir y dar testimonio de su fe. En este sentido es digna de mencionar la labor incansable de los Delegados de la Palabra y de los Catequistas, los cuales han mantenido viva la fe del pueblo. Es necesario acompañarlos y ofrecerles una formación teológica y pastoral permanente. Esta prometedora realidad hace esperar que surjan nuevos apóstoles que respondan "con generosidad y santidad a las solicitaciones y desafíos de nuestro tiempo" (Redemptoris missio RMi 92).

4. La nueva evangelización, con sus nuevos métodos y nuevas expresiones, tiene en la familia un objetivo primordial. En las Conclusiones de la Conferencia de Santo Domingo se afirmaba que "la Iglesia anuncia con alegría y convicción la buena nueva sobre la familia en la cual se fragua el futuro de la humanidad" (n. 210). La familia es la "iglesia doméstica", sobre todo cuando es fruto de las comunidades cristianas vivas, que hacen surgir jóvenes con verdadera vocación al sacramento del matrimonio. Las familias no están solas ante los grandes desafíos que deben afrontar; la comunidad eclesial les da apoyo, las anima en la fe y salvaguarda su perseverancia en un proyecto cristiano de vida sujeto frecuentemente a tantas vicisitudes y peligros.

La Iglesia facilita así que la familia sea un ámbito donde la persona nace, crece y se educa para la vida, y donde los padres, amando con ternura a sus hijos, los van preparando para unas sanas relaciones interpersonales que encarnen los valores morales y humanos en medio de una sociedad tan marcada por el hedonismo y la indiferencia religiosa.

Al mismo tiempo, la Comunidad eclesial, en colaboración con las instancias públicas de la Nación, velará por preservar la estabilidad de la familia y favorecer su progreso espiritual y material, lo cual redundará en una mejor formación de los hijos para la sociedad. Por ello, es de desear que las Autoridades de vuestro amado País cumplan cada vez más adecuadamente con sus apremiantes obligaciones en favor de las familias. Así lo puse de relieve en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, de 1994: "La familia tiene derecho a todo el apoyo del Estado para realizar plenamente su peculiar misión" (n. 5).

No ignoro las dificultades que la institución familiar encuentra también en Nicaragua, especialmente respecto al drama del divorcio y del aborto, así como a la existencia de uniones no acordes con el designio del Creador sobre el matrimonio. Esta realidad es un desafío que ha de estimular el celo apostólico de los Pastores y de cuantos colaboran con ellos en este campo.

5. Una de vuestras principales preocupaciones son las vocaciones sacerdotales, ya que el número de presbíteros es insuficiente para las necesidades de cada diócesis. Como señalé en la apertura de la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, "condición indispensable para la Nueva Evangelización es poder contar con evangelizadores numerosos y cualificados. Por ello, la promoción de las vocaciones sacerdotales y religiosas... ha de ser una prioridad de los Obispos y un compromiso de todo el Pueblo de Dios" (Discurso inaugural, Santo Domingo, 12-X-1992, n. 26).

Pido fervientemente al Dueño de la mies que a vuestros seminarios, que han de ser como el corazón de las diócesis (cf. Optatam totius OT 5), acudan numerosos candidatos al sacerdocio que puedan un día servir a sus hermanos como "ministros de Cristo y dispensadores de los misterios de Dios" (1Co 4,1). Además de proporcionarles una formación integral, se requiere un profundo discernimiento sobre la idoneidad humana y cristiana de los seminaristas, para asegurar, del mejor modo posible, el digno desempeño de su futuro ministerio. Permitidme que, por vuestro medio, les envíe un afectuoso saludo. Decidles que el Papa espera mucho de ellos, confiando en su generosidad y fidelidad al llamado del Señor.

La escasez de personas comprometidas en el apostolado obliga a reforzar aún más los lazos de caridad entre el Obispo y sus sacerdotes, pues "la fisonomía del presbiterio es la de una verdadera familia" (Pastores dabo vobis PDV 74). Se ha de hacer, pues, todo lo posible por organizar el presbiterio como "fraternidad sacramental" (Presbyterorum Ordinis PO 8), que refleje la vida de los Apóstoles con Jesús, tanto en el seguimiento evangélico como en la misión. Si los jóvenes ven que los presbíteros, en torno a su Obispo, viven una verdadera espiritualidad de comunión, dando testimonio de unión y caridad entre sí, de generosidad evangélica y disponibilidad misionera, sentirán mayor atracción por la vocación sacerdotal. Por eso, es de suma importancia que el Obispo preste singular atención a sus principales colaboradores, especialmente los sacerdotes, siendo ecuánime en el trato con ellos, cercano a sus necesidades personales y pastorales, paternal en sus dificultades y animador constante de su actividades y desvelos.

287 6. En vuestro ministerio episcopal muchos de estos retos pastorales están estrechamente relacionados con la evangelización de la cultura. Es importante favorecer un ambiente cultural propicio, que posibilite la promoción de los valores humanos y evangélicos en toda su integridad. Para ello hay que "transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación" (Evangelii nuntiandi EN 19).

El ámbito de la cultura es uno de los "areópagos modernos", en los que ha de hacerse presente el Evangelio con toda su fuerza (cf. Redemptoris missio RMi 37), y para ello no puede prescindirse de los medios de comunicación social. La radio, las producciones televisivas, los videos y las redes informáticas pueden ser de gran utilidad para una amplia difusión de los valores del Evangelio.

Por lo que se refiere a las escuelas y a la Universidad Católica, es necesario que estas instituciones mantengan bien definida su propia identidad, pues de ello depende, en gran medida, que la cultura de vuestra Nación esté vivificada por los valores evangélicos. A este propósito, es de desear que las instituciones de inspiración cristiana promuevan realmente la civilización del amor, sean factores de reconciliación y fomenten la solidaridad y el desarrollo, manifestando abiertamente la primacía de la belleza, del bien y de la verdad.

7. Esta tarea atañe especialmente a los laicos, ya que es propio de su misión "la instauración del orden temporal, y que actúen en él de una manera directa y concreta, guiados por la luz del Evangelio y el pensamiento de la Iglesia, y movidos por el amor cristiano" (Apostolicam actuositatem AA 7). Por ello, es necesario proporcionarles una formación religiosa adecuada, que les capacite para afrontar los numerosos retos de la sociedad actual. A ellos corresponde promover los valores humanos y cristianos que iluminen la realidad política, económica y cultural del País, con el fin de instaurar un orden social más justo y equitativo, según la Doctrina

Social de la Iglesia. Al mismo tiempo, en coherencia con las normas éticas y morales, han de dar ejemplo de honestidad y de transparencia en la gestión de sus actividades públicas, frente a la solapada y difundida lacra de la corrupción, que a veces alcanza las áreas del poder político y económico, además de otros ámbitos públicos y sociales.

Los laicos, individualmente o legítimamente asociados, han de ser fermento en medio de la sociedad, actuando en la vida pública para iluminar con los valores del Evangelio los diversos ámbitos donde se fragua la identidad de un pueblo. Desde sus actividades diarias, han de "testificar cómo la fe cristiana... constituye la única respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas que la vida plantea a cada hombre y a cada sociedad" (Christifideles laici CL 34). Su condición de ciudadanos, seguidores de Cristo, no ha de conducirlos a llevar como "dos vidas paralelas: por una parte, la denominada vida «espiritual», con sus valores y exigencias; y por otra, la denominada vida «secular», es decir, la vida de la familia, del trabajo, de las relaciones sociales, del compromiso político y de la cultura" (ibíd., 59). Al contrario, han de esforzarse para que la coherencia entre su vida y su fe sea un elocuente testimonio de la verdad del mensaje cristiano.

Esto adquiere ahora una particular atención ante las próximas elecciones generales en vuestro País. A este respecto, como Pastores de vuestras Comunidades eclesiales, habéis publicado la Exhortación "Para la Libertad nos liberó Cristo Jesús" (Ga 5,1), en la cual invitáis a toda la población a ejercer sin ambages el derecho y el deber del voto, pensando en el bien de la Nación. Asimismo, les orientáis con gran acierto a elegir unas opciones democráticas que garanticen "la concepción cristiana del hombre y de la sociedad", la cual "pasa ineludiblemente por los derechos fundamentales de la persona" en todos sus aspectos (n. 8), frente a cualquier forma de "totalitarismo visible o encubierto" (n. 15). Espero vivamente que la mencionada consulta popular se desarrolle en el respeto recíproco, con orden y tranquilidad, según los principios éticos de sana convivencia ciudadana.

8. Junto con vosotros, quiero encomendar todas estas propuestas y anhelos a la Purísima Concepción, advocación con la que honráis a vuestra Madre y Patrona de la Nación, para que siga acompañando vuestra labor pastoral. Bajo su intercesión confío mis plegarias, a la vez que os imparto mi Bendición Apostólica, que extiendo de corazón a vuestras Iglesias particulares, a sus sacerdotes, comunidades religiosas y personas consagradas, así como a los fieles católicos de Nicaragua.

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

A LOS RECTORES DE UNIVERSIDADES

Y CENTROS DE INVESTIGACIÓN FRANCISCANOS




Amadísimos hermanos:

1. Con alegría os dirijo mi saludo con ocasión del primer congreso internacional de rectores de universidades y directores de centros de investigación franciscanos, organizado por la Secretaría general para la formación y los estudios de vuestra familia religiosa. Saludo, en primer lugar, a fray Giacomo Bini, ministro general de la Orden, y a los responsables de las diversas instituciones académicas presentes. Extiendo mi afectuoso saludo también a toda la Orden de Frailes Menores.

Al encontrarme con vosotros, me viene a la memoria la fe sencilla y profunda de san Francisco, que lo impulsó a prometer "obediencia y acatamiento al señor Papa Honorio y a sus Sucesores canónicamente elegidos y a la Iglesia romana" (san Francisco, Regla bulada I, 3), lo mismo que a los "sacerdotes pobres de este mundo, en las parroquias donde viven" (san Francisco, Testamento, 9).

288 Cuando el mismo Altísimo le reveló que debía vivir según el modelo del santo Evangelio (cf. ib., 17), sintió la necesidad de visitar al Sucesor de Pedro, para que lo confirmara en su decisión. También vosotros, que queréis profundizar y actualizar vuestro patrimonio cultural, filosófico y teológico, deseáis recibir hoy una palabra de aliento de aquel a quien la divina Providencia ha puesto al frente de la Iglesia de Cristo.

De buen grado reafirmo cuanto dije con ocasión del capítulo general de vuestra Orden en 1991, atrayendo de modo especial vuestra atención hacia la formación intelectual, en la que es preciso ver una exigencia fundamental de la evangelización. La antigua máxima "fides quaerens intellectum, intellectus quaerens fidem" es siempre actual. Una fe auténtica busca la inteligencia de los misterios, así como un sano ejercicio de la inteligencia aprovecha ampliamente la luz de la fe. En efecto, sólo una fe inteligente, consciente de sí misma y de sus razones, puede fundar adecuadamente la opción de vivir según el Evangelio. Solamente un estudio iluminado por la fe, deseoso de conocer cada vez más a fondo a Dios, puede llevar al encuentro con Cristo, dar solidez a la vocación y preparar para la misión. Por tanto, el estudio, como afirma la Ratio studiorum, es "fundamental en la vida y en la formación, tanto permanente como inicial, de todo fraile menor" (n. 3).

2. Ya desde los primeros tiempos de vuestra historia, la fe que busca amorosamente la inteligencia de los misterios divinos ha ocupado la mente y la vida de eminentes teólogos, como san Buenaventura y el beato Juan Duns Scoto, mientras que grandes predicadores populares, como san Antonio de Padua y san Bernardino de Siena, se alimentaron constantemente de las fuentes de la teología, ciencia eclesial por excelencia.

Por lo demás, el mismo san Francisco, aunque por humildad aceptó que lo calificaran como "simple e idiota" (cf. Sobre la verdadera y perfecta alegría), en sus Alabanzas de las virtudes se expresa así: "Oh reina sabiduría, el Señor te salve con tu hermana, la pura y santa sencillez" (n. 1). Y, a petición de fray Antonio de Padua, no duda en responder: "Me agrada que enseñes la sagrada teología a los frailes, con tal de que en esta ocupación no extingas el espíritu de la santa oración y devoción, como está escrito en la Regla" (Carta a fray Antonio, 2).

La "pura y santa sencillez", amada y cantada por san Francisco, no pertenece a quien rechaza o se desinteresa de la "verdadera Sabiduría del Padre", que es el Verbo encarnado (cf. san Francisco, Carta a todos los fieles, X), sino a quien investiga con corazón orante los senderos de la sabiduría revelada y se esfuerza por traducirla en la vida, rechazando la sabiduría del mundo, que "quiere y procura hablar mucho, pero hace poco" (san Francisco, Regla no bulada XVII, 11-12).

3. El estudio de la teología y de las otras disciplinas, como afirma vuestra reciente Ratio studiorum, constituye "el itinerario y camino para ser iluminados por Dios en la mente y el corazón, y poder ser así testigos, heraldos y servidores de la Verdad y del Bien" (n. 13).

La reciente erección en Facultad de ciencias bíblicas y de arqueología de vuestro Estudio bíblico de Jerusalén, ¿no representa una significativa invitación a renovar con san Francisco el compromiso de observar y después comunicar a todos "las fragantes palabras del Señor Jesucristo", que son "espíritu y vida"? (san Francisco, Carta a todos los fieles, XI).

Como lema epigráfico de vuestro congreso habéis elegido: Francisco, ve y repara mi casa. Sólo de la escucha de la Palabra convertida realmente en vida brotan la alabanza agradecida a Dios y el testimonio evangélico concreto, a los cuales los creyentes deben tender diariamente. En el gran depósito de la teología y de la sabiduría franciscana también se pueden hallar respuestas adecuadas a los dramáticos interrogantes de la humanidad, en este inicio del tercer milenio cristiano.

Francisco alaba una creación divina y fraterna, donde todas las criaturas hermanas "cantan la gloria de Dios" y se sirven recíprocamente, siguiendo un designio que el hombre está llamado a descubrir, respetar y promover, venciendo la tentación antigua de "ser como Dios". También proclama el valor de la pobreza en un mundo donde el pecado de la codicia humana sigue excluyendo a los pobres de la mesa preparada por "nuestra hermana madre tierra" para todos los hijos de Dios.
Recuerda que el Verbo del Padre "quiso elegir, juntamente con la Madre santísima, la pobreza" (Carta a todos los fieles, I), y, viviendo pobremente de la ayuda de los demás, nos ha enseñado que "la limosna es la herencia y el justo derecho debido a los pobres; nos lo adquirió nuestro Señor Jesucristo" (Regla no bulada, IX, 10). Los pobres tienen derecho a participar en la mesa que "el gran Limosnero" quiere que se abra "a todos, dignos e indignos" (cf. Celano, Vida segunda, 77).

4. Queridos Frailes Menores, ojalá que este importante congreso sea para vosotros una ocasión propicia para recordar el pasado y mirar con clarividencia al futuro. Sacad del gran patrimonio espiritual de la "escuela franciscana" líneas operativas concretas sobre la formación intelectual y la promoción de los estudios en la Orden, a fin de responder a las exigencias de vuestra vocación en nuestro tiempo. Vuestras universidades y centros de investigación tienen la misión de realizar un encuentro fecundo entre el Evangelio y las diversas expresiones culturales de nuestro tiempo, para dirigirse al hombre de hoy, sediento de respuestas arraigadas en los valores evangélicos. Siguiendo el ejemplo de san Francisco y la gran tradición cultural de la Orden franciscana, preocupaos por poner el Evangelio en el corazón de la cultura y de la historia contemporánea.

289 Que en este itinerario, a la vez cultural y espiritual, os sostenga "María, Señora santa, Reina santísima, Madre de Dios" (san Francisco, Saludo a la Virgen, 1), y os asistan los santos y las santas de la familia franciscana. Os acompaño con la oración, al mismo tiempo que os imparto a vosotros y a todos los que son objeto de vuestra solicitud pastoral, una especial bendición apostólica.

Castelgandolfo, 19 de septiembre de 2001

VISITA PASTORAL A KAZAJSTÁN


DURANTE LA CEREMONIA DE BIENVENIDA


Aeropuerto internacional de Astana

Sábado 22 de septiembre de 2001

Señor presidente
ilustres miembros del Cuerpo diplomático;
distinguidas autoridades;
representantes de las diversas confesiones religiosas;
queridos hermanos y hermanas:

1. Doy gracias a Dios, que ha guiado mis pasos hasta la ciudad de Astana, capital de este noble y vasto país, situado en el corazón del territorio euroasiático. Beso con afecto esta tierra, que ha dado origen a un Estado multiétnico, heredero de seculares y múltiples tradiciones espirituales y culturales, y ahora encaminado hacia nuevas metas sociales y económicas. Desde hace mucho tiempo sentía el deseo de realizar este encuentro, y es grande mi alegría al poder abrazar con admiración y afecto a todos los habitantes de Kazajstán.

Señor presidente de la República, desde que lo recibí en el Vaticano y me comunicó su invitación a visitar esta tierra, comencé a prepararme con la oración para este encuentro. Ahora pido al Señor que este sea un día bendito para todos los queridos habitantes de Kazajstán.

290 2. Así pues, le agradezco, señor presidente, la invitación que me dirigió entonces, al igual que el empeño puesto en la preparación de la visita, con todo lo que implica su compleja organización.
Gracias también por las cordiales palabras de bienvenida que me ha dirigido en nombre del Gobierno y de todo el pueblo de Kazajstán. Saludo con deferencia a las autoridades civiles y militares, así como a los miembros del Cuerpo diplomático, a través de los cuales quisiera enviar un afectuoso recuerdo a los pueblos que cada uno de ellos representa dignamente.

Saludo a los líderes y a los fieles del islam, que en esta región cuenta con una larga tradición religiosa. Extiendo mi saludo y mis mejores deseos a las personas de buena voluntad que tratan de promover los valores morales y espirituales, capaces de garantizar a todos un futuro de paz.

Dirijo un saludo particular a los hermanos obispos y fieles de la Iglesia ortodoxa y a los cristianos de las demás Iglesias y comunidades eclesiales. Me complace renovar la invitación a aunar los esfuerzos, para que en el tercer milenio los discípulos de Cristo proclamen con una sola voz y un solo corazón el Evangelio, mensaje de esperanza para la humanidad entera.

Os abrazo con afecto fraterno sobre todo a vosotros, queridos obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, misioneros, catequistas y fieles que formáis la comunidad católica que vive en el vasto territorio de Kazajstán. Conozco vuestra entrega al trabajo y vuestro entusiasmo; y también vuestra fidelidad a la Sede apostólica. Pido a Dios que sostenga todos vuestros buenos propósitos.

3. Esta visita tiene lugar diez años después de la proclamación de la independencia de Kazajstán, lograda tras un largo período oscuro y doloroso. La fecha del 16 de diciembre de 1991 está grabada de forma indeleble en los anales de vuestra historia. La libertad recobrada ha suscitado en vosotros una mayor confianza en el futuro y estoy convencido de que la experiencia vivida entraña grandes enseñanzas, que os ayudarán a buscar valientemente nuevas perspectivas de paz y de progreso. Kazajstán quiere crecer en la fraternidad, en el diálogo y en la comprensión, premisas indispensables para "construir puentes" de cooperación solidaria con otros pueblos, naciones y culturas.

Desde esta perspectiva, Kazajstán, con valiente iniciativa, decidió ya en el año 1991 la clausura del polígono nuclear de Semipalatinsk y sucesivamente proclamó la renuncia unilateral al armamento nuclear y la adhesión al Acuerdo para la prohibición total de los experimentos atómicos. Esa decisión se basó en la convicción de que las cuestiones controvertidas no deben resolverse con el recurso a las armas, sino con los medios pacíficos de la negociación y el diálogo.
No puedo por menos de alentar esta línea de actuación, que responde muy bien a las exigencias fundamentales de la solidaridad y de la paz, a las que aspiran cada vez con mayor conciencia todos los seres humanos.

4. En vuestro país, uno de los más extensos del mundo, conviven actualmente ciudadanos pertenecientes a más de cien nacionalidades y etnias, a las que la Constitución de la República garantiza los mismos derechos y las mismas libertades. El espíritu de apertura y colaboración forma parte de vuestra tradición, porque desde siempre Kazajstán es tierra de encuentro y convivencia entre tradiciones y culturas diferentes. Eso ha dado origen a significativas formas culturales, expresadas en originales realizaciones artísticas, así como en una floreciente tradición literaria.

Contemplo con admiración ciudades como Balasagun, Merke, Kulan, Taraz, Otrar, Turkestán y otras, antiguamente importantes centros de cultura y comercio. En ellas vivieron ilustres personalidades de la ciencia, del arte y de la historia, desde Abu Nasr al-Farabi, que llevó a Europa a redescubrir a Aristóteles, hasta el conocido pensador y poeta Abai Kunanbai. Este, que se formó en la escuela de los monjes ortodoxos, conoció también el mundo occidental y apreció su patrimonio de pensamiento. Sin embargo, solía repetir: "Occidente se ha convertido en mi Oriente", poniendo de relieve que el contacto con otros movimientos culturales había despertado en él el amor a su propia cultura.

5. Queridos habitantes de Kazajstán, aprovechando las experiencias de vuestro pasado, antiguo y reciente, y especialmente los tristes acontecimientos del siglo XX, poned siempre como fundamento de vuestro compromiso civil la defensa de la libertad, derecho inalienable y aspiración profunda de toda persona. Especialmente reconoced el derecho a la libertad religiosa, por la que se manifiestan las convicciones conservadas en el sagrario más íntimo de la persona. Cuando dentro de una comunidad civil los ciudadanos saben aceptarse en sus respectivas convicciones religiosas, es más fácil que se consolide entre ellos el reconocimiento efectivo de los demás derechos humanos y un entendimiento sobre los valores de fondo de una convivencia pacífica y constructiva. En efecto, nos sentimos unidos por la convicción de que somos hermanos, por ser hijos del único Dios, creador del universo.

291 Pido a Dios todopoderoso que bendiga y estimule vuestros pasos por este camino. Que os ayude a crecer en la libertad, la concordia y la paz. Estas son las condiciones indispensables para que se instaure el clima adecuado para un desarrollo humano integral, atento a las exigencias de cada uno, especialmente a las de los pobres y los que sufren.

6. Pueblo de Kazajstán, te espera una misión ardua: construir un país en verdadero progreso, con solidaridad y paz. ¡Kazajstán, tierra de mártires y creyentes, tierra de deportados y héroes, tierra de pensadores y artistas, no tengas miedo! Aunque siguen siendo profundos y múltiples los signos de las llagas infligidas a tu cuerpo, y aunque sean numerosos los obstáculos y las dificultades que se interpongan en la labor de reconstrucción material y espiritual, te deben servir de bálsamo y acicate las palabras del gran Abai Kunanbai: "La humanidad tiene como principio el amor y la justicia, que son el coronamiento de la obra del Altísimo" (Dichos, cap. 45).

¡El amor y la justicia! ¡El Altísimo, que guía los pasos de los hombres, haga que brillen sobre tus pasos estas estrellas, vasta tierra de Kazajstán!

Estos son los sentimientos que embargan mi corazón al iniciar mi visita a Astana. Al contemplar los colores de vuestra bandera, queridos habitantes de Kazajstán, pido para vosotros al Altísimo los dones que simbolizan: la estabilidad y la apertura, cuyo símbolo es el color azul; la prosperidad y la paz, simbolizadas por el color oro.

Que Dios te bendiga a ti, Kazajstán, y a todos tus habitantes, y te conceda un futuro de concordia y de paz.

VISITA PASTORALA A KAZAJSTÁN

ENCUENTRO CON LOS ORDINARIOS DE ASIA CENTRAL

Astana - Nunciatura apostólica

Domingo 23 de septiembre de 2001



Amadísimos obispos,
administradores apostólicos y superiores de las misiones sui iuris de Asia central:

1. Con profunda alegría me encuentro nuevamente con vosotros, después de la solemne celebración eucarística de esta mañana en la gran plaza de la Madre Patria. Con afecto os saludo a cada uno y os agradezco el celo y el sacrificio con que estáis contribuyendo al renacimiento de la Iglesia en estas vastas regiones, situadas en el confín entre dos continentes.

Aquí la Iglesia católica no es más que una plantita, pero llena de esperanza por la confianza que alberga en la fuerza de la gracia divina. Los largos años de la dictadura comunista, durante los cuales numerosos creyentes fueron deportados a los campos de concentración construidos en estas tierras, sembraron sufrimientos y lutos. ¡Cuántos sacerdotes, religiosos y laicos pagaron con sufrimientos inauditos e incluso con el sacrificio de la vida su fidelidad a Cristo! El Señor ha escuchado la oración de estos mártires, cuya sangre ha regado vuestra tierra. Una vez más "la sangre de los mártires ha sido semilla de cristianos" (cf. Tertuliano, Apol.50, 13). De esa semilla han germinado, como brotes nuevos, vuestras comunidades cristianas, que ahora miran con confianza al porvenir.

292 Cristo, el buen pastor, os repite a vosotros y al pueblo encomendado a vuestra solicitud pastoral: "No temas, pequeño rebaño, porque a vuestro Padre le ha parecido bien daros a vosotros el Reino" (Lc 12,32). Y también os dice, como a Pedro: "Rema mar adentro, y echad las redes para la pesca" (Lc 5,4). Se trata de la pesca de la evangelización, a la que todos estamos llamados. También a nosotros, como a los Apóstoles después de su resurrección, nos manda: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes" (Mt 28,19).

2. Las vicisitudes de la pequeña comunidad cristiana de Asia central, que sobrevivió al comunismo, y su actual situación de pequeña minoría nos hacen pensar en la parábola evangélica de la levadura que fermenta la masa (cf. Mt 13,33). La levadura parece poca cosa, pero tiene fuerza para transformarlo todo. Esta es la convicción que debe impulsar también vuestra acción pastoral y sostener la difícil y exaltante tarea de la plantatio Ecclesiae en estos territorios, nuevamente abiertos al Evangelio. Los principales objetivos pastorales de vuestra misión apostólica han de ser difundir con el máximo empeño el anuncio evangélico y proseguir sin descanso la consolidación de la organización eclesial.

La reciente erección de las administraciones apostólicas y de las misiones sui iuris, con las que la Iglesia ha cobrado presencia concreta y consistencia, constituye el inicio de una prometedora época de evangelización. Por tanto, deseo expresar mi gratitud y admiración por vuestro esfuerzo, queridos Ordinarios. Doy las gracias también a los sacerdotes, a los religiosos y a las religiosas que han abandonado su patria para realizar una labor misionera en estas tierras, con espíritu de auténtica solidaridad eclesial. Ojalá que el generoso compromiso eclesial de todos tenga como fruto una abundante cosecha de bien. Amadísimos hermanos, tened siempre la conciencia de que sois un signo del amor de Dios en medio de estas poblaciones, que cuentan con tradiciones culturales y religiosas seculares.

3. "Amaos los unos a los otros" es el lema de mi visita pastoral. Os dirijo a vosotros hoy, en nombre de nuestro Maestro y Señor común, esta invitación: "Amaos los unos a los otros". Procurad con esmero conservar siempre entre vosotros la unidad que Cristo nos dejó como testamento (cf. Jn Jn 17,21 Jn Jn 17,23).

Al igual que en los albores del anuncio del Evangelio, la Iglesia abrirá brecha en los corazones de los hombres si se presenta como casa acogedora en la que se vive en comunión fraterna. En primer lugar, estad unidos entre vosotros, queridos pastores de estas Iglesias. Aunque no constituyáis aún una Conferencia episcopal en sentido pleno, tratad de realizar, con todos los medios, formas de colaboración eficaz, para aprovechar mejor todos los recursos pastorales.

En esa valiosa labor os sostiene la solidaridad de la Iglesia universal. Os acompaña con afecto el Sucesor de Pedro, que hoy os abraza con emoción. Aunque geográficamente estéis lejos, os encontráis dentro del corazón del Papa, que aprecia vuestro arduo trabajo apostólico.

4. Desde hace diez años Kazajstán ha conquistado su anhelada independencia. Pero no podemos por menos de tener en cuenta el clima de debilitación de los valores que ha dejado como herencia el régimen anterior. El largo invierno de la dominación comunista, con su pretensión de arrancar a Dios del corazón del hombre, a menudo menoscabó el contenido espiritual de las culturas de estos pueblos. Así, se advierte una pobreza de ideales que hace particularmente vulnerable a la gente frente a los mitos del consumismo y del hedonismo, importados de Occidente. Se trata de desafíos sociales y espirituales, que exigen un valiente impulso misionero.

Como recordó mi venerado predecesor, el siervo de Dios Pablo VI, la Iglesia, llamada a evangelizar, "comienza por evangelizarse a sí misma". Comunidad de esperanza vivida y comunicada, "tiene necesidad de escuchar sin cesar (...) las razones para esperar". La Iglesia siempre necesita ser evangelizada, "si quiere conservar su lozanía, su impulso y su fuerza para anunciar el Evangelio". Y además, hace falta una "Iglesia que se evangeliza a través de una conversión y una renovación constantes, para evangelizar el mundo de manera creíble" (Evangelii nuntiandi EN 15).

La acción misionera debe ir precedida y acompañada por una intensa obra de formación, por una fuerte experiencia de oración, por comportamientos caracterizados por la fraternidad y el servicio. Debéis realizar grandes esfuerzos apostólicos para evangelizar los diversos ambientes en los que se expresan las tradiciones locales, prestando atención en particular al mundo universitario y a los medios de comunicación social. Tened confianza en Cristo. Que su presencia os conforte. Que su promesa os infunda fortaleza e impulso: "He aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20).

5. Para cumplir la misión que él os confía, cuidad la formación de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa. Dedicaos con amor a los sacerdotes, vuestros principales colaboradores, ayudándoles y acompañándoles con corazón paterno.

A este respecto, deseo expresar mi satisfacción por la realización del seminario de Karaganda, importante promesa para el futuro. Ese seminario único para toda Asia central constituye un signo de colaboración eficaz entre vuestras Iglesias. Haced todo lo posible para que en él se imparta a los candidatos al sacerdocio una seria formación humana y espiritual, juntamente con una sólida preparación teológica y pastoral. Deseo de corazón que contéis con buenos formadores, profesores expertos y testigos ejemplares del Evangelio.

293 6. Prestad atención especial a la formación y al apostolado de los laicos, acogiendo con sabio discernimiento y generosidad de corazón, junto a las asociaciones más antiguas, el don del Espíritu a la Iglesia posconciliar que representan los Movimientos eclesiales y las nuevas comunidades.

Su presencia, su espíritu de iniciativa y sus carismas específicos representan una riqueza que es preciso aprovechar. Con sabiduría pastoral, el Ordinario debe orientar y guiar su actividad, invitándolos a colaborar con las comunidades eclesiales respetando las estructuras existentes y su funcionamiento ordenado. A su vez, los miembros de los Movimientos y las asociaciones, con apertura de espíritu y dócil disponibilidad, han de renovar su compromiso de trabajar en sintonía con los pastores de estas jóvenes Iglesias. Así su labor al servicio de la nueva evangelización se convertirá en testimonio del amor recíproco que brota de la fiel adhesión al único y mismo Señor.

7. Por último, amadísimos hermanos, deseo animaros a promover el diálogo ecuménico. Vuestra acción pastoral se realiza en estrecho contacto con los hermanos de la Iglesia ortodoxa, que comparten la misma fe en Cristo y la riqueza de gran parte de la misma tradición eclesial. Las relaciones mutuas deben estar marcadas por la cordialidad y el respeto, recordando las palabras del Señor: "Amaos los unos a los otros". En el alba del nuevo milenio albergamos la viva esperanza de que los discípulos de Cristo estén, si no plenamente unidos, al menos más cercanos, también en virtud de la experiencia hecha en el decurso del gran jubileo del año 2000.

Asimismo, alimentad respeto y diálogo con la comunidad musulmana, los seguidores de las demás religiones y los que se declaran no creyentes. Que todos aprecien el don de vuestra fe vivida en la caridad y abran su corazón a las dimensiones más altas de la vida.

Encomiendo esta misión pastoral vuestra a María, Estrella de la evangelización y Reina de la paz. En la catedral de Astana la veneráis como Madre del perpetuo socorro. En sus manos maternales pongo vuestro constante trabajo, vuestras expectativas y proyectos, para que os guíe y sostenga en todos vuestros pasos.

Con estos sentimientos, de corazón imparto a todos una especial bendición apostólica, prenda de celo apostólico y de gracias para vosotros y para todos los que han sido encomendados a vuestra solicitud pastoral.

Discursos 2001 285