Discursos 2002 204

MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


CON MOTIVO DEL X ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN


POPULORUM PROGRESSIO






A Mons. Paul Josef Cordes
Arzobispo titular de Naisso
Presidente del Pontificio Consejo "Cor Unum"
Presidente de la Fundación Populorum Progressio

Me es grato enviar por medio suyo un cordial saludo a los Obispos miembros del Consejo de Administración de la Fundación Populorum Progressio y a sus colaboradores, que este año se reúnen en la ciudad de Sucre (Bolivia) para celebrar el X aniversario de la creación de dicha institución.

La ayuda a los pobres es un imperativo del Evangelio que interpela de modo apremiante a todos los cristianos, los cuales no pueden pasar nunca de largo ante el prójimo desventurado (cf. Lc Lc 10,33-35). A este respecto veo con tristeza que, si en algunos países en vías de desarrollo gran parte de la población sufre el flagelo de la pobreza, los grupos más marginados de esas sociedades carecen incluso de lo más imprescindible. Por eso quise contribuir a paliar los efectos de esa terrible situación creando hace diez años la Fundación Populorum Progressio (13-1I-1992) para ocuparse especialmente de las poblaciones indígenas, mestizas y afroamericanas en América Latina. Pretende ser un signo que exprese mi cercanía con las personas que se encuentran en situación de grave penuria y que frecuentemente son dejadas de lado por la sociedad o las autoridades mismas, incapaces tantas veces de hacer algo por ellas. Este organismo lleva a cabo iniciativas concretas con las cuales quiere ser una manifestación del amor de Dios hacia todos los hombres, particularmente los pobres (cf. Lc Lc 7,22).

Esta Fundación financia cada año el mayor número posible de proyectos mediante los cuales favorece el desarrollo integral de las comunidades de campesinos más pobres. Así, desde 1993 hasta 2001 se han apoyado 1.596 proyectos por un total de 13.142.529 $USA, gracias a la generosidad sobre todo de los católicos italianos, canalizada a través de su Conferencia Episcopal, así como de donativos recibidos de otras personas y organismos eclesiales.

Es digno de mención que las Iglesias locales de América Latina participan también en la financiación de los proyectos. Además, una característica de la labor de la Fundación es que las personas que tienen la responsabilidad de decidir sobre la aprobación de los proyectos y la distribución de los fondos son de los lugares mismos donde aquéllos se van a realizar. En efecto, el Consejo de Administración está formado por seis Ordinarios de América Latina y del Caribe, llamados a examinar y decidir sobre las peticiones presentadas.

La situación social es, lamentablemente, muy difícil en muchos lugares de América Latina. Los Estados y las Iglesias particulares de cada país, cada uno desde la esfera que le es propia, han de trabajar para mejorar las condiciones de vida de todos, sin excluir a nadie. Sus causas se ven agravadas también por la presencia, en el ámbito político-social, de injusticias y de corrupción.

205 Además, en algunos Países, la deuda externa alcanza cifras astronómicas e impide el desarrollo económico. Por ello, la Santa Sede Apostólica se siente en la obligación de señalar este flagelo que paraliza las energías y la esperanza en un futuro mejor. En todos los lugares los católicos, como recordé en la Exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in America, han de sentirse interpelados a colaborar, pues "la caridad fraterna implica una preocupación por todas las necesidades del prójimo. 'Si alguno que posee bienes de la tierra, ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?' (1Jn 3,17)" (n. 27).

Para los cristianos la palabra de Dios no nos exime de la obligación ineludible de prestar ayuda y de comprometernos en la búsqueda de la verdadera justicia. Nos exhorta, así mismo, a ocuparnos de nuestros hermanos y hermanas que pasan verdadera necesidad. Además, nuestra condición de evangelizadores nos impulsa también a ello, pues hay un nexo íntimo entre la evangelización y la promoción humana, ya que hacer el bien favorece la acogida del mensaje de la Buena Nueva. Y por otra parte, las obras de caridad hacia el prójimo hacen más creíble la predicación.

Quiero, por tanto, manifestar mi gratitud a todos los que, a lo largo de estos diez años, han trabajado para poner en marcha la estructura y la actividad de la Fundación Populorum Progressio: Obispos, sacerdotes y laicos. Ellos han hecho posible que los proyectos hayan sido llevados a cabo de manera correcta, controlando y asegurando su financiación, a la vez que su dedicación generosa ha contribuido a dar a conocer la realidad de la Fundación, fomentando en los beneficiarios y en las comunidades cristianas en general, la confianza en la ayuda de Dios y la esperanza en el futuro más llevadero.

Mientras aseguro mi oración por los frutos de esa reunión, implorando del Espíritu Santo su luz para discernir lo más conveniente para continuar esa importante labor, confío los trabajos de la misma a la materna intercesión de la Virgen María que, con la advocación de Guadalupe, es venerada en todo el Continente americano, a la vez que, como prueba de gratitud eclesial, imparto a los miembros de esa Fundación y a sus bienhechores una especial Bendición Apostólica.

Vaticano, 14 de junio de 2002

JOANNES PAULUS II








MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


A LAS RELIGIOSAS URSULINAS DE LA SAGRADA FAMILIA


CON OCASIÓN DE SU CAPÍTULO GENERAL




A la reverenda madre
Carmela DISTEFANO
Superiora general
de la congregación de las religiosas
Ursulinas de la Sagrada Familia


1. Me alegra encontrarme con vosotras, con ocasión de vuestro capítulo general, que tiene como tema: "Misión que se confronta con el carisma y mira al futuro". Se trata de un acontecimiento de gracia, que constituye una fuerte invitación a profundizar el carisma originario, para encarnarlo después, del modo más idóneo, en la actual situación socio-cultural.

206 La saludo a usted, reverenda superiora general, a las delegadas a la asamblea capitular y a todas las ursulinas, que realizan su generoso apostolado en Italia y en Brasil. Prosiguiendo el camino recorrido hasta ahora, queréis "dilatar el reino de Dios mediante el apostolado educativo, asistencial y misionero" (Constituciones, 56), escuchando la voz del Espíritu Santo, que ilumina la mente y el corazón. Además, deseáis analizar atentamente los desafíos de la sociedad actual, en rápida transformación, para seguir dándoles respuestas válidas mediante una eficaz acción apostólica. Que Dios bendiga vuestros propósitos.

2. Queridas religiosas, conservad fielmente cuanto os legó vuestra fundadora, Rosa Roccuzzo. Su existencia se caracterizó totalmente por un intenso coloquio interior con Dios y por un tierno amor a la Familia de Nazaret. Se inspiró en el espíritu de la Sagrada Familia para su incansable servicio en favor del prójimo, tratando de afrontar con todas las energías posibles las formas de pobreza típicas de su tiempo: la económica, la moral y la generada por la carencia de una adecuada asistencia sanitaria.

Quiso injertar su obra en el gran árbol de la familia espiritual de santa Ángela de Mérici, proponiéndola de ese modo a sus hijas como auténtica madre en el espíritu y modelo sugestivo que imitar. Santa Ángela pedía a cada ursulina que fuera "verdadera e íntegra esposa del Hijo de Dios" (Carta proemio de la Regla de santa Ángela de Mérici): ideal exigente, que requiere una incesante búsqueda de la santidad.

Sobre la base de estas sólidas referencias espirituales, se ha desarrollado, a lo largo de los años, el estilo misionero con el que vuestro instituto quiere servir a todo hombre, sin distinción de raza ni de religión.

3. Queridas hermanas, con libertad profética y sabio discernimiento, sed a diario testigos del Evangelio, presentes donde la necesidad lo requiere, capaces de distinguiros por una intensa comunión y una activa cooperación con los pastores de la Iglesia.

El gran desafío de la inculturación exige hoy a los creyentes anunciar la buena nueva con lenguajes y modos comprensibles para los hombres de este tiempo. Una misión urgente y vastas perspectivas apostólicas se abren ante vosotras, queridas Ursulinas de la Sagrada Familia. Como vuestra fundadora, estad dispuestas a consagrar vuestra existencia al servicio de los pobres; cultivad un verdadero celo por la educación de los jóvenes; y entregaos con generosidad al servicio de la gente, especialmente de los enfermos y de los que sufren. Muchos esperan aún conocer a Jesús y su Evangelio. Muchos necesitan experimentar el amor de Dios.

Sin embargo, cada una de vosotras sabe bien que, para responder a estas expectativas, es preciso en primer lugar tender con todas las fuerzas a la santidad, manteniendo un contacto ininterrumpido con Cristo en la oración y en la contemplación. Sólo así se llega a ser mensajeros suyos creíbles, saliendo al encuentro de los hermanos con el espíritu de sencillez y candor, que el gran bienhechor de vuestra congregación, el obispo Luigi Bignami, llamaba el espíritu de los "lirios de la montaña".
Jesús, José y María os protejan y os ayuden a realizar vuestros proyectos de bien. Os consuele y sostenga también mi oración, y la bendición que de corazón os imparto a vosotras y a cuantos encontréis en vuestro apostolado.

Castelgandolfo, 12 de julio de 2002









MENSAJE DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


A LA SUPERIORA GENERAL DE LA CONGREGACIÓN


DE LAS RELIGIOSAS DE SAN JUAN BAUTISTA


Y SANTA CATALINA DE SIENA




A la reverenda madre
María Floriana PASQUALETTO
207 Superiora general de la congregación
de las Religiosas de San Juan Bautista
y Santa Catalina de Siena

1. He sabido con gran satisfacción que la congregación de las Religiosas de San Juan Bautista y Santa Catalina de Siena celebra, en este mes de julio, su capítulo general, que tiene como tema: "A partir de la estructura, una nueva vitalidad del instituto para el bien de la Iglesia y de la sociedad en el presente y en el futuro". Este importante acontecimiento me brinda la grata oportunidad de manifestar mi cercanía espiritual a ese instituto, y de dirigirle unas cordiales palabras de felicitación a usted y a las hermanas elegidas para la asamblea capitular, durante la cual se reflexionará sobre cómo abrir la congregación a nuevas perspectivas de desarrollo espiritual y apostólico.

Para realizarlo, prosiguiendo el camino recorrido hasta ahora, tenéis la intención de volver a los orígenes del Instituto y revisar lo que soléis llamar su "estructura", es decir, la Regla y las Constituciones. Estáis convencidas, con razón, de que la inspiración originaria de Medea Ghiglino Patellani, que a fines del siglo XVI se consagró en Génova a la formación integral de la juventud, conserva aún hoy plena actualidad. Así, de la consideración del impulso de los inicios, queréis obtener un estímulo interior para proyectaros hacia nuevas e intrépidas metas misioneras. A este propósito, pienso en los proyectos relacionados con las dos provincias de Italia y Brasil, así como en la reciente apertura de vuestra familia religiosa a Albania y a Bolivia.

2. La joven Medea, profundamente vinculada a su ciudad, puso la incipiente obra bajo la protección de san Juan Bautista, patrono de Génova, y de santa Catalina de Siena: san Juan, que señala a Jesús, el Cordero de Dios, y santa Catalina, mujer apostólica, llena de amor profético a Cristo y a la Iglesia. Estos dos grandes santos, en los que veía plenamente realizado su deseo de pertenecer sin reservas a Cristo, fueron siempre su punto de referencia y acompañaron el desarrollo sucesivo del Instituto.

Bajo la experta guía del padre jesuita Bernardino Zanoni, la fundadora se propuso traducir en la vida diaria la gran "lección" de los Ejercicios de san Ignacio de Loyola, buscando incesantemente un sabio equilibrio entre la experiencia espiritual personal y las exigencias de la vida común. La comunión vivida íntegramente y la educación de las jóvenes, teniendo en cuenta la totalidad de la persona humana, han constituido desde entonces el centro de vuestro carisma.

Estoy seguro de que el capítulo general, también gracias a la atenta relectura de vuestra historia, será un tiempo favorable para que toda la familia de las Religiosas de San Juan Bautista y Santa Catalina de Siena dé un nuevo paso adelante, adaptando la Regla originaria de vida a las exigencias de nuestro tiempo, que han variado, sin traicionar de ningún modo su esencia.

3. Preocupaos por salvaguardar, ante todo, la "comunión", elemento central y, al mismo tiempo, síntesis de vuestro carisma. Precisamente al inicio de la Regla, vuestra fundadora quiso poner el compromiso de la comunión: "Han de vivir en común, en todo" (art. 1 RP). Este "en todo" subraya la generosa pertenencia de la persona a la comunidad religiosa. Al mismo tiempo, significa que las actividades no deben ser jamás fruto de opciones individuales, sino testimonio del clima de un constante entendimiento comunitario.

Esta característica peculiar de vuestro carisma responde bien a una de las prioridades de la nueva evangelización, que quise indicar en la carta apostólica Novo millennio ineunte, es decir, la de "hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión" (n. 43). Al respecto escribí: "Antes de programar iniciativas concretas, hace falta promover una espiritualidad de comunión, proponiéndola como principio educativo" (ib.). En efecto, el servicio apostólico, en el que resplandece la gloria de Dios, brota de la comunión realmente vivida.

Esta perspectiva compromete a los miembros del Instituto a actualizar las Constituciones, con un atento discernimiento y una referencia constante a la voluntad de la fundadora, animadas por su mismo deseo de colaborar con "la santa obra de la mayor gloria de Dios, que consiste en el bien particular y universal de las almas redimidas por la preciosísima sangre de Jesús".

208 Amar a Dios y a la Iglesia: en este ideal de Medea Ghiglino Patellani sus hijas espirituales han de inspirarse siempre para su servicio educativo, recordando sin cesar el principio pedagógico fundamental de la unidad de la persona humana. Así, fieles al carisma originario y dóciles a la acción del Espíritu Santo, sabrán responder a los desafíos del actual momento histórico con opciones misioneras abiertas a los "signos de los tiempos".

4. Reverenda madre, al mismo tiempo que doy gracias al Señor por la obra generosa que esa congregación realiza en la Iglesia y en la sociedad, ruego para que el capítulo general constituya una ocasión providencial para su vasto impulso, perseverando, aun en medio de las dificultades del tiempo presente, en el camino emprendido con plena confianza en la divina Providencia.

María, Estrella de la nueva evangelización, la acompañe a usted, reverenda madre, y a todas las hermanas, y obtenga de su divino Hijo para cada una las gracias que necesita. Con estos sentimientos, a la vez que imploro la abundancia de los dones celestiales sobre los trabajos del capítulo, le imparto de corazón a usted, a las capitulares y a toda la congregación, la propiciadora bendición apostólica.

Castelgandolfo, 11 de julio de 2002







VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

A TORONTO, CIUDAD DE GUATEMALA Y CIUDAD DE MÉXICO

CEREMONIA DE BIENVENIDA


Aeropuerto internacional de Toronto

Martes 23 de julio de 2002

Honorable señor primer ministro Jean Chrétien;
amadísimos amigos canadienses:

1. Le agradezco profundamente, señor primer ministro, sus palabras de bienvenida y me siento muy honrado por la presencia del primer ministro de Ontario, del alcalde de la gran ciudad de Toronto, y de otros distinguidos representantes del Gobierno y de la sociedad civil. A todos les expreso sinceramente mi gratitud por haber aceptado favorablemente la idea de acoger la Jornada mundial de la juventud en Canadá, y por todo lo que se ha llevado a cabo para que se hiciese realidad.

Amadísimos canadienses, guardo vivos los recuerdos de mi primer viaje apostólico, en 1984, y de mi breve visita, en 1987, a los pueblos indígenas de la tierra de Denendeh. Esta vez solamente podré visitar Toronto. Desde este lugar saludo a todos los ciudadanos de Canadá. Os tengo presentes en mis oraciones de acción de gracias a Dios, que ha bendecido tan abundantemente vuestro vasto y espléndido país.

2. Se están reuniendo aquí jóvenes de todas las partes del mundo para la Jornada mundial de la juventud. Con sus dones de inteligencia y corazón, representan el futuro del mundo. Pero también llevan los signos de una humanidad que con mucha frecuencia no conoce ni paz ni justicia.

209 Demasiadas vidas comienzan y terminan sin alegría, sin esperanza. Esta es una de las principales razones de la Jornada mundial de la juventud. Los jóvenes se están reuniendo para comprometerse, con la fuerza de su fe en Jesucristo, a servir a la gran causa de la paz y la solidaridad humana.

¡Gracias, Toronto! ¡Gracias, Canadá, por la acogida que les brindas con los brazos abiertos!

3. En la versión francesa de vuestro himno nacional, "Oh Canadá", cantáis: "Dado que tu brazo sabe blandir la espada, sabe llevar la cruz...". Los canadienses son herederos de un humanismo extraordinariamente rico, gracias a la fusión de muchos elementos culturales diversos. Pero el núcleo de vuestra herencia es la visión espiritual y trascendente de la vida, basada en la Revelación cristiana, que ha dado un impulso vital a vuestro desarrollo de sociedad libre, democrática y solidaria, reconocida en todo el mundo como paladina de los derechos humanos y de la dignidad humana.

4. En un mundo de grandes tensiones éticas y sociales, y de confusión con respecto a la finalidad misma de la vida, los canadienses tienen un tesoro incomparable para ofrecerlo como su contribución. Sin embargo, deben conservar lo que es profundo, bueno y válido en su herencia. Pido a Dios que la Jornada mundial de la juventud brinde a todos los canadienses una oportunidad para recordar los valores que son esenciales para una vida buena y para la felicidad humana.
Señor primer ministro; ilustres autoridades; queridos amigos, ¡ojalá que el lema de la Jornada mundial de la juventud resuene para todo el país, recordando a cada cristiano la tarea de ser "sal de la tierra y luz del mundo"!

¡Dios os bendiga! ¡Dios bendiga a Canadá!









VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

A TORONTO, CIUDAD DE GUATEMALA Y CIUDAD DE MÉXICO

XVII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

FIESTA DE ACOGIDA

SALUDO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


Toronto, Exhibition Place

Jueves 25 de julio de 2002

Queridos jóvenes amigos:

1. Os habéis reunido en Toronto, procedentes de los cinco continentes, para celebrar vuestra Jornada mundial. Os dirijo mi saludo gozoso y cordial. He esperado con ilusión este encuentro, mientras desde las diversas regiones llegaban a mi escritorio, en el Vaticano, los ecos consoladores de las múltiples iniciativas que han marcado vuestro camino hasta hoy. Y a menudo, aun sin conoceros, os he presentado uno a uno al Señor en la oración: él os conoce desde siempre y os ama personalmente.

Saludo con afecto fraterno a los señores cardenales y obispos que os acompañan, en particular a monseñor Jacques Berthelet, presidente de la Conferencia episcopal de Canadá, al cardenal Aloysius Ambrozic, arzobispo de esta ciudad, y al cardenal James Francis Stafford, presidente del Consejo pontificio para los laicos. A todos digo: que el trato personal con vuestros pastores os ayude a descubrir cada vez más y a gustar la belleza de la Iglesia vivida como comunión misionera.

210 2. Al escuchar la larga lista de los países de donde procedéis, hemos dado juntos la vuelta al mundo. En cada uno de vosotros he visto el rostro de vuestros coetáneos, con los que me he encontrado a lo largo de mis viajes apostólicos, y a los que de alguna manera representáis vosotros aquí. Os he imaginado en camino a la sombra de la cruz del Jubileo en esta gran peregrinación juvenil que, pasando de continente en continente, quiere estrechar al mundo entero en un abrazo de fe y esperanza.

Hoy esta peregrinación hace etapa aquí, a las orillas del lago Ontario, que a nosotros nos recuerda otro lago, el de Tiberíades, a cuya orilla el Señor Jesús hizo una propuesta fascinante a los primeros discípulos, algunos de los cuales eran probablemente jóvenes como vosotros (cf. Jn
Jn 1,35-42).

3. El Papa ha venido desde Roma para escuchar de nuevo con vosotros la palabra de Jesús, que también hoy, como sucedió con los discípulos en aquel día lejano, puede hacer arder el corazón de un joven y motivar toda su existencia. Por eso, os invito a hacer de las diversas actividades de la Jornada mundial, apenas comenzada, un tiempo privilegiado en el que cada uno de vosotros, queridos jóvenes, se ponga a la escucha del Señor, con corazón disponible y generoso, para convertirse en sal de la tierra y luz del mundo.

Queridos jóvenes de España y América Latina, os saludo con cariño. Recordad el camino de felicidad que Jesús os anuncia en el Evangelio.

A vosotros y a los obispos que os acompañan os saludo con afecto.

Saludo también a los jóvenes de lengua portuguesa y a todos os deseo la felicidad y el bien de las bienaventuranzas.

Saludo con alegría y afecto a los jóvenes italianos acompañados de sus obispos.

Finalmente, saludo a mis compatriotas que han venido de Polonia a Toronto.









VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

A TORONTO, CIUDAD DE GUATEMALA Y CIUDAD DE MÉXICO

XVII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

FIESTA DE ACOGIDA


Toronto, Exhibition Place

Jueves 25 de julio de 2002

Queridos jóvenes:

211 1. Lo que acabamos de escuchar es la charta magna del cristianismo: la página de las Bienaventuranzas. Hemos vuelto a ver, con los ojos del corazón, la escena de entonces. Una multitud de personas se agolpa en torno a Jesús en la montaña: hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, sanos y enfermos, llegados de Galilea, pero también de Jerusalén, de Judea, de las ciudades de la Decápolis, de Tiro y Sidón. Todos están a la espera de una palabra, de un gesto que les dé consuelo y esperanza.

También nosotros nos hallamos reunidos aquí, esta tarde, para ponernos a la escucha del Señor. Os miro con gran afecto: venís de las diversas regiones de Canadá, de Estados Unidos, de América central, de América del sur, de Europa, de África, de Asia y de Oceanía. He escuchado vuestras voces jubilosas, vuestros gritos, vuestros cantos, y he percibido las profundas expectativas que laten en vuestro corazón: ¡queréis ser felices!

Queridos jóvenes, son numerosas y atractivas las propuestas que se os presentan desde todas partes: muchos os hablan de una alegría que se puede obtener con el dinero, con el éxito, con el poder. Sobre todo os hablan de una alegría que coincide con el placer superficial y efímero de los sentidos.

2. Queridos amigos, a vuestro anhelo joven de ser felices, el anciano Papa responde con una palabra que no es suya. Es una palabra que resonó hace dos mil años. La acabamos de escuchar esta tarde: "Bienaventurados...". La palabra clave de la enseñanza de Jesús es un anuncio de alegría: "Bienaventurados...".

El hombre está hecho para la felicidad. Por tanto, vuestra sed de felicidad es legítima. Cristo tiene la respuesta a vuestra expectativa. Con todo, os pide que os fiéis de él. La alegría verdadera es una conquista, que no se logra sin una lucha larga y difícil. Cristo posee el secreto de la victoria.

Ya conocéis los antecedentes. Los narra el libro del Génesis: Dios creó al hombre y a la mujer en un paraíso, el Edén, porque quería que fueran felices. Por desgracia, el pecado trastornó sus proyectos iniciales. Dios no se resignó a esta derrota. Envió a su Hijo a la tierra para devolver al hombre la perspectiva de un cielo aún más hermoso. Dios se hizo hombre -como subrayaron los Padres de la Iglesia- para que el hombre pudiera llegar a ser Dios. Este es el cambio decisivo que la Encarnación imprimió a la historia humana.

3. ¿Dónde está la lucha? La respuesta nos la da Cristo mismo. San Pablo escribió: "Siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios, sino que (...) tomando condición de siervo (...), se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte" (
Ph 2,6-8). Fue una lucha hasta la muerte. Cristo la libró no por sí sino por nosotros. De aquella muerte ha brotado la vida. La tumba del Calvario se ha convertido en la cuna de la humanidad nueva en camino hacia la felicidad verdadera.

El "Sermón de la montaña" traza el mapa de este camino. Las ocho Bienaventuranzas son las señales de tráfico que indican la dirección que es preciso seguir. Es un camino en subida, pero Jesús lo ha recorrido primero. Y él está dispuesto a recorrerlo de nuevo con vosotros. Un día dijo: "El que me siga no caminará en la oscuridad" (Jn 8,12). En otra circunstancia añadió: "Os he dicho esto para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea colmado" (Jn 15,11).

Caminando con Cristo es como se puede conquistar la alegría, la verdadera alegría. Precisamente por esta razón él os ha dirigido también hoy un anuncio de alegría: "Bienaventurados...".

Acogiendo ahora su cruz gloriosa, la cruz que ha recorrido, juntamente con los jóvenes, los caminos del mundo, dejad que resuene en el silencio de vuestro corazón esta palabra consoladora y exigente: "Bienaventurados...".

(Después de que los jóvenes llevaron en procesión la cruz de la Jornada mundial, Juan Pablo II continuó con su discurso.)

212 4. Reunidos en torno a la cruz del Señor, contemplémoslo a él: Jesús no se limitó a proclamar las Bienaventuranzas; también las vivió. Al repasar su vida, releyendo el Evangelio, quedamos admirados: el más pobre de los pobres, el ser más manso entre los humildes, la persona de corazón más puro y misericordioso es precisamente él, Jesús. Las Bienaventuranzas no son más que la descripción de un rostro, su Rostro.

Al mismo tiempo, las Bienaventuranzas describen al cristiano: son el retrato del discípulo de Jesús, la fotografía del hombre que ha acogido el reino de Dios y quiere sintonizar su vida con las exigencias del Evangelio. A este hombre Jesús se dirige llamándolo "bienaventurado".

La alegría que las Bienaventuranzas prometen es la alegría misma de Jesús: una alegría buscada y encontrada en la obediencia al Padre y en la entrega a los hermanos.

5. Jóvenes de Canadá, de América y de todas las partes del mundo, mirando a Jesús podéis aprender lo que significa ser pobres de espíritu, mansos y misericordiosos; lo que significa buscar la justicia, ser limpios de corazón, artífices de paz.

Con la mirada fija en él, podéis descubrir la senda del perdón y de la reconciliación en un mundo a menudo presa de la violencia y del terror. Durante el año pasado hemos experimentado con dramática evidencia el rostro trágico de la malicia humana. Hemos visto lo que sucede cuando reinan el odio, el pecado y la muerte.

Pero hoy la voz de Jesús resuena en medio de nuestra asamblea. Su voz es voz de vida, de esperanza y de perdón; es voz de justicia y de paz. ¡Escuchémosla! Escuchemos la voz de Jesús.

6. Queridos amigos, la Iglesia hoy os mira a vosotros con confianza y espera que os convirtáis en el pueblo de las bienaventuranzas.

Bienaventurados vosotros, si sois, como Jesús, pobres de espíritu, buenos y misericordiosos; si sabéis buscar lo que es justo y recto; si sois limpios de corazón, artífices de paz; si amáis y servís a los pobres. ¡Bienaventurados vosotros!

Sólo Jesús es el verdadero Maestro; sólo Jesús presenta un mensaje que no cambia, sino que responde a las expectativas más profundas del corazón del hombre, porque sólo él sabe "lo que hay en el hombre" (
Jn 2,25). Él sabe lo que hay en el hombre, en su corazón. Hoy él os llama a ser sal y luz del mundo, a escoger la bondad, a vivir en la justicia, a ser instrumentos de amor y de paz. Su llamada siempre ha exigido elegir entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas, entre la vida y la muerte. La misma invitación se dirige hoy a vosotros, que estáis aquí, a las orillas del lago Ontario.

7. ¿Qué llamada elegirán seguir los centinelas de la mañana? Creer en Jesús significa aceptar lo que dice, aunque vaya en contra de lo que dicen los demás. Significa rechazar las seducciones del pecado, por más atractivas que sean, y seguir el camino exigente de las virtudes evangélicas.

Jóvenes, escuchadme, responded al Señor con corazón fuerte y generoso. Él cuenta con vosotros. No lo olvidéis: Cristo os necesita para realizar su proyecto de salvación. Cristo necesita vuestra juventud y vuestro generoso entusiasmo para hacer que resuene su anuncio gozoso en el nuevo milenio.Responded a su llamada poniendo vuestra vida al servicio de él en los hermanos. Fiaos de Cristo, porque él se fía de vosotros.

213 8. Señor Jesucristo,
proclama una vez más
tus Bienaventuranzas
ante estos jóvenes
reunidos en Toronto
para su Jornada mundial.

Mira con amor
y escucha estos corazones jóvenes
que están dispuestos a
arriesgar su futuro por ti.

Tú los has llamado a ser
214 "sal de la tierra y luz del mundo".
Sigue enseñándoles
la verdad y la belleza
de las perspectivas que anunciaste
en la Montaña.

Transfórmalos en hombres y mujeres
de las Bienaventuranzas.

Que brille en ellos
la luz de tu sabiduría,
de forma que con
sus palabras y obras
215 sepan difundir en el mundo
la luz y la sal del Evangelio.

Haz que toda su vida sea
un reflejo luminoso de ti,
que eres la Luz verdadera,
que vino a este mundo,
para que quien crea en ti no muera
sino que tenga la vida eterna
(cf. Jn
Jn 3,16).







VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II

A TORONTO, CIUDAD DE GUATEMALA Y CIUDAD DE MÉXICO

XVII JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

VIGILIA DE ORACIÓN

SALUDO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II


Toronto, Parque Downsview

Sábado 27 de julio de 2002



216 Queridos jóvenes del mundo, queridos amigos;
querido pueblo de las Bienaventuranzas:

1. Os saludo a todos con afecto en nombre del Señor. Me alegra encontrarme de nuevo con vosotros, después de los días de catequesis, de reflexión, de participación y de fiesta que habéis vivido. Nos acercamos a la fase conclusiva de vuestra Jornada mundial, que culminará mañana con la celebración de la Eucaristía.

En vosotros, congregados en Toronto desde los cuatro ángulos de la tierra, la Iglesia ve su futuro y encuentra la llamada a la juventud con que el Espíritu de Cristo continuamente la enriquece. El entusiasmo y la alegría que manifestáis son signo de vuestro amor al Señor y de vuestro anhelo de servirlo en la Iglesia y en los hermanos.

2. En los días pasados, en Wadowice, mi ciudad natal, tuvo lugar el III Foro internacional de jóvenes, que ha reunido católicos, greco-católicos y ortodoxos provenientes de Polonia y de Europa del este. Hoy, además, han llegado hasta allí millares de jóvenes de toda Polonia para unirse a nosotros a través de la televisión y vivir juntos esta vigilia de oración. Permitidme que les salude en polaco.

Saludo a los jóvenes de lengua polaca, que en tan gran número han venido aquí desde nuestra patria y de los demás países del mundo, así como a los miles de jóvenes que se han congregado en Wadowice de toda Polonia y de los países de la Europa del este para vivir juntamente con nosotros esta vigilia de oración. A todos deseo que estos días les traigan abundantes frutos de generoso impulso en la adhesión a Cristo y a su Evangelio.

Queridos jóvenes amigos, os agradezco vuestra presencia en Toronto, os abrazo de corazón y siempre pido por vosotros, para que ahora y siempre seáis la sal de la tierra y la luz del mundo.
Saludo con afecto a los jóvenes italianos aquí presentes y a todos los que desde Italia se unen a nosotros a través de la televisión. Juntamente con los jóvenes, que en las diversas partes del planeta participan de varios modos en esta Jornada de la juventud, queremos abarcar el mundo con un abrazo de fe y amor, para proclamar nuestra fe en Cristo, amigo fiel que ilumina el camino de todo hombre.

3. Durante la Vigilia de esta noche acogeremos la cruz de Cristo, testimonio del amor de Dios a la humanidad. Aclamaremos al Señor resucitado, luz que brilla en las tinieblas. Oraremos con los Salmos, repitiendo las mismas palabras que pronunció Jesús cuando se dirigía al Padre a lo largo de su vida terrena. Constituyen aún hoy la oración de la Iglesia. Por último, escucharemos la palabra del Señor, lámpara para nuestros pasos, luz en nuestro sendero (cf.
Ps 119,105).

Os invito a ser portavoces de los jóvenes del mundo, de sus alegrías, desilusiones y esperanzas. Mirad a Jesús, el que vive, y repetidle la súplica de los Apóstoles: "Señor, enséñanos a orar". La oración será como la sal que da sabor a vuestra existencia y os orienta hacia él, luz verdadera de la humanidad.







Discursos 2002 204