Discursos 2001 293


VISITA PASTORAL A KAZAJSTÁN

VISITA AL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DE KAZAJSTÁN

Palacio Presidencial

Astana, domingo 23 de septiembre de 2001


Agradezco al señor presidente sus palabras. De nuevo quiero dar gracias a la Providencia por haberme permitido venir y estar aquí. En los últimos días, algunos creían que no iba a ser posible a causa de los trágicos acontecimientos que se produjeron en Estados Unidos. Pero, gracias a Dios, ha sido posible.

Es la primera vez que me hallo en este punto del globo, en Asia central. Para mí la primera fuente de información sobre Kazajstán fue el p. Bukowinski, muy conocido aquí. Durante la segunda guerra mundial, fue deportado aquí como sacerdote de Polonia en la Unión Soviética y aquí pasó toda su vida. Aquí murió y aquí está enterrado, en Karaganda. Desde entonces comencé a conocer algunas cosas de Kazajstán. Pero ahora es la primera vez que puedo verlo con mis propios ojos. ¡Lástima que no pueda visitar Karaganda y la tumba del p. Bukowinski!

Veo que Astana es una ciudad moderna. Todos estos encuentros, todas estas experiencias vividas, me impulsan a rezar aún más por vuestro país, por vuestro pueblo y por usted, señor presidente. Me alegra que mi visita coincida con el décimo aniversario de vuestra independencia, porque estoy convencido -y lo está también la Iglesia- de que toda nación tiene derecho a ser soberana. Esta soberanía nacional es también expresión plena de lo que una nación es como sujeto político. Deseo a todos y sobre todo a usted, señor presidente, que esta soberanía sea duradera, fructuosa, y cada vez más plena, abarcando todos los ámbitos de la vida nacional: economía, política y cultura. Esto es muy importante.

294 Espero que los católicos presentes en Kazajstán contribuyan al bien común del país. Son un grupo pequeño, una minoría, pero aun así pueden y podrán contribuir, en la medida de sus posibilidades, al bien común de Kazajstán.

Después de las palabras del presidente, Juan Pablo II, deseando la bendición de Dios para Kazajstán, añadió en italiano:

Esto se lo deseo a usted, señor presidente, y a todo su pueblo: ¡Que Dios bendiga a todos!

VISITA PASTORAL A KAZAJSTÁN

ENCUENTRO CON LOS JÓVENES

Astana - Universidad Eurasia

Domingo 23 de septiembre de 2001



Amadísimos jóvenes:

1. Con gran alegría me encuentro con vosotros y os agradezco la cordial acogida. Saludo en particular al señor rector y a las autoridades académicas de esta reciente y ya prestigiosa universidad. Su nombre mismo, Eurasia, indica su peculiar misión, que es la misma de vuestro gran país, situado como encrucijada entre Europa y Asia: misión de puente entre dos continentes, entre sus respectivas culturas y tradiciones, entre los diversos grupos étnicos que os habéis encontrado aquí a lo largo de los siglos.

En realidad, la convivencia y la armonía entre pueblos diferentes que existe en vuestro país puede señalarse al mundo como signo elocuente de la llamada de todos los hombres a vivir juntos en paz, esforzándose por conocerse y acogerse recíprocamente, descubriendo progresivamente y valorando las tradiciones propias de cada uno. Kazajstán es tierra de encuentro, de intercambio y de novedad; tierra que estimula en cada uno el interés por nuevos descubrimientos e impulsa a vivir la diversidad no como amenaza sino como enriquecimiento.

Con esta convicción, queridos jóvenes, os saludo a cada uno. A todos digo con corazón de amigo: ¡la paz esté con vosotros!, ¡la paz colme vuestro corazón! Sentíos llamados a ser artífices de un mundo mejor.Sed constructores de paz, porque una sociedad sólidamente fundada en la paz tiene un gran porvenir.

2. Al preparar este viaje, me pregunté qué querrían escuchar del Papa los jóvenes de Kazajstán, qué querrían preguntarle. Conozco a los jóvenes y sé que se interesan por las cuestiones fundamentales. Probablemente la primera pregunta que desearíais hacerme es esta: "¿Quién soy yo, según tu opinión, Papa Juan Pablo II, según el Evangelio que anuncias? ¿Cuál es el sentido de mi vida? ¿Cuál es mi destino?". Mi respuesta, queridos jóvenes, es sencilla, pero de enorme alcance: Mira, tú eres un pensamiento de Dios, tú eres un latido del corazón de Dios. Afirmar esto es como decir que tú tienes un valor, en cierto sentido, infinito, que cuentas para Dios en tu irrepetible individualidad.

Así podéis comprender, queridos jóvenes, por qué me presento a vosotros, esta tarde, con respeto y emoción, y os miro con gran afecto y confianza. Me alegra encontrarme con vosotros, descendientes del noble pueblo kazajo, orgullosos de vuestro indomable anhelo de libertad, tan vasto como la estepa en la que habéis nacido. Habéis pasado vicisitudes diversas, marcadas por el sufrimiento. Ahora estáis aquí sentados, uno al lado de otro, y os sentís amigos, no porque hayáis olvidado el mal que ha habido en vuestra historia, sino porque con razón os interesa más el bien que podéis construir juntos. En efecto, no existe auténtica reconciliación que no desemboque generosamente en un compromiso común.

295 Sed conscientes del valor único que cada uno de vosotros posee y sabed aceptaros en vuestras respectivas convicciones, pero buscando juntos la verdad plena. Vuestro país ha sufrido la violencia mortificante de la ideología. Ahora, no os dejéis arrastrar por la violencia, no menos destructora que la "nada". Si en la vida no se busca algo que valga la pena, si no se cree en nada, se produce un vacío asfixiante. La nada es la negación del infinito, que vuestra vasta estepa evoca con fuerza, de aquel Infinito al que aspira de modo irresistible el corazón del hombre.

3. Me han dicho que en vuestra hermosísima lengua, el kazajo, "te amo" se dice: "mien siené jaksè korejmen", expresión que se puede traducir: "yo te miro bien, tengo puesta sobre ti una mirada buena". El amor del hombre, pero antes aún el amor mismo de Dios al hombre y a la creación nace de una mirada buena, una mirada que hace ver el bien e impulsa a hacer el bien: "Vio Dios cuanto había hecho, y todo estaba muy bien", dice la Biblia (
Gn 1,31). Esa mirada permite captar todo lo que hay de positivo en la realidad y lleva a considerar, más allá de un enfoque superficial, la belleza y el valor de todo ser humano que nos sale al encuentro.

Surge espontáneamente la pregunta: "¿Qué es lo que hace bello y grande al ser humano?". He aquí la respuesta que os propongo: lo que hace grande al ser humano es la huella de Dios que lleva en sí mismo. Según las palabras de la Biblia, ha sido creado "a imagen y semejanza de Dios" (Gn 1,26). Precisamente por esto, el corazón del hombre nunca está satisfecho: quiere algo mejor, quiere más, lo quiere todo. Ninguna realidad finita lo colma y lo deja tranquilo. Decía san Agustín de Hipona, el antiguo Padre de la Iglesia: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" (Confesiones, I, 1). De esta misma intuición brota la pregunta que vuestro gran pensador y poeta Ahmed Jassavi repite con frecuencia en sus versos: "¿Para qué sirve la vida, si no es para ser donada, para ser donada al Altísimo?".

4. Queridos amigos, estas palabras de Ahmed Jassavi entrañan un gran mensaje. Recuerdan lo que la tradición religiosa define como "vocación". Al dar la vida al hombre, Dios le encomienda una tarea y espera de él una respuesta. Afirmar que la vida del hombre, con sus vicisitudes, alegrías y dolores, tiene como fin "ser donada al Altísimo" no constituye una disminución o una renuncia. Más bien, es la confirmación de la altísima dignidad del ser humano: creado a imagen y semejanza de Dios, está llamado a convertirse en su colaborador para transmitir la vida y someter la creación (cf. Gn Gn 1,26-28).

El Papa ha venido para deciros precisamente esto: hay un Dios que os ha pensado y os ha dado la vida. Os ama personalmente y os encomienda el mundo. Es él quien suscita en vosotros la sed de libertad y el deseo de conocer. Permitidme profesar ante vosotros, con humildad y orgullo, la fe de los cristianos: Jesús de Nazaret, Hijo de Dios hecho hombre hace dos mil años, vino a revelarnos esta verdad con su persona y su doctrina. Sólo en el encuentro con él, Verbo encarnado, el hombre halla plenitud de autorrealización y felicidad. La religión misma, sin una experiencia de descubrimiento con asombro y de comunión con el Hijo de Dios, que se hizo nuestro hermano, se reduce a una suma de principios cada vez más difíciles de entender y de reglas cada vez más duras de soportar.

5. Queridos amigos, intuís que ninguna realidad terrena os podrá satisfacer plenamente. Sois conscientes de que la apertura al mundo no basta para colmar vuestra sed de vida y que la libertad y la paz sólo pueden venir de Otro, infinitamente más grande que vosotros, pero familiarmente cercano a vosotros.

Reconoced que no sois los dueños de vosotros mismos, y abríos a Aquel que os ha creado por amor y quiere hacer de vosotros personas dignas, libres y hermosas. Yo os aliento a tomar esta actitud de apertura confiada: aprended a escuchar en el silencio la voz de Dios, que habla en lo más íntimo de cada uno; poned bases sólidas y seguras en la construcción del edificio de vuestra vida; no tengáis miedo al compromiso y al sacrificio, que exigen hoy empeñar todas las fuerzas, pero que son garantía de éxito en el futuro. Así descubriréis la verdad sobre vosotros mismos y se abrirán incesantemente ante vosotros nuevos horizontes.

Queridos jóvenes, tal vez estas palabras os parezcan anticuadas. Pero yo creo que son muy actuales y esenciales para el hombre moderno, que a veces concibe la idea ilusoria de que es todopoderoso porque ha realizado grandes progresos científicos y ha logrado controlar, de algún modo, el complejo mundo tecnológico. Pero el hombre tiene un corazón: si la inteligencia dirige las máquinas, el corazón late por la vida. Dad a vuestro corazón recursos vitales, permitid a Dios entrar en vuestra existencia y quedará iluminada por su luz divina.

6. He venido a vosotros para animaros. Estamos en el alba de un nuevo milenio: es una época importante para el mundo, porque cada vez se está difundiendo más entre la gente la convicción de que no podemos seguir viviendo tan divididos. Por desgracia, aunque las comunicaciones resulten cada día más fáciles, a menudo las diferencias se sienten de modo incluso dramático. Os exhorto a trabajar por un mundo más unido, y a hacerlo en la vida ordinaria, dando la contribución creativa de un corazón renovado.

Vuestro país cuenta con vosotros y espera mucho de vosotros con vistas al futuro: vuestra nación seguirá la ruta que le imprimáis con vuestras opciones. ¡El Kazajstán de mañana tendrá vuestro rostro! Sed valientes e intrépidos, y no quedaréis defraudados.

Os acompañen la protección y la bendición del Altísimo, que invoco sobre cada uno de vosotros, sobre vuestros seres queridos y sobre toda vuestra vida.
* * *


296 Al final del encuentro, el Papa pronunció en italiano estas palabras:

Quiero expresar mi profundo agradecimiento por este encuentro con la universidad. La universidad ha estado muy cercana a mí. Y me alegra mucho encontrarme con ella aquí, porque es el fundamento de la cultura nacional y del desarrollo nacional. La cultura es el fundamento de la identidad de un pueblo. Muchas gracias.

VISITA PASTORAL A KAZAJSTÁN

ENCUENTRO CON EL MUNDO DE LA CULTURA


Astana, 24 de septiembre de 2001


Señor presidente de la República;
amables señoras; ilustres señores:

1. Con gran alegría me encuentro con vosotros esta tarde. A todos saludo con respeto y afecto, a la vez que doy las gracias al que, con nobles palabras, ha expresado los sentimientos de todos los presentes. He aceptado con gusto la invitación a pasar unos momentos con vosotros, para manifestar una vez más la atención y la confianza con las que la Iglesia católica y el Papa miran a los hombres de la cultura. En efecto, soy consciente de la insustituible contribución que podéis dar al estilo y a los contenidos de la vida de la humanidad con la investigación honrada y la expresión eficaz de la verdad y del bien.

Hombres de la cultura, del arte y de la ciencia, Kazajstán ha heredado una historia que vicisitudes complejas y a menudo dolorosas han enriquecido con tradiciones diversas, hasta el punto de que hoy ha llegado a ser un ejemplo singular de sociedad pluriétnica, pluricultural y pluriconfesional. Podéis estar orgullosos de vuestra nación, conscientes de la gran tarea que tenéis con vistas a la preparación del futuro. Pienso, particularmente, en los jóvenes, que tienen derecho a esperar de vosotros un testimonio de ciencia y sabiduría, transmitida a ellos a través de la enseñanza y sobre todo con el ejemplo de la vida.

2. Kazajstán es un gran país, que a lo largo de los siglos ha cultivado una cultura local viva y rica en fermentos, entre otras causas gracias a la aportación de exponentes de la cultura rusa, deportados aquí por el régimen totalitario.

¡Cuántas personas han recorrido vuestra tierra! Me complace recordar, en particular, el diario del viajero y comerciante veneciano Marco Polo, quien, ya en la Edad Media, describió con admiración las cualidades morales y la riqueza de las tradiciones de los hombres y mujeres de la estepa. La enorme extensión de vuestras llanuras, el sentido de la fragilidad humana alimentado por la violencia de las fuerzas de la naturaleza, la percepción del misterio escondido tras los fenómenos captados por los sentidos, todo favorece en vuestro pueblo la apertura a los interrogantes fundamentales del hombre y la búsqueda de respuestas significativas para la cultura universal.
Ilustres señores y señoras, estáis llamados a difundir en el mundo la rica tradición cultural de Kazajstán: tarea ardua y a la vez fascinante, que os compromete a descubrir sus elementos más profundos para recogerlos en armoniosa síntesis.

Un gran pensador de vuestra tierra, el maestro Abai Kunanbai, los expresaba así: "El hombre no puede ser hombre si no percibe los misterios visibles y ocultos del universo, si no busca una explicación para cada cosa. Aquel que renuncia a hacerlo no se distingue en nada de los animales. Dios ha hecho al hombre diferente de los animales dotándole de un alma..." (Dichos, cap. 7).
297 3. No podemos por menos de captar la profunda sabiduría de estas palabras, que parecen un comentario a la inquietante pregunta que planteó Jesús en el Evangelio: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?" (Mc 8,36). Existen en el corazón del hombre preguntas inevitables; el hombre que las ignora no se hace más libre, sino más débil, y a menudo acaba a merced de sus propios instintos, así como de la prepotencia de los demás.

"Si el corazón no desea ya nada -dice también Abai Kunanbai-, ¿quién puede despertar el pensamiento? (...) Si la razón deja de buscar, pierde toda su profundidad. (...) Un pueblo digno de este nombre, ¿puede prescindir de la razón?" (Poesía 12).

Preguntas como estas son de índole religiosa, en el sentido de que remiten a aquellos valores supremos que tienen en Dios su fundamento último. A su vez, la religión no puede por menos de afrontar esos interrogantes existenciales si no quiere perder el contacto con la vida.

4. Los cristianos saben que en Jesús de Nazaret, llamado Cristo, se halla la respuesta exhaustiva a los interrogantes que el hombre lleva en su corazón. Las palabras de Jesús, sus gestos y, finalmente, su misterio pascual lo revelaron como Redentor del hombre y Salvador del mundo. De esta "buena nueva", que desde hace dos mil años transmiten innumerables hombres y mujeres en todas las partes de la tierra, el Papa está hoy ante vosotros como testigo humilde y convencido, respetando plenamente la búsqueda que otras personas de buena voluntad están realizando por caminos diversos. Quien ha encontrado la verdad en el esplendor de su hermosura no puede por menos de sentir la necesidad de hacer partícipes de ella también a los demás. Antes que una obligación derivada de una norma, para el creyente se trata de la necesidad de compartir con todos el Valor supremo de su existencia.

Por esto -aun dentro del marco de un sano laicismo del Estado, llamado por su función a garantizar a cada ciudadano, sin diferencia de sexo, raza o nacionalidad, el derecho fundamental a la libertad de conciencia-, es preciso afirmar y defender el derecho del creyente a testimoniar públicamente su fe.Una auténtica religiosidad no puede reducirse a la esfera de lo privado ni encerrarse en espacios restringidos y marginales de la sociedad. La belleza de los nuevos edificios sagrados, que se comienzan a ver casi por doquier en el nuevo Kazajstán, es un signo muy positivo de renacimiento espiritual y permite presagiar un buen futuro.

5. Incluso los centros de educación y cultura no podrán por menos de salir beneficiados con la apertura al conocimiento de las experiencias religiosas más vivas y significativas en la historia de la nación. En el Mensaje para la Jornada mundial de la paz del 1 de enero de 2001, puse en guardia contra "la servil aceptación" de la cultura occidental, afirmando que "por su destacado carácter científico y técnico, los modelos culturales de Occidente son fascinantes y atrayentes, pero, por desgracia, cada vez con mayor evidencia muestran un progresivo empobrecimiento humanístico, espiritual y moral. La cultura que los produce está marcada por la dramática pretensión de querer realizar el bien del hombre prescindiendo de Dios, Bien supremo" (n. 9: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 15 de diciembre de 2000, p. 10).

Escuchemos de nuevo al gran maestro Abai Kunanbai: "La prueba de la existencia de un Dios único y todopoderoso es que desde hace muchos milenios los hombres hablan en lenguas diferentes de esta existencia y todos, sea cual sea su religión, atribuyen a Dios el amor y la justicia. En el origen de la humanidad se encuentran el amor y la justicia. Aquel en quien dominan los sentimientos del amor y la justicia es un verdadero sabio" (Dichos, cap. 45).

En este contexto, y precisamente aquí, en esta tierra abierta al encuentro y al diálogo, y ante una asamblea tan cualificada, deseo reafirmar el respeto de la Iglesia católica por el islam, el auténtico islam: el islam que ora, que sabe ser solidario con los necesitados. Recordando los errores del pasado, incluso reciente, todos los creyentes deben aunar sus esfuerzos para que nunca más Dios sea rehén de las ambiciones de los hombres. El odio, el fanatismo y el terrorismo profanan el nombre de Dios y desfiguran la auténtica imagen del hombre.

6. Me complace ver y saludar en vosotros, aquí presentes, ilustres señores y señoras, a "investigadores de la verdad", dedicados a transmitir a las nuevas generaciones de este gran país los valores en los que han de fundar su propia existencia personal y social. Sin un sólido arraigo en esos valores, la vida es como un árbol de ramas frondosas, que el viento de la prueba puede fácilmente sacudir y arrancar.

Gracias, señor presidente; gracias, señores y señoras representantes del mundo de la cultura de Kazajstán. Al final de este encuentro, con el que en cierto sentido concluye mi visita a vuestro fascinante país, deseo aseguraros, además de la colaboración efectiva, la oración más sincera del Papa y de toda la Iglesia católica al Dios altísimo y todopoderoso, para que Kazajstán, fiel a su vocación euroasiática natural, siga siendo tierra de encuentro y acogida, en la que los hombres y mujeres de los dos grandes continentes puedan vivir muchos días de prosperidad y paz.
* * * * * * *



298 Al final del encuentro con el mundo de la cultura, el Santo Padre dirigió las siguientes palabras:

Quiero dar las gracias cordialmente por este encuentro con la cultura de Kazajstán. El encuentro con la cultura es siempre el corazón del encuentro con un pueblo. Muchas gracias por haberme abierto vuestro corazón y vuestra cultura, al final de mi visita a vuestro país. Gracias de todo corazón.

En polaco dijo:

En mi memoria y en mi corazón quedará grabada esta visita a Kazajstán. Os agradezco todo lo que habéis hecho por mí, todo lo que han hecho el señor presidente y sus colaboradores. A Kazajstán, a su pueblo y a su sociedad, a los representantes del Gobierno, a la Iglesia del país, y a todas las comunidades religiosas, deseo la bendición de Dios por muchos años, por un futuro mejor.

Terminó diciendo en ruso:

Os deseo larga vida, al presidente, a los representantes del Estado y a todo el pueblo.

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

CON MOTIVO DEL XL ANIVERSARIO

DE LA FUNDACIÓN DE "ADVENIAT"




A mi venerado hermano
en el episcopado
Monseñor FRANZ GRAVE
Presidente de la Obra episcopal "Adveniat"

1. Hace cuarenta años la asamblea plenaria de la Conferencia episcopal alemana decidió realizar por primera vez, durante los servicios litúrgicos navideños, una colecta en favor de la Iglesia en América Latina. Aquella decisión del 30 de agosto de 1961 fue, por decirlo así, el inicio de la meritoria obra de cooperación y solidaridad entre las Iglesias particulares que están en Alemania y las Iglesias particulares que están en el continente latinoamericano, que más tarde tomaría el nombre de Obra episcopal "Adveniat" y que, durante los años de su existencia, ha contribuido de modo fundamental a estimular y sostener el esfuerzo de evangelización en Latinoamérica.

299 2. También yo quisiera unirme a quienes dan gracias a Dios por la generosidad con que los católicos alemanes han acogido el deseo de mi venerado predecesor, el beato Papa Juan XXIII, y han apoyado con sus donativos a las Iglesias en América Latina, para llevar a cabo proyectos eclesiales.

Con particular estima y gratitud recuerdo a dos cardenales que han destacado de modo especial: el cardenal Joseph Frings, arzobispo de Colonia, y Franz Hengsbach, obispo de Essen, quienes pueden considerarse artífices de esa obra episcopal. Deseo expresar asimismo mi gratitud a toda la Conferencia episcopal alemana, que ha logrado promover e impulsar esta obra tan significativa.
De igual modo, doy las gracias a todos los bienhechores y a los numerosos "simples" fieles que, año tras año, han apoyado eficazmente con su contribución a sus hermanos y hermanas de América Latina. El Señor, que ve en lo secreto, os recompensará con creces el bien que hacéis (cf. Mt
Mt 6,2-4).

3. Hoy, después de cuarenta años de fecunda colaboración en la Iglesia, podemos mirar con gran alegría la abundante cosecha que ha producido el inmenso e inagotable amor de los católicos alemanes a las Iglesias hermanas que están en América Latina.

Ha concedido ayudas para la formación de sacerdotes, religiosos y catequistas, así como para la construcción de iglesias, capillas, seminarios, centros parroquiales y conventos; ha permitido contar con automóviles y otros medios de transporte, así como con numerosos recursos útiles para la obra de evangelización y para responder a las necesidades de la pastoral.

De este modo los católicos alemanes, en unión con sus obispos, no sólo han respondido al gran desafío pastoral de aliviar las necesidades materiales, que tanto afligen a las Iglesias locales de América Latina, que son ricas en fe pero a menudo pobres en infraestructuras religiosas. En cierto sentido, los católicos alemanes también participan en la particular solicitud del Sucesor de Pedro por sus hermanos y hermanas de América Latina, y tienen cada vez mayor conciencia de que son miembros de la Iglesia universal.

4. Los gestos concretos de afecto con las Iglesias hermanas, lo mismo que la ayuda económica y otros signos de solidaridad, expresan el misterio de la Iglesia como comunión: todos son miembros de un único cuerpo, y Cristo es la Cabeza. Por eso, también deseo expresar mi estima por la hermandad que se ha desarrollado entre las diócesis alemanas y latinoamericanas con la ayuda de "Adveniat" y que, con el intercambio recíproco de dar y recibir, ha producido buenos y abundantes frutos de solidaridad.

Gracias a la incansable actividad de "Adveniat" se ha creado una gran red de solidaridad entre la Iglesia en Alemania y las Iglesias particulares de América Latina, cuyos países acogieron la luz de Cristo hace más de quinientos años y cuyos habitantes son casi la mitad de los católicos de todo el mundo. Esas regiones se caracterizan por una identidad cultural en la que el Evangelio se ha grabado profundamente; al mismo tiempo, hay allí una Iglesia viva, que impulsa a afrontar la obra de evangelización (cf. Juan Pablo II, Discurso a la Comisión pontificia para América Latina, 23 de marzo de 2001).

5. La riqueza y la vitalidad de la Iglesia en el "continente de la esperanza" deben ser para los católicos alemanes un estímulo a vivir su fe cada vez con mayor intensidad y convencimiento, como san Pablo recomendó encarecidamente a la Iglesia de Corinto con respecto a la Iglesia de Jerusalén: "Al presente, vuestra abundancia remedia su necesidad, para que la abundancia de ellos pueda remediar también vuestra necesidad y reine la igualdad" (2Co 8,14).

Mi deseo ardiente es que el estrecho vínculo entre vuestras Iglesias particulares y las Iglesias particulares de América Latina produzca mucho fruto también en Alemania, de manera que la Iglesia se renueve y se oriente hacia el "alto grado de la vida cristiana ordinaria", que destaqué en mi carta apostólica Novo millennio ineunte (n. 31).

6. Al comienzo del tercer milenio exhorto a los pastores y a los creyentes de Alemania a "aprovechar el tesoro de la gracia recibida" durante el Año jubilar, "traduciéndola en fervientes propósitos y en líneas de acción concretas" (ib., 3) de modo que puedan florecer y prosperar obras tan importantes y positivas como "Adveniat", con vistas a una solidaridad eclesial mundial.

300 Que el Señor, por intercesión de la Virgen de Guadalupe, patrona de América, colme vuestro corazón del don del amor y acompañe vuestras iniciativas, que realizáis por vuestros hermanos y hermanas más pobres unidos en la fe. Con este deseo, os imparto de corazón la bendición apostólica.

Castelgandolfo, 30 de agosto de 2001

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II

AL PRESIDENTE INTERNACIONAL

DE LA MILICIA DE LA INMACULADA




Al reverendo padre
EUGENIO GALIGNANO, o.f.m.conv.
Presidente internacional de la
Milicia de la Inmaculada

1. Con vivo interés he sabido que este Centro internacional de la Milicia de la Inmaculada, sostenido por las facultades teológicas pontificias "San Buenaventura" y "Marianum", en colaboración con la Asociación mariológica interdisciplinar italiana, ha organizado el Congreso internacional Maximiliano María Kolbe en su tiempo y hoy. Acercamiento interdisciplinar a su personalidad y sus escritos.

Manifiesto mi complacencia por esta iniciativa, le saludo cordialmente a usted, reverendo padre, a los señores cardenales, a los venerados hermanos en el episcopado, a las autoridades académicas, al ministro general y a los Frailes Menores Conventuales, a los relatores del congreso y a cuantos participan en tan significativo acontecimiento.

El congreso, sesenta años después del heroico martirio del padre Maximiliano María, pone de relieve cuán actual es su testimonio y cómo su pensamiento está presente en la reflexión actual de la teología católica. El gesto extraordinario del mártir de Auschwitz brinda la oportunidad de comprender mejor, mediante una investigación interdisciplinar, su figura y su obra; y de profundizar sus penetrantes intuiciones teológicas y espirituales desde la perspectiva de la nueva evangelización y del renovado impulso misionero que comprometen a la Iglesia del tercer milenio.

2. Maximiliano María Kolbe, hombre que conoció a fondo las ansias y los anhelos de sus contemporáneos, supo captar en cada cultura la presencia vivificante de las "semillas del Verbo" y, a través de un diálogo confiado y amoroso con Aquella que engendró en el tiempo al Hijo de Dios, se esforzó por valorarlas con una obra valiente de evangelización. La Inmaculada fue para él, además de "dulce Madre", ejemplo y guía de fidelidad absoluta al plan salvífico de Dios.

Desde su juventud quiso ser incondicionalmente todo de María, aquella en quien Dios pensó ya desde la eternidad como Madre del Hijo. La bienaventurada Virgen fue la criatura que mejor supo acoger el plan de la redención que la santísima Trinidad había querido, en Cristo, para toda la humanidad. "Cuántos misterios sobre Jesús -escribió san Maximiliano- habrá revelado sólo y exclusivamente a tu alma inmaculada aquel Espíritu divino que vivía y actuaba en ti" (Escritos del p. Kolbe, 1236).

301 Su íntima convicción era que quien está con María es dócil al soplo del Paráclito, sabe acoger su inspiración y puede adherirse plenamente a Cristo. Parece sugerir que, quien quiera conocer y predicar el Evangelio, debe acercarse con confianza a María, puesto que ella conoció a fondo los misterios del Hijo de Dios.

La Iglesia, mientras camina con confianza hacia el cumplimiento del reino de Dios, sigue anunciando la buena nueva en un mundo que cambia, fiel a la herencia recibida, pero consciente de que métodos y palabras deben adaptarse a la mentalidad del hombre de hoy. San Maximiliano supo hablar a sus contemporáneos y hacerse comprender; supo ser fiel a Dios y al hombre en la verdad y la santidad.

3. El padre Kolbe dejó esta herencia a sus hermanos, los Frailes Menores Conventuales, y, a través de su compromiso y testimonio, a toda la comunidad cristiana. La Milicia de la Inmaculada, fundada por él y reconocida recientemente como asociación pública e internacional de fieles, ha recogido de manera especial esta consagración a María, para que el Evangelio siga predicándose generosamente a todos y sea luz para la humanidad entera.

Quiera Dios que el Congreso, a través del acercamiento a la personalidad y escritos del santo mártir de la caridad, contribuya a profundizar los contenidos doctrinales y los métodos apostólicos al servicio de la obra evangelizadora de la Iglesia.

Con estos deseos, a la vez que lo encomiendo a usted, reverendo padre, a los participantes en el Congreso y a todos los miembros de la Milicia de la Inmaculada a la protección celestial de la bienaventurada Virgen María y a la intercesión de san Maximiliano María Kolbe, imparto de corazón a todos una especial bendición apostólica

Castelgandolfo, 18 de septiembre de 2001

VISITA PASTORAL A KAZAJSTÁN

CEREMONIA DE DESPEDIDA


Aeropuerto de Astana

Martes 25 de septiembre de 2001



Señor presidente;
venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio;
amables señoras y señores:

302 1. Están a punto de concluir estos tres memorables días, en los que he tenido la ocasión de encontrarme, aquí en Astana, con numerosas personas y conocer de cerca muchas fuerzas vivas del pueblo kazajo. Me acompañará largo tiempo el recuerdo de mi estancia en esta noble nación, rica en historia y tradiciones culturales.

Gracias por la amable y cordial acogida que me habéis dispensado. Gracias, señor presidente, por su exquisita hospitalidad, testimoniada de muchas maneras. Gracias a las autoridades civiles, militares y religiosas, así como a todos los que han preparado mi visita y han cuidado los detalles de la organización: a todos y cada uno expreso mi más sincera gratitud.

Llevo grabadas en mi alma las palabras que he escuchado en los diversos momentos que hemos vivido juntos. Tengo muy presentes las esperanzas y las expectativas de este querido pueblo, al que he podido conocer más a fondo y apreciar. Un pueblo que ha sufrido años de dura persecución, pero que no duda en reanudar con empeño el camino de su desarrollo. Un pueblo que quiere construir un futuro sereno y solidario para sus hijos, porque ama y busca la paz.

2. Kazasjstán, nación con siglos de historia, sabes muy bien cuán importante y urgente es la paz. Por tu posición geográfica, eres tierra de confín y de encuentro. Aquí, en estas vastas estepas, se han encontrado y siguen encontrándose pacíficamente hombres y mujeres pertenecientes a etnias, culturas y religiones diversas.

Ojalá que tú, Kazajstán, con la ayuda de Dios, crezcas unido y solidario. Este es el deseo cordial que renuevo, repitiendo el tema que ha inspirado toda mi visita: "Amaos los unos a los otros" (
Jn 13,34). Estas comprometedoras palabras de Jesús, pronunciadas en la víspera de su muerte en la cruz, han iluminado y marcado las etapas de mi peregrinación.

"Amaos los unos a los otros". Este país, donde conviven hombres y mujeres de orígenes diversos, necesita sólido entendimiento y relaciones sociales estables. No es exagerado sostener que vuestro país tiene una vocación muy particular: ser, de modo cada vez más consciente, un puente entre Europa y Asia. Esta ha de ser vuestra opción civil y religiosa. Sed puente de hombres que abrazan a otros hombres; personas que transmiten plenitud de vida y de esperanza.

3. Al despedirme de ti, querido pueblo kazajo, quiero asegurarte que la Iglesia seguirá caminando a tu lado. En estrecha colaboración con las demás comunidades religiosas y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, los católicos no dejarán de prestar su apoyo para que todos juntos podáis construir una casa común, cada vez más amplia y acogedora.

La búsqueda del diálogo y de la armonía ha caracterizado aquí las relaciones entre el cristianismo y el islam desde el tiempo de la formación del Kanato turco en vuestras vastas estepas, y ha permitido al país llegar a ser eslabón de unión entre Oriente y Occidente a lo largo de la gran ruta de la seda. Por esta línea deben proseguir, con nuevo empeño, también las nuevas generaciones.

"Amaos los unos a los otros". Estas palabras del Señor ponen a prueba la credibilidad de los cristianos. Jesús mismo nos advierte: "En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros" (Jn 13,35).

4. El gran jubileo del año 2000, estimulando a los cristianos a una intensa renovación espiritual, los ha invitado, además, a ser testigos del amor, para responder a los desafíos del tercer milenio. También vosotros sedlo sin cesar. Estad dispuestos a hacer realidad la necesidad de "paz, amenazada a menudo con la pesadilla de guerras catastróficas" (Novo millennio ineunte NM 51). Sed centinelas atentos, velando por el "respeto a la vida de cada ser humano" (ib.).

Sed testigos del amor también vosotros, hombres y mujeres de otras religiones, que os interesáis por la suerte de vuestro pueblo. La pregunta que se hacía Abai Kunanbai nos interpela a todos: "Si se me ha dado el nombre de hombre, ¿puedo dejar de amar?" (Poesía 12). Al despedirme de vosotros, quiero repetir esta pregunta: ¿puede un ser humano dejar de amar?

303 En calidad de Sucesor del apóstol Pedro, repasando mentalmente los numerosos acontecimientos que han marcado la historia del siglo pasado, os repito: ¡Mirad con confianza el porvenir! He venido a vosotros como peregrino de esperanza, y ahora me dispongo a reanudar el camino de regreso con emoción y nostalgia. Llevaré conmigo los recuerdos de estos días; llevaré conmigo la certeza de que tú, pueblo de Kazajstán, no dejarás de cumplir tu misión de solidaridad y paz.

Doy gracias al Señor porque nos ha regalado estos días y el buen tiempo para que pudiésemos apreciar la belleza de Kazajstán.

¡Dios te bendiga y te proteja siempre!

Discursos 2001 293